Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ce: lumbrerasba@yahoo.es
EL MANANTIAL LATENTE
ISBN 970-18-8340-3
Conacuita
...Antes que en estas formas
evidentes, de brusca carne y hueso,
súbitamente rotas por un resorte débil
si alguien apasionado les allega,
muertos en la leyenda les comprendo
mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
fortalecido amigo solitario,
como quien va del manantial latente
al río que sin pulso desemboca.
I
í
/
AGRADECIMIENTOS
9
/
ADVERTENCIA EDITORIAL
11
bros afines, grupos generacionales, tradiciones. Por lo antes
expuesto, este trabajo no se propondría jamás sustituir “la es
tadística por la crítica” — ¿qué cándida suspicacia podría su
poner tamaña desmesura?
El segundo apéndice, por su parte, reporta un censo de
más de 300 autores nacidos entre 1965 y 1978, el marco cro
nológico fijado para la muestra. La inclusión de esa larga lista
de poetas obedece a que un libro de la naturaleza de El ma
nantial latente no puede jactarse de crear dictámenes definiti
vos sobre la producción lírica actual de nuestro país;
reconocemos que las bajas y altas de los poetas que confor
man esta promoción será, en los próximos años, una dinámi
ca regular.
¿Quiénes, de entre los treinta y ocho autores escogidos,
abandonarán la escritura en ésta o la siguiente década?, ¿cuá
les se quedarán con el título, embarazosamente honroso, de
brillantes promesas?, ¿quiénes ratificarán con creces la apues
ta argumentada o, por lo menos, intuitiva de los selecciona-
dores? Este libro, por supuesto, está fechado. Las conclusio
nes aquí arrojadas, las constantes y particularidades que
dejan observarse e, incluso, los espejismos, los juicios prema
turos, las dudas que no pudimos obviar o esclarecer, pueden
cambiar drásticamente en un balance posterior al nuestro.
Cuando José María Castellet da a conocer el hoy histórico
Nueve novísimos poetas españoles (1970), sus premisas rondan
el cuestionamiento a la poesía española de generaciones ante
riores, en especial a aquélla cimentada sobre los conceptos de
“poesía social” y “poesía de la experiencia”, o sobre los tópi
cos relativos a “lo español”; en este momento, hablar de los
“novísimos” presentaría otra perspectiva, toda vez que su
presente también es otro en relación a su pasado inmediato o
mediato dentro del canon de la poesía ibérica. Pere Gimferrer
o Leopoldo María Panero, por citar a dos de los nueve, se
han leído con notables variantes a lo largo de tres décadas,
con distintas recepciones y apropiaciones entre una genera
ción poética y otra. ¿Cómo serán leídos mañana estos treinta
y ocho autores, tanto en su ordenamiento grupal como desde
sus individualidades?
Por lo que respecta a nuestra lectura, fechada entre agosto
de 2001 y febrero del 2002, su visión, balance y resultados se
encuentran en estas páginas. El trabajo de elaboración fue ar
duo y tuvo muy variadas fases. En principio tuvimos que
precisar los límites cronológicos de la muestra. El hecho de
que El manantial latente reúna a poetas nacidos entre 1965 y
1978 podría resultar del todo arbitrario o producto de una
convención. Decidimos arrancar con Jorge Fernández Gra
nados (México, D.E, 1965), referente ya obligado de la últi
ma poesía escrita en México. Como punto de partida, su obra
da certeza poética a la configuración del conjunto; certeza
entendida no como legitimidad, sino como algo más difícil
de proveer: un énfasis en el carácter legible de nuestras re
flexiones sobre la tradición poética. Con lo anterior no des
cartamos que otros poetas puedan ofrecer dicha función en
tre sus contemporáneos. En nuestras discusiones aparecieron,
entre otros, Roberto Rico (Cintalapa, Chiapas, 1960) y María
Baranda (México, D.E, 1962), nombres que podrían cumplir,
con sus particularidades, la misma dinámica. Pero recorrer la
muestra a partir de esta dupla afectaba la dimensión del índi
ce; con una decena más de autores, la panorámica de grupo
se disparaba de su centro. Tomando en consideración que
junto al otro extremo temporal, los nacidos en 1978, se plan
teaba un seguimiento de trece años en total (1989-2002) de
producción y confluencia, pensamos que ese lapso era más
qué propicio para revelar el ahora de la poesía mexicana des
de sus generaciones más recientes. Los poetas que cierran
esta muestra, Hugo García Manríquez (Ciudad Camargo,
Chihuahua, 1 9 7 8 ) y Ju an Pablo Vasconcelos (O axaca,
Oaxaca, 1978), cumplen un papel de frontera. Sin embargo,
los últimos autores y la marca temporal no cancelan la pre
sencia de autores más jóvenes pero igualmente dignos de
atenta lectura, de representación. En nuestras investigaciones
nos topamos con poetas precocísimos, con poemas y “actitu
des frente al poema” inquietantes, reveladoras. Uno de ellos,
importa dejarlo por escrito, es Inti García (México, D.E, 1983).
Incluirlo a él y a otros autores en el índice, empero — todavía
parte de una tierra ignota— , propiciaba ciertos saltos entre los
poetas de ambas delimitaciones, creaba huecos de varios años
(1979, 1980, 1981, 1982), en donde a nuestro parecer había
vislumbres, tentativas y proyecciones, no así argumentos.
Después de fijar las orillas de El manantial latente el si
guiente paso, el más exigente, agotador e inacabado, consis
tió en localizar los libros del mayor número de poetas de este
periodo. Pronto caímos en cuenta, como le sucedió a Gabriel
Zaid en la elaboración de la Asamblea de poetas jóvenes de
México (1980), que por lo general estos autores, más allá del
círculo de amistades, no tenían noticia de los otros. Consul
tamos a algunos con el propósito de cambiar impresiones, re
cibir sugerencias y cotejar nuestra lista; la mayoría de sus
comentarios y menciones fueron, en cierto modo, previsibles.
En este punto, nos cuestionamos con cierta alarma sobre qué
ruta — revisión, procesamiento, orden, selección— tomaría el
creciente acopio de materiales: libros individuales y colectivos,
antologías nacionales, regionales y estatales, muestras de escri
tores becados, revistas y suplementos, páginas web de grupo
y personales, archivos adjuntos solicitados y no solicitados.
Tal disyuntiva fue resuelta una vez decidido que nuestro tra
bajo sería una muestra y no una antología; mucho menos una
asamblea. Asimismo, fue relevante definir la estructura del li
bro para tener un plan de trabajo. Con los puntos en claro,
comenzamos nuestra lectura de esta biblioteca en vorágine
eligiendo y rechazando poetas y poemas, previa discusión de
los seleccionadores. Las sesiones de lectura fueron maratóni-
cas, extenuantes; pero los resultados, como la armazón pa
ciente de un gran rompecabezas, montaban un paisaje de
manera gradual y sostenida. Más allá de nuestro gusto e inte
rés, fue nuestra constante preocupación que el índice alber
gara, sin prejuicio alguno, todos los estratos posibles de
discurso poético que despliega la actual promoción. Por ello,
suponemos que estos casi 40 poetas representan los discursos
y las tendencias, con sus implícitos hallazgos, riesgos y des
venturas, de la poesía mexicana más reciente.
Para concluir estos apuntes conviene adelantar otras mi
nucias: primero, que el formato elegido para las fichas es
idéntico para todos los poetas de El manantial latente; segun
do, que las poéticas que acompañan la selección poética fue
ron, en su mayoría, escritas ex profeso para este volumen;
tercero, que los mismos poetas nos remitieron algunas notas
críticas, quedando a nuestra consideración su selección y edi
ción — las que aparecen sin rúbrica, cabe destacar, fueron re
dactadas por nosotros— ; y cuarto, que descartamos, como
un acto de confianza ante los lectores, nuestra participación
como poetas en el índice del libro. Bajo el mismo principio
fue suprimida cualquier mención a nuestro trabajo poético,
sobre todo en el primer apéndice, donde se rescatan las res
puestas modales — es decir, más frecuentes— de la encuesta,
descrita al comienzo de la nota liminar. En ese apéndice, el
lector encontrará, con el vaciado de sus contenidos, las ex
pectativas y razones de dicha encuesta.
/
PRÓLOGO
17
racional trascienden ese mareaje. ¿Por qué seguir entonces
insistiendo en que las generaciones de la poesía mexicana se
establecen cada diez años?
Last but notleast, aparece el derecho de réplica. Casi siempre
expresado como una reacción reivindicatoría, constituye otro
móvil para emprender un ejercicio antológico. En la calca del
modelo contestatario de la antología de Manuel Maples Arce
con miras a la hoy histórica de Jorge Cuesta, apareció en su
momento La sirena en el espejo. Antología de nueva poesía mexi
cana (1972-1989) (1 9 9 0 ), a cargo de José María Espinasa,
Víctor Manuel Mendiola y Manuel Ulacia, como respuesta
implícita a la publicada por Escalante.
Con la Asamblea de poetas jóvenes de México (1980), de Ga
briel Zaid, reconocimos la utilidad de apoyarse en un sistema
o método para abordar, hasta donde alcanza su rigor científi
co, un campo de estudio como el de la poesía mexicana. La
publicación de ese libro, hace ya 22 años, nos reveló el fenó
meno de la explosión demográfica de poetas jóvenes en nues
tro país, producto de la “prosperidad cultural” de la década de
los setenta. Su autor no se propuso apostar desde la crítica por
los nueve poetas que, según su preceptiva antolométrica, ad
mite como máximo cada década; estaba más en sus planes el
reconocimiento de un paisaje que la distinción de éste o
aquel poeta como el sobresaliente del grupo, de tal o cual
tendencia poética destacable por hegemónica. El propio Zaid
advierte que la “dispersión multitudinaria” de poetas jóvenes
no brindaba las condiciones mínimas para pretender una se
lección más estricta.
Cuando nos propusimos realizar El manantial latente, reco
nocimos la imposibilidad de repetir el modelo de la asamblea
zaidiana. Al poco tiempo de sondear la zona de estudio, re
paramos que el universo de autores de poemas era inmenso;
la “prosperidad cultural” de los últimos años había generado
un crecimiento geométrico de escritores, editoriales, revistas,
18
presentaciones, ferias de libros, premios, becas y demás apoyos.
La “realidad” de nuestro estudio, si bien se presentaba como ex
tensa y (¿por qué no?) desaforada, daba lugar a una “irrealidad”
poblada de poetas de ocasión que saltan al ruedo con textos
sobre decepciones amorosas, crisis existenciales o sentimien
tos ecuménicos. Tampoco era posible emprender una antolo
gía con un máximo de 15 autores, si se entiende que esta
promoción de poetas está construyendo apenas una obra en
la que intuimos posibilidades, rumbos; asimismo, no obser
vamos ningún tipo de radicalidad en los discursos de estos
poetas — a la manera de los “nuevos” peruanos— 1 para esta
blecer un corte, un antes y un después en la poesía mexicana.
Si la asamblea y la antología no eran posibles, ¿de qué for
ma, dentro de qué sistema o dinámica podíamos reunir la poe
sía mexicana escrita por las generaciones más recientes? Ante
tal disyuntiva, decidimos optar por el formato de la muestra,
del panorama. Después de separar la “realidad” de la “irreali
dad”, quedamos con un universo de casi 400 poetas nacidos
entre 1965 y 1978; la mayoría con libro publicado, cierto ofi
cio reconocible en sus poemas y grandes probabilidades de
seguir bregando. Después de leer y releer a estos autores fui
mos destacando algunas propuestas — las que más nos de
cían, las que m ejor se decían— hasta quedarnos con 38
autores. ¿Teníamos ya un horizonte? ¿Acaso mostraban estos
novísimos, en una disposición horizontal, el ahora de la poe
sía mexicana? ¿Nuestro índice incluía los diferentes tipos
poéticos que se están escribiendo actualmente? Éstas y otras
preguntas nos acompañaron a lo largo del proceso de El ma
nantial latente. Desde luego que nuestras respuestas fueron
afirmativas y han venido a parar en su constitución, pero una
antología o muestra “jamás abolirá el azar”; tal vez lo perturbe
con ese afán de “futuridad comparable”, acuñado por Julio
Ortega en una temprana compilación de poetas latinoame
ricanos del siglo xxi.2
Conviene señalar que la presente no es, ni por asomo, la
primera avanzada a esta térra incógnita de la poesía mexicana.
Reconocemos antecedentes valiosos en el trabajo colectivo
Casa en el horizonte. Poesía mexicana (1981-1996),3 a cargo de
Malva Flores, Gustavo Jiménez Aguirre y Rodolfo Mata, y en
los mapas críticos de Jorge Fernández Granados.4 De los ante
riores nos llamó la atención el tino con que parten el dique de
cimal como deriva exocrítica para delimitar generaciones.
También fue muy valioso hacer resaltar que, como lo vis
lumbraba Zaid en su Asamblea..., los polos de escritura poéti
ca son, en este momento, muy diversos.5 Efectivamente, la
hegemonía centralista se ha cuestionado — imposible cance
larla— sin dejar de manifestarse como notoria referencia;
además de Guadalajara y Monterrey, que desde finales de los
setenta daban noticia de su gradual notoriedad, en ciudades
como Xalapa, Mérida, Ciudad Juárez, Aguascalientes, Tijuana,
Mexicali, Saltillo o Culiacán, la poesía que se está escribiendo
se produce con alto rigor crítico, lejos de cualquier condes
cendencia. Además, la vida cultural de estas urbes participa,
dentro de sus escalas y posibilidades, del ejercicio reflexivo.
De pronto aparecen revistas y editoriales, secciones y suple
mentos de cultura, encuentros y seminarios, donde hace un
par de décadas eran impensables.
Las reflexiones de Fernández Granados nos interesaron
desde un principio porque, en coincidencia con él, vemos en
la lectura de una tradición dinámicas ininterrumpidas entre
pasado y presente. Los nuevos poetas actualizan el pasado,
en tanto que los poetas de la retaguardia inmediata o lejana,
ponen al día a los poetas del ahora. Ésta es una de las coorde
nadas que más nos atrae, como objetivo, para explicar la
muestra. ¿Cómo se lee la poesía mexicana desde su extremo
presente — estos 38 poetas— pasando por múltiples genera
ciones hasta llegar, tal vez, a Nezahualcóyotl?
Además de su participación en Casa en el horizonte, Gusta
20
vo Jiménez Aguirre ha dilucidado sobre esta materia en otros
trabajos, de algún modo añadidos a un texto matriz, donde
establece ciertas convergencias entre los novísimos mexica
nos y las generaciones anteriores. Su radiografía apunta que
“tanto el prestigio de los contrastados dispositivos de enun
ciación de Gerardo Deniz y Efraín Bartolomé, como la sin
taxis y la discursividad extrapoéticas que David Huerta y
Coral Bracho incorporan a su poesía — pero también la efica
cia a veces reiterativa de Francisco Hernández al trabajar con
referentes literarios y culturales— y la resemantización de los
elementos fonéticos y rítmicos de Eduardo Milán, orientan la
polifonía lírica de la poesía actual de México”.6
Para cerrar este apartado, comentamos la existencia de una
vasta bibliografía que acoge, en el formato de compilación, a
la nueva promoción poética del país. Localizamos las
Íogíajs] deletras y dramaturgia que año con año edita el fonca
como avance de proyecto de la beca Jóvenes Creadores. En
las últimas siete emisiones, el número de becarios en el área
de poesía ha oscilado de entre un máximo de 12 y un míni
mo de 8. Sin lugar a dudas, la consulta de estos volúmenes
constituyó una de las principales fuentes de definición para
nuestro trabajo, así como las tres ediciones de Poetas de Tie
rra Adentro (1991, 1994 y 1997), recopilaciones que, no obs
tante su falta de rigor selectivo, revelaban un vasto y comple
jo horizonte de escrituras. El mismo comentario resume
Creación joven (1979-1999). Poesía (1999), que reunió a 34
poetas jóvenes de casi todos los estados de la República
Mexicana. Algunas antologías estatales y regionales nos per
mitieron reconocer otras voces que suelen ocultar la inercia y
los sobreentendidos centralistas. Libros como El mar es un de
sierto. Poetas de la frontera norte (1950-1970) (1999), de Mar-
garito Cuéllar, es ejemplar por su rigor y su capacidad de re
unir un índice de poetas difíciles de leer en otro libro o por
separado; la interacción de esas voces, sus rasgos comunes,
21
particularidades, gustos e intereses poéticos están definiendo
“un aparte” en la poesía mexicana — no hablamos de autono
mía en su acepción política, sino en cuanto a creación de un
referente al que se reconoce como específico, que se sabe dis
tinto al del centro. Otros trabajos de perfiles semejantes son:
Tiro al blanco. Poesía última de Guadalajara (1998), de Jorge
Orendáin, Felipe Ponce y Alejandro Zapa, y Árbol de muchos
pájaros. Antología de poetas chiapanecos del siglo (2000), a
cargo de Héctor Sumano Magadán, Marisa y Socorro Trejo
Sirvent.
En 1996 José Eduardo Serrato publicó 10 poetas jóvenes de
México,7 quizás uno de los primeros trabajos dedicado a los
poetas nacidos en la década de los sesenta. Desde entonces
han aparecido otros autores y libros; algunas óperas primas
escritas por estos novísimos se han reivindicado y lanzado
pronósticos sobre segundos títulos más acabados y menos
deudores de sus “afinidades electivas”, más personales en la
consecución de sus hallazgos e, incluso, de sus desaciertos.
La edición conmemorativa Poesía Joven. Veinticinco años de un
premio literario (el Nacional de Poesía Joven Elias Nandino)
(1999), de Eduardo Langagne y Juan Domingo Arguelles, da
testimonio del citado reposicionamiento.
En definitiva, el territorio de la poesía joven, si existe como
tal, lo determina su propia concreción física y cronológica,
siempre provisional y en constante mudanza. Conscientes de
ello, nos resignamos ante la inevitable caducidad de El ma
nantial latente, al implacable y propincuo futuro que la go
bierna.
22
ocurría en México y en el mundo, cómo se presentaba el me
dio cultural mexicano y quiénes eran los productores señeros
de su poesía. Dicho rastreo, inicial y panorámico, es la base
para una indagación más particular, y delata el estado de la
poesía mexicana en esos años. En esa dirección, es necesario
reconocer algunos mareajes. El debut editorial de los autores
de El manantial latente estuvo a cargo de Samuel Noyola, que
publicó a los 21 años su primer título, Nadar sabe mi llama,
en 1986. Entre los autores precoces, José Landa y Luis Vicen
te de Aguinaga encabezan la lista; el primero publicó Tronco
abierto en 1993, a los 17 años, mientras que el segundo se
dio a conocer con Noctambulario en 1989, a los 18. En el otro
extremo, el de la reserva, José Homero esperó pacientemente
la edición de su primer libro de poemas, Sitio del verano, cum
plidos los 33 años. En esta promoción existen poetas prolífi-
cos con más de cinco títulos en su bibliografía mas, como
contrapeso, los hay también parcos, cautelosos, que han pu
blicado un solo volumen. Los de Pedro Guzmán y Hugo
García Manríquez son casos ilustrativos: son los únicos auto
res de nuestro índice que no han publicado todavía un libro
de poemas. En una generación anterior, poetas “tardíos”
como José Luis Rivas o Efraín Bartolomé aparecieron con dos
obras fundamentales para la poesía mexicana de las últimas
décadas — Rivas tenía 32 años cuando publicó Tierra nativa
en 1982, la misma edad que Bartolomé al editarse Ojo de ja
guar, también en 1982.8
Ese año Vicente Quirarte dedicó un ensayo al estudio de
“líneas generales, constantes y coincidencias que existen en
tre los poetas mexicanos nacidos entre los años 1950 y 1956”,
detectando, entre otros puntos, que la mayoría de los autores
asumía “la actividad poética como un efectivo medio de opo-
sicion’ ” 9 También concluía que para ellos “no existen mani-
fiestos ni declaraciones de principios, y el credo estético debe
ser buscado en los poemas mismos”.10 Los poetas de aquella
23
promoción, continúa Quirarte, tenían como rasgos comunes
haber estudiado carreras humanísticas; elegir la ciudad como
uno de sus “espacios esenciales”, escenario y sujeto poético;
acceder al canto a modo de intencionalidad discursiva; recu
rrir al poema breve para lograr un artefacto de síntesis verbal
y rigor crítico; polarizar su escritura — “puristas” o “vita
les”— desde distintos grados de aceptación, de credibilidad.
