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RESUMEN
El presente artículo pretende abordar uno de las principales problemáticas de la Psicología de
la Salud actual en relación a las enfermedades crónicas, motivado por la carencia de reportes
científicos que permitan conocer cómo se modifican, influyen y expresan los factores
psicológicos en las personas con patologías tales como la Enfermedad Crónica Renal (ERC).
Este estudio se orientó hacia el análisis de los estados emocionales que acompañan a la
evolución de esta enfermedad. El objetivo general está centrado en comparar las
características emocionales en su relación con la evolución de la enfermedad de pacientes
con Enfermedad Renal Crónica en los estadios tres, cuatro, y cinco de la enfermedad. Se
comprobó que en los pacientes con Enfermedad Renal Crónica en estadios tres - cuatro y
cinco hay manifestaciones patológicas de ansiedad, depresión, ira y frustración que forman
parte del cuadro clínico de la enfermedad, se vinculan con las características de la etapa de la
enfermedad que transitan. La investigación se desarrolló en el Hospital Docente Provincial
Arnaldo Milián Castro de Villa Clara, Cuba. Se seleccionaron intencionalmente del universo
de pacientes con ERC atendidos en este centro, 16 pacientes con tratamiento renal
sustitutivo y 16 pacientes con otras alternativas terapéuticas en correspondencia con los
diferentes estadios de la enfermedad. Como principales resultados se lograron describir
comparativamente las manifestaciones de la ansiedad, depresión, ira y frustración en estos
pacientes, identificar algunos correlatos entre los estados emocionales que predominan en los
pacientes con ERC y la evolución de la enfermedad.
Palabras clave: Enfermedad Renal Crónica, Estados emocionales, Ansiedad, Depresión, Ira,
Frustración.
Introducción
En el área de la salud, hoy se incluyen desde los interesantes estudios del genoma humano y
la fertilización artificial hasta la creación de órganos y tejidos sustitutivos con el objetivo de
prolongar la vida humana y propiciar una mejor calidad de la misma. En los casos de
enfermedades todavía incurables la medicina ha ido estructurando alternativas terapéuticas
que aumentan la esperanza de vida de la persona que padece una enfermedad y le ayudan a
alcanzar mayor bienestar.
El análisis de la relación salud-enfermedad y la propia concepción de salud ha ido
evolucionando en las últimas décadas hacia un enfoque mucho más integral en el que el
bienestar psicológico es un componente fundamental del estado de salud que de manera
particular adquiere gran relevancia en las enfermedades crónicas.
El impacto psicológico que genera una enfermedad crónica en el ciclo vital de los pacientes,
y en cierto modo, en el propio curso de la enfermedad, estará relacionado con el tipo de
estrategias de afrontamiento ante los miedos, las preocupaciones, los recuerdos negativos, los
pensamientos y las sensaciones ante el tratamiento y en relación al futuro.
La intervención psicológica en el comportamiento del paciente con una enfermedad crónica, a
nivel cognitivo, emocional, conductual, social y espiritual, contribuye para un mejor
afrontamiento de la enfermedad por parte del paciente, permitiendo una readaptación más
rápida, con la finalidad de volver a una nueva faceta de vida igualmente satisfactoria, con la
máxima calidad de vida que el curso de la enfermedad lo permita. Sin embargo, ello supone
estudios acerca del componente psicológico de estas enfermedades, que deberán trascender
del nivel descriptivo al explicativo.
De acuerdo al estado de este problema científico y sin negar los avances en la Psicología de la
Salud, aún existen enfermedades crónicas en las que el desarrollo de las investigaciones en el
área de la Psicología de la Salud se encuentra menos avanzado, como es el caso de la
Enfermedad Renal Crónica.
Desarrollo
Los riñones filtran los desechos de la sangre y regulan otras funciones del organismo. Estos
purifican la sangre al quitarle el exceso de líquidos, minerales y productos de desecho,
además de producir hormonas que mantienen la salud de los huesos y la sangre.
