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31-5-2022 Resumen del libro

“Contratos
Civiles” de
Zamora y Valencia
Pág. 47-70

Jesús Alberto Zimbrón Sánchez


DERECHO CIVIL III
Resumen

Al momento de querer o tener que realizar un contrato, debe darle el debido


tiempo y dedicación ya que lo que se quiere es no dañar a perjudicar ninguna de
las partes que van a celebrarlo ya que incluso si esto llegará a pasar se debe
hacer responsable de sus actos y asumir las consecuencias que esto conlleva.

Lo anterior a generado que exista mas confianza de la gente hacia este tipo de
documentos ya que existe cierta formalidad y ningún tipo de vicios, siendo estos
claros sin utilizar tecnicismos ni otro tipo de términos que se puedan mal
interpretar o incluso alguna de las partes sacar ventajas de esto o beneficiarse.
Inclusive si con estas palabras o tecnicismos que se utilicen, el contrato se sale
del fin u objetivo principal podría llegar a ser nulo.

La interpretación para determinar el alcance y límites de las cláusulas


contractuales es determinar el alcance y límites de las cláusulas contractuales,
cuales son las obligaciones y derechos emanados de un contrato, y por lo tanto es
la tarea más importante del interprete. Para precisar esos alcance y límites, es
necesario conocer el contrato a estudio y la legislación que lo rige. Posteriormente,
se requiere el análisis de todos aquellos elementos que lleven al convencimiento
de que se está frente al contrato querido por las partes y que su contenido es
cierto y determinado, por encuadrar dentro de los postulados legales. Para realizar
ese estudio, es necesario dividirlo en dos grandes apartados: La calificación del
contrato y la adecuación de las normas a la redacción del contrato.

La calificación. Se entiende por calificar un contrato, darle la denominación


ajustada a la ley, de conformidad con su contenido clausular. Cuando una persona
recurre a un profesional del derecho y le expone sus necesidades y los elementos
con que cuenta, ese profesional debe hacer un planteamiento del negocio y tomar
en consideración todos los elementos, situaciones dadas y circunstancias que
pueden presentarse, para dar una respuesta a su cliente respecto a lo que
necesita hacer y cómo debe hacerse. El contrato es contrato es intuitu personae;
esto es, que se celebra en atención a las calidades y cualidades del profesional. Al
momento de realizar este tipo de contratos se debe de analizar muy bien todos los
documentos, para satisfacer las necesidades de ambas partes. Si el contrato lo
redactan los interesados particulares pueden calificarlo como les dé la gana o no
hacerlo. Pueden decir que el contrato es un arrendamiento, aunque contenga la
translación de dominio de bienes; o que es una promesa de compraventa, aunque
sea una compraventa. Los particulares no tienen obligación de calificar
correctamente el contrato que ellos elaboren y celebren.

La calificación de un contrato no depende del nombre que le den las partes o


quien lo elabora, sino de su contenido clausular. El contrato de mutuo. El contrato
de mutuo genera como obligación principal para el mutuatario, devolver una
cantidad igual de bienes de la misma especie y calidad que los entregados
originalmente por el mutuante. Para la validez del contrato no se requiere de una
formalidad determinada, porque el contrato es consensual en oposición a formal.
El contrato de prenda. Este contrato debe constar por escrito, y si se celebra en
documento privado, deben redactarse dos ejemplares uno para cada contratante
(Art. 2860). Para que exista contrato válido de prenda se requiere simplemente
que las partes convengan en su celebración respecto de un bien que reúna las
características legales y redacten por escrito el contrato. Si se celebra así surte
sus efectos entre las partes, como sucede con todos los contratos.

El contrato de hipoteca. Una situación parecida a la prenda, sucede con la


hipoteca. La intención normal es crear el derecho real hipotecario a través de este
contrato. Si el contrato se inscribe en el Registro Público de la Propiedad
correspondiente al de la ubicación del inmueble dado en garantía, sí se creará el
derecho real de hipoteca, si no se inscribe, el contrato sólo produce efectos entre
los contratantes, pero no será oponible a los terceros. La nulidad, las causas del
retracto, la excesiva onerosidad sobreviniente, las cláusulas de exoneración o
irresponsabilidad contractual y los principios generales del derecho pueden dar
origen a la ineficacia de los actos jurídicos y deben tomarse en consideración
todas las circunstancias que pudieran originar 'uno de esos problemas, para
redactar correctamente un
contrato.

