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DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DE PLATÓN


Estimada/o alumna/o,
Aquí se presenta un modelo (muy extenso) de comentario de texto con el fin de que
reconozcas las partes que lo conforman y con el objetivo de que te pueda servir para la
realización de tus comentarios.
Este modelo se corresponde con la pregunta segunda de la prueba de composición de la
PAU de Historia de la Filosofía, cuya estructura es la siguiente:

1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.

2) Comentario del texto:


Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.

3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.

[...] en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se


ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse
que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y
productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista
para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
- Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
Platón, República, VII.

2A.
Para comentar este fragmento, es necesario previamente prestar atención al significado
de la expresión y el concepto siguientes:
En primer lugar, con la expresión ámbito sensible el autor hace referencia a uno de los
dos mundos que componen su sistema ontológico (o teoría de la realidad). En concreto, se alude
al mundo material, cambiante y sometido al devenir que engloba al mundo de las personas, de la
naturaleza y de los objetos creados. Este espacio ontológico es conocido mediante los sentidos.
Esta esfera de la realidad se opone a la segunda dimensión que es de carácter racional y que se
denomina ámbito inteligible.
En segundo lugar, el concepto de verdad expresa el conocimiento racional de las
esencias de las cosas del mundo sensible, es decir, de las Ideas. La verdad se define como el
conocimiento de las causas de por qué existe algo y esto nos remite nuevamente a la realidad en
sí o Ideas. Así, se obtiene un conocimiento verdadero cuando se captan las Ideas con el
pensamiento. Dicho tipo de conocimiento se denomina “ciencia” o “episteme”. La verdad es una
propiedad de las Ideas que les ha sido otorgada por la Idea suprema, a saber, la Idea del Bien.
Dicho tipo de conocimiento verdadero se contrapone a las opiniones, es decir, conjeturas y
creencias no justificadas desde la razón respecto de qué son las cosas.
Explique y comente la temática del texto y justifíquela desde la posición filosófica del
autor.

2.B
Presentación
El siguiente fragmento pertenece a la obra República escrita por Platón. Este es uno de
los más célebres diálogos del filósofo de Atenas que compuso esta obra en el periodo de
madurez de su pensamiento, junto a otros escritos también de gran celebridad e importancia en
su pensamiento como son: El Banquete, Fedón o Fedro. En República, Platón aborda la
reflexión sobre cómo concebir un Estado justo y bueno. Asimismo, el libro del que se extrae
este texto, el libro séptimo, se centra en la importancia de comprender la relación entre el papel
del conocimiento verdadero y la función de dirección y gobierno del Estado.
Resumen del texto y temática
La temática fundamental de este fragmento se centra en los nexos entre la teoría onto-
epistémica del autor y sus objetivos en el ámbito de la racionalidad práctica, es decir, la ética y
la política. En el texto, Platón afirma que el proceso de adquisición de conocimiento verdadero
culmina en la contemplación de la Idea que comprende el mayor grado de realidad y de la que
se puede obtener, por tanto, el mayor grado de conocimiento, pues ésta es el fundamento último
de toda la verdad y de todas las esencias de las cosas. Esta conocimiento versa sobre la Idea del
Bien y se obtiene tras un proceso de aprendizaje que avanza desde el conocimiento empírico –
cuyo objeto son la realidades materiales y que, como hemos señalado con anterioridad, no nos
proporcionará conocimiento verdadero sino opiniones– hasta el conocimiento de la “realidad en
sí”, es decir, de las Ideas que se ubican en un ámbito de pura racionalidad, sin contacto o
mezcolanza con elementos sensibles. De este modo hemos de entender la siguiente expresión
del fragmento: “lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del
Bien”.
Este fragmento, por lo demás, pertenece al libro VII de República en el que el filósofo
de Atenas expone su alegoría de la caverna. En concreto, si la alegoría habla de una experiencia
por la que se produce una liberación de la ignorancia y una adquisición del conocimiento, en
este fragmento observamos como la ruptura con el yugo de la ignorancia permitiría la
intelección del principio onto-epistémico de toda realidad, a saber, la Idea del Bien. Esto
implica que se culmina con el proceso de la dialéctica y se conoce de forma infalible qué es la
realidad y el fundamento racional de la realidad misma. A esto se refiere Platón cuando afirma
que la Idea del Bien es “la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la
verdad y de la inteligencia”. Así pues, cuando la persona que vivía en la ignorancia avanza en
el conocimiento del sistema de las Ideas, denominadas en el texto “las cosas rectas y bellas”, va
adquiriendo y desarrollando una virtud o excelencia que es propia del alma racional, la
encargada para conocer la esencia de las cosas del mundo sensible. Si no se toma en
consideración el saber racional y no se alcanza a conocer el principio mismo de la racionalidad,
es decir, la Idea del Bien, el liberado de la caverna no podría ejercer la función de gobernante de
su ciudad-Estado tomando como base la virtud de la prudencia.
En efecto, el conocimiento de la Idea del Bien implica que se haya alcanzado el mayor
grado de conocimiento teórico posible. Por esta razón, Platón denomina “ciencia suprema” al
conocimiento de la Idea del Bien e “inteligencia” o “ciencia”, a secas, al conocimiento que se
adquiere de las demás Ideas que dependen de la Idea del Bien en lo que respecta a su verdad y a
su existencia.
Sin la previa adquisición de este conocimiento de la Idea del Bien, no será posible
actuar correctamente en la esfera de la racionalidad práctica, es decir, de la ética y la política. En
este sentido, Platón sostiene que es preciso culminar con el proceso de adquisición del
conocimiento teórico, es decir, es necesario conocer la Idea del Bien con el fin de evitar
injusticias y acciones erróneas en la esfera privada, o ámbito de la acción ética, y en la esfera
pública, o ámbito de la acción política. Por tanto, este fragmento perfila el ideal intelectualista y
tecnocrático del poder político platónico según el cual, deben gobernar los expertos.

