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UNIVERISDAD DA VINCI DE

GUATEMALA
Facultad de Humanidades
Licenciatura en Ciencias Religiosas

Planteamiento Estratégico

Fredy Francisco Isaías Vaides Ishlaj

202205092

Jalapa, Jalapa 25 de julio 2022


INTRODUCCIÓN

En Guatemala, la Constitución garantiza la libertad de religión, incluyendo la


práctica de la religión en público o en privado, mediante la enseñanza, la
adoración y la observancia, sujeta solo a los límites exigidos por el orden público y
el respeto a la dignidad de la jerarquía y de otras creencias. No hay religión de
Estado.
La libertad de Culto en Guatemala:

Desde que en 1873 Justo Rufino Barrios decretara la libertad de culto, haciendo
estallar de este modo el monopolio espiritual que detentaba el catolicismo como
religión del Estado en Guatemala, el movimiento protestante ha evolucionado
paralelamente a los avatares políticos que siguieron a ese momento.

El período democrático de los presidentes Arévalo y Arbenz (1945-1954) supuso


una vuelta a los ideales liberales de Barrios, pero tras el golpe de Estado
propiciado por la CIA en 1954, los protestantes cayeron momentáneamente en
desgracia. Su recuperación se debió a la rápida pentecostalización de las iglesias,
a su atomización y a la expansión en áreas indígenas. Había dado comienzo el
proceso de nacionalización. La dictadura del general evangélico Efraín Ríos Montt
(1982-1983) imprimiría un sello político definitivo en el protestantismo
guatemalteco.

Entonces la Libertad de Culto puede definirse como el derecho de los ciudadanos


a elegir su sistema de creencias, sean religiosas o no, así como el derecho a
profesar la fe públicamente, sin que ello sea causa de discriminación, persecución,
intimidación, violencia, prisión o muerte. Este derecho implica también la potestad
del sujeto a no profesar religión o creencia espiritual alguna.

La Constitución también consagra los derechos de los grupos indígenas a


practicar sus propias tradiciones. El Código Penal sanciona las violaciones de la
libertad de celebrar los ritos religiosos, así como la profanación de los cementerios
religiosos.

No obstante, a excepción de la Iglesia católica, que ya está reconocida por la ley,


se obliga a los grupos religiosos a inscribirse para adquirir el estatus jurídico, si
quieren alquilar o adquirir propiedades, firmar contratos legales, disfrutar de
exenciones de impuestos, etcétera.
El Estado puede conceder a la Iglesia católica la titularidad de propiedades que
pertenecieron a la Iglesia en el pasado. Los edificios dedicados al culto religioso
están exentos de los impuestos sobre bienes inmuebles.

Los misioneros extranjeros tienen que solicitar inicialmente visas de turista para
tres meses. A los seis meses ya pueden solicitar el permiso de residencia
temporal. 

La libertad religiosa es una restricción al poder del Estado para erigirse en


mediador entre Dios y la humanidad. No es una afirmación de idolatría, de la
misma forma que decir: «El gobierno no debería quitarte a tu bebé y criar a tus
hijos» no te convierte en un mal padre. Decir que los padres deben criar a sus
hijos y no el gobierno, no significa que todos sean buenos padres. Simplemente,
significa que, los padres deben criar a sus hijos, en lugar del estado (excepto en
situaciones únicas y extremas).

La libertad religiosa no significa que la religión de todos sea verdadera. Lo que sí


significa es que Dios juzga el corazón y que las personas realmente deben creer
en su corazón que Jesús es el Señor, en lugar de decir: «Señor, Señor»
simplemente porque la ley así lo exige. Conocemos lo que Jesús nos ha dado
para luchar contra el reino de las tinieblas: la espada del Espíritu, que es la
Palabra de Dios. Creemos en la libertad religiosa porque no hay sustituto civil para
el evangelio de Cristo.

Creemos en la Libertad de Culto porque queremos persuadir a nuestro prójimo de


que deben reconciliarse con Dios, no para evitar que sean multados por un
gobierno terrenal, sino para que encuentren la vida eterna en el reino celestial.
Para que no terminen en el infierno.
CONCLUSIÓN

La Constitución permite, aunque no exige, la enseñanza religiosa en la escuela


pública. La Iglesia católica está reconocida oficialmente como entidad jurídica en
la Constitución. El resto de las Iglesias tienen que conseguir este estatus jurídico
conforme a la normativa de su institución.

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