REGLAS PARA LA INTERPRETACION DE LOS CONTRATOS DE POTHIER.

Primera regla. Débase buscar en las convenciones cuál ha sido la común


intención de las partes contratantes mejor que no el sentido gramatical de los
términos.

Segunda regla. "Cuando una cláusula es susceptible de dos sentidos se debe más
bien entender conforme al que ha podido tener efecto, que no según aquel sentido
que daría por resultado no ser posible estipulación alguna.

"Tercera regla. Cuando en un contrato los términos son susceptibles de dos


sentidos, se deben entender conforme al sentido que mejor convenga a la
naturaleza del contrato".

"Cuarta regla. Lo que puede parecer ambiguo en un contrato se interpreta por lo


que es de costumbre en el país".

"Quinta regla. El uso tiene una autoridad tan grande en punto a la interpretación
de las convenciones, que en todo contrato se sobreentienden las cláusulas que
son de uso, bien que no se hallen expresadas".

"Sexta regla. Se debe interpretar una cláusula por las otras cláusulas contenidas
en el acta, ya precedan o sigan a dicha cláusula".

"Séptima regla. En caso de duda, una cláusula debe interpretarse contra aquel
que ha estipulado alguna cosa y en descarga del que ha contraído la obligación".

"Octava regla. Por generales que sean los términos en que se haya concebido una
convención, no comprende más que las cosas por las cuales las partes
contratantes han entendido contratar y no aquellas en las que no han pensado".

"Novena regla. Cuando el objeto de la convención es una universalidad de las


cosas, comprende en ese caso todas las cosas particulares que componen esta
universalidad, aun aquellas de las cuales no tenían conocimiento las partes".
"Décima regla. Cuando en un contrato se ha expresado un caso a consecuencia
de la duda que uno hubiese tenido, de si el compromiso que resulta del contrato
se extiende a ese caso, no por esto se reputa a uno como habiendo querido
restringir la extensión que dicho compromiso tiene de derecho, a todos aquellos
que no sean exprimidos".

"Undécima regla. En los contratos, lo mismo que en los testamentos, una cláusula
concebida en plural se distribuye a menudo en varias cláusulas particulares"

"Duodécima regla. A veces lo que se encuentra al final de una frase se refiere por
lo común a toda la frase y no tan sólo a lo que la precede inmediatamente; con tal
empero que este fin de frase convenga en género y en número a toda ella" .

LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS

La conveniencia de clasificar los contratos, obedece a necesidades de carácter


didáctico y de interpretación. Los contratos pueden ser clasificados desde muy
diversos puntos de vista según el aspecto que trate de resaltarse; y una
clasificación que puede ser necesaria o útil conforme a un determinado
ordenamiento en un país, puede no serlo conforme a otro. Así, la clasificación que
hacen los autores franceses

desde el punto de vista de su causa, distinguiendo aquellos que tienen la causa en


sí mismos, de los que pueden ser separados ele ella; para los franceses puede ser
útil o necesaria, pero para los mexicanos no lo sería.

LOS CONTRATOS UNILATERALES Y BILATERALES.

Si generan obligaciones para ambas partes son bilaterales; si sólo generan


obligaciones para una de las partes y derechos para la otra, son unilaterales.

En los contratos bilaterales se puede oponer la excepción de contrato no cumplido


(exaptio non adimpleti contractus) al contratante que demande el cumplimiento de
las obligaciones de la otra parte, si él a su vez no ha cumplido con las suyas.
Segundo, a que el pacto comisario sólo opera en los contratos bilaterales en los
términos del artículo 1949 del código civil que indica: "La facultad de resolver las
obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de
los obligados no cumpliere lo que le incumbe.

LOS CONTRATOS ONEROSOS Y GRATUITOS. Si genera provechos y


gravámenes recíprocos es oneroso; si sólo genera provechos para una de las
partes y gravámenes para la otra, es gratuito. No deben de confundirse los
contratos unilaterales con los gratuitos, ni los onerosos con los bilaterales. La
clasificación es desde un punto ele vista estrictamente jurídico y la otra es desde
un punto de vista económico; una atiende a las obligaciones y otra a los provechos
y gravámenes que genera.

