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Instituto Superior de Formación Docente Nro.

107
Profesorado en Lengua y Literatura
Sociolingüística
Prof. Gustavo Albanece
2016

Mentiras y Verdades
Acerca del Lunfardo
Por Oscar Conde

P
rimera aclaración necesaria 1: el Idioma Nacional de los Argentinos, donde
concepto de «habla popular» proponía una especie de mix entre el
excede al de «lunfardo». No español y las lenguas indígenas, el francés,
obstante, en el Río de la Plata el italiano y, en menor medida, el inglés y
―y a estas alturas, el alemán. Una suerte de neoesperanto
prácticamente, en toda la Argentina― el delirante. Es cierto que Abeille no tenía en
habla popular contiene como un elemento cuenta el lunfardo, pero sí propugnaba el
esencial el uso de lunfardismos. En esta uso de términos y expresiones populares
primera columna, me ocuparé, entonces, que, en su momento, horrorizaron a otros
de definir el lunfardo, sobre cuyo origen defensores de la causa como Mariano de
hay una gran cantidad de fantasías. La más Vedia.
disparatada de todas es que el lunfardo es Está claro que el lunfardo no es un idioma.
un idioma. No lo es porque no se puede hablar
Desde el siglo XIX, ha habido quienes completamente en lunfardo, como sí
postularon la existencia de un «idioma puede hablarse en quichua, en guaraní o
nacional». La tesis, sugerida por Juan en portugués. Y esto es porque no existen
María Gutiérrez, fue defendida en 1900 dentro del lunfardo ni pronombres ni
por el francés Lucien Abeille que publicó preposiciones ni conjunciones, porque
en París un libro llamado, justamente, prácticamente, carece también de
adverbios y porque ―esto es lo
1
fundamental― el lunfardo utiliza los
Artículo publicado en Gramma, Revista de la
mecanismos morfológicos del español para
Escuela de Letras de la Facultad de Fil osofía y Letras
de la Universidad del Salvador. Buenos Aires. Año la conjugación de verbos, la flexión de
XXII, Número 48, 2011. sustantivos y adjetivos, y se sirve de la
Oscar Conde es Doctor en Letras por la Universidad misma sintaxis castellana que hemos
del Salvador (USAL) y Miembro de Número de la estudiado en la escuela. Por más que se
Academia Porteña del Lunfardo. Actualmente, es
haya extendido la expresión «hablar en
Profesor de Latín en la USAL y Profesor e
Investigador en la Universidad Pedagógica de la lunfardo», es claro que lo más que uno
Provincia de Buenos Aires y en la Universidad podría hacer, en todo caso, es «hablar con
Nacional de Lanús. Correo electrónico: lunfardo».
oscar.conde@fibertel.com.ar

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Tampoco es un dialecto, porque un Chiappini (1945) el término «lombardo»


dialecto es una variedad regional de una con el significado de «ladrón», además de
lengua. Evidentemente, existe un dialecto un verbo derivado: «lombardare», con la
rioplatense o porteño de la lengua acepción de «robar». Villanueva explica
española, pero eso implica la confluencia que la evolución de la palabra,
de distintos elementos, además de trasplantada ya a nuestro país, habría sido:
aquellos que pertenecen al campo lexical: lombardo > lumbardo > lunfardo. Pudo
una fonética determinada ―un modo probar esto gracias a la forma intermedia
particular de pronunciar la «s», la «c», la «lumbardo», que aparece atestiguada,
«y», etc.―, la existencia de pronombres como una forma local de transición, en el
alternativos de segunda persona («vos» y folletín Los amores de Giacumina,
«ustedes»), que son distintos de los publicado en 1886 en forma anónima por
pronombres del español estándar («tú» y quien se descubrió después que era el
«vosotros»), la consiguiente concordancia periodista entrerriano Ramón Romero. En
verbal con estos pronombres ―«vos dicha novela puede leerse: «Entre los
podés» y no, «vos puedes»; «ustedes novio que teñiba Giacumina había un
saben» y no, «ustedes sabéis». Claro que lumbardo […]» (s. a. [Romero], 1909, p. 5)
también un dialecto se reconoce por sus Este testimonio del uso de la forma
vocablos y, en todo caso, podría decirse intermedia, aunque con el valor de
que el lunfardo es un elemento más gentilicio, es decir «nativo de Lombardía»,
dentro de todos los que caracterizan a este le permite a Villanueva avanzar en su
dialecto de Buenos Aires. Pero en el plano hipótesis, una vez que ha explicado el paso
léxico hay, además, otras cuestiones para de la «o» a una «u» (lombardo >
tener en cuenta que no tienen nada que lumbardo), tal como se da en «pulenta» y
ver con el lunfardo. Los hablantes de un en «cumparsita», y de ofrecer algunos
dialecto seleccionan, de todos los lexemas testimonios de fonética napolitana, lengua
que integran la lengua, algunos que no son en la que se tiende a convertir la b
los mismos que eligen los hablantes de esa explosiva del toscano en «v» fricativa,
misma lengua en otros sitios. Por ejemplo, como sucede con el «cravone» frente a la
un hablante del dialecto rioplatense llama voz toscana «carbone» [carbón] o
«frutilla» a lo que un hablante del español «lavurante» frente a «laborante» [obrero].
peninsular llama «fresa», o «pollera» a lo Según Villanueva, el gentilicio lombardo
que el segundo llama «falda». [nacido en Lombardía] llegó a ser
Si el lunfardo no es ni un idioma ni un equivalente a «ladrón», a partir de un uso
dialecto, tal vez sería oportuno recurrir a la que recién habría llegado a Italia en el siglo
etimología de la palabra para ver cuánto xviii, pero que bajo la forma «lombart» (y
puede aclararnos. El profesor Amaro su variante «lumbart») corría ya en francés
Villanueva (1962) determinó el origen de la medieval con el significado de
voz «lunfardo» a partir de la corrupción de «prestamista», «usurero», en virtud de
un vocablo del romanesco, es decir, el que los primeros que ejercieron en Francia
habla de Roma. Villanueva encontró en el este negocio eran de origen lombardo.
Vocabolario romanesco de Filippo

