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| ZT Lol a aI S Wonk ‘Andrea Ferrari nacié en Buenos Aires. Es periodista y escritora, Trabajé durante més de veinte arios en medios {gréficos argentinos hasta que se voleé hacia la literatura infantil y juvenil En 2003 obtuvo el Premio Barco de ‘Vapor de Espafia con su novela Elcomplot de Las Flores y, en 2007, el Premio Jaén Nareativa Juvenil con Elcamino de Sherlock, primera parte de la trilogia "EI nuevo Sherlock”, Sus bros ET hombre que queria recordar, Los chimpances miran alos os y Quizds en el tven fueron ganadores del premio The White Ravens, dela Biblioteca Internacional dela Juventud de Miinich, Algunas de sus novelas han. sido traducidas al francés, it uso, coreano y portugués, bttp/wworandreaferrari.com.ar/ 9 www.loqueleo.com © 2020, Anau Feant © Deets adic: 2020, BDICIONES SANTILLANA S.A. ‘Av Leandro N. Alem 720 (CLOOLAAP) Chad Auténoma de Buenos Aes, Argentina ISBN: 978-950-46-6087-8 Hecho el depésito que marea a Ley 11.723, Inpreso en Argentina. Printd in Argentina Primera edn: brie 2020 ‘Direceldneiitoria: Maria FunnaNba Maquinika cis Leia Actnae- Lana Juwovstez Tetracién do bier: MACDA CASTRIA Direcin de arte: JOs® CRESPO ROSA MARIK Proyecto grific: Manor net Burco, Rony CHUMILLASY JULIA ONTBCA | Thdoe los derechos reservados. sta publicacién no pede ser reproduc nin todo nl en parte, ni regiteada en, otransmitida por, un sletema de recuperacién de inforracion, en ninguna forma ni por ningsin medi, cea macnn, fotonvimic, electrénica, magnétco, letrnsnticn, por Fotaconis ‘eualquie otro, sin elpermiso previo por escrito deta editorial sa or 2020 4 Couns, Sua Buen ga CIUDAD ALONOMA De BUENOS EL RETRATO DE onjea C. ANDREA FERRARI No sabes lo que daria por cambiarme por ti, Dorian. Bl mundo ha clamado contra ambos, pero siempre te ha tuorado a ti, ¥ siempre lo hard. Ti eres el modelo de lo que li época busca y de lo que teme haber encontrado. Oscar Wilde Elretrato de Dorian Gray Se llamaba Ver6nica Gris. Todavia recuerdo mi sorpresa la primera vez que lo oi. ramos muy chicas, apenas cinco © seis afios, y para mi un color no podia ser un apellide. ‘Tardé mucho en percibir la ironia que encerraba el nombre. Porque si habia algo que no podia definirla, algo opuesto a su naturaleza, eso era el gris. Verénica irradia- ba brillo, era una luz que atraia todas las miradas, Supongo que yo no tenia en esa época una nocién clara de la belleza, pero siempre supe que ella era especial. No sé si era el azul inusual de sus ojos, la nariz. perfecta, el largo pelo nubio, los labios carnosos 0 todo eso junto lo que generaba un magnetismo que nadie pareca capaz de resist. En los afios siguientes fui testigo muchas veces de Jas primeras reacciones de quienes la conocian. La abier- ta admiraci6n, el indisimulado intento de conquistarla, la suspicacia, la envidia. Hasta el odio, Porque una belle- va excepcional como la de Veronica no deja a nadie indiferente ‘pPoragang ap ovenen ig SL Cy ‘Anddeea Ferrari Pero creo que no tuvimos una verdadera conversa~ ign sobre qué es la belleza y los efectos que provoca en, los demas hasta muchos afios después. En esos primeros, tiempos lo tomabamos como algo natural. Ella recibia més atencién, mas favores, més sonrisas. Ast era y pun- to. A veces me pregunto qué habria pasado si no hubiese sido tan deslumbrante. Si nunca le hubiesen sacado la, famosa foto. Aunque quiza lo que tendria que cuestionarme es cémo habrian sido las cosas si todo el mundo no reaccio- nase ala belleza como lo hace, sino la buscéramos de una, forma tan burda y desesperada. Por supuesto, sé que en el fondo lo que a mi me des- vela es algo diferente. Surge en los momentos en que me siento més frégil, mas vulnerable. La pregunta que me devora es qué podria haber hecho yo para cambiar lo que pas6. Dénde le fallé. Hay noches en que me despierto, sobresaltada, sin aire, y tengo la clara sensacién de que ella esta en alguna parte esperando mi ayuda, pero no puedo alcanzarla. Ylo peor es que ahora que pasé el tiem- po a veces me cuesta evocarla tal como era realmente. La imagen que me viene ala mente es la de la foto. Y, al fin y al cabo, gqué es la belleza? ;De dénde saca- ‘mos nuestras ideas de lo que es lindo y lo que es feo? Cuando empezamos a discutir todo esto yo fui en bus- ca de referencias. Queria entenderlo y entenderme. Me sorprendié leer algunas cosas. Por ejemplo: que, aun en culturas muy diferentes, hay patrones que se repiten, Se considera bella la simetria en los rasgos, la piel més clara, las proporciones que no se apartan mucho de la media. Hasta los chicos muy pequefios, que en teorfa todavia no fueron contaminados con los modelos impuestos, se quedan mas tiempo mirando rostros tradicionalmente lindos. Eso, al menos, dicen los cientificos. Pero después viene todo lo otro. El bombardeo de la cultura, Esos mensajes que son como misiles, imposibles, le esquivar. 20 es posible? {Se puede cerrar los ojos alos ideales de belleza que invaden nuestros cerebros? {Se puede ver lindo lo que otros ven feo? Bue Carola, en verdad, la que empez6 con esos cues- tionamientos, Creo que ella siempre estuvo un paso anaporensiya » 5 ‘Andrea Ferrart delante de nosotras, que de entrada tuvo las cosas mas claras. Quizd yo no supe reconocerlo en el momento. ‘Trato ahora de hacer memoria sobre nuestra pri- mera conversacién de este tema. Se dio una tarde en que las cuatro salimos a tomar helado: Vero, Irene, Carola y yo. Ya habian pasado unos afios desde el final del secun- dario y seguiames viéndonos. Creo que formébamos un grupo extrafio. No sé bien qué era lo que nos habia uni- do, siendo tan diferentes, pero en esa época no me lo cuestionaba. Carola era la mAs pasional. Habia empezado a estudiar Sociologia, lefa con voracidad y estaba siempre dispuesta a discutir, cualquiera fuera el tema, Irene era todo lo contraric. Muy introvertida, casi nunca expresa- ba opiniones propias, aunque cuando lo hacia valia la pena escucharlas. Supongo que yo estaba en el medio. En esa época hablabs con libertad de todo, especialmente de lo que no sabfa, ¢ intentaba desarrollar una veta cinica que creia interesante. Y Verénica... Bueno, Verdnica era Verénica, con ese aire de reina encantadora que levaba porla vida, Todo comenzé cuando ella sacé una foto de las cuatro juntas, sentadas en una mesa de la heladeria, Probé tres tomas con el brazo estirado y fue rotando ligeramente la posicién de su cabeza, en una serie de gestos que me parecieron estudiados para encontrar el perfil més favo- recedor. Después anuncié que postearia la mejor. Todas usdbamos las redes sociales, pero Verénica eva la mis constante, la que mas fotos y comentarios subja. Tenia 's y miles de contactos, muchos de los cuales solo le pedian amistad al ver su cara. Ese dia analizé con detenimiento las tres fotos, eligié luna y se dedicé a retocarla. Estaba usando una nueva aplicaci6n, nos explic6, que mejoraba el aspecto. Carola fruncié el cefio. —2Y para qué querés mejorarte vos? Ella serio. —A veces no salgo tan bien, Mira cémo funciona: tocando ac4 se suaviza la piel, te saca ojeras y cualquier imperfeccién. Con esto se puede adelgazar Ia cara. Si arrastras este circulo, products un efecto de maquillado, queda perfecto. Con este se puede trabajar el pelo, hacer- lo més lacio, cambiarle el color. Y este ultimo sirve para el cuerpo: podés volverte més flaca, més tetona... —volvié areirse—. Bs genial Carola la miraba aténita. —Pero es ridiculo, Te convierte en alguien que no sos. Es algo tan irreal —e¥ que? —2Cémo qué? ¢Para qué sirve el engaiio? Igual des- pués la gente te ve y sabe cémo sos en la realidad. —Bueno, la realidad.. Verénica sonrié ampliamente. Siempre tuve la sensa~ cién de que la sonrisa de su boca perfecta iluminaba el lugar donde se encontraba. —La realidad es algo tan complicado. gQué es més real? {Esto? —sefialé el espacio que nos reunfa—. ¢Nosotras cuatro? En las redes me contacto con diez mil B B ‘9 oupa9q ap ovener tg B 5 ‘Andes Ferrari personas, a la mayoria nunca la voy a ver. Me conocen a través de las fotos. {Eso no es real? Carola sacudié la cabeza con fastidio. —No entendés nada, hermana. Estas son las cosas que nos destruyen a las mujeres. Irene y yo nos erguimos en nuestros asientos. A juz- gar por la expresion de Carola se venia una discusién interesante. Ultimamente se habia volcado hacia la mili- tancia feminista con mucha fuerza y asumia un tono intenso que a alguna gente le chocaba. A mi me provoca- ba una cierta admixacién. O quizés era envidia de que estuviera tan segura de las cosas —{Qué querés deci? —Ver6nica soné a la defensiva. —Todo el mundo esté obsesionado con ser lindo. Ahora més que nunca, con la mania de las fotos. Quiz vyos no te des cuenta —sonrié con ironfa—, pero para la mayoria de las mujeres es una cosa inalcanzable. Qué? —Todo esa. Nos pasamos la vida sufriendo por no ser mis flacas, mas blancas, més rubias... Mirando videos ridfculos de mujeres que se convierten en Barbies, tratando de ser lo que no somos, de sacarnos la celulitis o ponernos mAs tetas. Nos dan vergiienza nues- tros cuerpos normales porque no se parecen alos de las modelos que vemos todo el tiempo en fotos producidas y tetocadas para vendernos cosas. Hay que despertarse, hermana. Quiz sonaba un poco a discurso. ¥ lo de hermana era tuna muletilla que solfa repetir en exceso. Pero creo que Carola era consciente de la irritacién que podia generar todo eso yle gustaba, —¢No exagerés, Caro? —Versnica seguia sonrien- do—. En verdad no est tan mal querer combatir la celu- litis. gO me vas a decir que la piel ena de pozos es hermosa? —Bs que el tema pasa por otro lado —Carola sacudié la cabeza—., Por lo que buscés. Si querés ser alguien que vale por lo que es 0 un precioso objeto de adorno que vigue las pautas que nos bajan. ¥ si para eso te la pass mirdndote al espejo y obsesionada por salir bien en las selfies. Hubo un momento de silencio. Creo que la cosa se estaba volviendo demasiado personal. Verénica ya no sonrefa tanto. —Reconoceme esto —dijo—: una mujer puede que- rer ponerse linda y no por eso ser boluda. No caigas en el cliché, no van necesariamente juntos. Carola sacudié la cabeza. —Creo que no estamos