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Pentecos és

2021
S U B S I D I O
Pentecos és
2021
S U B S I D I O
Dimensión Pastoral de Adolescentes y Jóvenes
Arquidiócesis de San Luis Potosí

Elaboración de contenidos
Pbro. José Reyes Torres Ojeda
Pbro. Rodolfo Duarte Ramírez

Diseño gráfico
Gloria Alejandra Araujo Rodríguez

San Luis Potosí, S.L.P.


Mayo 2021

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Índice
Presentación 5
Oración inicial 6
Catequesis: “Encontrar el pulso del Espíritu” 8
Vigilia de Pentecostés: ¡Aviva el fuego que hay en ti! 11
Celebración Eucarística 14
Oración final 19
Presentación
¡Reciban la Paz de Cristo!
Les saludo con afecto a cada uno de ustedes queridos adolescentes y jóvenes, así como acompañantes y asesores de
ellos.
Hace poco hacía una encuesta precisamente a adolescentes y jóvenes de nuestra Diócesis, entre otras cuestiones les
preguntaba ¿cómo está tu relación con Dios? Y 33.6% de ellos respondía “estoy bien, con buena espiritualidad, pero las
Misas virtuales, ¡nomás no!” Un 24.55% decía “sigo las Misas en línea (o cuando puedo voy a Misa presencial) y todo
normal”. Otro 20.9% dijo “me siento frío, no encuentro a Dios, la fe y la religión”. Y finalmente, un 20.9% también dijo
“¡Mejor que nunca! Lo he buscado mucho”.
Estos datos nos hablan del enorme impacto de la pandemia en la dimensión humana-cristiana del joven creyente, aún
sin tener diagnósticos más precisos de los alcances generales en la humanidad, sin embargo, esto nos lleva a un
desafío claro: despertar la creatividad evangelizadora de la Iglesia, más aún quizá más correctamente, tenemos que
hablar de una nueva evangelización para este contexto actual.
La Solemnidad de Pentecostés, representa la acción del Espíritu Santo entre nosotros, el pueblo santo y la Iglesia.
Hemos de pedirle los dos signos de su Acción: el entusiasmo y decisión de los apóstoles para proclamar el Evangelio y
la capacidad de hablar las diferentes lenguas de la multitud de los jóvenes para anunciarles que ¡Jesús vive en su
Espíritu, entre nosotros y por siempre!
De corazón comparto este subsidio. ¡Feliz Pentecostés!
Con mi afecto y oración:

P. Rodolfo Duarte Ramírez


Asesor Diocesano de Pastoral de Adolescentes y Jóvenes

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Espíritu Santo, fuente de la verdad,
Oración Inicial
tú, aliento de Dios, dador de vida.

Sorpréndeme en mi vida diaria


Sígueme hasta en mis proyectos
Transfórmame en mi saber
Cólmame de todos tus dones
Méteme en el agua para que sea purificado
Estimula mi talento para que trabaje
Actúa en mí para que mi yo desaparezca
Alumbra en mí tu carisma para que dé testimonio de ti
Búscame para que me salbe
Recógeme cuando estoy errante
Sacúdeme cuando soy negligente
Dame alas cuando creo
Ven a mi encuentro cuando te busco
Acompáñame cuando estoy en mis pensamientos
Ayúdame a comprender cuando no comprendo
Hazme sobresaltar cuando me adormezco
Entra en mí cuando estoy cerrado
Purifícame cuando estoy tentado
Inflámame cuando estoy helado
Sumérgeme cuando estoy orgulloso
Invádeme cuando estoy vacío
Dame tu alegría cuando estoy triste
Abrázame cuando estoy solo
Reza en mí cuando no tengo palabras

6
Consuélame cuando estoy abandonado
Cúrame cuando estoy enfermo
Sujétame cuando caigo
Abrígame cuando no tengo abrigo
Tómame cuando ardo de deseo
Alégrate en mí cuando te amo

(Oración tomada de Youcat)