La compraventa es un contrato oneroso, pues genera provechos y gravámenes


recíprocos para las partes: Para el vendedor el provecho consiste en recibir el
precio y el gravamen consiste en desprenderse de la cosa, y para el comprador el
provecho es recibir la cosa y el gravamen pagar el preciO. La donación es un
contrato gratuito, pues sólo genera provechos para el donatario consistentes en
recibir la cosa y gravámenes para el donante consistentes en desprenderse de la
cosa misma.

LOS CONTRATOS CONMUTATIVOS Y ALEATORIOS.

Si los provechos y los gravámenes que genera para las partes son ciertos y
conocidos desde la celebración misma del contrato, será conmutativo; si esos
provechos y gravámenes no son ciertos y conocidos al momento de celebrarse el
contrato, sino que dependen de circunstancias o situaciones posteriores a su
celebración, será aleatorio. El código civil vigente regula como contratos aleatorios
la renta vitalicia, la compra de esperanza y los contratos de juego y apuesta
permitidos. Son contratos conmutativos, entre otros la compraventa, la permuta, el
arrendamiento, etc.H La importancia práctica de esta distinción es que,
generalmente, el instituto de la lesión no opera en los contratos aleatorios porque
las partes están tomando en cuenta, desde la celebración del contrato, el que el
monto de las prestaciones sea mayor o menor por las circunstancias o
condiciones que puedan presentarse y sí opera siempre, en cambio, en los
contratos conmutativos.
LOS CONTRATOS SOLEMNES, FORMALES Y CONSENSUALES. -Desde el
punto de vista de la manera en que puede o debe manifestarse la voluntad y por
ende el consentimiento, los contratos se clasifican en solemnes, formales o
consensuales. Cuando la ley exige una forma determinada y no otra diferente para
que se produzcan ciertas y determinadas consecuencias y prevé que si no se
satisface esa forma no se producirán esas consecuencias, el acto se califica de
solemne. Si no se le da la forma impuesta al acto, pueden producirse, y de hecho
se producen, otras consecuencias, pero no las previstas por la ley para ese acto.
El mutuo subrogatorio es un ejemplo en derecho mexicano de contrato solemne.
Dispone el artículo 2059 que "cuando la deuda fuere pagada por el deudor con
dinero que un tercero le prestare con ese objeto, el prestamista quedará
subrogado por ministerio de la ley en los derechos del acreedor, si el préstamo
constare en título auténtico en que se declare que el dinero fue prestado para el
pago de la misma deuda. Por falta de esta circunstancia, el que prestó sólo tendrá
los derechos que exprese su respectivo contrato". Cuando la ley exige una forma
determinada y no otra diferente para que se produzcan determinadas
consecuencias, pero esas consecuencias se producen también aunque no se
satisfaga la forma prevista y sólo se establece la nulidad del contrato por la falta
de tal forma (2228), destruyéndose retroactivamente esos efectos cuando se
pronuncie por el juez la nulidad (2226 y 2227) el contrato se clasifica y califica
como formal. Cuando la ley no exige forma determinada para la validez de un
contrato, sino que deja a las partes la libertad más absoluta para darle la forma
que ellas determinen, el contrato es consensual, sin que esto signifique que el
contrato pueda celebrarse sin forma.

LOS CONTRATOS REALES Y CONSENSUALES. Cuando la entrega de la cosa


en los contratos en los que el contenido de la prestación de alguna de las partes
sea transmitir el dominio o el uso o goce de un bien, sea indispensable para el
perfeccionamiento del contrato, se clasifica como real. Si la entrega no es un
elemento constitutivo del contrato, sino que es una obligación que nace del mismo,
se entiende que el contrato se perfeccionó por el simple acuerdo de voluntades y
se clasifica como consensual.
Los CONTRATOS PRINCIPALES Y ACCESORIOS. Los contratos principales son
aquellos que su existencia y validez no dependen de la existencia o validez de una
obligación preexistente o de un contrato previamente celebrado; es decir, son
contratos que tienen existencia por sí mismos. Los contratos accesorios son los
que no tienen existencia por sí mismos, sino que su existencia y validez dependen
de la existencia o de la posibilidad de que exista una obligación o de un contrato
previamente celebrado y en atención a esa obligación se celebra el contrato. Estos
contratos también reciben el nombre de contratos de garantía.

