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PAIDÓS ESTADO Y SOCIEDAD

Últimos títulos publicados:


N éstor García Canclini
20. S. l'. Huntington, Ln tercera ola
21. K. R. Popper, E11 L111scn d,· 1111 1111111do mejor
22. D. Osborne y T. Caebler, La rl'i11w11dó11 del gobicmo
23. J. Riechmaun y F. Fcmández Buey, Redes q11c dn11 liLIC'rl11d
24. F. Calderón y M. R. Dos Santos, Saciedades sin atajos
25. J. i\·I. Guéhenno, El }111 de In democmcia

La globalización
26. S. G. I'ayne, Ln pri111cra democmcin cs¡,nl'ioln
27. E. Resta, Ln certeza y la espctaitzn
28. M, lIoward Ross, La culium del conflicto
29. S.!'. Huntington, El cl:aq11c de cii,iliwdones
30. G. Kepel, Al oeste de Alá
31. K. R. Popper, L,1 rcsponsabilídad de uioir
.>2. R. Hc.:i¿.;,,lli y E. Resl,1 (comps.) Solicrnnin: 1111J'l"Í11cipi,11¡;1c· St' d1'JT11111l111
imaginada
33. E. Gdlncr. C<>:idicio11,·,: d,· In lilicrtnd
34. C. H,1,-dli (comp.), l:q11i,·rda ¡,1111fa ec·ro
35. C. Lasch, I~? rcbdió11 d,· l<ls diles
36. J.-l'. Fuoussí. El ,frl111t,· ¡,rollil1ida
37. R. L. Hcilbroner, \lisi<111cs dd [uturo
38. L. V. Ccrstncr, Jr. y otros, Rl'i11t>mt1111do In cd11c11ció11
39. B. H.ury,.L1 j11slici11 cv111a i,i1p,11ci,1lidnd
40. N. l3obbio, Ln d11dn 1¡ l11 clcccion
41. w. Kymlicka, Ci11,l,;d,1111í111111ltic11lt11rnl
42. J. Rifkin, El [in del lrnL•aja
:;~~ ,, "''••,,,":-
-ü. C. Castells (comp.), Pcrspccíiras [cminista« c11 tcori« poutica
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:: --
46. P. KeUy, Por 1111 [utnro.alternntioo
47. P.-0. Costa, J. M. Pérez Tornero y F. Tropea, Tril•11s 11r/,m111s
-~.. -
4S. :\1 Randlc, Resistencia L·¡¡,;¡
,,. , o ",,".E"
49. A. Dobson, Pe11sn111il'lllo potitic» ,•ade "'
50. i\. Margallt, L1 sociedad decente ESCUELA NACIONAL DE
51. D. Heid, L1 democmcia y el ordt'11 slolml ANTROPOLOGIA e HISTORIA
52. A. Ciddens, Politicn, sociología y korin social UNIDAD CHIHUAHUA
53. D. Millcr, Salirc 111 navionnlidad
BIBL:OTECA
55. R A. Heifetz, Litfrm=~nsin n·~1111c,:l11s fñcih-.;
56. D. Osborne y P. I'lastrik, L~ rl'd11cció11 de fo L•11rucrnci11 ~GUILLERMO 60NF:l CATALLA"
57. R. Castel, La mctomorjosis de In c11,·slió11 societ
58. U. Beck, ¿Q11é es In slobnliznció11?
59. R. Hcilbroner y W. Milbcrg, L1 crisis dl' visió11 c11 cl 11c11s11111i,·11to cca11ó111ico 111oda110
60. !'. Kotler y otros. El 11111rketi11g d,• l11s 11ncio1i.·,:
6l. R. ),'Ítiregui y otros, El licmpo que 1•il•i111os !Id rcpnr!» del tmua]«
62. A. Corz, Misains del presente, ri,¡11<•:,1 de lo posibt,,
63. Z. Brzczinski, El srn11 tnüero
64. i\ l. WJ!zcr, Tratado saurt' In lolern11ci,1
65. F. Reinares, 1i.-rrorisma 1¡ ,111titarorismo
66. A. Etzioni, Ln 1111<',•n n·gln de oro
67. :-.1. Naussbaurn, Los limites del patriotismo
68. l'h. l'cllit, R,•p11blicm1ismo
69. Ch. Mouffe, El retomad,· lo político
76. N. García Canclini, Ln globnli:nció11 imngi11nda
~11~ PAI DÓS
México • Buenos l\1tCS·Barcetona
.!. e:
¡.~. 1 ,¡_1
G'•. ~,•. o'•.