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El hecho de que el término «lunfardo» Dellepiane, que eran criminalistas, habían


significara en su origen «ladrón» y con tal oído estos términos ―a los que
sentido corriera en Buenos Aires alrededor comenzaron a llamar «lunfardo»― en
de 1870, llevó a conclusiones erróneas a boca de ladrones o presos. En virtud de
los primeros que se acercaron a estudiar el ello, creyeron que se trataba de una
fenómeno, pues se interpretó que se jerigonza particular, propia del «gremio»,
trataba de una jerga ligada al ambiente de digamos. Y muchos son los que
la delincuencia. Lamento tener que decir lo comenzaron a creer, junto con ellos, que el
que para muchos puede ser un desengaño, lunfardo no era ni más ni menos que el
pero el lunfardo no es ―ni lo fue nunca― lenguaje que se usaba en la cárcel.
un vocabulario delictivo. Por una Durante varios años, se siguió sosteniendo
deformación profesional, sus primeros el origen delincuencial del lunfardo. Otros
estudiosos (Benigno Lugones, Luis María dos policías, José S. Álvarez (Fray Mocho)
Drago, Antonio Dellepiane, Luis en Memorias de un vigilante (1897) y Luis
Villamayor), todos ellos criminalistas o Villamayor en El lenguaje del bajo fondo
policías, le adjudicaron erradamente ese (1915), siguieron sosteniendo que el
pecado original. En suma, ni idioma, ni lunfardo era un tecnolecto delictivo.
dialecto ni jerga profesional. Consecuentemente, algunos estudiosos
El significado originario de la voz han creído ―o, peor, siguen creyendo―
«lunfardo» en el Buenos Aires del último en el carácter críptico de esta variedad
tercio del siglo XIX al igual que su lingüística. Mario Teruggi, autor de
identificación con una jerga de la Panorama del lunfardo, ha escrito muy
delincuencia por parte de algunos autores lúcidamente acerca del presunto carácter
hizo pensar a muchos ―a Borges, secreto de estos vocablos:
incluso― que se trataba de un vocabulario
delictivo. Así puede creerse si es que se
El mentado carácter secreto del
toman en cuenta, exclusivamente, algunos lunfardo (o cualquier otro argot)
testimonios, a saber: un artículo anónimo no resiste el menor análisis, como
publicado en el diario La Prensa en junio lo han demostrado muchos
de 1878, aparentemente por un policía investigadores serios. Una breve
(apud Soler Cañas, 1976, pp. 7-8); dos reflexión basta para comprender
notas firmadas en La Nación por Benigno que si los delincuentes tuvieran un
Baldomero Lugones, un escribiente del lenguaje secreto, sólo conocido
Departamento de Policía, en marzo y abril por ellos, al usarlo ante
de 1879 (apud Gobello, 1963, pp. 101-108 desconocidos o posibles víctimas
y pp. 109-117); el libro Los hombres de se pondrían en evidencia, es decir
que su idioma cumpliría
presa, que el criminalista Luis María Drago
precisamente la función contraria
dio a conocer en 1888 y, finalmente, El a la buscada, que es la de
idioma del delito de Antonio Dellepiane, despistar. Cualquier individuo que
editado en 1894. se comunicara con vocablos en
Tanto el periodista anónimo de La Prensa, parte incomprensibles no haría
como Lugones, que era policía, y Drago y otra cosa que llamar la atención

