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Mary Kaldor LAS NUEVAS GUERRAS La violencia organizada en la era global Traduccién de Maria Luisa Rodriguez Tapia 4 KRIFERIOS TUSKQUETS Titulo original: New & OL Wars. Organised violence in a global era 1 edicin: septiembre 2001 © Mary Kal © de ln trndluccifn: Moria Lisa Redriger Tapia, 2001 Disco dela coleciGn: Llu Cote y Ramdn Obed Reservados todos los derechos de esta ediclon para sauels Eaton, SA. Cesare Cant, 8 = 0808 Barcelona srintsqueteealiorenes ISON: RES IO-7619. Depdsito legal: B.33.084.2001 Iimpreso sobre papel Offe-F Crido de Papelera dl Leizadn, S.A preston: A&M Graf, SL Agradecimientos Abreviaturas . 1, Introducei 2. Las viejas guerras 3. Bosnia-Herzegovina: estudio de una nueva guerra 4, La politica de las nuevas guerras 5. La economia de guerra globalizada 6, Hacia una perspectiva cosmopolita 7. Gobernanza, legitimidad y seguridad Epilogo Apéndlices Notas Indice onomastice indice u 15 29 49 93 119 145 177 195 213 . 235 organismo ejecutor de ACNUR, lo que me permitié reconer el pafs durante la guerra para ayudar a los activistas locales, Asi- mismo tuve la suerte de poder acceder a las diversas institucio- nes encargadas de aplicar las politicas de la comunidad interna- cional; como presidenta de la ACH, una de mis tareas consistia fen presentar, junto con otros, las ideas y propuestas de las sec- ciones locales a gobiernos e instituciones internacionales como Ja UE, la OTAN, la OSCE y la ONU. Como universitaria, pude completar y situar en su contexto esos conocimientos adquiridos mediante lecturas, conversaciones con colegas que trabajaban en Ambitos relacionados y proyectos de investigacién realizados pa- ra la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y la Comision Europea."* Sobre todo, me fueron de gran ayuda los boletines, restimenes de noticias, solicitudes de ayuda e informes de segui. miento que ahora es posible recibir a diario a través de Internet. El objeto de este libro es no sélo informar; aunque he inten. tado dar informacién y respaldar mis afirmaciones con ejem- plos. Su meta es ofrecer una perspectiva diferente, la perspe tiva derivada de las experiencias de personas de mente critica que se encontraban sobre el terreno, filtradas por mi propia ex- periencia en diversos foros internacionales. Es una contribucién a la reconceptualizacién de los modelos de violencia y guerra que debe levarse a cabo si queremos detener las tragedias en- raizadas en muchas zonas del mundo. No soy optimista, pero mis sugerencias practicas pueden parecer ut6picas. Las ofrezco lena de esperanza, no de confianza, como tinica alternativa a un futuro siniestro. 28 2 Las viejas guerras* Como a Clausewitz Ie gustaba destacar, Ia guerra es una ac- tividad social." Incluye la movilizacion y organizacién de hom- bres, casi nunca mujeres, con el propé: fisica; entraiia la regulacién de ciertos tipos de relaciones socia- les y posee su logica particular. Clausewitz, que posiblemente fue el mayor defensor de la guerra moderna, insistfa en que no se podfa reducir ni a un arte ni a una ciencia. En ocasiones, comparaba la guetta con la competencia en el mundo de los ne- gocios y muchas veces usaba analogias econémicas para ilustr sus argumentos. Toda sociedad posee su forma caracteristica de guerra. Lo que solemos considerar como guerra, lo que los politicos y jefes militares definen como guerra, es, en realidad, un fendmeno pecffico que tomé forma en Europa entre los siglos xv y xvi, aunque desde entonces ha atravesado distintas fases. Fue un f némeno intimamente ligado a la evolucién del Estado modi no. Tuvo varias etapas, como intento mostrar en el cuadro 2.1: desde las guerras relativamente limitadas de los siglos xvi y xvitt, relacionadas con el poder creciente del Estado absolutista, a las guerras de tipo més revolucionario del siglo XIX, como las, guerras napolednicas o la guerra civil norteamericana ~ambas unidas a la instauracién de naciones-estado- y, de ahi, a las guerras totales de principios del siglo xx y la imaginaria guerra Fria de finales de siglo, que eran guerras de alianzas y, poste- riorinente, bloques. Cada una de esas fases se caracteriz6 por una modalidad bélica. diferente, con distintos tipos de fuerzas militares, estrategias y técnicas, diferentes relaciones'y diversos medios de lucha. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, se 29 politica de bloques conflicto ideoldgico lite cientifico-militar! ejércitos profesionales armas nucleares militarindustrial complejo conflicto nacional ejércitos de masas potencia de fuego fa gran escala; tanques y aviones « ideolégico de movilizacién Principios coaliciones imperios nacién Estado conflicto nacional profesionales! servicio obligatorio ferrocarril y telégrafo, movilizacién répida expansion de la administracién y Ja burocracia Siglo xx conflicto dinastico: consolidacién de fuego, maniobras defensivas, asedios 3 impuestos. razones de Estado; de fronteras vu y 20m Estado absolutista mercenarios! profesionales uso de armas regularizacién de ¥ préstamos. Siglos Cuadro 2.1 La evolucién de las viejas guerras Tipo de gobierno, Objetivos de la guerra Tipo de ejército ‘Técnica militar Economia de guerra s podia:ver que Ia guerra era el mismo fenémeno: una construc- cién del Estado moderno territorial, centralizado, «racional do» y jerarquicamente ordenado. Ahora, igual que ese Estado moderno territorial y centralizado deja paso a nuevos tipos de sistemas de gobierno, derivados de los nuevos procesos globa- Tes, la guerra, tal como la concebimos en Ia actualidad, esté convirtiéndose en un anacronismo. Este capitulo pretende ofrecer una descripcién esquematica de las viejas guerras. Aunque la guerra de verdad nunca coinci- did exactamente con una descripcién esquematica. Este tipo de ‘guerra fue, sobre todo, europeo. Siempre hubo rebeliones, gue- ras coloniales o guerras de guerrillas, tanto en Europa como en otros lugares. A veces se calificaban de «guerra irregular» 0 fio se consideraban guerras, simplemente. Se las denominaba le- vantamientos, insurgencias 0, en los tiltimos tiempos, conflictos de baja intensidad. No obstante, este concepto esquemético de guerra es el que sigue influyendo profundamente en nuestras ideas sobre el tema y domina, todavia hoy, la concepeién que tienen los politicos de la seguridad. La guerra y la aparicién del Estado moderno Clausewitz definia la guerra como «un acto de violencia des- inado a obligar a nuestro enemigo a hacer nuestra voluntads.? ta definicién implicaba que «nosotros» y «nuestro enemigor eran Estados, y la «voluntad» de un Estado se podia definir con clatidad. Por tanto, Ia guerra, en la definicién de Clausewitz, es un conflicto entre Estados por un objetivo politico definible, es de- or intereses de Estado. El concepto de guerra como una actividad de Estado no se establecié realmente hasta finales del siglo xvi El unico prece- dente de este tipo de guerra era la antigua Roma, aunque inclu- 50 en aquel caso era unilateral; el Estado, es decir, Roma, lucha- ba contra barbaros que no tenfan una nocién de la. separacién entre el Estado y Ia sociedad, Van Creveld afirma que la guerra centre las ciudades-Estado de Grecia no se puede considerar gue- cir, 31 ra de Estado, porque no habia una distincién clara entre el tado y los ciudadanos. Los combates los libraban milicias ciuda- danas, y los relatos de la época solfan referirse a la guerra entre los atenienses» y los xespartanoss, més que entre «Atenas» y «Esparta»,? Entre la cafda del Imperio romano y el final de la Edad Media, las guerras las Hevaban a cabo diversos agentes la Iglesia, sefores feudales, tribus ba tuno con sus formaciones m cha de los barbaros se basaba, en general, en cultos guerreros, y cada guerrero era la unidad militar fundamental. Los senores feudales dependian de los caballeros, con sus cédigos de honor y caballeria y el apoyo de los siervos. Las ciudades-Fstado del norte de Halia solian depender de milicias ciudadanas, igual que las antiguas ciudades-Estado de los griegos. En las primeras etapas de la formacién