NOTA: como el fragmento entrelaza los aspectos onto-epistémicos y los ético-políticos (es
decir, las dos líneas del pensamiento del autor) no se desarrolla más la ética y la política y se
reserva para el siguiente apartado. No se desarrolla, pero se ha hecho referencia explícita a la
línea ético-política.

2.C.
(Ontología platónica) La filosofía de Platón, tal y como se observa de modo patente en
el siguiente fragmento, está diseñada desde un planteamiento dualista de la realidad. En
concreto, este filósofo construye su sistema ontológico diferenciando diferentes grados de
realidad. Así pues, existen grados de realidad que se corresponden con lo que Platón concibe
como una realidad “auténtica” y otros grados que, por el contrario, se corresponden con una
realidad “aparente”. Las dimensiones racionales y esenciales de de las que están compuestas las
Ideas son propias de una realidad auténtica. En este sentido, las Ideas se conciben como ya se ha
señalado con anterioridad, como esencias y causas de las cosas del mundo sensible. Asimismo,
las Ideas son modelos que tratan de copiar e imitar las realidades materiales que viven en un
mundo sometido al cambio y la transformación. La realidad de las Ideas, pues, es fija, estable y
objetiva. Constituye la “realidad en sí” y el principio real y explicativo de la pluralidad de
objetos que en el mundo sensible se denominan con el nombre de dicha Idea. Por tanto, las
cosas que se califiquen de “justas” o “bellas” en el mundo sensible, lo serán porque de modo
imperfecto participan de la esencia de la Idea de rectitud o de belleza. Las Ideas, pues, son
paradigmas y las realidades materiales y empíricas del mundo sensible no son más que
“ejemplares” de dichos paradigmas o modelos.
(Epistemología platónica) Asimismo, Platón sostiene que se conoce más aquello que
más realidad tiene. Por tanto, a distintos modos de realidad le corresponden en su teoría
distintos modos de conocimiento. El dualismo ontológico de Platón tiene un correlato en una
epistemología también dualista. Al final del libro VI de este diálogo, República, se encuentra
recogido un pasaje que se conoce como el “símil de la línea dividida” en el que el autor expone
los principios de su teoría del conocimiento. Al igual que existen dos mundos de naturaleza bien
diferente –uno es racional y el otro es empírico y material— existen dos grandes tipos de
conocimientos. El primero de estos tipos se corresponde con el conocimiento de la “realidad
aparente”. El resultado de dicho saber será menos perfecto con respecto al conocimiento de los
objetos de la “realidad auténtica”. Así pues, el primer tipo de conocimiento se basará en la
información que nos proporcionan nuestros sentidos (la vista, el tacto, el oído, etc.) y será de
tipo falible pues los sentidos son una fuente de conocimiento falaz. Este tipo de conocimiento se
denomina opiniones. Platón establece diferencias entre las posibles opiniones que se pueden
tener. De este modo, afirma que cuando se conocen las realidades materiales del mundo sensible
obtenemos creencias, que se oponen al conocimiento racional, universal y necesario que se
obtiene de las Ideas. Asimismo, existe un nivel más bajo de conocimiento que se corresponde
con un conocimiento indirecto de las realidades materiales, bien sean porque nos tratan de
convencer que son como lo defienden las opiniones de unos, o porque las reflejan en un cuadro
o como las evoca un poema. Platón se refiere a estas realidades degradadas, que se encuentran
en los discursos de los sofistas, los poemas o los cuadros, como sombras o reflejos. El objetivo
