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Circle.
Fue realizado sin fines de lucro y no pretende
perjudicar al Autor (a). Las Brujas de este
círculo no reciben compensación económica
alguna por la traducción, corrección o edición
del mismo. The Secret Circle nace con la
finalidad de dar a conocer nuevas historias a
lectores de habla hispana. Por seguridad no
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autores.
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en idioma original.
A Demon’s Dark Embrace
The Elite Guards #1
Amelia Hutchins

De la traición y el dolor, ¿se pueden salvar dos mundos muy diferentes?


Una belleza ingenua...
Olivia nunca ha cuestionado las enseñanzas del Gremio de Brujas, nunca
cuestionó a los Ancianos; es la única vida que ha conocido.
Un hambre incontrolable...
Ristan ha pasado siglos tratando de contener su verdadera naturaleza,
refrenando a su Demonio y su voraz hambre de almas.
Una situación para la que ninguno de los dos estaba preparado.
Dicen que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones y Olivia
no puede escapar de sus acciones. Sabe que lo que ha hecho debe pagarse con
sangre. La suya.
Una monstruosa necesidad de venganza contra la chica que le hizo daño; Ristan
quiere retenerla, humillarla y atormentarla, pero su incapacidad para dañarla de
verdad puede ser su perdición.

Una peligrosa necesidad de explorar al hombre que la mantiene cautiva y


cautivada; Olivia sabe que debería correr o resistirse a él, pero la atracción
magnética que tiene sobre ella es innegable.
Orden de lectura
Fae Universe
The Fae Chronicles
 Fighting Destiny

 Taunting Destiny

 Escaping Destiny

 Seducing Destiny

The Elite Guards


 A Demon‟s Dark Embrace: An Elite Guard Novel.

Recuerda, para leer esta historia primero debes leer los 4


libros anteriores ya que las situaciones dentro de este libro
suceden al mismo tiempo que en Seducing Destiny. Las
historias terminarán entrelazándose y aportando más
información a la trama principal de la serie.
Capítulo Uno
Ristan observó el Gremio, sus ojos escaneando el área alrededor y
esas malditas puertas. Puertas que estaban destinadas a mantener
fuera a criaturas como él, pero no lo lograron. El Gremio nunca se
preocupó por los Demonios, aunque estarían aterrorizados si
realmente supieran lo que pueden hacer las criaturas como él. Pero
no estos bastardos; ellos estaban más preocupados por los Fae, lo
que él también era.
Mitad Fae, como si eso importara últimamente; su mitad Demonio
tendía a ser más prominente, pero cuando se combinaba con quién
era su padre, era cincuenta por ciento en cuanto a cuál mitad era
más poderosa o bárbara.
Inclinó su segunda botella de Pepto-Bismol1 y bebió su contenido.
Con un aire de indiferencia, observo como las Brujas y los Brujos
llegaban y abandonaban el Gremio, sin darse cuenta de lo que
realmente estaba sucediendo a su alrededor. O tal vez simplemente
fingían no darse cuenta de nada.
A menos de cinco metros de distancia estaba sentado un Fae de
cabello oscuro, sus ojos verde-dorado inhumanos mientras
observaba a una de las bibliotecarias moverse hacia los escalones, su
cuerpo ágil apenas perceptible a través del atuendo que lleva. A una
1
Medicamento usado para tratar la indigestión, el malestar estomacal, la diarrea y
otros malestares temporales del tracto gastrointestinal.
cuadra del Gremio había un Bás Mall, una criatura que podría
despellejar a un humano y dejarlo con vida. El dolor de su desollado
alimentaría a la desagradable bestia durante meses.
Le asombraba cómo los Gremios eran ajenos a los verdaderos
monstruos de este mundo, estando justo debajo de sus narices, y sin
embargo buscaban vigilar a aquellos que se alimentaban
principalmente del sexo. ¿Como si ambas partes en esa situación no
estuvieran obteniendo beneficios? Volvió la vista hacia el Gremio,
esperando que el Anciano saliera por esas puertas y lo escoltara
adentro.
Había estado haciendo esto durante algunas semanas y no había
facilitado la entrada al Gremio. El Gremio estaba fuertemente
protegido contra las castas Fae, como los Altos Fae, los Vampiros y
los Shifters. Hacía mucho tiempo, había descubierto que no había
sido protegido en contra de su raza de Demonio, y desde entonces
había estado rastreando bajo sus narices, usando un hechizo de
invisibilidad. Ahora que iba al Gremio a diario con el conocimiento
de Alden, podía salirse con la suya con un simple hechizo para
disfrazar sus rasgos. Usar este disfraz tenía bastantes ventajas, y
nadie lo había cuestionado ni a él ni a su derecho a estar dentro de
los muros del Gremio. Por supuesto, ellos lo veían como "Justin", un
Ejecutor del Gremio alto, musculoso, rubio, con ojos de color gris
azulado. Uno que estaba investigando para el Gremio de Nueva
Orleans como una forma de castigo y estaba reportando
directamente a Alden.
Tener a un Anciano del Gremio respaldando tu historia ayudaba
enormemente.
Alden salió del edificio, sus ojos escanearon el área y se detuvieron
brevemente en los dos Faes que Ristan acababa de notar. Se
sorprendió de que el Anciano hubiera visto al Bás Mall, ya que esas
criaturas generalmente usaban glamour para lucir como un humano
atractivo y disfrazarse del Gremio, así como para atraer víctimas. Era
solo una de las muchas razones por las que se trataba de un hombre
al que Ristan había llegado a respetar en los últimos meses. Sus ojos
siguieron a Alden mientras se dirigía lentamente hacia el banco
donde Ristan estaba sentado.
—Justin —dijo cordialmente, sus ojos azules agudos mientras
miraba las botellas desechadas de la sustancia rosa—. ¿Mala
mañana?
—No es peor que cualquier otra mañana que tenga que pasar por
esas puertas —Ristan eructó suavemente mientras levantaba el puño
para golpear suavemente su pecho donde estaba atrapado otro dolor
de indigestión—. Mantener el glamour todo el día y aguantar las
mojigatas tonterías del Gremio me da acidez. A veces echo de menos
poder vagar por el Gremio, invisible para esos idiotas que piensan
que son más inteligentes que nosotros.
—Te pasa factura, sospecho —dijo Alden mientras se sentaba en el
banco y dejaba que sus ojos vagaran hacia el Bás Mall, o Skinners2,
como él y sus hermanos los llamaban—. Los malditos monstruos
salen hoy —reconoció con una inclinación de cabeza casi
imperceptible.

2
Desolladores
—Me alegro de que lo hayas notado —respondió Ristan con una
mirada enojada y una sonrisa sarcástica en sus labios.
—No eres un monstruo, créeme. Los he visto cosas de cerca y
personalmente; esos son verdaderos monstruos.
—Y, sin embargo, el Gremio se centra en los que prestan atención a
los coños —comentó Ristan con crudeza.
—Si todos nosotros estuviéramos decididos a acostarnos con sus
mujeres, ¿no te ofenderías? —Alden preguntó sin malicia enterrada
en la pregunta, solo genuina curiosidad.
—Buen punto, viejo —dijo Ristan asintiendo con la cabeza—. Creo
que hay peces más grandes que hay que eliminar o freír. Ya sabes,
esos Skinners saben increíble cuando estás en un apuro y necesitas
un sustituto de la carne. Agrega un poco de salsa y no están nada
mal. Yo personalmente los disfruto con salsa Tabasco —dijo Ristan
con una pequeña sonrisa.
—Es bueno saberlo —dijo Alden, pero la expresión de su rostro
decía lo contrario, ya que se retorció con una sonrisa y un suave
movimiento de cabeza ante las opciones culinarias de Ristan. Alden
miró su disfraz, como hacía cada vez que estaban a punto de entrar
al Gremio. Ristan vestía una camiseta Henley negra de manga larga
con pantalones cargo negros; típico de un Ejecutor durante los
meses de invierno. Los ojos del Anciano del Gremio se entrecerraron
ante las Doc Martens negras que llevaba.
—¿Te sientes un poco rebelde hoy? —Reprendió Alden.
Ristan se encogió de hombros.
—Son para patear mierdas.
—Eso puede ser, pero ya sabes cómo se siente el Gremio sobre...
—Personalidad, individualismo, pensamiento... lo tengo. —Ristan
interrumpió con impaciencia. Movió un dedo como si estuviera
quitando pelusa, y las botas cambiaron a botas con puntera de acero
que estaban más en línea con lo que llevaría el resto de los
Ejecutores —. Entonces, ¿cuál es el plan para hoy? —Preguntó Ristan
en voz baja.
—Olivia sacó más de las cajas que contenían artículos obtenidos
recientemente en redadas en casas Faes y burdeles.
—Los Faes no dirigen burdeles; los humanos lo hacen. Ellos solo
conocen los buenos negocios. Vender tu polla por un suministro
interminable de dinero y comida es simplemente inteligente. No hay
daño en esos lugares, no si sabemos de ellos. Nos ocupamos de los
nuestros, incluso de los perros enfermos que necesitan ser
sacrificados —respondió Ristan mientras volvía a mirar al Skinner—.
Saben que Faery está en problemas; como ovejas que saltan la cerca
porque un lobo está matando a la manada.
—No estoy seguro de que muchos consideren a esa cosa una oveja,
—dijo Alden, con la mirada en el mismo monstruo que Ristan estaba
siguiendo.
—Vuelvo enseguida —dijo Ristan, su Demonio interior gruñendo
con la próxima muerte. Normalmente lo dejaría en paz, pero este
estaba usando la compulsión para atraer a un niño a un callejón
cercano. Visitar Tèrra y tomar un refrigerio o divertirse un poco
estaba bien siempre que la muerte no estuviera involucrada en la
ecuación. Matar humanos, mucho menos niños, estaba en contra de
las leyes del Rey de la Horda. Que el Rey de la Horda fuera el medio
hermano de Ristan, lo hacía entender bastante bien cómo se sentiría
Ryder sobre lo que estaba haciendo el Bás Mall en este momento.
Ristan entró al callejón oscuro, sus ojos escanearon el área antes de
que finalmente dejara que el glamour se desvaneciera, revelando su
verdadera forma. Su cabello caía más allá de sus omóplatos, era de
un azul negruzco que estaba opaco por la falta de alimentación
regular. Sus ojos plateados y negros veían más que la mayoría de los
Fae, lo cual, desafortunadamente, era una bendición y una
maldición.
Escuchó al niño gritar y conjuro su espada del Gremio en una con
un borde dentado para dejar una impresión duradera. Se movió
lentamente más adentro, la basura apilada a cada lado del callejón
hacía que le picara la nariz con la necesidad de taparla. Otro grito,
pero este estaba más cerca que el anterior.
El niño se abalanzó sobre Ristan, casi derribándolo en la prisa del
pobrecito por alejarse del monstruo que probablemente había
expuesto las pústulas supurantes que cubrirían su piel cuando su
verdadero yo era expuesto.
—Corre niño, ahora —gruñó Ristan mientras su piel se enrojecía y
sus colmillos descendían, haciendo que su parentesco Demonio
fuera más obvio—. ¡Dije, corre maldita sea! —Gritó con dureza
cuando el niño cayó al suelo y se escabulló hacia atrás. Le sonrió con
frialdad al niño.
—¡M-m-monstruo! —gritó el niño, volviéndose de un color pálido y
tartamudeando sobre sus palabras mientras se deslizaba hacia atrás
usando sus manos para caminar como cangrejo.
—Lo soy; ahora corre, antes de que te lleve de regreso al lugar del
que acabas de huir —gruñó, sabiendo que haría que el niño se
moviera. Odiaba asustar a los niños. Eran inocentes en una guerra
en la que no tenían nada que hacer. Esperó hasta estar seguro de que
el niño estaba corriendo antes de pasar al monstruo.
—No deberías haber dejado Faery —dijo mientras se acercaba al
Skinner. Era un desastre, con furúnculos desagradables que
supuraban pus abiertamente. Sus dientes eran dentados y afilados,
perfectos para despellejar a sus presas—. Conoces las reglas de la
Horda.
El Skinner era más bajo que Ristan; mientras que él medía poco
menos de dos metros, este apenas le llegaba a la nariz. Donde él era
delgado y elegante, eso no lo era. Sostuvo la espada a su costado en
una pose no amenazante, sabiendo que esta cosa no saldría viva del
callejón.
—No tengo lazos con el Rey recién coronado, no tengo ninguna
lealtad al cachorro —se mofó el Skinner.
—¿No? —Preguntó Ristan, sabiendo que esta criatura no tenía idea
de quién diablos era.
—No; ¿Por qué le importaría a un Demonio ante quién mierda
respondo? —siseó, salpicando saliva con cada palabra que dijo.
Esta criatura no era una amenaza para él; era una amenaza para los
humanos si estaba cazando al aire libre. Definitivamente estaba
rompiendo las leyes del Rey de la Horda, y eso en sí mismo era una
invitación a los problemas. Si uno podía salirse con la suya, más
seguirían su ejemplo.
—No me importa —dijo Ristan mientras levantaba rápidamente la
hoja y separaba la cabeza de la criatura de su cuerpo antes de que
pudiera reaccionar. Ristan escuchó una conmoción y maldijo
mientras rápidamente pintaba con glamour la cara que no era la
suya y cambiaba su cuerpo para hacer lo mismo.
Se volvió a tiempo para encontrar a Olivia, una de las bibliotecarias
del Gremio, parada con el niño en la entrada del callejón, con el
brazo alrededor de los delgados hombros del niño de manera
protectora.
Una multitud estaba creciendo y maldijo de nuevo, sus ojos
buscando a Alden, solo para sentir la presencia del hombre detrás de
él, su propia arma desenvainada y cubierta con una especie de lodo.
Lo más probable es que el exudado procediera del mismo monstruo.
Vio como el monstruo se caía de sus pies, sin darse cuenta de que
había perdido la cabeza. El cuerpo decapitado golpeó el suelo con un
golpe sordo que hizo que Ristan sonriera.
—Buen trabajo, Justin —anunció Alden en voz alta, su mano
golpeando a Ristan un poco más fuerte de lo que debería haberlo
hecho en el hombro—. Gran trabajo en equipo derribando esa cosa,
pero la otra huyó. Está bien, eventualmente lo atraparemos. Esos
tipos siempre vuelven por más.
—Bien —dijo Ristan con brusquedad, sus ojos en la pequeña
pelirroja que lo miraba como si acabara de salvar el puto mundo.
—Deberíamos volver, Justin —ofreció Alden, y Ristan estuvo de
acuerdo.
Él sonrió y asintió con la cabeza al niño, quien miró a los dos
hombres mientras salían del callejón. Sus jóvenes ojos se movieron
de Alden a Ristan y viceversa. No podía ver al Demonio que acababa
de salvarle el trasero, solo al Ejecutor del Gremio que regresó
victorioso de matar a un monstruo y perseguir al otro.
—Hagamos eso —dijo Ristan, confirmando que su glamour estaba
completamente en su lugar. Sus ojos recorrieron la multitud,
encontrando al Fae con los ojos verde-dorado. En los ojos de Ristan
había una advertencia silenciosa, que hizo que el Fae girara y
corriera.
Este día ya apestaba, y estaba a punto de empeorar. Siguió a Alden
mientras se abría paso entre los espectadores boquiabiertos y lo
siguió por los escalones del Gremio Spokane.
Capítulo Dos
Ristan paseaba por la biblioteca, sus ojos absorbiendo las cosas
simples que lo rodeaban. Los bibliotecarios se movían por la
biblioteca y el laberinto de catacumbas más abajo de este nivel. La
mayoría dividía sus deberes y también enseñaba lecciones de
matemáticas, inglés e historia a los grupos más jóvenes de futuros
Ejecutores del Gremio, o dondequiera que terminaran siendo
ubicados en el organigrama del Gremio.
Los estudiantes alojados en el Gremio Spokane habían sido
enviados por sus padres desde varios Gremios de Norteamérica para
aprender todo lo que pudieran sobre cómo ser buenas Brujas y
Brujos. También había una configuración bastante impresionante
aquí para aquellos niños con magia que habían terminado huérfanos
o abandonados por sus padres. Los niños con poderes, como los de
Synthia, habían sido traídos aquí, y el Gremio los había aceptado sin
hacer preguntas. El verdadero heredero de los Dark Fae había sido
encontrado en los escalones de este Gremio cuando era un niño sin
saber quién era, y también había sido aceptado por personas como
Alden, a quienes realmente les importaban estos niños. Por
supuesto, Synthia no se había quedado aquí; la habían escondido
con la propia hermana de Alden para protegerla de su destino.
Trató de sacudirse la batalla que quedaba en él del monstruo en el
callejón. Echaba de menos la lucha y estaba ansioso por hacer otras
rondas. Podía matar fácilmente, y en realidad no había sido
desafiado desde que Synthia pensó que había muerto. La única razón
por la que esos bastardos lo atacaron era porque había estado más
preocupado por ella. Sabía que ella tenía un papel importante que
desempeñar para salvar su mundo y estaba atrapado aquí, cuidando
niños.
—¿Justin? —El tono dulce de Olivia lo hizo volverse y entrecerró los
ojos hacia ella.
Ella era hermosa, pero no su tipo. Era demasiado inocente.
Demasiado fácil de matar. Ella era diminuta, y con diminuta quería
decir que ni siquiera llegaba a los cinco pies de altura, y era una
especie de mujer. Era delgada, pero tenía pechos regordetes que se
elevaban alegremente debajo de su suéter verde claro, ambos
pezones erectos e invitando a sus ojos a darse un festín con ellos. Su
cabello estaba suelto hoy y fluía tentadoramente por su espalda
hasta sus caderas. Era rojo, un color cobrizo brillante que atraía y
sostenía la atención, hasta que uno veía sus hermosos y vívidos ojos
azul oscuro.
Le encantaba que sus ojos fueran un portal abierto, que parecía
llevarlo directamente a su alma pura e inocente. Sería una captura
fácil, pero sería solo eso. Atrapar y liberar; así era como le gustaba
jugar sus cartas. Era como un programa de dos pasos. Las atrapaba,
y cuando terminaba de sacudir su mundo, simplemente las soltaba.
Ningún daño hecho.
—¿Puedo ayudarte? —Preguntó Ristan después de un momento de
mirarla abiertamente ya que ella le estaba haciendo lo mismo. Era
justo. Había adoptado un ligero acento cajún para mantener su
disfraz de Gremio en el papel, y basado en el bonito rubor que se
extendía actualmente sobre su piel de porcelana, fue una buena
opción.
—Yo puedo ayudarte —dijo en voz baja, con timidez. Esa mierda
hizo que su polla se contrajera, malas noticias. Dio un paso atrás, sus
ojos nunca dejaron los de ella.
Olivia lo miró, y cuando él dio un paso gigante lejos de ella, tuvo que
luchar con la necesidad de olerse. Se había duchado esta mañana y
solo había terminado unos momentos antes de que el niño subiera
los escalones del Gremio en busca de ayuda.
Se había quedado atónita al encontrar a Justin de pie con una
espada, el cadáver de la criatura a sus pies. Nunca antes había visto
lo que hacían los Ejecutores en el trabajo. Ella solo leía sobre eso en
los registros de la misión y archivaba las historias. Los resúmenes e
informes detallados por los Ejecutores nunca habían parecido reales.
Eran más como una aventura o un escape de su mundo cotidiano,
algo así como una de sus novelas románticas. Le encantaban los
libros y aquí, en las catacumbas y bibliotecas del Gremio, estaba
rodeada de ellos.
—Solo quería agradecerte, ya sabes, por salvar al niño del Demonio
y ese monstruo hoy —dijo mientras le lanzaba una pequeña sonrisa y
continuaba—. Además, saqué algunos de los libros que necesitabas
aparte de los artículos confiscados, e incluso tomé notas para ti
sobre algunas de las cosas que el Gremio NOLA solicitó por correo
electrónico esta mañana.
—Eso fue muy amable de tu parte —dijo Ristan con una sonrisa
pícara. Zahruk estaba coordinando de forma remota desde una
dirección IP falsa y ejecutando interferencias cuando la mierda se
acercaba a la tapadera de Ristan. Alden había ayudado a
configurarlo, y para Zahruk era fácil usar el portal a la mansión en
Spokane, iniciar sesión en la computadora y enviar “instrucciones” al
Gremio Spokane desde el “Gremio de Nueva Orleans”.
Todo era parte de la fachada, y el Gremio de Spokane se tragó la
historia con bastante facilidad. Todos los archivos de los Gremios de
todo el país estaban en proceso de ser enviados a Spokane por
seguridad. El Gremio de Nueva Orleans tenía un montón de mierda
peluda pasando allí, por lo que este Gremio había sido elegido como
el más plausible para enviar un Ejecutor a investigar sobre cómo
resolver algunos de sus problemas. Ristan temía que los problemas
de los Gremios tuvieran más que ver con los Magos, y el
conocimiento de que Faery estaba en problemas, de lo que
cualquiera de los Gremios estaba dispuesto a admitir. Había Faes
que ya estaban abandonando el barco debido a la incertidumbre en
Faery, como si Ryder alguna vez permitiera que Faery cayera por
algo tan insidioso y malvado como los Magos.
Se encontrarían con su fin, y sería tan brutal como lo habían sido
para los Fae. A los bastardos malvados les encantaba torturar, y lo
único correcto para los Fae sería devolver el favor.
—¿Ha surgido algo más desde el sur? —preguntó mientras aceptaba
la caja de libros y pergaminos variados.
—Solo un mensaje que decía que tu castigo se ha extendido
indefinidamente —respondió en voz baja, su voz vacilante en
transmitir lo que pensaba que eran malas noticias—. O al menos
hasta que termines lo que te enviaron a hacer aquí. Lamento que
estén haciendo sufrir a un Ejecutor como tú en esta vieja y
polvorienta biblioteca —finalizó.
—No es tan malo —respondió Ristan mientras distraídamente
estiraba la mano y colocaba un rizo detrás de su oreja—. El paisaje es
extraordinario e impresionantemente hermoso —murmuró mientras
sus dedos rozaban su oreja. Trató de conectarse y leer su mente, y
una vez más, no pudo obtener una sola imagen o pensamiento.
Ella se sonrojó y él sonrió para sus adentros. Sí, su mente fue ahí. Y
por ahí... la estaba imaginando con un traje de colegiala. Ella tendría
ese cabello grueso y hermoso en una cola de caballo apretada que él
podría usar para dirigir sus labios a su... Estaría adornada con
medias, sin nada que bloqueara su ruta directa hacia su dulce
carne... Él gimió y sacudió la cabeza para disipar la imagen, y cruzó
los brazos sobre el pecho.
Tenía una jodida erección por una bibliotecaria... Una que apestaba
a dulzura. Ella no se parecía en nada a las hábiles y dispuestas
compañeras de cama que normalmente perseguía. Iba tras las que
sabía que Danu no haría daño; su extraña obsesión por él le
molestaba. A diario.
Danu era una de las Diosas más poderosas y creadora de su raza; lo
había usado desde que hizo la Transición, y había estado allí en la
habitación con él, viendo como mataba a la mayoría de sus
compañeras de cama. Más tarde, descubrió que los Fae pensaban
que la fuerza de su lado Fae lo haría inmune a su maldición, su
necesidad de consumir almas... No había sido el caso. En cambio,
Danu había sido testigo de ello, y ella se rió de su horror, diciéndole
después que lo que había hecho era natural.
¿Como si su vida no hubiera sido lo suficientemente jodida? Apenas
había salido de la bruma asesina de su Transición; cuando su propio
padre le cortó las alas de la espalda y le quitó la cola y los cuernos.
Había tomado su identidad. Había querido matarlo, arrebatárselo
todo a su padre como él había hecho con Ristan, desde que era un
niño. Había sido perseguido por ojos vacíos, y era lo que había visto
cuando su padre tomó sus marcas de demonio y lo marcó de por
vida. Lo que se suponía que iba a ser un momento de alegría por lo
que había sobrevivido estaba manchado por la creencia de que no
merecía vivir al precio que conllevaba su supervivencia.
Ryder lo había salvado y, lejos del ojo siempre atento de su padre,
había sido amable, todo lo que Ristan había necesitado. Eso es lo que
creó el vínculo de lealtad entre ellos. A pesar de que le tomó meses
antes de que la carne de sus heridas sanara por completo, la mierda
emocional nunca había desaparecido y, sin embargo, lo manejaba a
diario, ocultándolo detrás de comentarios sarcásticos y un montón
de mujeres.
Joder, amaba a las mujeres. Le encantaba llevarlas a su lado oscuro
y mostrarles lo divertido que era allí. Mostrarles cosas que nunca
supieron que eran capaces de hacer con sus mentes y cuerpos.
Fueron hechas para el pecado y él sabía cómo llevarlas allí.
Fácilmente.
Una mano en su pecho hizo que bajara la vista y lo devolvió a la
tarea que tenía entre manos.
—¿Estás bien? —La voz de Olivia penetró en su mente, disolviendo
sus pensamientos para concentrarse en ella.
—Estaba pensando en lo afortunado que fue ese chico y lo fácil que
pudo haber empeorado. Tuvo suerte de que estuviéramos allí, de lo
contrario sus padres estarían eligiendo un ataúd —Era poco
probable, ya que el Bás Mall habría escondido el cuerpo y habría
mantenido al niño con vida durante mucho tiempo, saboreando su
dolor hasta que no quedara nada más que una cáscara.
—Tiene mucha suerte, y por mi parte me alegro de que Alden y tú lo
hayan atrapado, pero lo que me preocupa es el Demonio del que
habló el chico. Dijo que había dos monstruos en ese callejón y que el
Demonio lo ayudó. Un Demonio genuino; ¿Desde cuándo esos
monstruos vienen aquí?
—Mucho más de lo que piensas —dijo Ristan mientras se sacudía
mentalmente. Mucho más de lo que ninguno de ellos sabía. Con
Lucian y su grupo en las proximidades de este lugar, se sorprendía
de que el Gremio aún no lo hubiera notado. Por otra parte, el Gremio
vio y documentó algunos Demonios Buscadores de Almas hace
mucho tiempo y pensó erróneamente que su raza era lo que parecían
todos los Demonios. Lucian y sus hombres se mezclaban con la
población humana mucho mejor de lo que la mayoría de la gente de
Ristan podía hacerlo, lo que probablemente era la razón por la que
los Buscadores de Almas ya rara vez dejaban a Faery.
—Creo que tiene sentido por qué Kendra sigue regresando, pidiendo
más información sobre los Demonios y la historia inicial de las
Brujas.
—¿Kendra? —preguntó, su curiosidad picada.
—Creo que está haciendo algunas búsquedas de historia familiar.
Sin embargo, ella no es del Gremio como nosotros, es de uno de los
Aquelarres separatistas. Alden dijo que no hay nada de qué
preocuparse. Tenemos muchos de ellos viniendo últimamente, gente
que busca líneas familiares o cosas para poner en las noticias.
Estamos cada vez más ocupados ahora que los archivos de todos los
Gremios se encuentran aquí. Es un buen negocio para el Gremio;
muestra que estamos aquí para ellos. Necesitan vernos como sus
aliados, y no aliados con los Faes, ¿verdad?
Ristan negó con la cabeza; la chica podía quitarle la oreja a un hada.
De eso estaba seguro. Es curioso, considerando que ella no había
hablado mucho con él antes de hoy. Él sonrió y asintió lentamente
en comprensión. Él no estaba de acuerdo ni en desacuerdo con lo
que ella acababa de escupir. Él no sabía qué demonios acababa de
decir porque sus ojos se habían desviado hacia su escote y su mente
había vuelto a su fantasía anterior.
Hablar estaba sobrevalorado cuando necesitaba alimentarse.
Capítulo Tres
—Tienes que tener cuidado con ella; es mucho más inteligente de lo
que crees —dijo Alden en voz baja una vez que Ristan entró en el
cubículo de estudio que habían estado usando para la investigación
para que los ojos curiosos no se interesaran demasiado en lo que
estaban haciendo. Era un espacio de trabajo agradable con una gran
mesa de conferencias en el medio para estudios en grupo. Había un
escritorio a un lado e incluso había un pequeño sofá con una mesa
pequeña para grupos más pequeños. Incluso había una pequeña
cocina en la parte trasera del compartimiento para que los
investigadores no tuvieran que irse si no querían.
—Ella está a salvo de mí, no te preocupes, viejo. Me voy a casa para
alimentarme y comprobar otras cosas.
—No me preocupa su seguridad contigo. Me preocupa que haya
mostrado muy poco interés en los hombres de aquí, a diferencia de
las demás, que parecen más que dispuestas a participar y procrear.
La mayoría parece ajeno a sus diferencias, pero aquellos que han
notado su falta de interés tienden a mantenerse alejados de ella o
verla como una hermana pequeña. Como sabes, las animamos a
interactuar, pero Olivia es diferente a la mayoría de las chicas aquí;
más tímida e intelectual que cualquier otra cosa. Es bueno ver que se
ha fijado en ti —dijo Alden mientras miraba a Olivia a través de la
ventana que daba a la biblioteca.
—Sabes cómo me siento acerca de la alimentación con humanos, así
que, por supuesto, preferiría, si terminas teniendo un romance con
ella, que no te alimentes de ella. Tal vez puedas ayudarla a
desarrollar un poco de confianza en el proceso. Sin embargo, una
cosa que me preocupa es que está tomando notas de todo lo que le
pides que extraiga. Esa lista se está entregando a Cyrus, y
últimamente ha sido cauteloso. También pidió uno de los lotes que
ella sacó para ti y lo sacó del Gremio hoy. ¿Hay algo de lo que
debamos preocuparnos?
Ristan lo consideró y lo descartó fácilmente. —Probablemente era el
que tenía la ubicación de una de las Reliquias, pero era la que
Synthia y yo encontramos en el laberinto. Si él también está
buscando Reliquias, deberíamos estar preocupados en ese aspecto,
pero no porque él las encuentre.
Ristan miró a Alden mientras miraba a Olivia. —¿Crees que ella
podría estar aliada con ellos? —preguntó, sus ojos deslizándose
sobre su cuerpo ágil mientras trabajaba detrás del escritorio
principal de la biblioteca.
—No te animaría a jugar con ella si lo hiciera. Ella es una chica
dulce, una cosita tímida. Pero cada vez es más difícil saber cómo es
la gente. Personas en las que confiaba han huido, y con el Gremio de
Seattle exigiendo que les enviemos a la mayoría de nuestros
Ejecutores, eso me deja inquieto. Si los Fae o los Magos atacaran
este lugar, sería difícil defenderlo. No me trago la mierda de que se
trata de recortes presupuestarios; he visto las cuentas de primera
mano y sé con certeza que tenemos suficiente oro en la bóveda aquí
para obtener cientos de miles de dólares por ello —dijo mientras se
alejaba de la ventana, despidiendo a Olivia—. Nueva Orleans está en
silencio. ¿Zahruk te ha informado sobre la condición del Gremio allí?
—Solo que está operativo, al menos por lo que nuestra gente puede
ver desde el exterior —respondió Ristan, con los ojos todavía en la
pelirroja, pero ahora con los y si jugando en su cabeza—. Ejecutan
ejercicios de entrenamiento a tiempo y patrullan el bayou en busca
de cualquier Fae que haya decidido usar los mitos que rodean la
historia de Nueva Orleans para alimentar frenéticos. No estoy seguro
de con qué esperas que informe, ya que sabes que jugamos
principalmente por aquí. La barra de Vlad llena la mayoría de
nuestras necesidades, y Sidhe Darklands hace el resto. Los Fae de la
Luz son mucho más prominentes allí, ya que disfrutan del calor.
Pero a esos malditos retorcidos también les gusta jugar a la realeza
frente a los humanos, más que en Faery. ¿Crees que existe la
posibilidad de que los Magos la estén manipulando? —Preguntó
Ristan cuando sus ojos finalmente perdieron a la pequeña pelirroja
mientras ella revoloteaba fuera de la vista del escritorio principal,
probablemente hacia las catacumbas.
—Puede que haya ayudado a criarla, pero ella informa a Cyrus.
Estoy bastante seguro de que él te está vigilando, como tú nos vigilas
a nosotros. También creo que es él quien ha estado difundiendo
rumores de que estoy en la corrupción. Es un desastre —admitió
Alden, sus ojos azul claro cansados y sus hombros caídos.
—Puedo sacarnos en cualquier momento. Todo lo que tienes que
hacer, viejo, es decir, vamos.
—No puedo dejar a esos niños, no ahora. La mayoría tiene padres
que pueden tomarlos y protegerlos, pero ¿el resto? El resto de ellos
son niños inocentes que no tienen a nadie a quien le importe una
mierda si mueren mañana, excepto a mí. Algunos son como Adam;
aparecieron y no tienen a nadie. Esos niños me hacen sentir
necesario, y cuando llegas a mi edad, es bueno tener al menos a
alguien que te necesite.
Ristan gruñó su aceptación, sus ojos mirando al anciano con nuevo
respeto.
—¿Cómo está nuestra chica? —Preguntó Alden.
—La dama más dócil del universo —respondió Ristan con una
sonrisa en los labios.
—Como si fuera cierto; no crié criaturas dóciles. Crié a una mujer
que no soporta mierda de nadie, y sé que les está dando un infierno
chicos.
—Miserable, pero lidiando con eso. Ella piensa que es del tamaño de
una casa, pero es hermosa. Verla embarazada con el futuro de Faery
es algo de lo que nunca me canso. Ella lo está manejando y Ryder
está lidiando con las repercusiones de tomar el trono. Le está
permitiendo hacer más que cualquier otra Reina de la Horda antes, a
pesar de que no ha sido coronada oficialmente.
—Sospecho que es porque él la está probando. Ella tiene un ansia de
conocimiento, y tiene una cabeza increíble sobre sus hombros. Me
dieron una visión justo antes de que se unieran, de ella guiando a su
lado y arreglando algunas de las cosas que nuestro padre había
hecho.
—Siempre supe que ella era especial, pero nunca de esta forma.
Ojalá mi hermana pudiera verla; creo que estaría orgullosa de la
mujer en la que se ha convertido. ¿Crees en el destino? —Preguntó
despreocupadamente.
—¿Creo que el destino jugó un papel en la muerte de tu hermana?
No; creo que fue la acción de un verdadero monstruo. ¿Creo en el
destino de Synthia? Cien por ciento —dijo con una sonrisa de
complicidad—. No es tanto su destino lo que me asusta, sino las
incógnitas de cómo llegamos allí. Veo lo que debe suceder y lo que
podría suceder. Nunca me han mostrado todo el camino, o cuáles
son todos los sacrificios.
—¿Crees que Synthia matará a Faolán y vengará a su madre? —
respondió.
—Absolutamente —dijo Ristan sin dudarlo—. Sabía que lo haría
desde la primera vez que vi lo que sucedió, cortesía del don de
Zahruk. Incluso cuando era niña luchó por volverse lo
suficientemente fuerte como para hacer el trabajo y tú lo sabías. Es
por eso que la presionaste más; porque sabías que no podrías ser tú,
pero ella sí. La empujaste, la entrenaste y creaste la máquina de
matar perfecta. Tengo la sensación de que Marie debe haberse
preocupado por lo que sucedería cuando saliera a la luz el secreto de
Synthia; que tal vez incluso tú te volverías contra ella. Sin embargo,
ella ya lo sospechaba y lo usó. Entonces la pregunta no es, ¿creo que
lo hará? Es, ¿cuándo creo que sucederá? No tengo esa respuesta,
viejo. Nadie la tiene.
—Me alegro de que no puedas mentir —dijo con una amplia sonrisa.
—Puedo mentir y lo hago. Solo soy mitad Fae, que es lo que me
permite estar dentro de este agujero de mierda protegiéndote. Soy
más Demonio que Fae en algunos aspectos. Solo elijo decirte la
verdad —dijo mientras miraba la ventana y notó que Olivia estaba en
efecto con Cyrus.
El Anciano del Gremio se alzaba sobre la pequeña bibliotecaria y su
postura era de profesionalismo, ya que parecía estar informando a
Cyrus. Deseó estar lo suficientemente cerca para escuchar lo que
estaban discutiendo. El Anciano había envejecido bien, al igual que
Alden; todavía estaba en forma y solo tenía un poco de sal y
pimienta en su cabello castaño y sus ojos castaños eran agudos y
siempre evaluadores. Sin embargo, algo en el hombre hizo que
Ristan se sintiera incómodo y no había ninguna manera razonable
de que él se acercara lo suficiente a Cyrus para tener la oportunidad
de tocar su piel y obtener una “lectura” sobre él.
—Ella fue una charlatana hoy, lo cual no es normal. Suele ser muy
tímida —señaló Ristan en voz alta.
—¿Olivia fue habladora? —Preguntó Alden con sorpresa—. Eso es
raro —admitió, levantando sus pobladas cejas mientras se rascaba la
cabeza.
—Es interesante combinado con el conocimiento de lo que está
haciendo Cyrus, por decir lo menos. Me gustaría sacarte de aquí
pronto. También me gustaría estar cerca de Synthia cuando llegue su
momento.
—Lo pensaré.
—Si Olivia está involucrada, me sorprendería. No sé cómo te las
arreglas para quedarte aquí, rodeado de tanta gente que es culpable
de traición. Los mataría a todos y dejaría que tu Diosa, Hécate, los
juzgue. Sin embargo, necesito ir a alimentarme, así que me largo de
aquí. Haré que Zahruk le envíe a Olivia más mierda para mañana.
He hecho la mayor parte de lo que había planeado hacer hoy.
También haré que Zahruk trabaje con Dristan para llevar parte de
nuestra historia en Nueva Orleans. Enviarlos a una alegre
persecución para que podamos volver a ello. Hubo algunas
referencias que encontré hoy que parecen que podrían conducir a al
menos una de las Reliquias que estamos buscando. Si ese es el caso,
tendré que enviar a mis hermanos a buscarlo.
—Nos vemos en la mañana —dijo Alden mientras se servía una copa
de bourbon.
Ristan lo dejó en el área de estudio, con la mente concentrada en la
pequeña pelirroja y los problemas de Alden. ¿Quién iba a saber que
aceptar proteger al tío de Synthia podría conducir a tanta mierda
que prácticamente se estaba metiendo en ella?
Bajó los escalones del Gremio y observó al Fae de cabello oscuro y
ojos verde-dorado que había regresado al lugar que había ocupado al
principio del día, con los ojos todavía fijos en las puertas del
complejo del Gremio. Sacudió la cabeza y se acercó, solo para ver
como el Fae se convertía en una pequeña diablilla descarada. Sus
ojos verdes brillaron con oro, y el espeso cabello negro tenía trenzas
a cada lado de su impresionante rostro. Los tatuajes cubrían sus
brazos y sus labios rojo rubí se convirtieron en una sonrisa traviesa.
—Demonio —dijo Danu con una risa gutural.
—¿Has estado parada allí todo este tiempo? —preguntó, sus ojos
deslizándose lentamente por el cuerpo que ella había elegido para
esta reunión. A menudo intercambiaba su apariencia cuando lo
visitaba, como una especie de juego de roles pervertido Sí, este lo
tomaría, tal vez incluso dos veces—. ¿Pezones perforados? —
preguntó con curiosidad y vio como ella se levantaba la camisa para
revelar unos pezones rosados perfectamente perforados.
—Por supuesto; sé cuánto te encanta cuando las abrazaderas hacen
clic contra el metal. El coño también está perforado; ¿Quieres verlo
también? —susurró ella con voz ronca.
—Sabes que sí —respondió obedientemente. Y seamos honestos: la
perra era malvada, pero era una maldita buena follada. Ella jugaba
con su cabeza y lo torturaba en cada oportunidad, pero tenía sus
razones. Al menos, él pensaba que sí. Había una cosa que él sabía
con certeza: ella estaba tan jodida como él. Podía reconocer su dolor
cuando pensaba que él no estaba mirando.
Solo había dejado que una parte de la verdad se le escapara a
Synthia en el laberinto y ella era el único ser que sabía incluso eso
fuera de él y de Danu. Hubo un tiempo en el que siempre había
estado ahí para Danu, pensando de alguna manera que ella lo
salvaría como lo había prometido cuando era un niño. A medida que
pasaba el tiempo, quedó muy claro que él era uno de sus muchos
hombres. Danu jugaba con sus hombres y tenía un apetito cada vez
mayor por los hombres humanos.
Así que él pasó a otras, a muchas otras hasta que encontró una que
se destacó. Y habían estado bien juntos, incluso geniales. Aquellos
habían sido algunos de los mejores momentos de su larga vida. La
hermosa mujer Fae era increíble y sabía cómo complacerlo. Se
habían vuelto cercanos, hasta el día en que ella se había vuelto dura
con él en la cama. Pero no había sido ella, no ese día. Fue Danu. Se
había apoderado de la mujer y estaba enojada. Ella estaba más que
enojada porque a él finalmente le hubieran crecido un par de pelotas
y dejo de satisfacer todos sus caprichos. Recibió una enorme llamada
de atención cuando Danu mató a la chica como advertencia.
Fue entonces cuando la mierda fue cuesta abajo, y tuvo cuidado de
no volver a acercarse a ninguna mujer. Ese día llegaron a un
entendimiento, uno que a Ristan no le había gustado demasiado,
pero funcionó. Danu no quería que él se encariñara con nadie, y su
trato estaba trazado para él. Podía follar y coquetear a su antojo,
pero cualquier cosa más significativa y la mujer sufriría, o peor. Una
de sus compañeras de cama murió a manos de Danu, solo porque
ella sospechaba que se estaban acercando, así que trató de ser aún
más cuidadoso. A riesgo de morir de hambre, eso no fue tarea fácil.
Synthia había sido la única excepción hasta el momento,
probablemente porque Danu tenía claro dónde estaban las
mentalidades de Synthia y Ristan y nunca hubo sexo entre la pareja.
Besos, sí. Había tomado los labios de Synthia y había disfrutado de
su sorprendida respuesta, incluso sabiendo que nunca conduciría a
nada.
Últimamente, sin embargo, las visitas de Danu eran frecuentes, pero
breves y al grano.
—Lástima —dijo, y vio como una madre y un niño caminaban frente
a ella, probablemente veían solo al Fae con ojos verdes o nada en
absoluto, porque solo verían lo que Danu quería que vieran—. Tengo
prisa hoy.
—¿Cuándo no la tienes? —Ristan replicó, con los ojos todavía fijos
en los pezones. No había problema; necesitaba más de lo que ella
podía darle esta vez. Había pasado demasiado tiempo entre comidas.
—Cuidado, Demonio —advirtió—. No estoy aquí por mí, estoy aquí
por ti. No estoy segura de por qué sigues con esta locura de cuidar a
ese hombre cuando Synthia es más importante. Su condición es
precaria en el mejor de los casos.
Ristan la miró con dureza, sus ojos se elevaron lentamente para
encontrarse con los de ella. Podía tomar cualquier imagen, pero
había elegido esta específicamente porque sabía que a él le gustaba
que sus mujeres fueran eróticas tanto en cuerpo como en naturaleza.
Su cuerpo se puso duro cuando ella mostró indiferencia hacia sus
necesidades, sus ojos notaron el bulto que ahora lucía, pero sin
prestarle atención.
Perra de sangre fría. —Estoy cumpliendo mi promesa al cuidar del
viejo fósil. Mientras hago eso, tengo acceso ilimitado para buscar las
Reliquias todo lo que quiera. Dos pájaros, un tiro y todo eso. Parece
una buena idea si me preguntas, ya que no has enviado visiones para
joderme la cabeza en un tiempo. De todos modos, estoy regresando
allí ahora; necesito alimentarme. Así que, a menos que me rasques
esta picazón, me iré ahora.
Capítulo Cuatro
Ristan se sentó debajo de la berma del castillo, sus ojos mirando los
soles mientras se ponían en Faery. La puesta del sol siempre fue su
momento favorito del día aquí, ya que los recuerdos del mayor dolor
que había experimentado parecían desvanecerse con la llegada de la
noche. Como si esos orbes de luz gemelos tuvieran una forma de
recordarle los horrores a los que había sobrevivido, y la luna le
concediera el consuelo de sus pecados. Sus ojos vagaron por la
belleza de su hogar, y la asimiló con un ojo desconocido, algo que le
gustaba hacer.
Era como si fuera alguien que estuviera viendo su rara belleza por
primera vez.
Faery era realmente hermosa, pero era mortal, como lo eran la
mayoría de las cosas hermosas.
Se puso de pie y caminó un poco hasta un campo de hierba en las
afueras de la torre. Habían colocado rocas en un patrón circular
amplio y extenso, un área que solía usar cuando necesitaba soltarse
debido al poder que tenía. Había más formas de alimentarse y
liberar tensiones, además de follar. Agitó los brazos en un patrón y
liberó las almas que había tomado durante siglos. Sus auras
brillantes y coloridas flotaban y danzaban alrededor de sus dedos
mientras las soltaba. Hacían un espectáculo de luces cautivador, que
acercaría a las hadas y, con suficiente gente a su alrededor, se
alimentaría.
Las emociones venían de muchas formas y tamaños, pero la más
fácil era el orgasmo. Liberaba una gran cantidad de emociones, y los
Fae podrían reponerse más fácilmente a través de él. Esta era otra
forma de alimentarse y disfrutaba cuando las tensiones eran altas
porque también ayudaba a los demás.
Vio como las auras de las almas salían disparadas de sus dedos y
entraban en el espacio a su alrededor. A simple vista, se reflejarían
como los fuegos artificiales humanos; para los Demonios se
mostrarían como auras. Prismas de color estallaron y llenaron el
cielo que se oscurecía mientras él continuaba sacándolas y
permitiéndolas salir. Había aprendido hacía mucho tiempo a
controlar el hambre de su alma; como Demonio era su elección de
comida, pero era adictiva. Solo tomaba lo suficiente para contener el
hambre y calmarlo.
Había aprendido la lección de la manera más difícil y, en
Transición, había matado a cuatro de cada cinco de sus compañeras
de cama. Muertas. Sin retorno. Faes jodidamente inmortales y las
había tenido hipnotizadas y las había masacrado con su hambre sin
educación. Danu lo había visto y su madre había permitido que
sucediera. Ni siquiera intentó advertirle a él ni a nadie más lo que
iba a suceder. Ella había querido que él supiera quién y qué era. De
lo que era capaz. Por eso siempre se encargaba de liberar el alma
después de haberse alimentado de parte de ella, en lugar de tomarla
toda, lo que fácilmente podría llevarlo a la adicción, sin mencionar la
muerte de su cena. Y hablando en serio, ¿quién quería deshacerse de
un cuerpo después de la alimentación?
Desde entonces, solo había aliviado su hambre interior, y había
hecho lo imposible, sorprendiendo incluso a su propia madre al no
matar a otra mujer desde su Transición. Odiaba los asesinatos sin
sentido, y peor que eso, odiaba desperdiciar coños. Ninguna mujer
debería morir dándoles lo que necesitaban, y él había luchado por
ocultar su lado demoníaco de todas ellas.
Era un arma, una que había llegado a un acuerdo con la necesidad
de sus hermanos, pero en todas las demás partes de su vida, la
escondió como un pequeño secreto sucio y cazó a algunos bastardos
bastante malvados en el mundo humano para conseguir lo que
necesitaba. Mierda, odiaba que alguien a excepción de Synthia lo
llamara Demonio. Por alguna razón, cuando ella lo decía calmaba
una parte de él. Como si ser uno estuviera bien, y no algo que
debería odiar.
Synthia había sido una sorpresa por completo, una que había
planeado matar, hasta que descubrió quién era y qué papel
desempeñaría. Incluso entonces, nunca había planeado que le
gustara realmente la descarada mujer que había reclamado la bestia
más aterradora de la Horda y lo había hecho ronronear como un
gatito saciado.
Su mente vagó por unos momentos mientras pensaba en cuál sería
la mejor música para empezar, y sonrió. Viva La Vida de Coldplay.
La letra y el ritmo pulsaban a través y fuera de él como si él mismo
fuera el director. Observó en silencio cómo la música susurraba a
través de la ladera y los campos cercanos. Las Hadas comenzaron a
reunirse y bailar en el espectáculo de luces que lo rodeaba. Más y
más de los Fae menores se abrieron paso hacia el baile, las luces
brillantes, y mientras él continuaba, se unieron a bailar con él.
Movió los brazos al ritmo, bailando sigilosamente y como si su vida
dependiera de ello. ¡Que se joda Danu por dejarlo tan duro como la
mierda! Sus bolas estaban azules y necesitaba liberarse, y sin
embargo, con cada golpe del ritmo, y con cada nueva compañera que
sin saberlo se unía para alimentarlo, sentía que el dolor se llenaba.
Los ejércitos de la Horda que acampaban a ambos lados de los
muros se unieron desde sus lugares fuera de los muros de piedra,
bailando al son de la música que brotaba de él, y los prismas de
almas continuaron llenando el cielo con una belleza cegadora.
Plateadas, azules, rojas y otros colores continuaron explotando de su
cuerpo mientras los Fae reían y bailaban con sus encantadores
colores.
Las más pequeñas de las Hadas parecían luciérnagas mientras
bailaban con la música, sus pequeñas alas zumbaban en sintonía con
el ritmo. La energía en el aire se estaba espesando y se convirtió en
un festín de emociones cuando cada criatura liberaba su propia
angustia, tensión y emociones en el aire. Las ninfas se unieron y
Ristan tuvo que recordarse a sí mismo que ya se estaba alimentando
mientras se quitaban la ropa y bailaban a su alrededor.
Ristan lo dejó salir todo. La ira que sentía. La tensión que Danu
había creado con su mierda críptica. Su miedo a lo que se avecinaba
y lo que sería de su mundo si no veía el futuro a tiempo para
salvarlo. El estrés que sentía por el inminente nacimiento de los
hijos de su hermano y su incapacidad para ver su futuro. Permitió
que todo saliera mientras podía. Cambió la canción y disfrutó del
Anillo de Hadas, que era un círculo continuo que alimentaba a todos.
No fue hasta que su hermano Asrian se acercó y comenzó a bailar
que Ristan realmente abrió los ojos y miró a su alrededor. No se
había dado cuenta de que les había permitido ver su confusión
interior, y cuando su hermano dio un paso adelante, volvió a colocar
la máscara en su lugar en la cara. Era una simple sonrisa que no
sentía, pero que aún mostraba a todos para mantener su lugar en
este mundo.
Se volvió y encontró a Synthia descansando en la hierba, con la
mano frotando distraídamente su vientre embarazado. Su sonrisa
alcanzó sus ojos al verla, y se dirigió a su lado. Recogió las almas que
había dejado salir a jugar mientras lo hacía. Sus dedos se movieron
en el aire mientras alimentaba a Asrian con su poder para expulsar
la música de su alma por un breve tiempo.
—No deberías estar aquí, Flor. No con tan preciosa carga guardada
en tu bendita matriz —bromeó Ristan mientras la señalaba con un
dedo. Ella era como una pequeña ninfa traviesa si no la conocías.
Cosa que él había hecho, y ella habría tentado a los santos con sus
dulces labios y su beso aún más dulce, lo que él sabía desde que le
había robado un beso hace mucho tiempo cuando la había curado
con sus propios poderes. El segundo también había sido robado y
había sido dulce como el pecado. Juego de palabras intencionado.
—Tuve que meterme un poco con Zahruk, pero finalmente me
permitió jugar con los adultos —dijo con una sonrisa maliciosa
mientras miraba a Zahruk, que estaba alerta e incluso ahora buscaba
cualquier amenaza oculta para la Princesa y su prole por nacer—.
Entonces, ¿qué pasa con el espectáculo? —continuó mientras hacía
una mueca y su mano se movía a otro lugar en su estómago.
—Anillo de Hadas, tendremos uno bonito aquí al amanecer. Es una
forma de resolver las cosas. Algunos humanos hacen ejercicio, otros
se vuelven locos —dijo Ristan, y se encogió de hombros como si eso
le respondiera lo suficiente. Ristan miró más allá de Synthia hacia
donde Darynda los observaba en silencio y también a Zahruk—. Los
rompecabezas tienen una forma de resolverse cuando menos lo
esperas —agregó suavemente. Observó el lenguaje corporal entre los
dos, la tensión en sus posturas era vacilante y, sin embargo, había
algo allí. Algo más profundo que solo sexo, que eventualmente
llegaría a ebullición, y eso era algo que quería ver.
—¿En qué rompecabezas estás trabajando? —Ella preguntó en voz
baja mientras sus ojos se iluminaban con interés, a pesar de que su
voz tenía un toque de precaución.
—Una maldita tormenta de información con muy poco tiempo para
resolverla —respondió con facilidad. Sus ojos parecían preocupados,
traicionando su actitud alegre incluso mientras trataba de
contenerla. Synthia ya tenía suficiente en su plato; ella no necesitaba
sus tonterías también—. Danu me ha estado jodiendo sin nuevas
visiones durante el último mes, y parece que no puede dejarme solo.
El Gremio está lleno de traidores y tu tío es demasiado terco y
orgulloso para simplemente alejarse. Solo trato de ver dónde se
conecta todo porque tiene que hacerlo. Cada rompecabezas tiene una
pieza de partida —dijo Ristan exhalando profundamente.
—A ti, de todas las personas, te gustan los rompecabezas —dijo
Synthia con una sonrisa traviesa en los labios—. Esas primeras
semanas aquí, Ristan, no podría haberlo hecho sin ti a mi lado. Estoy
bastante segura de que habría matado al menos a una docena de
Faes antes de instalarme sin que me guiaras —continuó.
Ristan lo consideró y le sonrió. Ella era inteligente y franca, que era
una de las razones por las que disfrutaba de su compañía. —Una vez
me dijiste que eso es lo que hace un verdadero amigo y también me
enseñaste algunas cosas inesperadas, Flor. Solo dime lo que tienes
en mente, agárralo, y te ayudaré en lo que pueda. Incluso si piensas
que es una tontería, a veces puede ser lo más importante —dijo
mientras la observaba en busca de una reacción. Estaba sorprendido
de que realmente le agradara esta mujer cuando solo unos meses
antes había considerado matarla para mantener a su hermano
concentrado.
—Entonces dime, Demonio, ¿qué te está molestando en el Gremio?
—preguntó, y él sonrió. Era experta en todo lo relacionado con el
Gremio, como debería ser dado que se crió en él.
Ristan ladeó levemente la cabeza mientras consideraba lo que
realmente le diría. No quería que ella se preocupara por nada más
que por el cercano nacimiento de los gemelos que llevaba. —Quiero
sacar a tu tío. No está a salvo en ese lugar. La traición está en marcha
y estoy observando a algunos de ellos, de los que sospecho que son
espías. Incluso uno de los bibliotecarios parece estar con los Magos
—Decidió ser honesto y no logró disimular el gruñido de su voz.
—Un bibliotecario; ¿cuál? —preguntó mientras su mano continuaba
frotando su estómago.
—Tiene el pelo rojo oscuro y no es muy alta —reveló Ristan, y su
tono cambió una vez más. Estaba en guerra con sus necesidades y
sus pensamientos internos; odiaba involucrarla. Él podía manejar a
una bibliotecaria; en serio, la pequeña cosa no debería pesar tanto
en su mente—. Al menos creo que está trabajando con los Magos y
tiene acceso a Alden; simplemente no me sienta bien. Ella es una
pieza de este rompecabezas, puedo sentirlo. Sin embargo, Alden no
me escucha en lo que a ella respecta, dice que es una chica dulce que
no dañaría a una mosca —No era exactamente así cómo se había
desarrollado la conversación entre él y Alden, pero esperaba que
Synthia pudiera darle alguna información que él se había estado
perdiendo.
—¿Olivia? ¿Pequeña ratón? —Synthia preguntó con una amplia
sonrisa.
—Si no lo supiera bien, diría que es parte Demonio —gruñó en
respuesta.
—Olivia es dulce. Es muy tímida, pero aun así dulce, por lo que sé de
ella, de todos modos. Ella no es una espía —continuó—. Bueno, tal
vez... Dime por qué crees que es una espía.
Ristan consideró sus palabras y luego las descartó. En lugar de
contarle sus sospechas, o mejor dicho, especulaciones, le dijo algo
que era simple y que sus miedos podían descartar fácilmente. —Ella
tiene el pelo rojo, y siempre está escuchando, siempre —susurró
mientras sus ojos volvían a bajar a su vientre.
—Entonces, dado que tiene el pelo rojo y presta atención, ¿eso te
hace creer que es una espía de los Magos?
—Eso no es todo. Solo tengo este presentimiento. No puedo leerla.
No puedo ver su alma y su mente —Se pateó a sí mismo por eso. No
podía ver su alma y no podía leerla en absoluto, sin embargo; podía
sentir su pureza, que normalmente insinuaba virginidad.
Probablemente podría tocarla y leer sus emociones perfectamente,
pero con la forma en que su cuerpo tendía a reaccionar a su
alrededor, era mejor para él mantener la distancia de ella—. Hasta
ahora, aquellos a los que no pude leer han resultado ser Magos, ya
que es un hechizo poderoso para bloquear a alguien como yo. Sólo
tú y el Príncipe Oscuro han sido excepciones a esa regla —dijo
mientras se agachaba y se apoyaba sobre sus codos con los ojos
frente su vientre—. Has crecido mucho esta semana; ¿Has hablado
con Eliran al respecto? —le preguntó con cuidado.
Ella sonrió ampliamente y habló con una cara seria. —Sí; hemos
llegado a la conclusión de que mi útero ha sido invadido por
extraterrestres que ahora han decidido usarlo para iniciar una
colonia de clones.
—Ja, ja —espetó Ristan mientras rodaba los ojos y trataba de
enfocarse en su vientre, que seguía tambaleándose con los bebés que
se retorcían—. Lo digo en serio; estas tan grande como una casa.
—Gracias por el refuerzo de confianza —dijo con un suave
movimiento de cabeza—. ¿Crees que es posible que pudiera pasar
por alto el tener una pegatina de carga pesada en mi trasero? —
preguntó con un tono irritado. Ristan sonrió; probablemente no fue
la idea más brillante llamarla gorda, pero había funcionado para
sacarla de la discusión sobre los Magos—. Lo siento, es un tema muy
delicado para mí en este momento, Demonio.
Ay, ahora se sentía como un idiota. ¡Ella se estaba disculpando con
él! Casi resopló, pero logró contenerlo.
—¿Eliran ya ha visto los géneros? —Preguntó Ristan, odiando
haberse perdido gran parte del embarazo; pero lo estaba haciendo
para mantener su promesa.
—No; parece que prefieren ocultarlo. Cada vez que lo intentamos, es
lo mismo: o el bebé tendrá su trasero en el camino, o una pierna nos
está bloqueando, o un feto completo. Sin embargo, en serio no me
importa lo que sean Demonio, siempre que estén sanos.
—¿Y Ryder? ¿Cómo ha estado estos días? —le preguntó, pero tomó
su mirada amarga como respuesta suficiente—. No me mires así,
Flor. ¿Debo recordarte que él es...
—Fae, ¿y el amor no es algo a lo que ustedes estén acostumbrados?
No, lo entiendo. Realmente lo hago. La cuestión es que no fui criada
con Faes e incluso si lo hubiera sido, todavía querría amor. Tal vez
sea algo femenino, pero el Rey y la Reina de Sangre tienen amor. De
hecho, incluso Kier admitió que ama a su esposa, así que son dos
parejas que yo conozco que no siguen la norma. Ryder me convirtió
en una ballena gigante varada y últimamente, apenas se queda para
hacer algo más que alimentarme. Antes hacía un esfuerzo y ahora
nada. Entiendo que está muy ocupado, pero yo también lo necesito
ahora.
Sonrió serenamente cuando le devolvieron sus propias palabras.
—¿Sabes que se está preparando para la guerra, verdad? —Dijo
Ristan mientras colocaba su palma sobre su estómago hinchado. Sus
ojos se iluminaron con asombro cuando uno de los bebés lo pateó y
su corazón se derritió—. Esa debe ser una niña como su madre; tiene
coraje y actitud detrás de esa patada.
—Bueno, al menos ya sabemos que tengo un niño ahí dentro —dijo
con esa chispa de descaro que tanto le gustaba y, honestamente, a él
también.
—El hecho de que la visión mostrara que le entregaste un hijo a
Adam no significa que ambos serán varones. Después de todo,
estaba equivocado acerca de quién los había engendrado; también
podría estar equivocado sobre el sexo del niño.
Las visiones podían alterarse y cambiarse, y sintió un mal
presentimiento cuando pensó en el futuro de los bebés que estaban
creciendo en su útero.
—Es cierto, ya que no los viste a ambos en la visión —continuó.
—No vayas ahí —dijo Ristan en voz baja mientras asentía con la
cabeza a Zahruk, quien había hecho un ruido impaciente indicando
que sentía que su tiempo de juego entre los Fae menores había
terminado—. No los he visto morir —dijo. Sus ojos se tensaron
mientras la miraba, y ella continuó haciendo lo mismo, como si
pensara que él iba a revelar algo. Su mano continuó acariciando
donde el bebé aún no había dejado de patearlo, y no estaba
dispuesto a dejar de sentirlo, como si no pudiera volver a pasar
mucho tiempo con ellos. Algo oscuro se avecinaba y le preocupaba el
no ser capaz de detenerlo.
—Sin embargo, no los has visto Demonio; al menos, no hasta la
edad adulta. Puedes ver el futuro de Ryder como Rey, pero aún no
me has visto a mí ni a sus hijos con él. Solo me preocupa que con la
guerra que se aproxima, nazcan en un mundo roto que estará
demasiado dañado para aceptarlos.
—Eso es bueno —respondió Ristan con una sonrisa traviesa—.
Significa que ya estás pensando como una madre. Ahora, volvamos
a lo que me está molestando —dijo con un guiño pícaro—. La
bibliotecaria... ¿Qué tan bien la conoces?
Era una cosa de esquivar y esquivar con Synthia. Ella estaba
teniendo pensamientos oscuros muy rápido, lo que obligo a Ristan a
aguantar y cambiar el tema de nuevo a lo que había evitado antes.
—Ella es un ratón. ¿Por qué? ¿Estás pensando en sacarle
información? —Bromeó Synthia. Sin embargo, no era estúpida y él
sintió que ella había sentido el giro y lo había permitido.
—Estoy bastante seguro de que ella no sabría qué hacer con una
polla si la estuviera mirando a los ojos. Es demasiado santurrona y
correcta para mi gusto, y, como sabes, me gusta la mierda
pervertida.
—Bonita imagen mental, Demonio; ¿puedo ir a vomitar ahora? —
dijo, haciendo una mueca de dolor.
—Lo digo en serio. Está tan lejos de mi tipo que preferiría inclinar a
una Fae de Luz y disfrutar a lo grande. Mejor una de esos insufribles
bastardos que esa pequeña Bruja. Al menos sabrían qué hacer con
una polla —continuó Ristan, tratando de apuntalar su débil
argumento.
—¡Ahora necesito blanqueador de oídos! Pero, en serio, creo que
estás protestando demasiado. ¿Quizás tienes un leve enamoramiento
del tipo demonio con la pobre ratoncita? —gritó con una sonrisa en
sus labios carnosos. Se estremeció interiormente ante ese
pensamiento. No podía estar enamorado; nunca se enamoró de
nadie antes, y estaba seguro de que no iba a empezar ahora.
—¡Ella podría estar aliada con los Magos! ¿Quién sabe? No puedo
soportar a los traidores, y he tenido más que suficientes
últimamente —gruñó eso último con firmeza.
—Lo dudo, pero todo es posible —dijo finalmente después de
considerarlo por un momento.
—Ella es una maldita Demonia con bonitos tacones rosas —
refunfuñó.
—Oh, vamos, Demonio, ¿tal vez solo quieres que ella juegue con tus
partes de Lego, y manosee tus grandes bolas azules? Sólo para variar
—dijo ella con malicia. Sus ojos estaban iluminados con una risa
contenida mientras se burlaba de él.
Sus palabras sacaron una carcajada de Ristan, que se sintió muy
bien considerando lo que había tenido que lidiar últimamente. —Mis
pelotas no son azules, e incluso me ofreceré como voluntario para
mostrártelas como prueba; no puedo dejarte ir pensando que mis
chicos son de juguetería y esa clase de mierda.
—Ristan —gruñó Ryder mientras se materializaba detrás de ellos, y
por un momento, Ristan tuvo que recordarse a sí mismo que era solo
Ryder, ya que su hermano ahora tenía el mismo poder que su
padre—. ¿No tienes otro lugar donde necesitas estar?
—En realidad no —dijo Ristan distraídamente mientras se levantaba
y comenzaba a trabajar los botones de sus pantalones. Le encantaba
joder con las mentes de sus hermanos, y era más fácil esconder sus
problemas detrás de un muro de risas que lidiar con todo.
Su sonrisa creció cuando Synthia se cubrió los ojos y soltó una
carcajada, y Ryder también sonrió ante su reacción. Ella había
obrado un milagro y le había hecho amarla, incluso si aún no se
había dado cuenta.
—¡No lo hagas! —gritó entre risitas.
—Muéstraselas y te prometo que las pondré azules de verdad,
hermano — gruñó Ryder.
—¡Acusó a mis chicos de ser azules! Solo me ofrecí a dejarla
inspeccionarlos para asegurarle que no sufría tal desorden —dijo
Ristan entre un bufido y una risa mientras observaba a la mujer
sostener su vientre a través de la risa.
—Suficiente, niños —dijo Ryder mientras sus ojos se fijaban en el
enorme abdomen de su mujer con amor—. Estás demasiado
expuesta aquí, y me gustaría alimentarte, Mascota.
Ristan se quedó mirando el espacio en el que habían estado mucho
después de que se transportaran y se dio cuenta de que se había
demorado demasiado en casa. Necesitaba volver pronto junto a
Alden y terminar su investigación en los archivos. Sabía que estaba
cerca de encontrar los pergaminos correctos, lo que con suerte
podría llevarlos al resto de las Reliquias.
Vio cómo Ciara se acercaba a él. Su cabello oscuro rebotaba con
cada paso que daba. La pequeña descarada estaba tramando algo,
incluso él podía ver eso. Estaba en el rebote de su andar y la sonrisa
en sus ojos.
—Rissy —ronroneó.
—¿Qué quieres, Minx? —preguntó mientras seguía mirándola a ella
y a las pequeñas Hadas que llenaban el cielo, haciéndolo brillar con
su frenético baile.
—Te gusta —dijo Ciara, y volvió los ojos hacia él.
—¿Quién? —Se hizo el tonto. Cuando trataba con su hermana, era
mejor hacerse el estúpido y dejar que ella anunciara qué era lo que
estaba buscando.
—Synthia —dijo, y cruzó los brazos sobre el pecho.
—Ella no es como la mayoría de las mujeres Fae, y es refrescante. Te
gustará una vez que intentes tratarla. Deja de ser una mocosa
malcriada, porque Ryder se va quedar con ella —dijo Ristan en voz
baja, recordándole a Ciara que Ryder era el Rey, incluso si era solo
una indirecta sutil.
—No estoy siendo malcriada. Simplemente estoy cansada de que me
oculten y me traten como si no existiera. En serio, ustedes actúan
como si fuera una niña, y no lo soy. Ni siquiera sé si me gustará
porque no se me permite estar con ella. No es justo; él liberó a todo
el pabellón y, sin embargo, solo cambié una prisión por otra.
—Te han dado rienda suelta para que vayas a donde quieras en el
castillo —dijo, mirando cómo ella ponía los ojos en blanco—.
Pequeños pasos, Ciara. Tiene mucho en su plato en este momento.
—Claire parece pensar que Synthia terminará desapareciendo
pronto —resopló y lo miró.
—No le daría mérito a lo que dice esa. Si dice que el cielo se está
cayendo, hermana, búscalo antes de correr.
Ristan se puso de pie y negó con la cabeza. Amaba a su hermana
pequeña, pero ella era exaltada y tan terca como cualquiera de sus
ciento veintisiete medio hermanos. La habían protegido, y eso se
debía a que era la única hermana reconocida que tenían. Tenía sus
sospechas sobre algunas otras que probablemente eran otras medias
hermanas no reconocidas, como la Brownie Malinda, que los había
seguido a la mansión en las afueras de Spokane. Observó a Ciara en
silencio mientras se alejaba de él y comenzaba a bailar con uno de
sus otros hermanos.
Ningún hombre se le acercó, y por una buena razón. Había visto a
sus hermanos eliminar a quienes se le acercaban y no lo habían
hecho con delicadeza. Había superado con éxito la Transición, pero
desde entonces, su alimentación había sido vigilada, así como sus
actividades. Después de todo, ella era la única hija nacida de su
padre asesino. Bueno, eso por lo que sabían.
—¿No tienes otro lugar donde estar? —Preguntó Zahruk mientras
regresaba en silencio.
—Alden está a salvo por la noche, y yo necesitaba alimentarme —
respondió Ristan mientras volvía a mirar a sus hermanos—. ¿No
tienes un coño que perseguir? Te estuvo enviando cuchillos
imaginarios y estoy bastante seguro de que están apuntando a tu
espalda... o basura.
—Ella no está contenta con nada de lo que hago —se quejó, lo que
hizo que Ristan sonriese.
—¿Has intentado follar con ella? —fue su sabio consejo para su
hermano mayor.
—Ese parece ser el problema —se quejó Zahruk con tristeza.
—¿En serio? ¿Te metiste con ella? —Preguntó Ristan tratando de
ocultar la sorpresa en su voz. Zahruk normalmente se alimentaba de
mujeres a las que no les importaba que las compartieran, pero
Darynda no entraba en esa categoría. Ella estaba lejos de eso y
provenía de una familia prominente.
—Ella me sedujo —gruñó, e hizo un sonido animal desde lo más
profundo de su pecho.
—¿Lo hizo? ¿Cómo logró eso? —Bromeó Ristan, disfrutando de la
vista de su hermano gruñendo profundamente como lo había hecho
Ryder cuando conoció a Synthia.
—Ella cayó sobre mi polla, ¿cómo diablos crees que sucedió? Me
atrapó hambriento y la mierda pasó rápidamente. Lo siguiente que
supe fue que empezó a hablar de una relación, como si yo fuera ese
tipo de imbécil —explicó Zahruk, y Ristan luchó por tratar de
mantener la sonrisa en su rostro.
—¿Ella se cayó sobre tu polla y la mierda simplemente pasó? ¿Estás
consumiendo la ambrosía con demasiada fuerza, hermano? —
preguntó, finalmente perdiendo la batalla con la sonrisa malvada
que apenas había estado conteniendo.
—Hijo de puta —dijo Zahruk antes de salir del Círculo de Hadas.
—¡Igualmente, hermano! —La voz de Ristan se llenó de risa cuando
lo dijo a través del enlace mental por el que él y sus hermanos solían
hablar.
Capítulo Cinco
Olivia colocó la caja de documentos para archivar en el mostrador
de correo, sus ojos mirando el pasillo y la entrada en busca de alguna
señal de Justin. Su mente vagó hacia Cyrus y su extraña obsesión
con sus informes sobre el Ejecutor visitante. Como si el hombre
realmente quisiera estar aquí, en este lugar. En cuanto a los castigos,
la investigación y recuperación de papeles eran muy malas para un
Ejecutor a menos que incluyeses la muerte.
Había pasado la mayor parte de la mañana sacando pergaminos y
otros artículos que Alden y el Anciano de Nueva Orleans habían
pedido para que Justin los revisara. Había escrito el contenido y
Cyrus había revisado los lotes mientras los sacaba.
Sus crípticas palabras y sus llamadas a un superior la dejaron con
un mal presentimiento, pero ella era solo una mera bibliotecaria, así
que, ¿quién era ella para interrogar a un Anciano?
Escribió algunos números para los archivos en los que estaba
trabajando y miró hacia arriba cuando Kendra apareció en su
escritorio.
—Hey, chica —dijo, con una sonrisa genuina; Kendra le caía muy
bien.
—Oye, ¿tuviste la oportunidad de sacar esos archivos? —Preguntó
Kendra, sus ojos escudriñando la biblioteca.
—Lo hice, pero todavía no estoy segura de por qué te estás
molestando con los Demonios del siglo XVII —preguntó Olivia;
puede que no lo entendiera, pero quería hacerlo.
—Alden dijo que aprobaba que los mirara; dijo que podía tomar
notas de lo que quisiera. Solo nada de fotos y nada de sacarlos de la
biblioteca —agregó Kendra, aunque no era una respuesta a la
pregunta de Olivia. Ella había esquivado descaradamente la
pregunta. Olivia hizo una pausa mientras consideraba preguntarlo
de nuevo, y luego decidió dejarlo pasar ya que era obvio que Kendra
no había querido responder.
Era curiosa por naturaleza y amaba la historia. No, en realidad
estaba obsesionada con la historia de casi todo. Había pasado horas
de su infancia; escondida en esta biblioteca, buscando libros. La
llevaron a mundos en los que se perdería y, a veces, lo necesitaba.
Sus padres eran un misterio para ella, en su mayor parte. Su padre
era desconocido, pero se sospechaba que estaba en lo alto del
Gremio de Salem. Su madre había muerto al dar a luz y no hubo
nadie ni ninguna familia que la acogiera. Sin familiares que la
acogieran, Salem la había enviado a Spokane tan pronto como
pudieron, ya que era el único Gremio en Norteamérica con la
capacidad de cuidar a una niña huérfana que tenía talentos mágicos.
—Aquí están La Historia de la Demonología, Las Brujas No
Reclamadas y Las Brujas Oscuras —dijo Olivia, su mente tomando
nota de lo delgado que era el tercer libro. Todos los libros estaban
cubiertos de una pulgada de polvo cuando Olivia los sacó de las
entrañas de las catacumbas—. Tienes dos horas antes de que cierre
las puertas para la clase de la tarde, pero después de eso, puedes
volver.
—No necesitaré mucho más que eso; estoy buscando eventos
específicos —dijo Kendra mientras se apartaba el cabello rubio miel
de la cara y revisaba sus notas en su teléfono. Era una chica bonita,
del tipo que los chicos perseguirían por su belleza clásica.
A diferencia del cabello rojo chillón y la piel pálida como la
porcelana de Olivia. Su cuerpo era delgado de una manera que
ningún sándwich podría arreglar. Ella lo sabía; había comido
suficientes de ellos. Había intentado cualquier cosa para ganar
algunas curvas; probó muchas técnicas diferentes, algunas más de
unas pocas veces. Sus pequeños pechos no eran nada y, a diferencia
de los de Kendra, los de ella no hacían que los hombres volvieran la
cabeza como algunos de los bibliotecarios la estaban mirando
actualmente.
Se rascó distraídamente las pecas que le salpicaban la nariz.
Volvieron en primavera con los primeros rayos de sol, fielmente. Ella
era invisible para los hombres, lo que probablemente era algo bueno
considerando lo torpe que era con ellos. Justin, Dios, hacía que su
lengua se anudara de tal manera que ningún mago podría desatar
mágicamente.
Nunca había sido de las que salían de fiesta cuando las otras chicas
lo hacían, y era una desesperada romántica de corazón. Pasó sus
horas libres leyendo libros del Gremio o releyendo sus novelas
románticas favoritas. No era algo de lo que estuviera orgullosa, esa
naturaleza introvertida que tenía, pero era algo con lo que tenía que
lidiar.
Dejó los artículos de Kendra en un contenedor y observó cómo la
chica se alejaba, sus ojos escudriñando la biblioteca como si temiera
que la asaltaran. Extraño. Normalmente era muy habladora, a Olivia
le encantaba la cálida vibra que desprendía Kendra que la hacía
sentirse más como una de las chicas, en lugar del tímido ratón que
normalmente sentía ser con las demás.
Olivia volvió a trabajar, con la mente fija en Justin. Llegaba tarde, al
igual que Alden. ¿Quizás habían salido a tomar un café? A ella
gustaba el café. Recientemente, sus sueños incluían salir a tomar un
café con cierto Ejecutor visitante. Sí, claro, como si eso fuera a
suceder. Suspiró profundamente y dio un salto cuando Mildred dejó
caer un grueso volumen sobre su encimera.
—Estos deben ser devueltos, y Cyrus quiere que le avises en el
momento en que Alden entre. También dijo que estés atenta hoy, y
que debes suspender la clase de la tarde. Esos niños se rebelarán si
lo haces, así que, por favor, no lo hagas. El resto de nosotros
preferiría no asumir el control de la clase primaria.
Mildred tenía treinta y tantos años, tenía el pelo amarillo pajizo y
apagado. Sus padres eran ambos Ancianos, gente amable. Era
increíble que su hija fuera tan seria y amarga. Olivia tomó el pesado
volumen, uno que acababa de archivar por completo y tomado de
unos treinta tomos, lo dejó caer en la parte inferior de su mostrador.
—Todavía lo hare, y Alden aún no ha llegado. Por lo general, no
llega tan tarde —señaló Olivia cortésmente, con las manos
levantadas y dobladas sobre el mostrador—. ¿Hay algo más que
necesites? —ella continuó.
—No. Asegúrate de archivar eso, y asegúrate de tener en cuenta que
lo tomé solo por un día —dijo con ligereza mientras se volvía y se iba.
¿Como si no supiera hacer mi propio trabajo? Olivia apenas se
contuvo de poner los ojos en blanco mientras volvía a catalogar el
archivo en el que estaba trabajando. Distraída, su mente vagó por las
horas que había pasado la noche anterior mirando la descripción del
Demonio que el chico le había dado y, sin embargo, el Gremio tenía
tan poca información sobre los Demonios que era como buscar un
fantasma.
Pasaron dos horas antes de que los niños comenzaran a llegar y los
visitantes comenzaran a irse. Miró hacia donde había estado Kendra
y notó que ahora Sadie estaba hablando con la chica. Se volvió y vio
entrar al último de los niños.
Ella sonrió. Le encantaba esta parte de su trabajo. Enseñar Historia
a pequeñas mentes ansiosas, bueno, en su mayoría ansiosas.
Algunos odiaban estar aquí, y esos normalmente se podían
recuperar fácilmente con la lección correcta.
—Señorita Olivia —dijo Matilda mientras deslizaba sus pequeños
dedos en la mano de Olivia—. No hay monstruos hoy, ¿verdad? —
suplicó con su labio pequeño temblando.
—Los monstruos son la razón por la que estamos aquí, Matilda. Son
la razón por la que necesitamos aprender sobre ellos, para poder
darles caza y proteger a otros de ellos.
—Tilda les tiene miedo —dijo Clarita, con sus ojos castaños
desafiantes—. Yo no les tengo miedo; ¡Quiero matarlos y proteger a
la gente!
Los niños empezaron a parlotear, y Olivia sintió que su corazón se
retorcía con la realidad de todo. Saldrían al mundo real, y algunos de
ellos serían Ejecutores, a diferencia de ella. Algunos de ellos
morirían protegiendo a la raza humana de monstruos muy reales.
—Vamos a sentarnos en la alfombra hoy —dijo, sus ojos
escudriñando las caras y haciendo un recuento mental. Tener una
memoria eidética era útil en momentos como este—. Bryan, Kandice
y Burt, primera fila, por favor. Hoy recibiré toda su atención, o Alden
y James les harán correr vueltas adicionales mañana por la mañana.
¿Entendido? —ella reprendió.
Quería niños, pero quería del tipo que no había. El tipo de niños que
escuchaban, amaban aprender y se portaban bien. Una vez le había
confiado eso a Alden y él se había reído. Él había respondido con: —
Un niño solo guarda silencio cuando está en problemas y solo se
comporta si es sobornado para hacerlo.
—Está bien, damas y caballeros —dijo mientras se sentaba a la
cabeza de la clase, en la pequeña silla en la que apenas cabía un niño.
No es que ella fuera mucho más grande que el niño más grande
aquí—. Hoy aprenderemos sobre los Fae y algunas de las razas.
Empezaremos haciéndonos algunas preguntas muy importantes.
Esperó hasta que todos miraron en su dirección antes de continuar.
—¿Quién puede darme los nombres de las Altas Castas de Faes? ¿Y
por qué son los más peligrosos?
—Eso es fácil —gritó Daniel. Tenía una tez clara, con pecas que
cubrían tanto sus mejillas como su nariz. Era molesto la mayoría de
los días, siendo el mayor del grupo.
—Bueno —dijo Olivia después de un momento—, ilumínanos.
—Sangre, Luz, Oscuridad y la Horda. La Horda son los más feos y
viles de los monstruos y los mataré a todos cuando sea más grande y
me convierta en un Ejecutor. No verás mucho de la Horda aquí
porque son unos bichos feos. Los Oscuros son inteligentes y
mortales, pero a diferencia de los demás, les gusta nuestro mundo y
permanecen en él. No se esconden, como hacen los Fae de Sangre.
Esos no vienen aquí. Probablemente nos tengan miedo a nosotros y
a nuestros Ejecutores. Los de la Luz son los más hermosos, y sabes
que son ellos porque te atraen con sus bonitos ojos y miradas. Luego
te comen —dijo con total naturalidad.
—Buena descripción, pero esos no son hechos. Los de Sangre no
vienen aquí porque se cree que prefieren permanecer ocultos en las
sombras y permanecer en Faery. Poco se sabe sobre ellos, aparte de
eso. La Horda son los más feos de los Faes, pero no lo parecen
cuando usan glamour. Son monstruos, no tienen reglas porque su
Rey ha estado desaparecido durante mucho tiempo, lo que los
convierte en los más peligrosos. Los Fae de Luz, aunque seductores y
atractivos, son realmente engreídos y ensimismados. —Olivia hizo
una mueca que hizo reír a los niños—. O eso me han dicho. Y los
últimos son los Fae Oscuros, el grupo más conocido de Faes. No se
esconden en las sombras, tienes razón sobre eso Daniel, pero
olvidaste mencionar que ellos también son increíblemente
hermosos. Cada una de las cuatro castas se alimenta de la raza
humana —dijo, y luego hizo una pausa, odiando la siguiente parte—.
¿Alguien puede decirme por qué eso es malo?
*~*~*
Ristan la miraba desde las sombras, sus delicados rasgos se
arrugaban cuando no le gustaba algo. Disfrutaba enseñando; de eso
estaba seguro. Sus ojos habían mirado a los niños con amor y él se
preguntó cómo sería que alguien lo mirara así.
Sonrió para sí mismo ante la enseñanza del Gremio que ella estaba
transmitiendo a los niños. Los humanos aún no se habían enterado
de que el Rey de la Horda ya no estaba desaparecido, y habrían
enloquecido si hubieran sabido que se había hecho pasar por el
Heredero Oscuro durante años con el apoyo del Rey Oscuro, nada
menos. Tampoco sabían que el verdadero Príncipe Oscuro había
estado oculto en este mismo Gremio todo el tiempo. Sí, eso no iba a
ir bien cuando se dieran cuenta de la magnitud del engaño que los
Faes les habían hecho.
Escuchó mientras los niños respondían cada pregunta que ella
hacía, y luego mientras ella los corregía. Le gustó el tono suave de su
voz, como si tuviera una pizca del sur en ella, no es que él mismo
fuera del sur. Solo el pequeño acento, que probablemente había
aprendido de un libro o un programa de televisión.
Le había dicho a Synthia que la pequeña pelirroja era un demonio,
pero la verdad era que era más un ángel que cualquier otra cosa. Ella
no encajaba en el molde de un traidor y, sin embargo, ¿alguien lo
hacía? Estaría demasiado asustada de hacerlo. Era demasiado
pequeña y muy gentil, como Synthia la había descrito, pero Ristan
estaba seguro de que tenía un fuego en ella, con ganas de salir.
La mayoría de los fenómenos eran los que nadie esperaba, los
silenciosos. Él sonrió. Sus ojos se deslizaron más hacia sus pechos
regordetes. La mayoría de los hombres dirían demasiado pequeño, él
diría simplemente perfectos. Tamaño impecable para pinzas, en su
opinión. Y sus labios rojos... maldita sea, le gustaría verlos envueltos
alrededor de su polla, mientras esos hermosos ojos azul oscuro
observaban su placer mientras se extendía por su rostro.
Esas pequeñas caderas eran perfectas porque no se necesitaría
mucho para moverlas, y lo haría. La tomaría duro, implacablemente,
durante horas. Esos dedos elegantes, pequeños y lo suficientemente
grandes como para hacer el trabajo...
—Justin —dijo Alden, su voz hizo que Ristan saltara de donde su
asquerosa mente se había ido.
¿El problema de follar con Olivia? Ella no sabría qué hacer ni si una
polla viniera con instrucciones escritas con crayón, y él no estaba
interesado en enseñar tanto como estaba interesado en hacer.
Se volvió hacia el Anciano y lo miró. —Consigamos esos archivos —
gruñó mientras se dirigía al cubículo de estudio. Su mente descartó
con firmeza los pensamientos de lo que “quería” hacer y no podía
hacer. Porque cuando se trataba de esa pequeña bibliotecaria, no era
ciencia espacial. No lo estaba haciendo, punto.
Capítulo Seis
Los pasillos del Gremio estaban casi vacíos mientras Ristan se
movía a través de ellos, sus ojos buscando amenazas invisibles
mientras avanzaba detrás de la bibliotecaria. Ella parecía dulce y, sin
embargo, él nunca tomó a nadie ni a nada por su valor. La mierda
nunca era lo que parecía, y en el momento en que bajabas la guardia,
morías. Ahora que había terminado con sus deberes del día, parecía
que un poco de glamour de invisibilidad y un poco de curiosidad
podrían estar en orden.
Se deslizó silenciosamente junto a ella y entró en su apartamento,
captando el sutil aroma de jazmines al pasar junto a ella. Podría ser
inocente, pero también podría ser culpable de estar aliada con los
Magos. Todos parecían inocentes al principio, hasta que comenzaron
a atacar sigilosamente a los Fae.
Los Magos culparon a los Fae por no ser bienvenidos en las Altas
Castas Faes, especialmente no en pie de igualdad, ya que eran
Metamorfos y no completamente Faes. Ni siquiera se habían
molestado en venir a la Horda, pero, de nuevo, no habían querido
ser parte de la Horda. Querían ser aceptados, pero todas las Castas
tenían a los que aceptaban fácilmente y a los que no. Sin embargo, la
aceptación no significaba igualdad; eso era algo que Ristan sabía
muy bien.
Los Magos eran mitad humanos, y para los Fae, eso solía ser una
sentencia de muerte. Tenían defectos mortales a medida que
envejecían, y los Fae eran vanidosos con su inmortalidad e
incapacidad de morir por causas naturales. ¿Quién podía culparlos?
Estaban congelados en el tiempo, en la edad de su Transición, o
cerca de ella. ¿Quién quería ver como alguien se marchitaba y moría
lentamente a medida que envejecía? Por supuesto, la esperanza de
vida de un Metamorfo era mucho más larga que la de un humano,
pero el envejecimiento seguía siendo inevitable.
Por supuesto, la Horda los habría aceptado si lo hubieran pedido.
Habían estado abiertos a cualquier Fae o criatura que de alguna
manera pudiera aumentar sus números. En cambio, los Magos
habían dejado que su ira se pudriera con el tiempo y se habían
convertido en monstruos por derecho propio. Los Magos habían
estado tratando sistemáticamente de destruir a los Fae, y a la propia
Faery, en represalia. Los Fae habían rastreado a los Magos hasta las
puertas del Gremio, donde se habían estado escondiendo a plena
vista. La parte difícil era separar a las Brujas y los Brujos de los
Magos, y averiguar quién estaba realmente allí para proteger a los
Humanos y cuáles estaban usando la cobertura del Gremio para
destruir a los Fae.
Ristan se deslizó rápidamente por la entrada mientras buscaba en la
habitación cualquier evidencia condenatoria. Era un apartamento
pequeño con cocina y baño separado, sala de estar y dormitorios,
todos a solo unos pasos el uno del otro. Vio fotografías o, más
concretamente, marcos. Olivia tenía cuadros, con las fotos de
muestra originales que venían todavía exhibidas en ellos.
Movió sus ojos hacia la delgada mujer mientras se movía dentro de
la habitación. Se quitó el chal y las sandalias planas. Se estiró y se
trasladó a una estación de conexión en el mostrador, metió su
teléfono y tocó una aplicación para una estación antigua. Ristan
sonrió, aprobando su gusto musical cuando se oyó la canción I Saw
Her Standing There de los Beatles y su cabeza se balanceó al ritmo.
Ella murmuró suavemente un hechizo y la música se extendió a las
otras habitaciones del pequeño apartamento.
—¿Kit? —llamó, sus ojos moviéndose por la habitación—. Kit, si no
sales, mami no puede darte de comer —gritó, y luego empezó a
bailar hasta llegar a la bolsa de comida para gatos. Sacudió la bolsa y
se movió por la pequeña habitación, buscando al felino.
—Gatita mala —dijo, sus ojos pasaron por Ristan, y luego se
deslizaron más a través de la habitación—. Lo juro, si te escapas y me
metes en problemas...—Dejó que la amenaza flotara en el aire sin
decir nada.
Ristan miró hacia abajo cuando algo se enroscó alrededor de su
tobillo y maulló. Encontré al gato3. Él sonrió; sí, era un puto imán.
Empujó con cuidado a la gata con un pie y sonrió cuando el rostro de
Olivia se iluminó cuando la vio.
—Maldita sea, Kit, me diste un susto. Sabes que te echarán si
descubren que te acogí. El Gremio no permite que entren animales
en los apartamentos —reprendió con cariño, y Ristan entrecerró los
ojos en ella.

