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Todo ello hace que, a pesar de las evidencias empíricas del poder que
tiene la dramatización frente a la educación emocional, los trabajos
de investigación sobre el tema sean claramente insuficientes. Navarro
presenta una recopilación de las aportaciones del teatro a la
educación emocional. Los resultados indican que entre los elementos
necesarios para que la película funcione se encuentran la escucha, la
confianza, la presencia lúdica, la creatividad y la imaginación, el
equipo y el compromiso compartido con él, la economía real o
experiencia y la transformación de la experiencia de vida. Sus últimos
avances se han centrado en desvelar la relación de los pilares de este
drama con aspectos de la educación emocional.
Asimismo, se ha sostenido que el proceso grupal que muchas veces
forma parte de las artes escénicas puede incrementar directamente la
creatividad. Al crear un incentivo social para probar o correr riesgos,
las experiencias dramáticas alientan a los participantes a “tomar
decisiones creativas”, un paso esencial para aumentar la creatividad.
Dramatización y relaciones interpersonales: empatía y
asertividad
En este sentido, la práctica dramática promueve la comunicación
interpersonal e intergrupal, muy ligada al concepto interpersonal. El
teatro desarrolla la comprensión de las relaciones con el
enriquecimiento de las habilidades sociales de todos. Cabe señalar
que simultáneamente con el proceso de crecimiento en la
comprensión de las relaciones con los demás.
El arte dramático es particularmente útil para desarrollar la empatía,
ya que el carácter del juego de roles de la actuación es la capacidad
de los actores para ponerse en el lugar de los demás. La empatía es
una parte clave de los aspectos sociales y del aprendizaje.
La empatía activa puede manifestarse a través del desarrollo de la
autoconciencia, habilidades de conciencia social y una tendencia
hacia otros tipos de motivación más intrínsecos.