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hacia sí mismo y despertar (exceso de comedimiento), bullón


sospechas sobre sus intenciones (comida), corte (figura coreográfica del
(Teruggi, 1974, p. 148). tango), chafe (agente policial), chucho
(miedo), darse corte (hacer alarde de
ostentación), dejar tecliando (propinar una
Lo cierto es que, si no dispusiésemos de golpiza), embrocar (mirar), encanamiento
ningún otro testimonio antiguo con (acción de apresar), ensuciarse (robar),
relación al lunfardo, tal vez deberíamos escarpiante (calzado), escabio (borracho),
aceptar la teoría de su génesis como léxico falluto (falso), farra (diversión), firulete
de la delincuencia. Pero sucede que sí lo (adorno), de mi flor (excelente), a la giurda
tenemos. El 1 de febrero de 1887 apareció (excelente), grébano (italiano), jailaife
en el diario La Nación un suelto que (petimetre), lengo (pañuelo), levantar
carecía de firma, cuyo título era «Caló (seducir ―a una mujer―), lunfardo
Porteño (Callejeando)» (apud Soler Cañas, (ladrón), marrusa (golpiza), mina (mujer),
1965, pp. 40-47). Con el tiempo Luis Soler mishote (pobre), morfis (comida), paica
Cañas llegó a establecer que su autor fue (querida del compadrito), parada
Juan S. Piaggio. ¿Qué clase de texto era (simulación), pesao (hombre pendenciero
este? Un cuadro de costumbres, donde se y atrevido), raspa (ladrón), refalar la mano
describe una noche en el arrabal porteño (robar), seneisi (genoveses), tano
en la que, con la música de fondo de un (napolitano), tocar espiante (irse), trambay
organito, dos jóvenes compadritos (tranvía), vento (dinero), viaba (golpiza).
mantienen un diálogo en el cual resaltan Un rápido repaso de las líneas precedentes
muchas de las palabras consignadas por revela que estos términos no eran para
Lugones y Dellepiane y adjudicadas por nada exclusivos del mundo de la
ellos a gente de mal vivir, es decir, a delincuencia, sino que eran usados en
«lunfardos». Sin embargo, Piaggio deja general por los jóvenes de las clases
completamente en claro que sus sociales más humildes. La existencia de
personajes no son delincuentes, cuando estas líneas escritas por Piaggio ―y en esto
uno de ellos afirma: «Nunca me he querido coincido con José Gobello, la mayor
ensuciar para darme corte: me llamarán autoridad mundial en materia de
güífaro; pero lunfardo nunca», y el otro le lunfardo― son ciertamente clarificadoras.
responde: «Bien hecho, compadre. Eso de Con este testimonio, se revela que aquello
refalar la mano tampoco nunca me ha que Lugones, Drago y Dellepiane habían
gustao: siempre se lo he dicho a la mina: tomado, por deformación profesional,
prefiero comer tierra antes que me llamen como una jerga exclusiva de ladrones e
raspa» (s. a. [Piaggio], 1965, p. 42). ignorada o desconocida por el resto de la
Cito a continuación algunos de los sociedad, era en rigor un conjunto de
términos o frases utilizadas por estos palabras y expresiones utilizados por el
personajes de Piaggio, muchos de los populus minutus, esto es, por la clase baja
cuales siguen teniendo hoy completa porteña, dentro de la cual naturalmente
vigencia: atorrar (dormir), batuque debe incluirse a los delincuentes. En tanto
(diversión), bobo (reloj), bulevú con soda que los primeros ―Lugones, como policía;

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Drago y Dellepiane, como criminalistas― vocabulario popular» (Clemente, 1998, p.


