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El 11 de agosto de 1994, más de 300

representantes de los diversos pueblos indígenas


de todo el país llegaron a la ciudad de Santa Fe,
para presenciar uno de los acontecimientos
históricos más importantes del siglo XX en
relación con los pueblos originarios: la
Convención Nacional Constituyente, a cargo de la
Reforma de la Constitución Nacional, iba a tratar
la incorporación de los derechos indígenas a la
Carta Magna.
Llegaban de distintos lugares, cargados
con la memoria ancestral de sus
pueblos, con luchas de cinco siglos, y
con un mandato impostergable: volver
a sus territorios con una victoria.
Los años previos a la reforma fueron de
un arduo trabajo de las organizaciones
indígenas para consensuar una
propuesta que incluyera los principales
derechos en el nuevo texto. Y, a su vez,
para convencer a los convencionales
constituyentes de que aprobaran la
reforma.
Es que, hasta ese momento, en materia indígena
regía el artículo 67 inciso 15 de la Constitución
Nacional de 1853, que establecía que le correspondía
al Congreso Nacional “Proveer a la seguridad de
las fronteras; conservar el trato pacífico con los
indios, y promover la conversión de ellos al
catolicismo”.
La reforma del artículo 67 inciso 15
fue aprobada por unanimidad, en lo
que significó un cambio de
paradigma en materia de derechos
humanos indígenas.
A partir de ese día, el artículo 75 inciso 17 de la
Constitución Nacional establece que corresponde al
Congreso:
 Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los
pueblos indígenas argentinos.
 Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a
una educación bilingüe e intercultural.
 Reconocer la personería jurídica de sus comunidades
y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras
que tradicionalmente ocupan.
 Regular la entrega de otras aptas y suficientes para el
desarrollo humano.
 Ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni
susceptible de gravámenes o embargos.
Por último, el nuevo marco supone asegurar la
participación de los pueblos en la gestión referida a sus
recursos naturales y demás intereses que los afecten, más
allá de las provincias pueden ejercer concurrentemente
estas atribuciones.

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