hablando de lo mismo. Pero ahora se me hizo tarde, la seguimos otro dia. No se detuvo a saludarnos una por una, apenas hizo lun gesto general con la mano, agarré su mochila y partié. Irene levant6 las cejas. —Eso fue fuerte. —Verénica se rio—, me parece que estaba de mal humor. ¥ eso que se la ve bien. Bajé un par de kilos, no? gHizo dieta? Me volvi hacia ella y le dirigi una mirada indignada, B 8 15 Yo9s99 9p oresaan ya » & Andrea Bereasi —Bra un chiste, Lu —me abraz6 riendo—. Por favor, no pierdas el sentido del humor. No era solo como la miraban, también estaba el tono. Lo aprendi con los aftos: a Ver6nica le hablaban en un tono diferente. Podia ser el mozo de un restaurante, la cajera del supermercado, un profesor, su dentista. Si eran hom- bres, el tono en general se endulzaba, Adquiria un matiz aterciopelado, insinuante, que delataba el deseo de sedu- cirla 0 al menos de complacerla. De ser mirados por ella. Pasaba con cualquiera, aun con tipos realmente viejos que sabian que no tenfan la més minima posibilidad de atraerla. A mf esa actitud a veces me asqueaba. Pero, a menos que fuera un avance grosero o demasiado directo, Ver6nica no parecia molestarse, A menudo, incluso, par- ticipaba de un coqueteo muy sutil, como si aceptase que ese era su rol en el juego. Con las mujeres eva distinto. Por supuesto, también estaban las que querian seducirla. Pero habia muchas que reaccionaban ante su presencia retrayéndose. O la enfrentaban con una actitud dura, una agresién no siempre disimulada. Creo que se séntian amenazadas No por lo que Verénica pudiera hacer 0 decir, sino por » a : a : su sola existencia. Como si ella les recordara lo que no eran. De una manera u otra, nunca era invisible. ¥ resulta- ba tan facil caer bajo su influjo. A veces creo que yo, que todos estabamos un poco enamorados de ella. 16 Cuando volvi6 a surgir el tema fue evidente que Carola 17 - venia preparada. Habfa juntado informacion y argumen- @ tos para dar batalla. No sé exactamente cémo salié esta 3 & ver, si también fue por las fotos 0 por algo que alguien > 3 Ajo. Recuerdo, si, que estabamos en casa, que acababamos & < de tomar café con medialunas y que Irene se quejé de que 8 habiamos consumido demasiadas calorias. Quiz4 fue eso. e Estuve leyendo mucho, chicas —dijo Carola— Sobre el impacto de la belleza en la sociedad, sobre los privilegios que trae. ~{Privilegios? @Saben que muchos estudios mostraron que la jente linda es mejor tratada por todo el mundo? gQue se los considera mds inteligentes? Y no es solo que los bus- can mas como pareja o como amigues. Es muy loco. También se probé que consiguen trabajo més rapido y tienen mejores sueldos. Hasta se asume que son més, confiables —se rio—. jMAs confiables! De verdad? —Irene hizo una mueca—. ,Solo por wer lindos? & Andres Berrart —Solo por es0. 40 no lo vemos nosotras a cada rato? Miren cémo la tratan a Verénica, ¢Se acuerdan del pre~ ceptor que tuvimos en cuarto, el tarado ese de Filippi? Vero podia hacer cualquier cosa y él estaba dispuesto a mirar para otro lado. Hasta cuando te rajaste del colegio dos horas antes se hizo el idiota. Silo hacia yo. —No es mi culpa —se defendid Verénica. —No digo que sea tu culpa. Digo que es irracional que una chica solo por ser linda la pase mejor en el colegio 0. consiga trabajo més rapido. Pero lo que a mime raya mas es qué hacemos las mujeres con esto. No hacemos abso- lutamente nada. Venimos peleando mucho por la violens cia de género, por el control sobre nuestros cuerpos, pero, no hablamos nunca de la discriminacién del aspecto. Al contrario, la favorecemos. {Por qué decis eso? —Por esta cosa obsesiva de la imagen y esas fotos posadas y perfectas que todes quieren subir a las redes. Es algo que te come la cabeza. Otras chicas ven esas fotos, se sienten feas, corren a comprar cosas para mejorarse y asi se alimenta este circulo hasta el infinito. —Puede ser —VerOnica sonrié—, existe el merca- do de la belleza y las presiones sociales, sf. Pero hay otro costado en este tema, amiga, que es eterno: la biisqueda de la belleza es natural. Nos gusta lo lindo en todas partes: en la miisica, en las cosas, en las per- sonas. Siempre fue asi y va a seguir siendo asi. Y, dejando de lado por un momento los discursos, deci- me, sinceramente: si te levantas a un tipo, gno te usta que sea lindo? 20 me vas a decir que preferis ‘que sea feo? Carola suspiré ieritada. No tiene nada que ver. Vos llevas todo al terreno personal. Lo que yo estoy diciendo es que hay un siste- na patriarcal que nos somete también con eso. En vez tle pelear por nuestros derechos, nos desesperamos por er divinas para complacer a otxes. Y hagamos lo que hagamos, siempre estamos insatisfechas. Es otra forma tle control. Verdnica sacudié la cabeza. Ets hablando como un panfleto, Caro —nos miré A todas. Yo me encogi de hombros. La verdad, tiene bastante raz6n. gO no? Pero es agotador —Vero sonrié—. :Por qué mejor » tomamos més café? 2¥ quedé alguna de esas medialu- has con dulce de leche? Bstaban buenisimas. Porque, encima, no engordaba. 6 ‘9 oqupuen 9p oren91 1g jHlabia un destino prefijado para ella? No sé, pero era Iigico que todas pensaramos que iba a terminar siendo Inodelo. En parte se debia a lo que le habia pasado a los nece atios, cuando estaba sentada en el banco de una a con su madre. Ese dia se les habia acercado una pla mujer alta, muy sofisticada, con aspecto de extranjera (al tnenos asi me lo habia contado ella) para ofrecerles su lnrjota. Era la representante de una agencia muy conoci- tia. Dijo que Veronica podfa ser una sensacién como inodelo adolescente y les propuso una cita en su oficina lina semana més tarde, Para Verénica la idea fue una ¢aplosion de adrenalina que le sacudié el cuerpo: durante \unas horas se imaginé desfilando en pasarelas, en tapas dle revistas, en la television. Pero esa misma noche, en luna cena que terminé con gritos y restos de pollo en el, wielo, sus padres decidieron que era demasiado joven y ho querian que trabajara. Por mucho que insistid, se hegaron a lamar a la agencia. Durante quince dias Veronica no les hablé. Y aunque después parecié olvidar- we de todo el asunto, yo siempre cref que apenas tuviera, x 8 ‘9 eaups9g ap oreneA | autonomia para tomar sus propias decisiones iba seguir ese camino. Nos sorprendié, sin embargo, cuando Ileg6 el momento de definir la carrera. Mientras nosotras nos anotébamos en la universidad -Carola en Sociologia, Irene en Derecho y yo en Comunicacion-, ella anuncié que irfa a una academia de artes para tomar clases de: comedia musical e improvisacién. Queria probarse sobre cl escenario, nos dijo, pensaba que tenia un costado cémico que pedia explotar. ¥ era cierto: VerSnica podia ser extremadamente graciosa. Pero, al final, el destino que la perseguia terminé alcanzéndola. No llevaba mas de un par de meses ent la academia cuando uno de los profesores de actuacién la abord6 con una propuesta: conocia al duefio de una agen- ia de modelos que estaba buscando una chica con sus caracteristicas para una gran campaiia nacional. Si lo autorizaba, le mandaria su foto. Podia ser, agregé con: una mirada cémplice, mucho, pero mucho dinero. Ver6nica no pudo resistirse. Un mes més tarde, el acuerdo estaba cerrado. La publicidad era para una empresa de cosméticos que se disponia a pelear en un mercado dificil: el de las cremas para mujeres muy jove- nes que aiin no usan cremas. El lema de la campafia eral “Nunca es demasiado temprano para empezar a cuidarse”, yla cara era Veronica. Cuando me conté los términos del acuerdo, se me aflojé la mandibula, Era realmente muchisimo dinero, sobre todo para una persona tan joven que encara st primer trabajo. Bl impacto en ella era evidente. Estaba {ensa, asustada. Me pregunté si podia acompafiarla ala josion de fotos que tendria lugar una semana més tar- tle, de donde saldrian las imagenes para los avisos en los wedios y afiches callejeros, Pasé a buscarla esa tarde y la encontré nerviosa. Se habia arreglado demasiado para mi gusto, con un vesti- lo verde brillante y unos zapatos que claramente le inco- modaban, Pero atin hoy el recuerdo de ese momento me produce una cierta nostalgia: creo que fue la tiltima vez que vi ese lado de Veronica tierno, algo ingenuo, antes de que el mundo a su alrededor se transformase y la transformase a ella. Al llegar al estudio donde la habfan citado, descubri- mos que Verdnica se habia preparado imiitilmente, por- que no iba a usar nada de lo que levaba puesto. Primero Ie lavaron el pelo y la peinaron. Después le dieron la opa, un jean oscuro y una camisa sencilla que destaca- ban sus formas. Lo més notable fue el maguillaje: una Inujer trabajé media hora sobre su cara y logré que se viera espectacular pero al mismo tiempo queno parecie~ maquillada. Creo que nunca antes la habia visto tan linda. La sesion de fotos duré algo mas de dos horas. El fot6- jafo, un tipo de unos treinta y pico de afios que se vana- ploriaba de su vasta experiencia, usé buena parte del tiempo para lograr que se relajara. Le dijo queno tenta que posar, que fuera ella misma. Convers6, le cont6 historias y 8 “p eaupiag ap orn iy la hizo reir hasta que el cambio fue perceptible: Ver6nic se aflojé y aparecié lo mejor de ella. Yo no vi el resultado hasta dos o tres meses después; cuando la campatia tomé la calle. Tuve que reconocer a €l tipo era un genio. La foto (porque fue una sola, siem- pre la misma imagen que aparecié en todas partes) resul- t6 excepcional, Verénica estaba deslumbrante, con unal mirada sensual ¢ inocente al mismo tiempo y una sonrisa que no permitia sacarle los ojos de encima. 