Seis años después que Quirarte, Evodio Escalante, en el pró
logo de Poetas de una generación (1950-1959), escribe: “es difí
cil, si no imposible, encontrar en estos poetas lo que podría
llamarse una actitud política ante la poesía (...) Podría decirse
acaso que los poetas recogidos en este libro integran una ge
neración en la devastación, que posiblemente ha entendido
que la historia no es otra cosa que un callejón sin salida al que
ha sido conducida por otras generaciones alucinadas por las
ideologías y por firmes creencias en la salvación del destino
humano. Estos poetas han perdido esa credulidad”.11 Tanto
Quirarte como Escalante esbozan un retrato generacional que
registra los contados relevos y las numerosas bajas de quienes
figuraron en una primera sesión de modelaje. ¿Qué ha ocu
rrido desde entonces? ¿Cambiaron los rumbos, las constan
tes, las diferencias? ¿Cuáles libros y poemas trascendieron la
heroica primera edición y vuelven, 15 ó 20 años después, por
un segundo aire y una lectura nueva o, por lo menos, actuali
zada?
Para los poetas de El manantial latente la década de los no
venta fue, definitivamente, su momento de figuración y con
figuración que, en los próximos años de este nuevo milenio,
habrán de distinguirse o difuminarse. Si, como se hubo apun
tado, la pareja poesía-historia entró en una dinámica de des
crédito (o apatía, en el peor de los casos), los nuevos poetas
la reafirman, a veces tocada por el nihilismo. Los estragos
económicos, históricos y filosóficos tras la caída del muro de
Berlín en 1989, junto a la debacle del socialismo en la Euro
24
pa del este, fortalecieron una actitud que corre del escepticis
mo a la impotencia. Este reacomodo se reduce a una negativa
casi unánime de que el poema reconvierte la realidad social.
Llama la atención que acontecimientos relevantes en la histo
ria nacional — el fraude electoral cometido en las elecciones
presidenciales de 1988 y el brote de una nueva izquierda, el
levantamiento zapatista de 1994, la derrota del partido de Es
tado en el 2000— no suscitara un replanteamiento. Es ver
dad que los movimientos sociales no siempre estimulan,
como norma histórica, el surgimiento de una generación de
artistas y escritores. En el recuento, la Revolución Francesa no
dio poetas de mayor notoriedad; la Revolución Rusa propició
en su amanecer a la generación del Siglo de Plata — Anna
Ajmátova, Osip M andelstam, Boris Pasternak y Marina
Tsvietáieva, entre los más importantes— , pero más tarde la
castigaría con la censura, la cárcel, el exilio o la muerte; el
campo de la cultura nacional en los años veinte y treinta no
sólo le brindó aportaciones y laudatorios estéticos a la Revo
lución Mexicana, sino apartamientos e interrogantes.12
La crítica de la poesía de los nuevos poetas se ofrece de
manera distante y distinta a la de sus antecesores; su incredu
lidad puede leerse como réplica o fastidio. En rasgos genera
les, sus poemas refieren la experiencia del poema mismo;
saben que el poema no los expresa como intención básica
porque, antes que otra cosa, el poema se enuncia a sí mismo.
De ahí que la mayoría de los autores de nuestro índice deno
ten en sus muestras un escrupuloso rigor formal: cada quien,
en su grado y diferencia, realiza una actividad sistemática y
estructural de la escritura poética como su necesario punto
de partida. Sin embargo, son pocos los poetas que retoman y
practican la tradición de formas simétricas, el uso de metros
y de ritmos silábicos o acentuales, así como la utilización de
tropos que en los Siglos de Oro y hasta el modernismo fue
ron moneda corriente. Si para la promoción de los cincuenta
25
la “poesía que canta” instituyó un eje de correspondencias,
como apuntaba Quirarte, para ésta es un raro ejemplar. Sus
poemas tienden más hacia la reflexión que a la exposición,
dicciones que abandonan la plaza pública para resonar desde
el teatro de cámara y que, por momentos, se vuelven monó
logos intensos y sinuosos, pero en pianissimo; a veces, sienten
una atracción por los objetos y condición material, realizan
do una exploración lírica minuciosa o monumental; se les
asume como entidad orgánica donde lo uno y lo diverso bus
can su expresión mejor, por lo que cada poeta crea una valo
ración relevante del lenguaje poético, al tiempo que reconoce
su potencialidad expresiva, pero también su insuficiencia. En
casi todos los autores, el poema se lee como una autonomía y
reconoce al poeta como una anécdota, ajeno a la voluntad del
yo lírico; en algunos, el poema es síntesis de influencias, tra
diciones, correspondencias. Cruce de referencialidades, diá
logo sostenido entre el pasado y el presente.
Bajo el fuego temerario de la generalidad, apreciamos que
los poetas de El manantial latente crecieron en la lectura de la
revista Vuelta y su catálogo editorial; de los volúmenes de El
poeta y su trabajo, publicados por Hugo Gola en la Universi
dad Autónoma de Puebla; las colecciones Tierra Firme y Letras
Mexicanas del fce; los suplementos Sábado del Unomásuno, La
Jornada Semanal — en ese primer tiempo de Roger Bartra y
José María Espinasa— y El Semanario del ; los más
de 30 números de la revista Poesía y poética-, la revista y el fon
do editorial Tierra Adentro en su nueva época, bajo la direc
ción de Jorge Ruiz Dueñas; el Periódico de poesía, a cargo de
Marco Antonio Campos; los Márgenes de poesía insertados en
la revista Casa del Tiempo, cuando Víctor Hugo Piña Williams
era su editor. Las figuras hegemónicas vivas de la poesía en
México en los años de formación de los poetas de nuestro li
bro eran Octavio Paz — Premio Nobel de Literatura 1990— ,
Alí Chumacera, Jaime Sabines, Rubén Bonifaz Ñuño, Eduar
26
do Lizalde, Gerardo Deniz, José Emilio Pacheco, Elsa Cross,
Francisco Hernández y David Huerta. Desde ahí, esta genera
ción comenzaría a situarse, a reconocer filiaciones y fobias, a
reinventar su tradición, a desmarcarse de tendencias domi
nantes, a filtrar, poco o poco, un azoro de voces que con el
tiempo aportaría elementos significativos para entender la
poesía mexicana en los primeros años del siglo xxi.
Los poetas de esta muestra rondan entre los 37 y los 24
años. Un buen número de ellos pasó por facultades de letras
o realizó algún diplomado en literatura; algunos cuentan con
posgrados en esa área y se dedican a la enseñanza o a la in
vestigación. Con magras excepciones, la mayoría viene de ca
rreras humanísticas. En casi todos, su campo laboral está liga
do al ámbito de la cultura y las artes: educación, promoción
cultural, medios masivos, espacios editoriales. Más de la mi
tad habla, lee y escribe en otro idioma — el inglés ocupa el
primer lugar de preferencias, seguido del francés. Esta parti
cularidad se refleja en las lecturas y traducciones realizadas,
de las que el primer apéndice y las fichas bibliográficas dan
noticia. Llama la atención que, en el marco de afinidades lite
rarias, las obras escritas en el siglo xx ocupen un lugar pre
ponderante en comparación con las de otros enclaves históri
cos. Es obvio que estas constantes generacionales determinan
algo; la estadística entonces adquiere un sentido que se ex
presa en las muestras poéticas de cada autor como confluen
cias, no como realidades últimas. El tercer apartado de este
prólogo es, a fin de cuentas, el resultado de nuestras reflexio
nes; en la combinatoria de “la tradición y el talento indivi
dual” de cada uno de los 38 poetas aquí reunidos, propone
mos situar el presente multiforme de la lírica mexicana.
***
28
el verso libre quiso deslindarse de fórmulas sonoras que au
tomatizaran la dirección de lo expreso. Desde entonces, y
desplazando la composición formal dictada por el canon, el
ejercicio poético ha lanzado una convocatoria de palabra que
no exige ritmo promedio, sino la sístole y la diástole específi
cas de cada poeta — el asma como productora de sentido en
los poemas de Gonzalo Rojas, por ejemplo. No es curioso,
por tanto, que cierta narrativa se haya apropiado de los perio
dos métricos que la poesía obliteró para lograr que la música
fuera detonante y pauta de desarrollo de sus ideas, perspec
tivas o lenguaje. Como prueba de ello tenemos la extraordi
naria novela Corrección, del alemán Thomas Bernhardt; en
México, a dos notables escritores cuyos textos narrativos sue
len fluir en metros tales como el heptasílabo, el octosílabo y el
endecasílabo: Femando del Paso (1935) y Daniel Sada (1953).
Ni qué decir de un par de prosas catalogadas como narrati
vas, puntales de la literatura hispanoamericana vigésima,
donde impera el principio machadiano del “canto y cuento
[que] es la poesía”;14 invenciones de una narración sostenida
en recursos trópicos inherentes al canto (metáforas, compara
ciones, aliteraciones, sinécdoques, anáforas, etcétera). Nos re
ferimos a Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y a Paradiso, de José
Lezama Lima.
¿Hacia dónde, pues, habría de encaminarse el objeto líri
co, despojado de sus rasgos distintivos previos? ¿Qué pecu
liaridades tendría más allá de lograr una concentración epi-
fánica de la palabra? Dos imprescindibles de la literatura en
lengua inglesa, T.S. Eliot y Ezra Pound, establecieron algunos
parámetros que aún dirigen la conciencia poética de nuestra
era: la “poesía crítica”,15 bautizada así por el autor de Tierra
baldía, y la multirreferencialidad cultural — o “simultaneís-
mo”— en el de los Cantos.16 Ambos ampliaron el horizonte
estético del poema hasta volverlo una creación verbal históri
ca e historicista, moralmente denotativa y connotativa, mar-
29
cada por el acopio analítico de una tradición literaria que in
cluye tanto Occidente como Oriente. Por ello el grupo de
Contemporáneos — y más tarde Octavio Paz— , activos na
cionales de este contexto universalista, emprendieron la tra
ducción y el ensayo como contrapuntos de la escritura poéti
ca, no como actividades ancilares; recuperaron o actualizaron
un canon soterrado de poesía mexicana durante la primera
mitad del siglo pasado (Efrén Rebolledo, Ramón López Velar-
de); introdujeron en México, casi al par de sus salidas edito
riales en Europa, a los nuevos clásicos de la literatura occi
dental de entonces (Juan Ramón Jiménez y la Generación del
27, André Bretón, Benedetto Croce, André Gide, James Joyce,
Saint-John Perse, Marcel Proust, Paul Valéry, Eliot y Pound
mismos). José Gorostiza (Muerte sin fin), Jorge Cuesta (“Canto
a un dios mineral”), Xavier Villaurrutia (Nostalgia de la muer
te) y, prácticamente, todo el conjunto lírico de Octavio Paz
(¿Águila o sol?, “Piedra de sol”, Blanco o El mono gramático, en
tre sus principales colecciones) harán evidente la sustancia
reflexiva del canto. Todos los poetas de las siguientes promo
ciones tendrán presente en su escritura, atenuado o enfático,
dicho testamento. Para la horizontalidad de una palabra coti
diana y combativa en Efraín Huerta, Jaime Sabines, la genera
ción de La espiga amotinada, José Emilio Pacheco, o la verticali
dad de una neobarroca en Gerardo Deniz, José Carlos Becerra,
David Huerta, Coral Bracho, Eduardo Milán, el poema es
camera lucida del verbo, flexión apasionada y reflexión rigu
rosa del mundo hecho lenguaje. En paráfrasis de Paz, el solo
pensamiento de la poesía desemboca en una poesía del pen
samiento.
De esta demarcación especial proceden, pues, las genera
ciones de poetas que han sucedido a Contemporáneos y al
solista de Taller, Octavio Paz. El más amplio espectro de las
novísimas generaciones de poetas mexicanos no es la excep
ción. De Jorge Fernández Granados a Hugo García Manrí-
30
quez, autores límite de esta muestra, el concepto de tradición
no implica de ningún modo heredad vocal o retórica, sino
continuidad crítica, tarea general de formación y reformación
de lecturas y prácticas del poema. Justamente, este hecho ha
permitido que su toma de posiciones frente a la palabra poé
tica varíe con ubicación y velocidad impredecibles: del fiel
aprendizaje a la dramática suplencia del maestro por parte
del alumno; de la navegación por la escritura como seguro
azar, en términos de Pedro Salinas, a la menos programática
de las aventuras; de primeros libros en tierra a posteriores de
expedición; incluso, de la apertura a la cautela, del margen al
centro, de la toma abierta al corte epitelial, de lo estridente a
lo tácito, sin otro interés que la integridad de una poética,
definida en el instante de su planeación crítica y ejecución
textual. En ese sentido, advertimos con el propio Fernández
Granados que “sería absurdo negar que la variedad real im
plícita en la voz de cada autor es inclasificable (...) además de
que se trata en todos los casos de obras en progreso, las cua
les, según evoluciones futuras, pueden emigrar en cualquier
momento de su hipotético sitio...”17 La (in)filtración histórica
de una obra, definida aun por lo diverso, permite un minucio
so examen de constantes gracias al estudio de su organicidad.
Tal sería el caso de Vida de un hombre, de Guiseppe Ungaretti,
o La realidad y el deseo, de Luis Cemuda.
Consideramos entonces que los libros y poemas selectos
de los 38 poetas aquí contenidos exigen una mirada de hon
da sincronía, una ubicación que, ya tentativa o definitiva,
tienda vasos comunicantes, construya tipologías diferenciales;
cuando menos, una serie de gradaciones para esta pléyade,
sólo unida por su conciencia de crear textualidades y moviliza
ciones autorreflexivas de lenguaje, y no re-presentaciones de
un rapto intelectual, en donde la idea se privilegia sobre sus
modos de expresión, o emocional, en donde la pasión por la
anécdota releva a la palabra y a su cogitare en su calidad de
31
esencias de lo lírico. Así, previo a la muestra poética de los
autores, queremos dejar advertidos cinco estratos de discurso
en que confluyen estas voces, presentados en estricta jerar
quía numérica: experiencial, metalingüístico, imaginístico,
adánico e inefable.
1. Estrato experiencial
32
gen de acción. Decimos “todavía” porque, para infortunio
nuestro, los críticos y poetas hispanoamericanos en general
no han finiquitado lugares comunes de la poesía de la expe
riencia como la confesionalidad, la moralidad; y los menos,
aquellos toman distancia de sus connotaciones más usuales,
de su lugar y marco de origen, utilizan dicho término para
referirse a un transmisor lírico-referencial.
En efecto: el estrato experiencial construye o reconstruye
en el poema una (serie de) vivencia(s) que, por íntima(s) y
hasta cierto punto, apela(n) al sector intelectual o afectivo de
una comunidad de lectores.19 Sin embargo, la poesía cuyo
objetivo es comunicar una experiencia no siempre emana de
lo afectivo o se inserta en él. Dos muestras podrían ser las lla
madas “poesía pura” y “poesía del pensamiento”, que en resu
midas cuentas comunican una vivencia de carácter intelectual,
más allá de un riguroso ejercicio imaginativo — Roberto
juarroz en el conjunto de su Poesía vertical, Wallace Stevens
en Hamonium, Paul Valéry en El cementerio marino; los mexi
canos Alí Chumacero en Palabras en reposo y Xavier Villau-
rrutia en Nostalgia de la muerte— , o de una reflexión con
tintes filosóficos —Juan Ramón Jiménez en Dios deseado y
deseante, Femando Pessoa (y sus heterónimos) en Mensaje, El
guardador de rebaños o “Tabaquería”; desde estos rumbos, José
Gorostiza en Muerte sinfín, Tomás Segovia en Anagnórisis y
algunas obras de poetas cercanas o pertenecientes a la gene
ración de medio siglo: Guadalupe Amor, Rosario Castellanos,
Dolores Castro, Margarita Michelena, Enriqueta Ochoa, Mar
garita Paz Paredes. El poema de la experiencia intelectiva, en
el mismo nivel de intensidad, intimidad y hasta de distancia
irónica que el de la afectiva, se encuentra ligado a la dilucida
ción de conceptos abstractos y racionales.20
Luis Vicente de Aguinaga (en La cercanía), Luigi Amara, Jor
ge Fernández Granados (en Los hábitos de la ceniza), Samuel
Noyola (en sus poemas recientes), Mónica Nepote (en Trazos
33
de lanoche herida) y María Rivera componen este primer
subestrato.
En el poema de la experiencia afectiva el punto de apoyo
es proporcionado por una emoción extralingüística o extrain
telectual, ubicada en escenarios vitales; Sus conceptos son
concretos y, en el mejor sentido de la palabra, sentimentales.
La aparente narratividad u oralidad que permea su discurso
proviene del deseo de comunicar con la mayor sencillez y efi
cacia posibles; motivos para enfatizar, salvo un par de excep
ciones, un ánimo antisolemne en la expresión, cuyo para
digma en lengua española son los Poemas y antipoemas, de
Nicanor Parra. Pero el mensaje y conceptos de esta poesía
experiencial entrañan complejas operaciones racionales, cu
yos resultados se despejan y engarzan en el poema a partir de
un transparente concierto afectivo entre anécdota, pensa
miento y expresión estética como ocurre en lengua inglesa
con W H. Auden y su emblemático “Musée des Beaux Artes”
o la generación Beat, especialmente con Alien Ginsberg en
Aullido; y, en nuestro país, con un extenso listado que reúne,
entre muchos otros, a Alejandro Aura en Volver a casa, Rubén
Bonifaz Ñuño en El manto y la corona y Fuego de pobres, Mar
co Antonio Campos en Los adioses del forastero, Ricardo Casti
llo desde El pobrecito señor X,Francisc
para nadie, Antonio Deltoro con Los días descalzos, Jorge
Hernández Campos en El Presidente, Efraín Huerta y Los hom
bres del alba, Renato Leduc con Breve glosa al Libro de buen
amor, Eduardo Lizalde en El tigre en la casa, Fabio Morábito y
De lunes todo el año, Salvador Novo desde Espejo, José Emilio
Pacheco en No me preguntes cómo pasa el tiempo, Jaime Reyes
desde Isla de raíz amarga, insomne raíz, o Jaime Sabines con
Tarumba y Algo sobre la muerte del mayor Sabines.
