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ROKIÑ.

PROVISIONES PARA EL VIAJE


Liliana Ancalao Meli

(selección)

1a ed. - Rada Tilly: Espacio Hudson, 2020.


110 pp.
ISBN 978-987-1904-82-2

© 2020, Ancalao, Liliana


© 2020, Espacio Hudson

Lago Puelo – Ciudad Autónoma de Buenos


Aires – Comodoro Rivadavia – Rada Tilly
Comodoro Py 317, (9001)
A la generación de mis parientes que se vino del
campo a la ciudad, y tuvo que cambiar el ciclo de las
estaciones y las pariciones por horarios laborales y
calendario escolar. A sus hijos que fue ron parte de
una infancia de juegos y de preguntas que,
entonces, no pude formular con palabras.

A mi tía Cecilia Meli yem y a mi tío Desiderio Rojas


em, a mis primos: Emi, Roberta, Abel, Simón,
Adriana y Miguel. A mi tía Adelina Saavedra y a mi
tío Ricardo Campos em, a mis primos: Lucho,
Corina, Alda, Fabián, Oscar y Omar. A mis tíos Beto
Curiguala yem, Liberato Curiguala yem y Juan
Curiguala yem.

A mi tía Segunda Meli yem y a mi tío Beto Barrientos


em, a mis primos: Viviana y José Zacarías

A mi tía Teodora Maliqueo yem y a mi tío Julio


Cayuñan yem, a mis primos: Francisco, Eloísa,
Luisa, Gladys y Valeriano. A mi tía Teresa Cayuñan
em y a mi tío Ramón Jaramillo yem, a mis primos:
Tito, María y Beto

A mi tía Clara Napal y a mi tío Prudencio Meli yem, a


mis primos: Alberto yem, Chango, Bebé y Anahí.

A mi madrina Aurora Hueichaqueo yem y a mi


padrino Ignacio Cifuentes yem, a sus hijos: Rubén,
Roberto yem y Armando yem.

A los wentru que se quedaron trabajando en el


campo: mi abuelo paterno Agapito Ancalao yem, mi
abuelo materno Andrés Meli yem, mis tío-abuelos
maternos: Florentino Meli yem, Mario Meli yem,
Modesto Meli yem, Manuel Meli yem
A los que salieron, apenas muchachos, a trabajar a
las estancias: mi tío Celedonio Ancalao yem, mi tío
abuelo Eduardo Saavedra yem. A Antigüil, Caniu,
Maía y Fermín Rupallán, que alguna vez vinieron de
visita a Diadema y dejaron sus caballos ata dos en
el cerco de mi casa.

Al amor originario: mi mamá y mi papá, Eugenia


Meli yem y Desiderio Ancalao; mis hermanos
Sergio, Mirta, Ricardo, Rubén y María Eugenia
yem.

Al amor que crece: mi compañero Lucho, mis hijas


Malén y Morena, sus compañeros, Martín y
Juanchi, mis nietos: Naza, Felipe y Nachito.

A la memoria que perdura y busca sus palabras.


SALUDO AZUL PARA MI LAMGEN LILIANA
ANCALAO MELI

POR ELICURA CHIHUAILAF NAHUELPÁN

Iney rume zullikelay ñi llegael kiñe lof mew, kiñe az


mew ñi chumgen, kiñe mogen, kiñe az zugun, kiñe
chem rakizuamgen, feypimekeeyiñ mew taiñ pu
Che. Welu, kvzawtuaiñ taiñ kimael tañi chumlen, taiñ
mogen kimvn mew mvten ta mvley taiñ pepi
poyewael ka poyeael taiñ wallon mew ka taiñ yamael
ta mvlelu zoy ayepvle taiñ pu ken ka taiñ kintun, taiñ
pu reñma ka pu lof. Faw, aye mew, ka kompvle.
Feypi piyeeiñ mew taiñ pu Che, tañi Gvlam mew.
Wimtun ta Ñuke Mapu mu

Nadie elige nacer en un lugar, en un color


determinado, en una historia, un idioma, una visión
de mundo, nos está diciendo nuestra Gente. Mas, la
tarea es conocer lo que nos ha tocado, porque
conocer es la única posibilidad de amarse y de amar
lo que nos rodea y luego respetar lo que está más
allá de nuestros lugares y miradas, de nuestras
familias y comunidades. Aquí, lejos, y en todas
partes. Así nos está hablando nuestra Gente, en sus
Gvlam / sus Consejos. Costumbres de la Madre
Tierra

