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La noción del espacio y del tiempo en la filosofía náhuatl

Introducción

Este trabajo solo busca justificar brevemente, lo más posible, el pensamiento náhuatl,
considerándolo como una filosofía; la necesidad de justificación surge cuando se encuentra
la expresión de un pensamiento a base de símbolos y mitos, que aparentemente tiene poco
de lógica en cuanto no es propiamente un pensamiento discursivo, tiene además imágenes
metafóricas que no corresponden a realidades evidentes ni a razonamientos lógicos y
esquemáticos, pues más bien son expresiones de un pensamiento cargado de emotividad, de
experiencias históricas, y de intuiciones naturales, que lo ubican fuera del contexto del
pensamiento occidental considerado como filosofía hasta nuestros días.

Es por este punto que, considerando todo el sistema lógico del que goza la filosofía
occidental, la filosofía griega, diremos pues que, lo que intentamos aclarar en las siguientes
líneas es una base sólida sobre la que se descubren ciertos elementos que hacen de este tipo
de pensamiento gozar del título de filosofía. Porque las formas del pensamiento humano
van más allá de una radical forma de vivir, o de un modo especifico de subsistir. La
Filosofía escapa a la “denominación de origen”, porque el objeto mismo de estudio es el
pensamiento del hombre que es universal y que no puede ser acortado ni agotado por una
clase solo de hombres.

Para esto es necesario sumergirnos brevemente en la visión náhuatl del cosmos.


Consideramos radical el hecho de que los mitos son parte esencial de este tipo de
pensamiento. Además de que, como veremos en la parte medular de este trabajo, son visión
de lo que es mucho más profundo, gozamos en palabras simples no es no para nada
sencillo. Nos acercamos a ideas tangibles que, de otro modo, se volverían abstractas,
extrañas al hombre común y corriente.

1
¿Qué es Cultura?

Nuestro mundo cada día parece diluirse en un abanico de verdades que parecen más bien
opiniones relativistas, que impiden de cierto modo llegar a conocer lo que nos hace
culturalmente definidos. Entre los múltiples fenómenos que un mundo crecientemente
globalizado ha generado, existe el posible degenere cultural de las identidades nacionales
que dependen de la incorporación de la cultura y los procesos interculturales
internacionales a la lógica instrumental de la economía mundial. Paradójicamente, o quizá
debido justamente a lo anterior, la investigación, el análisis y la interpretación crítica de los
temas y conceptos sobre cultura e identidad en América Latina se siguen dando; de hecho,
están resurgiendo y replanteándose en el nuevo pensamiento latinoamericano con una
fuerza inusitada tanto en la teoría como en la realidad sociopolítica de América Latina.

En efecto, “la globalización del capitalismo mundial es un proceso histórico-social


central que ha producido, entre otros factores, nuevas realidades en el panorama
internacional, así como transformaciones en las relaciones socioculturales mundiales. Entre
estos cambios resaltan tanto las diversas crisis globales que han alterado la política, la
economía, la sociedad y, particularmente, la cultura y los procesos pluriculturales e
interculturales globales civilizatorios- como la amenaza a las identidades culturales en las
relaciones internacionales”1. En realidad, se vive y se asiste al fin de una época.

El intento del Estado de reafirmar su poder en el ámbito global desarrollado por


instituciones supranacionales disminuye aún más su soberanía. La capacidad instrumental
del Estado-nación resulta decisivamente debilitada por la globalización de las principales
actividades económicas.

Con la globalidad, el ámbito internacional ha dejado de ser lo extranjero por


contraste a lo nativo y la soberanía no es ya el horizonte posible de defensa de la identidad
de los grupos sociales que formaron y dieron contenido a las sociedades modernas. Hoy
estamos en el principio de una época donde la soberanía ha dejado de ser el principal
recurso en el manejo interno de poder político de los gobiernos de los Estados frente a los
miembros de sus sociedades nacionales. Las fronteras territoriales y su contenido simbólico

1
Cfr. Enseñanza de la Filosofía en la Cultura Actual - UNAMhttps://archivos.juridicas.unam.mx › bjv › libros,
21 de noviembre 2021.

