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HISTORIA DE LA
EDUCACIÓN OCCIDENTAL
TOMO PRIMERO
EL MUNDO ANTIGUO
ORIENTE PRÓXIMO Y MEDITERRÁNEO
2000 a.C. — 1054 d.C.
Herder
Versión castellana de J u a n E struch de la obra de
Ja m e s B ow en, A History of Western Edtication,
tomo i, Methuen & Co. Ltd. Londres
Imprenta: L ib e r d ú p l e x , S .L .
Depósito legal: B - 22.819-1997
Printed in Spain
P r ó l o g o ............................................................................................. 15
índice de mapas..................................................... ...... 12
índice de ilu stracio n es................................................................... 13
7
índice
L a expansión del antiguo Oriente: las prim itivas culturas del Me
diterráneo ....................................................................................... 72
La invención del alfabeto................................. 72
8
índice
9
índice
10
índice
11
índice
B ib li o g r a f í a ......................................................................... 457
índice a n a l í t i c o .................................................................................4 6 7
I n d ic e de m apas
12
ÍN D ICE DE ILU STR ACIO N ES
13
PRÓLOGO
15
Prólogo
16
Prólogo
17
Prólogo
18
Prólogo
desarrollo del relato, a la vez que cada uno de ellos gira en torno a
unos ciertos conceptos internos clave. Constantemente he concebido
mi tarea como una fabor de revisión crítica de las opiniones tradicio
nales en la historia de la educación, y para ello me he guiado per
manentem ente por el ideal de trabajar a partir de las mismas fuen
tes siempre que ello fuera posible. Obviamente he debido recurrir
muchas veces a traducciones, si bien todas ellas han sido cotejadas
con el texto original en aquellos puntos que parecían capitales. Esta
tendencia ad fontes, de sabor renacentista quizás pero no p o r ello
menos im portante y hasta urgente en la actualidad, ha ido acompa
ñada de un tr;.oajo sobre el terreno. H e querido que esta obra se ca
racterizara por el contacto personal y directo con el m aterial de tra
bajo: he visitf.ido cuantos lugares originales me ha sido posible du
rante los varios años que pasé en el M editerráne 0 , en la Europa
septentrional, en Inglaterra y en Norteamérica; he estudiado restos
arqueológicos y archivos en muchos museos y bibliotecas, tratando
de ejercer así un cierto control sobre las fuentes impresas, que de
o tro modo dan inevitablem ente la impresión de remotas. A sí pues,
la m ayor parte de los lugares, restos y documentos mencionados en
el texto han sido personalmente verificados o contrastados con el
original.
A nadie se le ocultará que una investigación tan extensa como
ésta ha exigido mucho tiempo, y ha dependido del apoyo de colegas
e instituciones. En este sentido me siento muy en deuda con archi
veros, bibliotecarios, conservadores y directores de museos de muchos
lugares distintos, y muy especialmente con el British Museum de
Londres y con el Ashm olean Museum y la Bodleian Library de O xford.
Estoy particularm ente agradecido al Instituto de Educación de la
.Universidad de O xford p or haberme nombrado profesor invitado en
1 9 6 9 . Muchos son asimismo los colegas que merecen toda mi gra
titud, empezando por el que fue mi maestro, el profesor Archibald
A nderson de la universidad de Illinois, y Joh n K en t, que fue profe
sor de lenguas clásicas en la universidad de Verm ont. Desde enton
ces me han alentado y apoyado constantemente H enry H arris, pro
fesor de filosofía en la universidad Y o rk de Toronto, y Richard St
C lair Johnson, profesor de lenguas clásicas en la universidad nacio
nal de .Australia. Agradezco al profesor Johnson y a su colega, el
D r. Evan Burge, su lectura crítica del manuscrito de este volumen;
otro tanto he de decir de A lan Treloar, profesor de filología com
19
Prólogo
Ja m es Bow en
20
l. L A S P R IM E R A S CU LTU R AS DE E SC R IB A S: M E SO PO T A M IA
P r ó lo g o : la e d u c a c ió n y e l m u n d o d e l o s s ím b o lo s
21
I. Mesopotamia
L o s a s e n ta m ie n to s d e l O r ie n te a n tig u o , 8 0 0 0 -3 0 0 0 a.C.
22
Oriente antiguo (cap. i y n )
I. Mesopotamia
24
1. Tablilla pictográfica sumeria, considerada como la más antigua de todas' las
descubiertas,'hacia el 3200 a.C.
2. Ejercicio escolar de caligrafía, período babilónico antiguo, hacia el siglo xix a.C.
Repite sólo dos caracteres
3. Tablilla cuneiforme: contiene catorce líneas de un texto de matemáticas y un
croquis geométrico
El hombre preliterario
sivo uso entre los años 4000 y 3000 a.C. significó la entrada de mu
chos grupos neolíticos en el calcolítico o edad del cobre. La civilización
del antiguo Oriente comenzó a adquirir una configuración específica:
predominio de la agricultura sobre la caza, y asentamiento urbano. Du
rante este periodo de urbanización los excedentes agrícolas se convir
tieron en el factor subyacente que posibilitó la liberación de un sector
de la población con respecto a las tareas de producción agraria, para
dedicarse a otras actividades: artes y servicios. Paralelamente se incre
mentó la actividad comercial en los asentamientos urbanos fluviales,
desarrollándose a lo largo de todo el cuarto milenio una compleja red
de caravanas y rutas fluviales para atender al creciente comercio del
oro, cobre, piedras preciosas, madera, utensilios, asnos y camellos.
Durante este período, y formando parte de este mismo gran
proceso inventivo, el hombre concibió algunas de sus creaciones más
importantes: la agricultura estacional con irrigación, el arado, los uten
silios de cobre, la tracción animal, y la rueda. Las poblaciones se con
virtieron en auténticas ciudades, sobre todo en el territorio sumerio
próximo a la desembocadura del Éufrates, donde los grandes centros
de Uruk, Lagash, Ur, Eridu y Umma fueron considerados por sus
habitantes como la verdadera cuna de la civilización. De esta cultura
primitiva — a partir de la cual había de desarrollarse más tarde la
civilización occidental— surgió una tradición mítico-literaria que com
prendía un relato de la creación y las leyendas del diluvio universal,
mientras que la construcción de las grandes ciudades era celebrada en
el poema épico Gilgamesh, que evoca la historia del legendario rey
de Uruk, la Erek bíblica.
25
I. Mesopotamia
26
Los ÍGicios del cálculo y de la escritura
L o s in ic io s d e l c á lc u lo y d e la e s c r itu r a
27
I. Mesopotamia
28
Los inicios del cálculo y de la escritura
29
I. Mesopotamia
30
La soberanía y el orden jurídico
31
I. Mesopotamia
32
Cuímra y saber
C u lt u r a y s a b e r , 2 0 0 0 -2 5 0 0 a .C .
33
I. Mesopotamia
34
La formación del escriba
35
I. Mesopotamia
año 2500 a.C .14 Sin embargo, no se han podido identificar con certeza
más que unas pocas aulas escolares. Se supone que la más antigua de
las excavadas hasta ahora es la que se encontró en Mari, en la alta Me
sopotamia, y que suele fecharse en torno al año 2000 a.C. Esta escuela
de Mari no se hallaba situada junto al templo, antes bien entre las ofi
cinas administrativas y las habitaciones privadas de palacio, por lo
cual se supone que en tiempos de la tercera dinastía (ca. 2100 a.C.)
las escuelas no estaban ya tan estrechamente vinculadas al templo sino
que estaban convirtiéndose progresivamente en instituciones puramen
te seculares; semejante deducción se ve por lo demás corroborada por
el hecho de que la mayor parte de las tablillas escolares descubiertas
se hallaban en los barrios seculares de las ciudades excavadas. La su
puesta escuela de Mari comporta un pasillo de entrada y dos habita
ciones, que miden respectivamente 13,5 por 7,5 metros y un tercio
aproximadamente de esta misma superficie: la habitación principal
tiene cuatro hileras de bancos de piedra, con capacidad para cuarenta
y cinco personas; la habitación más pequeña podía alojar probable
mente a veintirés alumnos en tres hileras de bancos l3. Las cuatro pa
redes eran enteras, de modo que la luz entraba probablemente por el
techo I6. En el suelo, y junto a los zócalos de las paredes, había cube
tas de barro, destinadas probablemente a humedecer el barro de las
tablillas. En las excavaciones el suelo apareció sembrado de conchas
que pudieron haber servido de unidades para los ejercicios de cálculo;
pero curiosamente no se encontraron tablillas de ninguna clase. De ahí
que la identificación de estas salas como aulas escolares no pueda ha
cerse sin una mínima reserva.
Conocemos apenas las actividades propias de la formación del es
criba y su evolución. Nuestros conocimientos actuales se basan funda
mentalmente en un solo texto, escrito en lengua sumeria y fechado en
torno al año 2000 a.C., casi contemporáneo, por consiguiente, de las
dos salas de Mari. El texto ha sido reconstituido a partir de veintiuna
tablillas o fragmentos de tablillas, reunidas y conjuntadas por un equi
14. S .N . K ram er, H is to r y B egtn s a l S u m er, p . 3 5 ; tr. c a st. L a h isto ria e m p ie z a en Sum er,
A ym á , B a rc e lo n a 1958.
15. Su d e s c u b rim ie n to fu e d e b id o a la e x p e d ic ió n fra n c e sa d ir ig id a por A n d ré P a rro t en
1933; tra s v a ria s in te rru p c io n e s , lo s tra b a jo s de e xc a v a c ió n se p ro lo n g a ro n h a s ta 1955. Vé ase
el in fo rm e del p ro p io A. P a rro t» en « S y r ia » xvn (1 9 3 6 ), p. 21, p l. m , 3 -4 ; xvm ,
p l. vm . C f. a s im is m o A . P arro t, M issto n arch éo lo gtq u e de M a r i: I I . L e P a la is ( P a r ís , G e u th -
n e r, 1 9 5 8 -9 ).
16. É ste fu e al m enos el m é to d o em p le a d o para te c h a r una e sc ue la en el a n tig u o E g ip t o ,
se g ú n in fo rm e del « J o u rn a l of E g y p t ia n A rc h a e o lo g y » x x iv (1 9 3 8 ), p. 1 6 7 -8 .
36
La formación del escriba
17. S .N . K ram er, S cb o o ld ay s: A Sum erian C o m p o sitio n R elatin g to tbe Edu cation of a
S c rib e en « J o u rn a l of th e A m e ric a n O r ie n t a l S o c ie t y » lx tx (1 9 4 9 ) , p p . 1 9 9 -2 1 5 .
18. S u m erian P ro v erb s (1 9 5 9 ) .
E . I . G o rd o n ,
19. T e acb e rs a n d S tu d e n ís in
C .J . G a d d , th e O ld est S c b o o ls ( 1 9 5 6 ) , p p . 1 5 -1 9 ; c£. a s im is
m o H . W . F . S a c g s , T b e G rea tn ess T b a t W as B ab y lo n ( 1 9 6 2 ) , p . 435.
2 0 . K r a m e r , S c b o o ld a y s..,, a r t . c i t . . p .2 0 5 .
37
I. Mesopotamia
¡Un escriba cuya mano se mueve en consonancia con la boca (es decir, experto
en dictado), es verdaderamente un escriba! 22
O bien:
Y:
38
La formación del escriba
Ei encargado de ... (dijo) «¿Por qué has habiado mientras yo ,10 estaba?», y
me pegó.
39
I. Mesopotamia
40
La educación superior
41
I. Mesopotamia
42
Decadencia del pensamiento mesopotámico
43
I. Mesopotamia
expresión «hijo de» aparece con frecuencia cada vez mayor, y en este
período se le ha podido seguir la pista a lo largo de «fam ilias» de es
cribas durante siglos enteros36. Dicha exprésión no constituye una
alusión a vínculos directos de parentesco, sino al desarrollo de los
sistemas gremiales y de aprendizaje. El aspecto más significativo de la
aparición de estas corporaciones de escribas y de su preocupación
esencial por ía tradición lo tenemos en la total desaparición de toda
ulterior referencia a la edubba. Un estudio de las familias de escribas
de Uruk ha puesto de manifiesto el hecho de que todos ellos eran
oficiales del templo, de lo cual se deduce que a partir de la época casita
la ocupación de escriba volvió a quedar vinculada al templo, asumien
do los escribas de nuevo la condición sacerdotal y consagrándose a la
preservación de las tradiciones pasadas, principalmente a través de las
tareas literarias de la transcripción y la edición 37.
El énfasis en los aspectos positivos de la función social desempe
ñada por el escriba se hace patente en una literatura que conserva, e
incluso acentúa, la religiosidad tradicional a la par que subraya la im
portancia del hombre para alcanzar el conocimiento:
44
Decadencia del pensamiento mesopotámico
lamentación ante la condición h u mana (en este caso concreto, por los
excesivos privilegios otorgados al prim ogénito). Dice el narrador:
Remoto es el espíritu del dios, como el centro de los cielos; difícil es su co
nocimiento, los hombres no pueden comprenderlo. El producto de la mano de la
diosa Aruru es la vida 41.
40. Ibíd., sección vii, p. 77; sección x:x:n, p. 85; sección x-.iv, p. 87; sección p. 89.
41. «Diálogo acerca de la miseris humana», en Pritchard, o.c., sección xxiv, p. 440.
45
I. Mesopotamia
46
II. L A S P R IM E R A S CULTURAS DE E SC R IB A S: E G IPT O
47
i! . Egipto
48
El cálculo y la escritura
quía quedó así asociada a la más fundam ental de todas las funcio
nes, la de servir de -intermediario entre los dioses y los hombres.
También la arquitectura de los templos era distinta de la sume-
ria, si bien es patente la función del tem plo en calidad de institución
económica empeñada en las actividades comerciales y en la adquisición
y control de las riquezas. No- obstante, los datos concretos sobre la
riqueza de los templos y sobre la organización del sacerdocio durante
el im perio antiguo son sumamente escasos. Hasta la época del impe
rio nuevo no existieron una profesión o una casta sacerdotales pro
piamente dichas; durante este prim er período los sacerdotes proce
dían al parecer de todos los estratos de la comunidad. y se dedicaban
a una multiplicidad de tareas: m antenim iento del tem plo, preserva
ción de las imágenes sagradas, y celebración de las ceremonias reli
giosas. O tros se ocupaban en cambio, como en Sumer, de las tareas
de contabilidad -y del cumplimiento de las funciones propias del es
criba. No están del todo claras las relaciones existentes en este pe
ríodo entre los cargos de sacerdote y de escriba, pero parece ser que
había al menos una cierta superposición puesto que los grandes fun
cionarios, e incluso los monarcas del imperio antiguo (ca. 2 7 0 0
2 1 8 5 a.C .) aparecen norm alm ente representados — en esculturas, pin
turas y relieves — adoptando la postura del escriba, o con una pa
leta de escriba en la mano 5 Finalmente, y tam bién como en Sumer,
el ejercicio de semejantes actividades era función de la posesión y
dominio de los simbolismos de la escritura y del cálculo.
E l c á lc u lo y la e sc ritu r a
5. El ejemplo más famoso lo constituye el del «administrador Kai, hijo del pariente real
Mesehet», cuya estatua se conserva en el Louvre. Véase J e a n C a p a r t , The Name o/ the Scribe
of_ the Louvre, en «Journal of Egyptian Archaeology» vii (1921), p. 186-90.
49
II. Egipto
7. pr s b ’t i : s ’s b 7 Q n sb a O b sé rv e se que e l v e rb o sb a , « e s c r ib ir » , que es
es el fo n o g ra m a s b a , o
g e rm in a tiv o que d e n o ta
o
fu e rz a
so a
o
so a lo :s
a u to rid a d .
c o m p le m e n to s fo n é tic o s a o ba, y
$ es un d e-
50
El cálculo y la escritura
51
II. Egipto
52
El cálculo y la escritura
53
II, Egipto
54
La literatura sapiencial
L o s t e x t o s d e l a e s c u e la p r im it i v a : l a lit e r a t u r a s a p ie n c ia l
A.H. G^ARDI^NER, The House o/ Li/e, «J.E.A.» XXiv (1938), p. 168, quien afirma: «Se trataba,
pues, de libros inspirados: eran, «libros sagrados» (literalmente, «libros divinos»), y «palabras de
dios». ¿Acaso fue Egipto la primera civilización que inculcó en el corazón del hombre la no
ción de la Palabra de Dios?>>
55
II. Egipto
Los últimos años del imperio medio se ven afectados por una serie
de cambios en la estructura política de los distintos reinos del anti
guo Oriente. El propio Egipto estaba atravesando por una fase de
inestabilidad, y sus relaciones comerciales con la colonia de Biblos
habían cesado de modo repentino, probablemente a causa del des
moronamiento de la restauración sumeria tras el período de hege
monía de los guti, ante la renovada presión de los semitas. Sumer
desapareció con el asentamiento en el poder de la dinastía babiló
nica, que rápidamente amenazó la zona levantina de influencia egip
cia, en la región próxima a Biblos.
Así pues, en el transcurso de cerca de mil años (del 3000 al
2000 a.C .), y al igual que Mesopotamia, Egipto pasó de una situa
ción preliteraria a una fase protoliteraria en la que se elaboraron los
dos simbolismos fundamentales de la notación numérica y la escri
tura, y a una primera etapa propiamente literaria. Aunque los datos
de que disponemos apuntan a una prioridad cronológica mesopotá-
mica en la invención de la escritura, y sugieren con toda verosimili
tud su posterior exportación y adaptación en la civilización egipcia,
lo cierto es que durante todo el tercer milenio ambas culturas evo
lucionaron con relativa independencia la una de la otra, y que los
contactos mutuos fueron probablemente mínimos a lo largo de este
período. Así por ejemplo, la rueda, empleada ya en Mesopotamia
desde el año 3000 a.C. aproximadamente, no hace su aparición en
Egipto hasta más de mil años más tarde; asimismo, los sumerios
consiguieron aliar el cobre y el estaño para producir el bronce mucho
antes que los egipcios. Pero semejante aislamiento no perduró más
allá del año 2000, sino que durante el segundo milenio Egipto des
arrolló múltiples relaciones con Mesopotamia, relaciones que inclu
yeron un intercambio de escribas y otros aspectos igualmente rela
cionados con la escritura y la cultura en general. A partir de estos
estímulos recíprocos, y a partir también de su propia consolidación
y de su desarrollo interno, ambas culturas siguieron evolucionando
hacia la elaboración de un proceso de educación más institucionali
zado y de carácter más sistemático.
56
El templo durante el imperio nuevo
E l p e r ío d o in te rn a c io n a l d e l im p e rio
E l te m p lo d u r a n t e e l im p e r io n u ev o
57
II. Egipto
58
Cultura y saber bajo el imperio nuevo
C u lt u r a y s a b e r b a jo e l im p e rio n u e v o
59
II. Egipto
60
La formación del escriba
L a fo r m a c ió n d e l e s c r ib a
61
II. Egipto
Enseñanzas que un ... hombre llamado Duauf, hijo de Khety, compuso para
su hijo, llamado Pepi, cuando le llevó a la residencia para que entrara en la es
cuela de los libros, entre los hijos de los magistrados...
Y le dijo: he visto a uno que era castigado, que era castigado: tú pon todo
tu corazón en los libros. He visto a uno que se libraba del trabajo forzado: mira,
nada hay más grande que los libros.
Ojalá pudiera conseguir que amaras a los libros más que a tu propia madre;
ojalá lograra hacerte contemplar y dar cuenta de su belleza14.
62
La formación del escriba
Mira, a ningún escriba le falta el sustento; ni las cosas de la casa del rey.
Mesekhent (la diosa del nacimiento) ha prom etido éxito al escriba; se colo
ca a la cabeza de los funcionarios, y su padre y su madre dan gracias a dios
por e llo ... 15
Confórm ate con tu dieta. Si con tres panes te basta, y te tornas dos cervezas,
y el estómago todavía te pide más, domínate.
63
II. Egipto
dízaje de ios rudimentos del arte del escriba; ahora bien, dado que la
escritura jeroglífica es extraordinariamente difícil, lógicamente debía
dedicarse bastante tiempo al estudio del arte de la caligrafía, a base de
ejercicios con el cálamo, así como al estudio paralelo de la ortografía,
o utilización de los símbolos adecuados. La dificultad del dominio de
las artes caligráfica y ortográfica queda puesta de manifiesto en un
trabajo escolar de copia que ha sido descubierto y en el cual, según
un traductor, «es absolutamente increíble el desaguisado que cometie
ron con los textos que tenían que copiar» ls.