Es ese el camino al que se ha sumado también


nuestra lam gen / hermana Liliana Ancalao Meli en
su breve y contundente poemario que regala para
alimento del viaje que ya han iniciado o
estarán iniciando -bajo el Sol y la Luna de las
flores- una creciente cantidad de niños, niñas y
jóvenes mapuche, en los campos y ciudades en
nuestra Mapu; en todas las posibilidades de
vivencias de cada quién en la historia tremenda
de nuestro pueblo y de nuestra cultura. No es,
desde luego, un trayecto fácil porque al
colonialismo y la discriminación -sobre todo en las
ciudades que nos impusieron- los han pretendido
obstáculos infranqueables en la Tierra que
Andamos

Pero en la memoria del viento y de la lluvia, que


despierta la germinación, reverdece el Árbol de la
identidad en el que siguen siendo nítidas y
reiterativas sus -ya señaladas- cuatro
ramas fundamentales: el territorio, la historia, el
idioma, el modo de contemplar. Mvlelleyiñ ta faw
pu peñi, pu lamgen, piwkan vnvlentu mvpv
eluñmaniyefiel kvllv pu tralkatufe. Neyen petu
gillatuyiñ re af mvlewechi neyen fey chi neyvn
vgvmniyeel tayiñ mvpvam. Kamapu ta mvlelleyiñ,
¿alvyelley tayiñ puwam tvfachi pu wvntu mvpv?
Welu tremkvlelley lumpv vñvm. ¡Mvpafvlleaymvn
pichike pu piwpiw! fey chi illaf, fey chi mapu
wewlleayiñ wiñon afpun antv. Estamos diciendo

Y en ese mismo pensamiento nuestra hermana


Liliana dice con palabra precisa, descarnada y
profunda: "Escribo para recordarme quién soy,
porque yo nací sin saber quién era. / Escribo por
respeto a los kongen, los dueños del agua /
Escribo para recordar a los kuyfikecheyem, a los
antiguos / Escribo porque así
me alivio un poco / Escribo entonces para que no
quede impune el nombre de tantos asesinos /
Escribo por los que enloquecieron a la vista del
asesinato de sus hijos". Qué podría yo decir ante
este desgarro que es el de tantas y tantos; mío
también…
El colonialismo y la discriminación -con todo lo que
implican- son dificultades, sí, pero no vallas
insuperables. La mejor evidencia es este Rokiñ para
el agua y el aire del espíritu mapuche. ¡A caminar y
aletear pequeñ@s pájar@s! La tarde -el futuro- gana
remos, el tiempo del retorno. ¿No es acaso la tarde
como la vejez, la hora en que el día y la gente
desean vivir y morir en paz?, estamos diciendo

Querida hermana Liliana: tu libro no necesita de mis


palabras pero como tú las has convocado aquí
están, agradecidas de poder acompañarte. Chaltu,
chaltumay lamgen. Kvme rvpv mu. Abrazo Azul

Elicura Chihuailaf Nahuelpán


Luna de los brotes cenicientos
y Luna del verdor
(Kechurewe / Catalunya)
PARA QUE DRENE ESTA MEMORIA