3
Juego de palabras con “Pussy” que significa coño y también gato.
Sacudió los pensamientos que aparecieron en su cabeza. Amaba a
los animales; ¿Quién dice que los Magos no los amen también?
¿Quién dice que la gente mala no tiene mascotas? Se trasladó más al
interior del apartamento, escuchando mientras ella comenzaba a
cantar junto a la radio mientras regaba sus plantas y les charlaba.
Para ser una cosita tan tranquila, tenía muchas cosas encerradas allí
que parecía sentirse cómoda diciéndolas a la gata y las plantas.
Tomó un pequeño refrigerio en la cocina, se limpió y luego se mudó
a la misma habitación a la que él se dirigía.
La miró desde el rincón vacío de su pequeño pero alegre dormitorio.
Más de los marcos con imágenes de familias modelos lo llenaban,
incluso aquí. Solo a una no se le había comprado un marco y no se
había colocado directamente en la pared.
En su mesita de noche había una foto de una mujer embarazada con
el vientre hinchado y el pelo cobrizo. Los ojos de la mujer eran de un
vívido azul agua y, si tenía que adivinar, era la madre de Olivia. El
escenario de fondo mostraba una pequeña casa de campo con una
cerca blanca que la rodeaba. Por el color vivo de las hojas de los
árboles, supuso que lo habían tomado en algún lugar de Nueva
Inglaterra.
Sus ojos se deslizaron de nuevo a la mujer que tenía a la mano y se
detuvo. Ella se estaba desnudando. Maldita sea, debería mirar hacia
otro lado. ¿Verdad? Miró hacia la puerta y encontró a la gata
mirándolo con atención. Sí, sabía que debería irse, pero no pudo
reunir la fuerza de voluntad para irse.
No es como si él pudiera hacerlo si realmente quisiera.
Transportarse desde el interior del Gremio era algo que nunca había
intentado. Era bien sabido que había protecciones para evitar que
los Fae entraran o salieran y nunca había querido darles una pista de
que estaba dentro de las paredes del Gremio. Demasiado dependía
de que él estuviera aquí.
En cambio, se acercó a la pared en la esquina del dormitorio y se
deslizó. Ella tenía la piel de porcelana, casi de color alabastro, con
algunas pecas bellamente colocadas. Contuvo el aliento mientras ella
levantaba la camisa y revelaba un sencillo sujetador de encaje blanco
que era lo suficientemente transparente como para distinguir los
pezones rosados que pedían ser mordidos y pellizcados.
¿Qué diablos le pasaba? Prefería a las mujeres exóticas, a las que les
gustaba el sexo pervertido, cosas como pinzas en los pezones y otros
juguetes que podían hacer gritar a una mujer al descubrir nuevas
pasiones. Él tragó saliva cuando ella se quitó la falda, y sí, sus ojos se
deslizaron hacia el delgado trozo de tela que apenas contenía los
tenues rizos rojos de su sexo.
Joder, ella es perfecta, dijo Ristan en su cabeza, sus ojos
observando sus delgados muslos y firme trasero. Rebuscó en el
armario y arrojó algunas cosas sobre la cama antes de inclinarse
sobre el tocador mientras buscaba algo.
Esperó mientras ella salía de la habitación, y no fue hasta que
escuchó el agua del baño que realmente gimió. Estaba atrapado y se
pasó una mano frustrada por la cara. ¿No había considerado que ella
volvería a casa y se bañaría? No, porque no había pensado tan lejos.
La gata entró más en la habitación y saltó sobre la cómoda. Sus ojos
verdes se centraron en Ristan mientras se recostaba y lo observaba
desde su elevada posición. La pequeño bastarda lo miraba
acusadoramente. Le frunció el ceño, pero vamos, no era como si
hubiera seguido a su dueña hasta el baño, que era exactamente lo
que quería hacer.
Se puso de pie y fue hacia la puerta, sus ojos escudriñaron las
habitaciones antes de fijarse en una que parecía una oficina. Entró,
sin importarle que la curiosa felina lo estuviera siguiendo
sigilosamente. Estaba casi en la oficina cuando escuchó un suave
gemido, y su cabeza se volvió hacia el ruido que escapaba del baño.
No iba a entrar allí. De ninguna manera, no lo haría, ¿verdad?
Continuó hasta la pequeña oficina que funcionaba como una
pequeña biblioteca, se dio cuenta de la pulcritud y frunció el ceño.
Esto no era pulcritud; no, esto era TOC. Olivia tenía fobia a los
gérmenes o tenía un caso grave de TOC.
Se fijó en los detalles minuciosos de la habitación, como la única
manta del sillón reclinable estaba perfectamente doblada, como en
un cuadrado perfecto. Tenía una esquina que sobresalía, y si podía
adivinar lo que eso significaba, estaba seguro de que ella podría
simplemente tirar de esa esquina y toda la manta se desplegaría
perfectamente.
Los libros estaban apilados en un solo estante en orden alfabético, y
sonrió mientras sobresalían los títulos de romance salvaje, cada uno
en orden alfabético. Se trasladó al estante y pasó el dedo por la parte
superior, llevándolo de nuevo a sus ojos sin una sola mota de polvo.
Sacudió la cabeza y se movió por la oficina, abriendo cajones y
archivos, pero no encontró más que documentos sobre el Gremio de
Salem.
¿Salem?
Se volvió cuando otro gemido sonó desde el baño, seguido de un
gemido frustrado. Él sonrió; ¿Entonces la pequeña descarada estaba
teniendo problemas para alcanzar el auto-clímax? Oyó que se
cortaba el agua y terminó de husmear en sus cosas.
Abrió uno de los archivos de Salem y estudió varios documentos
relacionados con una bruja llamada Carleen. Leyó una parte de uno,
que detallaba cómo Carleen había firmado el certificado de
nacimiento con el nombre de Olivia antes de que los dolores de parto
se volvieran demasiado intensos. Al final, dejó el nombre del padre
en blanco y la niña se quedó con su propio apellido. Carleen había
muerto durante el parto y habían dado a luz a la niña por cesárea.
Sus ojos escanearon las imágenes del violento nacimiento y tomaron
imágenes mentales de los instrumentos utilizados en el
procedimiento quirúrgico. Los nacimientos por cesárea eran algo
inaudito en Faery y no recordaba haber visto nada en los libros de
bebés de Synthia al respecto. Su corazón dio un vuelco al considerar
qué tipo de vida habría tenido Olivia si el Gremio no hubiera estado
allí para ella.
A menudo había estado en contra del Gremio, pero en este caso,
estaba agradecido de que existiera. Los niños merecían ser amados;
eran inocentes. A menudo se sentaba en los campos de tumbas en
Faery y miraba las tumbas sin nombre de los niños que no habían
sobrevivido.
La enfermedad se estaba apoderando de su mundo natal, y lo
destrozaba pensar en cómo los Magos habían atacado a los jóvenes e
inocentes de su especie. No habían sido ellos los que habían
rechazado a los Magos y, en su amargura, habían golpeado el
corazón de su pueblo. Habían envenenado las tierras y, al hacerlo,
habían envenenado a los bebés. Si la tierra no aceptaba a los bebés,
perecían.
Metió los archivos en los cajones perfectamente y se trasladó de la
oficina a la habitación mientras Olivia salía del baño con una toalla.
Su cabello estaba suelto y fascinante por su ardiente belleza. Era un
hermoso contraste de color contra su sedosa carne blanca;
perfección. Ella cantó un hechizo al compás de la música que lo
apagó mientras él se deslizaba de nuevo a su lugar en la esquina y se
pasó las manos por los ojos.
Debería haber esperado, pero si ella cerraba la puerta, estaría
atrapado del otro lado. Ella se movió por la habitación y él escuchó.
Escuchó el sonido mientras ella se quitaba la toalla y esta golpeó el
suelo con un ruido sordo.
Su corazón comenzó a latir más fuerte en su pecho, lo que lo
sorprendió, y dejó caer las manos de sus ojos. La vio cuando ella
paso un camisón de seda azul celeste por la cabeza. Sus ojos lo
siguieron mientras acariciaba su carne, deslizándose lentamente
hacia los generosos orbes blancos de su perfecto trasero. Él tragó
saliva lentamente, sus ojos permanecieron en su firme trasero.
Lo tocaría y tiraría de ese pelo rojo ardiente mientras la follaba.
Joder… Sacudió la cabeza y levantó las rodillas para apoyar los codos
en ellas. Su polla estaba atrapada y cargada en modo duro como la
mierda. Bajó la mirada y consideró sujetarla para ver si aliviaba la
enorme presión que estaba experimentando, pero no era un niño;
era un Demonio, uno que tenía mucho coño. Básicamente, los coños
caían sobre su polla todo el tiempo y él aprovechaba al máximo esa
mierda.
Sin embargo, aquí estaba, con una furiosa erección por una virgen
verde como la mierda. Sabía que lo era; olía demasiado pura para ser
de otra manera. Vio cómo ella retiraba una fina sábana y se metía en
la cama. Miró alrededor de la habitación y volvió a levantarse
lentamente.
—¿Kit? —gritó y la gata entró corriendo a la habitación y una vez
más se movió a su lugar en el tocador—. Buena chica —susurró justo
antes de cerrar la puerta, sellando a los tres dentro de su habitación
con un hechizo.
¡No vi venir esa mierda! Ristan casi se golpea la cabeza contra la
pared, pero la colocó suavemente allí mientras se apagaban las luces
y se encendía una lámpara de noche. La miró mientras levantaba un
libro y comenzaba a leerlo.
Ella gruñó. —Tonta —susurró mientras tomaba un par de lentes
sexys y se los ponía—. Mejor —pronunció mientras comenzaba a leer
en silencio.
Iba a ser una larga noche.
Susurró un hechizo de camuflaje a su alrededor, por si acaso se
quedaba dormido, solo para despertar con el susurro de su nombre
falso. Saltó, sus ojos instantáneamente alerta a cualquier problema,
pero no había ningún problema. Olivia estaba dormida; la sábana
que había usado para protegerse del frío se había deslizado de su
cuerpo, dejando al descubierto su trasero desnudo.
Dijo su nombre de nuevo mientras su mano bajaba distraídamente a
esos adorables rizos rojos. Él sonrió, sabiendo que debería irse, pero
no quería hacerlo. Ella estaba soñando con él; de alguna forma. Ella
estaba soñando con un Ejecutor que no existía.
Sus labios se separaron en un gemido mientras sus dedos hurgaban
entre sus pliegues resbaladizos. Ella estaba mojada, y sus fosas
nasales se ensancharon al saberlo. Sus ojos se clavaron en lo que
estaba haciendo su mano, y pudo ver que en su inocencia, lo estaba
haciendo todo mal.
No estaba tocando ese pequeño botón del amor, el que podía
invocar dulces gritos de sus pulmones. Sus dedos se deslizaron
lentamente por la hendidura y luego, mientras él observaba con su
polla saludando completamente a su torpe intento, deslizó un
delgado dedo dentro.
Él apartó los ojos de su mano y los llevó a su rostro. Sus ojos
estaban apenas abiertos en una rendija, pero estaban sobre él. Podía
sentir su magia que reforzaba tanto el glamour como el hechizo de
camuflaje, lo que significaba que ella en realidad no lo estaba
mirando, pero a la mierda si ella no estaba pensando en él, y eso hizo
que su polla palpitara.
Volvió la cabeza y miró a la gata, que también estaba sentada
mirándola. La gata maulló y miró a Ristan acusadoramente. ¿Como
si la pequeña hija de puta no hubiera estado viendo cómo ese dulce
coño estaba siendo follado también? Malditos animales, todos,
incluido él. Ella gimió y ambas cabezas se volvieron hacia ella, y
Ristan tuvo que luchar contra el impulso de mostrarle lo que estaba
haciendo mal.
Ella lo trabajó, abusando de él mientras luchaba por sacar un
orgasmo de su dulce carne. La humedad se acumuló, brilló y mostró
a sus ojos codiciosos la prueba de que el dulce coño estaba
empapado con la necesidad de ser follado. Joder, esta mierda solo le
pasaba a él.
Empujó su espalda contra la pared e inhaló la fragancia de sus
aceites de baño de jazmín mezclados con el olor almizclado de su
carne hinchada. Añadió otro dedo, y Ristan apretó los puños
mientras se imaginaba sus propios dedos invadiendo su apretada
vaina.
Ella se correría entonces, porque estaría chupando ese puto botón
de su carne hasta que ella explotara sus jugos en su cara. Se acercó
sigilosamente a la cama y obtuvo una vista mucho más agradable en
contra de su propio mejor juicio.
Sus pezones estaban duros, presionando contra su delgado camisón.
Tenía las piernas abiertas y movía los dedos con torpeza. De manera
ineficiente. El ritmo que había establecido era lento y no le
permitiría correrse en ningún momento de esta noche.
Él sonrió y consideró ayudarla, pero estaría condenado si quemaba
su infiltración solo por un coño dulce como la mierda. Su boca se
hizo agua por querer saborearlo mientras aún más jugos se
acumulaban en sus dedos mientras continuaba ahondando en su
carne apretada.
Se obligó a volver a la esquina y esperar. Su polla palpitaba
dolorosamente contra los ásperos jeans que llevaba. La sostuvo y se
preguntó qué pensaría ella si se enfrentara a su polla de veinticinco
centímetros, y sólo sabía que eran veinticinco centímetros porque
una duendecilla pensó que sería divertido medirlo. Teniendo en
cuenta su inocencia, probablemente huiría. Incluso algunas de las
mujeres con más experiencia que había tomado tuvieron que
detenerse y considerarlo por un momento antes de volver al
programa.
Por supuesto, había sido muy selectivo con los coños que aceptaba;
la mayoría tenía que disfrutar de lo que los humanos llamaban
perversión y estar dispuestos a darle un control total. También
tenían que estar bien con que él diera todo el placer y tomara lo que
quería.
Tenía la sensación de que ella nunca haría eso. Según lo que
presenció esta noche, ella realmente no sabría qué hacer con una
polla, incluso si él le diera instrucciones paso a paso y la guiara
íntimamente, lo que lo sorprendió. Con todos los libros románticos
que tenía, debería saber al menos lo básico, ¡ya que las cosas estaban
a un paso de ser una guía práctica de cómo hacerlo! Necesitaba
encontrar una mujer y follarla hasta que saciara su hambre de una
bibliotecaria simple pero hermosa. Tal vez podría hacer que Danu
usara glamour y se convirtiera en una bibliotecaria sexy, para poder
sacar su necesidad por esta de su sistema.
Capítulo Siete
El Demonio se despertó con un suave zumbido, sus ojos
escudriñaron la habitación hasta que aterrizaron en la mujer, que
parecía estar levantada y ya vistiéndose para el trabajo. Su cuerpo se
sentía acalambrado después de haber dormido en la esquina de su
dormitorio.
Se puso de pie y estiró los brazos, tocando fácilmente el techo. Se
volvió y encontró a la maldita gata todavía mirándolo. ¿Quién
diablos llama a su gato Kit?, se preguntó. Tenía personalidad, eso
era seguro, incluso si era un ratón. Estaba sentada en su cama
mientras rodaba unas medias sobre sus muslos, lo que era una vista
demasiado sexy para esta jodida madrugada.
Estaba a punto de asesinar a la gata por una taza de café. Podía
agradecer a Synthia por resucitar su obsesión por la sustancia
marrón de mierda, que sabía a cielo. Le había dado a Syn un infierno
por eso, luego Darynda había trabajado su magia y le preparó una
taza mezclada con achicoria que casi hizo que su polla se levantara
en un saludo tuerto.
Apartó los ojos de Olivia cuando ella enganchó el pequeño disco
negro en las medias que usaba, y sonrió mientras ella se ponía unos
zapatos que tenían tacones sexy. Era la jodida fantasía de su vida,
convertir a un ratoncito en una jodida ninfómana.
Siguiéndola al baño, sus ojos escanearon su pequeño kit de
maquillaje. Sin despeinarse, sin problemas. Se aplicó un poco de
brillo en sus labios ya rosados y luego usó un toque de rímel antes de
salir de la habitación y llamar a su gata.
Él le dio una sonrisa torcida al recordar su torpe intento de
arrancarse el coño. Al menos mostraba que tenía un conocimiento
general de dónde iba una polla y qué se suponía que debía hacer.
Maldita sea, si su pene no se movía al recordarlo.
La miró mientras se inclinaba para colocar un puñado de comida
para gatos en el tazón y luego se lavaba las manos rápidamente. Ella
escaneó la habitación y luego pasó a su lado; su nariz bailaba con su
aroma rico y floral. Le encantaban las flores de jazmín y su atractivo
aroma.
Él la siguió mientras caminaba hacia la puerta principal,
deteniéndose para sacar su teléfono de la estación de conexión. Lo
encendió, pulsó el botón de marcación rápida y pidió que la
conectaran con el Anciano Cyrus.
Su corazón latía erráticamente mientras consideraba lo que ella
diría. No tuvo la oportunidad de escuchar ninguna conversación, ya
que le dijeron que ya estaba fuera de su oficina.
—¿Puedes hacerle saber que lo llamé, Janet? Estaré en mi escritorio
en unos veinte minutos. Él puede llamarme allí —dijo en el auricular
antes de usar un paño suave para limpiarlo y deslizarlo en su
bolsillo.
Ella se paró en la habitación y él se quedó completamente quieto
mientras ella olfateaba el aire. Sus ojos miraron alrededor como si
supiera que no estaba sola.
—Dios, mujer, contrólate. Él está muy lejos de tu liga —se susurró a
sí misma.
Salió por la puerta cuando ella la abrió y se dirigió a un apartamento
vacío para sumergirse bajo un poco de agua helada en un intento de
deshacerse de la erección que sobresalía que, incluso ahora, se
estaba volviendo más dura por ella.
¿Cuál diablos era su problema? No le gustaba lo dulce e inocente; le
gustaban las mujeres con las que podía sacar a jugar a su loco
interior. ¿Esta chica? Ella era la que estaba detrás de la dulce valla
blanca, con dos niños, un gato llamado Kit, esa tipo de chica. Eso no
era él. Ahora, si pudiera convencerse a sí mismo de que realmente
no la deseaba, o tal vez pensar en un mantra para repetir en su
mente, realmente lo creería.
Hizo una pausa con la mano en el pomo de la puerta y decidió irse a
casa. De todos modos, era hora de ver cómo estaba Synthia, ya que
se acercaba el momento, y él le había comprado un pequeño regalo
que había estado ansioso por darle.
Caminó hacia afuera, todavía envuelto en invisibilidad, y esperó
hasta que estuvo a una buena distancia del Gremio antes de pasar a
la mansión ubicada a las afueras de Spokane, que había sido
utilizada anteriormente como su base de operaciones en el mundo
humano. Había sido completamente reconstruida después de que los
Magos la destruyeran no hace mucho. Ahora se estaba utilizando
como punto de parada para las operaciones que la Horda estaba
ejecutando para detener a los Magos mientras rastreaban las
Reliquias restantes.
Rápidamente se dirigió al portal que lo llevaría a Faery,
directamente al Reino de la Horda. Podía hacer su propio portal,
pero ya se estaba sintiendo un poco agotado por usar el glamour y el
hechizo de camuflaje tanto tiempo como lo había hecho. Cuando
entró en el portal, Darcy lo detuvo en seco, o mejor dicho, Danu
llevaba actualmente un glamour de “Darcy”. Podía ver sus ojos
siempre cambiantes a través de los dulces ojos marrones de Darcy.
—Danu —dijo mientras ella lo empujaba a una habitación vacía.
Hizo girar el cabello rubio de Darcy y luego bajó las manos para
apretar los pechos regordetes del cuerpo que había tomado.
—Demonio —dijo, mientras comenzaba a quitarse la camisa,
revelando pezones con puntas rosa que ya estaban duros y pidiendo
ser saboreados—. Necesito ser liberada —ordenó.
—Yo lo necesitaba ayer —respondió mientras cruzaba sus brazos
marcados sobre su enorme pecho, que se tensaba contra la camiseta
color carbón de cuello en V que ahora usaba—. Todo se trata de lo
que tú necesitas y está empeorando. ¿Está sucediendo algo que
debería saber? —preguntó con sospecha, y vio como algo pasaba por
su rostro antes de que pudiera detenerlo.
Su corazón se apretó, y sintió un retorcimiento en su estómago que
lo hizo sentir enfermo. —Si se trata de la Horda... —Dejó que sus
palabras se desvanecieran mientras ella se ponía de rodillas y
comenzaba a desabrocharle la hebilla del cinturón.
Apoyó los brazos en la pared y vio como ella liberaba su polla. Sí,
esa mierda estaba cargada y dura como una jodida piedra después de
ver a su pequeña bibliotecaria. ¿ „„Mi‟‟ maldita bibliotecaria? Él
gimió cuando ella usó su lengua para acariciar la sensible parte
inferior carnosa de su polla, usando movimientos largos hasta que
pensó que arrojaría su carga prematuramente.
A Danu le encantaba hacerle perder el control, y ella se lo tiraba a la
cara después de haberlo logrado. Eso solo lo hacía más decidido a
sobrevivir a ella. Bajó la mano y agarró su cabello mientras tiraba de
su cabeza hacia atrás y disfrutó del siseo de sorpresa que dejó sus
labios entreabiertos mientras tiraba con fuerza. Usó su otra mano
para agarrar su barbilla, forzando su boca a abrirse mientras él
empujaba su gorda cabeza más allá de sus labios rosados.
—Tómalo todo —exigió mientras mecía las caderas, dándole tiempo
para aceptar su miembro duro como una roca sin lastimarla—. Esa
es mi chica —gimió mientras se deslizaba más en su garganta. No iba
a durar mucho, y en este punto, no le importaba.
Sacudió sus caderas más rápido, disfrutando de los sonidos
estrangulados que ella hacía mientras se atragantaba con su polla.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo miraba, su propia boca
se abrió para repartir ánimos mientras ella aceptaba aún más en su
apretada y hermosa garganta.
Explotó antes de que ninguno de los dos supiera lo que estaba
sucediendo, y cuando él salió de su boca, ella lo miró asombrada,
luego miró a su alrededor confundida.
—Ristan —susurró mientras la veía limpiarse un pequeño chorrito
de sus labios perfectos—. ¿Cómo llegué aquí? —ella terminó.
Quería estrangularla; no a Darcy, sino a la puta Danu. Esta vez no
fue glamour; fue un secuestro total. Ella había hecho esa mierda
demasiadas veces hasta ahora. Muchas veces se había apoderado de
sus compañeras de cama mientras las follaba, solo para irse tan
pronto como ella tenía lo suyo, lo que hizo que algunas de las
mujeres pensaran que él era un vago. Como si lo fuera; era una
bestia en las sábanas y era malditamente seguro que daba a sus
compañeras un paseo que nunca olvidaban. Otras veces, ella tomaba
el control de ellas al principio, solo para dejar que él explicara cómo
terminaron con sus bolas hasta el fondo y con un compañero que no
conocían las estaba follando.
—Levántate la falda y agáchate, Darcy. Haré tu tiempo que valga la
pena—prometió con una sonrisa ladeada, y observó cómo ella hacía
apresuradamente lo que él le pedía. Sí, tenía una imagen que
defender, una por la que muchas mujeres lo buscaban para
experimentar. Él estaría condenado si no estaba a la altura ahora.
*~*~*
Ristan caminó por los pasillos, con la mano sujetando a Bob, un
bebé que funcionaba con pilas que había comprado para Synthia.
Estaba a la mitad del pasillo cuando Zahruk le pidió que fuera a la
armería a través de su enlace mental. Suspiró mientras comenzaba a
darle glamour a la muñeca, solo para atrapar a Darynda mientras se
movía en la misma dirección que él.
—Oye —dijo mientras se movía hacia ella con un propósito—.
¿Puedes darle esto a Synthia? He estado tratando de recordar
dárselo durante días. Su nombre es Bob —dijo con una sonrisa
mientras Darynda miraba al muñeco y levantaba los ojos hacia él.
—Puedo hacerlo —susurró, y sus ojos se posaron en él—. ¿No soy
hermosa? —exclamó con una mirada insegura en sus brillantes ojos
verde azulados—. Nunca has intentado estar conmigo.
—Eres muy hermosa —respondió Ristan, sin saber adónde iba con
esa declaración—. ¿Por qué preguntas?
—De todos aquí, tus hermanos y tú nunca han intentado llevarme a
las salas comunes —respondió.
Él captó la mirada de dolor en sus ojos y se estremeció.
—Las salas comunes, donde follamos mujeres que quieren ser
compartidas; ¿esas salas comunes? —preguntó, y decidió que se
trataba de una pendiente resbaladiza, una por la que no se iba a
deslizar pronto.
—Zahruk estuvo allí anoche, y cuando le pregunté... No importa, no
debería estar discutiendo esto contigo —dijo, y comenzó a alejarse
con el muñeco, pero él la detuvo con una mano en su muñeca.
—Las mujeres que entran a esas habitaciones se convierten en
mujeres que todos compartimos. Algunos de nosotros las
compartimos varias veces al día, si no más. Darynda, nunca entres
sola en una de las salas comunes. Si mi hermano no te ha invitado,
alégrate por ello —respondió Ristan con un suave movimiento de
cabeza—. Es una señal de que no está listo para compartirte. Él es
diferente contigo; tómalo como algo bueno.
Pasó junto a Darynda y vio a Ryder acercarse a él lentamente. Debia
estar en camino de convocar a Synthia, pero se detuvo cuando vio a
su hermano. —Ryder —dijo Ristan mientras se acercaba a él.
—Envía a Synthia junto a mí; estaré en la sala del trono —ordenó
Ryder y avanzó por el pasillo, dejando que Ristan observara su
ancho cuerpo mientras continuaba, como si no tuviera tiempo de
caminar los cinco escalones hasta la puerta de su dormitorio.
—Bueno, un maldito hola para ti también, hermano —murmuró
Ristan mientras le enviaba un mensaje silencioso a Zahruk de que
algo estaba pasando con Ryder. Sacudió la cabeza y se preguntó
cómo reaccionaría Synthia a las pinzas para los pezones y los
medallones de sueño que le había dado a Ryder el día anterior.
Su regalo para ellos había sido pinzas vibratorias en los pezones y
sexo de ensueño. Parecía algo que todo el mundo debería
experimentar al menos una vez en la vida, ¿verdad? Sonrió y negó
con la cabeza; era lo mínimo que podía hacer por ellos. Synthia
estaba molesta por el sexo entre ellos, principalmente porque quería
que Ryder la manejara como si no estuviera hecha de vidrio. Eso
detendría el problema, y había planeado disfrutar de la reacción de
Ryder, que tendría que esperar ahora si Ryder estaba de mal humor,
ya que era bastante difícil lograr que el chico hablara abiertamente
incluso cuando estaba de buen humor.
Salió del pasillo y se dirigió a la armería, donde Zahruk estaba
creando nuevas armas con los pernos de Dioses que un Metamorfo
había usado en Synthia antes de que Ryder terminara con su patética
existencia. Ristan estaba bastante seguro de que todavía tenía un
toque de acidez estomacal recurrente de esa alma en particular.
—Hey, ¿qué pasa? —Preguntó Ristan, observando la cabeza de
Zahruk antes de levantar sus penetrantes ojos azules para
encontrarse con los de Ristan.
—Mujeres de mierda, eso es lo que está pasando —gruñó Zahruk—.
Ryder le está dando a Synthia y a sus pequeñas opiniones humanas
demasiada libertad. Se está volviendo una putada mantenerla
protegida y segura en su delicado estado.
—Tú y yo sabemos que él la está poniendo a prueba. Tiene que
mostrarles las bolas de piedra que lleva consigo o acabaremos
luchando contra nuestra propia gente para protegerla. Ella no puede
mostrarles debilidad, y tampoco nuestro hermano. Ambos sabemos
que por eso está ocultando sus sentimientos hacia ella, porque
sabemos cómo era nuestro padre. Aquellos a los que se le permita
entrar en nuestras puertas lo usarían para aprovecharse y la usarían
contra el recién coronado Rey de la Horda.
—Sabes que me importa un carajo la política, y la protegería. Todos
lo haríamos —dijo Zahruk mientras extendía su mano y Ristan
distraídamente le entregaba el mazo que había estado a su lado en el
banco—. ¿Qué está pasando con el viejo? ¿Han habido noticias o
avances sobre las Reliquias? —Preguntó Zahruk mientras
comenzaba a aplanar el cerrojo, sin siquiera ver su progreso.
Por eso era el experto en armas y el más mortífero de los hermanos,
excluyendo a Ryder, que era el Rey de la Horda y podía convertirse
en una criatura con alas que tenían puntas afiladas que podían
matar fácilmente a seres inmortales. Zahruk pasaba gran parte de su
tiempo de inactividad en este arsenal, mejorando las armas para
protegerlos de los Magos, así como de otros enemigos.
—Necesito que ordenes esos archivos de los que hablamos del
Gremio y verifiques la actividad en Nueva Orleans. Empiezo a
pensar que están sucediendo más cosas de las que sospechamos.
Algo está mal y ha habido más movimiento y charla en Spokane.
Además, maté a un Skinner el otro día que hizo conocer su disgusto
por Ryder justo antes de que yo le quitara la vida.
—¿Un Skinner en Spokane, en serio? La mierda se está poniendo
peluda. Ratas escapando de un maldito barco que se hunde —dijo
Zahruk mientras seguía golpeando el perno con el mazo.
—Eso lo resume todo. Tengo que irme, hermano. Tengo una muñeca
que vigilar —asintió Ristan con una sonrisa y se transportó a tiempo
para ver a Synthia recibir su regalo. Entró en la habitación y se paró
en la puerta, mirándola en silencio al principio, pero su alegría por
su reacción delató su presencia.
—Una muñeca, esto es una broma, ¿verdad? —Preguntó Synthia,
con la confusión estampada en su hermoso rostro cuando Darynda
le entregó la muñeca del tamaño de un recién nacido, que comenzó a
chillar con un grito ensordecedor en el momento en que la sostuvo—.
¿Cómo diablos lo apagas? —gritó sobre la cosa que lloraba, que
sostuvo por la pierna.
—Intenta abrazarlo, Flor —lo desafió. Synthia lo miró horrorizada.
Él sonrió y negó con la cabeza mientras la miraba, el horror
reemplazado por un suave ceño fruncido.
—Tu idiota —gruñó mientras trataba de consolar a Bob con un
abrazo incómodo.
—Aquí, así —dijo mientras se acercaba a la cama y agarraba la
muñeca—. La ternura es universal. Incluso los bebés Fae aman un
abrazo para sentirse seguros; pequeñas cosas inteligentes también
les gustan los pechos.
Ella miró a Ristan enarcando una ceja mientras envolvía a la
muñeca con una manta, que había glamurado. Sostuvo la muñeca en
sus brazos y la meció suavemente, sonriendo mientras dejaba de
llorar y comenzaba a hacer ruiditos.
—Probablemente voy a ser la peor madre que los Fae y la
humanidad hayan conocido —se quejó suavemente.
—No, solo necesitas practicar cómo hacer feliz a Bob aquí —dijo
Ristan mientras observaba su creciente barriga—. Toda madre teme
ser mala. Es lo que los convierte en padres.
—¿Y crees que darme una muñeca que me odia ayudará? Nunca he
tenido una madre, ninguna que recuerde de todos modos, excepto
mi madre adoptiva, pero esos recuerdos se han desvanecido en su
mayoría ahora. Ni siquiera he tenido un bebé en brazos —reprendió.
—Flor, esos bebés tendrán toda una Casta de Faes vigilándolos y
protegiéndolos. No los criarás sola. Una mujer sabia me dijo una vez
que se necesita una aldea para criar a un niño. Serás una madre
feroz y ningún otro niño será tan amado como los tuyos.
Ristan estaba a punto de comentar más cuando Adam entró en la
habitación. Ristan sintió el poder del Príncipe Oscuro mientras latía
con vida propia dentro de los confines de la habitación. Sabía que el
Príncipe desempeñaría su nuevo papel a la perfección, ahora que él,
junto con Synthia, habían sido traídos de regreso a Faery, donde
pertenecían.
—Ahí está mi chica —dijo Adam mientras apoyaba su alto cuerpo
contra la puerta con un rápido gesto de saludo a Ristan—. ¿Cómo te
sientes? —Preguntó mientras sus ojos tricolores volvían a Synthia y
su condición floreciente.
—Estoy bastante bien, considerando que soy del tamaño de una casa
pequeña. Bueno, menos los extraños antojos y el llanto persistente
en momentos aleatorios —respondió a Adam, y sonrió mientras él
negaba con la cabeza.
—Synthia, estás embarazada. Llorar está permitido.
—Siento que todo mi cuerpo ha sido tomado por extraterrestres —
admitió.
—Flor, es hora de unirse a Ryder en la sala del trono. Se ha
solicitado tu presencia —interrumpió Ristan al recordar las órdenes
de Ryder de antes.
Ristan uso su glamour con ella e hizo un cambio rápido de ropa que
sería más apropiado para el salón del trono mientras ella y Adam
bromeaban entre ellos. Sintió un tirón del enlace mental que le había
dado a Alden. Parecía urgente y siempre era mejor prevenir que
curar en esas situaciones. Se apartó de la pared y dejó que sus ojos
recorrieran el abdomen hinchado de Synthia.
—Flor, haz que Adam te acompañe hasta el pasillo. Necesito ir a
ayudar a Alden, él está en problemas —dijo Ristan mientras salía de
la habitación sin esperar una respuesta. Reflexionó sobre el tono
urgente de Alden; con la guerra que se acercaba, le preocupaba que
fuera demasiado tarde para salvarlo si algo había ocurrido, y Synthia
no podría manejar el estrés o las repercusiones en su delicada
condición. Había demasiado sobre ella y esos bebés creciendo en su
vientre.
Capítulo Ocho
Olivia esperaba justo afuera del cubículo de estudio que Alden y
Justin habían estado usando, sus pequeñas manos agarrando los
pesados archivos que sostenía con tanta fuerza que sus nudillos se
blanquearon cuando las palabras de enojo de Cyrus se repitieron en
su cabeza. Él se estaba volviendo más agresivo con sus extrañas
solicitudes y demandas de que ella vigilara todo lo que Alden y
Justin hicieran y le informara de sus acciones directamente.
Justin estaba siendo castigado y ella odiaba saber que además de
eso, Cyrus estaba observando cada uno de sus movimientos, como si
fuera el enemigo. A Olivia le molestaba, porque de alguna manera,
sentía que se había convertido en la espía de Cyrus.
Apenas podía escuchar una discusión acalorada proveniente del
interior del cubículo del estudio donde Justin y Alden estaban
teniendo un desacuerdo, pero no pudo distinguir las palabras.
Caminó, los pesados archivos se volvieron más difíciles de sostener
mientras se convencía de que estaba haciendo lo correcto.
Cyrus y Alden habían sido una gran parte de su vida, y era imposible
pensar que alguno de ellos estuviera siendo engañoso. Había
muchos rumores sobre Alden que la preocupaban y, al mismo
tiempo, los encontraba muy difíciles de creer. Justin parecía
honesto; bueno, al menos honesto en su opinión. No era como si
tuviera mucha experiencia con hombres; a decir verdad, estaba
bastante segura de que el sexo opuesto era territorial y eran celosos
unos de otros.
Dejó de pasear y lo consideró por un momento. Justin había llegado
a la ciudad poco después de que la mayoría de los Ejecutores se
fueran a Seattle; sin mencionar que era demasiado perfecto. El tipo
tenía un cuerpo del que incluso Adonis sentiría envidia. Lo único que
lo haría más caliente era tener el cabello más oscuro y lo
suficientemente largo como para pasar los dedos por él.
Su teléfono sonó y se detuvo con los nudillos cerca de la puerta, a la
que estaba a punto de llamar. Pasó los archivos al hueco de su otro
brazo y buscó a tientas para contestar, y tuvo que reprimir un
gemido cuando la voz ronca de Cyrus la ladró.
—Olivia, ¿informe de progreso? —él ordenó.
—Nada que informar, han estado en el estudio desde que Justin
regresó al Gremio. Voy a entrar justo ahora. Te volveré a llamar —
dijo mientras terminaba la llamada y se sacaba una mota casi
inexistente de pelusa de la camisa mientras guardaba el teléfono en
el bolsillo. Era su TOC, pero había conseguido ponerlo bajo control,
en su mayor parte, de todos modos. ¿Quién necesitaba medicación
cuando tenía autocontrol?
Justin salió justo cuando su mano se habría encontrado con la
puerta. En cambio, golpeó su sólido pecho. En su conmoción, dejó
caer los archivos y ambos se inclinaron para recogerlos al mismo
tiempo. Su cabeza se estrelló contra la de él y soltó un aullido de
shock.
—¡Soy tan torpe! Lo siento mucho —susurró mientras se negaba a
mirarlo a los ojos, su rostro tenía un tono perfecto de rojo a juego
con su cabello.
—Está bien —dijo Justin, su mano ahuecando su barbilla. Sus ojos
buscaron los de ella, y luego bajaron hasta donde su camisa estaba
entreabierta, y se tragó el impulso de permitir que su mano se
deslizara entre la hendidura para probar la pesadez de sus deliciosos
pechos—. Aquí —dijo finalmente, mientras negaba internamente con
la cabeza y le devolvía los archivos.
—Solo te estaba trayendo esto —susurró, y negó con la cabeza—.
Ahora tendré que organizarlos antes de poder dártelos.
—Puedo ayudar; estaba saliendo a buscarte —dijo Justin, sus labios
tirando de las comisuras en una sonrisa mientras sus ojos gris
azulados destellaban una seducción que no había pretendido.
Ella tragó y se apartó el cabello de los ojos mientras se levantaba. —
No deberías molestarte —dijo, pero luego Cyrus pasó caminando,
sus ojos evaluando lo que estaba ocurriendo.
—¿Algún problema, Olivia?— preguntó mientras le daba a Justin
una mirada dura.
—No, acabo de soltar los archivos —admitió —. Torpe de mí.
—Haz que Justin te ayude a ponerlos en orden —dijo Cyrus con una
sonrisa sardónica—. Él parece estar disfrutando de la vista, niña.
Olivia se sonrojó aún más que antes. Buscó a tientas las palabras,
pero Justin no parecía sufrir el mismo problema.
—Ya le había sugerido que hiciéramos precisamente eso —dijo
afablemente mientras su sonrisa regresaba, y nuevamente le ofreció
a Olivia una mano con los archivos.
Ella lo siguió, solo miró hacia atrás una vez mientras Cyrus sonreía
calculadoramente. Él asintió con la cabeza hacia ella mientras se
giraba y los dejaba solos. ¿Adónde se había ido Alden? Miró
alrededor de la habitación, tomando fotografías mentales de todo lo
que podía ver.
Los papeles y los archivos estaban apilados en ordenados montones
sobre la mesa de conferencias que había sido movida contra la
pared, y el sofá fue empujado al centro de la habitación. Una
pequeña mesa de café estaba frente a ella, y colocó las carpetas y los
papeles esparcidos que había guardado en una pila.
—¿Caliente o frío? —Justin preguntó, sus ojos enviando su mente a
la cuneta mientras su cuerpo respondía, y ella tuvo que forzar su
reacción hacia él.
—¿Perdón? —preguntó, sus ojos bajando distraídamente a sus
labios. Se mordió el labio inferior mientras repetía sus sueños sobre
él. Debería hacerla sentir sucia soñar con lo que quería que él le
hiciera, pero en cambio solo la humedecía en esa región intacta.
—Café; sé que te encantan esas cosas y tengo una cafetera aquí —
dijo con complicidad—. ¿Lo tomas frío o caliente? —preguntó
mientras sus ojos vagaban hacia su boca con una mirada oscura en
ellos.
—Frío, muy frío —susurró mientras se reajustaba la falda. Había
usado medias de seda durante los últimos días, en lugar de las
medias de lana que normalmente usaba para defenderse del frío en
las catacumbas. La seda se sentía increíble, y sus ojos bajaron aún
más hasta que su sonrisa se volvió torcida, como si supiera
exactamente lo que la afligía—. Por favor.
Se trasladó al fondo de la habitación a la pequeña cocina y ella lo
escuchó abrir los gabinetes y mover cosas, y luego el dulce y tentador
aroma de achicoria llenó el aire. Ella sonrió, haciendo una nota
mental para ver si la panadería tenía beignets o si podían hacerles
esos pasteles cuadrados celestiales. Probablemente disfrutaría del
sabor de casa, y sabía que a la gente de Nueva Orleans le encantaba
el café de achicoria, que se le hacía la boca agua al saborearlo.
—¿Quieres crema, mon cher? —él llamó. Su suave acento lo hizo
sonar como “mon sha” y la hizo sonreír con picardía.
—Crema, por favor —respondió mientras se levantaba y se movía
hacia el escritorio. Todavía podía oírlo llenar la cafetera y hacer
tintinear las tazas, así que se tomó el tiempo para echar un vistazo a
lo que estaba abierto en la computadora y qué archivo estaban
revisando.
Se desplazó por el archivo abierto y sintió que su corazón se
aceleraba cuando la información que Cyrus estaba buscando
aparecía. Rápidamente memorizó lo que decía antes de girar sobre
sus talones y alejarse del escritorio.
Justin la estaba mirando mientras se apoyaba contra la pequeña
pared que separaba la pequeña cocina. —¿Necesitas algo, peekon4?
— preguntó, mirándola con ojos entrecerrados.
—¿Me acabas de llamar loca? —preguntó en voz baja, sus ojos
bajando por su largo cuerpo y volviendo lentamente a su hermosa
boca.
—Peekon significa espina —dijo en voz baja, mostrando su leve
acento cuando le sonrió—. ¿Ma Fifille5, fisgoneando en las cosas de
Alden?
—Se olvidó de volver a registrar uno de estos archivos, y quería
llevármelo antes de que Cyrus lo atrapara —respondió, sorprendida
de cómo sonaba incluso su propia voz. Ella se acercó a él y sonrió
suavemente, sus ojos mirándolo.
Su corazón martilleaba salvajemente, y era difícil saber si era
porque la habían pillado fisgoneando con las manos en la masa, o si
era su proximidad al hombre que la tenía tratando de conseguir su
primer orgasmo y acabarlo.
—¿Es así? —preguntó mientras se acercaba un paso, y Olivia lo
igualó con un paso hacia el escritorio, que le dio un golpe en el
trasero. Él colocó las manos con la palma hacia abajo a cada lado de
su pequeña cintura.
Ella tragó y se lamió los labios. —Solo necesitaba...

4
Peekon en Cajún significa “espina en el zapato”.
5
Mi pequeña chica.
Él se inclinó, su rostro rozó el de ella mientras se inclinaba hacia el
escritorio y revolvía papeles. Podía oler su aroma masculino y
terroso, y su núcleo eligió ese momento para liberar fluidos, que
estaba segura empaparon el camino a través de su falda blanca. Su
respiración se atascó en su garganta cuando sus pezones se
endurecieron ante la imagen de su enorme cuerpo sobre el de ella.
Ristan escuchó la inhalación rápida, captó el delatante olor
almizclado mientras fluía de su suculenta carne. ¿Qué diablos estaba
pensando? Él estaba inclinado sobre ella y presionando su mano
cerca de su trasero solo para sentir una puta sensación. Se echó
hacia atrás cuando sus fosas nasales se ensancharon con el
embriagador aroma de su dulce coño mezclado con jazmines.
Su polla se movió, alertándolo de que estaba listo para doblar su
dulce culo sobre el escritorio y follarlo. Él se echó hacia atrás, sus
ojos mirándola mientras le entregaba el archivo. —Aquí tienes, mon
mimi 6 —susurró mientras se apartaba, obligando a su cuerpo a
detener sus traidoras necesidades por esta mujercita.
—¿Que significaba eso? —Susurró tímidamente mientras se alejaba
del escritorio, manteniendo su trasero dulcemente redondeado lejos
de su mirada curiosa.
—Mi minina —dijo en voz baja con una pequeña sonrisa mientras se
movía hacia el sofá y tomaba asiento. Se relajó un poco y colocó los
brazos en la espalda y el brazo del sillón—. Deberíamos empezar —