Los integrantes de este segundo y último subestrato son
Rubén Chávez Ruiz Esparza (en Versus alia), Julián Herbert,
José Luis Justes Amador, José Landa, Ofelia Pérez Sepúlveda,
34
José Eugenio Sánchez, Óscar Santos, Juan Pablo Vasconcelos
y Enzia Verduchi.
2. Estrato metalingftístico
35
rizoma de Deleuze y Guattari— (Coral Bracho, el destello
líquido; Arturo Carrera, Arturo y yo; David Huerta, Incurable;
José Kozer, Bajo este cien); acumulaciones léxicas y retóricas
que denuncian o replantean el valor agregado de lo dicho/es-
crito como mercancía formal y sensorial — la evidencia del
vacío en Góngora desde “la platería aljofarada”22 de sus
sonetos, la saturación de las cadenas semánticas en sus Sole
dades— (Carlos Germán Belli, ¡Oh hada cibernética!; Paulo
Leminski, Catatau; Néstor Perlongher, Alambres); el grado
cero del discurso aliterado como generador de sentido (Eduar
do Espina, La caza nupcial; Eduardo Milán, Errar; Víctor Hugo
Pifia Williams, Transverbación), o la contemplación del poema
como un objeto puramente material, escenario de una pala
bra visual donde el caligrama de Apollinaire es sustituido por
la concretud y economía de medios del ideograma — el poe
ma-constelación de Mallarmé pasa a ser una “galaxia” sígnica
y significativa— (Haroldo y Augusto de Campos, Décio Pig-
natari o dos peculiares acercamientos en lengua española: Es
tación, estaciones, de Eduardo Milán, y Clima, de Andrés
Sánchez Robayna).23
Los poetas que parten de esta praxis metalingüística son:
Luis Vicente de Aguinaga (en Piedras hundidas en la piedra y
El agua circular, el Juego), Gabriel Bernal Granados, Rocío Ce
rón, Femando Cornejo, Luis Felipe Fabre, Hugo García Man-
ríquez, Pedro Guzmán, José Homero, León Plascencia Ñol (en
Enjambres), Alejandro Tarrab, Daniel Téllez y Felipe Vázquez.
3. Estrato imaginístico
36
binomio indisoluble, integrado por el significante (imagen
acústica) y el significado (imagen mental), el “signo poético”,
por así llamarlo y concebirlo, incluiría tanto al ritmo (toman
do el papel de la imagen acústica) como a la imagen (sustitu
yendo a la mental). Factor de unión entre todas las gamas
que enumeran y han definido en su evolución histórica a la
poesía — del Poema de Gilgamesh y el Cantar de los cantares a
los poemas que configuran El manantial latente— , la imagen
“sugiere la idea de representación sensible de un objeto o de
una persona”,24 y puede expresar conceptos de contenido y
valor lógicos, o intuiciones con un significado preponderan-
temente emotivo.
Pero en la poesía de este tercer estrato se cumple lo que
Octavio Paz señala a continuación: “Con la imagen (...) la
distancia entre la palabra y la cosa se acorta o desaparece del
todo: el nombre y lo nombrado son ya lo mismo”. Y agrega:
“[Se produce] algo que es indecible e inexplicable excepto
por sí mismo. De nuevo: el sentido de la imagen es la imagen
misma”.25 Es decir, se pondera el avalúo de lo imaginístico
sobre el de otros elementos de composición: para decirse, la
imagen se asume como su propio intermediario; en dado caso,
los componentes de los dos estratos anteriores, por ejemplo,
constituyen su propiedad — ambos se traducirían en una ex
periencia de la imagen y una metaimagen o, como escribiera
Lezama Lima, esferaimagen.
Aunque esta línea poética está emparentada con la meta-
lingüística, en el sentido de que el lenguaje define las transac
ciones verbales y objetuales al interior y exterior del poema,
la metalingüística nace directamente de una crisis historio-
gráfica: el dibujo de las posibilidades de la palabra es, asimis
mo, el de sus carencias; las convulsiones sociales, económicas
y políticas determinan y modifican, de forma hereditaria y
epocal, la estructura corporal de la palabra. Para la poesía
imaginística, en cambio, acaso la gramática y la sintaxis pro
veen los límites del lenguaje: quienes la escriben miran aún
en la palabra inéditas posibilidades de apre(he)nder el mun
do. La imagen no sólo suscita relaciones sensuales o sensoria
les, sino relaciones cognoscitivas ad infinitum entre las cosas,
su testimonio y su testigo — el poeta, el lector.
Lezama Lima sistematizó estos postulados en libros de críti
ca (Laexpresión americana, Tratados en La Habana) y de poesía
(Enemigo rumor, La fijeza, Dador, Fragmentos a su imán) y es
reconocido, con entera justicia, como el actor más consciente
— y consistente— de una lírica de la imagen en el siglo xx.
Como apunta Guillermo Sucre, la intención unitaria en los
textos del cubano es “encontrar las coordenadas entre lo ima
ginario y lo necesario (‘entre su absurdo y su gravitación’),
entre el súbito de la imagen y la extensión que ella despliega.
Esas coordenadas se inscriben, a su vez, en un movimiento
más amplio con el cual Lezama define el acto poético: toda
realidad poética desencadena una reacción de irrealidad que,
por su parte, quiere encamar en aquella realidad”.26
Desde esta voluntad re-creadora, el poema imaginístico ha
sido cultivado por poetas de la hora vanguardista en Hispa
noamérica como Pablo Neruda (Tentativa del hombre infinito,
Residencia en la tierra) y Emilio Adolfo Westphalen (Bajo zar
pas de la quimera);p or franceses como Yves Bonnefoy (Del
movimiento y de la inmovilidad de Douve) y René Char (El des
nudo perdido, La palabra en archipiélago); por mexicanos de
generaciones pasadas como Homero Aridjis (Antes del reino,
Mirándola dormir), José Carlos Becerra (Relación de los hechos),
Rubén Bonifaz Ñuño (Siete de espadas, El ala del tigre), Gui
llermo Fernández (Visitaciones, La palabra a solas), Francisco
Hernández (Mar de fondo, Moneda de tres caras), David Huer
ta (El jardín de la luz, Cuaderno de noviembre), Marco Antonio
Montes de Oca (Delante de la luz cantan los pájaros), Manuel
Ponce (Ciclo de vírgenes, Elegías y teofanías) o Raúl Garduño
(Poemas), y de los emergentes: Rubén Chávez Ruiz Esparza
38
(en Los sagrados afectos), Jorge Fernández Granados (en El
cristal), Valerie Mejer, Samuel Noyola (en Tequila con calave
ra), Jorge Ortega, Víctor Ortiz Partida, César Silva Márquez y
Sergio Valero.
4. Estrato adánico
39
lización extrema de la inmediatez, de lo presente en tiempo
presente, es fundamental para una literatura vinculada al fu
ror posmodemo.28
El caribeño denuncia la desvinculación del poeta america
no con su entorno natural o cultural, la pérdida irresponsable
del mito. Pero no le basta al poema adánico actualizar los
mitemas — o unidades de sentido mítico, según Claude Lévi-
Strauss— occidentales, hacer que su tránsito al instante de la
escritura/lectura “se produzca sin temblor alguno”:29 debe
encarnarlos a priorí como sus valores significativos, textuale
y contextúales.
Así, esta poesía se propone nombrar y celebrar lo dado (na
tura) — la obra de los griegos Odysseas Elytis, Yorgos Seferis,
Iannis Ritsos, y de los poetas de la “negritud”, en especial
Aimé Césaire; Moradas imposibles, de María Baranda; El ojo del
jaguar, de Efraín Bartolomé; Canto malabar, de Elsa Cross;
Trópico absoluto, de Eugenio Montejo; Hora de junio, de Carlos
Pellicer; Anábasis, Saint-John Perse; Tierra nativa, de José Luis
Rivas; Adán y Eva, de Jaime Sabines; Las poesías, de Georges
Schehadé, u Omeros, del propio Walcott— pero también lo
producido (cultura), sin que abandone su intención de pro
mover un verbo al30 — El cardo en la voz, de Jorge
orign
Esquinca; Muerte de un naturalista, de Seamus Heaney; Me
moria de los hospitales de ultramar, de Alvaro Mutis, o las Odas
elementales, Nuevas odas elementales y el Tercer libro de odas,
de Neruda. Retomando una idea de Eduardo Milán, la poesía
que busca celebrar el mundo con plena conciencia de su de
vastación ecológica, no sigue más la máxima “El mundo está
bien hecho”, de Jorge Guillén, sino la corregida y aumentada
“El mundo de la poesía está bien hecho”. Para las poéticas
que documenta este segundo matiz, sólo el artificio puede
restituir la gracia perdida de una naturaleza en peligro de ex
tinción e imprimirle un brillo de pureza estética al inventario
cultural.
40
En el estrato adánico se perfilan las voces de Sergio Briceño
González, Jesús Ramón Ibarra, Mónica Nepote (en Islario),
Alejandro Tarrab y Julio Trujillo.
5. Estrato inefable
41
Valente, con gran acierto y diferenciándola de la mística,
denomina esta experiencia como “abisal”,32 más cercana a
una minería que a la contemplación, donde el descenso a la
esencia verbal también es descenso a su presencia genuina.
Empero, tanto la inmersión como la salida a superficie son
parte funcional y constitutiva del texto inefable: “La palabra
poética ha de ser ante todo percibida no en la mediación del
sentido, sino en la inmediatez de su repentina aparición. Poe
ma querría decir así lugar de la fulgurante aparición de la pa
labra”.33
¿En qué radica la “inefabilidad” del poema? ¿Proferir la pa
labra no es, acaso, cancelar toda posibilidad de silencio? Para
los autores del quinto estrato, la escritura fortalece lo tácito,
en tanto que un vacío generador de sentido permite y media
la creación.34 Si la poesía de Celan guarda un silencio moral
ante el grito de la barbarie moderna y la sangrienta imposi
ción de los lenguajes de poder; si la lengua — en este caso la
alemana— es un sujeto histórico que precisa deconstruccio
nes y pronuncia extrañamientos, la poesía y la lengua de Du
Bouchet y Valente son el territorio de súbitas revelaciones, es
cépticas del subjetivismo de la experiencia, en donde el yo le
vanta una palabra-reflejo unidireccional. “Escribo lo más lejos
posible de mí”, afirma el francés en su poema “Meteoro”.35
Un punto en común entre los poetas de lo inefable es, sin
duda, la orientación religiosa de sus textos — “religiosa” en
estricto apego a su etimología: religar. Todos ellos se dirigen a
un tú como ausencia o toma de distancia de un yo incontes
table pero, sobre todo, por una voluntad por congregar lo
otro — Dios, su semejante, él mismo— en esa segunda perso
na gramatical. Así, Celan observa que “El poema quiere ir ha
cia algo Otro, necesita ese Otro, necesita un interlocutor. Se
lo busca, se lo asigna (...) Cada cosa, cada hombre es para el
poema que mantiene el nimbo hacia ese Otro una forma de
ese Otro”.36 Ejemplos de esta veta en América Latina y Méxi
42
co son Rafael Cadenas (Memorial, Amante, Gestiones), Luis Al
berto Crespo (Resolana), Elsa Cross (Urracas), Jorge Esquinca
(Ucello), Juan Gelman (Carta abierta, Comentarios, Citas),
Gloria Gervitz (Migraciones), Gabriel Magaña (La nada en bru
to, Jasaduras, Apoyado en su tiempo de oscuridad), Myriam
Moscona (Negro marfil), Concha Urquiza (El corazón preso),
Blanca Varela (Canto villano) y Héctor Viel Temperley (Crawl,
Hospital británico).
Los poetas que integran el quinto y último estrato son Do
lores Dorantes, Rosalva García Coral y León Plascencia Ñol
(en La frágil insistencia).
Notas
43
ro se está ahora mismo haciendo. Pero no por el mero pru
rito de anticipar los movimientos de cambio, y ni siquiera
por empatia con la opciones innovadoras; sino por la ne
cesidad de habitar, aquí y ahora, ese tiempo que nos ade
lanta, que hacemos nuestro en la lectura” (ibidem). No está
por demás añadir a lo dicho por Ortega que el presente de
una tradición, al tiem po que proyecta ese m añana,
redefine el pasado. En los poetas jó v en es queda la
modelación de una nueva dinámica entre el pasado y el
presente de cada tradición; el resultado de esta nueva rea
lidad incentiva a una avanzada sigilosa sobre los días que
aún no han llegado. Como apunte que quizás interese a
más de un lector, el crítico peruano seleccionó a los siguien
tes poetas mexicanos: María Baranda, Ana Belén López,
Jorge Fernández G ranados, Jorge H ernández, Ju lio
Hubard, Ernesto Lumbreras, Josué Ramírez y Juan Arman
do Rojas Joo.
3 Llama tristemente la atención el que ninguna editorial se
haya interesado en publicarlo. Empero, en la tumultuosa
Internet se localiza la página de este panorama: www.arts-
history.mx/horizonte. El trabajo está fechado en 1996, y
congrega a poetas nacidos entre 1959 y 1971. El índice lo
conforman, en estricto orden alfabético, Salvador Alanís,
Luis Vicente de Aguinaga, Luigi Amara, Aurelio Asiain,
María Baranda, Baudelio Camarillo, Alfonso DAquino, Javier
España, Jorge Fernández Granados, Luis Ignacio Helguera,
Tedi López Mills, Ernesto Lumbreras, Sergio Negrete,
Samuel Noyola, José Joaquín Pérez Tejada, Roberto Rico,
Sergio Valero y Eduardo Vázquez Martín.
4 Nos referimos a dos brillantes artículos que funcionan
como bitácoras o mapas, útiles para emprender un recorri
do menos caótico entre una infinidad de libros y de auto
res. El primero fue publicado en el suplemento 2,
dentro de la desaparecida revista Viceversa, núm. 55, di
44
ciembre de 1997. El segundo se publicó en la revista Uni
versidad de México, núms. 5 7 6 -5 7 7 , enero-febrero de
1999, con el título “Poesía mexicana de fin de siglo: para
una calibración de puntos cardinales”. En este trabajo, su
autor lee a los poetas estudiados a través de un cuadrante
de intencionalidades o actitudes frente a la escritura. Gro-
sso modo, asigna un rumbo discursivo a cada eje — Norte:
Cultivadores de la imagen; Oeste: Constructores de len
guaje; Sur: Poesía referencial o de la experiencia; y Este:
Minimalismo o poesía del intelecto. En este cuadrante
también aparecen “subregiones”, necesarias para entender
la particularidad de ciertas escrituras que comparten o
entrecruzan dos intencionalidades. Los poetas estudiados en
este artículo nacieron después de 1960; la lectura del mis
mo está integrada, de norte a sur, de oeste a oeste, por las
escrituras de Francisco Magaña, María Baranda, Roxana El-
vridge-Thomas, Ernesto Lumbreras, Javier España, Dan
Russek, Malva Flores, Luis Vicente de Aguinaga, Aurelio
Asiain, Ana Belén López, Julio Trujillo, Roberto Rico, Eduar
do Vázquez Martín, Josué Ramírez, Cuauhtémoc Arista,
Julio Hubard, Sergio Cordero, Félix Suárez, Luis Ignacio
Helguera, Carlos Ávila, Rocío González, Claudia Hernán
dez de Valle Arizpe y Juan Carlos Bautista.
5 Al respecto, preguntémonos si esta realidad ha tenido o
está teniendo sentido y causa sobre el presente poético.
Pensemos, por ejemplo, que la mayoría de los poetas jóve
nes agrupados en el primer apartado de Poesía en movi
miento, nacidos en algún estado del país, residían o hacían
su vida en la capital: Homero Aridjis, de Michoacán; Jaime
Labastida, de Sinaloa; Juan Bañuelos, Óscar Oliva y Eraclio
Zepeda, de Chiapas; Francisco Cervantes, de Querétaro;
José Carlos Becerra, de Tabasco; Sergio Mondragón, de
Morelos; Gabriel Zaid e Isabel Fraire, de Nuevo León. No
sotros suponemos que sí, que se está redefiniendo sutil-
45
nueva dinámica entre el centro y los estados de la repúbli
ca, sobre todo en lo que concierne a la validación o reco
nocimiento de cánones y discursos prestigiados. El centro
está dejando de dictar la norma, el sí y el no, e incluso las
escrituras modales.
6 Agustín Cadena y Gustavo Jiménez Aguirre (selección y
notas), Generación del 2000. La literatura mexicana hacia el
tercer milenio. Poesía, narrativa, ensayo (José Agustín, prólo
go). México: feta, 2000, p. 20. Como anécdota, reparamos
que esta cita había aparecido ya, textualmente, en un artí
culo del mismo autor publicado en la revista Tierra Aden
tro, núm. 100, octubre-noviembre de 1999, pp. 74-81,
bajo el título “Tendencias en la poesía emergente de Méxi
co. Un nuevo panorama cada día”. En la muestra de poesía
de Generación del 2000, preparada por Jiménez Aguirre,
observamos, no obstante la complejidad y dispersión del
universo, una lectura limitada a los circuitos prestigiados
de publicación de la poesía joven. A diferencia de Casa en
el horizonte, percibimos que a esta labor, con sus aciertos
irrebatibles, la delata una premura editorial. Por lo mismo,
el panorama se lee como una señalización de poetas y poe
mas, mas no como un todo orgánico, amén de que el con
traste de calidad entre las muestras es evidente. El índice
de autores, nacidos entre 1969 y 1979, lo integran Arman
do Alanís Pulido, Diego Bonilla, Julio Trujillo, Sergio
Valero, Mónica Nepote, Luis Vicente de Aguinaga, Luigi
Amara, Julián Herbert, José de Jesús del Toro, Estrella del
Valle, Rocío Magallón Mariné, Andrés Ramírez, Avelino
Gómez Guzmán, Edgar Rincón Reza, César Silva Márquez,
Lourdes Rangel y Hernán Bravo Varela.
7 José Eduardo Serrato (presentación y selección), 10 poetas
jóvenes de México. México: Alpe Ediciones, 1996, 98 pp.
Los diez autores son Claudia Hernández de Valle Arizpe,
Ernesto Lumbreras, Josué Ramírez, Ana Aridjis, Ju lio
46
Hubard, Jorge Octavio Ocaranza, Celina García Garduño,
Silvia Eugenia Castillero, Roberto Rico y María Guadalupe
García. Su lectura, a seis años de haber aparecido, implica
un reacomodo inevitable de presencias y de ausencias; no
podría ser de otro modo. Publicar antologías o muestras de
poetas jóvenes es transitar por una realidad cambiante.
En honor a la exactitud, es preciso señalar que tanto Rivas
como Bartolomé publicaron dos títulos un año antes de la
aparición de ambos libros emblemáticos. Rivas había he
cho editar ...fresca de risa en el Taller Martín Pescador, y
Bartolomé publicaba Vivir en la ciudad en la editorial La
rosa de los vientos. Sin embargo, tanto para el primero
como para el segundo, esta aclaración no cancela la excep-
cionalidad de una escritura atemperándose en sí misma,
ajena a las carreras y las prisas literarias.
“Filiación y continuidad de la poesía mexicana reciente”.
México: Punto de partida (Cuadernillo de taller y seminario
núm. 23), marzo de 1982, p. 11.
