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CURSO 2021-2022
actual Extremadura en torno al valle del Guadiana, a Así, definir a partir de qué momento se puede ha-
otras zonas como el Algarve y la desembocadura de blar de Tartessos o de cultura tartésica es una labor
los ríos Tajo y Sado. complicada, aunque hay toda una serie de hechos
Para la localización del área nuclear tartésica en que se pueden fechar en el siglo X o, como mucho,
los valles medio del Guadiana y medio y bajo del finales del XI a.C. que sirven para identificar el inicio
Guadalquivir, el criterio utilizado es básicamente el del proceso.
lingüístico, ya que en ambos se concentra toda una El primero de dichos acontecimientos es la men-
serie de topónimos con los formantes Ipo–, –ipo, –oba, ción de los viajes a Taršiš en los textos bíblicos en
–uba, Ob–, Lac–, etc. (fig. 9), que se pueden atribuir a tiempos de los reyes Hiram de Tiro y Salomón de Is-
la lengua tartésico-turdetana (vid. infra). rael hacia mediados del siglo X a.C., una Taršiš que
cabe identificar con pocas dudas con la Península
En ambas zonas se localiza también desde el Bron-
Ibérica6.
ce Final una cultura material cerámica muy similar,
aunque con las lógicas matizaciones regionales, que El segundo es la generalización de los contactos
permite, junto a las evidencias lingüísticas, situar allí del Sudoeste de la Península Ibérica con la fachada
el núcleo geográfico de la cultura tartésica. atlántica europea como atestigua la generalización en
esta área de la metalurgia atlántica en bronce, princi-
Desde el punto de vista geográfico, ambas zonas se
palmente a partir del Bronce Final Atlántico III y la
caracterizan por territorios relativamente llanos y ap-
expansión de las espadas de tipo Huelva7.
tos para la práctica de la agricultura y la ganadería, lo
que les permite sostener densas poblaciones. Además, Esta generalización de los contactos atlánticos
el área de separación entre ambos valles, la Sierra Mo- coincide con la reanudación de las relaciones con el
rena, es rica en recursos minerales, principalmente de Mediterráneo plasmados en la llegada a la Península
cobre y plata, lo que proporcionó a las elites tartésicas Ibérica de fíbulas del Mediterráneo central, que ser-
un excedente comercializable con el que construir y virán como prototipo para el desarrollo de este tipo
consolidar su situación de privilegio. A ello hay que de objetos en la misma, en concreto las fíbulas de
unir que en el reborde montañoso que cierra el valle codo, además de otras importaciones del Mediterrá-
del Guadiana por el norte existen filones de estaño neo oriental, cuyo ejemplo más característico es el
que les permitía la obtención de este estratégico metal cuenco de Berzocana, además de la llegada a diversas
imprescindible para la fabricación del bronce. áreas del Mediterráneo central y oriental de objetos
de procedencia peninsular como espadas y fíbulas de
Igualmente, las desembocaduras del Guadiana codo de tipo Huelva, asadores articulados y diferen-
y del Guadalquivir en el Atlántico proporcionaron tes tipos de hachas de talón y anillas y de apéndices
a las poblaciones tartésicas puertos naturales para laterales8.
comercializar su producción metalúrgica, entre los
que destaca el de Huelva –la antigua Onuba–, que En lo concerniente a la cerámica, es en este mo-
son punto de tránsito obligado para las rutas marí- mento cuando surgen producciones con la superficie
timas que conectaban la fachada atlántica europea. exterior cuidadosamente bruñida y la interior decorada
Además, la cercanía de estos puertos al Estrecho de mediante la técnica de la retícula bruñida, consistente
Gibraltar los convirtió en último destino de las rutas en trazar una decoración geométrica, generalmente de
marítimas de carácter comercial que desde inicios del líneas entrecruzadas, con un punzón de punta roma
primer milenio a.C. enlazaban ambos extremos del que tras la cocción de la pieza adquiere un aspecto
Mediterráneo. más brillante que el resto de la superficie.
Por ello, la interacción de todos estos factores pro- Es precisamente en este momento de creciente
vocó el inicio y posterior consolidación del proceso conectividad e interacción del Sudoeste de la Penín-
de creciente jerarquización social, urbanización y es- sula Ibérica con otras regiones atlánticas y medite-
tatalización de la cultura tartésica. rráneas cuando se inicia el proceso de crecimiento
económico que dará lugar a relaciones sociales cada
vez más complejas y se pondrán en marcha los me-
Marco cronológico y periodización canismos que llevaran a la aparición en la Edad del
Hierro de una sociedad plenamente urbana.
Definir un marco temporal y una periodización
para cualquier proceso histórico de larga duración es Todos estos fenómenos se iniciaron y solaparon a
ciertamente complejo, por lo que la división en pe- lo largo de la primera mitad del siglo X a.C. durante
ríodos, sus denominaciones y la cronología propuesta
no dejan de ser convenciones como consecuencia de 6
Koch, 1984.
la dificultad de encontrar cesuras nítidas en fenóme- 7
Coffyn 1985; Ruiz-Gálvez 1998; Brandherm 2007: 56 s.
nos tan complejos. 8
Lo Schiavo, 1991; Crielaard, 1998; Torres, 2008.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 253
el Bronce Final, así que es en este momento cuando y, tras la Segunda Guerra Púnica, por los romanos
se puede situar el inicio de la Cultura Tartésica. (206/5 a.C.), aunque realmente continúa durante los
La primera fase de desarrollo de este proceso es dos primeros siglos de conquista romana.
anterior a la fundación de los primeros establecimien- De hecho, la antroponimia y la cultura material
tos coloniales fenicios en el sur de la Península Ibérica turdetana no desaparecieron hasta el siglo I de la era,
hacia el último cuarto del siglo IX a.C., por lo que a la como demuestran numerosas inscripciones funerarias
misma se le puede asignar una cronología que engloba y la tipología de las urnas utilizadas en tumbas de las
los siglos X-IX a.C. (circa 1000-825/800 a.C.). necrópolis romanas del valle del Guadalquivir, siendo
entonces cuando el proceso histórico tartésico-turde-
Precisamente, la fundación de las primeras colo-
tano llega a su fin, ya que, como señala Estrabón (III,
nias fenicias constituye, de manera convencional, el
2, 15) en época de Augusto, la población del valle del
inicio de la Primera Edad del Hierro y del Período
Guadalquivir ya parecía romana.
Orientalizante en la Península Ibérica, éste último de
forma más específica en Tartessos.
Esta segunda fase duró cerca de tres siglos y su- Primeras referencias a la Península Ibérica en las fuen-
puso la adopción por las poblaciones locales de una tes escritas
serie de técnicas, elementos iconográficos, religiosos y
Con las primeras referencias escritas a la Penín-
culturales que van a ser usados y recontextualizados
sula Ibérica materializadas en los topónimos Taršiš,
para generar una nueva cultura diferente tanto a la
recogido en los textos bíblicos, y Tartessos, atestigua-
local del Bronce Final como a la de los colonos fe-
do en los textos griegos, se empieza a abandonar la
nicios asentados en las costas del sur de la Península
Prehistoria para entrar en el campo de la Historia
Ibérica.
propiamente dicha, una Historia que alcanzará más y
Este proceso de orientalización fue progresivo y más territorios peninsulares según vaya aumentando
se desarrolló de fines del siglo VIII a inicios del VI su conocimiento geográfico y éste quede registrado
a.C., cuando el creciente impacto del comercio con en las fuentes escritas.
la Grecia del Este (Focea, Samos, Quíos, etc.) inicia
Como se ha señalado anteriormente, las prime-
un proceso de helenización cuyo personaje paradig-
ras menciones de la Península Ibérica en las fuentes
mático fue el rey Argantonio (Hdt. I, 163), y que
escritas hacen referencia precisamente a Taršiš en el
posteriormente se plasmará en la escultura ibérica de
caso de los textos bíblicos y a Tartessos en el caso
tradición jonia y el alfabeto grecojonio propio del sur
del mundo griego, aunque se ha discutido mucho si
de la cultura ibérica9.
la localización del primero de estos topónimos con
Por otro lado, el final del Período Orientalizante la Península Ibérica es acertada.
se sitúa a inicios del último tercio del siglo VI a.C. y
Así, en el Libro de los Reyes (I Re. 10, 22) se men-
se relaciona con la crisis del comercio con la Grecia
cionan unas naves de Taršiš pertenecientes a los reyes
del Este como consecuencia de la invasión persa de
Salomón de Israel e Hiram I de Tiro que se encon-
Jonia y la pírrica victoria obtenida por los foceos ha-
traban ha Yam, el nombre que los israelitas daban al
cia el 535 a.C. en la batalla de Alalía, lo que les obliga
mar Mediterráneo, y que cada tres años iban y venían
a retirarse del Mediterráneo central.
trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales ha-
Convencionalmente, desde el punto de vista ar- cia mediados del siglo X a.C.
queológico, el tránsito entre el Período Orientalizante
y la época turdetana se puede situar hacia 520/510 Estas naves se denominaban así porque se utiliza-
a.C. y se materializa en el cese del comercio con la ban en los largos viajes a Taršiš, región que normal-
Grecia del Este, la aparición de las ánforas más anti- mente se sitúa en el Sudoeste de la Península Ibéri-
guas de la serie 11 de Ramon o Mañá-Pascual A4 y la ca11 y con la que también comerciaban los fenicios
llegada de las copas áticas de tipo C y el surgimiento en época más avanzada según se desprende de otros
de sus imitaciones locales, y de las de tipo Droop y textos bíblicos como el segundo oráculo contra Tiro
Cassel10. del profeta Ezequiel (Ez. 27, 12).