Canto: Sopla Señor - Malcolm Roberts

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Catequesis
“Encontrar el pulso del Espíritu”
P. José Reyes Torres Ojeda / P. Rodolfo Duarte Ramírez
En términos médicos, el pulso es la frecuencia cardíaca, o sea el número de veces que el corazón late en un minuto.
Que un paciente sepa tomarse el pulso y controlar sus valores es importante para diagnosticar las anomalías, tener un
control del tratamiento y saber cómo funciona su corazón.
En términos cristianos, podemos decir que el pulso es la frecuencia del Espíritu en el corazón, es decir el número de
veces que el Espíritu de Jesús late Él en ti. Y de igual forma, es muy importante que el cristiano sepa tomarse el pulso
del Espíritu en todo momento para diagnosticar los valores del Evangelio y saber cómo está
su salud espiritual.
Por lo que aquí hablaremos sobre la dimensión espiritual de la persona, cómo encontrar el
pulso del Espíritu y su importancia en nuestra vida cristiana diaria.
Respondamos una pregunta fundamental y de forma general ¿en qué consiste la salud
espiritual? Pues bien, los seres humanos somos “tres en uno”, es decir cada persona tiene tres
dimensiones en su vida, la física, la mental y la espiritual. Es por eso que, en términos de salud,
existen entonces tres tipos de salud: salud física, salud mental y salud espiritual.
Por ello, podríamos decir que la salud espiritual es aquella que tiene que ver con el yo interior y su
proyección con uno mismo, con la familia, con la comunidad y con Dios. Es aquella que nos permite
estar contentos y satisfechos con uno mismo (autoestima) y con los que nos rodean, la que nos permite gozar la vida y
saber que estamos en un camino de realización personal. Es aquella que nos permite tener momentos de felicidad
emocional y que nos hace decir que la vida vale la pena vivirla. Es la que nos da propósito de vida, nos hace sentir que
pertenecemos a una existencia llamada mundo y que nos hace vivir con principios, con ética, con valores, con amor,

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alegría, paz interna y con esperanza.
Visto desde un aspecto filosófico, es cuando nos planteamos estas cuatro
preguntas existenciales básicas: ¿de dónde vengo?, ¿por qué estoy en este
mundo?, ¿qué camino me llevará a cumplir mi misión de vida? y ¿qué me pasará el
día en que muera? Una vez alcanzado ese punto, la persona buscará su desarrollo
personal a través de una misión o proyecto de vida, la persecución de un sueño o el
seguimiento de una causa determinada.
También se cultiva a través de la interacción con un acompañante o director
espiritual, sea sacerdote, consagrado o laico; o bien, una buena amistad o alguien
con quien se es capaz de expresarse abiertamente. Se labra también cultivando
aquellas actividades que tienden a forjar nuestro espíritu como seres humanos, por
ejemplo, las siete artes clásicas: la arquitectura, la escultura, la pintura, la música, la
danza, la poesía-literatura y el cine, inclusive hoy se discute un octavo arte, como
lo es la fotografía (¿a quién no le encanta tomar fotos de atardeceres o
amaneceres?). Pero, podríamos aquí mencionar un voluntariado, un pasatiempo
o simplemente el tener aun la capacidad de asombrarse ante las cosas simples
de la vida, todas ellas son algunas de esas actividades que pueden desarrollar
nuestra salud espiritual.
Ahora bien, hablemos sobre cómo encontrar el pulso del Espíritu y su
importancia en nuestra vida cristiana diaria. En primer lugar, pregúntate si el
Espíritu Santo ha sido tu compañero en lo que has hecho, pensado, sentido, es
decir, debo discernir si he permitido que Jesús Resucitado esté siempre presente en toda mi vida.
Puede ayudarme a tomar pulso de mi vida espiritual, revisando los frutos del Espíritu, como enseña san Pablo: ¿he
amado o me he dejado amar? ¿He vivido con alegría? ¿He construido la paz? ¿He sido magnánimo o generoso? ¿He
sido afable, es decir, simpático o cariñoso? ¿He transmitido bondad? ¿Soy confiable? ¿Vivo desde la mansedumbre,
quiere decir desde la obediencia y docilidad? (Ga 22-23).
También debo recordar que la Presencia del Espíritu se revela en la Palabra, en los Sacramentos, en la Caridad. Por ello,
también preguntémonos como enseñan los Mandamientos de la Iglesia: ¿he participado de la Eucaristía Dominical y
fiestas de guardar, sea virtual o presencialmente? ¿Cuándo fue la última vez que me confesé? ¿He recibido la

