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El derecho a la salud.

El derecho a la salud está reconocido en numerosos


instrumentos internacionales y regionales, a partir de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(artículo 25) y del Pacto Internacional de Derechos
Económicos y Sociales (Artículo 12), la Convención
sobre los Derechos del Niño (artículo 6, 24), la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la mujer (artículo 10, 11, 12,
14), y la Carta Social Europea.
El derecho a la salud no debe entenderse como el
derecho a estar sano: es imposible brindar protección
contra todas las causas posibles de la mala salud. Es el
derecho de todos, sin discriminación alguna para el
disfrute de los diferentes servicios, instalaciones y
bienes, así como las condiciones de vida que sean
necesarias para mantenerse lo más saludable posible.
El derecho a la salud incluye no solo los servicios de
salud sino también las condiciones que la determinan,
entre ellas: el acceso a agua potable, al saneamiento
adecuado, a la vivienda, a la alimentación adecuada y
saludable, a las condiciones ambientales, el acceso a
la educación y la información relacionada con la
salud.7
Pregunta: ¿Todo el mundo debería tener derecho a la
atención médica independientemente de su condición
y posibilidades económicas?
Es derecho de todos, sin discriminación alguna, a
disfrutar de los diferentes servicios, instalaciones y
bienes, así como de las condiciones de vida que sean
necesarias para mantenerse lo más saludable posible.
De acuerdo a los instrumentos internacionales de
derechos humanos, los servicios sanitarios y las
instalaciones tienen que estar disponibles y ser
accesibles, aceptables y de buena calidad para todos,
sin discriminación alguna.
En septiembre de 2010 el Consejo de Derechos
Humanos de la ONU adoptó una resolución en la que
se reconoce el acceso al agua y al saneamiento como
un derecho humano.

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