24 La imagen aparecia en las revistas, en las paradas del = _ los colectivos, en los vallados de las obras, a un costada| E de las rutas y en un panel gigantesco junto al Obelisco, '§ _ ¥de un dia para el otro, todas las adolescentes del pai % —quisieron ser Verénica Gris Habia pasado algo mas de un mes del lanzamiento de la fampatia cuando Verénica nos invit6 a su casa a meren- lar. Por teléfono me dijo que no estaba saliendo mucho Porque todavia le incomodaba que la reconocieran por la talle. Incluso, agregé riendo, unas chicas le habian pedi- do autégrafos y, aunque era absurdo -al final, ,quién soy yo?, no habia podido evitar darselos. Me molest6 per: bir una cierta falsedad en su tono. Hubiera preferido que dmitiera abiertamente que la excitaba verse transfor- mada en una estrella y no que optara por esa pretendida modestia. La foto se habia convertido en su identificacién. Yo ya habia visto que la habia subido a todas las redes sociales: ahora era su imagen de perfil. Tenfa miles y miles de salu tlos y comentarios de gente que le decia lo bella que era, Pero eso no me preparé para lo que me encontré en su casa, Cuando Hegué, un poco mas tarde de lo previsto, Carola e Irene ya estaban ahi. No alcancé a saludarlas: apenas entré mi atencién fue hacia la pared. Alli estaba la foto, enorme, montada en un grueso marco, imponente. » & 19 quan, op ovemDa 1g x & ‘Andrea Rerrari —yLa encuadraste? Supongo que en mi tono era perceptible una critica. —No, no fui yo —se defendié—, Me la trajo M: Mamé la quise colgar. —_Quién es Matias? El fotdgrafo, zno te acordés? Me dijo que era w regalo en agradecimiento por lo bien que me porté duran: te la sesidn de fotos. Parece que la empresa quedé m conforme con su trabajo. —2¥ por eso la enmares? —Bueno, ademas queria invitarme a salir, Pero le dij que no. Es muy viejo para mi. Igual, me sigue escribiendo, Bsa era una situacién bastante usual: Verénica estabi acostumbrada a espantar candidatos como moscas. Per este era el primero que pertenecia a otro mundo: mayor profesional, con experiencia. Me dio la impresién de que pese al rechazo, la insistencia la halagaba. Ella habia tenid un par de novios en el secundario, aunque nunca habia parecide muy entusiasmada. Quizés, como ij alguna vez Irene, estaba demasiado fascinada consi misma para enamorarse de otro. O quizas era que habia aparecido la persona adecuada. —AY ya tenés decidido qué vas a hacer ahora? —pre gunté Carola—. {Mas publicidades? —Todavia no sé. Hubo un par de ofertas, pero agente dice que mejor espere un poco. — ahora tenés agente? —Si —sonrié—, es imposible moverse en este mu do sin alguien que te represente. Seguimos hablando durante un rato de las experien- tas que habfa vivido en esos dias. Si bien me interesaba la fonversacién, me di cuenta de que me costaba concen- lrarme, Tal vez era el efecto de la foto. Yo habia quedado fentada frente a ella y no conseguia dejar de mirarla. Era fomo estar con dos Verdnicas al mismo tiempo: mi amiga, que estaba recostada en el sillén, con los pies sobre la ‘nesa ratona, vestida con un short desteniido y una remera rande, y la otra, la perfecta, de una belleza abrumadora. Un rato mas tarde aparecié la madre para decir que habia hecho una torta, Nos fuimos a comerla ala cocina y ahi algo cambi6, No sé si fue Carola, que hizo un relato desopilante sobre un nuevo compatiero de facultad que estaba completamente chiflado, 0 Verénica, que nos Jepresenté cinco minutos de una deliciosa obra infantil que estaba ensayando en sus clases de comedia musical, pero de pronto el clima era diferente. Me sent{ a gusto, fon la sensaci6n de estar recuperando algo que era muy Valioso para mf, el disfrute de esa amistad. (O quizds era que el cuadro habia quedado lejos. N S ‘D EIUDIEA 2p OFENEE TE Aldia siguiente de esa reunién Carola nos envié un men- fije a las tres. Dijo que habia encontrado datos de un studio muy interesante relacionado con la discusién sobre la belleza que habiamos tenido un tiempo atrés y queria compartir. El asunto era asi: un grupo de economistas habia hecho un experimento para comprobar si se cumplia en 1 pais la discriminacién por aspecto observada en otras partes del mundo, Primero armaron un gran ntimero de fulsos curriculos de personas con calificaciones laborales vimilares y se los enviaron a varias agencias de trabajo que ofrecfan puestos. En la mitad de ellos incluyeron fotos de personas atractivas, mejoradas digitalmente para acentuar las caracteristicas de la belleza tradicional. Lin la otra mitad, las fotos eran de gente poco atractiva, Hl resultado era contundente. Los “lindos” habian sido convocados para una entrevista en un 36 por ciento més le oportunidades que los “feos”. Los investigadores desarrollaban en el trabajo el con- cepto de “capital estético” como el conjunto de privilegios y 8 5 g y ventajas eccnémicas que una persona recibia solo p sus caracteristicas fisicas, Observaban que para compens sar su falta de atractivo los “feos” debian demos mayores habilidades o experiencia en el campo laboral “Qué me dicen? ~pregunté Carola~. {Esto es 0 no e! discriminaci6a?” Irene respondié primera. “Es interesante, De movid: habria que prohibir que pidan fotos en las busquedas di trabajo, gn0?”. Yo contesté con un chiste del que después me arre No nos vimos mucho en los meses siguientes. Cada una 30 ‘= penti, “Creo que para buscar trabajo todas tenemos qua taba muy metida en su mundo, explorando la vida nue- — mandar fotos de Verénica’, escribi. Ya que se nos abria, Carola ahora militaba en una agrupa- Ma, en cambio, se tomé mds tempo, Recién ai lin universitaria, Irene tenia un trabajo muy exigente noche legs su respuesta, “Me interess ol concepto d@j un estudio de abogados y Verénica subi lo esalones ‘capital estético! —decia~. No muestra esto entoncedf ile su vertiginosa carrera. Mi principal novedad era un novio. El primero que me sacudié el piso: Bruno. Si no hablé mucho de mf hasta ahora es porque la ncién de este relato es contar lo que pas con que es positivo mejorar las fotos 0 incluso mejorarse uno mismo para obtener beneficios? ,0 aumentar es capital esta mal visto?” Carola noe contest6, erdnica, No sé si alguna vez le voy a mostrar esto a alguien o si es solo para mi, para entender, para recordar. Pero sé que tengo que explicar un poco més, al menos poner sobre la mesa los claroscuros de nuestra relacién, Conocf a Verénica cuando empezabamos la primaria y fnveguida conectamos bien. Tengo que reconocer que slompre fue una buena amiga: generosa, célida, divertida. Y sin embargo no era facil ser su amiga. Quiero decir, fitar al lado de una persona de belleza tan espectacular Ince pedazos la confianza de cualquiera. Yo no creo que soa fea, pero tampoco me destaco por mi aspecto. Normal, & w 1 soqupteg 9p o3eIeA | & o Ancites Perrari diria, Tengo una buena altura, grandes ojos marrones y a pelo oscuro, ondulado. Desde chica tuve tendencia engordar, por lo que me pasé buena parte de la adolescen: cia haciendo dietas para mantener el peso a raya. La relaci6n con Veronica me convirtié en “la amigg de la linda”. Paradéjicamente, eso me trajo beneficios recibia muchas més invitaciones de las que hubiera teni do en otro caso. Sé que para muchos yo me volvia intere sante solo por ser su amiga o porque sabian que ella s enojaba si no me incluian. St querés que vaya Verénie invitala a Lucta, le of decir aun chico una vez. De mod ‘que se podria decir que saqué rédito de la relacin. Y si ile Palermo que sugirié ella. Yo no solia ir a ese tipo de Iigares, demasiado caros para mi presupuesto, pero no liyeuti la eleccién, Sabfa que Vero se estaba acostum- byando a un nuevo mundo. Cuando legé el dia, Bruno me llamé para decirme que #itaba con fiebre y no podria ir. En lugar de reprogramar Wencuentro, opté por avisarle a Verénica que iria sola Gre0 que eso me alivié y caminé hacia el restaurante con Ww vensacion de haberme sacado un peso de encima. Al itrar los vi enseguida, en una mesa junto a la ventana. Me detuve unos segundos a observar la escena, que tenfa 0 de irreal. El tipo era bellisimo: rubio, buen fisico, embargo... ‘jos verdes, una barba apenas crecida. Se estaba riendo elo que ella le decfa y le tomaba la mano. Verénica lle- Pasé mucho tiempo antes de que le presentara @ vay puesto un vestido violeta que dejaba su espalda al Bruno, Me avergitenza admitirlo, pero me daba mie que la conociera. No tenfa ganas de ver su expresién primera vez que posara sus ojos en ella, esa expresion ‘embobamiento que yo habia visto tantas veces en otro! No queria estar controlando cuantas veces se sonreian sila mano de él se quedaba demasiado tiempo en el braz de ella, Tal vez por eso no hice un esfuerzo especial pi que nos encontréramos en esos meses. En una de las conversaciones telefénicas que tuvimos leteubierto y el pelo recogido con una vincha que hacia Wego. Sobre la mesa habla dos vasos altos, uno rojo Antenso y el otro anaranjado. No sé cémo explicarlo bien, [ito el efecto que generaba todo eso junto era increible {mo si uno se metiera dentro de una publicidad, donde Hilo es lindo, colorido y brillante. Bn ese momento Verdnica me vio y levanté la mano, Winpiendo el hechizo. Me acerqué y la abracé. Después Wino la presentacién, Verénica me conté que también estaba empezando w nueva relacién, Se llamaba Ignacio, tenfa veinticinco af y era productor de modas. Por su tono, me parecié q esta vez estaba realmente entusiasmada. Al fin acordam una salida de a cuatro, un almuerzo en un restaurant Por fin —sonrié divinamente Ignacio—, Vero me Iablo tanto de-vos ‘Toro era perfecto, y yo me senti como un insecto Minusculo 8 8 ‘9 eamoNDA ap ones (a 34 ‘Andes Berrast La conversacién durante el almuerzo gird en torno = {Dénde? las novedades en la vida de Verénica. Acababa de fi ‘Aca al costado —se sefial6 un lugar junto a la boca an spot de television para una marca lider de perfum ide se vislumbraba una pequefia marca roja—, Ahora an el que habia tenido que actuar por primera vez, i mejor, pero hace unos dias estaba horrible. Cre muy breve: una caminata por la calle y un cruce de miralf fie un herpes. Ademés... umes das con un hombre, Peto ya le habian propuesto dos m facudi6 la cabeza, lo que significaba, segin Ignacio, un salto cualitativo Que? su carrera, Yo habia visto un pequeito articulo en w No sé, ya no estoy como antes, revista de modas donde, bajo la famosa foto, hablab {De qué hablis? Bstés perfecta del ascenso de esta nueva modelo tan joven y tan hermé No, Lu, capaz vos no te das cuenta, pero hay un sa, La mencionaban, habia notado, como “Verénica Gil taimbio. Lo noto cuando miro la foto, tila ee wae Le pregunté el motivo de la G a secas. Hrenca. 8 er ciareartucenconsls la? tract el cao ; =e eso por que? Bueno —se rio—, quiero dect, yo en ese momen. & Se encogié de hombros. 