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CIENCIA Y SOCIEDAD Volumen Wil, Ndmero 1 Enero ~ Junio 1982 REALIDAD SOCIAL DOMINICANA JOSE DEL CASTILLO Me correspande en esta jornada auspiciada por ANJE, examinar algu- nos de los problemas més acuciantes de la realidad social dominicana. Un criteria selective - probablemente arbitrario - me obliga a dejar de lado ciertos tépicos que seguramente surgirdn en los comentarios de mis cole- gas del panel y en las propias intervenclones de los danSs participantes de este seminaria, POBLAC ION, A la merte de Trujillo, la sociedad dominicana se hallaba caracte- rizada por la existencia de una poblacién rural predominante, que consti tuia el 70% de sus habitantes, al grado que las elecciones de 1962, quele dieron la victoria al profesor Juan Bosch y ms adelante, las de 1966, que ungieron al doctor Balaguer como presidente constitucional, fueron deci das por los campesinos, A lo largo de estas dos Gltimas décadas, la sociedad dominicana ha exper imentado uno de los procesos de urbanizacién mis r&pidos del mundo, al punto que el Gltima Censo nacional de poblacidn arrojé un balance li- geramente favorable a las ciudades, en la composicién rural-urbana de la poblacién; Este acelerade ritmo de urbanizacién ha tendido a concentrarse en la ciudad de Santo Domingo - y en menor proporcién en Santiago, como centro Ponencia presentada en el Seminario '82 "Opciones de Politica Econd, mica", celebrado por la Asociacién Nacional de Jévenes Empresarios, Inc. (ANJE), en el Hotel Santo Doningo Sheraton, los dias 23 y 24 de julio de 1982. 18 secundario -, configurdndose un modelo tipico de lo que los especialistas denominan macrocefalia urbana. Oe una ciudad de 369 mil habitantes, la ca pital ha pasado a tener una poblacién de 1 millén 300 mil, entre 1960 y_ 1981, crecienda a una tasa pranedio anual de un 12%. Con el 26% de la poblacién toral del pats - y el 30% si se le agre- gan las demSs comunidades del Distrito Nacional -, el crecimiento de San- to Doningo se debe en alto grado al Flujo migrator io desde las zonas rura les y desde las dems ciudades. Ya en 1970, el Censo arrojaba un 48% de inmigrantes entre los resi- dentes en el Distrito Nacional. Mas recientemente, diferentes encuestas han detectado una tasa mas elevada de ii rantes entre los moradores de la ciudad de Santo Domingo, como la de Alcantara (1972), que revelé que el 91% de los barrios marginales estaba integrado por jefes de familia inmi~ grantes, que un 71% lo era en los barrios de clase media y de obreros y un 67% en los barrios de clase alta. El fen@meno deserito para Sante Demingo, tiene su réplica en Santia go y se empieza a reproducir en otros centros urbanos del pats, como San CristGbal, que tuvo un crecimiento de un 122% de su poblacién urbana en- tre los dos Gltimos censos, en La Vega y otros centros similares, aunque quardando las diferencias de magnitud. Este fenémeno migratorio se ha manifestado en un agravamiento del déficit de viviendas, conjugado con una elevada tasa de desempleo, con ca rencia crénica de servicios de salud, educacién, agua potable, electr cidad, transporte, para sélo citar los capftulos mis perentor ios. El campo ha estado expulsando constantemente fuerza de trabajo. La concentracién latifundaria y la multiplicacién de la fragmentacién de mi- nifundios improductivos son elementos claves para entender este proceso. Al mismo tiempo, la modernizacin de algunas actividades agropecuarias ha incrementado la productividad del trabajo, reduciendo las necesidades de mano de obra, como acontece en los casos de los cultivos del arroz y del mant. De continuar esta tendencia, el flujo de minifundistas y obreros agricolas expulsados por la estructura rural serd cada vez mayor. A estos factores hay que afiadir la penetracién de los valores y mer. canctas urbenas, la ampliacién de las redes de transporte y de los medios de camunicacién masiva, que van exponienda con mayor fuerza al campesino 2 las influencias del medio urbano, subyugéndolo paulatinamente y atrayén dolo hacia la ciudad, que se le muestra como un nuevo marco de posibi des. Los sectores medios rurales constituyen también una fuente de migra cién. Los hijos emigran primero, para completar los estudios universita- s, tras los hijos se establece la madre y finalmente, el jefe de fami termina trasladandose hacia la ciudad. De igual modo, los sectores medios de centros urbanos mis pequefios, suelen seguir ese patrén de comportamiento migratorio. Asi mismo, los pro fesionales de provincia, medianos y hasta grandes empresarios, que buscan 19 en la gran ciudad una base més s6lida para afianzar