6
Mimi es una forma abreviada de “Mignon” que significa bonita o linda. Mon mimi
vendría a ser una expresión informal de cariño tanto para personas como mascotas,
por eso Ristan da esa respuesta
murmuró, señalando los archivos que ella había traído mientras
trataba de desviar su atención de ella hacia lo que se suponía que
debían estar haciendo.
—Por supuesto —dijo ella mientras se movía al otro extremo del
sofá, manteniendo la distancia entre ellos.
Un suave pitido sonó unos momentos después, y se trasladó a la
pequeña cocina y sirvió el café extra helado y crema para ambos. Él
regresó, entregándole la taza de café helado, y casi se corre en sus
pantalones cuando ella gimió por la sustancia con sabor a achicoria
que se encontró con sus papilas gustativas.
Apretó los dientes y se reajustó las piernas para ocultar su polla
dura como la mierda que parecía tener una extraña atracción por la
pequeña descarada. —¿Te gusta? —preguntó después de unos
momentos con su mente repitiendo su torpe espectáculo de montar-
el-pony la otra noche. Él le mostraría exactamente lo que podía
hacer un semental real... Y mucho más.
O al menos podía decirse eso a sí mismo, ya que le había dicho a
Alden lo contrario. A pesar del aliento de Alden de que se divirtiera
un poco con Olivia, dudaba que pudiera divertirse un poco sin que
esta dulce chica desarrollara un apego por él que terminaría mal, y
respetaba demasiado al anciano como para joderlo. Ese era el
problema principal con aquellos que eran tan dulces como esta.
Querían una puta relación en lugar de un arreglo del tipo inclíname-
y-fóllame-duro.
—¡Es simplemente pecaminoso! Oh, vaya, es como una explosión en
mi boca; ¡Mis papilas gustativas están en el cielo! —Dijo con una
mirada de asombro, y Ristan la miró fijamente.
Abrió la boca para responder y la cerró varias veces antes de darse
por vencido y solo asintió. Estaba en el infierno; era oficial. Estaba
en el único lugar del mundo donde no podía doblar a esta pequeña
provocadora sobre ese escritorio de madera y follarla hasta que ella
explotara en su polla. Él podría tener la autorización de Alden para
probar de los pasteles, pero sabía que su autocontrol se iría por la
puerta con esta. Tenía un maldito trabajo que hacer.
Eso era todo. Por eso estaba obsesionado con ella: porque no podía
tenerla. No, a menos que ella hiciera un movimiento primero, y eso
no estaba destinado a suceder. No con lo inexperta que era y lo
muda que se volvia cuando trataba de ir allí.
Ella era bonita de una manera que decía: voy-a-caer-sobre-ti-y-
realmente-te-derribaré. Él sonrió mientras ella sorbía el contenido
de su taza, levantó su cabeza y sonrió. Bajó los ojos a la dulce curva
de sus muslos, que ahora eran visibles a través de su falda blanca.
—Será mejor que vuelvas a registrar ese archivo —dijo mientras
recogía el archivo que tenía frente a él y se levantaba, sabiendo que
ella tendría que acercarse para recuperarlo.
Sus ojos se agrandaron mientras se movía, sintiendo lo húmeda que
se había puesto. Él disfruto eso, su boca se crispó para sonreír
mientras la garganta de ella se balanceaba con su incomodidad. Se lo
regresó y sonrió. —Ten cuidado, peekon, no todo el mundo es tan
confiable como yo.
Él no era de confianza, pero sí creía que Alden no le había devuelto
el archivo y que, ella estaba tratando honestamente de evitar que se
metiera en problemas. Él sonrió mientras la veía irse, y luego
escuchó cómo el enlace mental que compartía con sus hermanos en
su mente se iluminaba como una centralita enojada. Se puso de pie y
se preparó para volver con Faery y ver qué estaba pasando.
Capítulo Nueve
Ristan caminaba fuera de las puertas de la sala médica, su mente
corriendo sobre las acusaciones de su hermano a la desaparición de
Synthia, y luego a la mierda de Danu.
Había llegado a la citación de su hermano, solo para ser acusado de
traición. Apenas demostró su inocencia, descubrieron que un
Skinwalker 7 , con la ayuda de Claire, había robado a Synthia del
solárium del pabellón de mujeres. Ristan había sido absorbido por la
primera visión que había tenido en más de un mes, y le mostró la
ubicación de donde estaba retenida Synthia por su hermano
psicópata Faolán y un número abrumador de Magos cuando estaban
a punto de cortar a los bebés en una ceremonia ritualista
extravagante.
Antes de que pudiera seguir a sus hermanos para recuperar a
Synthia, Danu apareció y le informó que Synthia moriría. La visión
enfermiza que ella le había dado había mostrado una devastación
total en ambos mundos si Danu o él hacían algo para tratar de
salvarla. No se podía prevenir y lo odiaba.
Odiaba saber que pronto, Synthia estaría muerta y no había nada
que pudiera hacer al respecto.
7
Cambia-Piel: alguien que tiene la habilidad de transformarse completamente en otra
persona. No es como usar el glamour porque pueden cambiar su esencia, aura, poder,
etc.
Ni siquiera podía advertir a su hermano, porque si lo hacía, podría
poner en marcha una mierda grupal que al final no funcionaría. Ella
iba a morir, y él iba a tener que alejarse y esperar a que su papel se
cumpliera.
Esperó, dispuesto a permanecer fuera de la sala por ahora,
escuchando mientras Ryder gritaba por Eliran, y aun así se contuvo
de entrar en la sala de partos. No tenía sentido. Aún no era el
momento, por lo que le habían mostrado. Escuchó, su mente
corriendo con el dolor que estaba sintiendo su hermano. Todos
sintieron el dolor del Rey de la Horda porque todos estaban
vinculados.
Las emociones que Ryder sentía, también lo sintieron ellos como su
Guardia de Élite. Se atragantó con la bilis, sabiendo que su parte
estaba llegando. Se odiaría a sí mismo por eso, pero al final, esos
bebés serían su salvación y la de este mundo.
—A la mierda; ¡los salvaras! ¡A todos ellos! —Ryder demandó, su voz
sacudiendo las paredes de la pequeña habitación en la que estaban.
—Sácalos —rogó Synthia, su voz apenas audible a través de las
puertas.
Ristan entró en la habitación, sus ojos captaron la carnicería
mientras la sangre goteaba por el suelo. Sintió que el vínculo entre
Synthia y Ryder se rompía, y supo que ella estaba muerta y que no
había habido una sola maldita cosa que pudiera hacer para detenerlo
o prevenirlo.
—¡Sálvala! —Ryder le gritó a Eliran.
—Salva a los bebés, Eliran; es lo que Synthia quería —le suplicó
Ristan a Eliran, sabiendo que el sanador estaba paralizado por el
miedo y la indecisión—. Tienes que salvar a sus hijos.
—¡Llama a Danu! —Ryder espetó, y los ojos de Ristan se movieron
hacia él con dolor.
—¡Sálvalos ahora! —Ristan le ordenó a Eliran, y cuando el sanador
aún no se movió, tal como lo predijo la visión de Danu, lo empujó
fuera del camino. Eliran negó con la cabeza alarmado mientras
miraba de Ryder al Demonio como si sopesara cuál de ellos lo
mataría primero.
Ristan se movió, sabiendo lo que tenía que hacer mientras tomaba
un bisturí, y sabiendo que podría ser lo último que hiciera. La voz de
Ristan se quebró y su corazón se hizo añicos cuando le susurró un
adiós a una de las únicas mujeres que habían sostenido su corazón
sin lastimarlo. —Lo siento mucho, Flor. Ojalá hubieras podido
aguantar por nosotros —Empujó hacia abajo el bisturí y observó
cómo la sangre se arrastraba detrás de él mientras abría su vientre
hinchado para dar a luz a los bebés.
Ristan sabía que sus hermanos ayudarían a contener a la bestia, al
menos por ahora. Podía escuchar las amenazas e insultos del Rey de
la Horda, pero las vidas estaban en juego. Preciosos seres diminutos
que necesitaban nacer, y se preguntó si salvarlos sería suficiente
para evitar lo que Danu le había mostrado.
Ristan podía sentir la furia hirviente de la bestia que era el Rey de la
Horda a través del vínculo mental que compartía con su hermano.
Ristan trató de desconectar la voz de Zahruk mientras trataba de
calmar al monstruo que traqueteaba dentro de su hermano. El
monstruo que estaba, incluso ahora, a punto de liberarse y acabar
con Ristan, y ya no le importaba si moría.
—¡Jodidamente te mataré, Demonio! —Ryder espetó, su ira
palpable mientras Ristan continuaba abriendo a Synthia. Ella ya no
sentía dolor, y Ristan contuvo su dolor, su mente se centró en salvar
a los bebés, su último deseo.
Ristan terminó con el corte, bajó el bisturí y retrocedió para sacar a
uno de los bebés. Se lo entregó a su hermano, Eliran. El bebé estaba
azul y sin vida, pero Ristan aún no había terminado. Otro bebé
necesitaba ser salvado. Su madre no pudo haber muerto tan
absurdamente, solo para que sus hijos la siguieran en la muerte.
Sus hombros se relajaron cuando el primer bebé dejó escapar un
estridente grito y sus manos se deslizaron alrededor del otro bebé.
También se lo entregó a Eliran, y cuando se volvió hacia Synthia, su
corazón se detuvo. Todo se detuvo cuando vio la única preciosa cosa
que no había estado en la visión de Danu.
Ristan metió la mano y sacó a un tercer bebé, y sus ojos se movieron
hacia los ojos vacíos de Synthia. Ella lo hizo, joder. La niña estaba
flácida y sin vida. Ristan negó con la cabeza y se volvió para mirar a
Ryder, que tenía una expresión de total devastación.
—Ella lo hizo, maldita sea, lo hizo —murmuró Ristan, mientras se
apartaba del cuerpo de Synthia y le entregaba la silenciosa niña, azul
y sin vida a Eliran—. Ella te dio una hija.
—Sálvala, por favor, salva a mi hija —rogó Ryder. Ristan sabía que
su hermano nunca había rogado por nada en toda su vida.
Ristan dio un paso atrás cuando Eliran y su personal médico
entraron en acción, trabajando para salvar a los niños. Tres bebés;
Synthia había hecho lo imposible y había dado a luz al primer grupo
de trillizos en la historia Fae. Sus ojos se movieron hacia su rostro y
reprimió el dolor que trató de escapar. Ella estaba muerta y él estuvo
equivocado. Ella no era su salvación y él había arruinado su vida al
pensarlo así. Ella estaría viva si él nunca hubiera sido maldecido con
visiones.
Danu le había advertido que iba a morir y que él no podría
detenerlo. Nadie podría. ¿Entonces cuál era el maldito punto? Él
había discutido con Danu y ella le había prohibido dar advertencias
o prevenir esto.
Ella le había mostrado un mundo donde no existía nada. Nada.
Faery y su mundo se habían derrumbado, y conocía a Synthia lo
suficientemente bien como para saber que ella lo mataría si permitía
que sucediera. Se acercó más a su cuerpo y sus manos brillaron con
poder plateado mientras cerraba la incisión ensangrentada, luego
puso una sábana sobre el cuerpo para darle algo de dignidad en la
muerte.
Adam entró y Ristan observó mientras procesaba lo que había
sucedido. Tenía que haber sentido que su vínculo se rompía, porque
giró en un círculo amplio y luego se fue de nuevo. Ristan se
sorprendió cuando Adam regreso, con Adrian y Alden detrás. Ambos
cedieron al caos y Ristan observó en silencio mientras todos
esperaban para ver cuántos de los bebés sobrevivirían a su difícil
nacimiento.
Vio como un ayudante se acercaba a su hermano y le entregaba al
primogénito. Las lágrimas se deslizaron de los ojos de su hermano y
eso lo destruyó. Su estómago se retorció, su corazón se apretó, y se
sintió inútil mientras estaba entre sus hermanos, nunca se había
sentido tan solo en toda su existencia.
Maldita Danu; ella podía irse al infierno.
Ryder se rompió. Ristan apenas logró mantener a raya su propio
dolor. Observó a la criatura más poderosa que conocía mientras se
derrumbaba. El dolor de Ryder fluyó a través de su Guardia y Ristan
no fue inmune. Sacudió la cabeza, incapaz de detener el dolor. Vio
cómo entregaban a su sobrina a su padre.
—Tus hermanos te escondieron y te protegieron —le susurró Ryder
a su hija mientras besaba la parte superior de sus rizos platino. Ella
era una pequeña réplica de su madre. Una perfecta inocencia, su
belleza intacta sin estar manchada por el mal.
—¿Ahora qué? —Preguntó Ristan mientras se acercaba al cuerpo de
Synthia.
—No la toques —advirtió Ryder mientras empujaba a su hija en los
brazos de Ristan y se movía hacia el cuerpo sin vida.
Ella se había ido. Se estrelló contra todos ellos cuando Ryder sintió
la pérdida. Ristan sintió lo que pasaba por la mente de Ryder y supo
que le pediría a Ristan que encontrara a Danu.
—Ryder, ella no la puede traer de vuelta. Danu me ha mostrado lo
que sucedería si ella interviniera y no habría mundo; no quedarían
humanos, no quedarían Faes. Ella se ha ido, pero tus hijos están aquí
y te necesitan, hermano, todos lo hacemos.
—¿Qué quieres decir con no habría mundo? —Ryder espetó, sus ojos
se entrecerraron en Ristan con cautela.
—Nada. No quedaría nada de ninguno de los dos mundos si se
rompe el equilibrio. Se suponía que esto iba a suceder y no se puede
romper el equilibrio cambiándolo. Synthia nunca te perdonaría si lo
hicieras, y lo sabes.
—Ella es mi jodido mundo —respondió con un grito destripado.
—Entonces dile adiós, hermano, y déjala ir en paz —susurró Ristan,
y empujó algo de su fuerza restante hacia su hermano. Le dio la
fuerza que necesitaba para despedirse del amor de su vida.
Ristan cargó a la bebé, su pequeña boca ya intentaba succionar.
Ristan empujó el poder en su pequeño cuerpo, usando su propio
poder para fortalecer a la pequeña niña. Necesitaría su ayuda; los
necesitaría a todos ahora que no tenía a su madre.
—Fuera —espetó Ryder a pesar de que la mayoría de ellos habían
sentido su necesidad de estar solo.
En el momento en que se cerró la puerta, Zahruk giró hacia Ristan.
—¿Qué carajos? ¿No has tenido visiones en una eternidad, y ahora
tienes una, y se trata de un maldito apocalipsis? —él demando.
—Danu me mostró lo que sucedería si intentábamos salvar a
Synthia. Sería el fin del juego para todos. No puedes joder el
equilibrio y esperar que no se rompa. Todos lo sabemos, hermano.
Él se recuperara; es fuerte. Puede que se enfríe, pero con el tiempo
comprenderá que las vidas de muchos superan su felicidad, aunque
yo desee como el infierno que no sea así. Intenta saber lo que se
avecina y saber que si lo tocas o lo detienes, acabará con todo y con
todos. Intenta ser dueño de eso por un maldito día, Zahruk.
Ristan acunó al angelito en sus brazos, se fijó en sus ojos dorados
igual a los de su padre. Se había equivocado antes; la princesita era
una mezcla de sus padres, y observó en silencio cómo los hombres
adultos la miraban con asombro.
—Eres amada y deseada, princesita —le susurró Ristan a la bebé
mientras sus ojos dorados lo observaban con una mirada que tiró de
su corazón—. Tu madre fue la mujer más valiente que he conocido, y
te amaba —dijo, mientras su voz se quebraba y su cabeza negaba por
la injusticia de toda la situación.
Todavía la sostenía cuando Ryder pidió venganza a través de su
vínculo, y sintió el impulso de matar. Ryder estaba muerto y
buscaría sangre por sangre. Ristan cerró los ojos y permitió que la
niña en sus brazos le diera una apariencia de paz, porque pronto
irían a la guerra.
Ni siquiera tenían una guardería para los niños porque nadie había
pensado en crear una todavía. Pensaron que tenían más tiempo. Se
habían equivocado.
No fue hasta que Ristan ayudó a Ryder a crear una guardería en las
habitaciones de Synthia que entregó a la niña para que la metieran
en la ropa de cama de la cuna que le habían conjurado. Aodhan trajo
las dos cunas en las que apenas había terminado el trabajo de
detalle, y los niños se acomodaron en sus mantas. Zahruk se fue a
buscar algunas nodrizas para los bebés, lo que iba a ser un desafío ya
que no había muchas madres lactantes en Faery.
Ristan y Adam se dieron cuenta en este punto de lo poco preparados
que estaban para los bebés. Ambos se fueron a recoger provisiones
una vez que los guardias estuvieron estacionados fuera de la
habitación.
Usar glamour con los objetos sería más fácil si supieran qué diablos
estaban haciendo. Habían llegado hasta el portal y estaban a punto
de irse cuando sintió la inquietud de Ryder, y él y Adam entraron en
la habitación de los niños para encontrar a Synthia viva y de rodillas
ante Ryder.
¡Maldita sea! ¿Esa maldita perra de Danu sabía que ella traería de
vuelta a Synthia, y le había hecho destriparla? Ristan sintió ira y
odio, crudo y más pesado de lo que había sentido en mucho tiempo.
Danu le había permitido creer que estaban perdiendo a Synthia y
que no había tenido más remedio que jugar un papel que le había
arrancado el corazón. Salió de la habitación y esperó fuera de las
puertas por Adam.
¿Cómo podía Danu ser tan fría? Una simple pista, y Ristan no se
habría sentido como si hubiera sido él quien hubiera cortado la vida
de Synthia. A menos que ese hubiera sido el juego enfermizo de
Danu; para ver si él haría lo que ella le ordenó. Era posible, pero si
fuera el caso… Ristan rompería sus lazos con la Diosa y dejaría que
las fichas cayeran donde pudieran. Quería hacer todo lo que
estuviera a su alcance para ayudar a Faery, Ryder y sus hermanos,
pero ella lo estaba haciendo sufrir cruelmente de todas las formas
posibles con su vínculo con ella. Ella podría matarlo fácilmente, pero
eso sería algo con lo que él lidiaría cuando sucediera.
—¡Está viva, esa es Synthia! —Adam exclamó, y Ristan asintió en
reconocimiento.
Sí, estaba viva. Descubriría bastante rápido que él era quien la había
abierto en esa mesa. Danu le había arrebatado a otra persona, y se
preguntó si tendría que ver con sus celos enfermos y retorcidos.
—Vamos de compras —dijo Ristan en voz baja, sus ojos sosteniendo
los verdes de Adam—. Necesitará muchas cosas para los trillizos.
Capítulo Diez
Ristan se sentó con Alden en la cabina de estudio; pergaminos,
libros y archivos pasaban desapercibidos sobre la mesa y el
escritorio. Una botella a medio beber de Glenmorangie de dieciocho
años estaba en la mesa entre ellos. Su narración del nacimiento
pesaba mucho sobre ambos. Le había explicado lo que había
sucedido y lo que se esperaba tradicionalmente a medida que
pasaban los días para Synthia. La presentación de los bebés y las
tradiciones Fae fueron de gran interés para el Anciano.
Alden siempre fue una esponja para cualquier cosa que Ristan
repartiera, en cuanto a detalles, sobre Faery. Habían pasado unos
días desde que había estado en el Gremio dado que la vida en Faery
había tomado un giro siniestro y había creado diferentes demandas
para todos ellos. Explicó lo que le había sucedido al Árbol de la Vida
y lo que el árbol significaba para su mundo, así como el impacto que
tendría en los bebés si no se encontraba una cura a tiempo, y Alden
había ofrecido sugerencias.
—Él la deja hacer muchas cosas que su propio padre no haría, ¿no es
así? —Preguntó Alden mientras vertían más licor en vasos de cristal.
Ristan pensó por un momento en lo que podría decirle a Alden en
ese momento. Descubrir que Synthia era en verdad la hija de la
Diosa podría ser demasiado para Alden, por lo que se mantuvo lo
más cerca posible de la verdad.
—Yo no diría eso. Las circunstancias son diferentes en su dinámica
de lo que fue para mi padre, pero él la pone a prueba mucho. Él está
viendo si ella puede enfrentarse a los Unseelie mientras ve cómo la
aceptan. Es inteligente, porque si ella no tuviera pelotas, la
convertirían en un objetivo. Él lo sabe, así que les está mostrando
que ella es una fuerza a tener en cuenta.
—Ella es eso —dijo mientras se alejaba y comenzaba a ordenar la
habitación para pasar la noche—. Ella fue mi mayor desafío y mi
guerrera más feroz, así que no dudo que Ryder la esté aprobando
ahora. Sin embargo, nunca será un objetivo fácil. La chica sabe
cuándo está en peligro. Se parece mucho a mi hermana, aunque no
comparten ni una pizca de ADN —dijo en voz baja. Un golpe en la
puerta llamó su atención.
—¿Te estás retirando? —Olivia preguntó desde la puerta, con los
ojos en Alden.
—Lo estoy —dijo mientras volvía a tapar la botella de Glenmorangie,
la guardaba en uno de los armarios y recogía un puñado de archivos.
—¿Te importa si hablo con Justin sobre algunas cosas que encontré?
— preguntó, y Ristan la miró.
¿A qué diablos estaba jugando? Observó a Alden mientras asentía y
decía buenas noches antes de que Olivia cerrara la puerta y se
adentrara más en la habitación. Ella miró a cualquier cosa menos a
él por unos momentos, y luego se volvió y le sonrió.
—¿Necesitas algo, cher? —preguntó
—Juega conmigo, Demonio —susurró, y sonrió tímidamente
mientras se levantaba la falda, mostrando sus rizos rojos.
Bajó los ojos y negó con la cabeza. —Ella es inocente —murmuró,
su garganta se cerró con la necesidad de enterrarse profundamente
dentro de la delicada y apretada carne rosada.
—Lo es. La pobre chica nunca tuvo un orgasmo. ¿Por qué no la
usamos y dejaré que se quede con el recuerdo de que le diste uno? —
Ofreció Danu mientras se movía, usando el cuerpo de Olivia, y
agarró la mano de Ristan, levantándola para acariciar la dulce carne
entre sus piernas. Danu desabotonó la blusa de Olivia y la dejó
resbalar por sus hombros. Su sujetador de encaje lo siguió un
momento después.
—No le hagas esto —susurró mientras levantaba los ojos y luchaba
contra la necesidad que se desplegaba y apretaba en su vientre. Sus
dedos rozaron su acalorado sexo y negó con la cabeza—. ¿No has
hecho suficiente?
—Te lo dije, Demonio; hay algunas cosas con las que ni siquiera yo
puedo interferir —dijo Danu mientras se sentaba en la pequeña
mesa y comenzaba a extender la carne de la chica.
—¿No podrías haberme dicho que viviría? ¿O que no la había
destripado? Luego finges que todo está bien, que destrozarme y
hacerme pensar que le había quitado la vida era solo otra lección que
tenías que enseñarme. ¿Qué hay de que ella sea tu hija, Danu? Por
eso nos permitiste ser amigos, ¿no es así? ¿Porque sabías que la
protegería? ¿Adivina qué? Estoy harto y cansado de tus ideas de
lecciones —dijo con enojo.
—Oh, mi pobre, pobre, Demonio; la quieres, ¿no? —Preguntó Danu
sarcásticamente, ignorando sus preguntas mientras deslizaba un
dedo dentro de Olivia y gimió cuando sus propias acciones hicieron
que el cuerpo de Olivia respondiera. Sus ojos estaban pegados a lo
que estaba haciendo mientras su polla se endurecía en respuesta al
dulce sonido de la carne siendo penetrada.
—Danu —advirtió, pero ella sacó el dedo y se acercó a él hasta que se
sentó a horcajadas sobre su regazo. El dedo que había estado dentro
de Olivia lo metió en su boca y él gimió de mala gana.
Sabía a ambrosía. Sus exuberantes tetas estaban expuestas a sus
ojos y él se reclinó, su mente se preguntaba qué pasaría si Danu
dejara su cuerpo ahora. ¿Estaría ella dispuesta a terminar lo que
estarían haciendo?
Él chupó su dedo, mientras el inmenso poder de Danu atravesaba la
delgada astilla a la que se había aferrado. Danu respondió a su
meditación mental. —Estaría en shock cuando la dejara. Su dulce
coño estaría abierto. Sí, realmente es virgen y tu polla gigante la
destrozaría, Demonio. Ella es tan dulce e inocente en cuanto a las
necesidades de un hombre. Ella está enamorada de ti, piensa que los
ángeles colgaron estrellas solo para ti en el cielo. ¿Quieres que
monte tu polla? —hizo un puchero suavemente, sus movimientos
eran hábiles y nada parecido a lo que sería con Olivia.
—¿Serías lo suficientemente fría como para quitarle su primera vez?
—Ristan exigió mientras ella continuaba moliendo el cuerpo
prestado sobre su enorme polla, que palpitaba y estaba más que
dispuesta a saquear la carne inocente. Él, sin embargo, no lo estaba.
—Sí —dijo Danu con una mirada traviesa en los dulces ojos color
zafiro de la víctima que estaba controlando—. La tomaría unas
cuantas veces, y ni siquiera tengo una polla. Vamos, folla su
cuerpecito apretado. Hazla venir. Enséñale por qué las mujeres
necesitan a los hombres que creé, de quienes me aseguré estuvieran
bien dotados —susurró con descaro. Levantó las manos y pellizcó los
pezones que le hacían la boca agua por la necesidad de succionarlos.
—Vete a casa, Danu —dijo mientras permanecía inmóvil.
—Si no me follas —dijo mientras levantaba las caderas, mostrando
la abertura expuesta de Olivia— Encontraré a otro para que la tome.
Ella es inocente, y sé cómo secretamente quieres devorarte a las
chicas inocentes.
—No me follo a las vírgenes. Me gusta una mujer que sabe lo que
quiero, y no necesita instrucciones escritas para hacer el trabajo. Sal
de ella y déjame mostrarte exactamente a qué me refiero —dijo con
voz ronca mientras empujaba su erección contra el suave cuerpo de
Olivia.
—Quiero que la follen, así que o puedes hacerlo tú o encontraré a
alguien que la acepte. Esas son mis demandas, Demonio —ordenó
Danu mientras ella se bajaba de su regazo y se inclinaba, mostrando
el trasero de Olivia para su placer visual.
—Danu —suplicó, sus ojos se deleitaron con la dulce carne que tenía
humedad acumulada y goteando por sus muslos de porcelana
cremosa.
—Muéstrame que no significa nada para ti. Límpiale el coño y lo
terminaré. Es decir, si puedes detenerte sin que ella se corra
primero. Te conozco, Demonio. Yo fui a la que usaste para evitar el
festín de almas y tu extraña culpa de lo que naciste para ser. Limpia
su coño y dejaré intacta su virginidad.
Ristan tragó y luchó contra la furiosa erección que presionaba
ásperamente contra los jeans que había usado. —Bien, pero no dejes
este cuerpo hasta que esté fuera de esta habitación. Quiero que el
recuerdo de esto desaparezca de su mente. ¿Entiendes? No arruines
mi maldito encubrimiento, porque eso solo lastimaría a Synthia.
—Bien —dijo mientras se movía hacia el escritorio y se levantaba de
un salto, plantando su trasero en él, sin importarle que Olivia tuviera
moretones mañana.
—Bien —escupió Ristan, furioso por verse obligado a hacer algo que
pensaba que estaba mal. No estaba bien y él lo sabía. Olivia no
estaba dispuesta y, al igual que con las otros que tomó, él podía
sentir lo que hacían mientras disfrutaban de su toque. Olivia estaba
allí, atrapada en su propio cuerpo, asustada de cómo se sentía su
cuerpo y su reacción a su toque.
Como si pudiera sentir que estaba siendo abusada y no le gustaba.
Por supuesto, eso cambió cuando su boca tocó su muslo. Ella gimió y
su alma resplandeció desde dentro. Usó su lengua para frotar
pequeños círculos en el interior de sus muslos. Su propio gemido
abandonó sus labios mientras saboreaba sus jugos.
Maldita sea, nunca había probado nada como ella. Su mano subió
por sus piernas para extender sus muslos, para permitir más acceso
para limpiar su dulce desorden. Su nariz tocó su clítoris y la sintió
temblar desde dentro. Ahora ella estaba dispuesta, pero él nunca le
quitaría su primera vez.
No era tan bastardo.
Su autocontrol amenazó con romperse cuando su lengua se movió
hacia la rendija de su calor y empujó dentro. Sintió el pre-semen
goteando de su polla. Sus caderas se movieron distraídamente
mientras imaginaba que se sumergía en su dulzura. La separó aún
más y movió su boca sobre su resbaladiza humedad, y en el
momento en que terminó, se puso de pie y miró a Danu.
—Su carne está limpia, y hemos terminado —susurró con voz ronca,
antes de romper su propia regla y transportarse fuera del Gremio.
Había estado a unos segundos de tomarla y odiaba a Danu por eso.
Años, malditos años había controlado su hambre, y en un día, ella
entra, dulce como la mierda, usando a Olivia, y deshace su fuerza de
voluntad, su autocontrol. Todos idos.
Entró al club de Vlad y se trasladó a las habitaciones traseras sin
siquiera decir una palabra. Encontraría a alguien que pudiera aliviar
el dolor, y estaba malditamente seguro de que Danu no diría ni una
maldita cosa al respecto.
Hoy, había ido demasiado lejos. Ella había empeorado y él había
tenido suficiente. Él no era su perra, y estaba malditamente seguro
de que había terminado de recibir órdenes de ella o de ayudarla. Ella
debió haberlo sentido, que tenía que ser la razón por la que había
robado el cuerpo de Olivia esta noche.
Lo había hecho tres veces en la última semana, llevándolo al límite y
dejándolo luciendo como una mierda culpable. Keeley había
recobrado sentido sobre él, y ella había luchado y gritado como una
Banshee, y se detuvo justo antes de acusarlo de violación. Ni siquiera
se había dado cuenta de que era Danu hasta que fue demasiado
tarde. La siguiente mujer le había raspado la cara con las uñas y se
había marchado antes de que ninguno de los dos se hubiera liberado.
Había terminado, y con cada mujer que Danu tomaba, perdía un
poco más de control. Esta noche, con Olivia, se había hecho añicos.
—Faith, desnúdate, ahora —ordenó mientras empujaba a una de las
clientas habituales de Vlad a una habitación y se quitaba la ropa con
un solo pensamiento. Ella jadeó y él sonrió con frialdad. A ella le
gustaba que fuera duro, y era algo bueno, porque él estaba furioso y
necesitaba follar.
Capítulo Once
Olivia se movió en la cama, su cuerpo le dolía con necesidad. Gimió
mientras algo se repetía en su mente, y la imagen de ello la deshizo.
Había soñado con él otra vez, y él le había hecho cosas mágicas a su
coño con su lengua, su boca... y ¿realmente le había chupado los
jugos de sus dedos?
Mirando su cuerpo, gimió cuando encontró sus bragas en su mano, y
su coño dolorido. ¿Qué demonios? Lo último que recordaba era
devolver un archivo, y luego nada. Se sentó y miró su falda blanca,
húmeda por los fluidos de su cuerpo.
¿Finalmente había tenido un orgasmo y no se dio cuenta? ¿Por qué
su cuerpo estaba en llamas, le dolían los pezones? Se sentían como si
los hubieran pellizcado con fuerza. Levantó su mano y probó uno,
encontrando que su sostén no estaba, y no se veía desde donde
estaba en la cama.
Miró alrededor de su pequeña habitación y jadeó cuando sus dedos
encontraron su coño empapado, con un recuerdo de Justin lamiendo
su excitado sexo a toda prisa. ¿Sueño o recuerdo? Escuchó su
propia respiración acelerada mientras dejaba que sus dedos se
deslizaran dentro del deseo inflamado de su sexo.
¿Por qué estaba empapada? Cuando intentó llegar por sí misma,
nunca se mojó tanto. Ni siquiera soñó con Justin, lo cual, si fuera
honesta, fue un sueño caliente. ¿Pero este? Este era diferente. Era
como si alguien más hubiera tenido el control, y ella hubiera sido
una pasajera.
Cerró los ojos, y puso su cabeza en la suavidad de las plumas de su
almohada, y dejó que el sueño distorsionado volviera. Su mente
estaba nublada, pero se vio a sí misma exhibiéndose ante Justin, y
vio cómo se distorsionaba y se convertía en una hermosa criatura,
no, un monstruo.
Su cabello rubio se volvió negro y se alargó. Sus dedos le picaban por
probar las longitudes sedosas. Ojos plateados y negros la miraban,
arremolinándose lentamente al sumergir los dedos en su propia
carne, y ella lo sentía. El calor de sus ojos mientras ella lo seducía
lentamente. Su piel se puso roja por un momento y luego volvió a un
marfil pálido, y ella jadeó, su cuerpo necesitaba su toque.
Recordó haber ido hacia él, a horcajadas en su enorme cuerpo. Su
carne más sensible se frotaba sobre su enorme polla a través de sus
vaqueros. Joder, era enorme. Ella sintió la sutil sensación de un
orgasmo en espera. Algo en este sueño era muy familiar.
Ella miró a través de un trance mientras sus propias manos
desnudaban sus pechos. No había indicios de por qué, o cuándo lo
habría hecho, pero lo sintió. No podía entender las palabras que se
decían, o cuál era su significado, pero cuando volvió al escritorio y
extendió su coño, él la siguió.
Su corazón latía salvajemente mientras sus manos separaban su
carne, su boca se movía lentamente hacia su núcleo necesitado. Ella
siseó mientras su lengua salía, y él siguió el rastro de su excitación
hasta que llegó a su coño.
Ella gritó mientras su boca se movía para devorar su carne,
lanzándose hacia el interior hasta que pensó que seguramente
explotaría. Lo hizo durante varios momentos, su lengua la consumió.
Esta criatura entre sus muslos era mágica y puramente sexual.
Ella sintió el suave empuje de su cuerpo, el apretón en el área que él
saboreaba con su boca. Los nudos de su vientre se suavizaban con
cada golpe hambriento de su lengua. Él separó su carne para un
mejor acceso, entonces justo cuando ella pensó que seguramente se
rompería en pedazos, se detuvo.
Se sentó y miró a su alrededor, preguntándose de dónde diablos
había salido ese pensamiento o sueño, y se sacudió. El Gremio
estaba protegido de los monstruos, y ella no era una idiota; lo que
fuera que había estado en su visión, o en su cuerpo, había sido un
monstruo. Un monstruo que se parecía mucho a la descripción que
el niño le dio de ese demonio en el callejón.
Dándose una ducha fría y con mucho jabón, trató de disipar la
imagen sin sentido y la tensión en su cuerpo. Sin embargo, cada vez
que cerraba los ojos, volvía a ver al monstruo, haciendo mierdas con
su boca que hacían que cada una de sus partes femeninas palpitaran
de necesidad.
Lo apuntó todo en un papel. Desde las marcas plateadas oscuras del
ser que corrían por sus antebrazos, su piel pálida que se volvía roja,
hasta sus ojos plateados que tenían patrones negros que se
arremolinaban en ellos. Todo lo que podía sacar de su mente fue
puesto en una nota y empujado en su mesita de noche.
Finalmente, dejó su pequeño apartamento, y esas malditas imágenes
siguieron reproduciéndose en su mente. Consideró llamar para decir
que estaba enferma, y luego pensó en lo que diría. Estoy soñando
con un monstruo que hace cosas muy malas, muy bien a mis partes
femeninas, así que necesito el día libre… Como si lo hiciera…
Se movió por el largo y sinuoso pasillo hasta que casi se encontró
con Cyrus. Él estaba respaldado por un grupo de soldados
fuertemente armados, lo que hizo que su ritmo cardíaco se
disparara.
—Sólo venía a buscarte —dijo—. Anoche, las protecciones se
dispararon, y conseguimos un video de algo interesante en la
biblioteca. En el cubículo de estudio que Alden y Justin han estado
usando —dijo Cyrus, sus ojos se estrecharon sobre ella—. Tú estabas
allí. Así que dime, ¿qué carajos había dentro de esa oficina contigo?
—Espera… ¿qué? —susurró. Sus ojos se nublaron con lágrimas
mientras las palabras e imágenes se repetían en su mente.
—Estuviste dentro de esa habitación anoche —acusó, con un tono
condenatorio—. Tenemos un video de Justin entrando, tú llegando y
Alden saliendo. Luego muestra que te vas, pero no hay nada en el
video de Justin saliendo del cubículo.
—No, no lo estaba. ¡Lo juro! —gritó, con la boca seca por saber lo
que podía pasar. ¡Estaba siendo acusada de ser una traidora!— Tuve
un sueño —se planteó—. Como si estuviera allí, pero que no tenía el
control —admitió.
—¿Entiendes cómo suena eso? ¿Puedes probar que no estuviste allí
anoche? Porque yo puedo probar que estuviste —dijo Cyrus con una
sonrisa que hizo que los escalofríos subieran por la columna
vertebral de Olivia.
—No —susurró—. ¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó con
dudas, sabiendo que era más que probable que la enviaran a Seattle
para ser interrogada por gente especializada en tortura.
—Tú puedes ayudarnos. Demuéstranos que no eres una traidora.
Tenemos que interrogar a Justin y como Alden es su patrocinador, él
también tendrá que ser interrogado. Puedes ayudarnos a atraparlos.
La elección es tuya, pero tienes que decidir ahora —susurró
suavemente mientras levantaba su mano para tocar su rostro—.
Elige sabiamente, porque sería un desperdicio de alguien tan joven
si no eliges bien.
—Haré todo lo que necesites —dijo suavemente, con la mente puesta
en los niños del Gremio. Ya habían pasado por mucho, y ella se
preocupaba constantemente por lo que pasaría si no estaba cerca
para ayudarlos en los años difíciles hasta que eligieran una clase
para que se especializaran. Además, si realmente había un
monstruo en el Gremio, sus niños estaban en problemas.
Cyrus sonrió victoriosamente, y uno de los Ejecutores le entregó a
Cyrus una botella de vino que le ofreció a Olivia. —Esta noche irás a
Alden y Justin, y conseguirás que ambos beban esto. Si no lo haces, y
tenemos que enfrentarnos a ellos, podría ser una lucha a muerte
para nuestros Ejecutores. Esto los noqueará, pero como Justin
probablemente no es humano, necesitarás usar más que un poco.
Confío en que puedas atraerlo para que lo beba.
Había una acusación en los ojos de Cyrus, y ella buscó a tientas las
palabras adecuadas. —¿Y si son inocentes? —susurró entre lágrimas.
—Oh, mi dulce Oliva, ¿y si son monstruos? —respondió—.
Monstruos a los que has estado dando información ilimitada.
¿Sabías que la sobrina de Alden se acercó a los Faes? Justin se
queda con Alden como guardaespaldas cuando está aquí, ¿lo has
notado? Creo que te han estado usando todo este tiempo para pasar
información a los Faes, lo que te hace cómplice del crimen. ¿Sabes lo
que el Gremio hace a los traidores? Los atan y les cortan la piel, y les
abren las venas hasta que están indefensos, pero para pedir
misericordia. Tú y yo sabemos que el Gremio nunca ha mostrado
misericordia a los traidores.
Sus manos temblaban cuando aceptó el vino. —¿Qué harás con
ellos? —preguntó con la garganta apretada.
—Esa no es tu preocupación; deberías preocuparte por cómo hacer
que Justin se beba el vino —dijo con una mirada furiosa mientras
sus ojos se deslizaban por su cuerpo.
Olivia hizo un gesto de dolor y asintió con la cabeza.
—Este es tu momento para brillar, Olivia; para pensar como lo haría
un Ejecutor. Nuestras mujeres saben cómo tentar a los Faes, y cómo
seducirlos. Úsalo, y cualquier otra cosa que necesites usar, para
capturar al vil monstruo que nos ha estado usando para obtener
información de nosotros. Si fallas, serás entregada al Gremio de
Seattle, y nadie estará allí para ayudarte. Ayúdanos a capturar a
Alden y a Justin, y prometo defenderte.
—¿Voy a trabajar ahora? —preguntó con cautela.
—Sí, pero me pondría algo más deseable que ese aburrido traje. Usa
tu cuerpo; es un plan infalible para atrapar a los Faes. No se cansan
de los coños humanos, así que quizás de deberías de mojar el tuyo
antes. Pueden oler la necesidad, y eso solo añadirá a su deseo de
tenerte a su merced. Cuando tengas su atención, usa la bebida y si
falla, usa esto —dijo mientras le entregaba una pequeña tira de
pergamino—. Ponla en cualquier parte de su cuerpo y hará el
trabajo. No nos falles, Olivia.
Olivia vio como los Ejecutores se pusieron en marcha y siguieron a
Cyrus por el pasillo. No se había encontrado con ninguno de ellos
hasta hoy y estaba segura de que Seattle había enviado a sus mejores
soldados para capturar la amenaza dentro del Gremio de Spokane.
Regresó a su pequeño apartamento y finalmente permitió que el
sollozo se escapara de sus labios. Las lágrimas corrían por su rostro,
y ella las golpeó con rabia. Esto no era justo, y Alden no podía ser un
traidor, ¡simplemente no podía serlo!
Las imágenes del monstruo volvieron rápidamente, y ella tuvo hipo
mientras la imagen de él entre sus piernas la bombardeaba. Ella
había estado allí, y él realmente lo había hecho. Debió alimentarse
de ella e intentó llevarse el recuerdo. Ella sabía que los Fae eran
capaces de tomar recuerdos e imágenes de las mentes de sus “cenas”.
El sueño debe haber sido sus recuerdos resurgiendo. Ella había sido
una víctima involuntaria en un papel que no conocía.
Enderezó su columna vertebral, resolvió establecerse, cimentando su
conocimiento de lo que había que hacer. Si había un monstruo
dentro del Gremio, era su deber proteger a los niños contra él,
incluso si tenía que ser el cebo.
Al mudarse a su dormitorio, se cambió de ropa, se puso unas medias
de encaje negro y las ató a un provocativo liguero. Se quitó su simple
sostén de algodón, reemplazándolo con uno que empujaba sus
pequeños pechos hacia arriba y mostraba un perfecto escote. Se puso
un vestido corto que era negro y lo suficientemente largo para que
cualquiera que realmente mirara pudiera ver el encaje de sus
medias.
Miró su reflejo, y luego lo miró fijamente. —Vas a hacer esto porque
los niños están en peligro. No tienen a nadie, y les debes esto. Un
monstruo estuvo entre tus piernas, Olivia; ¿cómo piensas pagarlo?
No esperaba que la imagen de la ninfa en el espejo respondiera, pero
se veía caliente. Los bordes de las medias se veían perfectamente, y
el hecho de que ella había renunciado a llevar bragas no pasaría
desapercibido si era un Fae inmortal.
Él olería su sexo a una milla de distancia.
Ella soltó el moño apretado que había usado antes, permitiendo que
su cabello cayera en cascada por su espalda. “Aguanta. Puedes
hacerlo. Eres una mujer, y él es un hombre… Es un monstruo, pero
es un hombre. Te quiere a ti. Diosa sálvanos a todos, Hécate, por
favor ayúdame”, envió una oración silenciosa a la Diosa de las
Brujas y dejó su apartamento.
Y que la Diosa se apiade de Justin y Alden, porque el Gremio no lo
haría.
Capítulo Doce
La actividad se apoderó del Gremio y se incrementaron los turnos de
los Ejecutores mientras Ristan observaba. Una ráfaga de actividad
nunca era una buena señal, y considerando que se había
transportado la noche anterior, podría ser eso, o podría ser que algo
más grande estaba pasando.
Sus ojos escudriñaban a los hombres y la actividad en la biblioteca
más allá de ellos. Podía ver a Olivia, su cabello rojo sobresaliendo,
incluso en el cubículo poco iluminado que usaba a menudo cuando
la biblioteca empezaba a cerrar. Se dirigió de nuevo al segundo nivel
del Gremio donde estaban las oficinas de los Ancianos. Golpeó la
puerta y entró rápidamente en la oficina de Alden. Una vez que tuvo
la puerta firmemente cerrada, no perdió un momento en bromas.
—Es hora de sacarte de aquí —anunció Ristan mientras intentaba
mantener su mente alejada de lo que Danu había hecho. Su
alimentación en el club de Vlad había durado horas con múltiples
parejas, y sin embargo no había hecho mucho para frenar su
hambre. Nada parecía detener su necesidad de la pequeña pelirroja,
lo que le molestaba.
—¿Los niños? ¿Tienes un plan para ellos? —Alden respondió
mientras Ristan seguía mirando por la ventana.
—Estarán bien, pero si nos descubren, tú conoces las leyes del
Gremio mejor que yo, viejo, —respondió Ristan—. Están tramando
algo.
—Hubo una infracción; ¿sabes algo al respecto? —Alden preguntó,
sus ojos finalmente se levantaron de los archivos que estaba
hojeando.
—Tal vez, pero esto es algo más. ¿Cuándo trajeron más agentes del
orden público? —preguntó.
—Esto es exactamente lo que pasa cuando piensan que el Gremio ha
sido violado. Es el protocolo —dijo Alden cuando volvió a examinar
el archivo.
—Es hora de empezar a planificar tu estrategia de salida. Los chicos
sobrevivirán, pero yo por mi parte no quiero estar aquí cuando la
mierda se haga pública, y ambos sabemos que está a punto de
hacerlo. Los Magos se están volviendo más audaces, y se las
arreglaron para infiltrarse en la fortaleza de la Horda, lo que
significa que las posibilidades de que estén aquí son muy altas.
—No dejaré a esos niños a merced de los monstruos, y tú tampoco.
Te conozco; hemos pasado suficiente tiempo juntos que sé que los
protegerías si fuera necesario.
—Sea como sea, es demasiado peligroso para nosotros. Nos superan
en número, y los vi pintando protecciones con sangre que me
impedirán sacarte. Sólo eso es suficiente para decirme que tengo
que sacarte de inmediato. Hice una promesa, viejo, y me gustaría
cumplirla.
Alden miraba pensativo a Ristan mientras consideraba sus palabras.
Ambos se detuvieron con un suave golpe a la puerta.
—Adelante —llamó Alden y el dulce rostro de Olivia se asomó a la
puerta.
—Hey —dijo tímidamente, Ristan sintió su polla rebotar a la vida
mientras sus bolas se apretaron con necesidad. Sus jugos habían
creado una obsesión, y él no quería nada más que terminar lo que
había empezado. Sólo que esta vez, quería que ella fuera plenamente
consciente de lo que él era, y de a quién se estaba follando. Pero eso
nunca sucedería. Podía convencerse a sí mismo de cualquier cosa, y
se aseguraría de que nada más sucediera con ella.
—Hoy terminé un archivo entero —dijo mientras sostenía una
botella de vino—. Ayúdenme a celebrar... —preguntó con esperanza,
sus ojos se deslizaron de Alden a Ristan, alejándose de él
rápidamente.
—Me encantaría, pero...
—No —dijo Ristan, impidiendo que Alden continuara—. Nos
encantaría —se corrigió y la miró mientras se movía en la habitación
con un atuendo sexy. Tenía curiosidad por ver si se daba cuenta de
lo que había pasado con su cuerpo la noche anterior.
—Traeré las copas —dijo Alden mientras se movía a la pequeña
habitación anexa a la oficina.
—Has estado terminando muchos de esos polvorientos archivos, así
que, ¿qué hace que éste sea tan especial? —Ristan preguntó, sus ojos
la miraban para ver si había alguna señal de que era otra vez Danu
dentro del cuerpo de Olivia, o algo que pudiera estar mal. La petición
de Olivia era extraña, ya que nunca había oído hablar de ella
celebrando después de haber terminado cualquiera de los archivos
en los que había estado trabajando.
—Terminé todos los discos que nos llegaron de Rhode Island. Puede
que no te parezca mucho, pero es bastante grande para mí —susurró
mientras se adentraba en la habitación. Cuando Alden reapareció
con copas, sonrió.
Le dio a Alden la botella y volvió a sonreír mientras estaba sentada
junto a Ristan. Podía ver la parte superior de encaje de sus medias,
con los delicados ganchos que las mantenían en su sitio. Su vestido
era más corto de lo que ella solía llevar; su polla se sacudía con plena
conciencia de la piel que ella mostraba descaradamente.
Ella estaba tramando algo, y él quería saber qué era exactamente.
Ristan miró por encima de la cabeza de Olivia a Alden, quien asintió
sutilmente en reconocimiento de su cercanía con él. Sus piernas
rozaron las suyas inocentemente, y aunque el hombre mayor dio su
aprobación, Ristan no estaba seguro de que confiara en lo que ella
estaba haciendo.
Olivia observó a Ristan. Su timidez no era fingida, pero su mente
seguía repitiendo lo que había pasado en el cubículo de estudio, y
con sus recuerdos, llegaba un torrente de jugos que la hacía sentir
como una traidora. Alden sirvió silenciosamente las bebidas, y Olivia
envió un agradecimiento silencioso a Cyrus que había enviado a otro
Ejecutor con un bloqueador que evitaría que se durmiera cuando
estuviera a punto de hacerlo.
Cada uno de ellos sostuvo el vino, y Alden hizo un brindis que hizo
que le doliera el pecho con lo que estaba a punto de suceder. Bebió
profundamente el vino tinto, agitando el rico sabor de las bayas en
su boca antes de tragarlo.
Alden les sirvió a todos una segunda copa, y su teléfono sonó. Olivia
esperó hasta que él se mudara a la otra habitación, y entonces
encendió el hechizo, o esperaba haberlo hecho, ya que esta criatura,
fuera lo que fuera, ya se había alimentado de ella.
Vio cómo sus fosas nasales se hinchaban, y mientras echaba un
vistazo a Alden volviendo a su silla, notó los ojos de Alden medio
cerrados, con su cabeza ligeramente inclinada. Su cabeza giró hacia
Justin, que miró con curiosidad a Alden. Olivia entró en pánico y se
movió rápidamente, empujando suavemente a Justin de vuelta a su
silla. Él se sentó lentamente, sus ojos se estrecharon sobre ella.
—Olivia —susurró suavemente—. Esto es una mala idea.
—Te deseo —dijo, bajando los ojos con su timidez, mientras
levantaba su falda para poder sentarse a horcajadas en su regazo. Su
corazón se aceleró; su respiración se enganchó en su garganta
mientras frotaba su humedad sobre su abultada polla—. He soñado
contigo —admitió mientras se inclinaba y frotaba los labios sobre su
suavidad, inocentemente.
Sus manos hurgaban en su cabello mientras él gemía contra su boca.
Ella estaba en serios problemas si el parche no funcionaba. Sus
manos se movieron a sus caderas, y sus ojos se elevaron a los de ella
mientras abría la boca para besarla, y ella lo permitió.
Casi podía fingir que era humano. Su sexo goteaba humedad, y su
polla latía tan fuerte que ella podía sentirla. Bump, bump, bump.
Ella gimió suavemente mientras su lengua separaba sus labios en un
beso de búsqueda.
La electricidad la atravesó, como nada que pudiera haber imaginado.
Su lengua capturó la de ella, y ella gimió suavemente contra su boca.
Su mano se enrolló alrededor de su cuello mientras colocaba el
parche en su piel, y luego gritó mientras él se ponía de pie, dejándola
caer sobre su trasero.
—Qué carajos… —susurró mientras se balanceaba
momentáneamente. Sus ojos se abrieron de par en par con horror
cuando su piel se convirtió en porcelana, y sus ojos gris-azulados se
convirtieron en plateados y comenzaron a girar en un patrón. Su
cabello era negro, y mucho más largo de lo que había sido, ¡y era
jodidamente enorme!
Cayó sobre ella, causando que gritara mientras sus dedos se
clavaban en su piel mientras luchaba contra la mezcla de las drogas y
el hechizo del pergamino. —¡Maldita bruja! Te cazaré y te quitaré lo
que quiero de ti —susurró mientras sus palabras comenzaban a ser
un poco más espesas.
—Lo siento mucho —gritó ella, pero mientras yacía bajo él, las
puertas de la pequeña oficina se abrieron de golpe y los agentes de la
ley entraron corriendo, Cyrus siguiéndoles de cerca—. Lo hice —
susurró mientras el peso del demonio se apretaba contra ella. Podía
ver a Alden ahora, mientras yacía en el suelo, sus ojos mirándola con
una mirada herida de traición.
—Lo hiciste, dulce niña, —dijo Cyrus, y sonrió fríamente—.
Detengan a los tres y lleven a Alden abajo con la criatura. La redada
ya ha comenzado. Todo el Gremio está siendo eliminado.
El corazón de Olivia se detuvo. —¿Qué? —susurró con fuerza.
—No se trata sólo de un traidor, dulce niña; se trata de todo un
Gremio de ellos. ¿Por qué crees que empezamos a trasladar a los
agentes del orden de aquí a Seattle? Alden ha contaminado todo lo
que ha tocado —dijo, y asintió a los Ejecutores que esperaban su
orden—. Llévenla con ellos, pero no la maten; todavía podría sernos
útil —dijo Cyrus cuando un hombre gigante se puso al lado de Cyrus
y miró a Olivia con unos ojos azules inhumanamente claros.
—Asegura al Demonio; se despertará pronto. Ya está luchando
contra las drogas —dijo el hombre. O, dijo el ser; no era un hombre,
e hizo que a Olivia le dolieran los ojos mientras lo miraba. Era un
poco más grande que el Demonio, y su cabello largo era tan rubio,
que casi parecía plateado.
—Bilé, queremos las armas. Nos prometiste más armas que podrían
contener y debilitar a los Faes —dijo Cyrus mientras expulsaba a
Olivia de su mente, y sonreía con una fea y retorcida mirada en su
cara mientras el ser sacaba varas de oro y se las entregaba a Cyrus.
—Si piensas usarlas conmigo, te advierto que no funcionarán como
crees que lo harán. Tenemos un acuerdo, y si te cruzas conmigo,
morirás —dijo Bilé. Su imagen giró, y luego se vio tan humano como
los hombres que lo rodeaban. Giró la cabeza hacia la criatura
inconsciente en el suelo—. Además, tienes una gran arma ahí
mismo. No tienes ni idea de lo que has capturado con tu bonito cebo.
Si le traes suficiente dolor a ese, él sacará el mayor premio que
puedas imaginar aquí, lo quiera o no. Están conectados. —Bilé se rió
y el sonido la asustó muchísimo.
Olivia sintió lágrimas de rabia cuando fue sacada de la habitación
por los Ejecutores, luego todo el edificio tembló cuando sonó una
explosión. Las puertas se balanceaban en sus bisagras y el polvo del
ladrillo y el mortero goteaba a su alrededor. La tierra a los pies de
Olivia tembló, haciendo que sus ojos se humedecieran por el polvo
mientras sus oídos zumbaban por la explosión.
—Déjenme ir —suplicó Olivia, pero los hombres la ignoraron. Uno le
sostuvo el brazo dolorosamente mientras el otro le quitaba el traje.
—Pareces divertida, cariño —se burló, sus ojos color avellana
moteados se deslizaron por su cuerpo con un hambre
desenmascarada que la hizo retroceder, sólo para ser tirada más
cerca mientras el hombre que la apretaba el brazo la sostenía allí.
—¡Hay niños en el edificio! ¡Bebés! —suplicó mientras las lágrimas
se deslizaban de sus ojos para correr, sin control, por sus mejillas—.
Por favor, ustedes son los Ejecutores. ¡Se supone que deben
protegernos!
—Incorrecto —uno sonrió—. No estamos aquí como Ejecutores
amigables y seamos honestos, cariño, ni siquiera somos Ejecutores.
Así que, ¿por qué no te callas y disfrutas del espectáculo?
Oliva vio con horror como Alden fue arrastrado fuera, la sangre
goteando de su cara; algo le habían hecho mientras estaba
inconsciente por su acción. Ella había hecho esto. Había confiado en
Cyrus, y ahora estaban dañando a aquellos que había jurado
proteger.
Un hombre salió corriendo de una de las muchas oficinas, sólo para
ser disparado por uno de los hombres que estaban con ella. Los
falsos Ejecutores la arrastraron hasta el nivel de la biblioteca donde
vio a Darrin, otro bibliotecario, detenerse y levantar las manos en
señal de rendición; él también fue asesinado. Sollozó mientras más
gente se apresuraba a ver lo que estaba pasando, sólo para ser
asesinada. Se oyeron disparos y gritos desde los pisos superiores del
Gremio, y Olivia lloró mientras se deslizaba por el suelo,
cubriéndose los oídos.
—¡Deténganse, oh Dios, por favor, deténganse! Ellos no se merecen
esto. Se rendirán, sólo dejen de matarlos —suplicó, sin éxito.
No fue hasta que vio a los niños acurrucados detrás de una fila de
estantes que su corazón se detuvo. Se llevó el dedo a los labios y se
puso las manos sobre los ojos. Gritó la palabra “esconder”, y en el
momento en que los hombres se movieron para perseguir a los otros
bibliotecarios, se puso en marcha y corrió hacia los niños. Algunos
eran de la clase de secundaria, el resto eran niños de su clase de
primaria, y estaban acurrucados alrededor de una de las aprendices
de bibliotecaria más jóvenes, Lexie, cuya pierna sangraba
profusamente.
—Síganme, —suplicó suavemente, ayudando a Lexie mientras
aplicaba presión adicional al único disparo en la pierna de Lexie—.
Necesito que estén tan callados como cuando entrenamos para los
ejercicios. ¿Pueden hacerlo? —susurró, y ayudó a Lexie a levantarse
del suelo.
—Nos van a encontrar —susurró Ashlyn mientras su labio inferior
temblaba—. Le dispararon a la Srta. Lexie; nos van a disparar a
nosotros también.
—No si podemos llegar a las catacumbas; podemos escondernos allí
—susurró. Los niños la siguieron mientras ayudaba a Lexie, que de
alguna manera se las arreglaba para aguantar su grito de dolor
mientras se adentraba en los estantes de las extensas bibliotecas—.
Ahora, cuando lleguemos al área de recepción, necesito que se
muevan rápidamente. Hay monstruos aquí, así que necesitamos
estar en silencio, pero muy rápido.
—Señorita Olivia, ¿matarán a mi mami? —Sarah preguntó, sus
mejillas de bebé manchadas de lágrimas.
—Creo que el Gremio se está defendiendo, cariño, pero ahora mismo
necesito que seas valiente. Necesito que hagas lo que te pido, y
necesito que lo hagas rápido —dijo Olivia mientras contaba
los cabezas de la clase de primaria y se quedó corta—. ¿Dónde está
Michael?
—Se escondió en los baños —dijo Lexie mientras se quitaba un poco
de tela de su falda y procedía a atar la herida—. No pude llegar a él.
—Está bien, volveré a por él en cuanto estén a salvo en las
catacumbas. ¿Puedes caminar? —preguntó, notando que la sangre
ya se estaba acumulando y empapando la tela.
—Creo que puedo, pero, Olivia, está sangrando mucho, —admitió al
ver los ojos aterrados de Olivia.
Olivia sabía, por la cantidad de sangre que fluía por su pierna, que la
arteria femoral de Lexie había sido golpeada y sintió la bilis correr
hacia su garganta, pero se negó a dejar que saliera. Se tragó el
sollozo y sacudió la cabeza. Eso era la muerte; Lexie se estaba
desangrando, y Olivia no tenía una sola tira de pergamino o una
varita para hacer un hechizo de curación para al menos intentar
detener el flujo de sangre. —Puedes hacerlo —prometió.
Lexie asintió con la cabeza, y a medida que los disparos eran más
rápidos, se adentró con los niños en las catacumbas. Una vez que
estuvieron seguros en uno de los pasajes que conducían a los
túneles, se sentó con Lexie. Su herida estaba manchada de sangre
por el esfuerzo que había hecho para llevarlos a los túneles.
—Dile a mi madre que hoy fui valiente, Olivia. Dile que lo he hecho
bien —susurró Lexie mientras se agarraba a la pequeña mano de
Olivia.
—Puedes decírselo cuando vengan a salvarnos —respondió Olivia
mientras movía unos cuantos mechones de cabello del rostro de
Lexie. El corazón de Olivia latía con fuerza al ver la sangre, sabiendo
que no tardaría mucho.
Ella tenía razón. Tomó momentos para que Lexie falleciera, y los
niños supieron cuando Olivia soltó un suspiro apagado de que Lexie
estaba muerta. Olivia tomó las manos de Lexie y las cruzó sobre su
pecho, y la hizo posar como si sólo estuviera durmiendo.
—Bien chicos —susurró con fuerza—. Vamos a jugar un juego. En la
habitación de al lado hay una sala de silencio; se usa para que no se
oiga el arpa que hay dentro de ella. Tendrán que estar muy callados,
pero dejaré a Kenny a cargo, y veremos quién puede estar más
callado mientras busco a Michael. ¿Podrían hacer eso por mí? —
preguntó con ojos suplicantes mientras los niños se dirigían a la
pequeña habitación oscura donde estaba el arpa maldita.
—¿Soy el jefe, como un Ejecutor? —preguntó Kenny, sus ojos de
niño creciendo como platillos de té.
—Así de simple —susurró Olivia.
—Bien, todos adentro —dijo mientras sus ojos se deslizaban hacia el
lugar donde Lexie se hundió en la muerte. Su corazón siguió
latiendo, y una vez que los niños se escondieron dentro de la
habitación, salió a buscar a Michael.
Tenía cinco años, y ahora estaría muerto de miedo. Se abrazó a las
paredes mientras se dirigía al baño de los chicos. Cuando lo vio,
suspiró aliviada, pero cuando se puso de pie y corrió hacia ella, se
oyeron disparos y su pequeña figura se sacudió y cayó al suelo. Ella
cubrió su grito con sus manos, mientras su cabeza temblaba en
negación y la vista de la vida destrozada.
¡Estaban matando intencionalmente a los niños! Su corazón sintió
como si fuera a explotar desde su pecho, pero no se movió. Esperó
unos momentos hasta que sonó como si los disparos se alejaran de la
biblioteca, luego se acercó a Michael y le tomó el pulso. Un sollozo le
arrancó la garganta mientras la ira se apoderaba de ella. Esto era
una locura. ¡No se suponía que fuera así! Ella se puso de pie,
alejándose del pequeño cuerpo ya que era demasiado tarde para
salvarlo.
Olivia abrió a empujones las puertas de la sala de alquimia y pasó
por encima de los cuerpos mientras se movía hacia el pergamino
prefabricado, arrancando lo suficiente, o al menos esperaba que
fuera suficiente, para salvar a quien pudiera en el Gremio. Ella había
comenzado esto, y tenía que detenerlo.
¿Dónde estaban los verdaderos Ejecutores? Porque esos hombres
que actualmente ejecutaban a los niños no eran con los que ella
había servido. Eran asesinos. Agarró algunos artículos que había
leído de los registros de la misión y se dirigió a la puerta.
Se abrazó a la pared de nuevo, susurrando cualquier oración que
pudiera recordar en medio de la crisis. Cuando dobló la esquina y se
encontró cara a cara con uno de los hombres que había estado en la
habitación con Cyrus, usó la daga encantada, susurrándole el
hechizo que había memorizado hacía tanto tiempo. Vio como la daga
navegaba por el aire, y se plantada en el corazón del hombre, que
parecía tan sorprendido como ella de que hubiera funcionado.
Retrocedió hasta la zona donde había dejado a los niños, usando el
pergamino para derribar a cualquiera que se interpusiera entre ella y
esos niños inocentes. Podía oír gritos y disparos a su alrededor, pero
se detuvo cuando un solo grito torturado recorrió la zona.
Justin. Si ella podía llegar a Alden, él podría decirle por qué había
dejado entrar a Justin. No era el enemigo, ya que no había matado a
niños, lo cual tuvo tiempo de sobra para hacer. Tal vez junto con un
Anciano, y lo que fuera Justin, podrían detener las muertes sin
sentido.
Contó las tiras de pergamino e hizo una mueca de dolor. No había
tomado suficiente, y la habitación que lo contenía estaba ahora al
otro lado de la biblioteca. Exhaló e inhaló lentamente, con el corazón
golpeando dolorosamente en su pecho mientras decidía su siguiente
paso.
—Oh, a la mierda —susurró, y se dirigió hacia donde habían llevado
a Alden y Justin. Si Cyrus era el enemigo, entonces Alden no lo había
sido. Ella la había cagado. Tenía que arreglar lo que había hecho lo
mejor que podía. Había pensado que tenía razón, cuando estaba tan
equivocada. Había sido tan rápida en comprar las mentiras de
Cyrus. Ella no era así, y tenía que hacer lo correcto.
Capítulo Trece
Se despertó con un dolor ardiente cuando algo le atravesó. Sus
órganos se retorcieron mientras gritaba, sus ojos buscando al
atacante, sólo para encontrar a Cyrus observándolo mientras le
clavaba otro perno en el pecho. Miró hacia abajo y vio como otro
Ejecutor sostenía un cuchillo en su estómago, empujándolo y
desgarrando un grito de dolor de Ristan.
La sangre brotó de sus labios, y Cyrus sonrió con asombro.
Sabía que no era la primera vez que lo despertaban con una tortura,
y había visto como torturaban a Alden. Al principio se había
contenido, soportando el dolor, pero a medida que pasaba el tiempo,
empezó a gritar mientras lo torturaban delante de Alden.
Se habían hecho preguntas, sobre Ryder, sobre Synthia. Las había
ignorado, sintiendo como le cortaban tiras de carne y le rompían los
huesos. Había resistido, gritando contra el dolor mientras obligaban
a Alden a ver su tortura, esperando que le llevara a decir las palabras
que ellos querían saber. Prometieron dejar ir al viejo si Ristan hacía
lo que ellos querían. Sin embargo, él sabía que estaban mintiendo.
Querían que trajera al Rey de la Horda aquí, e intentarían matarlos a
todos. Eso lo sabía con seguridad.
Le habían abierto en canal, y sacudió la cabeza a Alden cuando el
hombre dio un grito estrangulado, o quizás ese grito salió de sus
propios labios. Su único pensamiento había sido para la
bibliotecaria, y lo que le haría a ella cuando saliera de esto. Porque lo
haría, porque sabía que sus hermanos se darían cuenta de que estaba
atrasado y vendrían por él.
—Los pernos parecen estar sujetándolo; es incapaz de luchar contra
nosotros —anunció Cyrus, sus ojos se deslizaron hacia los de Ristan
con malicia en ellos—. ¿Realmente pensaste que vendrías a
mi casa a jugar?
—Alden —preguntó Ristan, su cuerpo ardiendo con la necesidad de
rechazar los pernos.
—Está siendo interrogado allí, pero dudo que esté con nosotros
mucho más tiempo. En cuanto a ti, estarás con nosotros hasta que tu
hermano venga por ti. Si no lo llamas, entonces sentirá tu dolor y
eso lo traerá directo a nosotros.
—Nunca vendrá por mí —gruñó Ristan, con los ojos llenos de odio
mientras su piel pasaba del blanco al rojo. Dejó que sus colmillos se
estiraran y alargaran mientras sonreía fríamente—. ¿Cómo te diste
cuenta? —preguntó, tratando de ganar tiempo mientras luchaba
contra las ataduras, consciente de que los pernos de Dios lo
mantenían impotente. Los pernos; esos idiotas no sabían que los
pernos interrumpieron su vínculo con Ryder, y él quería reírse de
ellos.
—Bilé nos lo dijo después de que Olivia ayudara a atraparte. Los
Faes nunca pudieron resistirse a un coño inocente, ¿verdad? Ella
erra malditamente irresistible, y no podías evitar intentar tirártela,
¿verdad?
Olivia. Esa perra lo pagaría caro. Le compró su acto de inocencia, y
cuando se fuera de aquí, y lo haría, ella pagaría por lo que había
hecho. Danu lo había jodido de verdad con su necesidad de meterse
con su polla y su cabeza. Ella tenía tanta culpa como la pequeña
perra pelirroja, a quien él se follaría ahora.
Él sonrió y se rió incluso cuando la sangre goteaba de sus labios. Se
follaría a esa pequeña bibliotecaria. Ella le rogaría por la muerte. Él
gritó su nombre.
—¡Olivia, eres jodidamente mía! —Su voz era áspera y le sonrió a
Cyrus, que lo miraba con asombro mientras más dagas lo abrían,
mientras Ristan seguía mirándolo con el asesinato en los ojos—. Tus
pernos no pueden sostenerme por mucho tiempo. Morirás gritando
como una pequeña perra, y me comeré tu maldito corazón mientras
me ves hacerlo.
—No pueden matarte —dijo otro hombre mientras sus ojos
registraban el rostro de Ristan—. Pero yo puedo y lo haré, Demonio.
Tu especie no debería estar viva, no después de lo que mi esposa
asesina le hizo a nuestros hijos, lo que le hizo a mi regalo. Mi
amante, —resopló como si hubiera encontrado algo divertido—. Soy
Bilé, el marido de Danu. Sí, soy un Dios. Uno que planea matar a tu
raza —se burló mientras alargaba la mano y sacaba uno de los
pernos del hombro de Ristan, y lo colocaba sobre su corazón—.
Deberías descansar; no estarán aquí esta noche. Danu necesita estar
presente, y mis espías me dicen que ella te quiere demasiado. ¿Te
importaría decirme por qué?
Ristan lo miró con desprecio, preguntándose por qué Danu no les
advirtió que su esposo estaba detrás de los Magos. Cuando continuó
negándose a hablar, el perno se acercó más a su corazón. No lo
mataría, pero le dolería como un hijo de puta.
—Hueles a ella —gruñó Bilé y Ristan pudo ver la furia en los ojos de
Dios.
Se negó a gritar mientras el perno se clavaba más profundamente en
su piel. La piel cedió bajo ella, desgarrándose con un blanco dolor
abrasador hasta que la oscuridad se lo tragó. La oscuridad lo abrazó
y engulló su mente mientras su cuerpo continuaba siendo
desgarrado.
Su mente vagaba por su lugar oscuro, el que tanto se esforzó por no
visitar nunca; los recuerdos de su padre torturando a su propia
madre salieron a la luz. Intentó luchar contra su padre, para
salvar a su ya golpeada madre de más puños furiosos del
monstruo. Se balanceó salvajemente, su pequeño puño no le hizo
nada a la criatura que lo había engendrado.
Estaban en el pabellón, donde los demás se acobardaron e
intentaron escapar de la atención de su padre, pero nunca
pudieron escapar. Su padre volvió sus ojos letales hacia el niño, y lo
golpeó con un puño, tirándolo a la piscina. Su madre gritó su
nombre mientras se aferraba al hombre, para proteger a Ristan de
su ira. No lo salvaría, sin embargo, nada lo hizo.
Alazander se adentró en la profunda piscina en la que había tirado
al niño y procedió a sujetar a Ristan bajo el agua. Sus pulmones se
inundaron, y se quemaron como si el fuego del infierno se
derramara por su garganta. Fue sacado varias veces, sólo para
ser empujado de nuevo bajo el agua. Finalmente, llegó la calma, y
con ella la criatura más hermosa que había visto nunca.
Danu le sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le
prometía una retribución por lo que le habían hecho. Le dijo que el
monstruo que era su padre pagaría por sus actos con su propia
vida, y aunque ahora no era el momento, lo pagaría. La única cosa
que le costaría era su voto de servidumbre a la Diosa, y a cambio,
él y su madre serían libres del dominio de Alazander sobre ellos.
Aceptó sin dudarlo.
Se despertó varias veces después de eso. Cada vez que un órgano era
removido, sólo para volver a crecer y con él, él volvería a la lucidez.
Su mente trató de concentrarse en lo que le haría a Olivia, y con ello,
se conformó.
Se despertó con el sonido de los gritos y se dio cuenta de que eran
suyos. El dolor estalló cuando algo se le clavó en las manos, y
entonces sus tripas fueron tiradas. Se agachó, sólo para darse cuenta
de que nada se movería. No tenía control, y el pánico se apoderó de
su mente.
Ristan miró fijamente los ojos vacíos y sin vida de la mujer que
había aceptado para su Transición. Él le había hecho esto a ella,
siempre la decepción de su padre. No había sido capaz de controlar
al Demonio, y al perder el control, se había alimentado
glotonamente de ella. Sus hermanos y algunos guardias de su
padre lo alejaron de su cuerpo como comprensión de lo que le había
hecho a ella.
Apenas había pasado dieciséis veranos cuando ocurrió su
transición, que fue temprana para los estándares Fae. Ahora había
vuelto a dibujar la ira y el asco de su padre. Esta vez, se lo había
ganado por ser lo que estaba destinado a ser. Tenía alas,
gigantescas alas negras que aleteaban inútilmente detrás de él, ya
que no tenía control sobre ellas. Una cola se movía frenéticamente
alrededor de sus muslos mientras intentaba controlar su mente y
sus extremidades.
—La Transición ha expuesto la abominación que eres —le gruñó su
padre con odio—. No permitiré que sigas siendo una abominación
de la sangre de la Legión Demoníaca que fluye por tus inútiles
venas. Eres mi sangre, y eres Fae. ¿Me entiendes? —Gruñó
enfadado. Alazander siseó mientras sostenía a Ristan en el frío
suelo, sus garras brillaron, y con una rebanada en la espalda de
Ristan, entre las alas y la carne; cortó la carne, los huesos y los
tendones mientras Ristan gritaba en agonía. Gritó y suplicó a su
padre por misericordia hasta que esos gritos se convirtieron en
promesas de venganza.
Una visión de Danu vino a él, tranquilizándolo y advirtiéndole que
aún no era el momento de la muerte de su padre. Sus manos
aliviaron el dolor de su espalda devastada, liberándolo del
tormento brevemente.
—Pronto llegará su hora, te lo prometo, dulce niño. Pronto se le
dará su último aliento.
Nunca había pedido o rogado misericordia después de ese día, y
había esperado más de setecientos años para que llegara su
venganza. Para que Ryder la entregara.
Permaneció quieto, su mente volvió a él. Más recuerdos de su pasado
volvieron rápidamente, y con ellos llegó la mierda emocional que se
negaba a apagarse. No gritaba, ya no. Se las arregló para detener el
dolor en ese entonces, y lo haría de nuevo.
Se le quitaron más órganos.
La inconsciencia lo devoró de nuevo.
*˜*˜*
Incapaz de entrar en la parte de la biblioteca donde Alden y Justin
estaban siendo torturados, Olivia fue a buscar donde los otros niños
podrían haberse escondido. Se abrió camino a través de la carnicería
que había quedado dentro del Gremio. El olor de la muerte era
abrumador, pero siguió adelante.
Deslizó su flexible cuerpo en uno de los muchos pasadizos secretos
que estaban ocultos en el Gremio, que se entrecruzaban en las
amplias áreas del Gremio. Cada lugar que buscó era muy parecido al
anterior. Los cuerpos llenaban el suelo; los charcos de sangre
creaban un halo alrededor de cada uno de ellos.
Ocasionalmente, escuchaba disparos mientras se abría paso a través
del, por lo demás, silencioso Gremio. Buscaban a los que habían
sido lo suficientemente inteligentes como para permanecer ocultos,
así como a los niños restantes que no habían estado en el grupo que
ella había escondido en la sala de música cuando este caos comenzó.
La mayoría de los niños mayores se habían ido al mismo tiempo que
los Ejecutores, para seguirlos en misiones mientras asistían en el
Gremio de Seattle. A medida que pasaban las horas, la desesperanza
comenzó a hundirse.
No fue hasta que llegó al gimnasio que captó el leve sonido de un
gemido. Cerca de la pared volada, encontró los cuerpos de algunos
de los otros bibliotecarios y supo que dieron una buena pelea. Otros
cuerpos que no reconoció yacían entre el mortero y los ladrillos. Sus
ojos se adentraron en el agujero, y pudo saborear la libertad.
Se volvió hacia el área donde había oído el gemido y tragó mientras
tomaba su decisión. Se dirigió hacia los vestuarios y entró en
silencio en uno y luego en el otro, encontrando un grupo de
estudiantes de clase media sucios y heridos, pero vivos.
—¿Pueden caminar? —preguntó, evaluando con sus ojos el daño que
los niños habían sufrido. Le tomó más tiempo del que debía, pero se
las arregló para llevar a los niños, junto con una pequeña cantidad
de agua, a la sala de música donde esperaban los más pequeños.
Los dejó en la habitación mientras se movía por el pasillo, sintiendo
la pizca de culpa que le hizo abrazar su estómago y querer caer al
suelo llorando por los horrores que había visto desde que el Gremio
había sido violado. Calculó cada cara, e hizo los cálculos, notando
que al menos los que aún vivían estaban a salvo y ella lo había hecho.
Los había salvado de terminar como la mayoría de sus padres ahora:
muertos.
Se acercó más al comedor. Los niños necesitaban comida y otros
suministros mientras permanecieran ocultos hasta que llegara la
ayuda. Tenían que estar hambrientos, y ella necesitaba encontrarles
algunas barras de proteína, algo que pudiera sostenerlos hasta que
los verdaderos Ejecutores llegaran para detener a los bastardos
asesinos.
Olivia dobló la esquina de la cocina, y el frío acero del cañón de un
arma le tocó la sien. Se giró, esperando encontrar su muerte, pero en
vez de eso, fue golpeada duramente con la culata del arma. Su último
pensamiento coherente fue que había vuelto a meter la pata en serio.
*~*~*
Las dagas rasgaron su carne y sintió que le tocaban por dentro; la
inconsciencia era la única vez que escapaba de ello, pero su
inmortalidad lo devolvió a la conciencia y a la agonía cada vez.
La muerte no le llegaría fácilmente a esa pequeña arpía pelirroja; le
mostraría exactamente lo que era ser poseída por un monstruo. Los
verdaderos monstruos no se detenían porque alguien tuviera miedo
o por el dolor; eran, después de todo, malditos monstruos. Puede
que ella no empuñara las herramientas que lo torturaban, pero era el
conducto para que ellos llegaran a él.
La inconsciencia se apoderó de nuevo, y él sonrió mientras se hundía
de nuevo en el hermoso olvido.
Cuando despertó de nuevo, usó el enlace mental que había
compartido con Alden, sólo para descubrir que se había ido. Sabía
que era hora de irse, y ahora Alden y los niños, por su olor, estaban
muertos. La sangre inocente tenía un olor puro. Se aferró a ella como
las almas de los muertos se movían alrededor del Gremio.
La muerte estaba en todas partes, y sonrió, plenamente consciente
de que mientras estaba despierto, estaba atrayendo esas almas hacia
sí. Consumiéndolas, ganando fuerza con ellas, haciéndose más
fuerte. Sólo para tenerlas desperdiciadas mientras lo torturaban de
nuevo. Finalmente, las almas dejaron los confines del Gremio,
conscientes de que algún monstruo las perseguía.
—Promedio de dos horas de inconsciencia, y luego regresa de ella —
dijo alguien.
—Continúa —dijo la voz de un hombre mientras se asomaba a la cara
de Ristan—. Ya no hace ruidos; ¿por qué crees que es eso?
—Se está volviendo inmune a ello, pero también se está dando un
festín con las almas de los muertos —dijo Bilé mientras pasaba una
uña afilada por la mejilla de Ristan. —Mmm, ¿hueles eso? —
preguntó.
—¿Qué? —El macho preguntó, sus ojos aún observaban al Demonio.
—Los Faes han llegado, y creo que huelo a mi esposa, o a alguien que
lleva su esencia —sonrió.
*~*~*
Olivia se sentó en el suelo de la sala de recepción de la biblioteca,
intentando con todas sus fuerzas detener otro ataque de lágrimas. Lo
que pasó en el Gremio en los últimos días la perseguiría por el resto
de su vida; lo que los dos falsos Ejecutores le mostraron hace un rato
se le grabó en la mente y no había ninguna cantidad de lejía que
pudiera sacar esas imágenes de su mente. Apenas volvió en sí, y los
dos hombres la arrastraron a una de las salas de la biblioteca cercana
para ver cómo ese ser y otros hombres torturaban a Justin.
Los sádicos bastardos solo la tuvieron allí unos minutos para
mostrarle como deberían ser tratados los Fae y ella agradeció a
Hécate su estómago vacío o habría vomitado en ese mismo
momento. Su cabeza colgaba con la culpa por lo que le había pasado
a su amado Gremio. Se sentía perdida y sabía que eventualmente,
sería asesinada sin sentido también. Un hipo pasó por sus labios,
seguido de un sollozo.
—Deja de llorar. Chica estúpida, ¿por qué estás llorando? —Uno de
sus captores gruñó con rabia.
—Mataron a gente inocente. No tenían que matarlos. ¡No se lo
habrían dicho a nadie! —gritó.
—Cállala, el Anciano se ha ido. Los Fae están en el edificio —dijo el
otro macho mientras sus dientes se juntaban y sus ojos se deslizaban
sobre Olivia con pesar.
—¿Sientes eso? Casi se siente como si nos estuvieran observando, —
dijo uno de los hombres, su mano yendo a por su arma mientras la
mirada del otro continuaba deslizándose anhelantemente sobre el
cuerpo de Olivia.
—Si nos estuvieran vigilando, Bilé nos lo diría, —dijo.
Olivia miró alrededor de lo que antes había sido una hermosa
biblioteca y se tragó un sollozo. Sus amigos yacían sin vida, junto con
el ligero cuerpo de Michael, desechados en montones como basura.
Este había sido su hogar, y ellos habían sido su familia
Ristan abrió los ojos al escuchar la voz de Synthia. Sus ojos
registraron la habitación con terror, al pensar que ella había traído a
Ryder a esta maldita trampa. Soltó un grito de dolor estrangulado
mientras otro rayo se clavaba en sus entrañas.
—No —la voz de Synthia era mortal, apenas audible.
—¿Qué vas a hacer al respecto? —uno de los hombres, estaba
bastante seguro de que era un Mago se burló.
—Voy a arrancarte las tripas, y lo haré mientras las sigas usando.
Luego, cuando termine, te mostraré tus entrañas y te daré una
maldita lección de anatomía. —Su tono era serio y directo al grano.
—¡Tenemos un Dios de nuestro lado! —El hombre gritó con desafío.
—Entonces, ¿cuál es tu plan, esposa? ¿Matarme por lo que le he
hecho a tus hijos? —Bilé preguntó.
Ristan giró la cabeza hacia un lado, viendo como Danu se acercaba
silenciosamente a su marido. Más vale que la perra tuviera un
maldito plan para sacarlos a todos de aquí, considerando que sólo
era otro maldito desastre que ella había creado.
—No tengo intención de matarte, esposo.
¿Qué? ¡Ristan iba a arrancarle las malditas tripas por la garganta!
—Ahh, entonces está recién nacida Diosa debe ser la que está
planeando terminar con mi vida.
¿Synthia? De ninguna manera. Ni siquiera había conseguido sus
piernas de diosa todavía; era exactamente como él había dicho, una
recién nacida. Ristan trató de moverse, pero la oscuridad lo asaltó
mientras trataba de luchar contra ella.
—Ella no es parte de esto, Bilé —advirtió Danu—. Ella es mía, de mi
vientre.
—¿Te apareaste con esos malditos viles?
Ristan vio como Bilé le echó unos ojos asesinos y él lo miró
fijamente. La ira de Bilé sacudió la habitación, enviando una
cascada de polvo desde el techo. Eso es todo, idiota. Derriba todo el
maldito lugar sobre nosotros. Ristan apoyó su cabeza en la losa y
consideró matar a Danu y Olivia. Diablos, tal vez las follaría a las
dos justo antes de acabar con sus engañosas vidas. Se preguntaba si
la muerte de la Diosa afectaría a Faery. Iba a disfrutar
averiguándolo.
—No me acosté con ningún Fae; sólo puse mi ovulo donde una
semilla pudiera plantarlo —Danu se mofó con enfado—. Después de
todo este tiempo, sigues celoso de mis hijos.
—No estoy celoso. ¡Tú eres mía! Siempre lo has sido y siempre serás
mía.
Se desmayó momentáneamente, con Syn prácticamente cuidando su
maldito cadáver. Cuando se despertó de nuevo, miró fijamente, su
fuerza comenzó a regresar mientras alguien gritaba, —Hora del
espectáculo. —Le gustaban las películas, así que su mente intentaba
concentrarse.
Obligó a sus ojos a permanecer abiertos, viendo como Synthia
mataba a los Magos, sus hermanos la respaldaban mientras cortaba
a través de ellos.
—Lo extrañaste, ¿verdad, Mascota? —Ryder preguntó mientras
limpiaba la sangre de su espada. Dristan, Savlian y Aodhan
comenzaron a quitar los pernos del cuerpo de Ristan y lo liberaron
de los grilletes que lo aseguraban a la losa. Uno de ellos le puso un
par de pantalones oscuros y sedosos en sus extremidades inferiores.
Estaba agradecido, ya que protegía su carne rota y desgarrada de la
interminable tortura de los Magos.
—Siempre —respondió suavemente.
—La chica —gruñó Ristan. Sus ojos eran casi salvajes cuando los
dirigió hacia Synthia y sus hermanos—. La quiero con nosotros.
—¿Qué chica? —Synthia preguntó como algo iluminado en sus ojos.
Sintió que su corazón palpitaba con más fuerza cuando Sinjinn entró
en la habitación con la chica que lo acompañaba, ya conociendo los
deseos de su hermano por su enlace mental compartido—. Olivia,
susurró, y él entrecerró los ojos en Synthia mientras ella luchaba con
sus emociones.
No importaba. Estaba recibiendo su libra de carne de la pelirroja. —
Ella no habla con nadie, no se alimenta de nadie, nada. No a menos
que yo mismo lo haga —susurró Ristan, pero la cantidad de ira que
fluía a través de sus palabras llevaba la amenaza.
—Entendido —susurró Synthia mientras una sola lágrima se
deslizaba de sus ojos.
—No me importa si eres su mejor amiga, Syn, si me contradices en
esto desearás no haberlo hecho nunca —gruñó Ristan.
—Lo entiendo, Demonio, —gruñó ella de nuevo, sus ojos le retaron a
continuar.
Lo estaban llevando; era jodidamente ridículo, pero no tenía fuerzas.
Su única gracia salvadora era que tenía a la pequeña perra, y ella era
toda suya. Tal vez era inocente, o tal vez era tan traidora como él
había asumido que era en primer lugar.
No importaba; ella era suya ahora, y él se vengaría.
Capítulo Catorce
Olivia fue transportada a la superficie por los grandes Fae que
mataron a los falsos Ejecutores que la tenían retenida. Las
protecciones se habían ido si los Fae podían transportarse, y eso la
perturbó mucho. Vio aturdida la destrucción; todo lo que había visto
en los últimos días empezó a hundirse y amenazó con ponerla de
rodillas con una pena abrumadora. Esto no era sólo un ataque; había
sido exactamente como Cyrus había dicho que era. Esto había sido la
eliminación de todo un Gremio y todos sus miembros. Nadie se
había salvado; incluso los inocentes habían sido masacrados.
Vio como sacaban los cuerpos, vidas inocentes destrozadas por sus
propias acciones. No había sostenido el arma, pero se preguntaba si
este ataque habría tenido un resultado muy diferente si no hubiera
eliminado al Anciano más poderoso y al monstruo con el que había
estado acompañado.
Se tragó un sollozo de dolor cuando el cuerpo de Michael fue
levantado y colocado cuidadosamente en el suelo. Synthia también
lo vio; sus ojos se elevaron para encontrar y sostener los de Olivia.
Olivia rompió la mirada y miró al suelo, incapaz de soportar su
propia culpa.
Justin estaba siendo ayudado a ponerse de pie, y mientras ella lo
miraba, levantó los ojos y sonrió fríamente, sin ser afectado por las
heridas abiertas que ella podía ver. La miró, mientras ella intentaba
procesar lo que había sucedido. Su mente estaba en dónde podría
estar Alden, y los niños todavía escondidos en las catacumbas.
A salvo. Los niños estaban a salvo. Ella había hecho su trabajo, y
había protegido a la siguiente generación de miembros del Gremio.
Era lo único que la sostenía en este punto. Sabía que Justin acabaría
con ella, pero correría la misma suerte si se quedaba en este
mundo… si los que apoyaban a Cyrus se apoderaban de ella.
Tal vez él se apresuraría a hacerlo. Tal vez, sólo tal vez lo haría
ahora.
Ella no quería morir, pero no quería vivir con esta culpa. No había
victoria en esta situación; sólo muerte y destrucción. Todas estas
muertes estremecerían al mundo, y se sentirían en todas partes.
Demasiados inocentes perdidos, incluyendo su visión previamente
ingenua de la vida.
Justin no había sido el responsable de este desastre, pero ella había
oído sus gritos torturados hasta que se quedó en silencio, con sólo un
ocasional grito que atravesó el silencioso Gremio.
No era ciencia espacial. La gente moría, pero esto… Esto fue una
maldita matanza, una que ella había iniciado sin saberlo. El por qué
la estaba matando; no podía entender por qué Cyrus trabajaría con
ese Dios malvado y traería a esos hombres aquí para destruir el
Gremio. Miró a Adam y a Synthia, preguntándose cómo se sentían
sobre esto; ¿les importaba? Este había sido su hogar también, y
mientras eran etiquetados como traidores, estaban aquí ayudando a
llevarse los cuerpos de los muertos, para evitar que cayeran en las
manos equivocadas. ¿Pero quiénes eran los monstruos ahora? Miró
a la multitud de humanos gritando a los Faes que los mantenían
alejados del Gremio. ¿Estaban algunos de los falsos Ejecutores,
incluso ahora, escondidos en la multitud entre los humanos?
Sus ojos se posaron en los Faes que trabajaban juntos para sacar los
cuerpos de los desafortunados miembros del Gremio. Llevaban una
armadura negra que se ajustaba a la forma. Los hacía fáciles de
detectar, incluso en el caos que les rodeaba. Synthia y el Príncipe
Oscuro vestían de negro, y Adam y unos pocos más llevaban una
oscura armadura de color gris. Se preguntaba la diferencia, y lo que
significaba para los Faes. Nada de lo que había visto en sus informes
había mencionado su armadura, o lo que representaba, si acaso.
Sintió las manos en su hombro y se enderezó y dio un paso atrás,
sabiendo que no podría luchar contra esto. Vio como Synthia le dijo
algo al Príncipe Oscuro, y entonces los Faes que habían estado
cuidando a los muertos se inclinaron ante el Príncipe,
desaparecieron de la vista, y los muertos empezaron a desaparecer
con ellos. A media manzana de distancia, se dio cuenta de que se
había abierto un portal en medio de la calle. Su mente se adormeció
con horror al ver tal cosa abierta tan cerca del Gremio, y justo en
frente de tantos humanos. El Fae que la sacó del Gremio la pasó a
otro Fae de cabello castaño oscuro que le agarró el brazo
bruscamente. El fuego brotó de las palmas de las manos del primer
guardia, pero antes de que pudiera advertirles de los niños
escondidos en las catacumbas, prendió fuego a todo el Gremio, más
rápido de lo que ella podía esperar
Gritaba histérica, insegura de cómo explicar a los niños e incapaz de
hacer salir las palabras correctas. Maldijo y maldijo a todos hasta las
entrañas del infierno, mientras su corazón se rompía, y su único
propósito de creer que había hecho algo correcto ardía en las azules
llamas de los Faes.
Eventualmente, sus gritos se convirtieron en silencio cuando perdió
su voz en su mayor parte. Hablaba cuando se le hablaba y maldijo
cuando era necesario, pero finalmente terminó en una celda,
amordazada y atada mientras esperaba su sentencia. ¿Muerte por
Faes? El FIZ sonaba muy bien ahora, ¿convertirse en un zombi sin
sentido sin saber lo que había hecho? Apúntenla.
*~*~*
Ristan se despertó de sueños perturbadores en una sala médica
oscura. Se relajó contra la cama médica, sus ojos buscando signos de
vida, y notó a un Alden vendado al otro lado de la sala, dormido.
Cerró los ojos, tomando un pequeño consuelo de que el viejo no
había muerto, después de todo.
—Demonio —dijo Danu, y Ristan se puso tenso.
—Vete, sólo vete, Danu —gruñó, tirando de la poca fuerza que tenía.
—No —susurró—. Te necesito ahora más que nunca, Ristan —
susurró, llenándose los ojos de lágrimas mientras sacudía la cabeza
por el daño que se le había hecho a su amante—. Estaba loco de
celos, y esto es culpa mía.
—Tienes toda la razón, esto es cosa tuya. No puedes parar, joder. La
cagaste, y de alguna manera me sale el lado dentado cada vez. Ya
terminé. Déjame en paz, Danu. Encuentra a alguien más con quien
joder —dijo, su dolor se mezcló con el conocimiento de que esto era
culpa de ella. Alden no era inmortal, y él había hecho una puta
promesa con la que ella había jodido robando el cuerpo de una
Bruja, ya sea por celos o por una fantasía enfermiza y retorcida, que
había creado una tormenta de mierda como resultado.
Ella lo ignoró y en su lugar sostuvo su mano en contra de su
voluntad. Él no tenía la fuerza para luchar contra su dominio, y
mientras la miraba, sintió un puro e intenso flujo de poder que se
precipitaba a través de él mientras ella le daba un serio golpe de
poder.
—Nunca terminaré contigo, nunca —advirtió ella, llenando sus ojos
con calor.
—Yo he terminado —dijo mientras levantaba la cabeza para que sus
ojos pudieran sostener los de ella con su resolución—. Hemos hecho
este baile durante mucho tiempo, y es unilateral. Me preocupé por ti.
Es posible que incluso te haya amado; en tiempo pasado. Nunca me
dijiste que seguías atada a él, y tuve que descubrirlo mientras tu
marido me desarmaba. Ya he terminado de ser tu juguete. Encuentra
a alguien más a quien torturar —gruñó, y se transportó, su cuerpo
temblando con el poder que ella le había dado.
*~*~*
Ristan había pasado la mayor parte del día intentando ganar el
control de su forma mientras continuaba cambiando de la forma
Demonio a la forma Fae. Fue capaz de conseguir la ubicación de la
Bruja responsable de sus últimos días de miseria interrumpiendo el
tiempo de juegos de Synthia y Ryder.
Antes de que Synthia pudiera decir más, se transportó, dejándola en
la puerta mientras se dirigía al calabozo para vengarse un poco de la
pequeña Bruja. Escuchó el débil chillido de un bebé que lo detuvo
en su camino, y sin pensarlo dos veces, se metió en la guardería.
Vio una figura inclinada sobre la cuna mientras el bebé lloraba
débilmente, y su cuerpo cambió, poniéndose rojo para la batalla
cuando un gruñido monstruoso surgió de su garganta como
advertencia. Una hembra se giró, sus ojos grandes y redondeados
con horror al verlo.
—Sal —exigió, sus ojos la siguieron como una presa que devoraría
fácilmente. Vio como ella temblaba y corría de la guardería, sólo
para caer, y sonrió fríamente. Se acercó a ella, sus ojos se deleitaron
con el alma que podía ver dentro de ella, y por primera vez en mucho
tiempo, se alimentó del alma de un Fae. Tiró con hambre hasta que
sintió que se le escapaba, dándose cuenta muy tarde de que la
hembra era Meriel, una de las criadas de Synthia, que nunca habría
querido hacer daño a la niña. Se forzó a sí mismo a detenerse y se
alejó de donde ella estaba en el suelo, con los ojos vacíos hacia el
techo. Podía sentir su pulso y su alma; estaría bien en unas pocas
horas.
Se acercó a la pequeña bebé y miró fijamente a la cuna. Los ojos
dorados lo miraron como si lo conociera incluso en esta forma. Se
agachó, acunando su cabeza suavemente mientras la levantaba y se
movía hacia la mecedora.
Ella estaba débil y fallando. Le dio un beso en la frente, dándole una
sacudida de poder para fortalecer su pequeño cuerpo. —Eres lo
suficientemente fuerte para sobrevivir a esto, —susurró mientras
continuaba mirando sus hermosos ojos de color ámbar líquido.
Sus hermanos irrumpieron en la habitación. Asrian y Sevrin lo
miraron como si temieran que consumiera el alma de la preciosa
bebé. Luego llegaron Ryder y Synthia, y él pudo escuchar sus
pensamientos internos, sus preocupaciones de que hubiera
lastimado al dulce bebé que acunaba amorosamente en sus brazos.
Ella era un centro, y la paz que sentía cuando la tocaba era
abrumadora. Permitió que su lado demoníaco se mostrara no
porque se sintiera amenazado, sino porque era más fácil mostrar las
emociones crudas y brutales que sentía. Había sido usado como
carnada para su propio hermano, la única persona a la que seguiría
ciegamente a la batalla. La persona que lo protegió y lo salvó como
un niño estúpido. Nunca había estado tan indefenso en su vida como
lo estuvo en ese Gremio.
Los ignoró mientras permitía que un suave zumbido de música
sonara en su mente, Vanilla Twilight de Owl‟s City, que hacía
sonreír a la pequeña bebé en sus brazos. Ryder se adelantó como si
fuera a quitarle a la arrullante bebé, pero Synthia puso una mano en
su hombro, sus ojos le advirtieron que se quedara quieto.
Asrian se acercó a la niñera de ojos idos que había tratado de
abandonar su puesto y aún estaba desmayada por la alimentación de
su alma. Vio distraídamente como Asrian salía de la guardería con la
criada en brazos.
—Los nombres son importantes, Synthia —gruñó Ristan, trazando
suavemente con su mano los gruesos rizos rubios en la parte
superior de la cabeza de la pequeña bebé. Era tan suave y tan
preciosa. Ella nunca conocería el dolor como él; él sería su protector
para asegurarse de que no le ocurriera ningún daño en su vida.
—Ella ha sido nombrada, Ristan; Kahleena, —dijo suavemente—.
Este es Zander, y este es Cade, —continuó mientras recogía uno—.
¿Te gustan los nombres? —preguntó suavemente, como si estuviera
frente a un monstruo, lo que casi le hizo reír. Se sentía como un
maldito monstruo.
—Kahleena es un nombre hermoso para una chica hermosa —
susurró, y levantó los ojos para encontrar los de Synthia—. Ella es
mi cosa favorita en el mundo.
Ryder gruñó, y escuchó como Ryder y Synthia tenían una discusión a
través de su enlace mental.
—A ella también le gustas —anunció finalmente Synthia, mientras se
producían más discusiones internas sobre la estabilidad mental de
Ristan y los temores de que pudiera dañar a la inocente bebé en sus
brazos. La ira y el dolor surgieron a través de él ante la idea de que
incluso pensaran por un momento que podría hacerle daño.
—Jódanse todos —gruñó Ristan, mientras se paraba y caminaba
hacia la cuna con su preciada sobrina acunada en el codo de su
brazo.
Observó por el rabillo del ojo como Synthia colocó a uno de los
chicos de nuevo en su cuna, y luego puso una mano suave pero firme
en el hombro de Ristan.
—Cuando estés listo, estaremos aquí. Por favor, asegúrate de que
esté alimentada antes de volver a dormir —dijo sorprendiéndolo
mientras tomaba la mano de Ryder y salía de la habitación. Ristan
sintió que su corazón se apretaba, cuando un pequeño ruido de
succión comenzó a salir de Kahleena. Le encantaba el nombre,
porque era tan hermoso como la pequeña bebé.
—Te daré de comer —dijo, preguntándose por qué no habían peleado
con él. Parecía un monstruo, y sin embargo los ojos dorados lo
miraban sin miedo marcados en su pureza. Como si fuera su
salvador. Empujó aún más poder a la pequeña hembra, viendo como
su piel brillaba con marcas doradas, que algún día marcarían su piel
visiblemente.
—Puedes parecerte a tu madre, Kahleena, pero tienes sangre de la
Horda corriendo a través de ti. Tus marcas dicen que serás poderosa,
y con el poder, viene el peligro. Ese peligro nunca te tocará, porque
siempre te protegeré. Pero por ahora, duerme y gana fuerzas
mientras yo me ocupo de uno de esos peligros. Uno que necesita una
lección sobre no joder con los de nuestra clase, —susurró mientras le
daba un suave beso en la frente y ponía a la niña ya dormida de
nuevo en su cama. Tenía una cita con una pelirroja, una que desearía
nunca haber nacido después de haber terminado con ella.
*~*~*
Olivia había dejado de intentar secarse las lágrimas cuando él
apareció. Lo observó mientras se movía lentamente al otro lado de
su celda. Como había pedido, había sido amordazada y sus manos
estaban atadas con seguridad. Su comportamiento era frío,
calculado; pero incluso ella podía ver su dolor cuando se movía. No
debería haberse levantado todavía porque ella había escuchado sus
torturados gritos que habían desgarrado las catacumbas durante
horas. Ella había visto lo que le hicieron.
Sus extraños ojos la miraban mientras se sentaba cuidadosamente
en la otra cama frente a ella. Sus manos se deslizaron juntas, sus
largos dedos se entrelazaron. No dijo nada, pero ella pudo ver que
estaba vendado, y parecía un poco menos herido, pero de nuevo, era
Fae.
Ella se sentó en silencio, su corazón latiendo erráticamente mientras
esperaba que él le dijera que acabaría con su patética existencia.
Morir virgen apestaría, pero oye, recibiría los golpes que se merecía.
Ya no podía soportar el odio que brillaba en sus ojos, y bajó los suyos
al suelo.
—Quiero que me supliques por misericordia —gruñó, y su voz era
tan áspera como la de ella hubiera soñado si hubiera podido hablar.
Ella lo miró fijamente, sus ojos bajaron hasta su boca, y con un
movimiento de su muñeca, que lo hizo estremecerse de dolor, le
quitó la mordaza.
Ella levantó sus manos atadas para frotarse la boca y los labios. —
Suplicarte misericordia no me ayudará —susurró bruscamente.
—Nada puede ayudarte. Ni Synthia, ni Adam, y seguro que no Alden.
No es que ellos quieran hacerlo de todos modos —gruñó—. Ahora
me perteneces. Nadie sabe que estás aquí, y los que lo saben, no se
cruzarán conmigo o con el Rey.
¿Rey? ¿El Rey de los Fae Oscuros? Ella había visto al Príncipe
Oscuro en el Gremio y esperaba que fuera de quien él hablaba ahora.
—No tuve elección —susurró mientras apartaba los ojos de él una vez
más.
—No importa, nada importa. Si a mí no me importa, puedes apostar
tu lindo culito a que nadie más aquí lo hará —dijo mientras la
miraba, sus ojos ardiendo acusadoramente en su piel—. ¿Qué te
ofrecieron por nosotros? ¿Qué gran recompensa te ofrecieron por
usar tu pequeño y dulce cuerpo para atrapar a un Demonio y a un
Anciano?
—Mi vida —susurró ella y levantó los ojos a los suyos—. Les di a
nuestros enemigos registros y les ayudé a conseguir secretos del
Gremio. Soy una traidora, una que habría sido ejecutada, así que
incluso si el Gremio supiera dónde estoy, sólo vendrían aquí para
animarte —murmuró mientras miraba los barrotes.
Ella podría lanzar un hechizo, pero no uno que funcionara para
quitar esas barras antes de que él la ahogara. Ella volvió sus ojos
hacia él y vio cómo se ponía de pie. Mientras se acercaba, su
respiración se hizo más dificultosa y su corazón se aceleró. Igual que
cuando ella le creyó un Ejecutor.
—Te dije que te tendría —dijo Ristan, con sus ojos plateados y negros
observándola de cerca. Los remolinos parecieron acelerarse por un
momento. Todavía estaba herido, pero el gigante que la vigilaba
ahora estaba más cerca de su celda, observándola para ver si había
alguna señal de ataque…
—No tuve elección —susurró—. Eres mi enemigo —dijo, mientras
tosía por la sequedad de su boca.
—No —se rió fríamente—. No era un enemigo entonces, pero seguro
como la mierda que lo soy ahora.
La agarró, sus dedos mordiendo su carne mientras le ponía una
especie de collar en el cuello y cantaba lo que sonaba como un
hechizo, pero el lenguaje no se parecía a nada que ella hubiera
escuchado antes. Sus manos capturaron su cabello, tirando de su
cabeza hacia atrás mientras bajaba su boca a la de ella. No la besó.
Sólo se aseguró de que ella supiera que estaba a su merced.
—Haz lo peor que puedas —susurró—. Me lo merezco —terminó
mientras las lágrimas pasaban por sus ojos y se deslizaban
lentamente por sus mejillas.
—Las lágrimas no te salvarán de mí; nadie aquí podrá salvarte
tampoco. Recuerda eso. No hay lugar donde puedas esconderte de
mí que no te encuentre. Ni en este mundo, ni en el tuyo, ni siquiera
en el infierno, pequeña bibliotecaria —dijo, pero se transportó antes
de que ella pudiera decir nada, ya que una vez más se quedó con el
corpulento guerrero que sólo le sacudió la cabeza.
—Nunca lo había visto así; si yo fuera tú, rogaría por misericordia.
Capítulo Quince
El medallón del torque que Olivia llevaba ahora le dijo a Ristan el
momento en que se durmió, ya que estaba ligado al suyo. Sonrió
fríamente mientras cerraba los ojos y se preparaba para unirse a ella
en el sueño. El medallón no sólo le impedía hacer hechizos, sino que
le permitía caminar en sus sueños y hacer cosas allí que no la
perjudicarían físicamente aquí. Sería una forma de ver su culpa
mientras se las arreglaba para conseguir una pizca de venganza.
Entró en su sueño, observando como ella caminaba a través de los
restos arrasados del Gremio, sus ojos buscando entre los cuerpos.
Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras revivía la pesadilla.
Ella estaba buscando algo; él podía sentir su culpa, espesa y pútrida
como si la empujara desde sus poros en oleadas.
Sacudió su cabeza mientras las emociones salían de ella. Lo más
condenatorio, por supuesto, era la culpa. Se detuvo frente a una de
las muchas habitaciones de las catacumbas. Un sollozo salió de sus
labios cuando se alejó de la habitación, sin querer mirar dentro de
ella.
Sus ojos buscaron en las sombras, y luego se acercó a donde él
estaba. Su cabeza tembló cuando lo agarro. Él todavía estaba
maltratado por la tortura; su sueño se desarrolló durante o cerca de
ella. Podría haberse reído, pero sabía que era su sueño y no una
realidad. Era la forma en que su mente procesaba lo que había
ocurrido durante el derrocamiento del Gremio.
Todo el sueño se convirtió en su alegre dormitorio en el Gremio. Ella
se deslizaba de su ropa mientras él la observaba en silencio hasta
que ella lo miró. Ella sonrió tímidamente, y él forzó una sonrisa en
su propia boca.
La miró mientras ella se movía hacia donde él estaba parado. Sus
manos se levantaron para tocar su pecho, que ahora estaba desnudo
en su mente, libre de las heridas aún en proceso de curación. Sus
labios tocaron suavemente sus abdominales, besando su piel, lo que
provocó un gemido de dolor y placer en sus labios.
Sus manos trazaron pequeños círculos en su piel, animadas por sus
ruidos mientras exploraba su cuerpo. Él sintió su eje palpitar en los
vaqueros que llevaba, queriendo que ella se diera prisa y deseara que
se fueran. Sólo que ella era inocente, eso es lo que él sabía. Mierda,
ella ni siquiera podía tocarse a sí misma correctamente.
No había fingido eso, y se había frustrado al día siguiente por la
incapacidad de liberar la necesidad reprimida. No es que él le
permitiera expresar sus necesidades en él; al menos hasta que
estuviera completamente curado… y entonces ella estaría en
problemas porque él no iba a ser amable al atormentarla.
Nunca había dañado intencionalmente a una mujer antes, nunca.
Aún no tenía planes de torturarla físicamente, pero seguro que
planeaba hacer que ella le suplicara clemencia. Para cuando
terminara con ella, ella sabría exactamente qué hacer con una polla y
cómo complacerlo.
Ella le dio la espalda, desechando el sueño mentalmente, y luego
volvieron a las catacumbas. Ella miró fijamente a la puerta, con
lágrimas cayendo de sus ojos. ¿Qué coño había dentro de la
habitación? ¿Qué la hacía sollozar mientras miraba fijamente, con
miedo de ver el interior? Se dio la vuelta, levantando las manos, con
las palmas hacia arriba. La sangre las cubría, goteando de ambas
como si las hubieran abierto en rebanadas.
Él fue sacudido del reino del sueño mientras ella despertaba del
sueño.
—¿Qué demonios has hecho, pequeña bruja? —susurró en voz alta.
Ella había hecho algo que incluso ella temía y que no podía manejar
mentalmente. Su sueño había sido vívido, y sin embargo parecía
aterrorizada. Era difícil fingir algo en un sueño porque era el
subconsciente de su mente el que lo controlaba. Sea lo que sea que
haya hecho, él quería saber qué era y por qué lo había hecho.
Se sentó, con el cuerpo rígido mientras se sacudía el dolor que
irradiaba de cada parte de él. Uso glamour para conjurar una
camiseta de “Theory of a Deadman”, unos vaqueros sueltos y, con
sus botas de cuero negro sin cordones y se acercó a su celda.
*~*~*
La prisionera se había vuelto a dormir, ajena al caminar del
monstruo, esperando impacientemente a que se abrieran esos
bonitos ojos azules. Su hambre había vuelto, y crecía por momentos.
Esta estúpida perra era suya ahora, y le daría de comer. Lo
alimentaría bien.
El dolor atravesó sus órganos, y él sonrió fríamente cuando la
estúpida brujita se despertó, como si sintiera el peligro en el que
estaba.
—Levántate —gruñó, y sus ojos se posaron en ella con hambre
mientras su Demonio se movía dentro de él con la necesidad de
devorarla.
Vio como ella se sentó, con cautela, sus amplios ojos absorbiendo la
ira con la que él pulsaba. Sus marcas brillaban por su hambre, pero
no le importaba. Ella retrocedió cautelosamente cuando él se
acercó. Sus ojos se llenaron de malicia mientras sonreía fríamente.
—Hora de las preguntas, zorra —se burló.
—No te voy a decir nada —susurró ella—. Ya he respondido a las
preguntas de Synthia —sus labios temblaban mientras cada palabra
se desprendía de su lengua—. No puedes obligarme —desafió.
—¿No puedo? —Dijo él mientras se acercaba a la cama y la agarraba
por la garganta—. Puedo obligarte a hacer lo que quiera, ¿necesitas
una demostración?
Permitió que su magia brillara y se deslizara sobre ella, y supo el
momento en que empezó a luchar contra ella. Sus pezones se
endurecieron, y su sexo se inundó de calor.
—Eso es, pequeña niña débil, dime quién es tu dueño —gruñó, y sus
ojos enfadados brillaron cuando el Fae que había dentro de él tomó
el control. Podía quitarle la ropa fácilmente, para mostrarle cómo se
sentía ser despedazada y violada como los Magos le habían hecho a
él, pero no iría tan lejos.
—Ristan —ladró Sinjinn mientras agarraba el hombro de Ristan—.
Detente —susurró con una mirada de sorpresa en su rostro mientras
se apoderaba del terror de la delicada Olivia.
Estaba distraído y no había oído a su hermano entrar en la celda con
ellos.
—Lárgate de aquí, Sinjinn.
—Este no eres tú, hombre —dijo Sinjinn en voz baja.
—¿Qué carajos sabes tú de mí? No pasaste por lo que yo pasé, y
seguro que no estuviste para lo peor —arrojó Ristan, con los ojos
llenos de dolor y algo peor. Repugnancia.
—No la quieres así, hermano. Quieres que ella pague, y todos
estamos a favor de eso, pero esto… Es demasiado parecido a los
viejos tiempos, hombre. Ya no somos esas cosas, hermano —dijo
Sinjinn suavemente, sus ojos tomando la forma de Demonio de
Ristan mientras vacilaba entre eso y su forma Fae y recordaba a su
padre aterrorizando a las mujeres.
—¡Esos bastardos me sacaron los órganos y me destriparon mientras
ella se quedaba ahí mirando! Lo que me pasó fue por ella, porque me
engañó —se enfureció.
—Sea como fuere, ella sigue siendo mayormente humana. Así que si
planeas matarla, hazlo. Pero no pensé que esa fuera tu intención, —
dijo Sinjinn, su tono neutral y tranquilizador—. ¿Quieres venganza y
eso? Eso va a tomar tiempo para extraerla. Ella no está protegida
por hechizos como lo estaba Synthia. Si te pones demasiado rudo,
ella morirá.
—¡Lárgate de aquí! —Ristan gruñó con rabia, sus ojos plateados se
arremolinaban con patrones negros mientras su ira se volvía dura y
mortal.
Sinjinn se transportó, y Ristan se volvió hacia su pequeña traidora.
—Quiero saber para quién trabajaste, y si respondes como lo hiciste
antes, te haré desear que la muerte sea una opción.
—¡Cyrus! —Gritó—, Trabajé para Cyrus. Él era a quien yo
informaba.
—Desnúdate —Ristan gruñó enojado mientras se movía de la cama;
su inmenso cuerpo era todo menos agraciado con el dolor que el leve
movimiento le causaba.
—¿Delante de ti? —Olivia tartamudeó. Pero se movió, haciendo lo
que le habían dicho mientras Ristan se sentaba en el catre que
estaba al otro lado de la pequeña celda.
Su cuerpo reaccionó cuando ella se quitó las medias sucias y
rasgadas que apestaban a hollín y sangre…
No fue hasta que se quitó el vestido, revelando que sólo llevaba un
sujetador negro de encaje debajo, que él gimió mientras su hambre
afloraba con venganza. Sus pechos estaban expuestos, y necesitó
cada onza de su energía para obligarse a no pellizcar las puntas
rosadas que se endurecieron ante sus ojos
Desnuda, se puso de pie ante él, su modestia exigía que tratara de
cubrirse de su mirada devoradora.
—¿Para quién trabaja Cyrus? —preguntó, desviando su energía a su
interrogatorio. Permitió que su magia fluyera sobre su cuerpo; sus
manos temblaban con el esfuerzo.
—N… no sé lo que quieres decir —respondió mientras entrelazaba
sus dedos y mantenía sus manos frente a sus rizos rojos.
—Sí, lo sabes. Levanta las manos —exigió él, sus ojos arremolinados
dándose un festín con la carne sedosa de ella, que estaba húmeda
por su magia tocándola. Ella obedeció, levantando las manos sobre
su cabeza, un poco más despacio, y mantuvo sus ojos bajados
recatadamente al suelo.
Él agitó su mano, limpiando rápidamente la sangre y la suciedad de
los últimos días, colocando un nuevo collar de plata con el mismo
medallón, alrededor de su cuello, junto con un vestido transparente
de seda marfil que le quedaba holgado. Tenía tirantes delgados, y
sería fácil de quitar en el lugar al que iba. No es que no pudiera
quitárselo con un solo pensamiento, pero a veces prefería el sonido
de la tela rasgada.
—Cyrus trabajaba para el Gremio, ya lo sabes —susurró, sus ojos
recorriendo su nuevo traje con miedo—. Sabía lo que eras porque
algo hizo estallar las protecciones, pero tú, tú estabas escarbando en
los archivos y creo que supo todo el tiempo que no eras un Ejecutor.
—Cyrus está trabajando con los Magos —siseó Ristan—. Trabaja con
ellos tan bien que estaban en sincronía mientras me destripaban.
Pero también te vi en la habitación, observando. Dime, Olivia, ¿les
ayudaste mientras me arrancaban las entrañas?
—¡No fui parte de eso, pero sí, fui arrastrada a este lío porque te
ayudé! —Olivia gruñó de nuevo, y sí, su polla saltó con fuego que vio
en sus ojos—. ¡Tú y Alden me hicieron culpable de traición porque le
di a los enemigos archivos que eran sólo para los ojos del Gremio!
—¿Así que eso hizo que te pusieras en contra de Alden? ¿Para allanar
el camino para que fuera golpeado y torturado como lo fue? Lo único
que me importa ahora mismo, pequeña bruja, es alimentarme y
fortalecerme para poder quitar mi libra de carne de tu piel.
Permitiste que alguien a quien le importabas y que te crió fuera
torturado, así que ahora me toca a mí devolverlo —dijo con
vehemencia mientras sus ojos hambrientos se deslizaban sobre su
carne, que era visible a través del material puro.
Se puso de pie y vio como ella se estremecía, su cuerpo temblaba al
acercarse a ella. No esperó a que ella le diera permiso. En su lugar,
agarró su muñeca dolorosamente, jalando su cuerpo contra el suyo.
La conexión de sus cuerpos, incluso con la ropa puesta, creó una
vorágine de sensaciones que parecía comenzar y terminar en su
polla.
Los transporto y escucho mientras su grito horrorizado era
amortiguado por el cambio de tiempo y espacio hasta que entraron
en sus habitaciones. La mayoría de la Guardia de Élite las tenía cerca
de las habitaciones de Ryder, pero Ristan había elegido una sección
sin usar para la suya.
Las paredes eran de un tono gris claro con un borde burdeos
profundo alrededor, que encajaba muy bien con los cuadros que
había creado. La empujó hacia el dormitorio, incluso mientras le
ponía un hechizo de glamour a un pequeño catre junto a su cama y
una cadena que se unía al cuello de ella.
Su propia cama era más grande que la mayoría porque su altura
necesitaba el espacio extra para sus actividades extracurriculares. La
oyó jadear cuando notó las cadenas que colgaban del poste de la
cama de dos metros de altura. Estaba acolchada y era de un color
marfil cremoso que destacaba en contraste con las paredes, y
siempre era fascinante. Lo usaba para atar a las mujeres y hacer
cosas muy interesantes con ellas.
A los pies de la cama había un sofá de cuero blanco que, a simple
vista, parecía un sofá, pero una vez que abría los lados de cada
extremo, revelaba objetos que le eran muy familiares y hacía
sonrojar a las amantes más hábiles.
La miraba para ver si había algún signo de enfermedad por el
traslado, ya que los que tendían a tener más sangre humana en ellos
a menudo terminaban violentamente enfermos después de ser
transportados. Él había estado demasiado preocupado cuando ella
llegó por primera vez para comprobar los signos. Sin embargo, se
alegró de ver que ella no tuviera ningún signo de enfermedad por
haber sido sacada fuera del Gremio y traída a su mundo.
Físicamente se veía bien, pero mentalmente parecía ser un asunto
completamente diferente
—¡No me acostaré contigo! —Olivia gritó con rabia mientras
intentaba apartar su brazo de él. Antes de que pudiera seguir
protestando, él los movió contra la pared, empujándola lo suficiente
como para hacer que su punto se hiciera notar, y a la vez lo
suficientemente suave como para no herirla.
—Harás lo que yo te diga —dijo, levantando su mano y apretando su
mandíbula mientras su boca se movía sobre la de ella—. Si te digo
que me chupes la polla, me la chuparás. Si te digo que te montes en
mi polla, ¿qué es lo que harás, pequeña bruja? —murmuró.
—¡No me montaré en nada! —ella jadeó, pero él ya había presionado
su boca contra la de ella, y aunque había querido hacer el beso
castigador, la conexión le quitó ese objetivo. Sus labios buscaron los
de ella, y cuando ella los separó, su lengua se abrió paso mientras su
boca captaba el gemido que se le escapaba a ella.
Su otra mano se movió de su pecho, dirigiéndose al sur, donde sus
pezones se habían endurecido. Pellizcó uno, disfrutando del ruido
que ella hizo y que fue amortiguado por su devoradora, sensual y
dulce boca.
Una vez que liberó su carne arrugada, la pellizcó de nuevo,
retorciéndola suavemente mientras la sensibilidad daba paso al
placer. Su nariz se deleitó con el delicioso aroma de su coño
empapado. Gimió mientras el dolor de su estómago se agudizaba,
recordándole con quién estaba y qué estaba haciendo. Se empujó de
la pared y sonrió fríamente.
—De rodillas —ordenó.
Capítulo Dieciséis
De repente, Olivia fue empujada a sus rodillas y antes de que pudiera
adivinar su intención, escuchó el sonido del metal al chocar entre sí.
Él había conectado una cadena al collar que ella llevaba alrededor de
su cuello. Sus ojos se abrieron con horror al darse cuenta de que la
cerraba con un sello mágico.
—¡No soy un perro! —gritó, con los ojos llenos de lágrimas y sus
pequeños puños cerrándose a sus costados.
—Tienes razón. Eres una maldita esclava; mía, para ser precisos. Así
que abróchate el cinturón, nena, está a punto de ponerse
jodidamente duro para ti. —Tiró del medallón que ahora está unido
a su cuello—. Ahora acuéstate y duerme un poco. Mañana será un
infierno para ti, pequeña.
Ristan se quitó la ropa con un solo pensamiento y vio como sus ojos
se desviaban sobre él, hasta lo que la miraba fijamente a la cara.
Estaba duro, diez pulgadas, y necesitaba liberarse. Sonrió y vio cómo
su lengua salía corriendo para lamer sus labios. Joder, era hermosa,
y su olor… Tenía a su soldado rogando que le permitieran
conducirse en esos sedosos rizos rojos.
Se apartó de ella y se dirigió a la cama, tirando hacia atrás el edredón
de color carbón, su enorme cuerpo cayendo con fuerza mientras se
desplomaba sobre las sedosas sábanas blancas. Apenas pudo
contener el gemido por el dolor que surgió con su descuido. Cerró
los ojos, sabiendo que no iba a tener otra opción que acostarse y
dormir.
Su cadena sólo le daba un poco de espacio, y no era suficiente que
ella pudiera alcanzarlo mientras él descansaba; ni siquiera era lo
suficientemente largo para llegar a la puerta o a las elegantes
ventanas que formaban una de las paredes de su cuarto. Se había
asegurado de ello.
—Tengo que ir al baño —dijo ella, y él abrió un ojo y la miró
fijamente.
—¿En serio? —gimió impaciente. Consideró ser un imbécil ya que su
metabolismo utilizaba todo eficientemente así que no tenía esas
necesidades, pero ella sí. Se levantó de la cama y se acercó a ella
lentamente. Su soldado saltó arriba y abajo mientras Ristan
alcanzaba la cadena y la soltaba de la pared.
Se movió al otro lado de la habitación y abrió una puerta, porque sí,
tenía un baño. Tenía muchas mujeres que lo visitaban aquí, y
algunas tenían necesidades personales como ella. Abrió la puerta a
empujones el resto del camino para revelar la lujosa bañera que
podía albergar hasta diez personas fácilmente, nueve si una era una
ninfa que no podía quedarse quieta. La ducha era de mármol negro,
una réplica de una que había en la mansión de Spokane.
Se construyeron fregaderos de piedra gemelos que tenían agua
burbujeando como una fuente construidas por la vanidad. Las había
conseguido porque los sonidos eran tranquilizadores. Danu no había
visto ninguna razón para tan lujoso desperdicio de espacio, pero
después de vivir entre los humanos, le habían llegado a gustar estas
comodidades.
—¿Puedo usarlo sola? —susurró, y sí, la escuchó claramente.
Le dio la espalda, y eso fue toda la privacidad que ella tuvo. Escuchó
como el tintineo de la cadena se movía, su mano soltando los
eslabones mientras ella caminaba hacia donde estaba el baño. Tenía
un pequeño cubículo, uno que le daría una pequeña sensación de
privacidad, pero entonces, ese no era su problema. Él no le prestó
atención, incluso cuando escuchó el salpicón de agua mientras se
limpiaba. No fue hasta que la cadena fue estirada, y algo navegó
hacia su cabeza que se dio vuelta por completo.
Olivia estaba parada junto a la bañera, lanzando misiles en forma de
champú, acondicionador y otros productos de baño a su cabeza.
Sonrió. Empieza el juego. Se transportó, agarró sus hombros y la
sacó del suelo hasta que estuvo a la altura de sus ojos. —No deberías
haber hecho eso —advirtió mientras se quemaba por el dolor de sus
heridas en proceso de curación. Volvió a transportarse, y aterrizaron
en la cama, esta vez, con él encima, y su soldadito presionando
fuertemente contra su vientre en pleno saludo.
No es que su polla fuera pequeña, pero el pequeño había visto
guerras y había pasado por algunas mujeres pervertidas, que habían
hecho que su soldado estuviera dolorido durante días después de sus
pervertidos juegos de mierda. Había visto mucha mierda a lo largo
de los siglos, e incluso había hecho alguna mierda que había dejado
marcas de amor en sus parejas durante semanas después. Sí, era un
soldado. Era un maldito veterano cuando se trataba de saquear
coños. Entonces, ¿por qué esta pequeña virgen ruborizada lo tenía
duro como una roca? Probablemente tenía que ver con el hecho de
que ella nunca había sido tocada, un territorio desconocido, y todo
eso.
Se apoyó en su clítoris, disfrutando de su fuerte jadeo cuando su
chico conoció a su chica y le dio en el clavo. Sus manos capturaron
fácilmente las de ella, que se levantaron para un asalto, y sonrió
fríamente mientras la miraba. Joder, se veía bien toda cabreada, con
los pechos que se le levantaban por la lucha. Ella se agitó contra él,
sus pequeñas caderas moviéndose para desalojarlo de donde estaba
encaramado en su suave y sedoso cuerpo.
—Eso es, Liv, lucha conmigo. Joder, —gruñó mientras se movía en
sincronía con sus luchas. Se rió cuando ella inmediatamente dejó de
luchar, pero ese olor embriagador de ella persistió. Bajó su frente
hasta la de ella y la presionó allí—. Si me atacas de nuevo, te haré lo
mismo. Sólo que mi tipo de asalto será uno que no olvidarás, nunca.
¿Entiendes lo que digo? —gruñó bajo, su aliento abanicó los labios
de ella mientras levantaba la cabeza para mirarla.
Sus ojos se inundaron de lágrimas y su labio inferior tembló. Se alejó
más y repitió lo que se había dicho a sí mismo. Se negó a ceder y a
calmarla. Ella le había hecho esto; lo había entregado a esos
malditos que lo habían despedazado como si fuera un animal al que
habían disparado y decidieron destriparlo y jugar con él antes de
comérselo.
Peor aún, esta pequeña perra había llevado a su Rey al enemigo, y
eso era algo que no podía perdonar. Ella lo había derribado, y al
hacerlo, podrían haber tomado a su Rey. No podían matar a Ryder,
pero si lo llenaban con suficiente hierro, ciertamente podrían
haberlo derribado, y habría sido el fin del juego para la Horda.
—Lucharé contra ti. No seré tu prisionera para siempre. Me alejaré
de ti, y cuando lo haga… —Dejó que la amenaza se alejara.
—¿Qué? ¿Harás qué? ¿Tirarme los malditos libros? ¿Champú?
¿Acondicionador? Confía en mí, Red, nunca escaparás de mí.
Jamás. No soy alguien que juega, no cuando me han traicionado. ¿La
última persona que me traicionó? Terminó destripada, y hasta el día
de hoy los desolló yo mismo por su piel. Mira alrededor de esta
habitación, ¿ves esas fotos?
Olivia miró, sus ojos rozando las pinturas de majestuosos paisajes
que eran lo único que adornaba sus paredes. Eran hermosos,
incluso obras maestras.
—Esos son un recordatorio para no volver a confiar en nadie,
excepto en la sangre. Hago que pinten su carne después de haberla
curtido, y luego la cuelgo donde pueda verla, para recordármelo. Si
por alguna casualidad, te escapas, debes saber que siempre te
encontraré. Además, los humanos no pueden acceder a los portales
—advirtió. La quería aterrorizada; ¿y esto? Esto asustaría a los
hombres adultos, y mucho más a su pequeña bibliotecaria.
Sí, así que esas pinturas ya no eran tan bonitas. Ella se acobardó y lo
miró fijamente. Podía sentirlo presionado contra ella; era enorme en
el departamento de tamaño, y su beso había provocado una serie de
emociones que aún no la habían abandonado. Su cuerpo le había
respondido de una manera que la aterrorizaba.
—¿Puedo moverme? —preguntó cuándo todo lo que el colosal ogro
hizo fue mirarla fijamente. Su boca bajó hasta la de ella; sus ojos
comenzaron a girar y ella movió su cabeza, tratando de detenerlo,
aunque quería sentir su beso caliente de nuevo.
—Necesitas una lección de cómo ser poseída —gruñó. Su mano se
acercó y abrazó a las dos juntas, y las sostuvo entre sus cuerpos
mientras que la otra le pellizcó ligeramente la barbilla mientras
sellaba sus labios sobre los de ella para robar un beso.
Esta vez, fue suave, y esas emociones saltaron a la vida con
venganza. Su cuerpo la traicionó, y ella se ablandó con su necesidad,
a pesar de que sabía que lo detendría antes de que él fuera más lejos.
Su rodilla separó fácilmente sus piernas, pero fue todo lo que hizo.
Los transporto, su cuerpo acunando el de ella mientras la llevaba
con él. Un minuto la había estado besando, y al siguiente, la sostuvo
contra la pared hasta que ganó su equilibrio.
—Duérmete antes de que deje de luchar contra las ganas de
alimentarte y de follarte, hasta que las únicas palabras que sepas
sean „„sí, por favor‟‟ y „„más‟‟, —gruñó mientras soltaba su sujeción y
alcanzaba la cadena que estaba conectada a su cuello. Rápidamente
la volvió a sujetar a la pared y sonrió fríamente cuando el sonido del
candado hizo clic. Luego la despidió por completo, como si no la
hubiera despertado a un doloroso nivel de necesidad.
Capítulo Diecisiete
Escuchando su respiración desigual, Ristan sabía que no estaba
dormida. Había estado dando vueltas en el catre y le estaba costando
cada onza de su fuerza de voluntad permanecer donde estaba, a su
lado, mirando hacia otro lado. Su polla palpitaba, y su corazón latía
erráticamente.
Debería tomarla y penetrar su brújula moral, pero nunca había
tomado a una mujer por la fuerza, y no iba a empezar ahora. Tenía
un plan lento y hábilmente detallado para ella. Iba a hacer que ella
suplicara por su polla, y ella lo tomaría. Oh, ella haría más que sólo
tomarlo.
—No puedo dormir así —susurró.
—¿En serio? —ofreció, exhalando una respiración profunda.
—Esta cama no es muy blanda; creo que la de la celda ofrecía más
acolchado, —musitó suavemente.
Él escuchó como la cadena se sacudía, y su suave gemido de
desagrado sonó a través de la habitación, por lo demás silenciosa. Se
sentó después de unos momentos de silencio incómodo, sus ojos se
dirigieron a su posición en la habitación poco iluminada. Se puso de
pie y se acercó a la cadena, abriéndola con su toque, y la estiró,
tirando cuando ella dudó.
—No voy a dormir... —Se detuvo mientras observaba su cuerpo
desnudo; lo que no estaba oculto por las vendas mostraba furiosas
marcas rojas de su tortura entrecruzadas en su impresionante
cuerpo. Malditas piedras brillantes, pensó mientras tiraba de la
cadena lo suficientemente fuerte como para llevarla a centímetros de
su palpitante polla.
Un solo empujón en sus delgados hombros y ella estaría de rodillas,
justo donde él la quería. Agitó su mano, desechando el sencillo traje,
sus ojos rasgando sus pezones erectos y los sedosos rizos rojos entre
sus piernas.
Joder. Era una mala idea, pero necesitaba dormir para curarse.
Ignoró su débil protesta y conectó la cadena al cabecero, y luego tiró
de la cadena hasta que se vio obligada a caer o a subir a la cama.
—Tócame mientras duermo, y no te gustará lo que pase. ¿Entiendes,
pequeña? —refunfuñó mientras ignoraba su respuesta y se acostó.
Sintió que la cama se movía mientras ella intentaba ponerse
cómoda, y finalmente, se durmieron.
*~*~*
Olivia estaba en llamas. Gruñó y gimió cuando dedos, dedos muy
hábiles en eso, trabajaron su coño. Estaba perdida en un sueño y,
considerando que la mayoría de ellos lo habían incluido, no era una
gran sorpresa que éste lo tuviera también.
Fue empujada contra el colchón, y voluntariamente separó sus
piernas como las palmas de las manos la dirigían. Un dedo se
deslizó en su húmeda entrada, y luego otro, llenándola hasta un
nivel doloroso. Meneó sus caderas, aceptando más, necesitando más.
El calor húmedo sopló sobre su suave nubosidad, y entonces su boca
estaba allí, esa lengua suya presionó fuertemente contra su botón de
amor, y los labios capturaron su clítoris, succionándolo dentro de su
boca caliente. Sus dedos estaban enterrados hasta los nudillos, y ella
tenía que tener más de él, ahora.
Él no se lo concedió, sino que una mano se acercó a la copa de su
pecho y le pellizcó los pezones dolorosamente. Ella gritó por el
placer sensual que se disparó a través de ella. Sus propios jugos le
permitieron una mayor entrada; su gemido fue erótico al vibrar
sobre su carne sensible.
Sus dedos empujaron más adentro de ella y encontraron un latido
silencioso que trajo una sensación en la fosa de su vientre, una que
ella había encontrado antes, pero que nunca había logrado liberar.
Ella se empujó a sí misma hacia esos dedos, necesitando alcanzarlo.
Su pulgar e índice que pellizcaban y se burlaban de su pezón se
movieron hacia el otro, y luego se detuvo.
—Por favor —murmuró hambrienta, su propia voz sonando
desconocida para sus oídos. A la mierda; esto era un sueño, y ella lo
quería aquí. Ella quería saber cuál era esa sensación; saber cómo era
caer sobre ese precipicio antes de que su vida terminara.
—¿Por favor qué? —gruñó, y mientras forzaba sus ojos a abrirse, vio
el costado del sofá al final de la cama abierto y algunos de los
artículos dentro volaron a través de la cama a su mano que esperaba.
¿Qué eran esas cosas?
—Oh, cielos, —susurró al notar un pequeño par de pinzas y otras
cosas que sólo había visto en catálogos o descrito en algunos de los
libros que había leído.
—Cierra los ojos y abre las piernas —ordenó, y su tono no admitía
discusión alguna.
Se recordó mentalmente a sí misma que estaba soñando, y cuando
despertara, esto no sería real. Cerró los ojos y sintió la seda que le
envolvía la cabeza, creando una venda. Gimió mientras sus dedos se
arrastraban entre sus muslos, hasta que sus manos capturaron las de
ella y las sostuvieron sobre su cabeza.
—Había planeado esperar, pero el despertarme con el olor de ese
dulce coño lo estropeó —gruñó suavemente, mientras más seda se
envolvía alrededor de cada muñeca. Ella sintió un tirón mientras él
la apretaba y luego la soltaba. Ella nunca pensó que le gustarían las
ataduras fuera de un buen libro, pero nunca antes había llevado a un
hombre a su cama. Él la excitaba; no importaba cuanto ella tratara
de negarlo, él lo hacía.
Grandes manos rellenaban su pecho; sus labios y dientes chupaban y
le mordían ligeramente el pezón. Había un aguijón y una quemadura
cuando algo metálico la mordió y no la soltó. La lamió y repitió el
mismo tratamiento con el otra. ¿Pinzas? Este sueño se volvía cada
vez más extraño. Una lengua húmeda y caliente se deslizó hasta su
clítoris donde fue chupada, lamida y pinchada como una tercera
mordedura de metal, sujetada con abrazaderas. No pudo aguantar
más tiempo; un gemido se escapó y balanceó las caderas mientras la
presión de las pequeñas pinzas enviaba una emoción salvaje a través
de ella.
Su coño se inundó de humedad mientras sus dedos acariciaban sus
rizos. —Dios, estás hecha para ser follada, ¿verdad, mi pequeña
bruja? —él gimió y ella sintió sus dedos mientras los presionaba
contra su calor y los deslizaba por el desorden que había creado—.
Me pregunto si este dulce refugio puede estirarse lo suficiente como
para tomarme —cuestionó, y entonces dos dedos entraron en su
cuerpo, estirándola y llenándola lo suficiente como para que jadease
ante la intromisión, lo que amplificó el placer. Empujó sus dedos
dentro de ella hasta que sólo su palma plana fue presionada contra
su calor.
—Lo necesito —suplicó ella, sin estar segura de lo que necesitaba
exactamente en ese momento. Meneó sus caderas, necesitando más.
Sus pezones se sentían casi entumecidos bajo la presión de las
abrazaderas, y su clítoris se estaba hinchando por haber sido
pellizcado. Su boca bajó hasta donde ella lo necesitaba, pero en el
momento en que su lengua golpeó contra su clítoris, ella gritó
conmocionada mientras el dolor se mezclaba con el placer, el placer
superó al dolor, y esa tormenta dentro de ella ganó fuerza.
*~*~*
Ristan no se cansaba de probar su sabor. Los dulces jugos de su coño
le cubrían la cara, cubriendo sus labios mientras continuaba
lamiendo su clítoris, donde el flujo de sangre se había restringido.
Quería hacer que su cuerpo traicionara sus propios deseos. Incluso
ahora, ella gemía por más, sin darse cuenta de que esto no era un
sueño.
Él se había sacado a sí mismo de su sueño y se había despertado con
su dulce cuerpo presionado contra el suyo, su polla preparada
mientras sus mojados pliegues se deslizaban por ella. Sí, ella estaba
muy madura con la necesidad de ser tomada. Incluso mientras
dormía había encontrado a su soldado, y lo había tentado a pasar su
punto de quiebre. Él se contuvo, recordando que era virgen, y que
necesitaba ser explorada y preparada antes de que él alimentara
centímetro tras centímetro de su enorme polla con ese dulce y
pequeño coño, o podría herirla gravemente.
Sus ojos se deslizaron por su piel de porcelana hasta donde sus
pezones se enrojecieron e hincharon por las pinzas. Este conjunto en
particular podía vibrar, lo que podía hacerla venir antes de que ella
lo pidiera, así que mantuvo la vibración apagada por ahora. Sus
muslos estaban bien abiertos, y aunque le gustaba la idea de que no
se diera cuenta de lo que le pasaba a su bonito coño, quería ver sus
ojos cuando explotara con su primer orgasmo.
Chasqueó sus dedos, y la venda se desintegró. Las fibras atraparon la
suave brisa del viento de las ventanas abiertas y crearon una
brillante cascada de cristales blancos. Ella parpadeó para ajustar sus
ojos, y luego él llevó sus dedos de vuelta a su apertura. Su otra mano
creó sensaciones mientras sus dedos hacían pequeños patrones
circulares en la parte interna de sus muslos.
—¿Quieres que te folle, Olivia?—susurró roncamente, su propia voz
se llenó de su necesidad de tirar la precaución al viento y follarla.
—Tengo que venirme —respondió ella gruesamente, su tono sensual
deslizándose sobre su piel como una suave caricia—. Hazme venir,
por favor, —suplicó ella, mientras sus caderas se levantaban sin
sentido.
Él se movió entre sus piernas y deslizó su polla sobre sus pliegues de
terciopelo. Su estómago se enroscó con la necesidad de follar, de
reclamar lo que ningún otro hombre o ser había reclamado antes.
Ella goteaba, la hermosa vista de sus jugos al inundar su núcleo lo
envió al límite y él sujetó su polla sobre su coño. Su mano libre
levantó y quitó el trozo de seda de encaje que le ataba las manos, y
luego quitó la abrazadera que le pellizcaba el clítoris muy hinchado.
La miró mientras hacía una O con sus hermosos labios, y sus ojos lo
siguieron. Empujó la cabeza de su polla justo dentro de su vaina y
gimió mientras la tensión lo agarraba. Sus músculos se tensaron y se
agruparon en su cuello mientras se forzaba a permanecer quieto, su
polla apenas dentro de ella, necesitando ser enterrada en sus rojizas
profundidades.
La sacó y la deslizó suavemente a lo largo de la costura de su
humedad, acariciándola hasta que ella se movió con él,
aparentemente sin darse cuenta de que no era un sueño. Su
humedad le permitiría entrar, y él estaba impaciente por entrar en
ella completamente. No estaba bien, ya que ella pensaba que él era
su amante de ensueño, y aun así no podía obligarse a detenerse.
Deslizó su polla hasta la punta de su entrada.
—Ruégame que te folle —gruñó; la sangre palpitaba en su hombría
mientras su coño apretado se agarraba dolorosamente a la cabeza de
ella.
—Nunca —susurró ella, y empujó su apretado cuerpo contra él,
sorprendiéndole mientras sellaba su destino y la tomaba
profundamente. Ella gritó mientras el dolor la desgarraba y él gruñó
por su propia desconsideración. Su coño estaba mojado, pero tenía
que estar listo para su amplio espesor y largor—. Oh Dios —gritó,
pero en lugar de alejarse de lo que seguramente le estaba causando
dolor, abrió sus piernas más ampliamente, trabajando sus caderas
para acomodar su polla.
—Joder, —gimió y se quedó quieto, permitiéndole usar su polla para
encontrar su propio ritmo.
¡Ella lo estaba follando! Esta dulce virgen estaba meciendo su vaina
ajustada alrededor de él y usando su polla como su propio juguete de
placer. Él meció sus caderas y vio como sus manos se movían hacia
sus ahora muy sensibles pezones apretados. Sus dedos acariciaron
suavemente las puntas rojas, y una nueva inundación de líquido
llenó su dulce coño. Sí, joder, estaba en problemas.
Él le agarró las manos, empujándolas con fuerza hacia abajo
mientras su boca encontraba esos sensibles picos, uno y luego el otro
mientras los pellizcaba, disfrutando del jadeo impactante que estalló
de sus labios. Ella estaba descubriendo la verdad, y él estaría
condenado si ella lo rechazaba tan adentro. Él empujó más adentro
hasta que quedó enterrado hasta la empuñadura, y ella gritó
mientras el dolor la desgarraba, pero sólo duró unos momentos
mientras empezaba a follar su cuerpo.
Sus dientes rozaron su pezón, y luego quitó las abrazaderas; una y
luego la otra, hasta que quedaron libres, y luego las chupó con
avidez. Su gemido fue una bendición para sus oídos mientras la
sangre corría de vuelta a esos picos gemelos, y él meció su enorme
polla en la firmeza de su dulce cuerpo.
Se retiró cuando su cuerpo comenzó a temblar con su inminente
liberación. Vio como ella continuaba usándolo, su dulce culo
meciéndose mientras se follaba su polla. Había planeado torturarla,
pero esto… Esto fue un fracaso en el mejor de los casos.
Sus bolas se apretaron mientras ella continuaba deslizándose sobre y
fuera de su eje, y luego ella gritó. Sus ojos se abrieron mucho, sus
pezones se endurecieron ante sus ojos, y ella explotó en gritos
mientras su cuerpo se sacudía por la fuerza de su primer orgasmo.
Incapaz de resistirse, se alimentó de la energía que salía de ella. El
sabor Fae y Humano como él esperaba, y algo más que no podía
identificar. Era poderoso. Algo que nunca antes había probado e
inmediatamente quiso más. Sus ojos se abrieron lentamente y la
miró por un momento, sonriendo oscuramente mientras le
levantaba las piernas por los tobillos, sin avisar de su intención.
Su cuerpo estaba listo, y sus bolas le dolían demasiado como para
esperar más. La separó, colocando un tobillo delgado sobre su
hombro y el otro sobre su muslo mientras se empujaba hacia ella,
duro y rápido mientras se follaba su resbaladizo y ajustado calor. —
Mi turno —advirtió y continuó follándola hasta que ella volvió a
gritar, sus manos empujando contra él mientras tomaba su turno.
Sus gritos eran de placer, música para sus oídos mientras el ritmo de
su sangre se mezclaba con ellos, y él explotó dentro de su dulce calor.
Nunca había llegado tan rápido o tan duro en toda su vida. Sin
embargo, no se detuvo, ni siquiera cuando ella trató de alejarse de él.
En cambio, capturó su cara entre sus manos, besándola larga y
duramente, lo que hizo que ella moviera sus caderas a su ritmo,
como si ambos escucharan la misma canción aunque no sonara
música en la habitación.
Por la mañana, ella gritaría y lloraría a mares, pero a él no le
importaba. Ella había estado dispuesta; él podía sentir cada emoción
que ella tenía a través de las yemas de sus dedos y podía ver en sus
expresivos ojos azules que ella era plenamente consciente de que
esto no era un sueño. Ella había sido realmente follada por su
captor, y lo había querido con cada fibra de su ser.
Él explotó por segunda vez, llevándola con él por los hermosos y
felices acantilados, y ella gritó su nombre… Bueno, ella gritó su
nombre en clave, algo que él tendría que arreglar, y ella no se lo dijo,
pero la siguiente vez que él la tomó, ella lo gritó a los putos cielos.
Sentado e incapaz de mantener sus ojos abiertos por más tiempo,
limpió sus cuerpos con glamour, limpiando la sangre de ella y de la
cama, y tiró su cuerpo flexible contra el suyo. —Ahora eres mía,
Olivia. Me perteneces
Capítulo Dieciocho
Caminando por los jardines, Ristan reflexionó sobre sus duras
palabras con Synthia esta mañana. Sus intenciones eran sólo suyas,
y entendió de dónde venían las de ella, pero él merecía su venganza.
Había dejado a su prisionera dormida en su cama y se había
detenido brevemente en la guardería para darle a Kahleena un poco
de su jugo de Demonio, que mantendría a la niña viva un poco más
hasta que pudieran averiguar cómo curar el Árbol. La pequeña cosa
se estaba debilitando cuando debería estar creciendo fuerte. Sus
ojos dorados mostraban los poderes de su padre, pero no
prosperaba, y tarde o temprano, sus hermanos la seguirían.
Synthia había llegado a la guardería y él la había criticado por ir en
contra de sus deseos llevando a Adam a visitar a Olivia en su celda el
día anterior. Sinjinn le había avisado en ese momento, pero se había
mantenido alejado de la celda por orden de Ryder y le aseguró que se
aseguraría personalmente de que no se hiciera nada y que Olivia
siguiera siendo su prisionera.
Había escuchado como Synthia le había dado consejos sobre Olivia.
Estaba agradecido de que ella no le hubiera rogado que la liberara, y
en su lugar le explicó lo que ella pensaba que podía ser la culpa.
Había entendido el punto de vista de Synthia cuando ella le explicó
lo de crecer en el Gremio, y cómo era la ley en confiar siempre en los
Ancianos, y seguir cualquier orden dada por ellos. Sonrió y se rió
interiormente de lo diferente que era ser criado en la Horda. Con su
padre, se las había arreglado para encontrar lagunas y maneras de
hacer lo que sabía que estaba mal. A menos que uno fuera muy
inteligente, la muerte era el castigo usual por no seguir las órdenes
bajo el régimen de Alazander. Había vivido, sin embargo, y evitado
situaciones que sabía que estaban mal, pero Olivia había jugado a ser
la seductora voluntaria en su caída dentro del Gremio.
Ese era el quid de la cuestión. Consiguió lo que Synthia le recordó
esta mañana. Diablos, había pasado semanas en el Gremio viendo
cómo seguían las órdenes sin hacer una simple pregunta. Así que la
pregunta era, ¿Olivia era una Maga, o sólo seguía ciegamente las
órdenes? ¿Y qué podría hacer que se volviera contra Alden en favor
de Cyrus? Ambos eran Ancianos. Cada vez que había observado a
Olivia interactuar con Alden, parecía como si se hubiera preocupado
por el viejo. Había observado a ambos Ancianos durante meses, y
Cyrus era frío y estaba distante de los otros en el Gremio de
Spokane, mientras que Alden los había tratado como familia. ¿Así
que era una gran actriz, o hábil en la traición y parte del plan de los
Magos?
Había demasiadas preguntas sin respuesta, y obviamente no estaba
acostumbrada al placer, lo que haría que obtener esas respuestas
fuera una hazaña fácil. El problema era que no estaba acostumbrado
a ser el imbécil, y había escondido su propio dolor detrás de su
mordacidad. Pero ahora, era casi imposible de manejar con las
viejas heridas desgarradas a la superficie. Necesitaba respuestas de
ella, y necesitaba saber por qué lo había hecho. La gente había
muerto, y aunque no sentía amor por los que habían muerto en el
Gremio, había sido traicionado, y peor aún, había sido drogado por
una pequeña hembra porque su polla había querido que se resbalara
y cayera sobre ella. Eso fue lo que más le cabreó. Un simple error de
mierda y podría haber arruinado todo por lo que habían trabajado
tan duro, y todo porque quería que ella fuera la pequeña y dulce cosa
inocente que todo el mundo había asumido que era.
Sus ojos vagaron por las numerosas hierbas y flores hasta que
llegaron a su hermana menor, Ciara. Sofocó un gemido mientras se
movía en su dirección, sabiendo que si se iba ahora, ella sólo lo
seguiría.
—Minx —dijo, mientras se acercaba a ella.
—Hola, ¿cómo te sientes? Todos estamos un poco preocupados por
ti, —admitió ella mientras tomaba su mano y besaba su palma en
señal de saludo.
—Estoy mejor —dijo él, su mente repitiendo la mañana que pasó con
Olivia. De hecho, se sintió mucho mejor desde que se alimentó de
ella —. ¿Cómo están los bebés?—preguntó, moviendo su mente al
tema más seguro.
—Necesitan que nos pongamos en marcha para curar el Árbol, —
susurró mientras sorprendía a Ristan con un fuerte abrazo, que le
hizo hacer un gesto de dolor. Obviamente, no se había curado
completamente al follar.
—¿No hubo suerte en encontrar una cura, entonces? —preguntó él
mientras se alejaba, esperando que ella captara la indirecta.
Se dirigió al pequeño banco de piedra y se sentó con las manos en el
regazo. —No creen que pueda ayudar —murmuró—. Actúan como si
yo fuera débil, y no lo soy. Puedo luchar; he sido entrenada por
Zahruk y Sinjinn. Puedo ayudar —dijo, levantando los ojos para
encontrarse con los suyos con una mirada de pura determinación en
ellos.
—Eso no cambia el hecho de que naciste mujer, Minx, o que es
nuestro trabajo protegerte —bromeó ligeramente.
—Synthia puede luchar, y nadie dice que es una mujer —gruñó—. No
soy ella, y lo entiendo. Su linaje es superior, pero el mío tampoco es
débil. Soy la Princesa de la Horda, y puedo ayudarlos.
—Ciara, eres imprudente y joven. No piensas antes de actuar, y sé
que crees que estás lista para enfrentarte al mundo, pero no lo estás.
Necesitas tomar mejores decisiones y dejar de ser tonta. Deja de
esforzarte tanto —dijo mientras le sonreía, y sus ojos miraban como
una mirada de desafío se iluminaba en los suyos.
El aire estaba espeso con el embriagador aroma de las flores en
plena floración. Su nariz captó el sutil aroma del jazmín, que le
recordaba a la dulce belleza que dormía en su cama. Un exuberante
verdor cubría los muros de piedra que protegían los jardines, y las
vides habían sellado las grietas que se habían formado cuando Ryder
había matado a su padre. Los jardines estaban cerca del gran salón
donde su padre había empalado a Dristan con su afilada punta de
ala. El chico había estado cerca de la muerte. Ryder enloqueció, y la
batalla había sido brutal y había sacudido los cimientos del castillo.
Al final, había acabado con el monstruo que los había atormentado a
todos sin cesar.
Sus ojos se dirigieron a la entrada de la puerta, y a los dragones
dobles que simbolizaban la Horda, y sonrió. Mucho de este mundo
nunca tuvo sentido antes del cambio de monarquía, y ahora, con la
inminente condena de Faery, sí lo tenía.
Sus ojos volvieron a su hermana y sacudió la cabeza. —Mucho
depende de ese Árbol, y ahora mismo no es el momento para una
rebelión, Ciara. Ahora es el momento de estar unidos y luchar por
esos niños; nos necesitan. A todos nosotros. Si aún te sientes así
después de que esto se haya logrado, estaré a tu lado cuando hables
con Ryder. Si te acercas a él antes de eso, estarás sola en tu lucha por
la independencia.
Los ojos de Ristan se dirigieron a la Diosa que estaba al otro lado del
jardín. La capa dorada de su cuerpo era cegadora, y esta vez no era
Danu. Maldito infierno. Sacudió la cabeza, pero la Diosa no le hizo
caso; sus ojos estaban en Ciara.
—Jodido infierno —susurró reverentemente mientras sus ojos se
dirigían a los de su hermana.
Ciara se retorció en su asiento y observó el jardín, pero sus ojos
volvieron confundidos. —¿Qué pasa? —susurró, mientras se frotaba
distraídamente los brazos mientras un viento frío soplaba por el
jardín mientras el destino la miraba con una sonrisa malvada en sus
hermosos labios.
—No es nada que no podamos manejar —dijo Ristan, con su tono
prometiendo a la Diosa que estaban preparados para cualquier cosa.
*~*~*
Caminando al lado de la cama, el cuerpo de Olivia dolía desde donde
había sido complacida por el monstruo. Ya no estaba segura de que
fuera un monstruo, pero necesitaba recordarse a sí misma que lo
era. Esta no era una de sus novelas románticas que terminaría con
un “felices para siempre”. Era una historia de terror.
La chica conoce a un tipo guapo, el tipo resulta ser un monstruo,
secuestra a la chica y la tortura. Ella muere. Fin de la historia.
Ella le había permitido quitarle la virginidad, y aún si lo hizo para
evitar que fuera una amenaza con la que él pudiera torturarla. ¿Se
arrepentía? No estaba segura todavía, pero le había gustado. Mucho.
De eso, no era capaz de mentir. Le había dolido, pero sólo al
principio, y las cosas que él le había hecho sentir… Esas cosas ya
hacían que su cuerpo se humedeciera más.
¡Era tan idiota!
Tenía la sábana envuelta alrededor de ella, usándola como un
vestido, porque la había dejado en la cama sin nada que ponerse. La
cadena que sujetaba su cuello a la cama era más larga que la noche
anterior y le permitía llegar al baño sin su ayuda, pero no era lo
suficientemente larga como para llegar a la puerta o ventana para
comprobar si había una salida o una ruta de escape.
Sus pechos aún eran sensibles por las pinzas que él había usado, y
cada vez que se giraba, le recordaba lo que habían hecho juntos.
Considerando su impresionante tamaño, ella pensó que el dolor
habría sido mucho peor. El dolor sordo era sólo otro recordatorio de
lo que había hecho. Ella lo había permitido, ¡y joder si no le gustaba!
Era tan idiota, o quizás debería culpar a sus novelas románticas por
sus expectativas poco realistas.
Siempre era la misma historia. La chica es tomada, la chica se
enamora de su captor, y él termina amándola. ¡Era una absoluta
basura! Ella no estaba viviendo una novela; él seguro que no se iba a
enamorar de ella, ¡y no había un maldito arco iris! Pero, maldita
sea, ¿el sexo? Mejor que nada de lo que esos libros habían explicado.
Y sí, su vagina podría doler hoy, pero la perra traidora estaba
haciendo un baile feliz por haber visto algo de acción finalmente.
Su cuerpo estaba limpio, y aun así sentía su tacto como si la hubiera
quemado con él. Una onda de temblor la atravesó empezando por los
dedos de los pies mientras cerraba los ojos y se imaginaba con él.
Estaba ansiosa, y ni una sola protesta que hubiera hecho sonaba
como si llevara la verdad.
Los recuerdos de todo lo que habían hecho se repetían en su mente.
Desde que se despertó, no pensó en otra cosa que en lo que él había
hecho con su cuerpo. A su cuerpo. El tipo tenía unas habilidades
locas que ella había ronroneado y cantaba Dixie para él mientras él
se la follaba. Pero había otras cosas, como esas marcas rojas de su
tortura que se entrelazaban con las marcas plateadas de su linaje.
Junto con una marca que parecía un símbolo de la Diosa Fae en su
pectoral izquierdo. El sorprendente guiño de plata de los aros que
atravesaban sus pezones. Sus abdominales parecían como si los
hubiera robado de un modelo de portada de alguna revista de física
masculina. Luego, por último pero no menos importante, su polla.
Nada de lo que había leído o visto podría haberla preparado para
eso. Probablemente se consideraba un arma oculta en los Estados
Unidos. Se rió y sacudió la cabeza. Aquí estaba, cautiva y
describiendo mentalmente el pene de su atormentador. ¡Brillante!
Su cuerpo había respondido a su toque, y finalmente se había
permitido el placer que ella siempre había intentado alcanzar, pero a
diferencia de cuando lo había intentado, él había logrado hacer que
su cuerpo cantara.
Ella sintió su presencia antes de que la primera suave pisada sonara
desde atrás de ella. Dejó de caminar y cerró los ojos al sentir el rubor
que se extendía por todo su cuerpo. No había considerado verlo tan
pronto y ahora sabía por qué la mañana después de una noche era
tan incómoda.
¿Qué se suponía que debía decir? ¿Se suponía que debía decir algo?
Estaba tan fuera de su pequeño y seguro mundo que quería usar la
sábana como un escudo y esconderse en su sedoso abrazo. Lo sintió
a su espalda, su inmensa presencia física casi palpable mientras
esperaba que hablara.
Olvidó respirar, moverse, olvidó que era su prisionera hasta que
sintió el tirón de la cadena y se dio la vuelta por ella. Sus ojos se
iluminaron con fuego mientras giraba sobre él, pero salieron
disparados cuando lo encontró sosteniendo una bandeja de comida.
Su estómago decidió elegir ese momento para soltar un gruñido de
hambre audible.
—Puedes comer, pero sólo si lo haces desnuda —dijo con una sonrisa
malvada en sus labios.
—Estoy desnuda—señaló ella, con sus manos agarrando la sábana a
su pecho como un salvavidas.
Los ojos de Ristan se deslizaron por la sábana hasta sus pies
descalzos y retrocedieron. —Suelta la sábana y te dejaré comer.
Podemos hablar mientras lo haces.
Con manos temblorosas, descolgó el material y lo dejó flotar hasta el
suelo, donde se acumuló a sus pies. —No te diré ningún secreto del
Gremio.
—Es un poco tarde para eso, ¿no? Considerando que tu Gremio no es
más que un montón de cenizas —murmuró mientras sus ojos se
deslizaban por su cuerpo desnudo.
Sus pezones estaban rojos, no del delicado tono de rosa que
normalmente tenían. Eso era obra suya, junto con las pinzas que
había usado. Su cabello estaba despeinado, y la humedad en Faery
había creado un frizz que lo tenía fuera de control. Puede que la haya
bañado con su magia, pero su cuerpo aún tenía pruebas de que él la
había tomado.
Su mano se elevó lentamente, acariciando su pecho antes de que su
pulgar rozara su sensible pezón. Gimió cuando la tomó
desprevenida y envió otro temblor a través de su cuerpo, que él vio.
—Por favor, detente —susurró ella, sus ojos se elevaron de su mano
para encontrarse con su mirada arremolinada de plata y negro—.
Me muero de hambre —admitió, y así era. Ella también tenía sed, y
el vino tinto que él había traído, o que ella asumió que era lo que
estaba en la bandeja, parecía lo suficientemente bueno como para
tragarlo de un solo trago.
—Esto por aquello —dijo mientras agitaba su mano y la cadena de su
cuello cayó al suelo con un fuerte traqueteo—. Yo te doy un trozo de
comida, tú me das respuestas.
—¿Y si digo que no? —preguntó mientras él le pellizcaba el pezón
dolorosamente, lo que parecía hacer que sus partes femeninas se
empaparan de anticipación. Ella se sonrojó una vez más, e intentó
quitarle los ojos de encima, pero fracasó. El calor en ellos la hizo
caer al suelo, y mientras miraba, sus fosas nasales se abrieron
cuando sus labios se inclinaron hacia arriba en las esquinas. ¿Podía
oler su coño mojado por la necesidad?
De ninguna manera.
—Puedes hacer las cuentas; eres una chica inteligente, Olivia. Sabes
lo suficiente sobre los Fae y lo que podemos hacer. Incluso podría
hacer que uno de mis hermanos viniera aquí y te interrogara. No te
quedaría mucho más que huevos revueltos si lo hiciera, así que te
recomendaría encarecidamente que cooperaras. Ahora, ven y
siéntate conmigo —dijo, dirigiéndose ya al pequeño sofá de la
habitación. Ella lo siguió de cerca, consciente del hecho de que
estaba completamente desnuda, y la humedad se extendía por donde
se tocaban sus muslos.
Ella se movió para sentarse en el sofá, pero él tomó todo el asiento,
sus ojos se encontraron con los de ella brevemente antes de que
miraran al suelo a sus pies. Ella consideró discutir, pero se moría de
hambre hasta el punto de sentir que su interior se consumía.
A sus pies, sentada sobre sus rodillas con las manos palmadas sobre
sus muslos, ella miró hacia arriba. Tragó con fuerza y sacudió la
cabeza mientras colocaba la bandeja sobre lo que ella estaba segura
que no era nada… hasta que apareció una pequeña mesa.
Magia; eso tenía que ser. Los Demonios deben tener una magia
similar a la de los Altos Fae. Ese tenía que ser el motivo por el que
su cuerpo le respondía como una libertina con un fetiche de pollas.
—¿Qué quieres saber? —susurró mientras forzaba su mente a
alejarse de donde iba.
—Cyrus —dijo Ristan, sus ojos se posaron en los de ella antes de que
tomará una generosa rebanada de pan, la envolviera alrededor de un
trozo de queso y se la llevara a la boca. Una de sus manos se movió a
lo largo de su espalda, distrayéndola.
Olivia se lamió sus labios secos y sofocó un gemido mientras el
aroma de la carne, el queso y el pan recién hecho le hacía cosquillas
en la nariz. —¿Qué pasa con él?
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para él? —preguntó, moviendo
sus dedos hacia el siguiente trozo de carne mientras su otra mano
continuaba explorando su cuerpo distraídamente.
—Desde que tenía doce años y empecé a entrenar para ocupar mi
lugar en la biblioteca —admitió.
Se le entregó un pequeño trozo de queso, y en el momento en que lo
puso en su mano, lo devoró con vigor. Sabía a cielo, y cerró los ojos
y gimió mientras lo masticaba. Cuando abrió los ojos, lo encontró
mirándola fijamente con una mirada que hizo que su coño se
apretara fuertemente en conciencia.
—¿Lo conoces fuera del Gremio? —preguntó, y vio cómo su cara se
arrugaba por la confusión.
—¿Por qué lo conocería fuera del Gremio? Es un Anciano, y desde
hace un tiempo, han permanecido encerrados dentro de un Gremio
u otro. Antes de eso, no salían mucho para empezar. Toda mi vida
está dentro del Gremio, o lo estaba —dijo, y su estómago dio una
voltereta con lo patético que sonaba.
—Y Alden, sé que siempre ha estado más involucrado con los
Ejecutores y su entrenamiento, pero también era responsable de ti,
¿verdad? —preguntó, sus dedos pasando lentamente por encima de
su hombro desnudo.
—Siempre ha estado activo en la educación y las actividades de
entrenamiento de nosotros. Así que sí, es cierto —dijo suavemente
mientras un sentimiento de culpa revoloteaba por su estómago—.
Cyrus era el encargado de los bibliotecarios y las catacumbas, así que
dejé el cuidado de Alden cuando mi campo fue elegido.
—Entonces, ¿por qué entregar a Alden, cuando él está, después de
todo, a cargo de las fuerzas del orden? ¿Te molestó que te dieran un
escritorio mientras los demás tenían que cazar y matar Faes?
—Difícilmente; amo mi trabajo. Me encanta trabajar con los niños
—tragó con fuerza, sus ojos se nublaron con lágrimas mientras
apagaba sus emociones rápidamente para evitar que él supiera que
acababa de golpear algo que le dolía.
Ristan lo sintió, ese rubor de culpa mezclado con el dolor de sus
propias acciones, pero no tenía ni una pizca de sentido. —Entonces
dime por qué te volviste contra Alden —dijo en voz baja.
—¿Por qué? —Gruñó mientras el fuego se encendía en sus
profundidades zafiro—. ¿Por qué? —preguntó, su cuerpo
chisporroteando de ira.
—Esa es la pregunta. Puedo repetírtela si la necesitas —dijo
suavemente, sus ojos bailando de risa—. ¿Por qué traicionaste a
Alden? —preguntó, sus ojos bajando de sus labios enfadados a sus
encantadoras tetas, que su gran mano había engullido. Su mano se
levantó cuando la puso sobre la suya mucho más grande, y luego le
gruñó.
—¡Por tu culpa! —Dijo enojada mientras su otra mano le daba un
puñetazo en el costado—. No quería hacerlo, pero tenía que hacerlo
por lo que hiciste. —Sus ojos bailaban con su ira, y él estaría
condenado si su polla no se diera cuenta—. Pensé que era una mera
fantasía tuya, pero no lo era. Tampoco fue un sueño. Te vi entre mis
piernas, haciéndome cosas —susurró lo último, y luego casi gimió
mientras sus pezones se endurecían al recordar.
—Me viste chupando tu coño —corrigió—. Casi te corriste por mí;
¿recuerdas eso? —preguntó, necesitando saber exactamente lo que
recordaba cuando Danu había usado su cuerpo.
—Recuerdo haberte observado, pero fue como si fuera un testigo, no
un participante. Te vi cambiar. Pensé que era sólo un sueño hasta
que llegué a la biblioteca y Cyrus estaba allí esperándome. Me dijo
que las protecciones se habían encendido, y que algo de dentro del
Gremio lo había hecho. Dijo que lo más probable era que fueran los
Fae. Que tal vez uno había estado dentro y se había transportado.
Tenía un vídeo de ti, Alden y yo entrando en el cubículo, pero sólo
Alden y yo salimos. Tú nunca lo hiciste. Fue entonces cuando supe
que no había sido un sueño. Cyrus me acusó de ayudarte y dijo que
me juzgaría por traición porque te estaba dando secretos del
Gremio… ¡y lo había hecho! Puede que no lo supiera, pero sabes que
al Gremio no le importa un comino eso. Me arruinaste, y sí, hice lo
que tenía que hacer para salvar mi propio trasero.
Asintió con la cabeza y entregó un generoso trozo de carne y pan.
—¿Te gustó, lo que sentiste? —preguntó, sus ojos siguiéndole la boca
con cada mordisco que daba.
—No lo sé —susurró ella.
—Sí, sí lo sabes —dijo él con una sonrisa, sus ojos se iluminaron con
el conocimiento—. Sentí tu necesidad de correrte por mí mientras
mi boca chupaba tu dulce coño. Estabas empapada, y eso eras toda
tú —gruñó, sus ojos se arremolinaron con su belleza inhumana.
Le dio el vino, que ella bebió con entusiasmo, sin preocuparse
cuando le goteó por los labios y el pecho. Estaba seca y no iba a
permitir que él la detuviera. Lo terminó y se limpió la boca con el
dorso de la mano, ignorando las frías gotas que se deslizaban por sus
pechos y su estómago.
—¿Por qué no trataste de advertir a Alden? —preguntó él, volviendo
a acariciar su carne, notando que ella no se alejó de su toque, sino
que en realidad se movió hacia él.
—¿Y si era lo que dijo Cyrus? ¿Entonces qué? No soy una Ejecutora,
y estaba fuera de mi alcance.
—¿Alcance?
—Estaba fuera de mi liga, por sobre mi cabeza. Si hubiera sabido lo
que se avecinaba, ¿lo habría hecho de otra manera? Sí, por
supuesto. Me dijeron que ambos serían interrogados.
—Bueno, ahora, ambos sabemos lo que el Gremio considera un
interrogatorio. Podrías habernos advertido, y podríamos haber
ayudado a prevenir lo que pasó en el Gremio —dijo y sintió como su
culpa se elevó una vez más.
—¿Habría importado? —preguntó ella, cerrando sus ojos y
emociones como si hubiera sujetado el interruptor en ella, lo que le
hizo examinarla de cerca. Synthia podía hacer lo mismo, pero había
sido entrenada para soportar la tortura en manos de sus enemigos.
—Había archivos que necesitaba y que no había obtenido todavía,
pero tengo la siguiente mejor cosa. A ti —dijo sin rodeos, sus ojos se
fijaron en una gota de vino mientras se deslizaba por su cuerpo.
—No —dijo ella, con los dientes preocupados por su labio inferior—.
Esas son cosas de las que no te hablaré —admitió.
—Puedo obligarte —dijo mientras se sentaba y se acercaba.
—Puedes intentarlo; no significa que te diga nada —dijo desafiante.
—Maldita sea, Olivia, esperaba que dieras pelea.
Olivia sintió que su cuerpo se enfriaba cuando él se paró y se acercó
a la pared. Colocando la palma de su mano en un panel, que se
deslizó para abrirse, sacó algo que parecía una X gigante creada de
palosanto. Sería hermoso si no fuera un dispositivo hecho para la
tortura.
Capítulo Diecinueve
Viendo como sus ojos se volvían grandes y redondos, Ristan supo en
el momento en que descubrió para qué se usaba este dispositivo. Ella
se puso de pie y él sonrió. Ella no tenía a donde correr y ambos lo
sabían. Él la ignoró mientras abría las sujeciones de cuero en la
parte superior de la X y luego en la parte inferior. Su hermano había
hecho la encantadora Cruz de San Andrés con algunas
modificaciones a la tradicional. Esta tenía unas robustas barras
estabilizadoras en la parte trasera que se conectaban a un eje central
para que no sólo se invirtiera, sino que también pudiera girar en una
posición de mesa, y bloquearse a la altura justa para juegos aún más
intrigantes.
Con un simple movimiento de su mano, el sofá a los pies de su cama
se abrió y varios objetos salieron flotando, cada uno de ellos
fácilmente cogido y colocado con cuidado en la pequeña mesa que
materializó de su mente. Le dio una sonrisa malvada para
asegurarle que no se había olvidado de ella y le llamó la atención
mientras mostraba el primer objeto que era todo negro y parecía un
mango de látigo con colas suaves y esponjosas que brotaban de un
extremo.
—Eres nueva en esto, así que voy a empezar con algo fácil. Es muy
suave durante el primer momento o así hasta que finalmente sientes
el mordisco y el escozor, que puede quemar bastante bien. Deja un
hermoso mordisco de amor rojo también —sonrió con maldad
mientras mostraba las colas de cuero escondidas dentro de las
blandas. Tragó aire, incluso cuando su coño se inundó y se mojó
más—. Ahora está… también me encanta esta, por cierto. Es
pequeña, pero maldita sea, hace bien su trabajo —dijo mientras la
sostenía, mostrándole algo que parecía un poco más grande que una
bala y que era igual de brillante—. No dejes que su tamaño te
engañe, es muy poderoso. Puede provocar un orgasmo en menos de
treinta segundos. Estoy deseando esconderla en esa dulce rosita de
tu trasero.
Ristan se dio la vuelta y sonrió cuando escuchó que la puerta del
baño se cerraba de golpe. Ella iba a luchar con él, pero cuando
terminara, le rogaría que le diera más. A la mayoría de las mujeres
les encantaba la persecución, y él estaba dispuesto a apostar que ella
no era una excepción.
Lo necesitaba de todas formas. Después de anoche, follar con su
cuerpo apretado le había dado ganas de hacerlo de nuevo, y ella
había sido una participante dispuesta que se arrepentía hoy. Él podía
verlo en su postura. La forma en que su cuerpo se sonrojaba con el
recuerdo de lo que habían hecho.
Hoy se trataba de obtener respuestas, y planeaba disfrutarlo. Su
cuerpo estaba listo, el dolor residual de perder su virginidad se había
ido. O lo haría una vez que la curara un poco más. La simple
curación de los dolores y molestias era suficiente magia para él. Se
había asegurado de curar sus dolores antes de buscar sus deberes y
le había costado mucha fuerza de voluntad alejarse después de haber
acariciado su dulce carne para curarla.
—Olivia, está listo para ti, querida —dijo y sonrió al oír que algo se
cerraba de golpe contra la puerta—. Me gusta la persecución —llamó
suavemente, sabiendo que ella lo escucharía.
Se quitó la camisa y las botas, dejando sólo sus vaqueros, y se metió
en el baño, sin esperar que la botella de champú le pegara en la
cabeza en el momento en que lo hizo. Gruñó y se transportó de
nuevo antes de que el acondicionador lo golpeara también.
Reapareció detrás de ella y abrazó su cuerpo desnudo al suyo,
sintiendo la sacudida de la conexión. Nunca había sentido una
reacción física tan fuerte con sus parejas sexuales, pero tocarla era
como tocar el cielo. Cerca de ello, de todos modos, y el dulce aroma
de su sexo mezclado con flores de jazmín lo volvió casi loco.
Transportándose rápidamente antes de que ella pudiera responder,
la empujó contra el dispositivo, sabiendo que obtendría más placer
que dolor de él. Fácilmente dominó sus luchas e ignoró los sucios
nombres que ella le gritaba mientras él le envolvía las muñecas en
los suaves puños de cuero. Se alegró de haberle pedido a Aodhan que
usara el cuero más suave que pudiera encontrar. En esta situación,
mantendría su piel a salvo de las rozaduras de sus luchas, porque él
sabía exactamente cómo hacerla luchar, sin permitir que se corriera
hasta que él quisiera.
Tal vez la dejaría correrse rápidamente, sólo porque necesitaba sacar
al menos uno de su sistema para que él pudiera obtener las
respuestas que necesitaba.
Se inclinó para asegurarle las piernas y le agarró el pie mientras se
levantaba para darle una patada. La agarró dolorosamente por un
momento antes de soltarla para disminuir el dolor, lo cual no era su
intención. Ella podría ser nueva en el sexo, pero su cuerpo estaba
maduro para follar. Sus pétalos eran lisos con la prueba de sus
necesidades, y sus pezones ya estaban duros y probablemente dolían
por el dulce mordisco de sus pinzas.
Una vez que le aseguró los dos pies, ajustó el dispositivo hasta que
ella estaba de espaldas, su dulce coño se abrió para su placer visual.
Lo bloqueó en su posición, y ella maldijo y movió su trasero mientras
probaba las ataduras. Sus dedos se arrastraron suavemente por la
parte interior de sus muslos mientras se movía para ponerse de pie
entre sus piernas.
—Te ves bien indefensa —susurró mientras continuaba probando su
estado de ánimo. Ella estaba enojada, y sin embargo, ahí estaba: El
deseo. La voluntad. Puede que esté luchando contra ello, pero lo
deseaba más. Su corazón se aceleró y su sangre bombeó, pero sus
emociones… Esas emociones querían que se deshiciera de los
juguetes y que hiciera cantar a su cuerpo. Levantó sus ojos hacia los
de ella y sonrió con confianza.
Hasta que ella empezó a decir palabras al azar.
—¡Taza! Pollo, taco, conejo —se detuvo, sus ojos se volvieron locos
por la búsqueda de algo que sólo ella parecía saber—. ¡Rojo, rojo,
maldito seas! ¿Cuál es la palabra? —le exigió, y él se rió, abriendo los
ojos con sorpresa mientras ella seguía pronunciando palabras al
azar.
—¿Estás buscando una palabra de seguridad? —preguntó él
incrédulo. Con su frenética inclinación de cabeza, él se rió—.
Alguien ha estado leyendo algunos libros traviesos, ¿no es así? Debo
haberme perdido esa colección. Sin embargo, encontré bastantes que
escaneé mientras dormías —musitó, llenándose los ojos de risa—.
Mi parte favorita… veamos, oh sí. Su hombría bulbosa se metió en
mi resbaladizo lugar —citó, pero sus palabras se llenaron de risa.
—¿Estuviste en mi apartamento? —gritó, la indignación coloreando
sus palabras. Sólo se levantó cuando él se encogió de hombros y la
inmovilizó con una sonrisa de complicidad.
—Así que dime, ¿era mi polla lo suficientemente bulbosa para ti? —
Se burló.
—¡Chúpala! —gruñó mientras sus mejillas se enrojecían por la
vergüenza.
—Solo coños, y también tengo algo que puedes chupar —susurró
mientras sus dedos arrastraban pequeños círculos por el interior de
sus muslos—. Antes de empezar, pequeña bruja, necesito aclarar
algo. No soy un Dom, pero soy cien por ciento dominante en el
dormitorio. Todos los machos Fae lo son porque la alimentación
depende de ello. Así es como sobrevivimos aquí. No hay etiquetas,
ni frases, no en este lugar. Puedes gritar mierda al azar, pero lo
tomaré mientras te esté follando a ti, tonta. No asumas que soy
humano, porque te aseguro que no tengo valores humanos. Ningún
estándar por el que me rija coincidirá con el tuyo. No soy humano.
No soy seguro, y nadie ha dicho nunca que esté cuerdo —dijo
suavemente mientras sus dedos se arrastraban por sus pechos y le
tomaban el cabello y le pellizcaban el pezón mientras hablaba.
—Sé que de dónde vienes, los humanos tienen palabras seguras
porque incluso el Dominante más experimentado puede
potencialmente perder a una pareja que se está angustiando. Te
contaré un secreto —dijo, mientras levantaba sus dedos que emitían
un brillo gris plateado al bajarlos para trazar sobre su pezón,
dibujando una cálida sensación de tirón alrededor del pico—. Puedo
sentir cada una de tus emociones; todo lo que sientes, lo puedo
sentir. No puedes mentirme. Sabré cuando estés cerca del orgasmo,
o si tu cuerpo se estresa. Si creo que puedes soportar más, te
empujaré. Si no, me detendré brevemente y dejaré que te adaptes.
La elección no es tuya. Esto no es un intercambio de poder. Tienes
una deuda conmigo y yo seré quien diga cuándo se ha pagado.
¿Entiendes? —preguntó. Sus dedos continuaron brillando, su voz
retumbante enviando escalofríos a los dedos de sus pies, y una
vorágine que se desplegaba en lo profundo de su vientre.
Se movió de nuevo entre sus piernas y pudo ver la prueba de su
deseo, sin importar cuánto luchara. Sus ojos se deleitaban con sus
húmedos rizos; y la carne rosada que se había humedecido por sus
luchas. Si él tenía razón, a ella le gustaba esto más que la
persecución. La había excitado, probablemente tanto como a él.
Caminó con sus dedos a lo largo de sus muslos hasta su abertura y
disfrutó del silbido del aire que escapaba de sus pulmones mientras
acariciaba su calor con su pulgar.
Sus ojos se cerraron y su cabeza se inclinó hacia un lado, lo que le
hizo detenerse, hasta que esos hermosos ojos de zafiro se abrieron,
acristalados con la necesidad. Empieza el juego. Primero sacó un
juego diferente de pinzas de su bolsillo, su amor por ellas creció con
lo rojos que eran hoy sus hermosos pezones. Prueba de que los había
complacido, y joder si no hacía que su polla se levantara y le
saludara.
Jugando con sus pezones hasta que estuvieran en atención, les
colocó rápidamente las nuevas pinzas. Este par tenía pequeñas
puntas de goma en ellas y pequeñas pesas colgando al final de cada
delicada cadena. Su cuerpo se arqueó mientras él apretaba cada
abrazadera cómodamente. Deslizó su dedo dentro de sus pliegues y
tuvo que disminuir su propia respiración mientras ella apretaba su
dedo con fuerza. —De todas las mujeres que he atormentado, creo
que me gustarás más, mi dulce Bruja.
—Vete al infierno —susurró, pero sus caderas se doblaron con un
deseo desenfrenado, ya que el vino que había bebido antes parecía
aumentar sus sentidos—. Nunca te diré nada que pueda dañar al
Gremio, nunca, —susurró desafiante. Disfrutó de su férrea
resolución y del desafío.
Sacó su dedo y alcanzó un juguete de plata mucho más grande que el
que le había mostrado antes. Disfrutó de su mirada ampliándose
mientras presionaba el frío metal contra su abertura. Lo frotó sobre
su coño, viendo como sus dulces jugos lo cubrían.
—Háblame de los Magos que estaban en el Gremio de Spokane —
susurró con voz ronca mientras la veía moverse contra el dispositivo.
Ella le miró como si estuviera loco.
—¿De qué demonios estás hablando? No había ningún Mago en el
Gremio. Sólo Brujas y Brujos —gruñó ella mientras él aumentaba la
vibración y continuaba usando el dispositivo contra su abertura.
—Los vi; estaban en la habitación usando mis pelotas para el ping-
pong y mis intestinos como red. Tú también los viste, y quiero saber
más sobre lo que pasó.
—Los Ejecutores, los falsos —se puso nerviosa, tratando de ignorar el
juguete mientras él lo movía sobre sus pliegues y trabajaba su coño
contra ella—. Estaban con Cyrus el día que empezó todo este lío.
Uno de ellos admitió que no estaban con el Gremio —gimió, sus ojos
suplicándole clemencia mientras su cuerpo continuaba
retorciéndose contra el persistente juguete que él esgrimía.
Joder, para ser una virgen recién desflorada, era salvaje. Él vio como
ella se deslizaba contra él y sonrió mientras él empujaba la enorme
punta hacia adentro, apenas. —Oooh —gimió ella, y él vio como ella
luchaba por acostumbrarse al tamaño del dispositivo.
Ella lo había tomado a él, y era más grande que el juguete de metal.
—¿Sabes por qué se usa esto para la tortura? —preguntó mientras
empujaba unos centímetros más mientras sus jugos lubricaban el
metal. Su propia polla saltó contra los confines de sus vaqueros.
—No —murmuró, su cuerpo se mantuvo quieto para aceptar lo que él
le daba de comer. Una vez que el dispositivo estaba completamente
dentro de ella, se echó atrás y examinó su trabajo.
—Tiene pequeños sensores —dijo, sosteniendo uno lo
suficientemente lejos como para que ella pudiera verlo—. Sienten
los músculos apretando y hacen que el dispositivo vibre. Se
convierte en un ciclo, lo que lo hace vibrar, y eso te hará apretar más
—sonrió acaloradamente con un tono grueso que dijo que estaba
disfrutando de su incomodidad un poco demasiado—. Cuando
engancho el juguete a esto, —dijo, tirando de un cable desde el techo
mientras ella miraba con los ojos encapuchados— a esto… —Él
chasqueó los dedos, y ella escuchó como algo se levantaba del
suelo—. Te va a joder. Tus músculos se pondrán tensos, y con el
tiempo explotarás y vendrás por mí; no tendré que hacer nada más
que observarte —gruñó y la enganchó mientras ella movía su calor
húmedo en la máquina que estaba enterrada en su dulce coño,
exactamente donde él quería estar.
—Me duele —susurró ella, y él se apartó mientras conectaba el
aparato, deslizando sus ojos sobre su obra maestra.
Sus pezones estaban siendo estirados por los pesos ligeros, pero ella
podía fácilmente tomar más. Sus pliegues de seda se estiraron para
acomodar la polla de metal que aún no se había empezado a mover
dentro de ella. Le había sido fácil colocar el dispositivo en su
interior.
Normalmente era rudo, no le importaba el dolor porque sus
compañeras lo esperaban. Olivia era diferente, y se encontró
tomando medidas para prevenir el dolor en su cuerpo y mente.
Alcanzó el dispositivo y encendió la máquina.
—¡Oh, Dios! —gritó mientras él la veía moverse contra él. Su coño
lo estaba tomando muy bien. Se estiraba mientras se movía dentro y
fuera de su núcleo. Sonrió mientras se inclinaba y chupaba su
clítoris con fuerza, su lengua lo agitaba mientras usaba sus dientes
para mantenerlo suavemente en su lugar para la atención de su
lengua.
—Dios tiene poco que ver con esto —dijo mientras la soltaba y se
ponía de pie Se acercó a su boca, viendo como sus ojos se ponían en
blanco con los pesados golpes del juguete que se la follaba. Se quitó
sus vaqueros con glamour y se agarró su pesada polla con la mano.
Su instinto demostró ser acertado cuando su lengua se movió sobre
sus labios y se separaron expectantes.
Joder; ¿de quién era esta tortura? Él retrocedió y vio como la
decepción cruzaba su cara. —Dime lo que quiero saber —susurró
más allá de la sequedad de su boca. Sus ojos se deslizaron de su cara
hacia donde el juguete se movía en su coño.
Joder, ella se movía con él; él quería quitárselo y ocupar su lugar.
Vio como los sensores de los cables cambiaban de rojo a verde, y
como ella movía su dulce coño incluso con las ataduras que la
mantenían en su lugar. Si no hubiera sido él mismo quien rompiera
su himen, juraría que estaba acostumbrada al tormento sexual.
—Cuéntame más sobre los Magos, Olivia —dijo, forzando su mente a
volver a lo que era importante.
—Yo… eh… ¡mierda! —gritó mientras un orgasmo violento le
atravesaba el cuerpo, su polla lloraba por no haberle dado esa
liberación. Sus ojos se volvieron a poner en blanco en su cabeza, su
cuerpo brilló con el sudor cuando la carne de gallina diminuta se
formó en toda su piel. Los ruidos que hizo mientras su cuerpo se
follaba… Mierda, esos ruidos fueron casi suficientes para hacer que
derramara su carga.
Sacudió la cabeza, sin preocuparse por las respuestas mientras
sacaba el juguete de metal y lo reemplazaba con su propia polla
palpitante. Se deslizó dentro de su humedad al mismo tiempo que
liberó sus tobillos de las esposas, empujando sus piernas hacia
arriba hasta que sus tobillos se asentaron en sus hombros, y con un
sólido empujón, fue enterrado dentro de su cielo.
—Justin, no más —gritó ella—. No más —suplicó mientras su cuerpo
se enrollaba y otro orgasmo amenazaba con soltarse.
—Me llamo Ristan, Olivia, dilo conmigo mientras te muestro quién
es el dueño de este coño —gruñó y sonrió mientras ella lo gritaba al
cielo mientras explotaba alrededor de su polla.
Los únicos sonidos en la habitación eran sus gritos mientras él se
lanzaba hacia ella con fuertes y calculados empujes para golpear su
punto dulce, que la mantenían montada en las olas de orgasmos tras
orgasmos.
Se alimentó, su hambre era demasiado para contenerla mientras
golpeaba su carne, acercándose con cada empuje hasta que libero su
necesidad dentro de ella, y sí, no se detuvo. Se la follo hasta que ella
murmuró palabras incoherentes, y el cabello de ambos estaba
resbaladizo de sudor.
No había dejado de follar con ella hasta que ambos no pudieron
moverse; sólo entonces la soltó y la llevó a la cama con él, donde tiró
de su cuerpo junto al suyo. Su respiración estaba equilibrada porque
se había dormido segundos después de su quinta liberación, y en ese
momento, se había ganado el sueño.
Había algo en su sabor que era más dulce de lo que él nunca había
probado antes mientras se alimentaba de ella, y sintió ese poder que
venía con la alimentación mientras pulsaba a través de él. Algo más
le estaba molestando, sin embargo, algo más que no podía colocar en
su mente impulsada por el sueño.
Lo ignoró mientras dejaba que sus párpados se cerraran mientras
sostenía su cuerpo aún húmedo en sus brazos. Podía lavar
fácilmente el olor del sexo de ellos, pero era intoxicante, y quería que
ella se despertara y sintiera lo bien que se sentía al despertarse
cubierto de sexo por la mañana.
Capítulo Veinte
Vio a Olivia dormir; su pesadilla había regresado después de dejarla
deshuesada y adolorida. Pasó sus dedos por su cuerpo, su magia
curativa hundiéndose en los tejidos profundos que le dolían cuando
despertaba. Se detuvo a punto de curarla completamente porque
quería que recordara el tiempo que había pasado siendo follada por
él. Ella lo sorprendió con su voluntad de participar en su propia
tortura, y joder si no quería hacerlo de nuevo. La pequeña bruja era
mucho más fuerte de lo que él esperaba, gracias a los dioses por eso.
Las brujas, por supuesto, eran mucho más fuertes y duraderas que
sus homólogas humanas. La follada que le dio anoche
probablemente habría matado a una humana.
Pronto necesitaría un alma de la que alimentarse, y anoche lo había
empujado hasta los límites, ya que su alma había brillado desde
dentro, brillante y tentadora como la mierda. Seguía siendo blanca,
pero llevaba un matiz rojo en los bordes exteriores, pero eso podía
significar demasiadas cosas para que él las adivinara. Alimentarse de
sus emociones era bastante adictivo, lo que le hacía temer
alimentarse de su alma por esa razón. Una probada y estaría tan
cerca del nirvana como podría estar. Esas emociones crudas que
había sentido durante su tiempo en la cruz eran conflictivas. Dudaba
de que fuera una Maga, pero eso no significaba que estuviera libre de
culpa. Había estado a su lado, y era difícil creer que era
completamente inocente y libre de duplicidad en lo que pasó en el
Gremio.
La siguiente pregunta lógica era cuánto sabía ella sobre ellos, o si
había sido tan inocente como decía. Ella había respondido sólo
algunas de sus preguntas, pero con los Magos cada vez más atrevidos
y el tiempo que se agotaba, necesitaba respuestas. Mientras tanto, el
deseo de sacar a su madre de este lugar y llevarla a un lugar seguro
donde pudiera protegerla era cada vez más fuerte.
A Olivia, por otro lado, quería llevarla atada a la cruz, para poder
jugar con ella en su tiempo libre. Ella era ahora su juguete favorito
para morder y follar si no quería morderla un poco más. Se alejó de
la cama y se ocupó de la habitación, poniendo glamour a los juguetes
y limpiando la cruz después de la sesión de anoche, mientras se
mantenía callado para no despertarla.
Ella estaría adolorida después de esa sesión, y se merecía el sueño
para que su cuerpo se recuperara completamente. Podía sentir la
tensión desde el interior del castillo, pero peor aún, se congeló al oler
la fragancia distintiva de la Ambrosía. Danu había estado dentro de
sus habitaciones.
Se detuvo. Sus ojos se entrecerraron mientras buscaban en la
habitación cualquier cosa fuera de lugar. Se tragó un gruñido
cuando sus ojos encontraron acero frío, enterrado hasta la
empuñadura junto a la cabeza de Olivia. Se acercó a la cama, sacó la
hoja dentada de la almohada de plumas y la tiró por la habitación.
Esa perra; después de todo lo que había hecho y dicho, ahora dejaba
la misma advertencia que había dado con las otras hembras cuando
él las había tomado demasiadas veces para su gusto… Que se joda.
Se acercó al pabellón y se movió con determinación hasta que
encontró a su madre en su habitación.
—Empaca, ahora —ordenó bruscamente. No esperó a que ella
empezara y le hizo el equipaje con glamour.
—Ristan —dijo ella en voz baja—. ¿Por qué estás empacando mis
cosas?
—Nos vamos —gruñó.
—¿Me voy? —Alannah preguntó mientras colocaba suavemente una
mano tranquilizadora en el hombro de su hijo—. No dejaré este
lugar contigo luchando al lado del Rey de la Horda —dijo con un
obstinado juego en su mandíbula—. Eres mi hijo, Ristan.
—Por eso me voy contigo, y antes de que lo pienses, debes saber esto.
Lucharé al lado de Ryder, él es mi Rey. También necesito que estés a
salvo, y tengo un lugar al cual llevarte a las afueras de Seattle, que
me permitirá ayudar a Ryder, y protegerte —dijo mientras terminaba
de empacar sus ropas con un solo pensamiento de su mente.
—¿Así que me estás enviando lejos? —Preguntó mientras se quitaba
su sedoso cabello negro de la cara—. No soy una debilucha que
necesite ser protegida. Sé exactamente lo que viene, y por qué
vienen. Danu me aseguró… —Ella se detuvo.
Ristan se giró sobre su madre, sus labios se dibujaron en una línea
apretada mientras entrecerraba los ojos sobre ella. —¿Danu te
aseguró qué, madre? —dijo apenas por encima de un susurro.
—¿Crees que ella vino a ti porque estabas sufriendo? No, le pedí que
te ayudara porque yo no podía. Me ha dicho que eres especial desde
que eras un niño. Me aseguró que nada podría quebrantarte después
de lo que tu padre había hecho. Me dijo que el Gremio caería, pero
que tú te recuperarías.
Ristan sintió que su demonio interior levantaba la cabeza y gruñía.
—¿Esa perra sabía lo que me iba a pasar?
—No hables mal de los Dioses, porque nos escuchan a todos —
advirtió Alannah.
—Madre, ella es la razón por la que fui torturado. ¡Ella los alertó de
mi presencia con sus payasadas irreflexivas! —gritó con una rabia
blanca y caliente que le atravesaba.
De repente tuvo sentido. No era necesariamente desconsiderada; era
calculadora, pero ¿qué más podía esperar? Ella lo había usado como
un maldito cebo para su psicópata ex marido. No había estado
parada frente al Gremio por su presencia allí; había estado
monitoreando a su loco ex.
Ella quería que él seleccionara y activara las protecciones, por lo que
persistió en enfadarlo cuando supo lo que él pensaba de usar a una
mujer inocente para sus juegos. Ella lo había planeado. Lo planeó
todo, desde su tortura hasta la captura de su ex marido.
Él sacudió su cabeza y miró a su madre. Parecía tímida y dulce, pero
era una princesa muy orgullosa de los demonios buscadores de
almas. Su pueblo era temido tanto por su astucia como por su
barbarie. Como siempre era en Faery, la belleza era a menudo
mortal y él siempre había sabido que ella quería venganza. Venganza
por ser esclavizada por los Faes, y torturada por el viejo Rey de la
Horda, pero esto iba más allá. No estaba satisfecha con la venganza
que Ryder les había dado a todos; quería más.
—Sabías que me torturarían —susurró a través del dolor de la
traición. Su propia madre había conocido su destino a manos de los
Magos y de un Dios cabreado—. Ryder no es la misma criatura que
nuestro padre, ¿y aun así continúas conspirando contra él?
—No es él —dijo ella—. No es él el que debería gobernar este reino;
eres tú —dijo ella con orgullo en sus arremolinados ojos negros y
plateados—. He ayudado a Danu para que seas coronado Rey.
—Bueno, madre, o la has malinterpretado o te ha mentido. La
propia hija de Danu se sienta al lado de Ryder en el trono, y aunque
él se fuera, yo nunca tomaría ese trono. Ahora termina de empacar;
te vas de Faery. Ya es hora de que tú y yo nos vayamos antes de que
acabes acusándonos a ambos de traición.
Ristan esperó que su madre empezara a discutir, y cuando ella no lo
hizo, se fue, dejándola sola mientras se iba junto a su hermano.
Encontró a Ryder solo en la oficina que usaba para ocuparse de la
planificación diaria del reino.
—Ryder —dijo al entrar en la habitación, con los ojos en el suelo
mientras pensaba en cómo contarle a su Rey el engaño de su madre.
No importaba; era mejor para Ryder escucharlo de él que
descubrirlo por sí mismo.
Ryder levantó la vista y cerró la pluma con la que había estado
escribiendo, levantando sus ojos dorados para encontrarse con los
de Ristan. Cuando Ristan se negó a recibir su mirada, la tensión en
el aire se hizo más espesa.
—Te he defraudado —dijo Ristan con un profundo suspiro mientras
se frotaba las manos en la cara y finalmente se encontró con los ojos
de su hermano—. Mi madre parece pensar que debería ser el Rey de
la Horda, y aunque no lo comparto…
—Ristan, soy muy consciente de lo que tu madre piensa que debería
ser. Sé que ella odia mi posición, pero no a mí. Sabía que estaba
planeando ponerte en mi trono, pero también sé que no lo quieres.
Siempre estoy diez pasos por delante de mis enemigos y de aquellos
que buscan poner a sus propios hijos en mi posición. Tu madre no es
la primera en conspirar contra mí, y no será la última…
El corazón de Ristan se desplomó con las palabras de Ryder. —
Sabías que conspiraba contra el trono y aun así no la has detenido
por traidora —preguntó, perdiendo la esperanza mientras sostenía
los penetrantes ojos de Ryder.
—¿Por qué la tomaría en custodia? —Ryder preguntó, sus anchos
hombros se estiraban con tensión mientras se reclinaba en su
enorme silla.
—Habló en voz alta de su traición para que me pusieran en el trono.
Tu trono, Ryder. Eso es suficiente para que la arresten y torturen
hasta la muerte.
—Es una Demonio, una muy orgullosa que fue torturada durante
siglos a manos de nuestro padre, al igual que mi madre. No es
diferente de la madre de Zahruk, que pensó que él debía ser
coronado Rey, o de Sinjinn. Sabía que ella estaba al tanto de todo lo
que pasaba y, como la mayoría, esperaban que sus hijos fueran
premiados con el trono por lo que soportaron. Ninguna de ellas es
consciente de las costumbres de la bestia. Ese conocimiento es algo
que estaba reservado para los más cercanos a mi Guardia. Eres mi
hermano, Ristan, y mi amigo —dijo Ryder mientras se relajaba con
las manos detrás de la cabeza—. Lo que hagas con tu madre y Olivia
es tu elección. Sé de tu lealtad hacia mí, y si necesitas un descanso de
este mundo, lo entiendo. Sin embargo, te necesito ahora mismo, al
igual que mis hijos. Te pido que me ayudes a salvarlos, no como tu
Rey, Ristan, sino como tu hermano.
—Me llevo a mi madre y a Olivia lejos de aquí, pero tienes mi
palabra, hermano, de que estaré aquí cuando me necesites. Necesito
esto, para alejarme y recuperar mi cabeza. Olivia está bajo un
poderoso hechizo que la ayuda a ser una hábil mentirosa, o no tenía
ni idea de lo que ayudaba a hacer. He estado en sus sueños —reveló,
cerrando los ojos mientras le contaba a su hermano lo que había
descubierto.
—¿Y? —Ryder preguntó.
—Hay una puerta dentro del Gremio, una a la que me gustaría
llevarla y enfrentarla, pero aparte de eso, sus sueños no me
muestran nada de su culpa. He estado escudriñando sus emociones y
me he alimentado de ellas.
—Empiezas a dudar de que ella supiera el alcance de su traición al
Gremio —preguntó, recogiendo fácilmente la duda de Ristan.
Por supuesto, la bestia de su hermano podía sentir cada emoción, lo
que lo convertía en uno de los mejores depredadores de la zona. —
Sé que ella es culpable, pero no cuán profunda es esa culpa, ni cómo
esa información nos beneficia. Te agradezco que no hayas interferido
en ella y me hayas permitido controlar su castigo. Sé que no es fácil
para Synthia, pero esta es mi lucha.
—Tienes el derecho de hacer lo que quieras con ella, pero prefiero
que Synthia se quede fuera de esto. Ya ha pasado por mucho y
perder el Gremio ha dejado un gran peso en su corazón. Ha estado
destrozando la biblioteca buscando respuestas sobre el Árbol de la
Vida, y no tengo las pelotas para decirle que a nuestro sádico padre
no le habría importado una mierda ese Árbol.
—¿Y cómo se mantiene su mente alejada de lo que sucederá si el
Árbol muere? —Ristan preguntó con su propio corazón, con el
conocimiento de que podría morir, y con él, sus sobrinos y sobrinas.
—Yo la enamoro y hago lo que sea necesario para alejar su mente de
ello. El tiempo está en contra nuestra, sin embargo, y cada día los
niños se debilitan, especialmente Kahleena. Intento pensar en mi
próximo movimiento para alejar su mente de ello, pero no estoy
seguro de adónde voy ahora.
—No estoy seguro de que nada te ayude allí, pero también necesito
dejar una cosa clara, Ryder. Si tú y Synthia regresan para enfrentar
al Gremio por lo que pasó allí, no me uniré a ti; en este momento los
mataría a todos, y sé que eso sólo le haría más daño a Synthia.
Tampoco permitiré que Olivia se vaya, porque ahora es mía. Lo que
decida hacer con ella es mi elección. No la entregaré al Gremio, y
planeo trasladarla a ella y a mi madre antes de que termine el día de
hoy. Ella sabrá mi voluntad y mi falta de voluntad para sentarse en
tu trono porque eres mi Rey. Pero más que eso, Ryder, eres mi
hermano.
Capítulo Veintiuno
Después de horas de remojo en la bañera enorme y opulenta, los
dedos de los pies de Olivia se veían como pasas, pero no le importó.
Su cuerpo estaba dolorido por los juegos de amor del Demonio y ya
anhelaba más. El solo pensamiento de su polla le aceleró el pulso y
su impulso sexual recién despertado al límite.
Era tan masoquista y se sentía como una de las cautivas vikingas en
la novela romántica que había estado leyendo justo antes de su
oscura parte en la caída del Gremio. Se sentía como una traidora, y
tal vez por eso la estaba seduciendo tan fácilmente.
Era muy diferente del hombre que ella conocía dentro del Gremio,
pero igual. Atrás quedó el suave acento cajún; su voz normal de
barítono ahora tenía rastros de acento escocés. Era más alto y más
grande que su disfraz y a ella le gustaba el cabello más largo, sedoso
y negro como la tinta. Los ojos plateados y negros que se
arremolinaban eran inquietantes, pero ella se perdía fácilmente en
ellos. Era hermoso, y era todo lo que el Gremio le había enseñado
sobre los Faes. Ella no dudaba de que esas miradas podrían llevarla
a su propia desaparición, porque una mirada y ella estaba perdida.
Tocó las burbujas que flotaban en la parte superior de su agua de
baño y se preguntó cómo es que se quedaban después del tiempo que
había estado allí. Tal vez Ristan, tenía que recordarse que ese era
realmente su nombre ahora, había usado magia para hacer el polvo
base de las sales de baño. No estaba segura de sí debería estar
contenta o molesta de que fuera su fragancia favorita.
El rico aroma del jazmín se extendió por la habitación, y finalmente
cerró los ojos y cedió ante la necesidad de dormir.
La alertaron del hecho de que no estaba sola cuando el agua le
salpico la cara y la sacaron de la bañera. —¿Qué demonios? —ella
exigió mientras fuertes brazos la levantaban mientras tosía agua.
—¿Eres una tonta, o piensas escapar de mí en la muerte? —él gruñó
enojado, sus manos trabajando en un movimiento hacia arriba y
hacia abajo en su espalda con el golpecito ocasional mientras más
agua goteaba de su boca. Le ardían los pulmones y estaba
desequilibrada y desorientada.
—¿Intentaste ahogarme? —ella acusó a través del agua que escupías
e intentando obtener suficiente aire en sus pulmones.
—¿Yo? Estabas bajo el agua cuando llegué —dijo mientras la giraba
en sus brazos y la miraba.
Sintió como si hubiera estado dormida solo unos segundos, pero era
casi como si se estuviera perdiendo el tiempo. Volvió a mirar hacia la
bañera, que ahora había perdido las burbujas aromáticas celestiales
que acababan de estar allí. Su mente trató de recordar lo que había
sucedido, pero regresó con la sola idea de que tal vez se había
quedado dormida en la bañera y se había deslizado bajo el agua.
—No intenté ahogarme, me quedé dormida —admitió.
—Idiota —dijo Ristan, pero sus ojos mostraron un sutil signo de
alivio cuando liberó su forma desnuda y dio un paso atrás, pero en
un instante hubo una oscuridad en sus ojos mientras miraba algo
sobre su hombro.
*~*~*
Danu observó a Ristan mientras este lanzaba una advertencia en su
dirección. Olivia no había estado dormida; ella casi se había ahogado
gracias a una Diosa celosa. Ristan observó a Danu chasquear los
dedos y la forma de Olivia se derrumbó en el suelo.
—Perra —espetó Ristan mientras se movía para ver si Olivia había
sufrido daños, pero ella soltó un suave ronquido y su corazón latió
con alivio.
—Sé que hablaste con tu madre, y sé que no entiendes el por qué o
cómo de esto, Ristan, pero eventualmente lo harás —dijo Danu
mientras se movía hacia donde estaba Olivia en el suelo y se
arrodilló a su lado para examinar su dulce rostro.
—Sabías lo que se avecinaba. Me obligaste a romper mi promesa, a
fallar en mi misión, y sabías que sería torturado —acusó; sus ojos
estaban enojados y su piel picaba por ponerse roja en advertencia.
—Sí, pero no en esa medida, Ristan —admitió—. No había pensado
que se obsesionaría contigo si había indicios de una conexión entre
nosotros, ni había pensado que todavía estaba enamorado de mí.
Hemos vivido miles de vidas juntas, y hemos estado en guerra la
misma cantidad de tiempo —susurró mientras su mano se arrastraba
hacia el pecho hinchado de Olivia. —¿Cuántas veces has follado a
esta?
—Vete al infierno, Danu —dijo, la amenaza impregnando su tono.
—Ya estoy en el infierno, Demonio —dijo sin verse afectada por su
tono. Su dedo se deslizó sobre el pezón de Olivia y Ristan sintió un
fuerte rugido posesivo cobrar vida.
—Aléjate de ella; ya has hecho suficiente —dijo, con los ojos fijos en
la afilada uña que se deslizó sobre el pezón de color rosa—. Sal de
aquí, Danu. Vuelve con tu marido —gruñó él, y estaba tan
sorprendido como Danu por la fuerza de sus palabras y la verdad en
ellas.
—¿Te apegaste a ella?— preguntó mientras se levantaba, y sus ojos
se pusieron rojos como la sangre, mientras su cabello se volvia
negro. Solo la había visto tomar la forma de Mórrígan una vez antes,
cuando había matado a la hembra a la que una vez se había
acercado.
—¿Por una pequeña Bruja, una que me traicionó y ayudó a
torturarme, Danu? No, en absoluto, pero que me condenen si dejo
que la toques cuando tengo mi propia venganza planeada para ella —
dijo suavemente, ya que de alguna manera logró mantener la mirada
de Danu, lo que normalmente nunca había hecho.
—Eres mío, y conoces las reglas, Ristan —dijo, con la advertencia
evidente en sus ojos—. No puedo amarte, y no comparto mis cosas.
Eres una de esas cosas que prefiero guardar para mí.
—Ya casi nunca me usas, así que ¿por qué mantenerme? No soy una
jodida mascota —advirtió Ristan, y sintió algo romperse dentro de
él—. Lo que me has hecho... Durante siglos, me has usado, ¿y para
qué? ¿Con que fin? ¿Cómo puedo luchar por Faery cuando todo lo
que quiero hacer ahora es matarte? Jódete, Danu; no seremos nada
en el futuro. No puedes usarme como cebo y luego volver
arrastrándote cuando necesites un buen polvo. Encuentra a otro
chico de cabaña para que traiga tu toalla cuando la necesites.
Mátame si es necesario por decirlo, ¿pero tú y yo? No somos nada.
Vete a la mierda de aquí.
Ristan esperó hasta que ella se fue antes de agacharse y recoger la
forma dormida del suelo. Ella estaría fuera por un tiempo, y
conociendo a Danu, le daría a Olivia algunos sueños vívidos
mientras dormía.
Ristan no tenía tiempo para andar soñando, a pesar de que se
preguntaba qué pesadilla le había dado Danu a Olivia. Evaluó la
habitación y decidió que ella era lo único que necesitaba de sus
habitaciones. Abrió un portal, luego envolvió a Olivia en una suave
manta azul oscuro que glamoro, y examinó la mansión de Vlad, que
estaba en las montañas a las afueras de Spokane, enclavada en el
bosque de Colville, y colocó a Olivia en uno de los grandes sofás
cerca del crepitante fuego de la gran sala.
—¿Alguna vez has considerado llamar a la puerta? —Vlad preguntó
cuando entró a la gran sala. Hizo una pausa cuando vio la forma
envuelta en una manta que ocupaba un pequeño lugar en el enorme
sofá.
—Sí, pero es más fácil aparecer y llamar tu atención —dijo Ristan
con una pequeña sonrisa—. Necesito un lugar seguro para
esconderla, uno donde la gente no haga preguntas.
No necesitaba entrar en más detalles porque Vlad ya sabía quién era
Olivia. Ristan se sentó al lado de Olivia y la vistió usando glamour,
ya que él había dejado de hacerlo antes de dejar Faery. Sonrió
cuando el pijama de Hello Kitty quedó expuesto a través de la manta.
—Ryder te necesita ahora más que nunca —dijo Vlad suavemente,
sus ojos plateados tan claros que casi los hacia parecer de color
blanco. Normalmente eran de color bronce, pero todo dependía de
cuánto se había alimentado y qué tan recientemente.
—Él sabe que me fui y que solo necesita llamarme —dijo Ristan
mientras soltaba un suspiro agravado—. Cabreé a la madre de
Synthia hoy, y necesitaba salir de allí antes de hacer algo de lo que
luego me arrepentiría.
—Mierda —dijo Vlad mientras se sentaba en una de las sillas de
cuero más grandes—. No sé si estoy impresionado o preocupado,
mierda, ¿quizás ambos? —dijo mientras se frotaba la barbilla antes
de sacudir su cabeza.
—No te impresiones, a menos que viva más allá de esta semana —
dijo Ristan, y Vlad sonrió, mostrando dos colmillos alargados.
—Lucian tiene algunos lugares donde podrías llevarla; no se harán
preguntas. Debo advertirte, sin embargo, que en sus clubes se han
metido algunas mierdas pesadas. Sé que prosperarías en cualquiera
de ellos, pero no estoy seguro de ella —dijo Vlad perversamente—.
Mi club no es el lugar más seguro en este momento. Shadowlands y
casi todos los clubes de Faes solo están abiertos a los Altos Faes
debido a la mierda que ocurre en este mundo. Los Altos Fae pueden
defenderse, pero no quiero que se derrame sangre innecesaria en los
clubes, a menos que yo la esté bebiendo. Los Gremios están pidiendo
sangre del Otro Mundo, así que he sido muy selectivo con los que he
estado permitiendo en Nightshade últimamente, pero no es seguro
para ti ir allí. No todavía, de todos modos. No con esa a cuestas.
—Lucian querrá un favor a cambio —reflexionó Ristan, y sopesó la
opción de llevarla a su casa a las afueras de Seattle con su madre o
llevarla a un club de sexo que atendía a los ricos y famosos del
mundo sobrenatural. Una cosa era segura. No habría ninguna
posibilidad de que el Gremio o los Magos la encontraran en ese lugar
ya que estaba oculto por magia y Lucian parecía estar fuera del radar
del Gremio. Tal como estaban las cosas, se sabía muy poco sobre él y
sus hombres, aparte de los rumores que circulaban cada pocos
siglos.
—¿Quieres que lo llame? —Vlad preguntó con una sonrisa malvada
en sus labios.
—¿Convocar a la mano derecha del Rey del Infierno? No, no quiero,
pero necesito que lo hagas —dijo cuando Olivia comenzó a moverse.
Capítulo Veintidós
Odiaba sentirse fuera de su zona de confort. Danu era conocida por
hacerlo sentir incómodo y por intentar que perdiera el control. El
Demonio en él quería tirar cosas y matar mierdas, pero el Fae en él
solo quería follar. Decidió que ninguna de esas opciones ayudaría a
su situación actual. Aseguró a Olivia en sus habitaciones en la
Mansión de Ryder en Spokane, el lugar más seguro que podía pensar
como una solución hasta que Lucian pudiera alcanzarlo, y regresó a
Faery.
El pasillo fuera de la guardería estaba vacío, a excepción de Savlian,
que parecía estar dormido en una de las sillas ubicadas a cada lado
de la puerta, pero Ristan conocía a su hermano mejor que la
mayoría.
—¿Qué sucede? —preguntó, señalando con la cabeza a la silla, y la
espada malvada que parecía algo que solo Zahruk podría haber
hecho.
—Estoy vigilando a los bebés, pero joder si no quiero entrar ahí y
cargarlos todo el día. Meriel me echó hace un momento por cambios
de pañales porque dijo que necesitaban el contacto... Todavía no sé
por qué querría hacer algo tan loco como cambiar un maldito pañal
—dijo Savlian con una mirada asustada en su cara.
—Necesitan ser cargados y tocados; eso ayuda a su calor corporal.
—¿Y sabes eso por qué? —Savlian preguntó con los ojos muy
abiertos con fingido horror.
—Robé el libro de Synthia —dijo Ristan tímidamente mientras se
frotaba la nuca—. Qué esperar cuando una cosa u otra sucede,
alguien tenía que estar listo en caso de que algo sucediera.
—Cierto, pero maldición, ¿lo leíste? —Savlian dijo mientras apoyaba
su cabeza oscura contra la pared detrás de él—. Al menos alguien
consideró lo que podría pasar si su mamá no lograba salir adelante.
Creo que el resto de nosotros estábamos asumiendo, ya que tenías
esa visión, que estaría a salvo de cualquier daño o algo así, hermano.
—Siempre considero cada resultado y trato de estar diez pasos
adelante, tal como lo está nuestro Rey.
—No hay nadie allí ahora —dijo Savlian mientras miraba la puerta
abierta—. Entra, estoy seguro de que el angelito está esperando el
regreso de su tío. Siempre luce mejor después de que la hayas
abrazado —dijo, con los ojos agudos al saber que era consciente de
que Ristan alimentaba a la pequeña descarada con un poco de su
poder en cada visita.
—Ella no lo logrará si yo no lo hago —dijo suavemente, su corazón
se apretó mientras consideraba el resultado.
—Oye, lo que haces allí, confiamos en ti. ¿Entendido? Eres familia,
siempre lo serás. Ryder nos dijo que finalmente te enteraste del
complot de tu madre; la mía hizo lo mismo.
—Estoy seguro de que eso habría ido maravillosamente bien con
Sevrin, ya que ambos tienen una edad muy cercana. La mayoría de
la personas los toma por gemelos de todos modos —dijo Ristan
mientras consideraba cuánta mierda hicieron esos dos juntos, y la
competencia entre ellos. Tenían buen carácter en su mayor parte,
pero cada uno trataba de superar al otro continuamente desde que
eran niños.
—Oye, sabes a lo que me refiero. No dejes que te moleste ni te
afecte. Eres querido y bienvenido aquí entre tu familia, hermano.
Ristan sonrió y asintió, sus ojos se encontraron con los de Savlian
con un gesto de agradecimiento antes de entrar en la guardería.
Echó un vistazo a los suaves tonos pastel que cubrían las paredes.
Los sonidos de suaves gorgoteos y la respiración calmaron su alma
mientras se movía hacia la pequeña hembra.
Su alma se estaba desvaneciendo, pero esos ojos dorados lo miraban
con una sonrisa luchadora. Sería un pequeño problema cuando se
convirtiera en mujer, y él sabía que lo haría. Ella crecería hasta la
edad adulta, porque él se negaba a considerar cualquier otra opción.
—Dulce niña —dijo suavemente mientras deslizaba cuidadosamente
las manos debajo de ella y la levantaba para acurrucarla contra su
pecho—. Eres la hija de tu madre, todo ese fuego brilla desde
adentro.
Ristan había ayudado a Synthia más de una vez, y demonios, incluso
casi había muerto por ella. Bueno, lo que habían hecho los Magos no
lo habría matado, solo había unas pocas formas de matar a alguien
como él, pero había dolido como el infierno.
Se sentó en la mecedora con la bebé, su magia creó un brillo
alrededor de ella mientras vertía un poco en su pequeño cuerpo. Ella
arrulló y gorjeó, sus ojos brillaban con una sonrisa que creaba
hoyuelos gemelos en sus mejillas. —Mierda, algún día un chico
matará por ti, dulce Kahleena. Se cuidadosa con los muchachos,
porque tu padre pensará que eres su mundo.
Retiró su magia cuando escuchó la puerta de la guardería abrirse.
Sus ojos se alzaron para encontrarse con los de Adam cuando entró
en la guardería.
—¿Qué haces aquí, Adam? —Ristan preguntó con cautela.
—¿Cómo está ella esta mañana? —Preguntó ignorando la pregunta
de Ristan mientras sus ojos bajaban hacia la bebé—. Su color se ve
mejor hoy que ayer.
—Ella es una luchadora como su madre y su padre.
—No ha habido progreso con el Árbol de la Vida desde nuestro lado
—dijo Adam suavemente mientras se sentaba junto a Ristan en la
mecedora, levantando brevemente su mano para tocar los rizos en la
cabeza de Kahleena. Dudó y sus dedos se alejaron como si tuviera
miedo de tocar a la frágil niña.
—Lo resolveremos, tenemos que hacerlo —ofreció Ristan, tratando
de tranquilizar a Adam. Esperó a que él respondiera.
—Demonio, ¿mierda como esa llega muy lejos en la vida? —
preguntó bromeando.
—No la he lastimado, Adam —reveló abruptamente, hablando de
Olivia mientras sus ojos se movían hacia el Príncipe Oscuro—. Eso
debería brindarte algo de consuelo, que todos sabemos que Synthia y
tu pueden usar en este momento. —Había podido sentir la tensión
desde el primer momento en que el Príncipe había hecho contacto
visual y sabía lo que le estaba molestando—. También debes saber
que no tengo planes de renunciar a ella.
—Siempre seré parte del Gremio, así que sí, me preguntaba si ella
estaba bien y todo eso. La vida ya está bastante jodida ahora.
Tratando de volver a encajar y no joder la mierda a medida que
avanzo. Regresar no ha sido fácil, ha sido un curso acelerado del
infierno y a veces desearía poder volver a cómo era la vida antes de
saber quién y qué soy realmente. Crecí allí, así que sé que Olivia
probablemente solo estaba haciendo lo que pensaba que era
correcto, como todos solíamos hacer. Sé que ella jodió a Alden en el
proceso, y ninguno de nosotros lo habría hecho intencionalmente.
Entonces, lo que haces con ella es asunto tuyo, follala, golpéala y
cómetela, eso está en ti al final. Solo recuerda que todos hubiéramos
seguido las órdenes de un Anciano, y por lo que vi, parecía muy
arrepentida por su parte en eso.
—Quizás, quizás sea una buena actriz —reflexionó.
—¿Estás comenzando a dudar de su culpa, o cuáles fueron sus
motivaciones para ayudar a Cyrus? —preguntó con los ojos
entrecerrados que le recordaban a Synthia. Una ceja se levantó más
que la otra, y esos ojos verdes que atrapaban el alma sonrieron.
Debia ser uno de los efectos secundarios de estar unida a ella
durante tantos años como su familiar.
—No lo sé —respondió Ristan mientras acunaba al bebé que ahora
dormía en sus brazos—. Tal vez tú puedes ayudarme. Hay una
habitación en las catacumbas, tiene una puerta con un solo símbolo
musical.
—Sí, sé de una habitación marcada así. Hay más símbolos al otro
lado, y un arpa antigua en esa habitación en particular —respondió
Adam mientras se levantaba y se movía para recoger a Zander, que
acababa de despertar y tenía una expresión solemne.
—¿Sabes por qué la perseguiría? He estado usando medallones de
ensueño con ella, y cada vez que duerme, va a esa puerta, y el dolor
que siente es abrumador. Es casi como si hubiera algo oculto en esa
habitación por lo que siente culpa.
—No es algo —dijo Ryder desde la puerta mientras se apoyaba
contra ella—. Esa es la habitación donde encontramos a un gran
grupo de niños escondidos después de que lo atacaran. Synthia
escuchó el sonido de sus latidos y pudimos sacarlos. Alguien pasó
por muchos problemas para mantenerlos ocultos; estaban
deshidratados y algunos estaban heridos. Suponemos que quien los
ocultó allí está entre los muertos o se fue a buscar ayuda y no pudo
volver a ellos. Los niños aún no han sido interrogados, ya que la
mayoría necesitaba tiempo para sanar y rehidratarse, y algunos
tienen bastante miedo de los Faes. Por lo que Synthia me cuenta de
su entrenamiento a esta edad, esta es su peor pesadilla... caer en
manos enemigas.
—¿Cuántos niños y de qué edad? —Ristan preguntó mientras su
garganta se apretaba con las palabras de su hermano.
—Escuché que había muchos —agregó Adam—. Algunos eran muy
jóvenes, apenas comenzaban su entrenamiento en la escuela del
Gremio —agregó. Volvió a colocar a Zander en su cuna y se dio la
vuelta para mirar a los otros hombres.
Ristan se puso de pie rápidamente y caminó hacia la cuna, pero
Ryder le tendió las manos a su querida. Cambiando rápidamente de
dirección, Ristan la colocó en las manos de su padre. Su mente se
movía más rápido de lo que podía procesar a medida que diferentes
piezas del rompecabezas se deslizaban dentro de su mente.
—¿Algo está mal, hermano? —Ryder preguntó tensándose, sus ojos
dorados estaban llenos de interés mientras Ristan recorría lo que
sospechaba que había sucedido.
—Sí, soy un imbécil —gruñó mientras sacudía la cabeza—. Creo que
hice un error de cálculo y necesito arreglarlo. Volveré si me
necesitas.
Ristan salió de la guardería y los hombres se miraron por encima de
la cabeza de la niña dormida.
*~*~*
La habitación era suntuosa y mostraba muebles y tapices de los que
solo había leído en los libros. La cama era enorme, pero de nuevo,
ella sospechaba que cualquier cama que Ristan eligiera para él
tendría que serlo, para acomodar su altura. Esta habitación estaba
decorada en negro y plata, lo que le recordaba a sus hermosos ojos.
Se frotó las sienes y se preguntó si había sido drogada o si él había
hecho algún tipo de hechizo que la había desmayado. Lo último que
recordaba era estar en el baño, luego sus palabras acaloradas cuando
la había sacado del agua jabonosa, y luego nada. Ella no podía
recordar nada después de eso. Tenía un fuerte dolor de cabeza, y el
traqueteo de una cadena le dijo que una vez más había sido atada
con seguridad a una pared.
Ella probó la cadena y luego se levantó para atender sus necesidades
personales. Se tomó su tiempo en el baño y notó que la cadena tenía
más longitud ahora. ¿Tal vez ella se estaba ganando su confianza?
Ella conjuro un hechizo para hacer que el agua bailara con su magia;
no, todavía no funcionaba. ¿Quizás la estaba probando? Ella lo
dudaba, más bien como si él no fuera a regresar muy pronto, así que
ella tenía tiempo de cocerse.
¿Cocerse? Ella sonrió; su cuerpo estaba lleno de pequeños dolores
por lo que había hecho, pero no había ningún dolor real que quedara
de su juego, solo un placer residual que la hacía picar por más. Su
toque ni siquiera era doloroso, y si ella era honesta consigo misma,
le había gustado su tiempo con él.
Pero incluso eso no podía evitar que la culpa de lo que había hecho
en el Gremio se filtrara en su mente. Miró su pálido reflejo en el
espejo gigante y se dio cuenta de que el baño era casi una réplica
exacta donde se había bañado antes de desmayarse.
Su rostro estaba pálido, lo que hacía que sus ojos parecieran más
grandes, más brillantes. Ella no parecía enferma porque, a pesar de
todas sus cosas, el tipo no la estaba matando de hambre
exactamente. Ahora que lo pensaba, había despertado algo dentro
de ella que había estado ausente antes. Se había sentido viva en esa
cruz, y no importaba cuánto quisiera negarlo, no podía.
Se abrió una puerta en la otra habitación, y ella permaneció inmóvil,
incapaz de confrontarlo debido a donde su mente se había ido. Abrió
el grifo y se echó agua fría en la cara, bajando los ojos hacia el cuello
de su pijama y la falta de carne roja que debería haber estado allí por
el roce del cuello.
Ella sintió que él la miraba antes de darse la vuelta y encontrarlo,
sus ojos giraban en un patrón intrincado mientras lentamente
miraba hacia abajo en su cuerpo hacia el pijama de Hello Kitty
felpudo con una sonrisa suave.
—Hola —dijo, y asintió en su dirección—. ¿Hambrienta?
—Eso depende, ¿me vas a alimentar o puedo alimentarme yo
misma? — preguntó ella, observando sus pantalones de cuero que
colgaban bajos de sus caderas y las botas Doc Marten. Llevaba una
camiseta que decía “Pruébame‟‟, y sí, su cuerpo respondió como si
hubiera colocado un hechizo mágico en sus partes y piezas
femeninas que le dieron la propiedad de ellas.
—Puedes alimentarte esta vez —dijo suavemente y se volvió para
dejarla sola en el baño.
En el dormitorio, encontró una mesa, pequeña, pero lo
suficientemente grande como para contener una gran cantidad de
comida. Tenía varios panes, quesos, frutas y platos de pastelería que
le hicieron agua la boca con sus embriagadores aromas. Ella no
perdió el tiempo; no iba a darle la oportunidad de cambiar de
opinión.
Tomó un trozo de pan, seguido de una rebanada de fruta, en su
boca, sin importarle que se estuviera llenando totalmente la cara y
haciendo un asco. Prefería que él la mirase atragantándose con la
comida a su propio ritmo que él lo hiciera por ella.
—Disminuye la velocidad, pequeña bibliotecaria, no tengo intención
de hacerte nada, o quitarte la comida —se rió entre dientes mientras
se sentaba en la cama y con un pequeño gesto, su ropa cambió a un
simple par de pantalones negros de seda, y nada más.
Ella tosió, casi ahogándose con la comida que se le había secado en
la boca. Él la premió con una sonrisa de complicidad y no le ofreció
ayuda, sino que hizo un gesto con la cabeza hacia una copa de vino
que había dejado en la pequeña mesa al lado de la comida.
Ella bebió profundamente, sus ojos sostenían los de él sobre el
borde de la copa de metal. Ella apartó la copa de sus labios. El vino
los cubrió ligeramente mientras lo volvía a colocar sobre la mesa.
Sus ojos eran cautelosos, pero eso no parecía molestarlo en absoluto.
Estaba completamente alerta, su intención aún no estaba clara
mientras la veía comer como si fuera su última comida. Lentamente
dejó el pan que acababa de recoger, y realmente lo miró mientras un
pensamiento cruzaba por su mente.
—Me vas a matar, ¿verdad? —susurró, mientras las lágrimas
brotaban de sus ojos y una se deslizó lentamente por su mejilla. Ella
enderezó su columna vertebral y cuadró los hombros cuando el
miedo y la incertidumbre se abrieron paso dentro de ella.
—Háblame de los niños detrás de la puerta de la sala de música.
Capítulo Veintitrés
Olivia sintió una máscara deslizarse firmemente en su lugar,
sellando sus emociones detrás de ella. Ese sutil recordatorio fue
suficiente para recuperar todo y su pecho dolía con los recuerdos de
ello. Sus ojos solo veían la lucha, el caos y la destrucción completa
del Gremio, su hogar. Su columna vertebral se enderezó y lo miró
con fuego en los ojos.
—No había niños en el Gremio —susurró, incapaz de hacerlo salir
como cualquier otra cosa.
Ristan dejó escapar un profundo suspiro. —Eso es interesante. Mi
hermano me estuvo contando sobre un grupo de niños que fueron
reubicados recientemente en Faery. Muchos niños; y esos niños
habían sido escondidos por alguien que pensaba en los demás.
Alguien que no era malvado, o que solo pensaba en sí mismo —
finalizó.
Estaba mintiendo, tenía que estarlo, y ella no lo estaba comprando.
Había visto el infierno que había atravesado el Gremio ya devastado.
Esta era solo una nueva estrategia, tenía que serlo.
—Vete al infierno —gritó, sus emociones la abrumaron mientras las
imágenes de las pequeñas caras nadaban detrás de sus ojos. Sus
piernas amenazaron con ceder, pero antes de que pudieran hacerlo,
él estaba allí, atrayéndola contra él.
—Soy un imbécil, pero necesito saber si fuiste tú —instó
suavemente, sus manos frotando lentamente su espalda mientras los
llevaba de regreso a la cama.
—No te creo —sollozó, con el pecho agitado mientras las lágrimas
corrían libremente por su rostro.
Él besó sus lágrimas y apartó su cabello de su rostro mientras se
sentaba en la cama y la atrajo sobre su regazo. Su toque fue
relajante, y solo la hizo llorar más. Donde la mayoría de los hombres
se habrían escapado sin tener idea de qué hacer para consolar a una
mujer histérica, él continuó acariciando su cabello y colocando
suaves besos en su rostro.
—Basta —gritó más fuerte—, ¡No me merezco esto de ti! Pensé que
estaba haciendo lo correcto, pero me equivoqué. Escondí a todos los
niños que pude, pero tu gente los mató cuando incendiaron el
Gremio —ella exhaló un suspiro tembloroso—. Sé que los niños están
muertos —susurró.
—No, están vivos. Cada niño que escondiste en esa habitación está
vivo. No mentiría sobre algo así.
—¡No es posible!
—Sí lo es. Las catacumbas siguen ahí. Mis hermanos no las
destruyeron; solo las sellaron para protegerlas de caer en las manos
equivocadas. Según mi hermano, Synthia captó el leve sonido de los
latidos de sus corazones, y sacaron a los niños antes de sellar la
entrada y arrasar los niveles superiores.
—Necesito verlos —susurró.
—No puedes —respondió suavemente, sus ojos se volvieron de
acero—. Aún no. Salvar a esos niños no excusa lo que nos hicieron a
Alden y a mí, ni estoy completamente convencido de que seas
totalmente inocente. Tal vez no por hacerlo, Olivia, sino por
ingenuidad, has ayudado a Cyrus a ayudar a los Magos, y necesito
saber qué buscaba.
—No te ayudaré a lastimar al Gremio —advirtió suavemente.
—Yo tampoco quiero lastimar al Gremio. Necesito que al menos
confíes en mí en ese punto. —Ante su mirada escéptica, suspiró,
sabiendo que tendría que confiar en ella si quería ganar su
confianza—. Soy mitad Fae, mi madre fue una vez una orgullosa
Princesa Demonio y yo soy el tercer hijo de Alazander, el anterior
Rey de la Horda. Soy hermano del actual —dijo Ristan con cuidado,
observando cómo el color se le iba de la cara—. Estamos en guerra, y
tanto si el Gremio lo quiere como si no, están del lado de los Magos
que se han deslizado en las filas del Gremio y lo están corrompiendo
desde adentro. No te estoy pidiendo que hagas daño al Gremio; en
todo caso, te pido que ayudes al Gremio. Al verdadero Gremio. Los
miembros que todavía creen en lo que fue creado originalmente para
hacer. Los Magos ya están incitando a los humanos y a los otros
Gremios a exigir la sangre de todos los Faes en represalia por la
caída del Gremio Spokane.
—Pero... pero los Faes no lo hicieron —susurró—. Espera, retrocede.
¿Eres uno de los Príncipes de la Horda? ¿Entonces estuve en el
Reino de la Horda? —chilló ella.
—Sí —dijo, mientras su rostro parecía palidecer.
—Así que hice que un hijo del Rey de la Horda fuera torturado por
monstruos, y ahora soy su prisionera —susurró, y su rostro se veía
un poco verde—. Espera, ¿por qué un hijo del Rey de la Horda
estaría en el Gremio, a menos que, de hecho, estuvieras espiando? —
ella cuestionó.
—Mantenía una promesa a una Bruja de que nada malo le sucedería
a su tío mientras ayudaba a mi hermano, el recién coronado Rey de
la Horda, a intentar salvar ambos mundos —explicó.
—¿Estabas allí protegiendo a Alden de los Magos o del Gremio?
¿Fue porque es culpable de traicionar al Gremio? —Ella disparó
preguntas hasta que Ristan levantó las manos y se recostó.
—Necesitas escucharme. Estuve allí porque Synthia tenía
responsabilidades en Faery. Le dije que mantendría a salvo a su tío y
que no le pasaría nada por su relación. Sin mencionar que nos estaba
ayudando. Sabíamos que los Magos representaban una amenaza
muy real para Alden y queríamos poder sacarlo si algo salía mal.
Han estado dentro del Gremio durante mucho tiempo, Olivia.
Sabíamos que estaban trabajando en todos los aspectos del Gremio,
pero hasta hace poco, no sabíamos hasta qué punto se habían
enterrado en el funcionamiento interno de los Gremios. El Gremio
Spokane no es el único que tiene problemas. El Gremio de Nueva
Orleans está funcionando con Ejecutores de respaldo porque los
suyos están desapareciendo y los Faes, por supuesto, son los
culpables. Algunos de los Ancianos han desaparecido o han sido
asesinados. Es por eso que ese Gremio en particular fue elegido para
ser el Gremio de donde vino 'Justin'. Lo creas o no, la Horda acepta
que los Faes deben permanecer en Faery. No podemos proteger a tu
gente de la nuestra en tu mundo, por lo que es mucho más fácil para
ellos y para nuestra gente si los nuestros se quedan en Faery.
Desafortunadamente, nuestra gente tiene una curiosidad natural y
una afinidad por los humanos que hace casi imposible mantenerlos
en Faery. Entonces, lo creas o no, hay reglas establecidas cuando
intentamos controlar lo peor de ellos. De cualquier manera, los
hombres responsables de la matanza dentro del Gremio, esos eran
Magos en su mayor parte y un loco jodido Dios empeñado en
vengarse. ¿Estaba cavando en la mierda del Gremio? Joder, sí, lo
estaba. Necesitamos las Reliquias de los Faes porque nos
pertenecen. Ni siquiera se pueden usar correctamente en tu mundo.
Las necesitamos para evitar que nuestro mundo muera, y el tuyo se
vea abrumado por la cantidad de seres que lo inundarán cuando eso
suceda. Por eso estuve allí. No estaba allí para joder al Gremio;
estuve allí para ayudarlo.
—Puedes mentir —susurró—. Dijiste que te llamabas Justin. —Se
detuvo con los dientes mordiendo su labio inferior en preocupación.
Sus mejillas se pusieron rosadas y siseó—. ¿Justin Timberland? ¡Tú
imbécil! ¡No puedo creer que no haya hecho clic antes! — ella
reprendió y le dio una palmada en el brazo.
—Lo hice, pero fue por una muy buena causa —dijo mientras
sonreía juguetonamente y continuaba—. Te doy mi palabra que esos
niños están bien. Los hijos de Synthia, por otro lado... Necesitan que
encontremos esas Reliquias y salvemos ambos mundos.
—¿Synthia tiene hijos? —Olivia preguntó con una perfecta O en sus
labios que él personalmente quería probar con su polla.
—Tres; ella nos dio el primer conjunto de trillizos en la historia Fae.
—Observó mientras rellenaba el tiempo desde que Synthia había
dejado el Gremio, y se quedó corta. No era ningún misterio que el
tiempo se movía de manera diferente en los mundos, pero la
mayoría no podía comprender las diferencias—. El tiempo, por
supuesto, se mueve de manera diferente entre nuestros mundos. A
veces más lento, mientras que otras veces más rápido. En este
momento, la regla general es aproximadamente un cuarto de día en
Faery por cada día en su mundo. Los embarazos Fae también son
más cortos que los humanos. Su corazón todavía pertenece al
Gremio, y tiene que preocuparse lo suficiente por los Magos, y sus
bebés están enfermos —dijo suavemente mientras luchaba contra la
urgencia de saborear sus labios.
Observó sus ojos entrecerrarse, y sus dientes atormentaban su labio
inferior mientras consideraba sus palabras. Si seguía mordiéndose
ese labio, terminaría en carne viva, pero joder si no era caliente.
Era un nuevo juego de pelota y nuevas reglas. Sabía que ella podía
ayudarlo, más que eso, la deseaba. Sabía que podía obligarla a jugar
sus juegos traviesos, pero quería que ella estuviera dispuesta. Sin
tener que fingir que no la quería y construir excusas de por qué no
debería quererla.
—¿Entonces qué quieres de mí? —Olivia preguntó con una mirada
cautelosa mientras sus manos se apretaban ansiosamente a sus
costados.
—Alden me dijo que tienes una memoria eidética o fotográfica, y
necesito que me ayudes a encontrar artículos que pertenecieron a los
Faes. Ya me ayudaste a encontrar uno. No lo sabías en ese momento
y puedo prometerte que solo se usarán para proteger tu mundo del
mío. Porque si no podemos arreglar esto, ambos morirán; Lo sé, he
visto ese futuro, pequeña Bruja, y no fue bonito.
—No puedes ver el futuro. Nadie puede —argumentó.
—Nadie debería poder hacerlo, y confía en mí, no es divertido.
Danu me dio el don para poder poner a nuestra gente en el camino
correcto para proteger nuestro mundo. Dime algo: si ese mundo
muere, ¿a dónde irían los monstruos como nos llamas? —preguntó,
sus ojos se movieron de sus ojos a ese labio sexy que estaba
mordisqueando.
—Mi mundo —susurró después de unos momentos de silencio.
—Correcto —dijo y extendió la mano para separar la cadena del
collar. Sus dedos se deslizaron por el collar, cambiándolo del pesado
collar por un delicado torque dorado del que colgaba el pequeño
medallón. Observó sus ojos ensancharse, y su mano se posó sobre su
pecho, lo que le envió calor al estómago, desplegando una necesidad
que estaba haciendo todo lo posible por ignorar. —Ven conmigo —
dijo sin esperar su respuesta.
Abrió un portal y los acercó a Faery, a un árbol gigantesco. El tronco
estaba envuelto en una gruesa capa de hielo y todo el árbol parecía
débil bajo la congelación que lo rodeaba. El portal se cerró detrás de
ellos con un gesto de su mano. —Este es el Árbol de la Vida; alimenta
el poder de Faery y ayuda a mantener vivo a los Faes recién nacidos
mientras el mundo les da la bienvenida. Desde hace algún tiempo,
no ha podido aceptar a la mayoría de los bebés.
—¿Los bebés se están muriendo? —Preguntó, y sus labios formaron
un ceño, sus ojos llenos de inquietud.
—Un mundo entero está muriendo por rencor. Se está muriendo por
un malentendido de nuestras costumbres que se infectaron y se
salieron de control. Ha creado seres malvados que no intentan
luchar contra nosotros directamente; primero se aprovechan de los
inocentes de nuestra especie —dijo y se volvió para mirar las
pequeñas luces brillantes. No eran solo luces, eran seres pequeños
que trabajaban para descongelar el árbol, pero nada de lo que hacían
funcionaba—. Están tratando de matarnos en su mundo, y también
están tratando de matarnos aquí. No estamos hablando de vigilancia
y protección, como para lo que se creó el Gremio. Estamos hablando
del mal tratando de erradicar no solo a los Altos Fae, sino a todos lo
que ustedes llamarían los del Otro Mundo; Vampiros, Shifters,
Demonios, Faunos, todos nosotros.
Supo el momento en que Olivia descubrió que era lo que estaba
iluminando el Árbol en la oscuridad. Su respiración se hizo
superficial; sus ojos se agrandaron y luego se iluminaron. Seguía
siendo uno de los lugares más bellos de Faery, incluso si estaba
congelado.
Él glamoro una pesada capa para ella, así como otra ropa que era
más adecuada para el frío, en ambos antes de tomar su mano y
acercarlos a la actividad sin fin de las Hadas. Sus pantalones eran de
cuero, que se veían un poco fuera de lugar en ella, pero él disfrutaba
la forma en que abrazaba su trasero, junto con las botas que estaban
más de moda que la mayoría de la ropa de invierno. Ella se rió
suavemente mientras el abrigo curvaba su pequeño cuerpo, y por
primera vez en lo que pareció una eternidad, Ristan sonrió.
—Esas son Hadas —susurró y extendió la mano cuando una se
acercó para mirarla. Aterrizó inocentemente en su palma hacia
arriba y se sentó allí con las piernas cruzadas mientras se estudiaban
mutuamente. Ristan hizo una mueca cuando se dio cuenta de que
era Karenna, una Hada que tuvo el placer de conocer íntimamente.
Su raza de Hada podía pasar del tamaño de una luciérnaga a un
tamaño mucho más compatible si así lo deseaban. También eran
infames por su amor por morder y pellizcar.
—Lo son —dijo mientras le daba a Karenna una advertencia con los
ojos. Alzó el vuelo, dejando un rastro de polvo brillante a su paso que
hizo que Olivia farfullara y luego estornudara. Karenna dejó escapar
una risita traviesa mientras continuaba su camino de regreso a las
demás, que seguían trabajando.
—Esto es lo que hicieron los Magos —dijo, volviendo a pensar en por
qué la había traído aquí—. Este Árbol alimenta a Faery con magia, y
sin él, el mundo se debilita con cada día que pasa. Más niños
morirán antes de que podamos salvarlo, pero me dieron visiones que
fueron apoyadas por los profetas, que las Reliquias son una gran
pieza del rompecabezas no solo para evitar que Faery muera, sino
también para revertir el daño hecho a este mundo.
—¿Y crees que yo puedo ayudar? Incluso si quisiera, esas Reliquias
estarían fuertemente protegidas, probablemente por Ejecutores que
no tienen idea de lo que realmente está sucediendo. Ya he hecho
suficiente daño al Gremio, e incluso si esos niños están vivos como
tú dices, eso no excusa lo que hice —dijo suavemente, sus ojos nunca
se encontraron con los de él mientras veía a las Hadas trabajar en el
Árbol.
Ristan la agarró de la mano, sabiendo que podría estar presionando
sus límites al transportarse, lo que lo molestó hasta cierto punto;
Sin embargo, la necesidad de mostrarle su mundo anuló su
preocupación. ¿Pero esos ojos? ¿La forma en que se iluminaron con
la belleza del Árbol y las pequeñas Hadas? Estaba asombrada, y él
tenía mucho más que mostrarle.
La llevó a su lugar favorito en cualquier mundo. Se preguntó por
qué había hecho algo tan impulsivo, ya que nunca había traído a
nadie con él cuando venía aquí. Sin embargo, había sido el primer
lugar que había aparecido en su mente.
El cielo estaba iluminado con colores verde oscuro y aguamarina
que se mezclaban con la versión Fae de la aurora boreal. Una gran
piscina de agua más azul de las que había encontrado en la Tierra o
Faery cubría el suelo en un patrón circular, alimentada por una
cascada que aumentaba la belleza y la serenidad de este lugar en
particular. Árboles de color esmeralda se alzaban a lo lejos, con la
dulce fragancia de las flores recién florecidas que perfumaban el aire
nocturno.
Aquí no había frío helado, así que con un movimiento rápido de sus
dedos, le quitó el abrigo pesado y decidió reemplazar su atuendo con
un vestido azul claro y suave, que hacía que sus ojos parecieran más
oscuros. Podía ver que sus pezones se habían endurecido con el
rápido cambio de atuendos, y esperaba que fuera porque ella
deseaba cubrirse con él, en lugar del vestido.
Ella observó el hermoso escenario cuidadosamente antes de que él
viera una pequeña sonrisa tirar de las comisuras de sus labios. No
había forma de que fuera inmune a la belleza de la tierra, porque a
pesar de que él había estado allí mil veces, no lo era.
—¿Dónde es esto? —preguntó mientras ajustaba el vestido por
modestia.
—No creo que se haya nombrado —respondió Ristan, con los ojos
sobre un exuberante arbusto verde cubierto de flores de color azul
pálido que brillaban lo suficiente como para iluminar la oscuridad.
Agitó la mano y el cielo se convirtió en la puesta del sol.
—¿Cómo hiciste eso? Ningún Fae puede controlar el clima o el
mundo que los rodea —susurró sus ojos con asombro.
—Puedo crear ilusiones, muy realistas en eso. Pero este no soy yo;
este lugar es diferente —dijo, y se preguntó si debería controlarlo
más para su beneficio, pero, de nuevo, todo lo que había hecho era
pensar en que se iba a poner el sol y así fue. Nunca lo entendió, ni le
importó.
Él se acercó a ella y sonrió. —Este es mi lugar. Nunca lo he visto en
ningún mapa —susurró—. Está lleno de cosas maravillosas, también
mortales, pero tiene mucho para explorar y maravillarse. Moriría
protegiendo mi mundo —reflexionó en voz alta, su cuerpo tan cerca
del de ella que podía oler su aroma único, que parecía volverlo loco.
Él la alcanzó y la atrajo contra su cuerpo. Sus ropas se desintegraron
con un simple pensamiento, y él sonrió cuando ella siseó por la
sensación que creó. Él la levantó y en el momento en que sus labios
tocaron los suyos por su propia voluntad, él gruñó.
A la mierda la deseaba e incluso si no debería estar haciendo esto,
no podría evitarlo. Él hizo aparecer una cama y la llevó a ella, sus
manos tirando de su cabello mientras profundizaba el beso. Él
gimió, su boca hambrienta conteniendo y devorando el sonido.
Sus rodillas golpearon la cama y se arrastró sobre el colchón sin
dejarla caer. Él usó su peso mientras movía su cuerpo debajo del de
ella para que pudiera sentarse a horcajadas sobre él, antes de que
finalmente rompiera el beso. Su respiración era trabajosa y pesada;
sus pezones estaban duros y rogaban que los mordieran y
molestaran. Su cabeza descansaba sobre las almohadas mientras
acercaba ambas manos a donde ella estaba sentada a horcajadas
sobre él. Su polla palpitaba entre sus piernas, sin embargo, no se
había forzado dentro de ella. Sus manos ahuecaron el peso de sus
senos antes de que sus pulgares se arrastraran suavemente sobre sus
tensos pezones.
Ella gimió y se arqueó ante su toque, su coño ya estaba mojado por
solo su contacto y beso compartidos. Se inclinó, reclamando un
pezón con la boca antes de pasar la lengua sobre él. Él sonrió contra
ella cuando ella gimió ruidosamente y sacudió sus caderas contra su
palpitante polla. Ella empujó hacia abajo y él le sonrió, hasta que ella
se inclinó para lamer su piercing y tiró de él con los dientes.
Él juró que esa pieza de joyería compartía nervios con su polla, ya
que enviaba fuego arremolinándose a través de su vientre, lo que
hacía que su polla se pusiera lo suficientemente dura como para que
pudiera correrse en ese momento. Él gimió mientras ella lo
exploraba cuidadosamente, su timidez solo aumentaba lo
jodidamente caliente que era.
Ella sacó la lengua y le lamió el pezón antes de que su mano
encontrara el otro y lo probara, haciendo coincidir sus acciones con
su respuesta. Una vez que su estómago se apretó, y el siseo escapó
de sus labios, ella sonrió. No era una gran sonrisa, sino una inocente
que decía que disfrutaba tener el control, y él conocía el sentimiento.
Levantó la cabeza, observando el área circundante, y por primera
vez notó que estaba en una cama, afuera, expuesta.
—Nadie sabe sobre este lugar —le aseguró, y sus ojos de zafiro lo
miraron. Él sacudió sus caderas, recordándole lo que habían estado
haciendo antes de que descubriera que estaba a punto de sacudir su
polla a la vista de la naturaleza.
Ella bajó la boca y lo besó en los labios, y luego lo profundizó
mientras empujaba su lengua más allá de la de él. Él no la ayudó; en
cambio, esperó a que ella tomara el control nuevamente. No tenía
prisa, y eso era algo bueno, teniendo en cuenta lo lenta que era su
seducción.
Ella se echó hacia atrás y Ristan captó movimiento por el rabillo del
ojo. Una figura encapuchada se encontraba en la distancia,
mirándolos. Ristan los cubrió con ropa y empujó a Olivia a un lado.
Se puso de pie y avanzó rápidamente hacia la figura encapuchada,
pero antes de que pudiera acercarse a ella, la criatura desapareció.
—¿Qué carajos? —gruñó, y echó un vistazo atrás para asegurarse de
que Olivia estuviera a salvo.
Capítulo Veinticuatro
Olivia continuó buscando a través de la habitación gigante; ésta era
definitivamente masculina y, al igual que la última habitación en la
que había estado encarcelada, tenía marcas que mostraban que
pertenecía a Ristan. Nada indicaba que fuera una habitación de
invitados de ningún tipo. La habitación estaba hecha en diferentes
tonos de gris carbón, con cortinas de color azul claro que
enmarcaban la única ventana de la habitación, que corría desde el
piso hasta el techo, así como cada extremo de la pared. Ya había
revisado la ventana y la encontró cerrada. Tomó nota de la profunda
vegetación esmeralda mezclada con nieve y pinos que le dijeron que
estaba de vuelta en el noroeste del Pacífico o en algún lugar de Faery
que debía tener un paisaje similar.
La había mandado a la habitación sin explicación ni ropa, aparte de
un par de bragas, y la habían dejado sola durante lo que parecieron
horas. Él había tratado su torpe seducción como si hubiera puesto
hormigas en sus pantalones y sus sentimientos estaban un poco
heridos mientras repetía la escena una y otra vez en su mente. En
primer lugar, no era su maldito problema ocuparse de él. Tal vez fue
mejor que la detuviera antes de que ella se apegara más a él.
Comenzó su búsqueda de la habitación tentativamente, disfrutando
de la libertad de no estar encadenada a la pared, a pesar de que estar
encerrada dentro de una hermosa habitación no era mucho mejor.
Al menos recordaba que ella era en parte Humana y había dejado
una mesa repleta de una deliciosa variedad de alimentos que
lamentablemente había estado demasiado inquieta para comer.
Olivia sabía que necesitaba encontrar una manera de alejarse de él;
incluso si él estaba diciendo la verdad sobre los niños, ella no estaba
a salvo. Al menos, su corazón y sus partes femeninas no lo estarían,
si ella se quedaba a su alrededor por mucho más tiempo, y eso era
culpa suya y de sus partes traidoras.
Toda la evidencia de lo que había revelado anteriormente apuntaba
a que él le decía la verdad. Por otra parte, toda la evidencia decía que
Cyrus también había estado diciendo la verdad, y mira a dónde la
había llevado. Ristan la había traído de vuelta aquí y la había dejado
tan rápido que había asumido que algo estaba mal, y sin que él
estuviera aquí para explicarse, su imaginación se disparó.
Su búsqueda en la habitación había producido una variedad
ecléctica de libros en los estantes anchos, algunos de los cuales
tenían diagramas que no estaba segura de que fueran físicamente
posibles, y una remera de los Sex Pistols de Never Mind the Bollocks
debajo de la cama que todavía llevaba su terroso olor. La cómoda de
pino negro en la habitación no tenía ropa ni ningún otro objeto
personal, por lo que se cubrió la cabeza con la camisa para
proporcionarse algún tipo de modestia. Continuó la búsqueda de
información, o una salida, durante algún tiempo, golpeando
continuamente el piso y las paredes para verificar si había huecos
que pudieran conducir a un pasadizo oculto. El Gremio estaba
plagado de ellos, ¿por qué no los habría aquí? Podría tener suerte,
encontrar una ruta de escape y desaparecer antes de que él se diera
cuenta de que ella estaba desaparecida.
Después de varias horas de agotar todas las posibilidades que se le
ocurrían para escapar, miró la cama con cautela y se metió en ella,
mientras consideraba su comportamiento desenfrenado y poco
característico con él antes y el descarado rechazo que le había dado.
Después de todas las historias de advertencia que había leído
mientras compilaba archivo tras archivo sobre los Faes, pensaba que
no se sentiría atraída por una criatura como él, no tanto como lo
estaba ahora de todos modos. Ella debería ser capaz de resistir su
encanto y su atractivo sexual puro. Ni siquiera había aumentado sus
poderes Faes; eso era algo de lo que ella era consciente a nivel
visceral después de esa horrible experiencia en el calabozo. Él podría
haberle quitado fácilmente cualquier opción en cualquier momento
que quisiera. Puede que haya manipulado sus encuentros, pero, en
su mayor parte, le permitió tomar la decisión, lo que iba en contra de
lo que el Gremio le enseñó.
Ella se había hecho esto a sí misma; el deseo de tenerlo había sido
abrumador, y ella sabía que podía usar fácilmente la excusa de
“situación traumática”, pero realmente era su culpa al final del día.
Ni siquiera se había metido con su mente, como sabía que podía
haberlo hecho.
El Gremio les enseñó cómo los Fae podían manipular sus mentes y
quitarles el libre albedrío o hacer que tu cuerpo respondiera incluso
si no lo querías. Eran poderosos seres sexuales, lo que ella sabía.
Entonces, ¿por qué le estaba respondiendo de una manera tan
desconcertante y tan diferente a ella?
Nunca había tenido sueños sexuales vívidos antes de conocer a
'Justin'. Desde el primer momento en que lo vio, todo sobre él la
atrajo. Dejó de pensar con el cerebro y comenzó a permitir que sus
hormonas guiarla, Él no era su feliz para siempre; mierda, ni
siquiera era humano. Era mitad Demonio, mitad Fae, y todo estaba
mal para ella. Él terminaría esto entre ellos en el momento en que
ella le diera la información que necesitaba, y ella haría bien en
recordar eso. Se subió las mantas hasta la barbilla y cerró los ojos,
exhausta por las diferentes direcciones a las que se dirigía su mente.
*~*~*
Ristan paseó por la oficina de Ryder mientras consideraba qué
demonios había sucedido antes. No se había sentido como Danu,
pero eso no lo hizo sentir mejor. Al menos si hubiera sido ella, él
habría sabido quién era. Ella siempre se revelaría ante él. Formaba
parte de los juegos mentales que a ella le gustaba jugar con él.
Quienquiera que fuera no había hecho eso. En cambio, habían
desaparecido después de verlo con Olivia, y eso lo molestó. En parte
porque no tenía ni idea de quién había sido.
No era Fae, de eso estaba seguro, pero ¿qué demonios era? ¿Por qué
había estado allí? Era su lugar especial al que había ido desde que lo
descubrió por accidente cuando supo por primera vez que podía
abrir portales, y ahora lo violaron en lo que a él respecta. No estaba
seguro de si fue la violación de su lugar favorito lo que lo molestó o
fue por el momento de la intrusión, ya que ella había estado sexy
como la mierda con su inocente seducción.
¡Joder, ella había sido sexy! Un poco torpe con la inexperiencia, y
aun así, había estado a punto de explotar por la anticipación de su
asalto sensual. Normalmente esa mierda no lo enviaba al fondo, pero
con ella sí.
—Sigue cavando un agujero en mi piso así, y tendrás que arreglarlo
—señaló Ryder cuando entró en el gran estudio que usaba como
oficina.
—¿Conoces el lugar que encontré la primera vez que abrí un portal?
— preguntó. Ryder era el único al que le había contado al respecto,
en caso de que necesitara a Ristan y no pudiera comunicarse con él.
El vínculo telepático con sus hermanos mientras estaba dentro de
ese reino era como recibir la recepción de un teléfono celular en
medio de las montañas.
—Sí, ¿el que está justo al lado de Flora? —Ryder preguntó mientras
tomaba asiento y suspiraba profundamente mientras un ceño
fruncido arrugaba su frente—. ¿Qué pasa con eso?
—Recuerdas que te dije que no creía que nadie más fuera allí, que
cada vez que voy; ¿Solo he sido yo en ese lugar hasta donde llegan
mis sentidos?
—Sí —respondió Ryder, sus ojos finalmente se posaron en los de
Ristan.
—La llevé allí —dijo.
—¿A quién? —Preguntó Ryder, sus ojos se entrecerraron
ligeramente, el oro comenzó a brillar de alegría—. ¿Olivia? —él
cuestionó.
—¿Quién más? No tengo exactamente una sala completa de rehenes
—gruñó Ristan—. De todos modos —continuó—. Resulta que no
estaba solo con ella —dijo en un tono profundo e irritado.
—¿Alguien más estaba allí? —Ryder respondió—. ¿Quien estuvo
ahí? ¿Otro Fae, tal vez?
—¡No lo sé! —Ristan espetó.
—Ristan —advirtió Ryder, mientras sacudía la cabeza.
—Lo siento, no llamó mi atención. Solo sé que era un hombre.
Llevaba una capa como la que usamos para la Guardia de Élite, pero
tenía un diseño algo diferente. Sin embargo, la forma en que se
movía era extraña. Nunca he visto algo así. Nos estaba observando, y
podía sentirlo latir con tanto poder cuando me acercaba a él, Ryder.
Era casi similar al de Danu, o al tuyo, cuando dejas escapar esa
mierda, y solo sentí curiosidad proveniente de la criatura, no malicia
o peligro. Ni siquiera necesitaba tocarlo para sentirlo.
—¿Y estás seguro de que la criatura no era Fae?
—Estoy seguro —respondió Ristan cuando finalmente se sentó—.
Significa que estoy equivocado acerca de ese lugar, y si hay una
brecha allí, me pregunto si ese podría ser uno de los lugares a través
del cual los Magos están obteniendo acceso.
—Siempre hemos sabido que Faery tiene algunos portales naturales;
Lucian y otros de su clase los han usado en ocasiones. Los Ángeles
también han pasado a través de ellos a nuestro mundo, pero solo
aquellos que han caído. Como Elijah.
—¿Crees que podría ser alguien de su gente? —Ristan preguntó
mientras lo consideraba.
—No —Ryder lo aplastó rápidamente—, pero creo que nuestro
recién descubierto medio hermano debería ser observado. Es mitad
Ángel, aunque haya caído; ha estado haciendo bastantes preguntas
sobre ti y la chica que trajiste del Gremio.
—¿Por qué demonios estaría preguntando por ella? —Ristan exigió.
Una cosa era preguntar por Ristan; él era mitad Demonio
combinado con Alto Fae, lo que sería una rareza en sí mismo para
cualquier extraño, ¿pero Olivia?
—Tengo a nuestros hermanos mirándolo. Podría ser solo curiosidad
por ver cómo respondemos a los traidores —dijo Ryder—. Estaba
presente la noche que los trajimos a los dos de vuelta, y la habrá
visto entonces. Volviendo a la figura encapuchada: ¿Crees que
podría ser un Mago?
—No —dijo Ristan suavemente mientras retiraba su mente de por
qué Elijah querría saber sobre su mujer. ¿Su mujer? ¿Qué mierda?
¿Por qué se le había ocurrido eso? No tenía una mujer, tenía muchas
y muchas veces. Se puso de pie bruscamente y se volvió hacia la
puerta, su mente alborotada por su repentino enojo consigo mismo.
Estaba cada vez más apegado a la pequeña Bruja, y esa no era una
opción. ¡Mierda, él la había dejado controlar su juego mientras un
enfermo y retorcido bastardo los miraba! Espera, él había visto
mucho sexo en sus días, así que tal vez... No, él también era enfermo
y retorcido.
—Ristan —llamó Ryder mientras abría la puerta para irse.
—No era Mago; no hubo hostilidad, solo curiosidad, y algo más que
no puedo precisar.
—Bien —dijo Ryder mientras se paraba en toda su estatura y se
estiraba—. Zahruk dijo que los planes de la fiesta están en plena
marcha, y que lograste pasar y preparar las cosas para ellos.
¿Planeas asistir también? Synthia te echaría de menos y se
preocuparía si no estuvieras allí, y como sabes, tiene suficiente de
qué preocuparse.
—No me lo perdería por nada del mundo —dijo en voz baja—.
Además, es algo familiar.
—Eso es —respondió Ryder con una sonrisa infantil en su rostro, lo
que hizo que Ristan respirara más tranquilo.
—Estaré allí con las campanas puestas si Synthia sonríe —dijo en
respuesta. Él, por supuesto, necesitaría averiguar qué hacer con su
pequeña cautiva; la idea de estar tanto tiempo lejos de ella era
preocupante, pero no sería correcto de su parte no presentarse
después de ayudar a poner en marcha el plan para levantar el
espíritu de Synthia. También había usado un hechizo muy antiguo y
muy poderoso para ocultar sus característicos rastros y los de Olivia
que conducían a su hogar. No funcionaría para esconderla
completamente de Danu, pero haría que sea más difícil de encontrar.
Solo esperaba que Danu estuviera demasiado ocupada con sus
propias preocupaciones, como un marido rebelde y alejado, como
para interesarse demasiado en su cautiva, por el momento.
* ~ * ~*
La Bruja en cuestión estaba profundamente dormida cuando Ristan
regresó. Su cabello estaba revuelto y enmarcaba su rostro, lo que le
dijo que se había sacudido y dado vueltas cuando finalmente se
durmió. La había llevado a su lugar en las montañas, en lugar de
regresar a sus habitaciones en la mansión de Ryder a las afueras de
Spokane, porque si lograba escapar, no podría llegar muy lejos.
Desde esta habitación, ella solo supondría que estaba de vuelta en el
noroeste del Pacífico, cuando, de hecho, estaba en el interior del
Parque Nacional Olympic.
Había creado este refugio seguro hace mucho tiempo, y nadie sabía
de este lugar, excepto unos pocos de sus hermanos, porque era suyo.
Le encantaba poder observar la vida salvaje que era espesa en esta
parte de Washington, lo que a menudo le recordaba cuán similares
podían ser a veces los mundos Humano y Fae.
Con un simple movimiento de su mano, encendió Hotel California
de The Eagles, asegurándose de que estaba sonando lo
suficientemente bajo como para no despertar a la bella durmiente
actualmente envuelta en una camiseta de Sex Pistols que debió
olvidar, y en la que lucía demasiado bien en este momento.
Tomó asiento en el pequeño sofá y notó que todo en la habitación
estaba desordenado ya que ella probablemente había pasado la
mayor parte de la tarde buscando una salida. Echó la cabeza hacia
atrás y cerró los ojos, exhalando una respiración profunda que no se
había dado cuenta de que había estado conteniendo.
No creía haberse quedado dormido, y estaba bastante seguro de que
no estaba teniendo una visión. Su vista se aclaró para revelar a Olivia
aún dormida en la habitación detrás de él y ante él había un lugar de
pesadillas al que nunca quiso volver a ver. Un ser imponente, un
hombre, que tenía aproximadamente la misma altura de Ristan, con
cabello negro hasta los hombros que era solo un poco más corto que
el suyo, estaba sentado en un trono, uno que estaba compuesto de
almas vivas. Sus ojos se llenaron de risa, mientras veía a Ristan
procesar el lugar al que lo había llevado.
—¿Qué carajos, Lucian? —Ristan finalmente preguntó después de
haber visto suficiente.
Los humanos que debieron haberle vendido sus almas a él estaban
encadenados y gimiendo cuando el dolor los sobrecogió. Algunos
sangraban por lo que parecían ronchas, pero Ristan sabía lo
suficiente sobre Lucian como para saber que él no libraba el dolor de
los demás. Lucifer lo hacía.
—¿Por qué mierda me trajiste aquí, de todos los lugares? —preguntó
mientras Lucian lo miraba de cerca.
—Vlad dijo que me necesitabas. ¿Estaba equivocado? —Lucian
preguntó.
—Pensé que sí, pero lo tengo bajo control —mintió Ristan mientras
seguía mirando las almas detrás de Lucian. Quizás pedirle a Vlad
que trajera a Lucian a sus problemas con Danu no fue la mejor idea.
—Eres algo curioso; te resistes a alimentarte de las almas como lo
hacen tus hermanos, pero ¿por qué? Has nacido para devorarlas, no
como yo. Participo libremente y tú te contienes. ¿Te asusta el
Demonio que llevas dentro?
—Soy mitad Fae; Prefiero follar por comida —dijo Ristan con calma,
poco dispuesto a mostrar ninguna debilidad a Lucian. Sabía más de
lo que debería sobre Ristan, pero no lo sabía todo. Nadie lo hacía.
Así prefería que se quedara.
—No deberías contener lo que realmente eres —dijo mientras sus
ojos apreciaban a Olivia—. Su alma en el mercado negro tendría un
precio muy alto —reflexionó, ignorando el gruñido de Ristan
mientras sonaba—. Yo podría resolver tus problemas con la Diosa
quitándotela de las manos. Problema resuelto y ni siquiera me
deberías —ofreció como si le estuviera haciendo algún favor a
Ristan.
—Esa no es una opción —espetó Ristan—. Ella es mía.
—Siempre puedes unirte a mí y dejar a tus hermanos, quienes
sofocan el potencial que tienes. Si lo hicieras, ella se vería obligada a
dejarte en paz o a pagar un precio muy alto —respondió.
—Nunca —Ristan resopló ante su sugerencia—. Nunca me alejaría
del lado de Ryder.
—Es una pena —dijo mientras volvía sus ojos de medianoche hacia
Ristan y sonreía fríamente—. Especialmente con el Gremio pidiendo
sangre, cualquier sangre en realidad —continuó—. Fanáticos
estúpidos. No reconocerían a una serpiente ni si la tuvieran
arrastrándose por el culo.
—Pero tú lo harías —dijo Ristan con los ojos entrecerrados—. Tienes
algo en marcha; ¿cuál es tu plan? —preguntó.
—Tengo mis propios Demonios, por así decirlo, con los que luchar
—dijo Lucian sin emoción en su rostro—. Las mujeres son criaturas
volubles. ¿No es así?
Ristan negó con la cabeza ante el repentino cambio de tema de
Lucian. —Eso es un hecho —respondió fácilmente mientras sus ojos
recorrían la forma dormida de Olivia—. No pensé que vendrías aquí
solo para hablar de mujeres —agregó.
—No, espero que no lo hayas hecho, pero es por eso que estoy aquí.
¿Crees que no estoy al tanto de lo que necesitas? Creo que estás
buscando un lugar seguro para contener a tu madre, y otro para tus
pequeños juegos de hambre sexual con esta, ¿no? —dijo con una
mirada aburrida.
—Sí —respondió Ristan—, podría necesitar algo de ayuda para llevar
a mi madre a un lugar seguro, donde no pueda causar problemas.
Para esta solo lo necesito por un momento.
—Tal vez cuando hayas terminado con esta, encontrarás mi oferta
más agradable —propuso Lucian, y sonrió mientras el rostro de
Ristan se enrojecía de ira—. Necesito cierta caja encontrada; mi
informante me dice que actualmente está enterrada bajo los
escombros en las catacumbas de lo que solía ser el Gremio Spokane.
El Gremio en sí está protegido contra mi tipo de Demonio, como
sabes. Pero no el tuyo, lo cual es curioso, ¿no? Necesito esa caja, y
necesito que se selle cuando me la entreguen —continuó.
—¿Es así? —preguntó—. ¿Qué hay dentro de la caja?
—Pandora —dijo Lucian con un brillo perverso en los ojos.
—¿Esperas que te entregue una caja con esa respuesta? —Ristan
preguntó.
—Sí —dijo Lucian—. No espero que se hagan preguntas, así que por
favor no te molestes en preguntar —comentó mientras miraba hacia
arriba y sonreía fríamente a Ristan.
—Una pregunta, Lucian, dame eso.
—Una, pero no necesitas preguntarlo. No lo usaré para dañar a
ningún humano. Es un regalo para una mujer, muy voluble.
—Dijiste que era la caja de Pandora, así que o no le va a gustar o es
tan malvada como tú.
—¿Malvado? ¿Quién dice que soy malvado, Demonio? Mi especie
comienza como humanos antes de que terminemos como Demonios.
No elegí convertirme en lo que soy; alguien más me envió al infierno.
Como dije: las mujeres son criaturas volubles en el mejor de los
casos. No, esta se merece todo lo que recibe —dijo como una
ocurrencia tardía. Parecía que estaba a kilómetros de distancia
mientras lo decía, y Ristan se sintió incómodo y con un poco de
lastima por quien había hecho de este hombre su enemigo.
—Estoy seguro de que obtendrá lo que le espera si tu conduces el
autobús del karma —reflexionó.
—Lo hará, pero no antes de que disfrute un poco de su compañía.
También necesito los archivos que me prometió Vlad —anunció
mientras se levantaba, desestimando a Olivia. Se volvió y miró a
Ristan, sus ojos eran de un azul lo suficientemente oscuro como para
confundirse con negro—. Vuelve a tus hábitos alimenticios. Puedo
hacer arreglos en cualquiera de mis clubes.
—Gracias pero no gracias. Lo tengo bajo control.
—Claro que sí —dijo Lucian con una sonrisa apretada—. ¿Seguro de
que no me dejarás quitarte esta de las manos, eliminar la tentación y
todo eso? —dijo Lucian, y Ristan entrecerró los ojos bruscamente, y
su curiosidad se despertó en cuanto a por qué continuaba ofreciendo
por Olivia.
—Ella es mía. Fin de la discusión —advirtió, y observó a Lucian
levantar una ceja oscura y luego encogerse de hombros.
—Ella es un problema —dijo dándole a Ristan toda su atención. —
Veré lo que puedo organizar para ti. A cambio, hay algo más que
estoy buscando. Ella es bibliotecaria del Gremio, ¿no? —Esperó el
tiempo suficiente para que Ristan asintiera antes de continuar—,
Tengo buena información de que el Gremio tiene algunos archivos
que pertenecen a un Aquelarre en Salem; uno de los tres poderosos
Aquelarres que existieron a fines del siglo XVII. Uno de esos
Aquelarres se convirtió en el Gremio de Salem. El segundo fue
destruido de una manera desafortunada. Luego hubo un tercero que
desapareció sin dejar rastro. Hasta hace poco, nadie tenía idea de
que aún podrían existir. Necesito toda la información sobre el tercer
Aquelarre que tiene el Gremio. Entiendes que esto es urgente y
necesito tener para Samhain muchas piezas en su lugar. Necesito
esta información en mis manos mucho antes de Beltane.
—¿Por qué demonios te importaría un grupo desaparecido de
Brujas? —Ristan preguntó mientras observaba cómo la mandíbula
de Lucian temblaba al ser interrogada y desafiada a cada paso. El
tipo estaba goteando corriente eléctrica cruda de sus poros.
Probablemente podría iluminar todo el estado de Washington con su
poder si así lo deseaba. Ryder también lo tenía, pero donde el de
Ryder era por su bestia, el de Lucian era un misterio que sería mejor
dejarlo en paz. El tipo no era lo que parecía, eso era lo que Ristan
podía ver.
Sabían poco o nada sobre este hombre. El rumor más inquietante
era que había sido enviado al infierno y había luchado lo suficiente
contra los Demonios del infierno para convertirse en la mano
derecha del propio Lucifer. Había muchos otros rumores sobre él,
pero Ristan sabía que nunca debía confiar en los rumores. Él y sus
hermanos habían creado y alimentado una verdadera máquina de
propaganda sobre Ryder para llevarlo al mundo humano y tomar el
lugar de Adam como el Príncipe Oscuro, por lo que sabía muy bien
cómo manipular los rumores.
—La llevaré de regreso a las catacumbas lo suficientemente pronto
—dijo Ristan después de un momento de silencio, sus ojos
observaron el impecable traje que lucía Lucian—. Llevaremos lo que
buscas al club Metaline Falls una vez que lo encuentre.
Ristan no quería que Lucian entrara en sus sueños, o lo llevara a
visitar este lugar nuevamente, punto. Lucian asintió y ladeó una
sonrisa que parecía más malvada que otra cosa. —Procura hacerlo
pronto, tengo una Bruja propia para torturar.
—Tengo un compromiso previo que requiere mi presencia esta
noche, pero después de eso debería poder cavar a través de las
catacumbas del Gremio.
Lucian sonrió y cerró los ojos por un breve momento. —Tu cuñada
va a necesitar mi ayuda pronto —anunció cuando volvió a abrir los
ojos—. Encuentra todo lo que solicito a tiempo y la ayudaré, si no,
bueno, quién sabe, ¿verdad? —preguntó y desapareció antes de que
Ristan pudiera responderle. Lo único que quedó en la habitación fue
su risa arrogante y una nube de humo.
Ristan contempló el humo que quedaba en la habitación y sacudió la
cabeza. Lucian era un misterio que no le importaba resolver, pero
sabía que el tipo era malas noticias. Eso no quería decir que su
curiosidad no haya despertado con el comentario de despedida de
Lucian.
Capítulo Veinticinco
Olivia se despertó en silencio. La habitación seguía exactamente
igual que antes de que se durmiera, aunque había una pizca de humo
que parecía un poco fuera de lugar. ¿Alguien había encendido una
vela o algo estaba en llamas? ¿Había dormido mientras Ristan
regresaba y luego se había ido otra vez?
Se sentó en la cama y acababa de balancear las piernas hacia un lado
cuando él entró en la habitación, solo con una toalla. Colgaba de sus
caderas sexys como el pecado, por lo que sus abdominales firmes
eran visibles, y sus ojos parecían quedar atrapados en el rastro de
vello oscuro que comenzaba debajo de su ombligo, y desaparecía
debajo de la toalla.
Sus ojos se movieron por su propia voluntad, hasta esos pezones
perfectamente perforados y de nuevo, sexy como todo en él. Nunca
pensó que le gustaría que un hombre los tuviera perforados, pero se
sorprendió a sí misma porque su lengua había provocado esos
anillos de metal. La forma en que él gimió cuando ella lamió y tiró
contra ellos... mierda.
Se acercó a la enorme cómoda y abrió el cajón superior, su cabello
enviaba rastros de gotas por su espalda bien definida cuando ella se
enganchó en uno y siguió su progreso, hasta que él dejó caer la
toalla. Ella aspiró aire cuando la gota trazó un patrón amoroso por
su firme trasero, pero donde continuó, no tenía ni idea. Sus ojos
habían llegado hasta su trasero y parecían haberse quedado
atrapados allí.
—Me iré por un tiempo —dijo mientras se daba la vuelta, dándole
una vista frontal completa—. Tengo una fiesta a la que asistir.
—¿Y se supone que debo esperar por ti? —preguntó agriamente,
dándose cuenta de que realmente no estaba en condiciones de
negociar, pero estar atrapada en una habitación sin nada que hacer
sonaba un poco estúpido. Necesitaba estar ocupada, y los últimos
días había estado atrapada en una celda o en un lujoso conjunto de
habitaciones.
—No tienes otra opción en el asunto —dijo mientras se ponía unos
jeans azul oscuro. Colgaban bajos sobre sus caderas, y sus dedos
picaban por alejarlos de él. De alguna manera logró apartar los ojos
de él y miró a la pared, como si contuviera todas las respuestas que
necesitaba. Tenía que estar bromeando; jugando con su cabeza. Esa
cómoda estaba vacía cuando la revisó antes.
—¿Cuándo podré ver a los niños? —ella susurró, con el corazón
pesado por la pregunta.
—Pronto —dijo con brusquedad—. Prometí estar allí esta noche y
voy a llegar tarde.
—Bien por ti —soltó antes de que pudiera pensarlo mejor. Ella giró
mientras se abrochaba la camisa larga y oscura que había elegido y
mientras cruzaba la habitación hacia la puerta, sonrió.
—Las descaradas siempre han sido una gran excitación para mí, así
que sigue hablando y seguro que tendré algo para mantener esos
bonitos labios ocupados —dijo con una sonrisa torcida—. También
tengo una sorpresa para ti, pero solo si prometes ser buena.
—No —gruñó ella, observando su apariencia. Probablemente se iba
a reunir con alguna mujer porque ella apestaba en el sexo. Su
seducción había sido floja, y era la primera en admitirlo, pero
¿dejarla encerrada en una habitación mientras él se encontraba con
otra mujer? ¡A la mierda eso!
—¿No qué? —Ristan preguntó con un brillo perverso en sus
hermosos ojos.
—¡No voy a ser buena mientras estés en una estúpida fiesta! —
espetó ella enojada.
—No es realmente una fiesta —dijo, volviéndose para mirarla con la
puerta entreabierta.
Ella salió disparada, atrapándolo con la guardia baja y obteniendo el
elemento sorpresa. Él aterrizó con un ruido sordo en una gruesa
alfombra mientras ella pasaba corriendo a su lado, a través de un
pequeño pasillo, y bajaba una gran escalera. Ella no se volvió para
ver si él la perseguía, y corrió hasta que llegó a las grandes puertas
dobles que tenían que conducir afuera.
Ella las abrió y jadeó. ¡Montañas! ¿La cima de una maldita
cordillera? ¿Hablaba en serio? Ella se fue al bosque, sin importarle
que solo estaba vestida con bragas y su camiseta, o que sus pies
estaban descalzos. El aire era fresco, ligeramente frío, y el suelo
estaba cubierto de nieve.
Apenas escuchó o sintió la perturbación en el aire detrás de ella y se
dio la vuelta, planeando atacarlo por completo, pero en cambio fue
tirada al suelo. Su cuerpo presionó castigadoramente contra el de
ella, y antes de que pudiera gritarle, su boca se aplastó contra la de
ella en un beso que curvó los dedos de sus pies. Ella gimió contra su
boca, moviéndose contra él. Su cuerpo respondió, y ese fuego que él
normalmente creaba dentro de ella se encendió, y perdió la voluntad
de luchar contra él.
Estaban en el suelo. Él ya estaba tirando de sus jeans con una mano
mientras usaba la otra mano para arrancar las bragas de seda de su
cuerpo. La camiseta pareció desintegrarse. En cuestión de segundos,
él estaba dentro de ella, el único sonido era la respiración mezclada,
y gemidos de sus labios mientras la follaba en la cima de su
montaña, sin importarle nada más que la necesidad de ser
consumidos el uno por el otro.
Explotaron en sincronía, y ella gritó su liberación, que resonó a
través de la cordillera, diciéndole exactamente lo indefensa que
estaba aquí. La había traído a su casa, pero se había asegurado de
que no pudiera escapar. Aturdida, se preguntó si estaría en algún
lugar de las Montañas Olímpicas, o si estaría justo en el medio de las
cascadas. Era más una chica de interior, por lo que solo tenía una
idea general basada en lo que había leído en revistas.
—Maldito infierno —gruñó mientras sacudía las caderas unas
cuantas veces más, ignorando el viento que agitaba las hojas
amarillas y anaranjadas, así como su cabello oscuro y hermoso—.
Cuando regrese, esto continuará, Olivia.
Ella gimió y cerró los ojos. Se tragó la sensación de su polla
enterrada hasta la empuñadura en su coño para alejarla de la
desesperanza que sentía. —¿Alguna vez planeas dejarme ir? —
Preguntó, avergonzada de su propio comportamiento desenfrenado
con alguien con quien debería estar luchando.
—Si sigues follándome así, probablemente no —respondió en voz
baja antes de arrastrar besos suaves e inesperados sobre su rostro—.
Me tomas perfectamente —confesó cuando ella sintió que volvía a
crecer dentro de ella. Reubicó sus cuerpos, levantándola
suavemente, y sonrió ante su sorpresa con los ojos muy abiertos
mientras su polla la estiraba.
Ahora estaba de rodillas, su cuerpo se apoyaba fácilmente en el suyo
mientras deslizaba sus brazos entre sus muslos y los extendía lo
suficiente como para tener el control total. Él comenzó a levantarla,
y luego empujó su coño sobre su polla hinchada.
Ella explotó inesperadamente, sin previo aviso, y lo sintió cuando él
comenzó a alimentarse de su orgasmo. Sentía que sus huesos se
habían licuado y que sus brazos eran lo único que la mantenía en su
lugar mientras su cabeza giraba y aterrizaba sobre su hombro. El
hombre era sensacional, y mejor que cualquier maldito héroe jamás
descrito en sus libros de romance. Él continuó alimentándose, el
brillo de su mirada plateada visible a través de su cabello, que había
cubierto su rostro.
—Córrete para mí de nuevo —gruñó, el ruido más fuerte cuando el
eco llenó la cordillera vacía.
—No puedo —suplicó, pero solo recibió un rumor de risa masculina
cuando él demostró que estaba equivocada. Este comenzó como un
dolor sordo que recorrió su cuerpo hasta que ella comenzó a
ayudarlo a alcanzar el lugar perfecto que creó una explosión que hizo
un zumbido sordo en su cabeza. Ella lo sintió levantarse,
maniobrarlos hacia arriba y moverlos a ambos; él se negó a liberarla.
Cada paso lo enviaba más y más profundamente en su cuerpo, con
la salida ocasional cuando chocaban contra una pared, lo que él
usaba para su ventaja; él golpeó su carne ansiosamente. Ni siquiera
se había dado cuenta de que había entrado en la casa hasta que él
encontró esa maldita pared. Cuando finalmente la bajó, fue solo para
empujar su cabeza hacia abajo y ordenarle que se aferrara a sus
tobillos mientras él agarraba sus caderas por detrás de ella,
sosteniéndola firmemente, manteniéndola quieta. Había pensado
que él tenía un ajuste apretado dentro de ella antes, ¿pero cuando él
la tomó por detrás mientras estaba inclinada? Tocó lugares que
nunca antes había explorado. Se enterró en su vientre; se sentía
crudo y erótico cuando la folló así. Sus manos se aferraron a sus
tobillos, como él le había ordenado, y con cada empuje, ella gritaba
con el inminente orgasmo.
Él estiró y empujó los límites que ella nunca había imaginado
empujar hasta que explotó de nuevo, esta vez colapsando por el
agotamiento. Después de un tiempo, ella abrió los ojos cansados
para encontrarlo arreglándose, y la había metido de nuevo en la
cama. Él era devastador con su ropa fresca, o tal vez era el coma
inducido por el sexo que estaba a punto de tener lo que la hizo
pensar eso.
—Ahora, sobre esa sorpresa —dijo mientras se movía hacia la puerta
y la cerraba detrás de él, solo para abrirla de nuevo un momento
después, sosteniendo a su gata.
—No puede ser —susurró sin aliento mientras intentaba sentarse,
solo para hacer una mueca cuando sus partes se quejaron por el
movimiento —. ¿Cómo?
—Les dije a mis hermanos que probablemente se estaba
escondiendo cerca del Gremio —admitió—. Solo era cuestión de
averiguar dónde podría estar escondido un gato perdido. Puedes
tener a tu gata, pero hay reglas —afirmó mientras bajaba a la gata
para que corriera hacia su dueña—. Cuando follamos, no se le
permite estar en la misma habitación.
Olivia levantó los ojos hacia él mientras su gata saltaba a sus brazos
que esperaban. Una lágrima se deslizó por su rostro mientras besaba
a la pequeña que lo fulminaba con la mirada. Él le sonrió; había
marcado su territorio... algunas veces... y esa gata podía olerlo en
ella. Sí, la había follado lo suficiente como para estar satisfecho y no
sentir hambre o la necesidad de alimentarse en la fiesta. Una fiesta a
la que realmente no quería asistir, ya que odiaba la idea de dejarla
aquí, sola.
Se acercó a la puerta y susurró un hechizo de protección que la
volvería a sellar en la habitación, y miró hacia atrás para encontrarla
acunando a la gata como si fuera la niña más delicada del mundo. Su
estómago se enroscó, y tuvo la extraña necesidad de regresar y
besarla, pero se forzó a salir por la puerta.
Necesitaba detener esa mierda; ese apego poco saludable a la
pequeña muñeca crecía con cada toque que compartían. No era algo
que podía permitir que sucediera porque...
—Demonio —dijo Danu suavemente, sus ojos lo nivelaron con una
mirada enojada—. Ella morirá —terminó tan fríamente como el aire
alrededor de la mansión.
—No, no lo hará. Ella es mi prisionera, y nada más —advirtió, pero
sonaba hueco incluso para sus propios oídos—. La necesito viva y tú
también. Ella es la clave para encontrar las Reliquias, las que pueden
salvarte a ti y a nuestro mundo. Si te atreves a tocarla, me tomaré mi
maldito tiempo buscando las Reliquias; tal vez espere hasta el último
minuto, incluso. Es hora de que lo dejes ir, Danu. Te divertiste
conmigo. Déjame ir.
—Me amas —dijo, pero sus ojos brillaron con inquietud—. ¿Verdad?
Él se detuvo; sus ojos se dirigieron a la mansión que acababa de
dejar y de regreso a Danu. Sintió esa extraña espiral en el vientre y
sabía que esta vez tenía poco que ver con el sexo. —Una vez —
admitió—. Una vez te creí mi luna. Si me hubieran preguntado quién
era más hermosa que las estrellas que amo tanto, habría dicho que
tú. No amas nada, Diosa. Tienes hambre de control, de ser adorada,
y eso no es lo mismo que amor. ¿Podrías amar a alguien? No, porque
eres incapaz de ese tipo de amor. Así que no, Danu, no te amo.
—¡Las encontrarás rápidamente, porque si no lo haces, ella sufrirá
una muerte lenta y dolorosa, Ristan! —gritó, sus ojos ardiendo con
una mezcla de dolor y su propia versión jodida de traición.
Ristan sacudió la cabeza y se frotó las sienes. —Haré mi parte,
Danu, pero retrocederás y me dejarás a mí y a quien quiera que esté
conmigo, en paz. Eso no está en discusión. Tómalo o déjalo —declaró
él, y observó mientras ella sacudía su barbilla hacia arriba y hacia
abajo mientras asentía, luego expulsaba un gruñido enojado.
Ella desapareció antes de que él pudiera decir algo más, y él se frotó
las sienes nuevamente cuando un dolor de cabeza comenzó a surgir.
Ella había estado confabulando y calculando en sus planes, sin
preocuparse por el daño colateral, y él había sido demasiado ingenuo
en el momento en que ella comenzó a prometerle el mundo. Nada
más que un niño pequeño que se creía bendecido en presencia de
una mujer hermosa.
Pero los juegos comenzaron, y con el tiempo comenzó a verlo, solo
para descubrir que era una perra celosa y letal. Claro, él le había
dado lo que ella necesitaba, y también había tomado lo que
necesitaba. Sin embargo, no fue suficiente. Eventualmente, se volvió
casi tedioso satisfacer sus necesidades, sabiendo que tomaría a
cualquiera con quien se acercara.
Despidió a la Diosa de su mente y abrió un portal hacia el Reino de
la Horda, y se trasladó al pabellón que una vez albergó a las
concubinas del Rey de la Horda. Ahora se usaba como un refugio
para aquellas que habían querido permanecer dentro de la seguridad
que ofrecía.
Había sido el lugar perfecto para la celebración, y antes había
creado una ilusión de la mansión que Ryder había construido fuera
de Spokane cuando se suponía que era el Príncipe Oscuro Era una
réplica exacta, aunque la nueva había sido renovada con más
características para resistir a los Magos. Ya no era solo una mansión
encantadora que se había construido para impresionar a los
humanos, sino un lugar impenetrable para que sus hermanos
reanudaran sus deberes de proteger a su gente y buscar las
Reliquias.
Ladeó la cabeza mientras escuchaba el enlace mental que compartía
con sus hermanos cuando anunciaban que la Princesa y los Príncipes
estaban en camino a la celebración. Él sonrió cuando el aroma
terroso del muérdago y el rico aroma del chocolate caliente se
burlaron de su nariz.
A ella le encantaría esto. Conociendo a la Princesa de Sangre, o, en
realidad, la nueva Diosa de Faery, como él lo hacía, sabía que ella
podría olvidar lo que vendría, aunque fuera por un momento. Movió
los dedos suavemente y levantó los ojos para ver cómo la nieve
comenzaba a caer en el piso del pabellón. ¿Qué era el solsticio de
invierno o Navidad sin nieve?
Capítulo Veintiséis
Mientras reflexionaba sobre los eventos que se desarrollaron
durante el último día y medio en Faery, tuvo que admitir que la
fiesta no había sido la más extraña en la que había estado, pero la
visión en la que había sido absorbido involuntariamente
definitivamente sido la primera para él No sabía qué pensar sobre el
futuro que había visto con Synthia, o el hecho de que no era en un
futuro lejano, sino algo que sucedería de inmediato. Había habido
pistas en la visión, pequeñas cosas que había visto que se sumaban a
lo que se suponía que debían hacer. Synthia parecía emocionada, y él
la había escuchado explicar lo que ella había interpretado, pero sabía
que nunca era tan simple. Resultó que al menos había tenido razón
en eso.
La visión proporcionó la esperanza de que hubiera una manera de
descongelar el Árbol, y necesitarían su ayuda trabajando en la
logística para llevar a toda la gente de Faery a ese árbol, y
rápidamente. Había estado ocupado desde entonces tratando de
cumplir su papel, y durante todo ese tiempo, no había podido
mantenerse alejado de la pequeña pelirroja, regresando
periódicamente durante todo el largo día para dejarle algunas de sus
camisetas favoritas, comida y para asegurarse de que estaba a salvo y
que Danu no había visitado a Olivia mientras él estaba ocupado.
Su pequeño encuentro con la Diosa mientras estuvo en Faery había
sido menos que agradable por su parte. Hacer que Synthia les
llamara la atención por su discordia era un nuevo punto bajo para él.
Como si permitiera que sus sentimientos por esa perra interfieran
con la misión. No cuando tanto estaba a cargo suyo, incluidas las
vidas de los hijos de su hermano. No, solo la Diosa misma
manipularía los eventos e interferiría con ese tipo de juego si le
convenía.
Fue un alivio que las pistas en la visión hubieran sido correctas
sobre lo que había que hacer para poner en marcha los eventos y el
Árbol se había descongelado. Por ahora, su sobrina y sobrinos
estaban a salvo; sin embargo, hasta que se encontraran las Reliquias
restantes, esto era solo un estado temporal y se preguntó qué más
pensarían los Magos para arrojarles que destruirían a los Faes, o a la
propia Faery.
Recorrió otro tramo de la sala antes de detenerse cuando escuchó la
música suave que sonaba desde arriba. Así que su pequeña muñeca
estaba despierta y había encontrado el iPod y la estación de
acoplamiento que le había dejado. Él sonrió, pero solo un poco
mientras su mente lidiaba con lo que tendría que suceder después
para salvar a su familia y a Faery de las mentes malvadas de los
Magos. Iba a necesitar la ayuda de la bibliotecaria, y tendría que
ponerla de su lado de alguna manera.
Antes de irse de Faery, había formulado un plan con Vlad y Adam
que esperaba que la convenciera de ayudarlos, y ahora no había nada
que hacer más que esperar su llegada. Se dejó caer en el sofá para
esperar mientras Run de The Fray sonaba desde arriba.
Tenía buen gusto musical, considerando lo protegida que había
estado dentro del Gremio. Sus dedos tocaron al ritmo mientras
esperaba a su primo, y cuando sonó el golpe en la puerta, sonrió.
Se puso de pie y se dirigió a la puerta, luego la abrió, sabiendo quién
estaría allí, pero obteniendo un poco más de lo que esperaba.
—¿Vas a invitarme a entrar? —Vlad preguntó mientras sonreía
desde el otro lado del umbral.
—No —dijo Ristan y se alejó de la puerta cuando Vlad entró en la
habitación—. ¿Esa mierda no envejece?
—El tema de Drácula no —dijo Vlad mientras sacudía la cabeza y
algunos de sus secuaces se movieron en la habitación con cajas de
archivos—. Hay demasiados archivos para sacar a la vez, y por suerte
Adrian tuvo una idea de dónde estaban ubicados algunos de los más
antiguos. Podría ser más fácil llevar a la bibliotecaria allí y ver qué
puede sacar.
—¿Cómo empezaste a reducirlo? —Ristan preguntó mientras se
sentaba de nuevo en el sofá y agitaba su mano para conjurar una
gran mesa para las cajas.
—Llámala una suposición educada —reflexionó Vlad mientras se
sentaba en una de las grandes butacas de cuero. Ristan observó
mientras Adrian y Adam entraban, cargaban una variedad de cajas
de diferentes tamaños y las colocaron sobre la mesa. Adrian asintió
con la cabeza y Adam se sentó en el sofá, mirando a las cajas como si
no estuviera seguro de entregarlas.
La sala de estar en la que estaban descargando las cajas era
masculina y tenía un gran candelabro colgante que había sido hecho
de astas, junto con techos altos para una encantadora apariencia
campestre. No es que él lo haya seleccionado, pero cumplió su
propósito muy bien. Solo había usado este lugar algunas veces a lo
largo de los años y la revista country living pareció funcionar para él.
Se decidió por un entorno más natural, y pensó que había manejado
la apariencia lo suficientemente bien. Una de las paredes estaba
terminada para parecerse a una pared de roca, lo que la hacía
parecer rugosa, y la fuente burbujeante que se creó donde habría
estado la cocina, si hubiera necesitado una, era relajante. Había
elegido un cálido color crema para las paredes restantes. Los sofás
de cuero marrón oscuro y las grandes sillas de cuero con respaldos
alados terminaban la habitación y la hacían sentir más acogedora.
—Hablé con Lucian —dijo Vlad, atrayéndolo a la tarea en cuestión.
—¿Y?
Vlad torció el dedo y una mujer entró en la casa con otra caja, pero
ésta parecía antigua y tenía símbolos extraños que parecían runas
talladas en los lados de madera.
—¿Qué tipo de runas son esas? —Ristan preguntó, su curiosidad se
despertó por los símbolos cincelados a mano en la caja. No eran
como los que había visto antes, y no podía leerlas.
—No preguntes —dijo Vlad mientras aceptaba la caja y agradeció a
la chica que sonrió con orgullo ante su reconocimiento, mostrando
colmillos gemelos—. No pudimos encontrar la clave en la bóveda.
Está protegida por algo más oscuro de lo que he visto, y estoy
bastante seguro de que esas runas son mortales. No me importa por
qué lo quiere, o para qué sirve, siempre y cuando no vuelva a
mordernos el culo.
—Algo tiene que estar mal con esto. No tenemos idea de qué es o por
qué lo quiere, pero planeamos entregárselo al tipo que básicamente
se hizo cargo del Infierno, ¿y crees que es una buena idea? —Ristan
reflexionó con cautela, sabiendo que se había hecho la misma
pregunta cuando Lucian la había pedido por primera vez.
Ambos miraron la caja y sacudieron la cabeza antes de que Vlad
cambiara de tema. Señaló una caja más pequeña; una que Ristan
había visto mucho en el Gremio.
—Esa tiene los archivos que parecen que podrían conducir a una de
las Reliquias en una ubicación cercana a esto; sin embargo, creo que
faltan algunas de las páginas. Estoy seguro de que puedes resolverlo,
o no —dijo Vlad con una inclinación de cabeza mientras algo llamaba
su atención—. ¿Se supone que ella se vaya?
Todos en la sala se volvieron y vieron cómo Olivia, que había estado
tratando de escabullirse por las escaleras y salir por la parte de atrás,
se volvió para mirar la habitación llena de gente. Ristan sonrió y
negó con la cabeza ante su atuendo de su vieja camiseta de The
Ramones que le cubría las bragas. No le había llevado mucho tiempo
darse cuenta de que había desactivado las protecciones que la
encerraban en el dormitorio. —Esta es Olivia —dijo mientras se
acercaba a ella y le tendía la mano, con la advertencia silenciosa en
sus ojos. Le conjuró una de sus frescas camisetas negras de
Bauhaus, junto con un par de jeans y Keds blancos, haciéndola
parecer aún más joven—. Mi invitada, supongo que se podría decir.
—No creo que le llamen invitada a secuestrar y tener a alguien como
rehén —espetó con un fuego en los ojos que hizo que su polla
respondiera.
—Bueno, las bebidas y la conversación no nos funcionaron muy bien
antes, así que tendremos que hacerlo así ahora, ¿no es así, Olivia? —
él se burló malvadamente y ella se sonrojó furiosamente ante el
recordatorio de lo que había hecho para meterse en esta situación.
—Es un placer —interrumpió Vlad con los ojos en la pequeña Bruja
que aún no había aceptado la mano extendida de Ristan.
—¿Y tú quién eres? —Preguntó, ignorando la mano mientras se
movía para sentarse en el sofá, solo para detenerse cuando sus ojos
se movieron sobre las cajas de archivos. —¿Cómo consiguieron eso?
Sus ojos se movieron de las cajas a Adam y luego a Adrian antes de
jadear y cubrirse la boca con la mano. Ristan la observó mientras
dejaba caer la mano y sacudía la cabeza.
—Fui a tu funeral —dijo suavemente, con los ojos empañados de
lágrimas hasta que vio los colmillos en su boca cuando él comenzó a
responder—. ¡No, tú también! ¿Alguien del Gremio es realmente lo
que solía ser? ¡Esto es una locura! Me siento como Alice cuando cayó
por la maldita madriguera del conejo.
—Algunos, estoy seguro —dijo Adrian mientras se rascaba la cabeza
y miraba rápidamente a Adam—. Larissa sí, y ella realmente murió.
—Me gustaba Larissa, era inteligente y amable con nosotros cuando
dejaba los archivos de asignación de tu Aquelarre —dijo mientras
una oleada de emoción la recorría. Sus ojos se deslizaron hacia Vlad
y de regreso a Adrian con la comprensión de quién era Vlad; ella era
ingeniosa. También podía juntar dos y dos y obtener la respuesta
correcta.
Adam levantó la vista y luego se apartó de ellos mientras se
concentraba en los archivos, sin querer hablar de su amante muerta.
Indicó los archivos, cambiando rápidamente el tema. —Conoces
estos archivos, Olivia. Necesitamos tu ayuda y estamos aquí para
ayudarte a comprender lo que está sucediendo y lograr que veas la
verdad de todo. Como puedes ver, soy Fae. Cien por ciento Fae
Oscuro; también soy el Príncipe Oscuro —dijo y levantó las manos
cuando ella comenzó a interrumpirlo—. Déjame terminar —dijo en
voz baja, como si tratara de mantener la calma, lo que teniendo en
cuenta que acababa de hacer la Transición, no siempre era una
hazaña fácil—. No sabía lo que era, no más de lo que Synthia sabía lo
que era. No fue malicioso de nuestra parte para dañar al Gremio o
traicionarlo de ninguna manera. No podemos evitar lo que somos,
no más de lo que tú puedes. Sé que temías que los niños se
lastimaran porque sé cuánto significan para ti. Salieron vivos, como
Ristan ya te lo ha dicho. Alden también lo logró; él y los niños están
seguros y bien cuidados en este momento.
—¿Cómo sé que es la verdad? Creía que él estaba muerto —señaló a
Adrian y sacudió la cabeza—. Ya nada tiene sentido, y no sé en quién
confiar —Sus ojos se movieron hacia Ristan y luego hacia Adrian—.
Cuéntame sobre los niños y cómo escaparon.
—Los sacamos, pero algunos estaban muy deshidratados y
necesitaban atención médica. Estaban un poco sucios y asustados,
pero aparte de eso, los salvaste, y por eso te agradecemos —dijo
Adam suavemente, y Adrian estuvo de acuerdo.
Ella asintió sombríamente y sus ojos permanecieron en los archivos
por solo un segundo antes de aterrizar en la caja de madera.
—Eso es muy peligroso —susurró mientras se alejaba, lo que solo
hizo que Ristan estuviera más interesado en el contenido.
—¿Sabes lo que hay dentro? —Sus ojos se movieron hacia Vlad
mientras él hablaba.
—No, pero sé que estaba en la bóveda del Gremio y también puedo
decirte lo que significan las runas grabadas en él.
—¿Puedes leer esas? —Adrian preguntó cuándo sus ojos turquesas
giraron hacia Vlad y luego de vuelta a Olivia con una mirada curiosa.
—Dice: ¡Estúpidos idiotas no deberían tocar cosas malvadas que
no pueden leer! ¿No notan la magia oscura con la que late? Porque
solo eso allí debería haberte dicho que lo dejaras en paz, y ¿cómo
diablos entraron en la bóveda? —ella exigió mientras se alejaba de la
caja.
—No está pulsando nada —dijo Adam mientras estiraba la mano y la
tocaba, para consternación de Olivia.
—¡No la toques! —gritó y exhaló un tembloroso aliento cuando
todos se giraron para mirarla.
—¿Qué sientes, Olivia? —Ristan preguntó, su corazón latía con
fuerza por la mirada aterrorizada en sus ojos.
—Se siente como el mal, el mal puro, no adulterado —admitió y se
acercó a Ristan para protegerse sin darse cuenta. Todos los demás en
la sala, sin embargo, lo hicieron.
Nadie dijo nada mientras esperaban que Olivia hablara.
—¿No pueden sentirlo? —Preguntó, sus ojos se abrieron cuando la
piel de gallina estalló sobre sus brazos desnudos—. Es malo, y nadie
debe tocarlo con las manos desnudas. Los Ancianos dijeron que está
maldita, o algo por el estilo. Estaba en la bóveda y estaba
fuertemente protegida por una razón; necesitan devolverla si la
bóveda aún está intacta. Los Ancianos la colocaron allí para
asegurarse de que nunca cayera en las manos equivocadas —
pronunció, e inhaló un suspiro tembloroso antes de continuar—. Esa
caja es malas noticias; incluso las runas hablan de una maldición
grave.
—No siento nada de la caja —dijo Ristan con los ojos entrecerrados
en ella.
Ella se acercó un poco más hasta que sus brazos desnudos rozaron,
y él se detuvo ante su nerviosa energía y el abrumador miedo que
sentía. Volvió a mirar la caja y frunció el ceño ante la idea de
entregársela a Lucian, pero ya habían hecho un trato con él y no era
el tipo de persona que simplemente lo dejaba ir.
—Entonces, volviendo al tema —dijo Adam mientras sus ojos se
movían a las cajas de archivos y los señalaban—. Esas son páginas
que faltan, y sé que el Gremio no mantuvo los viejos archivos juntos.
Hablé con Alden sobre algunos de los protocolos y, como pueden
ver, comenzamos a revisarlos solo para descubrir que tenía razón
Entonces, ¿dónde estarían las otras páginas? —Adam preguntó, y
sonrió suavemente—. Vamos, bibliotecaria; ayúdanos como solías
hacerlo en los viejos tiempos. Ayúdanos a evitar que los mundos
choquen y salvar vidas humanas, porque lo creas o no, todavía nos
importa lo que les suceda.
—¿Es por eso que salvaste al chico? ¿Porque te importan los
humanos? ¿O hubo otro motivo para lo que hicieras? —Preguntó,
volviendo la mirada hacia Ristan y viéndolo con una mirada de
complicidad.
—Lo salvé porque va en contra de las reglas del Rey de la Horda
matar niños —El niño era inocente y habría sufrido horriblemente a
manos del Bás Mall. Sus padres se preguntarían por él por el resto
de sus vidas porque esa criatura no les habría dejado nada que
encontrar. Ningún padre merece pasar por eso —dijo Ristan
suavemente mientras la acercaba al sofá para que estuviera lo
suficientemente cerca como para sentir su estado de ánimo.
Estaba avanzando hacia la rendición, pero aún no confiaba en ellos,
y con razón. Había sido criada para temerlos, para luchar contra
ellos incluso si lo hacía desde la biblioteca. Él entendió el miedo,
pero mucho dependía de que ella los ayudara.
—Adam —dijo Ristan y vio como el Príncipe Oscuro se volvió para
mirarlo con ojos inhumanos y marcas que surgían del poder que aún
estaba aprendiendo a aprovechar y controlar. Bueno, mierda, esa no
era una buena señal. —Mételo de vuelta —dijo, con la esperanza de
que el chico pudiera manejarlo. Todos se giraron para mirarlo y
Olivia dejó escapar un grito de sorpresa mientras veía a Adam luchar
contra su forma, para mantener su imagen humana—. Dile a Olivia
qué pasará con los hijos de Synthia y todo el Reino de Faery si no
podemos encontrar nuestras Reliquias a tiempo.
—Morirán, todos ellos. Eso incluye a los hijos de Synthia, la mayoría
de los Faes, y cuando los Faes restantes abandonen a Faery por
Tèrra, entonces también podemos incluir a la raza Humana. Como
puedes ver por cómo luzco actualmente, soy Fae y no puedo mentir
más, lo que a veces puede ser una mierda, ya que no he entendido
bien cómo jugar los juegos de palabras Faes. Así que una vez más, te
pido, Olivia, de Ejecutor a Bibliotecaria del Gremio, que nos ayudes
a salvar ambos mundos. Los que violaron el Gremio no eran
miembros de él; son contra quienes estamos luchando. A partir de
ahora debemos considerar el hecho de que ninguno de los Gremios
está a salvo y es muy probable que hayan sido infiltrados, como el
nuestro, por un enemigo tanto de los Gremio como de los Faes.
Ayúdanos a destruir a los hijos de puta que hieren a los nuestros —
imploró—. Ayúdanos a encontrarlos para que podamos eliminarlos y
asegurarnos de que nunca le hagan a la casa de otra persona lo que
le hicieron a la nuestra.
—Dicho como un verdadero Príncipe —dijo Vlad desde donde había
visto todo el discurso con una sonrisa—. Tengo que entregarle algo a
Ryder, pero después de eso, si me necesitas, Ristan, sabes dónde
encontrarme.
Olivia vio salir a los vampiros, incluido Adrian. Primero se volvió
hacia Adam y sacudió la cabeza antes de responderle.
—Llévame a las catacumbas. Ayudaré como pueda, pero no haré
nada para comprometer a ningún otro Gremio —dijo mientras
expulsaba un suspiro largo y tembloroso antes de continuar—. No
puedo sentarme y no hacer nada —dijo—. No cuando esos monstruos
ya podrían estar planeando atacar a otro Gremio.
—Supongo que iremos de excursión —dijo Adam mientras sonreía a
Olivia.
Capítulo Veintisiete
Las catacumbas estaban, de hecho, enteras y preservadas, tal como
él le había dicho. Caminaron juntos por uno de los muchos túneles
que conducían a caminos cavernosos que ella conocía como el dorso
de su mano. Se detenía ocasionalmente, mirando los pequeños
nudos que habían sido tallados en las paredes de piedra.
Era la oportunidad perfecta para que ella escapara, y estaba segura
de que el Demonio también lo sabía. Habían pasado por varias
puertas cerradas que ocultaban viejas reliquias detrás de ellas, todas
las cuales tenían una gran cantidad de poder, pero ninguna que le
hiciera a Faery un gran bien.
Podría guiarlos por uno de los muchos caminos con trampas, que
los Ancianos habían establecido después de que terminaron de
construir este Gremio, pero si lo que Ristan y Adam dijeron era
cierto, ella necesitaba ayudarlos. Adam definitivamente era Fae, y
ella sabía lo suficiente como para saber que no podía mentir.
Al crecer en el Gremio, se había explicado con suficiente frecuencia
por qué se habían creado los Gremios y, a menudo, los Ancianos les
pedían que imaginaran un mundo sin que el Gremio vigilara a los
Fae. Caos total; los humanos siempre estarían en el extremo
perdedor.
Se detuvo de nuevo y pasó el dedo por la piedra fría antes de
volverse hacia Ristan y recuperar el aliento cuando su aroma
masculino provocó sus sentidos.
Su boca se torció en una sonrisa de complicidad y su mano se alzó
para ahuecar su mejilla, sin importarle que Adam no estuviera a más
de unos pocos metros de ellos. Sus ojos se arremolinaban con el
marcado resplandor Fae, y luego dejó caer la mano como si
recordara que no estaban solos. Se aclaró la garganta nerviosamente.
—Realmente no puedo distinguir algunos de los glifos más
pequeños. Necesitaría mis lentes de lectura para poder verlos, y en
la oscuridad aún sería dudoso. En realidad, me iría mucho mejor si
todavía tuviera mis lentes de contacto —murmuró avergonzada.
—Una Bruja que necesita gafas para leer —bromeó Adam, divertido
por sus palabras—. No sabía que las brujas necesitaban leer
especificaciones —se rió.
—Sí, bueno, es solo una razón más por la que no hice la prueba para
Ejecutor —se quejó y Adam parecía que deseaba poder recuperar sus
palabras. Ristan la detuvo y suavemente colocó un pulgar sobre cada
uno de sus párpados ahora cerrados, empujando una pequeña
cantidad de energía a través de sus ojos, ajustando la forma.
—Todavía tienes que usar esos anteojos en la cama si le pido a mi
bibliotecaria que vuelva —susurró en su oído mientras sus labios lo
rozaban antes de quitarle los pulgares de los ojos. Ella parpadeó y
entrecerró su mirada en los glifos. Apenas contuvo su pequeño
sollozo de alegría cuando descubrió que podía ver claramente las
pequeñas marcas. Jadeó, sus manos se movieron hacia sus ojos
mientras se los frotaba solo para asegurarse de que no era su
imaginación.
—¿Cómo hiciste eso? —susurró mientras miraba las marcas,
primero de pie a cierta distancia antes de acercarse.
—Magia —dijo, y no estaba preparado cuando ella se arrojó sobre él
y lo abrazó.
—¡Gracias! —Chilló, y luego notó que Adam los estaba mirando.
Ella conscientemente se alejó de él, pero no pudo ocultar la sonrisa
que permaneció pegada a su rostro. Se mordió el labio inferior para
ocultar la sonrisa y volvió al asunto que habían estado discutiendo—.
No está lejos de aquí, pero el camino se volverá un poco resbaladizo.
Hay agua en las piedras de una de las principales líneas de agua de la
ciudad que se ha estado filtrando dentro y fuera de las catacumbas
durante años. —Susurró, como si tuviera miedo de que la oyeran.
—Marca el camino, estoy disfrutando del paisaje —dijo Ristan con
un tono seductor. Sus ojos bajaron lentamente, enviando calor
girando en su vientre mientras su coño se inundaba de necesidad.
Sus ojos se fijaron en su sexo, que estaba cubierto por los jeans, y
luego se volvió para buscar a Adam, que había desaparecido.
—¿A dónde fue él? —preguntó mientras su cabeza se movía para
mirar más abajo en el oscuro corredor, más allá de donde las
pequeñas linternas que llevaban podían iluminar el camino.
—Hace muy poco que paso por Transición, y hueles como si
necesitaras ser follada —dijo con una voz llena de grava—. Necesita
alimentarse a menudo y yo no estoy listo para compartir —finalizó
mientras se acercaba, forzándola contra la pared.
—¿Qué estás haciendo? —Susurró mientras lo miraba a los ojos. Su
boca se cernía sobre la de ella. La confusión se mezcló con el deseo, y
eso creó un desastre en sus bragas, mientras que el miedo y la
incertidumbre crearon un dolor en su pecho.
Fue demasiado. Él era demasiado. ¡Esta sobrecarga emocional era
completamente su culpa! Ella no debería estar aquí con él y, sin
embargo, quería que sus sensuales labios se movieran la última
pulgada y presionaran contra los suyos. Ella quería que su fantasía
de ensueño de que él la follara en las catacumbas se hiciera realidad,
y eso era muy malo.
Ausentemente se lamió los labios y supo el momento en que había
visto su sumisión porque su boca se apretó contra la de ella. Ambos
gimieron juntos cuando sus manos bajaron a sus caderas y la
levantaron hasta que sus piernas se envolvieron alrededor de él, y él
aplastó esa enorme polla contra su abertura húmeda.
Estaban tan envueltos el uno en el otro que no se habían dado
cuenta de que Adam había regresado hasta que tosió y sus sentidos
volvieron lentamente. Estaba hinchada por la necesidad y quería
gruñir para que el ex Ejecutor se perdiera y poder vivir esta fantasía,
pero afortunadamente contuvo su lengua y liberó las piernas
mientras lentamente volvía al suelo.
—A menos que ustedes dos planeen invitarme, creo que deberíamos
obtener lo que buscamos —dijo detrás de ellos.
Olivia sintió a Ristan tensarse, y sus ojos brillaron con un brillo
plateado que le recordó lo que realmente era. Todavía le sorprendía
que no sintiera ninguna inquietud o pánico al saber que un Demonio
la estaba tomando. No, por el momento, quería que él hiciera que
Adam se fuera para que pudieran retomar donde lo habían dejado.
Él sonrió contra su boca cuando lo reclamó una vez más, y luego le
susurró al oído. —Haré realidad esa fantasía tuya, niña bonita —
prometió.
Ella jadeó y lo miró sorprendida, pero se negó a preguntarle cómo
sabía de sus sueños, pero parecía saber muchísimo sobre ella. Al
igual que sus libros, los que habían estado en la oficina de su casa.
También había estado en su departamento, pero ¿cuántas veces?
Ella trató de recuperar el equilibrio, solo para que sus rodillas
amenazaran con no sostener su peso, que Ristan ocultó a Adam
mientras la sostenía en alto y le sonrió desde su impresionante
altura. Sus manos rozaron su cintura hasta que ella se acercó a su
cuerpo, y se giró para continuar por el pasillo y alejarse de él.
Estaba tan ocupada con los pensamientos de la reacción de su
cuerpo, así como con sus abrumadoras emociones por él, que se
olvidó de la pasarela resbaladiza y casi se cae de bruces. Ristan la
atrapó fácilmente y en lugar de solo ayudarla a ponerse de pie; la
levantó fácilmente y la llevó por el camino resbaladizo. Ella luchó
contra su agarre al principio, pero fue inútil y él solo apretó sus
brazos alrededor de ella.
—Deja de pelear conmigo —advirtió juguetonamente mientras le
daba un manotazo en el trasero y caminaba con destreza,
atravesando con firmeza el suelo de piedra viscoso y cubierto de
agua de las catacumbas.
—Puedo caminar —se enfureció.
¿Podía ser más vergonzoso? La llevaba como si fuera un bebé. La
indignación le quemó las mejillas mientras su cuerpo ardía por su
toque.
—No puedo darte instrucciones de esta forma —continuó, tratando
de bajar antes de terminar haciendo algo estúpido por estar tan
cerca de él. Como girar la cabeza y oler su aroma único que jodía con
sus sentidos incluso ahora. Era como si tuviera algún tipo de colonia
afrodisíaca que tuviera un vínculo directo con sus ovarios.
—Puedes —dijo suavemente mientras sus manos se apretaban
alrededor de su cuerpo protectoramente.
—Prefiero caminar —continuó.
—Prefiero ser enterrado en tu dulce flor —reflexionó con voz
ronca—. Puedo enviar a Adam lejos y puedo hacer que suceda—
advirtió—. Mis bolas comienzan a parecerse a los Pitufos, así que
quédate quieta o no seré responsable de mi incapacidad para
resistirme a follarte.
Ella tragó saliva y apenas logró ocultar la sonrisa que se formó en
sus labios al saber que él no era inmune a su cuerpo, al igual que ella
no lo era al de él. No estaba segura de si debería estar tan
emocionada por haber dejado sus bolas azules, pero lo estaba. Era
así de simple. Él la quería, y ella comenzaba a pensar que o él estaba
teniendo el mismo problema que ella con la incapacidad de detener
el fuego entre ellos, o simplemente se estaba divirtiendo a su costa.
Ella señaló la pared del fondo a la izquierda y él se movió en esa
dirección hasta que ella pudo colocar su mano en la pared, lo que la
ayudaría a leer los bultos ligeramente elevados que los constructores
habían dejado allí como instrucciones para quien usara las
catacumbas
Según algunas de las cosas que había cavado durante su mandato
como bibliotecaria, este pasaje perteneció a uno de los Aquelarres
originales y fue abandonado a comienzos del siglo XIX. El Gremio
había decidido que las catacumbas entrelazadas de este pasaje lo
convertían en el mejor lugar para albergar cualquier cosa que los
Aquelarres o el Gremio quisieran esconder porque pensaban que
confundiría a cualquier enemigo. Nunca habían considerado que el
Gremio cayera desde adentro.
Nunca habían considerado que podrían albergar algo como Synthia
o Adam, o que uno de los suyos cambiaría de bando. Sin embargo, la
guerra fue fea, y mientras avanzaban por el pasillo, Ristan explicó un
poco más sobre por qué Synthia había estado en el Gremio. Por qué
Adam se había unido a ella era un poco más confuso.
Cyrus, sin embargo, era un Mago, o había sido puesto del lado de los
Magos. Cómo lo habían hecho era desconocido, y ahora era
irrelevante. Finalmente se puso de pie cuando el piso se volvió más
seco, y finalmente pudo pensar más allá de su toque cuando se
acercaban a la sala de música, como los niños a menudo la llamaban.
Se detuvo en seco cuando el evento de esa noche se repitió en su
mente, y sus emociones lucharon con lo que había supuesto que
había sucedido. Su primera pelea y muerte real había sucedido esa
noche, y también los días de tortura para el hombre que estaba a su
lado. Su mano arrastró su brazo y ella lo dejó entrar, para sentir las
guerras de culpa, traición y confusión. Cómo se sintió jugar su papel,
de mala gana. Ella le permitió sentir su horror cuando le pidieron
que lo traicionara a él y a Alden. Entonces recordó el asesinato a
sangre fría del niño que sucedió ante sus ojos y lo apagó todo. Como
un interruptor, ella cerró las emociones y se volvió para mirarlo
mientras intentaba luchar contra las lágrimas que amenazaban con
derramarse de sus ojos.
—Ya no hay nadie en esa habitación —dijo Ristan suavemente, pero
para mostrarle que había estado diciendo la verdad, abrió la puerta.
Ella tragó saliva y avanzó. Su corazón latía con fuerza mientras
repetía en su mente todo lo que una vez había estado en la
habitación. No había nada fuera de lugar. Todo estaba exactamente
como estaba antes de que ella escondiera a los niños allí. No había
pequeños cuerpos sin vida tirados por el suelo, y la única sangre era
minúscula, de donde habían estado uno o dos de los heridos.
Su mente procesó los elementos restantes en la habitación, y luego
se volvió hacia Ristan. Ella sacudió la cabeza confundida, pero fue
rápidamente reemplazada por la esperanza.
—Los sacaron —susurró entrecortadamente antes de que el fuerte
sollozo en su pecho explotara y llorara abiertamente de alivio.
Ristan no sabía qué hacer, pero gentilmente la atrajo hacia su pecho
y la abrazó mientras lloraba de alivio y la absorbía la verdad de lo
que él ya le había dicho. Esos niños estaban vivos porque ella había
luchado por ellos. Este pequeño desliz de mujer había luchado
contra los hombres para evitar que los niños fueran asesinados, y eso
le dio puntos de bonificación en su libro de puntajes.
—Están vivos y tienen que agradecerte por eso —dijo mientras
besaba la parte superior de su cabeza y la mantenía alejada de su
cuerpo para poder mirarla—. Ahora, estamos quedándonos sin
tiempo —le informó—. ¿Dónde están las páginas que faltan a los
archivos que estaban en las cajas?
—Hay que bajar unos cuantos corredores más y luego bajar al piso
inferior de las catacumbas —dijo—. Básicamente, vamos a los pozos
de este lugar, donde solían hacer sacrificios a Hécate —dijo con un
escalofrío en su voz.
Ristan sonrió cuando su labio inferior tembló y tuvo que luchar
contra el impulso de morderlo antes de que terminara haciendo una
escena frente al silencioso Adam, que aun los observaba.
—¿Y la caja? ¿Sabes dónde está la clave? —él continuó.
—Creo que la caja y la llave estaban separadas, y no tengo idea de
dónde estaría. Solo sé que es pura maldad y los dioses nos ayudan si
cae en las manos equivocadas —dijo antes de secarse los ojos y
sacarlos de la habitación hacia la oscura escalera que conducía a la
parte más profunda de las catacumbas.
Capítulo Veintiocho
Pasó al menos una milla o más antes de que el camino se nivelara y
ya no descendiera. Ristan susurró un hechizo que encendió las
enormes antorchas de madera que estaban colocadas en lo alto de
los muros de piedra, iluminando toda la amplia sala redonda que
tenía un altar en el centro. Ristan hizo una pausa mientras
observaba las runas de advertencia escritas a mano, que habían sido
talladas en las columnas de piedra que rodeaban la habitación.
—Esto no solo se usó para sacrificios, ¿verdad? —preguntó mientras
Adam seguía su ejemplo y asimilaba las runas. Esas eran runas
oscuras, una vez usadas para convocar seres y criaturas que no
tenían por qué estar aquí.
—No sé —admitió—. He estado aquí muchas veces; sin embargo,
cada vez que me permitían entrar, un Anciano me escoltaba. Nunca
hablaron de las runas y siempre dijeron que no era seguro venir solo.
Algunos de nosotros pensamos que podría estar embrujado.
—¿Embrujado? —Adam preguntó, sus ojos se movieron por la
habitación y Ristan sintió una punzada de pesar. Había perdido a
Larissa y ella había regresado como un fantasma por una noche con
él. El chico había pasado por el infierno, y aunque sentía pena por él,
también sabía que todo tenía una razón para suceder.
—Al menos eso pensaban los bibliotecarios, pero no sé si era cierto
—respondió mientras se movía a un lado de la habitación y
empujaba una piedra que hizo un gran crujido. El polvo explotó en la
pared y, mientras empujaba, se reveló otra habitación.
—¿Un pasadizo secreto? —Ristan preguntó con una sonrisa infantil.
—Están por todo este lugar —dijo ella con una sonrisa pícara—.
Literalmente podrías esconderte aquí para siempre si tuvieras
comida y agua.
—Las Brujas que vivieron aquí primero crearon una guarida, una en
la que ningún Demonio de ningún plano podría entrar —dijo Adam,
citando las enseñanzas del Gremio—. Se dice que este lugar esta
bendecido por Hécate, y que el altar fue creado a partir de piedras
que salieron de sus propios jardines. En la comunidad de Brujas, las
piedras son sagradas, pero las piedras benditas lo son más. Estas con
las runas, no puedo leerlas y Synthia tampoco. Sin embargo, nos
enseñaron sobre ellas, ya que era parte de nuestra historia cuando
estábamos aprendiendo. Me sorprende que con la edad que tienes,
nunca aprendieras a descifrarlas. —Ristan le lanzó a Adam una
mirada molesta.
—Necesitas practicar nuestras enseñanzas un poco más, Principito,
si eso es lo que piensas. Hay muchos tipos diferentes de runas en
este mundo, así como en Faery. Solo aprendí las que necesitaba, y
esas no son de mi mundo. Sin embargo, aprendí a leer las runas de
los Vikingos, principalmente porque a esos hijos de puta les
encantaba ir de fiesta —dijo con una sonrisa maliciosa—. Dristan
está fascinado por su estudio, y Ryder también los amaba; incluso
usó algunas para la fuente fuera de la mansión. Incluso algunas
adentro —admitió.
—¿Cómo podría saber qué runas estaba usando? —Olivia preguntó,
sus ojos se estrecharon mientras se adaptaban al pasillo débilmente
iluminado.
—Él es Ryder; no le preguntamos cómo sabe las cosas —respondió
Ristan despectivamente y tomó la iniciativa. Había sacado una
antorcha de la pared para que Olivia no caminara ciegamente, ya
que él y Adam podían ver muy bien en la oscuridad como en la luz.
Estaba empezando a confiar en ella, pero habían sucedido
demasiadas cosas y, al final del día, estaban en bandos opuestos en
una guerra. Ella había salvado a esos niños cuando podría haber
corrido. Si ella hubiera corrido, él todavía la habría seguido hasta los
confines de la tierra, pero ella no lo había hecho.
En cambio, ella había sacrificado su propia libertad para asegurarse
de que otros hubieran sobrevivido. Sus sentimientos sobre su tortura
no habían disminuido, pero sus sentimientos sobre su parte en ella
sí.
Continuó por el estrecho pasadizo, señalando que quienquiera que
hubiera construido esto no había tenido en cuenta que no todos eran
del mismo tamaño. De vez en cuando su cabeza casi tocaba el bajo
techo de piedra y tenía que agacharse un poco más. Finalmente,
entraron en una habitación abierta, y Ristan sintió que su piel se
erizaba con los cientos de cráneos humanos que cubrían los estantes
que habían sido tallados en las paredes. Y por lo que parece, habían
sido colocados allí como advertencia.
—Qué demonios —dijo, y escuchó a Adam gruñir detrás de él.
—Esos serían los sacrificios —dijo Adam cuando pasó junto a él y
sonrió mientras señalaba un ataúd de madera exquisitamente
tallado—. Conoce a Jane Doe, una mujer desconocida que quedó
entera. La única, sin embargo. Alguien se tomó su tiempo para
preservarla y crear esta hermosa caja para sepultarla. Tiene algún
tipo de encanto de preservación; de lo contrario, la madera se habría
desintegrado hace mucho tiempo.
—¿Y ustedes siguen diciendo que nosotros estamos jodidos? —
Ristan reflexionó mientras sacudía la cabeza.
—Oye, no fue como si lo hiciéramos nosotros —dijo Adam y le guiñó
un ojo a Olivia—. La encontré cuando era bastante joven —explicó
Adam—. Yo, Synthia y Adrian queríamos asustar a Larissa. Como
estábamos cerca de nuestros exámenes para ver quién sería
finalizado y dónde nos ubicarían dentro del Gremio, queríamos
celebrar. Nadie sabía a dónde los enviarían, y podríamos haber sido
separados fácilmente. Le aposte a Larissa que era demasiado
cobarde como para venir aquí, y me sorprendió cuando tomo el
desafío.
Escucharon a Adam mientras hablaba, y Ristan sonrió, era la
primera vez que hablaba realmente de su prometida desde que había
sido asesinada.
—Entonces Synthia, siendo Syn, decidió que todos teníamos que
venir juntos —dijo, perdido en el recuerdo—. Nadie se quedaría
atrás, y todo eso. De todos modos —se rió—. Todos vinimos aquí, y
de alguna manera Adrian había robado algunas botellas del whisky
escocés de Alden, y habíamos estado bebiendo bastante, y Dios
bendiga el imbécil culo de Adrian, comenzó a correr por este pasillo
porque lo habían dejado abierto. Acabábamos de hacer un recorrido
por este lugar a principios de la semana, pero no se nos había
mostrado esta sección. Terminamos siguiendo a Adrian hasta que la
encontramos. Las runas dicen que ella era la amada de quien la
hechizara. Sin embargo, si miras esta talla —dijo mientras se
inclinaba un poco y cuidadosamente limpiaba un poco de polvo—.
Fue sacrificada para salvar a su Aquelarre del mal. O algo por el
estilo —finalizó y giró para mirar a Ristan—. Al menos esa es la
leyenda que Alden nos contó cuando nos encontró aquí, y nos hizo
prometer que nunca más nos escabulliríamos aquí después de eso —
recordó.
—Esa es la leyenda; hay mucho más que eso, todo es contradictorio
y nada tiene sentido, aunque muchos han tratado de resolverlo a lo
largo de los años. Sabemos que los animales generalmente se
sacrificaban a Hécate —dijo Olivia vacilante, pero ante el
asentimiento alentador de Ristan, continuó—. Sin embargo, en los
tiempos antiguos, usaban magia negra en algunos ritos, que podrían
incluir sacrificios humanos. Pero Hécate no lo hubiera acogido bien;
ella prefiere a los marginados y los animales. Hay algunos tomos
antiguos que dicen que si una Bruja sacrificara sus poderes para
darle fuerza a Hécate, podría renacer. Con la magia oscura, todas las
apuestas se cancelan cuando se trata de la razón por la que ella
habría sido sacrificada. También hay runas marcando su ataúd que
describen varias maldiciones. Podría ser que ella había usado la
magia negra y querían que no volviera a nacer. O, a veces, los
asesinados se consideran demasiado dañados en la mente y el alma
para regresar, por lo que se les puede poner una maldición para
evitarlo —dijo Olivia, mientras captaba el indicio de melancolía en el
rostro de Adam—. Es difícil decir lo que realmente sucedió aquí sin
algo que lo respalde. Puedo decir con seguridad que está maldita,
pero no por qué. También tiene una sección que alguien tachó, y no
hay certeza sobre quién lo habría hecho. Tal vez los niños que la
encontraron o tal vez alguien de su propio período de tiempo que
intentó eliminar un cierto conjunto de runas —explicó.
—A los asesinados también se les debe dar el derecho de renacer —
gruñó Adam.
—Larissa era una gran chica —dijo Olivia suavemente, su mano tocó
ligeramente el hombro de Adam antes de dar un paso atrás y señalar
el ataúd—. No estoy segura de si eso fue lo que le sucedió a ella. Esas
runas —señaló las pequeñas que envolvían el ataúd—. Las que dicen
que no fue un sacrificio per se, ella se quitó la vida para proteger su
Aquelarre. Adam, sus restos no son los únicos intactos —dijo
suavemente mientras se adentraba en la habitación contigua sin
esperar a ver si la seguían.
Esperó las antorchas y a los hombres antes de abrir las pesadas
puertas de madera y señalar. —Las mismas runas están en esos, y sí,
todos parecen tener el mismo encanto de preservación en ellos.
Todas ellas son Jane Doe. Bueno, la mayoría dice mujeres
desconocidas, excepto una. Sin embargo, su nombre no es legible.
Lo único que puedes leer es mi amada y una sola letra M. Si nos
fijamos en esto —señaló nueve ataúdes, algunos más elegantes que
otros, pero cada uno elaborado con amor—. Todos dicen lo mismo,
excepto las runas en este caso. Este tiene una marca dividida, como
si supiera que moriría y tratara de escapar para renacer. Sabemos
que en los viejos tiempos, si una bruja sabía que sacrificaría su vida o
moriría pronto, crearían sus propios ataúdes. Cada una de estas
runas significa algo que quería pero que no pudo tener en la vida que
perdió. Digamos hijos o un esposo. El amor era normalmente lo que
más pedían en ese entonces porque poder confiar en un hombre era
más difícil en aquel entonces, cuando las Brujas tenían que ocultar lo
que eran y no podían compartirlo con nadie que no fuera de su
Aquelarre. Entonces, si miras aquí —señaló a una de las runas que
Ristan había espiado en varios de los ataúdes, que tenían un estilo
similar al de la caja que Lucian había solicitado—. Ella quería
encontrar a su amor de nuevo, lo que significa que lo había
encontrado, pero o lo perdió o él la dejó —Se dio la vuelta y encontró
a los dos hombres escuchándola con interés.
—¿Y qué, simplemente las sepultaron aquí y se olvidaron de ellas?
— Ristan preguntó después de haber mirado el ataúd de madera
bellamente grabado por unos momentos perdido en sus
pensamientos—. ¿Les han dado ritos finales?
—Ni idea —dijo mientras su mano trazaba el símbolo de amada—.
No está clara la verdad de por qué alguna de ellas está aquí. Solo
podemos especular e ignorar lo que está escrito en las runas.
—¿Entonces no sabes por qué están aquí abajo, o por qué son todas
mujeres? —Preguntó Adam mientras se frotaba las sienes con los
dedos, como si le doliera la cabeza.
—No, pero si miras esta runa, es una maldición particular. Un
recuerdo, lo que significa que en su próxima vida, si renace, sus
recuerdos volverán a ella sobre lo que sucedió en esa vida, o este
cuerpo per se. Como los sueños, le recordarán lo que sucedió. Como
ella no creó este ataúd, creo que alguien más quería que ella
recordara. A veces las personas son maldecidas para recordar el
pasado, principalmente en sueños o cosas simples. Entonces, algo
tan simple como abrir una puerta puede provocar un recuerdo de
algo que sucedió en su vida pasada. Por eso se considera una
maldición. Las personas no están destinadas a revivir el pasado
porque eventualmente distorsiona la realidad. Cada uno tiene el
símbolo de esa maldición, así como cada uno tiene el símbolo del
amor. Si tuviera que adivinar, diría que querían recordar algo sobre
su amor en su vida pasada, tal vez para encontrarlo nuevamente. O
tal vez colocó las runas para encontrarla de nuevo. No hay ningún
archivo en ninguno de ellos, y lo sé porque los he buscado por todos
lados porque me intrigan. También hace que mi cerebro pique sobre
por qué tantos dicen lo mismo, casi hasta el punto de que tal vez
conduzca a un Aquelarre.
Olivia se movió hasta el final de la hilera de ataúdes y luego miró a
Ristan. —Al menos eso es lo que pienso. He investigado mucho a lo
largo de los años sobre estos restos. Creo que estos eran originarios
de Escocia. —Hizo un gesto a varios de los ataúdes—. No estoy
segura de sí conocías sobre los Juicios de Brujas en Aberdeen en los
siglos XVI y XVII, pero ese fue el catalizador para que algunos de los
Aquelarres escoceses huyeran antes de que pudieran ser capturados
y asesinados. Vinieron en oleadas en algún momento de cada uno de
los juicios. Un grupo cruzó antes de que los peregrinos
desembarcaran en Plymouth y se pensó que eran una de las colonias
perdidas. Simplemente se escondieron y se reintegraron a la
sociedad con el asentamiento de Salem. Otros vinieron después de
Plymouth; los que aterrizaron en un asentamiento en Nueva Escocia
y se mudaron hacia el sur, así como los que entraron por el este de
Nueva Jersey y viajaron hacia el norte. Los registros del Gremio
mostraron que cada uno de los grupos podía ser rastreado hasta un
gran Aquelarre fuera de Aberdeen.
—Esos grupos también trajeron muchas de las cosas que eran
sagradas para ellos. Estos ataúdes entrarían en esa categoría, a pesar
de que era muy poco práctico ponerlos en un barco. Cuando se
formó el Gremio original en las Américas, hubo una gran pelea entre
los Aquelarres que estaban a favor del Gremio y los demás que
querían permanecer ocultos. Querían proteger a sus hijos de la
persecución y no solo de los humanos o los Faes. El Gremio quería
enfrentarse al mundo y mostrarles que no eran malvados, sino que
estaban aquí para ayudarlos contra los Faes. Los Juicios de Brujas de
Salem solidificaron los temores de cada grupo y se formó el Gremio
en las Américas y los Aquelarres que no se unieron al Gremio se
escondieron. Con el tiempo, los otros Aquelarres parecieron
desaparecer. La mayoría piensa que se han ido, pero sabemos que
tienden a mezclarse con los humanos o han formado Aquelarres
separatistas. El Gremio Spokane no se fundó hasta mucho después
de que se construyeran estas catacumbas, pero los primeros
fundadores de este Gremio habían sentido la magia de la Línea Ley y
sospechaban que uno de los otros Aquelarre lo había habitado, lo
que les decía que al menos uno de los Aquelarres debe haber
escapado de la persecución de los Juicios de Brujas de Salem. No
estamos seguros de sí fueron los que dejaron los ataúdes aquí, pero
respaldaría la teoría de que la línea de los Aquelarres se extinguió o
abandonaron la nave. Esa parte sigue siendo un misterio, ya que no
hay registros de los que hablar. Solo rumores —dijo suavemente
mientras sus ojos permanecían fijos en los ataúdes.
Olivia se acercó a uno de los ataúdes más nuevos y se arrodilló cerca
del frente mientras tocaba las marcas. —Esta runa aquí dice que es
una Bruja de Aquelarre. Sin embargo, no indica cual Aquelarre.
Esta runa aquí — señaló a otra runa—. Es una runa de la muerte.
Esta de aquí, sin embargo, dice que ella era poderosa. Muy poderosa,
y ella murió muy joven. Por lo tanto, es posible que fuera sacrificada
para darle sus poderes a su Aquelarre para protegerlos.
—¿Cómo funciona? —Ristan preguntó, divertido por su entusiasmo
sobre el tema.
—Su sangre habría sido drenada de su cuerpo para alimentar tierras
santificadas, similar a la forma en que funcionan las Líneas Ley. La
sangre llama a otras Brujas y puede usarse para aumentar sus
propios poderes. Hubiera sido costumbre para ellos celebrar a
alguien que ha hecho un sacrificio tan grande en la línea por el bien
de su Aquelarre, no enterrarlos en una tumba oculta sin nombres
para honrarlos a ellos o a sus líneas de sangre. Es casi como si
quisieran mantener a estas mujeres escondidas —dijo mientras se
frotaba los brazos—. Muchas catacumbas tienen muertos enterrados
en sus paredes, o en niveles más bajos, pero no así. Sé que Alden
trató de averiguar quién era esta, y usó su cabello y un hechizo
localizador, mezclado con sangre seca de su ataúd. No pudo localizar
ningún linaje vivo por el que pudiera gritar. Es simplemente un
misterio por qué ella y el resto de las mujeres sin nombre están aquí.
—No sabía que Alden intentaba descubrir quién era —dijo Adam
mientras pasaba la mano por el ataúd.
Ella sacudió su cabeza. —Lo hizo recientemente, pero no salió nada
de eso. Sin embargo, creo que todos estos restos deberían ser
llevados a tierra consagrada y ser enterrados.
La cara de Olivia estaba radiante con sus palabras, y Ristan tuvo
dificultades para contener su propia sonrisa y la palabra nerd que
quería escupir. En cambio, la redirigió a la razón por la que estaban
aquí para empezar.
—Eso es genial y todo, pero necesitamos acelerar esto y obtener esos
archivos y necesitamos salir de la tumba espeluznante —dijo Ristan
mientras miraba las hileras de ataúdes—. Estoy de acuerdo en que
las pobres chicas deben descansar y recibir sus ritos.
—¿Crees que todavía les importe? —Adam preguntó.
—¿Por qué no lo harían? —Ristan replicó—. Lo más probable es que
hayan dado sus vidas para proteger a su gente, y eso conmueve. La
mayoría de las personas en estos días no entienden eso. Preferirían
matar a una persona por un dólar que hacer el trabajo. Básicamente
esperan que les sucedan cosas buenas y no se levantan para hacerlo
por sí mismos.
—Maldición, cuéntanos cómo te sientes realmente —dijo Adam con
sus ojos verdes tricolores sonriendo—. Alguien no ha comido hoy.
—Me alimentaré pronto —dijo en respuesta mientras sus ojos
recorrían a la Bruja que ya se estaba moviendo a la habitación
contigua. Se escurrió como si hubiera estado aquí mucho más de lo
que había dejado ver, pero él se guardó esa información para sí
mismo mientras reflexionaba sobre la habitación llena de ataúdes
con las runas a juego que tenía la caja que Lucian quería. Si no
hubiera visto cómo coincidían las runas, no habría dejado a Olivia
llegar tan lejos en la historia del Gremio sin moverla. Nunca se sabía
cuándo se necesitaría el más mínimo detalle en una fecha pasada.
Podría ser una coincidencia, pero no apostaría sus nueces por ello.
Por otro lado, después de esa pequeña charla, ella sabría
exactamente dónde encontrar información sobre el Aquelarre
perdido de Lucian; necesitaba descubrir cómo sacarlo de ella sin que
Olivia pensara que podría estar traicionando al Gremio.
—Finalmente —dijo cuando entraron en una habitación que parecía
fuera de lugar, considerando que parecía una biblioteca.
—Entonces esas páginas que faltan deberían estar aquí, pero no
tengo idea de dónde está la clave —dijo y se encendió—. Aquí está el
trato — sonrió y Ristan entrecerró los ojos sobre ella—. Te ayudaré,
pero después hemos terminado. Me dejas ir. Lamento haber tenido
un papel que desempeñar en lo que te sucedió, pero como sabes
ahora, fui engañada y eso ya me perseguirá por el resto de mi vida.
—Olivia, si estás pidiendo volver al Gremio —advirtió Ristan, y
luego se detuvo mientras levantaba las manos.
—No al Gremio, sabes que me “retirarían” tan pronto como me
vieran. —Dijo retirarse con comillas aéreas para asegurarse de que
Ristan había entendido su significado lo suficientemente bien:
“Retirada” básicamente significaba un disparo a la cabeza—. No
quiero que me encierren dentro de una habitación y me dejen allí.
Adam tosió para ocultar su risa cuando comenzó a moverse dentro
de la habitación, alrededor de la pareja discutiendo. Ristan lo miró y
se preguntó por qué estaba tan incómodo con ella pidiéndole su
libertad. ¿Por qué demonios sentía esta retorcida necesidad de
decirle que no?
—Lo consideraré —le ofreció cuando se encontró con sus hermosos
ojos, sabiendo que estaba mintiendo. Era algo que sabía que ni
siquiera iba a comenzar a considerar, y si eso lo convertía en el
mayor imbécil del mundo, que así sea—. Ahora, las páginas,
consíguelas, por favor.
Ella lo miró por unos momentos antes de entrar en la habitación,
sacando libros y tirándolos hacia él.
—Hey —dijo, pero ella sonrió dulcemente y le arrojó otro a la cabeza
hasta que la risa de Adam llamó su atención, y ella también le lanzó
uno.
—¡Cállate! —Gruñó mientras giraba sobre el Demonio—. ¡Tú! He
sido una buena prisionera, pero sabes que era inocente. Sé que
puedes sentir mis emociones, ¿recuerdas? Me dijiste que podías,
¡así que siéntelas ahora! —dijo ella mientras le lanzaba otro más.
—Está bien ustedes dos, ¿necesitan que me vaya por un rato? —
Adam preguntó con una sonrisa descarada en su rostro—. Supongo
que también deberías alimentarla. Están empezando a sonar como
Synthia y Ryder.
—Fuera —gruñó Ristan sin apartar la vista de Olivia.
—Hecho —dijo Adam, y desapareció.
Capítulo Veintinueve
—¿Tenemos un problema?— Ristan exigió una vez que estuvieron
solos.
—Sí, diría que tenemos un problema. Sé que la cague, pero ser
arrastrada para ayudarlos debería comprarme al menos algo de
redención. He sido una buena pequeña prisionera, mierda, incluso
me gustan algunas de las cosas que hacemos, pero hay un límite en
cuanto a cuánto tiempo puedes mantenerme. ¡No soy una esclava
para cumplir cada pequeño deseo perverso que se te ocurra! ¡Yo
también tengo necesidades! Como salir y hacer cosas. Necesito tener
la libertad de elegir dónde dormir o a dónde camino. ¡Y realmente
necesito elegir mi propia maldita ropa!
Él sonrió mientras ella gritaba, sus ojos cada vez más grandes y un
poco más brillantes a medida que su ira aumentaba. Su gran cuerpo
se movió hacia el de ella y ella se negó a alejarse de él. Él sonrió,
sabiendo exactamente lo que estaba por suceder. Furia, sexo-sin-
ningún-tipo-de-atadura-o-contención. Su tipo favorito, bueno, uno
de ellos.
Él deslizó su mano alrededor de la parte posterior de su cabeza,
agarró un puñado de sus hermosos y sedosos rizos, y apretó su
agarre hasta que tiró lo suficiente como para robar un gemido de sus
labios. Su otra mano encontró su coño mientras se deslizaba por la
parte delantera de sus jeans.
—¿Sabes qué es lo más sexy de que te molestes? —Preguntó
mientras aplicaba presión tanto a su calor como a su cabello—. Es
que no retrocedes de mí. Sabes que podría matarte fácilmente, pero
aún te mantienes firme. Tan diferente de lo que pensé que serías.
Como que me gusta eso.
Ella tragó y gimió cuando sus dedos presionaron más fuerte en su
carne sedosa, mientras la mano que tiraba de su cabello trabajaba
junto a la otra, creando una multitud de sensaciones que ya tenían
esa tormenta creciendo nuevamente dentro de su vientre. Lo más
sexy de él era que ella no sabía lo que haría y una vez que se le
ocurría una idea, no había forma de detenerlo. La encendía, y no
debería.
La hizo retroceder hasta que la presiono contra una vieja mesa de
roble. Él sonrió perversamente mientras deslizaba su mano fuera de
su calor y con un pulso de poder, los viejos archivos, libros y polvo
volaron de la mesa con un ruido estrepitoso mientras usaba una
mano para levantarla sin perder su agarre en su cabello.
—Me muero de hambre —gruñó él mientras hacía desaparecer su
ropa.
Olivia jadeó cuando sus dedos regresaron y comenzaron a trabajar
su coño. Empujó dos adentro y los sacó con fuerza y rapidez. Ella
tembló ante su asalto y se preguntó dónde demonios estaba ese
ángel en su hombro; el que se suponía que debía hacerla decirle que
no. Era como si el pequeño demonio en su hombro derecho hubiera
atacado al pequeño ángel del hombro a su izquierda, lo hubiera
atado con cinta adhesiva e incluso ahora estuviera animando a
Ristan a hacer cosas malas que se sentían demasiado bien. Debería
ser algo malo, ¿verdad? Incorrecto. Ella amaba a ese pequeño
demonio del hombro en este momento.
Ella abrió las piernas, dándole un mejor acceso para follarla, y él
gruñó su agradecimiento. Sus dedos continuaron follándola hasta
que soltó su agarre sobre su cabello y su cabeza rodó hacia atrás sin
el apoyo adicional. Su boca se deslizó hacia su coño ya mojado y
comenzó a devorarlo mientras sus dedos la follaban.
—¡Oh Dios! —gritó, sin importarle que estuvieran en las entrañas de
las catacumbas en una habitación cubierta de polvo y sombras. Sus
ojos se levantaron para encontrarse con los de ella mientras
chupaba, acariciaba y mordisqueaba su clítoris.
—Dios no te está haciendo gritar en este momento, Olivia, yo lo
estoy —gruñó mientras tomaba aire brevemente, luego se tomó un
momento para lamer y chuparse los dedos, lo que fue casi suficiente
para hacerlo tambalear por el borde. Su propia ropa desapareció y
antes de que ella pudiera recordar dónde estaban, se enterró dentro
de su calor y ella explotó.
—Joder, Liv —gruñó mientras la veía caer en el abismo del placer.
Su espalda se arqueó y sus manos se movieron para pellizcar sus
propios pezones. Se movió más rápido; el sonido de la carne
golpeando carne y sus gemidos eran los únicos ruidos en la
habitación. Sus manos se apoderaron de sus caderas, usando y
apalancando su cuerpo como él quería mientras la penetraba
profundamente hasta que su propia liberación retumbó a través de
él.
Ella explotó de nuevo y él se alimentó de ella, su hambre devorando
su orgasmo con entusiasmo. Le encantaba la sensación de
alimentarse de ella, el intenso deseo de nunca detenerse y la pureza
de su alma tironeó de su Demonio, que obligó a permanecer en
silencio esta vez. Pronto lo dejaría salir para saborear una pequeña
muestra de su alma, pero todavía no. No hasta que pudiera controlar
su necesidad de alimentarse de sus emociones. Esa era la única
forma en que podía estar razonablemente seguro de que su Demonio
no tomaría toda su alma en su codicia.
Su cuerpo se estremeció alrededor de su polla cuando él se apartó y
bajó la boca para tocar la de ella. Sus ojos se encontraron con los de
ella y la encontraron sonriendo cuando él se retiró a regañadientes
de su calor. Ella jadeó cuando su boca la reclamó en un beso
profundo, uno que nunca debería haber sucedido. Su corazón se
aceleró, coincidiendo con el de ella cuando sus manos ahuecaron su
rostro y encontró su beso de frente.
—Me vuelves loco —gruñó mientras les devolvía la ropa con
glamour. Esta vez estaba vestida con un vestido blanco de algodón
con una faja roja alrededor de sus delgadas caderas. Reemplazó los
Keds con un par de zapatos planos de cuero blanco y sonrió mientras
ella miraba sus pies mientras él la ayudaba a ponerse de pie.
—Olvidaste algo —dijo y esperó expectante.
—No, no lo hice —sonrió y señaló los polvorientos tomos y rollos.
—No tengo bragas, tampoco sujetador —respondió ella mientras
cruzaba los brazos sobre sus senos conscientemente.
—Lo sé, porque eso fue solo la mitad de lo que planeo hacerte hoy —
respondió suavemente; su voz tenía un timbre profundo, lleno de
confianza.
—¿Qué harías si te dijera que no? —preguntó ella, y él percibió el
ligero temblor de sus labios.
—En todo mi tiempo vivo, nunca he obligado a una mujer a hacer
algo que realmente no quisiera.
—Oh —susurró—. Pero la primera vez...—sus palabras se fueron
apagando.
—La primera vez que sentí tu voluntad y aunque es posible que
hayas estado soñando con eso, lo querías. Lo sentí, y sabes la verdad,
Liv.
—Mi nombre es Olivia —dijo mientras estrechaba los ojos sobre él—.
Veamos las otras páginas de esos archivos y salgamos de aquí —dijo
con un puchero con los labios apretados.
Ella había estado dispuesta y lo sabía, pero el conocimiento de que
él lo supiera apestaba. ¿Era realmente tan fácil de leer? ¿O las yemas
de sus dedos respondían a todas las preguntas que su cuerpo tenía
sin que ella necesitara pronunciar las palabras en voz alta? Ella se
aclaró la garganta nerviosamente.
—Sabes que no soy una muñeca Barbie, y que este atuendo y la
mayoría de los otros son muy poco prácticos, especialmente para
lugares como este.
—Esos conjuntos pueden ser poco prácticos, como los llamas, pero
ciertamente mejoran la vista —Él sonrió pícaramente. Ella resopló y
exhaló un suspiro tembloroso mientras se movía hacia los viejos
tomos, solo para ser arrojada hacia atrás por una protección que no
había esperado.
Ristan la atrapó en sus brazos antes de que pudiera golpear la pared
y ambos miraron la aparición que estaba frente a los tomos. Una
mujer estaba parada allí, con los ojos blancos mientras giraba la
cabeza para mirar a Olivia. Era un hechizo, y también muy poderoso.
Olivia había escuchado sobre este tipo de hechizos; eran hechizos de
guardia utilizados para evitar que los archivos cayeran en las manos
equivocadas.
Se acercó a la mujer, solo para que Ristan la tirara hacia atrás.
—A la mierda eso —gruñó en advertencia.
—Necesita mi sangre para dejarme entrar en los archivos —explicó
con calma.
—¿Solo tu sangre? —él cuestionó.
—Mira y cállate —siseó mientras sacaba un pequeño trozo de
madera que cubría el suelo y se pinchaba el dedo.
Extendió el dedo y Ristan observó cómo la aparición tocaba la
sangre y luego se la llevaba a la nariz.
—No del todo humana, ni tampoco de Fae, eres una Bruja y algo
oculto —dijo la mujer, mientras ambos trataban de escuchar su voz
distante—. Eres pura de corazón y pura de alma, entra y busca lo que
quieres.
Ella desapareció, pero el hechizo aún estaría activo. —Quédate atrás
—advirtió Olivia y avanzó a través de las pequeñas piedras redondas
que ahora podía ver en el suelo. Debería haber estado prestando
atención antes, no perdida en el resplandor después del sexo, que la
había vuelto descuidada.
Ella caminó ligeramente, con los ojos en las piedras mientras
pasaba al área protegida y exhaló un tembloroso aliento. Se volvió y
le sonrió a Ristan, pero sus ojos no estaban en ella, estaban en los
estantes que se movían solos y abrían una biblioteca completa que
estaba escondida detrás de los estantes de madera.
—Wow —susurró sin aliento, y caminó hacia ello sin esperar a
Ristan, que no pudo pasar las protecciones.
—¿Qué carajos es esto? Nunca me han detenido las protecciones del
Gremio.
—No son solo para Faes, sino también para muchas otras criaturas.
Esta área es una de las secciones más antiguas y las primeras Brujas
temían a muchas más cosas que las que estaban visitando Faery —
respondió ella sin mirarlo—. Esto es raro. Las protecciones aquí son
mucho más fuertes que cualquier otra que haya sentido antes.
—¿Qué demonios significa eso? —preguntó, su tono se volvió
enojado—. Tienes que volver —advirtió.
—¿Temes que me quede aquí y no salga? —ella bromeó.
—No, me temo que es más de lo que parece. Siempre he podido
caminar por una protección colocada por el Gremio. Lo que puede
indicar que estas no fueron colocadas por el Gremio —murmuró.
—Entonces, ¿quién las habría colocado? —ella dijo, y se volvió para
mirarlo.
—Tal vez pertenece a las Brujas que lo construyeron, las mismas que
dejaron gente en un mausoleo ritualista para que se pudrieran —
espetó, sus ojos se movieron a cada esquina de la habitación en la
que ella se encontraba—. Sal de ahí, no estas a salvo.
—¿Por qué? ¿Es porque no puedes tocarme aquí? —ella se burló
juguetonamente.
—Olivia —dijo con impaciencia, pero ella se dio la vuelta y comenzó
a tocar una gran pila de libros que parecían antiguos.
—Oh, Dios mío —susurró con fervor—. ¿Tienes alguna idea de lo
que son? —ella preguntó emocionada—. ¡Estos son grimorios reales!
Estos libros fueron utilizados por las primeras Brujas en el viejo
país, y luego fueron traídos aquí con las familias y pasaron de
generación en generación de Brujas.
—Synthia no necesitaba un grimorio para lanzar hechizos —dijo.
—No, pero necesitaba pergamino para muchos de sus hechizos, de
eso están hechas las páginas de estos libros. Cada hechizo en estos
ha sido creado a partir de hechizos transmitidos desde el comienzo
de nuestra historia.
—Agárralos y consigue lo que vinimos a buscar para que podamos
irnos —instó con inquietud, sus ojos en los libros de aspecto antiguo.
—No puedo tomarlos —respondió ella como si le faltara un tornillo o
más en la cabeza.
—¿Por qué no? —preguntó con cautela, no estaba familiarizado con
los libros, pero podía sentir que estaban perdiendo poder.
—No son míos, y seguro como la mierda de que no quiero estar
atada a uno de ellos si decide que quiere reclamarme —Un grimorio
es más que un simple libro de hechizos. Contiene un pedazo del alma
de cada Bruja que lo haya usado. Es sagrado, así que no estoy segura
de por qué incluso estarían encerrados aquí a menos que alguien no
quiera que los usen. Podrían ser magia oscura, pero solo he oído
hablar de algunas personas que alguna vez recurrieron a la magia
oscura. La mayoría de las Brujas que usaron Grimorios encontraron
un equilibrio. Podían incursionar en las artes oscuras, pero era fácil
perderse en ellas. Las que se perdieron normalmente comenzaron a
volverse contra sus propios Aquelarres para obtener más magia, lo
cual es malo, muy malo.
—Está bien, entonces sal de allí —gruñó de nuevo, sus ojos la
desafiaron a discutir.
—Bien, pero esa llave podría estar aquí —bromeó con una sonrisa
brillante mientras salía y la habitación se cerró detrás de ella.
Capítulo Treinta
La gran sala de la casa de Ristan, donde estaban sentados
actualmente, estaba llena de archivos y pequeños montones de
papeles de las catacumbas. La mente de Olivia permaneció en la
vieja biblioteca que habían descubierto y, sin embargo, ese
hormigueo de advertencia en la parte posterior del cerebro aún no se
había disipado. Había estado dentro de esa sección varias veces
antes y eso nunca había sucedido, ninguna reacción de hechizo
fantasmal de la habitación. No había una sala secreta que se abra
para revelar secretos antiguos, solo una habitación aburrida llena de
páginas faltantes de diferentes archivos. Entonces, ¿por qué había
sido diferente esta vez?
¿Por qué ahora? ¿Fue porque el Gremio había caído y las otras
protecciones habían caído? Podría ser. Sin embargo, podría ser casi
cualquier cosa. Algunos hechizos en diferentes partes de las
catacumbas tenían que ver con fases de la luna, o los planetas
estando perfectamente alineados.
Otra advertencia que seguía haciendo que su cerebro se
estremeciera era que Ristan le había pedido que retirara todo lo que
sabía que pertenecía a los tres Aquelarres de Salem originales,
específicamente el destino del que había desaparecido. Sin embargo,
le había prometido que la información no se usaría para dañar al
Gremio; era necesario como parte de un trato con alguien que había
prometido ayudar a Synthia cuando lo necesitara. Olivia lo hizo por
ayudar a Synthia, pero solo si no dañaba al Gremio en el proceso. El
verdadero problema que tenía era que si tenía razón en sus
sospechas, estaban buscando el Aquelarre de Kendra. No es que ella
lo supiera a ciencia cierta, pero encajaba con lo que había
descubierto de ese Aquelarre, y Kendra era una de las pocas
personas que había pedido archivos relacionados con esos
Aquelarres.
—¿Qué es este? —Ristan interrumpió sus pensamientos mientras le
entregaba otras páginas que parecían relacionadas.
Era como un rompecabezas ya que las páginas que faltaban no se
habían colocado correctamente en los tomos. Quienquiera que los
haya archivado debería haber aprendido a catalogarlos
correctamente, o podrían haber tenido prisa y omitido los protocolos
normales.
—Esta página va en esta, creo —dijo Olivia cuando se acercó a él y
sacó uno de los archivos. Sus senos, a los que todavía les faltaba un
sostén debajo del vestido, le rozaron el brazo y ella tragó su
respuesta al tocarlo mientras sus pezones se endurecían y sus
mejillas ardían. Podía ver la areola a través del vestido blanco. Eso
significaba que él también podía verlos.
Levantó su mano de los papeles que acababa de dejar y sus dedos
trazaron la tela del vestido, sus ojos se levantaron hacia los de ella
mientras hacía un gruñido profundo en el pecho que retumbó.
Parecía tener una conexión directa con su centro, porque su coño se
humedecía con anticipación. Ella tragó su propio gemido e hizo todo
lo posible para ignorarlo.
—Puedo olerte —dijo con confianza mientras le levantaba el vestido
mientras ella continuaba concentrándose en la tarea que tenía
delante. Sus dedos encontraron su nudo y comenzaron a trabajarlo
suavemente; entonces toda esperanza de trabajar se desvaneció.
Ella se negó a perder la batalla de voluntades que estaban librando.
Por supuesto, sus dedos serían vencedores, pero ella iba a fingir que
no la hacía triturar cada vez que la tocaba. Se echó hacia atrás y
extendió los muslos para permitirle un mayor acceso mientras
pretendía concentrarse en el papel que sostenía frente a ella. Él se
rió, y antes de que ella pudiera adivinar su intención, se puso de
rodillas frente al sofá, y su boca ardiente comenzó a trabajar en su
coño.
—Esto... este va con ese... —susurró con voz ronca mientras trataba
de ignorar lo que su boca y lengua estaban haciendo. La había
limpiado en el momento en que regresaron y ahora ella iba a
necesitar una larga ducha fría.
Acercó un dedo a su calor resbaladizo y lo empujó dentro de ella
hasta que quedó enterrado allí, pero lo retiró cuando su boca dejó su
humedad y comenzó a arrastrar besos sobre sus muslos internos.
Finalmente, la penetró con dos dedos y ella permitió que su cabeza
cayera hacia atrás contra la suavidad del sofá.
Ella continuó sosteniendo los trozos de pergamino viejo frente a
ella, negándose a ceder. No fue hasta que él agregó un tercer dedo y
chupó su clítoris que ella se rindió. Su boca era adictiva; su lengua
chupaba y lamía los lugares correctos mientras sus hábiles dedos la
llenaban hasta que ella tuvo que mover las caderas para tomar más,
fue aún más sorprendente.
Los papeles cayeron al sofá mientras él continuaba follándola con
sus dedos. Ella gimió de abandono cuando él los movió más rápido.
—Buena chica —gruñó mientras apartaba la boca para mirar
mientras follaba su cuerpo con los dedos. Su otra mano liberó su
polla, y antes de que ella pudiera decirle que necesitaban trabajar
para emparejar los archivos, estuvo enterrado en su coño—. No
puedo tener suficiente de ti, mi dulce ratón —murmuró mientras la
levantaba fácilmente, incluso desde su posición. Él se sentó en el
sofá y la colocó encima de él, aún empalada en su polla, y sus
propios movimientos se detuvieron cuando sus ojos sostuvieron los
de ella—. Móntame—susurró y bajó la vista hacia donde sus cuerpos
estaban unidos.
—Yo... no sé qué hacer —susurró, y él sonrió y le dio suaves
murmullos de aliento mientras sus manos agarraban sus caderas
firmemente y la movían hacia arriba y hacia abajo sobre su eje.
—Hombres y mujeres fueron hechos para encajar. Algunos más que
otros —dijo mientras sostenía su cuerpo hasta que solo la punta
permanecía dentro de ella. Él la dejó caer y ella gritó cuando su polla
estiró su cuerpo hasta que se moldeó para adaptarse perfectamente a
él—. Joder, te sientes tan bien; podría pasar la eternidad aquí,
dentro de ti.
—Tengo que correrme —gruñó, sorprendiéndolos a ambos mientras
bajaba su boca hacia la de él y reclamaba su beso. Ella comenzó a
moverse contra él y él gimió de necesidad mientras ella controlaba
los movimientos, joder si no estaba feliz de dejarla usarlo.
Fue un poco torpe cuando encontró un ritmo, pero simplemente lo
excitó más mientras la ayudaba a estabilizarla. Sus movimientos no
fueron apurados, y cada vez que se deslizaba hacia abajo o
balanceaba las caderas sobre su miembro, él tenía que obligarse a sí
mismo a no hacerse cargo. Su aroma almizclado y la inocencia de sus
movimientos eran seductores, incluso para él.
No fue hasta que sus ojos se encontraron con los suyos que perdió el
control. Sus manos ahuecaron su rostro cuando ella se apartó del
beso y gritó mientras explotaba alrededor de su polla. Sin embargo,
no había terminado; la atrajo hacia él, sus movimientos lentos
mientras continuaba dándole placer y acunaba su cuerpo con un
brazo mientras sostenía su rostro con el otro.
La besó profundamente, disfrutando de la lentitud de esta
cabalgada. Nunca la había tomado con calma mientras follaban, y
esta vez había una conexión en la forma en que se movían juntos, su
cuerpo contra el suyo y el suyo contra el de ella. La besó con más
fuerza, preguntándose por qué necesitaba besarla en absoluto.
Normalmente no prodigaba besos a sus compañeras; como regla
general, besarse evocaba una conexión, pero sentía que se ahogaría
sin su beso.
Su mente daba vueltas con lo que estaba sintiendo, y los nuevos
sentimientos que estaba seguro de que nunca antes había sentido. La
confusión se hizo cargo, pero no podía dejar de tomarla lentamente y
con una ternura que todavía era nueva para él. Quería follarla duro y
rápido, dominarla, y sin embargo, le gustaba esta sesión lenta y
pausada más de lo que le había gustado follar a Danu, o a cualquier
otra mujer, para el caso.
Sus manos se levantaron hacia sus senos, y en lugar de quitarle el
vestido con glamour, él la observó mientras ella se lo bajaba,
revelando sus tetas perfectas y pellizcando sus propios pezones.
Maldita sea, ella era la cosa más sexy que había visto en su vida.
Ella se vino otra vez; esta vez la acunó y supo que estaba en serios
problemas, porque permitió que el Demonio se escapara y
mordisqueara la dulzura que era su alma, su polla enterrada
profundamente dentro de ella mientras ella giraba y lloraba con su
liberación continua que fue alimentada por su propia alimentación.
Se unió a ella y se perdió en la pureza y la exquisitez de su
bibliotecaria sexy.
Cuando fueron un montón de extremidades y ambos luchaban por
respirar, él debería haberla alejado. En cambio, le lleno de besos en
la frente, el cuello y la boca. Sintió que se estaba muriendo de
hambre, y ella era la única que podía satisfacer esa hambre.
—Los papeles —susurró entre besos.
—A la mierda los papeles —dijo suavemente mientras continuaba
besándola, en lo alto de la poderosa sensación de la pequeña parte
de su alma que había tomado dentro de sí mismo. Ella era inocente,
y él era un bastardo. Podía sentirlo ahora, en su toque y en la pureza
del sabor de su alma.
—No puedo hacer esto —susurró mientras se alejaba de él y él se
quedó sentado en el sofá con una polla dura y furiosa que rogaba
permanecer envainada dentro de ella—. No puedo...
—¿No puedes qué? —preguntó, volviendo a sus sentidos cuando el
aguijón de ella alejándose de él golpeó en su interior —. ¿No puedes
follar a un monstruo como yo?
—No puedo apegarme a ti —susurró entrecortadamente justo antes
de que sus hombros temblaran mientras las lágrimas resbalaban por
sus mejillas.
Ristan hizo una pausa mientras se sentaba a mirarla. Ella se ajustó
el vestido y salió corriendo de la habitación, y él no fue tras ella. En
cambio, se quedó sentado sabiendo que si la perseguía, terminarían
haciendo lo que acababan de hacer. De nuevo. Sería tierno y
permitiría que sus emociones se interpusieran en lo que tenía que
hacer. No iba a permitirse apegarse a ella, y solo tendría que seguir
tratando de encontrar razones para no hacerlo. Él estaba seguro de
que no volvería a apegarse nunca más. Las consecuencias eran
demasiado altas.
Uso glamour y se vistió, y comenzó a recoger papeles. —Maldito
infierno —gruñó con frustración mientras miraba la pila de libros,
pergaminos y papeles, luego de regreso a la puerta donde se podían
escuchar los sollozos de la pequeña Bruja.
Era un imbécil, pero al final, era mejor que ella tampoco quisiera
apegarse a él. Sabía que no podía retenerla, y probablemente era
hora de que comenzara a pensar en lo que haría con ella una vez que
se cumplieran los pedidos de Lucian y se encontraran las Reliquias.
No estaba seguro de poder detener a Danu si no había algún interés
que la hiciera detenerse.
Olivia se deslizó por la puerta del baño y enterró su rostro
humillado en sus manos. Había sentido una conexión con él, y eso la
asustó. Nunca la querría de una manera que ella pudiera esperar, y
sin embargo, había sentido cada beso en lo más profundo de su
alma. Cada empuje de su polla dentro de su cuerpo había dejado una
marca.
Nunca había experimentado algo así y eso la aterrorizaba. Los Faes
no se enamoraban, eso era un hecho basado en las enseñanzas del
Gremio, ¿y si sus planes incluían hacerla enamorarse de él solo para
atormentarla? ¿Y si así era como realmente tenía la intención de
vengarse, a pesar de que dijo que había entendido lo que sucedió?
Cuando su puño golpeó la puerta, ella saltó y de alguna manera se
puso de pie. Ella no se enamoraría de este oscuro Demonio;
necesitaba escapar de él, y si ayudarlo le daba una oportunidad de
libertad, lo haría. Ella abrió la puerta después de que se había
limpiado las lágrimas y lo miró a los ojos.
Ristan la miró fijamente, el desafío en sus ojos se mezcló con la
aceptación de lo que había sucedido entre ellos. Mierda, ni siquiera
estaba seguro de lo que había sucedido, pero le había gustado.
Demasiado. Se hizo a un lado y observó cómo ella pasaba junto a él
para juntar los papeles que habían sido descartados mientras hacían
el amor.
Su estómago se revolvió y un sudor frío estalló en su piel cuando las
palabras que acababa de pensar quedaron atrapadas en un bucle sin
fin. Hacer el amor. Hacer… el amor. ¡Hacer... Malditos Dioses! Se
limpió el sudor de la cara con el antebrazo y sacudió la cabeza
cuando la negación se apoderó de su mente. ¡No había pensado eso,
de ninguna manera en el infierno!
Se fue antes de poder hacer algo de lo que se arrepentiría, o decir
algo ridículo mientras las emociones lo atravesaban. Se alejó y dejó
que el aire frío lo atravesara y despejara su cabeza. Necesitaba volver
a su rutina y era hora de llevar a la bibliotecaria a hacer lo que había
dicho que haría.
Capítulo Treinta y Uno
En un esfuerzo inútil por dejar de pensar en el Demonio, se sentó en
el suelo y continuó trabajando entre las pilas de papeles, libros y
archivos. Odiaba que su corazón latiera violentamente ante la
variedad de emociones que la atravesaban. Ella necesitaba alejarse
de él antes de terminar cayendo por su captor, porque cuando todo
estaba dicho y hecho, eso era exactamente lo que él era.
Se puso de pie y se movió a otra pila de papeles, y los recogió,
escudriñándolos mientras los escaneaba. Nada tenía sentido; los
archivos que habían recuperado de las catacumbas, todos estaban
equivocados. Todavía faltaban páginas, ¡y las supuestas Reliquias a
las que se refería no se mencionaron en las páginas!
Repetía mentalmente su entrenamiento y cómo habían trabajado
los archivos. Su corazón se aceleró al darse cuenta de ella y podría
haber jurado que una bombilla se encendió sobre su cabeza.
—Esto no está funcionando —se dijo y sonrió—. No funciona porque
no lo estás haciendo bien —Ella vio mentalmente los archivos en su
mente y sus ojos se movieron sobre las pilas—. ¡Eres una idiota!
—No eres una idiota —dijo Ristan suavemente desde donde había
entrado en la habitación, justo a tiempo para verla reprenderse—.
Necesito disculparme por lo de antes —comenzó, pero ella levantó la
mano para pedir silencio.
—Ahora no, estoy siendo brillante —bromeó mientras tomaba el
bolígrafo y comenzaba a escribir letras para cada archivo—. Pensé...
bueno, pensé que las páginas que faltaban estaban en la habitación
que visitamos en los niveles inferiores de las catacumbas, pero no
creo que lo estén. Verás, no soy la única bibliotecaria con memoria
fotográfica, y he estado sumando cosas. Primero, ¿cuál es la forma
más segura de ocultar información confidencial de un enemigo? Dos,
¿por qué esconder algo donde la gente sabría? Y tres, ¿y si pudieras
tener un archivo completo guardado en la mente de una persona que
ni siquiera ellos lo sepan?
—No te sigo —dijo.
—Tengo los archivos aquí —dijo golpeándose la cabeza—. Piénsalo,
de esta manera; si deseas ocultar información de un enemigo de
forma tal que nunca pueda decodificarla o acceder a ella, debes
tenerla a mano; ¿Dónde lo pondrías? No lo pondrías todo en el
mismo archivo, porque si tu enemigo lo quisiera, iría directamente
por él. Así que creo que los archivos más sensibles se dividieron y
luego se enviaron a diferentes partes de las catacumbas. Sin
embargo, sé que no soy la única que podía recordar fácilmente los
archivos, entonces, ¿qué pasa si los bibliotecarios son un tipo de
unidad de memoria de respaldo?
—¿Como una unidad de memoria para una computadora? —
preguntó mientras lo daba vueltas en su cabeza.
—Exactamente —dijo con entusiasmo cuando sus ojos se iluminaron
con la idea—. Pero piénsalo. No utilizamos computadoras para hacer
una copia de seguridad, ya que el sistema de bibliotecas del Gremio
se inició antes de que las computadoras fueran una idea, y una vez
que se convirtieron en algo común, la seguridad siempre fue un
problema. En el sistema del Gremio, los bibliotecarios procesarían
los registros de la misión o los archivos a medida que entraban de los
otros Gremios, luego haríamos que otro bibliotecario verificara
nuestro trabajo, luego irían a otra sección con los Ancianos antes de
que finalmente fueran archivados. Creo que los Ancianos decidían
qué información se clasificaba y era necesaria dividir, y fueron ellos
quienes ocultaron las páginas que se han separado. De hecho, tuve la
suerte de saber dónde estaban algunos de los escondites para las
páginas separadas porque había ido con algunos de los Ancianos
cuando los archivaron. Simplemente no sabía exactamente qué
estaba pasando en ese momento. Todavía era bastante joven y no me
dijeron que estábamos haciendo aparte de archivar en viejos
archivos. Recuerdo una vez que no pudieron encontrar todas las
páginas de un archivo que un Ejecutor había solicitado de una
misión; los Ancianos no pudieron encontrarlas, y Alden me pidió
que escribiera las páginas que faltaban palabra por palabra, porque
lo tenía aquí —dijo y volvió a tocar su cabeza.
—Bueno, joder, eres un disco duro de respaldo para el Gremio —dijo
con una sonrisa que tocó sus ojos brevemente antes de sacudir la
cabeza —. Bastardos brillantes —murmuró—. Todo este tiempo nos
hemos estado preguntando cómo esos archivos nunca terminan en
manos enemigas o cómo recuperar los que tienen información de las
Reliquias y no pudimos resolverlo. Es tan simple y, sin embargo, tan
complejo que nadie lo consideraría.
—Si es realmente cierto; pero de cualquier manera, puedo obtener la
información sobre estos. No estoy segura de qué debemos hacer para
los archivos que no procesé yo misma —dijo con una sonrisa
radiante que iluminaba sus ojos.
—Entonces te los dieron, y los tienes a todos aquí —preguntó
mientras tocaba su sien e hizo una mueca—. Y ahora yo te tengo a ti.
Ella exhaló un suspiro y asintió con la cabeza. —Sí —admitió—.
Ahora que lo pienso, hojeé muchos de los archivos cuando los
devolví a los estantes...—se detuvo maravillada cuando el impacto
del sistema del Gremio la golpeó. Claro, era un sistema que tenía
fallas, pero probablemente era más seguro de lo que la mayoría de
las corporaciones habían establecido en sus redes de computadoras
y estaba sujeto a piratas informáticos en un día determinado—. De
todos modos, esto también significa que no necesitamos continuar
buscando páginas faltantes porque las tengo en mi cabeza.
—Bien —dijo mientras cerraba los ojos—. Me voy a la cama —
anunció abruptamente cuando se levantó y se dirigió hacia la puerta.
Esperó a que ella lo siguiera, pero cuando ella se quedó mirándolo, él
sonrió—. Fácil o difícil, pequeña bibliotecaria, esta noche no me
importa cuál sea. El camino difícil hará que te folle aquí y ahora; el
fácil probablemente pospondrá el tiempo de juego para la mañana.
Decide.
—Ya voy —dijo mientras se movía en su dirección y observaba cómo
sus ojos le sonreían.
—No aún no. Créeme; sabrás cuándo te vengas, porque estarás
gritando como antes —Sus ojos brillaban con picardía mientras
sonreía perversamente.
—Necesito dormir —siseó, luego jadeó cuando su magia se deslizó
alrededor de su piel, y antes de que pudiera protestar, estaba vestida
con un camisón de satén cremoso que mostraba más que esconder
de los ojos curiosos.
Una vez que entraron en su habitación, señaló las luces, movió el
dedo hacia abajo para atenuarlas y se arrastró por la cama sin
preocuparse del mundo, ya que su ropa parecía derretirse de su
cuerpo. Ella, sin embargo, sintió la inquietud de tener su enorme y
ahora desnudo cuerpo sexual de Dios expuesto ante sus ojos. Él se
dio la vuelta lentamente, revelando una erección muy
impresionante. Ella se deslizó sobre la cama y le dio la espalda
mientras fingía no darse cuenta.
—Duerme un poco; mañana nos iremos —advirtió Ristan, mientras
sus manos envolvían su cintura y la acercaban a su cuerpo,
acunándola fuertemente contra sí mismo. Ella no lo detuvo, porque
basado en sus acciones pasadas, hubiera sido inútil incluso
intentarlo.
Repitió los eventos del día y se sintió eufórica por su
descubrimiento y orgullosa de saber que no solo había estado dando
vueltas a los documentos como una simple bibliotecaria. Que su
lugar dentro del Gremio había significado algo, y había sido una
posición significativa que no cualquiera podía hacer. Su alegría se
desvaneció un poco al pensar en su otro descubrimiento del día.
Estaba sintiendo una conexión emocional con su captor, y se
encontró con ganas de profundizar en eso, lo cual era una locura.
Ella descubrió que disfrutaba tener relaciones sexuales con él, pero
debería terminar allí, ¿verdad?
Había necesitado la conexión de su boca contra la de ella tanto
como había necesitado que él estuviera dentro de su cuerpo. Su
toque se sintió como fuego y encendió su deseo hasta que se
convirtió en un fuego ardiente que ni siquiera el bombero más hábil
podría apagar. También le gustaba hablar con él; él era inteligente,
divertido y, dado que ella había llegado a conocerlo realmente, no se
sentía tan incómoda o cohibida.
Su cuerpo acunó el de ella, y cerró los ojos mientras las lágrimas
brotaban, y su corazón latía contra su pecho con lo que estaba
sucediendo. Ella no estaba cerca de enamorarse de su captor; ya se
había enamorado de él.
Ella era adicta a su compañía, su toque y sus besos.
¡Esto era muy malo!
*~*~*
Ristan sintió el momento en que se había quedado dormida y abrió
los ojos. Había sentido sus emociones y sabía que estaba tan jodida
como él. Sintió lo que ella estaba sintiendo cuando se dio cuenta de
que se estaba apegando emocionalmente a él, y maldición si no eso
no le traía un calor que lo dejaba tambaleándose con una sensación
de alegría que nunca antes había sentido.
Este era un territorio nuevo para él, y no estaba seguro de querer
pisar este tipo de terreno nuevo. Cada excusa que inventaba para
mantenerse alejado no duraría más de un momento o dos y su
resolución seguía fallando. No podía tener suficiente, y aunque sabía
que había desarrollado sentimientos por ella, no estaba seguro de
que permanecer cerca de ella por mucho más tiempo fuera saludable
para ella.
Eventualmente, Danu vendría a él. Sus pequeños altercados no
serían suficientes para que ella lo dejara en paz por mucho tiempo.
La vida de Olivia estaría en peligro en ese momento, y él no estaba
seguro de poder decir honestamente que ella era su prisionera y que
solo la estaba torturando porque su relación estaba evolucionando;
simplemente no estaba seguro de dónde se había convertido en algo
más que su prisionera.
La sostuvo contra su cuerpo, protegida en su abrazo, y consideró sus
opciones. Uno, podría mantenerla como su esclava sexual. Eso tenía
mucho atractivo y muchos Faes tenían mascotas así. Pero podría
romper su espíritu, y eso no era algo que él quisiera hacer. Le
encantaba ver el fuego en sus ojos y disfrutaba encontrar formas de
provocarlo. Dos, podría hacer que ella lo ayudara a buscar las
Reliquias y ayudar a descifrar los archivos. Podía considerarlo un
pago por su parte en su captura y dejarla ir una vez que ella
terminara de ayudarlos. Al menos le debía eso.
Su estómago se revolvió al pensar en ella dejando esta cama, y
mucho peor dejando su mundo. Si pudiera encontrar un remedio
sólido para su problema con la Diosa, tal vez podría tener lo mejor
de ambos mundos. Él sacudió la cabeza antes de colocar un suave
beso en la parte posterior de su cuello y cerró los ojos. Necesitaba
alejarse de ella, porque dejarla ir no iba a ser una hazaña fácil.
Se movió en la cama cuando escuchó a Ryder llamarlo a través de su
vínculo mental compartido, y gimió suavemente con la convocatoria.
Se sentó mientras desenredaba suavemente sus extremidades de las
de ella y susurró un hechizo para fortalecer las protecciones que
rodeaban la casa que con suerte dificultaría a Danu encontrar los
rastros distintivos de él o de Olivia que conducían a este lugar. Sabía
que no podía esconderse de ella para siempre; ella era una Diosa,
después de todo. Tal como estaba, estaba ganando tiempo para
descubrir cómo solucionar el problema.
Se movió lentamente de la cama y glamoro su armadura que lo
designaba como uno de los Guardias de Élite antes de abrir un portal
y cernirse en Faery.
Ryder estaba en la sala de guerra, extendiendo un antiguo
pergamino sobre la mesa mientras levantaba los ojos con un sutil
saludo a su hermano.
—Por el amor de los dioses, dime que tienes algo en los archivos —
Ryder preguntó mientras recogía más papeles y los arrojaba a la pila
a la que Zahruk todavía estaba agregando.
—No creo que encuentres ninguna información útil allí —dijo
mientras se sentaba junto a la creciente pila—. Olivia tuvo un gran
avance, pero no es seguro.
—Explícate —dijo Ryder mientras tomaba la silla frente a Ristan.
Los hombres se giraron cuando Synthia entró en la habitación, con
los ojos brillantes mientras sonreía a Ristan. Se movió con gracia
mientras se deslizaba en la silla al lado de Ryder.
—¿Que está pasando? —preguntó mientras miraba las caras de los
que estaban en la habitación y Ryder le hizo un gesto a Ristan para
que continuara.
—Olivia tiene memoria fotográfica —explicó—. Ella no cree que sea
una coincidencia que ella y algunos de los otros bibliotecarios
tuvieran la misma habilidad. Ella piensa que así es como el Gremio
mantiene los archivos a salvo de los enemigos. Los bibliotecarios son
como las unidades de respaldo para el Gremio.
—Está dentro de su cabeza —reflexionó Ryder—. ¿Y si la mataran?
Perderían la información. Técnicamente, es brillante, pero hay
muchos defectos en ese plan. Demasiadas incógnitas —reflexionó
Ryder mientras consideraba la historia de Ristan.
—Esa es la cosa; pasan los nuevos registros y archivos de misiones a
través de dos bibliotecarios y luego a través de un Anciano antes de
que se archiven. Olivia cree que los archivos sensibles fueron
divididos por los Ancianos y enviados a áreas separadas de las
catacumbas. Solo imagina cuánta información podría haber
absorbido potencialmente mientras miraba esos tomos y pergaminos
antes de dejarlos en las catacumbas de la biblioteca. Hablando de
eso, la llevé a las catacumbas hoy y encontramos cosas extraña. Una
de ellas es un mausoleo lleno de ataúdes, la otra es una habitación de
la que ella no sabía y estaba llena de grimorios. Ella trajo de vuelta
archivos y muchas páginas sueltas que deberían haber hecho los
archivos que tenemos tuvieran sentido, pero no encajan ni
pertenecen a los archivos de ninguna manera.
—Hay mucho ahí abajo. Lástima que no sentiste ninguna Reliquia
cuando pasamos por allí la primera vez —Synthia sacudió la cabeza y
colocó su mano sobre la de Ryder con comodidad.
—Sólo protecciones —estuvo de acuerdo Ryder—. Hubiera sentido
las Reliquias si hubieran estado dentro de los muros del Gremio.
—No creo que el Gremio las hubiera dejado allí, al menos no en el
Gremio Spokane.
—Sin Reliquias reales, mucha información, sin embargo. Obtuvimos
el caldero debido a la información almacenada allí, y obtuve una
buena ventaja sobre otra Reliquia, pero hasta que no esté seguro de
qué y dónde está, no quiero adelantarme.
—Estoy segura de que no —asintió Synthia mientras sonreía. Se
convirtió en una sonrisa emocionada cuando un pensamiento la
golpeó—. Sé que Marie le dio a Olivia un archivo que pertenecía a
una daga; lo sé porque fui yo a quien le pidió que se lo entregara a
Olivia. Fue extraño, y en ese momento pensé lo mismo. Paso hace
mucho tiempo atrás y Olivia acababa de terminar el entrenamiento.
Marie insistió en que le diera el archivo a ella y solo a ella. Me
pregunto si Marie fue un poco clarividente, porque si es lo que creo
que es, tenemos la ubicación de la daga y podría llevarnos a las otras
Reliquias.
—Le diste a Olivia el archivo, pero eso también significa que otro
bibliotecario tenía la misma información —señaló Ristan.
—Tal vez, pero tal vez no, Marie estaba allí cuando se lo entregué a
Olivia, y ella permaneció en la habitación. Ella también fue la que
ayudó a los bibliotecarios y les enseñó a navegar por las catacumbas.
Si ella supiera lo que era, y pudiera sentir el futuro de la forma en
que tú puedes, Ristan, tal vez quería que solo Olivia y yo supiéramos
de su existencia.
—Creo que mejor voy a preguntarle a una Bruja sobre una daga —
dijo mientras se alejaba de la mesa y se levantaba.
—¿Cómo esta ella? —Synthia preguntó, con los ojos agudos
mientras observaba su orgullosa postura y una sonrisa iluminaba sus
ojos.
—Ella es mía —dijo con una pequeña sonrisa—. Tengo algunos
cabos sueltos para atar. Después de eso, saldré a ver qué puedo
encontrar. Sin embargo, voy a necesitar que alguien cuide mi
espalda, porque estoy seguro de que si lo descubrimos, los Magos no
están muy lejos de nosotros —admitió. A pesar de que podía
manejar la mayoría de la mierda que esos enfermos y retorcidos
bastardos podían arrojar sobre él, él se movería con una mujer
pisándole los talones y quería asegurarse de que no le pasara nada
mientras ella los ayudaba.
—Ten cuidado con el diablo —dijo Ryder con una sonrisa malvada—.
Ese podría ser mucho más peligroso de lo que parece. Avísanos
cuando necesites ayuda; sabes que iremos cuando sea necesario.
Ninguno dejara de blandir su espada para ayudarte.
—Cuento con eso —dijo mientras se levantaba y salía de la
habitación.
Capítulo Treinta y Dos
Olivia se despertó con la sensación de ser observada. Estiró los
brazos y ahogó un bostezo mientras se sentaba en la cama para
encontrar a Ristan mirándola mientras dormía. Rápidamente se
limpió la boca con el dorso de la mano para asegurarse de que no se
había babeado mientras dormía. Él sonrió como si hubiera leído su
mente y sacudió la cabeza.
—Roncas —dijo juguetonamente.
—No lo hago —dijo ella, mirándolo mientras una sonrisa se formaba
en su boca llena.
—Entonces explícame por qué todos los árboles se han escapado y
se esconden mientras hablamos.
—En serio, ¿ronco? —Preguntó con voz preocupada.
—Lo haces —bromeó—. Arriba —la persuadió mientras retiraba las
mantas y usaba su magia para lavarla en lugar de perder el tiempo
con una ducha. Con un rápido movimiento de sus dedos, la vistió
con un vestido de algodón azul celeste que hizo que sus ojos
brillaran. Tenía una falda larga, que no le gustaba demasiado, pero
quería que ella se sintiera cómoda cuando abordara la conversación
que necesitaba tener con ella—. Necesito que estés despierta, luego
necesito que escuches lo que tengo que decir.
Extendió la mano hacia la mesa que había preparado con una gran
variedad de alimentos y bebidas, agarró el café y pasó los dedos por
el borde de la taza azul hasta que salió vapor. Ella lo miró con
asombro en los ojos mientras él le calentaba el café.
—Caliente, pero no hirviendo con una pizca de crema fresca de
vainilla y un cucharada de azúcar, como te gusta. También hay
melón fresco y otras frutas para el desayuno —dijo mientras le
entregaba la taza y la miraba mientras bajaba la nariz para inhalar la
cálida y fragante vainilla.
La había observado lo suficiente como para saber exactamente
cómo tomó su café, y que prefería la fruta fresca al tocino y los
huevos. También sabía que odiaba ir a Starbucks porque pensaba
que los baristas no preparaban el café lo suficientemente fuerte, pero
no estaba en contra de comprarlo para prepararlo en casa, donde
podría hacerlo lo suficientemente fuerte para su gusto.
Tomó un sorbo de café y gimió mientras cerraba los ojos con una
sonrisa. —Esto sabe a cielo —murmuró entre sorbos.
Disfrutaba viéndola comer, y como él no necesitaba comida
humana, no se unió a ella, pero sí disfrutó viendo como los jugos de
los pedazos de melón intentaban escapar de sus labios mientras ella
los devoraba. Le encantaba la forma en que ella comía sin
preocuparse de qué o quién estaba mirando, a diferencia de muchas
chicas humanas que había observado que fingían estar llenas
después de solo unas pocas mordidas. Olivia siempre comía como si
le estuvieran dando su última comida.
Una vez que ella terminó, él le entregó una servilleta y le tendió la
mano mientras la sacaba de la habitación para que su cerebro
pudiera estar donde lo necesitaba, y no en la cama gigante y la sexy
mujer que quería inclinar allí.
—¡Solo escúpelo! —Dijo cuando llegaron a la sala de estar, donde los
archivos y documentos todavía estaban dispersos por todas partes,
lo que él sabía que tenía que llevar a su TOC al límite.
—Synthia te dio el archivo de una daga poco después de que saliste
del entrenamiento; ¿Lo recuerdas? —preguntó, sus ojos observaban
cualquier signo de agitación mientras sus dedos acariciaban
distraídamente su palma.
—Sí —respondió ella con sinceridad—. Eso fue hace mucho tiempo.
—Marie le dijo a Synthia que debía dártelo, pero en ese momento a
Synthia le pareció extraño porque eras bastante nueva en tus
deberes.
—Sí, también dije eso. Pensé que debería ir a otro bibliotecario que
tuviera más experiencia para hacerlo que yo. Marie me dijo que yo
tenía que archivarlo, pero era extraño porque normalmente un
Anciano de la biblioteca estaría presente, y Marie era más que un
Anciano. Ella conocía todo el funcionamiento del Gremio de arriba a
abajo, y me dijo que necesitaba que yo lo hiciera. Recuerdo que
Synthia me lo trajo, y recuerdo que tenía una mirada extraña en su
rostro mientras miraba a todos los bibliotecarios mayores —dijo
mientras hacía una mueca y continuaba—. Sin embargo, en lugar de
entregarlo a otro bibliotecario para que lo verifique dos veces
después de que termine de procesarlo, Marie lo tomó. Simplemente
dijo que quería estar segura de que había revisado dos veces el
archivo.
—¿Le dijiste a alguien al respecto? —preguntó mientras la miraba.
—No, nunca; Marie era una Anciana y yo confiaba en ella al cien
por cien. Fue amable y se preocupó por nosotros —suspiró
profundamente y volvió los ojos preocupados hacia Ristan—. Ella
nos amaba, y creo que si hubiera estado viva para ver al Gremio
caído, moriría de nuevo.
—Marie fue asesinada —señaló Ristan.
—Nos dijeron que fue asesinada por un grupo de radicales —
corrigió.
—Les dicen lo que quieren que sepan, tal como te dijeron que todos
los Faes eran malvados. Dime, Olivia, ¿todavía te parecemos
malvados? —él respondió.
—No puedo responder a eso —susurró—. Solo sé lo que nos dijeron.
También sé que ella era diferente a los otros Ancianos. Ella nos
enseñó cosas importantes y sobre la autoestima. También era la
mujer más dulce que había conocido. No puedo imaginar que
alguien realmente la quiera muerta, ni siquiera después de todo este
tiempo.
—Hace unas semanas, estoy seguro de que no podías imaginar a un
Anciano del Gremio conspirando para matar a todos en su propio
Gremio, pero la mierda sucede. La gente guarda secretos; todos lo
hacemos. Así que de vuelta a la daga —respondió.
—Está en Irlanda —respondió distraídamente y tenazmente regresó
al tema anterior—. Los Ancianos nos dijeron que Marie fue
asesinada por un grupo de radicales fuera del Gremio. Si realmente
fue asesinada dentro del Gremio...
—Los padres de los estudiantes habrían entrado en pánico; los
Ejecutores habrían pedido la sangre de un enemigo invisible. Alden
cree que fue asesinada por otro Anciano, uno que quería tomar su
lugar.
—Cyrus tomó su lugar —susurró sin aliento.
—Eso fue lo que hizo.
Pareció considerar sus palabras por un momento y luego asintió
como si estuviera dispuesta a dejar que esa línea de pensamiento se
fuera por ahora. —Está bien, entonces hay algunas cosas que no
tienen sentido, mientras que algunas sí. La daga supuestamente
estaba escondida en Dublín, Irlanda; los archivos declararon que
estaba en las catacumbas de la Catedral de San Patricio. Recuerdo
algunos detalles de los registros, pero preferiría volver a verificar
esos hechos con los de la Biblioteca del Gremio antes de que alguien
vaya a la catedral.
—¿Irlanda? —Preguntó con una sonrisa torcida—. Irlanda está llena
de mitos y leyendas, y es el lugar perfecto para esconder algo.
—Irlanda —confirmó y asintió con la cabeza—. Café —sonrió ella—.
Por favor.
—Bien, pero necesitamos unir algunas cosas. Tengo que ver a
alguien antes de que podamos irnos a Irlanda y tendrás que venir
conmigo. ¿Sabes algo más sobre esa caja?
—¿Aparte del hecho de que es mala? —bromeó ella—. Sé que Marie
lo sabía. Ella pensaba que debería ser destruida. El problema es que
nadie sabía lo suficiente para saber cómo destruirla con éxito. Ella
hablaba abiertamente con nosotros sobre cosas como esas, como si
no fuéramos solo un grupo de niños en entrenamiento, más como si
fuéramos adultos que pronto estarían a cargo. Todavía no estoy
segura de dónde podría estar la llave, pero, Ristan, lo que sea que
esté dentro de esa caja, está más allá de cualquier cosa que haya
sentido antes. Es como si el mal crudo y ardiente irradiase de ella
como si fuera una fuerza vital en sí misma —susurró temblorosa.
—Así es el hombre que vamos a ver —dijo suavemente mientras su
palma tocaba su mejilla—. Te empacaré un bolso y nos iremos
dentro de una hora. Después de concluir mi asunto allí, nos iremos a
Irlanda.
—¿Y cómo saldremos de las montañas? —ella preguntó con una
mirada preocupada—. ¿Más tele-transportación?
—Por ti y la caja del mal, conduciré —dijo con una sonrisa—. No iré
volando en uno de esos artilugios de la muerte sobre un océano, sin
embargo, para Irlanda, nos transportaremos.
Capítulo Treinta y Tres
Trajo una Land Rover que parecía que nunca antes había sido
conducida. El interior era de cuero negro, mientras que el exterior
era de color blanco opalescente. Había conducido en silencio
durante más de una hora cuando salió de la carretera, se detuvo al
costado de un camino desierto y se estacionó antes de mirarla con
una sonrisa de complicidad. —Sé que te incomoda viajar con la caja,
pero el hombre al que se la llevamos no es estúpido. La necesita, y
nosotros necesitamos que esté de nuestro lado para la próxima
guerra. A veces, tener a los villanos malvados más grandes y malos
de tu lado es el mejor plan. No desatará el infierno en la tierra,
porque no podrá gobernarla si lo hace. Por lo que hemos escuchado,
Lucian siempre tiene el control y no necesitaría algo como esto para
desatar el mal. Él está buscando algo. No tenemos idea de quién o
qué es, solo que una vez que lo encuentre, probablemente volverá a
donde sea que pertenezca.
—¿Qué pasa si la abre sin una idea real de lo que hay dentro y se
desata algo malo? —preguntó preocupada, su miedo claro de ver en
sus hermosos ojos—. ¿Qué pasa si te equivocas con sus motivos y él
sabe lo que hay dentro y lo suelta?
—Entonces enviamos a Ryder a matarlo y a él si es necesario —
afirmó simplemente, como si fuera una elección fácil—. Ryder es el
Rey de la Horda, y no permitirá que ningún daño llegue a los
Humanos porque ama a Synthia. Ella ama a los humanos y fue
criada como una de ustedes. Confía en mí, Olivia. Ella sigue siendo
una Ejecutora, solo una con los ojos bien abiertos ahora. Los tuyos
también se están abriendo, y ves lo que estaba mal dentro del
Gremio, incluso si aún no puedes admitirlo abiertamente. Adam,
Adrian y Synthia todavía me preguntan cada vez que los veo si estás
bien. ¿Qué te dice eso?
—Lealtad, pero no lo entiendo. Un día eran la Elite, los mejores
Ejecutores del Gremio, y al siguiente simplemente desaparecieron.
¿Cómo pudieron pasar tanto tiempo sin saber lo que eran?
—Synthia era una niña cuando fue llevada con sus padres adoptivos.
Tenía un sello, sus verdaderos poderes encubiertos. Ella fue marcada
para suprimir sus poderes Fae y mantenerla luciendo como una de
ustedes por el mayor tiempo posible. Adam es su familiar, o lo fue
hasta que renació como una Diosa. Fue arrastrado accidentalmente
aquí cuando los guardianes de ella fueron asesinados, y sus padres
pensaron que lo habían perdido. Estar conectado con Synthia y
siempre cerca de ella ayudó a mantener sus poderes suprimidos
también. A medida que crecían, Adrian vio que Synthia tenía más
poder que él, y sabía que ella era mucho más de lo que podía ver, así
que cuando Ryder hizo que Vlad le ofreciera la inmortalidad y más
poder del que podía tener como Brujo, aceptó el regalo. No
cometieron errores, ni lo hicieron para joder al Gremio;
simplemente se convirtieron en lo que se suponía que debían ser.
—Es casi increíble —susurró ella mientras él ponía el SUV en
marcha y regresaba a la carretera—. Nos dijeron que habían
traicionado al Gremio, y cientos de registros de misiones fueron
sacados y revisados. Odiaba revisar sobre ellos, ¿sabes? Como si se
hubieran infiltrado en el Gremio y nos mintieran todo el tiempo es
cómo nos hicieron sentir, pero incluso mientras revisábamos los
registros de misión, todos los hechos verificados y los testigos
presenciales de las misiones fueron interrogados, y nada cambió.
Hicieron cumplir las leyes del Gremio con el mayor respeto. Se
descubrió que Synthia cuestionaba sus órdenes más que otros
Ejecutores, pero ahora creo que puede haber estado entendiendo lo
que estaba sucediendo antes que nadie. Ella siempre era la más
ruidosa sobre cualquier tarea que creía que era una mierda —
reflexionó con una pequeña sonrisa.
—Es perspicaz y persistente —acordó Ristan—. Y terca como una
mula —agregó con una sonrisa.
—Te agrada —preguntó Olivia cuando sintió una pizca de celos.
—Creo que si mi hermano no la hubiera reclamado, habría
intentado al menos probarla. Tiene un fuego que a la mayoría de los
hombres les encantaría probar.
—Y yo no lo tengo —dijo en voz baja mientras levantaba las piernas
en el asiento y las abrazaba.
—Tienes un resplandor interno, un fuego que empieza lento y se
enciende gloriosamente, pero no eres igual que Synthia. Ella es una
luchadora que se lanza a la refriega sin pensar primero, y tú... Eres
una pensadora como yo. Intentas ver las cosas desde todos los
ángulos y cuestionas las cosas, en su mayor parte.
—No hice suficientes preguntas antes de entregarte a Cyrus, y si
pudiera deshacerlo, lo haría —dijo suavemente—. Con todas las
cosas que sé ahora, no los habría traicionado ni a ti, ni a Alden, para
el caso. Lamento mi parte en ello. Sé que no me creerás, pero lo
siento.
Él sonrió y se volvió para mirarla, realmente mirarla. Su cabello
tomó la luz del sol y desde donde él estaba en el asiento del
conductor, ella era más que hermosa. Era la combinación perfecta de
fuego y hielo. Sus ojos de zafiro brillaban con su propia pureza
interior, mientras que su halo rojo de cabello hacía que su piel
pareciera un poco más pálida de lo que había sido esta mañana.
—Eres más que hermosa, Olivia. Nunca he deseado a una mujer
tanto como ahora. Si tuviéramos más tiempo, me detendría y te
mostraría lo que podría hacer con tu dulce cuerpo empujado contra
el capó de esta SUV.
—De verdad —susurró guturalmente, pero mientras hablaba, un
rayo crujió en el cielo, haciéndola saltar.
La tormenta golpeó la cordillera con fuerza. La nieve y el aguanieve
hacían que el camino fuera traicionero, y finalmente Ristan cedió al
nerviosismo de Olivia y se detuvo en uno de los muchos refugios de
montaña para alquilar una habitación. Una vez que estuvieron
adentro, él la vistió con ropa seca y fresca y luego hizo lo mismo para
sí mismo.
Chasqueó los dedos y un fuego crepitante se encendió en la elegante
chimenea. Podría haberla llevado al club de Lucian y haber enviado
a uno de sus hermanos a recuperar el Land Rover, pero quería este
tiempo con ella. No estaba seguro de por qué, o qué saldría de eso,
solo que disfrutaba de su compañía.
Acababa de darle una taza humeante de cacao de menta cuando la
tormenta violenta arrancó uno de los postigos de la ventana, lo que
la hizo saltar de nuevo y derramar el cacao.
—Ouch —gritó mientras dejaba la taza y se llevaba los dedos
quemados a los labios. Se acercó a ella y tomó su mano entre las
suyas mucho más grandes; un frío relajante emano de sus manos
que aliviaría el dolor de la quemadura mientras la curaba—. Eso se
siente mejor —admitió y levantó los ojos hacia él con una sonrisa—.
Gracias.
Se inclinó hacia ella, su boca reclamando la de ella con un abandono
salvaje antes de que pudiera detenerse. Olvidando su mano, él
acercó su cuerpo al suyo y esperó su aceptación antes de profundizar
el beso.
Él la levantó fácilmente y se dirigió a la cama, pero ella luchó contra
él y él se detuvo, obligando a su cuerpo a enfriar el ardor que ella
creó con una sola mirada. Él se apartó de ella y puso una nueva
persiana sobre la ventana. Satisfecho de que era segura, se volvió
para mirarla.
Estaba casi completamente desnuda, vestida solo con un par de
bragas de color rosa pálido de encaje y las gruesas zapatillas de piel
que le había conjurado en los pies. Tragó saliva y se obligó a
quedarse quieto, como si fuera un animal asustadizo que pudiera
asustarse fácilmente.
—Quítate la ropa y acuéstate en la cama, por favor —susurró ella con
voz ronca. Levantó una ceja ante la abrupta solicitud.
—Olivia... —Había estado a punto de darle una salida, por lo que no
se sentiría obligada a follarlo. Sin embargo, su curiosidad se apoderó
de él y se quitó la ropa mientras caminaba hacia la cama,
acostándose sobre ella con una sonrisa arrogante—. No estás
planeando algo malo, ¿verdad? —bromeó y vio como ella sonreía.
Sus manos se levantaron para pellizcar suavemente sus pezones
rosados que tenían una conexión directa con su polla. Apenas logró
sofocar el gemido cuando ella se acercó a la cama, sus ojos
deleitándose con su cuerpo.
—En los libros que leía, a menudo soñaba con hombres creados para
esto, pero estaba segura de que no existían realmente —confió. —Tu
cuerpo es perfecto —susurró mientras bajaba una mano y la
arrastraba sobre sus abdominales definidos y musculosos. Sus dedos
apenas tocaron su piel cuando trazó un patrón circular en su carne.
Se sentó a horcajadas sobre él como lo había hecho en el hermoso
lugar de Faery al que la había llevado, y bajó los labios hasta su
pezón perforado. Sus dientes chasquearon contra el piercing
primero mientras lo probaba suavemente con un suave tirón. Sintió
su polla mientras se levantaba y se curvaba contra su abertura. Ella
se movió hacia el otro y ocultó su sonrisa cuando su polla saltó
nuevamente cuando su lengua se movió contra su pezón endurecido.
—Maldición, mujer —gruñó sin aliento cuando ella se agachó y
comenzó a trabajar su larga y gruesa polla con su mano. Levantó las
caderas y se recordó mentalmente que ella no estaba acostumbrada
a esto, y fuera de sus experiencias con Danu, tampoco él. Aparte de
Danu, no había permitido que ninguna otra mujer lo controlara.
Levantó la cabeza mientras ella bajaba por su cuerpo y su corazón
dio un salto mortal cuando su lengua salió a lamer sus labios
mientras miraba su polla. Se movió para sentarse y se recostó sobre
sus antebrazos. Luego, mientras él la miraba, ella se inclinó más
cerca y usó su lengua para alcanzarlo y probarlo.
Todo su cuerpo vibró con el simple acto. Joder, estaba en tantos
problemas con esto. Sus labios lo besaron, y antes de que él pudiera
adivinar su próxima acción, tomó la punta entre sus labios y lo
deslizó hacia abajo hasta que tosió. Él sonrió ante su ineptitud, pero
joder si no era la cosa más caliente que había visto en su vida.
En lugar de darse por vencida, ella lo tomó en su boca nuevamente
esta vez más despacio. Su cabeza rodó hacia atrás y sus brazos se
doblaron contra la cama mientras empujaba sus caderas,
alimentándola más hasta que ella apretó su polla y comenzó a
trabajarlo lentamente hasta que levantó la vista. Sus ojos eran fuego
líquido cuando permitió que su polla se deslizara de su boca y se
arrastró por el colchón hasta que su cuerpo estuvo por encima del
suyo.
—Me vuelves loco —dijo con voz temblorosa mientras la observaba a
horcajadas sobre su cuerpo, su mano colocando su polla donde ella
quería. Ella era un desastre húmedo, y se deslizó fácilmente dentro
de su coño.
—Ídem —respondió ella cuando comenzó a mover su cuerpo en un
movimiento de balanceo. Ella era la cosa más hermosa que había
tenido. Él sonrió mientras gruñía y la volteó hasta que su espalda
estuvo sobre el colchón y sus muslos se separaron. Su polla se
deslizó fuera de su resbaladizo calor y antes de que ella pudiera
protestar, su cuerpo se movió y enterró su rostro en su humedad.
—¡Ahh! —Ella gimió y gritó cuando él usó su nariz contra su clítoris
mientras su lengua empujaba. Puede que no tuviera la habilidad que
Ryder tenía para hacer crecer una polla más grande, pero era un
Demonio. Su lengua se hinchó hasta llenarla y sus ojos se deleitaron
con los de ella mientras la incredulidad se iluminaba en sus
profundidades oceánicas. Empujó más hasta que ella se retorció
contra él para alejarse.
Su lengua acarició el punto dulce mientras ella gritaba, su cuerpo se
puso resbaladizo por el sudor mientras él continuaba empujando su
lengua más profundamente mientras la follaba en el punto G, justo
hasta que explotó con violentos temblores y unas pocas palabras
malévolas que lo hicieron sonreír contra su empapado coño mojado.
Empujó sus piernas aún más cuando su lengua volvió a su tamaño
normal, y movió su cuerpo hasta que su miembro volvió a su
entrada.
Se sumergió en su cuerpo sin permitirle que bajara de la nube que
estaba ocupando actualmente, y la tomó con una fuerza que la
dejaría adolorida hasta que decidiera curarla. Su polla estaba
agarrada por su coño como si se negara a devolverlo, o tal vez lo
estaba abrazando. ¿A quién no le gustaba un buen abrazo con una
vagina?
Él empujó sus piernas hacia arriba, permitiéndoles cerrarse un poco
mientras las levantaba para una mejor profundidad. Ella gritó
cuando él empujó más profundamente en su calor acogedor. Él
inclinó su rostro sobre su cuerpo y mordisqueó sus pezones
turgentes, girándolos entre su lengua y dientes hasta que la sintió
deslizarse por el borde nuevamente. Solo entonces se permitió
encontrar la liberación mientras saboreaba su alma, su coño
alimentaba a su Fae mientras su alma alimentaba a su Demonio.
Esta vez, no tuvo que tirar de su Demonio; se controló a sí mismo y
solo tomó una pequeña astilla, aparentemente contento con eso.
Como si quisiera complacer a su anfitrión al no desperdiciar este
regalo para poder tener más a largo plazo. Ristan sabía que nunca
tendría suficiente de la forma en que su alma sabía, adictiva y
sumergida en una pureza que era difícil de encontrar en la raza
humana. La tomó cuatro veces más, disfrutando de cada orgasmo
mientras ella gritaba su nombre y el de Dios. ¿Como si Dios alguna
vez aprobara que ella gritara su nombre mientras un Demonio la
estaba follando? Él sonrió cuando ella murmuró palabras
incoherentes hasta que se desmayó.
Sí, iba a tener dificultades para dejar ir a esta.
Él acurrucó su cuerpo protectoramente alrededor del de ella y
durmió, felizmente inconsciente de la Diosa que los miraba desde la
ventana reabierta, su ira se elevaba ante lo que había presenciado.
Ristan metiendo su cuerpo mucho más grande alrededor de la
bibliotecaria y luego besando su frente con ternura.
*~*~*
Ristan sintió su presencia antes de poder verla rodeando las
cabañas. Terminó de cargar las pocas cosas que habían traído
consigo a la parte trasera cuando Olivia salió y se subió al asiento del
pasajero del Land Rover.
Sus ojos recorrieron el bosque cubierto de nieve mientras se movía
hacia el asiento del conductor y se inclinaba para encender el motor
para que el calentador se activara y la mantuviera caliente. —Ya
vuelvo —dijo mientras le daba una sonrisa amable y se volvió para
moverse hacia donde Danu se había deslizado en el bosque detrás de
las cabañas.
Acababa de atravesar la maleza cuando la vio más abajo en el
camino. Estaba vestida con una túnica blanca, sus rasgos
oscurecidos al verlo mientras él se acercaba a ella. Su corazón se
aceleró, pero sabía que tenía que enfrentarla.
—Danu —susurró, preguntándose cómo podría explicarle sobre
Olivia a una antigua Diosa que tenía un punto negro donde debería
haber estado su corazón.
—Tu tiempo se acabó, y es hora de que ella muera —susurró y se
volvió para mirar a Ristan con lágrimas de sangre corriendo por su
rostro.
Hizo una pausa y odió la sensación enferma y retorcida que entró en
su estómago ante sus palabras enojadas. Sintió que su corazón se
enfriaba en su pecho y sacudió su cabeza hacia ella.
—Si la matas, Danu, será mejor que me mates a mí también —
susurró—. Ya no soy el niño que pensaba tú eras su mundo. Te amé
una vez, estoy seguro de eso ahora, pero no tú me amaste. No puedes
amar a nadie porque no creo que te hayan enseñado a amar alguna
vez. No puedes entenderlo porque en tu mundo no existe. Es por eso
que nosotros, las criaturas que creaste, tenemos fallas. Olvidaste
amar a los que creaste y, a su vez, nos hizo incapaces de comprender
lo que era.
—El amor es una debilidad —espetó ella—. ¡Soy una Diosa! No
puedo tener debilidades. Si amara a cada uno de mis hijos, solo
pintaría un blanco en sus espaldas para que otros Dioses y Diosas
vengativos lo usen en mi contra. Creé a los Faes sin amor porque
necesitaba que fueran más fuertes que la raza anterior y que no
tuvieran debilidades que pudieran matarlos. ¡Los convertí en
asesinos, aquellos que pelearían hasta su último aliento por mí y al
hacerlo, tuve que dar mi alma! Moriré si estás demasiado distraído
por un coño apretado para salvar a Faery, así que ahora conoces tu
verdadera debilidad.
—Hice mi parte, cumplí cada tarea y te exijo que lo reconozcas;
ayudé a sanar el Árbol de la Vida —gruñó, odiando que ella creyera
que podía reclamar su vida después de lo que había hecho—.
Ayudaré a encontrar las Reliquias, pero ya te dije, Diosa, que hemos
terminado. ¿Lo que me hiciste? Eventualmente podre perdonarte
por eso, pero ¿tu constante necesidad de controlarme y el descarado
desprecio por las situaciones jodidas en las que me dejaste? Lo
superé. Toca a Olivia y terminaré mi parte en salvar a Faery. Ayudo
a luchar por Faery por elección, no porque no pueda sobrevivir en
otro lado.
—Peleas porque es tu hogar y tu gente la necesita para sobrevivir —
susurró mientras se limpiaba los ojos.
—Sobreviviríamos —respondió con confianza—. Tomaríamos
fácilmente este mundo y lo convertiríamos en nuestro nuevo hogar,
pero queremos el nuestro. Esa es la diferencia, Danu;
sobreviviremos a cualquier precio. Tú, por otro lado —dijo dejándolo
abierto mientras se encogía de hombros—. Deja en paz a la pequeña
Bruja; con quién follo y de quién me enamoro no depende de ti. No
sé qué está pasando entre nosotros, pero estoy dispuesto a ver a
dónde va. Esa es mi elección.
—Podría mover fácilmente mis dedos y matarla —dijo mientras
estrechaba sus ojos sobre él—. Pero me temo que tendrás que
aprender las lecciones de la vida por tu cuenta. Lección número uno,
tu linda pelirroja acaba de robarte el auto porque no puede esperar
para deshacerte de ti. Lección número dos, ella te sedujo lo
suficiente como para que bajaras la guardia, y funcionó tan bien que
olvidaste que hay una caja dentro del auto que cierto Demonio
matará por conseguir —dijo con un susurro lleno de autoconfianza—
. Tal vez él la encuentre primero, o tal vez yo lo haga. Tic, tac, bebé —
dijo con una risa desagradable mientras chasqueaba los dedos y
desaparecía.
—¡Perra! —rugió mientras giraba y se cernía hacia el lugar donde
había dejado a Olivia, solo para encontrarla a ella y al Land Rover
desaparecidos.
Capítulo Treinta y Cuatro
Olivia se apresuró hacia la carretera y no se detuvo hasta que había
puesto más de cien millas entre ella y el Demonio. Le dolía el
corazón con cada kilómetro que conducía y consideraba regresar,
pero luego se recordaría una y otra vez que él era su captor y que no
había futuro con él.
Captor, lo que significa que la había tomado por la fuerza, jugaba
juegos perversos con ella, lo que, si era sincera, no era tan malo.
Bueno, si era sincera, lo había disfrutado mucho más de lo que
estaba dispuesta a admitir. Pero, ¡libertad! No más estar encerrada
en una celda, no más estar confinada en un dormitorio. No más
preocuparse por estar al borde de perder su corazón por un
Demonio. Sentía como si estuviera canalizando a William Wallace e
incluso ahora debería estar pintando su cara de azul mientras
conducía cada kilómetro hacia la libertad.
Veinte minutos después llegaron las lágrimas, y con ellas la cruda
realidad, recordando que ella no tenía absolutamente ningún lugar
adonde ir y que no podía acercarse a nadie sin alertar a Cyrus, o las
personas con las que trabajaba que todavía vivía. Además de Alden,
todos los que había considerado su familia habían muerto en el
Gremio de Spokane.
El único consuelo que tenía, si Ristan le decía la verdad, rezaba a
Hécate que lo fuera, era que los niños que había escondido en la sala
de música estaban vivos y serían enviados a sus padres. Todavía se
preguntaba qué pasaría con los pequeños que no tenían padres. Los
que no tuvieron la suerte de tener un defensor para luchar por ellos.
Ella había sido una de esas niñas, y esperaba que Synthia y Adam
cuidaran de esos niños e hicieran lo correcto en lo que a ellos
respecta.
Silenciosamente secó las lágrimas y puso la música mientras pasaba
por pueblos y casas de campo sin nombre, a través del extenso
campo cubierto de nieve. Pasó vacas, caballos y otros animales
mientras regresaba a la I-90 y hacia la interestatal, que terminó
llevándola de regreso a Spokane y al Gremio.
Acurrucada en las mantas que había encontrado en la Land Rover,
esperó en la calle paralela a las ruinas del Gremio hasta que pasó la
medianoche, y luego el amanecer floreció en el horizonte. Era
sereno, pero mientras luchaba contra el coraje para salir de la
seguridad del SUV, consideró los hechos.
No tenía a dónde ir. Triste, ya que esto ya no era mucho de nada.
Era un montón de escombros que se encontraba sobre extensas
catacumbas que corrían debajo de la mayor parte de la ciudad.
Ella no tenía a nadie. Ni siquiera a su gata, ya que fue dejada atrás
en la mansión en las montañas. Al menos si Ristan la echaba, sabía
que Kit sobreviviría, a menos que un oso la comiera, lo que
apestaría.
Ella no tenía nada. Ni siquiera un cambio de ropa de repuesto por si
resbalaba y caía en el barro. Podía imaginar las cosas que Demonio
había empacado en esa bolsa, y estaba dispuesta a apostar que nada
en ella sería adecuado para usar en público. Sus gustos en la ropa
estaban más en el rango de pervertido a francamente inapropiado.
Aunque, ella se veía bien en algunas de ellas, teniendo en cuenta que
nunca se habría puesto algo como esa ropa si él no la hubiera
conjurado.
Ella no tenía hogar. Tenía hambre, y el frío del exterior comenzaba a
empaparle hasta los huesos.
Soltó el aliento que no se había dado cuenta de que estaba
reteniendo y miró los escombros al salir de la Land Rover, dejando
las llaves en el vehículo, ya que técnicamente no podía conservarlo.
Ella no lo poseía. Un Demonio muy sexy, probablemente muy
enojado, sí. Se puso de pie en la bruma de la madrugada y observó
cómo salía el sol antes de que finalmente se moviera hacia el
Gremio.
Tuvo que atravesar la pared del fondo, trepar sobre montones de
piedras, y cuidadosamente bajó escaleras rotas y tambaleantes
mientras se dirigía a una de las entradas secretas a la biblioteca y las
catacumbas. Ni siquiera estaba segura de por qué había vuelto aquí.
Probablemente porque era familiar, sin mencionar que la Land
Rover no iba a ir a ningún otro lado en este momento. La pequeña
luz de gas estaba encendida y no tenía un centavo a su nombre. Si
intentaba sacar dinero de su banco, alertaría a los miembros del
Gremio de que todavía estaba viva, y prefería que creyeran que su
captor la había matado o llevado a Faery. Todos sabían que los
humanos no regresaban de allí.
Su pie resbaló y golpeó el piso rocoso del túnel con fuerza; le ardían
las palmas de las manos cuando se levantó del suelo. Le dolía el
brazo y, al tocarlo, sintió la sangre que se deslizaba por la parte
posterior de su antebrazo, donde se golpeó el codo en la escalera al
caer.
—¿Por qué demonios no puedo solo aparecer? Esa mierda es mucho
más fácil —gritó en la habitación vacía.
Se trasladó a la biblioteca cubierta de hollín y permaneció en
silencio, como si tuviera una vigilia silenciosa en ella. La mayor parte
de la biblioteca se había derrumbado en la entrada de las
catacumbas. Todo lo que podía ver desde este lado eran restos
carbonizados y hollín. Llegó a un punto de ruptura y gritó tan fuerte
como pudo. Los pájaros volaron desde el interior, tratando de
escapar de sus lamentos de Banshee. Se trasladó a uno de los
escritorios que estaba medio quemado y medio sin daños y lo pateó.
—¡Ay! —Gritó mientras saltaba tratando de sostener su pie herido—.
¿¡Por qué yo!? —Le preguntó al cielo que se asomaba por el techo en
ruinas—. ¿Por qué? No hice nada malo, ¿verdad? ¿Fui una perra
importante en una vida pasada, así que me das esta? ¿Dejándome
abandonada y sola sin una sola persona que se preocupe por mí?
¿Por qué yo? —Susurró entrecortadamente mientras se deslizaba
hacia el suelo—. Ni siquiera mato arañas.
Se sentó en el hollín y el polvo, abrazando sus rodillas con la espalda
contra el escritorio.
—¿Ni siquiera matas arañas? —Ristan bromeó mientras salía de
detrás de uno de los pilares de la habitación.
Ella saltó y luego gimió. —No voy a acercarme lo suficiente a una
para matarla, así que no.
Él se rió y, sin preocuparse por su atuendo, se sentó en el suelo a su
lado. —Robaste mi auto y me dejaste en medio de la jodida ciudad de
la nada.
—Lo hice —dijo mientras descansaba la cabeza sobre su hombro—.
Necesitaba un momento de libertad.
—¿Es por eso que estuviste gritando libertad en mi Land Rover
durante veinte minutos, o mi momento favorito personal cuando
estabas cantando a todo pulmón Fight Song? —él respondió
mientras alcanzaba su palma lastimaba y la curaba antes de hacer
suavemente lo mismo con la otra, así como con su codo.
—Me gusta esa canción —susurró en voz baja—. No me queda nada
—se sorprendió a sí misma y a él al decirlo—. No tengo a dónde ir, y
nadie se daría cuenta si desapareciera —¡Había estado en el auto con
ella todo el tiempo! Revuelta con las emociones con las que estaba
lidiando, y ahora sabiendo que nunca había estado realmente libre
de él, exhaló un suspiro y sacudió la cabeza.
—Eso no es cierto —dijo.
—Lo es; es triste, pero es verdad.
—Yo me di cuenta de que desapareciste —aclaró con una sonrisa
amable.
Sus ojos se movieron hacia él y los rodó. —Por supuesto que lo
hiciste, robé tu auto, que es como un delito grave.
—¿Entonces debería encontrar unas esposas y una paleta y
mostrarte lo que es ser realmente castigada? —preguntó mientras
levantaba una ceja, como si estuviera intrigado con la idea.
—Lo digo en serio —dijo—. Esta era mi casa y no tenía nada más.
Sin plan de respaldo. El Gremio siempre quiso que nos uniéramos a
la seguridad del Gremio, aunque Marie solía alentarnos a pensar
más allá del Gremio, a una vida afuera. Pensé que tenía más tiempo.
Pensé que algún día ahorraría y me mudaría, tal vez planear una
vida y encontrar un Ejecutor fornido que tuviera una obsesión por
las bibliotecarias tontas que nunca han sido besadas.
—¿Cuántos años tienes, Olivia, veinte? —preguntó mientras
descansaba su cabeza contra el escritorio.
—Veintiuno —dijo, como si el año significara algo para él, lo que no
significaba.
—La mayoría de los humanos no tienen una mierda resuelta a los
veintiuno, con la excepción de los alimentos que les gustan, e incluso
eso es dudoso. Si el Gremio no hubiera caído, probablemente
habrías quedado atrapado aquí más allá de tus cuarenta años, casada
con un Brujo que perseguiría a chicas más jóvenes cuando pasara
por el caos de su mediana edad.
—Crisis, y no, me habría casado con uno guapo que solo tuviera ojos
para mí, que disfrutara cocinar y mimarme. Hubiera querido una
gran familia y sería perfecto. Él sería mi compañero en el amor y la
vida —afirmó con entusiasmo soñador.
—Deja los libros, maldita sea. ¿Con quién demonios planeabas
casarte? ¿Una versión masculina de Mary Poppins? —preguntó con
una mirada de reojo.
Ella se rió y se volvió para mirarlo. —Creo que mis expectativas
eran un poco altas. Solo quería tener una familia y amarlos como
ellos me amarían a mí. Apesta estar solo, ¿sabes? Tenía el Gremio,
pero no era lo mismo. Nunca encajé realmente. Marie me dijo que
cuando nací, los Ancianos de Salem pensaron que mi padre era uno
de los Brujos más poderosos asignados al Gremio de Salem. Nadie lo
sabe con certeza porque mi madre murió al tenerme y no le dijo a
nadie quién era y él no se presentó para reclamarme cuando ella
murió. Me puso en desventaja cuando vine aquí.
—De todos modos, una vez que tuve la edad suficiente para
entender lo que sucedía a mí alrededor, pude ver que, aparte de ser
una niña, no tenía mucho en común con nadie aquí. Mary solía
burlarse de mí acerca de los niños y cómo me veían más como una
hermana pequeña y menos como alguien con quien podían salir, y
los hombres en mis libros eran mucho mejores que los niños con los
que estaba creciendo. Quería encajar, y quería ser normal.
Simplemente no sucedió para mí. Ni siquiera podía acceder a mi
magia como lo hacían los otros niños. La tengo, pero no puedo
canalizarla de la misma manera, así que tuve que encontrar formas
de hacerla funcionar para poder mezclarme y no atraer demasiada
atención. Fin, uno de los otros bibliotecarios, podía usar la suya para
enviar archivos de regreso sin abandonar su asiento, pero la mía era
más débil. Podía devolverlos lo suficientemente rápido y, por
supuesto, hacerlo manualmente aseguraba que no hubiera errores.
Creé un sistema que funcionó, y tuve algunos trucos para que ser tan
rápida como los demás. Sin embargo, no festejé como los demás;
fue mi culpa porque era más tímida que los demás y no me sentía
cómoda uniéndome. Solo quería a alguien que me hiciera sentir
normal.
—Eres normal, Olivia. Eres tan normal como podría ser alguien que
creció en un lugar como este. Entiendo que estuviste protegida
dentro del Gremio y te criaron para seguir órdenes, lo que te hace
muy ingenua, pero sé que tienes sueños y que eres una buena
persona. Aparte de robar mi auto, probablemente nunca has violado
la ley.
—Olvidé pagar un café una vez —admitió, y él sonrió.
—¿Y qué hiciste después de descubrir que no habías pagado? —
preguntó mientras miraba alrededor de la habitación.
—Regresé y pagué el maldito café. Era tan imperceptible que el
chico del mostrador dijo que nunca me había visto antes y se negó a
tomar mi dinero.
—Ouch —dijo—. Dudo que no te haya notado; o estaba tratando de
darle a una linda chica una taza de café gratis, o era porque usabas
una de esas faldas monótonas que no hacían nada para mostrar esas
piernas tan sexys. Aun así, si no pudo ver la belleza en el exterior, sé
que no podría haberse perdido la belleza que irradias desde adentro.
—Dios, ¿es aquí donde me elogias y luego…? —Se detuvo mientras
sostenía su pulgar contra su cuello y lo arrastraba dramáticamente
sobre su garganta —, ¿me eliminas?
Él rió. —Debería pegarte; no disfruté que me abandonaras
impulsivamente, pero disfruté verte conducir.
—Espera, retrocede. Tú... —Hizo una pausa mientras repetía lo que
él había dicho antes—. Estaba vigilando que no me siguieras; ¿cómo
diablos?
—Creo que en algún lugar entre gritar libertad y llorar con tus lindos
ojitos, me extrañaste y yo aparecí y estaba perdido por la rareza de la
situación. También estaba bastante seguro de que querías pasar un
tiempo a solas.
—Necesitaba algo de tiempo a solas para pensar. Han pasado
muchas cosas y necesitaba tiempo para procesarlo —admitió.
—¿Y lo hiciste? —preguntó con cuidado.
—Algo así. Estoy empezando a pensar que tengo un caso grave de
síndrome de Estocolmo.
—¿Estocolmo qué? ¿Qué demonios es eso? —preguntó, dándole una
mirada curiosa.
—Es una condición psicológica donde un rehén o una víctima de
secuestro forma un vínculo antinatural con su captor —dijo con una
sonrisa torcida mientras él hacía una mueca.
—Déjame adivinar; ¿Crees que tienes eso porque te gusto y resultó
que no soy el mayor imbécil del mundo? ¿Alguna vez consideraste
que tal vez solo soy adictivo y creaste un hábito?
Ella puso los ojos en blanco y le dio un codazo. —Nop. Ahora estoy
empezando a pensar que solo apestas.
—No, pero tú lo haces bastante bien8 —dijo mientras la acercaba a él
y la besaba en la mejilla—. Tenemos un lugar donde estar y
necesitamos limpiarnos. Vlad me aconsejó que me vistiera en
consecuencia; y por vestir, se refería a un buen traje de noche,
corbata negra y todo eso. Sin embargo, puedo pensar en algunas
cosas buenas para las que podría usarse la corbata despues.
—¿A dónde vamos? —preguntó ella con curiosidad mientras él la
ayudaba a levantarse.
—A las Puertas del Infierno para encontrar a un Demonio y hablar
sobre una caja.