1 Ya pasé casi un afio dela foto. ¥ no estoy igual. Meda & —Nunca me gusté mi apellido. Es un bajén ese Grigf Wiledo. 5 gno? El gris es el color de la tristeza, de la vejez. Cuan Yo no lo podia creer. 2 igo “Gris” pienso en una mujer canosa y llena de army stds completamente loca —le dij. —se rio—. Ademés, segin mi agente, la“G" sola qued] Quizés advirtio Ia preocupacién en mi tono porque enigmética y lama la atencin. tseguida consis y cambic de tema. Me dijo que me Bn ese instante son6 el teléfono de Ignacio. Pidié diff bia extrafiado mucho, que teniamos que vernos mé culpas: tenia que atender y lo haria en la calle para nif teguido, Cuando volvié Ignacio, ella sacésuceluler. molestar. Aprovechamos el momento a solas para habl Hagamos una ant tun poco de muestras relaciones. Verénica me dijo q Son Eaten pia tae todo iba bien con él; mas que bien, excelente, Parecia sit Fstir6 el brazo y disparé cuatro veces. Los tres son- cera. Le pregunté por qué tltimamente postesba taf IWlamos, pero para mis adentros yo solo podia pensar pocas fotos en las redes. que era el patito feo dela foto. —Ah, es cue tuve la cara hecha un desastre—dijo. J} Horas més tarde, ya en mi casa, vila que habia subido a La miré, Estaba igual que siempre. Ins redes. Me lamé la atencién notar que su expresién, y w o ‘Andes Ferrari quizé también la inclinacién de la cabeza, era idéntica a de la famosa foto, como si se estuviese imitando a si ma. Ademés, habia hecho varios retoques. Yo lucia mu bien, con la piel impecable y los dientes blanquisimos. B ‘me hizo sentir estiipidamente contenta. ocos meses después, una fiesta nos reunié a todas, Fue Jihta cl casamiento de Micaela, la hermana mayor de Irene. ‘odavia éxamos muy jévenes y nadie se casaba entre nues- tos conocidos, de modo que todo nos resultaba bastante @eitante. Durante los diez o quince dias previos inter- fambiamos muchos mensajes sobre a quién levabamos de acompanante, qué les regalabamos a los novios, cémo thomos a vestimnos. Yo no podia comprarme algo nuevo -todavia no habia tonseguido trabajo y la situacién econémica de mis padres no pasaba por un gran momento-, asi que opté por pedizle prestado un vestido a mi prima. Era un solero tle crepé negro que estaba bien, aunque nada especial. eronica comenté con vaguedad que ibaa elegir entre un par de modelos que habia usado para eventos recientes de moda. Irene tendrfa el esperable vestido a medida. Y Carola fue la més enigmética: se limité a decir que tal vez, nos sorprenderia. Definitivamente, nos sorprendi6, Yo llevaba entonces lun par de meses sin verla y no tenia idea de sus cambios. w S ‘9 Panga 9p ores 1g & % ‘Andrea Fereati Se habia cortdo mucho el pelo -un corte irregular, largo a la izquierda que a la derecha~ y lo habia teaido violeta. Iba vestida con un pantalén negro brillante y top strapless turquesa que dejaba ver su omabligo. Estal linda, provocativa y, sobre todo, diferente. Diferente a mayoria de las mujeres que, como yo, llevaban un ve tido mas 0 menos tradicional. Al lado de ella me sent aburrida y vieja. Claro que la sensaci6n fue Verénica. Llegé un poct tarde, de la mano de Ignacio, y fue como si entrara pareja real. Las voces se acallaron y todos giraron pat inirarlos. Ella tenfa un largo vestido rojo escotado, m cefiido al cuerpo, un exético peinado recogido y tacot altisimos. El llevaba una camisa lila por debajo de un el igante saco negro. Pero, cOmo decirlo, no era tanto la ve timenta, sino el resplandor que emanaban. La perfeccisi de la imagen —2Bsa es Ver6nica? —pregunté con expresién azora da Bruno, que la veia por primera vez—. No sabia que... Y, no, claro que no sabia. Yo le habfa contado que amiga de la infancia era modelo, pero habia omitide mencionar que era esa chica deslumbrante que tod veiamos en les publicidades. Los observamos mientras saludaban a la gente hast que llegaron a nosotros. Verdnica lo abrazé a Bruno cot tuna euforia que me parecié sobreactuada, Hablamos uno! minutos de cuestiones sin ninguna importancia mient el fotdgrafo dela fiesta se acercaba a retratarnos. Despué ellos siguieron la ronda de saludos. iY qué te parecié? le pregunté a Bruno. Impactante pero. Me acaricié la nuca—. Me extrafia que puedas seguir Hondo su amiga. Sus palabras tuvieron el efecto de tranquilizarme y itristecerme al mismo tiempo. No se habia tirado a sus Hes, Pero lo que habia dicho era clerto: cada dia me cos- aba mas encontrar a Verdnica dentro de ese fabuloso wnvoltorio. Los dos son muy espectaculares, no sé, de otro mundo, tan diferente del nuestro, Pasados los canapés y una ronda de baile, nos ubica~ fon a todos los amigos en la misma mesa, salvo a Irene, ue se sentaba con su familia. Enseguida trajeron el pri- mer plato, vino y cerveza. Tal vez. fue el calor 0 que nos hubiamos agitado bastante con el baile, pero nos lanza- nos a tomar en abundancia. Como siempre, los celulares estaban a mano y todo el mundo filmaba y sacaba fotos: dle las personas, de la comida, de la ropa, del baile. Al ins- lunte lo subian a las redes. Era casi como si el casamiento se estuviera emitiendo en directo. —Aveces tengo la sensacién —empez6 a decir Carola, y quiza porque coincidié con un silencio en el resto de las conversaciones todos la miraron— de que, mas que vivir, estamos posando. —{Qué querés decir? —Bruno, a mi lado, acababa de car una foto del plato porque le parecia increfble que se hubiesen tomado el trabajo de tallar cada tomate como una flor. & 3 1) eqUpIOA ap oreREA TI + 6 Andrea Ferrari Estamos acé, pero en lugar de disfrutar esto I registramos para mostrarselo a otres. Nos interesa exhibir el momento que aprovecharlo, Verénica sonrié y tom un trago largo de vino —Otra ver con las fotos, Caro. {Por qué lo ves tod tan negativo? También podrias pensar que guardam las imagenes de buenos momentos vividos para pod recordarlos. —Si fuera asi no necesitariamos subirlas a ningit ugar. No, yo creo que todo el mundo cayé en esta mani de publicitarse: hay que mostrarse permanentemente. mostrarse més lindes, mas felices y més triunfadores de To que somos en verdad. Aunque supongo que pata vos normal, la publicidad es tu vida Verénica hizo una ligera mueca y amagé a tomar ‘vaso, pero estaba vacio. Levanté Ja mano hacia uno de lot ‘camareros y unos minutos después todos teniamos la copas otra vez llenas. —la publicidad es mi trabajo, no mi vida, Pero ve que viene la critica. —No, para nada. Si eso te hace feliz esté perfecto: —Dale, Caro, es obvio que querés decir algo més Decilo. Es por el iltimo aviso. 20 no? Carola tomé mas cerveza y asintis. —Es que... ¢depilacién, hermana? {En serio? Me irrité que Carola lo mencionara. Un rato antes habfa comentado lo horrible que le parecia la publicidat de una compaiia de depilacién definitiva en la qu Verénica bailaba, vestida con una musculosa y un sho mientras la c4mara recorria sus larguisimas piemas. Yo Je habia pedido que no sacara el tema en la fiesta, y ah estaba, —Yo no elijo a las marcas —se defendié Verénica—. His un trabajo. ~Podés rechazarlo. No sé, pero casi parece un chiste, el simbolo de toda la mierda que las mujeres son capaces dle hacerse a si mismas, untarse con cera caliente o some- lerse a esos tratamientos horribles con léser que duelen un mont6n para que no se vea un solo pelito fuera de ugar. Fomentar eso... Verénica se rio. -Si, es un embole depilarse, claro. Pero gvos acaso no lo hacés, amiga? Te veo las axilas muy prolijas... Durante unos segundos todos nos callamos. Era cier- to: con el top cavado que levaba era evidente que Caro estaba depilada. Gol para Verénica. —S{, todas nos sometemos a algunas de estas cosas reconodié Carola—. Pero eso no significa que no pue- dda criticar el mandato que nos obliga. Verénica volvié a sonreir y tomé otro trago. —Ah, bueno, al final no éramos tan rebeldes. En ese punto me harté de la confrontacién entre mis amigas. Basta, cortemos con esto —dije y levanté la copa—. Birindemos. Porque estamos juntos, por el casamiento de Micaela... -i¥ por los pelos de nuestras axilas! —me interrum- pid Vero. s £ “9 Buona ap o3eneE Ta + 8 ‘Andrea Fereati Carola se rio con ganas y levanté el vaso. —Eso. {Y nadie quiere fotografiar el brindis? 1 hablar del tratamiento cuando ya levaba bastante Hempo en el mercado. Creo que, en parte, fue porque no suelo prestar demasiada atencién a esas noticias, pero fobre todo porque recién después de que los efectos se hicieron mas evidentes el tema realmente exploté en los mnedios Sellamaba Stoptime, un nombre por cierto muy obvio, pero a eso apuntaba, a detener el tiempo. Mi primera reac- ion fue el escepticismo total: eso tensa que ser el resulta ilo de una campafia bien armada y bien pagada para que los crédulos de siempre cayeran. Sin embargo, a medida que fueron aumentando las noticias, no pude menos que preguntarme si habfa algo mas alla de la publicidad. Lo anunciaban como una verdadera revolucién en el mundo de la estética, El tratamiento consistia, a grandes tasgos, en la insercién subcutanea de una serie de micro- chips que sostenian la musculatura facial y liberaban pro- gresivamente una sustancia (cudl era esa sustancia era lun secreto que no se revelaba) que en lo inmediato mejo- ba la calidad de la piel y luego evitaba la flacidez y las 8 & & = i - Andrea Ferrari arrugas. En pocas palabras, mantenga todo en su lugar e 6ptimas condiciones. Requeria un refuerzo una vez aio y, por supuesto, costaba una fortuna. Después de su autorizacién en Estados Unidos, tre afios atras, el tratamiento haba empezado a expandirs por todo el mundo. Y ahora llovian los testimonios sobt sus efectos aparentemente espectaculares. Lei al vuel las declaraciones en el articulo que tenia frente a mi: Ur resultado increible, me miro al espejo y cada dia me asom: bro... En tres afios mi cara se mantuvo perfecta pese a q estoy envejeciendo... Habfamos aplicado buenos tratamien: tos antes, pero nunca vimos algo ast, es mdgico... Esto es formula de la javentud eterna... ¥ seguian y seguian. Por un tiempo todo me hizo gracia, me parecia increl ble que la gente se lo tomase tan en serio, Pero con el corvel de los dfas la noticia no hizo més que crecer. En Estados Unidos decian que todo Hollywood estaba