Esta II Edad del Hierro se extiende hasta finales Se supone que este primer término que hace refe-
del siglo III a.C. con la conquista del Sudoeste penin- rencia a la Península Ibérica se ha formado a partir de
sular en primer lugar por los cartagineses (237 a.C.) un topónimo local con base en una raíz trt, que habría
sido interpretado y adaptado por los israelitas, y es de
suponer que por los fenicios, a su propia lengua.
9
vid. Almagro-Gorbea en este volumen.
10
Cabrera, 1988-89: 74-75; Ramon, 1995: 233 s., fig. 113-
119. 11
Koch, 1984.
254 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Figura 1. Cabañas circulares con zócalo de piedra de Figura 2. Espadas y fíbula del depósito de la Ría de Huel-
Ronda la Vieja-Acinipo (según Martín Ruiz 1995). va (según López de la Orden y García Alfonso 2010).
teriormente los dos primeros yacimientos en impor- portante el número de asentamientos. Se ocupan de
tantes ciudades16. forma más intensa los que se convertirán en los prin-
Igualmente, algunos asentamientos, principalmen- cipales asentamientos y surgen numerosos emplaza-
te los que estructuran jerárquicamente el territorio, mientos rurales, algo por otra parte imprescindible
se dotan de murallas con anchos y potentes zócalos para mantener el proceso de intensificación econó-
de piedra en ocasiones, reforzadas con bastiones. Es mica que acontece también en este momento.
el caso de Niebla Cabezo del Castillo de Aznalcóllar,
Los Castrejones, de Aznalcóllar, Carmona y Ategua, Mundo funerario
a los que hay que unir en áreas cercanas Los Casti-
llejos de Alcorrín (Manilva, Málaga) y el Castro de Las manifestaciones funerarias de este período se
Ratinhos (Moura, Portugal), lo que demuestra que la caracterizan por la práctica de rituales funerarios que
fortificación de los hábitats tartésicos se inserta en un no dejaban huella en el registro arqueológico.
proceso generalizado por todo el sur de la Península
Por ello, se ha planteado que el mundo tartésico
Ibérica17.
se integraba dentro de las tradiciones funerarias pro-
No obstante, a partir de las escasas evidencias dis- pias de la fachada atlántica europea, que se caracteri-
ponibles, se ha planteado que ya en este momento zaban precisamente por su invisibilidad arqueológica
existía una cierta jerarquía entre los asentamientos, y en las que el cuerpo del difunto parece que se arro-
con lugares centrales que estructuraban a su alrededor jaba a las aguas, por lo que no existía ningún tipo de
una serie de poblados o granjas de pequeñas dimensio- estructura funeraria.
nes y función básicamente agrícola, lo que sugiere que
En este sentido, las únicas huellas que quedarían
ya en este momento surge en la zona una organización
de estos ritos serían los objetos metálicos que acom-
territorial, si no urbana, al menos protourbana18.
pañaban a los difuntos en este tipo de ceremonias y
Estos lugares centrales estructurarían también el que se traducirían en los depósitos de bronces recu-
tráfico de metales desde las zonas mineras hasta las perados de las aguas en dicha zona, siendo el mayor
zonas de consumo y los puertos de exportación hacia y más importante descubierto en el área tartésica el
al exterior, como es el caso de Huelva19. de la Ría de Huelva (Fig. 2), compuesto por armas
Finalmente, hay que señalar que a lo largo del (espadas, puntas de lanza con sus regatones, puñales,
Bronce Final se produce un importante aumento cascos) y objetos de adorno como fíbulas20.
demográfico, incrementándose de manera muy im- Además del depósito onubense, existen otras de-
posiciones en las aguas en el Sudoeste de la Península
Ibérica que cabría relacionar con este tipo de rituales,
16
Torres, 2002: 281, fig. XII:4.
17
Almagro-Gorbea y Torres, 2007. como las espadas de Bornos (Cádiz), Bellavista (Se-
18
Bendala, 1989.
19
González de Canales, Serrano y Llompart, 2004; Gómez
Toscano, 2009. 20
Ruiz-Gálvez, 1995.
256 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
21
Ruiz-Gálvez, 1995: 30, fig. 10-11. 24
Murillo, Morena y Ruiz Lara, 2005: 27 s., fig. 5.
22
López Palomo, 1978; Armada y López Palomo, 2003. 25
Ruiz-Gálvez, 1995.
23
Galán, 1993; Celestino, 2001; Harrison, 2004. 26
Ruiz Mata y Pérez, 1989: 288, 291, lám. 1-2.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 257
Figura 5. 1. Cerámica pintada de tipo Carambolo (según Carriazo 1973). 2. Cerámica de retícula bruñida.
Organización socio-política
Economía
La sociedad tartésica del Bronce Final se estruc-
Lógicamente, como en cualquier sociedad prein-
turaba en torno a grupos de parentesco, linajes, cuya
dustrial, la agricultura y la ganadería son la base de
la economía. En este momento la producción agro-
ganadera sigue las pautas establecidas en el Sudoeste 40
Vera y Echeverría, 2013.
41
vid. Nocete en este volumen.
42
Rothenberg y Blanco, 1981; Hunt, 2003.
39
Vilaça, 2006b. 43
Rothenberg y Blanco, 1981: 101-106, fig. 113.
260 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
unión en determinado número formaba una unidad plenamente jerarquizada surgida a finales del siglo
social mayor de carácter tribal. Dichos grupos de VIII a.C. (vid. infra).
parentesco aún aparecen reflejados en las estructu-
ras funerarias más antiguas del Período Orientali-
Los contactos exteriores
zante, donde las sepulturas se agrupan bajo grandes
túmulos. Una de las principales novedades de este período
Dentro de estos grupos uno de los elementos más es la reanudación de los contactos tanto con otras
ligados al poder es el ejercicio de la violencia, indi- áreas de la Península Ibérica como con la fachada
solublemente unido al status de guerrero, tal como atlántica europea y el centro y el Este del Medite-
documentan las estelas de guerrero y las numerosas rráneo44 (Fig. 8).
armas halladas en las aguas, que atestiguan la impor- Los contactos con otras regiones atlánticas pe-
tancia del armamento como elemento de representa- ninsulares y continentales se reanudan a fines del II
ción de las elites. milenio y alcanzan su mayor intensidad a partir del
Así, las razzias y hazañas guerreras serían impor- tránsito entre el II y el I milenio a.C., caracterizándo-
tantes elementos para la adquisición de status. Ade- se principalmente por la generalización de las espa-
más, la necesidad de abastecerse de armas de bronce das de lengua de carpa de los tipos Huelva y Sa Idda
implica que controlan los flujos de metal, por lo que entre los siglos X-VIII a.C.45
el control de los intercambios del cobre y el estaño A ellas hay que añadir varios objetos de banque-
será otra de las fuentes de poder en estas poblaciones, te como los tres asadores articulados de Orellana la
a los que cabe unir los del oro, elemento fundamental Vieja (Badajoz) y el gancho de carne hallado en las
para la fabricación de los objetos de orfebrería, otro aguas del río Genil46, todos ellos correspondientes a
importante elemento de ostentación y poder en estas
tipos propios del área atlántica europea.
sociedades.
Estos contactos sirvieron para la difusión de no-
Asociado a este control de los intercambios de
vedades tecnológicas, de información y para el inter-
metales estaría también el de otros bienes de presti-
cambio del cobre y el estaño, materias primas im-
gio no locales de procedencia atlántica y mediterrá-
prescindibles para la fabricación de la tan caracterís-
nea, como fíbulas, espejos, peines de marfil, vasos de
tica metalurgia atlántica.
bronce, etc., utilizados por las elites tartésicas como
elementos diacríticos para señalar su status. Las relaciones mediterráneas se reanudan a partir
de mediados del siglo XI a.C., lo que queda atestigua-
Igualmente, otros elementos en que se sustenta-
do tanto en las fuentes escritas como en el registro
ba el poder político y económico de estos individuos
arqueológico otorgando un contenido material e his-
eran la posesión de ganados como medio de acumu-
tórico al concepto de precolonización: la existencia
lación de riqueza y fuerza de trabajo agrícola y su ca-
de contactos comerciales anteriores a la fundación de
pacidad para movilizar mano de obra para aumentar
los primeros asentamientos coloniales fenicios.
la producción de sus unidades familiares, lo que les
permitía ejercer como patronos a través de lazos de Dejando de lado las fuentes escritas, ya mencio-
clientela con individuos de menor capacidad econó- nadas al hablar de los viajes a Taršiš de Salomón de
mica en un mecanismo que hunde sus raíces en plena Israel e Hiram de Tiro, existen pocos objetos de pro-
Edad del Bronce. cedencia oriental segura hallados en el sudoeste de la
Península Ibérica y pocos peninsulares hallados en el
Sin embargo, no se puede obviar que aparte de
Mediterráneo oriental.
los personajes pertenecientes a la elite, el grueso de
la población no tendría status dependiente, aliándose Entre los primeros están el vaso de Berzocana
estratégicamente con ellos en función de los benefi- (Badajoz) y los vasos con asas en 8 de Nora Velha
cios que pudiesen obtener y que en buena medida y Casa del Carpio (Belvís de la Jara, Toledo), a los
vendrían dados por su participación en las razzias que se pueden añadir las cuentas de cornalina con
que organizaban dichos guerreros. forma de semilla de adormidera hallados en algunos
Por ello, se puede plantear la existencia de una contextos a caballo entre el período precolonial y
estructura social basada principalmente en los lazos las primeras fundaciones coloniales fenicias como
de parentesco, con relaciones en general sumamen- el fondo de cabaña de Pocito Chico (El Puerto de
te fluidas y una jerarquización social poco marcada, Santa María, Cádiz) y el poblado y la necrópolis de
aunque no inexistente, pero en la que ya empiezan a
funcionar mecanismos como el control de los inter- 44
Celestino, Rafel y Armada, eds., 2008.
cambios y, al final del período, ocupación de tierras 45
Brandherm, 2007.
de cultivo que pondrán las bases de la sociedad ya 46
Armada y López Palomo, 2003.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 261
Figura 8. Mapa de objetos de los tráficos precoloniales atlánticos y mediterráneos. . fíbulas; . asadores articulados;
. Cuencos de tipo Berzocana. . Ganchos de carne.