Trabajaba el principiante sobre las superficies más sencillas y ba
ratas, ya fueran trozos de piedra caliza, ya pedazos de alfarería rota.
Estos últimos, los ostraka, eran los que más a menudo se utilizaban,
y lo cierto es que nos han proporcionado gran cantidad de informa
ción a partir de la cual ha sido posible reconstruir buena parte de la
vida egipcia. En efecto, y pese a todos sus errores, los numerosos os
traka conservados se han revelado de inmenso valor por cuanto cons
tituyen en muchos casos la única documentación existente acerca de
ciertas obras literarias. Una vez era ya capaz de efectuar las sencillas
transcripciones de los ostraka, pasaba el novicio a copiar textos más
extensos en tablillas recubiertas de yeso y, más adelante quizás, en
hojas de papiro. Las tablillas parecen constituir, en efecto, una etapa
intermedia en el proceso de aprendizaje. Las que se han descubierto,
como por ejemplo las que hallara Petrie en su expedición de los años
18 89 y 1890 (conservadas hoy en el British Museum de Londres),
consisten en finas planchas de madera de 20 a 25 cm de largo por
1 0 a 1 2 cm de ancho, recubiertas de una tela toscamente tejida sobre
la que se aplicaba una capa de yeso — blanco o ligeramente colorea
do — hasta conseguir una superficie dura y pulida sobre la que podía
escribirse con el cálamo de junco. Por otra parte, este tipo de tablilla
permitía una fácil limpieza con un trapo húmedo, después de lo cual
podía volver a utilizarse. Antes de borrar los ejercicios, sin embargo,
el maestro corregía el texto con tinta roja, de tal modo que en algunos
de los ejemplares conservados pueden observarse todavía rastros de
estas correcciones; tal es el caso, por ejemplo, de una transcripción
parcial de las Enseñanzas de T)uauf correspondiente a la época de la
dinastía x ix o x x (ca. 12 0 0 a.C.). Otro ejemplo particularmente valio
so de un texto de copia escolar lo constituye el himno al dios Thoth
18. I b id ., p . x l i i i .
64
La formación del escriba
Pon su corazón en querer ser un escriba, para que puedan dirigir toda la tierra..
Dedícate a escribir durante el día y a leer por la noche, pues ya sabes lo que
hace el soberano con respecto a todas sus disposiciones. Todos los súbditos son
examinados, pero sólo se queda con los mejores. El hombre se convierte en sol
dado, y el mozo en recluta. El niño es criado para separarse de los brazos de su
madre; si alcanza la madurez, sus huesos son apaleados.
¿Eres como un asno al que hay que guiar, (porque) no tiene entendimiento
en su cuerpo?
Adquiere para ti esta gran vocación del escriba; agradables y ricos en pose
siones son tu paleta y tu rollo de papiro, y eres feliz todos los días de tu vida.
No lo olvides, por favor.
65
11 Egipto
Te pongo en la escuela con los hijos de los notables, para educarte y para
formarte con vistas a esta ennoblecedora vocación...
Escribe con tu mano y lee con tu boca. Pide consejo a (¿aquellos que son in
teligentes?). No seas perezoso, y no malgastes un solo día en la holgazanería; si
no, ¡ojo con tu pobre cuerpo!
Y los consejos van todavía más allá, para ofrecer la siguiente des
cripción de las posibles consecuencias:
66
La formación del escriba
Dividir 2 por 5
¿Qué superficies iguales hay que sacar de 5 campos (de un setat cada uno),
para que la suma de estas superficies sea de 3 setat? 2
Ejemplo de cálculo del (¿volumen de?) una (?) pirámide truncada, suponien
do que se trate de una (?) pirámide truncada de 6 (codos) de altura por 4 (codos)
en la base y 2 (codos) en la parte superior.
67
II. Egipto
68
La educación superior
L a e d u c a c ió n s u p e r io r : l a c a s a d e l a v id a
69
.II. Egipto
70
La educación superior
71
II. Egipto
Cuando tras muchas vicisitudes llegaron por fin a Canaán, los he
breos elaboraron su teología basada en el dios fuerte y justiciero, pero
justo, cuyo origen se remontaba a la revelación directa del propio
dios a los jefes del pueblo hebreo. Pero mientras los hebreos lucha-
72
Escribas egipcios, Gizeh (anterior a 2500 a.C.)
5. El Papiro de R bind, procedente de Egipto, el más antiguo de los textos
escolares matemáticos que se conserva
La invención del alfabeto
(1 9 4 9 ), p . 1 2 0 .
36. C f. A .C . M o o r e h o u se , T h e T riu m p h o f tb e A lp h a b e t ( 1 9 5 3 ) , cap. 5 .
73
II. Egipto
37. Ibid., p. 150, y cap. 6, passim. ¿Fue uno sólo el alfabeto inventado? Es sumamente di*
fícil contestar a esta pregunta. El alfabeto cuneiforme ugarítico no está morfológicamente xela-
cionado con el alfabeto linear «proto-fenicio», ni con el sinaítico, ni con ningún otro. La exis
tencia de un prototipo único de alfabeto sigue siendo en estos momento pura conjetura. Cf. I.J. G e l b ,
A S t u d y o f W r ie in g (1952).
74
III. LA PRIM ITIVA CIVILIZACION HELÉNICA:
CULTURA, SABER Y FILO SOFÍA
75
III. La primitiva civilización helénica
La Creta minoica
76
Civilización hdénica (cap. III y iv)
AAA. ju a p r i m i t i v a c i v i li z a c ió n n e ie in c a
La Grecia micénico-minoica
78
La Grecia micénico-minoica
2. Lo cierto es que en definitiva los griegos llamaron biblos a la parte del papiro destinada a la
fabricación de material para escribir; se supone que derivaron la palabra del nombre de la
ciudad desde la cual el papiro era exportado a Grecia. Más adelante se adoptó la forma
diminutiva biblion, para designar el rollo de papiro. (El término libro, derivado del latín líber,
designa la parte viva de la corteza de un árbol, de la que. se hadan tablas para escribir en
ellas, su etimología es, pues, diStinta de la griega. Nota del traductor.) En general, y a menos
que el contexto aconseje lo contrario, durante el período clásico tanto {3t'3.£ov ) como volumen
deben ser traducidos por brollo de papiro».
3. J.A. DAVISON, The Decipherment of Linear B: The Present Position, «Phoenix» x1v, 1
(1960), p. l7, n.° 5.
79
III. La primitiva civilización helénica
La Grecia feudal
80
La Grecia feudal
81
Xil. La primitiva civilización helénica
82
La aparición de la «polis»
La aparición de la «.polis»
83
III. La primitiva civilización helénica
84
La educación griega primitiva: Esparta
8. Se desconoce la etimología del término empleado por Homero. Podría estar relacionado
coa el esparto ( s p a r t o s ) que crecía en la región.
9. H.W. S t u b b s , S p a rta n A u ste r ity : A P o s s i b t e E x p la n a tiort, «Classical Quarterly» X LIV
Ü950), p. 32-7.
85
III. La primitiva civilización helénica
86
El ideal del valor militar
87
III. La primitiva civilización helénica
12- La existencia histórica de Licurgo es muy dudosa; muchas de las leyes y reformas que
se le atribuyen son en realidad posteriores al año 600 a.C. Licurgo es mencionado por vez pri
mera en Heródoto, H is to r ia s , i, 66.
88
El ideal del valor militar
observado también que en otros lugares era habitual que marido y mujer,
durante el período inmediatamente posterior al matrimonio, tuvieran plena li
bertad en sus relaciones sexuales mutuas. £1 adoptó en cambio una norma opuesta,
al estipular que el hombre' debiera sentirse avergonzado de ser visto entrando en
la habitación de su mujer o saliendo de ella. Esta limitación de las relaciones
sexuales necesariamente había de incrementar el deseo del uno por el otro, con
lo cual su prole había de ser más robusta que en el caso de haber podido satisfa
cer sus deseos hasta la saciedad
89
III. La primitiva civilización helénica
la preocupación por la educación musical y poética (era) tan auténtica como sus
esfuerzos por preservar la pureza del lenguaje; más aún, sus canciones eran esti
mulantes y despertaban en el espíritu entusiasmo y voluntad de emulación; el
estilo era sencillo y nada artificioso, y los temas, serios y edificantes. Tratábase
casi siempre de alabanzas de quienes habían dado su vida por Esparta, calificados
de benditos y dichosos, y de reproches contra quienes habían obrado con cobar
día, describiendo su lastimosa y desdichada vida; acompañado todo ello de las pro
mesas y alardes de valor propios de las distintas edades ls.
- 17. P l u t a r c o , L icu rg o, x v n i .
. 18. I b id ., x x i.
90
El ideal de la maternidad
19. Ibid., X I V .
20. C n n it. L a c ., I, 4.
91
III. La primitiva civilización helénica
Decadencia de Esparta
92
Decadencia de Esparta
93
IIí. La primitiva civilización helénica
94
Introducción del alfabeto
95
III. La primitiva civilización helénica
96
7. Tablilla encerada escolar, procedente de Grecia, siglo ir a.C.
Copa ática de figuras rojas; representa una escena escolar, siglo v a.C.
Los elementos de la escritura
L o s e le m e n to s d e la e s c r itu r a
25. D. Diringer, Writing (1%2), p. 155. Véase, del mismo autor, The Origins of the Al-
pbabet, «Antiquity» 3T/II, 66 (1943), p. 89, para una crónica de las primeras pruebas arqueoló
gicas de aprendizaje sistemático del alfabeto, a saber, una inscripción de un escolar del
siglo vi a.C. en una escalera de Lachish.
97
III. La primitiva- civilización helénica
98
La especulación en el siglo VI
99
III. La primitiva civilización helénica
los que resultaba difícil dar cuenta en términos de agentes vivos nor
males. La conducta anormal era atribuida a la inspiración o posesión
divinas.
También los griegos se conformaron, hasta el siglo v i, con descri
b ir y explicar cuanto acontecía en torno a ellos a partir del lenguaje
mítico tradicional, aun sin creer necesariamente en el mito en cues
tión. Concretamente, y en ocupaciones y técnicas tales como las de la
construcción, la arquitectura y la astronomía, habían descubierto o
verificado empíricamente ciertas reglas prácticas y comenzado así, de
modo probablemente inconsciente, a generalizar dentro de un campo
delimitado; pero aun a u n d o la observación del sol, la luna y las es
trellas, o incluso del ciclo de las estaciones, pudieran haber apuntado
a la existencia de un cierto tipo de regularidad y de orden cósmicos
susceptibles de ser aprehendidos y comprendidos, nadie pareció haber
se dado suficiente cuenta de ello o haberlo creído con suficiente con
vicción como para intentar una explicación racional: nadie... antes
de Tales de Mileto 26.
Tales, considerado como el padre de la filosofía griega, vivió apro
ximadamente entre los años 640 y 548/ 545 a.C. Afirma Heródoto que
Tales predijo un eclipse solar con un año de anticipación, y que había
sido capaz de facilitar al ejército de Creso el paso del río Halis me
diante la desviación del río por un canal a retaguardia del ejército 29
Tales introdujo la noción del mundo como un todo físico y finito, com
puesto de «la entidad permanente (que) es el agua», según consigna
Aristóteles
En M ileto se congregó al parecer un pequeño grupo de pensado
res; coetáneos de Tales son, en efecto, las dos figuras de Anaximandro
(nacido hacia 6 1 1 a.C.) y Anaxímenes (hacía 550 a.C.), posiblemente
26. En lengua inglesa, la mejor historia de la filosofía griega es la obra de W.K.C. Guthrie,
A History of Greek Philosophy (1962-69), de la que han aparecido hasta ahora cuatro volúmenes;
los grandes textos están agrupados y traducidos al inglés en T.V. Smith, dir., Philosophers Speak
for Themselves: From Thales to Plato (1956); se encontrarán los textos originales y sus fuentes,
simultáneamente con una traducción inglesa y comentarios, en G.S. Kirk y J.E. Raven, The
Pre-Socratic Philosophers (1957); en castellano puede utilizarse J. Marías, La filosofía en sus
textos, I, Labor, Barcelona Y. F. Copleston, Historia de la Filosofía, I, Ariel, Barcelona.
Véanse también P.B. Grenet, Historia de lafilosofía antigua, Herder, Barcelona 1969; R.
Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, 21970.
27. Heródoto, i, 74. 75.
28. Aristóteles, Metafísica, I, III. 5. 983b. 20. Cf. De caelo, 11, 13. 294a. 28': «.. Ja afirma
ción más antigua de este tipo es la atribuida a Tales de Mileto, en el sentido de que descansa
en el agua, flotando como un pedazo de madera o algo por el estilo.» Una referencia en las com
pilaciones históricas de Diógenes Laercio (r. 23), del siglo II d.C., afirma que según la tradi
ción griega Tales fue el padre del pensamiento especulativo.
100 '
La especulación en el siglo v
10 1
III. La primitiva civilización helénica
p . 141.
102
Pitágoras
103
III. La primitiva civilización helénica
Este cosmos, el mismo para todas las cosas, no fue creado por un dios ni por
un hombre, sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo que se en
ciende y se apaga rítmicamente 34.
104
La escuela eleática
105
III. La primitiva civilización helénica
E l sig lo V : e le m e n to s y á to m o s
106
Elementos y átomos
... y cuando el espíritu comenzó a poner las cosas en movimiento (empezó a re
traerse) de cuanto se hallaba en movimiento 38.
38. Ibid., p. 33; seguirnos aquí la traducción de Guthrie (vol. n, p. 274, n.° 2) deá7te:Kpíve:-ro.
107
III. La primitiva civilización helénica
108
IV. ATENAS: EL SIG L O V
Democracia y cultura
L a d e m o c r a c ia a te n ie n se
109
IV. Atenas
110
La democracia
111
IV. Atenas
E l a lfa b e to ático
3. Con todo, las veinticuatro letras no eran estrictamente suficientes, y ciertos sonidos no
poseían una representación adecuada: así por ejemplo, un sonido fricativo (sh o th?) hubo de
representarse convencionalmente por la doble acr o, en ático, por la doble -r-r. Por otra parte,
una palabra como no pone de manifiesto la aspiración de la delta, etc.
112
E1 alfabeto ático
113
IV. Atenas
L ib r o s y lite ra tu ra
114
Libros y literatura
115
IV. Atenas
L a c u ltu ra p o p u la r
116
La cultura popular
117
IV. Atenas
118
La cultura popular
119
IV. Atenas
120
9. La palaistra de Olimpia, siglo m a.C.
10. Ánfora de figuras, negras con una escena de lucha
La cultura popular
121
IV. Atenas
24. P la t ó n , R ep úb lica, 6 0 6 E ; . . .
122
La vida pública y la formación del ciudadano
123
IV. Atenas
L a e sc ritu ra c o m o p a r te d e la fo rm a c ió n d e l ciu d ad an o
2 8. E sq u in e s, C o n tra T irn a rc o , 7.
124
La escritura como parte de la formación del ciudadano
125
IV. Atenas
126
La formación del carácter
tían escribir las unidades, las decenas y las centenas. Un breve trazo
inferior precediendo cada uno de estos signos indicaba su multiplica
ción por mil. Este sistema alfabético, en el que a lp h a correspondía al
uno., b e ta al dos, g a m m a al tres, etc., no tuvo aceptación oficial y, por
consiguiente, parece que no pudo introducirse en las escuelas antes
del siglo rn a.C.
. . . y comienza a entender lo que está escrito ... le ponen' en las manos las obras
de los grandes poetas, que lee sentado en un banco de la escuela; en estos poe
mas se contienen muchas exhortaciones, y muchas historias, y alabanzas, y en
comios de las figuras célebres de la antigüedad, que el niño ha de aprender de
memoria con el fin de que susciten en él el deseo de imitarlos o emularlos y
de llegar a ser como ellos. Asimismo, los maestros de la lira se ocupan también
de que su joven discípulo sea templado y no cometa desaguisados; y una vez
que le han enseñado a manejar la lira, lo introducen en la poesía de los otros
grandes poetas, los poetas líricos; y estos poemas los ponen en música, y hacen
que el espíritu del niño se familiarice con sus armonías y sus ritmos, a fin de que
aprenda así a ser más comedido, y armonioso, y rítmico, y se prepare así para la
palabra y para la acción: porque la vida del hombre está constantemente necesi
tada de armonía y de ritmo 33.
127
IV. Atenas
34. Ib i d . , 3 2 6b -c . •
128
La formación del carácter
35. Para una descripción del gymnasion y de la palaistra, cf. E.N. G.'\RDINER, Atbletics of
tbe Ancient World (1930; nueva edición. revisada, 1955); más completa es aún la exposición de
} ea n DELO^RME, Gymnasion (1960).
129
ÍV. Atenas
que todos los padres trataban de dar esta formación a sus hijos por
todos los medios a su alcance. Los ejercicios podían ser de grupo,
aunque lo más frecuente es que fueran individuales. Los entrenadores
iban de un lado para otro, enseñando las distintas clases de llaves
y de golpes en la lucha, o la forma de efectuar los saltos de longitud
y el lanzamiento de la jabalina y del disco; posiblemente la natación
era otra de las actividades incluidas en el programa. Dada la impor
tancia que se concedía a la salud, se fomentaban las actitudes de mo
deración en el comer y en el beber; la doctrina de la moderación en
todas las cosas se aplicaba á la vida física tanto como a la social y
política.
A finales del siglo v y comienzos del iv, el g y m n a sio n se había
convertido en una institución griega de primera magnitud. Tres de
ellos destacaban particularmente en Atenas: la academia, el liceo y
el k y n o sa rg e s. Los ancianos se congregaban en ellos para observar
los ejercicios de los muchachos — y para aplaudir a sus favoritos —
y llegaron a construirse tribunas especiales para que pudieran acomo
darse 16. Esta costumbre de los ancianos de reunirse en los g y m n a sia
data ciertamente ya de finales del siglo v, si bien no parece probable
que en esta época se modificara ya la arquitectura con este propósito.
Pero en el siglo iv algunos maestros abrieron escuelas adyacentes a
los distintos g y m n a sia , y dos de ellos adoptaron incluso sus nombres:
Platón en la Academia y Aristóteles en el Liceo.
E l se rv ic io m ilita r
130
El concepto de educación
37. Cf. O.W. REINMUTH, Tbe Genesis of the Athenian Ephebia, <tTrans. and Proc. American
Philologícal Assocíatíon» i.xxcm (1952), p. 34-50. Cf. p. 40s.
38. Ibid., p. 41. Reinmuth aduce ciertas pruebas en el sentido de que los orígenes de 1a
epbebeia se remontan hasta el siglo v a.C.
131
IV. Atenas
132
El concepto de educación
133
IV. Atenas
134
La perspectiva socrática
El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son en cuanto son, y
de las que no son en cuanto que no son 41. .
L a p e r sp e c tiv a so c rá tic a
135
IV. Atenas
43. P l a t ó n , T e e te to , i5 0 b -c .
136
La perspectiva socrática
137
IV. Atenas
138
V. EL SABER EN L A ATENAS DEL SIG LO IV :
L A RETÓRICA Y L A FILO SO FÍA
139
V. La retórica y la filosofía
140
La escuela de retórica
Isócrates (43 6-3 38 a.C.) nació en el seno de una rica familia ate
niense. Después de la enseñanza primaria tradicional, y una vez cum
plido su servicio militar como efebo, se puso a estudiar con los más
destacados sofistas de su tiem po: Pródico, Gorgias y Protágoras, y
muy especialmente con el últim o de los tres. En un momento deter
minado Isócrates estudió igualmente con Sócrates, aunque sin con
vertirse nunca en fiel discípulo suyo. Isócrates quiso dedicarse a la
retórica, pero sus defectos como orador — poca voz y exceso de ti
midez 2— y la pérdida de sus posesiones en la guerra del Pelopo-
neso hicieron que se orientara hacia la profesión de la logografía, a
saber, la redacción de discursos para personas envueltas en procesos
judiciales. Más adelante, en torno al año 3 9 0 (la fecha no es segura),
estableció en Atenas una escuela de retórica.
