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Agorafobia

La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a las situaciones


cuya evitación es difícil o embarazosa, o donde no se puede recibir ayuda en caso de sufrir
una crisis de pánico. Un ataque de pánico o crisis de ansiedad consiste en un cuadro
clínico caracterizado por el aumento de la frecuencia y presión sanguínea, la respiración
agitada, sudor, sensación de ahogo, mareo, temblores y despersonalización.
La agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan
generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y a los
pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir.1

De acuerdo con la etimología de la palabra, la agorafobia está especialmente relacionada


con el temor intenso a los espacios abiertos o públicos en los que pueden presentarse
aglomeraciones. La palabra procede de los términos griegos "ágora", "plaza", y "phobos",
"miedo".
La agorafobia está estrechamente relacionada con el trastorno de pánico, y no es raro que
ambos trastornos sean comórbidos. Entre los miedos que experimenta el agorafóbico
están el miedo a vivir una crisis, a desmayarse, a sufrir un infarto, a perder el control, a
hacer el ridículo, etc.
El trastorno se genera por alguna experiencia negativa por parte de la persona, quien al
evitar las situaciones parecidas está desarrollando un mecanismo de aprendizaje que hace
permanecer el problema. Entre los factores de riesgo se pueden incluir episodios
relacionados con intensos niveles de pánico o experimentar eventos estresantes, incluido
el abuso sexual o físico durante la infancia. El tratamiento cognitivo-conductual de la
agorafobia es el más exitoso entre los utilizados y se basa en someter al paciente a una
exposición gradual a las situaciones que típicamente le provocan la ansiedad.
La agorafobia suele incluir o desarrollar en la persona afectada otras fobias más
específicas, tales como estar o quedarse solo/a (anuptafobia), fobia a los lugares cerrados
(claustrofobia), a las alturas (acrofobia), al agua (hidrofobia), a estar rodeado de gente
(enoclofobia), a las enfermedades (hipocondría), al día o a la noche (nictofobia), al
tiempo/clima (cronofobia) e incluso al sexo (erotofobia).
El agorafóbico tiende a evitar situaciones potencialmente ansiógenas, como lo pueden ser
salir de casa, usar transportes públicos, ir de compras, comer en restaurantes, entrar al
cine, hacer deporte, viajar, estar en lugares públicos o áreas amplias, etc. Estas
situaciones pueden representar un grave problema en la vida del agorafóbico, pudiendo
llevar a la persona afectada a casi no salir de su casa con el fin de tratar de evitar la gran
cantidad de ansiedad causada por el pánico.
Este trastorno tiene un mayor porcentaje de pacientes mujeres que hombres. Entre un 1%
y un 5% de la población española ha desarrollado un episodio psicológico relacionado con
la agorafobia durante su vida.
Al igual que otras fobias, el tratamiento más habitual es de tipo conductual o cognitivo-
conductual.

¿Qué siente un agorafóbico?[editar]