o expandir sus opera~ ciones. Antes que lamentarnos, debemos entender que el patrén de la vida mo. derna es la tendencia a residir en las zonas urbanas y que e! campo misno se urbanice, conformandose redes o tejidos urbanos que envuelven cada vez mis a la mayorta de la poblacién. Las respuestas a los problemas que es- te Fenémeno genera no son féciles, pero lo cierto es que las visiones idt licas, de un campesino atado cast religiosamente a la tierra, van cedien= doa la realidad de que el campesino esté aqui, emplazado en la periferia y en el mismo coraz6n de la ciudad. EQUCAC LON El sistema educativo le ha ido cambiando el rostro a nuestra socie dad convirtiéndose, a su vez, en el canal de movilidad por excelencia du- rante los Gltimos veinte aftos, permitiendo as? que personas de origen mo- desto escalen posiciones sociales més relevantes que las ocupadas por sus padres. La matrfcula primaria, entre 1961-62 y 1978-79, ha exper imentado un incremento de un 102%, a1 aumentar de unos 500 mil estudiantes a poco mas de un mtll6n, La matrfcula de la ensefianza media ha tenido una expansién relativa mucho mayor an, al crecer en un 388%, entre 1964-65 y 1977-78, pasando de 51 mii estudiantes a 250 mil. La amplia cobertura lograda por el sistema educativo puede ser estimada mejor si temamos en cuenta que en 1975-76 e1 91% de la poblacién dominicana en edad escolar (7-14 afios) se hallaba matriculada en la ensefianza primaria e intermedia. De igual mato n formal de los maestros ha sido mejorada, al punto que, en 1969-70, sdlo el 19% de astos se hallaba titulado y seis afios més tarde lo estaria el 403. Una visién mis detallada del sistema educativo, en lo referente ala ensehanza primaria, nos muestra la existencia de clertos desbalances en- tre la ensefanza piblica y la privada, por un lado, y la ensefianza rural y urbana, por el otro, en lo concerniente a la dotaclén de recursos, Mien tras la ensefanza piblica concentra el 87% de la matricula primaria, s@lo cuenta con el 74% de los profesores, &n cambio, la ensefianza privada ex- hibe sus mejores condiciones de operacién, si nos detenemos en el hechode que contando con s6lo el 13% de la matricula, concentra el 26% del profe- sorado, representando este recurso el doble de su participacién relativa en el sistema. De igual modo, estos contrastes pueden observarse enel ni mero de aulas disponibles, que indican una mayor holgura en la reslizacién de las practicas docentes, pues mientras los planteles pGblicos represen- tan el 89% en nimero y tienen el 77% de las aulas, los plantelesprivados, que son el 11%, tienen el 23% de las aulas. El desbalance rural-urbano es igualmente elocuente. Tenjendo la zo na rural el 58% de la matricula, para el ano 74-75, apenas contaba con el 46% de los profesores. Pese a los avances notables en materia de educacién, especialmente en lo referente a la poblacién en edad escolar que se ha podido beneficiar de la expansién del aparato educativo, con el amplio programa de canstruc- cién de edificios escolares llevado a cabo por la administracién de Bala~ quer v cor la sianificativa dotacién de recursos presuouestarios otaraada por la administracién Guzmin a la SEEBAC, todavia persistenenel pals fuer tes tasas de analfabetismo, particularmente entre la poblacién adulta. Lo anterior nos remite a la necesidad impostergable que tiene el pais de reducir répidamente los indices de analfabetismo, basicamente entre una poblacién que se encuentra formando parte de la fuerza de trabajo. Secre- tarta de Educacién, Universidades, Iglesias, Fuerzas Armadas, empresarios y sindicatos, junto a las organizaciones rurales podrian emprender un was- to plan de alfabetizacién a escala nacional. Mientras el pats cargue con un 32% de analfabetos, © sea, con mis de un millén y medio de iletrados, es muy poco lo que podemos esperar de la “otra parte! de la sociedad que regularmente se quiere redimir de sus pre~ carias condiciones de existencia. En otro orden, conviene consignar que la ensefianza primarta y secun- daria requieren de una reorientacién que las haga mis funcionales y acordes con las demandas de calificac efectiva del mercado de trabajo dominica- no. Hasta el momento, el bachiller dominicano s6la se halla calificado pa ra iniciar una carrera universitaria o técnica, luego de egresar de la se- cundaria. De esta forma, el sistema educative est& presionando fuertemen- te sabre la educacién superior, provocdndose por esta via lo queatodas Iu ces es un verdadero boom universitatio. Ello exige que se piense en la im plementacién de bachilleratos politécnicos, que califiquen ocupactona!men- te al egresado y sirvan, a