L a e s c u e la d e re tó ric a
141
La escuela de retórica
142
Civilización helénica (cap. v y vi)
V La retórica y la filosofía
L o s v a lo re s d e la retó rica
7. P r im it iv a m e n t e , la litu rgia c o n s i s t í a e n e l m a n t e n i m i e n t o d e u n a n a v e , p e r o a r a í z d e u n a
le y p r o m u lg a d a el año 411 la s tr ie r a r q u ía s p asaro n a s e r c o m p a r t id a s por dos p erso n as.
8. P l u t a r c o , D em óstenes, 5 . 4 .
144
Los valoies de la retórica
... artes gemelas — paralelas y complementarias — por las que sus respectivos
maestros adiestran al espíritu a prestar mayores servicios, sin separación radical
145
V. La retórica y la filosofía
entre ambos tipos de educación, antes bien con métodos similares de instrucción,
de ejercicio y de otras formas de disciplina9.
146
P latón y el estudio de la fil^osofía
147
v . La recórica y la filosofía
148
Los estudios en la academia
149
V. La retórica y la filosofía
18. C h e r n is s , o . c ., p . 81.
1 9 . N o o b s t a n t e , e í Fedro p u e d e s e r in t e r p r e t a d o c o m o l a p r o p u e s t a d e una r e t ó r ic a n u eva,
r e f o r m a d a d e s d e e l p u n to d e v is t a filo s ó f ic o (y , p o r e n d e , a c e p t a b le ) .
150
Los primeros diálogos
151
V, La retórica y la filosofía
152
La teoría de las formas
153
V. La retórica y la. filosofía
154
Una teoría de la educación: la -«República»
EL hombre y el Estado
155
V. La retórica y la tiiosofía
156
i,:i educación del futuro jefe
L a e d u cació n d e l fu tu r o je fe
157
V. La retórica y la filosofía
27. Ib id ., 536E.
28. Ib id ., 537A.
29. L .c.
158
La educación del futuro jefe
30. Ib id ., 537C.
159
V. L a re tó ric a y la filo so fía
31. Ib id ., 51SC-E.
32. I b id .,' 533C: P lató n afirm a aquí que el m étodo dialéctico;"'^) Sca>.ex-vixr( es el
más susceptible de conducir ai conocim iento.
160
El período de madurez del pensamiento platónico
... aquello que la razón misma aprehende gracias a la dialéctica, tratando sus
presupuestos n o como principios absolutos sino literalm ente como hipótesis, apun-
rilam ientos, plataform as y tram polines, por así decirlo, con el fin de poder ele
varse hasta aquello que no requiere presupuesto alguno y que constituye el punto
de partida de todo; y con el fin también, una vez alcanzado esto, de aprehender
de nuevo sus primeras deducciones para encaminarse hacia la conclusión, sin
recurrir para nada a objeto m aterial alguno, antes b ien basándose exclusivamente
en ideas que a través de otras ideas nos conducen a nuevas ideas, para desembo
car en ideas 33,
161
V. La retórica y la filosofía
162
El fracaso de la hegemonía ateniense
163
V. La retórica y la filosofía
164
La expansión de Macedonia
165
V. La retórica y la filosofía
166
Filipo y Aristóteles
35. I<os testim onios d e que disponemos son: P l u t a r c o , A leja n d ro ; P l in io , H istoria n atural,
v m , 17. 44; A te n e o , i x , 398E; E lian o , iv , 19.
V i. ARISTÓTELES Y EL SABER EN LA ATENAS
HELENISTICA
Aristóteles y el liceo
168
El liceo y la aproximación aristotélica al conocimiento
169
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
170
El liceo y la aproximación aristotélica al conocimiento
171
VI. Aristóteles en la Atenas heienísáca
El método: « Organon»
172
El método: «Qrganon»
173
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
Los libros del Organon nos brindan una técnica; la Física, por
su parte, se centra en un análisis de los datos proporcionados en pri
mera instancia por el mundo de los fenómenos. Todo fenómeno es
un producto de la «naturaleza» o del hombre. Algunos filósofos anti
guos — Empédocles y Demócrito por ejemplo — se preocuparon de
la composición de los fenómenos, y siguiendo un razonamiento ló
gico redujeron la materia a un conjunto de categorías básicas.
Postulaba Empédocles la existencia de cuatro elementos básicos:
el fuego, la tierra, el aire y el agua; Demócrito hablaba de los átomos
y del vacío. Aristóteles se muestra en desacuerdo con semejante expli
cación, por cuanto no presta la suficiente atención a la forma de
existencia de lo material. En el extremo opuesto, Platón negaba la
permanencia o la realidad de la substancia, y proponía en cambio
una teoría de las formas como arquetipos permanentes e ideales,
como esencia del ser. Para Platón la forma era siempre previa y
eterna, y la materia era meramente transitoria.
Pero la teoría platónica de las formas tampoco es una doctrina
plenamente articulada; no está claro, por ejemplo, si todos y cada
uno de los objetos fenoménicos poseen su correspondiente forma
ideal, y los escritos platónicos no explican siquiera cuáles son las
relaciones existentes entre las distintas formas. Aristóteles se en-
174
I -
E l m u n d o n a tu r a l: « D e a n im a »
175
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
178
£1 mundo humano. La educación
16. Aristóteles, Ética Nic., I, I (1094a): Sió xaXw.:; áneqrfivavxo -ráyaGáv oú Ttcávx' écpíexat.
179
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
180
El mundo humano: «La educación»
181
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
tensar todos sus nervios para vivir en consonancia con lo m ejor de nosotros mis
mos ... la vida según la razón es la m ejor y más agradable, puesto que la razón,
más que cualquier otra cosa, es el hombre. Esta vida es también, por lo tanto,
la más fe liz 21.
21. É tica N ic., X , v u , 8-9 (1177b, 1178a), La frase final d ice a sí: ou to c cipa n a l eúSoun.ovéoxaTo<;
182
El mundo humano: «La educación»
22. I b id ., X , i x , 6 (1 1 7 9 b ).
23. E l a rg u m e n to a p are ce e x p lic it a d o en r e p e tid a s o c a s io n e s , y está im p líc it o en o tro s m u
ch o s caso s. C f. P o lítica, p a s s i m , y e s p e c i a l m e n t e lib r o s V II, V III y V I I I . I I , 1 (1 3 3 3 7 b ).
183
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
24. A r is t ó te le s , P o lític a, V I I , x v t , 1 6 ( 1 3 3 5 b ) .
25. I b id ., V I I I , i , (1 3 3 7 a ).
26. I b id ., V I I I , i i , (1 3 3 7 b ).
184
La influencia educativa de Aristóteles
L a in flu e n c ia e d u cativ a d e A r is tó te le s
185
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
186
Las escuelas del período helenístico
187
VI. A "is*üteles en la Atenas helenística
Zenón y la «stoa»
188
Zenón y la «stoa»
189
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
23. S o b re la a p r o x im a c ió n e s to ic a a l a l ó g i c a , v é a s e B e n s o n M a t e s , S to ic Logic ( 1 9 6 1 ) .
29. C f ., s in em b arg o , E .V . A r n o i.d , Rom án Sto icism ( 1 9 1 1 ) , p . 3 5 8 : « . . . l a p r e c e p t i v a e s t o i c a ,
aunque no se lim it a a un p e r ío d o ú n ic o de la v id a , c o n s titu y e en buena p a r te una p r e f ig u r a c ió n
de una “ te o r ía de la e d u c a c ió n " .» S o b re este te m a c o n c reto h acen f a lt a aún m uch as in v e s tig a
c io n e s .
30. La e x p o s ic ió n que aquí se h ace so b re el e s t o ic is m o y el e p ic u r e is m o está c e n tra d a en
a q u e llo s a sp e cto s que r e v is t e n in t e r é s p ara la p r o b le m á tic a de la e d u c a c ió n ; co n e llo puede d arse
190
Epicuro y el « kspos»
191
Vi Aristóteles en la \ tenas helenística
192
1 1 . Anfora de figuras negras con una escena de lucha
1' . v, A'.¿4Í'»n ^ f ^ W’&íC?'t
■ , ! ^
"T ’ /% q. - . i .. ,
&**?•**I ■? '• —
,.r^ 1lV
1*1
¿ U r.v W *^; f& M V S « L™ S r ~ : ; - - : : v /, t f • I»*-
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■ibcintas .SRV-im.ífeJ ¡:’.;v <:U^’.: iií : ¡ ; ^ op^rua- -pj^UÍ'
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/ S tijr-c rS t-írfííV (':< M 'ií* '.í» fi~¡Sitjct¡j,fl « tú q«u re rí p^ítU^f
0;;Yl!W,!í^tJf«tfu.¡íí<ü.^5i¡r.K.C áirt1WK£i mrroflN.f^jFtcto , tt* u „ ^
193
VI. Aristóteles en la Atenas helenística
194
La educación helenística y su difusión en Oriente
195
V IL EL ORIENTE HELENÍSTICO
El Imperio de Alejandro
La conquista de Oriente
196
La conquista de Oriente
197
VII. El Oriente helenístico
198
Helenismo y Roma (cap. vil, vm y ix )
VII. El Orierve helenístico
200
La fundación de Alejandría
201
V!L El Oriente helenístico
pasaba a ocupar un lugar destacado como ciudad del nuevo saber, bási
camente aplicado a dos áreas concretas: la filología y las ciencias.
Aunque nada sabemos de la fundación de Alejandría, fáciles son
de comprender las razones de la elección de su emplazamiento. Pela,
en Macedonia, quedaba demasiado lejos del centro de gravedad policica
de Alejandro; por otra parte, y al igual que todas las ciudades de la
península griega, no tenía asegurado el abastecimiento de víveres ni
podía controlar las riquezas del Oriente, f El Fayum del Nilo constituía
un lugar ideal para la nueva capital, y en aquella costa se dice que
Alejandro eligió su emplazamiento.'} Situada en una península fácil de
defender, con un buen puerto y sin problemas para el abastecimiento
de agua, su localización estratégica era inmejorable. La responsabili
dad de la construcción física de la ciudad parece haber recaído en
Cleomenes, el recaudador de impuestos de Alejandro en la región. La
ciudad primitiva ha desaparecido desde hace mucho tiempo, e incluso
la reconstrucción arqueológica de buena parte de ella se revela impo
sible en la actualidad. En una crónica del primer siglo a.C. Estrabón
dice que su plano era semejante al de la forma de una clámide, la capa
rectangular que llevaban los efebos 6, y en el primer siglo de nuestra
era el historiador Flavio Josefo consigna que la ciudad tenía unas di
mensiones únicamente superadas por las de Roma 1. La ciudad adquirió
su configuración definitiva en . la época de los dos primeros Ptolomeos,
Soter (323-285) y Filadelfo (285-247).fDurante el reinado de Ptolomeo
Soter se construyeron las cinco grandes obras arquitectónicas: el faro,
el palacio, el museo, el templo, y la tumba de Alejandro') Todas
ellas han desaparecido. El faro prestaba su servicios a la densa nave
gación que entraba y salía del puerto, puesto que la ciudad estaba
vinculada por mar a todo el Mediterráneo; el palacio era la residencia
real y el centro de la administración, en el que se conservaban todos
los documentos públicos. Se dice que en la tumba de Alejandro se
había conservado su cuerpo embalsamado, enterrado en un sarcófago
monumental, y reverenciado como la mayor reliquia de la época.
En la historia de la educación, el Mouseion constituye una institu
ción sumamente significativa. El Mouseion era griego, tanto por su
naturaleza como por su arquitectura: edificado con la intención de que
fuera el distintivo cultural fundamental del mundo de los Ptolomeos,
pronto se convirtió en la mayor institución educativa del momento.
6. E stra b ó n . G eo g rafía, X V I I , i , 8. c . 7 9 4 .
7. F l a v i o J o se fo ,A ntigüedades de los ju d ío s, ív , 6 5 6 .
202
La fundación de Alejandría
203
VII. El Oriente helenístico
204
La fundación de Alejandría
205
VIL El Oriente helenístico
206
La fundación de Alejandría
207
VIL El Oriente helenístícp
208
Las ciencias
209
VII, El Oriente helenístico
210
La filología
211
VIL El Oriente helenístico
El estudio de la gramática
212
Ei estudio de la gramática
213
VIL El Oriente helenístico
214
El estudio de la gramática
215
VII. El Oriente helenístico
La escuela primaria
216
La escuela primaria
La primera crianza queda al cuidado de madres, amas y tutores, que les crían
y educan a su modo; pero cuando con el tiempo llegan a ser capaces de entender
lo que está bien y lo que está mal, cuando brotan en ellos la modestia, la ver
güenza, el temor y la ambición, y cuando sus cuerpos, más sólidos y más fuertes,
parecen aptos para sufrir privaciones y trabajos, nos hacemos cargo de ellos y les
enseñamos habituando tanto sus cuerpos como su alma a las privaciones, a la
disciplina y a los ejercicios. Hemos creído que no bastaba que el cuerpo y el
alma del hombre siguieran siendo lo que eran al nacer, sino que eran necesarias
la educación y las disciplinas para potenciar al máximo sus buenas inclinaciones
y para corregir las malas, mejorándolas. Fijémonos en los campesinos, que prote
gen y ponen al abrigo sus plantas mientras son jóvenes y pequeñas, para que el
aire no les haga daño, pero que en cuanto empieza a engrosar el tallo las podan
y las exponen al viento, para que éste las agite y las sacuda, con el fin de que
lleven más fruto.
24. A r is t ó te le s , P o lítica, v m , 3.
25. P lu t a r c o , V ida d e A lejan dro, v n r , 6 6 8 D ; x x v i , 6 7 9 C -D .
217
VII. El Oriente helenístico
218
La enseñanza media: los estudios gramaticales
219
V II. El Oriente helenístico
Pero mucho más os habríais reído si hubieseis visto a nuestros reyes y sátra
pas, sumidos en la miseria, y desesperadamente dedicados a vender pescado sa
lado o bien a ensenar el alfabeto, ante la mofa y las injurias de todos los
presentes, como el más insignificante de ios esclavos -8.
220
La enseñanza media
221
'II. El Oriente helenístico
Singular:
1.a persona yo decía
2.a persona, mase. tú decías
3.a persona, mase. él decía
3.a persona, fem. ella decía
Plural:
3.a persona ellos decían
1.a persona nosotros decíamos
2.a persona vosotros decíais 33
222
La enseñanza medía
223
VII. El Oriente helenístico
224
Conflictos en la enseñanza superior
225
VII. El Oriente helenístico
226
Conflictos en la enseñanza superior
40. A nacarsis , i .
227
VII. Ei Oriente helenístico
228
Conflictos en la enseñanza superior
229
VIL El Oriente heleníscico
230
Conflictos en la enseñanza superior
231
VII. El Oriente helenístico
El helenismo en auge
232
El helenismo en auge
233
V III. ROMA: LA REPÚBLICA
234
El estilo romano: los valores tradicionales
1. H e r ó d o t o , H isto ria s, i , 9 4 .
235
VIII. Roma: la república"
236
El estilo romano
237
VIII. Rorná: la república
238
El respeto del estilo romano
239
V U I. Roma: la república
240
La introducción en Roma de la educación griega
241
VIII. ' Ttoma: la república
\ ...en este tiempo, la república parece haberse familiarizado por vez primera
con un sistema de educación importado. Porque lo que afluyó de Grecia a nues
tra ciudad no fue ciertamente un riachuelo, sino un río bien caudaloso de cul
tura y de saber ^(sed abundantissimus arnnis íllarum disciplinarum et artium).
Parece que un tal Demarato de Corinto (fines del siglo vil a.C.), hombre emi
nentísimo en su ciudad de origen por su categoría, su influencia y sus rique
zas (huyó del tirano local), ...y fue acogido como ciudadano en Tarquinia. Cuan
do su mujer le hubo dado dos hijos, les educó en todas las artes de acuerdo
con el sistema griego (...ómnibus eos artibus ad Graecorum disciplinam eru-
diit) 13.
242
La introducción en Roma de la educación griega
Los primeros maestros (de Roma), que al mismo tiempo eran además poetas
y griegos itálicos — me refiero a Livio (de Tarento) y a Ennio (de Rudiae,
en Calabria) que, como es bien sabido, instruyeron en ambas lenguas tanto aquí
como fuera de aquí — no hicieron otra cosa que interpretar a los griegos o
dar lectura a lo que ellos mismos en latín habían compuestoIS.
243
VIII. . Roma: la república;.
3 8. S uE TO N iO , D e gr., t i.
19. En^ u n d i á l c ^ o de la R ep ú b lica d e C i c e r ó n , I V , i v , 4 , L e lio . l£ . . t o m a e l p e lo .a E s c ip ió n :
'« ¿ G o m ó e s q u é fió''c??tocas a tu amado P la tó n ? »
244
Xa introducción en Roma de la educación griega
245
VIII. Roma: la repiiblica
246
Cicerón: el ideal educativo de la « humanitas»
26. D e rhetoribus, 1.
247
VIII. Roma: la república
27. D e o ra to re , I I I , x c m - x c v .
248
Cicerón
29. D e re pu b lica, I V , I V , 4 .
249
VIII. Roma:.ia república
250
«De Oratore»
|En Roma, como antaño en Atenas, la vida pública era sobre todo
verbal y se basaba esencialmente en unas relaciones directas y perso
nales; el aprendizaje por medio de libros era poco frecuente, y las
bibliotecas eran rudimentarias; por otra parte, y dado que los nego
cios del Estado se resolvían oralmente en toda la medida de lo posi
ble, la aptitud para iormular ideas y presentarlas de forma clara y
convincente constituía una señalada ventaja. I Cicerón desecha, como
la desechara Isócrates, ia posible objeción de que semejantes aptitu
des podían igualmente ponerse al servicio de objetivos nefandos: la
oratoria, arguye, es sólo empresa de hombres honorables. (Concebido
en forma de diálogo entre cuatro personajes, De oratore resucitó los
eternos argumentos tanto en favor como en contra de esta forma li
teraria. Para Cicerón,. el producto final de todo el proceso educativo
lo constituye el orador, cuya gran cualidad distintiva consiste en una
erudición paralela al desarrollo de un sentido ético que él denomina
humanitas, término latino correspondiente hasta cierto punto al griego
paideia. Cicerón no presta gran atención a la enseñanza elemental:
basta que los niños sean instruidos en las técnicas fundamentales.
Tampoco se detiene demasiado en consideraciones acerca de los cuer
pos establecidos de conocimiento, si bien afirma explícitamente que
es preciso fundamentar la enseñanza superior en una base previa30,
y parece evidente que en su opinión esta base deben proporcionarla
las artes o disciplinas liberales existentes (ingenuis artibus) 31. j
Una vez en posesión de una educación general, el estudiante puede
emprender ya el estudio de la oratoria. Oratoria que se distingue de
la retórica en el sentido de que la primera es el aspecto activo, de rea
lización, mientras que la segunda es el aspecto de preparación, de
previa ordenación y organización de los materiales. De esta distin
ción se desprende que la preparación no implica sólo gran cultura y
aptitud mental, sino también las cualidades físicas de la voz y del
porte. Ambos requisitos son dotes naturales, que no todos poseen;
aun así, ni siquiera esas dotes y aptitudes son suficientes, puesto que
no todas las personas que poseen tales talentos se convierten auto
máticamente en buenos oradores. Es preciso además poner a contri
bución una gran diligencia y una gran aplicación: el arte de la ora
toria no se domina así como así. La aplicación tiene que ejercitarse
en la escuela de retórica, mediante el estudio de los usos propios de
30. D e oratore, I I , v t * v m .
31. Ib i d . , I , l x x i i i , CLXXXVir.
251
VIII. Roma: la república
252
«De Oratore»
253
VIII. Roma: - la república
La cultura popular
254
La cultura popular
255
III. Roma: la república
La instrucción, elemental
256
La instrucción elemental
48. D e gr., iv .
49. E x is t ía n de hecho c ie rta s c o m p lic a c io n e s; a sí por e je m p lo , c y g era n in te rc a m b ia b le s,
i e íi era n id é n tic a s; i te n ía a la v e z so n id o c o n so n a n tic o ( j ) y v o c á lic o ( í) ; u y v eran id é n tic a s.