La gran mayoría de las personas agorafóbicas experimentan una serie de emociones
desencadenados por la respuesta de ansiedad al ser sometidas o expuestas al estímulo
causante. El afectado siente intensas sensaciones fisiológicas que aparecen súbitamente
o como venidas de la nada, aumentando gradualmente y apareciendo una tras otra o
varias combinaciones a la vez, según la persona entre en un estado emocional agudo.
Estas sensaciones generalmente son:
 taquicardia.
 ráfagas de calor/frío.
 calor, sudor, sofoco.
 temblores.
 ahogo o falta de aire; hiperventilación.
 mareo y vértigo.
 sensación de irrealidad.
 dolor u opresión en pecho.
 astenia: fatiga o cansancio.
 náuseas, dificultad para tragar, sensaciones extrañas en
el estómago (como mariposas en el estómago).
 visión borrosa o sensación de ver luces.
 pinchazos, calambres, entumecimiento, tensión, piernas
débiles, pérdida de sensibilidad, palidez.
 sensación de orinar o evacuar, entre otros.
Cada persona experimenta toda una serie de respuestas fisiológicas en cada uno de sus
ataques de pánico, y lo que hace es buscar ayuda de la manera posible e inmediata para
salir de tal situación, para disminuir o cortar las emociones y que a su vez le mantenga a
salvo.
No obstante con los síntomas, a todo esto aparecen automáticamente "pensamientos
negativos o catastróficos" que por obvias razones, hace que aumente la respuesta
fisiológica, convirtiendo su ansiedad en un verdadero pánico, volviendo así un caos la
estabilidad emocional del afectado, ya que se siente extremadamente fuera de control y
asegura que su estado físico-emocional no terminará y culminará en algo catastrófico
(morir posiblemente).
Es importante resaltar que los pensamientos negativos o catastróficos aparecen
automáticamente y como venidos de la nada, aún cuando la persona se esfuerce en no
tenerlos, lo que a su vez aumenta la respuesta fisiológica. Dependiendo de la sensación
más aguda que se experimente, es el pensamiento que su sistema nervioso autónomo
(cerebro) dará; donde frecuentemente aparece el miedo a:

 Tener un ataque al corazón: Aunque es el miedo más


común, es la reacción más corriente provocado por el
pánico. Quienes sienten esto, generalmente aparece en
su cerebro la creencia de que van a morir de un infarto.
Para que suceda un infarto o accidente cardíaco, se necesitan características muy
específicas, como: lesiones graves en el corazón o arterias cincundantes, exceso de
ácidos grasos en la sangre, sobrepeso, vida sedentaria, consumo excesivo de alcohol,
tabaco u otras drogas, antecedentes genéticos, edad avanzada. Debe quedar claro que
el estréspor sí solo no causa accidentes cardíacos, aunque se esté en el peor de los
ataques de pánico y reuniendo algunas de las características antes mencionadas la
posibilidad es muy baja.
Lo que sucede en realidad es que aparece una subida brusca en la frecuencia cardíaca
para enviar más oxígeno a los tejidos y músculos del cuerpo, ya que nuestro organismo se
prepara para correr o luchar. Por lo tanto, más que provocar un accidente cardíaco, lo que
hace las subidas bruscas en la frecuencia cardíaca es fortalecer el corazón. Así, la
próxima vez que se note esta sensación se debe pensar que se ha iniciado un
entrenamiento de nuestro corazón.

 Ahogarse o asfixiarse: La única forma de que una


persona muera asfixiada es que no llegue oxígeno a los
pulmones, y lo que sucede en un ataque de pánico es
completamente opuesto a la asfixia; el nivel de oxígeno es
superior a lo normal. En este caso se está en un estado
antagonista a la asfixia.
Como parte de la respuesta de ansiedad, nuestro organismo acelera el ritmo respiratorio,
haciendo la respiración más profunda y rápida. La explicación ya se conoce: se necesita
más oxígeno en el cuerpo para luchar o correr. Sin embargo, si no se realiza una de estas
actividades caemos en un estado de "hiperventilación". En nuestro organismo hay más
oxígeno del que se necesita, y paradójicamente uno de los efectos que esto produce es la
sensación de asfixia o falta de aire. En este caso se emplean las técnicas de relajación y
respiración.

 Desmayarse: Este miedo es muy habitual para quienes


notan sensaciones de mareo, vértigo, debilidad o piernas
flojas. Su temor es el de un inminente desvanecimiento o
pérdida de la conciencia en pleno ataque de pánico.
Fisiológicamente, los desmayos son producidos por una bajada brusca de la presión
arterial. Si de pronto se desacelera el ritmo cardíaco, la sangre no llega con suficiente
fuerza a nuestro cerebro; entonces se produce un desmayo. Sin embargo, cuando se está
en un ataque de pánico, ocurre todo lo contrario: el corazón late con mayor fuerza y
aumenta la presión, con lo cual es muy difícil desmayarse en ese estado.
Algunas personas que tienen este miedo, quizás hayan pasado por algún desmayo real. Si
su caso es uno de estos, es interesante que compare cómo un desmayo es un alejamiento
progresivo de la realidad, como caer en un sueño profundo, mientras que en el pánico es
todo lo contrario; el cuerpo se encuentra «ultraacelerado» y lo que nunca ocurrirá es
desmayarse; si la adrenalina vaga libremente por las venas.