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Comunión sacramental o espiritual, por lo menos en este tiempo de la Pascua?
¿Pude hacer ayuno los días mandados? ¿He colaborado con la Iglesia en su
tarea de la caridad? Y por último, pero no menos importante, ¿he podido hacer
espacio y tiempo a Jesús en la oración? (Mt 6,6-15).
Es verdad, que en el ahora que actualmente vivimos con tantos desafíos que
nos interpelan, como lo es sobre todo la pandemia por el covid 19, los
comicios electorales próximos, los rezagos y retrocesos en distintos campos
como la educación, el empleo, la seguridad, la economía, entre otros, nos llevan a
descuidar nuestra vida espiritual llenándola de confusión, desesperanza y tristeza.
No obstante, hemos de recordar las palabras de Jesús: ¡Ánimo, que yo he vencido al
mundo! (Jn 16,33) es aquí donde el Espíritu de Resucitado nos invita a llenarnos de
Él y nos ayuda a discernir lo que es verdadero y bueno, nos ilumina y alienta a vivir
en comunión con Él y nuestros hermanos, pues Él quiere nuestra auténtica
felicidad. Como dijo el Papa Francisco, en el marco de la celebración de la Jornada
Mundial de la Juventud, Panamá 2019: «¡Jóvenes no tengan miedo, que están para
más!».

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Vigilia de Pentecostés:
¡Aviva el fuego que hay en ti!
Ambientación:
La celebración se realizará en una capilla, salón o algún lugar previamente acondicionado, cuidando que el centro sea
la Eucaristía.
Material: Hojas de máquina, plumas y velas.
Monición Inicial
Hemos venido a celebrar la fiesta de Pentecostés y esta fiesta nos viene a recordar que Donde están el Padre y
Jesucristo, también está el Espíritu Santo. Es Él quien está detrás, es Él quien prepara y abre los corazones para que
reciban ese anuncio, es Él quien mantiene viva esa experiencia de salvación, es Él quien te ayudará a crecer en esa
alegría si lo dejas actuar. El Espíritu Santo llena el corazón de Cristo resucitado y desde allí se derrama en tu vida como
un manantial. Y cuando lo recibes, el Espíritu Santo te hace entrar cada vez más en el corazón de Cristo para que te
llenes siempre más de su amor, de su luz y de su fuerza.
Canto: Espíritu Santo (Athenas)
Oración ante Jesús:
¡Oh, Espíritu Santo! Recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser. Dígnate ser en
adelante, en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones, mi director, mi
Luz, mi Guía y mi Fuerza y el Amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reserva a tus operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus
inspiraciones.

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¡Oh, Espíritu Santo! Transfórmame, con María y en María, en Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo.
Contrición:
“El padre crea el hijo rescata y el espíritu santifica”
¿Necesitas amor? No lo encontrarás en el desenfreno, usando a los demás, poseyendo a otros o dominándolos. Lo
hallarás de una manera que verdaderamente te hará feliz ¿Buscas intensidad? No la vivirás acumulando objetos,
gastando dinero, corriendo desesperado detrás de cosas de este mundo. Llegará de una forma mucho más bella y
satisfactoria si te dejas impulsar por el Espíritu Santo.
Canto: Hombre Fugaz (Jésed)
Meditación:
Juan 20, 19-23.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.
Agradecimiento y petición:
Elabora una lista donde reconoces la acción del Espíritu Santo para tu vida agradece cada momento de encuentro.
¿Buscas pasión? ¡Enamórate! (o déjate enamorar), porque «nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir,
enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba

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por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus
atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te
sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera». Este amor a Dios que
toma con pasión toda la vida es posible gracias al Espíritu Santo, porque «el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
Realiza tu renovación con el Espíritu Santo es momento de renovarnos en Aquel que todo lo hace nuevo.
Canto: Inúndame (Athenas)
Despedida:
"El amor no necesita descanso; de día y de noche, siempre se vela"
Él es el manantial de la mejor juventud. Porque el que confía en el Señor «es como un árbol
plantado al borde de las aguas, que echa sus raíces en la corriente. No temerá cuando llegue el
calor y su follaje estará frondoso» (Jr 17,8). Mientras «los jóvenes se cansan y se fatigan» (Is
40,30), a los que esperan confiados en el Señor «Él les renovará las fuerzas, subirán con alas de
águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31).
Enciende tu vela como signo de renovación.
Canto: Secuencia del Espíritu Santo.

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Celebración Eucarística
ANTÍFONA DE ENTRADA
El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.
MONICIÓN INICIAL
¡Buenos días (tardes, noches)!
El día de nuestro Bautismo y de nuestra Confirmación recibimos el Espíritu Santo, desde entonces nuestra vida
pertenece a Cristo, y su Espíritu vive en nosotros, por ello en esta Solemne Fiesta de Pentecostés, pidámosle al Espíritu
Santo que dirija siempre nuestra vida.
Se ponen de pie, comencemos nuestra celebración eucarística.
Se dice: Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de la festividad de Pentecostés que hoy celebramos santificas a tu iglesia, extendida
por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus
fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor
jescuristo...
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que
venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces
aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y
empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.