del Estado europeo, los monarcas reunfan los ejércitos para las guerras a partir de coaliciones de sefiores feudales, més 0 menos igual que el secre- tario general de la ONU necesita hoy de las contribuciones volun- tarias de los Estados para agrupar una fuerza de pacificacién. Poco a poco, pudieron consolidar las fronteras tervitoriales y cen- tralizar el mando mediante el uso de su creciente poder econémi co, procedente de los derechos de aduana, diversas modalidades de impuestos y préstamos de la incipiente burguesfa, y lograron Feunir ejércitos mercenatios que les daban cierta independencia de los sefiores. Sin embargo, esos ejércitos mercenarios resulta- on poco fiables; no se podia contar con su lealtad. Ademis, se desperdigaban después de cada guerra o durante el invierno. El coste de la dispersién y el reagrupamiento, muchas veces, era prohibitivo y, en las temporadas de inactividad, los mercenarios odian hallar otras formas de ganarse la vida menos aceptables. Por todo ello, aquellos ejércitos fueron sustituides gradualmente por ejércitos permanentes que permitieron a los monarcas crear fuerzas militares especializadas y profesionales. La implantacién de ‘pricticas y ejercicios, en la que fueron pioneros Gustavo Adolfo de Suecia y el principe Guillermo de Orange, mantuvo ocupado al ejército en los periodos en los que no habia guerra abierta. Segiin Keegan, la creacién de tropas de infanterfa per manentes y de compagnies d’ordonnance, 0 regimientos, se con- 32 virtié en el «método para garantizar el control de las fuerza madas por parte del Estado». Para alojarlas se crearon guarnici®- nes que se convirtieron en xescuelas de la naciéns.* Se introduje- ron los uniformes para distinguir a los soldados de los civiles. Como dice Michael Roberts, «el soldado pas6 a ser el hombre cle! rey, porque Hlevaba la chaqueta del rey.’ Literalmente, ya que los reyes se aficionaron cada vez mas a vestir el unilorme militar pata dejar claro su papel de jeles de los ejércitos, EL nuevo tipo de organizacién militar acabaria siendo ti de las ordenaciones administrativas que estaban surgiendo aso- ciadas a 1a modernidad. EI soldado era el agente de lo que Max Weber Ilam6 Ia autoridad racional y legal: . La teoria del desgaste suele ir asociada a las estrategias defensivas ya las grandes concentraciones de fuerza, La teorfa de la ma- 39, niobra se basa en la sorpresa y la capacidad de adelantarse, En este caso, la movilidad y la dispersién son importantes ps crear incertidumbre y lograr rapidez. Como destacé Clausewitz, ambas teorias son forzosamente complementarias, Es muy dil cil conseguir una victoria decisiva mediante el desgaste, Pero, al mismo tiempo, una estrategia basada en la maniobra acaba ne- cesitando una situacién de superioridad para triuntar La conclusién mas destacada de De la guerra es la importan cia de contar con na fuerza abrumadora y estar dispuesto usarla, Este factor; aparentemente sencillo, no era tan evidente a prineipios del siglo xix, cuando Clausewitz escribié su obra. En el siglo xvm, las guerras se libraban, en general, con pru- dencia, para conservar las (uerzas profesionales. Haba tenden- cia a evitar el combate; se preferian los asedios defensivos a los alaques ofensivos; las campafias se interrumpfan en invierno y las retiradas estratégicas eran frecuentes, Para Clausewitz, la batalla era la «actividad singular de la guerra»; era el momento decisivo, que él comparaba al pago en efectivo en el mercado. nde Ta fuerza y su aplicacion eran los lactores ‘més importantes para decidir el resultado de la guerra: «Dado que el uso del poder fisico, hasta el maximo extremo, 1 absoluto la cooper wencia, se de- duce que el que usa la fuerza de forma implacabie, sin referen- cia al derramamiento de sangre subsiguiente, debe obtener cierta superioridad si su adversario la aplica con menos vigor Entonces, el primero dicta la ley al segundo, y ambos se desli- zan hacia extremos cuyas tinicas limitaciones son las que im- pone la cantidad de fuerza que cada lado emplee para contra- rrestar al otro»."