2
identitario están siendo trasformadas en alguno de sus elementos y paradójicamente
reiterados en otros.

En suma, la era de la globalidad se caracteriza por grandes transformaciones sociales que


descentran, replantean y resignifican los conceptos de territorio, de cultura, de Estado, de
nación y, sobre todo, de identidad.

En América Latina, por ejemplo, las identidades culturales y sus nuevas formas de
hacer y de pensar están definiendo, hoy día, los derroteros de la nueva geo cultura de las
sociedades y las naciones latinoamericanas. En rigor, se vive en un mundo en el que corre
parejo la resurrección de las identidades locales; aquello que había estado históricamente de
alguna forma por debajo y subordinado, ahora irrumpe y busca reconocimiento y justicia.

Filosofía

Este punto solo se reduce a presentar diversas opiniones que tratan de favorecer al análisis
que se hace de los textos náhuatl que a lo largo de la historia de la humanidad han
aparecido.

Uno de los estudiosos del pensamiento náhuatl es Jaques Soustelle quien hablando
sobre el sistema cosmológico náhuatl dice: “por extraño que los sintamos no anárquico, su
cohesión está hecha de actitudes tradicionales del pueblo que lo ha elaborado, actitudes
sentimentales y afectivas codificadas en mitos y rituales, no reflexiones racionales sobre la
experiencia. Su unidad y solidez interna es subjetiva”2.

Claramente se ve que para Soustelle no existe en estas culturas el pensamiento


racional y por tanto no se puede considerar como una filosofía. Sin embargo, para Séjourné.
Que se pregunta en que estadio cultural debe situar la sociedad azteca que es la última que
se ha analizado y de la que se reciben la mayor parte de los textos, documentos y códices
que facilitan el estudio de la misma, dice:

“Si se examinan los testimonios de los conquistadores, se llega a la conclusión:


que de ningún modo puede ser estimada como cultura bárbara. Y vamos a poder
comprobar que por el contrario poseía una riqueza espiritual que obliga a

2
Jaques Soustelle, El Universo de los Aztecas, FCE, México, 1983, p. 98.

3
conservarla entre los pueblos de alta civilización, porque contrariamente a lo que
piensan muchos estudiosos en nombre de una relatividad de valores, es posible
juzgar de los elementos espirituales de una cultura lejana, entre innumerables
días que el hombre puede elegir, la de a espiritualidad es quizá la más
reconocible3”.
En esta opinión aparece la suposición de un pensamiento racional por el que es posible que
un pueblo llegue a ser una alta civilización señalando además otro aspecto importante del
pensamiento natural y racional del hombre, como lo es la espiritualidad o religión, que en
cierta manera queda excluida de la filosofía sistemática, pero que quizá considere al
hombre más íntegramente. Todo lo anterior se puede apoyar con lo que José Gaos (filósofo
español que fue exiliado en México, tras la guerra civil) dice sobre las filosofías
sistemáticas o científicas: “El fijarse exclusivamente en las filosofías aludidas es infundado.
De la historia de la Filosofía forma parte de hecho y de derecho las filosofías metafísicas,
asistemáticas y literarias. Hay que fijarse también en estas, en la historia de la filosofía, en
su integridad no mutilada y la conclusión no podría negar el pensamiento hispanoamericano
el nombre de filosofía”4.

Para no divagar en las distintas opiniones sobre si hay o no filosofía en el


pensamiento prehispánico se pueden mencionar distintas opiniones que se refieren
concretamente a esta cultura, el que ha explicitado suficientemente la existencia de su
pensamiento filosófico en los pueblos náhuatl en donde a partir de algunos textos originales
de esta cultura dice: “podemos concluir libres de toda fantasía que la preocupación náhuatl
al inquirir si algo -era verdad- o -estaba en pie- se dirigía a querer si había algo fijo, bien
cimentado, que escapara a un solo poco aquí, a la vanidad de un sueño. Toca al lector
juzgar si es que esta cuestión náhuatl del buscar algo en pie, tiene o no una relación con el
problema filosófico del pensamiento occidental sobre la subsistencia de los seres”5.

