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Monografía sobre sexualidad Consultoría Psicológica 3° Año

Bruno Luna

Delimitación del objetivo

Se busca a través del presente realizar un cuestionamiento acerca de si es sostenible una


comparación de los términos hombre-mujer y capitalista-trabajador a partir de un concepto
dictado en una clase del Lic. Antonio López y de ser el caso afirmativo desarrollar una lógica para
abordar el tema.

Para abordar tal objetivo se tendrá en cuenta por sobre otros saberes la literatura psicoanalítica
(particularmente los Seminarios 11 y 20 de Lacan) y algunos retazos del legado de Marx.

Para empezar a elaborar el tema se recorrerán aquellos abordajes que se le dio a los términos
hombre-mujer vistos en los Seminarios de sexualidad dictados los días 14 de mayo y 11 de junio
del corriente año.

¿Cómo nombrar en lo referente a sexualidad?

Mujer y hombre son términos acuñados por el conocimiento biológico acerca del sexo
diferenciado por la biología y es preciso diferenciarlos, como lo hizo la Lic. Erica Strangi, de los
géneros (varón-mujer), de la expresión de género (femenino-masculino) y de la orientación sexual
(heterosexual-homosexual) y de todos los gradientes, de todas las variantes que hay entre ellos
que, aunque poco conocidas, las hay. Es preciso recordar, a la hora de preguntarse acerca de este
tema, que estos términos “extremos” son siempre “ideales”, no hay nada de esto que se
identifique exactamente con lo real, son “saberes al respecto de”.

Lacan a lo largo de su enseñanza se ha remitido al tema:

“En el psiquismo no hay nada que permita al sujeto situarse como ser macho o ser hembra. El sujeto sólo sitúa, en su
psiquismo, sus equivalentes -actividad y pasividad. Y estos nunca lo representan exhaustivamente. Freud llega hasta la
ironía de subrayar que esta representación nos es ni tan coercitiva ni tan exhaustiva como podría pensarse -
durchgreifend und ausschlieblich-, la polaridad del ser de lo macho y de la hembra lo representa únicamente la
polaridad de la actividad, que se manifiesta a través de los Triebe, y la pasividad, que es pasividad respecto de lo
exterior, gegen die äusseren Reize. Sólo esta división -con ello terminé la vez pasada -hace necesario lo primero que
puso al descubierto la experiencia analítica- que las vías de lo que hay que hacer como hombre o como mujer
pertenecen enteramente al drama, a la trama, que se sitúa en el campo del Otro- el Edipo es propiamente eso.”

De este modo es posible aseverar que tanto desde la perspectiva psicológica como la
psicoanalítica el enunciado se encuentra falseado en el punto en que se habla de hombre-mujer.
Para abordar más adelante se retomará el final del párrafo tomado de Lacan: que las vías de lo que
hay que hacer como hombre o mujer pertenecen enteramente al campo del Otro, en otras
palabras, al campo del lenguaje, lo social.

Y de esta manera se puede abordar el siguiente punto en el enunciado propuesto a revisión:


actividad-pasividad.
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Bruno Luna

Activos a la economía…

Este duo que en psicoanálisis cobró relevancia a partir de la pluma del propio Freud nunca se
sostuvo con vehemencia por él. Desde sus Tres Ensayos donde aclaró que no se podía mantener
una correspondencia exacta con lo que se comprendía por hombre o mujer, hasta adentrada su
llamada segunda tópica donde sostiene una teoría de la bisexualidad: no hay registro escrito de
que desde su perspectiva se sostuviera tal equivalencia de forma tajante.

Siguiendo con la línea del psicoanálisis, (volviendo a retomar particularmente su Seminario 11,
pero pudiendo ser ubicado en otros lugares) Lacan remarca refiriéndose al amor tal como lo
sostenía Freud:

“Sólo al nivel de lo biológico, la oposición actividad-pasividad se presenta en su forma propia, la única válida, en su
sentido gramatical, la oposición de amar-ser amado.”

Si, se refiere al sexo… En tanto se lo puede nombrar.

