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MAREE HT. y HOMO, be-0d, "La bach pore pocety da for’, “Busnes Avrag, Fditorml Sodamed tana , 1463 (48 4960) «AS Parte. sea ntleroateral”) ( “Tew datchton k La f it’ 4340 I UNA TEORIA REALISTA DE LA POLITICA INTERNACIONAL. onceptos ajenos a la realidad; ela como su verdadero pr icado a una masa de fen¢ pretaci6n que 8 las conclusiones a las que’ Ia te decir que son consecuencia logics y necesaria de sus premisss? ar que Ja teoria es compatible con problema que toda I La his equivale a un relato de la pugna entre dos escuclas en lo fundamental, en cuanto a sus concepcior obsoletas, 0 bien en la per: 5 y otros aislados. se 14 TwoRIA Y PRACTICA DE LA POL{IICA INTERNACIONAL, Confia en la educacién y en Ia reforma, ast como en un uso esporidico de la fuerza para remediar estos defectos. ima que el mundo, imperfecto como lo es racional, ¢s el fesultado de fuerzas que ‘mundo por ello los principios morales no pueden plenamente; pero al menos podemos aproximémnosles a través del equilibrio -—si de intereses, y cl de la concor- dancia —asimismo precaria— de los con ve en un sistema de represiones y de equilibrios un principio universal para todas las sociedades plurali Tio a los precedentes hist6ricos y pasa por al a a cjecutar lo menor dentro del bien absoluto. ue aqui se expone ha sido Ilamada realista: por su te6rica por la naturaleza humana tal como ¢s, jido Jugar. Cuil es fencarar una. expo- Hemos de cipios en lugar cuencia han sido mal interpretac SEIS PRINCIPIOS DEL REALISMO POLITICO 1. Ei realismo poli cen general, es goberi ces’ ent 1a naturaleza necesario, previament ica, como la sociedad da por leyes objetivas que tienen sus rai mana. A fin de mejorar la sociedad es entender las Widad de estas leyes es indi- jombre pues las desafiard asimismo en la posi ue refleje, aun en forma imperfecta y ps lidad de distinguir en la politica en paticular — entre lo que es verdade mente hablando, y lo que es s6lo un cual son, y producto de pre de que una teoria de itiea —si es que existe tal teoria— es algo inusitado, constituye una prevencién en su contra, en lugar de un prejuicio a su favor, respecto a su solidez, Por lo contrario, el hecho de que una teoria pol hace centurias © milenios, como lo es la teoria del equilibrio del poder, no crea la presuncién que debe set anticuada y obsoleta. Una teoria de la politica debe someterse a la doble prueba de la razén y de la experiencia. Desechar dicha teoria porque ha flo: recido en centurias pretéritas no es adelantar un argumento tacional, sino hacer gala de un prejuicio modernistico que da en darles un signi caricter de una politica exterior puede comprobarse s6lo a del anilisis de los hechos politicos que se llevan a cabo y de consecuencias previsibles de estos actos, aque los estadistas realmente han he previsibles de sus actos conjeturar cuales fueron sus obj probables. ‘Mas no basta con el examen de los hi parezca un bosquejo ra nificados posibles d debemos ponernos en la posicién del estadi «que debe confron- A § TEORIA Y PRACTICA DE LA POLITICA INTERNACIONAL tar cierto problema de politica exterior bajo ciertas circunstan cias; y nos pregntaremos cudles son las otras alternativas raciona- les de las que dicho estadista pueda deducir inspiracién (presu- miendo siempre que acta en forma racional), y cusl de estas lternativas racionales, y siempre bajo esas circunstancias, puede ipétesis racional consecuencias, lo que da sentido nacional y hace posible una te 2. La directiva principal que ayuda al realismo ps encontrar su ruta a través del horizonte de la politica internacio- nal es el concepto del interés definido en funcién del poder. Este concepto nos provee del eslabin entre Ia razén (que procura cntender Ia politica internacional) y los hechos que deben com- prenderse. Fija la politica como una esfera de accién auténoma y fija su comprensién como diverso del de otras esferas como serfa la econémica (entendida bajo términos de interés definido ‘como riqueza), la ética, Ia estética o la religiosa. Sin dicho con ional 0 doméstica, no podriamos distinguir los -0s de los que no lo son, ni podrfamos aportar si- quiera una medida de orden sistemético a la esfera politica, Presumimas que los estadistas piensan y actian dentro de los términos de un interés definido como poder, y el testimonio de la historia comprueba dicha presuncidn. La presuncién nos per- mite repasar el trazado y anticipar, por asi decirlo, los pasos que un estadista (pasado, presente 0 futuro) ha tomado 0 tomar fen el escenario politico. Miramos por sobre su hombro cuando escribe sus comunicaciones; escuchamos sus conversaciones con otros estadistas; leemos y anticipamos sus propios pensamicntos. Pensando en términos de interés, definido en cuanto poder, pen samos como 41 piensa, y como observadores desinteresados enten demos sus pensamientos y acciones quizi mejor que lo que é mismo, actor como es en el escenario politico, los entiende. EL concepto de interés definido.como poder impone una di ciplina intelectual sobre el observador, inculca un orden racional cn la materia de la politica y hace posible la comprensién te6rice de la politica. Por parte del actor, le otorga una disc UNA TRORIA RFALISTA DE LA POLITICA INTERNACIONAL y crea esa extraordinaria continuidad en la pol tica exterior que hace inteligible la politica exterior norteame ana, britiniea o rusa; la presenta asimismo como un todo facional, consistente consigo misma en términos racionales y con jndependencia de los variados motivos, preferencias, y de las ualidades intelectuales y morales de los sucesivos estadistas que Ia han conducido. Una teorfa realista de 1a politica internacional se opondra a dos falacias populares: la preoc eeny Is preocupacin por preerencas ieoldgias Buscar la explicacién de Ia politica exterior exclusivamente en la motivacidn de los estadistas es futil y engafioso. Es futil porque los motivos constituyen los datos mis elusivos de Ia. pst Eologia, deformados como quedan, frecuentemente mis alli de todo reconocimiento, por los intereses tanto del actor como del observador. ;Acaso Sabemos cuales son nuestros verdaderos mo- 2 ZY qué sabemos de los motivos de los otros? Sin embargo, aun si tuviéramos acceso a los verdaderos moti- vyos del estadista, ese conocimiento nos ayuda poco en la come prensién de la politica exterior y bien puede desviarnos. Es Eierto que 1 conocimiento de los motivos del estadista puede Gamos una entre muchas de las directivas que pudieron guiat a su politica extetior. Pero no nos puede dar ef dato esencial para der predecir su politica exterior. La historia no muestra nin Pen coeclato exacto y necesario atte la calidad de Jos motives iad de Ia politica exterior. Esta verdad es apli nal en la acci No podemos concluir de las buenas inten que su politica exterior seri moralmente el mente satisfactoria, Al juegar sus motives podemos afirmar q) no seguira politicas que son moralmente equivocas) pero. na podemos afirmar respecto a la probabilidad de su éxito. Si que emos saber las cualidades morales y politicas de sus acciones ebemos conocer étas yao sus motives.

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