Dentro de estos textos estudiados por León Portilla, existe la presencia de una legua
propia de la naturaleza del México prehispánico y de la cual afirma el Padre Francisco
Javier Clavijero (quien fuera un sacerdote jesuita novohispano): “ninguna de aquellas
lenguas que hablaban los filósofos de Europa, tenían palabras significativas de la materia,
la substancia el accidente y otros semejantes conceptos. Y, por lo tanto, fue necesario que

3
Laurette Séjourné, El Universo de Quetzalcóatl, FCE, México, 2013, pág. 12
4
J. Gaos, Pensamiento de la lengua española, Style, México, 1942, p. 51
5
Ibid., p. 61

4
los que filosofaban adaptasen las voces latinas al griego. Los mexicanos antiguos porque no
se ocupaban en el estudio de la metafísica son excusables por no haber inventado voces
para explicar aquellas ideas, pero no por esto es tan escasa su lengua en términos
significativos de cosas metafísicas y morales […] antes aseguro que no es tan fácil hallar
lengua más apta que la mexicana para tratar las materias metafísicas” 6. En seguida el
mismo Clavijero siguiendo el texto de la cita anterior, presenta una lista de más de
cincuenta palabras de significado metafísico y moral, de la cuales dice “y que se entendían
los indios más rudos”7.

Cabe mencionar que la lengua náhuatl fue posible conocerla escrita con caracteres
latinos y con traducciones del latín al castellano, inmediatamente después de la conquista y
así fue posible conocer también la descripción de los códices que expresan una filosofía a
base de símbolos de los cuales citando a I. Nicholson dice Siller: “de por si estos símbolos
son pocos, pero manejados con tal economía que hacía a cada uno servir para un amplio
radio de ideas filosóficas y religiosas, y este mecanismo ayuda a acentuar la unidad
adyacente a todo el conocimiento”8.

Símbolos y mito

Siguiendo a José Gaos que busca justificar la filosofía no occidental dice sobre los
símbolos: “los símbolos mexicanos tienen como característica notable concebir los
opuestos y las contradicciones aparentes en una sola verdad global”9., siendo estas por lo
mismo mejores expresiones de la realidad vista y experimentada en constante dinamismo y
buscando ser siempre signo de algo más profundo, de algo más allá de lo que se
experimenta. Un ejemplo de símbolo entendiendo éste como “entidad compuesta de dos
elementos correlativos y esenciales que por su estructura tiene el poder interno de evocar
otro pasado haciéndolo presente y sensible aunque no se pueda percibir”10; ser el “Yohualli-
Ehecatl” (noche viento)11, que quiere decir noche: como invisible y como opuesto de día;

6
F. J. Clavijero, Historia antigua de México, Porrua, México, 1999, p. 546.
7
Ibid., p. 61
8
C. L. Siller, Antropología Filosófica Mexicana. (P. U. Urbania Roma) 1973, p. 34.
9
Ibid., p. 36
10
S. Babolín, Simbología del Cuerpo Humano. P.U. Gregoriana, Roma, 1983, p. 3
11
Miguel de León Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, 11a. edición, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2017, p. 396

5
viento: como inmaterial o espiritual y como aire fuerte o suave; noche-viento, es el termino
usado para hablar de la trascendencia divina atribuida a Quetzalcóatl.

