Recordando a Artigas comenzamos un viaje a nuestro
pasado…
“Ningún hada protectora llegó hasta su cuna, como suele
leerse en los cuentos infantiles. No ocurrió hecho extraordinario alguno, de esos que se relatan como anuncio del alto destino de los héroes de leyenda. Un niño. Nada más que un niño en su cuna, velado por la mirada amorosa de sus padres y la curiosidad inocente de sus dos hermanitos. También están allí los abuelos, cambiando felicitaciones y pareceres acerca del porvenir del nuevo nieto. En la puerta de la espaciosa habitación de piso de ladrillos, Juana y Gerónimo, los humildes esclavos de Don Martín José., con los ojos desmesuradamente abiertos, contemplando al amito, que duerme plácidamente. Afuera, el sordo rumor del viento frío de junio azota el techo de tejas, y en la lejanía el murmullo del río como mar, golpea la muralla de piedra… Al anochecer el cañón anuncia el cierre de los portones de la ciudad y el silencio queda dentro de los espesos muros. La naturaleza toda duerme como el pequeño José Gervasio en su cuna. Así terminó aquel día de junio de 1764 Un día igual a muchos otros días…”