8
En el original “Suck” significa apestar y chupar.
Capítulo Treinta y Cinco
Una vez que regresaron al Land Rover, los vistió a ambos con ropa
limpia que sería más adecuada para donde iban, o al menos eso fue
lo que le dijo. Se veía caliente con una camiseta básica y jeans, pero
vestido con un traje Armani con una camisa de vestir blanca, corbata
plateada y gemelos a juego. Oh, que Dios la ayude, ella no podía
apartar la vista de él.
La había vestido con un pequeño vestido negro que tenía mangas
largas, un escote corazón, y la espalda se dejaba abierta en una
dramático corte bajo hasta la mitad de la espalda. La falda corta
tenía hendiduras altas hasta las caderas, lo que afortunadamente lo
hacía más cómodo para sentarse. Sus zapatos eran negros, con
tacones de aguja, e incluso había creado pequeñas rosas de cristal
que adornaban la parte superior de los mismos y brillaban
suavemente en la tenue iluminación interior del SUV. Ella se había
quejado de su cabello, y él había movido sus sexys dedos y su cabello
había sido barrido hacia un lado y colocado en un moño trenzado
suelto a un lado de su cabeza. Suaves mechones de cabello habían
quedado libres para enmarcar su rostro, dándole una mirada
sensual.
No era algo que ella misma hubiera hecho, pero junto con el lápiz
labial rojo y sus ojos delineados con kohl, tenía que admitir que, en
general, la combinación la hacía lucir atractiva. Por lo que podía ver
de sí misma en el pequeño espejo, parecía otra persona. Por
supuesto, ella nunca había usado mucho maquillaje aparte de su
toque normal de rímel y brillo de labios, pero esta noche se sentía
más bella que nunca.
No estaba preocupada hasta que llegaron a un club nocturno que
parecía materializarse en medio de la nada. Él salió del auto y le
abrió la puerta antes de que ella pudiera hacerlo. Él aceptó su mano
mientras ella bajaba de la Land Rover, besando suavemente el
interior de su palma antes de que la soltara. Su corazón se apretó
ante el gesto cortés y no pudo evitar sonreírle.
—¿Club Chaos? —Ella preguntó mientras la música fuerte sonaba
desde adentro—. ¿Todos los pecadores son bienvenidos? —Susurró
cuando la puerta se abrió y una pareja salió con sonrisas a juego.
—Es una broma interna del dueño —explicó Ristan mientras giraba
hacia la escotilla abierta y sacaba la bolsa con la caja dentro.
—Esa cosa no debería ser entregada a nadie —dijo mientras daba un
paso involuntario hacia atrás.
Ristan sacudió la cabeza cuando cerró la escotilla y le tendió la otra
mano. Ella lo aceptó de mala gana, sus ojos en la bolsa en forma de
caja. Nunca había sido capaz de acercarse a ella sin sentirse mal del
estómago, y eso solo hizo que la curiosidad de lo que había dentro le
ardiera más.
Nunca había ocultado su curiosidad por los muchos objetos
sagrados alojados en el Gremio, que los Ancianos habían consentido
hasta cierto punto. Algunos objetos habían sido prohibidos para
tocar o examinar. Una vez le pidieron una vez que sostuviera un
tomo antiguo, que le había dado escalofríos durante toda una
semana después.
Se acercaron a la puerta y ella tropezó con los tacones, pero Ristan
la sostuvo rápidamente y la miró con curiosidad.
—Lo siento —dijo en voz baja—. Esto está un poco fuera de mi zona
de confort.
—¿Quieres decir que nunca saliste de tu habitación o esos malditos
libros el tiempo suficiente para salir a un club? —Bromeó con una
sonrisa despreocupada.
—No tenía muchos amigos —admitió.
Se detuvo ante eso y se volvió para mirarla. —Es mejor que no hayas
sido muy cercana de los que murieron en el Gremio —respondió
solemnemente.
—No facilita que no fuéramos buenos amigos. En realidad me hace
sentir peor. Tuve una mano en lo que sucedió. Tengo que vivir con
eso; incluso si no fuimos cercanos, Ristan, eran mi gente.
No tuvo la oportunidad de responderle, ya que las amplias puertas
del club fueron abiertas por un hombre enorme e intimidante con un
rodete. Normalmente era placentero ver cuando un hombre tenía el
pelo recogido en un moño, pero este tipo no lo era. Estaba cubierto
de tatuajes en los brazos y el cuello, y sus ojos eran de un azul
cristalino vibrante.
—¿Qué mierda quieren? —Gruñó, sus ojos recorrieron a Olivia y
luego a Ristan.
—Hablar con tu jefe —Dijo Ristan sin mostrar una pizca de miedo, a
diferencia de Olivia, que quería regresar a la seguridad del
automóvil.
—¿Es así? —Preguntó el hombre corpulento mientras se reía—.
Tienes algo de bolas, Demonio. Estábamos seguros que lo enviarías
por correo.
—El correo postal apesta y pierden la mitad de la mierda que se les
pagan por entregar. Entonces, ¿está aquí o no?
—Está ocupado —Dijo el hombre, sus ojos se deslizaron hacia Olivia
y el escote bajo de su vestido—. En su oficina de arriba —terminó—.
Sube, si te atreves.
Olivia se alarmó ante eso. ¿Si te atreves? ¿Este tipo hablaba en
serio?
Ristan colocó su mano en la parte baja de su espalda y la empujó
más allá del hombre que vigilaba las puertas. Por dentro se parecía
muchos a los clubes que había visto en revistas o descritos en libros,
con cuerpos girando que se empujaban mientras bailaban al ritmo
de la música.
El cuarto era grande; luces negras delinearon la pista de baile y
luces coloridas se arremolinaban y bañaban a los bailarines,
mientras que el bar estaba lo suficientemente iluminado como para
que el camarero sirviera bebidas sin mezclar las botellas. No es que
hubiera importado si no hubiera sido así, ya que la barra en sí estaba
brillando con una luz verde azulada debajo del vidrio montado que
coronaba la barra. También había una pared de luces brillantes que
se extendían de un extremo a otro de la barra.
—Wow —gritó para ser escuchada por la música a todo volumen.
—Darklands es mejor —le gritó él mientras la movía fácilmente a
través de la habitación llena de gente. No fue sino hasta que llegaron
a una puerta que tenía las palabras "Sala de Pecadores" que se
detuvo. Giró la cabeza en su dirección, sonriendo perversamente. —
Vas a ver algunas cosas raras cuando pasamos por estas puertas.
Hay reglas, Olivia. Uno, me perteneces —le recordó mientras tiraba
ligeramente del torque alrededor de su cuello—. Eso debería alejar a
la mayoría; sin embargo, si alguien pregunta, yo soy amo, tu
amante, y nadie más puede tocarte. Dos, no hagas contacto visual
con los hombres; se considera un desafío para la mayoría. Tres, no te
vayas de mi lado por ningún motivo. Entramos y salimos,
¿entiendes?
—¿Qué demonios hay detrás de esa puerta? —Susurró sin aliento
mientras sus reglas se repetían en su mente.
—Te mostraré —Dijo con una sonrisa maliciosa antes de abrir las
puertas y empujarla suavemente a través de ellas.
La música pulsante y sensual y los gemidos amortiguados de varias
personas explotaron a su alrededor en el momento en que abrió la
puerta, y el sonido de la puerta cerrándose detrás de ella fue
ensordecedora. Era como si hubieran dejado la seguridad del mundo
real, y ella inmediatamente quería darse la vuelta y marcharse.
Ella se detuvo, insegura de si quería continuar más allá de la
entrada. —¿Qué es este lugar? —Susurró. Ella saltó cuando el sonido
de un látigo que se juntaba con la carne junto con los gemidos de
placer de una mujer surgió a solo unos metros de distancia.
—Este sería un club de sexo exclusivo, solo por invitación. Uno de
los más notorios en la Costa Oeste de USA —explicó con una sonrisa
torcida.
—Tengo que irme —dijo mientras sacudía la cabeza, insegura de qué
demonios estaban haciendo aquí. Ella escuchó los gemidos y el látigo
cuando estalló contra la carne nuevamente. Oh mierda, necesitaba
correr, rápido.
—Te tengo; nadie aquí te tocará, Olivia. Eres mía.
—No pertenezco aquí —Susurró con vehemencia.
—Toda mujer merece ser liberada de la jaula confinada en la que la
sociedad intenta encerrarla. Ven; mira lo que es antes de solo
rechazarlo.
No le dio tiempo para discutir mientras agarraba su mano y la
llevaba a la esquina y hacia una habitación donde el látigo se unía a
carne, y los sutiles gemidos de placer se hicieron más fuertes. Una
multitud rodeó a una mujer mientras un enorme hombre corpulento
empuñaba el látigo.
Estaba desnuda y asegurada con una cuerda que le impedía hacer
otra cosa que ponerse de puntillas mientras la azotaban por detrás.
Las ronchas le cruzaban la espalda, el trasero y los muslos, pero la
piel no parecía que estuviera rota. La bilis se elevó en el fondo de la
garganta de Olivia, y la empujó hacia abajo recordándose que había
estado atada una vez y que lo había disfrutado. Mucho más de lo que
nunca pensó que haría.
Olivia se obligó a permanecer estoica e ignorar a las personas que
alentaron al hombre a continuar con el castigo de la mujer. Ella
contó cada latigazo, y mientras la multitud gritaba, vio como él
soltaba el látigo y se acercaba a ella, su mano agarraba el pelo de la
mujer con dureza mientras le tomaba el coño con la otra mano.
Olivia no podía imaginar ser exhibida como esta mujer, y aun así
parecía que quería esto.
—¿Ella está dispuesta? —Olivia preguntó con una voz apenas
audible.
—Ella está más que dispuesta —dijo una mujer con el pelo rojo
brillante cuando se volvió para responder a Olivia—. Ella ha elegido
servirle, y la mayoría de nosotras rogaríamos de rodillas servirle a él.
Mira su polla —dijo la mujer mientras sus ojos volvían a mirar al
hombre desnudo, que tenía una polla enormemente erecta que
estaba frotando entre las piernas de la mujer. La mujer gimió e hizo
todo lo posible para doblar las caderas por su toque.
Olivia inclinó un poco la cabeza para encontrar a Ristan mirándolos,
su mano frotando sutilmente su pierna expuesta a través de la
abertura lateral de su falda. Su cuerpo respondió a él cuando el
sonido de la carne se unió a la carne al ritmo de la música tántrica.
Sus ojos retrocedieron mientras la pareja follaba frente a la multitud,
pero tan rápido como se había empujado dentro de ella, él se retiró
cuando otra mujer fue agregada a la escena, esta llevada por cuatro
hombres y colocada ante el hombre.
Esta era hermosa, y tenía cabello rubio y ojos verdes. Ella era más
joven que la otra mujer; Olivia pensó que esta mujer era al menos
tan joven como ella. Tenía los brazos asegurados a la espalda y,
mientras Olivia observaba, el hombre cambió de pareja. Se movió
hacia la nueva chica, levantándola fácilmente cuando la multitud le
dio su aprobación. La alzó sobre una plataforma elevada,
obligándola a mantener el equilibrio mientras le agarraba el pelo y,
sin esperar, empujó su polla contra su cuerpo mientras ella gritaba.
La multitud emitió murmullos de agradecimiento cuando él la tomó
por detrás, y mientras Olivia observaba, otros se movieron detrás de
él, algunos moviéndose hacia la mujer olvidada, cada uno ayudando
a bajarla de las cuerdas, y antes de que se le permitiera ponerse de
pie, dos hombres fueron enterrados dentro de su cuerpo.
Ella gritó como si fuera un regalo, y Olivia se volvió para mirar a la
gente en la habitación llena. Algunos se daban placer mientras
observaban cómo otros tomaban lo que la persona a su lado les
ofrecía. Más parejas y tríos estaban haciendo uso de las cómodas
tumbonas que rodeaban la habitación. Olivia sintió que sus mejillas
se calentaban por la escena ante ella, y antes de que su corazón
pudiera estallar de su pecho, Ristan le tendió la mano.
—Podemos irnos ahora —Dijo suavemente, esperando que ella
reuniera su ingenio disperso antes de sacarla de la habitación y
atravesar otro pasillo.
—Eso no estaba bien —susurró con la boca seca.
—Lo querían, y si no lo hicieran, no estarían aquí —Dijo en voz baja,
recordándose a sí mismo lo ingenua que era en realidad—. No todo
con el sexo es blanco y negro; hay muchas áreas grises. A algunos les
gusta portarse mal, por lo que serán castigados o les gusta ser
exhibicionistas. Algunas mujeres lo necesitan para llegar, como esas
mujeres que están ahí fuera. Para ellas no es degradante, es libertad.
Es la libertad de ser quienes realmente son sin ser juzgados por ello,
ni esconderlo. Demasiadas personas en este mundo pasan sus vidas
pensando que están enfermas e intentan aplastar y ocultar sus
deseos, cuando en realidad, todos tienen sus propios problemas. El
sexo ideal para todos no es siempre el monógamo, o simple. Al
menos, los que están aquí han aceptado lo que les funciona y nadie
sale herido a menos que lo pidan. —Él sonrió ante su pequeño juego
de palabras mientras ella sacudía la cabeza ligeramente.
—No, lo entiendo, lo entiendo. Pero nunca haría eso, ni me exhibiría
para que otros lo vieran —Dijo en voz alta, necesitando que él
supiera dónde estaba parada—. Prefiero una puerta cerrada, y si eso
me hace un mojigata, que así sea.
—La mayoría tiene sus razones para lo que hacen, y a algunos
simplemente no les importa una mierda lo que otros piensan. Todas
las mujeres de esa multitud, excepto tú, habrían saltado para estar
en los lugares de esas mujeres. No vinieron aquí solo para pasar el
rato, vinieron aquí para follar. Es un club de sexo, no un centro
comercial, Olivia, y para los estándares Fae, eso fue muy suave. —Él
le dirigió una sonrisa cálida e indulgente. La escena allá afuera, para
los estándares humanos, había sido salvaje. Para una chica protegida
como Olivia, fue probablemente la cosa más salvaje que jamás haya
encontrado.
—No estoy segura de por qué son tan insistentes en el código de
vestimenta apropiado si solo planean arrancarse la ropa unos a otros
—reflexionó pensativa, y escuchó una suave risa de Ristan ante su
observación.
Él agarró la bolsa con más fuerza mientras subían un tramo de
escaleras y atravesaban un pasillo bordeado de ventanas oscuras. De
vez en cuando volvía la cabeza para mirar su propio reflejo y se
preguntaba quién era la que la miraba. Había visto mucho en los
últimos días, y nunca se había considerado crítica. Nunca. Esto iba
mucho más allá de todo lo que podría haber imaginado y no estaba
segura de si era la conmoción de ver a la gente ser 'castigada', en vivo
y de cerca mientras una multitud entera lo había presenciado, o
cómo se había sentido mirando eso.
Ristan los giró hacia una puerta grande y llamó a ella mientras se
mordía el labio inferior nerviosamente. Ni siquiera estaba segura de
por qué estaba tan nerviosa. Lo único que sabía con certeza era que
cuanto más lejos se habían ido por el pasillo, más nerviosa se había
puesto.
—Adelante —dijo la voz de un hombre. Ristan giró la perilla y Olivia
sintió que la inquietud de sus nervios se elevaba a niveles gritones.
Capítulo Treinta y Seis
La oficina a la que entraron era inmensa. Toda la pared justo
enfrente de donde entraron en la habitación era de cristal. Les daba
a los ocupantes de la oficina una vista panorámica del club nocturno
de abajo. Olivia supuso que debía estar hecha de vidrio unilateral, o
un espejo, que debió perderse cuando entraron al club antes.
Un hombre estaba de espaldas a ellos, observando a los juerguistas
en el club nocturno. Era similar en altura a Ristan, y su cabello negro
apenas rozaba sus anchos hombros. Desde su posición, podía ver los
detalles finos en su traje y sabía que estaba hecho a medida y
probablemente le costara más que su salario anual en el Gremio. No
giró en su dirección de inmediato, por lo que Olivia continuó
mirando alrededor de la oficina.
Tenía un diseño masculino con muebles de caoba oscura y cuero,
obviamente perteneciente al hombre que no podía molestarse en
volverse hacia ellos. En una de las paredes había una pintura de una
bella mujer con cabello color caramelo. Llevaba un vestido de
principios del siglo XVII, y aunque no sonreía en el retrato, sus ojos
parecían mirar directamente al espectador, y Olivia podía sentir que
la mujer era más que simplemente bella, era poderosa.
Olivia no pudo evitar mirar la pintura. Antes de que pudiera
detenerse, se estaba moviendo hacia ella con una picazón en la parte
posterior de su cráneo que le dio la idea de que la figura en la pintura
se parecía a alguien que conocía. ¿Kendra? No, esta mujer era más
delicada que Kendra, y sus ojos no eran del mismo color. Parecía que
compartían algún tipo de vínculo familiar, y esta hermosa mujer
estaba vestida con un elaborado vestido que probablemente habría
sido la moda en algún momento alrededor de 1610.
—Ella es hermosa, ¿no es así? —una voz masculina profunda dijo
justo a su lado, haciéndola jadear mientras sus ojos se movían hacia
el hombre a su lado. No había escuchado un solo ruido para alertarla
de que él incluso se había movido. El hombre parecía estar exudando
poder, y de alguna manera había enmascarado ese poder cuando
entraron por primera vez a la habitación. Sintió como si estuviera
parada al lado de un transformador que conducía energía
activamente. Poder físico crudo.
—Ella es muy bonita —estuvo de acuerdo.
—Y mortal —agregó.
—Parece como si estuviera mirando más allá del pintor, hacia algo o
alguien en el fondo. Sea lo que sea, la hizo sentir incómoda —dijo
Olivia, sintiendo el estado de ánimo de la mujer por la forma en que
sostenía su cuerpo; estaba tenso, como si ella no estuviera posando
por elección propia—. Casi como si no quisiera sentarse para esta
pintura —corrigió.
—Esa es una observación astuta con solo mirarla por unos
momentos —dijo Lucian.
—Sus manos lo revelan. Sus nudillos son blancos, como si estuviera
tensa —señaló, sin atreverse a tocar la pintura en caso de que fuera
real. Parecía real, pero también parecía pintada con pintura al óleo.
También parecía que el rojo de sus labios era un hermoso tono de
“sangre de dragón”, que era un pigmento hecho de resina de goma
asiática que las mujeres usaban hace mucho tiempo para colorear
sus labios—. ¿Es esto real? —soltó ella.
—Mucho —dijo suavemente, con los ojos fijos en la mujer como si
estuviera perdido en el recuerdo.
—¿Sabes cuánto vale esto? —preguntó mientras se giraba para
mirarlo completamente, y se detuvo.
Era increíblemente hermoso, pero donde su corazón latía muy
rápido por Ristan, ahora se hundía en su estómago y el pelo de su
nuca se elevó, así que ella dio un paso gigante hacia atrás. Sus ojos se
movieron hacia los de ella, manteniéndolos cautivos mientras ella se
detenía. ¿Negros? ¿Qué clase de criatura tenía los ojos negros? Sus
irises eran casi del color de la medianoche. Él sonrió; ella casi
esperaba que él tuviera colmillos, pero en cambio tenía dientes
perfectos.
—Olivia —dijo mientras asentía con la cabeza—. Es un placer
conocerte.
Olivia se giró para encontrar a Ristan y descubrió que casi se había
deslizado hacia él mientras buscaba seguridad. Estaba a menos de
una pulgada de distancia y ella agradeció el calor que le ofrecía su
cuerpo junto con la protección.
—Olivia, conoce a Lucian —dijo Ristan mientras tiraba de su cuerpo
contra el suyo.
Le tendió la mano para que Lucian la estrechara, solo para ver cómo
él la rechazaba y se alejaba. Sus ojos se movieron a lo largo de él y no
le importó la vista mientras él se movía a su escritorio.
—¿Tienes lo que busco? —Preguntó cuándo estuvo sentado y miró
de nuevo en su dirección.
—Sí —respondió Ristan mientras se quitaba la bolsa del hombro y se
movía hacia donde estaba sentado Lucian. Con cuidado colocó la
bolsa sobre el escritorio. Ristan abrió la parte superior de la bolsa
negra y la deslizó hacia abajo alrededor de la caja mientras Olivia
observaba. Ristan sacó varias carpetas de archivos que habían estado
en la parte superior de la caja y las colocó en el escritorio antes de
acercarlas a Lucian. Los ojos de Lucian se cerraron brevemente, pero
si estaba aliviado, o algo más, no podía estar segura.
—El Gremio los tenía, ¿no? —preguntó, sus ojos moviéndose
brevemente hacia Olivia y de regreso a Ristan.
—Lo tenían —respondió Olivia, su cuerpo se tensó cuando la caja
fue entregada a Lucian; algo dentro de ella le advirtió que corriera.
Como si ella pudiera sentir que él no era lo que parecía en el
exterior, y todas sus alarmas sonaran como locas.
—Pertenece al Gremio —dijo ella mientras se movía para tomar
asiento en la silla junto a Ristan.
—¿Eso es lo que piensas? —Preguntó suavemente, mientras sus ojos
se movían hacia ella mientras se hundía la silla, siguiéndola con
humor marcado en sus profundidades de tinta—. Solo porque
afirman que les pertenece no la hace suya. Esta caja fue robada hace
décadas.
¿Hace décadas? El apenas parecía tener más de treinta años. Sus
dedos acariciaron suavemente la caja, lo que atrajo sus ojos hacia
ella. Tenía una sensación de malestar en la boca del estómago y una
sensación de presentimiento que no podía sacudir.
—¿Sabes lo que hay dentro de la caja? — él preguntó, sus ojos nunca
se apartaron de su rostro.
—No; tampoco el Gremio, por lo que me dijeron. No tengo idea de
dónde escondieron los Ancianos la llave, o si incluso la tenían.
—No necesita una llave —Dijo con los labios curvados en una
sonrisa sardónica—. Por eso cuando las personas no saben qué es
algo, no deberían joder con ello.
—¿Cómo se abre entonces, si no es con una llave? —susurró, su
curiosidad venciendo.
—El mundo no está listo para que se abra —dijo con firmeza. Abrió
las carpetas de archivos que Ristan había colocado en el escritorio y
hojeó brevemente las páginas. Se apartó de su escritorio y abrió el
cajón superior, del cual sacó lo que parecía ser un viejo juego de
llaves maestras. Las empujó sobre el escritorio hacia Ristan y se
recostó en su silla. —Estas llaves pertenecen a una cabaña a las
afueras de Chelan; está fuertemente custodiado por Seekers, y las
runas han sido colocadas por un poderoso Aquelarre de Brujas.
Nadie puede salir de él una vez que hayan ingresado, a menos que el
propietario lo permita. Este es el trato —dijo Lucian cuando abrió un
cajón inferior y sacó un paquete—. Felicitaciones —dijo con
brusquedad. Él usó una daga que tenía un mango de hueso para
cortar el paquete, y la apariencia de pura felicidad en sus rasgos la
hizo preguntarse de qué tipo de hueso había sido creado. Sacó un
trozo de papel, lo colocó sobre el escritorio y lo deslizó hacia Ristan—
. Firma y la casa y las noventa y dos hectáreas en las que se asienta
son tuyas. Por supuesto, los Seekers serán un elemento permanente
allí dado que murieron en la tierra. Te protegerán a ti y a cualquiera
que esté dentro de la casa.
—¿Seekers? —Olivia preguntó, y sus ojos se entrecerraron cuando él
giró esos ojos de medianoche en su dirección.
—Almas malditas —explicó lentamente—. Se les ha impedido entrar
al cielo o al infierno, y son muy parecidos a los Revenants. Solo
donde los Revenants aterrorizan a los vivos, los Seekers trabajan en
lo contrario, para protegerlos.
—Entonces, ¿fantasmas? —ella cuestionó.
—No exactamente. Más bien como almas malditas que no tienen un
lugar al que pueda ir su esencia inmortal. Están fuera del cielo o del
infierno: el purgatorio o cualquiera de los “círculos‟‟ que describió
Dante —explicó mientras sus ojos observaban el progreso de Ristan
y se estrechaban sobre él. Olivia se volvió hacia Ristan y lo observó
mientras leía cuidadosamente cada detalle de la Escritura de
Fideicomiso que le habían entregado—. También es importante
tener en cuenta que los Seekers prefieren proteger solo a quienes
consideran dignos de ello. Si encuentran que los ocupantes carecen
del departamento moral, pueden hacer que la estadía en la
propiedad sea bastante infernal.
—Oh —respondió ella fácilmente y cruzó las manos sobre su regazo
mientras se alejaba de los ojos de obsidiana que la miraban, en lugar
de mirarlo.
—¿Es por eso que estás tan ansioso por deshacerte de ello? —Ristan
preguntó mientras levantaba la cabeza para sonreír a Lucian.
—En realidad, no tienden a joderme —dijo distraídamente mientras
miraba el papeleo—. Está hecho —dijo Lucian mientras presionaba
un botón en su escritorio y asentía con la cabeza a Ristan—. Nuestro
negocio ha concluido, pero eres más que bienvenido a disfrutar del
club todo el tiempo que desees. Prepare una habitación limpia y
amueblada para tu gusto preferido de placer. Pensé que preferirías
no compartir a tu mujer, ya que la protegiste la última vez que nos
vimos, y no te molestarán durante la duración de tu estadía. Las
puertas del club han sido cerradas por la noche y no hay salida hasta
la mañana. Medidas de seguridad contra mis enemigos. Entiendes,
espero.
—Nos hemos vuelto muy selectivos con respecto a quién permitimos
dentro de nuestros propios clubes —admitió Ristan, a pesar de que
no le gustaba la idea de que Olivia estuviera encerrada en un club
sexual con criaturas que pertenecían al Infierno a su alrededor.
Olivia miró a Ristan con los ojos muy abiertos cuando la escena de
antes se le vino a la mente. Estaba a punto de darse la vuelta y
preguntarle a Lucian si podían hacer una excepción para que se
fueran, pero él no estaba en su silla, ¡y ni siquiera lo había escuchado
moverse!
—No hago excepciones, pequeña —le susurró Lucian contra su oreja
antes de que él retirara su silla para que se parara. Ristan se movió
tan rápido que ni siquiera lo escuchó hasta que se acercó a él y la
habitación se tensó. El aire era lo suficientemente espeso como para
cortar con un cuchillo. Sus ojos se movieron de Lucian a Ristan, y de
regreso.
—Gracias —dijo incómoda mientras se levantaba y se dio la vuelta
para mirar a Lucian, quien casi parecía burlarse de Ristan con una
sonrisa engreída en sus labios.
—Tengo asuntos comerciales que atender, pero si necesitan algo o
faltan las adaptaciones, mis hombres lo solucionarán. Las puertas se
abren a las seis de la mañana —les dijo suavemente.
Él sonrió y se dirigió hacia la puerta. Olivia volvió a mirar el
escritorio donde había estado la caja, y luego a Lucian que no tenía
nada en las manos. La caja se había desvanecido, y ya no podía
sentirla, ni esa sensación premonitoria de malestar y maldad. Por
otra parte, ya no podía sentir el poder palpable que había rezumado
de Lucian tampoco.
Lucian mantuvo la puerta abierta, indicando que sus negocios
habían concluido.
—Una cosa más —dijo mientras caminaban hacia él—. A los archivos
que me trajiste le faltan algunas páginas —anunció—. El favor de
Vlad depende de que sean encontradas.
—Tengo las páginas perdidas —dijo Olivia, insegura de por qué
estaba ofreciendo voluntariamente la información. Ella señaló su
cabeza—. Aquí.
—Curioso lugar para archivar cosas. Lo prefiero en papel; vean que
estén documentados en pergamino antes de salir del club por la
mañana. ¿Entiendes que tener algo en la cabeza no es lo mismo
tenerlo por escrito a menos que estés ofreciendo perder esa pequeña
y bonita cabeza tuya?
Ristan gruñó, sus ojos brillaban con advertencia tan seguramente
como sus marcas que se encendieron con su ira. Se acercó a Lucian y
sonrió, mostrando sus dientes—. Esa linda cabecita me pertenece.
—Así es —admitió Lucian—. El pergamino fue mi primera opción;
veré que sea entregado a su suite.
—Gracias por esto —dijo Ristan mientras sostenía el paquete de
papeles en su mano y la mano de Olivia en la otra—. Cuando me vaya
de aquí, hemos terminado. Honrarás el acuerdo de deberle a Vlad su
favor por los archivos como se prometió.
—Sí, y también ayudaré a la prometida de tu hermano, como lo
prometí. Desafortunadamente, nuestros caminos volverán a chocar
pronto, te lo aseguro. Aún no se me ha revelado si es por elección o
por necesidad. Hay fuerzas en juego de las cuales ninguno de
nosotros tiene mucho conocimiento, y aunque puede ser un enigma
ahora, pronto sucederá. Soy consciente del estado de Faery y de la
guerra con los Magos, y él me pedirá que lo ayude. Tu hermano, eso
es. Es una criatura muy poderosa —dijo Lucian mientras sus ojos
adquirían un brillo antinatural—. Un aliado muy fuerte al cual
otorgarle un favor, ¿no?
—Si intentas hacer un mal uso...
—Tu hermano es el mítico Rey de la Horda. Él nunca cometerá ese
error, ni utilizaré mal su ayuda, ya que puede ser útil en el futuro.
Ahora, tengo un asunto que requiere mi atención. Disfruten de la
habitación, pero asegúrense de pasar tiempo en las páginas que
faltan antes de salir por la mañana —advirtió—. No quisiera que se
anulara ese favor —finalizó, desestimándolos.
*~*~*
Ristan y Olivia fueron escoltados por uno de los hombres de Lucian
por varios tramos de escaleras hasta un conjunto de puertas que se
abrieron automáticamente, como por arte de magia. Ristan hizo una
pausa y miró al voluminoso guardia que sonreía con los ojos, en
lugar de con la boca.
—Las puertas se cerrarán una vez que estén adentro, y se volverán a
abrir a las seis en punto. Lucian dijo que necesitarían pergamino y
tinta. Han sido proporcionados para ustedes, así como una mesa.
Mira alrededor de la habitación y asegúrate de que tenga todo lo que
necesitas antes de que los selle.
Ristan miró al hombre y luego empujó a Olivia adentro con él. —
Estaremos bien siempre y cuando le hayan proporcionado comida a
mi mujer.
—Hay una nevera y un bar completamente surtidos. Hay cámaras
en la habitación, pero Lucian nos ha indicado que las desactivemos,
ya que tienen transmisiones en vivo en su sitio. Dijo que sería lo
mejor, ya que eres territorial, que no compartamos lo que sucede
esta noche.
—Buena idea; odiaría comenzar una guerra por un video porno —
murmuró Ristan mientras observaba la cruz de San Andrés, una
pared acolchada que sostenía largos tramos de cadena para asegurar
a una víctima dispuesta, así como cajas de juguetes para adultos que
sin usar—. Creo que es hora de darte las buenas noches —murmuró.
—Como desees, pero recuerda, tu tiempo aquí termina a las seis de
la mañana y ni un minuto despues.
—Entendido —dijo Ristan, cuando el hombre sin nombre dio un
paso atrás y le sonrió perversamente a Olivia—. Ella me pertenece y
se ha sometido completamente.
Ristan no estaba seguro de por qué había salido de su boca, pero lo
había hecho, y por primera vez en su vida sus celos internos estaban
alzando su fea cabeza. Quería gritar que ella era suya para todos los
hombres de este lugar. Se estaba convirtiendo en algo más que su
prisionera, se estaba convirtiendo en su obsesión. No podía tener
suficiente de ella, y la idea de liberarla era aborrecible.
Escuchó cuando la puerta se cerró y una cerradura hizo clic en su
lugar desde el otro lado. No había querido quedarse aquí, pero antes
de llevarla a través de estas puertas sabía que podría estar atrapado
aquí con ella desde el anochecer hasta el amanecer.
Ristan se volvió para mirar a Olivia, solo para sonreír cuando la
encontró inspeccionando la pared de juguetes. Cada uno tenía un
precio pequeño y elegante, probablemente porque Lucian cobraba a
sus miembros por cada artículo que usaban. Tenía que admitirlo; el
hombre tenía un instinto asesino para los negocios.
Dirigía clubes de sexo, clubes nocturnos y un sitio porno que
generaba millones de dólares cada año. Ristan mismo había
considerado dirigir un club similar una vez. Ristan había ayudado a
sus hermanos a crear Sidhe Darklands antes de que Ryder viniera a
este mundo disfrazado del Príncipe Oscuro. Habían necesitado un
lugar de buena reputación que pudieran usar para reunir
información sobre los Magos mientras mantenían la cubierta que
habían creado para Ryder. Sidhe Darklands se había convertido en
algo más que un club; se había convertido en un buffet interminable
para ellos, donde podían alimentarse abiertamente. Los que querían
algo más oscuro solo tenían que preguntar.
Ella quedo atrapada por las cadenas, su cabeza inclinándose en una
dirección y luego en la otra, y él tuvo que reprimir una carcajada. Se
movió a uno de los consoladores que era más grande y estaba hecho
de silicona, y su mano se movió hacia la caja antes de sacarla como si
la hubiera quemado.
—Elige un par; estoy más que dispuesto a mostrarte exactamente lo
que cada uno puede hacer —dijo mientras se acercaba a ella—.
Tenemos doce horas de nada más que hacer que follar.
—Me muero de hambre —mintió, sus mejillas se pusieron rojas
cuando se dio la vuelta para mirarlo. Ella pasó junto a él y se dirigió
hacia la nevera y el mini bar.
Dentro de la pequeña nevera había un par de recipientes de crema
batida, fresas y otras frutas y alimentos variados que podrían usarse
de maneras distintas a la nutrición. Él sacudió la cabeza y miró
alrededor de la habitación a las cámaras, y notó que una aún no se
había apagado.
Se acercó y continuó observando mientras la luz roja parpadeaba
indicando que estaba encendida. Levantó la mano y arrancó la
cámara de la pared. La tiró en el pequeño bote de basura y se giró a
tiempo para ver cómo Olivia lamía su dedo cubierto de crema. Él
gimió interiormente mientras se acercaba a ella.
Sería una noche muy larga.
Capítulo Treinta y Siete
Tomando otro dedo lleno de crema batida, Olivia agarró el tazón de
fresas y se trasladó a la cama gigante, lo pensó mejor y continuó
parada incómodamente mientras sostenía los dos recipientes.
Ristan se había sentado en la única silla de la habitación y no se iba
a sentar en la cama para que él la observara mientras comía fresas y
crema batida. Se tragó la crema y estaba a punto de preguntar dónde
debería sentarse cuando él se quitó la corbata, la dejó a un lado y
luego, lentamente, con precisión, comenzó a desabrocharse la
camisa de vestir blanca sin quitarse la chaqueta.
La chaqueta negra era ajustada, pero de nuevo ella lo prefería así en
él, ya que era más que un poco adicta a su cuerpo. Lentamente
desabrochó los gemelos y se quitó la chaqueta. Se le secó la boca
cuando él le sonrió, se desabrochó el cinturón y luego lentamente lo
sacó de la cintura.
La camisa se deslizó de sus hombros, revelando su amplio pecho y
marcas. La forma en que pulsaban y brillaban atrajo sus ojos hacia
su magnífico pecho y abdominales. No se quitó los pantalones; en
cambio, se recostó en la silla, sin prestar atención a la erección que
se tensaba contra la tela de seda. Apoyó las manos sobre los
reposabrazos de la silla y la miró como si fuera la mujer más
deseable del mundo.
En su presencia, casi podía olvidar que era una simple bibliotecaria,
que no había besado a un chico antes de conocerlo. Nunca se había
sentido sexy en su vida. Ni siquiera en ese día lleno de
acontecimientos donde lo había traicionado por error. En sus brazos,
sin embargo, ella lo hacía. La forma en que la miraba la hacía
respirar pesadamente, con dificultad. Sus senos se sentían más
pesados, y su coño era un flujo constante de su deseo cuando él
estaba cerca.
Ella le devolvió la sonrisa, hundió el dedo en el pico de la crema
batida y luego, mientras lo miraba, lo deslizó profundamente dentro
de su boca y escuchó su gemido de necesidad. No se acercó; en
cambio, sonrió con aprobación y torció el dedo hacia ella.
Asegurándose de que sus caderas se balancearan con el vestido
sensual, lentamente se dirigió hacia donde él todavía estaba sentado.
Cuando ella se paró justo frente a él, sus ojos se posaron en el borde
del vestido, luego más arriba, donde sus pezones se presionaban
contra el material, duros y listos para su atención.
Él había planeado tomarla rápido y duro, luego usar las horas entre
eso y el amanecer para violar su cuerpo sin cesar. Pero después de la
experiencia cuando regresaron de las catacumbas, quería tomarlo
con calma y disfrutar de su tiempo con ella. Quería hablar con ella,
hacer que lo que hicieran durara. En lugar de solo follarla, quería
tomar las cosas con calma. Era extraño, cómo lo que él quería que
sucediera y dónde los eventos generalmente lo llevaban a menudo
eran dos cosas muy diferentes.
Se tragó la incómoda sequedad en su boca mientras consideraba lo
que podría significar, pero descartó la idea antes de que lo llevara
por un camino que no estaba seguro de estar listo para seguir
todavía.
—Eres tan hermosa, Olivia —susurró, sorprendiéndolos a los dos.
Normalmente recurría a algo sarcástico u ocultaba detrás del
sarcasmo lo que realmente sentía. En cambio, él sonrió y le torció un
dedo.
En el momento en que estuvo lo suficientemente cerca, él retiró el
tazón de fresas de su mano, lo deslizó sobre la pequeña mesa, luego
la crema batida, justo antes de reclamar su boca, que sabía a ambas
cosas. Él gimió por lo deliciosa que sabía con el toque de fresas
todavía en su boca.
Ella se apartó del beso y él sonrió. Un ligero movimiento de sus
dedos y música lleno la habitación. Second Chances de Imagine
Dragons sonó suavemente; sus manos ya trabajaban para levantar
la falda del vestido cuando su boca una vez más reclamó la de ella.
Él se agachó y levantó su pequeño cuerpo hasta que ella se vio
obligada a envolver sus piernas alrededor de su cintura. Su gemido
era música para sus oídos cuando él la llevó a la cama, sin importarle
que se estaba moviendo más rápido de lo que había querido. Se
apartó del beso y la miró a los ojos de zafiro.
—Creo que tengo más sentimientos por ti de los que debería tener —
admitió—. Sin embargo, no se supone que los sentimientos tengan
sentido, ¿verdad? Me confunden y me hacen retorcerme por dentro
—susurró mientras tocaba suavemente su frente con la de ella—.
Dime que no soy solo yo quien siente esta conexión —murmuró.
—No lo eres —susurró cuando una lágrima se deslizó de sus ojos.
No estaba segura de por qué sentía el vínculo emocional con él, pero
lo hacía. Era como consumir un bistec después de una dieta
constante de verduras y galletas saladas. Jugoso y raro, no podía
tener suficiente de él, y estaba jodidamente hambrienta —. Siento
esta atracción hacia ti, y no estoy segura de que deba hacerlo, pero
no puedo decir que no. No quiero decir que no. Te quiero —susurró
ella entrecortadamente, y gimió cuando su boca se presionó con
fuerza contra la de ella.
Sus rodillas separaron sus piernas cuando deslizó su mano entre
ellas y presionó contra su coño a través del material suave del
vestido. —Esto es mío ahora; te das cuenta de que nunca te dejaré ir,
¿verdad? —él le aseguró, su voz tenía suficiente peso para que ella no
podía hacer nada más que gemir su consentimiento.
—Dilo —gruñó con voz ronca.
—Es tuyo —confirmó en un murmullo y luego gimió cuando él hizo
desaparecer el resto de su ropa y su carne se encontró con la de ella.
—Toda mía —acordó mientras se sentaba sobre sus rodillas y
asimilaba su perfección desnuda.
Ella no tenía enormes pechos, pero estaban perfectamente
redondeados y sus pezones fueron creados para entretener sus
fantasías favoritas. Los rizos resbaladizos y húmedos que protegían
su coño lo volvían loco por alguna razón. Había quitado muchos
vellos con glamour en sus días, lo cual era algo fácil para él, pero no
podía tocar su perfecto parche de rizos rojos.
Danu había estado en lo cierto. Ella había visto a través de él lo que
realmente deseaba, que era muy diferente al tipo de mujer que
normalmente había perseguido. El tipo de mujer que se había
convencido durante siglos de que quería, no solo por su seguridad,
sino también por su propia cordura. Siempre estaba en la
vanguardia de su mente y la razón por la que había ido tras el tipo de
mujeres que estaban acostumbradas a tener sexo rápido y estar solas
cuando se despertaban a la mañana siguiente.
Quizás por eso fue tan difícil para él entender por qué esta mujer
tímida e ingenua que no había sido tocada por ningún otro hombre
creó esta vorágine de emociones dentro de él. Todo sobre ella era la
perfección para él, que era decir algo, considerando que siempre
miraba a sus parejas sexuales y encontraba algo que no le gustaba.
Quizás eso fue lo que le facilitó tomarlas y dejarlas. Con Olivia,
amaba todo, hasta el ceño fruncido cuando estaba perdida en lo que
sea que pasaba por su pequeña y bonita cabeza.
Levantó su mano en el aire; desde la pared llena de juguetes, un
paquete voló por el aire y llegó a su mano. Usó sus dientes para abrir
el paquete y colocó cuidadosamente las delicadas abrazaderas sobre
su estómago mientras bajaba la boca hacia su pezón.
Ella gimió y levantó las caderas mientras las balanceaba contra su
erección. Él tiró con fuerza de un pezón antes de levantar la cabeza y
mirar entre sus cuerpos hacia donde su dulce coño estaba frotando
su polla pulsante. Joder, estaba tan caliente; su inocencia era
adictiva. Él se agachó entre ellos y se sentó un poco, usando su polla
para golpear su suave nudo, lo que sacó un suave gemido de
frustración de sus labios.
—¿Quieres eso enterrado en tu dulce y apretado coño, verdad, mi
buena chica? —se burló, sus ojos nunca dejaron de mirarlo mientras
se calentaban y languidecían por su necesidad.
—Sí —respondió con voz ronca mientras jadeaba por aire. Esta
criatura la volvia loca de necesidad, dejando sus huesos como nada
más que papilla cuando terminaba con ella, y saber que no era
inmune a los mismos sentimientos que había estado teniendo era
abrumador.
Él sonrió y regresó a sus senos, su boca lamiendo y chupando
hambrientamente su carne. Estaba en el cielo, tenía que serlo. Él
creó estas sensaciones, una tormenta que se desplegaba en su útero
para atravesar todos sus nervios; él hizo esto. Su mano se movió
hacia las pinzas que aún estaban sobre su estómago, y recogió una.
Sintió un ligero pellizco cuando se la sujetó al pezón.
Él se sentó y mordisqueó su otro pezón sensible con los dientes,
creando un gemido en su garganta que amenazaba con explotar en
sus labios. Sus ojos permanecieron en los de él cuando él también
sujetó ese pezón.
La presión aplicada por las pinzas era perfecta, pero en el momento
en que las encendió con un control remoto que ella no había notado
antes, su cuerpo se puso rígido y ese gemido dejó sus labios cuando
sus ojos se cerraron de placer.
Él se rió de su respuesta a las pinzas, lo que la obligó a abrir los ojos
casi al mismo tiempo que sintió que deslizaba la crema batida sobre
su estómago y bajaba.
—¿Qué estás haciendo? —ella susurró, medio preocupada, mitad
curiosa de por qué él la había cubierto con crema batida e incluso
ahora estaba agarrando una baya que frotó contra su coño antes de
lamerla perezosamente.
—No te preocupes, Olivia, me encanta jugar con mi comida —le
aseguró mientras garabateaba la baya en su estómago cubierto de
crema batida, su insinuación se entendía fácilmente mientras su
boca bajaba y esa lengua pecaminosamente larga acariciaba el
costado de la baya y su vientre.
Ella gimió y dejó caer la cabeza sobre las suaves mantas que cubrían
la cama. Su boca continuó prodigando, lamiendo y mordisqueando
la crema mientras la música sonaba de fondo. Se preguntó
vagamente por qué no estaba horrorizada por lo que estaba
haciendo; ella debería estar avergonzada por su propio afán de
follarlo, pero esto ya no era solo follar. Esto era algo completamente
más emocional para ella que eso, y lo había sido por algún tiempo.
Sus dedos la trajeron de vuelta a la realidad cuando dos empujaron
dentro de su hendidura apretada, luego se deslizaron hacia afuera.
—Mírame —ordenó, su tono no admitía discusión—. Voy a conseguir
más crema —susurró—. Me la vas a dar, ¿verdad? —Preguntó con
una mirada divertida en su rostro mientras bajaba su boca hacia su
coño—. Todo en ti es como fresas y crema, incluso cuando no está
prodigada en tus dulces curvas —murmuró mientras su lengua se
deslizaba y se arrastraba firmemente sobre sus pliegues
resbaladizos—. Quiero que cuentes cuántas veces vienes esta noche,
¿entendido?
Ella murmuró algo incoherente y él se detuvo, apagó las pinzas y
alejó la boca de donde más lo necesitaba.
—¿Entendido?
—Sí —susurró mientras sus caderas se mecían de necesidad.
—Voy a sacar uno de ti rápidamente —gruñó—. Entonces voy a
enterrar mi polla dentro de ti y a follar esta dulce carne hasta que yo
me venga, y luego, oh, dulce niña, voy a hacerte venir por horas
hasta que me ruegues que pare.
—Nunca te suplicaré piedad —susurró, había un fuego en sus ojos
que él sabía que había creado.
—¿Es eso un desafío? Porque me encanta que me desafíen en la
cama —respondió mientras giraba el control remoto de las
abrazaderas al nivel más alto y acercaba su cuerpo al de ella.
—Me estás tentando —susurró a través de los gemidos de placer
mientras él frotaba la gruesa cabeza de su polla sobre su coño
mojado. Él usó su mano para controlarlo, golpeando su clítoris en el
momento exacto en que ella necesitaba presión, y ella supo que era
por tocarla, sentir lo que necesitaba y cuándo.
Él continuó hasta que ella explotó por la combinación de las pinzas
y su polla golpeando firmemente contra su coño. Cuando ella llegó,
él empujó en su húmedo coño y sacudió sus caderas mientras ella
continuaba rodeando su ancha polla. Le tomó unos segundos
explotar mientras su cuerpo latía hambriento alrededor de su eje.
Inmediatamente se retiró y limpió sus cuerpos antes de levantar su
pierna con la mano y golpear su trasero firmemente con su mano
libre.
—Dije que cuentes.
—¡Me pegaste! —ella gimió y él sonrió.
—Oh, mi dulce niña, tienes mucho que aprender sobre mi mundo —
advirtió con un entusiasmo en su alma que no había sentido en
mucho tiempo—. Y disfrutaré cada momento de tu educación. —
Dejó que su mano aterrizara firmemente contra su redondeada
mejilla y luego le recordó que contara.
—¡Uno! —ella gimió en un siseo.
—Buena chica —dijo mientras se inclinaba para besarla ya besar los
labios hinchados—. Quedan noventa y nueve más y tal vez te daré un
descanso una vez que lleguemos a cien.
Ristan observó cómo su cuerpo zumbaba con las poderosas
abrazaderas y sonrió al sentir que su próximo orgasmo ya estaba
creciendo. Maldita sea, esta pequeña Bruja era su rival en todos los
sentidos. Su cuerpo era su propio cielo, y su coño eran las puertas
doradas que le permitían estar en un lugar donde un Demonio como
él nunca podría ir.
Capítulo Treinta y Ocho
Ristan había sido fiel a su palabra, y en el momento en que ella
susurró el último número, cien, finalmente la premió con un
pequeño intervalo, pero solo para que pudiera purgar las páginas
que faltaban en el pergamino provisto. Olivia logró clasificar las
confusas notas mentales en su mente y transfirió las páginas que
Lucian quería, junto con algunas notas que pensó que podrían ser
necesarias para descifrar las partes faltantes.
Tan pronto como terminó, Ristan los limpió a ambos y vistió a
Olivia con un nuevo par de jeans que la abrazaban perfectamente en
todos los lugares correctos, botas de cuero y una camiseta de „„Black
Sabbath Fairies Wear Boots‟‟. Con un parpadeo, él se vistió con
jeans frescos, botas, camiseta y terminó su guardarropa con un largo
abrigo de cuero. Apenas había empujado una taza de café humeante
en sus manos cuando la puerta se abrió, alertándoles que era hora de
irse. No perdió el tiempo en devolverla al Gremio para que pudieran
comenzar a hacer referencias cruzadas de la información en su
cabeza con detalles reales de los archivos en las catacumbas. Si
Olivia tenía razón, no pasaría mucho tiempo antes de que tuvieran la
esquiva daga.
La había conducido de nuevo a las catacumbas donde ahora estaba
sentado en una de las pequeñas mesas de madera mientras ella
sacaba varios archivos para que él los revisara. Había movido el dedo
y Disloyal Order of Water Buffaloes de Fall Out Boy resonó a su
alrededor. Olivia sonrió ante el sacrilegio de su música a todo
volumen en las catacumbas, pero bueno, ¿quién iba a callarlos? Sus
ojos se posaron en un tazón de gominolas que había aparecido sobre
la mesa y su corazón dio un vuelco. Él debe haber descubierto sus
golosinas cuando la había espiado. Siempre tenía un tazón de dulces
en su escritorio con la intención de que fuera para los demás, cuando
en realidad era adicta a las gominolas.
—Aquí hay otra referencia a la Iglesia en Irlanda. Está descolorida,
pero si miras el archivo aquí —dijo mientras mostraba el pergamino
para que lo vieran; su brazo rozó el de él, lo que provocó una
sacudida de emoción en ella—. Y aquí —dijo mientras sacaba otro—.
Creo que está hablando de algo que no es del Gremio, pero que se
consideró bastante importante para los Faes, y si nos fijamos en este
—continuó mientras sacaba otro pergamino y lo extendía frente a
él—. Este habla de la importancia de mantenerlo oculto de los Faes a
toda costa. ¿Parece que podría ser lo que estás buscando? —
preguntó ella, su mano rozando la de él mientras colocaba los otros
trozos de papel antiguo a su lado.
—Este es el tema del que Marie te habló a ti y a Synthia, ¿verdad? —
él cuestionó.
—Lo es —dijo, pero se detuvo y sacudió la cabeza—. No tiene
sentido, porque todo apunta a San Patricio, pero nadie sabe con
certeza dónde fue enterrado, sin mencionar que murió a mediados
del quinto siglo. Me dijiste que las Reliquias fueron robadas de Faery
cuando los Caballeros Templarios aún estaban en el poder. La
Catedral de San Patricio en Dublín se construyó originalmente
alrededor del tiempo en que su poder comenzaba a disminuir, espera
un segundo —Ella arrugó la nariz con perplejidad mientras
estudiaba varios pergaminos—. Está todo mal; mira esto —dijo ella
sosteniendo un mapa—. Esto apunta a una escalera, pero no está en
ningún diagrama de la Catedral. También conduce debajo de la capa
freática9, lo que lo convertiría en una escalera hacia la nada —gruñó
con frustración—. Es una estupidez, porque el nivel freático está tan
alto debajo de la Catedral que los constructores decidieron que
nunca podría haber una cripta o catacumbas debajo de la Catedral.
Las tumbas se arruinarían; nunca lo arriesgarían.
—A menos que sea una mentira, y quieren que pienses que era
imposible tener catacumbas debajo de la Catedral—señaló Ristan.
—Sí, pero el nivel freático no es mentira. Ha estado bastante bien
documentado a lo largo de los siglos.
—Mira este lugar, Olivia—, dijo mientras usaba sus brazos para
indicar la habitación en la que estaban. —No hay un mapa con estas
catacumbas en él. Están escondidas; las entradas están abiertas solo
para el Gremio, ocultas bajo la ciudad de Spokane. Cada entrada ha
sido memorizada por los bibliotecarios del Gremio y transmitida
como conocimiento tribal de generación en generación de
bibliotecarios. Cada entrada desde el exterior que conduce a las
catacumbas está oculta con magia, magia del Gremio. No se puede
evitar la idea del nivel freático alto, y estoy seguro de que contaban
con que alguien más estuviera atrapado en el mismo punto de
tropiezo que tú. No hay pruebas de que no haya una puerta secreta