La actividad de los riñones puede verse afectada por diferentes causas, muchas de ellas
relacionadas con la calidad de vida y estilos de vida que asumen las personas.
Cuando los riñones son incapaces de cumplir las funciones anteriormente mencionadas
estamos en presencia de una Enfermedad Renal Crónica. La mayoría de las veces se presenta
lentamente, no tiene cura y llega hasta una etapa terminal en la que el enfermo necesita un
tratamiento renal sustitutivo del tipo de la Hemodiálisis, Diálisis Peritoneal o Trasplante
Renal.
La ERC se define como una pérdida irreversible del filtrado glomerular, que se asocia, a
medida que avanza, a la pérdida de las restantes funciones ejercidas por el riñón. Todo ello
determina, en sus fases finales, una situación clínica característica, conocida también como
uremia, en la que el medio interno se encuentra totalmente alterado sobreviniendo, en caso de
no aplicarse las medidas terapéuticas oportunas, la muerte del individuo.(Massry, Glassock,
1995).
Desde un punto de vista clínico, existen diversos factores que influyen poderosamente en la
progresión de las enfermedades renales, debe tenerse en cuenta que estos factores actúan de
manera combinada, potenciándose sus efectos nocivos sobre las estructuras y la función
renal.
Se reconocen como causas más frecuentes de la insuficiencia renal crónica: la diabetes
mellitus, la hipertensión arterial, las glomerulopatías y las enfermedades obstructivas renales.
Los síntomas de ECR son muy variados y pocas veces claros. Algunos pacientes no muestran
síntomas por mucho tiempo. Produce lesiones graves antes de que la persona sospeche que
está enferma. La mayoría son de índole general: debilidad, irritabilidad, dolor de cabeza,
orinar constantemente durante la noche, mareos, náuseas, vómitos, picazón, el cuerpo se
hincha, hay falta de aire, pérdida del apetito, fatiga, lentitud y calambres.
Con el avance de la enfermedad, la piel se vuelve de color terroso, seca y con tendencia a
descamarse, con manchas y aumento de la presión arterial, aliento con olor a orina, dificultad
para respirar, mucho sueño durante el día y dificultad para dormir durante la noche (Sellarés,
Martín Conde, 2002).
Los avances en los correlatos entre la presión arterial y la ERC son innegables, se ha
comprobado que el mantenimiento de una tensión arterial normal contrarresta la progresión de
la ERC, independientemente de la etiología de la misma. Este efecto favorable se observa con
cualquier tipo de agentes hipotensores, siempre que se consiga la normalización de la tensión
sistémica. No obstante, la relación entre hipertensión arterial y progresión de la ERC tiene aún
bastantes aspectos por aclarar.
En la estructuración del cuadro interno de esta enfermedad quedan muchos aspectos por
explorar. Aún hoy no se dispone de una caracterización psicológica integradora de las
posibles afecciones que se pueden estructurar en esta enfermedad, al menos no se
corresponden los resultados científicos en esta área con los avances acumulados en el aspecto
clínico y biológico del trastorno.
Se reconoce que en los pacientes con enfermedades crónicas, es frecuente la presencia de una
o más condiciones médicas que desencadenan depresión en la persona enferma. Es evidente
que cuanto más severa sea la enfermedad, es más probable será que la depresión la
complique.
La reconocida depresión compuesta, que se refiere a cuando este estado emocional o síntoma
coexiste con otra enfermedad psiquiátrica o médica, se caracteriza por una magnitud mayor
del efecto depresivo y usualmente es más resistente al tratamiento.
En la ERC desde los inicios del proceso patológico de la enfermedad renal, el paciente
percibe que su funcionamiento físico general ha comenzado a alterarse e inmediatamente el
paciente debe iniciar una modificación (a veces radical), de sus hábitos de vida para evitar
peores y fatales afectaciones en su salud.