Ahora bien, Lacan coloca el amor donde las pulsiones del Yo, Ich-Triebe, y remarcando a Freud
quién sostiene que a nivel del Ich no se toma valor sexual, no pasa de la conservación, algo que
Lacan nombra como una “incautación” por una de las pulsiones parciales. Luego continúa:

“Freud dice exactamente que Vorhanung des Wesentlichen, para hacer salir aquí lo esencial, es de un modo
puramente pasivo, no pulsional, que el sujeto registra los äussere Reize, lo que proviene del mundo exterior. Su
actividad no proviene más que de gegen die äussere Reize durch seine eigene Triebe, sus propias pulsiones.”

Claramente se establece que la actividad se encuentra en las pulsiones sexuales y la pasividad en


las pulsiones del Yo. Más adelante dirá que si hay alguna actividad en las Ich-Triebe se debe a
consecuencia de las pulsiones sexuales que, aunque son parecidas en nombre por la designación
que les dio Freud, Lacan recuerda en esta clase que el nivel del Ich es, al fin y al cabo, no pulsional.
Luego sigue:

Sólo con la actividad-pasividad entra en juego lo que pertenece propiamente a la relación sexual. Ahora bien, ¿la
relación actividad-pasividad cubre la relación sexual? […] Nunca en ningún lado sostiene que, psicológicamente, la
relación masculino-femenino se pueda captar de otro modo que por el representante de la oposición actividad-
pasividad. En tanto que tal, la oposición masculino-femenino nunca es alcanzada.

¿Por qué aclara esto? Porque si no fuese por las Ich-Triebe –en el cual, a nivel de la realidad se
‘elige’ entre lo que interesa y lo que es indiferente y a nivel económico lo que produce placer y
displacer- y por las Triebe (o Sexual-Triebe para mejor diferenciación) -que son quienes allí
orientan, que representan en el psiquismo las consecuencias de la sexualidad, a lo que habría que
aclarar que se da como consecuencia de algo que no es la propia sexualidad- no habría manera de
“hacer lazo”, por avanzar algunos años en la enseñanza de Lacan para tomar un término
medianamente adecuado. Activo y pasivo se juegan en diferentes niveles, no como
contraposiciones uno del otro. De la mano de los autores que se presentan, ninguno ha acercado
los términos de actividad-pasividad a los de masculino-femenino en tanto sexo “de hecho”.
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…del cuerpo biológico…

¿A qué se debe entonces el que se asocie en lo sexual estas referencias a ambos sexos?
Posiblemente se deba a la reproducción sexuada, en la cual un espermatozoide fecunda a un
óvulo. Asociando espermatozoide que fecunda (activo) al “macho” (al parecer fácilmente
confundible con hombre) y el óvulo fecundado (pasivo) a la “hembra” (que igualmente se
confunde con la mujer) este malentendido se ha sostenido en una visión científica a la que
podríamos adjudicarle cierta ansia de reciprocidad y completud.

…como mercancía?

Llevando el tema hacia Marx, se debe revisar el uso de “mujer/hombre” asociados a los términos,
de la literatura económica que se convocan como capitalista y proletariado.

¿Es correcta esta asociación? ¿Hay forma de sostenerla? Si es así ¿Qué elementos deben ser
puestos en claro para no crear confusiones que afecten la totalidad de los enunciados que la
requiera?

Para comenzar a abordar estas y otras preguntas se citará un fragmento de El Manifiesto


Comunista:

Por proletarios se comprende a la clase de trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción
propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir.

Hablando lisa y llanamente: ¿Hay un proletario en la relación sexual? Se omitirá cierta crítica a la
idea para más adelante en favor del desarrollo del tema.

¿Quién pone los medios de producción propios para existir en una relación de comercio sexual si
no el hombre? La virilidad y la potencia sexual se ponen del lado del hombre. Quien realiza el acto
es él, la fuerza de trabajo viene de su energía y su capacidad para sostener una erección que
permita una relación sexual plena. Él pone a disposición de su contraparte la fuerza de trabajo
para obtener una parte de goce. El salario es comparable en términos de goce, pero ¿Es el plus de
goce lo que adquiere el hombre? La determinación del costo de producción resultado de la
actividad sexual es equiparable, en términos económicos, a la determinación del precio por el
costo de producción de la mercancía: la materia prima y desgaste de instrumentos (estamos
hablando del cuerpo) y el trabajo directo, cuya medida es también el tiempo. Realidad y tiempo.
Imaginario y simbólico.
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Determinar que imaginario y simbólico son quienes intervienen aquí devuelve a la pregunta ¿Es el
plus de goce lo que adquiere el hombre? Lacan diferencia dos goces. El fálico y un Otro goce. El
fálico encerrado en la lógica-hombre. Se cita a Lacan para una rápida aproximación, bastante infiel
al tema:

“[…] No es el signo, es sin embargo la única respuesta. Lo complicado es que la respuesta está ya dada en el nivel del
amor, y que el goce por este hecho, sigue siendo {reste} una pregunta, pregunta en cuanto que la respuesta que
puede constituir no es necesaria ante todo. No es como el amor.
El amor, hace signo y, como lo he dicho desde hace mucho tiempo, es siempre recíproco. He adelantado eso muy
suavemente diciendo que los sentimientos, esto es siempre recíproco, era para que eso me volviera:
— ¿Y entonces? ¿y entonces y el amor? ¿y el amor es siempre recíproco?
— ¡Pero sí! ¡pero sí!”

El amor, entonces, simbólico-imaginario, signo, algo para alguien (ser amable para el otro). El
“¡pero sí!” es una referencia al goce, y líneas más adelantes Lacan se refiere al “estrago”, aquel
que desde el Seminario 23 sostendrá del lado hombre. Finalmente, se trata de este goce fálico en
el hombre, ser Uno, sostener el ser… Consideraciones muy extensas para este pequeño apartado.

El plus de goce es “función de la renuncia al goce por efecto del discurso”. Aquí el discurso está
representado, trabajado, hablado…por parte del hombre, del Uno. Es instrumento del goce. Es
obrero del goce…y procura ser su Amo. Esta posición ambivalente podría desarrollarse como
equivalente a las nociones de salario real, nominal y relativo, pero no será en estas líneas. Sólo se
dirá que hay allí un callejón sin salida.

Por otra parte, entonces, ¿Es la mujer un capitalista?

¿Posee medios de producción? Lo que se puede aseverar es que posee un cuerpo, pero esto
también lo posee el hombre. ¿Busca maximizar sus ganancias a partir del aumento de la
producción? Ciertamente Lacan habló de El Don Juan como fantasma femenino, el de un hombre
completamente potente, que no pase por ese llamado “período refractario”. ¿La mujer busca
maximizar la producción –de goce?

La ganancia de goce –el plus– ¿Es lo que busca?

Aquí es donde los términos empiezan a no coincidir en absoluto. Como se mencionó


anteriormente, el plus de goce no se busca, es consecuencia de. Y aumentar la producción llega a
resultar ridículo al concebir la idea de “contabilizar” el goce, precisamente, del lado femenino. La
cuenta la lleva el lado hombre, porque hay Uno, y de ahí se comienza a contar, Uno, dos, tres…
polvos. En “las mujeres que se precien de tal” (en palabras de Antonio López) no se trata en
absoluto de esto. El goce…Otro. Quizás aquello que Freud remarcaba como resto del Edipo
femenino que no tenía un límite preciso y el relacionaba a características que se encontraban en
su momento ligadas a las mujeres. Queda claro que la economía –del sexo, no se malentienda– no
se encuentra administrada por las mujeres –como tales.
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No La hay

Para más, hasta aquí se habló de la relación sexual… ¡Qué no hay! En definitiva… ¿Cómo podría
haber tal, si no hay La mujer como contraparte del hombre? La mujer es el A {Autre} del hombre,
y como tal, no lo hay. Cuando se habla de lo que es la mujer, la verdadera, la posta… Se queda en
palabras. Lacan es claro al señalar que el “intento” de La mujer por existir como tal es siempre
desde la perspectiva, de la lógica del hombre, y por esto anteriormente se remarcó el hecho de
que lo que se debe ser para ser hombre o mujer está enteramente dictado por lo social. Hay “las”
mujeres, lo cual anula por completo el intento de complementariedad de una relación sexual. No
hay el Uno del amor, de la unión de dos cuerpos…

…¿y pasivas las mujeres?

Seamos serios: no hay relación sexual… como complementariedad. Sería torpe (por decir poco)
afirmar que no hay sexo.

