Está en la página 1de 2

El movimiento sindical en la Argentina emergió de los diez años de cambios sociales y políticos

operados entre 1946 y 1955 convertido en un actor principal de la vida del pais. Esto no fue
algo estable, sino que el lugar del sindicalismo se fue expandiendo y comprimiendo por la
errática sucesión de gobiernos tan diferentes y los altibajos económicos característicos del
país.

La clase obrera argentina es una clase obrera madura en dos sentidos:

Madurez Sociocultural: formación de una masa de trabajadores asalariados que


mayoritariamente están desvinculados de la economía y sociedad agraria y residen en los
grandes centros urbanos. Los miembros de la clase obrera argentina poseen un alto grado de
homogeneidad en su origen sociocultural y sus experiencias de vida. Son obreros en general
que pertenecen a una segunda generación urbana, es decir, no pertenecen a contextos
socioculturales semitradicionales, sino que en general sus familias son obreras, reforzando la
integración subjetiva de una fuerte identidad de clase.

Madurez Política: alto grado de incorporación de los trabajadores a la comunidad política


nacional. Amplio acceso de los diversos sectores de la clase obrera a los derechos civiles
sociales y políticos que califican el status de miembro pleno de la comunidad política nacional.
En este sentido la década del primer gobierno peronista (1946-1955) puede ser considerada
como el periodo en que culmino la institucionalización de la clase obrera.

En un pais como el nuestro, es esperable que el sindicalismo se constituya en un hecho central


de la vida social y política. Hay dos factores estructurales que potencian el poder del
sindicalismo argentino: un mercado de trabajo relativamente equilibrado y la cohesión política
de la clase obrera

Mercado de trabajo relativamente equilibrado: en un pais con una población que crece
lentamente, con niveles de subempleo y desempleo bajos en términos comparativos, la
situación de mercdo de trabajo tiende a ser mas equilibrada, y ello repercute favorablemente
sobre la accion sindical y los salarios. En otras palabras, la ausencia de un amplio ejercito
industrial de reserva ha contribuido a que los salarios se situen a niveles altos con referencia a
america latina.

Cohesión política de la clase obrera: en el sindicalismo argentino no existe una grieta que
separa a comunistas y socialistas como en Francia x ejemplo. La identidad peronista de la clase
obrera argentina esta encarnada, sonre todo, por los sindicatos. Hay un predominio de la
identidad peronista

Estos dos factores determinantes son estructurales en tanto que constituyen datos
relativamente fijos o estables en la estructura socioeconómica y política de la argentina actual
(2004) . Ambos son parámetros dentr de los que se desenvuelven los conflictos en torno de la
distribución del ingreso y la participación política, favoreciendo y estimulando la formación de
un poder sindical fuerte.

CAMBIOS EN LAS FUENTES DE PODER DEL SINDICALISMO

El nuevo escenario histórico en los años 80 y 90 por la democratización del sistema político y
las reformas de mercado modificó sustantivamente esas condiciones y dio lugar a procesos
que neutralizaron la eficacia de los factores previamente mencionados y provocaron un
debilitamiento del poder sindical. Estas modificaciones y nuevo escenario histórico ha forzado
a retroceder a una posición defensiva y a concentrar sus energías en salvaguardar sus
prerrogativas corporativas, como son el control de los recursos económicos de las obras
sociales y su predominio institucional en las negociaciones colectivas.

La reconstitución del sindicalismo peronista comenzó en 1957 cuando la administración militar


convoco a elecciones en los gremios intervenidos en 1955. Emergió con estas
transformaciones un sindicalismo por un lado respetuoso de su debida lealtad al jefe político y
por otro galvanizado por una representatividad superior a la que había exhibido al final de la
década peronista.

Por otro lado, la coalición cívico-militar abogaba por una desperonización, ya que había una
creencia de que durante esos diez años anteriores se había vivido una pesadilla totalitaria en la
que había una manipulación a las masas por parte de Perón, y que eso debía deshacerse para
poder adentrarse en un partido democrático. Las medidas represivas y reformas laborales
reflejaron el cambio drástico operado en las relaciones de fuerza en el plano político nacional,
y sirvieron de elocuente contraste con relación al pasado reciente. La nueva legislación sindical
que abogaba por favorecer el pluralismo de las organizaciones gremiales era vista por estos
como un intento por debilitar el movimiento.

la llamada resistencia peronista durante la proscripción fue un periodo de fuerte conflictividad,


huelgas y lucha en contra de la desperonización. Ya con Frondizi en el poder y su política
económica que afectaba a los trabajadores, los sindicatos no tardaron en dar respuesta con
una ola de movilizaciones a gran escala, pero la mayoría de las huelgas fue derrotada, varios
militantes sindicales detenidos y sindicatos intervenidos. El autor remarca la utilización de la
huelga como método de presión política y como dispositivo táctico para influir sobre la
voluntad de los lideres en pos de que estos actúen a favor de sus demandas.

Entre 1962 y 1963 el sindicalismo peronista comenzó a incrementar su poder que había estado
bastante apaciguado durante estos años anteriores. Esto se vio reflejando en que volvieron a
tener el control de la CGT, es decir, estamos en presencia de un tipo de sindicalismo que
consiguió mediante la lucha por el reconocimiento, que sea considerado tanto por los grupos
económicos y los militares como uno mas de los “factores de poder”. Sin embargo, esto trajo
consecuencias; la idea del retorno del peronismo al poder comenzó a perder fuerza, y en su
lugar gano relevancia la demanda por una mayor participación del movimiento obrero. Por
otro lado, otra transformación o consecuencia fue la nueva posición del sindicalismo basada
no tanto en una acción o movilización de masas sino en una participación de tipo instrumental
fundada en un cuidadoso calculo de pérdidas y ganancias. Podemos decir entonces, que de la
mano de Vandor, se reconfigura el sindicalismo en un sindicalismo de corte pragmático.

También podría gustarte