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En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír ruido, acudieron en masa y
quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los
oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia,
Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene.
Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada
quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 103

R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.

Bendice al Señor, alma mía;


Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra está llena de tus creaturas. R.

Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R.

Que Dios sea glorificado para siempre


y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegrarè en el Señor. R.

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SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san pablo a los corintios 12, 3-7, 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes
actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros
y todos ellos, a pesar de ser muchos, formar un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos
judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos
se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SECUENCIA

Ven Espíritu Divino, Entra hasta el fondo del alma, Reparte tus Siete Dones
manda tu luz desde el cielo, divina luz y enriquécenos. según la fe de tus siervos.
Padre amoroso del pobre; Mira el vacío del hombre Por tu bondad y tu gracia
don en tus dones espléndido; si Tú le faltas por dentro; dale al esfuerzo su mérito;
luz que penetra las almas; mira el poder del pecado salva al que busca salvarse
fuente del mayor consuelo. cuando no envías tu aliento. y danos tu gozo eterno.

Ven, dulce huésped del alma, Riega la tierra en sequía,


descanso de nuestro esfuerzo, sana el corazón enfermo,
tregua en el duro trabajo, lava las manchas, infunde
brisa en las horas de fuego, calor de vida en el hielo,
gozo que enjuga las lágrimas doma el espíritu indómito,
y reconforta en los duelos. guía al que tuerce el sendero.

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya, aleluya.

EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Juan 20, 19 - 23
R. Gloria a ti, Señor.
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por
miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las
manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de
decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán
perdonados; y a los que nos se les perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo

ORACIÓN UNIVERSAL
Monición del sacerdote
Oremos a Dios Padre, que por la muerte y resurrección de Cristo nos ha dado el Espíritu Santo.
Intenciones
1. Por la Iglesia, extendida por todo el universo, para que, impulsada por el Espíritu Santo, permanezca atenta a lo que
sucede en el mundo, haga suyos los sufrimientos, alegrías y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo, intuya los
signos caritativos que debe realizar y así pueda iluminarlo todo con el Evangelio. Roguemos al Señor.

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2. Por todos los pueblos y razas en la diversidad de culturas y civilizaciones, para que el Espíritu Santo abra los
corazones de todos al Evangelio, proclamado en sus propias lenguas, y los guíe hasta la verdad plena. Roguemos al
Señor.
3. Por nuestro mundo de hoy, sujeto a cambios profundos y rápidos, para que el Espíritu Santo, que abarca la historia
humana, promueva la esperanza de un futuro mejor y vislumbremos el gran día de Jesucristo. Roguemos al Señor.
4. Por todos los laicos comprometidos, para que, renovados por el Espíritu Santo, sepan llevar el mensaje de Jesús a la
vida de cada día. Roguemos al Señor.
5. Por nosotros, aquí reunidos, para que, iluminados y fortalecidos por el Espíritu Santo, demos testimonio de nuestra
fe. Roguemos al Señor.
Oración del sacerdote
DIOS, Padre nuestro,
tu Espíritu ora con nosotros, dentro de nosotros;
escucha la oración de tu Iglesia, morada suya,
concédenos lo que el mismo Espíritu nos sugiere pedirte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Concédenos, Señor, que, conforme a la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender con más plenitud
el misterio de este sacrificio, y haz que nos descubra toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios, Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales, consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca
siempre vivo en ella el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos sirva para alcanzar la
salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Oración Final
¡LLÉNAME SEÑOR!

Padre, ¡lléname de los frutos del Espíritu!


Que tu Espíritu de amor sea fuente comunión contigo y con mis hermanos.
Que celebre con alegría tu presencia en cada momento de mi vida.
Que construya la Civilización del Amor donde reine la paz como efecto de la justicia.
Que sea tolerante y valore la diversidad de personalidades, cultura y situaciones.
Que sea amable con quien necesita mi tiempo y esfuerzo.
Que descubra tu bondad y la comparta con otros.
Que mi fe se robustezca para que mi vida esté al servicio del Evangelio.
Que tenga mansedumbre para comportarme con la sencillez, docilidad y humildad con Jesús.
Que tu presencia fortalezca el dominio propio y que éste me mueva a actuar por amor, orientado por mi fe y los
valores de Jesús.
Padre, ¡lléname con estos frutos de tu Espíritu, para ser feliz y hacer felices a los demás!
Amén.

(Tomada de la ‘Biblia para Jóvenes’, Ga 5,22-26)

Canto: Ven Santo Espíritu - Jésed

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Pentecos és
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