257
VIII. .üoma: ia república
258
La instrucción elemental
en enseñarle primero los nombres ele las letras del alfabeto, por
orden, y luego sus formas por escrito, para terminar pidiéndole que
las escribiera él mismo en la consabida tablilla encerada; todo ello,
al parecer, imitando paso a paso el método griego. No obstante, este
sistema suscitó en el siglo i d.C. una crítica de Quintiliano, quien
proponía dos innovaciones: en primer lugar, que el niño comenzara
con moldes de marfil de las letras, y que jugando fuera aprendiendo
sus nombres; y en segundo lugar, una vez aprendidos los nombres y
la forma de cada letra, que todas ellas se grabaran en una tabla para
que el niño aprendiera a escribirías rellenando los encajes, y evitando
así los errores que inevitablemente habían de producirse al escribirlas
directamente sobre las tablillas 53. Superada esta etapa inicial, el maes
tro podía pasar a los ejercicios de fluidez y rapidez en la escritura;
simultáneamente el niño tenía que aprender a leer las sílabas y a
combinarlas hasta formar las palabras, con el fin de garantizar una
pronunciación correcta. Progresivamente, y sin forzar la marcha, el
niño podría aprender así a leer y a escribir, y a copiar no ya frases
triviales sino frases de mayor alcance moral (sed honestum aliquid
monentes), versos de poetas, y dichos de hombres famosos54. En la
época en que esto escribe Quintiliano, las doce tablas habían queda
do probablemente reducidas ya a unas cuantas fórrñulas abreviadas
y aprendidas de memoria, o simplemente descartadas de forma defi
nitiva s5.
El niño aprendía a contar ayudándose con los dedos (de donde
se derivan acaso las formas de las cifras romanas) y con un monton-
cito de piedrecitas o calculi que se solían colocar en una tabla plana
de madera, el ábaco o tablilla de cálculo, dotada de muescas para
retener las hileras de chinas. En este capítulo del cálculo la instruc
ción impartida era mínima: los chicos aprendían de memoria unas
tablas aritméticas diseñadas ya por los griegos, y aprendían a contar
con el ábaco. Pero el hecho de que se pusiera en práctica un sistema
distinto de notación matemática, con las cifras romanas y basada en
un sistema decimal, complicó considerablemente el cálculo, de suerte
que éste no constituyó nunca una parte importante de la educación
elemental: el esfuerzo educativo se centraba básicamente en la lec
259
VI £1. Roma: la república
260
La escuela de gramática
261
VIII. Roma:, la república
ha escuela de retórica
262
La escuela de retórica
263
VIII. Roma: li repúblic
264
IX. ROMA: EL IMPERIO
De la república al imperio
265
IX. Roflia.r el imperio
266
La cultura popular: libros y bibliotecas
267
IX. Roma: el imperio
por todo el Orien ce. Las pieles de animales eran más fáciles de doblar
que de enrollar, y apareció así un segundo tipo de libros. Dobladas
en cuatro hój'ás, las pieles se cosían y ataban por su borde izquierdo,
quedando abiertos ios restantes dobleces. En ciertos casos se recubrían
con unas .tápgs acartonadas, constituyendo, así el prototipo del libro
moderno. Semejante 4tm a de proceder se inspiraba en la costumbre,
que se remonta a ia antigüedad oriental, de unir por parejas, de tres
en tres o en mayores cantidades las tablillas de madera, hasta formar
un libro en forma de acordeón. De la palabra latina codex (caudex
en su forma primitiva) que significa tronco de árbol y, por extensión,
tablilla de madera, derivaron apelación los nuevos códices mem-
branei, así como los escritos que éstos contenían, especialmente tra
tándose de decretos y de órdenes imperiales (los códices o códigos le
gales). El códice se adaptaba mejor a obras cortas y era mucho más
fácil de transportar3, y en Oriente — su principal centro de produc
ción — lo emplearon sobre todo los primeros cristianos para escribir
sus evangelios y epístolas. Aunque la referencia más temprana a este
tipo de códice data del siglo i d.C .4, en el siglo iv había quedado bien
implantada la costumbre de utilizar el rollo de papiro para las obras
paganas, y el códice de vitela para las cristianas.
La publicación de libros adquirió considerable importancia en los
primeros tiempos del imperio, sin que ello significara que los escrito
res pudieran vivir profesionalmente de esta actividad. Normalmente el
que escribía lo hacía por afición, en sus horas de ocio, y el hecho de
publicar consistía simplemente en autorizar que se hicieran copias de
su obra. Atico, por ejemplo, empleó a su nutrido equipo de compe
tentes escribas en la tarea de fabricar múltiples copias de las obras de
su amigo Cicerón 5. De lo que cuenta Marcial se desprende que los
libreros estaban ubicados en una misma zona de la ciudad: habla del
comerciante Secundo, cuya tienda se hallaba detrás del templo de la
paz y cerca del barrio de los libreros llamado Argileto6. Todas estas
actividades condujeron a su vez al establecimiento de bibliotecas, de
origen griego, en Roma. Se atribuye la primera de todas, instalada en
el A trio de la Libertad en 39 a.C., al adinerado mecenas de las artes
Asinio Polio (f6 a.C.-5 d.C.). Se dice que César había tenido la inten
3. M a r c ia l, E pigram as, i, u , 2 -4 .
4. L.c.
5. L.D. R e y n o ld s y N.G. W ils o n , S crib es a n d í cb o la rs (1 9 6 8 ), p. 2 2 s.
6 . . M A aC IA L y . f p ^ d / W s í í , l, II; i , I I I .
268
La -ultura popular
7. - S u e t o n io , D iv. A ug., x x ix .
IX'. Roma: el imperio
270
Educación y movilidad social
271
IX. Roma: el imperio
13. Cf. M a r y G o r d o n , T h e F reed m an ’s Son in M unicipal L ife , «J. Rom. Studies», xxr (1911),
p. 65-77.
14. Las inscripciones así lo demuestran a menudo. Por ejemplo, A.M. Duff, en Freedm en
in tbc Early Román Em pire (1928), cita el Corpus Insc. L at. 9319-72, 9921-6, y 9146-8 en lo que
concierne, respectivamente, a dispensatores, tabularii y arcarii; 9540 y 9542 por lo que a los
am anuenses se refiere; y 4718, 6327-31 en lo que respecta a los paedagogi.
15. S ü e t o n i o , D iv. C lau d iu s, xxiv: «confirió incluso los distintivos al hijo de un liberto»
(etiam libertini filio tribuit).
16. S u e t o n i o , D e gram m ., D e rb e t., passirn.
17. Q u i n t i l i a n o , In stitu tio oratoria, i, r, 28: «... quae fere ab honestisnegtigli solet»; asi
mismo, x, i j t , 19? «Já* moda actual del dictado» (quid de illis dictandi. deliciis sentiam). .
272
Los inicios de una política e. u-jativa imperial
273
IX. Roma’: ef imperio
21. L'A n n ée épigrap b iq ue, 128 (1936); cf. asimismo F o n le s J u r i s R o m an i A n teju siin ian i,
vol. i , 7 7 ; versión inglesa de N L e w i s y M . R e i n h o l d , R om án C iv iliz a r o n : S e lec ted R ea-
d in gs , vol. n (1955), p. 295.
22. S u e to n io , D iv u s V e sp asian as, x v m .
23. J e r ó n i m o , E u se b i chronicorum canonum (dir. A. Schoene; Weídmann, Zürich 21967),
vol. ii, p. 161, con el siguiente comentario al reinado de Domiciano: «Quintilianus ex His
pania Calagurritanus primus Romae publicam scholam et salarium e fisco accepit et claruit.»
2.4.. S u e t o n i o ,. D om itianus, xx.
274
Los inicios de una política educativa imperial
275
IX. Roma: el imperio
276
Quintiliano
el ano 90, recha en 3a que pasó a ser tutor de los dos hijos de Uumití-
la, hermano del emperador Domiciano, concediéndosele la categoría
consular. La carrera profesional de Quintiliano, como la de su con
temporáneo Lucio Séneca, el filósofo estoico nacido también en His-
pama, es buena muestra del papel destacado que en el Imperio llega
ron a desempeñar los originarios de las provincias. Pocos decalles más
conocemos de la vida de Quintiliano, aparte del hecho capital de la
publicación -de su Institutio oratoria, hacia el año 96, poco .¡ares de su
muerte.
La Institutio oratoria venía a satisfacer una creciente necesidad de
formación del profesorado, por más que no fuera ésta una de las fina
lidades explícitas .de la obra- Concebida según el estilo tradicional, la
problemática .del proceso de instrucción se aborda desde sus tres com
ponentes: objetivos, métodos y contenidos. Pero la riqueza de los de
talles, la abundancia de ilustraciones y su gran documentación ponen
claramente de manifiesto su intención de instruir al lector tanto en el
■contenido y los métodos de la enseñanza como en los principios y la
filosofía más ¡generales de la educación en su sentido lato. Es induda
ble, en efecto, que Quintiliano escribe para un público técnicamente
alfabetizado, pero poco culto y muy inexperto en lo que concierne a
los principios y ia práctica de la educación. Dada la complejidad de sus
objetiyos, la Institutio oratoria es una obra extensa, mucho más, desde
luego, que todos los tratamientos anteriores sobre el tema. Quintilia
no la dividió en doce partes o libros: los dos primeros y el último se
refieren concretamente a la teoría y a la práctica de la educación, mien
tras que los nueve libros restantes tratan más bien de los aspectos
técnicos de la retórica y la oratoria. El libro i está dedicado a la edu
cación elemental y a la instrucción gramatical preparatoria; el libro ii
aborda el estudio de la retórica propiamente dicha, y el libro xn sin
tetiza las aportaciones anteriores y analiza la práctica de la oratoria
en el caso del profesional ya formado.
Los presupuestos teóricos y la orientación general de la Institutio
oratoria se derivan de la tradición retórica griega de Isócrates, trans
mitida por medio de Cicerón; el De oratore es, en efecto, el prece
dente inmediato de la obra. La meta final del proceso educativo sigue
siendo la formación del vir bonus, dicendi peritus: el hombre, experto
en el hablar29. Fiel a la noción ciceroniana de la bondad moral inna
277
IX . Roma? -el imperio
278
Quintiliano
279
IX. Roma: d. imperio
3 4. I b id ., I, m , 1.
3-5. I ta id .,,1 , ix s.:2 §.
36:' IS kC t; V i £
280
Conflictos y tensiones ;n el ámbito de la educación
y i. I b id ., V Í I I , P re f. 22-6 (p assim , a b r e v ia d o ).
281
íX .' Roma:" 3t Imperio
282.
Conflictos y ter rones en el ámbito de la educación
cuela con el céntimo pa;:i pagar» 44. Existe incluso un relato de las
postrimerías del siglo iv — algo anacrónico, siji duda — que hace
referencia a los padres que encima intentan estafar al maestro (cuya
remuneración asciende sólo a un solidus al año) cambiando a los chi
cos de escuela inmediatamente antes de tener que abonar el importe
anual 45.
Y sin embargo, ¡a labor del maestro había de dar sus frutos; en
Petronio leemos acerca de un padre que amenaza con meter a su hijo
de aprendiz si no mejoran sus resultados escolares; y pese a que ello
se debe principalmente a la lentitud del muchacho, la frase no parece
estar exenta de cierta crítica ai maestro mismo 46. Más brutal y más
directo todavía es Juvenal:
«¿Pagar? ¿Ah, sí? ¿Y por qué? ¿Qué he aprendido yo?», pregunta el alum
no. «Si el corazón de la juventud de la academia de los Arcades no vibra de
emoción cuando (el maestro) nos asorda una vez por semana con su «iAy de
Aníbal!» (una controversia de la clase), ¿de quién es la culpa, sino del maes
tro?» 47.
283
IX. Roma: el imperio
50. D e *>•., i n .
5'1. I b id ., x x i i i .
52. De rhee.. v,.
5 V. i ' í
284
Conflictos y tensioaw en el ámbito de la educación
285
IX. Roma**'et inípérió
286
La represión del pensamiento crítico
56. S u e t o n io , D iv . Ju L , l x x v .
57. S u e to n io , D iv . V e sp ., x m .
58. S u e to n io , D iv . A u g., x x x i .
59. C f. F . H . C ra m e r. Bookburning and C ensorsbip in Ancient Rom e: A C bapter from tbe
H isto ry of Treedom c f Speech , « A H is t o r y oí: Id e a s » v i , 2 (1 9 4 5 ), p, 1 5 7 -96 . Véase a s im is
m o. L. G i l , C e n su ra en t i M undo A ntiguo, R e v . de O cc ide nte , M a d rid 19 6 1 .
287
IX. Roma: el imperio
2 8 8
La tendencia al enciclopedismo
La tendenáa al enciclopedismo ,
289
IX..- Romea-él imperio-,
‘fue sin duda el de Gayo Pliñío Secundo '(23-79 d.CJ.'j, más conocido
como Plinio el Viejo. Se trata de su obra básica, la Historia natural
(Naturalis historia), de ia que se conservan treinta y siete ele los
ciento dos libros originales. Preparado con la ayuda de muchos cola
boradores, el estudio de Plinio se proponía confrontar a partir de laa
fuentes escritas todos los conocimientos que se poseían en el campo
de la s. ciencias naturales. Plinio pretendía haber consultado para ello
a 474 autores — aunque a muchos de ellos les conoció ciertamente
por vía indirecta tan sólo— y más de dos mil obras distintas. Su
gran compilación es una obra de segunda mano y, a menudo muy
poco crítica. «'Paradójicamente, es el propio Plinio quien hace una ob
servación semejante en su Historia natural, refiriéndose a la educación
de su época: «Actualmente», se lamenta, «un individuo es capaz de
aprender una serie de hechos sobre su propia región a partir de los
textos de gente que jamás ha estado en ella, y no ya a partir del co
nocimiento de los nativos; y por otra parte, en esos felices tiempos
de paz bajo un emperador que tanto se deleita en los progresos de
las letras y de la ciencia, lo cierto es que no se hacen investigaciones
originales que aporten contribuciones nuevas al conocimiento; en rea
lidad, ni siquiera los descubrimientos de nuestros predecesores son
estudiados cabalmente» 62.j De todos modos, no sería justo acusar a
Plinio de ser meramente un compilador y no un creador; Plinio fue,
muy al contrario,' un investigador activo y fueron precisamente sus
ansias de conocimiento las causantes de su muerte: efectivamente,
perdió la '"da al aproximarse en exceso al Vesubio en erupción con
el fin de poder observar los fenómenos volcánicos. En esta misma
erupción del Vesubio perecieron las ciudades de Pompeya y Hercu-
lano. )
La crítica de Plinio constituye de hecho una acusación a sus com
patriotas por no dedicarse a la observación directa. Y su Historia
natural no deja de ser un logro gigantesco: aparte de representar
un aspecto bien significativo del saber y del estudio romanos de la
época, la obra ejerció una influencia perdurable en la enseñanza oc
cidental posterior. El ejemplo de Plinio estimuló a otros romanos a
imitarle, y, pese a que se produjo un hiato en el mundo del saber
romano del siglo n , durante el cual la obra más significativa del gé
nero la constituyen las Noches áticas (Noctaei Atticae) de Aulo Gelio,
290
La tendencia a¡ enciclopedismo
¿Qué es un nombre? Una parte de la oración que designa, según los casos,
a una persona o cosa de forma específica o general. ¿Cuántos son los atributos
del nombre? Seis.
¿Cuáles son? Cualidad, comparación, género, número, forma y caso.
Conjugación del verbo activo. Lego, verbo activo, modo indicativo, tiempo
presente, número singular, forma simple, primera persona, tercera conjugación.
291
IX. Roma: el irhperio
Se conjugará asís lego, legis, legii; en plural, legimus, legitis, legunt. Modo in
dicativo, tiempo-pretérito imperfecto: legebam, legebas., legebat; plural, legeba-
mus, legebatis, i^gebant
292
La tendencia al enciclopedismo
293
IX í¿ íÉnserio.,
-. .uno a uno van levantándose (los chiquillos), y cada uno repite literal
mente lo que acaba de leer atentamente en su sitio, recitando exactamente las
mismas cosas en los mismísimos versos. Servido una y otra vez, masticado y
vuelto a masticar, este refrito (crambe) es la muerte del desgraciado maestro67.
29á-
La educación en ej bajo imperio
295
IX. Roma: el imperio
Cada uno de ellos da ahora rienda suelta, al odio tamo tiempo contenido
en un callado resemimien-o, abrasado de rencor, y por fin libre de expresarlo.
Unos arrojan sus frágiles tablillas rompiéndoselas en la cara; vuela la madera
hecha astillas al chocar con su frente y se raja la tabla encerada con un chas
quido al estrellarse contra sus mejillas ensangrentadas, tiñéndose de rojo. Otros
le arrojan los aguzados punzones de hierro, ya clavándole la punta con cuyos
Trazos se escribe en la cera, ya la punta con la que se borran las letras y se
alisa y suaviza de nuevo la superficie73.
«¿De qué te quejas? Fuiste tú mismo, nuestro maestro, quien nos dio el
punzón; tú pusiste el arma en nuestras manos. Ya ves que estamos devolvién
dote los miles de letras que con lágrimas tuvimos que tragarnos cuando nos las
enseñabas. No vayas a enfadarte con nosotros: ¡si estamos escribiendo! ¿Acaso
no fuiste tú quien nos prohibiste que estuviéramos con el punzón en la mano
sin hacer nada? Ya no vamos a pedirte más lo que tantas veces nos rehusaste
mientras nos enseñabas, so tacaño: ¡vacaciones! Fíjate cómo nos gusta hacer
incisiones, retorcer los rasgos, unir las curvas... Luego podrás examinarnos y
corregir con todo detenimiento cuanto hemos escrito, no fuera caso que una
mano torpe hubiese cometido algún error. Ejerce tu autoridad: tú tienes poder
para castigar las faltas, si alguno de tus discípulos escribe mal sobre ti»74.
296
La educación en el bajo imperio
...las difundió por todos sus dominios, con edictos que ordenaban su expo
sición pública para que todos pudieran verlas y leerlas en todas partes, tanto
en la ciudad como en el campo, y obligando a los maestros de enseñanza pri
maria (tous grammatodidaskalous) a enseñárselas a los chicos, en lugar de las
lecciones, para que las estudiaran y las aprendieran de memoria75.
15. E u s e b io , H is to r ia ec lesiástica, I X , v , 1.
297
X. CONFLICTO RELIGIOSO Y SINCRETISMO:
LA EDUCACION EN EL PENSAMIENTO CRISTIANO PRIMITIVO
298
■■_,j^.ji;cacación en ti pensamiento cristiano'prrínitive
300
El dilema hebreo
El dilema hebreo
301
X. La educación en ei jí^SjS^eníb cristianó piuumvo
3 0 2
Reacciones hebreas frente al helenismo
303
X v ^ ^ á É w iü c a c tó n en el p e n s a m ie n to c r ís trá r iO 'p r u T iu 'iV o ■
304
Reacciones hebreas frente a l. helenismo
305
■ X'. La educación en el rpengemieato. cristiano primitivo
5. IM ac a b e o s 4 , 9 -1 2 .
6. IM acab eo s 1, 4 4 - 4 S .
7. A nt. Jt'.d.. x i t , 2 6 3 .
306
Reacciones .hebreas frente al helenismo
mujeres que desafiando sus edictos habían osado circtmcidar a sus hijos
de acuerdo con la antigua tradición judía que se -basaren ei manda
miento contenido en el capítulo 17 del Génesis8. Los hombres, añade,
«eran flagelados y mutilados, y se les crucificaba cuando todavía esta
ban vivos y respiraban», mientras que las mujeres y sus hijos «a quie
nes habían circuncidado a pesar de las órdenes dei rey eran estrangu
ladas, colgando a los hijos del cuello de sus padres crucificados» 9 Estos
actos provocaron la oposición de los hasidim. Uno de sus ancianos,
Matatías, encabezó la rebelión popular, y tras un período de conflic
tos su hijo Judas Macabeo condujo a los hasidim a la victoria en el
año 164 a.C., abriendo así el período secular de la dinastía asmonea.