Con mayor o menor resistencia la persona con esta enfermedad crónica comienza a elaborar o
re-elaborar el sentido de la muerte con una proyección de inmediatez que puede conllevar a la
reestructuración de sus aspiraciones, sueños y proyectos de vida en los que se implica todo lo
significativo y relevante para la persona, que genéricamente hablando se refiere al desarrollo
personal, familia, pareja, profesión, vida social, entre otros.
En esta situación en que la sintomatología propiamente orgánica se presenta con una urgencia
vital, la subjetivación de la misma constituye un elemento clave que se relaciona con la
actitud que la persona asume ante la enfermedad y los estados afectivos, volitivos y cognitivos
que se van estructurando e implicando en su manera de reaccionar ante la enfermedad.
White, Grenyer, (1999) al evaluar las pérdidas del paciente renal establecen una jerarquía que
sin lugar a dudas, más allá de las regularidades generales con que han sido identificadas, pasa
por la dimensión individual de cada persona enferma.
1. Salud
2. Libertad
3. Imagen corporal
4. Hábitos diarios
5. Autonomía
6. Autoestima
7. Bienestar físico
8. Rol familiar
9. Rol como pareja
10. Sexualidad
11. Trabajo
12. Tiempo libre
13. Vida comunitaria
14. Sueños y aspiraciones
15. Estilo de vida
16. Capacidad de elegir
En este sentido resulta interesante la propuesta de autores como Elizabeth Kubler- Ross
(1989) que plantean el tránsito de estas personas por cinco etapas de un proceso de duelo para
elaborar estas pérdidas:
• Fase I. Negación.
• Fase V. Aceptación.
Explorar las maneras individuales de transitar por la elaboración del duelo y la jerarquización
de las pérdidas, constituye una oportunidad para encontrar con mayor nivel de precisión los
posibles factores protectores y la capacidad de resiliencia como premisa para la estructuración
de las alternativas terapéuticas.
En este sentido el estudio de los estados emocionales como la ansiedad, la depresión y la ira
se hacen ya de carácter obligatorio al pretender describir y explicar la manera individual de
subjetivar la enfermedad crónica.
Se trabajó con una muestra de 32 pacientes, 16 de ellos con tratamiento renal sustitutivo
(estadio 5 de la E.R.C.) y 16 con otras alternativas terapéuticas, (estadio 3, 4 de la E.R.C.)
intencionalmente seleccionados del universo de pacientes con ERC atendidos en - Hospital
Docente Provincial Arnaldo Milián Castro de Villa Clara.- Ninguno de los 32 pacientes
reconoce haber tenido tratamiento psicológico y/o psiquiátrico antes de la ERC.
Los variados análisis realizados por técnica y por estadio de la enfermedad posibilitó
encontrar un grupo de características generales de la muestra investigada, en el que se
establecen comparativamente semejanzas y diferencias de acuerdo a la evolución de la
enfermedad, que propician nuevos niveles de aproximación al estudio del estado emocional
de estos pacientes.
En la muestra se encontró como aspecto interesante una escasa presencia de mujeres (a penas
6 de 32 pacientes eleccionados para un 18, 72%), lo cual coincide con reportes
internacionales. En el caso de la muestra investigada,- llama la atención que las mujeres
poseen menor incidencia de hábitos tóxicos, ya que un 65- % (20 pacientes) de la muestra
refiere haber fumado por más de 10 años, y de ellos sólo 3 son mujeres. Igualmente 5
pacientes (15 %) refieren haber consumido bebidas alcohólicas con frecuencia mayor a 6
veces al mes, ninguno es mujer. Estos datos ilustran la demostrada relación entre los estilos de
vida no saludables y la ERC, además de introducir interrogantes alrededor de una tercera
variable, el género.
