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108 Jacques Lacan nosotros mismos a estar animados por los gadgets. De- bo decir que esto me parece poco probable. No logra- remos hacer que el gadget nosea un sintoma, porque por ahora lo es de la manera mas obvia. Es evidente que se tiene un automovil como se tiene una falsa mujer: uno se empefia en que sea un falo, pero su unica relacién con el falo consiste en que el falo es lo que nos impide tener una relacién con algo que sea nuestra contrapartida sexual. Es nuestra contrapartida parasexuada y todos sabemos que el para consiste en que cada quien se quede por su lado, que cada uno se permanezca al lado del otro. Les resumo lo que habia aqui, en mis 66 paginas, con mi buena resolucién inicial que era leer. La tomé con cierta intencién porque, después de todo, acaparar la lectura era descargarlos al menos de eso y quizas hacer que pudieran, es lo que les deseo, leer algo. Si lograran de veras leer lo que hay en este achatamiento del nudo borromeo, pienso que seria ponerles en la mano algo que les puede ser tan titil como la simple distincién entre lo real, lo simbélico y lo imaginario. Perdén por haber ha- blado tanto tiempo. EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA Circunstanclas: Brigitte Jacques, cuyo Elvire/Jouvet 40 triunfa en estos dias en laescena, montaba en esa época Eldesper tar de ta primavera de Wedekind. ‘Traduje para ella un pasaje de las Minutas de la Sociedad Psicoanalitica de! miércoles, la sesién del 13 de febrero de 1907, consagrada a la plezay le pedi aJJac- ques Lacan un texto. Escribié éste, que fue publicado encabezando el programa, y lue~ g0 retomado en la edicion de fa pieza (Ga- limard. 1974). Jol M. De este modo aborda un dramaturgo, en 1891, el asunto de qué es para los muchachos hacer el amor con las muchachas, marcando que no pensarian en ello sin el despertar de sus suefios. Remarcable por ser puesto en escena como tal: 0 sea para demostrarse ahi como no siendo salisfactorio para todos, hasta confesar que si eso se malogra, es para cada uno. Esto equivale a decir que es de lo nunca visto. Pero ortodoxo en lo tocante a Freud — entiendo: lo que Freud dijo. Esto prueba al mismo tiempo que incluso un hano- veriano (pues debo confesarlo, inferi primero que Wede- kind era judio), que incluso un hanoveriano, digo, gy aca~ so no es mucho decir?, es capaz de descubrir esto. De descubrir que hay una relacion del sentido con el goce. 110 Jacques Lacan Es la experiencia la que responde de que ese goce sea falico, Pero Wedekind es una dramaturgia. gQué lugar otor- garle? El hecho es que nuestros judios (freudianos) se in- teresan en ella, en este programa encontraran su ates- tacién. Hay que decir que la familia Wedekind mas bien habia vagabundeado bastante a través del mundo, participan- do de una diaspora, idealista ella: haber tenido queaban- donar la madre tierra debido al fracaso de una actividad “revolucionaria’. {Es esto lo que hizo imaginar a Wede- kind, hablo de nuestro dramaturgo, ser de sangre judia? Su mejor amigo, al menos, da fe de ello. 20 bien es asunto de época, pues el dramaturgo, en la fecha que sefialé, anticipa a Freud y ampliamente? Pues puede decirse que Freud, en la susodicha fecha, atin cogita el inconsciente y que en lo que respecta a la experiencia que instaura su régimen, a su muerte ni si- quiera la habia montado todavia. Esta tarea quedé a mi cargo, hasta que alguien me re- leve de ella (quizas tan poco judio como yo). Que lo que Freud delimité de lo que éi llama sexuali- dad haga agujero en lo real, es lo que se palpa en el hecho de que al nadie zafarse bien del asunto, nadie se preocu- pe mas por él. ‘Sin embargo, es una experiencia al alcance de todos. El pudor la designa como lo privado. gPrivado de qué? Justamente de que el pubis no Ilegue sino al