 Perder el control o volverse loco: Esta creencia aparece


como resultado de notar anomalías en la visión, como "ver
lucecitas", sensación de irrealidad, o pensamientos
acelerados de querer escapar.
Cuando se está en pleno ataque de pánico, el organismo se prepara para correr o luchar;
así activa todo nuestro cuerpo para una mejor reacción ante el peligro y sobrevivir. En este
caso aumenta el campo visual dilatando nuestras pupilas para un mejor alcance visual de
nuestro enemigo. Como esto no sucede, la luz ambiental es demasiada para las pupilas
dilatadas, dando a su vez la peculiaridad de ver esas "lucecitas" vagas.
Por otro lado, cuando se cree que se va a perder la razón pensado cosas como "me siento
mal", "¿dónde estoy?", "aquí no hay salida", "algo me va a dar", "¿si hago el ridículo?",
"tengo que salir", "¿y si corro?", "pediré ayuda ¡ya!", "voy a tener...", etc. A partir de ese
momento la persona piensa que se está volviendo loca, que será un enfermo mental, o
quizás un esquizofrénico.
Otras personas creen que harán conductas extravagantes, ridículas o violentas que
pongan en peligro la integridad física de otras personas o de sí mismos, como: gritar,
tirarse al suelo, patalear, golpear, agredir o suicidarse. Esta sensación aparece por la
percepción de descontrol que se tiene al estar en pleno ataque de pánico.
Lo peor que puede pasar en esta situación es que la persona escape a un lugar seguro,
"poniéndose a salvo", y esto es algo que suele hacer voluntaria y conscientemente. En el
próximo ataque de pánico, no hay de que preocuparse, los músculos harán lo que solo se
decida hacer.

 Miedo al miedo: Cuando se han sufrido otros ataques de


pánico, la persona desarrolla otro miedo: el miedo a sufrir
otro ataque.
El verdadero miedo es que el ataque siga y siga y no pare; otras personas temen que el
próximo ataque no tenga fin. En este caso, es un buen momento para emplear la terapia
cognitiva-conductual; el pánico es fruto de malas experiencias, de aprendizajes
inadecuados. El sistema nervioso autónomo (cerebro) está diseñado para trabajar a alta
intensidad pero en cortos periodos de tiempo. Cuando el sistema simpático se activa,
también lo hace el parasimpático, que lo controla y lo frena. Un ataque de pánico, aún sin
técnicas de control, solo durará unos minutos.
Así que cuando se crea que nunca se superará el problema o que se quedará estancado
en el clímax del pánico, recuerde que es muy poco probable que esto suceda.

¿Cómo surge el pánico en una persona agorafóbica?[editar]


