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Podría parecer que se trata de dos con- cos –algunos de nuestros políticos– pare-
ceptos antitéticos: la ética que remite a la cen ir en sentido contrario: el “todo vale”
moral y las buenas costumbres, de un para conseguir el poder y el despotismo
lado, y la política, cuya “verdad” no y otras argucias para mantenerlo una vez
siempre es presentable éticamente, de conseguido, parecen guiar la intenciona-
otro. Pero no. Una y otra son perfecta- lidad y las prácticas de más de uno. Y es
mente articulables, aunque no siempre que, a la “erótica” del poder, suele aña-
desde parámetros matemáticos –de exac- dirse la componente dineraria, entre los
titud total–, porque todo se puede mejo- objetivos “políticos”.
rar y hacemos camino, caminando, como Por eso no es de extrañar que alguien
decía el poeta. Me explicaré: según se confesara, sin rubor, aquello de: “voy a
me alcanza como ciudadano –que no meterme en política para forrarme”. Y
experto en una ni ejerciente de la otra–, todo apunta que –hasta el momento al
los presupuestos éticos –lo que Adela menos– al tal personaje le va la mar de
Cortina califica de “ética mínima”– han bien, ya que después de haber ocupado la
de impregnar la vida de las personas y de presidencia de una comunidad autónoma
los pueblos. Así, pues, la moralidad no es durante largo tiempo y una cartera minis-
sólo una cuestión relegada al ámbito per- terial –durante un tiempo no tan largo–,
sonal, sino que presenta una dimensión continúa en activo como portavoz parla-
social consistente y, por ende, política. mentario. Y aunque los políticos no han
Entendida la política como la forma de de arruinarse en el ejercicio de su res-
gobernarse la sociedad, participadamen- ponsabilidad cívica, ni pagar de su bolsi-
te, democráticamente, al servicio de la llo lo que corresponde al erario público,
ciudadanía y, por tanto, éticamente. Es sino que han de recibir una justa com-
decir moralmente presentable. pensación económica por su dedicación
Pero los hechos –algunos hechos– de a la ciudadanía y a gestionar los proyec-
los que son protagonistas nuestros políti- tos de gobierno, de eso a “forrarse” hay
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Marc Antoni Adell Cuevas, Universidad de València.
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un buen trecho que lo marca la decencia. pio país. Pero la lista de políticos –algu-
La ética, en suma. nos “de casa”– que mintieron descarada-
Porque lo que un ciudadano de a pie mente para “justificar” guerras e inva-
espera de sus gobernantes –algunos pi- siones a países que (¿también como
den milagros, pero no es el caso– es, ellos?) fabricaban armas de destrucción
además de una mínima preparación para masiva y otros episodios bien tristes que
el ejercicio de las responsabilidades pú- están en la mente de todos –la tragedia
blicas, un grado de moralidad contrasta- del 11-M, por ejemplo–, es larga.
ble. Lamentablemente, en más de una Algunos –y algunas– de ellos siguen
ocasión, está ausente una y otra cuali- apareciendo en los media, jaleados por
dad: los episodios en determinada loca- ciertos periodistas “independientes”,
lidad costera –pero no la única– de pre- intentando hacernos comulgar con rue-
varicaciones, sobornos, desfalcos, mal- das de molino. Pero no. Los ciudadanos
versaciones y complicidades inconfesa- –y en eso empezamos a parecernos a los
bles lo avalan, evidenciando que algu- norteamericanos– podemos perdonar
nos o algunas políticos ejercen de mario- que un político no sea una “lumbrera” o
netas o elementos “decorativos” –bien que cometa errores, pero no que nos
“forrados”–, al servicio de tramas de mienta descaradamente y sin rubor,
dudosa catadura ética. tomándonos por pardillos o menores de
No es el único (mal) ejemplo: en la edad: eso empieza a pasar factura en
costa o en el interior, en la política muni- forma de elecciones perdidas –o a perder
cipal, autonómica o estatal –y europea y próximamente– aunque ellos, haciendo
hasta mundial–, la falta de respeto por buena la frase clásica sostenella y no
los principios y valores que tendrían que enmendalla, se mantienen en sus trece
ser el referente del ejercicio público del sin ningún rubor, ensayando el gesto de
poder, comienza a ser norma habitual de sorprendidos y hasta de ofendidos, por
conducta, aunque por suerte –gracias a la “conspiración” de los otros, es decir
Dios decimos nosotros– no se ha gene- del resto del universo político local o
ralizado y quedan (buenos) ejemplos de planetario. Mantienen la esperanza en la
ejercicio responsable en la actividad técnica goebbelsiana de repetir hasta la
política. saciedad una mentira, para que aparezca
Pero algunos, por desgracia, hacen como verdad, técnica que si no “coló” en
gala de una peculiar interpretación de la época de su acuñador, podría hacerlo
doctrina de Maquiavelo y convierten la ahora que es tiempo de relativismo y
mentira en práctica habitual: el episodio nada es lo que parece…
más emblemático y aún reciente –pero Los adictos a una tal práctica añaden
no el único, lamentablemente– lo hemos otra para descalificar a quienes no les
vivido en el caso del primer ministro siguen la corriente: “proyectan” en los
húngaro, quien confiesa y se jacta, a la demás –¡ay, Freud!, que se quedó corto,
vez, de haber mentido a la ciudadanía en su diagnóstico del inconsciente más
durante la campaña electoral que le aupó profundo– sus propias neuras y los acu-
al poder. Lo que ha provocado la (justa) san de lo que protagonizan ellos: la
