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sis ndidades y capas, esde Ia superficie asciente, 10 como Ia evi- bién de lo imposi- as del imaginario, seen suma, de lo ESTATUS DEL AQUI Y AHORA EN EL ACTO PSICOANALITICO Intento postular algunos criterios que, si bien pueden ser controvertidos, no creo constituyan novedad dentro de la habitual reflexién en nuestra disci- plina. Estos corresponden a una preocupacién por preservar el sentido psico- terapéutico de una postura estrictamente psicoanalitica, lo que implica simul- téneamente la inquietud de proteger el caracter psicoanalitico de esta postura psicoterapéutica. Esto se liga con la necesidad de revisar el problema de des- enclaustrar el aporte de este enfoque con relacién al medio cientifico-técnico mas amplio que le corresponde: me refiero al campo de la psicoterapia como 0 fundamento de técnica, no pue- ride encontrarse , que alude a lite el ambiente aciones que al psi eilumine a si mis- Winnicott llama la necesariamente il que esconde lo oficio, en sus distintas versiones tedrico-téenicas derivadas de otros modelos. 1. En primer lugar haré una afirmacién obvia, pero no por eso necesariamen- te tomada en cuenta. El psicoandlisis, en ambitos a los cuales otras disciplinas psicoldgicas no acceden, es capaz de investigar la naturaleza humana de ma- nera de hacer crecer la comprension respecto acl, > nilisis por si mismo. o Fs necesario insistir en esto. Fl psicoanslisis tiende a errar su sentido al pos. jorge Eduardo Rive tergar a un lugar secundario el interés del paciente. Esto ocurre en la trama de discusiones y luchas te6rico-gremiales que someten a los especialistas en lo psicoanalitico a una tensidn discursiva que no se justifica si es que el interés f elinico. Ed. P fuera basica y primariamente mejorar la operatividad psicoterapéutica para beneficio del paciente. Es posible que las polémicas tedricas se convicci6n, porque toda teorfa ficilmente protege contra la ansiedad ante la incertidumbre y la vivencia de precariedad al enfrentar el misterio del mundo Seuil, Francia, 1999 . stalen con tal vehemencia y auto- fentina, 1997 (as 1 (1959). Ed. Pai- yde la existencia. Es por esto que, en términos generales, podriamos hipote- tizar que las teorfas deben cuidarse de una derivaci6n espontinea hacia servir masa una tendencia defensiva narcisistica grupal 0 individual que a encontrar una orientacién en el enigma que constantemente nos proponen las cosas. Postular un narcisismo grupal implica transitoriamente una contradiccién, 180 / Panna raxre, ENCUADRES THORCORICTICNS sino se especifica que éste ocurrirfa cuando el grupo establece como con- tinente y proveedor de condiciones que favorecen narcisismos de base, sit duda, individual. Si bien las teorfas dependerdn en su cjercicio de las caraci® {sticas de per sonalidad de quienes las detentan, van a tener siemPr® la posibilidad de ser tusadas para propésitos més bien defensivos que comprensivos, dado que ef as humano tiende necesariamente a darfe significacion Ta inaria a lo que vc le impone como enigmatico. En este sentido 1as Tuchas de tipo gremial se mezclan con los propésitos defensivos de las tor Las luchas potencian sin embargo anhelos de poder, yano tanto sobre la naturaleza sino sobre los hombres mismos. En este se cle estas rivalidades estn mucho mas predispuestas 2 SA0E a intereses de tipo individual que las teorfas. Los lideres gremialistas imponen su particular interpretacion de Tos beneficios part su gremio y se valen de Ia pasividad propia de los seguidores para aleanzar metas en las que es posible és del grupo. Ex rospechar mas la necesidad de poder individual ave clin poner, por ejemplo, ideas como las que estoy exponiendo, no me libera de ace cnbiciones sino mas bien delata afanes propios de presencia y poder wae de mi comunidad, que considero imposible de evadir en lamedidaen que uno publique su propio pensamiento Fs por esto que valdria la pena encontrar la forme de protegernos del afin de poder de los lideres, en gran escala 0 en pequeiia escala, como € aeraso de nuestra comunidad psicoanalitic, cuyos PFOpOS'S Mt implican perspectivas universales de dominar I sociedad, sino solo el modo de con rerlay e6mo se ejerza el psicoandliss. Obsiamente et inter de este eserite vride en concentrarse en revisar el lugar de las influencias qu® © potencian vrentro del grupo psicoanalitico. Vale decir, en mis supuesi®, cexplorar la ne= oethdad de cautelar el ejercicio del psicoandlsis para sasfae% Jas particule: see vicsitudes de ese afin de determinar individualment® cémo piensen @ actien los demas. Pons sentido la insitaciGn a colegas extranjeros es una forms vilida de cautela, aunque obviamente tales presentaciones no independizan de las ine Tenciones inconscientes que estoy postulando, 1a se .ccién de los invitados frecuentemente sitve al propésito de confirmar las convict! nes de los lideres de wrno, Sin duda esto requiere ser compl mentado con discusiones tesric téenicas dentro del propio entomo. sares net. gel RA ENE ATO MtcoaxaLtTico /1S4 El nudo gordiano de esta paradaja se corta con Ja accion entretejida a una mn, Siempre he pensado que el maximo valor del enfoque ‘mas que en la capacidad de interpretan

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