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DE LA FE
H. NEWMAN, Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana (1845); F.
MARÍN SOLA, La Evolución homogénea del dogma católico (1923); CH. BOYER,
El desarrollo del dogma (1961); W. KASPER, Historicidad de los dogmas, Stimmen
der Zeit, 179 (1967) 401-416; Y. CONGAR, La fe y la teología, 60-69.133-
166; G.F. MANSINI, Dogma (voz), DTF, 349; K. RAHNER, ¿Qué es un
enunciado dogmático?, en Escritos de Teología V, 55-81; B. MEUNIER, ¿Por
qué llegaron los dogmas?, Théophilyon 7 (2002) 51-74; C. IZQUIERDO, Teología
Fundamental, 123-131; JUAN PABLO II, Carta Encíclica Fides et Ratio; F.
OCÁRIZ – A. BLANCO, Teología fundamental, 65-98; PIÉ-NINOT, S., La
teología fundamental, 619-622; CTI, La interpretación de los dogmas (1989); ID.,
El Sensus fidei en la vida de la Iglesia (2014); A. DULLES, Dogma y ecumenismo,
Theological Studies, 148 (1968) 397-416; M. SEEWALD, El dogma en
evolución (2018).
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• La inteligencia de la predicación apostólica
–comprensión e interpretación– se realiza en la Iglesia
que es Cuerpo de Cristo, Cabeza y miembros. Tanto la
cabeza como los miembros tienen un rol en esta tarea.
• El sentido sobrenatural de la fe (sensus fidei) expresa
la inteligencia de la fe apostólica de todo el Pueblo de
Dios; el Magisterio expresa la enseñanza autorizada de
los sucesores de los apóstoles, es decir, el colegio
episcopal. Ambas son realidades mutuamente
implicadas en su ejercicio y en la fuente que las vivifica,
es decir, el Espíritu Santo, que es como el alma de la
Iglesia.
• Además, ligadas al Magisterio, hay dos temáticas
vinculadas a la enseñanza que la Iglesia realiza: la
infalibilidad y la inmutabilidad y desarrollo del
dogma.
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1. Sensus fidei
• LG 12: Con el sensus fidei que el Espíritu Santo mueve y
sostiene, el Pueblo de Dios: recibe la palabra de Dios,
se adhiere indefectiblemente a la fe, penetra
profundamente con rectitud de juicio; aplica más
íntegramente a la vida.
• Sensus fidei es una expresión acuñada por los
escolásticos: una cualidad del alma del sujeto al que la
gracia confiere una capacidad de percibir la verdad y
de discernir lo que se opone a ella.
• El sentido de la fe del sujeto (sensus fidei) adquiere su
importancia de medio de transmisión de la revelación
en cuanto sentido sobrenatural de la fe de todo el
pueblo de Dios (sensus fidelium). Este último es el que es
captado objetivamente.
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• El sensus fidei, para ser lo que pretende, debe vincularse
con la predicación apostólica. El testimonio de los
Apóstoles fue transmitido a la Iglesia como una realidad
viva y vivificante. De este modo, esa predicación sigue
actuando en la Iglesia por la acción del Espíritu Santo.
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• Dos anotaciones de S. Pié-Ninot:
a) Para comprender la naturaleza propia del sensus fidei
hay que considerarlo en el contexto de la existencia
cristiana que posibilita, a partir del don de la fe, un
juicio según connaturalidad en asuntos de la fe que manifiesta
así la lógica connatural de la existencia cristiana.
b) El sensus fidei debe situarse en el contexto de la
comunión eclesial, que posibilita la estrecha
articulación entre el magisterio exterior del colegio
episcopal y el magisterio interior, presente en todos los
bautizados, y que se manifiesta en la participación en
la función profética de Cristo y de la Iglesia como vía
empírica de la tradición viviente de la Iglesia.
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2. El Magisterio
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a) En la Sagrada Escritura
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(3) En la Iglesia naciente es esencial escuchar las
enseñanzas de los apóstoles.
… acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. (Hch 2,42)
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b) En los Padres
(1) San Ireneo (+202): en su lucha contra los
gnósticos, apela a la doctrina recibida de los
Apóstoles y accesible a la profesión de fe
bautismal de las Iglesias de fundación
apostólica. Este es un criterio para pertenecer a la
verdadera Iglesia
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c) Relaciones entre la Revelación y
el Magisterio…
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(3) La Revelación es norma constitutiva de la fe; en
cambio, el Magisterio es norma directiva de la fe. La
Revelación es el depósito de la fe; en
cambio, el Magisterio no constituye el depósito
de la fe, sino que lo custodia y lo transmite.