nivel regional, de factor de retencién de la po blacién joven, cuyo destino casi obligado es hoy la gran ciudad. Cemo habiamos sefialado, el rasgo mis notable de la educacién dom cana fuera del incremento de la matrtcula primaria y secundaria ya resena~ da ha sido en los Gltimas amos la explosién de la matricula univer: i En 1965, sta se reducta a la UASD, con unos 6,606 estudiantes ya la UCMM, con 357. Ya en 1976-77, la matricula universitaria’alcanzaria los 58,907 estudiantes, o sea, un 740% de incremento, agregdndose a los centros ya se fialados, nuevas instituciones de educacién superior, com la UNPHU, la UCE, el JES, INTEC, O&M y UTESA. Hoy dfa, séla la UASO registra mis de 61 mil estudiantes, sin contar con unos 7 mil de la UCHM, unos 11 mil de la UNPHU, unas 15 mil de la UCE, asi como los matriculados en INTEC, e1 IES, UTESA, CETEC, |2 Universidad Mundial, la Universidad CIFAS, la Eugenio Maria de Hostes (UNIREMHOS), la Universidad Nordestana y la de Azua. De unos 1,890 egresados de las universidades, en 1971, pasamos en 1976 a 4,866 profesionales egresados, o sea, un aumento de un 157% en sé- lo cinco anos. El boom universitario se ha traducido en una ampliacién sustancial de la oferta de carreras hasta hace poco inexistentes en nuestro sistema de educacién superior. De esta manera, carreras como las ingenierias el ec- tromecénica, quimica, tndustrial y, més recientemente, la ingenierfa en 21 minas y geologta, auspiciada por la UCHM, se han afladido a las tradiciona les profesiones liberales. Del misno modo, las ciencias sociales, con las licenciaturas en economia, sociologia, psicologia, ciencias politicas, his toria, administracién y antropologia, se han incorporado al elenco de op- ciones que ofrece la universidad dominicana. Este crecimiento tan extraerdinario al que acabamos de aludir, se ha dado de manera espont4nea, sin que hasta el presente funcionen mayores re gulaciones por parte del Estado, cuya Secretarfa de Educacién no tiene ju risdiccién sobre esta instancia del sistema educativo. A pesar del apor- te presupuestario que el Estado confiere a las universidades, especialmen te a la UASD, su incidencia efectiva sobre su funcionamiento es nula. La necesidad de establecer ciertas regula it nimas, ha Hevado a una parte d2 las universidades del pats a establecer una organizacién que originalmente se conocié como el CONIES, y que, dada Ja renuencia de la UASD a oficializar su participacién, se disolvié para dar paso a la ADRU (Asociacién Dominicana de Rectores de Universidades). La sola existencia de esta institucidn "demuestra lo impostergable que re~ sulta proceder a un grado an mayor de coordinacién y planificacién de la educacién universitaria. En el sentido indicado, se impone la constitucién de un Consejo Na cional de Educacién Superior que integre a las autoridades del Estado y al conjunto de los centros de educacién superior, a fin de compatibilizer objetivos, estipular regulaciones minimas y adecuar cada vez mis la ense- flanza universitaria a determinadas prioridades de desarrollo. Resulta una paradoja que, mientras el pais emplea unos 100 mil tra- bajadores en su industria azucarera, en el conjunto de las universidades y de los demas centros educativos no exista un solo programa, ni a nivel de obrera calificado, ni a nivel técnico ni a escala profesional, orienta do a la formacién de personal especializado para las diversas ocupaciones que se desempenan en el complejo azucarero. En la UASD funcioné, hace mu chos afios atrds, una licenciatura en quimica azucarera, pero fue clausura da. INTEC realizé un curso ocasional de reciclaje para personal del CEA y la UCE, luego de un seminario que organizéramos en su sede sobre "La in dustria azucarera y el desarrollo dominicano'', ha esbozado un plan para una Escuela que cubra tal necesidad. En nuestras escuelas de Economia se imparte una amplia gama de cur sas, desde mercados de valores hasta economia socialista, Sin embargo, siendo nosotros exportadores de aziicar, café, cacao, tabaco, aro, plata, bauxita y ferroniquel, desconozco - y ojalé que se me corrija - la exis tencia de cursos orjentados a explicar la estructura y funcionamiento de los mercados de commodities, particularmente de aquellos en las que opera mos. De esta forma, cuando se trata de cabildear cuotas o tratamientos a rancelarios preferenciales en un mercado, los nombres hdbiles para tales fines se reducen a unos pocos, cuando no a uno solo, De igual modo, tenemos un personal en el servicio exterior, pero ca recemos de un centro especializado que provea farmacién maderna en las d versas materias que concurren en el adiestramiento