Está en la página 1de 1

El texto que hemos leído en Mateo 26 nos muestra a los apóstoles que acaban de oír la cosa

más espantosa: Jesús, hablando de su próxima muerte, dijo que sería uno de ellos que le
entregaría. ¿Cómo se lo iban a tomar? ¿Con indignación? ¿Con incredulidad? ¿O tratando de
adivinar al cuál de sus compañeros aludía Jesús? En lugar de eso, empezaron a mirarse a ellos
mismos, examinando sus propios corazones, preguntando cada uno al Señor si se trataba de él.
Ahora bien, el hecho mismo de hacer tal pregunta no demuestra que es culpable, como lo
vemos en el texto. Ni tampoco demuestra la inocencia de la persona, puesto que Judas mismo
lo preguntó. El pasaje sobre la Última Cena nos demuestra que cada uno de nosotros debe
examinarse a sí mismo ante el Señor.

Conclusión

Es a esto que estamos llamados a hacer, no sólo a la Santa Cena, sino diariamente. Si es buena
práctica al principio de cada día pasar tiempo con el Señor en la meditación de su Palabra y la
oración, es también una práctica saludable al final del día examinar nuestros corazones ante el
Señor, dejando que él nos examine.

También podría gustarte