Lo primero a resaltar es que la ansiedad, pero sobre todo el pánico, solo aparece en
ciertas condiciones, provocado por situaciones, estímulos ambientales o corporales muy
específicos; siendo que las principales situaciones que existen en una persona agorafóbica
son las siguientes:
1- Ataque de pánico en una situación agorafóbica. Este es un ataque de modo
previsible provocado por el estímulo externo (lugar), ya que la persona ha tenido ataques
en la misma situación y cree que hay muchas posibilidades de sufrirlo nuevamente, lo cual
hace que aumente su temor, y al final termina teniendo el ataque. Generalmente la
persona estimula su miedo inconscientemente, sugestionándose al momento de estar en
tal situación, por la que se ve obligado a huir del lugar.
2- Ataque de pánico previsible en una situación segura. Este ataque surge a raíz de
estar muy activado emocionalmente, ya sea por alegría, estrés, tristeza, enfado o
preocupación, sin importar si se está en una situación donde la persona se sienta segura.
El miedo aumenta al sentir que no se puede tener un control repentino para cortar las
emociones y regresar a la normalidad.
3- Ataque de pánico imprevisible en una situación segura. En este caso, el pánico
sucede cuando la persona se encuentra en un sitio catalogado por ella misma como
“seguro” o de “antipánico” y su estímulo disparador es interno. De pronto y sin previo aviso
el cuerpo toma ciertas funciones fisiológicas o cambios corporales vitales que hacen que la
persona los malinterprete con pensamientos catastróficos (autovigilancia), produciendo
una gran cantidad de ansiedad y al final termina con el ataque. Estos cambios se producen
ya sea por el ambiente (calor/frío), por esfuerzo físico o ejercicio, digestión, cansancio o
enfermedad.
4- Ataque de pánico por anticipación. Aquí la persona asegura que sufrirá un ataque si
es expuesta al estímulo disparador de ansiedad, lo cual hace que sufra el ataque aún sin
antes haber sido expuesta al estímulo. Esto sucede debido a que la persona siente
ansiedad momentos antes de su exposición, por lo que se anticipa a ella momentos antes
de enfrentarse, su ansiedad es tal, que culmina en lo que intenta evitar, pánico.
Terapia Cognitiva-Conductual[editar]
El tratamiento no es más que un enfrentamiento cara a cara con el problema y consta de 3
pasos básicamente. Aquí se reeduca al paciente con teoría y conocimientos sobre el tema
central, se hacen exposiciones interoceptivas (in vitro) y exposiciones reales (in vivo). En
pocas palabras, hacer esta terapia cognitiva es como jugar a ser científico, se observa la
realidad, se recopilan datos de lo que se conoce, se analiza, se crea una hipótesis, se
experimenta y por último se obtiene una ley.
Esto quiere decir que la terapia consta de un análisis completo estudiando el origen de la
ansiedad, cómo surge, para qué sirve, cuáles son sus componentes, cómo se manifiesta y
en qué nos beneficia. Comprendiendo cómo la ansiedad funciona y cómo ahora está
afectando la vida del paciente, este deduce la razón del por qué su cuerpo reacciona de
esa manera, y del por qué la mente le protege del supuesto peligro.
Con bases fijas de cómo surge la ansiedad, pero sobre todo el pánico; comienza la
exposición interoceptiva (in vitro), esto es provocándose voluntariamente situaciones que
le generen ansiedad o pánico.
El objetivo de la exposición “in vitro”, es que el paciente experimente estímulos que
desaten su ansiedad o pánico en situaciones donde "supuestamente esta a salvo"; para
lograr comprender que sus pensamientos automáticos son falsos, que no vendrá una
catástrofe como creía desde un principio, que no sucederá alguna tragedia, y que podrá
enfrentar una situación real que implique reto o un comportamiento distinto. También aquí
se enseña al paciente a eliminar tensión de su cuerpo, con ligeros ejercicios de respiración
y relajación (comúnmente).
Cuando el paciente está convencido de que puede al sentirse apto y seguro de sí mismo
para enfrentar la realidad, comienza la exposición “in vivo”, es decir, se enfrenta cara a
cara a su temor, afrontando sus pensamientos y sus sensaciones en la situación temida, y
comprobando aún más que no hay peligro inminente que ponga en riesgo su vida, que no
vendrá la catástrofe que su mente había creado.
Es importante que permanezca en tal situación tanto tiempo como el paciente lo necesite y
lo soporte, para que poco a poco desaparezca el malestar y compruebe que las
sensaciones son totalmente inocuas e innecesarias; y si se insiste más, llegará un
momento en que la situación no generara ningún tipo de ansiedad, y la terapia habrá
funcionado.
Los primeros ensayos, pero sobre todo las exposiciones "in vivo" serán largas y duras. No
se debe obligar al paciente a hacerlo por la fuerza o bajo amenaza. Si se desea ayudar, es
mejor estimularlo con ideas positivas, haciéndole ver cuáles serán sus logros y beneficios
obtenidos cuando finalice su exposición "in vivo". Por eso es importante que el paciente lo
haga voluntariamente; de esta manera sentirá mayor satisfacción, alivio, desahogo y
confianza, pero sobre todo capaz de hacerlo por sí mismo al sentirse una persona sana.
INTRODUCCIÓN