La edad de los pacientes oscila entre los 23 y los 75 años; 6 están entre 23- 40 años, 15 entre
41- 60 y 11 entre 61-75, lo que evidencia una mayor concentración en el segundo grupo que
representa un 48.75 % de la muestra y podría interpretarse como grupo etario de mayor
vulnerabilidad a la ERC.
El nivel de escolaridad que predomina en esta muestra es medio (22 pacientes), seguido del
nivel primario 6 (pacientes) y 4 de nivel superior. Pudiera pensarse en esta variable como una
predisponerte de carácter indirecto, o sea que el nivel de escolaridad al parecer también
influye en los estilos de vida que asume la persona.
El 100 % de los pacientes refieren no haberse atendido ni por psicología ni psiquiatría antes
de la ERC, lo cual pudiera ser indicador de una adecuada salud mental previa.
De los 32 pacientes que integran la muestra 26 refieren que el optimismo en la vida es
fundamental para seguir viviendo, este grupo pertenece a las edades entre 33 y 75 años.
Al procesar estadísticamente los resultados del inventario de ansiedad IDARE, con el empleo
de la técnica Prueba de Kruskal-Wallis, se encontró que al comparar el grupo de pacientes en
estadios tres y cuatro de la ERC y los pacientes de estadio cinco, no existieron diferencias
significativas en la expresión de la ansiedad como estado ni como rasgo. Las medidas de la
mediana están muy próximas en ambos grupos, lo que demuestra que la estructuración de la
sintomatología ansiosa a nivel patológico es bastante parecida en los miembros de los dos
grupos estudiados y se reflejó en forma de inquietud, zozobra, expectativa negativa sobre su
futuro y evolución de la enfermedad y en expresiones somáticas como: salto epigástrico,
sudoraciones, frialdad en la temperatura corporal, incremento de la motricidad de los
miembros, aceleración en el lenguaje oral. Si bien estos síntomas fueron notables en todos los
pacientes estudiados se apreciaron de una manera más acentuada en los que están transitando
por el estadio cinco de la enfermedad.
Obsérvese en las Gráficas 1y 2 cómo se comporta la ansiedad como rasgo y la ansiedad como
estado en ambos grupos entre los niveles medios y altos. Se manifiesta en niveles más altos la
ansiedad como estado en el grupo de diálisis. Este estado afectivo desagradable se estructura
como un miedo indeterminado y la expectación de un peligro inminente ante la cronicidad y
severidad de la ERC.
Al realizar una valoración centrada en la cualificación de estos datos se encontró que en los
ítems relacionados con el bienestar personal un 50 % de la respuestas fueron positivas,
reflejando de esta manera, respuestas negativas en ambos grupos. Estos elementos indican que
muchas veces los pacientes tienden a buscar mecanismos de negación del proceso patológico
y en otras ocasiones se centran en el mismo. También resultó evidente que aún con la
presencia de manifestaciones marcadas de ansiedad no en todos los casos existe un registro
consciente de las mismas.
Los resultados obtenidos mediante la aplicación del inventario de Beck, mostraron que al
comparar el grupo de pacientes en estadios tres y cuatro de la ERC y los pacientes de estadio
cinco no existen diferencias significativas desde el punto de vista estadístico con respecto a la
presencia de depresión, aunque las medidas de la mediana no están tan próximas como en el
caso de la ansiedad.
Como refleja la Grafica 3 hay un predominio en ambos grupos de los niveles moderado y
grave de depresión. Siendo ligeramente más alta la expresión de depresión grave en el grupo
de diálisis. Estos resultados coinciden con los registros de esta manifestación emocional en
otras enfermedades crónicas en que proporcionalmente aumenta con arreglo a la severidad de
la enfermedad; entre las tantas pérdidas que la persona debe aceptar, comienza a elaborar o re-
elaborar el sentido de la muerte con un carácter más inmediato lo que conlleva a la
reestructuración de sus aspiraciones, sueños y proyectos.