Siguió a esta rebelión victoriosa una fase de agudo antihelenismo,
acompañada de la destrucción de las ciudades griegas y de la persecu
ción de los judíos helenizantes. El grupo dominante de los hasidim
antigriegos lo constituían los fariseos, quienes entraron en conflicto
abierto con los helenizados saduceos. Pretendían éstos que las leyes
mosaicas, la torah — o Pentateuco, como la llamaban en griego —
habían de constituir la única guía de la vida judaica; los fariseos in
sistían tanto en las tradiciones orales como en los códigos escritos,
así como en sus prerrogativas para interpretar unas y otros. De este
modo comenzaron los fariseos a afirmar y a formalizar las costumbres
y el estilo hebreos; frente a la cultura griega, quisieron promover su
propia cultura. Basadas en la familia como parte de la tribu, las co
munidades judías otorgaban gran importancia al individuo; tenían
gran respeto por la vida humana, y aborrecían el infanticidio, común
mente practicado por los griegos. La familia, regida por el patriarca,
se proyectaba sobre un telón de fondo religioso del mismo estilo: un
dios único, patriarcal y severo, a la vez justo y justiciero. Un dios, por
lo demás, que va hacia el hombre; no un dios a quien el hombre debe
buscar, según afirmaba la teología griega. La misión del hombre estriba
en aceptar a ese dios, en obedecer sin discusión a los mandamientos
que él mismo ha revelado, y en esperar pacientemente el cumplimiento
de su divina voluntad. La voluntad de Dios confiere al mundo una
finalidad divina; la voluntad revelada habla al pueblo judío de una
meta, de un juicio. El mundo no es, pues, una mera construcción
8. « É s ta es m i a lia n z a , que h a b r é is de gu ard ar, en tre m í y v o so tro s, y tu p o s te r id a d d esp u és
de li; to d o v aró n de e n tre v o so tro s será c ir c u n c id a d o . C ir c u n c id a r é is la carn e de v u e stro p r e p u c io ,
y será ésta la señ al de mi a lia n z a en tre m í y v o s o tr o s .» G é n e s is 17, 1 0-11. E l m a n d ato se e x tie n
d e e n o tro s d e t a lle s , h a s ta e l v e r s íc u lo 14.
9. Ant. Ja d ., x i i , 2 5 6 .
307
ineducación en el pensamiento cristiano, ..primitivo
308
La instrucción religiosa, fundamento de’ la educación hebrea
...d e grandes festejos ni pretexto para beber en demasía. (La ley) prescribe
Sa máxima sobriedad en su educación, desde el prim er momento. Ordena que
se les enseñe a leer, y que aprendan tanto las leyes como las obras de sus
antepasados, para que puedan imitar las segundas y para que, basándose en las
prim eras, no com etan transgresiones contra ellas ni puedan alegar en momento
alguno su ignorancia I2. 1
309
X. . La educación en el pensamiento--custiaiio primitivo
E l que ama a su hijo tiene siempre dispuesto el azote, para que al fin pueda
complacerse en él. El que educa bien a su hijo se gozará en él y podrá glo
riarse en medio de sus conocidos.
! E l que mima a su hijo tendrá luego que vendarle las heridas y a cada grito
suyo sentirá que se le conmueven las entrañas 14-1
puso gran esm ero en com binar ambos sistemas. No om itió la articulación de
la formación m oral práctica, como tampoco perm itió que la letra de la ley
fuera inoperante. Empezando por el principio, desde la com ida que tomamos
en la infancia y la vida privada del hogar, no dejó nada, por insignificante que
pudiese parecer, a la discrección y capricho del individuo. Las viandas de las
que el hom bre debe abstenerse, y aquellas de las que lícitam ente puede gozar;
las personas con las que deben asociarse; los períodos que hay que dedicar al
trabajo arduo y al descanso: para todo ello nuestro dirigente hizo de la ley
la norma y la regla, a fin de que pudiéramos v iv ir bajo la ley como bajo un
padre y maestro, y de suerte que no pudiéramos hacernos culpables de pecado
alguno por intención o por ignorancia.
J>].0
La instrucción religiosa, fundamento de la educaciójijiebrea
311
V.La educación en el pensamiento ctistiaáó piimitivo
312
13. Relieve funerario de Neumagen, con una escena escolar romana, siglo ni d.C.
voctuex/s sa.l.'I'' -ív>iit. nctvsEi^
£SDtv\ PO H4K S i C A X W t r o p j *
14- M iniatura del Codex Amiatinus d e Nortumbria, con ei profeta Esdras, hacia 700 d.C.
Precedentes dei cristianismo
313
.~X-, ,'.¿4¡4j£educación en el pensamiento cristiano priijiitivp
314
Filón de Alejandría: el saber secular y la visión de Dios
315
'v. La educación, en .el. pen&.i aliento cristiano primitivo
316
Filón' de Alejandría
...tiene que haber un alimento del alma ...en forma de las etapas elemen
tales de enseñanza, así como un alimento adaptado al hombre adulto en forma
de una instrucción conducente a la sabiduría, la templanza, y toda virtud27.
23. Ib id ., x iv , 77.
24. I b id . , v , 2 4 : cppóv7¡m<; e x S '.S a o x a X ía i;.
25. Ib id ., x x v n , 156.
26. Ib id ., x x v , 142.
27. Sobre la agricultura, it, 9.
28. Sobre l a concordancia..., I X , 47: «p£><; Sé ‘nXt.0 £ iS é 0 Tcc,r 0v é /Tio t^ íx^ .
29. I b id . , v, 2 3 : yj ¿YJíójcXto? ¡x o o a w íj rcccact ..
317
'Xiv.:tfc3f educación en el pensamiento cristiano primitivo
318
Antioquía: prim era aparición de la secta cristiana. >
319
X. La educación en el pensair.ie- • cristiano, prir,: ;»o
320
Antioquía
321
X." ; t ¿Educación en el pensamiento, cristiarip primitivo
322
Justino Mártir
323
X. La educación en el pensamiento cristiano primitivo
Asi escribe:
• Confieso que me precio de llamarme cristiano, y que por todos los medios
a mi alcance procuro ser considerado como tal. No es que ¡as doctrinas de
Platón :iean distintas de las de Cristo; lo que sucede es que no concuerdan
en todos los aspectos, como tampoco concuerdan las de los demás, ya sean es
toicos, o poetas, o historiadores. Cada uno habla de acuerdo con ia parte que
le ha correspondido del verbo (palabra) espermático, viendo lo que con ella
guarda relación. Pero aquellos que se contradicen en Sos puntos más esencia
les demuestran no estar en posesión de la sabiduría celestial ni del^onocirüiento
contra el que nada cabe aducir. Cuanto de cierto y justo se hadicho jamás,
es propiedad nuestra: porque somos nosotros, los cristianos, quienes además
de adorar a Dios adoramos y amamos al Verbo (Logos)38 ...
32-1 .
1 aciano: el prim er «no» cristiano a la filosofía
no os dejéis arrastrar nunca por las solemnes asambleas de unos filósofos que
no son filósofos, que dogmatizan el uno contra el otro aunque lo único que
hacen es expresar sus antojos del momento. Con frecuencia, además, se enfren
tan entre sí; cada uno odia a todos los demás, se enzarzan en opiniones con
tradictorias, y su arrogancia Jes induce a ansiar los primeros lugares 40.
325
.X. hé educación en el pensamiento cristiauo prim itivo .
326
Clemente de Alejandría
327
X. La educación en el ■'pensamiento cristiano prim itivo
329
'■i.. . i.a-‘¿educación en el pensam knru cristiano prim itivo
4 6 ,0\s,\rnmiL;-S'tromateisl I . x v n .
330
E l concepto de «gnosis» cristiana
331
X. La educación en el pensamiento cristiano primitivo
distintos; uno más sencillo para ías masas, y otro más elaborado para
los intelectuales. La reconciliación entre la tradición clásica y la nueva
fe se efectúa en términos de una teleología histórica y de una teoría
de los niveles de comprensión. La obra de Clemente iba a proseguir
la en el mundo oriental su mayor discípulo, Orígenes, en cuyas doc
trinas recibió el cristianismo su cabal forma filosófica griega.
333
X, '.•'La-Educación en el pensamiento cxistiaac&ppittKcivo '
334
Dios como «Arkhididaskalos»
-3 3 J
X. u educación en el pensamiento cristiano primitivo
37. I b id ., V I, Lxvm .
336
Dios como «Arkhididaskalos»
58. I b id . , I V , x x x i .
•337
X," --La educación en el pensamiento cristiano prim itivo
3 3 8
El cristianismo y la reforma del im perio
339
X. La educación en -el pensamiento cristiano primitivo
340
El cristianismo y ia reforma del imperio
341
X .:\..La educación en ei pensamiento cristiano. primitivo
343'
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
,344,
Decadencia del imperio romano (cap. xi, xn y x m )
•XJí^Los fundamentos de la educación; cristiana
La aparición deínnonasterio »
346
Los orígenes eremíticos ■
347
X I. Los fundamentos d e la-, educación cristiana
dos leones del desierto cavaron una tumba con sus zarpas, y Antonio
colocó en ella a Pablo, no sin antes habérle despojado de la túnica
que el anciano eremita había tejido con las hojas de la palmera, para
revestirse de ella en un icto de reverencia.
Parte del relato de Jerónimo se deriva de la vida de este mismo
Antonio, que aparece de hecho como la primera figura históricamente
clara del movimiento eremítico. Todo cuanto de Antonio sabemos pro
cede de la biografía prácticamente contemporánea de su amigo Atana-
sio de Alejandría, titulada Vita Antonii 5. El inculto Antonio escuchó
el mandato de Jesús en un sermón (Mateo 19, 2 1): «Si quieres ser
perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres», y efectiva
mente dispuso de todos sus bienes terrenos para retirarse al desierto,
primero a una choza y luego a una cueva, y seguir allí las prácticas
ascéticas más rigurosas. Evitó Antonio deliberadamente el conocimien
to que proporcionan los libros, para concentrarse únicamente en la ple
garia y la contemplación y llegar finalmente así, según se dice, a una
visión de Dios. Una vez establecido el modelo, otros comenzaron a
imitarlo, hasta llegar a convertirse el movimiento eremítico (del griego
eremos, desierto), en un rasgo bastante característico del cristianismo
oriental de los siglos m y iv. Los primeros eremitas — eremita y er
mitaño se derivan de la misma palabra eremos — no eran miembros
de iglesias, y mucho menos aún dignatarios eclesiásticos en modo al
guno. Ellos se consideraban a sí mismos, sin embargo, como los suce
sores de los apóstoles, basándose en los textos bíblicos y en oposi
ción a las pretensiones monopolísticas de la Iglesia. Ciertas tendencias
hacia una identificación en un estilo de vida corporativa corrían pare
jas con el eremitismo. Comienzan así a aparecer unos grupos de ana
coretas organizados, atribuyéndose la fundación del primero de ellos
a Pacomio (282-346), un copto iletrado lo mismo que Antonio. Alis
tado en el ejército, Pacomio fue ayudado durante su servicio militar por
unos prisioneros cristianos que causaron en él honda impresión. Al
licenciarse, Pacomio vivió durante varios años con el anacoreta Palae-
món, para trasladarse luego a Tabenna, junto al Nilo, y fundar allí
su propio monasterio. Parece ser que el edificio estaba amurallado, y
dividido en su interior en celdas individuales. Otros eremitas, atraídos
hacia el lugar, eran aceptados como monjes al cabo de un período
probatorio de tres años de duración. Su función era básicamente de
5. En v e rs ió n in g le sa de M .E . K een an , en la c o m p ila c ió n de R .J . D e fe r íia r i, Early Cbris-
tian B iograph ies (1 9 5 2 ).
348
Los orígenes eremíticos
o r d e n c o n t e m p la t iv o , y d e a c u e r d o c o n e llo su v id a s e o r g a n iz a b a e u
to rn o a u n g r a n n ú m e r o d e o r a c io n e s d ia r ia s (h a s ta t r e in t a y s e is , q u i
z á s ), c o n u n a s o la c o m id a a l d ía q u e lo s m o n je s to m a b a n e n c a p u c h a d o s
y e n a b s o lu to s ile n c io . S e d ic e q u e e s ta fo r m a d e o r g a n iz a c ió n le h a b ía
s id o p r e s c r it a a P a c o m io e n u n a r e v e la c ió n d ir e c ta ; n o s h a lla m o s d e
h e c h o a n te lo s in ic io s d e la id e a d e u n a c o n s t it u c ió n o r e g la m o n á s t ic a .
L a o rd e n c r e c ió e x t r a o r d in a r ia m e n t e , h a s ta e l p u n to d e q u e a la m u e r te
d e P a c o m io e x is t ía n y a n u e v e in s t it u c io n e s , c o n u n s u p u e s to to ta l d e
m á s d e s ie t e m il m ie m b r o s P a r e c e in d u d a b le q u e lo s e r e m ita s c a u ti
v a r o n la im a g in a c ió n p o p u la r , c o m o lo a te s tig u a e l h e c h o d e q u e p r o n
to e m p e z a r a n a c ir c u la r a s u r e s p e c to c if r a s f r a n c a m e n te e x a g e r a d a s .
L a h is t o r ia c o e tá n e a d e lo s m o n je s d e E g ip to , Historia monachorum,
e s c r it a e n g r ie g o p r o b a b le m e n te p o r u n m o n je lla m a d o T im o te o , c o n o
c ió g r a n d if u s ió n a l s e r tr a d u c id a a l la tín p o r R u f in o d e A q u ile a :
s e g ú n e s ta o b ra , e n la r e g ió n d e A r s ín o e e l s a c e r d o te S e r a p ió n e r a
r e s p o n s a b le d e m á s d e d ie z m il m o n je s , a l m is m o tie m p o q u e s e e s t i
m a b a n e n u n o s c in c o m il lo s m o n je s e s t a b le c id o s e n N itr ia , a 6 0 k m
d e A le ja n d r ía a p r o x im a d a m e n t e 7.
P e s e a la e v id e n t e in f la c ió n d e e s ta s c if r a s , n o c a b e d u d a d e q u e
g r a n im p o r ta n c ia .
D e la s e s c a s a s p r u e b a s d e q u e d is p o n e m o s p a r e c e p o d e r d e d u c ir s e
q u e lo s m o n a s te r io s fo m e n ta b a n , p o r lo g e n e r a l, u n a m ín im a a lf a b e
tiz a c ió n , a l m e n o s p a r a p o s ib ilit a r la p a r t ic ip a c ió n d e lo s m o n je s e n
lo s o f ic io s c o t id ia n o s d e l c u lt o . L o s r e s to s d e e s c r it u r a c o p ta d e s c u
b ie r to s e n lo s e m p la z a m ie n t o s d e lo s p r im e r o s m o n a s te r io s in d u c e n a
p e n s a r e n u n c ie r to a f á n d e e n s e ñ a r a le e r y e s c r ib ir . E l a n a lf a b e tis m o
n o e r a , a b u e n s e g u r o , g e n e r a l. E n la s p r in c ip a le s fu e n te s — Historia
monachorum y Verba seniorum — 8 s o n n u m e r o s a s la s a lu s io n e s a la
e x is t e n c ia d e lib r o s e n lo s m o n a s te r io s . C o n c r e ta m e n te s e e s p e c if ic a
q u e lo s a b a d e s T e o d o r o , G e la s io y S ilv a n o p o s e ía n c ó d ic e s 9, y q u e u n
d is c íp u lo d e e s te ú ltim o , M a r c o , e s c r ib ía « a la a n t ig u a u s a n z a » y q u e
e n u n a o c a s ió n t e n ía e n s u c e ld a u n c u a d e r n o m a n u s c r ito e n e l q u e
349
.'3£1 Los fundamentos de la educación 'c ris tia n a
350
El primitivo monacato , corporativo
351
XI. i,es fundamentos de la educación .cristiana
352
Basilio de Cesarea
353
; 'X I. Los mndamentos d e la educación -ciísrkiaü- .
354
Basilio de Cesarea
2 0. L .c .
21. I b id ., ix .
22. L .c .
355
X I. Los fundamentos de la educación cristiana
356
Jerónimo
23. J e r ó n im o , E p. X X I I , A d Eustochttun, x x x .
24. Je r ó n im o , E p. C X X V , A d Rusticum mon.ach.um, x i v .
357
Xrti Los fundamentos de la educación cristiana
¿Acaso ha escrito alguna vez una página que no le delate como ciceroniano
empedernido? ¿Una página en la que no salgan a cada paso «nuestro Tuiio»,
«nuestro Flaco», «nuestro M arón»? ¿No está acaso mareando constantemente
al lector con sus Crisipos, sus Arístides y sus Empédocles? ¿Jactándose de
leer unos libros de Pltágoras cuya existencia los entendidos niegan? ¿Edificando
a las damas con ejemplos tomados, no de las Sagradas Escrituras, sino de su
Tulio, de su Flaco, de su M arón? Podría recabar el testim onio de todos los
hermanos que viven conmigo en el monasterio del monte de los O livos, y que
en incontables ocasiones han tenido que copiarle los diálogos de Cicerón; yo
mismo he tenido los textos en la mano mientras se los escribí¡an; y me consta
que pagaba mucho m ejor este trabajo que cualquier otra transcripción. Una
vez vino desde Belén a verm e a Jerusalén, y traía consigo un códice, un diá
logo de Cicerón, y otro de Platón en griego; me lo dio, y durante mucho
tiempo corrió el texto por casa: ni él se atreverá a n eg arlo 27.
359
XI. I ' fundamentos. de la educación cristiana
360
Jerónimo y el ideal ascético
361
;XÍ. Los fundamentos de la educado?*, cr-istiana
pues, ia criat^ra¡ no debe aprender a decir ni debe oír nada más que
aquello que ¿órr.esponde ai temor de D ios32. Con ello Jerónimo se
separa ya de"«ntrada del principio del viaje del alma de Basilio. De la
noción básicá'Jde temor deriva Jerónimo un modelo educativo que se
halla presidid§> por el principio de estricta censura cié cuanto rodea a
i a criatura- "Bodas las personas, los acontecimientos y las actividades
cotidianas con los que la niña pueda enii'ar en contacto han de ser pre
viamente examinados con sumo cuidado a fin de impedir cualquier
hecho o cualquier influencia que pudiese obstaculizar su crecimiento
espiritual. Sus sirvientes han de estar alejados del mundo, y su maes
tro (magister) tiene que ser persona de edad madura, de conducta
irreprochable y de capacidad reconocida 33. Dos aspectos de su educa
ción, la formación moral y la intelectual, irán indisociablemente uni
dos: el maestro ha de ocuparse directamente del segundo aspecto, pero
ello no quiere decir que no vaya a ejercer asimismo un cierto influjo
formativo sobíe el primero.
La formación intelectual, sigue diciendo Jerónimo, se hará siguien
do la costumhre tradicional, empezando con las letras del alfabeto, ta
lladas por ejemplo en marfil o madera para que la niña pueda manejar
las, o por lo menos grabadas en el borde de la tablilla (tabella) para
que con sus dedos pueda palparlas. La etapa siguiente consistirá en
enseñarle a deletrear, pudiendo escogerse para ello los nombres de los
profetas, apóstoles y patriarcas. Las lecciones tienen que ser premia
das; sin castigos, sólo con recompensas:
Recompénsala por sus esfuerzos en deletrear bien, tentándola con esos re
galos y chucherías que tanto gustan a los niños. Que haya otros compañeros
con ella en las clases, a fin de que compita con ellos y se vea estimulada por
las alabanzas que cosechen los demás. No la reprendas si a veces le cuesta;
para aguzar el ingenio no hay como las alabanzas (sed laudibus excitandum in-
genium). Que se alegre cuando sea la primera, y se ponga triste si se queda
atrás. Y procura sobre todo que no coja manía, a las clases: una aversión in
fantil dura muchas veces más que la propia infancia34.
362
Jerónimo y el ideal ascético
35. í b i d . , ix .
36. Ep . X X I I , A d E u sioch ium , x x x .
37. Ep. C V I ¡, A d L aftam , v i i í . 38. Ib id . , xi\
363
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
364
Tertuliano
365
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
366
El estilo cristiano
367
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
368
El estilo cristiano
369
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
370
La finalidad de la vida
371
XI. Los fundamentos de la educación cristiana
372
La reorfa. educativa de Agustín
¿Cómo llegan los hechos a mi' conciencia? ¿De dónde vienen? No lo sé;
cuando por primera vez los reconocí como tales lo hice utilizando únicamente
mi propia inteligencia; estaban ahí, en mi espíritu, en espera de ser usados
cuando hiciera falta. De algún modo tienen que haber preexistido en mí antes
de que mi conciencia los reconociera. Sí, tenían que estar ya profundamente
arraigados en mí, y alguien hubo de enseñarme haciéndome tomar conciencia
de eUos. Así pues, la educación es en realidad el proceso por ei cual unas
ideas oscuras e inconscientes se convierten en conscientes y claras 48.