indignación de los ciudadanos de su pro- manipulación descarada, las medias ver-
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dades, las mentiras encubiertas… y todo to es que ellos son los profesionales de
–dicen de los demás– por intereses per- la enseñanza, pero no los únicos respon-
sonales, egoístas, inconfesables, parti- sables: los padres, los adultos, los jóve-
distas… E insisten, porque saben que nes que van delante de los adolescentes
hay gente que, por más que reconozca y los adolescentes que van delante de los
que mienten, les seguirá votando, senci- más pequeños, tienen que hacer su apor-
llamente porque aquella parte de la ciu- tación a la tarea –harto complicada y
dadanía piensa como ellos y en eso cada día más– de formar personas. Y no
están. sólo la formación de los escolares
Sin embargo no parece que la mayo- requiere la complicidad de todos y una
ría de la sociedad esté dispuesta a acep- profesionalidad vocacionada y compe-
tar unos comportamientos que, además tente de los maestros –desde la escuela
de venales, hacen gala de un cinismo infantil a la universidad–, sino la educa-
más que notable. Y es que el mundo, a ción permanente de todos y cada uno de
pesar de los bandazos que da, avanza los miembros de la colectividad: todos y
–bien que trabajosamente– en el camino todas estamos en edad de aprender (más)
de lo que Paulo Freire llamaba “con- y los políticos –con sus mensajes, pero
cientización”: la gente empieza un lento también, o más, con su conducta– están
despertar hacia la conciencia de lo que le llamados a desarrollar una cierta peda-
está pasando y de lo que ocurre a su gogía social o socializadora que, a buen
alrededor y hasta los más humildes e ile- seguro, mejoraría el nivel de conviven-
trados se dan cuenta de las maniobras de cia y moralidad de nuestra sociedad…
los grupos de presión y de los políticos siempre que fuera razonablemente ejem-
que les hacen el juego, que aún preten- plificante y moralmente presentable. Y,
den insinuar que las desgracias que desde luego, no sólo “correcta”.
aquejan a la humanidad –hambre, mise- La frase “políticamente correcto” ha
ria, guerras, cataclismos…– además de sido acuñada con una buena dosis de
ser inevitables (!), son culpa de quienes cinismo, porque lo que se está diciendo
las padecen (?). Pero no: algunas perso- es, sencillamente, “oportuno” –oportu-
nas pueden no tener estudios, pero em- nista más bien–, “que no compromete”,
piezan a pensar y, en buena medida, les que “queda bien”… Con razón cuando
“ayudan” sin quererlo –más bien preten- alguien se desenvuelve airosamente,
den lo contrario– los comportamientos sabe esquivar las situaciones comprome-
disparatados de algunos políticos vena- tidas, disimula con gracia y halaga al
les. Y tampoco habría que exigirles la auditorio, se suele decir que “hará carre-
perfección suma, bastaría con revestirse ra como político”, porque parece que la
de humanidad –los políticos– y dedicar- política se ha convertido en el arte de
se, honestamente y con un razonable aparentar, de disimular, de quedar bien,
grado de competencia, al bien público al aunque sea a costa de faltar a la verdad.
que se comprometieron a servir, cuando Y no; la mentira es una mala conse-
pedían el voto a los ciudadanos. jera también en política y se acaba pa-
A menudo se atribuye sólo a los do- gando, lástima que a veces demasiado
centes la condición de enseñar y lo cier- tarde y cuando tiene difícil remedio el
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Profesionales cristianos:
un servicio al diálogo
Inmaculada Franco
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la importancia del hecho religioso y es- religiones hacen a “la emergencia del
pecíficamente de la aportación cristiana; rostro de Dios en la conciencia de la
y aceptar sin temor el que se discutan los humanidad” para mantener un contacto
derechos y los límites de la expresión respetuoso y cordial con ellas.
religiosa en una sociedad democrática y Trabajemos para que el cuestiona-
pluralista. miento de lo religioso sea para nosotros
5. Diálogo entre religiones una oportunidad de repensar la presencia
Por otra parte, la creciente presencia cristiana, de obligarnos a un testimonio
de otras religiones entre nosotros, espe- más valiente y mejor fundamentado,
cialmente del Islam, convierte en tarea capaz de dialogar y de expresarse sin
inaplazable, pero no sencilla, el diálogo temor ni complejos ante otras visiones
interreligioso. Quisiéramos que tuviera del hombre y del mundo.
en cuenta a los hombres y mujeres con- Por otra parte, en un mundo “deshue-
cretos en su relación con Dios antes que sado de creencias” (Sartori), los cristia-
la pretensión teórica de verdad. Sin re- nos tenemos una tradición y unas pro-
nunciar a la revelación cristiana como puestas de vida que ofrecer. Tenemos la
manifestación plena y definitiva de responsabilidad de hacerlas llegar. La
Dios, sabemos que “el Señor no es de afirmación cristiana sobre el hombre, la
nadie y por eso es de todos”, por lo que, novedad radical que representa el men-
como recuerda Torres Queiruga, no po- saje de Jesús en la historia ¿no sonará
demos “apoderarnos” de la experiencia ahora más nuevo que nunca, más claro y
cristiana que no es nuestra, sino don para diáfano a los oídos de quienes nunca lo
la comunidad humana entera. Y debe- han escuchado?
mos aceptar la aportación que las otras madrid@profesionalescristianos.com
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