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Crítica de obras de Juan Montalvo

Montalvo fue un hombre elegante, cuidadoso de lo externo; le preocupa que la


expresión sea correcta y castiza más aún que el contenido, es el hombre sereno que
mantiene el equilibrio, hasta que estalla de indignación es ahí en donde surge el
polemista violento e implacable, el hombre liberal que se lo juega todo contra la
tiranía, el buen cristiano que es enemigo irreconciliable de la superstición, del
fanatismo y de los abusos de los malos sacerdotes.

Pero hasta en la diatriba y en la injuria conserva la majestad de su elegancia verbal,


convencido de sí mismo, de su razón y de la necesidad de hacerlo todo con estética, y
cuando se siente morir, a pesar de la modestia de sus recursos, se viste sus mejores
ropas para esperar debidamente a la Muerte, y pide que le lleven flores, porque un
cadáver sin flores siempre lo entristeció. Montalvo es sincero, su alma y sus obras
están llenas de grandeza, y son un modelo excepcional de gallardía y de civismo en la
vida de su pueblo y de Hispanoamérica.
Es un polemista de primer orden, como se advierte en las Catilinarias que escribió
contra el dictador Ignacio Veintenilla en 1880, más en toda su prosa polémica es un
verdadero orador que domina como pocos la invectiva, cuando se entera de la muerte
del dictador García Moreno, exclama: “Mi pluma lo mató”. Pero, ¿a qué se refería
Montalvo con esta frase? El hacía referencia a la muerte de García Moreno porque en
sus escritos incitaba a los jóvenes a revelarse a su gobierno lo que ocasionó que un día
atentara a su vida y García Moreno murió por loes escritos que Juan Montalvo hizo en
su contra
Es un excelente novelista, no sólo por algunas de sus novelas cortas, como La flor de
nieve, sino también por ese monumento literario cervantino que tituló Capítulos que
se le olvidaron a Cervantes, que se publicaron después de su muerte por iniciativa del
gobierno libe-ral de Eloy Alfaro.

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