Ibidem.
Evodio Escalante, Poetas de una generación (1950-1959).
México: Premiá/uNAM, 1988, pp. 15-16.
En ese sentido, recuérdese la polémica nacionalista desata
da en México en 1932, estudiada por Guillermo Sheridan
(selección, introducción, estudio preliminar y notas) en su
ya indispensable México en 1932: la polémica nacionalista.
México: fce, 1999, 506 pp. Mientras que “el grupo sin
grupo” pugnaba, a través de Jorge Cuesta, por brindarle
una dimensión universal a la creación literaria, escritores
como Ermilo Abreu Gómez y Héctor Pérez Martínez de
fendían la creación de una literatura auténticamente nacio
nal que expusiera las actitudes, los rasgos y valores de la
“identidad mexicana”.
“Es fundamental recordar que los poemas de El spleen de
París no se presentan como versos, forma artística estable
cida, sino como prosa, en el formato de las noticias (...) En
el prefacio de El sple.cn de París, Baudelaire proclama que la
vie moderne requiere un nuevo lenguaje: ‘Una prosa poéti
ca, musical sin ritmo y sin rima, lo suficientemente ágil
para adaptarse a los impulsos líricos del alma, las ondula
ciones del ensueño, los saltos y sobresaltos de concien
cia...’ ” Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el
aire. La experiencia de la modernidad (Andrea Morales Vidal,
traducción). México: Siglo XXI Editores, 1999, p. 147.
Antonio Machado, “De mi cartera”, en Antología poética (Jo a
quín Benito de Lucas, prólogo y notas). Madrid: Editorial
Edaf, 1979, p. 222.
“La época de la crítica es también la época de la poesía críti
ca. Cuando digo de la poesía moderna que es extremada
mente crítica quiero significar que el poeta contemporáneo,
si es algo más que un mero hacedor de versos amables, se
ve forzado a plantearse cuestiones tales como ¿para qué
sirve la poesía?, no simplemente: ¿qué es lo que voy a de
cir?, sino más bien ¿cómo y a quién se lo voy a decir?” T.S.
Eliot, “Introducción” a Función de la poesía, función de la
crítica (Jaime Gil de Biedma, traducción), en Ensayos esco
gidos (Pura López Colomé, selección y prólogo). México:
unam (Col. Poemas y Ensayos), 2000, p. 48.
Octavio Paz ofrece algunas de las características más impor
tantes de la técnica simultaneísta, introducida por Pound a
la poesía en lengua inglesa, y entre cuyos destacados ejem
plos se encuentra Tierra baldía, de Eliot: “supresión de
nexos y puentes, yuxtaposición de imágenes”, el cambio
de “las citas de las frases coloquiales por citas de textos li
terarios, históricos y filosóficos en diferentes lenguas”. Lí
neas abajo, Paz señala que “La grandeza de Pound (...)
consiste en la tentativa por reconquistar la tradición de la
Divina Comedia, es decir, la tradición central de Occidente.
Pound se propuso escribir el gran poema de una civiliza-
ción, pero (...) utilizando los procedimientos y hallazgos
de la poesía más moderna”. Octavio Paz, hijos del limo,
en La casa de la presencia. Poesía e historia. México: Círculo
de Lectores/FCE (Col. Letras Mexicanas), Obras completas,
1, 1999, pp. 444-445.
17 Jorge Fernández Granados, “Poesía mexicana de fin de si
glo: para una calibración de puntos cardinales”, p. 7.
18 Fue Jaime Gil de Biedma (1 9 29-1990) quien realizó las
más concienzudas investigaciones y aplicaciones de los fun
damentos teóricos de Robert Langbaum — y su The Poetry
of Experience— , como puede apreciarse en su obra poética
y, con énfasis especial, en los artículos y ensayos que com
ponen El pie de la letra (1980). Sin embargo, el poeta adaptó
a tal grado los lineamientos de Langbaum para el campo
contextual de la historia, sociedad y literatura españolas
— y el suyo propio como figura intelectual pública— que
terminó por insularizar los valores universales intrínsecos
a una poesía como la “de la experiencia”.
19 “...el poema, lejos de construir un ejercicio teórico sobre
un presupuesto ideológico, debe mostrar la reproducción
de una experiencia. Ahora bien, esa experiencia puede no
ser real, sino ficticia, de manera que el autor se inventa tam
bién una identidad que sobre el papel se asume como pro
pia, aunque jamás el poeta debe olvidar la distancia que
media entre quien escribe y lo que escribe”. Carme Riera,
“Prólogo” a Jaime Gil de Biedma, Las personas del verbo.
Barcelona: Editorial Lumen, 1998, p. 9.
20 En sus “Notas sobre poesía”, Gorostiza no se refiere de ma
nera explícita a la “experiencia” — antes parece traducirlo
como “unidad de emoción”— , pero podemos intuir que la
remite al lugar y a las condiciones que propone y dispone
el poema: “Me gusta pensar en la poesía (...) como en algo
que tuviese una existencia propia en el mundo exterior. De
este modo la contemplo a mis anchas fuera de m í...”, en
49
José Gorostiza, Poesía completa (Guillermo Sheridan, nota
y recopilación). México: fce (Col. Letras Mexicanas), 1996,
p. 22. Las cursivas son nuestras.
21 Para una cabal comprensión de los intereses y perspectivas
de la poesía neobarroca latinoamericana, remitimos al lector
a Roberto Echevarren, José Kozer y Jacobo Sefamí (selec
ción y notas), M edusaño.Muestra de poesía latinoamericana.
México: fce (Col. Tierra Firme), 1996, 496 pp. En ella se
reúne, al respecto, un par de iluminadores prólogos firma
dos por Echevarren y Perlongher.
22 José Lezama Lima, La expresión americana (Irlemar Chiam-
pi, edición). México: fce (Col. Tierra Firme), 2001, p. 81.
23 Para Haroldo de Campos, al poema concreto lo definen
“su despojamiento y (...) su voluntaria delimitación de me
dios (se buscaba el poema como resultado anónimo colec
tivo; la ‘desaparición elocutoria del yo’, al estilo de Mallar-
mé; las estructuras elementales, al estilo de Oswald [de
Andrade] y [Antón vori] Webern...” Haroldo de Campos,
De la razón antropofágica y otros ensayos (Rodolfo Mata, se
lección, traducción y prólogo). México: Siglo XXI Edito
res, 2000, p. 17. Asimismo, De Campos aclara que su pro
pia obra “se aproxima al lenguaje verbal, pero no en un
sentido estricto, en un sentido cerrado. Se trata de lo ver
bal que se asoma a otros lenguajes, de lo verbal con aper
tura intersemiótica...”, postura que funciona como perfil
generalizado de la poética concreta. Ibidem, p. 225.
24 Demetrio Estébanez Calderón, Breve diccionario de términos
literarios. Madrid: Alianza Editorial (Col. Biblioteca Temá
tica), 2000, p. 254.
25 Octavio Paz, “La imagen”, en El arco y la lira. México: fce
50
27 Derek Walcott, “La musa de la historia”, en La voz del cre
púsculo (Catalina Martínez Muñoz, traducción). Madrid:
Alianza Editorial (Col. Alianza Literaria), 2000, pp. 54-
55.
28 Su emblema, a últimas fechas y en nuestro país, es la “lite
ratura basura”, cuyo protagonista es el narrador Guillermo
Fadanelli. No escapan a esta óptica, sin embargo, las políti
cas que rigen el actual mercado editorial en Iberoamérica,
donde la producción y proyección en serie de narrativa jo
ven es directamente proporcional a su fugacidad.
29 Ibidem.
30 “...creo que la más reciente (la más moderna) escritura
poética, debe mostrar que está en posición de remitirse,
como las sensaciones, a la primera escritura de las cosas”.
Odysseas Elytis, Antes que nada la poesía, en Prosa. Seis ensa
yos (Hugo Gutiérrez Vega, prólogo; Francisco Torres Cór-
dova, traducción). México: unam (Col. Poemas y Ensayos),
2001, p. 65.
31 Una de las más notables excepciones se encuentra en Miguel
de Molinos, importador de la corriente del “quietismo” en la
España de fines del siglo xvn. En su máxima obra, la Guía es
piritual, insiste en que el conocimiento de Dios no exige ne
cesariamente el sacrificio mental y corporal, sino, por un
lado, “meditación y discurso”; por otro, “pura fe y contem
plación”, modalidad que Molinos privilegia. Cfr. Miguel de
Molinos, Guía espiritual 0- García Font, introducción). Bar
celona: mra Ediciones (Col. Aurum), 1998,15 4 pp.
32 Cfr. con José Ángel Valente, “La experiencia abisal”. Méxi
co: Letras libres, núm. 21, septiembre de 2000, pp. 44-48.
33 José Ángel Valente, “Como se pinta un dragón”, en Obra
poética 2. Material memoria (1977-1992). Madrid: Alianza
Editorial, 1999, p. 9.
34 “La poesía es visitación, irrupción; el poeta acogida: vacío
de sí (...) El poeta no escribe para llenar ese vacío: lo man
51
tiene abierto escribiendo (vaciándose) (...) Descrea, por
que cree en el vacío. Cree en el vacío porque lo abierto
crea. La fuente mana”. Hugo Mujica, Poéticas del vacío:
Orjeo, San Juan de la Cruz, Paul Celan, la utopía, el sueño y
la poesía. Madrid: Editorial Trotta (Col. La dicha de enmu
decer), 2002, p. 79.
35 André du Bouchet, Portador de un libro en la montaña (Franc
Ducros, selección; Jorge Esquinca, traducción y nota).
Guadalajara: Cuadernos de filodecaballos (Serie poesía), 3,
2001, p. 15.
36 Paul Celan, “El meridiano”, en Obras completas (Carlos Or
tega, prólogo; José Luis Reina Palazón, traducción). Ma
drid: Editorial Trotta (Col. La dicha de enmudecer), 2000,
p. 506.
52
JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS
ce: jfgranad@prodigy.net.mx
53
EL LIEN ZO
No puedo saber
cuánto hilo le faltará a mis manos
para terminar esta tela.
Creo que ha sido la blancura
su tenue vocación y su misterio.
La trama no es más profunda
que el inocente azar de su dibujo
y la solitaria fe que cifra el ritmo
de mis manos a la urdimbre.
Quizás esta tela es toda para el viento,
vela para un largo viaje en la inmensura
de un lento mar que llama, lejos.
54
LA P ER FU M IS T A
55
Reconoce a tiempo, como nadie,
cada temperamento
del planeta de las rosas o del dragón
de la gardenia.
56
NADIR
No se curva
el dolor sobre su lámpara, no pasa
por el umbral de las palabras.
Es sedoso rumor bajo el candil del esqueleto,
cangrejo hambriento que se entierra
en la arena púrpura del alma.
57
y casi ofrendas, irremediables,
viejas.
los ojos
58
Creo que cabe mi vida
en la esférica tristeza de tus ojos
que parecen de siempre estar mirando
tras la lluvia en el cristal de una ventana
otra lluvia, ya borrada. Otra lluvia.
59
’P
El cristal
60
JORGE FE R N Á N D EZ G R A N A D O S
Coral Bracho
61
1
JOSÉ H O M E R O
ce: graffiti@avantel.net.rax
62
V O L V I E N D O A LA LÍRICA
63
ra. Aun cuando como crítico escribo sobre el neobarroco, no
se me oculta la necesidad de volver al poema las emociones y
también de recusar tanta teoría y ese escamoteo referencial
vuelto tópico. El referente siempre será huidizo por más que
se indique, ¿para qué la complicación? Del mismo modo en
que los posmodemos reclamaron una narrativa con anécdota,
yo reclamo una poesía de las emociones. A condición que esta
poesía herede y prolongue el imperativo formal y recapitule
en la herencia de la vanguardia.
Todo arte equivale a mirar por vez primera, a sentir el abis
mo de la existencia. Y a encontrar la vía adecuada, pues el
kistch amenaza con engullir, con apropiarse de las formas.
Toda forma se petrifica. De ahí la necesidad del cambio cons
tante. Ningún arte será más intelectual que aquel que propo
ne la liberación de los sentidos. Una experiencia sensual es
una experiencia formal. Es necesario que la vida esté en el
poema.
La emoción está en la trasmisión. No decir los efectos,
provocarlos. No convencer, contagiar. Que el lector perciba la
conmoción. El poeta debe ser un medio para que la ola de
pasión del invisible océano pase de un cuerpo a otro. Todo
sucede entre cuerpos pero no ocurre un contacto profundo
sino superficial. Teoría de los efectos como afecto.
Creo en la vida, la mayor engendradora de formas. No me
importa acuñar una jerga sino provocar en la imaginación de
un adolescente un deslumbramiento semejante al de un pai
saje preñado de luces, de halógenos frutos tropicales. Como
el chisporroteo de los cohetes en la noche azul. Como las for
maciones nubosas en las tardes de junio. O estas noches, tan
cálidas en que la piel se enciende como un lago bajo los re
flectores de las estrellas y el impecable neón de la luna.
64
EL VIENTO BORRA SU HUELLA DE TODA SUPERFICIE
juega a cambiar tu rostro
65
YOLA VI EMBELLECER
vi sus senos dilatarse como rayode luna en la seca calle
sus labios abrirse para verter fúnebre dulzura en los labios de Rubén
y conjuramos su presencia
con ensalmos y señales
su lengua penetró nuestros oídos
y aunque corrimos
y aunque gritamos
a dónde iríamos
dónde podíamos ir
as
vi si ya no había gente como nosotros
Dormimos
68
e5
JX
ex
o
n3
tí
eS
es
u
es
-o
’S
es
o
B*
<L)
3
oí
PITIA
eS rv..
tí
<D *5b vo
> es
<L> <D tí «o
tí > *— 1
B £ c3 'O
<
LL> cS
O <U O
•
*sJ
tí LO
'tí JZ
es 'tí
J LO1
s
>s es <L) co
<L>
T3 LO
tí <u V -
<L> > Lü
es »— <
—• -lio
LO tXS
¡tí <u g
s <ur
~a OJO 2«
o sx
es LO es
LO <C J
5 es QJ eS ltí
}*«.
rlS
o CT ntí r ob t«oí
er
<u Hestí £ 8
es TS es ■
*-i ’<D>
C J 'tí es <u '2
<D V ,_ Q
_ O J 2 ’5b «o OJ LO
o TS X Q tí &
<L> C ^ <u
T02 .Sá
es w 3
LO Hj 3o
o £ 8 3 i LO
CX •r~ <u eS es
LO
lo
(V
^ 3i—
■ i O O
O >> es es
69
!
'
ex
p tí
cu
o nd
o tí
tí
a
o
o
o
-a
tí
J2 03
2 r-O
ex
o
OS
03 DJO
03
lo
CU
B
<U 8
g - tí
o
tí nd
OS o
03
tí
tí 'So
CU tí
ex tí
CU tí 'i d
OS o cu
’t í
cu nd
OS
bJQ N
03 nd OS
CX
íü t í r-J tí
o -Td
OS
nd nd cu
tí tí
s 3 lo tí tí
•<u
r-H 03
LO t í 2 tí LO
O tí
55 'CU >
CU cu ti txO Kl LO
ex tpu
LO O
tí tí tí N
^ <u OS
W)
O N
03 tí '"O CT lo o S •tít í
tí tí tí 03 LO 2 £ 03 tí
r-Q CU
2 B o O
tí
<u
cu
OS LO cu *>
_p Ltí
n
cO
u tí _§ «"Tsd so tí tí
tí
*-* ex cr
LO ¿3 LO tí
5s 03 LO tí JD -tí o
os tí p tí
o g cu > >
70
JOSÉ H O M E R O
Eduardo Espina
71
JESÚS R A M Ó N I B A R R A
ce: bolitaporfavor@hotmail.com
72
ARS P O ÉTICA
A Jesús Hidalgo
73
EN LA INMENSA CALÉNDULA DE AGOSTO, donde los
bordes del mar y la niña avivan un relámpago en la playa, un
galeón de proa hendida, la palabra galeón escrita al viento, a
pierna ancha de niña sobre sus castillos.
74
CO N TRA EL V ENA BLO
A Emma Campaña
ii
75
Extraño a la nativa que crece con la mañana y su aliento pul
sado en una rama tierna de luz. Aquí también hay luz: sospe
cho que asisto al nuevo nacimiento de mis alas.
ii
Conocerás el cielo
y el turbión agreste que lo ciñe a tu barco
76
Conocerás el tambor del cielo
sonido tumultuoso medrando tu bonanza
77
JESÚS RAM ÓN IBARRA
78
S A M U EL NOYOLA
ce: samuelnoyol@hotmail.com
R E C O N O C I M I E N T O
OASI S
Centrífuga
¡córtala!
con un hacha de diamante
el eje
de la hélice en la dispersión.
Reúne
82
en una astilla de vidrio:
ojo que guiña en el desierto.
L I T E R AL E S
HOT E L MANAGUA
AGuillermo Meléndez
83
en el martirio un signo de independencia.
Pensaba acabar aquí, donde desciframos en los Diálogos
de Pavese a la ginestra nunca florecida
tras el derrumbe de los Mitos. Donde discutimos aquella voz
del Nietzsche bailador sobre el abismo que sentencia
con el mismo mármol de Goethe: Uberhegen!
Vestido de negro dormí en el suelo de tu habitación
nicaragüense:
junto a la selva de Salomón y Pablo Antonio
(A esemuchacho / lo ha picado la tarántula!)
y Carlos Martínez Rivas. Rubén Darío encaguamado,
hincado besando el coño de la Diosa, o desamado: amados
nervios.
Derramando aguachirle con el bautizo del llanto.
El nombre dicho y aquel que fue traspapelado,
todo de acuerdo con el drama hasta que del espejo
escapó la mosca: con un periódico de noticias incestuosas,
asesinatos, hice un arma de repente. Los huesos
del Hotel Managua dormían enyesados por el temblor,
esperando en cualquier esquina la ruina. No soy
el filósofo chino que sueña ser mariposa, soy el poeta auto-
desterrado que en la memoria se funde con un bacanal
ranchero.