* EI modelo napolednico de movilizacién de todos los ciuda- danos no se repetiria hasta la primera guerra mundial. Sin bargo,tvarios hechos ocurtidos durante el siglo xix acercaron ms la versi6n de Clausewitz de la guerra moderna a la reali- dad. Uno fue el avance espectacular en la tecnologia industrial, ‘que empez6 a aplicarse al campo militar: Fue especialmente im. Portante el desarrollo del ferrocarril y el telégrafo, que permiti6 40 movilizar a los ejéreitos con mucha mais amplitud y mucha mis rapidez; estas técnicas se usaron, con grandes resultados, en lst guerra franco-prusiana, que terminé con la unificacién de Ale- mania, en 1871, La produccién masiva de armas, sobre todo ar- ‘mas cortas, comenzé6 en Estados Unidos, hasta ef punto de que se dice a menudo que la guerra civil norteamericana fue ka pri: mera guerra industrializada, El desarrollo de ki tecnologia mili tar fue un motivo para que el Estado extendiera stt actividad al mbito industrial. La carrera de armamento naval de finales del siglo xtx supuso la aparicidn dle lo que mis tarde se denomina el complejo militarindustrial, tanto en Alemania como en Gran Bretafia. Un segundo dato fue la importancia reciente de las alian- zas. Si lo que contaba en la guerra era disponer de una fuerva abrumadora, esa fuerza se podia incrementar mediante alian- zas. A finales del siglo xtx, las alianzas empezatron a consoli- darse: un motivo fundamental por el que todas las grandes po- tencias se vieron arrastradas a la primera guerra mundial, Un tercer hecho significativo {ue la codificacién de las leyes de la guerra, iniciada a mitad del siglo xix con la Declaracién de Paris (1856), que regulaba el comercio maritimo en tiempo de guerra, En la guerra civil norteamericana, se contraté aun destacado jurista alemén para que elaborara el llamado Cédigo Lieber, que establecia las normas y los principios basicos de la guerra terrestre y trataba a los rebeldes como enemigos inte nacionales. La Convencién de Ginebra, de 1864 (inspirada por Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja Internacional), la Di claracién de San Petersburgo, de 1868, las Conferencias de La Haya, de 1899 y 1907, y la Conferencia de Londres, de 1908, contribuyeron a crear un conjunto de leyes internacionales so- bre la conduccién de la guerra: el tratamiento de los prisione- ros, los enfermos y los heridos, asf como de los no combatien- tes, el concepto de anecesidad militar» y Ia definicién de las armas y las tdclicas que no se ajustaban a dicho concepto. Aun. {que no siempre se observaban estas normas, ayudaron significa tivamente a delinear lo que constituye guerra legitima y los Ii mites para la aplicacién de la fuerza sin reparos. En cierto sentido, fueron un intento de conservar la nocién de guerra 4 como instrument racional de la politica del Estado, en un con- texto en el que la légica de la guerra y sus tendencias extremis tas combinadas con una capacidad tecnolégica creciente esta- ban produciendo niveles cada vez. mayores de destruccién.” En resumen, la guerra moderna, tal como se desarrollé en el siglo x0x, inclufa la guerra entre Estados, con un énfasis cada vez mayor en la dimensién y la movilidad, y una necesidad ere: ciente de organizacién «racionaly y doctrina «cientifica» para diigir unos contingentes de fuerza tan grandes Las guerras totales del siglo xx En Ia obra de Clausewitz siempre habia una tensién entre su insistencia en la raz6n y su énlasis en la voluntad y la emocién. Los personajes centrales de De fa guerra son hombres de genio y héroes militares; el tejido del libro esta hecho de sentimientas co- ‘mo patriotismo, honor y valentfa, Sin embargo, también son im- portantes sus conclusiones sobre el cardcter instrumental de la querra, la importancia de la dimensién y Ia necesidad de una con- ‘ceptualizacién analitica de Ia guerra. En realidad, las tensiones en- te raén y emocién, arte y ciencia, desgaste y maniobra, defensa y alaque, instrumentalismo y extremismo, constituyen Ios elemen- tos clave del