anotado en lis de espera para acceder al tratamiento y lo mismo sucet entre Ios famosos de Francia, Alemania o India. Gente si tantos recursos pedia créditos para poder pagarlo. ¥ empe: zaban a aparecer estudios cientificos en publicacione! serias donde se confirmaban efectos notables. Habia, ademas, un costado del tema que me pare bizarro y, a la vez, morbosamente fascinante. Los espe calistas recomendaban que quienes querian acceder tratamiento primero estuviesen seguros de tener la cat que deseaban. Porque, como el Stoptime buscaba la per manencia de los rasgos, después las correcciones complicarian. Asi que se sugeria (0 casi, se ofrecia), mo paso inicial, que la gente se hiciera las necesa- Was correcciones en nariz, pomulos o frente, y recién Mospués aplicaran el Stoptime. O sea, inventarse una fara y luego mantenerla para siempre. Todo me parecia salido de una novela de ciencia ficcién, ih género que siempre me gust6, y fue por eso que empe- f#-a seguir el tema de cerca. Pero jamas lo relacioné con- Inigo. No solo porque a mi edad todavia no me parecia hecesario ocuparme de mis futuras arrugas, sino porque Mi sofaba con tener ese dinero. Y, de haberlo tenido, no Jo hubiera usado con ese fin Uno de esos dias la encontré a mi madre mirando un Informe sobre el Stoptime en la televisién. Qué locura todo eso, jno? ; Si, es incretble —dijo—. Como me gustaria poder hacerlo. En serio? Yo la veia muy bien con sus cincuenta aos, Claro que tenia ojeras y la piel algo opaca y flécida, pero para mi llicia mas joven que otras mujeres de su edad, y eso debia parecerle suficiente. Selo die y se rio. so lo decis porque sos joven y todavia no empezaste ‘deprimirte frente al espejo. Ya vas a cambiar de idea. Pero lo que verdaderamente me impacts fue lo que paso dias mas tarde cuando me junté con mis amigas. Ione acababa de mudarse muy cerca de lo de Ver6nica y hos invité a conocer su casa. Fue un buen encuentro. La @xtraiiamos a Carola, que no habia podido ir, pero quiz4 & & ‘) PouoreA ap oreneN 1g por eso Ver6nica estaba més abierta, menos a la defensi- va. En un momento Irene mencion6 al pasar ~no recuer- do bien a cuento de qué vino- el tratamiento que hacia furor. Vero sonrié, —Creo que me lo voy a hacer. Nos quedamos mudas unos segundos. —Supongo que es una broma —le dije—. No pueda creer que digas eso en serio. —Por supuesto que es en serio. —Vero, ests genial. No tenés ninguna necesidad de hacer una cosa asi Sacudié la cabeza. —No entendés, es justo ahora cuando hay que hacer- lo, Antes de que todo empiece a caerse. Ademas —bajé los ojos—, no es cierto que esté genial. Si compards con) la foto —Estis obsesionada con esa foto. —Es que creo que estoy envejeciendo més répido Jo normal —buscé en su celular hasta encontrarla—, Miren. ¥ comparen. &n verdad, habia cambios, No usaria la palabra enve/ jecimiento, pero quizé sf madurez. En la foto Verdnic: atin tenia algo levemente infantil, un toque de inocenci que ya no existia. Seguia siendo hermosa, pero ahora s rostro era un poco mas duro. —Bs normal, todos vamos cambiando. La diferenct es que vos s0s divina —dijo Irene con lo que me pareci un cierto fastidio Verdnica sacudié la cabeza. —Yo quiero seguir siendo como era hace dos afios. Ya ‘estuve averiguando para hacerlo... —Pero ademis eso es carisimo, Vero —la interrumpi— llenés semejante cantidad de plata? —Si, es cavo, pero vengo ahorrando mucho y puedo jastarlo, Irene parecia cada vez més irritada. —Sos capaz de entregarle el alma al diablo para no cambiar, —No, amiga —Versnica se rio—. El diablo no existe, y sobre el alma tengo bastantes dudas. Yo solo voy a entregarle mucho dinero a un médico. Solo eso. s 8 15 eauoren spovener ia Iin ese tiempo, segin dijeron los medios, se produjo un Muerte aumento de las cirugias estéticas. Al parecer tenian {que ver con el nuevo tratamiento, era el “acomodamiento” [jevio. Pero tengo dudas de que esto fuera realmente cier- 10, los medios suelen exagerar los temas de moda para Producir titulos de impacto. Lo que a mi me interesé fue eer que la mayorfa de las mujeres que consultaban que- flan lo mismo: pémulos marcados, nariz pequefia con Punta redondeada, labios pulposos. Los médicos hablaban le un “rostro de época” Se me dio por pensar que legaria un dia en que todos querriamos ser més 0 menos iguales. Un mundo de cuasi Clones. Quizds, me dije, podia escribir una novela con ese vgumento. Por entonces imaginaba ~a veces todavia lo hhago- que ibaa llegar a publicar algo. Tomé muchas notas para ese proyecto. Era una disto- pila, un mundo en el que habria tres modelos de mujer y ties de hombre entre los que se podria optar antes de tener un hijo. Un set de genes para elegir. Por supuesto, todos serian lindos, pero con distintas caracteristicas s 6 ‘9 eos 2p oven02 13 fisicas. Algunos tendrian un estilo de belleza perfecta tradicional. Otros serfan mas exdticos, con una combi cidn de rasges orientales y occidentales. En uno de modelos masculinos primaria la virilidad, en uno Jos femeninos, las curvas o la delgades. Cada persona sabria de entrada hacia qué modelo, sentia més atraido. Quizs a lo largo de la vida tendrfa varias parejas pero siempre externamente i les, porque repetiria el modelo. ¥ habria algunos que el girian estar con otro de su mismo sexo y modelo, o st Me imaginaba que en un tiempo Verénica cambiaria de 50 = que seria como estar en pareja con un gemelo, iilea. © quizds era solamente mi deseo el que me hacia & Se produciian, claro, infinidad de confusiones, yj pensar asi. Pero unas semanas més tarde me llamé para que seria muy dificil distinguira dos personas de mismij_ ltirme que ya habia hecho una primera consulta y tenia Z modelo: habria que captar los matices de la voz, los get el turno asignado para someterse al tratamiento. Queria ie yo la acompafiara, Intenté disuadirla una vez més, pero cuando me di ta de que era imiitil, le dije que si, daro que iba a ir tos. A la larga, sin embargo, empezarian a aparecer diferencias. Porque la personalidad y, sobre todo, acciones de cada uno, acabarian por reflejarse en la cari Todo dejaria su marca: la tristeza, la ira, el fracaso, crueldad. Y poco a poco surgivian nuevas formas fealdad, segin lo que cada uno cargaba en su mochila. Llené un cuaderno con notas, pero al final m escribt la novela, Creo que se convirtié en algo en Io ‘no queria pensar tanto. au ton ella, Aunque sintiera una profunda desconfianza por el procedimiento, no podia dejarla sola. Me habia Invadido la absurda sensacién de que tenia que contro- liar lo que le hicieran, aun cuando era obvio que no podria controlar nada. De todas formas, me puse a buscar toda la informa- On disponible sobre el tratamiento. El uso de micro- thips implantados, lei, ya tenia bastante difusion. Se ‘itaban aplicando tanto con fines de informacién y ras- tweo ~seguirle los pasos a una persona o guardar infor. imacion relevante, por ejemplo- como con objetivos nédicos. Podian servir para medir la glucosa, para liberax 2 y x Andrea Berra quimioterapia, para controlar la epilepsia. Pero sot cémo funcionaba en concreto el Stoptime no habia de siadas precisiones. Aunque lei algunas opiniones médicos que sembraban dudas sobre eventuales efectos largo plazo, en el medio de la exaltacion generada por excelentes resultados observados, estos cuestionamic tos aparecian diluidos e incluso quizas interesados, vert dos por representantes de otro tipo de tratamient estéticos, De modo que después de toda esa investi ién, solo consegui sentirme més confusa que antes. Unas semanas ms tarde nos encontramos en direcci6n que Verénica me indicé, sobre la aveni Quintana, en el barrio de Recoleta. Era una clinica pequt fia pero impactante: alfombras azul claro, enormes sill nes de cuero negro, cuadros de un pintor de moda. To olia a nuevo ya dinero. Mientras esperdbamos me conté que en la consult previa habia llevado la foto para que vieran lo que quer El médico le kabia propuesto hacerle un pequeno reto ala altura de los pémulos a fin de que recuperara algo la expresion perdida. Y luego congelarian el result con el Stoptime. Esa fue la palabra que usaron, 0 al men Ja que us6 ella: congelar. Me cayé mal, me soné a cama frigorifica, a muerte. Para cambiar de tema, le pregunté cémo andaban I cosas con Ignacio. Estaba sorprendida de que no le hubi pedido a él que la acompafiara. Pero Verénica sonsi6 y dif que todo iba bien, solo que no le gustaba la perspecti ‘le que él la viera cuando saliera del procedimiento, fea e hinchada. —{Pero no esté acostumbrado a verte en cualquier situacién? Cuando te levantés de la cama, por ejemplo Sacudié la cabeza. —No, yo me arreglo enseguida. A él le gusta que esté flempre bien, Todo el mundo espera que esté siempre bien. A veces, Lu, es tan cansador todo esto. Mientras lo decia apoyé su cabeza sobre mi hombro y por un instante me parecié ver un flash de la Ver6nica ado- Jescente, a que recurria a mi cuando se sentia insegura. —gNo te dan ganas de dejar todo? —le pregunté—. Hacer otra cosa, més relajada. Estabas tan entusiasmada on la comedia musical. —Quiero retomar las clases, pero iiltimamente estu- We muy ocupada. ¥ es dificil echazar todo lo que me ofre- 1, Bs demasiado bueno. Supongo que era dificil, si, Blla ni siquiera lo habia huscado. Todo ese glamour, ese mundo fastuoso, se lo hhabian puesto a sus pies sin que lo pidiera —Ademés, creo que no va a durar mucho —sonrié— Quiz’ lo estire un poco con este tratamiento, pero en un tiempo mas No llegé a decirme cual era el tiempo que calculaba Porque en ese momento una asistenta uniformada la hieo pasar. Habfa llevado un libro para alivianar Ja espera, pero ne costé concentrarme. Me dio por imaginar escenas y 8 ‘9 Poupl2A 9p ovenas ta g g ‘Andrea Berrart absurdas, como que Versnica salia corriendo tras d brir algo horrible en el consultorio y escapabamos jun por las escaleras, perseguidas por hombres de guardap. vo claro y mirada oscura. Por supuesto, no pas6 ns Una hora més tarde me Iamaron para decirme que to estaba bien y podia entrar a ayudar a Verbnica a vestirs ‘Todavia estaba acostada en la camilla, con el camisol puesto. Le habian dado anestesia local y un poderoso jante, que la hab{an dejado en un estado de mareo y