El poeta y su trabajo, 4
SAM U EL N O Y O L A
ce: novio2001@hotmail.com
POÉTICA
escribo lluvia
y más abajo la palabra
paraguas
y abajo de ésta
escribo tu rostro
y borro una avenida
donde pocos vehículos
circulan hasta tarde
agrego plato de sopa
y muchas botellas de vino
87
MIS RE NT E RAS
no me pidieron referencias:
una dijo que me parecía
a cristo
a ana y al mostro
88
al final de la calle se enciende la torreta
de una patrulla de policía que despacito vira a la derecha
una pareja sale del teatro
dos negros conversan
y en el aparador de enfrente
cuelgan silenciosas
un par de medias de seda
que parecen ser más imprescindibles que nosotros
Physical Graffiti
PI ES C AL I E NT E S CABEZA FRÍ A
89
las siete pelotas oficiales en el terreno no botan
ni a los tobillos
los ultras se desgañitan celebrando ese once que se atreve
y alegre inventa una cascada en los rincones
y amenaza con orinar la vitrina de trofeos
de la selección brasileña
y uruguaya y paraguaya también
qué noche
MOVI E STAR
90
mi movimiento y mi cadencia la enloquecían
sus ojos se desorbitaban blancamente
ella desfallecía entre orgasmos múltiples consecutivos
y el aroma la humedad los gemidos fontanero umm
los suspiros
se escuchaban a lo lejos
mientras crepitaba la chimenea
y poco a poco aparecían los créditos
mientras tanto
los magnates rasuran los cerros
91
chicas en bikini nos llenan la cajuela de cerveza
celso pina toca para nosotros
y según stella — hostess del partenón—
los soldados tardan 12 minutos en eyacular
los meseros tres en atenderte
y los millonarios en helicóptero
7 en cruzar la ciudad como spray sobre la barda
93
0 V A L E R I E M E J E R
ce: valerie@websma.com
94
LA F LECHA
(O PEQUEÑA SUMA DE A S P I R A C I O N E S )
95
dolo) por medio de otros seres que, por decirlo de algún
modo, me sirvieron en la edificación de esta mitología. Aquí
aparecen la vaca, el cordero, el ángel, la señorita, el cíclope y
toda una serie de elementos fantásticos robados de sus mun
dos originales para definir los límites siempre difusos del
mío. Aspiro a que estas asociaciones no sean convencionales
(¿qué poeta no aspira a esto?) y que una vez presentes hagan lo
propio y se desliguen del servicio de contar mi historia perso-'
nal. Esto que suena contradictorio y que sería imposible en
otro género es posible en la poesía y más aún: deseable.
Para lograr todo esto aspiro al poema largo, simplemente
porque la extensión es más propicia para crear una cosmo-
visión, aun cuando ella trate de ese mínimo espacio que fue
mi vida transcurrida en unas cuantas casas ahora desapareci
das. Para una épica de los fantasmas de mi genealogía se ne
cesitan muchas páginas. En ocasiones opto por la prosa, por
su posibilidad de hacer la realidad más densa, así como de li
berar al poema de una musicalidad estricta y tal vez por su
similitud con un cuadro abstracto, donde todas sus partes va
len lo mismo y contribuyen a un mismo impacto. Sin embar
go, continuamente traiciono esta aspiración y escribo en verso
con todo su carácter figurativo y lineal, pero que permite cu
brir otra aspiración: la de crear un universo verbal con una
lógica propia destinada a dejar que una o dos imágenes bri
llen como un relámpago que necesita del contexto de la no
che para hacer su célebre aparición. Aspiro entonces a aque
llo que Pound definió como literatura: crear un lenguaje
cargado de significado. Y por último aspiro a que ese signifi
cado suceda por medio de mis asociaciones y que en su curso
brille aquello que soy yo y no los otros y que sin embargo al
leerse tenga en sí mismo algo de los otros, donde éstos se
puedan reflejar (¿qué poeta no aspira a esto?). Es decir, aspiro
a que la flecha vuele y que aun en su extravío atine a algún
círculo concéntrico dibujado en el otro.
96
LA R E S U R R E C C I Ó N
97
P ara Lucila
Para Luis
Euridice rispondi!
Gluck
98
que yo llamaba tesoros por estar perdidas. Poco antes de que
el tigre se asomara te dio por cantar. Tu voz descendió pri
vando a la señora muerte de llevarme. Parece que tu voz
desdibujó el infierno y que el tigre duerme.
No me veas: canta hasta que alumbre por completo.
99
VALERIE MEJER
100
r FEL IPE V Á Z Q U EZ
ce: felipevazquez@yahoo.com
101
PO ÉT IC A
O tal vez soy ese jaguar que adivinara los pasos de una yegua sin
memoria. Y digamos que ella acaso lo ventea, acaso le atrae ese
aroma a barro de la muerte — mas a orillas de sí, huye, huyes de
ti misma.
T OKONOMA
[ FUGA PARA F AGOT E X C L US O]
( F R A G ME NT O S )
103
“ME MIRA UNA CARACOLA DE CRISTAL incrustada en una
grieta.
Su claridad me ilumina
— dijiste—
y por su claridad yo ilumino el otro lado del muro y nada
miro sino la transparencia.”
Tokonoma
P AL I MP S E S T O
( F R A G ME NT O)
DOS
Escritura
yeso sin yeso
botella con mensaje en lengua muerta
T E ORE MA
( F R A G ME NT O S )
los
cados por ese ferruginoso cosquilleo, y mi sangre gira en vilo
como brújula al tacto de un imán. Ahora calla, pero esas pa
tas, esa oxidada entonación parece tejer una cuerda entre mi
silencio y los huecos más agrios de su cuerpo. Sí, un asomo
de puente verbal en cuyo pasmo adivino la asfixia, el ham
bre de las ratas y la inútil súplica de quien se sabe enterrada
en sí misma:
...[Luego gargajea.]
106
[ASOMARA]
Signo-a-signo
107
r
FELI PE VÁZQUEZ
108
r
R U B É N C H Á V E Z R U IZ E S P A R Z A
ce: rchavez@aguascalientes.gob.mx
109
D EBACLE
no
EL NUDO C O R R E D IZ O
DEL C OL UMP I O
ni
Se echan a reír del puro gusto.
Bonita fiesta, dicen a coro, qué divertido, que no se acabe.
Yo, tú, él, en todas partes, cuatro costados por los que
faltan.
Somos felices.
Versus alia
V EN ERO
113
Convertida en una cima de hielo contesta en un código de
respiraciones, y es un baúl de milagros contra la luz revolo
teante, contra la tormenta ya gastada.
Una posible golondrina ha pagado las exequias.
114
r
Ricardo Esquer
Ricardo Bemal
115
ENZIA VERDUCHI
ce: dassina@prodigy.net.mx
P O É T IC A
117
DÍA DE CAMPO
118
MAR DE IRLANDA
P I E T R A L U N GA
119
4,
120
ENZIA VERDUCHI
Bernardo Ruiz
[Cañas de srpación
u
] Notable primer libr ? de una autora que
no se formó en la capital del país. Hecho, por cierto, cada vez
más común, más habitual. Al que escribe le parece un exce
lente primer libro y, sin exageración alguna, uno de los mejo
res primeros libros de autores aparecidos en la colección El
Ala del Tigre.
Eduardo Langagne
121
1
<k
LEÓN P L A S C E N C I A ÑOL
Libros: El desorden de tu om
n
, Praxis/D
Blues de septiembre, Ediciones Tigremorado, 1990. Arden las
bestias al costado del insomnio, Mala Estrella, 1993. Estación
llena de pájaros, feta, 1993. En los párpados del aire, Secretaría
de Cultura de Jalisco, 1994. Bitácora de anunciaciones, Univer
sidad Nacional de Colombia, 1997. Enjambres, FCE/Universi-
dad de Guadalajara, 1998. La frágil insistencia, filodecaballos,
2001.
ce: leonpla@ceescritores.com
122
PO ÉT IC A
Rafael Cadenas
123
E NJ AMB RE S
( F R A G ME NT O S )
124
fracasaste bajo la lluvia primeriza, extendiste
tus brazos como en medio del teatro.
(Una duda se enrosca en los reflectores del día.)
Hoy se inclina ante ti el follaje de vidrio.
125
Miras la porcelana del día,
la lumbre de los meses,
la ansiada viveza de las flores.
Miras en el asombro
la pirata razón de las aves,
su alegría de ojos,
su animalidad vespertina:
sal y quemadura.
126
Dijo aire; huracán de máscaras cobrizas en la arena.
127
un frío tambaleándose en el rostro
y al final de la fragancia
nadie estuvo aquí.
Enjambres
LA F RÁGI L I N S I S T E N C I A
( F R A G ME NT O S )
un estanque lento.
inagotables adioses.
La mirada:
— pájaro,
Fracasa en su vuelo
el pájaro celeste.
todo es igual
el centro de la inminencia.
Allá
de ave verdadera.
La frágil insistencia
LEÓN P L A S C E N C IA ÑOL
13 0
ÓSCAR SANTOS
ce: funambulista@hotmail.com
131
PO ÉT IC A
132
EL CAM IN O
LAS BANDERAS
MECÁNICA
133
favor para hacerme callar y no hablar más de ti o de los ab
surdos medios para llegar hasta nosotros.
S ECES I ÓN
( F R A G ME NT O)
A R MI S T I C I O
( F R A G ME NT O)
GE OGR AF Í A
Geometría de acróbatas
135
Ó SC A R SAN TO S
Víctor Sandoval
136
ANTONIO MESTRE
ce: freddydominguez@hotmail.com
137
r
POÉTICA
138
Y LOS MONTAZALES ,
¿DÓNDE CRECEN AHORA?
139
Cada día el sol desciende
y se entierra en el silencio de los vergeles aguanosos.
El desorden pace en los hombres,
la humedad cubre la diáspora del entusiasmo.
Coros de frezas menean la paciencia de las aguas.
En ellas surgen y se desvanecen los días holgados
en que el calor muestra sus manchas y las tabánidas
desmedran la resolana y el deseo.
140
mientras los chombos decoran su sombrero con gotas
de su vientre,
y al alzar la vista, en una ventana del hotel,
sobre una silla con brocados de falsa seda,
una puta que lee...
141
fe
¡Constelación de solturas!
¡Lluvias inmensas de aquel entonces
que son ahora un solo cuerpo
en este desguinde sobre el océano!
¡Regrésenme los atardeceres en que los lentiscos se clareaban
como una viscosidad benévola,
y las colinas eran un país desguaringado por aguaceros
con el esplendor y la carencia
de un lugar temporalmente fijo...!
Intemperies
142
A N T O N I O MESTRE
143
4,
JOSÉ LUÍS j u s t e s a m a d o r
ce: justecillos@hotmail.com
144
“EVERY POEM IS A P O E M OF
CIRCUMSTANCES”
Tuvieron que pasar casi veinticinco años hasta que fui capaz
de escribirlo.
145
K
146
(PREFACIO DEL DICCIONARIO
DE CASUALIDADES)
147
(TRADUCIENDO A MARGARET A. )
■■
148
que como un dios
se cernirá sobre nosotros
P RI ME RA CARTA A FRANCESCA
Francesca:
son largos los días de esta isla,
largos como la ausencia o el intervalo de los barcos.
Con ellos las muchachas y algún hombre
que busca refugio sereno en esta tierra,
la olvidada de dios y de otras tierras.
Ha llegado con él el ultimo octubre
— el primero de mi tiempo aquí—
y la feroz advertencia del invierno,
del quizá no sea posible o la tormenta.
149
Su cuerpo estaba frío y el tuyo lejos.
El vocabulario del ausente ganará con la estación una palabra.
R. c . E S C R I B E
150
La voluntad de salvarse tira la piedra y esconde el gesto
en otra boca que no es mía.
Acabamos por entrar barajando las paredes, sacudiéndonos
la corriente de pupilas,
cada vez más cisnes, agrandadas hasta ser sólo un punto
por donde se enhebra
el desfile de camellos. (En las cien lenguas de babel se cuenta
la misma historia
detrás de las vitrinas, la cortina de humo traduce “no te vayas”).
Después del ángel y la herida en el tendón han llegado.
Todos somos extranjeros.
151
«k
153
Vivo bajo la feliz opresión del ritmo. Feliz: no existe nada
mejor; el mundo frente a mis ojos se desenvuelve con ritmo y
yo mismo, al caminar, voy contoneando palabras como una
negra caderas. Quisiera cantar, pero mejor escribo. Opresión:
me gustaría rebelarme, algunas veces, contra el ritmo. No he
podido. Entre la naturalidad del ritmo y la deliberación cerebral
de la escritura está la imaginación, que se nutre de palabras.
Casi nunca sé a dónde voy, y voy con gusto. He intentado,
como ejercicio, mentir mientras escribo. Tampoco he podido.
Le tengo demasiada deferencia a la belleza como para inven
tar. No leo mucho ni reconozco muchas influencias. Prefiero
rasparme una rodilla o sumergirme, dócil, en la tina. En mi
poesía no está el periódico sino el tiempo, que al pasar pasa
con ritmo.
C U ER PO AD EN TRO
me divulgo,
cundo en los hornos de mi sangre,
me atengo a su fruición
y a su secreto,
pertenezco,
soy una órbita crucial
en la abundancia,
soy la obstinada percusión
de la materia,
155
soy aliento,
el centenar de cuerdas
de mi pulso,
todo es ritmo,
todo es movimiento
(se mueve el árbol hacia adentro,
tenso,
y aunque su voz es muda
su cuerpo es alarido hacia la altura);
sigo mi rastro,
la esencia urgente del instinto,
su rótulo veloz e imperativo: “continúa”,
así que me desplazo
en la espiral,
voy a la herida,
al grito primordial
y su fastidio como un lastre,
como un fardo incurable;
allá en el fondo
está el dolor
y la estridencia,
los garfios del pavor,
el tránsito hacia el frío
y su estocada,
la fauna del afuera.
15 6
su deseo,
que más allá del fresco
sugieren una turba por venir,
una tibieza presentida que se cumple.
Puedo decirles niñas en puñado
que a punto del sonrojo
se entregaron.
Y la asamblea
de las uvas
leales,
15 7
puras:
collar
de cuentas
nítidas,
racimo
de pupilas,
agua
oval.
L AS MANOS EN REPOSO
La vida en ellas,
su temblorosa trama,
en reposo.
158
— esa grieta— ,
las manos pesan,
son fardos evidentes
y quisieran moverse, o al menos
darse a escuchar como sonajas hondas.
Ya sumergidas,
ya separadas de sí mismas,
dulcemente inútiles,
sueltan el peso por los bordes
— esas vallas—
y se escapan.
No están ahí
donde los ojos las presumen,
se nos han ido
a dónde.
LA S A N G R E ADI CTA
159
y se difunde,
como un césped porfiado
que más allá de su rectángulo
medrara.
160
y tan suave
que puedes a tu danza
perseguir?
Sangre animal,
hocico echando vaho,
tejido de tortugas deslizadas,
pez impar,
reptil desperdigado,
lengua de buey lozano y cuyos cuernos
ya se escuchan!
Ah, parvada de palomos
sumergidos,
roce de alas!
En lo alto te suspendes,
sangre adicta,
collar de frutas gordas,
y abre su lechuga
el corazón
para absorber tu baño
desplomado,
para mejor inñar su esponja
161
adicta a ti,
mi sangre buscadora.
T
Una sangre
LA PODADORA
Inédito
162
JU LIO T R U JILL O
Guillermo Sheridan
163
SERGIO VALERO
ce: xpollox@yahoo.com
164
r
ALLÁ
165
0
16 6
allá donde palabra es un vaso sin agua
en la cuenca de un río colgado en la memoria
no más hablar el mar hasta vaciar los labios de este líquido hueco
167
pero allá cuando el vidrio es una piel oscura
una marea inconclusa nos arroja a la mente
168
vivimos bajo el signo del naufragio perfecto
la palabra posible
la palabra con manos
la palabra silencio
la palabra sin signo
169
r
CONTRANATURA
César Vallejo
antes de morir
abre el sol el único labio de su faz
quién lanzó la piedra del sol sobre las olas
el único labio del sol abre la luz a un nuevo ángulo
la muerte ha pasado como pájaro en la noche
con el sueño tejido a cada pluma
sólo el vago comienzo de un vuelo
interminable
sólo un canto finito hasta cortar las alas
17 0
3
171
5
173
inabarcable
mediterráneo amor
como de nubes
como de tristes nubes a la caza del viento
en la casa del sueño
donde no se despierta
así como mil muros donde olvidar
las manos
donde cerrar la boca
cuando el grito es estrecho
así como dos cuerpos
tendidos sobre el agua
así como dos cuerpos
hendidos en su historia
así tú y yo
una indolencia
Cuaderno de Alejandra
174
S E R G IO V A LER O
175
ÁNGEL ORTUÑO
176
PO ÉT IC A
17 7
ff
o no
Comisa sólo
Insomne
y mutilada
En burbujas
rompe la carne que gotea del tímpano
Está quieto,
falsamente quieto como un mueble
donde las telarañas
trenzan cuellos
en la nuca de la esquina
17 8
r
CANCI ÓN
Un collar
no es del color de tus mandíbulas
sino
— sólo—
antes.
S ABOR P OR T ÁT I L
Una escalera
salta haciendo vidrios con la boca de la mujer asesinada
a golpes
179
No
son
nubes
Ilesa
miras el inicio:
algunas sillas
(tres
a veces más)
el aire en que se teje
un maremoto apenas un perfume
y las paredes
Soles de grosella
burbujeantes,
en la garganta el Salve
cuatro pisos abajo.
Canción de la comisa.
Concede,
horrible diosa blanca,
tus vértebras torcidas,
oriflama,
a estas líneas.
18 0
r
ALBO
La hemicránea, la rosa
es el dedo de Dios
que por la nuca
se hace la manicura sobre el nervio.
Él se enoja. Te quiere,
pero no soporta mirar tu cara.
Siam
181
Á N G EL O R T U Ñ O
182
SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ
ce: cocojimado@hotmail.com
183
*
184
LAS M URALLAS DE A CA D EM O
(F R A G M E N T O )
MAREA DE F ONDO
MUS EO DE AMOR
( F R A G ME NT O S )
NAUT I LO
P EI NE DE VENUS
S OL ARI O
185
ARPA DE DORIS
GE ÓGR AF O
REI NO HUMANO
( F R A G ME NT O S )
186
T
mía de angustia y desamparo. Soy tuyo nuevamente porque
por fin el viento ha permitido a tu alma y la mía reunirse en
una sola noche.
12
27
32
187
TRES M U JERES
(F R A G M E N T O S )
14
Tus senos, oh, terrible. Tu ira, oh, grandiosa. Tus leves mus
los semejando senderos hacia un país sin murallas. Entrégate,
dulce tono de la distancia, resumen de las mujeres.
15
16
17
18
188
19
20
21
22
44
189
F
45
46
47
48
190
49
Saetas
191
n
Jorge Esquinca
192
ROSALVA GARCÍA CORAL
193
POÉTICA
194
ARRI BA ES POLVO
( F R A G ME NT O S )
Ya arriba es polvo
y pronto será abismo llegar
o quedamos.
L. A. C.
Ven
a lo que no quedamos.
Así
hasta el mediodía.
Adiós y la penumbra.
Te deshaces de sol
desatada:
Húndete, resguardo.
7
El polvo
y lo que permanece
del árbol:
Su edad
y la resaca:
Es donde estábamos
a lo que vinimos.
En el alba o la sangre
en la limpia estructura del ardor.
En tu soplo
somos
azar
apenas
sofocado.
196
12
Hundido
en la esquina de la tierra.
Confundido
en el aroma blanco
de la cal:
Aspira,
expira
ave de muerte:
Brillar.
13
Levántate
en el polvo de lo que dijiste
que era humo
para salir entero.
Tú,
silencioso.
197
0
ANTES DEL P OR VE NI R
( F R A G ME NT OS )
S E GUNDO
No.
Ninguna vez fui llamada.
Me diste un nombre
y soy el humo
sin flama.
CUARTO
el sigilo
que va brotando
Silencio.
QUI NT O
198
y un fuerte aguacero
haya recorrido la sangre,
vendré de ti
para habitarte.
Arriba es polvo
199
ROSALVA G A R C ÍA C O R A L
200
MÓNiCA NEPOTE
ce: monanep@prodigy.net.mx
201
ORIGEN
202
MI VOZ SALTA EN EL D E S IE R T O ...
203
Su falda es la bandera
que dibuja los límites del cuerpo.