pensamiento de Clausewitz. ¥ puede decirse que esas tensiones alcanzaron st punto de ruptura en el siglo xx. En primer lugar, las guerras de la primera mitad del siglo xx fucron guerras totales, que inchiyeron na amplia mo én dle energias nacionales, tanto para luchar como para apoyar la hicha mediante la produecién de armas y otros articulos. Claut- sewitz no podia haber previsto Ia asombrosa combinacién de produccién de masas, politica de masas y medios de comunica- cién de masas, utilizados para la destruccién masiva, No obs- tante, la guerra en el siglo xx se ha acercado muchisimo a la nocién de guerra absoluta de Clausewitz, con stt culminacién en el descubrimiento de las armas nucleares que, en teorfa, po- drfan provocar la destruccién total sin ninguna «friccién». Sin mbargo, al mismo tiempo, algunas de las earacteristicas de las a2 nuevas guerras estaban ya anunciadas en las guerras totales del siglo xx. En una guerra total, la esfera publica intenta integrar a toda la sociedad y eliminar, de esa forma, la distincién entre lo piiblico y lo privado. De la misma manera, empieza a difumi- arse la distincién entre Jo mititar y lo civil, entre combatientes y no combatientes. En la primera guerra mundial, los objetivos econémicos se consideraron blancos militares legitimos. En la seguinds guerra mundial, el témino egenocidio» entré a formar parte del lenguaje legal, como consecuencia dle la exterminacién de los judios.* En el bando aliado, el bombardeo indiscrimi- nado de civiles, que causé una destruccién de proporciones ge- nocidas (aunque no Hegase al grado dle exterminacién realizado por los nazis), se justificé por que habia que minar la moral del yemigo, por que era una enecesidad militars, para emplear el lenguaje de las leyes de la guerra En segundo lugar, a medida que la guerra afectaba cada vex 1a mas gente, su justificacién en virtud de los intereses del Estado se fue vaciando de contenido, si es que alguna vez habfa tenido tuna valide, convincente. La guerra, como sefiala Van Creveld, es tuna prueba los hombres no son egoistas, Ningtin céleulo ulilitario ¢ individualista puede justificar el hecho de arriesgarse 1 mori. El principal motivo por el que los ejércitos mercenarios eran tan insatisfactorios es qu el incentivo econdmico es, por st propia naturaleza, insuficiente como motivacién para guerteat: Lo mismo ocurre con el «interés de Estado», un concepto que deriva de la misma escucla de pensamiento positivista que en- gendré la economia moderna. Los hombres van a la guerra por versas razones individuales -aventura, honor, miedo, cama derfa, proteccién de «la casa y el hogar», pero Ia violencia legi- lima, socialmente organizada, necesita un objetivo comdin en el {que cada soldado pueda creer y que pueda compartir con los de- mas. Para que los soldados sean considerados héroes y no crimi- es necesaria una justificacién heroica que movilice sus y les convenza de matar y arriesgarse a que les maten, la primera guerra mundial, el patriotismo parecfa lo bas- inte poderoso como para exigir el sacrificio, y millones de j6- venes se presentaron voluntarios para luchar en nombre de la patria y el rey. La terrible experiencia de la guerra produjo dk 43 lusién y desesperanza, asf como una atraceién hacia causas mis abstractas: Io que Gellner Hama las religiones seculares.” Para Jas naciones aliadas, la segunda g ial ue literalmente tuna guerra contra el mal; se moviliz6 a sociedades enteras con la conciencia ~que sus predecesores de la prim dial no tenfan- de lo que entrafiaba la guerra: la lucha contra el nazismo y la proteccién de sus formas de vida. Lucharon en nombre de la democracia 0 el socialismo contra el fascismo. En la guerra fria, se acudié a esas mismas ideologfas para justilicar Ja continua carrera de armamentos. Con el fin de respaldar la amenaza de destiuccién masiva, se presenté el enfrentamiento como una lucha del bien contra el mal con arreglo a Ia expe- iencia de la guerra. El hecho de que esta explicacién fuera poco convineente o insuficiente es seguramente