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Clase N° 3
En Lingüística del Texto y Análisis del Discurso I analizamos los recursos de la cohesión, léxica
y gramatical. En esta última identificamos los conectores, también llamados marcadores
discursivos, que sirven para unir las diferentes proposiciones de un texto, señalando una
relación semántica entre ellas. Podían ser de diferente tipo, según esa relación semántica:
aditivos, causales, temporales, adversativos…
En esta clase vamos a profundizar el análisis de los conectores adversativos siguiendo con el
texto de Ducrot que venimos trabajando. Lo interesante de este lingüista es que a partir de la
observación del lenguaje toma en cuenta la relación que se establece entre emisor y receptor,
tal como lo vimos en su análisis de presupuestos y sobrentendidos.
En la tercera parte de su libro El decir y lo dicho, dedicada a los análisis pragmáticos (p. 167),
le dedica un apartado especial al análisis del mais, en francés, que es nuestro pero.
Lo primero que me llamó la atención cuando leí este capítulo (hace muchos años), es que el
autor habla de la fascinación que le provoca este conector. Y sí, es realmente fascinante
cuando uno se pone a ver cómo se pueden hacer cosas con palabras (en términos de Austin):
cómo el lenguaje establece relaciones entre enunciador y receptor. No sé si por escrito se
transmite el entusiasmo que me da poder trabajar estos temas, las sutiles diferencias entre
elegir una palabra u otra, las consecuencias semánticas e incluso ideológicas que se generan.
Si leemos la descripción general que hace Ducrot del pero parece un trabalenguas, porque
utiliza el lenguaje propio de la descripción de la lógica del lenguaje:
Cuando coordinamos dos proposiciones p y q por medio de pero, agregamos a p y a q las dos
ideas siguientes, a saber:
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1°) una determinada conclusión r, que es la que se tiene presente mentalmente, y que el
destinatario puede encontrar, sería sugerida por p e invalidada por q
2°) q tiene más fuerza en contra de r que la que p tiene en favor de r, de modo que el conjunto
p pero q va dirigido en el sentido de no-r.
Si alguien le pregunta si puede llegar fácilmente a un lugar que le indicó y la respuesta es:
Es lejos (p) sugiere la conclusión “Es difícil ir” (r), y “Hay un autobús” (q) sugiere, en cambio
“No es difícil ir hasta ahí” (no-r). La balanza se inclina por esta última conclusión, autorizada
por r.
Las consecuencias que deriva Ducrot de este análisis, y que hace que le resulte fascinante este
marcador discursivo, son 3:
En su libro, Ducrot analiza varios ejemplos detenidamente, que les sugiero que lean. En esta
clase vamos a retomar un texto que ya apareció en el foro: el famoso artículo en el que Borges
habla de la película El Ciudadano, Orson Wells. Hacia el final del artículo, Borges expresa:
Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como "perduran"
ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que
nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es
inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala
palabra.”
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Analicemos estos enunciados, aunque hay mucha tela para cortar aquí, solamente en función
del uso del pero:
(…) ciertos films de Griffith o de Podovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se
resigna a rever.
Si p (hay filmes de innegable valor histórico), puedo concluir que la gente los vería varias
veces (r), PERO nadie se resigna a rever.
Entonces, aunque tengan mucho valor, no son filmes que uno vería más de una vez.
¡Espero que también les haya fascinado este tema! Esta vez propongo dos actividades
individuales muy sencillas:
Actividades:
1) Analizar un breve texto en el que aparezca el conector pero, explicando cuál sería el
sobrentendido al que se opone.