Mesas de Asta (Jerez de la Frontera, Cádiz), además necrópolis de Amathus (Chipre)51, que se fechan ha-
de otros yacimientos47. cia mediados del siglo X a.C., y las fíbulas de codo de
El vaso de Berzocana tiene una tipología bien co- tipo Huelva halladas en Chipre52, la necrópolis feni-
nocida en el Chipre y el norte de Israel48 en contextos cia de Achziv53 y en la ciudad israelita de Megiddo54,
del siglo X a.C., mientras que las asas en 8 constitu- siempre en contextos de finales del siglo X a.C. y,
yen un elemento bien atestiguado en vasos de bronce principalmente, de la centuria siguiente.
chipriotas y orientales entre los siglos X-VIII a.C.49 A Por ello, tanto la presencia de objetos orientales
ellos habría que añadir las liras y los carros represen- en la Península Ibérica como peninsulares en el Me-
tados en las estelas de guerrero, que muestran unas diterráneo oriental atestiguan que existían relaciones
características formales que se relacionan con mode- entre ambos extremos del Mediterráneo, que lógica-
los orientales y greco-chipriotas50, aunque desgracia- mente tenían puntos intermedios como las islas de
damente no se ha recuperado ningún ejemplar real. Creta, Sicilia y Cerdeña.
Por el contrario, entre los objetos peninsulares ha- De hecho, los contactos con Cerdeña quedan bien
llados en el Mediterráneo oriental destacan la fíbula atestiguados por el hallazgo en dicha isla de nume-
de codo de tipo Huelva y el asador articulado de ti- rosos objetos de bronce de procedencia peninsular,
pología atlántica procedentes de la tumba 523 de la
51
Karageorghis, 1987: 719, 723 fig. 193; Karageorghis y Lo
47
Torres, 2008, con bibliografía. Schiavo, 1989.
48
Mederos, 1996: 104-107; Crielaard, 1998: 192-193; 52
Giesen, 2001: 179 s., lám. 43-44.
Matthäus, 2001: 175. 53
Mazar, 2004: 21-22, 114-115 fig. 28:1.
49
Matthäus, 2001: 154 s. 54
Loud, 1948: lám. 223:78; Blockmann y Sass, 2013: 900 nº
50
Torres, 2008: 81. 537, fig. 15.14:537.
262 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
como espadas, hachas y azuelas55, mientras que de el alma del difunto para ingresar en el Hades, laguna
Sicilia llegaron las primeras fíbulas, que posterior- que se cruza en una barca guiada por Caronte, por
mente inician en el la Península Ibérica un proceso lo que se trata de un mitema extendido por buena
de evolución independiente que se materializa en las parte del mundo indoeuropeo.
ya mencionadas fíbulas de codo de tipo Huelva56. Muy escasas son las estructuras de culto o en las
En definitiva, los contactos exteriores fueron uno que se desarrollaran actividades religiosas, aunque
de los factores dinamizadores que contribuyeron al cabe señalar que el “fondo de cabaña” de El Caram-
surgimiento de una sociedad y una economía cada vez bolo59 pudo estar relacionado con alguna función
más complejas, proceso que culminará y se acelerará religiosa dada su ubicación en la acrópolis y la exis-
con el establecimiento de colonos fenicios en las costas tencia de sendos edificios que pueden interpretarse
peninsulares a partir de finales del siglo IX a.C. como un templo y un palacio respectivamente en
una fase posterior del yacimiento. Parece tratarse de
un bothros o basurero donde se han arrojado hue-
Religión y mundo ideológico sos de animales y vajilla en buena parte de lujo (las
cerámicas de tipo Carambolo) procedentes de ban-
Poco se conoce de la religión y creencias de estas
quetes realizados en el entorno60, que quizá habría
poblaciones más allá de las ya mencionadas estelas
que relacionar con el culto a los antepasados del ca-
de guerrero y de la deposición de armas en las aguas
beza del grupo gentilicio que gobernaba el poblado
analizadas al tratar del mundo funerario, ya que ape-
o el territorio.
nas se han excavado estructuras de carácter religioso.
La misma función político-religiosa tendría el
Es muy posible que las estelas reflejen la heroiza-
fondo de cabaña hallado bajo los edificios A y D de
ción de los personajes representados, pertenecientes
Montemolín61, dado el carácter sacro otorgado a este
a la elite social, al servir como monumentos de culto
último y su ubicación, al igual que en el Carambolo,
a los antepasados de los grupos gentilicios tartésicos,
también en la acrópolis del poblado.
especialmente en aquellos casos en los que las estelas
aparecen en el interior de los asentamientos o asocia- En ambos casos, la sustitución de las cabañas por
das a tumbas. estructuras de tipo más sólido y monumental tiene
notables paralelismos con lo que ocurre en el mundo
Recientemente se ha planteado el carácter reli- lacial e itálico, donde cabañas con función religiosa
gioso de estas piezas como representación de divini- son sustituidas con el paso del tiempo por templos
dades, especialmente las figuras tocadas con casco de más monumentales.
cuernos que se relacionan con divinidades orientales
con este mismo atributo, enfatizándose también el En definitiva, poco es lo que se conoce de la reli-
carácter solar de los escudos e incluso se ha identi- gión y mitología del Bronce Final, pero es muy vero-
ficado a los gemelos divinos de la mitología indoeu- símil que las divinidades existentes en este momento
ropea57, lo cual, aun siendo muy sugerente, genera sean las que en el Período Orientalizante se sincre-
serios problemas interpretativos. ticen con las fenicias en un proceso cuyo alcance es
todavía difícil de valorar.
Los cadáveres y armas arrojados a las aguas tam-
bién plantean que servían como vía de acceso del
difunto al Más Allá58, una idea claramente vinculada La lengua
al mundo indoeuropeo aún vigente en la fachada
atlántica europea en época altomedieval, como re- Poco se sabe de las lenguas habladas por las pobla-
flejan las leyenda artúrica en las que el cadáver del ciones tartésicas del Bronce Final salvo lo que puede
extrapolarse de la documentación de épocas poste-
rey Arturo es depositado en una barca para acce-
riores.
der al mundo de ultratumba y su espada arrojada
a las aguas, y en la de San Brandán, que sitúa en En épocas orientalizante y turdetana se usaba una
el Océano las islas donde habitan los muertos. Esta lengua no indoeuropea que limitaba al este con el
idea de las aguas como elemento liminal que separa ibérico en una frontera definida por una línea N-S a
el mundo de los vivos del mundo de los muertos la altura de Obulco, la actual Porcuna, que en buena
se observa también en la mitología griega, donde la medida coincide con la frontera en la Edad del Bron-
laguna Estigia es el brazo de agua que debe atravesar ce entre la Cultura Argárica y el Bronce del Guadal-
quivir. Ello implica que, probablemente, en el área
55
Lo Schiavo, 1991.
56
Torres, 2008: 80-83. 59
Carriazo, 1973: 188 s.
57
Tejera y Fernández Rodríguez, 2012. 60
Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007: 148-149.
58
Ruiz-Gálvez, 1995: 134-135. 61
Chaves y de la Bandera, 1991: 695.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 263
Figura 9. Tartessian place names: –ipo; –ipo (short); Ipo–; –urgi; Lac–. Phoenician colonies in Iberia (black
points): 1, Abul; 2, Ayamonte; 3, Castillo de Doña Blanca; 4, Gadir, Cádiz; 5, Cerro del Prado; 6, Cerro del Villar; 7, Malaka,
Málaga; 8, Toscanos; 9, Morro de Mezquitilla; 10, Sexi, Almuñécar; 11, Abdera, Adra; 12, Baria, Villaricos; 13, La Fonteta;
14. Ebussus, Ibiza.
gías, iconografía y formas de representación del po- un cambio en la organización del espacio doméstico.
der en toda su cuenca. Pero no sólo cambia su aspecto sino también las téc-
En los próximos apartados se analiza la adopción nicas constructivas, ya que se generalizan los muros
de diferentes elementos orientales en distintos aspec- rectos propios de la arquitectura fenicia construidos
tos de la cultura tartésica, no siempre directa ni con con un zócalo de piedra para aislarlos de la humedad
el mismo significado, sino recontextualizados por las sobre el que se erigen paredes de adobe o tapial, ras-
poblaciones locales en función de sus intereses. gos también propios de la arquitectura colonial feni-
cia, y que aparecen bien representadas por ejemplo
Urbanismo: del poblado a la ciudad en las excavaciones efectuadas en Huelva64 (Fig. 10).