de un diplomético o de 22 un agente consular. De esta forma, nuestro servicic exterior es pobre = ceservado para la premtaci6n de favores y lealtades politicas - en vez de ser una herramienta eficaz de nuestro desarrollo y de igual manera es escasa nuestra incidencia en el staff de los organismos internacionales a los cuales nos hallamos yinculados. la educac ln dominicana requiere de una orientacién més pragmdtica, ms de cara a las posibilidades y demandas reales de nuestro desarrollo. Como me decia un tio ya fallecido, cuando en mi apoca de lasallista lemos: traba las calificaciones los viernes: "Papaché, ms clencla y menos reli giént! EMPLEO Las encuestas de empleo han revelado que el pais tiene una alta ta- sa de desempleo en su fuerza de trabajo, estimindose - en un cotejode las diferentes fuentes disponibles - en un 25%, cuya magnitud se agrava cuan- do se incorporan otros indicadores de subocupacién de los trabajadores ac tivos. Sin embargo, una aproximacién mas exhaustiva al fenémeno del desem pleo = como lo fuera la encuesta practicada por la misién de la OIT, en 1973 - evidencia, para el caso de la ciudad de Sante Domingo donde el des empleo registré una tasa de un 20%, que Este afecta principalmente a la poolacién joven (un 36% entre los menores de 25 afios), a las mujeres (un 30% frente a un 15% de los hombres) y @ los solteros (un 268), frente a los jefes de familia, que sdlo registraron un 6% de desemplea. las cifras anteriores Indican que los jefes de familia, compulsados a aceptar los niveles salariales y los tipos de empleo que el mercado les ofrece, se ven precisados a incorporarse de una manera més estable a la fuerza de trabajo ocupada, a diferencia de los jéwenes - muchos de ellos dependientes - que pueden esperar mejores oportunidades, y de las mujeres, que pueden beneficiarse de los patrones imperantes en nuestra cultura, que aceptan con mayor facilidad el "arrimo! de la mujer,en el seno familiar. A su vez, las encuestas sefalan que erftre los desempleados predomi- nan aquellos que carecen de una formacién adecuada, disminuyendo las ta- sas de desocupacién en proporcién directa a los aflos de escolaridad. De igual forma, la estabilidad en el empleo, se halla afectada posit ivamente por el grado de educacién formal alcanzado. De conformidad con las estimaciones de los técnicos dela OIT, un 60% de la fuerza dé trabajo ocupada podrfa ser considerada como subempleada, debido al carécter ocasional de su trabajo, a la naturaleza fluctuante de sus actividades y sus ingresos y al limitado ndmero de horas de trabajo se manal, Apreximadamente un 10% de las personas ocupadas carecia de un tra bajo fijo y se encontraban realizando un trabajo occasional la sewana en que fueron encuestadas. En las Gltimos afos - a pesar de la creacién de 61 mil nuevas pla- zas en el sector pOblico -, la situacién de empleo ha tendido a agravarse, como Io revelan las diferentes indicadores disponibles, como una deriva cién del abandono de la politica de construcciones por parte del Estado y como una consecuencia de la recesién econémica que ha mermado los volime- nes de produccién de diversos renglones de exportacién y de productos in dustriales destinados al consumo doméstico, Baste sefalar el clerre de las exportaciones de ferroniquel, de bauxita, en el campo mineroy el cie~ rre del ingenio Angelina y, anteriormente, la terminacién anticipada de la zafra de CAEI, la caida brusca de los volimenes de exportacién de café y una reduccién de un 40% de las ventas de bebidas gaseosas, para s6lo men~ cionar algunos ejemplos. En los Gltimes afios, e] movimiento de suspensiones de contratos de trabajo - un verdadero mecanismo de anticipo de la cesantia efectiva -,de desahucios y de despidos ha ido creciendo acumulativamente, especialmente en el sector moderno de la economia, espesificamente en el sector indus- trial y en el de la construcc in. Los deshauciades, que fueron 2,710 en 1977, se duplicaron a 5,975 ene] 78, para llegar a la cifra de 11,112 en el 79, Posteriormente, se han mantenido en niveles elevados, como lo indican los 6,751 de 1980. Las suspensiones y las terminaciones de contratos de trabajo, duran ve los Gltimos tres afios, han promediado unas 13 mil trabajadores por ato. En lo qué va del presente afo, las suspensiones se encuentran por encima de los 6 mil trabajadores, Io cual hace un promedio de mil por mes. Dentro del movi nto de suspensiones de contratos de trabajo, sor~ prende lo que est ocurriendo en las zonas francas industriales, puesto que revela elocuentanente céne la recesién de la econanfa norteamer [cana empieza a afectarnos también en esos renglones