so nolencia, El médico ya se habia retirado, pero su ayudant me dijo que el procedimiento habia sido exitoso y conve nia que Veronica hiciera reposo un dfa para favorecer I resultados. Ella abrié los ojos y me sonrié. Mientras le alcancal la ropa me pregunt6 como se veia. Hablaba raro, por efecto de Ja medicacién, La observé con detenimient para mi nads habia cambiado. —Estas un poco roja —le dije—, pero fuera de es normal. —4Me parezco? —pregunté en un susurro. La micé extrafiada, 2A quién? Se rio, —Estoy dormida, no sé qué digo. Pero cre que se referia a la foto. ‘Aunque cuando la dejé en la casa se vefa bien, yo ni pude sacarme la preocupacién de encima, A la noche escribi, para saber cémo seguia. Me dijo que una wiado el efecto de la anestesia habia tenido una fea sen- ‘jici6n de ardor en la cara y habia seguido la recomenda- fidn que le dieron en el consultorio, colocarse una nascarilla de gel previamente congelada en el freezer. Asi taba: acostada en la cama, inmévil, con la mascara de Nieto sobre la cara tra vez, la imagen me desagrad6, Me hizo pensar en was historias de gente que se congela para despertar ol futuro y acceder a una segunda vida, donde ya han inuerto todos sus conocidos. Esa noche me cost6 dormir. e a 1 woquorag ap o7eND3 1g Mi cumpleatios cayé un miércoles. Habia quedado con Jiruno en que irfamos a comer una pizza después de la facultad, una salida a la que probablemente se sumarian ros compafieros. Fuera de eso, no tenia otros planes ‘nis que la rutina. Habja empezado a trabajar en una fiilio, donde tenfa que atender teléfonos y responder Inensajes en las redes sociales durante un programa atutino. Me pagaban mal, pero me daba algo de expe- jiencia en un medio y me entretenia. La noche anterior Verénica me escribié para invitar- Ine a almorzar. Le expliqué que tenfa poco tiempo des- pués de la radio, quizds era mejor que lo dejaramos para élfin de semana, “No, no, te quiero ver el dia de tu cumpleaiios ~insis- li0-. Te paso a buscar por ahi y vamos a un lugar cerca que conozco”, No pude negarme. Al otro dia, al salir de la radio, la econtré esperandome en su auto, una flamante cupé ja. Solo evaba dos meses manejando y todavia se ponia nerviosa, aunque lo preferia a viajar en transporte yg q 1 voqupt9g 2p o2eNea |g y ® ‘Andrea Ferrari piiblico, me dijo, porque la gente la reconocia y la agobil ba. Manejaba francamente mal, brusca y tensa, pero p suerte el restaurante al que me llevé era cerca, ¥ enc: dor. Tenfa unas mesas afuera, en medio de un peque jardin florecido, y me quise quedar abi. —Esté tan lindo el dia. Hace mucho que no como al Me parecié que dudaba, pero fue apenas un instant —Claro, es tu cumpleatios, vos elegis. Una vez que pedimos la comida -dos ensaladas de s mén y una jarra de limonada~sacé de su cartera un sol yme lo extendi6. —Feliz cumpleaiios. Lo abri con intriga. Adentro habfa un cupén pasar un fin de semana en un lujoso hotel-spa de la cost con todos los gastos cubiertos. Bra para dos, me acla asi que podia llevar a Bruno. Agradect azorada. Jamas hubiera esperado un regalo ast. —Qué loca, gastaste una fortuna. Agité la cabeza y sonri6. —No fue tanto y me hace feliz regalartelo, Quiero qi sepas, Luli, que valoro todo el apoyo que me das. que tltimamente estamos un poco alejadas, pero para vvos sos muy importante. Me extraiié la declaracién de afecto. Y que usara ¢ apodo, Lull, creo que no me llamaba asf desde los onc doce aiios. Le dije que claro que siempre podia cont conmigo y le apreté la mano. Gracias —sonrié y me parecié que tenia los oj hhiimedos—. A veces me siento tan perdida -{¥ qué pasa con Ignacio? zNo te acompana? Se encogié de hombros. —Si, Ignacio esté, pero es parte de lo mismo. Todos Hiperan mucho de mi. Hay dias que me siento... no sé, otada, demasiado exigida. En ese momento llegé la comida. Ella se dispuso a fondimentar la ensalada y me parecié que queria cambiar ile tema. {Qué te parece el resultado del tratamiento? —pre- funto—. cEstoy bien, no? La verdad es que yo no vefa ningtin cambio significa- fivo. Quizés un muy leve efecto en los pomulos. Pero no wise decepcionarla Ests barbara. ¢Entonces quedaste satisfecha? Bastante —sonrié—. No estoy igual a la foto, pero Ine acerco. ¥ espero que se mantenga Hablamos de todo durante ese almuerzo, como hacia ‘nucho tiempo no hablabamos. Y brindamos: por mi cum- pleatios, por los proyectos que teniamos y por Africa. Ese a un plan delirante que habiamos armado de chicas: apenas fuéramos independientes viajariamos juntas por oda Africa, A esta altura parecia imposible que algiin dia Jo hiciéramos, pero habia quedado entre nosotras como lina broma, como un simbolo de nuestra amistad. Africa fn eso, la promesa de seguir unidas. Habjamos terminado de comer cuando vi que un lipo se paraba en la calle y miraba en direccién a noso: mas, Ya antes me habia dado cuenta de que otra gente a 3 19 eauonnA 9p oveNOH |g a 3 Andrea Ferrari sins obseaveba, pero bubian vegulde de largo. Qul bri los ojos y me aparté con un gesto izritado. Mientras pensé, ese era el motivo por el que Verdnica habia du do de que nos sentéramos afuera, La exposicién. Es tipo se acercé con paso firme. Tendria unos cuarei afios, era corpulento y algo en su expresién me pare vagamente desagradable. Se par6 frente a nosotras y dirigié a Vero. —;80s la modelo, no? Billa asintié con una sonrisa discreta —gMe puedo sacar una foto con vos? Era obvio que Veronica no tenfa ganas, pero no p negarse. EI tipo abrié la cémara en su celular y se aga junto a ella, Después pas un brazo en torno a sus hoi bros, apreténdla con fuerza contra él, y disparé una vi Verénica parecia incomoda. —No tan cerca —dijo. we incorporaba la miré a Verénica con odio. —¢Quién te creés que sos, pelotuda? Bla no pronuncié palabra. Yo estaba parada en el nedio, incapaz de hacer nada. Tenfa miedo de que este Nombre se levantara y atacara a Verénica, que seguia Jimovil. Eso fue lo que me sorprendié después, cuando pensé en lo que habia sucedido. No que lo empujara obviamente, el tipo se habia pasado de la raya-, sino su “iistanciamiento posterior, como si no tuviera nada que er con ella. En ese momento se acercaron dos de los "inozos del restaurante. El hombre se dejé ayudar, recogié su celular y mascullé algo que no entendi antes de alejar- fie rengueando. Ver6nica seguia sin moverse. —No te preocupes —le dije mientras volvia a sentar- he—. Era un tarado, No tenia derecho. Ella sacudié la cabeza. Else rio. —Es que no salié bien, vamos de nuevo. Y en lugar de alejarse acercé més aiin su cara a la: ella, hasta rozarla, Fue entonces cuando Veréni —Fstas cosas me ponen muy nerviosa. Le tomé la mano. —Vamos adentro a comer el postre. No pensemos Inds en esto. Pero a pesar de que hablamos de otros temas, me pare- 140 que ella no habia vuelto a serla misma. Cuando un rato tarde me dejé en la puerta de la facultad, la abrace y le “racect otra vez el regalo. Veronica sonrié desde ese lugar Wioy lejano donde tiltimamente se refugiaba, explot. —|Dije que ao tan cercal —grité mientras lo empu) ba con violencia, #1 trastabillé y dio manotazos en el aire para evit que cayera su celular, pero perdié el equilibrio y se fue piso con un estruendo. Fue un ruido tremendo, como su cabeza hubiera golpeado contra el cemento. Por instante se quedé inmévil. El estémago se me encogi a si estaba muerto? Me levanté para ayudarlo, pe a ‘9 PouoaeA 9p onenas Un par de semanas mas tarde nos fuimos con Bruno ala costa, a disfrutar del regalo de Ver6nica. Creo que no exa- eto si digo que fue uno de los momentos més felices de ni vida, Estabamos pasando por una época de descere- brado enamoramiento, atin descubriéndonos cada dia. Una época en la que sentia que todo lo que queria en el mundo, todo lo que podia hacerme feliz, estaba conteni- Jo en esa persona. Mucho antes de darme cuenta de que en verdad tal cosa no existe. Para eso faltaba al menos un, ano més Ninguno de los dos habia ido nunca a un hotel tan lujoso y al llegar nos sentimos intimidados. Recién des- ppués de que se cerrara la puerta detris del botones que nos acompan a la habitacién y nos explicé todo sobre el funcionamiento del aire acondicionado, el televisor, ol frigobar y no sé cudntas cosas mas que no escuché, hhos abrazamos y empezamos a reir. La habitacién era sigantesca, tenia un enorme baleén desde donde se veia el mar y una cama en la que podrian haber dormido «vatro personas sin molestarse. Yo estaba absorta 2 & + woquoaa, ap oreniaa ig jar el paraiso y dudébamos de si salir a dar una ultima yninata por la playa o hacer una ronda més de sauna y ta. Sauna, dijo finalmente Bruno y nos estébamos niendo las batas cuando of que en alguna parte sonaba celular, Me dio pereza atenderlo. ‘Ala vuelta me fijo —dije y salimos. mirando uns toalla que habfan dejado armada en for de cisne sobre un sillén cuando Bruno me llamé d elbafio Veni aver esto, Esto era una fabulosa bafiera con hidromasaje, al dor de la cual habia montones de envases de sal espumas y jabones. —Vamosa usar todo —decreté: Mis tarde, mientras probabamos las dos piletas Yaera tarde cuando me acordé y mas tarde atin cuan- ilo encontré el teléfono, que habia quedado sepultado Jiajo una pila de ropa. Vi que habia una llamada perdida . Empezando aho 64 — riores, el jacuzzi, el sauna seco y el himedo tambiét le Veronica. Y un mensaje de Irene que me puso nervio- + _pensé que tenia que escribirle a Veronica para contarlelj ",Viste las noticias? ~decia~. Estoy tratando de hablar E genial que era su regalo, pero no tenfa el celular conmiggl {on Vero pero no contesta. Me preocupa’, '¢_-ylo dejé pasar. Fue recién al final del dia cuando voh Prendimos el televisor y tardamos hasta encontrarlo. 