Este tipo de casas permite una organización más
El estudio del urbanismo es una de las asignaturas racional del espacio, al estructurar los asentamientos
pendientes de la arqueología tartésica, pero el que en manzanas separadas por calles y espacios públicos,
las estructuras arquitectónicas se construyan en este lo que les proporciona un carácter completamente
momento utilizando materiales más duraderos ha
urbano, lo que supone una importante novedad res-
permitido su mejor conocimiento.
pecto al período anterior.
Así, las cabañas de planta circular u oval de una
única habitación de la fase anterior son sustituidas
por casas pluricelulares más complejas que reflejan 64
García Sanz, 1988-89; 2010.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 265
78
Bonsor, 1899: 285-292, fig. 128-131.
79
Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007a: 83 s., fig.
10-11, lám. 2-3.
80
Ruiz Mata y Pérez, 1989.
81
Aubet, 1975: 14-19, lám. 6-10. Figura 15. Ajuar regio y principesco tartésico (según
82
Aubet, 1984: 451. López de la Orden y García Alfonso 2010).
268 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Organización socio-política
de la Cañada de Ruiz Sánchez (Carmona, Sevilla)83 y
El mejor conocimiento de las prácticas funerarias,
el túmulo 2 de Santa Marta (Huelva)84, aunque otros
de la arquitectura y la organización de los asentamien-
enterramientos de este tipo que podrían haber perdi-
tos ha permitido interpretar con bastante precisión la
do la cubierta tumular son las tumbas 17 y 18 de la
organización socio-política de época orientalizante.
necrópolis de La Joya (Huelva)85.
Las dos características más destacadas son la cre-
Además, estos monumentos funerarios estructu-
ciente jerarquización social respecto al Bronce Final
ran en ocasiones otras tumbas sin el mismo grado
y el surgimiento como consecuencia de la urbani-
de monumentalidad ni ajuares tan ricos, como es el zación de estas sociedades de ciudades-estados que
caso de la necrópolis del Campo de las Canteras de estructuraron los territorios del Sudoeste de la Pe-
Carmona. nínsula Ibérica.
Sin embargo, junto a las necrópolis tumulares En lo referente a la jerarquización social, se atesti-
existen a lo largo de los siglos VII-VI a.C. un impor- gua la existencia de una pirámide en cuya cúspide se
tante número de cementerios en los que las tumbas localiza reyes de carácter sacro de tradición oriental,
no poseen ningún monumento destacado al exterior aristócratas, el resto de la población libre y, casi con
ni se observan importantes diferencias en la cantidad seguridad, siervos y esclavos.
de trabajo invertidas en su construcción, no mos-
trando los ajuares marcadas diferencias entre ellos, Las existencia de reyes se deduce de la existencia
aunque éstas lógicamente existen, destacando las de de palacios y sepulturas tumulares monumentales y
Medellín (Badajoz)86 (Fig. 16), la Cruz del Negro en cuyo interior se depositaron ricos ajuares funera-
(Carmona, Sevilla)87 y La Angorrilla (Alcalá del Río, rios (vid. supra), a lo que hay que unir las referencia
Sevilla)88. de Herodoto (I, 163) a Argantonio y las tradiciones
míticas acerca de la monarquía tartésica transmitidas
Estas necrópolis “urbanas”89 se vinculan principal- por las fuentes clásicas, en concreto la célebre leyenda
mente a asentamientos de carácter urbano y en ellas de Gárgoris y Habis transmitida por Pompeyo Trogo
se entierra un importante sector de la población no y conservada en un epitome de su obra elaborado por
ligado directamente a la aristocracia. Durante el si- Justino (XLIV, 4).
glo VII a.C. las tumbas de estas necrópolis son exclu-
Estos monarcas fueron el primus inter pares de los
sivamente cremaciones en urna depositadas en hoyos,
linajes de elite ya surgidos en el Bronce Final y adop-
taron las formas de la práctica y representación del
83
Bonsor, 1899: 252-256, fig, 57-58. poder propio de las sociedades del Próximo Oriente.
84
Garrido, 2005. La base ideológica de su poder era principalmente
85
Garrido y Orta, 1978. de carácter religioso, como queda atestiguado en
86
Almagro-Gorbea et al., 2006; 2008c. los ajuares de elite, en los que diferentes objetos de
87
Bonsor, 1899: 273-285, fig. 73-118; Amores y Fernández
Cantos, 2000.
bronce usados en las prácticas religiosas son sus prin-
88
Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007a: 80 s. cipales emblemas de poder, abandonándose por com-
89
Almagro-Gorbea, 1996a: 64-65. pleto las armas y los carros tan profusamente repre-
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 269
sentados en las estelas de guerrero del Bronce Final. Por último, los estratos más bajos de la población
Igualmente, la construcción junto a sus palacios de corresponderían a siervos y esclavos, cuya existencia
estructuras que se han interpretados como templos puede deducirse del carácter urbano y estatal alcan-
y santuarios refleja también la gran importancia que zado en Tartessos a partir de fines del siglo VIII a.C. A
otorgaban al control de la religión, en un patrón bien ellos estarían reservados los ministeria servilia que no
documentado en Oriente al menos desde la Edad del podía ejercer el populus, según atestigua el ya men-
Bronce. cionado mito de Gargoris y Habis.
No obstante, estos monarcas no lograron nunca al- La forma de gobierno en Tartessos son las ciuda-
canzar el poder absoluto de sus colegas orientales, ya des-estado gobernadas por los monarcas sacros y una
que en el Sudoeste peninsular nunca se alcanzó ni el organización social jerarquizada (vid. supra) que or-
nivel y centralización de la producción ni la concen- ganizaban el territorio en diferentes unidades y que
tración demográfica de los reinos del corredor sirio pa- quizá en ocasiones se aliaban entre sí formando ligas
lestino, por lo que nunca fueron capaces de controlar o simaquías94.
una cantidad importante del excedente económico, lo Estas ciudades-estados, por su propia dinámica
que implica que tampoco buena parte de la población económica, urbana y de desarrollo demográfico, de-
dependía de ellos económicamente90. bieron proyectar parte de su población al exterior en
Junto a los monarcas, la elite social la componía procesos de colonización que permiten entender la
la aristocracia, que también adopta modas orienta- existencia de asentamientos con topónimos tartési-
les como su ropaje ideológico, lo que la llevará en cos en Extremadura y la costa atlántica del centro de
última instancia a entrar en competición con los Portugal95.
monarcas por sus símbolos y fuentes de poder91. De Esta dinámica socio-económica continuará en
esta competición, probablemente a inicios del siglo época turdetana, pero con la desaparición de los re-
VI a.C., surge un concepto del poder más isonómi- yes de tipo sacro y la iconografía y formas de poder a
co, por un lado, como consecuencia del propio desa- ellos ligados y el surgimiento de ciudades-estados de
rrollo urbano del mundo tartésico y, por otro, por la tipo oligárquico (vid. infra).
llegada de una ideología política más igualitaria con
las poblaciones greco-orientales que comerciaban
con Tartessos92. Economía
Tanto de los reyes como de los aristócratas depen- Las prácticas económicas de las poblaciones tarté-
derían en régimen de clientela toda una serie de per- sicas del Período Orientalizante son básicamente las
sonas cuya existencia atestiguan las tumbas halladas mismas que las de la fase anterior, con una sólida base
alrededor de los túmulos en que se enterraban dichos agropecuaria a la que se une una cada vez más im-
personajes (vid. supra), aunque su situación jurídica portante producción minero-metalúrgica destinada al
no se puede aquilatar bien por el momento. autoconsumo y, sobre todo, a la exportación y un im-
Además de monarcas y aristócratas con sus co- portante sector artesanal cada vez más especializado.
rrespondientes clientelas, la mayor parte de la po- La producción agrícola sigue siendo básicamen-
blación se integraría en el populus mencionado en el te cerealística, constituyendo la principal novedad la
mito de Gárgoris y Habis, siendo individuos libres generalización del cultivo de la vid y del olivo, sur-
cuyo reflejo arqueológico se plasma en las necrópolis giendo en este momento en la Península Ibérica el
urbanas, no destacadas desde el punto de vista mo- policultivo mediterránea (cereales, vid, olivo).
numental, pero cuyos ajuares, relativamente iguali-
tarios, proporcionan bastantes objetos de prestigio Estos cultivos se habían introducido ya de forma
como marfiles, pequeños objeto de bronce y joyería, incipiente en la fase anterior, como queda ha que-
etc. y que formarían una especie de mesocracia en la dado atestiguado en Huelva (vid. supra), pero ahora
terminología de Arteaga93. se generalizan, como indican los análisis de pólenes
y carbones efectuados en áreas tan distantes como
Ellos serían, junto a algunos miembros de la aris- la campiña del Puerto de Santa María, en Cádiz, o
tocracia, los principales protagonistas de los cambios la depresión de Ronda, en Málaga.
en la organización social observada en el siglo VI a.C.
hacia formas de poder isonómicas (vid. infra). Tanto la vid como el olivo son cultivos de rendi-
mientos aplazados que exigen una notable inversión
de trabajo en su cultivo y en la construcción de in-
90
Torres, 2002: 382-383.
91
Aubet, 1984.
92
Almagro-Gorbea, 1996a: 79-84. 94
Almagro-Gorbea et al., 2008c: 1066 s.
93
Arteaga, 1997: 109. 95
Torres, 2005.
