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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

PROFESORADOS DE EDUCACIÓN INICIAL Y PRIMARIA

ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS SOCIALES

EJE TEMÁTICO II – La dimensión temporal de la realidad social

APUNTE DE CÁTEDRA

Memoria colectiva

La Memoria es uno de los elementos principales de la condición humana. Lo que somos, lo


que cada uno es está íntimamente relacionado con nuestro pasado y con el pasado de
quiénes nos precedieron. La memoria no es condicionante, pero sí es fundante. En muchos
sentidos, somos aquello que vivieron nuestros/as padres/madres y abuelos y abuelas y que
se transmite de forma tácita o explícita en cada familia. Y cada recuerdo, cada experiencia,
cada vivencia conforma la memoria individual de cada sujeto.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre lo que llamamos “memoria colectiva”, que es la
memoria común que reconoce cada grupo humano. La memoria colectiva no es una
memoria abstracta, pasada por un grupo, sino que es la coincidencia de las similares o
idénticas memorias por parte de un conjunto, que justamente por ello constituye el grupo.1
Digamos, en palabras de P. Ricoeur que, “a pesar de que la memoria es esencialmente
individual, es posible hablar de memoria colectiva, porque no se recuerda en soledad sino
con la ayuda de los recuerdos de otros, porque nuestros recuerdos son a menudo recuerdos
prestados de los relatos contados por otros, porque nuestros recuerdos se encuentran
inscriptos en relatos colectivos que a su vez son reforzados mediante conmemoraciones y
celebraciones públicas”.2

Es decir, hay una memoria individual y una memoria colectiva, que se influyen, construyen
y enriquecen mutuamente. Jelin sostiene que ““el ejercicio de las capacidades de recordar
y olvidar es singular. Cada persona tiene «sus propios recuerdos», que no pueden ser
transferidos a otros. Es esta singularidad de los recuerdos, y la posibilidad de activar el
pasado en el presente -la memoria como presente del pasado- lo que define la identidad
personal y la continuidad del sí mismo en el tiempo. Estos procesos, bien lo sabemos, no
ocurren en individuos aislados sino insertos en redes de relaciones sociales, en grupos,
instituciones y culturas”3.

¿Qué función tiene hoy recordar para la sociedad argentina?


¿Qué recordamos? ¿Cómo recordamos?

1
Schmucler, Héctor, ¿Para qué recordar? En: Seminario 2006 Entre el pasado y el futuro. Los jóvenes y la
transmisión de la experiencia argentina reciente. Ministerio de Educación de la Nación Argentina, Eudeba, 2007.
2.
Oberti, Alejandra., La memoria y sus sombras. En: Jelin, E.y Kaufman S. (comps), Subjetividad y figuras de la
memoria, Siglo XXI, 2006.
3
Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memoria. Siglo XXI, 2001.
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Memoria e Identidad

Otra cuestión importante es la relación entre Memoria e Identidad. Joël Candau afirma que,
contra las concepciones “esencialistas” de la identidad, ésta es una construcción social,
reelaborada continuamente en el marco de una relación dialógica con el otro. Por otra parte
afirma que “memoria e identidad están indisolublemente ligadas”4, la construcción de la
identidad está siempre vinculada al acto de la memoria. La identidad se basa en un trabajo
de memoria, en donde los acontecimientos de la vida se van seleccionando, reelaborando
y ordenando en un continuum que da a quien narra el sentimiento de su identidad.

En este sentido, Anne Muxel, citada por Candau, afirma que el trabajo de la memoria es el
operador de la construcción de la identidad del sujeto, es “el trabajo de reapropiación y de
negociación que cada uno debe realizar con su pasado para advenir a su propia
individualidad”5.

Hugo Vezzetti afirma que en la relación de la memoria colectiva con la identidad, las
elecciones de sucesos, representaciones, etc. que se efectúan para construir la memoria
dependen en particular de rasgos y valores que son centrales para la autorepresentación
de un grupo6. El trabajo de la memoria tiene una dimensión identitaria, aquel que recuerda
siempre selecciona acontecimientos de su vida, los ordena, modifica, simplifica, reinterpreta
e incluso inventa en función de estrategias identitarias. Y también el olvido es parte de esta
narración, que debe considerarse menos como una falla de la memoria que como parte de
una estrategia narrativa inconsciente. Candau afirma que “cada hombre dispone de
múltiples recursos de la memoria cuando intenta crear un ‘pasado útil’ [...] En la relación
que mantiene con el pasado, la memoria humana siempre es conflictiva [...] está hecha de
adhesiones y rechazos [...] de recuerdos y de olvidos”7. Y más adelante: “quién recuerda
domestica el pasado, pero sobre todo se lo apropia, lo incorpora y le imprime su sello, en
una suerte de etiquetaje memorialista que cumple la función de significante de la
identidad”8. El trabajo de la memoria que funda la identidad está hecho de recuerdos y
olvidos.

Pero en la relación entre memoria e identidad también hay un sentido inverso, puesto que
es esta última la que predispone al individuo a elegir determinados aspectos del pasado y
no otros, en la construcción de su memoria.

4 Candau, Joël, Memoria e Identidad, Buenos Aires, Ediciones Del Sol, 2001, pág. 9-10.
5 Candau, Joël, op. cit., pág. 70.
6 Vezzetti, Hugo, Pasado y Presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires, Siglo XXI

Editores Argentina, 2003, pág. 192.


7 Candau, Joël, op. cit., pág. 69.
8 Ídem, pág. 70.

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