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ABAGTÁ

Nombre de uno de los siete oficiales de la corte que ministraban en el palacio de


Susa al rey persa Asuero, el esposo de la mujer judía Ester. (Est 1:10.)

La mayoría de las versiones dicen que era uno de los siete “eunucos”, pero otras
traducen “hombres de su confianza” (VP) y “sirvientes” (RH). Aunque en los países
del Oriente Medio se solía utilizar a los eunucos como hombres de confianza al
servicio de las casas reales, el significado básico del término hebreo original,
sa·rís, es “oficial de la corte” y solo como segunda acepción puede referirse a
una persona castrada. Puesto que no parece que estos siete oficiales fueran
ayudantes del rey y estuvieran al cargo de las mujeres (como Hegai, el eunuco del
rey mencionado en Ester 2:3), es posible que no fueran eunucos en sentido físico.

ABANÁ

Uno de los dos ríos de Damasco a los que aludió Naamán, comandante del ejército
sirio, cuando despreció las instrucciones de Eliseo de bañarse en las aguas del
Jordán para curarse de la lepra. (2Re 5:12.)

A este río normalmente se le identifica con el Nahr Barada, que nace en la


cordillera del Antilíbano, al NO. de Damasco. Después de cruzar las montañas,
sale de un desfiladero que se halla justo al O. de esta ciudad, atraviesa la
parte septentrional de ella y se ramifica en varias direcciones, regando una
amplia zona antes de perderse en las marismas que se hallan al E. de Damasco. Sus
aguas, usadas para regar campos y huertos por medio de canales y conductos, crean
un extenso oasis de exuberante vegetación. Bien se puede decir que Damasco debe
su existencia al Barada. Por mucho tiempo ha provisto el agua para las cisternas,
fuentes y baños de la ciudad, por lo que los escritores clásicos lo llamaban el
“río Dorado” (Chrysorrhoas). De manera que la elevada opinión de Naamán sobre
este río al parecer estaba bien fundada.

En el margen del texto masorético y en la Versión Peshitta siriaca se emplea la


palabra “Amaná” en vez de “Abaná” en 2 Reyes 5:12. Muchas traducciones usan la
expresión “Amaná” en el Cantar de los Cantares 4:8, la cual, según se cree, hace
referencia a las montañas del Antilíbano, donde está el nacimiento del mencionado
río. De modo que es posible que el río tomara el nombre de las montañas donde
nacía.

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