270 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
fraestructuras para su procesado, además de un mo- En definitiva, se observa una importante intensifi-
derado intervalo de tiempo para que sean rentables. cación y especialización de la producción en todos los
A ello hay que unir que pueden ser cultivados en sectores económicos que se tradujo en un aumento
áreas no dedicadas al cereal, lo que debió llevar a la de la jerarquización y la complejización social propia
apropiación y privatización de nuevas tierra con las de una economía en auge y una sociedad plenamente
consecuencias que ello acarrea en la organización so- urbana.
cial (vid. supra).
En el sector ganadero se asiste a un panorama de Artesanado
casi total continuidad respecto al período anterior,
cabe reseñar como principales novedades la introduc- Como se ha señalado, durante el Bronce Final se
ción por los fenicios de la gallina, lo que proporciona inició un proceso de especialización artesanal que se
un mayor aporte de proteínas, y el burro, que tendrá consolida en el Período Orientalizante, no sólo por
importantes repercusiones en el transporte. la mayor jerarquización de la sociedad tartésica, sino
Pero es en el sector minero-metalúrgico donde también por la adopción de tecnologías cada vez
se asiste tanto a una intensificación de la producción complejas en la producción de la cultura material.
como al cambio de una explotación basada princi- La adopción en la alfarería del torno rápido supu-
palmente en el mineral de cobre a otra basada en el so la salida de la producción cerámica del ámbito do-
de plata como consecuencia de la demanda fenicia méstico para adquirir carácter artesanal, en ocasiones
de este metal, verdadero elemento de cambio en el sumamente especializado, como demuestra la fabri-
Próximo Oriente. De hecho, la escala de la produc- cación de piezas con decoración oriental de flores de
ción se puede considerar casi industrial, como docu- loto, toros y diversos tipos de animales fantásticos98.
mentado los miles de toneladas de escoria plata de
esta época hallados en los cotos mineros de la Serra- Así, tras una primera fase de importaciones colo-
nía de Huelva. niales, a partir al menos del siglo VII a.C. los talleres
alfareros tartésicos comenzaron a producir ánforas,
Para obtener plata de los minerales complejos cerámica con decoración bícroma de bandas de pin-
del Cinturón Ibérico de Piritas (gossan y jarositas tura roja alternando con líneas de color negro, cerá-
argentíferas)96, era necesario usar una nueva técnica mica de barniz rojo y cerámica gris, que, usando la
metalúrgica, la copelación, que implicaba el uso de nueva tecnología del torno de alfarero, continúa las
importantes cantidades de plomo como captador de tradiciones locales del Bronce Final en muchas de
metales preciosos, una técnica que fue introducida sus formas y al uso de la cocción reductora que pro-
por los fenicios en este momento. porciona a estas producciones su color tan caracte-
Además, la necesidad de plomo para la realizar la rístico99. Además, los talleres tartésicos del Sudoeste
copelación tuvo como resultado la inclusión de este peninsular se convirtieron en focos de irradiación de
metal en las redes de intercambio comercial. Así, se la nueva tecnología del torno hacia otras regiones de
ha documentado recientemente la importación en la Península Ibérica como son el valle del Tajo y la
Huelva y su área minera inmediata de plomo pro- Meseta occidental100.
cedente de otras áreas peninsulares como Linares, el
También el trabajo del bronce documenta un pro-
Sudeste y el Bajo Priorato tarraconense para su uso
ceso similar101, no tanto por la adopción de nuevas
en la copelación97.
tecnologías, aunque se observa un aumento del plo-
No obstante, ello no supuso el abandono de la ex- mo en las aleaciones siguiendo las tradiciones tecno-
tracción del cobre y del comercio del estaño, aspecto lógicas orientales, como por la adopción de prototi-
este último que debió ser unas de las causas de la fun- pos e iconografía de origen oriental, aunque algunas
dación de asentamientos tartésicos en el interfluvio piezas documentadas son verdaderas importaciones
Tajo-Sado y en la desembocadura del Mondego. fenicias.
Igualmente, es en este momento cuando se ge- De esta forma, se documentan jarros piriformes
neraliza la metalurgia del hierro entre las poblacio- de tipología fenicia, los llamados recipientes rituales
nes locales, como atestigua la presencia de escorias con soporte de asa de manos, quemaperfumes, to-
de hierro en yacimientos tartésicos como Setefilla, dos ellos recuperados principalmente en contextos
aunque el volumen de la producción y de objetos fa- funerarios de elite (Fig. 15) y, a finales de este pe-
bricados en el nuevo metal (vid. infra) no fue muy
elevado.
98
Aubet, 1982; Chaves y de la Bandera, 1986.
99
Roos, 1982.
96
Rovira y Renzi, 2013. 100
Mielke y Torres, 2012: 278-279, fig. 9.
97
Ramon et al., 2011: 56; Rafel, 2012: 75-76. 101
Jiménez Ávila, 2002.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 271
Figura 17. A. Broche de cinturón tartésico; B. Broche de cinturón de placa romboidal de tradición greco-oriental
(según López de la Orden y García Alfonso 2010).
ríodo, figuras de bronce que siguen la tipología del presumible origen jonio104, de los que derivaran pos-
smiting god fenicio, como el Guerrero de Medina de teriormente los broches de cinturón de tipo céltico
las Torres o una estatuilla de este tipo de la región ampliamente atestiguados en la Meseta.
de Sevilla, imitaciones de piezas fenicias de dicha En la orfebrería se observa también una tenden-
cronología102.
cia a una mayor complejidad técnica de sus crea-
De los objetos citados, quizá el más característico ciones mediante la adopción de las tecnologías del
sea el recipiente ritual con soporte de asa de manos o granulado y la filigrana, ambas de indudable origen
“braserillos”, que constituye una creación local de los oriental.
broncistas tartésicos al no documentarse estas piezas
Esta mayor inversión en tecnología se relaciona
en el elenco de la toréutica fenicia y en los que se
usan numerosos elementos iconográficos orientales con una menor utilización de materia prima, ya que
de carácter egiptizante, como las manos, los remaches el valor añadido de la pieza se consigue ahora con el
en forma de roseta y cabeza hathórica y los remates uso de nuevas tecnologías de origen oriental. Igual-
de las asas también en forma de cabeza hathórica, mente, a partir de este momento es habitual alear
cabeza de carnero o flor de loto. Todo ello demues- el oro con plata y cobre, lo que le otorga una mayor
tra la existencia de un artesanado local que adopta y dureza y, por tanto, la posibilidad de fabricar piezas
adapta los elementos iconográficos orientales en sus más complejas105.
propias creaciones dentro de una tradición orientali- Entre los conjuntos de orfebrería orientalizante
zante que se extiende en este momento del Egeo a la destacan los tesoros de El Carambolo (Fig. 18), la Ali-
Península Ibérica. seda y Ébora, existiendo además multitud de piezas
Sin embargo, las piezas de bronce más numerosas menores, básicamente nazm (pendientes de nariz),
producidas en este período son fíbulas y broches de pendientes, cuentas de collar, etc.106.
cinturón, de los que se suceden varios tipos entre los Finalmente, ahora se generalizan los objetos de
siglos VIII-VI a.C. que se caracterizan en general por hierro, aunque éstos nunca fueron muy abundantes.
su carácter local103 (Fig. 17). Se trata básicamente de cuchillos, muy habituales
Destacan las fíbulas de doble resorte, surgidas ha- en los ajuares funerarios en las necrópolis de época
cia el 800 o poco antes y que estuvieron en uso hasta orientalizante, y armas, en concreto unas pocas es-
inicios del siglo VI a.C., momento en que empiezan padas como la del túmulo de El Palmarón (Niebla,
a ser sustituidas por las fíbulas anulares hispánicas, Huelva), y puntas de lanza de grandes dimensiones
el tipo más común en época turdetana, además de con sus correspondientes regatones, como las halla-
otros modelos. En el caso de los broches de cinturón, das en las necrópolis de Medellín (Badajoz), la Cruz
los diferentes tipos tartésicos con garfios sobre placa del Negro (Carmona, Sevilla) y Alcacer do Sal, en la
rectangular de los siglos VIII-VI a.C. son sustituidos desembocadura del Sado.
en este último siglo por los de placa romboidal de
104
Parzinger y Sanz, 1985.
102
Jiménez Ávila, 2002. 105
Perea, 1991: 141, 171.
103
Torres, 2002: 196 s. 106
Perea, 1991: 141 s.
272 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
No obstante, sorprende la ausencia de objetos de Para terminar, hay que tratar del trabajo del mar-
hierro dedicados a prácticas artesanales y agrícolas, lo fil, que alcanzará un gran desarrollo y en el que se
que refleja el valor social de una tecnología recién in- documenta la producción de piezas en las que se
troducida, que hace que sólo se use en aquellos ámbitos combinan la iconografía oriental con la técnica de la
más vinculados a la guerra, la religión y el status social. incisión propia de la eboraria de la Península Ibérica
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 273
durante la Edad del Bronce, lo que se traduce en pro- griega hallada en Huelva, quizá el dios celta irlandés
ductos de gran calidad abundantemente atestiguados Neit o el ibérico Neton, adorado en la ciudad ibéri-
tanto en el valle del Guadalquivir107 (Fig. 19) como ca de Acci (Macrobio, Sat. I, 19, 5)109, aunque cabe
en la necrópolis de Medellín108. la posibilidad de que se trate de un nombre propio
En definitiva, se asiste a una importante aumen- indígena casualmente similar a un posible nombre
propio celta110. Ambas hipótesis permiten así inter-
to de la producción artesanal con el uso de técnicas
pretarlo tanto como perteneciente al sustrato religio-
cada vez más complejas de origen oriental, lo que
so local o como una divinidad llegada a través de los
sólo es posible en una sociedad con una economía en
contactos con otras áreas de la Península Ibérica o la
expansión y cada vez más jerarquizada socialmente.
fachada atlántica europea y perteneciente al mundo
mítico indoeuropeo.
