A la edad 12 años el joven Pedro Pérez paso por unos de los
momentos más trascendentales de su vida, tuvo que cambiar de colegio producto de diversos problemas. Él tenía dificultad para reconocer sus emociones, sentía placer al hacerle bullying a sus compañeros, perdía el control de sus actitudes y le ocasionaba problemas sociales, perdió sus objetivos personales por darle más tiempo al ocio, al desorden y “mamadera de gallo”. A raíz de todo lo anterior muchas amistades se alejaron, pues él se había enfocado en otras cosas.
En suma, eran muchas las llamadas de atención por parte de los
profesores y coordinadores de la institución para que Pedro mejorara. Su familia decide darle un tratamiento psicológico, ya que los consejos de sus familiares no los aceptaba y seguía cometiendo los mismos errores.
Por este motivo, la mama de Pedro tomó la decisión de cambiarlo
de colegio, para tuviera un nuevo enfoque a su vida. En el tratamiento que recibió, el joven pudo aprender a reconocer sus emociones (conócete a ti mismo), actuar de una forma correcta, tomando decisiones coherentes (autorregulación). También mejoró su comportamiento con las demás personas (habilidad social), teniendo mayor empatía con sus compañeros, profesores y familiares (empatía).
En consecuencia de su cambio, logra mejorar sus calificaciones,
empezó a desatacarse como un buen estudiante, se convirtió en un líder para sus compañeros (motivación). Gracias este cambio que le había generado en su vida, Pedro se sentía seguro de sí mismo, y con actitud positiva para seguir mejorando cada vez más, logrando así cambios significativos en su vida escolar y familiar (motivación), hoy en día se considera que tiene una inteligencia emocional, ya que emplea el razonamiento y el conocimiento de sus emociones para las diferentes situaciones que enfrenta en su día a día. Su familia se siente muy orgullosa de él, por su transformación.