el principal mo- tivo del fracaso de las intervenciones militares después de la guerra, especialmente la intervencién estadounidense en Viet~ nam y la intervencién soviética en Afganistén. Los obsticulos para el triunfo de la contrainsurgencia se han analizado con de talle, pero el argumento fundamental es que los soldados no s sentian héroes. Estaban en paises lejanos en los que no estaba claro quign tenfa razén y quién no. En el mejor de los casos, los Participantes en esos conflictos se sentfan peones en un juego de alta politica que no lograban comprender; en el peor, se sen- fan asesinos. En Estados Unidos ~aunque no en Rusia, que repitié el mismo error en Chechenia-, donde los dirigentes poli- ticos tienen muy en cuenta la opinién publica, aquella experien- ia produjo un profundo rechazo a correr el riesgo de tener ba- Jas entre sus hombres. Como consecueneia, se han desarrollade estrategias basadas, sobre todo, en la fuerza aérea, que puede aplicarse sin poner en peligro vidas americanas, lo que Edward Luttwak Tama la «guerra posheroica»..* Gabriel Kolko, en su obra monumental sobre la guerra en el siglo xx,2 afirma que los conflictos siempre los inicia «un punado de hombres» que padecen «ceguera sancionada por la sociedad». Los lideres politicos actiian con el consenso de un srupo escogido que excluye a los que no estén de acuerdo y, por consiguiente, hay una transmisin de falsas informaciones ¢ ilusiones engafosas sobre lo que implica una guerra, El argu 44 mento de Kolko refuerza la tesis de que las democracias tienen menos probabilidades «le verse envueltas en gueras. Desda, luego, unos lideres a los que se exige mas responsabilidad de- berian ser menos propicios a embarcarse en aventuras imposi- bles. Sin embargo, en el caso de la primera guerra mundial, los hombres y mujeres corrientes parecieron compartir la cegtera de los dirigentes politicos. En el caso de la segunda guerra mundial, al menos en Gran Bretafia, Ia opiniéa publica fwe probablemente mas beligerante que los Ifderes politicos, que intentaban apaciguar las cosas. Pero emprender una guetta no es mis que el principio; lo que importa, a la hora de soste nerla, es en qué medida los que participan en ella consideran ‘que el objetivo del conflicto es legitimo. La guerra es una a Vidad paradéjica, Por un lado, es un acto de extrema co: tun orden social organizado, disciplina, jerary én y fe por parte ‘que implic: Gbediencia. Por ott, necesita falad, devo dle cada individuo. Lo que el periodo posterior a la guerra ha dejado claro es que existen pocas causas que constituyan un objetivo legitimo para la guerra y por las que la gente esté dlis- puesta a morit vpn realidad, In idea de que Ia guer ograr aceptacién ya después del trauma de mundial, El Pacto Kellogg-Briand de 1928 rechazaba la guerra como «instrumento politico», salvo en casos de defensa propia Esta prohibicion se refr7d en los jucios de Nuremberg y To- Kio, en los que se proces6 a los lideres alemanes y japoneses por splanear una guerra de agresiéns, y quedo codificada on la Carta de las Naciones Unidas. Hoy en dia, parece haberse ge ralizado Ia idea de que el uso de la fuerza sélo se justifica en defensa propia o si est saneionado por la comunidad interna cional, en especial el Consejo de Seguridad de la ONU. fn tercer lugar; las técnicas de la guerra moderna se han de- sarrollado hasta el punto de disminuir notablemente su utilidac. Los grandes buques de guerra de finales del siglo xix acabaron siendo més o menos irrelevantes en la primera guerra mundial. Lo que importaba era la potencia de fuego producida en masa La primera guerra mundial fue una guerra delensiva de des- gaste en la que las ametralladoras acribillaban a filas y filas de es ilegitima emper6 a primera guerra 45 jovenes, divigidos por generales que se habian formado en la es- cuela estratégica decimonénica del uso sin reservas de la fuerza, Hacia el final de la guerra, la introduccién de tanques y aviones permitié un avance ofensivo que hizo posible el tipo de guerra de maniobras que