2 recordarlo Poro al fin legé: era una historia sobre serios efectos La cena estaba incluida en el paquete y fue la comidgf ilversos del Stoptime que habjan empezado a aparecer fastuosa de mi vida. Al menos de mi vida hé 1h distintas partes del mundo. Ya se conocian casos en Wigica, en Rusia, en Italia, en Estados Unidos y en ‘México. En todos ellos eran personas que ya habian reci- entonces. En una mesa a la luz de las velas nos sirvier bocaditos de caviar, un paté con trufas, una carne ad Hilo varios refuerzos del tratamiento, lo que en un prin- fipio me tranquiliz6. Quizé Veronica estaba a salvo. La lescripcién, sin embargo, era aterradora: aparecfan unas fhaveas en la cara que se acentuaban con el paso de los iilas, hasta formar una suerte de tela de arafia. Luego se Jofundizaban y podia surgir lo que denominaban “efec- Ww pasa de uva”. Como un hundimiento, no-me-acuerdo-qué-en-francés, acompafiada por ceb las glaseadas y una torre de cuatro chocolates que 1 acercé al éxtasis, Estdbamos haciendo el tercer brindis con lo que q daba de la botella de vino cuando decidi que tenia que marla a Vero. En medio de una nube de felicidad borrachera marqué su niimero, pero son6 varias vec sin que contestara nadie. Y volvia olvidarme. Lo peor fue cuando mostraron una imagen. Era una ‘Mujer italiana a la que por piedad le habfan puesto una Wnda sobre los ojos. Igual creo que nadie podria haberla feconocido en ese estado. Fra un monstruo, con la cara ‘No pensé més en el tema hasta la noche del domingo. nos estdbamos poniendo tristes porque pronto debiam 2 & 1 eatugien ap oxenea reseca, cubierta de rayas. Podria haber tenido doscient atios. ‘Tuve ganas de vomitar. Intenté contactarme co Verénica y con Irene, pero ya era tarde y ninguna respondis. & 2 ‘Andtea Ferrari Me pasé todo el viaje de vuelta en el micro leyendo obse- sivamente las noticias sobre el Stoptime en mi celular. Segiin decian, los primeros signos de alerta habian sido acallados por los institutos que realizaban el tratamiento, pero una vez que se difundié el problema no hubo cémo pararlo: a cada momento surgian més casos. Algunos no parecian tan graves: unas pocas marcas que, segiin los especialistas, podian desaparecer con una sencilla cirugia. Pero otros eran mucho més profundos, se hablaba de que podrian requerir trasplantes de piel y, en cualquier caso, hhunca iban a quedar del todo bien. Un medio norteamericano habia empezado a investi- far el proceso de autorizacién del tratamiento en Estados Unidos, lamativamente rapido, que habfa facilitado su aprobacion en el resto del mundo. Y se sospechaba de igantescos sobornos que habfan acelerado los tiempos y permitido que se “pasaran por alto” algunos estudios. Eso estaba disparando cantidades de comentarios y articulos sobre la falta de ética de estas empresas, las promesas sin fundamento que hacfan, el escaso rigor de los controles cy +9 Pouguaa ap oeNeE TE 2 & ‘Andres Ferrarh oficiales. Como si xecién en ese momento los medios s enteraran de qué clase de tiburones nadaban en el moroso mundo de la estética. Pero lo que a mi me interesaba era saber qué pasal en Argentina y no parecia haber ninguna notici Cuando ya estabamos llegando, vi un articulo que aca baba de subir un diario a su sitio web. Al parecer habf conseguido una filtracién de nombres de los “famosos! que se habian sometido al tratamiento. La recorri rapi damente. Habia actrices y actores, un par de vedettes una presentadora televisiva y, por supuesto, modelos Al final aparecia su nombre: “La ascendente y jovel Veronica G.”. Volvi a llamarla, pero su teléfono estaba desconectat do y me derivé alla casilla de voz. No pude decir nada. ‘Tras intercambiar varios mensajes con Irene acor ‘mos que nos reuniriamos en casa de Verénica esa tard ‘Aella solo le escribi que iriamos a las cinco. No se lo pre gunté, no queria darle la posibilidad de rechazarnos. Mf contesté con un lacénico “bueno”. La encontramos sentada frente al televisor pasand compulsivamente los canales para ver una y otra vez I mismo, Bstabs palida y ojerosa. Habfa dormido poco, n dijo, incapaz de pensar en otra cosa. Con Irene desarri amos todos los argumentos que habfamos practica para tranquilizarla, pero creo que no nos escuchabi Nunca Je habia visto una expresin tan devastada, ers como si en sus ojos se concentrara todo el desencanto mundo. Nada mas lejos de la foto, que nos sonrefa desde la pared, dulce, feliz, inalterada. Me di cuenta de que le estaba tomando odio, un odio que no tenia demasiadas explicaciones. Fui a buscar un vaso de agua y cuando vol- vi cambié de lugar, para quedar de espaldas al retrato. Creo que Verénica lo not6. —Ffecto pasa de uva —dijo—. gOyeron eso? Podria levantarme asi mafiana, Achicharrada. Como la vieja mas vieja del mundo, Le repetimos que su situacién no era tan mala, que solo se habfa hecho una aplicacion, mientras que en todos los casos de secuelas graves que se conocian hasta entonces tenfan dos 0 mAs refuerzos, Lo més seguro era que no le pasara nada, insisti —gHablaste con el médico? —Llamé mil veces al consultorio y siempre me salta- ba un contestador. Recién hace un rato devolvié la llama- da una secretaria, que dijo que el doctor esta en el exterior, Me va a ver cuando vuelva, en dos semanas. Quién sabe como voy a estar entonces. En ese momento tocé el timbre Carola. Irene le habia contado lo que pasaba y legaba lena de energia, clara- mente dispuesta a hacer algo que cambiara la onda. Dos dias antes se habia encontrado con unos antiguos com- pafieros nuestros del secundario y traia unos chismes jugosos que nos entretuvieron un largo rato. Después sugivié que fuéramos a tomar algo a un lugar lindo que acababa de conocer, para distraemnos. Pero Verdnica se negé, dijo que no pensaba salir por unos dias. Q 3 ‘OvotupueA 9p oener tg siempre. ‘No hubo forma de convencerla. y 3 ‘Andrea Ferrari {Por qué? —le pregunté—, Si estas igual q —Porque ahora todos saben. zNo entendés? La gent me va a mirar todo el tiempo buscando las primera sefiales de que me estoy convirtiendo en un monstruo. Es dificil pensar en una noticia mas excitante para los, medios. Involucraba negocios millonarios, centros de poder cuestionados y personas famosas a las que les pasaba algo horrible, algo que quiza las destruyera para siempre. ,Qué més podian pedir? Durante dias y dias no se habl6 de otra cosa. ¥ de a poco empezaron a desgranarse las historias en distintas partes del mundo Primero, de quienes se habian sometido al tratamien- to. Gente asustada de envejecer, gente que dependia de su aspecto para mantener un puesto en una empresa o fren- ea una camara, gente que siempre habia vivido aferrada, su imagen. Lo normal. Pero luego las historias se dispararon en otros senti- dos. Eran historias de sacrificios, humillaciones y sufri- mientos en busca de una belleza que nunca era suficiente. Aparecian en todas partes: en los medios, en los memes, en las redes sociales. Esa modelo que, por consejo de su agente, se habfa hecho extirpar dos costillas para conse- guir el ansiado talle mintisculo. Los miles y miles de per- sonas que habian vivido angustiadas por el antiestético a a ‘9 Paupi9A ap ore: 1g y wv ‘Andrea Ferrari rollito en la cintura o los muslos gruesos. Los que habi hecho todas las dietas de moda, los que comian, suf terribles accesos de culpa, se obligaban a vomitar y lueg volvian a comer. ‘También estaban los adictos a las cirugias estética esos eran montones. Se habfan agregado, sacado, afi y rellenado diversas partes de la cara y el cuerpo, p nunca les alcanzaba. Aparecieron las que se habian injer tado las siliconas que después resultaron defectuosai esas que podian explotar. Elpelo era un tema aparte, Eran millones las mujer que habfan Iuchado toda la vida contra las ondas, el lad sin gracia o el excesivo volumen. Estaba la chica que se planchaba cuando el novio dormia para que no la vie La que se levantaba al alba para domarlo con mil tren: antes de ir a trabajar. Todas las que habfan enconti ese tratamiento que dejaba el pelo maravillosamentl lacio ~y lo apliceban en la peluqueria con mAscaras— pal descubrir a la tercera o cuarta repeticion que el producti ‘era téxico, los mechones empezaban a caerse y un dia quedaban peladas, Estaban todas las mujeres que gastaban lo que tenfan en cremas que prometian liftings instantaneos, relleno de arrugas y, aunque advertian que nada de se cumplia, poco después les parecia sensato invertir ef las nuevas que se lanzaban al mercado. Estaban las q| se fajaban hasta quedar sin aire, las que se habian. nado la columna con tacos absurdamente altos, las qq habian sufrido horribles quemaduras depilindose co cera demasiado caliente. Estaban los hombres y mujeres que toda la vida se habfan sentido discriminados y maltratados por algin rasgo, por los kilos sobrantes 0 simplemente por no ser “atractivos". {Algo nuevo? En realidad, no, Todos habiamos vivido 1 oido cosas semejantes. Pero fue el volumen lo que cam bid, El amor, La bola de historias que rodé montafia abajo, juntando y juntando hasta arrasar con todo. Un dia, creo que fue en Estados Unidos, alguien puso el hasheag #fuckbeauty. Prendio enseguida, Acé se tradujo ripido; #alamierdaconlabelleza. Pero a la larga fue la fra- 4e en inglés la que se impuso, quiz4 por su brevedad y contundencia. O porque asi es el mundo. ¥ pronto hubo prendedores, remeras, patiuelos y banderas. Y salimos y pritamos, Fuck Beauty, Ala mierda con la belleza. Ala mierda, a la mierda, a la mierda. 