Religión y mundo ideológico Igualmente interesante es el hallazgo de otro gra-
fito cerámico dedicado a la diosa griega Hestia111, re-
La religión tartésica de época orientalizante se co-
cientemente interpretado como la interpretatio griega
noce mejor al disponerse de una mayor cantidad de
de una divinidad adorada en Huelva, quizá relacio-
datos epigráficos y arqueológicos, caracterizándose,
nada con el fuego del hogar y los altares en forma de
además por los elementos de continuidad con la fase
piel de buey112.
anterior, por la adopción de la iconografía oriental y,
quizá, la mitología fenicia. Más información ofrecen los datos arqueológicos,
como los templos y santuarios documentados en va-
Entre los epígrafes, es especialmente significativa
la dedicatoria a Niethos escrita sobre una cerámica
109
Almagro-Gorbea, 2002.
110
de Hoz, 2010: 475.
107
Aubet, 1978; 1980; 1981-82. 111
Llompart et al. 2010.
108
Almagro-Gorbea, 2008b. 112
Domínguez Monedero, 2013: 28-29.
274 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
122
Jiménez Ávila, 2002: 270-289, lám. 54-59. 125
de Hoz, 1986b.
123
Almagro-Gorbea, 1996a: 71-72. 126
de Hoz, 2010.
124
de Hoz, 1989. 127
Koch, 2009.
276 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
llamada Mainobora, que contiene partícula –ob(a) zona y a enfrentamientos bélicos de los exiliados y
tan común en la toponimia documentada en época colonos focenses contra cartagineses y etruscos. Estas
turdetana (vid. infra), demuestra claramente la conti- luchas afectaron a las rutas de comercio entre ambos
nuidad lingüística en la zona y que la lengua hablada extremos del Mediterráneo y, por tanto, al desarro-
en época orientalizante era la precedente de la usada llo del comercio entre Tartessos y el Mediterráneo
en época turdetana128. Oriental provocando un descenso o el colapso de la
demanda de metales.
La crisis del siglo VI a.C. Junto a todos estos eventos ajenos a la cultura tar-
tésica, en la crisis del siglo VI a.C. existieron también
El surgimiento y consolidación de una sociedad factores internos. Entre ellos cabe señalar, en primer
plenamente urbana con un importante impacto de lugar, el posible agotamiento de los filones de plata
las formas artísticas y políticas orientales que caracte- más superficiales y, en segundo, una crisis del sistema
rizan el Período Orientalizante tartésico llega a su fin de organización político basado en la monarquía sa-
en un momento aún no bien determinado del siglo cra con un aparato e iconografía del poder de origen
VI a.C., pero que cabe situar en su segunda mitad, oriental.
en un proceso que suele denominarse la “crisis del
Así, se ha planteado que el agotamiento de las
siglo VI”.
monteras oxidadas enriquecidas en plata de la Se-
A partir de entonces, numerosos asentamientos rranía de Huelva, fácilmente accesibles mediante
tartésicos muestran niveles de incendio y destrucción, labores mineras de superficie, habría provocado la
desaparecen las tumbas aristocráticas, se abandonan necesidad de acceder a filones más profundos para
en muchas comarcas de los asentamientos rurales y cuya explotación aún no se disponía de tecnología
se observa un importante descenso de la producción eficiente131.
metalúrgica, todo lo cual sugiere la existencia de una
Igualmente, no se puede dejar de lado la exis-
crisis que A. Schulten129 relacionó con la destrucción
tencia de una crisis social en Tartessos en la segunda
de Tartessos por los cartagineses tras la batalla de Ala-
mitad del siglo VI a.C., que se plasmó en la desapa-
lía (circa 535 a.C.) y cuyas causas aún se discuten en
rición de las monarquías sacras y de algunos de sus
la actualidad.
marcadores arqueológicos más característicos, como
Tras rechazarse la hipótesis de Schulten, la crisis las tumbas bajo túmulo o los objetos de boato usados
que afecta a Tartessos en el siglo VI a.C. se ha relacio- por los reyes.
nado con la crisis del sistema colonial fenicio tras el
La razón de todo ello hay que buscarla en que los
sitio de diez años que sufrió la ciudad de Tiro a ma-
reyes tartésicos de tradición oriental no fueron capa-
nos del rey babilonio Nabucodonosor II entre 583 y
ces de mantener el poder en la competición contra
573 a.C., como consecuencia de la cual desaparecería
otros aristócratas y, sobre todo, ante una masa social
la demanda de metales desde la metrópoli fenicia.
plenamente urbanizada que pretendía formas de or-
De este modo, se observa una reorganización del ganización social más isonómicas.
sistema colonial fenicio de la Península Ibérica desde
Este proceso no es exclusivo del mundo tartésico,
inicios del siglo VI a.C., que se plasma en el abando-
sino que está bien documentado en otras regiones me-
no de numerosos asentamientos y la concentración
diterráneas como Grecia o el Lacio, donde se asiste a
de la población en otros que se van a convertir ahora
la desaparición de las formas de poder unipersonales,
en verdaderas poleis130, fenómeno que quizá pueda
sean éstas ejercidas por reyes o por los llamados tira-
ponerse en relación con la ruptura de lazos con la
metrópolis. Sin embargo, la demanda exterior de nos, y se pasa a organizaciones republicanas de corte
metales continúa como consecuencia de la intensi- oligárquico desde finales del siglo VI a.C. A estos he-
ficación de los contactos con la Grecia del Este, que chos no debe ser ajeno tampoco el declive de la ins-
continuará al menos hasta el 546/545 a.C., momento titución monárquica en el Próximo Oriente a lo largo
de la conquista persa de la ciudad de Focea. del siglo VI a.C., que se refleja en la propia Tiro en la
elección de jueces (sufetes) mientras el rey se halla
La caída de esta ciudad causó la emigración de exiliado en Babilonia o la no reinstauración de la insti-
buena parte de su población a Alalía, en Córcega, tución monárquica entre los judíos tras el retorno del
y Massalia, la actual Marsella, lo que provocará im- exilio babilónico a finales de dicha centuria.
portantes alteraciones en las redes de comercio de la
En definitiva, la interacción de todos estos facto-
res explica la crisis y la desaparición de Tartessos, en-
128
de Hoz 1989: 564; 2010.
129
Schulten, 1945: 123 s.
130
López Castro 1995: 60-62. 131
Fernández Jurado, 1988-89: 210.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 277
en territorio turdetano a partir del siglo IV y III a.C., ten también numerosas necrópolis, en este caso de
siendo su exponente mejor conocido el yacimiento tradición ibérica en sus estructuras funerarias, ritos,
del Cerro de la Naranja (Jerez de la Frontera, Cádiz), ajuares y el uso de escultura. Estas diferencias indican
en el territorio de la importante ciudad tartésico-tur- un comportamiento diferenciado entre las diferentes
detana de Mesas de Asta (figura 22). áreas del mundo turdetano que quizá reflejen la dife-
Este yacimiento se ha interpretado como una vi- rencia entre Turdetanos y Túrdulos mencionada por
lla rural del siglo III a.C. articulada alrededor de un Polibio poco después de mediados del siglo II a.C. y
patio en cuyo interior se han documentado un sopor- ya inexistente en época de Estrabón (III, 1, 6).
te de molino o prensa de aceite, numerosas ánforas En todo caso, la escasa presencia y visibilidad de
para el envasado y lo que parecen ser dos cisternas a las tumbas turdetanas en la baja Andalucía podría ex-
bagnarola de clara tradición púnica135, lo que sugiere plicarse por factores de carácter social y está el surgi-
la adopción de elementos arquitectónicos púnicos de miento de leyes suntuarias que impidiesen la depo-
época helenística aun escasamente conocidos proba- sición en las tumbas como ajuar de objetos de lujo,
blemente introducidos durante la conquista bárquida, un proceso también atestiguado en Etruria, el Lacio
elementos bien atestiguados en los niveles de época y la propia Grecia y que constituye una característica
púnica del Castillo de Doña Blanca y el adyacente propia de la consolidación de la ciudad-estado138.
poblado de la Sierra de San Cristóbal (El Puerto de Este hecho concuerda además con la rápida con-
Santa María, Cádiz). solidación de las estructuras urbanas en esta zona y
De hecho, las prospecciones efectuadas en el tér- en línea con lo que se observa en las ciudades hispa-
mino municipal de Jerez de la Frontera han docu- no-púnicas de esta época, en las que surgen necrópo-
mentado la existencia de lo que parecen ser casas de lis de carácter isonómico en momentos avanzados del
campo de dicha cronología136, lo que refleja la inten- siglo VI a.C. que se relacionan con la adquisición del
sidad de la ocupación y explotación del territorio en carácter de polis de dichos asentamientos.
esta época.