publico, donde se exhibe por ser el objeto de un levantamiento del velo. Que el velo levantado no muestra nada, éste es el prin- cipio de la iniciacién (al menos, en los buenos modales de la sociedad). Indiqué el vinculo de todo esto con el misterio del len- El despertar de la primavera wan guaje y con el hecho de que se encuentre el sentido del sentido proponiendo el enigma. Elsentido del sentido es que se vincula con el goce del varén como interdicto. Ciertamente no para prohibir la relacién llamada sexual, sino para fijarla en la no-rela- cién que vale en lo real. De este modo cumple funcién de real, lo que se pro- duce efectivamente, el fantasma de la realidad ordinaria. A través de lo cual se desliza en el lenguaje lo que éste transporta: la idea del todo a la cual empero hace ob- Jecién el mas minimo encuentro con lo real. No hay lengua que no se esfuerce en ello, no sin dejar de gemir por hacer lo que puede para decir “sin excep- cin" o bien envarandose con un numeral. Sélo en nues- tras lenguas, eso, el todo, se despliega francamente — el todo y a ti, osaria decir. Moritz, en nuestro drama, lega no obstante a excep- tuarse, y por ello Melchior lo califica de muchacha. Y tie- ne mucha razon: la muchacha no es mas que una y quie- re seguir siéndolo, lo cual queda escamoteado en el drama. Queda el hecho de que un hombre se hace El hombre al situarse a partir de el Uno-entre-otros, al incluirse entre sus semejantes. Moritz, al exceptuarse de ello, se excluye en el mas alla. Sélo alli él se cuenta: no por azar entre los muertos, en la medida en que estan excluidos de lo real. Que el drama lo haga sobrevivir a ello, por qué no?, si el héroe en él esta muerto por adelantado. Esen elreino de los muertos donde “los desengafiados erran”, diré mediante un titulo que ilustré. Y por eso no erraré tampoco demasiado tiempo al se- guir en Viena, en el grupo de Freud, a la gente que des- cifra al revés los signos trazados por Wedekind en su dra- 2 Jacques Lacan maturgia. Salvo quizds, retomandolos a partir de que la reina podria muy bien no tener cabeza debido a que el rey le haya escamoteado el par normal, de cabezas, que le corresponderia. No sirve acaso aqui el Hombre llamado enmascarado para resituarselas. Este, que constituye el final del dra- ma, y no sélo el papel que le reserva Wedekind de salvar a Melchior de las garras de Moritz, sino del hecho de que Wedekind lo dedica a su ficcion, considerada como nom- bre propio. Por mi parte leo alli lo que rehusé expresamente a aquellos que sdlo se autorizan a hablar desde el entre los muertos: 0 sea decirles que entre los Nombres-del-Padre existe el del Hombre enmascarado. Pero el Padre tiene tantos que no hay Uno que le con- venga, si no el Nombre de Nombre de Nombre. No de Nombre que sea su Nombre-Propio, sino el Nombre como ex-sistencia. Osea el semblante por excelencia. ¥ “el Hombre en- mascarado” dice eso bastante bien. Pues como saber qué es si est enmascarado y acaso aqui el actor no lleva mascara de mujer? La mascara sola ex-sistiria en el lugar vacio donde pongo La mujer. Mediante lo cual no digo que no haya mujeres. La mujer como versién del Padre, sélo se ilustraria como Padre-versién, como Perversién.* Cémo saber si, como lo formula Robert Graves, el Padre mismo, el padre eterno de todos nosotros, no es mas que el Nombre entre otros de la Diosa blanca, aque- lla que su decir se pierde en la noche de la tiempos, por * Lacan juega con la homofonia y la ortograliade las palabras Pere- version (Padre-version) y Perversion (perversion). [N. T.) El despertar de la primavera 113 ser la Diferente, Otra siempre en su goce —al igual que esas formas del infinito cuya enumeracién sélo co- menzamos al saber que es ella la que nos suspendera a nosotros. 1 de Septiembre de 1974.

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