Escribo para recordarme quién soy, porque yo nací


sin saber quién era.
Escribo por respeto a los kongen, los dueños del
agua, que me llegaron en la voz de mi abuela
Roberta Napaiman y esa vez el ngen era un caballo
que asomaba su cabeza en la laguna de Cushamen,
el temor nos nacía escuchando este relato e impedía
nuestros juegos en la orilla.
Escribo para recordar a los kuifikecheyem, a los
antiguos que antes eran niños y cruzaban los ríos
torrentosos aferrados a la cola de un caballo.
Escribo porque así me alivio un poco, como mis ojos
se alivian cuando miro lejos porque ser Ankalaufken
es estar en la mitad del mar o en la mitad del lago,
esa planicie extensa de mi sangre nampulkafe, que
arrancó desde el Pacífico hasta el Atlántico y
se instaló en la precariedad de un trato con el winka,
desde donde fue desalojada.
Escribo para convencerme de que por eso vivo en
Como doro Rivadavia, lugar desde donde miro el
mar y sus aguas que a veces son de plata, y otras,
aguas ensuciadas.
Escribo porque aun así los machi han visto, en el
pewma, al ngen de este mar.
Escribo para que vuelva a brotar esa memoria.
Escribo para preguntarme cuántos loteos y
caminos se construyeron en esta orilla Puel
tapándole la boca a las máquinas que removieron
los huesos enterrados miles de años hace.
Escribo por los muertos descarnados por
Francisco Pascasio Moreno y expuestos en el
Museo de Ciencias Naturales como trofeos del
despojo, 134 años hace.
Escribo entonces para que no quede impune el
nombre de tantos asesinos
Entonces digo Rauch el prusiano que nos pasó a
degüello para ahorrarle balas al presidente
Rivadavia, digo matanza y Rosas llegando al
Choele choel, digo rangos militares generales
corone les terror y winka bárbaros que violaron a
las mujeres, fusilaron a los prisioneros y
comenzaron el reparto de los niños y las
mujeres como esclavos antes de Julio Argentino y
su foto en el billete de cien pesos
Y agrego al Roca Julio: Rudecindo y Ataliva y me
vienen al estómago los nombres de Sarmiento…
Villegas…Levalle…Winter… Racedo… Uriburu…
Laciar.
Escribo porque escapando del horror huyó mi
gente más al sur más a la cordillera abandonando
su vivienda, la siembra y su cosecha, los
animales
Escribo porque quiero recordar a los niños que se
salvaron tapados con un cuero y a los que en el
fragor de la huida se cayeron del caballo y no
estaban con sus padres cuando ellos se
detuvieron y no encendieron un fuego para que no
los divisaran los soldados. Escribo porque a todos
los aprisionaron y los arrearon como si fueran
animales, cientos de kilómetros, y abandonaron
a algunos en el camino los dejaron
desangrándose después de caparlos o después
de cortarles los garrones.
Escribo para descubrir sus rostros cubiertos de
lágrimas y sangre de los golpes, de la salpicadura de
los cortes en su carne, de la tierra del largo transitar
de los arreos.
Y escribo para que haya un mapa que registre este
genocidio.
Escribo para no olvidar a los que murieron en
altamar, hacinados y enfermos en los barcos que los
llevaban a los puertos del desmembramiento de la
familia que aún nos quedaba, escribo porque la
desesperación tiene quejido llanto y gritos.
Escribo porque no sabían su destino hasta que
llegaron a los campos de concentración, a las
estancias, a los ingenios azucare ros, a los
yerbatales.
Escribo porque no soy un ñanko que pueda
sobrevolar esta miseria
Escribo por los torturados por el hambre en los
campos de concentración Fortín Villegas, Valcheta,
Chinchinales, Malargüe, Rodeo del Medio, Villa
Mercedes, Tigre, Isla Martín García.
En esa isla fue el abandono de los enfermos de
viruela. Escribo por los parientes de los que no se
supo más, desterrados a Rosario, a San Miguel de
Tucumán, a Río Cuarto, a Córdoba, al Ingenio San
Juan, por los esclavizados por Rufino Ortega en
Mendoza y por Rudecindo Roca en Misiones
Escribo para resguardarme de la muerte que me
ronda cuando no sé qué hacer con su cansancio,
con su pena, con sus ganas de no vivir más.
Escribo para que drene esta memoria.
Escribo porque ya aprendí la derrota y sé que
derrotada aún se escribe, para dar vueltas
alrededor de los eventos y poner un nombre a lo
que no tenía nombre.
Escribo por los que enloquecieron a la vista del
asesinato de sus hijos, por los niños a los que
dejaron morir de hambre y de sed, por los niños
apropiados.
Escribo por los que fueron arrancados de sus
nombres y condenados a ignorar su kupalme.
Escribo para recordar el nombre de nuestras
fuerzas, para restituir su poder sobre religiones
ajenas, para que su dios juzgue al obispo Aneiros
a los curas testigos del horror que no
dijeron nada.
Escribo para que esta memoria no se estanque.
Escribo porque no soy el Nahuel que consoló y
acompañó a los que pudieron escapar de los
horrores, no soy luan o choike para alimentarlos
Escribo para que fluya esa memoria para que
vuelva a ser un solo río con la memoria reciente.
Escribo entonces por los pedazos del territorio
devueltos por el nuevo estado como si fueran
limosna, por los desalojados de esos campos
porque los ricos siempre supieron manipular
sus leyes.
Escribo por aquellos a quienes los estancieros les
corrieron el alambrado hasta dejarlos sin agua, sin
pasto para los animales, sin leña, y finalmente los
echaron del lugar al que se aferraban con todas
sus uñas, su corazón y su esperanza.
Escribo por los estafados por el winka que mentía
los números en su libreta de ramos generales, por
los que pagaron con su campo esa deuda
fraudulenta y se quedaron sin nada.
Escribo por los niños a los que silenciaron el
mapuzungun de sus bocas en las escuelas
civilizadoras y evangelizadoras Escribo por los
asesinados en las comisarías de las ciudades, tan
jóvenes que no tuvieron tiempo de conocer su
origen, muer tos por portación de barrio, de rostro,
de apellido. Escribo por Camilo Catrillanka y Rafael
Nahuel muertos por la espalda por los comando
Jungla y por el grupo Albatros, respectivamente,
asesinados por recuperar esta memoria aferrada al
Wall Mapu al idioma de sus fuerzas
Escribo por los machi condenados a alejarse de su
rewe y su lawen, encarcelado su newen para que
puedan avanzar las garras de las forestales, las
mineras, las hidroeléctricas, destruyendo lo que aún
nos queda
Escribo por temor a que los ngen de las montañas
de los cerros de las piedras de las aguas se cansen
de esta prolongada herejía y nos abandonen
Escribo porque los ngen aún están vivos los taülles
y su idioma el sonido del kultrun el ciclo de la mapu
y de las lluvias. Escribo para saber de qué muerte y
de qué vida vengo y sobrevivo.
tufachi üllchakezomo Kushamen mew