habían oído, por su parte, estas palabras 66).
de boca de ladrones arrestados y al creer Ninguna modalidad aparte, en mi opinión.
que constituían un lenguaje especial de los Pero la perspectiva de Clemente halló eco
lunfardos llamaron con este mismo en otros estudiosos (López Peña o, con
término «lunfardo» a esos vocablos; matices, Beatriz Fontanella de Weimberg y
Piaggio, que era periodista y tenía el oído Susana Martorell), quienes han seguido
entrenado para la calle, supo, por su lado, sosteniendo el carácter delictivo originario
comprender que se trataba de un del lunfardo. Y se basan en documentos
repertorio léxico popular y no era en absolutamente parciales, como los escritos
absoluto un tecnolecto. de Benigno Lugones o de Antonio
Así como el tango no fue una creación de Dellepiane, que no eran lingüistas ―y,
marginales, a pesar de lo que se ha dicho nobleza obliga, creo que no pretendían
tantas veces, tampoco lo fue, en mi serlo tampoco―, sino funcionario policial,
opinión, el lunfardo. Aunque, es justo el primero, y criminalista, el segundo. Sin
decirlo, sin ser una creación de marginales, embargo, no está de más recordar que
el lunfardo es desde el punto de vista esta confusión que ellos tuvieron se ha
lingüístico, un habla marginal, en el dado con algunas otras hablas populares
sentido de que, término por término, se del mundo, identificadas en su origen ―a
opone a la lengua estandarizada. Así veces con razón (como es el caso del argot
«otario» se opone a «cándido», «morfar» francés) y otras sin ella― con el mundo de
a «comer», «funyi» a «sombrero», y lo la marginalidad o la delincuencia.
mismo ocurre con las expresiones: «tirar el Para concluir y llegar por fin a lo
carro» se opone a «explotar prostitutas», prometido: el uso del léxico lunfardo nos
«estar al palo» se opone a «tener una da a los porteños ―y casi podríamos decir
erección», «tener calle» a «ser que a los argentinos― un sentido de
experimentado», etc. pertenencia, y hace posible que entremos
Sinceramente, pienso que no tiene nada en confianza con nuestros interlocutores y
de malo que el lunfardo haya sido desde hasta que nos sintamos un poco cómplices
sus comienzos una porción importante e de ellos. Permítanme ensayar una
insoslayable del habla del pueblo de definición propia de lunfardo: es un
Buenos Aires. Sin embargo, hay quienes no repertorio léxico integrado por voces y
quieren o no pueden apartarse de la idea expresiones de diverso origen utilizado en
del lunfardo como jerga ladronil, quizá con alternancia con las del español estándar y
la intención de dejar a salvo «el buen difundido, transversalmente, en todas las
nombre y honor» de ese pueblo. En esta capas sociales de la Argentina. Este
línea de pensamiento parece insertarse vocabulario, originalmente compuesto por
José Edmundo Clemente, que en su muchos términos inmigrados, fue usado
artículo «El idioma de Buenos Aires» inicialmente por el hablante del Río de la
señala compulsivamente: «el lunfardo,
llamado policialmente lenguaje canero, es
una modalidad aparte dentro del

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Plata2, pero fue extendiéndose después a


todo el país. Hasta hace pocos años yo
añadía a mi caracterización que estos
vocablos y locuciones ―salvo excepciones
históricas, como otario, pibe o
compadrito― no se encuentran
registrados en los diccionarios de español
corrientes. Ya no es tan así. El diccionario
de la Real Academia ha introducido, en su
última edición, la de 2001, varias decenas
de términos del lunfardo actual, como
berreta, falopa, desbole, grasa, tortillera o
ñoqui. Sin embargo, la inclusión de estos
en el diccionario académico, en modo
alguno, puede modificar su innata
condición de lunfardismos.

2
Cuando aludo a la región del Río de la Plata,
prácticamente, incluyo la provincia de Buenos Aires
entera (con las ciudades de Buenos Aires y La Plata
con sus respectivas zonas de influencia), el sur de
Entre Ríos y Santa Fe (con la ciudad de Rosario) y la
zona urbana del Uruguay (con la ciudad de
Montevideo).

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Referencias Bibliográficas

 Abeille, L. (1900). Idioma nacional de los argentinos. París: Librairie Emile Bouillon.
 Carrizo, F. [Álvarez, J. S.] (1897). Memorias de un vigilante. Buenos Aires: Biblioteca
del Pueblo.
 Chiappini, F. (1945). Vocabolario romanesco. Roma: Leonardo da Vinci.
 Clemente, J. (1998 [1952]). El idioma de Buenos Aires. En J. L. Borges & J. E.
Clemente. El lenguaje de Buenos Aires (pp. 53-71). Buenos Aires: Emecé.
 Conde, O. (2011). Lunfardo. Un estudio sobre el habla popular de los argentinos.
Buenos Aires: Taurus.
 Dellepiane, A. (1894). El idioma del delito. Arnoldo Moen: Buenos Aires.
 Gobello, J. (1963). Vieja y nueva lunfardía. Buenos Aires: Freeland.
 [Romero, R.] (1909). Los amores de Giacumina. Buenos Aires: La Barcelonesa.
 Soler Cañas, L. (1965). Orígenes de la literatura lunfarda. Buenos Aires: Siglo xx.
 Soler Cañas, L. (1976). Antología del lunfardo. Buenos Aires: Crisis.
 Teruggi, M. (1974). Panorama del lunfardo. Buenos Aires: Cabargón.
 Villamayor, L. C. (1915). El lenguaje del bajo fondo. Buenos Aires: La Bonaerense.
 Villanueva, A. (1962). El lunfardo. Universidad, 20, 13-42.

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