La intervención terapéutica conjuga, normalmente, tratamientos específicos, en


función del diagnóstico principal, con otros de carácter más general o contextual, en
función de las características personales y circunstancias del paciente.

Normalmente, las primeras intervenciones van encaminadas a reducir los síntomas de


ansiedad y la incapacitación que producen. Posteriormente se analizan y tratan los
factores que originan y/o mantienen la ansiedad y otras alteraciones que puedan
acompañarla. 

Habitualmente, los tratamientos incluyen aspectos relacionados con la recuperación


de la salud, si se ha pérdido, aspectos relacionados con la prevención , y aspectos
relacionados con el desarrollo personal del paciente que de un modo u otro tienen que
ver con lo que le pasa.

Normalmente, al inicio del tratamiento, se acude a consulta una vez por semana.
Cuando el tratamiento está mínimamente encauzado, se espacían las visitas,
efectuándose habitualmente a razón de una visista cada 15 días.

TRATAMIENTOS ESPECIFICOS DEL PÁNICO Y LA AGORAFOBIA

Psicológicos

Hoy en día, según los estudios realizados, existen dos tipos de intervenciones
particularmente eficaces:

a)Terapia cognitivo-conductual
b)Exposición en vivo y la autoexposición en vivo 

La terapia cognitivo-conductual suele incluir:

Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y del pánico en


particular: mecanismos básicos, funcionalidad y disfuncionalidad, explicación sobre los
síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.

-Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el


paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la
solución, sino al mantenimiento del problema. Para más información sobre estos
procedimientos puede consultarse el apartado Ir de mal en peor del menú de la
izquierda.

-Técnicas de respiración:: la respiración controlada puede ser útil en los casos en que
se de hiperventilación o que presentan dolor u opresión en el pecho al tender a
respirar toracicamente.
-Técnicas cognitivas: reestructuración de creencias distorsionadas e interpretaciones
catastróficas, control pensamientos automáticos, regulación de expectativas que se
auto-cumplen, etc.

-Entrenamiento en aserción: facilite la expresión adecuada y la aceptación de las


emociones.

-Técnicas de inervación vagal: esta técnica junto con la respiración controlada y la


relajación se ha mostrado útil en pacientes con trastorno de pánico.

-Técnicas de relajación: se ha mostrado de utilidad conjuntamente con la Exposición en


vivo.

-Intención paradójica: consiste normalmente en la prescripción del síntoma,


normalmente con la finalidad de desactivar algún mecanismo que lo sostiene. Parece
eficaz pero no se ha mostrado si aumenta o no los efectos de la exposición.

-Exposición interoceptiva: Exposición a sensaciones temidas para facilitar la


habituación, el control de los síntomas y la pérdida del miedo al miedo.Es más
aceptada por los pacientes con una alta ansiedad en la exposición. No se ha allado que
incrementara la eficacia de la autoexposición en vivo.

-Desarrollo de habilidades y recursos de afrontamiento de fuentes de ansiedad y estrés


que contribuyan al origen o mantenimiento de niveless elevados de ansiedad flotante
o general lo que podría dificultar la superación de los miedos agorafóbicos.