iñche ñi chuchu Ana pingefuy, ñi ñuke Eugenia, ñi


kaka Cecilia ka Segunda, memoria mew

ekuan tufachi memoria


fey kimelenew ñi küpan
iñche
ñi pewma mew
ñi pu anka mew

mulen ñi pepikal iñche ñi piuke


ngüñküfiñ
kiñe mesa melinamun mew
küpaln kiñe matra
müchamfiñ ka takun chi wangku
- anünge anünge-
ka iñche ñi piuke niey fill az

pimufiñ pu trufken
ti neyen ñi trüran newen
-Choñoiwe Kushe Chonoiwe Fucha
nepemün küpamün lelimün
tufachi üllchakezomo fey
küpayengün llallitumealu
pu chiñora reke
tüngkülkal mew
wirin wün
-pu chiñora- pifingün
ñi ayen allkütualu
tufachi antü mew wiñoy
las chicas de Cushamen

a la memoria de las Meli: mi abuela Peti, mi mamá


Eugenia y mis tías Cecilia y Segunda

voy a honrar a esta memoria


que me avisa
que ya viene
en las ancas de mi sueño

debo tener preparado el corazón


y lo amaso en una mesa de cuatro patas
traigo una matra
la doblo y cubro el banco
-asiento asiento
y mi corazón se pone laboreado

soplo en las cenizas


el aliento mi newen partido
-Anciano Fuego Anciana
despierten
vengan a mirar
a las chicas
que vinieron de visita

chiñoras parecen
con cabello enrulado
con pintura en los labios
-chiñoras- les digo
para escuchar su risa
en el tiempo que regresa
40 | ROKIÑ - PROVISIONE S PAR A EL VIA JE
tüye mew antü llituy kiñentrür
fillantü

füta tükuluwi mameluko pu botin


wenuluwi empresa ñi kamion mew
ka kiñe tükuluwi pu
zapatilla ka pañuelo ñi
serfiam hora mew
trekay patrona ñi ñizolruka püle

fillantü lunes müley ñi müleael


lifguardapolvo kimüllkantun kimketabla

kiñe yung antüngey


llangküñmay
katrüeimew pu puchun
pu nemül
ngüman
alüñma lelifi mi pukoñi

ñi tripayam kuzaw püle


ñi trenayam
ñi yallümüam

fewla leliwingun
chuchu Peti ñi ange
kiñe kawelo
antüngey
ka ürkütuy kawellwe mew

chumül no rume pepi


ngenefiñ antü kimpen ñi
eluam clase meli mari
minutos mew puchuñman
mari kam
allá
el día comienza
a la misma hora siempre