48. Conf.. X, x-xi: «Unde et qua haec irnravemnt in memoríam meam? Nescio quomodo;
nam cum ea didíci, non crsdidi alieno cordí, sed in meo recognovi, et vera esse approbavi et
373
XL Los fundamentos de la educación cristiana
374
La teoría educativa de Agustín
49. Con/., X, xii: «Audivi sonos verborum, quibus signifícamur, cum de his disseritur. sed
ííli. alií, istae autem aliae sunt. Nam illi aliter graece, aliter latine sonant, istae vero nec grat:caf!
nec latinae sunt nec aliud eloquiorum genus.»
375
'XI- Los fundamentos de la educación cristiana
5 0. A g u s tín , D e m a g is ir o , x i i í , 38.
51- I b id ., v m , 2 5 -2 6 ; D e d o c trin a C b r i s í ia n a , I, 2.
.52. D e m a g is ir o , x , 2 9 - x ill, 4 5.
5 3. L .c ., y ta m b ié n ib id ., x i , 38.
376
La teoría educativa de Agustín
salto de la ie, por la que cree que este mundo no es sino un fugaz
reflejo de un cielo permanente y eterno. Lo único que puede hacer
el maestro que se ocupa del aprendizaje simbólico del hombre es po
sibilitar la estructuración de un paradigma mental de verdad eterna
que aproxime lo bastante la experiencia subjetiva de la realidad eter
na como para que el individuo la reconozca y efectúe el salto. En
buena parte Agustín se sitúa en reacción contra el verbalismo exce
sivo de las instituciones escolares de su época. Las escuelas eran
enteramente seculares, y las dirigían casi siempre paganos; aun cuan
do hubiese cristianos que enseñaban en ellas, lo hacían con un espíritu
secular. En los escritos de Agustín sobre el simbolismo de las pala
bras percibimos el lamento del eclesiástico que se insurge contra la
artificialidad del amaneramiento verbal y que aboga por un retorno
a la experiencia humana directa.
Se comprende así que Agustín no se mostrara muy en favor del
estudio de los autores paganos. En su época, por lo demás, estaba
creciendo de forma muy considerable el corpus de los escritos cris
tianos; y, paradójicamente, los escritos de Agustín y de los demás
padres de la Iglesia permitían al estudiante familiarizarse de modo
notable — aunque un tanto superficial — con la tradición clásica. La
lógica y la dialéctica eran las disciplinas menos desaconsejadas; re
sultaban obviamente muy valiosas para la comprensión de las Es
crituras. También los saberes utilitarios relacionados con las activi
dades de la vida cotidiana eran valiosos; no así, en cambio, aquellos
cuya finalidad era fundamentalmente estética: la música y las artes
quedaban, por consiguiente, descartadas. Por último, los puntos de
vista de Agustín acerca del saber y del aprender corren parejos
con su concepción del maestro: éste debía ser un hombre versado en
las artes liberales, dado que la lógica, la retórica y la gramática le
capacitaban para ordenar convenientemente su material y le propor
cionaban la necesaria elocuencia para suscitar la respuesta de sus es
tudiantes; al mismo tiempo, el estudio de las matemáticas le permitía
comprender el orden divino del universo. Pero, en cualquier caso,
el principio de la askesis ocupa en el pensamiento y la doctrina agus-
tinianos un lugar preeminente; los puntos de vista de Agustín son
fundamentalmente idealistas y escatológicos: la vocación del hombre
consiste en la consecución de la unión perfecta con Dios, o beatitud.
377
3sl. Los fundamentos de la educación cristiana
No deb$- ¿Ividarse que los primeros años del siglo v fueron par
ticularmente turbulentos; ios bárbaros — godos, francos y vándalos —
estaban decididos a formar parte integrante del imperio y a instalarse
en sus regiones más prósperas. En 4 10 Roma fue saqueada durante
tres días p o r. Alarico, y las grandes tribus de las regiones fronterizas
del imperio, empujadas por otras poblaciones bárbaras y en búsqueda
de nuevos territorios donde establecerse, iniciaron su vasto proceso
migratorio hacia el sur. La administración; impotente, era incapaz de
detener esos movimientos masivos, y los bárbaros se asentaron en
Italia, Galia y España. A l comenzar a difundirse la idea de que Roma
lo tenía bien merecido, y de que la culpa la tenían en buena parte
los cristianos, acusados de haber debilitado el imperio, Agustín se
movilizó en defensa de la fe y comenzó (en 413) la redacción de una
de sus mayores obras, la monumental Ciudad de Dios (De civitate
Dei). El cristianismo no era más culpable de la caída de Roma que
los dioses romanos de su incapacidad para preservar el imperio: lo
que sucede — dice Agustín— es que todas las instituciones sociales
son fenómenos transitorios en la evolución de la sociedad universal;
el alma humana se encamina afanosamente hacia Dios, y otro tanto
cabe decir del Estado. Es un error, sigue diciendo Agustín, juzgar
el progreso por los aspecto visibles del poder imperial; la sociedad
perfecta es la de la ciudad celeste de Dios, hacia cuya consecución debe
tender el hombre. Agustín establece de este modo un paralelismo
entre el nivel individual (en las Confesiones) y el social (en la Ciu
dad de Dios); en un caso como en el otro, el problema es siempre
el mismo: la sociedad estatal perfecta es tan imposible de alcanzar
en el mundo temporal como la vida individual perfecta. El paraíso
terrenal no existe: las aspiraciones sociales y personales del hombre
no llegarán a satisfacerse plenamente más que en un Estado futuro.
Durante trece años estuvo trabajando Agustín en esta gran obra
antes de completarla; en 426 apareció por fin en su versión íntegra,
y a partir de ese momento comenzaron a difundirse sus doctrinas.
Se afirma en ella que en el pensamiento y en la actuación del hombre
la salvación personal debe gozar de una prioridad absoluta, que el
Estado político organizado es una consecuencia del pecado original,
y que toda la.'tiranía que del Estado se deriva no es más que el me-
378
reciclo castigo por dicho pecado. No le queda al hombre otro remedio
que aceptar la sentencia.
Cuatro años más tarde Hipona fue atacada por los vándalos, y
a los cuatro meses de sitio de la ciudad moría Agustín. El cristianis
mo norteafricano quedó destruido, y con él la regla monástica de Agus
tín. Pero el espíritu agustiniano no desapareció: la teorías de la Ciu
dad de Dios presideron el pensamiento pol'. uco occidental hasta en
trado el siglo x i y proporcionaron el marco conceptual de referencia
para la vida de los cristianos.
Uno de los rasgos más notables de la Ciudad de Dios es que pone
de manifiesto la conciencia cívica romana de Agustín. Los ascetas
no habían aportado prácticamente contribución alguna a la filosofía
cristiana ni a la teoría social; su respuesta a los momentos de con
flicto consistió en rechazar el ideal cívico y en retirarse al desierto.
Agustín, por el contrario, reconoce que es preciso afirmar el mundo y
la sociedad de los hombres. Y aunque su respuesta pudiera deberse:
en parte a su temperamento gregario, en parte se explica asimismo
por el hecho de que había sido educado en la tradición cívica toman-;.
Su interpretación del cristianismo estaba moldeada por la herencia
clásica, que él mismo se había dedicado inicialmente a enseñar. Fun
damentalmente, en la base de todo su pensamiento, hay un ideal que
para Agustín sigue siendo importante y actual: el ideal de la civilitas.
379
X II. LA PRESERVACIÓN DEL SABER TRADICIONAL:
BIZANCIO
380
La bifurcación inevitable
381
XII. Bizancio
382
La educación e!l el imperio oriental: un período de disputas ,
383
X ÍI. Bizancio
384
Lactancio y Crisóstomo
385
XII. Bizancio
Nos dicen les médicos que este deseo ataca con violencia a partir de los
quince años. ¿Cómo domar a esta fiera? ¿Cómo ingeniárselas? ¿Cómo ponerle
freno? No sé dar respuesta alguna, con la única excepción de la coerción del
fuego del infierno 5.
386
EL punto de vista pagano: Tem ijtw y Libanio
387
XII. Bizancio
388
Temistio y Libanio
de que ambas profesiones apenas habían sufrido cambios con los siglos.
La precariedad de la situación del profesor particular, en sus esfuer
zos por conservar una clientela, queda perfectamente ilustrada con el
caso de un maestro fenicio que se hallaba de viaje y recibió un men
saje en el que se le conminaba a regresar urgentemente so pena de
quedarse sin estudiantes Habla asimismo Libanio de sus propios
problemas personales para conseguir tener una clase de quince estu
diantes tan sólo; hasta que no alquiló un puesto en la plaza del mer
cado ( a g o r a ) no consiguió doblar la o tra de sus alumnos. Y aun en
esas condiciones tenían sus rivales la ventaja de enseñar en el Mouseion
de la ciudad, contratiempo que Libanio no logró vencer hasta que
hubo obtenido un nombramiento municipal, junto con el derecho a
enseñar en los locales de la casa consistorial ( b o u le te r io n ) U Mas ni
siquiera entonces desapareció del todo la angustia de su trabajo; otros
competidores profesionales, en retórica latina tanto como en la griega,
seguían atosigándole, y Líbanio se veía obligado a hacer horas extra
ordinarias I2^ La enseñanza le ocupaba por la mañana y por la tarde;
después de comer, cuando otros se iban a los baños públicos, se que
daba Libanio en la escuela y continuaba dando clases «hasta que la
falta de luz me obligaba a dejarlo» 13- A la luz de una lámpara de
aceite tenía que ponerse entonces a preparar las clases del día siguien
te. Pese a su situación de «pleno empleo» abrigaba Libanio ciertos
temores, suscitados por la progresiva decadencia de la retórica griega.
En su época, dice, la retórica había caído en desgracia, había perdido
vigor, era despreciada y denigrada I4, hecho que, junto a las rivalidades
profesionales y a su personal incompetencia en latín, le sumía en pro
fundas depresiones. Era consciente de que los cargos públicos más
importantes, así como el de profesor oficial, eran inaccesibles para
quien no dominara perfectamente el latín, idioma oficial del ejército y
de la administración; y esto le obsesionaba. Por más vocación y am
bición que tuviera un maestro, no se le ocultaba que «el honor y el
poder son únicamente para quien está perfectamente familiarizado con
el latín» 15. Ciertamente en tiempos de Libanio, como él dice, no to
dos los sofistas vivían en el mejor de los m u n d o s;y es indudable que
389
XII. Bizancio
390
Crií/ianijmo y paganism o: dos perspectivas contradictorias ,-¡
391
XII. Bizancio
Les doy (a los maestros cristianos) la siguiente opción: ya sea que no en
señen aquello que no consideran admirable, ya sea que, si realmente quieren
enseñar, primero persuadan verdaderamente a sus alumnos de que ni Homero,
ni Hesíodo ni ninguno de los autores que ellos explican y a quienes han ve
nido acusando de impiedad, locura y error con respecto a los dioses, es lo que
ellos dicen ... (porque) me parece absurdo que un hombre haya de enseñar
aquello en que no cree. . . . Con esta disposición, sepan pues los maestros, tanto
religiosos como seculares, a qué atenerse 21.
.392
Cristianismo y paganismo
393
XII. Bizancio
26. L .c .
27. Cod. T h e o d ., ■ x i v , 9. l, «D e s t u d íis lib e r a !i.b u :c . u r b is R o m ae et C o n s t a n t in o p o lit a n a e » .
28. L .c . '
394
Cristianismo y paganismo
Tres oradores y diez gramáticos, escogidos ante todo entre aquellos macs-' .o;
que gozan de reputación por sus conocimientos de oratoria romana. Entre los
profesores más conocidos por su gran facilidad de expresión en (oratoria) griega,
se nombrarán cinco sofistas y otros diez gramáticos. Dado que es Nuestro deseo
que Nuestra gloriosa juventud no se instruya únicamente en estas disciplinas,
asociaremos a los profesores antes mencionados a autoridades de conocimiento
y saber más profundos. Es, pues, Nuestra voluntad que a los demás maestros
se les asocie un profesor que investigue los secretos ocultos de la filosofía, y
otros dos que se dediquen a la exposición de las fórmulas de la ley y los es
tatutos 30.
que los gramáticos griegos Eladio y Siriano, el gramático latino Teófilo, los
profesores de argumentación Martín y Máximo, y el profesor de derecho Leon
cio, serán honorados como condes de primera clase con el título imperial que
han recibido ya de Nuestra Majestad.adquiriendo así el rango de quienes son
ex vicarios 31.
29. L .c .
30. Cod. Tbeod., XIV, 9. 3.
31. Cod. Tbeod., V I , 2 1 , « D e p r o f e s s o r io u s qui in u rb e C o n s t a n t in o p o ü t a n a d o c e n te s ex Iege
.m e r u e r in t c o m it iv a m » .
395
XII. Bizancio
... a toda vtra persona regularmente nombrada que ejerza este tipo de en
señanza; que demuestre una vida loable, moralmente intachable; eficiente en su
enseñanza, elocuente en el hablar, sutil en sus interpretaciones y hábil en sus
disertaciones; que haya sido juzgada digna de ello por la augusta asamblea;
y que desempeñe sus funciones do,.¿ates en dicho auditorio, al cabo de veinte
años de servicio constante y de entrega desinteresada a la enseñanza, gozará
de la misma categoría que las personas antes mencionadas.
La era de Justiniano
396
Las reformas de Justiniano
397
XII. Bizancio
398
Las reformas de Justiníano
35. Ju an , De m agistratibus, I I I , 2 6 . Versión inglesa en E. B ark er, Social and P o litica l Thougbt
ir. B yzanlium (1957).
36. L.c.
37. L.c.
38. Se hallará un relato pormenorizado de la administración pública bizantina en A .H .M . Jo
n e s , The Román C iv il Service, «J Román Studies» xxxix (1949), p. 38-55
399
X lI. Bizancio
Lam entaba Juan esa progresiva sustitución del latín por el griego,
pese a que su conocimiento de aquel idioma distaba en realidad
mucho de ser perfecto, como lo revelan los múltiples solecismos que
comete al escribir en dicha lengua. Para él, la decadencia de la calidad
de la vida burocrática se manifestaba hasta en los más mínimos deta
lles de la vida cotidiana: así por ejemplo, los funcionarios que antes
escribían en el mejor de los papiros (kharles), tienen que usar ahora un
vulgar forraje (khortos)^0.
Con el tiempo, y a pesar de los defectos de su latín, Juan ascendió
más aún y fue recompensado con «un puesto asignado para uso de los
maestros del tribunal capitolino; allí enseñé (derecho) mientras seguí
en activo, y llegué a sentirme orgulloso de mí mismo» 41. Por último,
y de acuerdo con las costumbres literarias y educativas de la época,
Juan no puede resistir a la tentación de mostrar la satisfacción que le
producen sus éxitos, y reproduce así las palabras de homenaje pronun
ciadas con motivo de su jubilación:
El muy culto Juan — y es seguro que le causa mayor alegría este calificati
vo que todos los testimonios de reconocimiento que suponen los muchos ho
nores de que ha sido objeto — se ha superado a sí mismo en lo más impor
tante de todo: la educación y el saber (paideia kai logoi); y ha demostrado
tales cualidades, que no sólo es admirado él, sino que por su causa son admi
rados otros muchos que son producto de sus enseñanzas. Y no satisfecho aún
con adornarse con las gracias del saber (y sin embargo, ¿qué otra cosa mayor
que ésta?), se ha dedicado asimismo a los asuntos del Estado. Al servicio de
nuestros tribunales ha mantenido inquebrantable una armonía constante, si
guiendo su propio ejemplo ... y acrecentando sus méritos al enriquecerlos con
la compaginación de la enseñanza y del servicio al Estado. Tras haber adqui
rido en todos estos campos una merecida reputación, y al llegarle la hora de
cesar en los deberes (del servicio) en nuestros tribunales, seguirá sin duda los
39. IbiU., p. 50.
40. De vw zjstratibu s, II, 1 4 .
41. Ib id ., m , 29.
400
Después de Justiniano
pasos de nuestro g r a n e mper ador, y gozará así con e í i o d e dones aún mayores.
Porque además de s c i s otras cualidades el emperador " s t a m b i é n un amante del
saber (p h i l o l o g o s ) , y el tiempo ha querido en nuestros días concedernos la
bendición de q u e l a majestad de nuestro gobernante c o n d u z c a a un mayor es
plendor a la totalidad de nuestro Estado 4 2 .
401
XII. Bizancio
tinos supieron resistir, evitando así la victoria árabe total. Desde en
tonces el reducido territorio de Bizancio se vio libre de la dominación
musulmana.
En el período que siguió a la aparición «jé lós árabes la decadencia
del saber, patente ya en tiempos de justiniano, prosiguió ininterrum
pidamente durante todos los siglos vil y v t t i , hasta -1 IX. Con el cierre
de la academia de Atenas las enseñanzas matemáticas y científicas se
vieron frenadas, pese a que esos estudios jamás desaparecieron com
pletamente, puesto que algunos especialistas griegos siguieron cultiván
dolos en las regiones de Oriente recién conquistadas por los musul
manes. El canal que posibilitó esa actividad científica fue la comuni
dad cristiana de los nestorianos sirios, agrupados en torno a la ciudad
de Edesa. La Iglesia nestoriana debió su nombre, y su particular doc
trina cristológica, a la figura de Nestorio, patriarca de Constantinopla
en 428, quien parece que enseñaba — en realidad, sus verdaderas doc
trinas siguen siendo objeto de discusión todavía hoy — que además
de su naturaleza divina Cristo poseía asimismo una verdadera natura
leza humana, y el libre albedrío, y que por consiguiente su vida terre
na constituye para todos los hombres un ejemplo supremo. En una
controversia encabezada por Cirilo, arzobispo de Alejandría — de
quien se dice que abrazó el monofisismo, la doctrina según la cual
Cristo tenía una naturaleza única, de carácter divino y sin elementos
humanos — y que en realidad no era sino una manifestación más de
la rivalidad existente entre Constantinopla y Alejandría, Nestorio fue
depuesto, para morir años más tarde en el exilio. Pero sus doctrinas
fueron aceptadas por los cristianos sirios, quienes habían padecido
siglos de persecución bajo los persas; con lo cual esta rama del cris
tianismo siguió desarrollándose, con Nestorio como heresiarca. Los
nestorianos crearon dos grandes centros de cultura y saber cristianos
en Nisibis y Seleucia, ambos en el valle del Tigris, a los que trasla
daron buena parte del corpas del saber griego antiguo, incluyendo
las matemáticas, la medicina, la ciencia y la filosofía. Los árabes no
impidieron que los nestorianos pudieran preservar su subcultura, de
suerte que en los siglos que siguieron a la decadencia de Atenas la
tradición erudita y educativa griega se preservó en buena parte en el
centro mismo del mundo musulmán.
Entretanto, sin embargo, el saber bizantino fue languideciendo, en
una especie de eclípse similar al occidental, aunque de dimensiones
más reducidas y menos graves. A lo largo de los siglos v n y vm , bien
402
La evolución del monacato bizantino
43. Steven RuNCiMAN, «C h ristia n C onstantinopte », en M. Bowra y cols., G olden A ges o j the
p. 59, habla de un millón; J.M. Hussey (dir.), C am b ridge Medieval H istory,
G r e a t C itie s (1952),
vol. IV, parte II (1967), p. 79, da una cifra más moderada: medio millón.
44. Migne, P atr. G r ., V ita N iceph ori, C. 56-57.
403
XII. Bizancio
404
La evolución del monacat bizantino
405
XII. Bizaaao
406
El renacimiento del saber bizantino
407
XII. Bizancio
408
El renacimiento del saber bizantino
409
XII. Bizancio
410
El renacimiento del saber bizantino
Nada hay comparable a la filosofía, que parte de todos los estudios y con
tiene una síntesis de todos ellos: si alguien tratara de establecer una compa
ración (entre la filosofía y los demás estudios) estaría en realidad juzgando
entre elía y ella misma: porque la filosofía es el arte de todas las artes, y el
conocimiento de todas las formas de conocimiento 61.