Economía
Mundo funerario
La principal novedad de la economía turdetana es
Las manifestaciones funerarias turdetanas son muy el desplome de la actividad minero-metalúrgica del
mal conocidas, hasta el punto de haberse planteado Período Orientalizante, por lo que la base de la econo-
una vuelta a las prácticas funerarias del Bronce Final mía turdetana pasa a ser ahora el sector agropecuario.
que no dejarían huella en el registro arqueológico en No obstante, no toda la producción agrícola se
una especie de proceso de reivindicación del pasado destinaba al autoconsumo, sino que parte debió co-
local en el que los ritos y ajuares funerarios de ori- mercializarse, principalmente en el caso del vino y
gen fenicio serían abandonados conscientemente137. del aceite. Así, hacia el segundo cuarto o mediados
Dicha ausencia de enterramientos tiene como conse- del siglo IV a.C. surge en el área de la campiña ga-
cuencias, por un lado, el desconocimiento de los ritos ditana un tipo de ánfora destinada al envasado del
funerarios turdetanos, y, por otro, la imposibilidad de aceite, como demuestran los análisis de su conteni-
reconstruir la demografía de estas poblaciones. do139, además de documentarse la posible base de
No obstante, aunque esta falta de tumbas es evi- una prensa de aceite en el yacimiento del Cerro de
dente en algunas áreas del mundo turdetano, como la Naranja (vid. supra).
la baja Andalucía, en áreas más periféricas se obser- Un fenómeno similar debió ocurrir con el vino,
va una cierta continuidad de las prácticas funerarias pero hasta el momento no se han documentado laga-
orientalizantes a lo largo del siglo V a.C. como se do- res en yacimientos estrictamente turdetanos, aunque
cumenta en las necrópolis de Medellín, Alcacer do su producción está atestiguada en el yacimiento del
Sal – en la que se han recuperado un importante lote siglo III a.C. de la Sierra de San Cristóbal140, depen-
de importaciones griegas de los siglos V-IV a.C. – o diente del enclave colonial del Castillo de doña Blan-
en la propia necrópolis de la Cruz del Negro, en la ca, por lo que es casi segura la producción del vino en
que existen algunas tumbas del siglo V a.C. áreas cercanas a este asentamiento.
Igualmente, en las tierras entre el Genil y la fron- En lo concerniente a la producción minerometa-
tera del mundo tartésico-turdetano y el ibérico exis- lúrgica, ésta decae mucho en volumen, aunque no des-
135
Ruiz Mata, 1997: 349-350, fig. 10. 138
Ampolo, 1984.
136
ibídem. 139
Carretero, 2007.
137
Escacena, 1989. 140
Ruiz Mata, 1995.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 279
Figura 22. Yacimiento turdetano del Cerro de la Naranja (Jerez de la Frontera, Cádiz) (Cortesía Museo Arqueológico
Municipal de Jerez de la Frontera).
aparece, como atestiguan numerosas explotaciones de La producción de cerámica a torno sigue las mismas
la Serranía de Huelva, como el Cerro Salomón y Que- pautas que en época orientalizante, con el mismo gusto
brantahuesos, ambas en Riotinto, o el Cerro del Casti- por decoraciones pintadas de bandas de pintura roja,
llo de Aználcollar141. En este sentido, es muy probable que adquiere ahora un característico tono vinoso, y las
que se produjese un repunte de la obtención de plata líneas negras, aunque éstas se rarifican con el tiempo y
y cobre a finales del siglo III a.C. como consecuencia tienden a desaparecer, siendo la principal novedad la
de la necesidad de numerario por parte de los ejércitos generalización de pastas más depuradas de color ana-
cartagineses que operaban en el sur peninsular. ranjado y rojizo cocidas a una mayor temperatura142.
En la producción de objetos de bronce, desapare-
Artesanado ce la fabricación de las grandes piezas de filiación y
decoración oriental, como los jarros piriformes y los
El artesanado muestra la misma especialización y quemaperfumes, mientras que perdura la producción
complejidad del período anterior, destacando única- de los recipientes rituales con soporte de asa de ma-
mente la desaparición de la eboraria que tanta difu- nos, aunque con rasgos tipológicos bien diferenciados
sión había tenido en época anterior y la progresiva frente a los del período anterior.
desaparición de la iconografía orientalizante. Los pequeños objetos como fíbulas y broches de
En la alfarería, en época turdetana se asiste a la cinturón no son abundantes debido a la escasez de
total desaparición de la cerámica fabricada a mano tumbas en este momento, aunque se han localizado
durante el siglo V a.C., por lo que esta actividad des- conjuntos importantes en santuarios, como el de La
aparece por completo de las actividades domésticas. Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz). Entre los
141
Pérez Macías, 1996: 207, 210. 142
Ruiz Mata, 1998: 204 s.
280 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Figura 23. Teodoro turdetano de Puebla de los Infantes (según Fernández Gómez, 1997).
143
Fernández Gómez 1997. 144
Almagro-Gorbea et al., 2008c: 1070.
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 281
mencionan a los régulos Luxinio y Culchas como ticas, pero se puede afirmar que adoptó y adaptó
gobernantes de las importantes ciudades de Carmo numerosos elementos rituales y de culto de origen
y Bardo y de diecisiete oppida respectivamente, aun- fenicio-púnico hasta el punto de que en muchas
que éste último debe ser más bien considerado un ocasiones es difícil diferenciarla de dichos elemen-
rey ibérico. tos. Además, la mayoría de las evidencias disponi-
No obstante, quizá no todas las ciudades turde- bles son ya de época relativamente tardía, cuando
cartagineses y romanos habían ocupado las tierras
tanas tuviesen reyes, pues cuando los romanos asal-
del valle del Guadalquivir.
tan la ciudad de Asta a inicios del siglo II a.C. (Liv.
XXXIX, 21), no se menciona la existencia de un Esta dificultad para diferenciar los elementos lo-
rey en la ciudad, por lo que el poder político pudo cales y los coloniales se observa en el santuario de La
ejercerse igualmente a través de asambleas en las que Algaida, cerca de la actual desembocadura del Gua-
participaran todos los hombres libres de la ciudad o dalquivir e identificado con el santuario de la Lux
senados de carácter oligárquico. Dubia mencionado por Estrabón (III, 1, 9), conside-
rado por algunos de adscripción colonial.
En todo caso, las fuentes atestiguan en el caso de
Luxinio y Culchas la gran extensión que pudieron Fundado en el siglo VI a.C., como evidencian al-
alcanzar las entidades políticas turdetanas, como gunos escarabeos y bronces hallados, en parte feni-
ocurre también en el caso Asta, en las cercanías de cios y en parte etruscos146, siguió en uso hasta época
Jerez de la Frontera, que posee un asentamiento de- romana. Tuvo un importante uso en época turdeta-
pendiente en un área tan distante como Alcalá de los na, como atestiguan numerosas fíbulas y material
Gazules, situada a más de 70 km, según demuestra el cerámico de esta época en estructuras aisladas poco
hallazgo en sus cercanías del famoso Bronce de Las- monumentales. Se ha interpretado como de carácter
cuta (CIL II, 5041). marinero o dedicado a una deidad femenina de ca-
rácter nutricio, lo que no puede aquilatarse con pre-
Los territorios de esta extensión no sólo implica- cisión por su publicación muy parcial.
rían formas de dominio o dependencia directa, como
ejemplifica el Bronce de Lascuta, sino la existencia de También en Carmona se han identificado también
simaquías, anfictionías, ligas o confederaciones como las elementos de culto, en este caso betilos, que refleja-
rían la fuerte impronta fenicio-púnica en esta impor-
planteadas para época orientalizante (vid. supra), que
tante ciudad turdetana147.
también se han planteado en el mundo púnico en el
caso de Gadir145. Se podían así movilizar amplios con- Igualmente, adosado a la muralla del oppidum de
tingentes militares en caso de guerra que podían incluso Torreparedones se ha excavado un templo ya de épo-
ser complementados con mercenarios, como atestiguan ca romana republicana en el que la influencia carta-
los diez mil celtíberos que luchan junto a Culchas y ginesa se deja sentir con fuerza, como demuestra la
Luxinio en el 197 a.C. o el gran número de lusitanos recuperación de una cabeza femenina con la inscrip-
que lo hacen a favor de Asta pocos años después. ción Caelestis en la frente, un epíteto a través de la
cual la Juno romana se identifica con la Tinnit carta-
Aparte de la mención de reyes, poco más se sabe ginesa, a lo que hay que unir también la existencia de
de la organización social turdetana, aunque el Bronce cultos betílicos.
de Lascuta atestigua la existencia de la servidumbre.
Ésta es más bien de carácter colectivo, seguramente El fuerte carácter anicónico de la religión turde-
como derecho de conquista, pero igualmente sugiere tana muestra hasta qué punto las creencias, prácticas
su existencia a nivel individual. y tabúes religiosos fenicio-púnicos habían permeado
la misma, haciendo incluso muy difícil su diferen-
En definitiva, las ciudades-estado turdetanos ad- ciación. Frente a los miles de exvotos de bronce y
quirieron entre los siglos V-II a.C. un grado de urba- cientos de esculturas de piedra producidos por los
nización y jerarquización social cada vez más acusa- ibéricos, las manifestaciones iconográficas son muy
do que no se alejaba demasiado del existente en el escasas, salvo en las áreas colindantes con el mundo
mundo greco-romano contemporáneo. ibérico de la Alta Andalucía.