9
Nivel superior a una capa de agua en la tierra.
que conduzca a una habitación subterránea en esa Catedral, lo que
significa que hasta que podamos demostrar lo contrario, debemos
creer que escondieron la daga en esa Iglesia. Hay otra Iglesia a
menos de diez minutos a pie, Christ Church, que tiene catacumbas.
Estoy dispuesto a apostar que ambas tienen más de lo que el público
sabe, porque Irlanda siempre ha estado envuelta en secretos. Desde
el comienzo de su historia, la tierra ha sido codiciada. Los Fomoire 10
y Tuatha Dé Danann 11 aterrorizaron a los Gaels 12 y aprendieron a
ocultar bien sus secretos. Los invasores romanos, vikingos y
normandos que vinieron después solo solidificaron su
predisposición a ocultar sus mejores secretos, generalmente
envueltos en cualquier religión que prevaleciera en ese momento.
—¿Entonces crees que se ha mantenido oculta a propósito del
público? Es un poco difícil esconderse de miradas indiscretas, y
durante siglos, nada menos —suspiró, cerrando los ojos brevemente
mientras se pellizcaba el puente de la nariz—. La única forma en que
esto se ha mantenido en secreto es porque el Gremio nunca dejó
entrar al público en general. Esas Iglesias son atracciones turísticas.
—Está eso —estuvo de acuerdo—. Pero no lo habían sido cuando se
construyeron esas Iglesias y no estoy convencido de que no hubieran
usado magia para protegerla —continuó, sus ojos lentamente
mirando alrededor de la habitación gigante en la que estaban—.