Estos símbolos y otros son lo que constituyen las figuras de los códices y de los
mismos que son la principal fuente de este trabajo, y de los cuales se ha dicho mucho en
favor y en contra, en cuanto a considerarlos como filosofía o como simple forma de
pensamiento primitivo; respecto a esto dice Mircea Eliade hablando de los mitos
primitivos: “todos los relatos son para los indígenas la expresión de una realidad original,
mayor y mas llena de sentido que la actual, y que determina la vida inmediata, las
actividades y los destinos de la humanidad”12, por lo cual el mito se considera no ya
propiamente en su contenido que sin dejar de ser importante, se refiere más al modo de
pensar; según lo que dice Levi Strauss: “La lingüística y el estructuralismo han demostrado
que la lógica del pensamiento mítico […] es tan exigente como aquella sobre la cual reposa
el pensamiento positivo”13, más aun considerando la filosofía griega como base del
pensamiento occidental, pues su proceso de racionalización sobre la concepción religiosa
del mundo implícita en los mitos, constituye la historia de la filosofía griega, como la
encontramos en Platón “que atribuye a los relatos míticos en sentido estricto, una verdad
incomparablemente valida, singularísima e intangible que está por encima de la duda”14.

Por tanto, si el genio filosófico griego acepta lo esencial del pensamiento mítico, se
puede considerar que “el mito es superado por la visión histórica judeocristiana y por su
desarrollo en Hegel, pero aun no es abolido el mito, porque sobrevive, aunque camuflado
sobre todo en la historiografía”15. Así los mitos nahuas se pueden considerar tranquilamente
como base de la religión y el pensamiento mesoamericano que llega a tener su máxima
expresión podemos entender a través del concepto: “In Xóchitl, in cuicatl” (Flor y canto) 16,
como expresión del único camino para conocer y decir la verdad aquí en la tierra, expresión
que significa el método del conocimiento náhuatl, que contiene los mitos y símbolos que el
sabio náhuatl conoce e interpreta poéticamente, razón por la cual un sabio es descrito como:
“una luz, una tea, una gruesa tea que nos alumbra, un espejo horadado, un espejo agujerado

12
M. Eliade, Mito y realidad, Labor, Barcelona, 1983, p. 27.
13
Levi Strauss, Antropología Estructural., citado por: Siller, op. Cit. 37.
14
J. Piepper, Sobre los mitos platónicos. Herder, Barcelona, 1984, p. 19
15
M. Eliade, op. Cit. P. 120
16
M. León-Portilla, op. Cit., p. 143.

6
por ambos lados. Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices. El mismo es escritura y
sabiduría. Es camino, guía veraz para todos otros. Conduce a las personas, a las cosas, es
guía en los negocios humanos”17.

Luego de conocer algunas de las opiniones sobre el pensamiento náhuatl y su


expresión mítico-simbólica, se puede introducir en el mundo de los textos, mitos, códices y
demás elementos que han resistido a la destrucción conquistadora y ahora, son un valioso
testimonio de una cultura que aun no ha muerto, que sigue reprimida en el alma del pueblo
mexicano y que ha sido impresa por miles de años para no borrarse jamás.

De esta cultura y pensamiento se busca esclarecer los contenidos filosóficos y


descubrir así la riqueza de un pensamiento que, por cosmología, presenta una visión del
mundo, del hombre y de Dios, a partir de lo que ellos conciben por Espacio y Tiempo.

El principio dual.

Hablar de espacio y tiempo en el pensamiento náhuatl, es hablar de su Cosmovisión, en la


que se encuentran concretadas estas ideas, dentro de una imagen de Universo estructurado y
determinado por fuerzas y leyes cósmicas, “donde la alternativa de las cualidades distintas
requiere de un tiempo y un espacio específico para consolidarse en movimiento y
animación de esa relación indefinida e inalterable entre el hombre y la naturaleza” 18. Esta
cosmovisión, supone un pensamiento desarrollado lógico discursivo, que existe en los
pueblos nahuas, pero se desarrolla de una manera distinta en la cultura occidental.

En el pensamiento náhuatl, se encuentra aún una mezcla compleja de ideas mágicas,


religiosas y filosóficas, que es preciso identificar e interpretar, para una mejor comprensión
de los conceptos que se estudian.