cono ropa y tabacos manu- facturados, que exportamos por esa via hacia los Estados Unidos. Un indicador de lo anterior nos lo ofrece la zona franca de Santia- go, que - de canformidad con datos disponibles - se ha visto precisada a suspender, en lo que va de aflo, unos 1,300 contratos de trabajo, que re~ presentarian un 21% de la fuerza de trabajo ocupada por la zona, que a su vez, a juicio del expresidente de la AIRD Regional Norte, ocupa al 30% de la fuerza laboral empleada en el sector manufacturero de la regién. Quizs un indicador interesante del fenémeno del desempleo y su mag nitud, lo ofrezca el hecho de que, a principios del 80, acudieran unas 600 personas ante la empresa UNIFOT, en procura de empleo, com respuesta a une ofecta de 3 plazas disponibles de $125 en el laboratar io fatografico de esa firma, Las salidas al problema del desempleo - fuera de la respuesta yada da por la administraci6n del extinto Presidente Guzman, bastante gravosa de crear plazas en proporciones extraordinarias en la administracién pii- blica -, las han buscado los afectados en la emigracién hacia Estados Uni dos y Venezuela y en la multiplicacién de nuevos servicios, como, las ven= tas de frutas en las esquinas, el lavado de carros y una vasta gama de 2h oficios menores. Del misma modo, se ha tendido cada vez mas a profesiona lizar ciertas formas de delitos, dando pavulo una creciente olade ro- bos. Las opciones frente al cada vez mis critica problema de empleo, apa rentemente no son muchas. Las nuevas autoridades que se iniciaran en la gestiGn gubernamental | praéxime 16 de agosto, han sefialado su propésito de reactivar la industria de la construccién, tanto mediante la iniciati- va del sector piblico en viviendas de interés social, como en presas y ca nales, en carreteras y caminos vecinales, as? como a través del sector priv vado, particularmente en condominios para clase media, proyectos turTst cos, etc. Lo cierto es que el sector de la construccién es uno de los pocos ca, minos ablertos para absorber rdpidamente desempleo y dinamizar la econo- mia dominicana, dado el hecho de que existe financiamiento aprobado por parte de organismos como e] Banco Mundial para programas de viviendas de interés social, lo mismo que negociaciones avanzadas con el BID para el pro grama de presas. tro de ios campos que las nuevas autoridades han identificado como pricritario es el de la agroindustria, sobre cuya necesidad de desarrolla existe una amplia aceptacién en el pais y una ley que incentiva la inver- sién en ese campo. Sin embargo, hasta el momento, son muy contados los pro yectos concretos y viables, que se han esbozada en el pals, a propésito de la nueva ley. De todos modos, éste es uno de los potenciales y contados re cursos que tiene el pats en las actuales circunstancias internacionales, Qtra de las opciones de empleo, la ofrece la diversificacién agrico- la en tierras cameras, como ya la ha empezado a hacer la Gulf and Western y cana lo ejemplifiea el caso de FRUDOCA, con el cultivo de la pifa en las tierras del ingenio Catarey. Los programas de divers nm agricala en las tierras azucareras no sélo pueden constituir una fuente importante de generacién de empleos productivos y de fomento de nuevos renglones de ex- portacién, sino que podrian proveer una base alternativa a un programa de estabilizacién de la fuerza de trabajo agricola azucarera, que nos permita ir prescindiendo gradualmente de la importacién anual de unos 18 6 20 mil braceras haitianos. Siguiendo con la indust a azucarera, los tan debatidos proyectos de industrializacién de los subproductos y derivados de la fabricacion de azG car, podrian tener una concrecién en el complejo sucroquimico de Barahona, sobre el cual se han hecho hasta seminar ios. Otro de los campos posibles de absorcién de mano de obra ociosa es el de las artesanias, destinadas a suplir al sector turistico de mercanclasde factura nacional y, eventualmente, a engrosar nuestras exportaciones direc tas. Finalmente, la reforma agraria, entendida més como una empresa moder, ha que como un modelo ideal de justicia social, podria constituir una fuen. te de absorcidén de desempleo y subempleo en las zonas rurales. 