el marido se pone el mameluco los botines


y se trepa a un camión, el de la empresa
y una se pone las zapatillas y el pañuelo
de sirvienta por hora
y camina hasta la casa central
de la patrona

y cada lunes tiene que estar almidonado el


guardapolvo de los hijos y su poesía de
memoria y las tablas

el tiempo es un filo que cae sobre una


y te corta lo que sobra:
las palabras
el llanto
el mirar largo a tus crías

para que salgas


puntual y rendidora
hacia el trabajo

ahora se miran en la cara de mi abuela Peti


y el tiempo es un caballo que descansa en el
potrero

y yo que nunca pude manejar el tiempo


estudié para dar clases de cuarenta minutos
y me sobraban diez
kechuwei minutos

fewla wirin
tranaley iñche ñi kuw mew
ningülkülelayngu yafüngelayngu
kimlan ñi iloal kiñe kulliñ
penielafiñ kuñifal pichiofisha pukem mew kafey

eskuela ñi vakacion mew


pepi inarüpüiñ

kiñe trokiñ rüpu alamowinwin püle


kiñe afpun ngenulu Kakel
leufu ñi kuikui püle amun ñi
peam tufachi kalfü
wiñowüalu ponwi
chew weshamollfün llakowi

rupan kaiken ka tregl


ñi trokiñ rüpü akun
troltro ka neneo
mew
angkurüpü mew
wangkün trewa mew

ñi pefiam fey engun ka iñche

fewla mapuchengeiñ
indígena argentino pieiñ mew
paisanas
pobladores
araucanas kafey
LILIANA ANCALAO MELI | 43
o me faltaban cinco

ahora escribo
eso se ve en mis manos
sin paspaduras y sin callos
no aprendí a carnear un capón
ni cuidé un cordero guacho en el invierno

en las vacaciones de la escuela


nos estaba permitido el viaje
un trecho hasta la hilera de los álamos
un infinito hasta el puente del río Cakel
hasta ver el azul que me volvía adentro
donde la malasangre
se aquietaba

pasar el tramo de los teros y las avutardas


llegar a los abrojos y al neneo
a la huella seca
al ladrido de los perros

para verlos y verme

ahora somos mapuche


indígena argentina nos dijeron
también paisanas
pobladores
araucanas nos dijeron
welu kimün mapuchengeiñ manzanerangeiñ

tripaiñ kiñentrür ñi lelifiam tukun


tüfa püle pu aliwen ñi truürün
zunguy mapuzungun
mülen ñi llellipual ngenko
iñ llaufutuleam
tüfa püle Juan Meli müñetuwi wiñoy tripantü mew

tufachi pufün Manshana


Mapu ñi tuwun trekatuy
ka akuy faw
rupan trewawinka ñi fütamalon
rupan montun mawiza mew

rupan kechan mew


pu kulliñ reke yeeiñ

Chichinales mew petu trepeleyngun


feichi ankaspürakawellufingun
fentrelofongefuy

pichi karü ka küme nümün


amuy amutuy pu nemül
uyüleiñ alfalfa ka manshana engu
wiñotuiñ alükon

ko wüfko tuwun
ptokoiñ pu zomo
wallorupay mate
-küchangey mate
pero yo sé que somos mapuche manzanera

salimos juntas a mirar la quinta


acá el murmullo de los árboles
habla el mapuzungun
y hay que pedir permiso al dueño de la vertiente
para andar por esta sombra
acá Juan Meli se bañaba en el wiñoy tripantu

estas semillas del Manshana Mapu


llegaron caminando
después del Füta Malón del winka perro
después de escapar a la montaña
después del arreo
como animales nos llevaron
en Chichinales estaban aún despiertas
cuando las subimos
a las ancas de un caballo
bien arisco era

pequeñas
verdes
y fragantes
van y vienen las palabras
con mareo de alfalfas y manzanas

regresamos al adentro
agua del ojo de agua tomamos las mujeres
en el mate que rueda
-está lavado el mate
¿trafkintufiñ yerba?
¿chillafiñ mate?-

fewla
antü kiñe peon reke
ka ñüküfkületuy
cocina mew.
cambio la yerba?
o lo ensillo nomás

ahora
el tiempo es un peón
que churrasquea un silencio
en la cocina.

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