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La gran Zarina

Sofía Augusta una joven princesa alemana se 14 años se vio rodeada por una cultura que no
conocía pero estaba decidida a hacer lo mejor por ella.

La princesa nació en una familia de la baja nobleza por lo que casi no tenían poder o dinero
así que cuando la Zarina Isabel Petrovna la eligió para esposa de su sobrino Pedro
Feodorovitch, quién también era alemán. La familia de Sofía estaba fascinada con
semejante propuesta pues era la oportunidad para que alguno de ellos llegara al trono.

Pablo III nunca se interesó realmente por aprender sobre la cultura rusa y se creía que
Alemania era superior a Rusia en cambio Sofía aprendió el idioma y las tradiciones
rápidamente, se adaptó tanto que incluso cambió de religión y de nombre por uno ruso,
Catalina.

Al casarse con Pablo III ella sabía sus obligaciones reales, entre ellas hacer un heredero de
la corona, pero a Pablo no le interesaba esta parte por lo que en siete años de matrimonio no
concibieron un hijo, la Zarina Isabel preocupada le permitió a Catalina tener un par de
amates, en poco tiempo ella quedó embarazada y se hizo pasar al niño como hijo legitimo
de Pablo.

La nobleza rusa tenía algunos descontentos con Pedro III y no pasó mucho tiempo después
de su coronación para que lo hicieran ceder el trono a su Catalina, pocos días después fue
asesinado.

Durante el reinado de Catalina se crearon las primeras escuelas para mujeres y un colegio
médico para sus súbditos.

Catalina fue la más grande Zarina de Rusia y sin ella Rusia nunca hubiera llegado al lugar
en el que está hoy.

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