Hemos cautivado a celtas (del oeste) y a árabes (del este), y nuestra fama
ha atraído incluso a hombres de otros continentes (África). Si las aguas del
Nilo riegan la tierra de los egipcios, mi lengua hace lo mismo con sus espíritus.
Preguntad a persas y a etíopes, y os dirán que me han admirado y me han
buscado; hasta un hombre de los confines de Babilonia ha acudido a beber de
mis aguas con una sed insaciable. Una nación me califica de antorcha del saber;
otra me Uama luz (del espíritu); y otras me distinguen en otros términos con
los más honrosos epítetos 62.
61. P s e l l o , Encomio a Juan el Metropolita, en B a r r e r , o.e., p. 133.
62. L.c.
411
XII. ■ Bizancio
y :io lo g r ó p e r m a n e c e r e n s u p u e s to . C ie r t a s p r u e b a s p a r e c e n in d ic a r
q u e la e s c u e la fu e c la u s u r a d a a r a íz d e la ' in te r v e n c ió n d e a lg u n a s
p e r s o n a lid a d e s d e ta la n te c o n s e r v a d o r , y q u e P s e llo in g r e s ó e n u n
m o n a s te r io ; o a c a s o la e s c u e la s ig u ió f u n c io n a n d o , s i b ie n a e s c a la
m á s r e d u c id a 04 L o q u e s í p a r e c e s e g u r o e s q u e P s e llo in g r e s ó en u n
m o n a s te r io , s i b ie n e s e e s t ilo d e v id a e r a b ie n p o c o c o m p a t ib le c o n
su te m p e r a m e n to ; y e n to d o c a s o p a r e c e q u e m á s ta r d e v o lv ió a in c o r
p o r a r s e a la v id a p ú b lic a , p a ra te r m in a r c o n v ir t ié n d o s e e n s e c r e t a r io
c io n a m ie n to d e la e s c u e la d e f ilo s o f ía , q u e c o m o in s t it u c ió n d e e s t u
d io s s u p e r io r e s q u e d ó in c o r p o r a d a a la e s c u e la p a t r ia r c a l, b á s ic a m e n te
c e n tr a d a e n lo s e s t u d io s r e lig io s o s . L a e s c u e la d e d e r e c h o , p o r su
p a r te , p a r e c e q u e s ig u ió f u n c io n a n d o h a s ta e l a ñ o 1 2 0 4 a p r o x im a
d a m e n te .
P s e llo h a b ía e v it a d o la t e o lo g ía , p u e s to q u e e n s e ñ a b a u n a f ilo
s o f ía n e o p la t ó n ic a b a s a d a e n e l p r o p io P la t ó n , c o n e le m e n to s d e r i
v a d o s d e P lo t in o y h a s ta d e l n e o p la t ó n ic o p a g a n o P r o c lo (4 1 1 - 4 8 5 ) .
L a fu n d a c ió n d e la e s c u e la p a t r ia r c a l r e p r e s e n tó a l p a r e c e r e l tr iu n f o
d e l a la m á s c o n s e r v a d o r a . C o n tó in ic ia lm e n te c o n c in c o p r o fe s o r e s ,
g e lio s , E p ís t o ía s y S a lt e r io so n lo s ú n ic o s tr e s q u e c o n o c e m o s — y
c o n e l tie m p o lle g ó a in c lu ir ta m b ié n e s t u d io s s e c u la r e s , c o m o m e d i
c in a , c ie n c ia s y lit e r a t u r a c lá s ic a 04 A m e d ia d o s d e l s ig lo x i la s le tr a s
s e c u ltiv a b a n c o n e n t u s ia s m o , y s o b re to d o la lit e r a t u r a a n t ig u a . S e
e s t u d ia b a n to d o s lo s a u to r e s c lá s ic o s : e s p e c ia lm e n te , H o m e r o , H e
s ío d o , P la tó n , I s ó c r a te s , T u c íd id e s , D e m ó s te n e s y P o lib io , ju n to c o n
s u s r e s p e c tiv o s c o m e n ta r io s , c a d a v e z m á s n u m e r o s o s .
U n a d e la s m e jo r e s f u e n te s d e in f o r m a c ió n a c e r c a d e e s e r e n o
v a d o in te r é s p o r lo s e s t u d io s lib e r a le s lo c o n s titu y e la h is t o r ia d e l
e m p e r a d o r A le jo I ( 1 0 8 1 - 1 1 1 8 ), fu n d a d o r d e la d in a s tía d e lo s C o m -
C u e n ta A n a q u e e l e s t u d io d e la s le tr a s , a u n q u e p r á c tic a m e n te e x tin
g u id o , n o h a b ía m u e r to d e l to d o ; y q u e e m p e z ó a r e s u c ita r e n tie m p o s
d e l a c c e s o d e s u p a d r e a l p o d e r 04 L a s p r in c ip a le s f ig u r a s d e e s e r e
412
El renacimiento del saber bizantino
413
XII. Bizancio
pleando para ello unos moldes sólidos que el emperador hizo con
feccionar especialmente para él, a fin de que. con el tacto pudiera
reconocerlos72.'- Otro punto particularmente interesante del relato de
Ana lo constituye la mención de la fundación de una escuela para
huérfanos de guerra. El emperador, dice la hija, preocupado por la
suerte de los hijos de sus enemigos muertos en el campo de batalla.
lo s d is t r ib u y ó en tre su s p a r ie n t e s y a lg u n o s c o n o c id o s d e q u ie n e s le c o n sta b a
q u e lle v a b a n u n a v id a d e c e n te , o b ie n lo s m an d ó a lo s ab ad e s d e lo s sacro s m o
n a s t e r io s co n la o rd en d e q u e n o se le s ed u cara co m o a e s c la v o s , s in o co m o a
m is m o h a b ía fu n d a d o y q u e m ás o m en o s h a b ía c o n v e r tid o en u n a e s c u e la p ara
ju n to a l m a e stro , en p ie en to rn o a é l, están lo s c h ic o s ; a lg u n o s lu c h a n d o co n
c a le s . U n la tin o in s tr u y é n d o s e , al la d o d e u n e s c it a q u e e s t u d ia g r ie g o , y un
ro m a n o tr a b a ja n d o te x to s g r ie g o s ju n to a u n g r ie g o a n a lf a b e to q u e h a b la el
g r ie g o c o r r e c t a m e n t e 74.
72. I b id . , IX , x
73. I b id . , X V , v i l . L is ú ltim a fra se d ic e : « . . . r r ) v é v x ú x X io v s x rra iS s ó a Q a i n a iS e ia v .»
74. - L . c . ■
414
Hacia la separación
La educación en decadencia
415
XII. Bizancio
416
La decadencia del sabec bizantino
76. Este período v est¡:¡ evolución quedan fuera deí marco dd presente volumen. Puede con
sultarse al respecto la obra dirigida por J.M. HussF'.Y (dir.), Cambridge Medieval Kistory. vol. iv,
parte ii, cap. xxvíit.
417
XII. Bizancio
418
X III. LA IGLESIA CRISTIANA Y EL SABER EN OCCIDENTE
419
XII L La Iglesia cristiana y el saber en occidente
420
Las migraciones bárbaras del siglo v
421
XÍII. La Iglesia cristiana y el saber eo occidente
422
La cultura y el saber durante los siglos IV a vi
423
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
424
La cultura y el saber durante los siglos IV B. vi
3. Cf. J.\'O'. Thompson, The Literacy of the Laity in the Middte Ages (1960), p. 12.
425
X III. La iglesia cristiana y el saber en occidente
que no era capaz de lo uno ni de lo otro, y de que había que leerle los
documentos; ya sea, por último, que aun sabiendb escribir prefiriera
usar el estarcidor a modo de sello con el fin de mantener constante
mente idéntica la firma de su autorización.
£n cierras cortes se impartían algunas enseñanzas. Clodoveo, que
reinó como rey de los francos entre 4 8 1 y 5 1 1 , y su mujer Clotilde
probablemente sabían escribir, y sus hijos recibieron cierta educa
ción en una escuela de la corte4; y otro tanto debió suceder en las
demás cortes, puesto que el latín era el idioma oficial de todos los
reyes bárbaros y habían de conocerlo con una cierta soltura. Así por
por ejemplo, una crónica del siglo vil indica que durante el reinado
del rey godo Eurico (t 473) las leyes consuetudinarias de los godos
fueron compiladas por escrito5, con el nombre de Lex Visigotborum
y en latín. Pero con independencia de ciertas excepciones individuales,
lo cierto es que en su inmensa mayoría los bárbaros siguieron siendo
analfabetos, y que en todas las regiones occidentales del imperio (es
pecialmente en el norte de la Galia, en España y en África del Norte)
el saber fue cada-vez menos valorado y desaparecieron las escuelas de
todo tipo, aunque las nefastas consecuencias de todo ello no se hicie
ron sentir plenamente hasta el siglo vil. En la Galia meridional y en
Italia las realizaciones de la civilización romana se preservaron algo
mejor, pero aun así desapareció en buena parte toda creatividad y se
insistió exclusivamente en la conservación de lo ya adquirido, como
lo demuestra una veneración a todas luces excesiva por el conocimien
to de tipo enciclopédico.
De todas formas, las actividades intelectuales no estuvieron total
mente ausentes de los siglos v y v i; durante el reinado de Teodorico
hubo de hecho un período de entusiasmo reformador, con el propósito
de detener la decadencia del saber. Merecen destacarse al respecto tres
grandes jalones: la última manifestación del saber pagano en la obra
de Boecio, el intento de reconciliación entre los estudios sagrados y
los seculares a cargo de Casiodoro, y la regla monástica de Benito. En
los tres casos, y muy especialmente en los dos primeros, se observa
como característica esencial el afán enciclopédico, lo cual demuestra
hasta qué punto el enciclopedismo había llegado a impregnar todo el
saber romano.
4. I b id ., p . 5 .
5. Tsidoko d e -’ S e v S l l á . H i s t o r ia d e r c g ib u s G o tk o r u m (c a . a ñ o 6 2 4 ), x x x v 1.
426
Boecio: «De consolationc philosophiae»
427
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
428
Boecio: «De consolatione philosophiae»
429
XIII. 'La Iglesia cristiana y el saber en occidente
C a sio d o ro y la « c iv ilita s »
430
Casiodoro y la «civilitas»
431
XIII. La Iglesia cristiana y el saber ea occidente
432
15. Inicial miniada del Libro de Kells, siglo viii
16. Página de las Etimologías de I sid o r o de S e v il l a ; manuscrito del siglo x u xi
El monasterio de Vivariui:
El monasterio de Vivarium
433
X III. La Iglesia cristiana y si saber en occidente
13. Ib i d . , I, x x x r i.
14. I b id . , I, x x v iiii.
15. Ib i d . , I, p r a e f 1.
434
El monasterio de Vivarium
Daremos cuenta de los autores, tanto griegos como latinos, cuyas explica
ciones acerca de los temas que abordamos se han hecho famosas, a fin de que
aquellos que deseen leer más puedan entender mejor las palabras de los anti
guos después de haber sido introducidos a ellos de manera más sucinta 16.
435
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
17 . Véase L . W . J í v n e s , o . c . , p. 44,
436
Monte Cassino y la «Regía» de Benito
38. Versión inglesa en P.L. \XlARNER, The Dialogues of- Saint Gregory the Great (1911).
437
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
438
Monte Casino y la «Regla» de Benito
439,
XÍII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
■■■'. -'i.
la Regla. El Artículo 59 estipula que los padres que quieran ofrecer a
sus hijos deben tomar ellos mismos la iniciativa: «(Si) el chico es muy
joven, que lds padres lo soliciten, que lleven la petición de manos del
chico al plantel del altar, y que ofrezcan al muchacho durante la misa.»
El artícülo 30 declara que puesto que los niños y los" adolescentes son
incapaces dej apreciar la significación del castigo supremo de la exco
munión, debfe corregírseles con medidas más apropiadas: la abstinen
cia forzosa ye los azotes. Y el artículo 37 mitiga el anterior al estipular
una aplicación menos rigurosa de las normas alimenticias en el caso
de los niños.
En el monasterio benedictino primiuvo la vida era comunitaria. La
Regla se esforzaba por prever y regular todas las contingencias que en
la vida de los monjes pudiesen surgir. Dividida en setenta y tres ar
tículos detallados y sin ningún orden lógico aparente (como en el caso
de las Lecturas de Casiodoro), la Regla da instrucciones explícitas so
bre cuestiones tan diversas como el comportamiento en el monasterio,
las obligaciones sociales y de propiedad de los monjes, su división del
trabajo, y otras actividades esenciales para la vida monástica. Muy
significativa es la importancia otorgada a la liturgia, ya que trece de
los artículos están consagrados a los detalles de la ejecución de las
distintas partes del acto de culto 24.
Se mencionan asimismo las actividades intelectuales, si bien no
puede decirse que la Regla se distinga precisamente por el reconoci
miento de la importancia de este tipo de ocupaciones; en este sentido
Monte Cassino se halla muy lejos de Vivarium. No sabemos hasta qué
punto se conocieron Benito y Casiodoro. Ciertamente éste, al elaborar
la constitución de Vivarium, no menciona para nada la Regla de Be
nito en sus Lecturas divinas y humanas, y ciertos indicios permiten
pensar incluso que Casiodoro quiso en realidad disociarse de Benito 25.
Pocos son los artículos de la Regla benedictina que hacen explícitamen
te alusión a las actividades intelectuales, y aun en esos pocos casos la
intención es más bien negativa: dado que la ociosidad es enemiga del
alma, los monjes han de estar constantemente ocupados, a unas horas
con el trabajo físico, y a otras con la lectura de obras sagradas26. Esta
ocupación había de extenderse incluso a las horas de las comidas: en
todas las comidas tenía que haber uri lector a quien los monjes escu-
24. Ib id . , v iii- x x ,
25. C (. J o n e s , o .c . , p. 25.
26. B.eg. “J í l v i i i : ( . . . c e r t i s ir e r u m h o r is in l e c t i o n e d i v i n a . »
440
Monte Casino y la «Regla» de Benito
citaran en silencio. Es mejor que lean sólo los que mejor sepan hacer
lo, en vez de que todos los hermanos vayan turnándose27. Finalmente,
hay en la Regla una sola alusión a los materiales necesarios para escri
bir: en una lista de artículos que guardará el abad con el fin de que
no se desarrolle el vicio de la propiedad privada, se mencionan el estilo
(graphium) y las tablillas enceradas (tabulae) 28.
Benito no fue realmente el fundador de una orden. La Regla esta
ba específicamente concebida para el monasterio de Monte Cassino29,
y, de hecho, su difusión a lo largo del siglo v i fue muy modesta y
quedó limitada a la Italia del período relativamente estable de la so
beranía ostrogoda. Benito murió hacia el año 547, precisamente en los
años del hundimiento del reino ostrogodo. En aquel momento el ideal
de la civilitas estaba ya a punto de fracasar, y Casiodoro se había reti
rado de la vida pública. Durante los años 534 a 552 Italia fue víctima
de constantes conflictos; al reconquistarla, los ejércitos bizantinos la
asolaron y la sumieron en un estado de postración. En 565 moría
justiniano; tres años más tarde los lombardos — la más feroz e inci
vilizada de todas las tribus bárbaras — cruzaron el Rin y avanzaron
hacia la llanura del Norte de Italia, destrozando por completo el reino
ostrogodo. Sin el más mínimo respeto por la antigua civilización itáli
ca, y dueños de todo el territorio situado al norte de Roma, los lom
bardos destruyeron las tradiciones que habían sobrevivido a las ante
riores invasiones bárbaras. Aunque Roma y la Italia meridional perma
necieran en la órbita de Bizancio, la ya decadente cultura quedó toda
vía más gravemente debilitada. Casiodoro moría en 575 o poco des
pués, y Vivarium decayó; Monte Cassino fue saqueado e incendiado por
los lombardos antes de 590. A fines del siglo v i y comienzos del v il
la civilización y el saber estaban muy gravemente afectados al norte
de Roma, y tampoco brillaban especialmente más al sur; en general, y
durante más de cien años, bien poco se hizo en el campo de la educa
ción y del saber en todo el continente europeo.
27. Ib i d . , x x x v n i .
28. Ib i d . , l v .
29. M .W . L a i s t n e k , en s u T bougb t and Letters in W estern E u ro pe, A -D . 500-900 (1 9 3 1 ), a r
guye que la R egla p re te n d ía re g u la r la to ra lid a d de la v id a m o n á stic a o c c id e nta l, lo cual concuerda
de hecho con lo que que sabem os de la fu e rte p e rso n a lid a d de B e n it o . C f. p 6 7 .
441
XIII. La Iglesia cristiana y -rí saber en occidente
En estos tiempos en que la práctica de las letras decae — y más que decaer,
perece — en las ciudades de la Galia, no ha habido forma de encontrar un
solo experto capacitado en el arte de ía composición ordenada (quisquam pe
ritas dialéctica in arte gramm^ticus) 3i.
30. La su p e rv iv e n c ia de la tra d ic ió n d e e stu d io s g rie g o s y la t in o s en la R o m a de m e d iad os d e l
s ig lo v ít patee-e una d educció n ló g ic a de la s e x p líc it a s afirm a cio n es acerca de la e x iste n c ia de
c lé rig o s educados, en la H istoria ecd eü a stic d gentis A nglortim , de Bed a, I V . i: A d ria n o , abad de
N ir id a n , cerca de M o n te C a ssiriO . fu e u n gran e sp e c ia lista en g rie g o y la tín ., « s a c tis I it e r is d ílig e n te r
im b u tu s , in o n a s íe ria li.b u s s ím u l et e c e le s ia s tid ': d is c ip lin is in s t k u t is , Graecae p a rite r et L a tin a e
lin g u a e p e r it is s im u s » . En cuanto al m o n je T e o d o ro de T a r s o , re sid e n te en R o m a , era u n e stu d io so
de la lit e ra tu ra ta nto sagrada como se c u la r, y dom inab a el grie go y el la t ín , « v ir et sa e c u la ri et
d iv in a lit e ra t u ra , et Graece jn s t ru c t u s et L a t in o -».
31. G r e g o r io d e T ü u r s , H isto ria Trancorutn, p r a e f .
442
Cultura y saber en el siglo Ví
443
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
444
17. Monasterio benedictino de Sant Martí del Canigó, en los Pirineos, comienzos
del siglo xi
C utera y saber en el siglo vi
una vez a su tío abuelo Nicetiu. un prelado cuyo interés por las cues
tiones educativas le había inducido a fundar una especie de escuela
catedralicia en la que se enseñaban las letras y los salmos con el pro
pósito de form ar a los niños para cantar en el coro y hacer de mona
cillos. Menciona asimismo Gregorio otros ejemplos de 1hstrucción si
milar en el caso de otros clérig o s:u n arcediano de A rles que enseñaba
a los niños del territorio de que era responsable (in arc h id iac o n a tu
su o stu d iu m d o c e n d i p á r v u lo s h a b e n s); y un tal Nunni que durante
el reinado de Childeberto I (mediados del siglo v i) enseñaba a los
niños en Neris (p u e r o s e ru d ire c o e p it in s tu d iis li t t e r a r u m ) 41^ En
otra alusión a la enseñanza elemental describe G regorio una visita
a Vulfolaíco, diácono de Y vois (la moderna Carignan), quien reme
moraba su propia infancia en estos términos: « A l crecer me puse a
estudiar las letras con avidez, y aprendí a copiarlas antes de saber
reconocer las palabras escritas» 42^ Prácticamente todas las alusiones a
los estudios superiores se refieren al trivium de la gramática, la dia
léctica y la retórica, y no tanto a su contenido como al hecho de que
ciertos eruditos las poseyesen. Asimismo se menciona el dominio de
la aritmética en el caso del esclavo Andarquio. Una sola referencia
importante al programa de estudios ilustra perfectamente hasta qué
punto prevalecía la tradición enciclopédica. En las últimas páginas
de su H i s t o r ia incluye Gregorio un párrafo apologético en el que hace
el inventario de los prerrequisitos necesarios para que cualquier lector
pueda considerarse cualificado para criticar su obra. Ese crítico po
tencial tiene que reconocerse al dedillo el contenido de L a s B o d a s d e
F ilo lo g ía y M e rc u rio :
... nuestro Marciano te (tiene que haber) instruido en las siete artes, a
saber, que por la gramática te habrá enseñado a leer,. por la dialéctica a dis
cutir y a argumentar, por la retórica a conocer las distintas métricas, por la
geometrÍJa a saber medir superficies y líneas, por la astronomía a observar el
curso de los astros, por Ja aritmética a contar y a calcular los números, y por
la música a armonizar canciones y a modular sonidos 43.
