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Colombia utópica

Gracias a los diálogos que se están dando en la Habana entre el Gobierno


Colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se ha
venido gestando opiniones frente a si este país está o no listo para un acuerdo y si
el camino que se viene dando para llegar a éste es o no el más pertinente con
respecto a los acuerdos y garantías que se están dando.

Cierto es que este acuerdo no es una garantía de paz para el país, pero sí
ayudará a seguir una vía para alcanzar algo tan utópico como es la paz. Este
acuerdo entre el Estado Colombiano y Las FARC pondría fin a una de las etapas
más violentas que ha vivido el país, un conflicto que se acerca a los 60 años.

Pero aún quedan muchas etapas por sellar, quedan muchas brechas abiertas que
no se han cerrado, quedan guerrillas que, en menor escala, siguen causando
problemas de orden social en el país, siguen habiendo Bacrim que causan temor
en las personas, sigue el problema del narcotráfico y lo que es peor, sigue
corrupción en el mismo Estado que debería ser el encargado de garantizar
transparencia y justicia en todas las decisiones que se toman frente al país.

La pregunta que aqueja a los colombianos hoy es ¿Se podrá vivir en paz, sin
conflicto alguno y un manejo del país en manos de un Estado justo y
transparente? Es una pregunta difícil y tal vez imposible de responder. Pero
podemos formar una posible respuesta algo quimérica.

Respetando una sola premisa, traducida a lengua Wayuu y expuesta por el


periodista Jaime Garzón, la cual dice “Nadie podrá llevar por encima de su
corazón a nadie, sin hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente”.
En el momento que todos los colombianos interioricemos esa frase, que la
pongamos en práctica, que le demos aplicación, podremos cambiar nuestra
sociedad. Una sociedad que ha sido caracterizada por exterminar a todo aquel
que piense diferente, un país que se ha visto envuelta en un conflicto interno por
más de 60 años solo porque no podemos respetar el pensamiento del otro.

Algún día, cuando todos aprendamos a respetar a los demás sin importar su forma
de pensar, cuando comprendamos que los derechos nuestros terminan donde
empiezan los del otro, el día que nos unamos como uno solo para cambiar el país
entenderemos que la paz es posible y que está en nuestras manos el correcto
andar del país y de la sociedad.

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