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INFORME
“¿CÓMO ES VIVIR Y TRABAJAR
EN LA BASURA?”
CURSO
QUÍMICA AMBIENTAL
DOCENTE
Ing. Julio Asto Liñan
AUTOR
ESTRADA FLORES, Dahirit Karina
V SEMESTRE
CERRO DE PASCO, AGOSTO
2022
INTRODUCCIÓN
“Reciclar no es una obligación, es TU responsabilidad”
“Reciclar es más que una acción, es el valor de la responsabilidad por preservar los recursos
naturales”
En alguna otra ocasión ya hemos aludido a que basura es una palabra polisémica, cuyos significados
prevalentes se han enriquecido a lo largo del tiempo. Su origen latino, verrere la asimila con algo que
hay que barrer o limpiar. Llevado al mundo actual, se entiende mejor como desperdicios, desechos,
inmundicias, y cosas por el estilo. Cuando se utiliza como adjetivo empeora el valor del sustantivo que
va delante. Aplíquese a basura televisiva, política basura, comida basura y más cosas. También se dice
que tiene que ver con vertere, verter. Algo asimilable a residuo, lo que seguramente sobró del cometido
principal de uso del objeto o producto, o quedó tras su utilización. Además equivale a dar vuelta; y aquí
viene lo que antes decíamos del cambio de sentido a lo largo del paso de años y culturas, y la posibilidad
de otorgarle un segundo o más usos. Nos gusta más este significado.
DESARROLLO
Hay basuras de diversos tipos, como el derroche alimentario del que ya hemos hablado en este blog.
Es necesario reiterar esa mala praxis porque las tendencias no van a mejor, con el consiguiente
despilfarro ecológico, de recursos y tintes de desigualdad que ello supone. Pero hay más, una parte
del desperdicio alimentario de unos se convierte en comida de otros. Dicho sin más explicación, comer
lo que se podría llamar basura o desperdicios escuece hasta a la persona más insensible. Pero esta
sociedad no deja de asombrarnos. Recuerdo haber leído hace unos 5 años un artículo sobre la
experiencia personal de alguien que por unos días, más que nada para documentarse antes de escribir
algo sobre el tema, decidió convertirse al friganismo. Tal estrategia vital consiste en aprovechar los
alimentos que por circunstancias diversas van a los contenedores de residuos de la calle; incluso los
más seguidores de esta tendencia no toman otras viandas. La cosa no deja de parecer un poco rara
para los no friganos, es verdad, pero hay gente que la practicaba en aquel tiempo, desconozco si ahora
tiene muchos seguidores. ¿Por qué lo hacían? Puede que fuese por convicción, para ahorrar recursos
globales, o dinero propio. Quizás para elevar una crítica del sistema y para boicotear a la sociedad del
consumo; o por todas cosas a la vez. El caso es que por creencia, o por necesidad, no disminuyen las
personas que se alimentan de lo que otros desechan. Quiero recordar que un restaurante de París,
Freegan Pony, servía comida vegetariana elaborada con alimentos recuperados a la gente sin recursos;
incluso había llegado a un acuerdo con el ayuntamiento de la capital francesa que apoyaba semejante
actuación.
Lo que en otros tiempos pudo significar un castigo, rebuscar en la basura, ahora se ha tornado en una
situación cada vez más extendida entre la gente atrapada por la espiral de vulnerabilidad. Si lo miras
bien hiere, parece una maldición de la sociedad de consumo. No se entiende que sobrando alimentos
haya gente que necesite rebuscarlos en la basura para sobrevivir. Pero cualquiera que escudriñe un
poco más verá la cara oculta de la basura. A finales del año pasado, sí el de la crisis pandémica,
conocimos que de media los españoles desperdiciamos unos 179 kg de alimentos al año, lo que
supondría unos 3.000 millones de euros en conjunto. Al mismo tiempo, en esas fechas próximas a las
navidades, se desarrollaba la Gran Recogida de Alimentos , cuyas necesidades sociales han aumentado
con la pandemia. Pero la generosidad de quienes la impulsaron y de los que la apoyaron ha evitado
que muchas personas comiesen alimentos caducados o deteriorados de los contenedores de los
hipermercados, estrategia de supervivencia para demasiada gente tras la anterior crisis económica de
comienzos de la década anterior. Paradojas de la vida, la ética en formatos diferenciados.
La Sexta dedicaba hace un par de años un espacio crítico La basura en España: un problema al cubo
que merece la pena visionar y comentar en el ámbito familiar o con las amistades. Una enseñanza
mínima debería salir de ahí: generamos más basura de la necesaria, mucha más de la que podemos
reciclar. Al final el consumo nos sepultará con episodios más o menos luctuosos como los acontecidos
en Bens (A Coruña) o en el más reciente de Zaldíbar. Los vertederos legales son gestionados con más o
menos eficacia, pero los ilegales superan el millar en España, en 2018 eran más de 1.500, lo cual ha
motivado continuas multas de la UE. ¡Qué lejos queda la iniciativa de cero residuos! Al menos
podríamos empezar por restar hasta ver de lo que somos capaces.
CONCLUSIÓN
Lo cierto es que cientos y miles de personas en todo el mundo viven sobre de la basura, removiendo
toneladas de residuos de los vertederos para recuperar los tesoros que esconden. Una periodista
chilena, María José Terré, decidió vivir 21 días con los recogedores hace cuatro años para poder sentir
el ritmo de la basura en La Chimba, el vertedero de Antofagasta, en el que cada cual busca su
exclusivo territorio, como una rica propiedad. Su relato en TVN (Televisión Nacional de Chile) es
estremecedor. No se lo pierdan, es algo así como el espejo del mundo, o la trastienda donde se
esconde la vulnerabilidad consentida. Un panorama crítico que se repite en muchos lugares del ancho
mundo.