Aunque es fuera de lo común se ha querido iniciar con una pregunta simple, pero
que aún hoy es difícil responder: ¿De donde viene la idea de Dios en el hombre?, para A.
Caso: “El temor y la esperanza son los padres de los dioses” 19, ya que el hombre frente a la
naturaleza se siente pequeño y desprotegido, se asombra y se aterroriza, porque se da
cuenta de que no puede dominarla, lo cual le lleva a la desesperación y al temor, de ahí a la
17
Códice Martiniense, en Ibid., p. 65.
18
A. Fernández, Dioses prehispánicos de México. Panorama, México, 1983, p. 29.
19
Alfonso Caso, El pueblo del sol, FCE, México, 2018, p. 11.

7
esperanza y al amor de algo que está fuera de él y a quien siente la necesidad de adorar. Por
tal razón, el mismo A. Caso, afirma: “los dioses han sido hechos a imagen y semejanza del
hombre”20, de aquí que el hombre que percibe por su experiencia la naturaleza y en esta
encuentra fenómenos múltiples que nos alcanza a explicar, ordinariamente les atribuya su
causa a fuerzas sobre naturales ante las cuales debe ser respetuoso por temor y esperanza.

Si se acepta este desarrollo natural de la razón o del pensamiento, especialmente en


los pueblos primitivos y en las culturas que mantienen su originalidad de pensamiento,
como la náhuatl, donde la religión y el pensamiento racional se desarrollan como un solo
pensamiento natural; entonces es fácil aceptar que el hombre al contacto con la naturaleza,
encuentra fenómenos que se repiten continuamente, en los cuales llega a descubrir la
presencia de un dualismo, o presencia de dos elementos que son opuestos y están en lucha
continua. Opuestos que se repiten y se encuentran a cada paso en la naturaleza. Por
ejemplo, vida-muerte, noche-día, etc., de los cuales es llevado a una preocupación que hace
sabio náhuatl, preguntarse: “¿Qué está por ventura en pie?, ¿Qué es lo que viene a salir
bien?”21 Por lo mismo una preocupación que se puede considerar filosófica, si filosofar se
entiende como: “un buscar algo que no se posee todavía completamente, o un tender a la
sabiduría”22, es decir, al hombre que está inmerso en este mundo no puede hacer menos que
pensar el mundo a un modo propio y por tanto, pensar su esencia, su persona en este mundo
en el que vive.

Ometéotl

La búsqueda de la verdad es una actitud propia de ciertos hombres que tienen la inquietud
de conocer lo que existe más allá de la realidad inmediata. Uno de estos hombres que
superan los conceptos mágicos, las concepciones politeístas, y hasta la idea del dualismo,
llegando a un monoteísmo y a un pensamiento filosófico organizado, es “Quetzalcóatl”
quien se puede considerar entre “ciertos individuos privilegiados por su inteligencia y su
cultura, que son los primeros que abandonan las ideas anteriores y hacen presentir, ya la
línea que seguirá, la cultura religiosa de su pueblo” 23. De este personaje se dice que fue un

20
Ibid.
21
Cantares mexicanos, en: M. León Portilla, op. Cit., p. 61
22
Filosofía en Diccionario de la Idea, Sansoni, Firenza, 1977, p. 425.
23
Alfonso Caso, op. Cit., p. 15.

8
sacerdote capaz de encontrar en sus meditaciones, el elemento unitario que supera el
dualismo de los fenómenos naturales; lo cual se describe bellamente en los párrafos sacados
de los textos nahuas ya traducidos, que son fuentes para esta investigación; el que ahora
dice:

“Y se refiere que dice: que Quetzalcóatl invocaba a su dios, a algo en el interior


del cielo a la de faldellín de estrellas al que hacer subir las cosas Señora de
nuestra carne, Señor de nuestra carne. La que esta vestida de negro, al que esta
vestido de rojo. La que ofrece suelo a la tierra, el que la cubre de algodón. Y
hacia allá dirigía sus voces, así se sabía hacia el lugar de la dualidad, el de los
nueve travesaños en que consiste el cielo”24.
Aunque es rico y profundo el contenido de este texto, solo interesa un análisis superficial,
por lo que se descubra fácilmente las ideas de un dualismo u “Ometéotl” (dios-dual) en el
pensamiento náhuatl. “Ometeotl” es considerado como un dios y como un principio dual,
según el párrafo descrito, en el que se dice: Señor-señora, negro-rojo, etc., pero además
dice que se encuentra en el cielo, da a luz a las cosas y a las estrellas, sostiene a la tierra, es
creador y habita en el interior del cielo: “Omeyocán” (lugar de la dualidad) 25. Así se puede
resumir que Quetzalcóatl invocaba al que es principio y sostén universal de todo lo que
existe. A este mismo ser, se le describe también con otros atributos importantes, que hacen
evidente la visión cósmica náhuatl, como dice el siguiente texto, refiriéndose a “Ometéotl”:

“Madre de los dioses, padre de los dioses, el dios viejo tendido en el ombligo de
la tierra, metido en un encierro de turquesas, el que esta en las aguas color de
pájaro azul, el que está encerrado en nubes, el dios viejo, el que habita en la
sombra de la región de los muertos, el señor del fuego y del año”... 26
Con estos dos textos es suficiente para captar la importancia central de esta idea de
“Ometéotl” en la cosmovisión náhuatl, idea que se expresa en estos textos como una bella y
poética síntesis del pensamiento cósmico de los antiguos mexicanos. En esta síntesis se
entiende que “Ometéotl”, es el creador del universo, concebido como principio dual, que no
es fácil de identificar abstractamente, sin recurrir a formas sacadas de la misma experiencia,
como: día-noche, sol-luna, señor-señora, rojo-negro, madre-padre, etc., imágenes dualistas
aprendidas de fenómenos naturales que claramente describen la idea de un Ser Supremo,
que habita en el “Omeyocán”, que se encuentra en el ombligo de la tierra, en el interior del
cielo, en el inframundo (región de los muertos), o sea que se encuentra en todas partes, es
24
Anales de Cuautitlán, M. León Portilla, op. Cit. P. 90.
25
Ome: dos; yocan: lugar donde habita el Ser Supremo, Cfr. Ibid.
26
Códice Florentín, Lib. IV, fol. 34: en Ibid., p. 93.

9
omnipresente y sin principio: “Parece que tenían un dios que le decían Tonacatecuchtli
(Señor de nuestra carne), el cual tuvo por mujer a Tonacacíhuatl (señora de nuestra carne)
… los cuales se criaron y estuvieron siempre en el treceno cielo y de cuyo principio no se
supo jamás”27, por lo que también se llama “Moyocoyani” (el que se creó a sí mismo)
primeramente y después creó sus hijos los dioses, el mundo, el hombre y todo lo que existe
y es sustentado por él.

A este mismo dios dual, se refiere B. Sahagún, cuando dice: “Esta opinión o
creencia es la que he hallado en toda es Nueva España. Tienen a un dios que es puro
espíritu, todo poderoso, criador y gobernador de todas las cosas. A él se atribuyen toda
sabiduría y hermosura y bienaventuranza”28.

Conclusión: Quetzalcóatl.

A lo largo de este escrito hemos descubierto la forma de hacer filosofía que tenían los
antiguos nahuas, un breve acercamiento que nos ha permitido vislumbrar el modo de pensar
y por ende el modo de vivir. Por esto, en resumen es loable identificar que la concepción de
un Ser Supremo identificado como: dios del fuego, principio dual, creador, omnipresente y
sin principio, lleva al descubrimiento de un pensamiento más desarrollado que al mágico, y
en cierta forma que el religioso, sin que por ello se dé en un estado puro.

El representante de esta nueva inquietud es Quetzalcóatl, el pensador que busca en


el interior del cielo y más allá de lo que aparece, un sentido nuevo y un fundamento
verdadero de la existencia, que ayude a superar el politeísmo de las clases incultas, ya que
en estas había “una tendencia a exagerar el politeísmo, concibiendo como varios dioses lo
que en la mente de los sacerdotes era solo manifestaciones o advocaciones de un mismo
dios”29, superación que lleva a un monoteísmo consistente y compacto en su esencia, pero
muy complejo en su expresión, sin que por ello se deba entender la idea de “Ometéotl”
como un panteísmo, puesto que el afán del sabio Quetzalcóatl, de encontrar lo único
verdadero en la tierra, sin caer en el panteísmo.