10
Dioses de la muerte, la oscuridad, lo oculto y la noche.
11
Pueblo de la Diosa Danu, fueron el quinto grupo de habitantes de Irlanda según la
tradición del Lebor Gabála Érenn. Antiguos dioses y diosas irlandeses a los cuales los
redactores cristianos convirtieron en soberanos y héroes históricos.
12
Pueblo Gaélico.
Toma este lugar, por ejemplo; las salidas que conducen a la ciudad
están protegidas por la magia. Nadie fuera de los bibliotecarios
puede acceder a esas puertas porque se han hechizado.
Olivia asintió con comprensión, pero eso no resolvía su problema.
—Si se hechizaron, tampoco podremos abrirlas.
—Eso no es del todo correcto —dijo con picardía—. Mi magia
deshace la mayoría de los hechizos y protecciones que una bruja
promedio puede lanzar. Cuando Synthia entró por primera vez a la
Torre Oscura, lo supimos porque su magia empujó contra la mía.
También es por eso que estar aquí fue tan mierda para mí; mi magia
estaba en conflicto con la cantidad de magia que se usa diariamente
en el Gremio. Creo que hay habitaciones secretas, catacumbas o más,
escondidas en las Iglesias en Irlanda, porque estos rollos no solo
apuntan a su existencia, sino que también documenta que el primer
Gremio de Brujas tuvo su origen en Irlanda. Hemos sabido dónde se
originó el Gremio durante siglos, pero estos pergaminos confirman
lo que siempre hemos sospechado; que el Gremio fue creado para
algo más que luchar contra Faes, y considerando que los Magos se
estaban escondiendo aquí, es probable.
—Sabes mucho sobre nuestra historia, y teniendo en cuenta que no
es de conocimiento público, eso es revelador. No pareces tener la
edad suficiente para saber todo eso. ¿Cuántos años tienes? —
Preguntó con los ojos en él y un curioso giro en los labios.
—Lo suficientemente mayor como para saberlo bien, lo
suficientemente joven como para hacerlo dos veces y ver si consigo
satisfacerme —sonrió y vio cómo su boca se curvaba en una
hermosa sonrisa antes de que ella se riera abiertamente, lo que le
hizo cosas a su corazón que él no estaba seguro que quería.
—No eres como nada que el Gremio nos dijo o nos enseñó a creer.
He leído un montón de revistas y he estudiado a esos Faes hasta
cierto punto, pero esos son más formales. Algunos incluso parecen
ser de otro tiempo, cargados y atascados. Entonces, ¿hay más como
tú o parecen estar en la televisión y las revistas? —preguntó con
curiosidad brillando en sus ojos.
—Sería un poco aburrido si todos fuéramos iguales, ¿no es así? —
Dijo mientras se recostaba en su silla, observándola atentamente
mientras trataba de averiguar a dónde iba con sus preguntas—.
¿Eres igual que cualquier otra bibliotecaria del Gremio? —él
respondió.
—Me gustaría pensar que no —admitió—. Estoy tratando de
entenderte. No puedo entender muchas cosas, y nada de lo que el
Gremio me enseñó parece tener peso. Da bastante miedo saber que
nunca cuestioné nada. Siempre pensé que estaba del lado correcto.
Es difícil tragar la verdad, supongo —Hizo una pausa, mirándolo
mientras él la miraba.
—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó.
—Si puedo hacer lo mismo después de haber terminado de
responderte —dijo con una sonrisa brillante.
Ristan sintió que su corazón se hundía, porque la gente
normalmente solo le preguntaba sobre su familia, sin preocuparse
por él en particular. Por supuesto, nunca había pensado en
preocuparse demasiado por lo que la gente pensaba. La importancia
era una pendiente peligrosa.
—En tu departamento en el Gremio, todas las paredes tenían
marcos para cuadros, sin embargo, cada uno de ellos tenía las fotos
de las familias modelo que venían con ellos al momento de la
compra. ¿Por qué? — preguntó, mirando como sus labios se cerraron
hasta que ella frunció el ceño.
—Había planeado llenarlos —admitió—. Me iba a casar y dar a luz
tantos bebés como pudiera para poder llenarlos a todos. Estaba sola
y quería familia —se rió suavemente con el recuerdo—. Comencé a
coleccionarlos cuando tenía doce años, y nunca pude deshacerme de
ellos. Mi turno —anunció—. ¿Cómo fue crecer en la Horda?
—Bueno, supongo, mientras permaneciera fuera de la vista —dijo
encogiéndose de hombros—. Te escuché enseñando a los niños sobre
la Horda, así que sé que entiendes que la Horda es y siempre será la
más fuerte de los Faes y es cierto que todos los 'monstruos' del Otro
Mundo tienden a formar gran parte de la Horda. La Horda aprecia y
recluta activamente la fuerza y brinda refugio a aquellas criaturas
que no son bienvenidas por las otras Castas Fae. Sin embargo,
puerto seguro no siempre significa aceptación. Parte del papel del
Rey de la Horda es mantener a las criaturas más peligrosas del Otro
Mundo lejos de los débiles, por lo que es mejor que se queden con la
Horda —dijo y tragó saliva—. Mi padre fue brutal. Puede que seamos
los más fuertes y mortales de los Faes, pero la Horda en sí misma no
es malvada, como todos dicen.
—Tu padre lo era —susurró, mientras su mente examinaba
mentalmente un conjunto completo de archivos que habían sido
dedicados a la carnicería que sabían que había hecho el Rey de la
Horda.
—No era estable mentalmente y creo que lo sabía —admitió. No
estaba seguro de por qué estaba hablando de su padre con ella, solo
que no le daba esa sensación de malestar que normalmente tenía
cuando hablaba de Alazander—. Cuando era solo un niño, intentó
matarme en varias ocasiones.
—Eso es horrible —jadeó—. ¡Era tu padre!
—Él tiene muchos hijos —dijo suavemente, con los ojos
desenfocados en ella y apartó la vista brevemente—. Tomó las cosas
que amaban su esposa y sus concubinas, y las destrozó. Para mi
madre, fue lo que era, una Princesa Demoníaca de lo más feroz y
orgullosa del clan de los Demonios Buscadores de Almas. Tomó sus
cuernos, cola y alas poco después de que ella llegara ahí. Una vez que
nací, él fue detrás de mí. Yo era su único hijo, así que él me usó para
que fuera sumisa y cumpliera con todo lo que quisiera. Hizo lo
mismo con todas, y algunas se volvieron locas o catatónicas, como la
madre de Ryder. Él fue más duro con ella, por lo que dijo mi madre.
Le dio tres hijos antes de que se volviera loca. Ryder me salvó el
trasero más de lo que me gustaría admitir, pero así era la vida. —Se
tragó el recuerdo doloroso y continuó—. Mi padre me odiaba, y estoy
seguro de que fue porque saque el lado de mi madre en lugar del
suyo, lo cual era ilógico, ya que todos los Faes se parecen a la madre
y heredan las marcas de su padre. Continuó tratando de matarme,
hasta que un día la Diosa me pidió que me convirtiera en su
sirviente, y acepté voluntariamente a cambio de mi protección y la
de mi madre.
—La marca, la que tienes en el pecho, ¿es su marca? —preguntó ella
mientras sus ojos bajaban al lugar que estaba oculto por su camisa.
—Ella aceptó mi voto y casi de inmediato comencé a tener visiones
del futuro. Las visiones no nos protegieron de mi padre, aunque sí
cambió mi valor para él. Algo que no es de conocimiento común para
el Gremio es el cambio que experimentan los Fae cuando toman su
magia. Transición. Los Altos Faes no sabían sobre la Bruma
Demoníaca y asumieron que la sangre de mi padre ganaría cuando
llegara el momento de pasar por la Transición. Maté a cuatro
mujeres. Violentamente, y no recuerdo mucho de eso —dijo mientras
hacía un ruido de disgusto—. Fue un jodido desperdicio. El Demonio
en mí se despertó; se estaba muriendo de hambre y ellas murieron a
causa de la arrogancia y la ignorancia y podría haberse evitado
fácilmente —Se sorprendió cuando su mano suave se envolvió
alrededor de la suya.
—Eso es triste —susurró, y él levantó la vista para encontrarle los
ojos húmedos, y ninguna condenación, ya que esperaba que ella lo
tuviera después de escuchar su historia—. ¿Qué pasó cuando
descubrieron que las mataste accidentalmente?
—No pude volver a cambiar a Fae. Durante aproximadamente dos o
más horas estuve atrapado en mi forma completa de Demonio. Fue
entonces cuando mi padre me lo quitó. Todo lo que me hacía un
Demonio, lo tomó. Mi piel todavía se pone roja y tengo un buen
conjunto de colmillos que tienden a mostrarse cuando peleo; eso no
era algo que él pudiera quitar y, en su mayor parte, aprendí a
controlarlo. Desafortunadamente, no podía soportar el hambre que
se había despertado al alimentarme de las almas, y agravó el
problema al prohibirme alimentarme de las almas en Faery. Ryder
me trajo aquí, tratando de mantenerme con vida. Se convirtió en
algo que hizo por mí a menudo hasta que aprendí a abrir portales
por mi cuenta. He estado tratando de controlar al Demonio durante
siglos, simplemente rozando almas para que no mate al tomar toda
el alma. No es común que los Demonios puedan contener el hambre,
pero de alguna manera me las arreglo. Es una mierda controlarlo; él
siempre está ahí, esperando. No creo que sea algo como con lo que
mi hermano tiene que lidiar desde que mató a nuestro padre, así que
no me quejo. No se puede cambiar la genética, ni siquiera con los
Fae —dijo, observando mientras ella seguía mirándolo, con los ojos
de zafiro muy abiertos con aceptación, y sin rastro de repulsión.
—¿Alguna vez te has alimentado de mí? —ella lo sorprendió
preguntando—. Quiero decir, sé que cuando los Fae se alimentan,
sus ojos brillan. Lo noté cuando estabas... —Hizo una pausa como si
estuviera buscando las palabras correctas.
—Cuando te follaba —dijo con una sonrisa sardónica en sus labios—.
Dilo, dulces labios. Follar. Te folle. Me gusta follarte. Jodidamente
me entiendes —dijo y ambos se rieron—. Para responder a tu
pregunta, sí, me he alimentado de tu alma. Es diferente a las otras
que he mordisqueado, y eso es todo lo que tomé. No me atrevo a
tomar más, porque a medida que lo hago, se hace más difícil
detenerse en un mordisco. Puedo alimentarme al follar o de las
emociones, pero el Demonio también debe ser alimentado —
concluyó.
—¿Tengo un sabor diferente? —preguntó ella, con los ojos muy
abiertos por la sorpresa.
—No he probado demasiadas Brujas; no son fáciles de seducir por
sus enemigos.
—¿Tengo buen sabor, al menos? —ella preguntó con una mirada
preocupada.
—Sabes a cielo envuelto en un cuenco lleno de delicias pecaminosas.
—Esa es una combinación extraña —se rió mientras Ristan la
miraba—. ¿Qué pasa cuando tomas un pedazo del alma? —ella
preguntó suavemente.
—Se regeneran. La mayoría tarda un poco en sanar, pero la tuya
sana más rápido que la mayoría. Podría ser cualquier otra cosa que
este mezclada en tu genealogía, o podría ser simplemente porque
eres una Bruja. Como dije, no estoy acostumbrado a alimentarme de
las Brujas.
Olivia se sintió horrorizada por lo que le había dicho, pero había
creído a esta hermosa criatura que no la había lastimado y que había
sido amable con ella desde el primer día.
—¿Lo extrañas? —ella preguntó.
—¿A quién?
—Tu padre —continuó—. Nunca he tenido uno, así que no lo
extraño, ya que nunca tuve la oportunidad de conocerlo. Sin
embargo, tú lo perdiste, y aunque era prácticamente Satanás
envuelto en polvo de hadas, era tu padre.
—No; de hecho, ayudé a Ryder a matarlo y no me arrepiento ni por
un momento. Lo odiaba y él me odiaba únicamente porque mi
madre es un Demonio y yo salí igual. Los Demonios no son
exactamente aceptados por los Faes. La mayoría de los Faes, de
todos modos. A mis hermanos no les importa lo que soy, pero mi
padre llevó ese odio a los extremos. Al crecer, eso fue algo que tuve
que aceptar bastante rápido. Decidí que podían irse a la mierda si no
me querían cerca. Encontré formas de acercarme a ellos,
eventualmente. La vista de Danu fue una bendición, así como una
maldición. Nadie debería tener que ver algo de la mierda que he
visto en mi vida... Sin embargo, fue valiosa y necesaria. Puede que
haya pasado por un montón de mierda, y confía en mí, no fue fácil
de pasar, pero sí encontré el camino. Algo así como tú. No sentías
que pertenecías aquí; eras tímida y te retiraste. Por lo que vi en el
Gremio, fue como si no quisieras llamar la atención. Tampoco tenía
a nadie que reconociera lo que estaba pasando. Al menos tuve dos
hermanos que me apoyaron cuando era niño. Descubrí una forma de
forzarme en cualquier situación en la que quisiera involucrarme y
otras formas de evitar las reglas que consideraba injustas. Las cosas
han cambiado para mejor desde que Ryder lo mató, y hemos estado
trabajando para que la Horda vuelva a ser lo que era desde el día en
que murió nuestro padre. Sin embargo, los Magos están jodiendo el
plan a lo grande. Encontrar las Reliquias que robaron los templarios
contribuirá en gran medida a corregir muchas cosas, Olivia —dijo
suavemente.
—Parece casi imposible haber pasado por tanto —estuvo de
acuerdo—. Te creo acerca de las Reliquias, y quiero ayudarte a
encontrarlas —dijo con una sonrisa amable. Sus ojos se deslizaron
por su cuerpo, observando sus abdominales bien definidos que la
camisa no pudo ocultar—. Sabes, si has vivido tanto tiempo como
creo que lo has hecho, estas siendo un verdadero asaltacunas
conmigo —se rió mientras se señalaba con el pulgar y exhaló un
suspiro con una sonrisa.
—Dime, dulce niña, ¿follo como alguien que necesita tomar una
pastilla azul una hora antes de que sea hora de hacerlo? —preguntó
con arrogancia, sus ojos sonriendo mientras usaba magia para
acercar su cuerpo al suyo.
—No, y tal vez es tu edad lo que hace que te guste, así que no debería
discutir con los números —susurró mientras lo miraba y sentía que
su pecho se apretaba—. Me desnudas y miras a través de todo. Me
ves de una manera que me permite saber que sabes todo sobre mí,
mis defectos y esas imperfecciones de las que la mayoría de los
chicos huyen. Ves a la verdadera yo y aun así me quieres, y tal vez
soy una tonta por cuestionarlo, pero ¿por qué? ¿Porque mi alma
sabe dulce o es algo más?
—El sabor de tu alma tiene poco que ver con eso. A diferencia de los
demás, Olivia, puedo ver la pureza de tu alma y puedo mirar más allá
de todo porque sé lo que realmente hay aquí —dijo mientras
colocaba su mano sobre su corazón—. Muchas personas se habrían
quedado sin el Gremio, dejando a esos niños a cualquier destino que
los Dioses les tenían reservado, pero tú corriste hacia ellos. Se nota
en tu alma. Le da un tinte dorado, que normalmente está reservado
para aquellos que dan sus vidas por los demás, y la tuya brilla con
eso. No quería verlo antes, y a menudo el alma puede reflejar lo que
siente el ser, lo que, por un tiempo, fue culpa. Como bibliotecaria,
sabes que a veces las portadas más bellas tienen la historia más
aburrida oculta en sus páginas, mientras que la portada más
utilizadas o simples pueden tener el mundo más bello creado dentro
de sus páginas. ¿No te enseñan a nunca juzgar un libro por lo que
otros piensan de él, y que solo alguien dispuesto a tomarse el tiempo
para leerlo por sí mismo sabrá lo que realmente hay dentro de él?
Contigo, hay una hermosa portada y una maravillosa historia dentro
que todavía se está escribiendo.
¡Iba desmayarse! Ella apenas contuvo las lágrimas mientras su
corazón latía contra donde descansaba su mano. Ella se inclinó hacia
él y le dio un suave beso en los labios.
—Deberías haber nacido poeta —susurró mientras se alejaba.
—Al carajo eso —se rió mientras le daba un suave beso en la frente
—. Prefiero ser una estrella porno —dijo mientras se alejaba. La
mierda se había vuelto mucho más profunda de lo que él sentía
cómodo, y todavía necesitaba descubrir cómo evitar que ella fuera
un blanco para la ira de Danu.
—¿Entonces vamos juntos a Irlanda? —preguntó mientras lo veía
alejarse de ella y volver a los archivos.
—Sí —dijo en confirmación—. Sin embargo, no creo que sea una
buena idea que vayamos solos, así que necesitaré algo de tiempo
para que otros se unan a nosotros.
—¿Unos cuantos de la Horda? —Preguntó con un ligero temblor de
inquietud en su voz.
—Mis hermanos —confirmó, sus ojos se posaron en ella mientras
ella tragaba cualquier argumento que había estado a punto de
expresar.
Capítulo Treinta y Nueve
Irlanda estaba helada, pero afortunadamente Ristan la había vestido
con un cálido abrigo negro con una bufanda negra suave y tejida y
un par de botas de oso que tenían ribetes de piel a juego; ahora ni
siquiera notaba el frío en el aire.
Después de ver las grandes reuniones y multitudes un domingo en
la Catedral, decidieron ir a lo seguro y esperar al lunes cuando el
volumen de visitantes sería mucho más ligero. Si eso no funcionaba,
tendrían que probar ir a la Catedral en la oscuridad. Mientras tanto,
habían decidido mezclarse entre los turistas y los locales. Olivia
estaba emocionada por la aventura que Dublín ofrecía y no podía
esperar para ver los lugares de interés de la histórica ciudad.
Todo alrededor de esta ciudad estaba vivo. La risa llenaba el aire
mientras los turistas recorrían los paseos, o los muchos sitios
históricos. Ristan incluso había organizado un tour en el Trinity
College que no había esperado ya que era fin de semana.
Recorrieron la antigua biblioteca del Trinity College y los
escaparates de vidrio que contenían algunos de los libros más
antiguos del mundo. No pudo contener la sonrisa que cruzó por su
rostro o la emoción mientras recorrían la exposición del antiguo
Libro de Kells. Era el manuscrito real iluminado de los cuatro
evangelios del Nuevo Testamento que fue escrito en latín por monjes
en Irlanda en el siglo VIII o IX. Le picaban los dedos por tocar la
encuadernación o cualquiera de las páginas.
Luego fueron a ver el castillo de Dublín, que estaba muy bien
conservado y, aunque se completó hace casi ocho siglos, todavía era
una vista magnífica. Estaba tan cautivada con todo lo que estaba
viendo, que apenas notó a los dos Faes que los seguían mientras
Ristan señalaba cualquier cosa y todo lo que pudiera interesarla.
No fue hasta que estuvieron en los adoquines del distrito de Temple
Bar que ella los observó mientras bailaban con los músicos que
tocaban en las calles y las esquinas del distrito. Habían estado en
Irlanda por menos de seis horas en este punto, y Olivia estaba
realmente disfrutando de las ventajas de transportarse y los tres
hombres que la acompañaban, que actuaban como cualquiera de los
hombres humanos haciendo turismo o pasando el rato en el área.
Aodhan bailaba con las chicas, cualquier chica, en verdad. Él sonrió
y aceptó la mano de cualquier doncella en el área que se ofreciera,
como una abeja que se mueve rápidamente de flor en flor. Sinjinn
fue un poco más selectivo, pero eso no lo hizo menos activo o
encantador. Ella los miró, riendo hasta que Ristan la atrajo hacia él y
la obligó a bailar uno de los bailes tradicionales. No se había reído
tanto en años, y se sintió bien.
La música popular llenó el área, y bailaron con totales desconocidos.
Ristan mantuvo su mano sobre la parte baja de su espalda
protectoramente, lo que le gustó.
—Admítelo —gritó Ristan sobre la música.
—¿Admitir qué? —preguntó ella con las mejillas calientes por
esforzarse demasiado bailando.
—Lo sientes —se rió, apretando su mano contra su espalda mientras
la usaba para alejarla de la multitud.
—Me encanta —admitió—. Nunca he viajado, bueno, a menos que
incluyas el viaje de Salem a Spokane cuando era un bebé. La mayoría
de los bibliotecarios pueden viajar. Sin embargo, nunca me lo
ofrecieron —dijo sin ningún resentimiento por estar atrapada en un
lugar.
—No podría imaginarlo —él dijo.
—¿Imaginar qué? —preguntó mientras aceptaba una taza de sidra
de manzana caliente de uno de los muchos vendedores. Esperó a que
Ristan le pagara al hombre antes de darse la vuelta y continuar por
los adoquines.
—No poder viajar, ver la belleza del mundo —admitió. —Amo este
mundo, incluso si no entiendo cómo piensan a veces. Quiero decir, la
percepción de la belleza en este mundo es alucinante a veces —dijo y
se rió cuando ella lo golpeó suavemente en el bíceps.
—Eso es probablemente porque creciste con una belleza extrema a
tu alrededor, la gente aquí es fácilmente influenciada por la belleza y
tiende a juzgar mucho en función de la apariencia. Supongo que es
una falla en nuestro maquillaje, pero a menudo es más fácil creerle a
alguien que es agradable a la vista que a alguien que no lo es.
Ejemplo; los presentadores de noticias siempre son atractivos y
agradables a la vista. La gente aquí mira las noticias y capta lo que
otros dicen y, a menudo, se les engaña fácilmente para que piensen
ciertas cosas que realmente no deberían.
—Simplemente me parece extraño que se ponga tanto énfasis en la
belleza aquí, cuando podría dar dos mierdas sobre lo que consideran
la perfección. En mi mundo, soy marcado y juzgado a la vista por mi
aspecto, porque mi apariencia me identifica como un Demonio. Sin
embargo, los Demonios tienen una merecida reputación. Aquí, no se
merece tanto en función de la apariencia, por ejemplo; el pelo rojo
en mi mundo se considera variedad. Danu detesta el aburrimiento y
la previsibilidad. Aquí, el pelo rojo se considera una mutación
genética. Francamente, nunca he visto una mutación tan
encantadora —Él sonrió con cariño y le pasó la mano por detrás de la
cabeza, le recogió el pelo y dejó se deslizara lentamente de sus
dedos—. Esas pequeñas pecas en tu nariz también son mutaciones.
Los Faes no tienen pecas, así que creo que esas pequeñas
mutaciones te hacen más bella. Supongo que tendrás que
perdonarme por no entender a los crueles idiotas aquí que usan la
idea de que esas son mutaciones para hacer daño a las personas
pelirrojas; creo que el término es “Ginger-Bashing‟‟.
—Las personas son fácilmente influenciables y van con lo que saben
—dijo suavemente, mientras reflexionaba sobre sus palabras y cómo
hicieron que su corazón se disparara—. La mayoría de ellos están
influenciados por cómo fueron criados. Tómame a mí por ejemplo;
crecí cuando me dijeron que debería odiar a los Fae. Me alimentaron
con una dieta constante, y así lo hice.
—Hasta cierto punto, entiendo lo que estás diciendo. También llega
un punto en el que una persona solo tiene que decir “a la mierda
eso‟‟ y tomar decisiones por su cuenta que no impliquen dañar a
otros —Él la miró significativamente. Desde que sus ojos se habían
abierto sobre lo que realmente estaba sucediendo con el Gremio,
estaba formando sus propias opiniones y se había vuelto aún más
hermosa para él. Una combinación ideal que nunca pensó que
alguna vez experimentaría.
—¡Hey, nos abandonaron! —La voz de Aodhan interrumpió sus
pensamientos cuando se acercó a Ristan y sonrió brevemente a
Olivia—. Vamos a tomar una copa, tengo una sed infernal —dijo y
comenzó a caminar.
—¿Temple Bar Pub? —Preguntó Ristan, su mano encontró
distraídamente la suya y se dirigió en la dirección antes de que
alguien terminara de responderle.
—¡No puedo creerlo! ¿De verdad? ¡No puedo esperar a verlo! —dijo
ella ansiosamente—. Leí sobre este lugar muchas veces; toda esta
área es un hito histórico —dijo mientras continuaban caminando—.
Solía ser la Parroquia de St. Andrews, y antes de eso, era un
verdadero asentamiento vikingo.
—Ahora esos eran algunos humanos que sabían cómo divertirse —
dijo Sinjinn mientras tomaba un sombrero de duende de fieltro de
un soporte y lo ponía sobre su cabeza. —¿Luzco bien? —preguntó,
para diversión de la señora del puesto.
—Por ocho euros, puedes lucir todo lo bien que quieras —dijo ella
mientras extendía la mano por el dinero.
—Cuatro de ellos, por favor —dijo.
Olivia estaba emocionada por la historia de este lugar y no podía
tener suficiente, pero ver a tres hombres adultos, o Faes, ponerse
sombreros de duende era un punto culminante. Se veían tan
normales, tan humanos. Era difícil distinguirlos de los turistas o
incluso de los lugareños, excepto por el hecho de que los tres
hombres altos eran inhumanamente hermosos.
Entraron al Pub Temple Bar después de entregar los sombreros a un
par de chicos, y se sentaron en la parte de atrás, lejos de los chicos de
edad universitaria que parecían estar llenando el lugar. Acababan de
pedir una ronda de pintas Guinness cuando una hermosa mujer de
cabello castaño con un amplio busto se les acercó, mirando
directamente a Ristan.
—¿Puedo traerles algo? —preguntó la camarera, haciendo alarde de
sus bienes hacia él mientras se inclinaba para mostrar sus generosos
pechos.
—Estamos bien —dijo, y se volvió para mirar a Olivia, pero la
señorita Sin Dignidad no había terminado.
—Apuesto a que sí —se rió—. Quise decir, ¿puedo conseguirte algo,
incluso algo fuera del menú? —ella sonrió.
—Creo que estamos bien —respondió Ristan, sus ojos se movieron
lentamente de la camarera a Olivia.
—¿Tal vez deberías hacer que ella vaya a buscar su dignidad? —
Olivia espetó, y luego se tapó la boca con la mano en estado de
shock. Lo había pensado, pero no tenía la intención de decirlo en voz
alta.
—Puedes ayudarme a mí—dijo Aodhan con naturalidad mientras le
guiñaba un ojo a Olivia.
Vieron a Aodhan alejar su taburete de la mesa en la que estaban
sentados y pasar sin problemas a través de la multitud y salir por las
puertas del pub con la camarera a cuestas.
—Eso no fue extraño en absoluto —murmuró Olivia, con la nariz
arrugada mientras el conocimiento de lo que estaba por suceder
afuera jugaba en su mente.
—¿Más? —Sinjinn preguntó mientras levantaba la mano para
detener a una de las otras camareras—. Otra ronda, por favor —dijo
con una sonrisa encantadora a la joven camarera.
—Eso no fue normal —dijo Ristan después de un momento.
Mirando alrededor de la habitación llena, notó muchas criaturas
inhumanas; algunas se esperaban. Sin embargo, la mujer en el
rincón más alejado con los ojos pequeños y los dientes afilados,
también conocida como Hag13, no lo era.
—Maldito infierno —gruñó mientras se alejaba de la mesa—. Eso no
fue al azar, fue la selección del más apto —gruñó—. Es una maldita
Hag. Olivia, no te muevas hasta que vuelva por ti.
Ristan no esperó a ver si ella escuchaba, pero lo hizo. Ella vio como
él salía corriendo del bar con Sinjinn cerca de sus talones. Las

