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Política criminal y delincuencia organizada en México y alguno de los

pendientes legislativos

Cómo es sabido por todos el problema de la delincuencia organizada es necesario


estudiarlo no sólo desde la óptica jurídica sino también social, económica y política a fin de
comprender su dimensión real y estar a la altura de plantear alternativas viables y no meros
paliativos que puedan incluso en algún momento revertir sus efectos. Es muy importante
considerar lo siguiente: Casi todos por no generalizar estaremos de acuerdo que el
problema que gesta la delincuencia organizada y sus diversas expresiones delictivas son
verdaderamente un flagelo de tipo social, pero quizá donde haya mayores puntos de
discrepancia es en la manera en la que se está enfrentando el problema.
Con frecuencia escuchamos, vemos o leímos los anuncios oficiales que publicitan la
actividad que el gobierno mexicano realiza para contrarrestar las acciones de los miembros
de la delincuencia organizada. Se resalta la actividad heroica de los cuerpos de seguridad
pública federal del eje del ejército de la armada de México. Se hace del conocimiento de la
sociedad que hoy el estado mexicano cuenta con un marco jurídico que le permite a las
autoridades enfrentar con mayor eficacia este grave problema. Se evidencian los logros en
cuanto a las capturas de los delincuentes más buscados y el aseguramiento de algunos de
sus bienes a favor del estado mexicano.

¿Porque hay quienes de manera tácita lo hacen propio y esto da sustento para enarbolar la
bandera de una mayor represión?

Para todos aquellos que son considerados enemigos del estado o bien a quienes apuntan a
las críticas, argumentando que tales medidas son propias de estados totalitarios.Para
asumir cualquiera de las dos posturas es menester reflexionar solo sobre algunos tópicos
previamente.
La delincuencia organizada siempre ha existido pero surge como concepto jurídico a partir
de que el legislador uniforma el significado y lo plasma en una ley; anteriormente se le
llamaba mafia, asociación delictuosa, pandillas, etcétera; expresiones que en términos
generales o coloquiales tender a referir más o menos a lo que hoy significa la delincuencia
organizada. Sin embargo este concepto ya delimitado, incluso en la propia Constitución ha
definido o ha buscado una categoría muy particular y es el de ubicar el fenómeno como un
problema de seguridad nacional buscando con esto producir un comportamiento de rechazo
colectivo o mayoritario generando una operación propia del control social activo. Asimismo
la creación del concepto permite representar a la delincuencia organizada como una
amenaza latente del estado, lo que justifica el diseño de una política criminal específica para
su combate.

En reseñadas circunstancias es fundamental partir de lo básico y general y formular la


siguiente pregunta.

¿Cómo es que se construye la realidad formal?


La realidad se construye mediante discursos que justifican normas obligatorias.
El derecho es una forma de control social que genera criterios de verdad y crea el orden
social establecido pero es importante considerar que en ocasiones esos criterios de verdad
pueden ser incluso arbitrarios y contrarios a los valores de la propia sociedad por tanto el
derecho es una construcción particular de la realidad, es decir una artificialidad que
obedece a sus propios principios ideológicos de formación que lo dotan de sustentabilidad
específica y que evoluciona generalmente de acuerdo a sus mismas reglas de construcción.
Así pues lo que hoy está prohibido quizá mañana se vuelva lícito y viceversa y esto conlleva
una aparición distinta de la realidad y quise incluso de la estructura de los propios valores
sociales; para fundamentar lo anterior un ejemplo:
=A finales del siglo XIX la empresa farmacéutica Bayer anunciaba la heroína como remedio
para la tos; en México como en otras partes del mundo esta sustancia también fue
empleada con esos fines durante un buen tiempo. La botica de Tacuba hacia la publicidad a
sus productos, en estos términos tomados textualmente de un diario de la época "el mejor
remedio para la tos es el jarabe balsámico a la belloso heroína, preparado por José
bustillos=
Si esto lo aplicamos en nuestra época estaríamos hablando del cártel de los bustillos
porque hoy prácticamente todo lo queremos categorizar con estas dimensiones. De tal
suerte que en términos de melo sí podríamos afirmar que el sistema punitivo se debe
entonces como un instrumento del discurso, un conducto de etiquetamiento de lo malo y de
lo bueno, lo castigable y lo apreciable para una sociedad.
Esta construcción maniquea que hace de las sociedades escenarios donde hay conductas
que secan, que se castigan y conductas que se reconocen; está determinada por los
motivos del discurso que así las castigaría, es decir por los motivos de las élites que
modelan ese discurso y bajo esta óptica es que debemos escudriñar cuál es la política
criminal que emplea el estado mexicano o que está implementando para enfrentar el
fenómeno de la delincuencia organizada. Para lo cual es muy importante y necesario
cuestionar ¿qué es la política criminal? Podríamos decir que la política criminal constituye
una manifestación del estado por lo tanto, la política criminal debe ser considerada como
parte de la política general de estado. En este tenor la política criminal puede ser entendida
como las reglas que un estado implementa para hacer frente a la problemática que genera
el fenómeno de la delincuencia; teniendo por objeto primordial la lucha contra el delito a
efecto de contribuir a lograr una armonía social, es decir la política criminal no la podemos
desvincular de las otras políticas públicas. Para tal efecto las ideas o filosofías de la política
criminal que un estado adopte deben de materializarse instaurando medidas tanto
preventivas como represivas.