3 = Entre los cientos de historias que of y lei en esos dias hubo dos que me resultaron particularmente conmove- doras, No es que fueran las més espectaculares, en reali- dad eran bastante sencillas. Pero hubo algo en estas dos mujeres que me tocé, Una de ellas se lamaba Eugenia y tenia cincuenta y hhueve afios. Era biéloga, investigadora y profesora en la Universidad de Buenos Aires. Si la hubiera conocido en otra circunstancia, habria pensado que era una persona segura de si misma, satisfecha con su vida. Pero uno nunca sabe lo que se esconde en el interior de la gente, en ese lugar recéndito que nadie ve. Eugenia habia sufrido toda la vida por su aspecto. Tenia una cara vara, a m{ me recordaba aun cuadro cubista, con muchos éngulos. Curiosamente, conté en la entrevista que dio a un programa de televisién, su madre era muy linda. Pero en el reparto genético ~y al lecixlo sonrefa con una ironfa triste- toda esa belleza le habia tocado a su hermana mayor, y a ella ni un poquito. Ya de chica, la madre le habia aconsejado, en teoria para ayudarla, que se desarrollara en algin campo en el a i z : ® ~ a Andrea Ferrari que el aspecto no importara. La ciencia, por ejemplo. tenia que destacar por su inteligencia, porque de ot ‘modo estaba perdida. Le parecié un consejo sensato. Ya centonces sufrfa las burlas de sus compatieros en la esc la, Bicho, chueca, cucaracha: esas cosas le habian dicho, vol vié a sonrefr, porque los chicos pueden ser muy cruele! Su opcién fue una vida a escondidas. Se escondia en fotos, siempre detras del grupo, tapada por alguien mi alto. Se escondia detras de unos anteojos que en reali solo necesitaba para ver de lejos, pero que adopt6 en fe ma permanente porque la hacian sentirse protegida. escondia dentro de unas camisas grandes que ocultal sus formas. Se escondia en las fiestas, en el sillén alejado, hasta que dej6 de ir. Se escondia los domingos la tarde en su habitacién, con un libro o una maratén peliculas. Hizo, sf, algunos esfuerzos por “mejorarse”, alent por un par de amigas. Se oper’ la nariz. Sela hicieron. pequefia y respingada, pero eso terminé resaltan ‘mis su frente prominente. También probé con el pel variando el corte o planchéndolo, y luché por p tres 0 cuatro kilos. En la préctica, nada cambi6 y si escondida. Cuando tuvo que elegir una carrera se anoté Biologfa. En verdad, siempre le habfa interesado el teat era una espectadora fandtica y fantased mas de una con estudiar actuacién. :Pero quién iba a contratar a actriz. como ella? No corrié el riesgo. Y, ademas, dem ser buena en la ciencia: hizo la carrera en tiempo récor consiguié una posicién en un laboratorio de su especiali- dad donde podfa trabajar tranquila y casi a solas, Als treinta y pico conocié aun hombre. Fue de casua- lidad, haciendo un tramite en una oficina publica, Se lla- maba Roberto y de entrada le parecié un buen tipo. La invit6 a salir, una, dos, tres veces. Y si, era muy buen tipo, amable, discreto, pero nunca estuvo enamorada de él. No tenian mucho en comin, A su alrededor, la familia y algu- nas amigas le sugirieron, mas o menos directamente, que no dejara pasar la oportunidad. zQuién més se le iba a acercar? Ast que se cas6 con Roberto. Estuvieron juntos cuatro atios, hasta que un dia él le dijo que habia conocido ‘otra persona y Eugenia lo entendi. Al fin y al cabo nun- a habia habido gran cosa entre ellos. Se separaron de forma amigable. Decidié que no iba a tratar de encontrar otra pareja, porque el intento la estresaba demasiado, Se dedicé a su carrera, a la lectura, a ver obras de teatro los sabados, a lunes pocos amigos. Pasé la vida. Pero desde hacia un tiempo habfa empezado a sentirse distinta, Se dio cuenta tle que ya no le importaba todo ese asunto de la belleza y Ja fealdad, que habia dejado atrés la angustia. Quizs era que habia envejecido, pero lo cierto es que vefa las cosas dle otra manera, Lastima que eso no le habia pasado antes y.se habfa perdido la oportunidad de ser feliz. Por eso, y aqui Eugenia levanté la cabeza con un gesto ‘lesafiante, estaba dando esta entrevista que la exponia tanto, algo que antes no hubiera imaginado hacer. Porque le gustaba todo eso que estaba pasando, porque queria xy y ‘9 YoupsaA op onener 1g decitle a la gente joven que habia, que debia haber, o! 6 forma de pensar. Y porque a ella le hubiese encantat cuando era chica que alguien le dijese estas palabras. miré ala camara: —Fuck Beauty. O, en criollo, céguense en la belleza. Fl otro relato que qued6 en mi cabeza, quizé porque me puso un poco triste, fue el de una chica de quince afios lamada Camila. Su historia circulé a través de un video en YouTube. Lo habia grabado una de sus amigas, Marcela, que aparecia fugazmente al principio con la s & ‘Andrea Ferrari vemera de Fuck Beauty y era, sin duda, una militante del movimiento, Ella era quien la habia convencido de que se dejara filmar, pero quedaba claro que Camila hablaba con cierta reticencia, como haciendo algo de lo que no se sentia del todo segura. Sime preguntaban a mi, hubiese dicho que era linda. Piel mate, pelo castafio muy ennulado, ojos grandes. Pero ella no se gustaba a si misma, Hubiera querido tener el pelo lacio, decfa en el video, la nariz més fina, la boca mas chica, los ojos claros. Lo tinico que le gustaba era ser fla- ca. Yera muy flaca. Flaquisima, me pareci6 a ms, Pero no tenfa el huequito entre los muslos. Bse asunto del huequito lo habia escuchado en la tele- visién. Después lo habia visto en fotos de modelos, junto con su amiga Margarita. Modelos con piernas finas, 3 3 ‘p onoana ap onenes yg ra é ‘Andes Ferrari larguisimas, y ese huequito que, decfa, les parecia tan li do, Muchas chicas lo querfan tener. Pero no era faci habia que trabajarlo Los consejos los habfan encontrado en distintos lados, en redes sociales, en sitios web. Habia que com poco y hacer ejercicios con las piernas. Mostralos, deci Ja voz en off de su amiga y Camila se sentaba en el suelo, Los pies asi, sefalaba sus plantas juntas y las rodillas, hacia afuera. Después, bajar los muslos con las manos) para que estén paralelos al suelo y aguantar varios, segundos. Para el otro ejercicio habia que ponerse una) almohada entre los muslos y apretarla un rato. Ast muchas repeticicnes, ¥ el tercero ~ac& Camila se recostas ba sobre el lado izquierdo y doblaba la pierna derechas) era ast, subiendo y bajando esa pierna muchas veces. ‘Tres series por lo menos. ¥ del otro lado. Todo eso, varias veces al dia Yestaba la cuestin con el cepillo, se ofa decir a Marcela. Si, habia que cepillarse los muslos bien fuerte, para esti~ ‘ular el finjo de sangre que hace que pierdas grasa més rapido. después? Que? Lo del peso. Habja bajado bastante de peso, Camila asentia, pero no porque lo buscara. Se le habian ido las ganas de comer. Ya Margarita también, pero peor: ella tuvo més problemas y lainternaron, aX qué paso? Camila suspiraba. Estaba mal, no la dejaban verla. ‘Tampoco le daban detalles, pero crefa que estaba bastan- te mal. Por todo eso sus padres se preocuparon y la mnandaron a ella al psicélogo. Ya llevaba un tiempo. 2 cémo lo ves ahora? ‘Ahora lo entendia, Camila movia la cabeza, tenia que alimentarse bien y no obsesionarse tanto con una cosa asi, Lo entendia acd, se sefialaba la frente. Igual, le segaian gustando las piernas flacas. El huequito también. Miraba al suelo, parecia cansada. ¢Listo? La amiga decia que si, pero seguia filmando unos segundos més, Camila se dejaba caer en el sill6n, su cuer~ po largo, etéreo, casi transparente, la expresion agotada, como gi llevase una tristeza antigua. e ‘5 toupien op ovement No la vi mucho a Verénica en ese tiempo, pero hablamos uun par de veces por teléfono y me parecié que estaba mas tranguila. Se controlaba la cara con un rigor obsesivo, dia a dia, milimetro a milimetzo, y hasta el momento no habia aparecido ningin signo alarmante. Supongo que eso habia bajado un poco su ansiedad. Carola y yo nos habiamos zambullido de cabeza en la movida del Fuck Beauty. Se estaba organizando una gran concentracién, que tendria lugar unas semanas més tarde, y cada dia participabamos de encuentros, debates y de cualquier iniciativa que nos pusieran delante. ‘Venfamos con buena practica. En el pasado habjamos tenido el Ni Una Menos, la campafia por el aborto legal, el Me Too. Quiza por eso, esta vez la movida se desats con, tuna fuerza y una velocidad increfbles. Bra una ola que no dejaba de crecer. Cruzaba todas las clases sociales, todas las edades, todos los ambientes. Y si bien nadie discutia que las imposiciones estéticas afectan a ambos géneros, también era aceptado que siempre fuimos las mujeres las, mas perjudicadas, las que més presiones sufrimos. Por © & ‘9 taupseg op orenex |g eso, también sabiamos que éramos nosotras las qt teniamos que producir el cambio. Elcambio planteado venfa por varios lados: se hablal de modificar la legislacién laboral, imponer nuevas reg laciones publicitarias, ejercer més controles sanitario Y sobre todo se hablaba de las relaciones personales. ‘como nos juzgamos unos a otros. Discutfamos mucho. Sobre la ansiedad por ser lindo) por estar con alguien lindo. Sobre el concepto de la pat 84 como trofeo a exhibir. Sobre la incapacidad de ver dif _rentes tipos de belleza, Sobre el lugar que tenfa -o qu E dejabamos que tuviera~la mirada del otro sobre nuestra % _cuerpos. Y sobre los intereses comerciales que se impo 2 nian a nuestras voluntades, la manipulacién masculinay sometimiento. Lefamos todo lo que encontrébamos -textos como Hl mito de la belleza eran nuestros libros de cabecera~ escribiamos, peledbamos, postedbamos. Creo que poct veces me senti asi, tan parte integrante de una eufor colectiva: éxamos protagonistas de lo que parecia ser cambio cultural radical para las mujeres. Un nuevo bio, que liderahamos las mas jévenes, Visto desde ahore cxeo que nuestras expectativas eran desmedidas, inclusa ingenuas, pero en aquel momento realmente parecia q estébamos dando vuelta la historia. Una tarde pasé por la casa de Verdnica antes de w reunién en la facultad en la que discutiriamos ideas proyectos de ley para enviar a un grupo de diputad: La encontré leyendo una novela, algo que ailtimamente no solia hacer. Me conté que llevaba mas de un mes sin trabajar ni recibir propuestas: la mayoria de las agencias y empresas habian detenido la produccién de publicida- des a la espera de lo que sucediera con este movimiento. Querian, 0 més bien necesitaban, acomodarse a los nue- vos vientos, Me parecié una buena noticia, més alla de lo que significaba para su empleo. Silas empresas tenian que replantearse cul era el mensaje que ofrecian, le dije, es0 significaba que ya estdbamos ganando. Sonrid. —Si, capaz. O van a hacer un cambio superficial y todo va a seguir igual. Montones de especialistas en publicidad en todo el mundo estén pensando cémo dar vyuelta el discurso para seguir vendiendo lo mismo con un nuevo envase. Es gente muy habil. Y hay mucha plata en juego. —2Y vos como te sentis con todo esto? Se encogié de hombros. —Qué sé yo. Quizas es un buen momento para dejar iad y pensar en algo distinto. No es facil tomar Ja publi tuna decision, Por ahora tengo que esperar y ver cémo se acomodan las cosas. Le sugeri que viniera conmigo a la reunién. Con su experiencia, podia aportar mucho. —gYo? —fruncié el cefio—. No, Lu, estés loca. —. EL MIDNDO, DEL LBRO) ps ceed \ es WQUELEQ cee Ey EUW y

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