13
Una Hag es una especie de Bruja anciana o marchita, o una especie de hada que tiene la
apariencia de una mujer así. Son caníbales y menudo son vistas como malévolas en el folclore
y en cuentos infantiles como Hansel y Gretel.
puertas se abrieron de golpe justo antes de llegar a ellas y se
cerraron en el momento en que estaban afuera.
—¿Otra taza? —preguntó la camarera mientras ella le ofrecía una
humeante taza de café con crema de vainilla apilada en la parte
superior. La nariz de Olivia se arrugó cuando se dijo que ya había
tomado suficiente café hoy, y dormir sería un problema si se lo
permitía, pero sería un crimen desperdiciar esos pequeños copos de
chocolate encima de la crema.
—Gracias —dijo mientras lo aceptaba y usó su dedo para sumergirse
en la crema y sacar algunos trozos de chocolate afeitado para picar.
Pasaron los minutos y la gente empezó a moverse mientras esperaba
que regresaran los hombres.
Había terminado la bebida unos momentos antes de sentir que
comenzaba la sensación de mareo. Debió haber alcanzado su límite
de café, o tal vez fue la falta de sueño por los maratones sexuales con
Ristan lo que estaba haciendo efecto. Se recostó contra la pared y
observó el bar abarrotado mientras disfrutaba de la música en vivo
hasta que una voz le susurró al oído.
—Haz un sonido y te cortaré la garganta como si fuera mantequilla,
perra —gruñó Cyrus.
—No —susurró en silencio.
—Ven conmigo, o daré la orden de matar a tu amante Demonio en
este momento —advirtió.
—Cyrus, por favor no hagas esto —rogó, con el labio temblando de
ira y la idea de que, una vez más, este monstruo tenía a Ristan bajo
su custodia.
—Levántate y muévete o ambos morirán aquí y ahora.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras levantaba la
mano para limpiarlas furiosamente por ser atrapada de nuevo. El
torque que aún llevaba le impedía lanzar hechizos, y le vinieron a la
mente algunas opciones que le hubiera encantado probar con Cyrus.
Limpiándose las lágrimas de nuevo, hizo lo único en lo que pudo
pensar y usó sus dientes para rasgar la piel cerca de la palma de su
mano, untando su sangre en el borde de la mesa mientras se
levantaba.
Si Cyrus estaba mintiendo, quería que Ristan supiera que no lo
había traicionado de nuevo. Ella trató de hacer contacto visual con
varias de las personas a su alrededor, pero, como la mayoría de las
personas en un bar, estaban demasiado ocupados en sus teléfonos o
socializando con sus amigos para darse cuenta de lo que sucedía tan
cerca de ellos.
—Eso es, puta, muévete —se burló con odio.
—No soy una puta —siseó.
—Extendiste esos muslos para él, ¿no? —él respondió mientras la
movía hacia la salida trasera.
—Vete al infierno, Cyrus. Es seguro que ese será tu destino de todos
modos. Mataste a personas inocentes, personas que confiaron en ti
para mantenerlos a salvo —dijo con veneno mientras miraba
fríamente en su dirección, solo para sentir el mordisco de un cuchillo
mientras lo hacía.
—Iré al infierno, Olivia, justo después de enviarte allí.
Capítulo Cuarenta
Ristan y Sinjinn entraron en el oscuro callejón cerca del pub y
encontraron a Aodhan presionado contra una pared, con los ojos
cerrados mientras la camarera trabajaba su polla, como si lo
disfrutara. Tanto él como Sinjinn hicieron una mueca al darse
cuenta de lo que le estaba haciendo a su hermano.
Aodhan gimió y Ristan gruñó cuando ella se volvió para mirarlos,
sacando la polla de Aodhan de su boca; sus dientes aserrados
gotearon sangre mientras sonreía. —¿Quieren un turno? —Preguntó
la Hag, su sonrisa revelaba sus monstruosos dientes aún más.
—No, gracias, me gusta mi polla con su piel puesta —dijo Sinjinn
cuando su armadura apareció en lugar de su ropa y sacó las
cuchillas—. ¿Pero tú? Te verías bonita sin piel; ¿no te parece, Ristan?
Ristan permaneció en silencio mientras materializaba una larga
espada de doble filo en cada mano. Su armadura brilló en su lugar
mientras se deslizaba en una posición de batalla. —Aléjate de él —
advirtió con frialdad, sus palabras apenas por encima de un susurro,
pero con suficiente advertencia para hacer que un monstruo adulto
se detuviera, pero no esta perra.
—¡Él es mío! Me lo gané. Te alejé de ella. ¡Hice mi parte y ahora
recibo mi recompensa! —la Bruja se burló, su cuerpo retorciéndose
de la bella mesera a su verdadera forma.
Su piel se derritió, revelando forúnculos y carne podrida, sus dedos
extendidos en afiladas garras. Su cabello cambió de un marrón
brillante a un gris opaco hasta que se enmarañó, y cayó del cuero
cabelludo, exponiendo aún más llagas.
—Mierda, aléjate de mí —murmuró Aodhan aturdido sosteniéndose
contra la pared mientras trataba de descubrir qué demonios acababa
de saborear su polla.
—Joder —dijo Ristan, enviando una llamada de ayuda sobre el
vínculo mental que compartía con sus hermanos. Lo que pasaba con
estas perras feas era que iban a todas partes en grupo, por lo que en
algún lugar cercano había otras esperando tejer su sucia magia sobre
él y Sinjinn. Las Hag eran mortales para los humanos, pero un Fae
atrapado en su red de seducción, terminaría deseando la muerte a
los dioses.
—Ojos —advirtió Ristan, sabiendo que sus hermanos podían ver y
escuchar lo que él y Sinjinn estaban experimentando a través del
enlace—. Esta perra tiene amigas.
—Eso es lo que hacen —coincidió Sinjinn mientras giraba en un
círculo para revisar el área.
Ristan sintió que el aire se movía, y luego un poder abrumador que
se agitó a su alrededor cuando la Guardia de Élite entró por un
portal cerca de la sangrienta escena. Su mente estaba repitiendo las
palabras de la Hag, y el miedo por Olivia lo estaba atormentando
mientras enfrentaba a la perra mortal que pronto moriría. Sabía que
sus hermanas estaban aquí en algún lugar cercano, esperando el
momento justo para atacar.
—Ristan —el profundo estruendo de Ryder vino desde su costado y
su corazón se detuvo brevemente porque esta era la segunda vez que
le había quitado su Rey a Faery.
—No deberías estar aquí —se quejó, pero si era honesto, estaba
agradecido—. Es una Hag, probablemente una de tres o más si es fiel
a sus formas. —Notó la cara familiar de Elijah con el grupo y asintió
con la cabeza—. No dejes que una de estas perras se les acerque,
mala idea hacerlo; solo necesitan un pequeño pinchazo de tu piel
para dejarte indefenso —explicó mientras sacudía la cabeza en
dirección a Aodhan como ejemplo.
—Elijah, lleva a Aodhan de regreso a Eliran en el momento en que
atraemos la atención de esa criatura hacia nosotros —dijo Ryder
bruscamente, y Ristan volvió su atención al mitad Ángel, mita Fae.
—¿Qué demonios está haciendo él aquí de todos modos? —espetó,
mirando a su nuevo hermano sospechosamente.
—Está aquí porque puede luchar como el infierno, y por razones que
ha compartido conmigo, ha solicitado unirse a la Guardia de Élite y
necesita demostrar su valía —gruñó Ryder mientras volvía sus
penetrantes ojos dorados hacia Ristan—. No me cuestionen —dijo
con firmeza, advirtiéndole a Ristan que no estaban solos y que él era
el Rey. Ristan ocultó la mirada de incredulidad que estaba seguro
había cruzado por su rostro. Hace menos de una semana, Elijah
había liderado su propio pequeño grupo de marginados y desafiado
a Ryder por el liderazgo de la Horda. No es como si hubiera tenido
éxito, pero este era un giro interesante de los acontecimientos.
—Creo que esto es una trampa —dijo Ristan sin problemas, sin
perder el ritmo mientras cambiaba el tema al asunto en cuestión—.
Algo está mal sobre esto. Las Hag no suelen follar con los Fae, pero
esta dijo que Aodhan era su recompensa por atraernos —explicó.
—¿Por qué alguien querría joder con los Fae? —Synthia preguntó
mientras empujaba a Ryder a un lado de donde él había bloqueado
su vista—. No estoy indefensa —lo regañó.
—Todavía estás aprendiendo tus nuevos poderes —argumentó—.
Necesito poder concentrarme.
—Debidamente notado, Hada —respondió ella con una suave
sonrisa—. Jesús, ella es fea —susurró con una arruga de su nariz con
desagrado—. También huele a muerte.
—Ella está muerta o, peor aún, es una no muerta —explicó Ristan
mientras la Guardia de Élite trabajaba para rodearla mientras se
movía en un movimiento hipnótico, tratando de atraerlos más cerca
de sus garras.
—Ella va a tratar de perforar tu armadura —dijo Elijah mientras
asentía con la cabeza a la Hag, que ahora estaba atacando al Guardia
más cercano.
—Es una armadura a prueba de perras —se rió Ristan, a pesar de
que no creía que la situación fuera remotamente divertida.
—Alguien debería... —Elijah detuvo sus palabras cuando una ráfaga
de viento hizo que su cabello se levantara.
Ristan resopló mientras veía al Rey de la Horda levantar las manos.
Su cabeza se contorsionó en un movimiento borroso y, antes de que
pudiera contar hasta tres, Ryder estaba parado con la cabeza de la
Hag en sus manos mientras su cuerpo caía al suelo.
—¿Matarla? —Ristan ofreció.
Elijah se volvió para mirar a Ristan con una mirada aguda, mientras
un chillido penetrante llenaba el oscuro callejón a su alrededor.
Apenas tuvo tiempo de prepararse para el ataque cuando otra Hag se
apresuró hacia ellos. Se apartó fácilmente de las garras de la Hag. Se
apresuró hacia adelante, quitándole la cabeza, y justo cuando una
tercera habría tomado la cabeza de Elijah, Ristan lanzó su espada
hacia Elijah, instintivamente sabiendo que se agacharía a tiempo.
Su espada se encontró con carne, carne podrida, la cuchilla la
atravesó como mantequilla, terminando la batalla prematuramente.
Elijah se puso de pie y miró a Ristan, pero en el momento en que se
volvió hacia el cuerpo sin cabeza, sacudió la cabeza y se llevó la mano
al cuello al saber que casi había perdido la suya.
—Lleva a Aodhan a Eliran —ordenó Ristan mientras su armadura
volvía a su ropa de todos los días, y volvió a las puertas del bar.
Tenía el corazón en la garganta cuando abrió las puertas, apartando
a los clientes del bar hasta que encontró la mesa donde había dejado
a Olivia. Vacía.
Detuvo a una de las camareras y preguntó por Olivia, solo para que
le dijeran que había salido por la salida trasera con un hombre
mayor que se ajustaba a la descripción de Cyrus.
—Ryder —dijo, sabiendo quién estaba a sus espaldas.
—Ella podría haberse ido voluntariamente —ofreció Ryder en voz
baja, incluso mientras Synthia lo miraba, sin compartir su creencia.
Ristan hizo una pausa, su mente estaba en guerra con sus
emociones porque no estaba seguro. No podía creer que después de
los últimos días juntos ella se hubiera ido, ¿verdad? Abrió la boca
para acusarla o condenarla a los vientos, pero no salió nada. Sacudió
la cabeza, y la mano suave que tocó la suya lo hizo detenerse.
—Detente —dijo Synthia suavemente; su halo de cabello platino
parecía como si hubiera sido encendido con la electricidad—. No
hagas eso, ven conmigo ahora —susurró y levantó las manos para
que él las pusiera voluntariamente sobre las de ella.
En un momento habían estado en el pub lleno de gente, y al
siguiente estaban parados en una pequeña isla que estaba rodeada
por el fuerte oleaje de una tormenta que se avecinaba. Las olas
chocaban alrededor de ellos, el agua salada era rociada en el aire y
los humedecía ligeramente.
— ¿Qué demonios, Flor? ¿Por qué me trajiste aquí? —susurró las
preguntas mientras miraba a su alrededor.
—Respira, Ristan. Solo respira —ella instó, sintiendo sus
turbulentas emociones.
—¿Cómo hiciste eso tan pronto? —preguntó, sus ojos la miraron
como si esperara que ella se convirtiera en Danu. Synthia era su hija,
después de todo Conscientemente sabía que era Synthia, pero la
mierda se había vuelto extraña en su vida, por lo que no le
sorprendía mucho en estos días.
—Magia —dijo con una leve sonrisa—. Hablemos antes de llegar a
una conclusión que terminará en que seas un imbécil —finalizó.
—Se ha ido, y aparentemente se fue con Cyrus. ¿Es una coincidencia
que el hombre con el que se fue se ajuste a la descripción del hombre
que me torturó? —preguntó suavemente mientras el dolor
atravesaba su pecho.
—Nos llevaré de vuelta ahora. Nadie nos escuchará ni nos verá.
Todos en el pub estarán congelados, para que podamos ver mejor la
escena. Veremos qué dicen los hechos y dejaremos que te hablen,
Demonio. A veces las cosas no son realmente como aparecen por
primera vez, y tienes dudas. Veamos a dónde nos llevan los hechos,
¿de acuerdo?
—Esto es estúpido; deberíamos estar buscándola —gruñó.
—No me gruñas, Demonio, ya tengo suficiente de eso de tu
hermano. Mira el pub como si fuera una escena del crimen, y no un
lugar donde Olivia te dejara para ir a cometer actos de maldad al
azar. —Sus ojos buscaron los suyos por un momento antes de
continuar—. Alden hizo que los niños vuelvan a hablar. Finalmente
se abrieron y explicaron lo que vieron, y fue a ese ratón luchando
para salvarles la vida. Ella los salvó, Ristan. Puede que la haya
jodido, pero no creo que lo vuelva a hacer —dijo con firmeza—. Te
he dado tiempo para hacer lo que quisieras, pero creo que
necesitamos a Olivia viva. Así que necesito que volvamos a estar en
el mismo equipo.
—Bien —dijo, a pesar de que el pulso en su mandíbula golpeaba
violentamente mientras diferentes escenarios pasaban por su mente.
Estaban de vuelta en el bar y, aparte del grupo de hombres Fae,
Synthia había logrado congelar a todos en el pub. Miró a su
alrededor a las personas que continuaban mirando algo u otro en sus
teléfonos o congeladas a media frase o riéndose con sus compañeros.
La camarera que le había dado la descripción de Cyrus miró algo
como si no estuviera segura de qué hacer al respecto, pero luego una
pareja joven, a unas pocas cabinas a su izquierda, estaba
derramando una bebida, por lo que probablemente decidió ignorar
lo que le preocupaba y hacer lo que su trabajo implicaba. Ristan vio
como Ryder y el resto de los Fae se dirigían a la mesa.
—Sangre —dijo Synthia mientras se inclinaba y miraba la mesa—.
Aquí es donde estaban, ¿verdad?
—Sí —dijo cuando su corazón dio un vuelco en su pecho.
—¿Estaba herida antes?
—No, lo habría notado. Ninguno de nosotros estaba sangrando por
ninguna herida —reconoció.
—En el entrenamiento de emergencia, si una Bruja se encuentra en
una situación difícil y decide salvar la vida de quienes la rodean, se
les indica que dejen un rastro de sangre. Digamos que si una Bruja
hubiera estado preocupada por proteger a alguien, la Bruja habría
ido voluntariamente, pero para indicar que estaban en peligro,
dejarían un rastro para que su Aquelarre supiera que necesitaba
ayuda.
Él se detuvo. —¿Entonces ella me dejó una señal? —preguntó con
cautela, como si tuviera miedo de creerlo.
—No solo hizo eso, sino que te dejó varias —dijo Synthia mientras
señalaba el marco de la puerta trasera, que también estaba
manchada de sangre.
—Descongélalos y vamos a seguirlos —instó.
—Acerca de eso, todavía no soy tan buena con descongelar personas
—admitió tímidamente.
—¿Qué pasa cuando lo intentas? —Preguntó vacilante.
Ryder resopló y se encogió de hombros ante la mirada curiosa de
Ristan.
—Bueno, todavía no he volado a nadie, pero no lo descarto. Una de
las piedras al lado de las Piscinas de Hadas explotó y casi me arrancó
la cabeza la última vez que intenté esto.
—Mierda —dijo mientras miraba más allá de ella hacia donde sus
hermanos esperaban, mirándolos—. ¿Fue eso durante el
congelamiento, o cuando trataste de terminarlo?
—Cuando intenté terminarlo, por supuesto —respondió ella con
fingido horror—. ¿Crees que lo probaría en personas reales por
primera vez? No, lo probé con algunas ovejas que estaban cerca de
las piscinas y me asusté un poco cuando la roca explotó. Este es mi
primer intento real contra la gente, y para ser honesta, estoy un poco
asustada en este momento —se rió con un brillo travieso en los ojos.
—¿Cuánto dura? —preguntó preocupado mientras miraba alrededor
de la habitación.
—Cyrus no la matará —dijo con confianza mientras intentaba evadir
su pregunta—. No hasta que obtenga lo que quiere de ella, que, si
todo lo que Vlad y Adam han informado es cierto, probablemente
también esté buscando la Reliquia.
—Hablando de eso, ¿cuánto tiempo has tenido a Adam espiándome?
—preguntó mientras se dirigía hacia la salida, sus hermanos los
siguieron de cerca mientras guiaba a Synthia junto con ellos.
—¿Crees que no te seguiría? Ristan, me mantuviste cuerda cuando
pensé que me volvería loca con todo lo que me pasaba. Cuando me
liberaste de la mansión, nos uniste. Eso nos hizo amigos, y le debo
mucho a mi amigo. Necesitaba saber que estabas bien, y aunque
prometí no hacerlo, también necesitaba saber que no cruzaste una
línea con Olivia de la que no podrías volver.
—Los amigos no espían a los amigos, Flor —dijo mientras absorbía
lo que ella había dicho.
—Cuando te encontramos en esa habitación, te habías ido. Me
asustaste mucho, Demonio. Ryder me contó algunas cosas y, por un
tiempo, me preocupaba mucho que no volvieras a nosotros. Salvaste
a mis bebés, y necesitaba saber si íbamos a tener que salvarte,
incluso si eso significaba salvarte de ti mismo. Bien, entonces,
¿dónde está la Reliquia? —Dijo ella, cambiando de tema con una
mano desdeñosa.
—La Catedral de San Patricio, creemos.
—No creo que haya catacumbas debajo de la Catedral donde los
templarios puedan esconderla, ¿tal vez una de las tumbas en las
paredes o el piso? —ella ofreció.
—Lo discutimos, Olivia y yo, y creemos que podría haber una
entrada debajo de la Catedral que estaba oculta. Sé que dice que
cuando lo construyeron, el nivel freático era un problema, pero
¿cuántas veces en la historia del Gremio y los masones han
inventado una mierda para evitar que la gente mire? —él afirmó.
—Eso tiene sentido, entonces ¿por qué Cyrus se llevaría a Olivia?
¿Sería para obtener información sobre los Fae, o crees que él sabe
sobre las Reliquias y quiere que ella lo guie?
—No sé —respondió, y por un breve momento, se preguntó si Olivia
se había acercado a Cyrus. Era extraño, apareciendo aquí de la nada
así. ¿Era el rastro de sangre una señal para él u otra trampa para
atraerlo?
—Ella no ha tenido ningún contacto con el exterior —dijo Synthia,
adivinando sus pensamientos—. No tiene acceso a un teléfono, y ella
no tiene la capacidad de comunicarse con nadie sin uno. A menos
que ella no sea una Bruja, y en ese caso, podríamos haberla juzgado
mal nuevamente, pero no creo que lo hayamos hecho. Piensa;
¿Alguien sabe lo que encontraste?
—Había algunas personas con Vlad; vinieron con los archivos, pero
él confiaba en ellos. Adam lo sabía y Adrian —anunció—. Supongo
que podría haberse escapado, pero lo dudo. Vlad mataría a
cualquiera que creyera que lo traicionó y ellos lo saben.
—Entonces supongo que esperamos que todos se descongelen
bastante rápido aquí, para que podamos llevarte a una Catedral y
salvar a la damisela —dijo con picardía.
Una punzada de culpa le cruzó por la mente porque Olivia fuera
ahora una damisela que tal vez ni siquiera podría defenderse debido
al torque que él le había impuesto.
—¿Y si nos equivocamos? —preguntó.
—Si los dos estamos equivocados, entonces ella debe morir. Si ella
nos ha engañado tanto, es más peligrosa de lo que ninguno de
nosotros pensó y la voy a dejar salirse con la suya. Si tenemos razón,
necesitaremos su ayuda.
La sala volvió a la vida con un estruendo ensordecedor cuando todos
reanudaron lo que habían estado haciendo.
—¿Y si alguien hubiera entrado? —Ryder preguntó con impaciencia,
cortando una mirada mordaz de Synthia.
—También los habría congelado —se encogió de hombros.
—¿Y si accidentalmente explotaras un pub entero lleno de gente? —
él preguntó—. Yo podría vivir con eso, ¿pero tú?"
—¡No explotaron! —ella gruñó.
—¿Ustedes dos necesitan una habitación, o tal vez una esquina?
Presionando las cosas aquí, no hay tiempo para descansar y follar —
gruñó Ristan con impaciencia.
—La próxima vez, practica en una situación en la que no tengas que
darles un empujón para que vuelvan a la vida. Quédate con las
ovejas por un tiempo Mascota —dijo Ryder, mientras continuaban
ignorando a Ristan con sus asuntos personales.
—Nunca voy a aprender si sigues deshaciendo mis errores —se
quejó con las manos en las caderas. Le guiñó un ojo a Ristan y se
acercó a Ryder, su Rey—. En cuanto a los problemas más grandes,
hay un Anciano del Gremio que tiene a Olivia y tenemos que
descubrir qué está haciendo aquí y qué es lo que realmente quiere.
—Entonces seamos inteligentes al respecto y hagamos un plan —
dijo Ryder mientras acercaba a Synthia y le daba a su hermano una
mirada tranquilizadora—. Vamos a cazar brujas, hermano.
Capítulo Cuarenta y Uno
Olivia fue forzada a punta de cuchillo a una camioneta que esperaba,
y algo se presionó contra su rostro. El olor dulce y enfermizo hizo
que la bilis se precipitara hasta el fondo de su garganta, y la
oscuridad pareció tragársela por completo.
Cuando despertó, fue porque unas manos ásperas la llevaron a una
catedral oscura y la colocaron en un piso de mosaico frío. Ella fingió
dormir, escuchando a Cyrus mientras él daba instrucciones en un
idioma que nunca había escuchado antes. Los hombres con él se
fueron a hacer lo que él les había ordenado, o al menos ella asumió
que lo hicieron, ya que sus ojos permanecieron cerrados.
—Deberías haberme escuchado cuando te dije que era un monstruo
—se burló Cyrus y pateó a Olivia en su abdomen, obligándola a
abandonar la fachada de que todavía estaba drogada.
Ella gritó cuando el dolor la asaltó, y luego él se arrodilló a su lado y
volvió su cara hacia él en un apretón de castigo.
—Estúpida puta; debería haber permitido que te mataran con los
otros inútiles en el Gremio. Por suerte para mí, no moriste en el caos
—dijo Cyrus con los ojos perforando agujeros en ella.
Sintió náuseas revoloteando en su estómago, y una ira revoloteando
en ella que quería justicia por toda la sangre inocente que había
derramado.
—No tenías que matarlos —susurró ella a través de su agarre en la
barbilla.
—Oh, pero lo hice. Verás, los nuevos Ancianos pronto reemplazarán
a los que siguen las viejas reglas y uno por uno, cada Gremio será
reemplazado por un nuevo orden mundial. En lugar de proteger a los
humanos de los Faes, los erradicaremos y los humanos comprarán
todo lo que les digamos. Estúpidos de mente simple, todos ellos. Oh,
no me mires así —advirtió—. Sabes, el Gremio realmente pensó que
podría hacer una diferencia y la verdad es que nunca lo han hecho.
Pensaron en vigilar a los Faes, pero son débiles. Todos tenemos algo
de Faes en nuestra genética, pero algunos de nosotros tenemos más
magia que otros. Las Brujas y los Brujos son simplemente linajes
diluidos. Se crearon a partir de una estúpida puta humana follando
con uno de los monstruos y el engendro de esa unión se reprodujo
una y otra vez. Nada como lo que nosotros tenemos en nuestras
líneas. Somos más fuertes, más rápidos y más poderosos que los del
Gremio.
—No tienes razón —Olivia gruñó—. ¡No te hemos hecho nada!
Ahora sabía lo malo que era este monstruo porque no solo había
odio en sus ojos, había locura. Él sonrió fríamente, su boca se torció
fríamente; la sonrisa resultante estaba llena de odio.
—No tienes idea de lo que soy, y tampoco el Gremio. No saben hasta
qué punto estamos integrados en sus filas. Harold, el Anciano que
dirige el Gremio de Seattle, es igual que yo, Olivia. Comenzamos con
el Gremio de Nueva Orleans el otoño pasado; fue tan jodidamente
fácil tomarlo desde adentro. ¿Cómo crees que sabía que tu amante
no podría haber sido de allí? Debido a que estuve allí por negocios a
principios de noviembre, y en diciembre, todos los Ancianos de
Nueva Orleans estaban muertos o bajo nuestro control. Basta un
mes para cambiar el liderazgo de todo un Gremio, y los demás se
alinearán con la misma facilidad.
Olivia calculó rápidamente el momento y comprendió su
significado; Durante al menos dos semanas, Cyrus había sabido con
certeza que las solicitudes del Gremio de Nueva Orleans eran falsas.
No es de extrañar que haya sido tan meticuloso en su monitoreo de
las actividades de “Justin” hacia el final.
—¿Por qué me estás diciendo esto? —susurró, ganando tiempo. Ella
sabía la respuesta. No planeaba dejarla vivir lo suficiente como para
decirle a otra alma viva que todos los Gremios estaban en peligro de
verse comprometidos.
—¿Tienes alguna idea de qué tipo de monstruo ya se está gestando
aquí? —Preguntó mientras finalmente soltaba su barbilla y movía su
mano hacia su abdomen—. ¿Incluso peleaste con él? ¿O solo abriste
esas piernas y diste la bienvenida a la bestia entre ellas? —su mano
se movió hacia su coño y ella se congeló.
—No querrías las sobras de un Demonio, ¿verdad? —ella se burló,
creyendo que podría enviarlo al límite, pero pensó que era mejor
estar muerta que dejar que alguien como él la tocara.
—Perra —dijo mientras su boca se curvaba con odio—. ¿Sabías que
el Gremio genera bibliotecarios basados específicamente en la firma
genética de sus padres? Todos los demás en tu campo habían sido
elegidos por el Gremio, excepto tú. Por supuesto, tu madre tenía los
genes correctos, pero tu padre, nadie sabía quién era. ¿De tal madre
tal hija? ¿Era tan puta como tú? —preguntó.
—Mi madre murió dando a luz, pero eso ya lo sabes —respondió ella
mientras lo miraba.
—¿Estás segura de eso? El Gremio tiene leyes estrictas para aquellos
que no siguen las reglas. No serías la primera niña en venir de una
cirugía de emergencia debido a que la madre murió.
—¿Qué demonios significa eso? —ella preguntó.
—Matan a su propia gente más de lo que cualquiera de ustedes
pensaba. De hecho, se suponía que el joven Adam moriría en la
misión a la Torre Oscura porque nadie sabía quiénes eran sus padres
y el Gremio no quiere dudas. A Synthia se la mantuvo cerca después
de que los Faes atacaron a sus padres, o quienes pensamos que eran
sus padres. Mantuvieron bien su pequeño secreto, pero claro, su
posición dentro del Gremio les permitió hacerlo. A ti te mantuvieron
cerca, en caso de que algo evolucionara en ti gracias al hombre que
donó a tu ADN. ¿Cuántos de tus amigos desaparecieron mientras
estabas en esa biblioteca? —preguntó mientras se levantaba,
elevándose sobre ella.
—Sólo unos pocos —susurró, pero habían sido enviados a otros
Gremios, ¿verdad? No era extraño que las personas fueran
trasladadas a otros Gremios activos—. ¿Los Ejecutores que se fueron
a Seattle? —ella susurró la pregunta.
—Ese fui yo. Los envié a la muerte. No podía dejar que arruinaran
mi gloriosa victoria cuando derribara al Gremio de Spokane antes de
lo previsto. Alden comenzó a sospechar y el Gremio de Spokane
tardó mucho más en infiltrarse debido al viejo bastardo. Años: nos
llevó años entrar en las filas y convertirnos en lo que se necesitaba
para ganar la confianza y el respeto de todos los que estaban allí.
Olivia estaba a punto de maldecirlo cuando uno de los hombres
regresó. —Lo encontramos —anunció el hombre, sus ojos se
movieron hacia donde estaba Olivia en el piso—. ¿Todavía la
necesitamos? —preguntó, sus propios ojos cambiando de verde a
azul y viceversa. Metamorfo.
—A menos que tengas otra Bruja en este lugar, su sangre es lo único
que abrirá las puertas.
—Levántate —dijo el segundo hombre mientras se agachaba
bruscamente y la ponía de pie—.Intenta cualquier cosa y te cortaré la
jodida garganta —advirtió, agitando un cuchillo negro plegable que
se parecía a uno de los cuchillos Benchmade Bedlam que el Gremio
emitió para los Ejecutores.
—Jeffery, la necesitamos viva. La sangre de una Bruja muerta no
abrirá las puertas de las catacumbas.
¡Lo sabía!
¡Había catacumbas debajo de la Catedral!
Ella gritó alarmada cuando Cyrus la levantó por el pelo. Las
lágrimas ardían en sus ojos por el dolor mientras se obligaba a
moverse. Su mente estaba congelada contra la hoja que Cyrus
sostenía una vez más contra su carne, y sus pies se movían
automáticamente, como si el piloto automático se hubiera
apoderado de ella. Estaba siendo utilizada una vez más, esta vez, sin
embargo, estaría condenada si les daba lo que querían.
La última vez no había sido la única que había sufrido por sus
acciones; estos idiotas enfermos y retorcidos habían escapado de
cualquier tipo de enjuiciamiento porque nadie sabía que eran
responsables. Ella había sido tomada prisionera. No habían sufrido
en absoluto. Había sido acusada de la traición de la que estos
hombres habían sido culpables. Le habían mentido, la habían usado
y personas inocentes habían sufrido por ello.
Marie solía decir que era divertida la forma en que los culpables a
menudo nunca eran acusados de sus crímenes y muchas veces
terminaban siendo los ganadores del juego que habían jugado. Que a
veces tienes que cambiar las probabilidades a tu favor, jugar el
mismo juego que el enemigo y convertirte en el ganador de su juego.
—¿Las catacumbas son reales, entonces? —preguntó, su mente
procesando lo que podía hacer para cambiar las probabilidades a su
favor sin que ella terminara ensartada al final del cuchillo que Cyrus
sostenía en su espalda.
—Lo son —dijo bruscamente mientras comenzaban a bajar las
escaleras que conducían al nivel inferior de la Catedral—. El primero
de nuestra clase ayudó a construir esta Catedral. Mantuvieron las
catacumbas en secreto, a pesar de que tomó un gran esfuerzo por su
parte. Imagínate construir esto en aquel entonces, y todo el trabajo
que habrían tenido que hacer para asegurarse de que permaneciera
oculta. Las catacumbas son tan vastas que se cree que también
corren hasta la universidad —explicó, y por un breve momento,
Olivia supo por qué le había creído tan fácilmente.
Ella había confiado en este hombre porque había estado con el
Gremio desde antes de que ella naciera. Se suponía que las personas
que ayudaban a criarte no se volvían contra ti. Se suponía que la
vida no era tan cruel. Se suponía que no debía convertir a tus
mentores en tus enemigos y hacer que arrastraran tu trasero por una
escalofriante escalera a punta de cuchillo; simplemente no lo era.
—¿Por qué nos atacaste? —ella se atragantó con la pregunta.
—Nunca estuve con ustedes para empezar —respondió con dureza —
. Nací aquí en este mundo. Mi madre era una prostituta, como tú te
has convertido. Ella pensó que podría hacer que uno de los Fae la
amara, pero al final no le importó. Incluso le habló de mí, y él la
golpeó hasta que ella se desangró; afortunadamente, el Gremio la
encontró mientras yacía moribunda y me sacó de su cadáver. Así que
puedes ver que tú y yo tenemos situaciones similares. Nuestras
madres eran prostitutas sin valor, pero mientras yo fui por el camino
correcto y me uní a los Magos, tú tomaste el camino de nuestras
madres. ¿Incluso luchaste contra él? —Repitió con frialdad—, ¿o
simplemente abriste esas piernas e invitaste al enemigo con
entusiasmo?
—Me dejaste para morir, y sí, peleé. Hasta que supe que él no era el
enemigo, tú lo eres. Mataste a cientos de personas inocentes. No
tenías que hacerlo; confiamos en ti. ¡Estábamos del mismo lado! —
ella dijo, sus ojos moviéndose sobre las paredes de piedra mientras
procesaba las habitaciones por las que caminaban.
—Nunca estuve de su lado, ni siquiera de niño. ¡Quería que todos
sufrieran porque eran débiles! —dijo cruelmente—. Podrían haber
matado a muchos de ellos, pero en su lugar solo intentaban
castigarlos. Las muertes en Spokane fueron necesarias para el bien
común. Necesitábamos buena voluntad pública para que los
humanos nos apoyen cuando erradiquemos a los Faes. ¡Son
monstruos! No son más que seres sin corazón que se alimentan de
la humanidad. ¡Merecen ser sacrificados y tú lo sabes! Los Magos
tienen minas de hierro, y pronto moverán el hierro a Faery para
debilitarla aún más, y luego comenzará la guerra. Nunca estaré en el
bando perdedor, así que cállate y muévete —gruñó él mientras la
empujaba lo suficiente como para hacerla perder el equilibrio y
cayera al frío suelo.
Una vez más, usó su cabello para levantarla, pero al menos habían
terminado con las escaleras. Se pararon frente a una pared que había
sido construida con piedras. Estaba tan ocupada mirándola que no
vio el ataque hasta que fue demasiado tarde. Él soltó su cabello y
tomó su mano, usando la otra para cortar la palma con un cuchillo
de combate. El cuchillo era ridículamente afilado ya que dejo una
profunda herida en su palma y la sangre salpicaba el suelo. Ella gritó
y luchó contra su agarre mientras él agarraba su muñeca
dolorosamente y la empujaba contra la pared, untando su sangre
sobre las piedras en el proceso.
—¡Idiota! —sollozó cuando el dolor le subió por el brazo cuando su
palma volvió a presionarse contra la pared de piedra. Otro de los
hombres la golpeó en el costado de la cabeza, haciéndole ver negro,
pero duró poco cuando la habitación comenzó a temblar y la pared
comenzó a desmoronarse, revelando una puerta de madera.
—Lo hicimos —dijo Cyrus, ignorando la mano que aún sostenía que
goteaba sangre profusamente. Finalmente la dejó caer cuando
aparecieron palabras brillantes en la puerta. —¿Qué dice? —él exigió
cuando ella levantó su mano y la acunó protectoramente contra su
pecho.
—Abandonen toda esperanza, aquellos que entren aquí —mintió.
—Estúpida perra, ¿qué dice? —murmuró él mientras alcanzaba su
mano y presionaba su herida con su pulgar.
—¡Ahh! ¡Dice que solo los verdaderos de corazón pueden abrir el
pasillo!
—Ábrela ahora, Grant —le dijo a uno de los hombres.
Olivia dio un paso atrás o lo intentó. Jeffery la mantuvo cautiva
cuando Grant colocó su mano en la puerta e intentó forzarla a abrir.
Se volvió después de un momento para decir algo, pero su grito fue
lo único que salió.
Su cuerpo se sacudió de dolor y cayó al suelo cuando su piel se puso
roja como si lo estuvieran quemando vivo. El olor era horrible, y sus
ojos se encontraron y sostuvieron los de ella cuando sus pupilas se
pusieron rojas como la sangre, y el humo escapó de su nariz y boca
mientras ardía por dentro.
—¡Ábrela! —Cyrus gruñó mientras agarraba a Olivia, ignorando al
hombre que estaba muriendo una muerte horrible a sus pies, y la
empujó con fuerza contra la puerta.
Su corazón se aceleró dolorosamente cuando hizo lo que le dijeron,
y en el momento en que sus dedos tocaron la madera antigua, brillo
y sintió calma desde adentro. Oyó un perno deslizarse en el otro lado
y pudo abrir la puerta. Cyrus la empujó al azar fuera del camino,
hacia la habitación más allá de la puerta.
La madera dejó de brillar, pero no importó porque las paredes
dentro de la habitación brillaban con la escritura del Gremio o de
quien había creado este lugar. No se parecía a ningún Gremio del
que hubiera oído hablar o visto. Los restos esqueléticos ensuciaban
el piso contra las paredes, como si los habitantes hubieran
descansado contra él y acabaran de morir.
—¡Es cierto, los creyentes murieron después de sellar los secretos
dentro! —Dijo Cyrus, respondiendo a su pregunta no formulada—.
¿Tienes alguna idea de qué es este lugar? —Preguntó emocionado.
—No, pero estoy segura de que planeas decirme —respondió Olivia
mientras volvía a mirar al hombre que permanecía en el suelo
todavía gritando por piedad.
La gran sala en la que se encontraban ahora tenía numerosos
pasillos que conducían a lugares desconocidos; cada uno tenía una
escritura dorada que brillaba sobre ella. Cyrus había estado en lo
cierto; una estaba marcado con un símbolo gaélico pintado para la
Santísima Trinidad, que ella pensó que era el túnel que
eventualmente llevaría a la universidad, ya que el Trinity College se
construyó sobre el antiguo Priorato de Todos los Santos.
Se sentía en desacuerdo, como si al abrir esa puerta, algo malo
hubiera sucedido. Algo peor que dejar que este monstruo entre en
este lugar secreto; su estómago se enroscó con inquietud. Su palma
ardía por ser cortada con la cuchilla, y su cuerpo vibraba con un
poder que no era el suyo.
Los libros estaban alineados en los estantes, junto con los cráneos
que habían sido pintados con tinta de espelta. Algunos incluso
brillaban con las mismas palabras misteriosas y tinta que cubrían las
paredes. El agua sonaba a lo lejos, probablemente desde donde los
constructores la habían desviado para formar las catacumbas.
El olor de la habitación no era nada comparado con el hombre que
estaba ardiendo de adentro hacia afuera; apestaba a podredumbre,
polvo y moho. Montones de pergaminos antiguos yacían
abandonados junto a los que habían muerto dentro de la habitación,
pero no tuvo tiempo de examinarlos.
—¿Cuál lleva a la Reliquia Fae? —Cyrus preguntó con frialdad, sus
ojos llenos de codicia mientras se volvía hacia ella.
—Esa —dijo, señalando el pasillo que tenía una representación
pintada de lo que los textos antiguos habían mostrado como el
símbolo de los Faes en los primeros días. Era una pintura
aproximada de una bestia increíble que tenía alas extendidas y
parecía haber sido representada por hombres de las cavernas.
—Muévete —espetó Cyrus mientras la tiraba de mala gana con él.
Capítulo Cuarenta y Dos
Ristan entró en la Catedral antes que nadie. Su mente estaba
procesando la escena mientras se movía deliberadamente por la
Catedral hacia donde los pergaminos indicaban que estaría la
entrada de las catacumbas. Olivia estaba con Cyrus, y él sabía que en
el momento en que el hombre pusiera sus dedos codiciosos y
asesinos en esa daga, ella estaría muerta.
—Mira —dijo Synthia mientras señalaba una bufanda negra tejida
que había sido descartada en el piso de mosaico—. ¿Dónde están las
escaleras? —ella continuó mientras Ristan recuperaba la bufanda
con el ceño fruncido en su hermoso rostro. A Olivia le había
encantado la bufanda cuando llegaron a Dublín.
—Por ahí —afirmó mientras conducía al grupo de Faes a través de la
Catedral hasta las escaleras que conducían debajo de ella—. Estén
atentos a las trampas; si este fuera el Gremio, no habrían dejado
nada sin vigilancia o algunas protecciones —indicó.
El corazón de Ristan se aceleró y su interior se sintió como si fuera a
explotar con el miedo que sentía por Olivia. Nunca había sentido
este miedo por nadie, o esta necesidad de matar todo en su camino
para llegar a la pequeña bibliotecaria que se había entretejido en su
alma.
—Sangre —anunció cuando llegaron a las escaleras. Sus dedos
tocaron la pequeña mancha de sangre en el pasamanos; se los llevó a
la nariz y sintió una sensación de inquietud. ¿Por qué no se estaba
curando? Su herida debería haberse cerrado, o al menos haber
dejado de sangrar por ahora. ¿A menos que la mantuviera abierta a
propósito para mostrarle dónde estaba?
Bajaron en grupo escaleras abajo y atravesaron varias habitaciones
hasta que llegaron a una puerta sellada con un cadáver carbonizado
ardiendo en el suelo frente a él. Su corazón se detuvo hasta que lo
identificó como hombre, o al menos lo había sido alguna vez. Todo lo
que quedaba era una figura esquelética negra que parecía haber sido
derretida.
—¿Qué demonios es eso? —Synthia preguntó, pero no estaba
dirigido a él y él la observó mientras se arrodillaba al lado de los
restos carbonizados—. Voy a asumir que este estúpido imbécil no
leyó el escrito o no se lo tomó en serio —anunció—. Tenemos un gran
problema, caballeros —continuó—. La puerta dice que solo los puros
de corazón pueden abrirla, y voy a hacer una suposición educada y
decir que él no era exactamente puro de corazón. Si se trata de un
Gremio antiguo como pensabas, probablemente esté bloqueada
contra la sangre pura de los Fae.
—Entonces túmbala —gruñó Ristan.
—No es tan simple —explicó Syn—. Dice que se necesita sangre, y
por lo que parece, usaron la sangre de Olivia para abrirla —Señaló la
sangre salpicada en la pared y el suelo.
—Eso no es de una herida superficial —Ristan susurró una
sensación de malestar en el estómago—. La cortó muy mal —
murmuró con un endurecimiento en su corazón que le era extraño.
—Está viva —dijo Synthia suavemente mientras colocaba una mano
tranquilizadora en el brazo de Ristan—. Esta puerta no se habría
abierto para los muertos, ni sería fácil robar sangre de una bruja viva
para abrirla. Serían más inteligentes que eso. También la querría
viva por si acaso cualquier otra cosa exigiera su sangre.
—Si ella pudo abrir esta puerta... —Sus palabras se fueron
apagando.
—Entonces nunca fue culpable de los crímenes que pensamos que
cometió —dijo mientras apretaba más su hombro mientras
examinaba la puerta más cerca—. Necesitamos encontrar a la Bruja
más cercana, o alguien que sea puro de corazón.
Antes de que pudieran darse la vuelta para irse, Elijah se acercó a la
puerta y colocó su mano sobre ella.
—No lo hagas —advirtió Synthia, su cabeza temblando
ligeramente—. Podemos encontrar otra manera —suplicó, pero él
mantuvo su mano firmemente sobre la madera mientras todos se
congelaban.
—Maldito infierno —gruñó Ryder mientras atraía a Synthia hacia él,
lejos de cualquier peligro.
Después de un momento, la puerta brilló y todos soltaron el aliento
que habían estado conteniendo cuando el sonido de un cerrojo al
otro lado de la puerta resonó por la habitación. La puerta se abrió
para revelar otra habitación y Ristan sintió que se le encogía el
estómago cuando una sensación de esperanza lo inundó.
—¿Qué pasaje, Flor? —preguntó mientras entraba a la habitación y
miraba los restos óseos cerca de la puerta, así como las estanterías
llenas de antiguos tomos, pergaminos y más esqueletos que se
alineaban en la habitación, junto con las entradas a bastantes
pasillos que parecían extenderse a diferentes lugares debajo de la
ciudad.
—Probablemente el que tiene la foto de tu padre encima —dijo
mientras levantaba un dedo para señalar el que tenía una imagen de
la bestia pintada con rudeza—. Supongo que no se trata de Ryder, ya
que esta habitación huele a que no ha tenido aire limpio, ya que fue
sellada y es el viejo Rey el que está pintado allí.
—¿Cómo lo sabrían? Nunca fue demasiado aficionado a venir a este
mundo, y solo lo hizo para cumplir con el deber que Danu le asignó;
incluso en eso, era típicamente circunspecto para que los humanos
no lo vieran, a menos que buscara a otra mujer para llevar a su bebé
—dijo Ristan.
—El Gremio conocía una sorprendente cantidad de información
sobre el Rey de la Horda, pero no se había probado nada. Solo
rumores de sus actos y de qué vigilar para proteger a los humanos —
explicó Synthia mientras comenzaban a descender por el estrecho
túnel.
—¿A dónde van los demás? —Ryder preguntó mientras se movía de
cerca detrás de Ristan y Synthia.
—Creo que una va al Trinity College, una a la otra Catedral, y
todavía no estoy segura de las otras, pero podrían ser como las
nuestras en Spokane, y se utilizan para almacenar cosas. El Gremio
trabajó en estrecha colaboración con las diferentes Iglesias en los
viejos tiempos. También tienes a los masones, que existían cuando
se construyó este lugar. Es probable que hayan convertido a quien
sea que haya adorado aquí a su causa. Este lugar está fuertemente
protegido, pero también tiene mucho poder aquí, así que apuesto a
que podemos esperar algunas sorpresas bastante desagradables.
Mira esto —dijo mientras se detenía para señalar las vetas de oro que
corrían en las paredes del túnel—. Esas venas parecen ser oro, pero
todos sabemos que el oro no se usaría en un hechizo, pero se usa con
la magia de las Líneas Ley. Es un metal pesado, por lo que
absorbería y conduciría la magia.
—Lo que ayudaría a mantener los hechizos que usaron para
proteger este lugar —respondió Ryder mientras sus propios ojos
dorados brillaban.
—También los haría más poderosos que una protección normal —
señaló Ristan.
Estaba a punto de decir más cuando escuchó a Olivia gritar de dolor.
Se movió para correr, pero su hermano lo detuvo.
—¡Déjame ir! —gruñó en advertencia.
—No te voy a dejar ir —gruñó Ryder—. Probablemente sepan que
estamos aquí y la están usando para provocarte. Corres hacia ella en
este momento y es mejor que le cortes la garganta por ellos.
Necesitamos un plan mejor —dijo, y Ristan maldijo violentamente
con frustración.
—Podríamos entrar corriendo y arrojar algunos Avemarías, ya que
estamos bajo una Catedral —ofreció Synthia tímidamente.
—¿Siempre eres una sabelotodo? —Ryder preguntó con una ceja
levantada ante su sonrisa sardónica.
—No, a veces estoy dormida —ofreció encogiéndose de hombros.
Ristan se pasó las manos por el pelo con frustración mientras se
paraban en el estrecho túnel, y la comprensión enferma cayó sobre
él. —La matará si deja de ser útil, y sabes que su utilidad se agotará
en el momento en que obtenga esa daga.
—Escucha —dijo Synthia mientras inclinaba la cabeza y escuchaba
el sonido del agua corriendo—. ¿Acueductos?
—Con agua corriendo, y está cerca —acordó Ristan.
—Sabíamos que no mentían sobre la capa freática, por lo que es
posible que la redirigieran para construir las catacumbas. Mierda
más extraña ha sucedido —estuvo de acuerdo Synthia.
—Sigamos moviéndonos —dijo Ryder, sus ojos aún enfocados en las
paredes—. Las protecciones están aumentando su poder, lo que
significa que se están preparando para hacer eso para lo que fueron
creadas, y estoy dispuesto a apostar que fue para repeler a los Faes si
alguna vez pasaban la entrada. Ahora lo siento, así que debemos
movernos rápidamente.
—Vamos, entonces —dijo Ristan, empujando hacia adelante cuando
vio una luz que se estaba haciendo más grande hacia el final del
túnel. Se acercaron al borde y se detuvieron.
*~*~*
El pasadizo se había abierto a una estrecha pasarela que parecía
continuar para siempre mientras descendía a las cavernas. Las vetas
doradas en la roca brillaban y arrojaban una sorprendente cantidad
de luz que hacía que navegar por la pasarela fuera un poco más fácil.
Les había llevado más de tres horas encontrar el camino a través del
agua que corría muy por debajo de la pasarela que abrazaban. No
era muy grande, pero lo suficientemente grande como para caminar
en una sola fila si se aferraban a las rocas irregulares que estaban a
un lado de la angosta pasarela. Obviamente, el Gremio no había
hecho esto para proteger los objetos solo de los Faes, ya que podían
pasar fácilmente al otro lado.
Cyrus maldijo violentamente cuando su pie resbaló y apenas evitó
caer por el profundo barranco hacia la furiosa agua que corría por
debajo. Ella sonrió a sus espaldas, preguntándose cuáles serían sus
probabilidades de empujar a ambos hombres y regresar al pub, y de
alguna manera lograr escabullirse de regreso a su mesa. Una
fantasía, en realidad necesitaría una máquina del tiempo para
manejarlo.
Sus pensamientos vagaron hacia Ristan, y si él incluso vendría por
ella. Él vendría por la Reliquia porque su única intención era evitar
la muerte de su mundo, o conseguir todo lo que necesitaban para
salvarlo. Miró con nostalgia el otro lado del barranco y la angosta
pasarela por la que debieron bajar hace al menos una hora; estaba
perdida en ese pensamiento cuando sintió una mano agarrando su
hombro y empujándola dentro de una habitación que no había
notado hasta que estuvo sobre sus manos y rodillas en la tierra.
—Supongo que no hay trampas aquí —se burló Cyrus cuando entró
en la habitación.
Olivia luchó contra el dolor de su mano mientras la levantaba del
suelo. Sus ojos recorrieron la habitación, observando las numerosas
Reliquias y artefactos que la pequeña habitación en forma de cueva
contenía. Había objetos dorados y montones brillantes de joyas
ornamentales.
Su mano palpitaba de dolor, su corte lleno de tierra del suelo. Se
recostó sobre sus rodillas y buscó un arma alrededor de la habitación
ya que ambos hombres parecían haber olvidado que ella estaba allí.
Se alejó lentamente hasta que su espalda encontró la pared. Esperó
mientras su cuerpo latía de dolor. Le dolían la cabeza y la cara, y sus
rodillas se habían unido a su lista de quejas. Sus jeans rasgados
mostraron que ambas estaban ensangrentadas, así como su otra
mano por la caída en la habitación y la posterior sesión de surf de
rocas.
—Hay millones de joyas aquí —dijo Jeffery mientras sonreía con
alegría.
Ella contuvo la lengua a pesar de que quería llamarlo idiota, ya que
la mayoría de estos objetos estaban aquí por una muy buena razón.
Podía sentir el poder de ellos; principalmente los malos, ya que ella
había podido sentir la misma vibra de ellos como lo hizo con la caja
que le habían dado a Lucian.
Sus ojos se movieron, pero no se presentó ningún arma, no hasta
que Cyrus se agachó y levantó una daga de aspecto malvado; su
mango estaba incrustado de joyas, y él sonrió con un feo giro de su
boca.
—Esta daga —susurró y parecía que estaba a punto de comenzar a
lamerla—. Esta es una de las armas que Bilé nos prometió. Esto
puede matar a los Faes, con una sola perforación en la piel de la
criatura.
Olivia sintió que su sangre se enfriaba mientras lo miraba y se dio
cuenta de por qué Cyrus sabía que la Reliquia estaba en este lugar en
particular y había aparecido al mismo tiempo que ellos. Debió
haberla visto con los Faes cuando llegaron y se arriesgó a que
estuvieran aquí por la misma razón—. Los Faes nunca usarían algo
tan marica —exclamó. No estaba segura de por qué lo dijo, solo que
sabía que era la Reliquia que Ristan había estado buscando.
Oyó gritar a una mujer y miró a la entrada de la habitación. Synthia
estaba en la pasarela al otro lado del barranco, su halo dorado de
cabello contrastaba con la escritura dorada que cubría la pared
detrás de ella.
—Cyrus, tenemos un problema —dijo Jeffery mientras se movía
hacia la entrada y miraba al otro lado—. Algunos problemas —
corrigió.
Capítulo Cuarenta y Tres
Ristan observó a Synthia en medio de la angosta pasarela, su magia
luchaba contra la de las protecciones y miraba a través del barranco
hacia un pequeño nicho. Podía sentir que Olivia estaba cerca, pero
aparte de eso, no tenía pruebas de vida. Tanto él como Ryder habían
intentado transportarse, solo para descubrir que las protecciones
que estaban escritas en las paredes les impedían hacerlo.
Su frustración crecía más con el olor a sangre en el aire. La sangre
de Olivia. Quería arrancarle la garganta a Cyrus mientras el imbécil
aún vivía. Su utilidad para Cyrus probablemente estaba terminando,
y estaba herida. Estaba jodidamente indefensa y él no tenía forma de
alcanzarla. La culpa se comía su ser, pero la desesperanza era lo
peor.
Apartó los ojos de Synthia cuando Cyrus llevó a Olivia al borde de la
pasarela, y su mundo giró desde su eje.
—Él tiene la Reliquia —murmuró Sinjinn—. Maldito infierno —juró.
—¡Vamos! ¿Que están esperando? —El hombre con Cyrus se burló
cuando se volvió y tocó a Olivia mientras sus ojos permanecían en
Ristan—. Oh, es cierto; no se permite magia Fae dentro de estas
paredes sagradas, y parece que no pueden volar.
—Suficiente —dijo Cyrus con un brazo firmemente alrededor del
pecho de Olivia, sujetándola contra sí mismo y empujando la hoja de
la daga adornada con piedras del otro lado con la otra mano.
—¿Que estas esperando? ¡Mátala! —rogó el hombre, sus ojos se
iluminaron con su locura.
—Todo a su debido tiempo —le aseguró Cyrus.
Olivia miró a Ristan y le sonrió en despedida. Las lágrimas llenaron
sus ojos mientras trataba de empujar todos sus sentimientos en esa
última mirada. Ella no iba a dejar que estos imbéciles lo volvieran a
tomar, y si podía ver su frustración por no poder llegar a ella, ellos
también podrían hacerlo.
Acercó su palma herida al brazo de Cyrus sobre su pecho. El viejo
era arrogante y estaba seguro de que no podría hacer nada para
ayudarse a sí misma, y en el momento en que Jeffery dio un paso
más cerca del borde, agarró el antebrazo de Cyrus con ambas manos,
se apoyó contra él y levantó el pie y pateó la rodilla de Jeffery con
cada gramo de fuerza que poseía. Tropezó hacia adelante y salió de
la pasarela, sus gritos resonaron hasta que un chapoteo los detuvo.
Estaría condenada si los dejaba escapar con sus crímenes contra su
gente. El Gremio y sus miembros merecían ser vengados.
Cyrus gritó de rabia cuando se volvió hacia ella, sus rasgos
normalmente pálidos se volvieron de color rojo moteado, mientras
se movía para atacarla.
*~*~*
Ristan observó impotente mientras Olivia lo miraba. Sus ojos le
mostraron todo lo que ninguno de los dos había podido decir en voz
alta. Su corazón cayó cuando la hoja presionó más cerca de su
garganta, y ella hizo lo último que cualquiera de ellos había
esperado.
Él la observó mientras una pequeña sonrisa llenaba su suave boca, y
luego, antes de que pudiera decirle que esperara, ella agarró el brazo
de Cyrus alrededor de su pecho y lo usó como palanca mientras
pateaba la pierna del otro hombre, haciendo que perdiera el
equilibrio y se deslizara por el camino y por el barranco hasta su
muerte. Cyrus gritó con odio, y ella quedó atrapada en su abrazo.
—¡No! —Ristan le gritó, sabiendo que no la escucharía.
Su mano se movió hacia su garganta y apenas evitó que le cortaran,
pero su mano no tuvo tanta suerte. Ella adelantó la cabeza y la
golpeó de nuevo contra la de Cyrus, sin fijarse en el Anciano. La
sangre manaba de su nariz mientras dejaba caer la daga con joyas
para detener la hemorragia.
Olivia se dejó caer, usando su peso para liberarse, recogió la daga, se
volvió hacia Ristan y la arrojó con todo lo que le quedaba. Ella sonrió
triunfante mientras daba vueltas.
Ryder extendió su mano y atrapó la daga antes de que pudiera caer
al barranco. La daga brilló, se transformó y se extendió en una
espada brillante. Ristan sacudió la cabeza con horror ante lo que
Olivia acababa de hacer. Acababa de tirar la única arma que tenía
contra Cyrus.
La sangre de Ristan se detuvo, su corazón cayó al suelo.
—¡Estúpida perra! —Cyrus gritó mientras sacaba un cuchillo de
combate serrado de su pecho y lo empuñaba nuevamente.
—¡No! —El grito estrangulado de Ristan se arrancó de su garganta
mientras observaba impotente cómo Olivia era apuñalada una y otra
vez por el mismo hombre con el que había pensado que lo había
traicionado. Se deslizó hacia la pasarela, con los brazos débilmente
tratando de mantener al loco lejos de sí misma. —¡No! ¡Olivia! —Su
aullido desgarrador sacudió las catacumbas.
—Oh, Dios mío —Synthia susurró cuando se volvió y golpeó sus
manos contra las paredes y gritó en latín. Sus brazos palpitaban con
marcas doradas mientras gritaba un hechizo de anulación, pero la
magia de la Catedral aún impedía que los Faes pudieran
transportarse —. Ryder, transfórmate ahora —instó, pero sabía que
él no podía.
—No puedo, Mascota —gruñó Ryder con frustración mientras se
acercaba a su hermano.
Mientras observaban, una figura encapuchada se materializó en la
pasarela con Olivia y Cyrus. El poder irradiaba hacia afuera y una
brillante espada de doble filo apareció en la mano del ser. Delgadas y
brillantes marcas de plata blanquecina le recorrían los musculosos
brazos. Con un golpe rápido, la cabeza de Cyrus voló hacia el
barranco, su cuerpo siguió un momento después. Elijah siseó y se
inclinó sobre sus rodillas mientras inclinaba su cabeza con respecto
a la figura encapuchada.
—¿Quién carajos es ese? —Ristan preguntó mientras trataba de
recuperar el equilibrio.
—Gabriel, el Arcángel, su padre —admitió Elijah suavemente.
—¿Qué? —Ristan preguntó mientras movía su cabeza de Elijah de
vuelta a la figura oscura.
—La sentí cuando llegó a Faery y pensé que podría ser una de
nosotros. Necesitaba confirmarlo antes de decírselo a alguien. La
historia era de conocimiento común dentro de la Sede, sobre Gabriel
enamorándose de una Bruja del Gremio de Salem, y se habló de un
niño que nació de esa unión. Él cayó por un tiempo, pero lo llamaron
para que regresara a su lugar legítimo. Cuando regresó al Santuario
para negociar, escuchamos que su mujer murió y que se desconocía
el destino de la niña. La buscó, pero el Gremio no facilita encontrar a
su gente.
Ese ser había estado en el claro con ellos y lo vio con Olivia.
Necesitaba romper las barreras que le impedían moverse; esta
incapacidad para llegar a ella lo estaba volviendo loco. Observó
mientras el Arcángel se volvía y lo miraba con ojos brillantes.
Había esperado que simplemente dejara las catacumbas con Olivia,
pero Gabriel desapareció y reapareció a su lado con su cuerpo
ensangrentado y roto en sus brazos. Su capa se desvaneció y el alto
ser ante ellos irradiaba poder. Era tan alto como un Fae, su cabello
era de un largo rojo cobrizo que le rozaba los hombros, y sus ojos de
zafiro aún brillaban en Ristan. Los ojos de Gabriel eran del mismo
profundo y hermoso tono azul zafiro que los de Olivia. Él la miró,
tratando de querer que solo abriera los ojos para él.
—Estará en estasis mientras se convierte en lo que debería ser —dijo
mientras enfrentaba a Ristan sin miedo.
—No puedes llevártela —desafió.
—Puedo y lo haré; ella es mi hija —respondió.
—Ella es mía —dijo Ristan con firmeza, su cuerpo se tensó para
pelear.
—Tu clase no puede ayudarla con lo que vendrá después. Ella es un
Ángel y tú un Demonio. No puedes quedarte con ella; tenemos
objetivos diferentes —gruñó.
—¿A dónde la llevas? —Ristan preguntó, sabiendo que el Ángel tenía
razón, pero todo dentro de él quería arrebatarla de sus brazos y
correr con ella. En el fondo de su corazón, sabía que no podía
esperar que ella se quedara con él después de todo por lo que la
había hecho pasar.
—Al Santuario, donde se le dará su gracia —explicó—. Ella necesita
saber qué es. Ella necesita decidir su destino sin influencia —Ristan
estudió a Gabriel mientras consideraba las implicaciones de sus
palabras. Su mano se extendió para trazar los labios de Olivia y su
mente luchó entre lo que quería hacer y lo que era lo correcto.
—Tengo que ayudarla a llenar los marcos. Quería conseguir nuevos
cuadros y llenarlos con recuerdos de nosotros —suplicó
suavemente—. La amo, Ángel. Siempre supe que era especial, pero
es mucho más de lo que sabe. Dile eso por mí, por favor.
Ristan apenas terminó de susurrar las palabras cuando el Ángel
desapareció, dejando a Ristan con un agujero en el pecho donde
había estado su corazón.