de este autor es que la persona en la que predomine el alma racional, cuya virtud es la sabiduría,
se someta a un proceso de aprendizaje y conocimiento por el que vaya sobrepasando los tipos de
conocimientos más bajos correspondientes a la realidad aparente o degradada. El proceso de
aprendizaje al que ha de someterse esa persona debe discurrir por la vía de la captación racional
de la esencia de las cosas del mundo sensible hasta alcanzar, por dialéctica, el conocimiento de
la Idea del Bien. Como ya se ha dicho, el conocimiento de esta Idea que Platón caracteriza en su
obra como “algo distinto y más bello” que el resto de la Ideas, en primer lugar, supone alcanzar
el mayor grado de conocimiento desde el punto de vista de la razón teórica, es decir, del uso de
la razón destinado a adquirir conocimiento de la realidad. En segundo lugar, el conocimiento de
la Idea del Bien es equiparable a la captación del fundamento onto-epistémico de toda realidad y
de todo conocimiento. Esta posibilidad de conocer aquello que hace que exista toda la realidad y
todo el conocimiento verdadero revela un rasgo del pensamiento platónico que se denomina
“optimismo epistemológico”. En síntesis, para Platón no sólo es posible conocer qué es la
realidad en sí, que se encuentra jerarquizada pues las Ideas forman un sistema, sino también
conocer la fuente de la realidad y de la verdad de dicha realidad en sí, a saber, la Idea del Bien.
En otros diálogos también muy importantes de este autor como Menón, Fedro o Fedón,
Platón defiende la tesis epistemológica de la anamnesis o reminiscencia por la cual “conocer es
recordar”. Esta concepción del conocimiento se encuentra ausente en este diálogo de República
donde el proceso dialéctico sería aquel que nos explica cómo alcanzar el conocimiento
verdadero y el ascenso y contemplación de la Idea del Bien, como se observa en este fragmento.
Sin embargo, es preciso señalar que la reminiscencia alude a la afinidad del alma humana con la
naturaleza de las Ideas. En concreto, inspirado por el dualismo antropológico de Pitágoras,
Platón sostiene que el alma, antes de caer prisionera en un cuerpo material y olvidar todo
aquello que ya contempló cuando habitaba en el mundo de las Ideas, ya conocía qué es la
realidad auténtica.
(Ética y política) En último lugar, este comentario no estaría completo si no se hiciese
una mención explícita al nexo que existe entre la concepción onto-epistémica del filósofo de
Atenas y su teoría ético-política, lo que en el fragmento aparece referido como el ámbito de lo
privado y de lo público, respectivamente.
Como se ha mencionado, la dialéctica es el proceso cognoscitivo por el que se puede
culminar el proceso de adquisición de conocimiento. Ahora bien, la captación de la Idea del
Bien no tiene sólo repercusiones para la teoría onto-epistemológica del autor. Platón argumenta
que el conocimiento de la Idea del Bien es también el máximo objeto para la “razón práctica”,
es decir, para la función de la razón que se orienta a la acción tanto ética como política. En
concreto, este filósofo nos va a dar una imagen del ser humano como un ser que vive en un
mundo de ignorancia y que, además, está compuesto en líneas generales por dos tipos de
realidades. La primera, como se ha mencionado, sería una realidad material, encarnada en el
aspecto corporal y material del ser humano. Por otro lado, se encontraría su realidad anímica. El
alma, para Platón al igual que para Pitágoras, es de una naturaleza diferente de la realidad