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d) Tareas del Magisterio
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(4) Exponer la doctrina cristiana al pueblo de Dios.
Así, promueve la difusión de los catecismos.
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e) Objeto del Magisterio
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3. La infalibilidad
• Cristo fundó la Iglesia y la hizo indefectible hasta el fin del
mundo contra las fuerzas del mal.
Te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y
las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mt 16,18)
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a
guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mt 28,19-20)
• La indefectibilidad de la Iglesia corresponde a su
naturaleza y misión. Así, la indefectibilidad aplicada a su
conocimiento y expresión de la verdad de la revelación,
se llama infalibilidad.
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• La infalibilidad de la Iglesia quiere decir que posee un
carisma recibido de Dios mediante el cual, en su acto
esencial de conocimiento, de expresión y de predicación del don
de la revelación divina que le ha sido confiada, no
puede equivocarse.
• Algunos documentos importantes: Declaración
Mysterium Ecclesiae (1973); Instrucción Donum veritatis
(1990); Carta apostólica Ad tuendam fidem (1998); CTI:
Magisterio y teología (1975), La interpretación de los dogmas
(1989).
o La indefectibilidad, en cuanto perduración a través del
tiempo (perennidad, existencia incesante y continua) en
identidad consigo misma (tal como Cristo la fundó) es
resultado de Alianza definitiva.
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o La indefectibilidad no solo afecta al ser de la Iglesia,
sino también a su obrar: a) comunicación de la gracia a
través de los sacramentos, en los que el ex opere operatum
expresa el carácter indefectible; b) la proclamación de la
palabra, en la que la indefectibilidad se muestra como
infalibilidad.
o La infalibilidad se realiza tanto en el creer (in credendo:
sentido de la fe) como en la enseñanza (in docendo:
Magisterio) de la Iglesia. Dios infalible ha querido dotar
a su nuevo Pueblo de una cierta infalibilidad participada,
que se circunscribe al campo de la fe y de las
costumbres y bajo ciertas condiciones. Sin embargo, la
función del Magisterio no se reduce a sancionar el
consentimiento expresado por ellos, sino que… puede prevenir tal
consentimiento y exigirlo.
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o La Iglesia es infalible porque goza de una asistencia
infalible. A diferencia de la revelación y de la inspiración,
la asistencia es un carisma que podría llamarse negativo
en cuanto consiste en una preservatio ad errore (lo cual no
es obstáculo para que ese carisma intervenga como
factor de progreso dogmático). La asistencia no otorga
una iluminación, sino que los pastores deben esforzarse
y ser dóciles al Espíritu Santo.
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o La infalibilidad no es decisión de una verdad, sino la
garantía, presente en un sujeto con autoridad, de que
una enseñanza pertenece a la revelación.
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o El Magisterio puede tener diversas modalidades:
extraordinario (o solemne) y ordinario. Además,
básicamente hay tres tipos de enseñanza que exigen
diversas adhesiones de parte de los fieles:
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4. La inmutabilidad y el desarrollo del dogma
• Desde el inicio de la misión evangelizadora de la Iglesia
fue necesario fijar de algún modo los contenidos de la
Revelación cuya confesión era considerada de primer
orden para la salvación. La fe creída con el corazón
debía poder ser concretada en una formulación
pública: Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y
con la boca se confiesa para conseguir la salvación. (Rm 10,10)
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4.3 Valor de las fórmulas
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• La palabra de Dios no se dirige a un solo pueblo y a una sola
época. Igualmente, los enunciados dogmáticos, aun reflejando a
veces la cultura del período en que se formulan, presentan una
verdad estable y definitiva. Surge, pues, la pregunta sobre
cómo se puede conciliar el carácter absoluto y universal de la
verdad con el inevitable condicionamiento histórico y cultural de
las fórmulas en que se expresa… la aplicación de una
hermenéutica abierta a la instancia metafísica
permite mostrar cómo, a partir de las circunstancias históricas y
contingentes en que han madurado los textos, se llega a la
verdad expresada en ellos, que va más allá de
dichos condicionamientos. Con su lenguaje histórico y
circunscrito el hombre puede expresar unas verdades que
transcienden el fenómeno lingüístico. En efecto, la verdad
jamás puede ser limitada por el tiempo y la cultura;
se conoce en la historia, pero supera la historia
misma. (Fides et ratio n.95)
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• Es necesario señalar el esfuerzo del Magisterio de
vincular lo más posible las formulaciones dogmáticas a
una philosophia perennis que se coloque al nivel
meta-histórico vinculándose al ser, a sus
trascendentales, a los aspectos inmutables de la
naturaleza humana y sus relaciones con Dios y con las
cosas.