En todo caso, es difícil valorar cómo la religión se
Religión y mundo ideológico engranaba con la organización socio-política turdeta-
na y de qué modo le servía de sustento ideológico, ya
La religión turdetana, como el mundo funerario, que se desconoce si los principales lugares de culto
es poco conocida, por ausencia de datos y excava- eran controlados por la polis y el cuerpo ciudadano
ciones que trataran de identificar este tipo de prác-
146
Corzo, 1991.
145
Arteaga, 1994. 147
de la Bandera et al., 2004.
282 PROTOHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
o, por el contrario, eran controlados por los reyes que penetraciones de poblaciones ibéricas en territorio
mencionan las fuentes clásicas. turdetano. Así lo sugieren algunos topónimos que
usan el típico formante ibérico para ciudad Il–,
como Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla) e Ilipula (Niebla,
Lengua y escritura
Huelva). Un fenómeno similar puede proponerse
A pesar de la aparición de la escritura en el Pe- para la posible adopción de términos indoeuropeos,
ríodo Orientalizante, las evidencias escritas de épo- que pueden pasar incluso a la toponimia, como es
ca turdetana son prácticamente nulas, quedando el caso de una Segovia en el valle del Genil, un tí-
restringidas a algunas referencias en las fuentes es- pico topónimo celta en Seg– o Celti, en el valle del
critas como las “leyes de 6000 versos” mencionadas Guadalquivir.
por Estrabón (III, 1, 6) o las que sirvieron de fuente
a escritores de época imperial romana, como Trogo Cartagineses y romanos en el sur de la Península Ibérica
Pompeyo, que recoge el mito de Gargoris y Habis, y
Lucio Cornelio Boco, que recoge noticias acerca de la El proceso de desarrollo políticamente indepen-
Península Ibérica, alguna de las cuales, por el origen diente de las ciudades-estado turdetanas se vio in-
del propio escritor, podrían proceder de la literatura terrumpido como consecuencia de acontecimientos
turdetana148. en principio ajenos a la Península Ibérica como fue-
Esta escasez documental puede explicarse por ron el conflicto entre Roma y Cartago a lo largo de
el habitus epigráfico de los Turdetanos, que sería el la segunda mitad del siglo III a.C.: las denominadas
de la escritura en papiro al modo fenicio-púnico149, Guerras Púnicas.
que no se conserva por ser el soporte de carácter Aunque el teatro de operaciones de la primera
perecedero. De hecho, la generalización de esta Guerra Púnica no incluía la Península Ibérica, sus
práctica habría hecho desaparecer la escritura sobre consecuencias se dejaron sentir en la misma, ya que
otros tipos de soportes, como los grafitos cerámicos, la necesidad de recursos de Cartago tras su derrota,
prácticamente inexistentes tras ser relativamente principalmente metales preciosos, y la pérdida de sus
abundantes durante el Período Orientalizante (vid posesiones territoriales en Sicilia y Cerdeña llevaron
supra). a la ciudad africana a buscar un nuevo imperio colo-
No obstante, la lengua turdetana se puede conocer nial en la Península Ibérica.
a través de otras fuentes, como la toponimia recogida Así, en 237 a.C. el general cartaginés Amílcar Bar-
en la epigrafía, las leyendas monetales, la literatura ca desembarcaba en la ciudad fenicia de Gadir e ini-
grecolatina que trata de este territorio y la antroponi- ciaba una política de ocupación territorial en todo el
mia documentada en dichas fuentes. Sur y Este de la Península Ibérica que fue continuada
Así, existen una serie de partículas que se repi- por sus sucesores Asdrúbal y Aníbal, lo que interfi-
ten en los nombres de las ciudades, como los prefi- rió en el devenir político-económico de la ciudades-
jos Ipo–, Ob–, Lac– y los sufijos –ipo, –uba, –oba, que estado turdetanas.
cabe relacionar con la lengua turdetana hablada en La recuperación del poderío cartaginés provocó
las áreas donde aparecen (fig. 9). Lo mismo ocurre que en veinte años Aníbal iniciara de nuevo el con-
con la antroponimia, donde una raíces como Sis–, flicto con Roma en la Segunda Guerra Púnica, lo que
Boc–, Brocc– y Att– aparecen repetidamente en los tuvo como consecuencia el desembarco de tropas
nombres propios tanto en la epigrafía como en las romanas en Ampurias en el 217 a.C. y que la Penín-
leyendas monetales, entre las que destacan las de Sa- sula Ibérica se convirtiera en un importante teatro de
lacia y Obulco, que cabe relacionar igualmente con la operaciones de este conflicto.
lengua turdetana150.
Las operaciones militares se llevaron a cabo en
Todo ello hace del turdetano una lengua con ca- un primer momento en el Levante peninsular, pero
racterísticas propias y diferentes de la ibérica, lo que a partir del 209 a.C. se trasladan a la alta Andalucía,
excluye que se pueda incluir a los Turdetanos entre librándose la batalla decisiva en las cercanías de Ilipa
los Iberos como en ocasiones se hace de manera un (Alcalá del Río, Sevilla) en el año 206 a.C., abriendo
tanto acrítica. poco después Gadir sus puerta a las romanos.
Sin embargo, ello no supone que no se existie- La ocupación cartaginesa no llegó a consolidarse,
sen préstamos lingüísticos entre ambas lenguas o pero los romanos llegaron para quedarse. Tras sofocar
la rebelión de Culchas, someter la importante ciudad
148
Almagro-Gorbea, 2013: 127 s., 211 s.
turdetana de Asta, repeler numerosas incursiones lu-
149
Zamora, 2005. sitanas a lo largo del siglo II a.C. e instalar importan-
150
de Hoz, 1989: 552-553; 2010. tes contingentes de población romana e itálica, toda
TARŠIŠ, TARTESSOS, TURDETANIA 283
la región se integró en su imperio. Sus habitantes, so- Pero el papel de Taršiš-Tartessos no se proyecta
bre todo los que vivían a las orillas del Guadalquivir, sólo al Mediterráneo, sino también al Atlántico, da-
sufrieron tal proceso de asimilación que en época de dos los contactos que el Sudoeste peninsular mantu-
Estrabón (III, 2, 15) habían olvidado su propio idio- vo con diversas regiones atlánticas, tanto peninsula-
ma, vivían a la manera de los romanos y les quedaba res como de la fachada atlántica francesa y de las Islas
poco para ser romanos. Británicas, lo que le otorgó un rol fundamental como
De este modo, entre el siglo I a.C. y el I de la intermediario entre las rutas comerciales atlánticas y
era, las señas de identidad turdetana, como la len- mediterráneas que explica su enorme importancia en
gua, la escritura y, probablemente, la religión, son la Antigüedad.
abandonados, aunque las glorias pasadas de la re- La proyección atlántica de Tartessos se materiali-
gión y, en concreto Tartessos, resonarán hasta el fi- zó también en la implantación de población tartési-
nal de la Antigüedad, pero como ecos de un mundo ca en las desembocaduras de los ríos Tajo y Sado tal
ya desaparecido. como se deduce de la evidencia toponímica existente
en la zona (vid. supra), y quizá en el Duero, como
sugiere la existencia en su desembocadura de unos
Epílogo: el eco de Tartessos Turduli Veteres (Plin. Nat. Hist. IV, 113), un proceso
de colonización cuya génesis hay que buscar en la
El largo proceso histórico acontecido en el Sudoes- urbanización del mundo tartésico.
te de la Península Ibérica entre el Bronce Final y la II La proyección tartésica se verifica también hacia
Edad del Hierro tiene importantes consecuencias en el otras áreas, como la alta Andalucía, en las que se
desarrollo histórico de toda ella, ya que significó su to- advierte igualmente un temprano tránsito hacia el
tal inclusión en las corrientes económicas, ideológicas urbanismo, que principalmente tuvo motivos eco-
y políticas del Mediterráneo, hasta el punto de que el nómicos, como queda demostrado por la utilización
final del proceso implica incluso la inclusión política de plomo de Linares para efectuar la copelación de
de esta área y de toda Iberia en el Imperio Romano, los minerales argentíferos de la Serranía de Huelva
tan profunda que tanto el primer cónsul, Balbo el Jo- (vid. supra), fenómeno que explica la importante
ven, como el primer emperador, Trajano, no italianos producción minero-metalúrgica del asentamiento
tienen su lugar natal en la antigua Tartessos. ibérico de Cástulo al menos desde mediados del si-
La inclusión del Sudoeste de la Península Ibéri- glo VII a.C.
ca en las redes comerciales mediterráneas tuvo rá- Igualmente, su importancia económica y el he-
pidamente repercusión en las fuentes escritas, como cho de ser el área más urbanizada de la Península
demuestra la mención de Taršiš en diferentes libros Ibérica explican que fuese la primera región ocupa-
de la Biblia, generalmente en directa relación con las da por los cartagineses y aquella en la que librarán
actividades de los fenicios. las batallas decisivas contra los romanos, además
Son las referencias bíblicas las primeras de una serie de ser la primera en ser intensamente romanizada,
que llega sin solución de continuidad a época helenís- dado que su estructura política y económica era la
tica tardía y que se plasma en las alusiones a Tartessos más afín.
y, posteriormente, a la Turdetania, reflejando el cono- En definitiva, todos estos hechos han contribuido
cimiento e integración del Sudoeste peninsular por las a que el nombre de Tartessos resuene en las fuentes
civilizaciones mediterráneas, en buena medida por ha- escritas de la Antigüedad y haya jugado un impor-
berse convertido desde finales del siglo VIII a.C. en una tante papel en la historiografía, al ser considerado un
civilización de carácter plenamente urbano y estatal. precedente de la monarquía española.