204
Piensa que en la cercanía del mármol
la inocencia de la viscera es manjar para el depredador.
Pero si digo
Piensa en el corazón
es porque al caer una moneda
en la fractura del hielo
en la violencia del metal
ese corazón aguarda la palabra.
HE AV E N’ S GATE
20 5
un veliz arrojado a un río. Un veliz fuera del círculo donde
navegan las cosas de los muertos.
A Seamus Heaney
206
P O ÉT IC A DE LOS MAPAS
Islario
207
MÓN ICA N EPOTE
208
VÍCTOR ORTIZ PARTIDA
ce: victorop@hotmail.com
P O ÉT IC A
210
CANTO ES EL RAYO QUE SE DICE
Aunque el placer
— y en este caso
no serían olas enormes—
no se cumple aquí.
211
El mismo ruido
desandaría su estruendo
para escuchar tu risa.
Tormentón que se une
lubrica la piel del pecho.
Es aquí
donde el gozo
se cumple,
patente,
¿y los labios vinieron
a dormir a esta tierra?,
luego resurrección (reverdece),
alcance,
patente,
pero sobre todo madera,
tótem,
escrúpulo.
EL DESI ERTO ES
Guy Davenport
212
Lloverá arena hacia el cielo, expropiará el espacio, un nue
vo deslinde se vislumbra necesario.
Gotas de cristal de diferentes sonoridades harán mares. La
noche ya no será el invierno del desierto. El simún será un
sueño de la nueva bestia surgida de la marea cristalina. De su
evolución se rescatará una sinfonía.
Por el momento podemos ilusionamos con las fantásticas
formas y el nuevo lenguaje. La procreación es quebradero
para emditos.
El desierto es gracias a nuestras faltas, pero principalmente
por la cordura de su avance desde el margen.
UNIÓN
21 3
Como si viajar fuera alejarse, te acercas siempre confundi
da. Ojos cerrados, alas tan leves: una travesía por la vastedad
equivocada.
J. J-
A.P.
A. P. M.
214
Tratan de huir sus bestias favoritas.
215
7
216
V ÍC T O R O R TIZ PARTIDA
Julio Ortega
217
OF E L I A PÉREZ S E P Ú L V E D A
ce: ofeliapatricia@hotmail.com
218
POÉTICA
SIN TÍTULO
Existo,
y del pequeño continente del cristal una esquirla salta,
llega, te nombra
220
y me alejo sin nadie detrás de la que vino, de la que es
ausente.
Te me ves inmóvil en el rincón de la cantina
y me voy sin saber en dónde está la Ofelia que conjuras,
sin que abras tu casa a este vampiro.
El mar es un desierto.
Poetas de la frontera norte 1950-1970
SEIS
221
1
222
DE L OS QUE ESTÁBAMOS Y ÉRAMOS
(FRAGMENTO)
SIETE
Para Ana María Kullick
22 3
1
224
O F ELIA PÉREZ S E P Ú L V E D A
225
LUIS VICENTE DE A G U I N A G A
ce: luisvicente@hotmail.com
226
P O É T IC A
227
te de poesía fue porque trataba de hablar y porque sólo podía
ser directo, no porque la poesía despertara junto a mí todas
las mañanas. Hoy me siento lejos de Nombre, y es que al es
cribir un poema no aspiro a dictar el nombre de nada: aspiro
más bien a oírlo, a merecerlo. O al menos a pedirlo, a pre
guntarlo sin gesticulaciones, pero también sin frialdad.
7 de septiembre de 2001
228
EL PATIO
229
EL AGUA CI RCUL AR, EL F UE GO
( S E GUNDO PAS AJ E)
230
de día, y sin tocar el mar
los cubre un sudor que alarga el cielo, que el cielo desplaza
y arrincona en las ingles, debajo de los párpados,
amargo
entre las uñas). El vigía, no eres tú
el vigía, dice
el aire: sí me ofreces tu cuerpo, sí lo entregas
a mis rápidas aguas que son flechas: nubes. ¿Las miras
de tan cerca? ¿Llueve? Sombra. Volaran golondrinas,
si hubiera, lo cansado, si hubiera
a esta altura, a esta bajura de planta en la semilla. Qué planta
de mar. Desde altamar
la nube espía. La sombra cae a trechos, húmeda.
Sólo un perro
desdibujado por el hambre
oculta bajo un macizo de gardenias
el cráneo de algún pariente no muy próximo.
231
M EDIO DE C O N T E N C IÓ N
A Ricardo Castillo
232
Si un balonazo por lo alto
exige tu vuelo en vertical, ella se achica
y se agranda después, al ir bajando,
y como un charco de lodo refleja tu caída.
Mientras te subes las calcetas
puedes verla de frente.
Algo querrá.
No estaré aquí.
Sobre la hierba
grisácea de los parques
anidará un amago de eucalipto, y ese olor
de perros migratorios como peces
calará en las banquetas.
No estaré aquí.
La lluvia
233
enjuagará el paso de los carros,
se dejará patear la piedra hasta la esquina
y arriba del camión, al ver el cielo,
dirás que la luz no brilla como antes.
No estaré aquí.
Síganse de frente.
234
No es tan grave nacer
como en un sueño, y menos si en el sueño
levantamos un párpado, revisamos el aire,
comprobamos, en fin, que el mundo se ha movido.
justo lo conveniente. Pero tampoco
es malo reconocer que uno despierta
2 35
secreto que separa
lo que no he conocido de cuanto desconozco.
Y no he cumplido
aún los treinta y tres, que nada me dirán
cuando los tenga:
no me dirán
cómo trepar a un árbol
ni como deletrear,
oh musa,
la inalterable canción de los follajes.
La cercanía
236
tropezarían de nuevo con mis dedos
y yo diría salud y buenas noches
y no metería la mano al fuego por mis manos,
La cercanía
23 7
LUIS V ICEN TE DE A G U I N A G A
David Huerta
238
LUIG! AMARA
ce: luigiamara@prodigy.net.mx
239
CUANDO FALTA EL IN V IERN O
Limar,
limar hasta que el brillo nos repita
la sencilla verdad de su existencia;
hasta que irradien los matices
al encontrar su expresión.
240
SUR
El decir y la mancha
241
a este mirar insomne,
alerta,
para saciar su sed de formas.
EL VI RAR DE LA MANO
La mano se desdobla
fuera de la cuenta baldía de su bolsillo.
Tranquila en un placer de dedos,
despierta de unos sueños blandos,
saluda al aire con un desdén de guante,
siente la sangre en su viaje más calmo.
No esperan nada,
la invención de un momento,
la inútil pantomima que prolongue
la expresión del sosiego.
242
Cada vez más la manga
oculta las falanges
encorvadas e inertes.
Cual un reptil absorto
la mano despaciosa
se enrolla hacia su invierno.
EL PARÁS I TO
A Héctor Ayala
243
FIN DEL CAM INO
El camino se angosta.
Calmosamente lleva
hacia su muerte en el liquen.
Éste es su extremo y su promesa:
un punto para el pie
— entre puntos cualquiera— ,
el secreto dibujo del cansancio.
El cazador de grietas
MI GRAÑA
Oprimida en la prensa
de las horas inútiles,
como una nuez deforme, huraña,
que descree del castigo,
de tal modo en tensión
y torturada,
sostengo mi cabeza entre las manos,
mientras el mundo silba, lejos,
su insultante salud.
244
Debajo de la lengua
una nueva pastilla se disuelve
con el dulzor de la promesa.
“Los suplicios más simples
comportan la belleza del mal”.
Traslado mi cabeza
como un jarrón de Ming
entre mis torpes manos,
y afuera el mundo canta
su terrible esplendor.
“Tanta salud ofende”
— insisto.
Pasmo
245
LUIGI AM ARA
246
JULIÁN HERBERT
ce: trespatines500@hotmail.com
247
M OSCAS Y D ÉDALO
Martín Lutero dijo una vez que Alguien había creado a las mos
cas para distraerlo mientras trabajaba en buenos libros. Sospe
cho que las poéticas cumplen la misma función. No que nos
distraigan; le dan alas a nuestro ego.
Escribo poemas desde los quince años, y siempre lo he he
cho con una intención práctica: todos decían que era un mu
chacho bondadoso, así que — por motivos de seguridad per
sonal— puse todo mi empeño en arruinarme el carácter. Ya casi
lo logro.
Nunca he sabido de dónde salen los versos. Y no hablo de
inspiración. Más bien creo que en el poema no se es un pensa
dor, sino un piloto. Es como sufrir una ceguera extravagante,
como si uno leyera de un modo tan absurdo que, de pronto,
descubriera que es capaz de descifrar hojas en blanco.
Soy más despistado que Woody Alien. Mi propia casa es un
laberinto para mí, y ni qué decir del deseo, la memoria, la ca
lle. Me acostumbré ya tanto, sin embargo, al vértigo nómada
del dédalo, que procuro percibirlo aun mientras finjo estar in
móvil. Los poemas me son laberintos portátiles, herramientas
para construir atajos y callejones sin salida en la piel de las des
apariciones.
Escribo para volver al idioma del que nací.
248
LOS QUE C U M PLIER O N MÁS DE CUAREN
Y así,
vuelta y vuelta la fe de la memoria,
249
inventándose penas adolescentes
para el cuerpo donde viven ahora,
los que cumplieron más de cuarenta recuerdan
no para revivir la juventud, sino para decirla,
porque de veras no tienen miedo de los años
pero sí tienen miedo del silencio.
250
Los que cumplieron más de cuarenta
desean cosas bien sencillas:
que la fiesta se acabe,
que las muchachas no les digan “señor”,
que diosito con su lápiz les borre la panza,
que el café vuelva a saber,
que a las calles de la infancia nadie les cambie
el nombre,
que las piernas de alguien se abran para ellos
y dormir calientitos,
como si una señora difunta los arropara
estirando la mano desde atrás
— muy atrás—
de la vida.
AUT OR R E T R AT O A LOS 27
251
i
Aquí firmé facturas
documentos de empleo
paredes silenciosas
y también me tomé fotografías
me hice archivo me hice historia me volví
un detalle más en el paisaje de la suma
no encontré nada mejor
lo dije antes
yo era un muchacho bastante haragán
y la gente desconfiaba de mí
cómo iba a enamorarse uno tan mal vestido
cómo tendría razón
252
Pero no hablo de amor
sino de que me gusta agitar esta bandera
Pienso en la desnudez
en los malos olores de la gente que pasa
testimonios de salud o promesas de la muerte
pienso en mi país que es sólo un plato
de lentejas
253
porque mi voz también puede abrazar a la gente
aunque no sea la voz de un santo
ni la voz de la lluvia
ni la voz de una madre que llama a su hijo
difunto
ni la voz de un sabio antiguo
mi voz también puede abrazar a los que pasan
a los que escuchan
a los que abren el libro al azar y en silencio
y a ti
sobre todo a ti
mi voz también puede abrazarte
mi voz también puede abrazarte
Fernando Pessoa
254
Entre un camino y otro
las colinas,
animales que pastan, ojos
de peregrinos extraviados,
y otra vez
la extensión de la tierra.
Y los frutos
nunca llegan a la boca.
255
UNA O RA CIÓ N
I NS C R I P C I Ó N DE P ORT E R MOR E S B Y
256
Que me bese de pronto:
con la pureza
de una muchacha perdida en el desierto;
de un disparo.
El cielo es el naipe
257
JULIÁN H ERBERT
Las palabras salen, brillando, como bañadas por una luz que
mante, del propio corazón, de la soledad de la mente. Todo
esto sucede en una especie de trayecto o de trance. Nada es
ahí, en ese momento, sin embargo, convenientemente lineal
o cómodamente sencillo; sino proliferante, esteroscópico,
rizomático. Las palabras van depositándose una a una sobre
las páginas, sobre las cuartillas: un poema, dos, quince poe
mas... Los poemas forman una casa, un libro, y ya poseen el
nombre que les faltaba: El nombre de esta casa.
La escritura de Julián Herbert (...) es el testimonio singular
de todos esos actos y esas apariciones. En El nombre de esta
casa alienta un mundo que es el de todos los días pero que
ha sido transfigurado por una destreza jaspeada de pasiones
luminosas y exactas.
David Huerta
258
MARÍA RIVERA
ce: mariarri@yahoo.com
259
N OTA
260
C Y P R E S S US
( F R A G ME N T O S )
261
mi vientre donde nace
un hijo
que ríe ya donde no estuve.
dice,
día: viste mi noche con antorchas, dame
la mirada, el orden, la precisión:
el instante va, viene, puebla ya otra tarde.
262
porque el nombre está vacío,
quebrado por un accidente sin memoria.
263
CODA
Comenzó a llover
canté, cantamos
¿cantamos?
en el ojo la tierra fundó su imperio
¿era mío?
Ahora se derrumba:
sólo miro, no puedo tocar
264
el azadón que me quema.
¿Dónde el tiempo, esa lluvia?
El primer paso,
florecen estos ojos,
se perderán.
¿Se perderán?
Ahora llueve
sobre aquella lluvia
265
esa luz,
la luz?
¿o es sólo la luz del pensamiento?
¿o será
ésta y aquélla
la Luz?
Pero miro,
aún,
¿aún?
Traslación de dominio
266
MARÍA RIVERA
Desde su apuesta radical, María Rivera toca los límites del len
guaje, esa orilla en la que la cadena de las explicaciones ya no
tiene ningún otro eslabón. Aquí, en este margen indócil, pre
guntar qué significa la pérdida equivale a preguntar qué signi
fican las cosas y las palabras que las designan. La autora se
interna en esa franja oscura donde hallamos a las cosas signifi
cando sin que podamos reconocer el instante en que empeza
ron a significar. Perpleja ante esa noche del origen, intenta darle
alcance a un habla capaz de trasladar al terreno del poema la
dicha recordada.
Eduardo Hurtado
267
DANIEL TÉLLEZ
268
P O É T IC A
269
causalidad primera que arroja luz sobre una poesía lateral
que cuestiona a la misma escritura poética. El desvaneci
miento de las viejas utopías estéticas y el aparente fin del de
venir temporal no bastan, por el contrario, riñen con las
ideas de evolución tantas veces pregonadas por las vanguar
dias históricas. Se deshistoriza el pasado y el presente. La
promesa de la escritura poética es vislumbrar un presente,
pero también un pasado. Ir hacia adelante, en la escritura
poética es volver al origen; es la reescritura del comienzo, la
revisión del punto de partida. El ciclo de los retornos no se
cierra y de cierta manera la rebelión poética sigue operando.
270
DÓNDE EL HÍ GADO MA C I L E N T O . . .
( F R A G ME N T O S )
11
271
es el azar del perro y el león de carne.
Baste cazador de pumas de 1947.
En tus trampas no cae ninguno, ni una zorra de fuego.
El ruedo familiar se nutre de tus cuentos.
Lautaro Yankas te reescribe traspuesta la Frontera.
14
. . . DE TU I Z QU I E R D O COS T ADO
( F R A G ME NT O S )
20
32
272
r
'34
40
roto el
el padre
mármol capibara
metafísico
resbala en el baño de colmenas
45
antes el
que padre
nonato albatros
mira el arcano cuadro
muere en la alcoba de calina negra
47
donde el
escurre padre
273
tiempo polen
une lo separado
pabuliza lo profanable
52
cuando el
ataca padre
un mortal arquero sándalo
divide el tiempo en la santísima trinidad
pierde las tres batallas del lenguaje
El aire oscuro
274
D A N IEL T ÉLLEZ
275
ROCÍO CERÓN
ce: uraniarc@yahoo.com
276
SOBRE LA PO ESÍA
277
PASPIÉ
NI VE L ACI ÓN
278
Nivelación.
Nivelación.
Nivelación.
Nivelación.
Se detendrá el sol,
no moverá el olivo ya sus hojas,
una arista de vidrio habrá de especular entre las venas,
el deseo será clausura:
279
el tablero marítimo dibujará la cara ansiada,
volverá el amor a su fosa.
Litoral
I NME R S I ÓN
VACÍ O
( F R A G ME NT O S )
280
a la ronda del fósforo
en el lance de lo eterno hay una respuesta de claridad negra
una inteligencia devota que doma cuevas y aire
una tibieza de verbo que no tiene muerte nacimiento
sólo sucesión
respuesta
intacto
él horada en el vórtice del suelo
anida en los cimientos
baja y sube por hilos impregnados de mielgas y sangre
lleva en la frente la historia de la brisa la madurez del musgo
ha hallado aquí la consumación de la deriva el traspatio
[de las horas
el revés del relámpago la conquista del exilio
en la fijeza vesperal un sueño se ensancha y desafía al mundo
Basalto
ROCIO CERÓ N
282
JORGE ORTEGA
ce: ortegacevedo@yahoo.com
283
P O É T IC A
284
que obliga a decretar, en pleno lapso creativo, la libertad de las
palabras que hacen del poema un trabajo de elección: dar con
el vocablo adecuado que logre ya no retener, sino vislumbrar,
al menos, la revelación poética de la que hablaba Octavio Paz.
285
J EAN F R OI S S AR T , CRONI S T A EN LA CORTE
DE PHI L1PPA DE HAI NAUT, DELI RA
MOME NT OS ANTES DE SU MUERTE
286
que enviamos después como advertencia
a la ciudad de Londres;
vi los talles de los más ilustres barones
de Inglaterra
rodar por el sendero como manjares deleznables;
el ascenso de las tropas por los flancos del otero,
el trompeteo de la custodia resonando entre
los bosques;
he visto la sangre maculando el filo legendario
de la espada,
la hermosura de nuestros arqueros cercada
por la sagacidad del enemigo;
he visto los campos gratinados de elegancia,
cañadas modeladas
por el rotundo caballaje de la fe;
he visto las mesnadas de azul y bermellón
candeando francachelas en los ribazos quiméricos
de octubre;
he conocido el amor boletinado en serenatas;
yo oré junto a la reina Isabel en la iglesia
de Nuestra Señora de Boulogne,
el rey Charles nos reverenció cuando llegamos
a Amiens;
en París, el conde Dammartin y los señores
de Coucy y Motmorency
nos condujeron a la casa real, donde gusté
de la repostería palaciega rodeado de prelados
y caballeros;
respiré aires escoceses en el castillo de Dalkeith,
a cuyas faldas concebí Méliador, drama
que les heredo;
en Roma reseñé las bodas de Lionel de Clarence
con Yolanda Visconti;
287
una tarde, en Saboya, me crucé con Francesco
Petrarca,
quien me habló con fascinación de las tierras
italianas y su fertilidad inagotable,
atragantándose borgoña y queso aciago;
Juan Paleólogo y su Santidad Urbano V
me instruyeron sobre artesanías
de la conciencia en simetrías escalonadas
y dorados frontispicios;
yo vi derrumbarse el sueño de Eduardo III,
la infección de sus vasallos,
el despostillamiento de la Tabla Redonda
contra la sensualidad de los nuevos pintores
florentinos...
288
victimando aurículas egregias cosidas
en pendones del convite
abocadas a ensalzar los prodigios de la intriga.
Subterfugios maquinados por fruición
de los eunucos,
contubernio acaudalado de pompas militares,
derroteros nochariegos del fisgón.
Bufonadas que hallaron seguimiento en estatuas
y heráldicas impresas
que alternan su gestión en las aldabas
y en tapias de sutil ambivalencia.