25 Este Gitimo recurso se halla précticamente estancado, dado el ritmo relativamente lento con que se han venido efectuando los asentamientos, desde los @ltimes cuatro ahos de la administracién de Balaguer y losde la administracién de Gumén. En términos promedio, la administracidn de Ba laguer, en sus doce afios, asenté unos 2,822 parceleras por alo, mientras que la del Presidente Guzmin asent® unos 2,182 por aio. En sélo dos afios, que constituyeron el climax de su programa agrario, o sea, en 1972 y 1973, la administracién de Balaguer asenté casi 15 mil parceleros, Las autor idades del IAD, durante la administracién Guzman, han cole cado el énfasis en lo que se ha denominade programa de consol Idaciénde los asentamientos de la reforma agraria, preexistentes a ese gobierno, en ra~ z6n del estado de abandono en que se hallaba una buena parte de los asen- tamientas, de conformidad con dichas autor idades. A pesar de los nuevos enfoques incorporados a! manejo de la reforma agraria, can la promocién de las denaminadas empresas de la reforma agra- ria (ECRA), como modelos de autogest in campesina, la realidad de las as- piraciones de los productores agricolas y de sus niveles de calificacién no han sido favorables a la buena marcha de dichas empresas. Una investigacién reciente sobre el asentamiento C2 del Proyecto Y- SURA (el primero establecido en 1978, con 180 beneficiarios divididos en 3 grupos de 60 miembros, asentados en 8 mil tareas, dedicadas al cultivo de tomate industrial y, en menor grado, sorgo}, revel6é una escasa inten- cidén de los propdsitas que las asociaba en empresas de autogestién y una significativa propensién hacia la parcelacién de la tierra y la ruptura de los vinculas con el grupo. Otras investigaciones realizadas GItimamente sebre el funcionamien- to de diferentes proyectas del IAD, reflejan una baja escolaridad en los parceleros, lo cual limita las posibilidades de desarrollo de estos pro- yectos camo empresas modernas. En sentido general, las investigaciones sobre los proyectos delare- forma agraria muestran una realidad mucho mis compleja de |e que general- mente sé presume, al tomarse decisiones sobre los modelos de organizacién de los productores y determinarse sus supuestes aspiraciones, desde una Sptica urbana, presidida frecuentemente por una visién roméntica dela rea lidad campesina. a INGRESOS: Encuestas recientes de ingresos y gastos de las familias dotinica- nas, especialmente la encuesta nacional Ilevada a cabo por el Banco Cen- tral entre 1976 y 1977, revelan el cardcter marcadamente asimétrico de la distribucién de los ingresos en el pats. Una primera gran diferencia se manifiesta entre las zonas rurales y las zonas urbanas, ya que el ingreso medio de las unidades familiares ur- banas se ubica en unos 225 pesos mensuales, mientras que el de las familias rurales sélo alcanza los 125 pesos mensuales. 26 Un 26% de las familias dominicanas, o sea, alrededor de 1 millén 400 mil dominicanos, percibe ingresas por debsjo de los 100 pesos mensua- les, considerada como el limite de la pobreza por algunos autores y espe- cialistas. Entre 100 y 200 pesos se ubica un 36% de las unidades familia, res, mientras que un 16% se halla entre los 200 y las 300 pesos de ingre- sos mensuales, Séla un 2.5% de las familias, percibe ingresos por encima de los 1,000 pesos mensuales. Los dos grandes renglones de gastos, tanto en la zona urbana como en la zona rural, son los alimentos, que representan un 43% y un 64%, respec- tivamente, y la vivienda, que significa el 28% y el 18%, respectivamente. Los otros renglones en importancia, son vestimenta, salud y educacién. la encuesta realizada por GIT en 1973, determiné que una parte apre ciable de Ja poblacién que se halla por debaja de las limites de la pobre. 2a en la ciudad de Santo Domingo, recibe remesas periédicas de sus faml= liares en los Estados Unidos, siendo ésta, en una apreciable cuota, su d- nica fuente de ingresa reqular. Estudios realizados recientemente, tanto en Sante Domingo, coma en otras ciudades latineamertcanas, revelan que en los barrios marginales, las familias estructuran diferentes mecanismos de solidaridad, mediante los cuales se procede a efectuar una suerte de redistribucién del ingreso, via el intercambio de alimentos, préstamos irrecuperables, etc. Por otro lado, la incorporacién de los nifios y adolescentes al trabajo - ya como vendedores de perlédicos, limpiadores de vidrios en los seméforos, limpia botas y dulceros -, contribuye a aliviar la situacién de ingresos del ho-. gar, particularmente en una estructura familiar cada vez mis matrifocal, donde el hombre constituye un elewento transitorio y, par tanto, c¢arente de responsabilidades de manutencién fijas. El ingremente experimentado por el Tndice del costo de la vida, que en fos Gitimos doce ahos ha Ilegado a un 250, tomando como afho base 1969, agrava todavia més el problema de los ingresos, al mermar considerablemen te Ia capacidad adquisitiva real del dinero. El estudio mis detal lado dal incremento del costo de la vida, por grupos de ingresos, revela que en los grupos de ingresos mis bajos el aumento del costo de la vida ha sido mas significative, actuando asi el proceso inflacionario como un mecanism re gresivo en la redistribucién de los ingresos. 