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a cuatro notas, sin ritmo, pertenecientes a una misma función tonal (tónica,
dominante, etc.), mientras que los rítmicos se dan siempre dentro del contexto
de una métrica en concreto (Gordon reserva el término “patrón melódico” para
cuando se combinan notas y ritmo). A la vez, construir Todos sabemos música
Enseñar música musicalmente también otro tipo de “vocabulario” consistente
en las diferentes maneras de moverse y sentir el espacio que nos rodea; esto
es fundamental para entender el fluir de la música, la expresión y, por
supuesto, el ritmo.
2. Aprender a reconocer auditivamente diversos tipos de patrones mediante el
contraste con otros diferentes (contrastar mayor y menor, binario y ternario, por
ejemplo).
3. Una vez adquirida la habilidad de reconocer auditivamente las diferentes
combinaciones de notas, darles nombre mediante el uso de sílabas tonales; y
de la misma manera, dar nombre a las diferentes funciones rítmicas
reconocidas (Gordon las clasifica como macropulso, micropulso y división,
entre otras) mediante el uso de sílabas rítmicas. Poner nombres a las cosas
nos permite reflexionar sobre ellas; esto aumenta de manera importante la
cantidad de cosas que podemos recordar. Tanto las sílabas tonales como las
rítmicas dan nombre a lo que percibimos dentro de un contexto tonal o rítmico,
en lugar de referirse a símbolos de la música escrita, como lo hacen los valores
rítmicos, o a sonidos sin contexto, como lo hacen los nombres de notas. Las
sílabas nos permiten nombrar y recordar patrones que luego reconocemos en
la música que oímos. Los nombres tradicionales de las notas y de los valores
rítmicos son necesarios, pero son el equivalente de las letras de un idioma, que
únicamente cobran significado cuando se combinan unas con otras. Al
combinarse las notas, estas adquieren un significado dentro de un contexto
tonal o métrica: las sílabas nos permiten reconocer los significados de estos
grupos, aunque las notas que los forman cambien según la tonalidad.
4. Utilizar el procedimiento totalidad-partes-totalidad en las actividades de clase.
En realidad, la MLT no pretende ser algo novedoso, sino una manera de estructurar la
educación musical de acuerdo con cómo el ser humano siempre ha aprendido música,
con la ayuda añadida de alguna herramienta nueva. Estas ideas son aplicables tanto
en la clase de música o lenguaje musical como en la de instrumento, recordando
siempre que, sea la clase que sea, cantar y moverse es fundamental.
El objetivo final es que los niños, a través de la música como un medio para
conseguirlo, desarrollen su propia personalidad, percepción sensible, expresión
estética y creatividad sonora, y no solamente incorporen las bases de la sintaxis
musical.
La Music Learning Theory (MLT), Teoría del Aprendizaje Musical, desarrollada por
Edwin E. Gordon (en South Carolina University, USA) durante casi cincuenta años de
investigaciones y observaciones, describe las modalidades de aprendizaje musical del
niño a partir de la edad neonatal y se basa en el principio según el cual la música
puede ser aprendida a través de procesos análogos a los del aprendizaje del habla.
Paralelamente a los estudios sobre las aptitudes musicales y sobre la capacidad de
audiation, que constituyen la base teórica de la MLT, se fue desarrollando una
metodología que aplica sus principios, aportando numerosas y sustanciales
novedades en el campo de la educación musical.
El adulto se comunica con el niño a través de cantos melódicos y rítmicos sin palabras,
y patterns (pequeños modelos rítmicos y melódicos), escuchando las respuestas
musicales espontáneas del niño, "reflejándolas" y contextualizándolas en la sintaxis
musical. El movimiento libre, perceptivo y heurístico del niño, es favorecido y reflejado
a través del ejemplo directo del docente.