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Ciertamente hay ocasiones en las que de repente dices, “mi vida parece de telenovela, debería

escribirla”, de repente te vez sentada en tu computador, pensando…. buscando las palabras


precisas para escribir la telenovela de tu vida.

Cuando eres pequeña vez alguna escena dramática o romántica, a esa edad uno no entiende que
esa es la escena que representaras algún día, tal vez prestes atención, pero no conoces la historia,
de chica fantaseaba con mi vida en mi futuro, siempre estuve llena de carencias y todo lo que veía
en las telenovelas lo deseaba, casa lujosa, auto del año, vestidos caros, bolsos, zapatos, joyas y
muchos juguetes de todos los tamaños, formas y colores, comidas en lujosos restaurantes, en fin.

Una de esas escenas de las que se me quedaron grabadas hasta la medula era la del amor eterno,
¡en donde la chica pobre con cero posibilidades de concluir una carrera conoce al hombre más
guapo, encantador, rico, cariñoso, atento y detallista… el hombre perfecto!

Yo soñaba con el hombre perfecto siempre lo invente en mi cabeza, con el tiempo te das cuenta
de que el hombre perfecto no existe, es un mito, ni siquiera hay un prototipo, es como esas
historias de fantasmas, en donde hablan mucho de ellas pero.

Cuando llegue a la adolescencia, me di cuenta de que la fantasía que me había creado de mi


propia vida estaba lejos de cumplirse, me encontré con muchas dificultades, las mas importantes y
altas tenían que ver con el dinero

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