Está en la página 1de 1

El Zen es actual

Es un aire fresco, siempre vivo, sin fronteras, ilimitado. Tiene 2500 años de
experiencia y ha transitado por la India, China, Japón, Europa, África y América. Es
anterior a las religiones, y está en ellas (como en el budismo tibetano, chino o
japonés) y también fuera de ellas. La practican por igual laicos, monjas y sacerdotes,
católicos, mahometanos y ateos. El Zen es una actitud ante la vida: realista, intensa,
directa, desapegada del falso ego y sus ilusiones. Aprender a vivir aquí y ahora.

El Zen es ante todo una Vía, un camino, una experiencia personal,


intransmisible, no intelectual, no verbal, anclada en el cuerpo. Vía que permite al
hombre/mujer que emprende este camino, re-encontrar en sí mismo su naturaleza
original y profunda, que siempre estuvo allí, escondida por el velo de nuestra
ignorancia, por el ego y la corte de sus ilusiones.

En el Zen no buscamos nada. Vamos a dejarlo todo: las ilusiones ante todo,
y antes que nada la ilusión de obtener algo. La vía del Zen no se encuentra en
ninguna parte y no conduce a ninguna parte. Está justo allí donde estamos: bajo
nuestros pies.

Es más fácil intentar definir al Zen por lo que no es que por lo que es. No
puede ser aprendida ni comprendida en los libros ni por la experiencia de otro. Es
una vía centrada en la postura del cuerpo: sentada inmóvil sobre un Zafu (cojín),
con las piernas cruzadas (postura de loto o medio loto), con una respiración natural
(centrada en el bajo vientre), con una actitud mental (dejar pasar todo pensamiento,
sin rechazar o retener; no juzgar nada de cuanto sucede). Empujamos el cielo con
la cabeza, la tierra con nuestras rodillas. Nuestras manos, a la altura del bajo vientre,
forman un perfecto óvalo: el mudra cósmico. Nuestros ojos semi-cerrados, miran
bajo delante de nosotros. La mirada es interior. Estamos despiertos, estamos
atentos, estamos silentes e inmóviles: observamos el universo de ilusiones pasar
sin cesar. Permanecemos inmutables.

Zazen es educar nuestro espíritu a través de nuestro cuerpo. Pero no hay


dicotomía: cuerpo y espíritu son uno. Zazen realiza esa unidad, realiza el despertar
a esa realidad de la unión: de nosotros con nuestra naturaleza verdadera, de
nosotros con el cosmos infinito del que formamos parte.

Todo cuanto se diga es poco o nada. Zazen es una experiencia que debe ser
vivida por cada uno. No creer en lo que nos dicen. Creer lo que vivimos por nosotros
mismos.
Kaikyo Sara Roby

También podría gustarte