5 Ella explica - al margen de las criticas fundadas o no que se lehan formilado a INESPRE - el creciente papel de este organisme en la comercia lizecién de productos bastcos de la dieta dominicana y la expansién de los denominados programas de ventas populares. SALARIOS Y SINDICATOS Durante el primer aia del gobierno del Presidente Guzm&n: se adopta- ron medidas erientadas a mejorar los niveles salariales existentes, tanto en la administracién pGblica coma en las empresas, estableciéndose un 27 slario minim de 125 pesos mensuales y, en el caso de los empleados pG- blicos, un incremento basico de un 10% para los trebajadores que tentanun ingreso entre el salario minimo y los 300 pesos mensuales. £1 salario mi nimo en las zonas rurales, fue aumentado de 2.50 diario a 3.50. En otro orden, bajo la administracién Guan se produjeron sucesi- vos aumentos de salaries del personal de determinadas devendencias pibl cas, como fue el caso de los maestros y del personal de la Secretaria de Salud y del IDSS. En otras dependencias del Estado, como la SEA, también se ha efectuado sucesivos incrementos salariales. A su vez, los rangosmis elevados de la administracién piblica y de las empresas del Estado, fue- ron sustancialmente benef iciados de elevaciones de sueldos, muy por enci- ma de los niveles aplicados al resto del personal gubernamental, como es el caso de los Secretarios de Estado, que recibieron un aumento deun 200%. Nediante la revisién de las tarifas de salarios mfinimos, Ilevada a cabo por el Comité Nacional de Salarios, se han modificado las bases de los salarios en un conjunta may varfado de sectores productives y de ser- vicios. Sin embargo, més que la accién del CNS, el peso de los sind icatos ha sido determinante en la concertacién de numerosos pactos colectivos de condiciones de trabajo, en los cuales se han est ipulado aumentos graduales de salarios y un conjunto muy diverso de mejorias en las condiciones de tra bajo y en las prestaciones sociales correspond ientes. Yes que, tras la asuncin del gobierno de Guzmin, se produjo un ver. dadero bom sindicaf, el segundo en la historia de los Gltimos 20 ahosdel pats, slendo el primero el que se produje bajo el Consejo de Estado, luego de la muerte de Trujillo. Un simple chequee del registro sindical revela que sélo en el primer afio de la administractén Guzmén, se ha formado un nimero de sindicatos que equivale al 85% del total de sindicatas que se constituyeron durante las dace afies del Presidente Balaguer, El desarrollo de los conflictos laborales se ha canalizeda bajo un clima de mayores garantias al reconocimiento de las prerrogativas de la parte representada por los sindicatos. En este sentido, la Secretarta de Trabajo ha desempefado - a diferencia del sesgo a favor de los empresarios que caracterizé sus ejecutorias bajo la administracian de Balaguer - una funcién mis arbitral y equidistante, buscando soluciones arménicas entre los polos en conflicto, Aunque la primera fase de esta nueva relacién para muchas empresas que no habian tenido la experiencia de lidiar con un sindicato, parecié mis conflictiva y desestabilizadore, la ‘impresién que tienen algunos jdvenes en presarios y ejecutives con los cuales he podido conversar sobre el particu lar, es que la nueva situaci&n - aunque conllewa sus tensiones - ha resul- tado en una institucionalizacién y regulacién mds adecuada del conflicto, permitiéndole a la empresa liberarse de presiones recurrentes durante los tres aos que suele durar ¢] pacto colectivo. De esta forma, la empresa cuenta con uh recurso para planificar sus operaciones a mediano plazo y songela clertos factores por el tiempo de duracién del pacto, al tieipo de que dispone de un instrumento que obliga de manera rectproca, a las partes, a cumplir con las reglas del juego establecidas. 