-Retroalimentación y reforzamiento social. La retroalimentación ofrecida por el


terapeuta parece ser un factor muy importante en la exposición en vivo. Menos
importante pero útil, es el reforzamiento dado por el terapeuta.

-La colaboración del compañero: este puede ofrecer ayuda, apoyo y aliento al cliente
en la aplicación del programa de intervención a parte de desarrollar una mayor
comprensión del problema e involucración.

-Materiales de autoayuda como complemento de la terapia.

Varios estudios indican que la terapia cognitivo-conductual tiene una mejor relación
coste-beneficio en comparación con la terapia farmacológica. Aún así, existen casos en
que es conveniente la combinación en etapas iniciales de la terapia cognitivo-
conductual y la farmacológica.

Exposición en vivo

La exposición en vivo implica que el paciente se exponga en la vida real y de un modo


sistemático y progresivo a las situaciones que teme y evita. 
Existen tres tipos de exposiciones:

-Exposición prolongada: con la asistencia del terapeuta se afrontan las situaciones


temidas de manera gradual, permaneciendo en las mismas hasta que la ansiedad se
reduce significativamente.

-Exposición autocontrolada más autoobservación: tras 2-5 sesiones con el terapeuta


el paciente afronta las situaciones temidas sólo, con permiso de escape temporal en
caso de ponerse excesivamente ansioso, siempre y cuando se registre el tiempo
pasado fuera de la exposición y luego vuelva a ella.

-Práctica programada: exposición prolongada y graduada pero con asistencia de un


familiar o amigo que realizaría las pautas del terapeuta. Tanto el paciente como el
acompañante llevan un manual de autoayuda.

Todas ellas comparten una serie de características comunes:

-La justificación y presentación de la exposición como un programa sistemático y


estructurado que requiere esfuerzo continuado y que implica tolerar cierta cantidad de
ansiedad y malestar.

-Reeducación sobre la naturaleza de la ansiedad: se trata de dar información sobre la


ansiedad y el pánico para así reducir el miedo anticipatorio y el humor deprimido. Se le
dice que algún grado de ansiedad es normal y aunque puede ser perturbadora, no es
peligrosa, como tampoco lo son los ataques de pánico; y es improbable que ocurran
las consecuencias catastróficas temidas. 

-Modificar pensamienos y creencias erróneos: mediante la discusión de los aspectos


como los riesgos, la sobreestimación de probabilidades y otros errores cognitivos.

-Especificar claramente los objetivos concretos a conseguir.

-Las actividades durante la exposición deben hacerse sin prisas, ya que la precipitación
es una estrategia defensiva (acabar rápido) e incrementa la activación.

-Discusiones individuales o en grupo sobre las experiencias de la exposición.

-Otros aspectos: también es importante practicar en días buenos y malos, el


reconocimiento de los propios avances, la practica en solitario lo más pronto posible,
la superación de las conductas defensivas, entre otras.

El tratamiento de problemas asociados.

En algunos casos, las crisi de asiedad y la agorafobia vienen acompañados de otros


problemas que contribuyan a su mantenimiento y que se tendrá que tratar
concurrentemente o posteriormente al problema de la agorafobia. Especialmente
existen dos problemas que merece la pena mencionar:

-Depresión: cuando el estado de ánimo deprimido viene por otros factores y no


directamente de la agorafobia (problemas maritales, autoevaluación negativa,
aislamiento social) deben ser consideradas por separado.

-Abuso de alcohol y fármacos ansiolíticos: hacen realmente difícil o imposible el


cambio en la conducta agorafóbica. Las personas que estén tomando altas dosis de
estas substancias deberán someterse a un programa de retirada lenta antes del
tratamiento de la agorafobia. Es conveniente reducir o eliminar el consumo de cafeína
y otros estimulantes, ya que exacerban la ansiedad e interfieren n el tratamiento.