caracterizaria después a la segunda guerra mundial. En el periodo posterior a la guerra, el aumento del ca- récter letal y la precisi6n de todas las municiones, en parte, al menos, debido a la revolucién en la electrénica, aument6 enor memente la vulnerabilidad de todos los sistemas de armamento, s plataformas de armas de fa segunda guerra mundial se han hecho extraordinariamente complejas y costosas, por lo que su utilidad ha disminuido debido a los costes y las exigencias lo- ufsticas, ademas de que las mejoras de rendimiento son cada vex menores.” En este periodo aumentaron considerablemente los problemas de movilizacién ¢ inflexibilidad y los riesgos del desgaste, hasta hacer casi prohibitivo montar una operacién im- portante salvo que sea contra un enemigo claramente inferior, ‘como en el caso de Ia guerra de las Malvinas de 1982 0 las ope- raciones del Golfo en 1991. La conclusién Idgica de Ia trayectoria tecnolégica de Ia gue- rra moderna la constituyen, por supuesto, las armas de destruc- cién masiva, especialmente las armas nucleares, Una guerra nu- wr serfa aquella en la que se aplicara una medida extrema de cen cuestién de minutos. Pero gqué propésito racional po- dia justificar nunca su uso? En el periodo posterior a la guerra, muchos pensadores estratégicos han reflexionado sobre este problema, zAcaso las armas nucleares no anulan la premisa de Ja guerra moderna, el interés de Estado?" Por iiltimo, en la posguerra las alianzas se hicieron més tigi das, de forma que la distincién entre lo interno y lo externo tam- ign se ha deteriorado. Ya en la segunda guerra mundial se vio con claridad que los Estados-nacién no podian llevar a cabo las guerras de forma individual y unilateral, Esta leccién se aplicé en la formacién de las alianzas de posguerra. Los sistemas de mando integrado establecieron una divisién militar del trabajo cn la que las superpotencias eran las tinicas con capacidad inde- pendiente de Mevar a cabo gucrras declaradas. En la prictica, después de la guerra, los paises europeos abandonaron uno de 46 Jos atributos esenciales de Ia soberanta ~el monopolio de la vio- lencia organizada legitima- y, al menos en Europa occidental, lo que en realidad era una sociedad civil transnacional se extendié aun grupo de naciones. Existe un amplio debate sobre a con- clusién de las ciencias sociales de que las democracias no se de- claran guerras entre s{ Pero, curiosamente, lo que no se discute es la integracién transnacional de las fuerzas militares, due pro- porciona una limitacién practica contra Ia guerra. Claus Offe tiene in argumento parecido sobre las revoluciones de 1989 en Europa del Este; la razén por la que fueron tan pacfficas, afirma, fue la integracién de las {uerzas militares en el Pacto de Varso- y eso explica, al mismo tiempo, Ia excepcién de Rumania.* Fuera de las alianzas, se establecié una red de conexiones militares a través de alianzas menos estrictas, el comercio de ar- mas y el ofrecimiento de ayuda y formacién militar, que crearon tuna setie de relaciones entre patrono y cliente que, a su vez, hibieron Ia capacidad de declarar guerras de forma unilateral. Descle 1945 ha habido muy pocas guerras entre Estados, y éstas (india y Pakistin, Grecia y Turquia, Isracl y los Estados Arabes) se vieron limitadas, en general, por la intervencién de las super- s. La excepeién que confirma la regla fue la guerra en- ire Iran e Irak, Este conflicto duré ocho aftos y pudo librarse de forma unilateral gracias a que disponfan de los ingresos del pe- tréleo. Ambos bandos aprendicron la inutilidad de la guerra moderna convencional. Citando de nuevo a Van Creveld: «Un millén de bajas mas tarde, aproximadamente, los beli- gerantes se encontraban de nuevo en sus puntos de partida. Los iranies aprendieron que, ante una potencia de fuego gigantesca, ala que se afadfa el gas, sus j6venes soidados fandticos no iban ‘a poder avanzar mas que en la ruta hacia el cielo, Los iraquies aprendieron que la superioridad convencional, por si sola, era .paz de infligir una derrota significativa a un gran pafs con casi el triple de su poblacién. Ambos bandos se vieron constan- temente obstaculizados por el miedo a que, si se interrumpfa en serio el caudal de petréleo, st conflicto atraerfa la intervencién de las superpotencias. Ambos querfan un alto el fuego y se sin- tieron aliviados cuando, por fin, se firmén. 