28 Por otro lado, la actual recesiGn que afecta a la economia dominica na y a la econanfa mundial, ha invertido las prioridades de los sindica tos. Del énfasis en los aumentos salariales se est§ pasando répidamente a colocar el acento en la estabilidad en el empleo, a asegurar queel fla gelo de la cesantta afecte al menor nimero de trabajadores posible. £1 mo. vimiento de suspensiones de contratos de trabajo, de desahucios y de des pidos es, en estos momentos lo suficientemente significativo, como para que se pueda pensar en aumentos sustanciales de salarios y eso lo saben los sindicatos. LOS EMPRESARIOS La eclosién de un poder negociador sindical, aunque disperso en di- ferentes centrales sindicales y en algunos casos en franca competencia po lftica, ha tenido como contrapartida un fortalecimiento de las entidades empresariales del pats. Durante el gobierno de Balaguer, los grupos empresariales delegaron una cuota apreciable de su capacidad de iniciativa en el poder dedecisién del Ejecutive, en la medida en que éste actuaba como un ente tutelar de los mismos, armonizando férmulas de consenso y reduciendo las dreas de confl to interenpresarial. La extraordinaria habilidad que se le ha reconccido 3 Balaguer para resolver los problemas de Estado y lograr férmlasde trans. accién entre grupos de intereses en conflicto, junto a la circunstancia del acceso directo a la oficina presidencial de que gozaban los empresarios y de la representacién directa al través de la Comisién Nacional.de Desa- rrollo y de los diversos directorios, ast como la eficacia lograda por el régimen para m zar el papel de los sindicatos, hizo innecesario ungra do de activismo beligerante mayor de las organizaciones empresariales, co mo entidades de representaciaén de los intereses de sus asociados, tanto frente al Estado, a los sindicatos y al conjunto de la sociedad. Bajo el nuevo esquema imperante, anulada la CND y limitado el acce- so directo al Ejecutiva - por demés restringida e! poder de éste, al asu- mir el Congreso su rol constitucional plenamente -, al tiempo que aumenta. da la accion sindical y habide cuenta del rol equidistante de la Secreta- ria de Trabajo, los enpresarios han debido fortalecer sus organizaciones sectoriales. por un lado, y por el otro transformar el Consejo Naclonalde Hombres de Empresa en una organizacién cipula que asuma la representacién global del conjunto de la clase empresarial, trazando estrategias coheren tes en el nuevo contexto de pader. Esta nueva situacién ha permitido que el sector empresarial exprese de manera piblica y sistemitica sus posiciones frente a los problemas que afectan a sus integrantes, especialmente en lo concerniente a la politica econémica, const ituyéndose en un grupo de presién activo en el sistema po litico dominicano. El desarrollo del sistema de partidos y el fortalecimiento del Con- greso, han motivado que el sector empresarial, actuando principalmente a 29 través del CNHE, haya buscado establecer mecanismas de influencia sobre los partidos politicos electoralmente m&s importantes, propiciando encuen tros con sus lideres y tratando de ebtener algunas posiciones de represen tacién congresional para sus miembros, mediante la inclusién de empresa- ries en las boletas de dichos partidos. Del mismo mado, el CNHE ha esta- blecido didlogos con determinadas centrales sindicales, con vistas a Ile- gar a determinados acuerdos en el plano de las relaciones laborales. Todos esos esfuerzos, junto a los intercambios y negaciaciones efec tuades con los responsables de la politica economica del gobierno, reve- lan el interés del sector empresarial por ganar una creciente incidencia en el proceso de toma de decisiones institucional. A este respecto, la experiencia de la anulada Comisién Nacional de Desarrollo puede ofrecernas algunas referencias Gtiles acerca del funcio namiento de un foro donde se podian debatir sistem&ticamente los principa les problemas del desarrollo nacional. Aunque 1a CND, desde sus in tuvo una representacién limitada - excluyéndose a los sectores sindicales y a los grupos profesionales - y posteriormente devino en una institucian Supernumeraria con una elevada cuota de integrantes carentes de represen- tatividad social alguna, mostré en su primera etapa que podia suplir ca- rencias bisicas de nuestro esquema de organizaci6n institucional . Agraciadamente, en la actualidad existe un organisms - el Consejo Nacional de Desarrollo - que, aunque posee facultades mis amplias, hasta el presente sGlo ha sido utilizado para un conocimiente ritual del proyec to de ley de presupuesto, antes de su envfo por el Ejecutive al Congreso. Creemas que este organismo puede ser activado como fara democratico de de sarrollo, donde los diferentes sectores organizadas del pats - entre ellos los empresarios - puedan manifestar sus iniciativas y opiniones, al mas alto nivel de los poderes péblicas. Una nacién aquejada por tan variados y graves problemas, requierede la existencia de un organismo donde se trabaje de manera regular para apor, tar soluciones practicas y viables y se conciten acuerdos entre sus secto res mis representativos, a fin de garantizar a dichas soluciones el mis. amplio y legitima respaldo. 30

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