Para no adentrarse en perspectivas que no vienen al caso de la revisión que se está dando, sólo se
llevará adelante una breve mirada de posibilidades dentro de la relación sexual entre un hombre y
una mujer.

Anteriormente se omitió cierta idea al comentarse acerca del hombre como trabajador sexual.

¿Es cierto que el hombre es el activo en el sexo y la mujer pasiva? Sin complicarse en vueltas
innecesarias podría derrumbarse la lógica que estamos viendo a partir de este nimio punto.

¿Entonces el hombre coge y la mujer no cuando hay sexo? El hombre “hace” sexo y la mujer
“recibe” sexo (Puede sonar a lecciones de gramática, pero sin lenguaje no se encontraría uno
envuelto en esta clase de disertaciones). Que el hombre tiene sexo y la mujer no, puede tomarse
en muchos sentidos, volviendo al hecho de que no hay “La mujer”, aunque quizás sea simple
contingencia este encuentro de vocablos. Los cuerpos no dirían lo mismo.

Es una torpeza –normal o no– el tener que considerar la idea de que en la cama uno tiene sexo y el
otro no, y no se está hablando de cuestiones psíquicas (“el hombre coge con su fantasma” y otras).
Los cuerpos que se encuentran, ambos están implicados en el acto sexual. Ahí hay actividad de
ambos partenaire. En última instancia uno coge y el otro se hace coger, incluso de eso se trata en
la actividad de las pulsiones, en ambos casos se es activo.

Además, ¿El sexo se trata sólo de la penetración? El sexo oral es un claro ejemplo. Es sexo, incluso
lo llamamos así. Al menos Freud consideraba que era la Sra. K la que realizaba sexo oral al padre
de Dora. Puede que él se haya equivocado en esa situación, pero cada uno tendrá sus experiencias
(o habrá oído de tales) y podrá notar que de darse el caso es la mujer la que es “activa”. Incluso un
beso es una relación sexual y, en la actualidad, que una mujer bese a un hombre es tan factible
como que un hombre bese a una mujer.
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Para que la idea sea aún más gráfica, cada uno puede pensar en sus experiencias sexuales. Si ha
tenido alguna variedad es posible que haya pasado por un acto sexual en el cual el hombre se
acuesta en la cama boca arriba y la mujer se le pone encima. De esta imagen uno puede saber que
la, ligeramente llamada así en este caso, “actividad” puede darse de cualquiera de los dos. Otro
caso es que encontrándose ambos parados, al penetrar a la mujer, esta sea quien se mueva. En tal
caso la “actividad” se encontraría del lado de la mujer, así como podría encontrarse del hombre.
Incluso en una relación sexual apasionada uno podría ver cómo tanto el hombre y la mujer se
cogen mutuamente, es difícil negar que la mujer está ahí también haciendo de las suyas.

Si la memoria se nubla al lector, es posible en internet encontrar evidencia gráfica al respecto.


Todo sea en nombre del esclarecimiento científico.

Le moment de conclure

Como reste se dirá que la comparación de hombres y mujeres con capitalistas y proletarios está
falseada de principio a fin. Por supuesto, nadie contradice la economía del goce, o el uso de la
teoría marxista (de hecho estamos en un bucle de usar teorías influenciadas por Marx para hablar
de marxismo) en otros niveles de la teoría psicoanalítica, sería ponerse viento en contra a cerca de
30 años de teoría expuesta por Lacan. Pero en este punto, se habrá de dar el brazo a torcer y
conceder que la comparación es errónea más allá de la estética de tal idea.

H o m b r e y d e m u j e r , n o s o n m á s q u e s i g n i f i c a nt e s e n t e r a m e n t e

l i g a d o s a l u s o c u r s o c o r r i e n t e [ c o u c o u r a nt ] d e l l e n g u a j e

J. Lacan

BIBLIOGRAFÍA

o Seminario 11 – Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis – Jacques Lacan –


Psikolibros
o Seminario 20 – Otra Vez [Versión Crítica] –Jacques Lacan – Rodríguez Ponte
o El hombre no es masculino y la mujer no existe – Luis Tamayo Pérez -
http://www.cartapsi.org/spip.php?article143
o Modos lógicos del amor de transferencia – Diana S. Rabinovich

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