Está en la página 1de 1

Un cuento de hadas y gallinas

Por supuesto nunca entendí lo que me pasó. Pude ver las marcas al atardecer. Al amanecer, sin
embargo, ya se había sumado la rojez de la piel rascada. No me importó averiguar la causa de mi
sospecha. Algo en mi sabía que lo que yo creía haber vivido era exactamente lo que había
sucedido.

Por un motivo u otro, empecé a mentirle a mi familia. Lo rojo era pintura del collage creativo de
hoy a la tarde y lo rojo que estaba por debajo de lo rojo, no tenia ni idea.

Ellos si algo sabían hacer era no ahondar en lo que no entendían a primera vista. Yo, experta en
ignorar su indiferencia, jugué una y otra vez con los cachorros del vecino para justificar esas
marcas.

Todo indicaba lo que yo creía: un pedazo de cielo se ruborizó tanto al ver mi inocencia perdida que
trajo la noche de improvisto ese Jueves. Permiso no pidió el abuelo de Martin para enfrentarnos al
desafío de correr unas vacas locas por el potrero vecino. Subiendo y bajándome las medias de
trote en trote, tropezamos juntos sobre estiércol mojado. Fue ahí cuando de tanto asco encegecuí
mis 6 sentidos: todo lo acontencido era menos asqueroso que el olor de mi pelo entre el orin de
las vacas y sus camino de prolijas pisadas sobre el propio desecho. Justo ahí tuvimos que tropezar,
entrado el atardecer. Ya no se veía la casa. Se lo veía al abuelito, enfermo de reuma pero ávido de
aventuras ajenas. Todo el rato que tardé en sentirme una niña limpia, es lo que me llevó recuperar
la consciencia. Qué cosas no me dijo Martín del abuelito? Tendría ceguera parcial? Total? O era un
psicópata? Las vacas suelen ser buenas, pero ese día algo del sonido de los chanchos agonizando
las hizo cabrear. No dejaron de pisarle, mas de 10 veces, el cráneo a mi compañero de asiento de
la escuela. Pensando en ayudarlo decidía alejarme. Pensando en alejarme más, decidía no
ayudarlo.

Qué debía haber hecho una niña como yo, que sólo pensaba en cómo justificar tanto olor a mierda
en la ropa recién lavada y lista para disfrutarla todo el fin de semana? Qué parte del no hables con
extraños no habría entendido?

Sin defenderlo a Martin ni acusarlo al viejo loco, me retiré, llena de sangre, o de pis, es el día de
hoy que no logro discernir.

Pasear de noche entre el viento y las hojas fue la mejor parte. Entender qué había pasado era tan
peligroso como buscar un culpable.

También podría gustarte