289
este penar en escondrijos huyendo al rescate
de la musa en los remansos del espíritu,
este recobrar de nueva cuenta el bastimento
de los cantos
bogando hacia el alféizar de moral bien asoleada
en tolerancia de las cortes.
Mas no hay lugar dónde montar otra secuela,
hacia quién dirigir el ritmo chapeteado de la loa,
cómo aterrizar el heroísmo en la cañada, amortizar
el tiempo ya perdido,
cómo dar con el arpa sumergida, con tardes
de verano en la Italia cisalpina;
ahora que el rastrojo ventea bajo mi estola
hasta esquilmar la membrana del sustento,
ahora que la ciudad de Padua es fumarola
de prodigios virulentos
y la intemperie rastrea la mansalva de mi pecho
como arado contagiado de neblina
en un diciembre famélico sin techo.
B AR L OVE NT O
290
Trapea con su hueste de sirvientes invisibles, remedos que
la boda ha dispersado sobre el alba.
Cuaderno carmesí
V OC AC I ÓN DE NUBE
I NTROI TO
291
al amor, a los amigos,
a una pizca de familia,
a la tregua del bosque visitado,
a la escritura de octubre en el zaguán
Mudar de casa
292
JORGE ORTEGA
293
ALEJANDRO TARRAB
ce: atarrab@hotmail.com
294
VISTA
Con el tiempo
Arte Poesía Ser uno más allá de lo tangible Mudar la piel aho
gado en el cosmos lejos de él Conmoción y espiritualidad Si
lencio Quietud Plegaria Criatura extrema Camino de luz
Velocidad en el abismo de los lanzamientos Ruido Alteración
Transformación de los paisajes Inundación del vacío y aban
dono Perdición Canto El punto de esos ojos habitado
295
SEGUNDA CA N TÁ RID A /FLA M M A
Entonces se atreve
Corre interior
un viento entero opiáceo
tibio y calmo
296
Es quizá la llama
Deseo de cada ceremonia
Cada paso hacia ti
Diótima
Alma sublime
Estás aquí desde el principio
Ars magna
Concédeme vibrar contigo
en la vastedad
al unísono
voz voz voz
Adorar el sueño
que me ahoga de rodillas en el viento
suave
esta noche
Este cuarto de ciudad
que habito con frío
La luz que seremos
al otro lado del día
297
Este sustalo que sostengo
aquí en el pecho
Y sólo así
al adorar las fragancias
que me parten
me veo muerto con los otros
SEXTA CANTÁRIDA/M N
A G I FI
298
—Sabes algo de Dios quizá Diótima o
Scardanelli?
E P Í GR AF E MI RANDO EL CI EL O
Siete cantáridas
[ 16 ]
299
Con el otoño
tocamos la turbulencia
La fragilidad nos envenenó de pájaros
] 12 1
APUNTE PARA UNA E LE GÍ A
300
[ 19]
FAUSTO
Pregunta el perfil
en que te pierdes
Pregunta tus horas
bajo el suceso
De morir al viento
pregunta tus manos
El veneno que corrige
tu vientre
Sordo caminar
ahogado
entre flores nocturnas
— ¿En dónde se inscribe el mercurio
de tu mareaje?
301
Pregunta a tus nortes
Océano que se desvía
de tu lado
En la cuesta de tus floraciones
de tus montañas de gigante
Pregunta el perfil
en que te pierdes
Alrededor
Mi figura de-mil-noches-en-el-aire
Pregunta
Centauros
302
A L E J A N D R O TARRAB
Raúl Zurita
303
GABRIEL BERNAL GRANADOS
ce: gbemal@prodigy.com
304
r~
ARTE POÉTICA
305
'
306
NO MOLESTAR
(p r e v is io n e s )
307
paraguas de una inteligencia que fluye sin cesar por un
camino que no va a ninguna parte, acariciando como un
ciego
el polvo seco de los sauces, ajeno a la noción de
pasamanos, enfermo de este fin de siglo en que no sucede
nada digno de enmendarse.
Las conciencias relajadas se levantan las camisas y se
entregan al vocinglero desenfreno de una lengua a punto
de estallar.
(Las quijadas, ¿acaso alguien ha pensado qué sucederá con
las quijadas?)
308
Se detiene sin chistar. Palpa en
la página y las branquias. Intuye
sólo el ritmo de los altos (de laá
comas y los puntos) consintiendo
las cuerdas de un sigiloso
violoncello nocturno en la obediencia
de los dedos de una mano que rebosa
mas carece de meñiques para
sólo conquistar, siendo la voz
de quien lo es
porque responde en lontananza.
LÉGAMO Y LEGIBLE
309
violencia por carácter
o acaso carácter,
movimiento desnudo,
arpa casi obscena,
que haga trizas (epilepsia)
que acumule,
que haga lira
y aniquile
(la)
respiración
hacia adentro
— inspiración—
hacia afuera
— expiración—
• No más Novalis,
no más nada
• Cero es poco,
nunca nada
Simulaciones
310
VERTI CAL
Piensa la flor
para sus adentros
El mundo se bifurca
y parte en dos una ciruela
311
Simulas en tu entraña un gozo
un número imperfecto
Círculo cuadrado
Andrajo
tez rotunda
audacia en la proximidad del vértice
EN LA SCALA
312
Silba
la voz en la aspereza. Silva como un trueno o como un sapo.
Soy yo, el otro que leo en la superficie del cántaro, aquel
cátaro insumiso;
ése en definitiva soy yo: el más triste, el más huraño,
el más fértil
de los báculos.
313
G ABRI EL BERN AL G R A N A D O S
Reynaldo Jiménez
314
DOLORES DORANTES
ce: doloresdorantes@yahoo.com.mx
315
CRIM EN SIN CASI
Paul Celan
316
ESTALLA UN ¡BANG!
Palpitar
que nos fuiste
arrebatado
Por qué
por quién
por cuál voz bélica
destrozado el vínculo
levantado el muro
En la profunda cueva
laberíntica
oscura
*Paul Celan.
317
¿QUÉ HORA ES?
irradia
la coraza de ceniza
El gris verdoso
de la carne
— adula—
duele la corona
que carga el escarabajo
¿QUÉ TIEMPO?
En coma
el corazón de fuego
yace
duerme
mientras el buitre ronda
las rondas de su infancia
descama
en un abrir de ojos
desde la abertura
el corazón asoma:
su lumbre es-came
es: torva
318
EL GRIS V ER D O SO DE LA CARNE
La tilde impar
glaseante
en la garganta
En su castillo ístmico
idónea
(traspasando vital):
ennegrece
Fosfórico
el sitio que hiela
dúctil
para el aceite
viajando por la aguja
En el brazo
la hermanita nerviosa
late
turbia de tentación
por quien respiro
319
ABRE LA CARNE DE MEDIO OJO...
DE MEDIO CUERPO
Perfil
Filoso perfil
como dardo
Perfil dado
en el fondo rojo
del oído:
(arrojado)
Risible
flor de metal
Dardo en el corazón
del pájaro que fue
En el fondo rojo
del pájaro que fue:
oído
— alguna vez—
Hambre tendría
que haber
hacia nuestro interior — indestructible—
atraídos
sin
paz ni semejanza lo mirado
En el espejo
una cripta mensajera entrega el yo
de los dos:
320
“Ahí
has de vivir y yo contigo
A nadie como a mí complacerá la miel
de tu cordura”
pulsaré un poco
Mira
La parte
(desde ahí)
es donde (en la brillante caverna de la boca
—bajo el rojo—) te cubren las semillas:
eres
— lugar—
serías
un germinado campo interminable
321
(De llaga
en fondo) las palabras
afuera
(pobre
quisieras
caminar la nieve)
pero no
Señor, muéstrate
femenino y metálico
Imantando
cruzaré tu brillo después de capturar
322
(que en mi cofre descanse)
el exacto centro latente
Alas de acero
tiene (de fuego)
ese pájaro
Lo llamamos amor
y un pozo sobreviene
(una hendidura
dónde) no basta para (su fuego
— en vuelo— ) iluminar
resistir
AJesú s G ardea
Tú (el mensaje
que sueñas) igual a ti:
323
Yo en tus ojos (desde
la nada del amor) me cierro
En tu frente sobre
la herida luz pongo la sombra
de mi mano:
Inéditos
324
DOLORES DORANTES
325
r
PEDRO GUZMÁN
ce: pedro@zoobit.com
326
PO ÉT IC A
Observó:
“Verdad es también
búsqueda de verdad”.
Heráclito:
“En la circunferencia de un círculo
se confunden principio y fin”.
Si es así,
devenir es bueno.
327
HOSPI TAL DE CARDI OLOGÍ A
( F RAGME NTOS)
Arnold Heeren:
328
Ni espacios grandes,
ni espacios amplios,
ni espacios solitarios,
ni espacios silenciosos.
En espacios reducidos,
¿es posible el vigor?
329
Séneca:
“¿Por qué temer el peligro que nos amenaza siempre?”
Y piensa:
Se asoma
y encuentra un jardín.
Detrás de los cristales
le parece un cultivo
en un recipiente
en un laboratorio.
Descubre adentro
330
una flor anaranjada
de tallo largo.
Ignora su nombre,
que imagina tan
misterioso
como el misterio que encama
el origen de su color.
Emerson:
“Pero el bien supremo es realidad;
la belleza suprema es realidad”.
.331
Si alguna vez tuve algo o a alguien
fue a mi cuerpo.
Si alguna vez me sentí real
o sentí la realidad
fue en mi cuerpo.
Camina en círculos,
se sienta,
se recarga,
se mantiene en pie,
se detiene,
se asoma.
Piensa:
Si tomara una fotografía de ese puente vacío,
¿conseguiría retratar mi introspección?
Decir: “El puente no está vacío.
Es la mirada la que lo llena”.
332
Guy Davenport
a propósito de Montaigne:
“Una introspección exitosa,
siempre que pueda damos la paz
con nosotros mismos,
equivale a la salud misma”.
El que espera
no pretende lograr poesía.
Trabaja o juega con experiencias,
con ideas,
ensaya.
333
que pasa
que pasó”
Díselo al “incompleto”.
334
Díselo al monstruo.
Martí
a propósito de Emerson:
“La muerte es una victoria”.
Séneca:
“La vida es milicia”.
¿Tendríamos la clarividencia
para decir:
“Muerte es misión”?
335
Rilke:
“Paciencia es todo”.
Pensaba al sostenerlo en su maestro
Jacobsen:
“¡Voluntad es vida!”
Le punza la cara,
se asusta:
despierta.
336
Viene del Este:
es el sol:
una esfera gigante
frente a sus ojos
entreabiertos
o entrecerrados.
Mira su entorno:
figuras de pie
distantes unas de otras:
muchos de los que esperan
se han levantando ya:
reciben en silencio
el calor de los rayos
que se refractan
en los cristales
del puente.
Un ruido lo sorprende,
se espabila,
se levanta también:
Rechaza convencer
a nadie.
337
Desea creer.
Cuerpo es salud.
A Isabel
Noviembre de 1999-febrero de 2000
El poeta y su trabajo, 1
338
PEDRO GUZMÁN
339
LUI S FELIPE FABRE
ce: luisfelipefabre@hotmail.com
340
P O ÉT IC A
341
THE MOON A I N ’ T NOT HI NG
BUT A B ROKE N DI S H
El sombrero,
¿lo traes puesto por vanidad
o es que si te lo quitaras el cielo se nos caería encima?
Ya ni sudas Jack,
de seguir así terminarás por volverte cactus.
Ding-dong, ding-dong.
Mira:
allá van las casas rodantes
huyendo de su hipoteca.
3 42
Mira:
muchos son los hombres
que se han vuelto una raya blanca de autopista.
3 43
Jesús te ama!
Y ya ante ti se desenrolla
la serpiente oscura de la carretera.
Pero te quedas
mirando fijamente un punto.
LA VI RGE N Y LA PI EDRA
344
dícese del árbol más reciente en el paisaje: árbol artificial
cuyo fruto es un cadáver natural. Pesa la piedra como
un niño muerto:
no: no como un niño muerto, sino como un niño anunciado:
pesa la piedra como un embarazo: las piedras no están
muertas:
las piedras nunca han estado vivas: las piedras son
algo por nacer. Nacerán las piedras, pero mientras tanto
reconstruyamos el templo palabra por palabra. Una piedra:
una piedra cayendo: una piedra rota no es dos piedras.
I N V E S T I G A C I Ó N DE MERCADO
ELEGÍ A
345
Y el metálico botín contagiándose de la temperatura
de lo vivo,
allí donde otras entibian crucifijos o medallas.
Vida quieta
CANCI ÓN
D E L A I NTROVERS I ÓN
Inéditos
346
r
Eduardo Milán
347
CÉSAR SI LVA MÁRQUEZ
348
RELA C IÓ N
11
34 9
VISTA HACIA A D EN TR O
vuelvo a mi sangre
somnolientas aguas
chopos adormecidos por el ojo del hielo
mi garganta se estremece por los versos que dibuja
la mano del frío
esta es mi sangre
canto de grillo, semilla de blancas sílabas
lecho donde mi sombra duerme después
de caer sobre la mesa
350
y golpear el polvo
barca donde los tambores
signan el ritmo al corazón esclavo
ANUNC I AC I ÓN
— ¿recuerdas? — dices
y los labios son un largo pasillo
que hoy recorro
algo incierto
algún juego que nuestros dedos inventan
se construye despacio:
apresamos al rumor
como señal de lo nocturno y lo frágil
bajo este pulpito esplendente que es la noche
351
POEMA DE LA MUJER QUE SE ALEJA
LA NI EBLA
ante mí la niebla
figura de palabras repetidas
pensamientos que van hacia mi sombra,
el ojo del río inquieto fluye
35 2
del centro de los nombres
el girasol de instantes organiza los días
transcurrir del tiempo en el hangar
donde pace el frío de la época
ABCdaño
353
R E FL E JO
Antonio Castañeda
el agua irrepetible
que trata de romper
la luz
la piedra
el agua y la piedra
fluyen desde aquí dentro
volcándose en la yema
de los dedos
y la piedra delgada
sube del pozo al mundo
354
R OB I NS ON CRUS OE SE D E T I E NE
A VER EL MAR
i -a
3 55
cuando todo lo golpea, cuando es el hábito
que llevamos todos entre los dientes
La mujer de la puerta
356
CÉSAR SI L V A M Á R Q U E Z
359
LA FE L IC ID A D
(F R A G M E N T O S )
360
nombres. Que no es encontrarte
en la música ignorada del rosario.
Que no es reposo de tu cauce ni es
ternura. Que no es esto.
(F R A G M E N T O S )
Con el mármol de las horas. Blanca agua. O las fisuras del aire.
El lodo de los labios; nunca barro. La saliva de los ojos. Perdi
do el ritmo de la brújula: el espacio no posee tiempo, no per
tenecen, craquelada tierra de los cuartos. Habitaciones. Donde
entran y salen brazos con espuelas. La curtida metralla de la
piel del cerdo. Los ojos de las flores que no das. Girasoles.
Cuatro rosas marinas, color bandera o flecos del océano. Las
piernas del océano: archipiélago. Y la facha del tipo que fue y
no vio y ve. Las naranjas habitaciones de los secos, hombros
como árboles de mosquitos (invasores, se comen la selva y la
isla, casi el mar) con sus hojas de alas y sus patas diminutas en
el lodo.
362
Lo único. Lo único. Fijo. Para ser alguien es necesario matar a.
Ya cada cosa es dicha a alguien,
[no voy a náufrago escribirlo]
, con una cuchara. La
imagen (quiero decir la escritura) es por no querer decir. O por
decir tan claramente que resulta.
(i) Que el retrato quede impreso en la (oscura)
cara de las cosas, (ii) Casi otra u otra. Era un diálogo (pensé)
que sería un diálogo. Hay días en que cualquier lugar allá en
el mundo se siente casa y no porque te sientas bien. Sino por
que todos parecen visitantes y buscas algo fijo, que no se vaya
cuando la cena termine o no comienza. Y si tu casa dispersa
con tantos letreros. Te recuerdo a náufrago. Te recuerdo a náu
frago.
La felic id a d
363
FE R N A N D O C O R N E JO A LT Ú Z A R
364
J O S É LA N D A
1997.
ce: jalrl3@hotmail.com
365
P O ÉT IC A
366
T
I
UN E MB O T E L L A MI E NT O DE T RE NE S
367
UN RÍO C U A LQ U IE R A
CHARCOS DE ME DI ODÍ A
368
Cuando pasemos por allí
ni las suelas de los zapatos recordarán haber pasado
con nosotros encima
E S C UP I T AJ O
369
quienes insisten en darle otro lenguaje además del
aroma
VE RS I ÓN PARA A DE LI TA
370
manga y tanta sal en el caldo se vuelve odiosa como
odioso el caldo en la traición del frío
371
J O S É L A N DA
372
H U G O G A R C Í A M A N R Í Q U E Z
ce: chalhugo@yahoo.com
373
PARA UNA P O É T IC A
374
[CA SCA JO EN R E C O R D A N C IA ]
somos.
Revista X, núm. 32
375
FUKUYAMA DI XI T
( F R A G ME NT OS )
III
Tal vez la Meca — dice él mientras se reclina en el borde del Puente, viendo el cauce del río seco.
Eso sería, montañas moradas — murmura ella hundiendo los dientes en la tarde sin pájaros
ni nada.
Meca Seca
En una ladera del cerro Dios, escrito con cal. Montañas moradas coronan la ciudad; al norte la Meca.
Para que yo abra mi ñenday un oleaje de muslos rescate toda una vida perdida
...quizá me turbe la contemplación de la belleza
377
Años antes. Subimos esas escaleras de caracol, anaranjadas. La presa estaba vacía, llovió después. Regresamos
y olía a romero; era lo cercano del agua lo que saturaba el aire.
IV
Larga música
Rastros / polvo de arquitectura que deja el ala.
de cidade?
de cité?
todo es medida, música, todo concuerda, según su sitio, evite la luz o la reciba, realidad repujada,
geométrica, ajedrez
379
Tal vez un día volvamos a la presa, ¿te he dicho del trébol?, ahí en medio del lodo seco crece.
v i
Una traza en el fondo de la taza, quién sabe leer las figuras que deja el café.
Minha paixao, qué era.
tréboles
VII
381
cj o
*-» "tí
cubiertas por la nieblas de tejido espeso, jamás penetrado
Sen 2
J en O
"tí
e cometo aquí
¿ tí CJ
| "I <J
3en o >
r¡ ccS
<J >- CJ
o3 tí tí
c3 tí
CJ O
tí
43 ^
s | O
CJ
—
<J
"2
CJ ó
tí
^p sp 03
tí .o
03
tí ^
CJ >_ <u §
^ CJ ‘0 tí
tí*1 tí
03 CJ
en ""P CJ
CJ
o 0 -1 <ü <J
CJ p y tí nd
g . "H "tí
^ o 5-. tí
8 O en v 4^ CJ
tí o
3
tí
§-
2 I
J3
03
"tí
<j .S t-^—* CJ
tí* B
tí
en
X '<* O CJ
" t í
v<J p 8 "tí CJ
a tí
Sen. * 5 cj
o <J o g "tí
O Z ¿O C-O
382
HUGO GARCÍA MANRÍQUEZ
Hugo Gola
383
JUAN PABLO VASCONCELOS
ce: jpvasme@yahoo.coro
38 4
POÉTICA
385
les quiere y odia como a ellas. Producen escalofríos cuando se
les encuentra a plena oscuridad o a la luz de la lámpara. Las
lámparas son indispensables. No escribiría un verso sin una
que me hiciera señas. Tampoco sin un disco con acordes a des
tiempo y letra portuguesa, a media noche.