Es importante tomar en consideración que la política criminal que adopte un estado debe
ser acorde a la filosofía de su modelo constitucional en este sentido cabe la pregunta ¿Qué
modelo de estado es el estado mexicano? Por imperativo constitucional México es un
estado social, democrático y de derecho, esto resulta el engarce lógico jurídico de los
artículos 34, 16, 14, 27 y 123 de la propia constitución; lo antagónico a un estado social
democrático y de derecho es precisamente un estado totalitario; mientras que en un estado
social, democrático y de derecho su eje rector es la libertad de un estado totalitario, la base
de su discurso jurídico político es la necesidad de mantener la seguridad y no se entienda
esto como que en un estado social democrático y de derecho no debe existir seguridad, la
seguridad está supeditada y subordinada precisamente a cuidado de la libertad, ante mayor
seguridad mayor restricción de derechos y todo bajo un discurso persuasivo de la necesidad
y la emergencia.
Así pues bajo premisas consideramos que la realidad conceptual normativa establece que
la delincuencia organizada se integra de la siguiente manera: según la constitución política
de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 16 señala que “Por delincuencia
organizada se debe de entender a una organización de hecho de tres o más personas para
cometer delitos en forma permanente o reiterada en los términos de la ley de la materia”.
Según la ley federal contra la delincuencia organizada en el artículo 2 señala que “Cuando
tres o más personas se organicen de hecho para realizar de forma permanente o reiterada
conductas que por sí o unida a otras tienen como resultado cometer algunos o algunos de
los delitos siguientes, serán sancionados por ese solo hecho como miembros de la
delincuencia organizada, esto es lo que señala la normatividad”. Esta es la visión formal de
lo que debemos entender por delincuencia organizada; sin embargo en el mundo fáctico la
delincuencia organizada se integra de otras maneras podríamos citar solamente algunos
elementos, podemos decir que la delincuencia organizada se integra con carteles
propiamente dichos.

El término cartel es un término de carácter sociológico no jurídico pero también se integra


con algunos miembros de la llamada clase política quienes en uso de su poder público y a
cambio de dinero cobijan y benefician a estos grupos delictivos con algunas asociaciones
religiosas, asociaciones de carácter civil. También se integra con algunas sociedades de
carácter mercantil que sirven como fachada precisamente para todas estas operaciones con
recursos de procedencia ilícita. Desafortunadamente como parte de una sociedad civil que
apoya a los grupos delictivos y sobre este rubro tendríamos que considerar lo siguiente; hay
parte de la sociedad que se ha vuelto permisiva con los grupos de delincuencia que los va
abrigando, así también con una parte de la sociedad que se ha vuelto morbosa alentada por
una cobertura sin límites de violencia. Existe una parte de la sociedad que en la lucha
eterna entre el bien y el mal, quieren que gane el mal o una sociedad en donde ha
permeado la cultura de la marginalidad; vivir rápido pero vivir lo mejor posible, es preferible
vivir bien por un momento que toda la vida en la pobreza. Parte de una sociedad que ha
elevado a referentes culturales a los narcotraficantes, a los miembros de la delincuencia
organizada, los ha considerado como héroes, se les admira y en algunos casos hasta se les
venera. Así también existe una sociedad donde hay lealtades alternativas, donde se vive
con paradojas existenciales, donde incluso han surgido creencias religiosas de la
marginalidad o propias de la marginalidad, en antaño desafortunadamente la fuga de
talentos se hacía hacia el extranjero hoy se da hacia los grupos delictivos; una sociedad que
en la mayoría de las veces vive bajo un doble discurso qué no en una doble moral y lo más
lamentable hay una gran parte de la sociedad que no confía en la autoridad.
Es aquí donde cabrían las siguientes interrogantes, ¿En qué parte de la evolución social
hemos perdido a las personas que hoy forman parte de los grupos delictivos? ¿Dónde
fallaron todos esos medios de control formal? La familia, las iglesias, las escuelas, los
medios de comunicación.
Ante esta perspectiva de la realidad bien resulta importante remembrar cuáles son los
escenarios sociales donde actúa la delincuencia organizada.
En una sociedad desequilibrada económicamente donde falta el empleo, donde las
remuneraciones son raquíticas, donde las universidades se vuelven semilleros de
desempleados, donde los jóvenes no tienen alternativa de desarrollo y como consecuencia
no tienen proyectos de vida haciendo del ocio su fuente primaria de inspiración, donde
existen familias disfuncionales. En una sociedad donde para poder ser se requiere tener,
dónde se opta por la evasión de la realidad, donde las autoridades no tienen claro ni
siquiera el modelo de estado que se encuentran gobernando y ante esta problemática
social, ante este fenómeno el estado mexicano procuró un régimen constitucional de
excepción, aunque no lo establezca de manera puntual la palabra de excepción es por
demás evidente qué es un régimen de excepción como herramienta para combatir el crimen
organizado destacando entre otras las siguientes figuras.