* ~ * Un mes después * ~ *

Ristan se sentó junto a la fuente gorgoteante en los jardines y


observó a Sinjinn y Aodhan hablando en voz baja cerca de las
puertas de los jardines. Su hermano amante de la diversión había
estado callado desde el incidente con la Hag y nadie estaba seguro de
cuánto recordaba de ese día.
Ciara se sentó junto a Ristan con las rodillas pegadas al pecho, que
era algo que le recordaba a Olivia. Todo le recordaba a ella. Él la
echaba de menos y su estúpida gata que había traído a Faery
también parecía extrañarla. La Reliquia había sido asegurada con las
demás, y sus hermanos trataron de ocupar su mente con cualquier
cosa que pudieran encontrar, pero nada cambió.
Odiaba esta mierda del “pobre de mí”, pero le faltaba el corazón.
Elijah no le diría cómo llegar a donde Gabriel había llevado a Olivia,
o incluso si ella estaba dispuesta a verlo. La espera lo estaba
matando, y estaba fallando en ser paciente. Pero él la esperaría.
Estaba dispuesto a esperar siglos si ella todavía lo quería. El
medallón de los sueños no había funcionado desde que se la
quitaron y él tuvo que asumir que su padre lo había tomado. Con
suerte no fue a petición suya.
—Suficiente —escuchó a Danu susurrar mientras todos en el jardín
con él se congelaban—. Sal de eso ya.
—Deberías enseñarle a tu hija cómo hacer ese truco sin preocuparse
por explotar algo —murmuró.
—Tenemos que hablar —dijo, ignorando sus palabras.
—Vete —se rió. Hacía frío y no había vida, exactamente cómo se
sentía.
—Ya ha pasado el tiempo suficiente y, sin embargo, no dejas de estar
de mal humor. Ella es un Ángel, y estoy bastante segura de que no
tengo que explicar que los tuyos y los de ella son agua y aceite;
Gabriel lo cubrió bastante bien, creo. Sin embargo, puedo ayudarte a
superarlo.
—Piérdete, Danu. Prefiero buscar la guarida de las Hags que tenían
a Aodhan que volver a lo que éramos. No volveré a esa vida sin
sentido. Hice mi parte. Obtuve la Reliquia y perdí a la chica en el
proceso. Hice tus deseos realidad. Otórgame la cortesía de dejarme
en paz de ahora en adelante —gruñó.
—¿Realmente fui tan mala? —preguntó ella, y por un momento él se
sintió mal por haber reaccionado con tanta dureza, pero desapareció
rápidamente y fue reemplazado por una ira que ella simplemente no
entendía.
—Sí, fuiste una perra fría; una arpía despiadada que se alimentó de
mi dolor. Puede que no te alimentes como nosotros, pero obtienes
algo de eso. Podrías haberme salvado en cualquier momento, pero
elegiste mantener el rumbo y realmente no me protegiste de mi
padre como prometiste. Durante mi Transición, podrías haberme
advertido lo que sucedería, pero elegiste no hacerlo. Me pusiste en el
Gremio como un jodido cebo y me usaste para muchos otros
incidentes. Así que este soy yo, Diosa, eligiendo alejarme de ti.
—Le está yendo bien, pero está en conflicto sobre dónde pertenece
—susurró Danu mientras se sentaba junto a Ciara y le tocaba la
mejilla.
—¿Ciara? —preguntó.
—Olivia —dijo Danu, sorprendiendo a Ristan con gran atención—.
Se le está dando una opción. Pronto lo logrará, pero no creo que sea
a tu favor.
Se sentaron en silencio mientras Ristan digería sus palabras.
—Sabías lo que era, ¿verdad? —él acusó.
—Lo supe desde el momento en que entré en ella, pero ¿cuál es la
diversión de regalar el final? —Danu respondió alegremente—. Me
habría dado cuenta incluso si no hubiera entrado en ella; Gabriel no
fue el único que los vio en ese pequeño mundo que pensaban que era
suyo, y finalmente escuché todo.
Ristan parpadeó al darse cuenta de lo que estaba diciendo y se pasó
los dedos por el cabello con el conocimiento de que nunca había
estado solo allí, e hizo una nota mental para mantener su jodida ropa
puesta la próxima vez.
—No podías matarla; sabías en qué se convertiría ella, pero aun así
me amenazaste con hacer exactamente eso —dijo con una mezcla de
dolor y traición en sus ojos.
—Soy una Diosa, Ristan. Puedo matarla, pero las consecuencias no
valdrían la pena. Sabía que solo sería cuestión de tiempo antes de
que su padre finalmente la rastreara al Gremio Spokane y
descubriera lo que había sucedido allí, y la habría llevado tarde o
temprano.
—Justo cuando pensaba que no podías ser más fría, te vuelves peor
—gruñó.
—Sin embargo, esta de aquí está a punto de divertirse también —
anunció Danu mientras besaba la mejilla de Ciara—. Destiny tiene
sus ojos puestos en ella, así que supongo que será una gran aventura.
—Ciara ya ha pasado suficiente —gruñó.
—Nada por lo que valga la pena luchar es fácil. Deberías saber eso,
mi hermoso Demonio. Si es demasiado fácil de obtener, entonces
nunca debería ser alcanzado.
Ambos se sentaron en silencio antes de que Ristan hablara con
tristeza.
—Hubiera luchado por ti si me lo hubieras pedido, pero no estabas
dispuesta a dejarme entrar, ni siquiera para ayudarte. Me ataste a ti
y me condujiste a un juego pasivo-agresivo sin ganancias, pero ¿por
qué? —Ristan preguntó.
—Tenías razón —Ella se rió ignorando su pregunta—. No amo como
tú; a pesar de que creé a mi gente sin ello, todavía lo aprendiste.
Aprendiste que el amor está por encima de la avaricia o los errores.
Vale la pena luchar por eso. Sé que la amas o la amaste. Incluso
puedes amar sus siglos a partir de ahora, pero a menos que ocurra
un milagro, ella está perdida para ti. —Ella no había pedido ayuda y
ambos lo sabían, pero él también sabía que en todo su tiempo con
ella, nunca había pedido nada para sí misma, solo este mundo.
Claro, ella tomaba casi todo lo que quería, pero al final, siempre tuvo
a Faery y la seguridad de su gente tan segura como sus metas
finales—. Mi hermana me advirtió sobre esto; que eventualmente
sucedería. No estaba lista para perderte, y todavía no lo estoy —
admitió.
—Danu, necesito que me dejes ir. Ya no puedo hacer esto contigo;
esto entre nosotros necesita terminar. Incluso si la pierdo, no iré
voluntariamente contigo.
—Sabes, a menudo me he preguntado si amaba a mi esposo. Ahora
sé que sí, y que incluso con sus defectos, todavía lo amo —Ella
suspiró, consideró algo por un momento y pareció tomar una
decisión—. No quiero; sin embargo, te liberaré de mi servicio,
Ristan. No puedo detener las visiones ya que se han convertido en
parte de ti. Espero que me entiendas y puedas perdonarme
eventualmente —susurró y pasó sus dedos por su cabello
despeinado, y besó su mejilla suavemente—. Si aún importa, fuiste
mi favorito y te amo a mi manera. Siempre lo haré.
Capítulo Cuarenta y
Cuatro
Olivia se abrió paso entre los restos del Gremio de Spokane con una
extraña sensación de déjà vu. Todavía le dolían los huesos y el
cuerpo por el cambio, pero más aún, le dolía el corazón al abandonar
el Santuario. Había disfrutado su tiempo allí, pero le faltaba algo. No
era su hogar. Se había sentido como una visitante que observaba un
mundo extranjero. Su padre había sido asombroso y había llenado
muchos espacios en blanco en lo que a su madre se refería.
Él realmente había amado a su madre, y se había dividido entre su
amor por ella y el llamado de su propia gente, por lo que había
regresado para negociar un plan que podría satisfacer a todos
cuando Carleen murió en el parto. Había regresado a Salem solo
para encontrar a Carleen muerta y todos los rastros de su hija habían
sido borrados de los registros de Salem. Olivia ya había sido enviada
a Spokane para entonces, y aunque lo había intentado, no había
podido localizarla hasta que siguió el pequeño trozo de esperanza
que Elijah le había enviado.
Mientras reconstruían el pasado, Olivia se preguntó cuán diferentes
habrían sido las cosas si el Gremio Salem hubiera mantenido los
registros de su nacimiento, en lugar de enviarlos al Gremio Spokane
junto con Olivia cuando era una bebé. Fue un giro interesante de
ironía que Marie le hubiera dado los documentos una vez que tuvo la
edad suficiente para comprender las difíciles circunstancias de su
nacimiento.
Había pasado días escuchando la versión de su padre de su tiempo
con su madre y cómo se había enamorado de ella. Su madre había
tenido un alma increíble y también había sido bibliotecaria como
ella. Al escuchar cómo creció Olivia y la sensación de aislamiento
que había sentido cuando era niña, Gabriel admitió que esto
probablemente se debió a un hechizo que él y Carleen le habían
lanzado para protegerla antes de su nacimiento. Los hijos de las
uniones angelicales son muy notables y ella habría atraído
demasiada atención, por lo que habían decidido disfrazarla hasta
que se pudiera llegar a un acuerdo con la Sede. Solo una alma
gemela o alguien que pudiera ver el alma misma podría ver a través
del hechizo.
Sin embargo, después de solo unos días, comenzó a extrañar a
Ristan, y después de unas pocas semanas, tomó la decisión con el
apoyo de su padre. Al final, su historia la conmovió y le mostró que
valía la pena luchar por el amor, y que estaba dispuesta a comenzar
de nuevo con Ristan, pero esta vez sería en igualdad de condiciones.
Había caído, no tenía idea de cómo encontrar a Ristan, ni sabía
cómo acceder a Faery. Una vez más, se encontró abriéndose camino
a través de la entrada secreta y de regreso a las catacumbas del
Gremio. Había sonidos de actividad en las catacumbas, y ella
planeaba averiguar qué estaba pasando exactamente.
Bajó las escaleras lentamente; las alas le picaban para que les
permitiera salir de su carne, pero las mantuvo adentro, ocultándolas
de lo que estaba sucediendo en los restos del antiguo gran complejo
de bibliotecas.
Podría haber imaginado muchas cosas sucediendo, pero lo que
descubrió fue lo más alejado que pudo haber imaginado.
Alden y Synthia señalaban el techo dañado y tomaban notas sobre el
pergamino mientras Adrian y Adam llevaban un escritorio dañado a
una pila de madera carbonizada en la esquina de la sala de
recepción. Los niños empezaron a reír mientras llevaban libros y
otros artículos al otro lado de la habitación. El Rey de la Horda
estaba parado junto a algunos de sus hombres mientras observaban
las entradas. También fue el primero en darse vuelta y mirar a
Olivia, y sonrió como si la hubiera estado esperando.
Se dirigió hacia ella, pero no sin que los hombres lo siguieran de
cerca, lo que Ristan había explicado una vez que era un protocolo
para el Rey de la Horda, que a menudo intentaba evadirlos.
—Ya era hora maldita sea —dijo mientras le sonreía.
—Estuve un poco ocupada —dijo tímidamente.
—Synthia me va a volver loco por tu maldita causa, así que
personalmente, me alegro de que hayas vuelto —dijo mientras sus
ojos dorados la evaluaban—. Caíste —dijo, no era una pregunta; de
alguna manera lo sabía.
—Lo hice —susurró y se sintió sola de nuevo, incluso con una
habitación llena de gente.
—Bienvenida a casa —dijo en voz baja.
—Ésta ya no es mi casa —respondió ella—. En realidad no
pertenezco a ningún lado.
—Nunca estarás sola —murmuró. —Los Faes estamos en deuda
contigo por lo que hiciste, y no será olvidado.
—Gracias —susurró.
—No, pequeña Bruja, gracias a ti —dijo y se volvió para irse.
—Disculpe, pero ¿dónde está él? —ella susurró la pregunta con la
boca seca.
—Está justo detrás de ti —respondió Ryder con un sutil movimiento
de cabeza y un guiño.
Olivia se dio la vuelta y miró a Ristan, luchando contra el impulso
de arrojarse en sus brazos. Parecía tan afectado como ella. Parecía
que él también estaba luchando contra el impulso de arrojarse sobre
ella y envolverla en su calor.
—Hey, tú —dijo apenas por encima de un susurro, como si tuviera
miedo de asustarla si hablaba demasiado fuerte.
—Hola, para ti también —respondió ella.
—Synthia y Alden están haciendo planes para arreglar su hogar —
dijo tímidamente mientras se frotaba la nuca con nerviosismo.
Nunca había estado tan inseguro en toda su vida. Quería atraerla a
su cuerpo y llevarla a su habitación, y alimentar su cuerpo
hambriento durante días.
—Este ya no es mi hogar —respondió mientras comenzaba a
morderse el labio nerviosamente.
Su corazón saltó ante sus palabras, pero luego la idea de que ella
consideraba al Santuario como su hogar llenó su mente y se hundió
nuevamente.
—¿No? —preguntó mientras miraba alrededor de la habitación
repentinamente silenciosa.
—No, aprendí algo en las últimas semanas —respondió con timidez.
Él tragó. —¿Qué aprendiste? —su corazón se desplomó al considerar
lo que ella diría.
—Aprendí que a veces el hogar no es un lugar, sino una persona.
—Tu padre —dijo mientras sacudía la cabeza. Se sintió mal del
estómago y quiso alejarse antes de que ella pudiera estar de acuerdo
porque no estaba seguro de poder manejar el saber que estaba viva
en algún lugar y que no podía tocarla.
—No, Ristan, eres tú. Eres mi hogar. Me encanta que me ames, y yo
te amo a ti. Me encanta que quieras llenar esos cuadros conmigo —
dijo mientras luchaba contra las lágrimas y perdía—. Quiero que seas
mi hogar. Quiero que seas todo para mí. Sé mi todo, Ristan, por
favor —suplicó.
—Maldito infierno —gruñó cuando la tomó en sus brazos y la cubrió
de besos—. Perdí mi corazón cuando vi lo que hizo Cyrus, pero luego
lo volví a perder todos los días sabiendo que estabas viva y que no
podía besar estos labios, mirarte a los ojos. Te amaré hasta el final de
los tiempos, y seré tu feliz para siempre, Olivia. Quiero ser tu Mary
Poppins masculino e incluso diré estúpidas palabras como “hombría
bulbosa” si quieres que lo haga.
Ella se rió a través de sus besos y las lágrimas cuando la habitación
estalló en risas y vítores. Ella no quería nada más que estar a solas
con él durante unos días, acurrucada contra su calor en una cama.
—Pregunta —dijo Synthia mientras los interrumpía—. Odio
interrumpir, pero necesito una respuesta y pronto.
Olivia se volvió para mirar a Ristan, pero no era a él con quien
hablaba Synthia. —¿Yo?
—Sí, Olivia, tú —dijo Synthia mientras sonreía a Ristan.
—Está bien —respondió Olivia.
—Estamos comenzando un nuevo Gremio. Alden lo dirige, pero
todavía tengo que prepararme para una guerra, así que necesito más
ayuda. Necesito a alguien que sea bueno con los niños y que no
tenga miedo de la lucha que enfrentaremos contra los otros Gremios
cuando llegue la noticia de lo que estamos haciendo. Necesito a
alguien en quien pueda confiar para que me ayude a administrar
este lugar: un santuario para todos, sin importar de qué especie o
raza sean. Necesito a alguien que pueda ser la cara de este lugar.
Pasará un tiempo antes de que podamos reconstruirlo y realmente se
esté ejecutando, pero si estás dispuesta a ayudar, nos complacerá
tenerte con nosotros.
—¿Confías en mí lo suficiente como para ayudarte después de todo
lo que he hecho? ¿Después de lo que le hice a Alden? —susurró en
estado de shock y miró a su antiguo mentor, quien sonrió y asintió
con la cabeza con un brillo en sus ojos.
—Abriste esas puertas a las catacumbas, Olivia. Lo que hiciste, lo
hiciste porque en ese momento pensabas que era correcto. Así que
ayúdanos a salvar a otros de cometer los mismos errores. Ayúdanos
a hacer un hogar donde todos sean bienvenidos y las leyes no sean
decididas por un grupo de personas corruptas con demasiado poder.
Ayúdanos a reconstruir el verdadero Gremio.
—Estoy dentro —dijo mientras abrazaba a Synthia con cariño, y
luego se alejó—. Lo siento —respondió ella.
—¿Por abrazarme? —Synthia preguntó—. Creo que estamos a punto
de ser cuñadas, por lo que abrazar es más que aceptable, se espera
de hecho. Sin embargo, también vas a cuidar niños también —dijo
Synthia con una sonrisa.
—Synthia, esta mierda puede esperar —interrumpió Ristan y acercó
a Olivia a él.
—Puede hacerlo—ella estuvo de acuerdo y le guiñó un ojo a Olivia.
Ristan no perdió el tiempo abriendo un portal y llevándolos a sus
habitaciones en Faery. Él sonrió contra su mejilla. —Hueles a cielo,
literalmente —se rió.
—Hueles como si necesitaras follarme —Olivia ronroneó con una
sonrisa descarada en sus labios.
—Nunca te dejaré ir, chica Ángel —respondió.
—Escucha —dijo empujándolo lejos de ella—. Solo soy una chica que
cayó enamorada de ti. Literalmente. ¿Piensas poder con ello? — ella
se rió suavemente mientras se quitaba el abrigo y comenzaba a
desvestirse. La magia fluía fácilmente a través de ella ahora. Con
cada día se hacía más poderosa y aprendió cosas nuevas que podía
hacer. Había dominado el arte de cambiarse rápidamente; sin
embargo, burlarse de él y ver con qué la vestiría parecía ser mucho
más divertido.
—Puedo aceptar cualquier cosa que termine contigo desnudándote
—ronroneó.
—Bien —respondió ella mientras se quitaba el sujetador y se lo
arrojaba mientras sus alas se desplegaban y creaban una brisa en la
habitación.
—Hermosa —murmuró, observando las delgadas y encaladas
marcas de plata blanquecina que ahora decoraban sus brazos, y las
brillantes plumas negras de sus alas.
—¿Te gustan? —ella preguntó con una sonrisa suave.
—No, me refería a ti —respondió suavemente—. Pensé que nunca te
recuperaría, y en el momento en que comencé a aceptarlo, comencé
a morir por dentro.
—Casi me quedo allí, pero luego pensé en no volver a verte nunca
más y lo supe cuando mi padre dijo que no querías dejarme ir. Y él
me dijo ese mensaje... Sabía que cualquier posibilidad de que me
quedara allí estaba arruinada.
—Lo siento —dijo y se pasó los dedos por el pelo—. Te advertí que
estaba creándote un hábito.
Ella se rió suavemente y sacudió la cabeza. —Yo no lo siento,
porque quiero pasar el resto de mi vida amándote, ¿si sientes lo
mismo?
—Te amo, Olivia; nunca te dejaré ir de nuevo. Nunca —dijo
amorosamente.
—Bien. Ahora, creo que uno de nosotros está demasiado vestido
para la ocasión, y por uno de nosotros, me refiero a ti.
—Estoy de acuerdo —sonrió Ristan, ya que por primera vez en su
vida sintió un amor incondicional que era solo para él. Quería pasar
el resto de su vida mostrándole cuánto apreciaba ese amor
incondicional y no iba a esperar para hacerlo.

¡
*~*~*

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