47 { deriva de Ins distnciones entre Io pi istinciones entre lo piiblico y lo privado, I gr Ice mir yo xe fRbign pane tela de juicio la propia distincién entre guerra y paz, La segund i ay paz, La segunda guerra mundial fue una guerra total y represents una fusion en- tre guerra, Estado y sociedad, una fusi6n que siguié caracteri- zando at las sociedades totalitarias. La gu pecie de psicosis de guerra pe va fifa sostuvo wma es ente basa en Ia teorra de In ra es la pas, de Ia obra de George Orwell 1984. La guerra mantuvo viva la idea de guerra al mismo tiempo que evita ud Se sponta que el mantenimiento de grandes ejérel fos perinanentes integraidos en alianzas militares, la carrera con- tinuada de armamento tecnoldgico y los niveles dle gasto militar, hhasta entonces jamAs experimentados en tiempo dle paz, debfan garantizar In paz porque no estallé en suelo europeo ninguna guerra tan sencilla que encajara en el esquema descrito en este Capitulo, Simultdneamente, en (odo ef mundo -incluida Europa Se prodiajeron muchos conflictos en los que murid mas gente Gque en fa segunda guerta mundial, Pero como estas gucrras no Se ajustaban nuestra coneepeion de hn guerra, no fueron te das en cuenta, Las guetras irregutares ¢ informales de la segunda mitad del Jo.xx, empezando por los movimientos de resistencia durante ta guerra y la guerra de guerrillas de Mao Zedong y sus suceso- res, son el preludio de auievas formas de guerra, Los actores, las cenicas y las contratécnicas que surgieron de las griets de kt guerra moderna iban a proporcionar Iv base para nuevas for mas de violencia soe fora, su iste nente organizada, Durante la guerra quedé oscurecido por el dominio del conflicto reste; se consicl 1a parte perifériea del contlicto al, Pero ya antes del final de Ia guerra frfa, cuando ka ame: cae de ote epuera moderna» empezaba verdade roceder, empezamos a ser conscientes de Jo que Luttwak deno- mina ka nueva belicosidad. mente a re. 48 3 snia-Herzegovina: estudio de una nueva guerra a guerra de Bosnia-tlerzegovina se desarrold desde © & de abyif ae 1992 hasta el 12 de octubre de 1995, cuando entrd & CF tor un acuerdo de alto et fuego promovido pore viceseeretavio Ber atado norteamericano Richard Holbrooke! Murieron SS S601000 personas y aproximadamente dos tereios de fos habitan- aaone wieion desplazacos de sus hogares. Se produjeron 0 Inciones de los derechos humanos gran esc comprenclias detenciones forzosas, lorturas, violaciones y castra trayeron muchos ménuinentos histéricos de eslor incalculable. La guerra de Bosnia-Herzegovina se ha cor gjemplo arquetipico, et paradignsa del revo tpg de guet™s Hay Clem e fehas guervas en el mundo, como indied con gran [ts ses pubilidad- Boutros Boutros-Ghuli fos efudadanos de S- jovo en su visita a la ciudad, el 31 de diciembre de 100? Si las tragediag humanas se pueden medi en cifras, €8 Po ible as AraBetmo Hnizo él, que han ocurrido cosas mis teribles en olvet Thngares? Pero la gucrra de BosniacH Herzegovina se into te coneiencia mundial como ninguna otra guer Tia guerra suseit6 un enorme esfuerza internacional, qt 4h cluyd neyoctactones politica de alto nivel con Ia participa’ le sao er grandes porencias, Ios esfterzos hummanitarios de ins todas es Bemacionales y ONG, y una gran avencign por parle de sacemedios de comunicacién, Se consolidaron y se destmiyeret tes as personales ¥ se decid, al menos ex part, Ia since ear fo despues dle la guerra fri: Ia penosa inexpacidad de kt politica exterior de ln UE, los falls de kt ONU, el vegres® de Es rorge Unidos, la redefinietén del papel de Rusia. La actual pre: tas Minasiva de Tas tropas de Ta OTAN y as de los pases de Ie ay

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