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Ahorrar energía para salvar el planeta

La celebración del Día Mundial del Ahorro de Energía nos recuerda que no hay mejor forma de
contribuir a frenar el cambio climático que reduciendo nuestro consumo energético. Y ahora que
pasamos más tiempo en casa, es el mejor momento de revisar nuestros hábitos.
La humanidad es una devoradora incansable de energía. La producción energética masiva ha
elevado el bienestar de la población a medidas impensables hace un siglo, pero también ha
llevado al planeta al borde del abismo. La crisis climática, provocada por el calentamiento
global, tiene su principal origen en las emisiones provenientes del consumo de energías fósiles
(petróleo y carbón).
A pesar de la transición hacia energías limpias que se está produciendo en todo el mundo y
la disminución del consumo en los países desarrollados, se espera un aumento del consumo
global de energía a causa, principalmente, de los países en desarrollo y del aumento de
población. Este crecimiento de las necesidades energéticas del planeta podría llegar al 60% en
2050, según la Agencia Internacional de Energía (IAE).
En este contexto, es esencial que la sociedad tome conciencia sobre la importancia del ahorro
de energía e incentivar un cambio de hábitos que permita una mayor eficiencia en los usos que
hacemos de ella. Así, cada 21 de octubre se celebra del Día Mundial del Ahorro de Energía para
poner de relieve el papel de la ciudadanía, las empresas y los Estados en la adecuada gestión
de la energía y su impacto en el planeta.
Y es que las consecuencias del cambio climático ya son evidentes. El creciente deshielo de los
glaciares, el aumento de la temperatura media, la mayor frecuencia de catástrofes naturales…
todo resultado del calentamiento global.
Para contribuir a frenar este proceso, las economías modernas se encuentran en un proceso
acelerado de electrificación, sustituyendo los combustibles fósiles por energía eléctrica de
origen renovable, para todo tipo de usos: movilidad, industria, calefacción, etcétera. Pero hay
otra acción que resulta aún más efectiva: el ahorro de energía. No hay mejor forma de
contribuir a frenar el cambio climático que reduciendo nuestro consumo energético, evitando
así la producción adicional de energía y de emisiones a la atmósfera.
Pero, ¿qué beneficios tiene ahorrar energía? En primer lugar, mejora la economía de hogares
y empresas al reducir la factura eléctrica. Además, reduce los problemas de salud, ya que se
reduce el daño ambiental que producen las emisiones de gases de efecto invernadero y
partículas. Mejora también el medio ambiente ya que disminuye el consumo de recursos
naturales. Y Los países pueden tener una menor dependencia energética del exterior y mejorar
la disponibilidad de energía y el abastecimiento.
A lo largo de la pandemia, el hogar ha sido el punto focal de la vida diaria de millones de
personas en el mundo: una oficina para quienes trabajan a distancia, una guardería o aula
improvisada para niños y alumnos, e incluso un centro de compras o entretenimiento en línea.
En esta nueva situación pasamos mucho más tiempo en casa y los gastos de energía son mucho
mayores, por ello, es un buen momento de revisar nuestros hábitos energéticos para ver dónde
podemos ahorrar.

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