LOS CONTRATOS INSTANTÁNEOS Y DE TRACTO SUCESIVO, os contratos de


~jecución instantánea o instantáneos son aquellos en que las prestaciones de las
partes pueden ejecutarse o pueden cumplirse en un solo acto, como en la
compraventa o en la clonación. Los contratos ele tracto sucesivo son aquellos en
que las prestaciones de las partes o los de una de ellas, se ejecutan o cumplen
dentro ele un lapso determinado, porque no es posible real o jurídicamente
cumplirlos en un solo acto, como en el arrendamiento y en el comodato.

LOS CONTRATOS DE ACCESO O DE MEDIOS Y LOS DE LOGROS O


CONSECUCIÓN. Cuando al celebrar un contrato no se satisface la necesidad que
pretende una de las partes y que puede considerarse el aspecto importante que
motiva esa celebración, puede reputarse a ese contrato como un camino o
sendero para conducir al fin deseado, pero que es necesario para esa
consecución. A esos contratos ni la ley, ni la doctrina les han dado nunca un
nombre. Ahora se pretende dárselos, para distinguirlos de aquellos, que con su
celebración, sí se obtiene o puede obtenerse de inmediato esa satisfacción. A los
contratos que no satisfacen de inmediato las expectativas últimas y motivantes
para una de las partes por su celebración les llamaremos, por lo pronto, y a
reserva de encontrar más adelante una denominación más atinada, como
contratos de medios, o contratos de acceso a efecto de conseguir la plena
satisfacción que pretende uno de los contratantes. Tales son los contratos de
promesa, de mandato y de prestación de servicios profesionales. Cuando se
pretende adquirir la propiedad de un bien, pero una de las partes no tiene la
posibilidad jurídica o fáctica para celebrar un contrato translativo de dominio, o
cuando se pretende el uso o goce de un bien o la obtención de un servicio, pero
por circunstancias o situaciones particulares no es posible celebrar el contrato
adecuado para lograr esas finalidades, la ley otorga a la persona la posibilidad de
celebrar un contrato en el que se comprometan las partes o una de ellas a
celebrar el contrato que satisfaga, con posterioridad y a través de su cumplimiento,
esa necesidad. Ese contrato es el de promesa; contrato que no satisface por él
mismo esa exigencia, pero es el camino o senda adecuada para conseguir la
finalidad propuesta con posterioridad. Si una persona necesita un inmueble pero
no tiene el dinero en efectivo para comprarlo y es necesario que venda oros
bienes o efectos para obtener la liquidez necesaria para esos fines, puede
celebrar un contrato de promesa ya sea unilateral o bilateral para darse tiempo
necesario para conseguir el dinero suficiente para celebrar con posterioridad la
compraventa que satisfaga plenamente su anhelo.

LOS CONTRATOS NOMINADOS E INNOMINADO. Si la ley reglamenta un


contrato conceptuándolo y señalando sus elementos y determinando sus
consecuencias y en su caso sus causas de terminación, se dice que el contrato es
nominado. Si la ley no reglamenta un contrato, aunque sólo señale su concepto o
le dé un nombre, el contrato será innominado. El que un contrato tenga un nombre
no le da categoría de contrato nominado. Así, en el artículo octavo transitorio del
Código Civil se mencionan los contratos de censo y de anticresis y no obstante
que tengan un nombre serán innominados por falta de reglamentación. La ley
puede también conceptuar un contrato, pero como consecuencia de la variedad de
las prestaciones de las partes, no sería posible reglamentario en todas sus
consecuencias y en ese supuesto, el contrato tendrá un nombre y será un contrato
tipificado por estar encuadrado dentro de un tipo legal, pero será innominado
desde el punto de vista de que la lev no lo reglamenta en forma total o amplia. Tal
es el caso del contrato ele hospedaje, respecto al cual la ley lo nomina y tipifica,
pero por la gran variedad de aspectos que puede abarcar, no es posible
reglamentario; ya que puede contener obligaciones de transmitir la propiedad de
bienes determinados, de transmitir el uso o goce de ciertos bienes, la prestación
de todo tipo de servicios, etcétera.

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