La anterior no es más que una obsesión. Uno se cree sus
obsesiones como si fueran necesarias para ser. (Tomo café aho
ra). Alguno creerá que es un trastorno, pero los trastornos tam
bién son necesarios, dan sentido a los tiempos muertos, hacen
girar las visiones hasta que pueden verse desde una perspecti
va total. Creemos que se nos dictan, que hay una zarza, un ser
a nuestra derecha que nos guía. Entonces incluimos contradic
ciones, se comenten yerros, nos desviamos del camino que
pensábamos andar. Todo lo anterior es válido mientras no se
detengan. No se contienen; por el contrario, son urgentes para
seguir el desdoble: uno y otro de mí, se intercalan visiones en
la vigilia y los desvelos internos. Escriben, comparten borrado
res, edades, golpean el espejo, se desmembran en el trueno, se
desconocen.
Queman y soplan aquellos primeros versos donde había un
rayo, la quietud del verde en las ramas aún tiembla. Ese poe
ma, su silueta, se me figura un diario.
386
A SFIXIA
Baja el sudor
rayos de agua en la piedra
hay un río de muerte que me engulle
hay un monstruo de tierra que me pisa
hay una lágrima confusa
en este mar de sal que se infecta
Estas pieles todas son herida
un lago de lodo
púrpura y oscuro
a punto estoy de ser ceniza
un madero ligero y carcomido
una ciudad sin calles
un plasma
polvo en el recinto.
ii
387
un caminar despacio en los jardines
un ayer de cosas vivas
una barca feliz sobre las olas del sol
iii
IV
388
La que extraña el hueco
de mí en su alegría
o de mi madre
con quien nadaba
más cerca de su pecho
que del cielo
Más No sé Más
389
una rata sin piel un hígado
cualquier bestia comiéndose por dentro.
vi
VI I
Restaurar mi campanario
clavar las cruces en el centro del sueño
jardín y pasadizo
estación del punto final y del primer respiro
catarata que baja como dios
y se devuelve
humo a la vigilia
No es secreto
se exhalan criaturas al dormir
al siguiente parpadeo
seremos niños que comienzan
agua en el aire.
390
del arroyo
un buitre una cruz de sombras
ella misma en el lodo
en el pastizal lleno de huellas
y de buitres
la noche del caníbal
Guillermo Samperio
392
PRI ME R APÉNDICE
393
obras y de escritores de su gusto e interés. Los títulos y los au
tores consignados en este apéndice tuvieron, cuando menos,
cinco menciones, a excepción del inciso de libros de ensayos
de autores extranjeros, donde se tomó el mínimo de cuatro ci
tas. En el caso de los libros emblemáticos de la tradición poé
tica mexicana, iberoamericana y de otras lenguas, no hubo
límite preestablecido para su inclusión, ya que en muchas oca
siones los poetas antologados optaron por una u otra obra de
un mismo autor, hasta que conformaran las cinco menciones
mínimas.
Cabe señalar que la encuesta aplicada también comprendió
otros apartados: edad promedio de publicación de primer li
bro, opinión sobre becas y premios literarios, publicaciones
que acostumbran leer y en dónde aparecen sus colaboraciones,
conocimiento de lenguas, etcétera. El vaciado de estos rubros
aparece en el prólogo del libro y nos fue útil para reconocer cier
tas particularidades de esta promoción de novísimos poetas.
394
Novelas o libros de cuentos en lengua extranjera
395
Del mismo autor, Mañana en la batalla piensa en mi, Negra es
palda del tiempo y Mientras ellas duermen: 3
Diálogos, de Platón: 4
Del mismo autor, “El banquete”: 1
3%
Libros de ensayo sobre poesía en lengua española o ex
tranjera
Dante Alighieri: 19
Arthur Rimbaud: 10
Charles Baudelaire: 9
Friedrich Hólderlin: 9
Homero: 9
T. S. Eliot: 8
Stéphane Mallarmé: 8
William Shakespeare: 8
Femando Pessoa: 7
Rainer María Rilke: 7
Ovidio: 5
I. S. Eliot: 22
Fernando Pessoa: 17
397
Paul Celan: 15
Ezra Pound: 12
Rainer Mana Rilke: 9
Saint-John Perse: 7
Paul Valéry: 5
La litada, de Homero: 5
Del mismo autor, La Odisea: 5
39 8
'
399
Rubén Darío: 7
José Lezama Lima: 6
César Vallejo: 21
Octavio Paz: 16
José Lezama Lima: 11
Pablo Neruda: 13
Vicente Huidobro: 12
José Ángel Valente: 8
Luis Cemuda: 6
Gonzalo Rojas: 6
Oliverio Girando: 5
José Gorostiza: 5
400
Del mismo autor, Blanco, Salamandra y Pasado en claro: 3
401
En la masmédula, de Oliverio Girando: 3
Del mismo autor, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía y
Persuasión de los días: 2
Vanguardista: 15
Intelectual: 14
Exuberante: 8
Experimental: 8
Imaginativa: 8
Lúdica: 8
Crítica: 6
Introspectiva: 6
Ornamental: 6
Metafísica: 5
Octavio Paz: 30
José Gorostiza: 28
Ramón López Velarde: 28
Xavier Villaurrutia: 25
Sor juana Inés de la Cruz: 23
José Carlos Becerra: 21
José Juan Tablada: 12
Salvador Díaz Mirón: 10
Carlos Pellicer: 10
Jaime Sabines: 10
Gilberto Owen: 8
402
Eduardo Lizalde: 7
Nezahualcóyotl: 7
Gerardo Deniz: 6
José Emilio Pacheco: 6
Rubén Bonifaz Ñuño: 5
Efraín Huerta: 5
403
En la masmédula, de Oliverio Girando: 3
Del mismo autor, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía y
Persuasión de los días: 2
Vanguardista: 15
Intelectual: 14
Exuberante: 8
Experimental: 8
Imaginativa: 8
Lúdica: 8
Crítica: 6
Introspectiva: 6
Ornamental: 6
Metafísica: 5
Octavio Paz: 30
José Gorostiza: 28
Ramón López Velarde: 28
Xavier Villaurrutia: 25
Sor Juana Inés de la Cruz: 23
José Carlos Becerra: 21
José Juan Tablada: 12
Salvador Díaz Mirón: 10
Carlos Pellicer: 10
Jaime Sabines: 10
Gilberto Owen: 8
402
Eduardo Lizalde: 7
Nezahualcóyotl: 7
Gerardo Deniz: 6
José Emilio Pacheco: 6
Rubén Bonifaz Ñuño: 5
Efraín Huerta: 5
403
“Sindbad el varado”, de Gilberto Owen: 7
Del mismo autor, Perseo vencido: 1
David Huerta: 22
Alí Chumacero: 19
Eduardo Lizalde: 18
Gerardo Deniz: 15
Francisco Hernández: 15
Rubén Bonifaz Ñuño: 14
404
Eduardo Milán: 14
Coral Bracho: 13
Marco Antonio Montes de Oca: 12
José Emilio Pacheco: 12
Tomás Segovia: 11
Gabriel Zaid: 8
José Luis Rivas: 7
Jorge Esquinca: 6
Juan Gelman: 6
Elsa Cross: 5
405
Delante de la luz cantan los pájaros, de Marco Antonio Montes
de Oca: 7
Del mismo autor, Ruina de la infame Babilonia y Contrapunto
de la fe: 2
David Huerta: 23
Francisco Hernández: 21
Elsa Cross: 18
Antonio Deltoro: 9
Gloria Gervitz: 9
Alejandro Aura: 7
Homero Aridjis: 6
Marco Antonio Campos: 5
Ricardo Yáñez: 5
406
Poetas de la promoción de 1950 a 1959
Coral Bracho: 24
Jorge Esquinca: 20
José Luis Rivas: 15
Fabio Morábito: 14
Eduardo Milán: 13
Alberto Blanco: 9
Ricardo Castillo: 6
Myriam Moscona: 6
Vicente Quirarte: 6
Tedi López Mills: 5
Luigi Amara: 18
Luis Vicente de Aguinaga: 14
Mónica Nepote: 10
Julián Herbert: 9
Imaginativa: 12
Intelectual: 11
407
Tradicional: 9
Lúdica: 8
Introspectiva: 7
Sinuosa: 7
Exuberante: 6
Experimental: 6
Ornamental: 6
Preciosista: 6
Austera: 5
Coloquial: 5
Metafísica: 5
SEGUNDO APENDICE
409
de 38 poetas seleccionados podría modificarse en cuanto a
números y nombres de autores. Sin embargo, lejos de toda
autosuficiencia, vale la pena preguntarse si la incorporación
y/o sustitución de autores modifica esencialmente la panorá
mica de la actual poesía joven de México que deja ver este
trabajo. Nosotros creemos que no: consideramos que en esas
casi cuarenta propuestas se reúnen los diversos tipos de poe
sía que se escriben hasta este momento.
Con la eventualidad de que la presente generación es un
grupo de autores con una obra en proceso, no excluimos la
posibilidad de que más de un poeta presentado en este censo
escriba el día de mañana un libro excepcional, y que su pre
sencia haya sido omitida por nuestra selección. Dejando a un
lado nuestra vanidad, sinceramente nos gustaría que esto ocu
rriera en más de un caso; de momento quedan aquí en orden
cronológico y alfabético esas “otras voces” que también están
definiendo el presente de la poesía mexicana.
410
19 6 5
19 6 6
411
Ramón Cuéllar Márquez (La Paz, Baja California Sur)
Elias Dávila Silva (San Pedro Toltepec, Estado de México)
Carmen Espinosa Maldonado (Uruapan, Michoacán)
Lucía Fortuno (San Andrés Tuxtla, Veracruz)
Sandra Galina Fabela (Chihuahua, Chihuahua)
Guillermo García Guzmán (Campeche, Campeche)
Ricardo Guzmán Wolffer (México, D.E)
Óscar Monter (Tepeji del Río, Hidalgo)
Raquel Olvera (México, D.E)
Adriana Ortega (México, D.E)
Jorge Pech Casanova (Mérida, Yucatán)
Marta Piña Zentella (México, D.E)
Mauricio Ramírez (Guadalajara, Jalisco)
José Reyes González (Durango, Durango)
Dante Salgado (La Paz, Baja California Sur)
Angélica Valero (México, D.E)
Jorge Vega (Colima, Colima)
19 6 7
412
Michele Moreno (Mérida, Yucatán)
Rodolfo Naró (Tequila, Jalisco)
Roberto Nava Fabela (Toluca, Estado de México)
Lourdes Olmos (Monterrey, Nuevo León)
Jorge Orendain (Guadalajara, Jalisco)
Héctor de Paz (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas)
Juan Pablo Picazo (Cuernavaca, Morelos)
Juan Manuel Portillo (Ciudad Juárez, Chihuahua)
Antonio Reyes Cortés (Fresnillo, Zacatecas)
Héctor Leonel Reyes Mora (Xalapa, Veracruz)
César Rodríguez Diez (Veracruz, Veracruz)
Azael Rodríguez (Oaxaca, Oaxaca)
Blas Rosenzweig (México, D.E)
Ángel Carlos Sánchez (Acapulco, Guerrero)
Rosa Sánchez de la Cruz (San Juan Jiquipilco, Estado de
México)
Natalia Toledo (Juchitán, Oaxaca)
Bertha Mónica Treviño (Monterrey, Nuevo León)
Francisco Treviño Elizondo (Monterrey, Nuevo León)
Ernestina Yépiz (Guasave, Sinaloa)
19 6 8
413
Carla Gómez Jones (México, D.E)
Yabel René Guadarrama (Capulhuac, Estado de México)
Jeremías Marquines (Villahermosa, Tabasco)
Reina Michel (Colima, Colima)
Mauricio Montiel (Guadalajara, Jalisco)
Ángel Rafael Nungaray (Yahualica, Jalisco)
Alejandro Ortiz González (México, D.E)
Rubén Rivera (La Paz, Baja California)
Ana María Serrano (Salina Cruz, Oaxaca)
Marcia Trejo (Querétaro, Querétaro)
Alberto Vega (Colima, Colima)
19 6 9
414
Jorge Octavio Ocaranza (Guadalajara, Jalisco)
Rubén Olachea (La Paz, Baja California Sur)
Víctor Palomo (Saltillo, Coahuila)
Arturo Peniche (Mérida, Yucatán)
Alfredo Quintero (Culiacán, Sinaloa)
Juan Carlos Quiroz (Aguascalientes, Aguascalientes)
Ángela Ramírez (Oaxaca, Oaxaca)
Juan Armando Rojas Joo (Ciudad Juárez, Chihuahua)
Edgar Saavedra (Titutepec, Oaxaca)
Ricardo Sigala (Guadalajara, Jalisco)
Montserrat Soler (San Cristóbal de las Casas, Chiapas)
Claudia Sosa (Mérida, Yucatán)
Enrique Téllez Fabiani (México, D.E)
Alejandrina Torres (Ciudad Guzmán, Jalisco)
Gonzalo Valdivia Herrera (México, D.E)
Janitzio Villamar (México, D.E)
Claudia Villarreal (Monterrey, Nuevo León)
19 70
415
Víctor Luna (Culiacán, Sinaloa)
Claudia Luna Valdés (Monterrey, Nuevo León)
Mario Martell (Córdoba, Veracruz)
Gloria Dolores Martínez Fabela (Zitácuaro, Michoacán)
Carlos Martínez Villanueva (Tijuana, Baja California)
Juan Manuel Mateo (México, D.E)
Roberto Pacheco (Campeche, Campeche)
Joel Phillips (México, D.E)
Claudia Posadas (México, D.E)
Celeste Ramírez Hernández (México, D.E)
Ena Evia Ricalde (Mérida, Yucatán)
Juan José Rodríguez (Mazatlán, Sinaloa)
Eduardo Rojas Rebolledo (La Paz, Baja California Sur)
Carla Sandomingo (Guadalajara, Jalisco)
Ricardo Manuel Solís (Novojoa, Sonora)
Leonardo Varela Cabral (México, D.E)
María Vázquez Valdez (Zacatecas, Zacatecas)
Cecilia Isabel Velasco (Frontera Comálapa, Chiapas)
Moisés Villavicencio Barras (Oaxaca, Oaxaca)
19 7 1
416
Daniel Mir (México, D.E)
Sergio J. Monreal (México, D.E)
Carlos Nóhpal de la Rosa (México, D.E)
Gaspar Orozco (Chihuahua, Chihuahua)
Raúl Rico Guido (Curimeo, Michoacán)
Naty Rigonni (Orizaba, Veracruz)
Sonia Silva-Rosas (México, D.E)
José de Jesús del Toro (México, D.E)
Estrella del Valle (Córdoba, Veracruz)
Susana Zaragoza (Guanajuato, Guanajuato)
19 7 2
417
Dimitri Hidalgo (México, D.E)
Alejandro Higashi (Xalapa, Veracruz)
Mayra Ibarra (México, D.E)
Rocío Jiménez Pérez (Comalcalco, Tabasco)
Bruno Madrazo (Coatzacoalcos, Veracruz)
Rocío Magallón Mariné (Cuemavaca, Morelos)
Miguel Ángel Muñoz (Cuemavaca, Morelos)
Gabriela Mustarós (México, D.E)
Patricia Ortiz Lozano (Aguascalientes, Aguascalientes)
Lucía Pava Guillén (San Andrés Tuxtla, Veracruz)
Edgar Piedragil (México, D.E)
Carlos Manuel Pineda (Tehuantepec, Oaxaca)
Andrés Ramírez (Santa Coatlicue, Guerrero)
Marcela Reyna (México, D.E)
Mario Rivas Cortés (México, D.E)
Bierchell Vázquez (México, D.E)
Martín Villarreal (Cortazar, Guanajuato)
Alejandro Zapa (México, D.E)
19 7 3
418
Dafhné Y. Jiménez (Querétaro, Querétaro)
Diego José (México, D.E)
Gabriela León Vázquez (Cuautla, Morelos)
Alejandra Meza Fourzan (Chihuahua, Chihuahua)
Horacio Ortiz Villacorta (Tijuana, Baja California)
Felipe Ponce (Guadalajara, Jalisco)
Margarita Ríos Faijat (Monterrey, Nuevo León)
Gabriela Riveros (Monterrey, Nuevo León)
Mars Sola (Querétaro, Querétaro)
Fernando Toriz (Guadalajara, Jalisco)
Héctor Manuel Tosca Soriano (Villahermosa, Tabasco)
Cecilia Isabel Velasco (Frontera Comalapa, Chiapas)
Ricardo Venegas (San Luis Potosí, San Luis Potosí)
19 74
419
Bibiana Padilla Maltos (Tijuana, Baja California)
Mónica Reveles Ramírez (Durango, Durango)
Gustavo Rosales (Toluca, Estado de México)
Carlos Reyes Ávila (Saltillo, Coahuila)
Edgar Rincón Luna (Ciudad Juárez, Chihuahua)
Marisol Robles (Veracruz, Veracruz)
Cynthia Rodríguez Leija (Nuevo Laredo, Tamaulipas)
Claudia Santa-Ana Zaldívar (México, D.E)
Karina Simpson (México, D.E)
Alvaro Solís Castillo (Villahermosa, Tabasco)
Eugenio Valle Molina (Cuetzalan, Puebla)
Juan de Dios Vázquez (México, D.E)
19 75
420
19 7 6
1 9 7 7
421
19 7 8
422
TABLA DE A B R E V I A T U R A S
423
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS, 9
ADVERTENCIA EDITORIAL, I I
PRÓLOGO, 17
425
Rosalva García Coral, 193
Mónica Nepote, 201
Víctor Ortiz Partida, 209
Ofelia Pérez Sepúlveda, 218
Luis Vicente de Aguinaga, 226
Luigi Amara, 239
Julián Herbert, 247
María Rivera, 259
Daniel Téllez, 268
Rocío Cerón, 276
Jorge Ortega, 283
Alejandro Tarrab, 294
Gabriel Bemal Granados, 304
Dolores Dorantes , 3 1 5
Pedro Guzmán, 326
Luis Felipe Fabre, 340
César Silva Márquez, 348
Fernando Cornejo Altúzar, 358
José Landa, 365
Hugo García Manríquez, 373
Juan Pablo Vasconcelos, 384
426
La presente edición se terminó de imprimir en el mes
de noviembre de 2002, en los talleres de Litoarte,
S.A., con un tiraje de 2000 ejemplares y estuvo al
cuidado de Silvia Moreno y Rodolfo Bucio
Hernán Bravo Varela
(México, D.F., 10 de noviembre de 1979)
ce: hbravov@hotmail.com
í « Jorge Fernández Granados » Víctor Ortiz Partida
(MÉXICO, D.F., 1965) * (VERACRUZ, VER., 1970)
Í
EOTIHUACAN, EDO. DE MÉX.. 1966) (MÉXICO, D.F.. 1972)
«ACONACULTA
HACIA UN PAÍS DE LECTORES