• De todos modos, la historia del pensamiento enseña que a través
de la evolución y la variedad de las culturas ciertos conceptos
básicos mantienen su valor cognoscitivo universal
y, por tanto, la verdad de las proposiciones que los expresan. Si
no fuera así, la filosofía y las ciencias no podrían comunicarse
entre ellas, ni podrían ser asumidas por culturas distintas de
aquellas en que han sido pensadas y elaboradas. El problema
hermenéutico, por tanto, existe, pero tiene solución.
(Fides et ratio, n.96)
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• Según la doctrina de los preambulae fidei parece
necesario una cierta red de referencias filosóficas
capaces de individuar conceptos y verdades
establemente disponibles a la razón humana cuyo
conocimiento no ambiguo es indispensable para la
comprensión de la Palabra de Dios.
• El recurso a una filosofía implica un discernimiento.
La teología acepta las semina Verbi contenidas en
muchas elaboraciones filosóficas que han precedido al
cristianismo o se han forjado después; pero al mismo
tiempo rechaza otros sistemas como inadecuados para
comprender o expresar el misterio cristiano. En este
discernimiento el Magisterio tiene un rol decisivo. Los
autores del NT y los Padres utilizaron conceptos que
creyeron capaces de expresar el misterio cristiano y
rechazaron otros porque no garantizaban lo mismo.
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• En el momento en que un dogma de fe es formulado,
los términos, las categorías y los conceptos
utilizados son suficientes para expresar el contenido
veritativo que se quiere explicitar.
• Respecto a cómo el Magisterio instruye al Pueblo de
Dios, se debe tener presente que una comunidad de fe
es también una comunidad construida sobre la unidad
de palabras capaces de identificar la propia confesión.
• Este es el caso de los Símbolos de fe como signos
eclesiales tanto en su contenido como en su expresión
lingüística: no solo manifiestan la unidad de la fe, sino
que en cierto sentido la producen, en cuanto fides ex auditu
(Rm 10,17). Esto pone de manifiesto que el posible
perfeccionamiento de las fórmulas de fe no es y no
puede ser tarea privada, sino tarea de la Iglesia.
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• Pio XII afirmó que hay términos utilizados por el
Magisterio en la proposición de los dogmas que no se
pueden abandonar sin grave daño para la fe (DH 3883).
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• Sin embargo, el contexto histórico-doctrinal de Nicea era
distinto, era el de la crisis arriana; y, mediante la
afirmación de la consustancialidad del Padre y del Hijo,
aquel concilio pretendía definir la verdadera divinidad del
Hijo como persona distinta del Padre.
b) A veces también una misma terminología cambia de
significado y, a la vez, refleja un desarrollo doctrinal.
Este, por ejemplo, es el caso de la libertad religiosa en
el Vaticano II. Sobre la libertad en materia religiosa y
sobre la cuestión, íntimamente relacionada con ella, de
las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se hallan, en el
Magisterio anterior al Vaticano II, afirmaciones,
reiteradas a menudo por los Romanos Pontífices, que
podrían parecer opuestas a las enseñanzas del último
concilio.
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• Un análisis profundo que tenga en cuenta el contexto
histórico-doctrinal de las diversas intervenciones
magisteriales prueba que no existe contradicción, sino
desarrollo doctrinal.
• El criterio de la analogia fidei puede ser explicitado por
estos criterios:
a) Cristológico. Coherencia cristológica y cristocentrismo
de las formulaciones dogmáticas. El Hijo de Dios hecho
carne es el centro de la Revelación.
b) Apostolicidad. El contenido de la fe fue transmitido
una vez por los apóstoles y es necesario continuar esta
memoria interpretándola a la luz de sus orígenes
apostólicos.
c) Catolicidad. Como exigencia de criterio y universalidad,
sincrónica y diacrónica, del contenido que ha sido creído
siempre, por todos y en todas partes.
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c) Lex orandi. La liturgia, y de modo particular la
práctica sacramental y su centro, el misterio
eucarístico, es el lugar teológico viviente y unificante
de la fe y de la Iglesia.
d) Antropológico. Con esto no quiere decirse que el
hombre, determinadas necesidades, intereses o incluso
manifestaciones de la moda puedan ser medida de la
fe o de la interpretación de los dogmas. Esto está ya
excluido porque el hombre es, en último término, para
sí mismo una cuestión no resuelta, para la que solo
Dios es la respuesta plena. El hombre no es la
medida, sino el punto de referencia de la
interpretación de la fe, y también de los dogmas.
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