Se eleva a rango constitucional el arraigo sin que puede exceder de 40 días, sin embargo
este plazo podrá prorrogarse siempre y cuando el ministerio público acredite que subsisten
las causas que dieron origen en todo caso la duración total del arraigo no podrá exceder de
los 80 días; se destinan centros penitenciarios especiales lo que conocemos como las
cárceles de máxima seguridad una antesala del infierno, el juez ordenará la prisión
preventiva de manera oficiosa en los casos de delincuencia organizada, es decir, aquí no
podríamos presumir la presunción de inocencia propiamente dicha sino en todo caso lo que
podemos presumir es la culpabilidad; restricción de comunicaciones con terceras personas
salvo con su defensor. Una vez dictado el auto de vinculación a proceso puede el procesado
ser puesto a disposición de otro juez que lo reclamen en el extranjero suspendiendo los
plazos para la prescripción de la acción penal; además se establece la figura de extinción
de dominio.
Como es conocido el delito de delincuencia organizada es un tipo penal autónomo cuyo
bien jurídico tutelado obedece a la seguridad del estado, sin embargo existen grandes
pendientes en la agenda legislativa que abordaría a brindar una opción real a ese gran
problema que tiene la sociedad que incluso fue capaz de organizarse al margen de la
legalidad para delinquir.
La sociedad hoy se está organizando al margen de los estándares jurídicos de lo que el
propio estado tiene como fin para estar alcanzando fines totalmente personales, ante una
cultura en donde lo rentable es el egoísmo encontramos que la sociedad se está
organizando al margen de la legalidad para alcanzar sus propios fines, sus propios
objetivos; hoy nos enfrentamos a una tendencia de inflación legislativa desmedida en donde
casi todos se pretende resolver con base en el derecho penal, como si los registros
históricos no hubieses demostrado que el incremento de las amenazas punitivas del Estado
no han sido capaces de inhibir las conductas delictivas de aquellos que por ambición o por
necesidad desafían sistemáticamente con expresiones delictivas del del estado y es que
antes la marginalidad y el subdesarrollo no sólo económico sino también de conciencia, no
se podrá justificar en un estado social, democrático y de derecho como por imperativo
constitucional lo es del estado mexicano conductas que contravengan el pacto político,
jurídico y social.
No se trata de crear más leyes sólo por crearlas, por conveniencia o para justificar ciertos
modelos; no es sano duplicar procedimientos. Es necesario en todo caso depurar y
fortalecer figuras jurídicas que ya se tienen para darles una mejor operatividad y mejores
argumentos jurídicos a los agentes del ministerio público, a los señores jueces y por
supuesto también una mayor certeza para él gobernar. Las propuestas de estrategias que
en algún momento se han planteado para el combate de la delincuencia organizada han
sido reiteradamente expresadas por muchos expertos en la materia y se podrían resumir en
las siguientes:
● Combatir a las personas físicas por supuesto a los miembros de los cárteles, pero
también es muy importante atacar de fondo la corrupción política, atacar los
cimientos patrimoniales fundamentales; mientras no se ataque los cimientos
patrimoniales de las organizaciones delictivas seguiremos padeciendo este tipo de
problemas.
● Establecer una verdadera política de prevención para la delincuencia.
● En conclusión es importante recordar que el derecho penal no debe ser considerado
como el único ni el primer instrumento jurídico con el cual se puede combatir a la
delincuencia organizada en un estado social, democrático y de derecho como lo es
el estado mexicano.
Se debe ponderar que el derecho penal tiene que seguir guardando su lugar como la última
instancia que el estado se reserva para mantener el orden social, de no ser así se estaría
evidenciando el fracaso rotundo de las políticas públicas y medios jurídico alternos qué se
supone fueron diseñados con la finalidad de prevenir delitos y dar propuestas de vida digna
a los miembros de la sociedad; pero lo más grave, se estaría optando ante tal fracaso por
los medios jurídicos propios de Estados totalitarios bajo el mismo tenor podría señalar que
es de considerar que la capacidad punitiva de un estado social, democrático y de derecho
para que tenga una verdadera eficacia y alcance los fines que se persiguen debe estar
complementado por una capacidad de prevención del delito.
Se deben fortalecer políticas públicas que permitan un verdadero y sustentable desarrollo
sociedad que propongan dentro de sus causas legales alternativas de vida dignas para las
personas.

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