Gráfica No. 3 - Depresión
Al realizar una valoración cualitativa de las respuestas de los pacientes llama la atención que
en relación a hábitos como por ejemplo de alimentación, el 90 % de las respuestas fueron "mi
apetito no es peor que de costumbre" lo cual puede justificarse ya que en estos pacientes lejos
de ocurrir una pérdida de apetito, se produce una exacerbación de prohibiciones y
limitaciones debido a la cantidad de prohibiciones y limitaciones establecidas en su
alimentación.
En el penúltimo grupo de frases del Inventario Beck , un 90% de ambos grupos expresó no
haber disminuido su interés por las cuestiones relacionadas con el sexo, lo cual se traduce en
que no existe realmente una falta de motivación sino que debido a la ERC estos pacientes
tiene pérdidas de origen orgánico en esta esfera.
Los resultados obtenidos mediante la aplicación del inventario de expresión de la ira estado-
rasgo STAXI-2, revelan que al comparar el grupo de pacientes en estadios tres y cuatro de la
ERC y con los del estadio cinco, no existen diferencias significativas en la expresión de la
ira, tanto en su forma como estado como la de rasgo. Estos elementos también confirman la
presencia de este estado emocional en los dos grupos de enfermos explorados. Se releja en la
Gráfica 4 el predominio de los niveles leve y alto en ambos grupos, siempre con un ligero
aumento del nivel alto de la ira como estado en el grupo de diálisis.
En contraste con lo anterior y como se refleja en la Gráfica 5, expresión de la ira como rasgo,
en ambos grupos predomina el nivel bajo, estas manifestaciones hablan a favor de considerar,
entonces, la expresión de la ira como estado, como parte del cuadro clínico de la ERC.
Al comparar el índice de expresión de la ira en ambos grupos, si se encontraron diferencias
estadísticamente significativas. Se apreció que los pacientes en estadio cinco manifiestan un
índice más elevado de expresión interna de la ira. Estos datos reflejan poco control interno de
la ira en la muestra en general, mayor control externo en los pacientes que transitan por el
estadio tres - cuatro y escasa expresión externa en ambos grupo. En estos resultados se revela
la incidencia de la severidad de la enfermedad en el control de la ira.
Cuestionario de estados reiterados de frustración
La aplicación del cuestionario de estados reiterados de frustración, revela que al comparar el
grupo de pacientes en estadios tres y cuatro de la ERC y los pacientes de estadio cinco no
existen diferencias significativas en el análisis estadístico en la expresión de la frustración.
En los pacientes que padecen ERC en los estadios tres, cuatro y cinco predomina la ansiedad
estado como principal manifestación emocional de mayor intensidad asociada a la
enfermedad, lo que refleja el alcance de la subjetivación de las amenazas que vivencian los
portadores de esta afección ante la evolución del perfil clínico que padecen y de las estrategias
terapéuticas correspondientes a cada fase.
Las manifestaciones del control de la ira en los pacientes que padecen la ERC en los estadios
tres, cuatro y cinco están afectadas y se diferencian mejor según el estadio de la enfermedad,
que el resto de las manifestaciones emocionales estudiadas; los enfermos en los estadios tres y
cuatro mostraron un índice más elevado de la expresión externa de la ira, mientras que los
que se encuentran en estadio cinco reflejan un índice más alto de expresión interna de la ira.
La comorbilidad de las afecciones emocionales detectadas a un nivel patológico en los
pacientes que padecen la ERC en los diferentes estadios estudiados indica que su expresión
forma parte del cuadro interno de la enfermedad.
Los resultados de la presente investigación indican que el estado vivencial subjetivo de los
pacientes portadores de enfermedad renal crónica está marcado por afectaciones emocionales,
evidenciándose la urgencia de implementar alternativas terapéuticas psicológicas efectivas en
la atención integral de estos pacientes, y de considerar su expresión en el cuadro clínico de la
enfermedad.
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