material. Sin embargo, frente a Pitágoras, Platón defiende que el alma está compuesta asimismo
por tres partes y que en cada ser hay una predominancia de una de esas partes. En primer lugar,
se encuentra el alma racional cuya virtud propia sería la sabiduría o prudencia; en segundo
lugar, Platón habla de un alma irascible cuya virtud se identifica con la valentía o fortaleza; la
última es el alma concuspicible a la que se le atribuye la virtud de la templanza. Es importante
hacer referencia a esta teoría tripartita del alma y a sus virtudes correspondientes porque en
Platón se encuentra un principio por el que se correlaciona un tipo de alma, y de su virtud
correspondiente, con un tipo de clase social. Por tanto, Platón apuesta porque los que disponen
de alma racional, que son aquellos que pueden alcanzar el conocimiento de la Idea del Bien
pues su virtud es la sabiduría, ocupen la función de gobernantes del Estado y se erijan como
filósofos o filósofas reyes o reinas. De este modo se pondrían fin a los males que asolan a las
ciudades-Estado que están gobernadas por personas que persiguen el poder, la gloria o el
prestigio y que se guían por estos deseos y no por los de velar por una correcta organización
estatal. A las personas en las que predomina el alma irascible, Platón les atribuye las funciones
de la defensa del orden interior y exterior del Estado. Por último, los que tengan el alma
concupiscible se encargarán de proporcionar bienes y servicios para la polis. Así pues, cuando
cada clase social cumpla con su función de forma virtuosa, con excelencia, reinará la armonía
en el gobierno de la ciudad. Por esta razón, la justicia en la polis ha de entenderse como una
situación en la que hay una especialización funcional y cada cual, en virtud de su tipo de alma,
cumple diligentemente y de forma virtuosa, con su virtud.
En este texto sólo se menciona la situación en la que se estaría obrando con sabiduría en
el terreno de la ética y de la política. Por tanto, Platón sólo está abordando la situación en la que
sería virtuosa la persona en la que predomine el alma racional. Como se entrevé en el
fragmento, la acción ética virtuosa en esta persona se identifica con culminar el proceso
cognoscitivo, es decir, contemplar la Idea del Bien y con llevar a la práctica una acción de
ordenación y gobierno de la polis basada en conocimiento verdadero.

(Conclusión –no se establece una valoración porque este requisito se pide en la


pregunta 3)
En conclusión, en este fragmento se establecen las relaciones que existen entre la “razón
teórica” y la “razón práctica” en Platón. Con él aprendemos que el objeto de las funciones
teórica y práctica de la razón es uno y el mismo, a saber, la Idea del Bien. Platón está
planteando, pues, un modelo de organización política basado en un principio de especialización
funcional y en un mandato político legitimado en función de la virtud de la sabiduría de
aquellos en los que predomina el alma racional. Este ideal político se denomina “tecnocracia” o
“gobierno de los expertos” y se enmarca en la clasificación de un sistema político de corte
aristocrático en el que desempeñen los puestos de las funciones las personas que encarnen el
conocimiento sobre la Idea del Bien. Por último, este modelo político tecnocrático enlaza con el
optimismo epistemológico que se observa en este texto y con la creencia del autor de que la
organización política sólo podrá ser justa cuando gobiernen los que saben y éstos dirijan a los
demás ciudadanos.

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