¿Alguna vez le pediste algo a una estrella? ¿Alguna vez estuviste afuera, bajo un cielo estrellado y sentiste que la oscuridad te envolvía como un terciopelo negro, mientras la brisa de la noche te besaba las mejillas? ¿Alguna vez miraste las estrellas que parecen un manto que cubre el cielo? ¿Viste alguna vez, una estrella cayendo y te preguntaste de donde venía o adonde iba? ¿Buscaste alguna vez esa estrella especial y le pediste un deseo? ¿Creíste alguna vez, en eso de pedir deseos? Yo sí. La vida fue simple alguna vez. Tenía día y noche, luz y oscuridad, blanco y negro, si y no. No había tanta cosa para elegir. No existían tantas preguntas sin respuesta u oraciones sin terminar o canciones sin cantar. Amar era fácil. Era tierno y tibio, cuidado por la luz del sol y bendecido por la luna con su reflejo de plata. Los sueños se alcanzaban facilmente, también la risa. Te acordás de esos momentos de tu vida cuando los días no terminaban, te recibía la noche y vos corrías libre en el viento? Fue hace mucho, en otro tiempo, en otro mundo, en otro lugar. Remontabamos barriletes y soltabamos globos. Coleccionabamos grillos, también arañas y perseguíamos bichitos de luz. Tratabamos de atrapar las gotas de lluvia y de encontrar el final del arco iris. ¡Una vez, logré estar parada en la luz de un arco iris! Fui “tocada” por la luz del arco iris. Los sueños se hacían pronto realidad y eramos jóvenes y no nos hacíamos malasangre en el verano de nuestras vidas. Tejíamos coronas de flores y nos dejabamos tostar por el sol del verano. Hacíamos angeles en la nieve y jugabamos a la guerra. Era todo lo que soñabamos, una ola interminable, un río interminable, un día interminable... La vida era plena, rica aunque nosotros no lo fueramos. Estabamos llenos de amor, de sueños, de esperanzas. Creíamos. La felicidad llegó a nuestras vidas así como llegó a la tuya. Creíamos que nuestros corazones explotarían de magia. Tuvimos el sol y le dimos un nombre. Nos enamoramos del amor. Y el amor nos amó. Fue perfecto, por lo menos así lo recuerdo. Dicen que siempre existe un lugar en la memoria donde las cosas son mejores que lo que en realidad fueron. Pero un día aprendimos que no se puede pintar el arco iris en la pared y creer que va a estar ahí para siempre. No se puede atrapar una mariposa y sostenerla demasiado fuerte para después dejarla ir. Nuestro sueño se hizo añicos y no supimos para donde ir. No más sueños, todo se convirtió en una pesadilla, y el sol no dió más calor y la música dejó de existir. No miré más a las estrellas. No hubo más arco iris. Todos los sueños rotos y las piezas del rompecabezas desparramadas por todos lados. ¿Cuánto tiempo hace de todo eso? o ¡Qué pocos días pasaron desde que el mundo quedó paralizado, sostuvo su aliento y luego...murió! Esos recuerdos vienen hoy a mi memoria. Duele, quizás un poco menos. Quizás. Dura un poco menos, pero las cicatrices están enraizadas en lo profundo del alma, y van conmigo, por siempre. Pasó mucho tiempo desde que me di cuenta que el sol seguía saliendo cada día, y que yo también seguía despertando cada día. Pasó mucho, mucho tiempo hasta que entendí que aunque la tela de mi vida había sido terriblemente dañada , todavía se estaba tejiendo, aunqur los hilos estuvieran enredados y rotos. Un día se convirtió en una semana, y luego un mes en un año, luego muchos años, y ahora al borde del tiempo, aún llevo el dolor y el duelo y la pena conmigo. ¡Ah! ¿Cuanto hace que mi espíritu tuvo ganas de bailar a la luz de la luna? ¿Cuanto hace que no me atrevo a soñar o a pedir un deseo a alguna estrella? Demasiado tiempo, demasiado. Y ahora ya me duelen los huesos. Algunas veces se me demora el paso y algunas veces, muchas veces einto el dolor. Y ahora, vos y yo, personas en duelo en el mundo, nos paramos en la curva del tiempo tratando de decidir si nos quedamos allá en el pasado o vamos para adelante hacia lo desconocido. Quizás no somos nosotros los que tenemos que decidir eso, pero si podemos decidir qué es lo que llevamos con nosotros hacia el nuevo día. ¿Qué te llevarías de este tiempo, de este lugar? ¿Qué preservarías para siempre? ¿Qué partes y trozos de tus ayeres conservarías para tus mañanas? ¿Vas allevarte todo el dolor, el daño y lo amargo de la muerte de tu ser amada? ¿O vas a desprenderte del enojo y de la angustia para hacerle un lugar a la experanza de crecer? ¿Podrás buscar en lo profundo de tu memoria o más allá en tu alma la magia de la vida de ese ser amado y traerla hasta hoy? La tela se está componiendo, de a poco. Tiene muchas puntadas y está bastante desprolija, pero podemos aprender a tejer nuevamente. Las estrellas todavía brillan. Me parece que nunca dejaron de hacerlo. Creo que dejé de mirar... Ahora miro para atrás y me doy cuenta que pasaron el otoño y el invierno, la primavera y el verano varias veces desde que paré de pedir deseos. Las estaciones del año se sucedieron sin mi permiso, sin mi consentimiento. Alguién siguió con eso y los días siguieron pasando. Hoy mientras cambio otra hoja del calendario quiero buscar mi estrella. Ahora hay más estrellas, les conozco los nombres y me gusta saber que ese manto estrellado está hecho de amor y recuerdos. Una vez, me fue concedido un deseo. ¡A vos también! ¡Sólo que no se quedó suficiente tiempo! Pero ahora, elijo recordar la luz, no la oscuridad. Una vez estuve debajo del arco iris y se me concedió la felicidad. Conozco su nombre y existe una estrella por cada milagro que he conocido. Esta noche mirá el cielo y encontrá tu estrella. Y en vez de abrazar el vacío, celebrá el espacio que el amor siempre llena. No perdimos el amor sólo porque la luz se fue de esta tierra. Ninguna luz nacida del amor se extinguirá jamás.
Estrellita luminosa. La primera estrella.
Un deseo te pido recordar el amor y abrazar la luz. Estrellita, estrellita. Sé exactamente quién sos.
Traducido y retipeado por Dana Basso con el permiso de Grief Digest,