El tratamiento, en rigor, no lo es del pánico, la agorafobia, o los problemas asociados,


sino de la persona que lo padece, en ralación, naturalmente, con la demanda que
efectúa.

Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, aunque en algunos en


ocasiones, en función del caso y del momento, está indicado el tratamiento grupal, o
la participación de algún acompañante. La duración de los tratamientos oscila
normalmente entre seis meses y un año, si bien en algunos casos pueden ser más
largos.
Tratamiento de la agorafobia, con terapias naturales
La agorafobia es un trastorno psicológico caracterizado por ataques
repetitivos de ansiedad y miedo intenso, originados por el pánico que
produce el mismo miedo.

Definiendo la Agorafobia
La psicología define la agorafobia como una situación de ansiedad, miedo o pánico, originado
por el mismo miedo.

Las personas agorafóbicas tienen miedo a las situaciones que alguna vez les han generado
estrés o ansiedad y miedo a sufrir la misma respuesta fisiológica.

La sensación más clara es el miedo a morir, sin embargo, la agorafobia se desencadena


también en otras ocasiones, como por ejemplo:

 Miedo a sufrir una nueva crisis.

 Miedo a sufrir un infarto.

 Miedo a la pérdida de control.

 Miedo a la pérdida de conocimiento.

Otra forma de definir la agorafobia es como el miedo irracional a situaciones y lugares de los
cuales sería difícil escapar, o disponer de ayuda.

La agorafobia aparece como consecuencia de alguna experiencia negativa o trauma vivida


por la persona. Así, los agorafóbicos, generan todo un mecanismo de defensa para escapar
de situaciones parecidas, que agravan aún más el problema y, constituyen el origen de la
agorafobia.

La agorafobia se origina por el miedo irracional a sentir miedo, sin embargo la mayoría de las
personas con este trastorno de ansiedad, no reconocen los síntomas que padecen ni
reconocen sus miedos.

Causas y factores de riesgo


Todavía se desconocen las causas exactas de los trastornos de ansiedad y la agorafobia.
Como las crisis de angustia se suelen repetir en situaciones que también se han
desencadenado en el pasado, se piensa pueda ser un comportamiento aprendido.

Así como en la fobia social el temor procede de la evaluación de los demás, en la agorafobia
siempre está asociado a un ataque de pánico.

Cualquier persona de cualquier edad puede llegar a desarrollar algún episodio de angustia o
pánico, pero las estadísticas dicen que por lo general, la agorafobia es más frecuente en
mujeres de entre 20 años a 40.

¿Cuáles son los síntomas de la Agorafobia?


Las personas agorafóbicas suelen tener una mente negativa, siempre piensan que algo malo
les puede pasar y que no encontrarán a nadie que les ayude. Así, ante estos pensamientos
negativos, la respuesta fisiológica es aún mayor y se producen frecuentes  ataques de
pánico.
La exposición repetida a este tipo de situaciones produce una crisis de ansiedad, cuyos
síntomas más comunes son: hiperventilación, taquicardia, mareos, temblores, nauseas,
hormigueo en manos y pies, y hasta pérdida del conocimiento, etc.

 Además de los síntomas ya mencionados, hay que añadir los síntomas


específicos de la agorafobia, y son:

 Permanecer en casa sin salir por períodos prolongados.

 Dependencia extrema de otros.

 Miedo extremo a estar solo.

 Miedo a perder el control en público.

 Miedo a la separación o alejamiento de los demás.

 Miedo a los lugares llenos de gente.

 Sensaciones de que el ambiente que le rodea no es real.

 Sensaciones de que el propio cuerpo no es real.

 Temperamento agitado más de lo normal.

Terapias
El tratamiento de la agorafobia al igual que en el caso de otros trastornos de ansiedad, suele
ser una combinación de medicación y psicoterapia, por lo general es muy efectivo.

