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—Sí

—replicó ella—. Sí, por favor.


—Puede que estimulé su memoria —le dijo él, y la colocó en la mesa de luz.

¿Qué vamos a hacer? —exigió Julia por centésima vez. El hombre del rincón no
dijo nada; en la ruina que era su rostro tampoco apareció ningún gesto interpretable
—. ¿Qué querías de ella, al final? —preguntó Julia—. Echaste todo a perder.
—¿Echar a perder? —dijo el monstruo—. No conoces el significado de las
palabras echar a perder…
Ella se tragó la furia. Los devaneos de él le calmaban los nervios.
Tenemos que irnos, Frank —dijo, suavizando el tono.
Él le lanzó una mirada desde la otra punta de la habitación: hielo al rojo blanco.
—Vendrán a ver —dijo ella—. Les contará todo…
—Quizás…
—¿No te importa? —exigió Julia.
El bulto vendado se encogió de hombros.
—Sí —dijo—. Claro. Pero no podemos irnos, dulce. —Dulce. La palabra era una
burla a ellos dos, un soplo de sentimiento en una habitación que solo conocía el dolor
—. No puedo enfrentar al mundo con esta facha. —Hizo un ademán, señalándose la
cara—. ¿No? —dijo, clavándole los ojos—. Mírame. —Ella lo miró—. ¿No?
—No.
—No. —Frank volvió a bajar la vista al suelo—. Necesito una piel, Julia.
—¿Una piel?
—Y después, tal vez… tal vez podamos ir a bailar. ¿No es eso lo que quieres?
Hablaba del baile y de la muerte con igual indiferencia, como si una cosa fuese
tan insignificante como la otra. Ella se calmaba al oírlo hablar así.
—¿Cómo? —dijo Julia por fin. Y con eso quiso decir “¿Cómo se puede robar una
piel?”, pero también “¿Cómo conservaremos la cordura?”.
—Hay maneras —dijo el rostro desollado, y le sopló un beso.

Si no hubiese sido por las paredes blancas, acaso nunca habría tomado la caja. Si
hubiese existido algún cuadro que mirar —de un jarrón con girasoles o de una
imagen de las pirámides—, cualquier cosa que quebrara la monotonía de la
habitación, se habría contentado con mirar eso y pensar. Pero la blancura era
exagerada; no le ofrecía a su cordura un solo lugar donde aferrarse. De modo que
estiro la mano hacia la mesa que estaba junto a la cama y tomó la caja.

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