27
Historia de los mexicanos por sus pinturas, Porrúa, México, 1979, p. 23.
28
Bernardo de Sahagún, carta dirigida al Sumo Pontífice Sn. Pio V, el 25 de diciembre de 1570. Archivo
Vaticano, A. I-XVIII, 1816. (tomado de la red mundial de información en www.vatican.va 2 de noviembre de
2021)
29
A. Caso, La religión de los Aztecas, Enciclopedia ilustrada mexicana; en M. León Portilla, op. Cit., p. 172.

10
Para llegar a esta idea de dios como se ha descrito hasta ahora el sabio Quetzalcóatl
ha realizado como en las cosmológicas de los filósofos griegos primitivos, una
compenetración de elementos que como dice Jaeger: “donde los elementos míticos y
racionales se compenetran formando una unidad indivisa”30.

Pero ha tenido también que superar el dualismo que impresionó a los jonios de
Grecia, de quienes Copleston dice: “A estos les impresionó profundamente el hecho del
cambio, del nacer y del crecer, de la descomposición y de la muerte, primavera y del
otoño... la infancia y la vejez en la vida del hombre... etc.”31. Así también ha percibido este
sabio, el caos aparente del mundo de los fenómenos, que le crea la necesidad filosófica de
buscar la unidad de las cosas en un solo elemento natural, por el que se logre el equilibrio
cósmico y se supere el dualismo de las cosas, llegando a descubrir el fuego. Estos
contrastes junto con el fuego son atribuidos y son unidos en el “Ometéotl”, que es sabiduría
ordenadora y caos destructor.

Concluyendo todo esto que “Ometeotl”, aunque es el elemento que supera lo


fenoménico, se representa sin embargo, por elementos naturales como el fuego, que a la vez
se representa por el sol y que a través de la historia del pueblo náhuatl, se ha venido
considerando como dios del fuego, lo cual es confirmado por Séjourné: “Al termino
arcaico, durante el periodo llamado formativo, por estar situado en vísperas de la eclosión
de las altas culturas, apara el dios más antiguo de la región náhuatl, el dios del fuego, tal
como será venerado todavía por los aztecas”32.

Son nuestros antepasados quienes han marcado las líneas de pensamiento que aun
ahora se vislumbran en los diálogos constantes y cotidianos de nuestra sociedad
latinoamericana. No podemos estar negados a conocer todo cuanto la filosofía náhuatl nos
va ofreciendo.

Índice general
30
F. Copleston, Historia de la Filosofía; Grecia Roma. Ariel, Barcelona, 1981, Vol. I, p. 32.
31
Ibid., p. 33.
32
L. Séjourné, op. Cit., p. 91

11
Introducción…………………………………………………………………………... 1
¿Qué es Cultura?............................................................................................................ 2
Filosofía………………………………………………………………………………. 3
Símbolo y mito……………………………………………………………………….. 5
El principio dual……………………………………………………………………… 7
Ometeotl………………………………………………………………………………. 8
Conclusión: Quetzalcóatl……………...……………………………………………… 10
Índice general…………………………………………………………………………. 12
Bibliografía…………………………………………………………………………… 13

Bibliografía

12
 Alfonso Caso, El pueblo del sol, FCE, México, 2018
 Alfonso Caso, La religión de los Aztecas, Enciclopedia ilustrada mexicana
 Bernardo de Sahagún, carta dirigida al Sumo Pontífice Sn. Pio V, el 25 de
diciembre de 1570. Archivo Vaticano, A. I-XVIII, 1816. (tomado de la red mundial
de información en www.vatican.va 2 de noviembre de 2021)
 José Gaos, Pensamiento de la lengua española, Style, México, 1942
 Jaques Soustelle, El Universo de los Aztecas, FCE, México, 1983
 Laurette Séjourné, El Universo de Quetzalcóatl, FCE, México, 2013
 Miguel de León Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, 11a. edición,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Históricas, 2017

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