445
XIH. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
446
La conservador. enciclopédica: Isidoro de Sevilla
447
XIII. La Iglesia cristiana y el sa b e r en occidente
448
La fundación de monasterios en Brit^na e Hibernia
449
XIII. s La Iglesia cristiana y el saber en occidente
50. Ib id . , p. 31.
51 . ib id . , p . 3 5
52. B ed a, H is í. eccl., i v , 2 : « . . . ita n t e tia tn m e tric a e a r f is , a stro n o m ia e et arithm ecica e eccle-
sia sttcae d is c ip lin a n ! in v er sa c ro ru rn ap icum v o lu m in a su xs a u d ito rib u s c o n tra d e re n t. In d ic o est quod
u sq u e h o d ie su p e rsu n t de e o ru m d ís c ip u lis , qui La tin a m G ra sca m q u e lín g u a m aeque u t p ro p ria m in
qua n a ti s u n t, n o r u íit . » .
450
La fundación de monasterios ,;n Bri tania e Hibernia
53. El título completo de la obra de san Gildas es: De Excidio et Conquesta Bríttonü.e ac
flebili Castigatione in Reges. Principes et Sacerdotes. Versión inglesa, a cargo de J. Stevenson
(1838), en J.A. Gn.ES, Six Oíd English Chror.'.iclers (1885). ■
54. Véase una colección de documentos importantes al respecto, en A.F. Lea ch, Educational
Cbarters and Documents (1911).
55. Hist. eccl., ni, 18: «... instituít scholam in qua pueri litcris erudirentur: iuvante se epis-
copo Felice quem de Canda acceperat, eísque paedagogos ac magistros iuxta morem Canruariorum
praebente.»
56. Ibid., jv, 2: «... et quicumque lectionibus sacris cuperent erudiri, h:iberent in promtt' ma
gistros qui docexent.»
451
XIII. La Iglesia cristiana y el saber en occidente
452
Los monjes británicos: Benito, Biscop y Beda
453
XIIK- La Iglesia cristiana y el saber en occidente
454
Los monjes británicos:Benúo, Biscop y Beáa
455
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466
ÍNDICE ANALÍTICO
A cad 29-30 34 57; Sargón, rey de, y jonias 95; la leyenda de Cadmo 95;
hegemonía política 30; lengua 38 su origen fenicio 95; sencillez del
41 y libertad para los griegos 96; el
A c a d e m i a : origen del nombre 130 148; ático se convierte en regla fija 112s;
Platón, maestro en la 148ss; Espeu- usado para los numerales en el pe
sipo sucede a Platón 166 169; des ríodo helenístico 222; los romanos
pués de Platón 192; academia me adoptan la forma ática 235; en la
dia y academia nueva 192; deca Galia 442; primer aprendizaje sis
dencia con la invasión de los bár temático 97
baros 393; cerrada por Justiniano A l m a (gr. psykbe): en Aristóteles 175;
397s De anima 177
A c u ñ a c i ó n , «tortugas d e mar» d e Egi- A l p h a b e t a r í o n 98 125; período hele
na 110 nístico 218
A d m i n i s t r a c i ó n c i v i l : en Egipto 52 57 A m a n u e n s e s : en Grecia 115; en Roma,
58; en Roma 269 270s; libertini necesidad de 256; empleo de 269;
en la 287; en Bizancio 399ss; véase apparitores 269 270ss; en Bizancio,
también B u r o c r a c i a s Juan de Lidia 399ss; véase además
A g u s t í n d e H i p o n a : vida 367; primera E s c r ib a s
educación 367s; filosofía 369ss; teo A n a C om nena 4 11ss
ría educativa 373ss; obras educati A n a x ág o ras d e C l a z o m e n e : reacción
vas 373; teoría política 378s; La contra Empédocles 107; invitado a
ciudad de Dios 378 Atenas por Pericles 111; precio de
A l c u i n o d e Y o r k 454 sus obras 115
A l e j a n d r í a : fundación de 201ss; el sa A n a x i m a n d r o 100
ber en 201ss; la biblioteca 201 A n a x ím e n e s d e L a m p s a c o , retórico 215
A l e j a n d r o M a g n o : Aristóteles su tutor A n a x ím e n e s (Mileto) 100
167 169; patrocina el Liceo de A n t i d o s i s , véase I s ó c r a t e s
Aristóteles 170; campañas de 185 A n t i n ó p o l i s , papiros de 213
196; crónicas de 196 A q u e o s , primeros griegos 78 81 83
A le jo i 411ss A r m ó n i c o s y a r m o n í a : estudios pitagó
A lfabeto 72: e s c r it u r a g rie g a p r im it i ricos 103ss; sentido 103
va 80; e m p le a d o en la s c iu d a d e s A r a m e o : invención del alfabeto 73; se
467
¿-dice analítico
468
índice aiialítico,
B o u le , senado griego 84; supremo bajo turas divinas y humanas 434; Es
Clístenes 110; período helenístico tudios seculares 434; afluencia en
200; el bouleterion helenístico 225 Beda 453
B r o n c e , edad del 25 C a s ita s 43ss; estancamiento cultural
B u r o c r a c i a s : Egipto 59 61; necesidad 43; Poema del justo sufriente (Lu-
de escribas en Atenas 115; la es dul bel némequi) 44
critura 'i'- los amanuenses griegos C a t a l H ü y ü k , -v. u ú a u preneolítica en
116, necesidad de amanuenses en Turquía 24
Roma 256; tipos de 269ss; Bizancio C a t e d r a l : escuela catedralicia, primera
399ss; véase también A d m i n i s t r a mención en Tréveris 444s
c ió n c iv il C a t ó l i c a , idea de una Iglesia, insinua
da por Ignacio de Ajitioquía 341
C adm o, leyenda del alfabeto 95 C a t ó n , Marco: vida 238; ideas sobre la
C á la m o , en Egipto 51 52 63 64 educación 238; oposición a la edu
C a l c o l í t i c a , edad, véase C o b r e cación griega 245
C á l c u l o 27ss 37; sellos en tinajas co C a u s a s , teoría de las, en Aristóteles
mo primitiva numeración escrita 175 178s
28; numeración escrita sumeria 27 C i c e r ó n , Marco Tulio: acerca de la
37; babilónica 34 40 41; en Egip tekhns de Isócrates 141; Rhetorica
to (precede a la escritura) 49; sis ad Herennium 215; acerca de la
temas de y ejemplos 67s; en Gre Ley de las doce tablas 236; acerca
cia 126; período helenístico, ense de la influencia griega en la edu
ñanza del 222; en Roma, enseñan cación romana 241s; el ideal educa
za del 259 tivo de la humanitas 247ss; acerca
C a l e n d a r i o : elaboración en el templo del magister dicendi 262; influen
mesopotámico 25; egipcio 48 cia en Quintiiiano 277s
C a lí m a c o , en Alejandría 205 C i e n c i a s : pitagóricas 153; estudios aris
C a n a Á n , emigración de los hebreos a totélicos en 171; en Alejandría 200
57 72 208s; decadencia en Bizancio 402
C a p i t o l i o , escuela del, Constantinopla: C in is m o , filosofía griega 188
fundada por Joviano 393; reformas C i r o i de Persia 109
394; cerrada temporalmente 397; C i v i l i t a s : en Agustífn 378; en Casiodo
sustituida por una «escuela ecumé ro 430
nica» 403; reorganizada por Cons C l á s i c a , tradición: conciencia de 232;
tantino ix 410 cultivada por los nestorianos 401;
C a r b o n o r a d i a c t i v o , método para fe en Bizancio 407ss
char las pinturas rupestres primi C l e m e n t e d e A l e j a n d r í a : vida y obra
tivas 21s 328ss; la gnosis cristiana 330ss;
C a r v i l i o , Espurio, según Plutarco 243 inñuencía en Basilio 356
C a s a d e l a s a b i d u r í a (Babilonia) 40s C l í s t e n e s : arconte e n 508 a .C . 110; im
C a s a d e l a v j d a (Egipto) 50; scripto- planta el ostracismo 118
rium 50; en el imperio 70 C n o s o , capital de C r e ta minoica 76
C a s ia n o : el primitivo monacato 352; su C o b r e , edad ael, aparece en M e s o p o -
Regla influye en Casiodoro 434 tamia 24s
C a s io d o r o : programa de civilitas 430; C o d e x (caudex): en Roma 267; códices
vida pública 431: fundación de Vi- membranei 268; en los primitivos
^arium 433; Introducción a las lec monasterios 349s
469
índice analítico
470
ína¿ce analítico
471
índice axialítico
472
índice analítico
473
índice analítico
c ía ic o s 18 ,8 ; p e r io d o h e le n ís t ic o 1 9 8 I c o n o c la s ta , controversia, división de
2X 6 2 2 5 s s ; a v e r s ió n ro m a n a p o r e l ía cristiandad 415 s
.2 4 9 ; c o n flic to c o n g o s h e b re o s 3 0 5 s I d e o g r a m a s : en Surner 29; en Egipto
50 53
H a m m u ra b i 32 57 sir .código jurídico I g l e s i a : primeros cristianos 322; pri
32 33 ;’f mera urganización oriental 338;
H e b r e o s : se establecen en Canaán 51 idea de una Iglesia «católica» 341;
72 303. primera helenizacion de doctrina petrina 342; primitiva fal
los 226 304; dificultades de los ta de unidad 343; influencia de
299ss; reacciones; frente al hele Cipriano 366; evangelización de
nismo 303ss; escrituras 302; escri Britania 448ss
turas en la educación 310s; lucha I m p e r io , de Egipto 56; Persia invade
con los romanos ¿ lis 322 el Asia Menor 110; de Alejandro
H e d o n is m o , filosofía griega 192 194ss; romano 265ss; bizantino
H é l a d e , véase G r e c i a ; * origen del tér 380ss
mino 83 I n s t i t u t i o o r a t o r i a , véase Q u í n t i l i a -
H e le n ís tic a , era : e n ' A le ja n d r í a 2 0 1 s s no
H e lia e a , trib u n a l p o g ú la r en A te n a s usados por el hombre
I n s tru m e n to s ,
110 } para controlar su medio ambiente
104
H e r a c l i t o , fi ló s o f o d e ' É fe s o 21
H e ró d o to : acerca de le£*jeroglíficos 51; I r r a , m ito d e (Sumer) 41 43
acerca de Esparta^87; acerca de la I s id o ro de S e v illa ,Etimologías 446ss
introducción del Alfabeto fenicio fig- 16
en Grecia 95; acerca de Tales 100; I s la m , orígenes, primera expansión 380
acerca de una escuela elemental en I s ó c r a t e s : acerca de Esparta 89; vida
Quíos 117 y obra 141-146; Contra los sofistas
H e s Í o d o 82 87; Los trqbajos y los días, 142; Antidosis 144; como demócra
La Teogonia 83; "en Esparta 90; ta 152; obra educativa I63s; Pa
en Jonia 95 negírico 164; defiende el panhele-
Hicsos: invaden Egipto 57; expulsión nismo I65ss
de los 72
H i l o t a s , pueblos griegos sometidos 8 6 Ja rd ín (kepos), escuela de filosofía he-
H im n o a l N ilo 5 5 66: donista 192
H itita s 73 76 81 J a r m o 24
H o m e ro 82 86; Homéridas 82; Ilíada y J e n ó fa n e s d e C o l o f ó n , primer filóso
Odisea 83; emplea el término Es fo eleático 105
parta 85; recitado en Esparta 90; J e n o f o n t e : acerca de Licurgo 88; acer
en Jonia 95; «graií maestro de los ca de Esparta 86 92; acerca de
griegos» 122; leído por Alejandro rollos de papiro 114; acerca de
Magno 217 Sócrates 135
H om o s a p ie n s , aparicióá sobre la tierra J e r ó n i m o (Eusebio): Vida de Pablo 347;
21 > vida 356; traducciones bíblicas
en Esparta 88; ejem
H o m o s e x u a lis m o : 357ss; paganismo 357ss; ideal as
plo de Aquiles y Patroclo 88; entre cético de educación 36lss; A Leta
las muchachas espartanas 91; aver 361
sión rpmana por eí^,249 J e s ú s : aparición 313 319; como Kyrios
H u m a n i t a s , ideal cícéróniano 247ss 251 320; como el camino 321
474
I adice analítico
475
Xadice analítico
liberales 272; honorarios de ios 273 das: Ja'tmo y Barda Balka 24; apa
v 282 294s; demanda de 276; la rición de la protocultura 26; tem
teoría de Quintiiiano 278s; vesti plo. 25ss; los inicios del cálculo
gio nulo de los 282 -j la escritura en 27; sumerios 29;
cristianos: martirio de un 295s: ideal acadios .29^Ias grandes culturas
de Jerónimo 3óls; en Agustín de 31ss; código jurídico de Ham-
375s; decreto de Juliano contra murabi 32; decadencia del pensa
los 391 miento 40ss; lenguas vernáculas 42;
Bizancio, apoyo de ios gramáticos en inspira Ía escritura en Egipto 50
los 393 M e t a f í s i c a : en Aristóteles 177s; eti
en las islas Británicas 450s mología 177
M a g i s t e r d i c e n d i , denominación cice M é t o d o : concepto del, en Aristóteles
roniana 262 172ss; etimología 172; éxito del
M a g n a u r a , escuela de 407; estudios en 186
407s M i c e n a s 76 81; destrucción 81; y li
M a h o m a 381 near B 96
M a n u s c r i t o s : a u s e n c ia e n G r e c ia a n te s M i l e t o 109; ciudad jonia 94; centro
d e l sig lo i v a .C . 9 6 ; Libro de Kells de la primitiva especulación 99ss;
4 5 0 fig . 1 5 ; Etimologías, v é a s e I s i tradición seguida por Aristóteles
d o ro de S e v illa ; p r o d u c c ió n en 170
3 B iz a n c io 402; en V iv a riu m 432; M i l i t a r , organización y táctica, jónica
e n B r it a n ia 4 4 8 ; v é a s e ta m b ié n d o 94
c u m e n to s e n P a p ir o M in o s : cultura minoica cretense 76; es
M a rc ia n o C a p e l l a , Las bodas de Fi crituras minoicas (linear A) 76 (li
lología y Mercurio 2 9 2 ; u s a d o en near B) 78 80s
G a li a 4 4 5 M o n a c a t o : comienzos 345; primera li
M a r d u k , d io s d e B a b ilo n ia 3 2 4 4 teratura 349; orígenes del corpora
M a r i , s e d e d e la p r im e ra e s c u e la m eso- tivo 350ss; en Roma 351; en Ga
p o tá m ic a 3 6 lia 351; en Bizancio 402ss fig. 18;
M a r s ilia n a d ’A l b e g n a , ta b lilla , p r o t o Benito 438s 451 fig. 17; en Brita
t ip o d e l a lfa b e to s e m ític o 9 7 nia e Hibernia 448ss; escuelas 450;
M a te m á tic a s : en P itá g o ra s 103ss; en Wearmouth y Jarrow 452
P la t ó n 159s; A r is tó te le s n ieg a la M o n t e C a r m e l o , estaciones de las he
teoriza d e P la t ó n 1 7 7 ; p e río d o h e rramientas neolíticas más antiguas
le n ís t ic o 206ss; d e c a d e n c ia e n B i 24
z a n c io 4 0 2 Moscú, papiro matemático de (egipcio)
M a y é u tic a , p ro ce so m e to d o ló g ic o de 67
S ó c ra te s 136 145 M o t o r i n m ó v i l , en Aristóteles 178
M e d io , té rm in o , d o c t r in a d e l, e n A r i s M o u s e io n , en Alejandría 201ss
tó t e le s 1 8 1 M u ñ e r a müNjCIPALIA: en Roma, exen
M e l i s o d e S a m o s, filó s o fo e le á tic o 1 0 5 ción de 273 274; en Bizancio, exen
M e n e s , d e E g ip to 4 8 ción de 388 390
M e n f i t a , te o lo g ía 5 4 s M ú s i c a (mousiké), en la teoría griega
M e s e n ia , c o n flic to c o n E s p a rta 8 5 127
M e s o p o ta m ia 3 1 ; se d e d e la s p rim e ra s N a b u , d io s e s c r ib a m e so p o tá m ic o 2 7
. c u ltu ra s , d e . e s c rib a s 2 1 s s ; se d e d e N a d a d a i y ix. p r im e ro s p o b la d o re s d e l
' la s m ás a n tig u a s c iu d a d e s c o n o c i Niio 47s'* .........
476
índice analítico *
concepto d e , en Aristó
N a tu r a le z a : t ia n is m o : en Jerónimo 358; en
teles 174ss; visión unitaria de la Agustfn' 376; en Bizancio 383ss
299 391
N e o lític o : sig u e a la c u ltu r a p a le o lí P a id a g o g o s (griego) 243; j?, Clemente
tic a 24; nuevos tip o s de h e rra de Alejandría .527
m ie n ta s 2 4 ; p o b la c io n e s e n lo s v a P a id a g o g o s , obra de Clemence 327;
lle s d e l T i g r i s , É u fr a t e s y N ilo 2 4 influencia en B a s ilio 356
47 P a i d e i a : primitivo desarrolle Grecia
en Siria 402; cultivo del
N e s to ria n o s , 131ss; teoría de Platór*. ¿obre la
saber clásico 413 163 225; cortesponde al latín hu-
NiICEno, símbolo, y arrianismo 340 manitas 251; usa<:.¿ por los primi
N i l o , valle del 31 76; asentamientos tivos cristianos 344; deliberada pro
neolíticos 24; primitivos egipcios secución en Bizancio 408ss; véase
47ss; calendario e inundaciones del también E n k y k l i o s p a i d e i a
48; colonización griega del 94 P a l a i s t r a 124 128 fig. 9; período hele
nístico 217 225
O c io : e t im o lo g ía d e skhole 106; el sa P a l e o l í t i c o : primera diseminación del
ber en A te n a s 111 hombre del paleolítico 22; el a r te
O c ta v io 247 266; v é a s e ta m b ié n A u g u s paleolítico influye en la escritura
to 27; e n e l Nilo 47
O d o a c ro , lugarteniente en Occidente P a l e ó l o g o s 417ss
421 P a l e s t i n a : Monte Carmelo y primeras
O ik o u m e n e de Alejandro 197; disgrega culturas neolíticas 24; cultura del
ción 198s; traducción 197 bajo natufiense 24
O lí m p i c o s , juegos, celebración de los P a n e g í r i c o , véase I s ó c r a t e s
primeros 94 P a p i r o , documentos en: Libro de los
O r a t o r i a , en Roma 244s; teoría de Ci Muertos 60; Papiro médico de Ed-
cerón sobre la 250ss 262 tuin Smith 60; Papiro matemático
O r g a n o n , de Aristóteles 171ss 186; de Rhind 60 fig. 5; Papiro mate
véase también M é t o d o mático de Moscú 67; acerca de la
O rie n te a n t i g u o : los asentamientos taquigrafía 212; Papiro de Anti-
del 22ss; proliferación de las es nópolis aporta pruebas literarias
taciones neolíticas 24; progresos de 213 221
la cultura 24 28 P a p i r o , superficie para escribir: en Egip
O r í g e n e s : vida 333; teorías 333ss; pro to 50ss; proporcionado a los grie
ducción escrita 333; teoría de gos por los comerciantes fenicios
Dios como maestro supremo 336 79; primitivos documentos desapa
O s t r a k a , en Egipto 51 64; en Grecia recidos en Grecia 96; usado exten
para el ostracismo 118 sivamente en Grecia 113; tamaño
O x y r h i n c h u s : fundación de 200; pa y uso en Grecia 114; período he
piro fig. 13 (acerca de la taqui lenístico 2 lOss; importado a Roma
grafía) 212 267; importado a Galia 444
P a r m é n i d e s , filósofo eleático 105
primer eremita 349
P a c o m io . P a t r i c i o , en Irlanda 449
Paedagogus (romano): aparición del pri P a t r í s t i c o s , autores 344 350
mero 243; actividades 25? P a u s a n la s : a c e rc a de Esparta 87; a c e r
P a g a n is m o y c o n flic to con e l c r is ca de la e s c u e la elétnental 117
477
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479
índice analítico,
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