Tratamientos naturales de la agorafobia


Los remedios naturales tienen un alto porcentaje de éxito al tratar la causa origen de los
síntomas, ayudando a prevenir las recaídas, y sin apenas efectos secundarios.

Fitoterapia
 Valeriana, Melisa, Pasiflora y Lavanda: ayudan a equilibrar el sistema nervioso,
tienen propiedades sedantes y ansiolíticas.

 Bálsamo de limón: eficaz relajante muscular, reduce la frecuencia cardíaca.

Técnicas de relajación
 Terapia conductual y de exposición: es la más empleada para tratar la agorafobia,
consiste en exponer a la persona  a las situaciones que le provocan ansiedad.

 Visualización: recrear mentalmente los miedos, y enfrentarse a ellos hasta conseguir


que los síntomas desaparezcan.

 Ejercicios de relajación y respiración: técnicas muy útiles para rebajar la ansiedad


en pacientes agorafóbicos.

La agorafobia es un trastorno psicológico que puede afectar a la calidad de vida de la


persona. Es recomendable acudir a un especialista que trate la ansiedad, y consultarle si
existe alguna incompatibilidad entre el tratamiento y los remedios naturales. El pánico a la
agorafobia es un miedo que se puede superar con el tratamiento adecuado.  
La agorafobia es un desorden de ansiedad debilitante causado por el miedo y los ataques
de pánico que limitan la vida diaria de quien la sufre. Comienza con un desorden de
pánico. La víctima tiene un ataque de pánico dentro de un ascensor (por ejemplo) y luego
se rehusa a volver a ingresar a uno. Este patrón continúa con otros lugares hasta que el
enfermo está atrapado dentro de su propia casa. Si bien es un proceso complicado, la
agorafobia puede curarse.
Instrucciones
1. 1
Comienza un diario de pánico. Después de tener un ataque de pánico, escribe la
fecha, hora, qué estabas haciendo y los síntomas que sentiste antes del ataque. El
diario te ayudará a determinar los disparadores. Luego serás capaz de manejarlos
con la ayuda de un consejero especializado en desórdenes de ansiedad.

2. 2
Haz una cita con tu médico y busca una remisión a un consejero que pueda
ayudarte a curar la agorafobia, preferentemente uno que se especialice en
desórdenes de ansiedad. El consejero te ayudará a obtener nuevamente el control
de tu vida, discutiendo tus disparadores y síntomas, y ayudándote a entender qué
está sucediendo. Pide medicaciones que puedan ayudarte con los síntomas.

3. 3
Toma pequeños pasos para volver a tener el control de tu mundo. ¿Incluso pensar
en salir por la puerta hace que sientas síntomas de ansiedad? Comienza allí, en tu
punto de ansiedad más pequeño. Párate en la puerta y ábrela. Al estar allí, toma
lentas y continuas respiraciones profundas. Tranquilízate con afirmaciones
relajantes, como "Todo está bien", "Estoy bien" o "Esto es sólo temporal"; cualquier
cosa que te ayude a sentirte mejor. Quédate allí hasta que los sentimientos de
ansiedad desaparezcan.

4. 4
Sigue empujándote a ti mismo y a la ansiedad. Sí, tendrás que soportar los ataques
de pánico, pero mejorarán. Los síntomas disminuirán e incluso se irán con el
tiempo. Una vez que puedas salir por la puerta sin preocuparte, da un paso hacia
afuera. Quédate allí hasta que el ataque de pánico ceda. Sigue dando ese paso hacia
afuera hasta que finalmente puedas hacerlo sin ansiedad.

5. 5
Sigue alejándote de tu zona de comodidad (usualmente tu hogar). Querrás volver
allí cuando comience un ataque de pánico. Sin embargo, debes permanecer donde
te encuentres hasta que éste ceda. Eventualmente, esto curará tu agorafobia. Te
estás enseñando que sobrevivirás incluso luego de tener un ataque de
pánico severo, y que los lugares que temes son seguros.

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