ÍNDICE

Introducción: Cultura y política en los imaginarios


de la globalización __ . . . . . 9
Clobalizacioncs circulares y tangencí.ilcs . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hl
Cubierta de Víctor Viario l'rimcras cuestiones de mc'·todo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 (,

Fotos de cubierta: Yukinori Yanagi,


l. NARRATl\l,\S, ~IET,\F\ll:AS Y·¡ l'OJ:ÍAS
Alcj.rndro Huidobro y Jimmy Flukcr

l. Clobaliznrnos o defender la identidad: cómo salir de esta opción. 21


lntegraeión de ciudadanos o /o/;[,y cmp.csarial . 22
Cuando David no sabe dónde está Coliat . 26
Modos de imaginar lo gk;b.il . 31
1" edición en Buenos Aires, /999
Espectáculos de la globaliz.ición y melodramas
l" edición en México, 1999
Reimpr.,sión, 2000 de la interculturalidad . 34
Qut.•1.J.ln !'lc•1ru~mentc pr~hibid.15, sin la auturizacién escrita de tus rn1pict.1rins Jd .. ,upyri~h1_-, b.1ju las ~~n~unl-s
esteblccídes en las leyes, la rcpruJu cdón tulal o p.ird.d de· ...st.i ,,tira ¡'\l.1r cu.,lquicr 1\\l'l\10 11 ~'""'t.'lhn
u~·ntn,
'}
La globalízación: objeto cultural no identificado . 45
cc;1mprcndiJos la reprografía y el treramlcoto inform.\tiCt\, y l,l distñbm.'i:,n tk cjl.'mpl,1íl'S Je cll;,. nwdiaotc ,1lqu1lcr o lntcruacionalización, trunsnacionalización, globalización . 45
préstamo püblicos.
Qué hay entre McDonald's y Macondo . 50
D.R. © 1999 de todas las ediciones en castellano, Postales para un bestiario de la globalización . 52
Editorial Paidós, SAICF, Hacer trabajo de campo sobre México en Edimburgo · . 59
Defensa 599, Buenos Aires, De las narrativas a la teoría cultural de la globalización 51
y Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Mariano Cubí 92, 08021 Barcelona 3. Mercado e inlcrculturalidad: América Latina
D.R. © de esta edición, entre Europa y Estados Unidos . 75
Editorial Paidós Mexicana, S.A.
Migraciones de antes y de ahora . 77
Rubén Daño 118,
col. Moderna Conflictos de narrativas sobre las identidades . 82
03510, México, D.F. a) El binarismo maniqueo . 86
Tel.: 5579-5922. Fax: 5590-4361 b) El encuentro inlcrcultural . 87
epaidos@paidos.com.mx c) La fascinación distante . 89
d) Las identidades inconmensurables , . 93
www.paidos.corn e) Americanización de latinos, latinización de Estados
ISBN: 950-12-5476-3 Unidos . 95
!SllN: %8-853-434-X () La vecindad amistosa bajo la tutela estadounidense 99
El espacio cultural latinoamericano y los cinuitos
Impreso en México • Printed in Mexico transnacionales . 102
8 · La globalización im:iginada
107 Introd ucción
4. No sabemos cómo llamar a los otros ···· ·· · · ·· · · ·· · · · ·· · · · · ·
108
La multiculturalidad intraducible ·· · · ···· ······ · · ·· · · · ·· ·
Circuilos interculturales · · · · · · · · ·· · · ···· ·· ·· · · · · ·· · ··· · ·
117 CULTURA Y POLÍT[CA EN LOS
122 IMAG[NARIOS DE LA GLOílALIZAC[ÓN
Ciudadanías multiformes ·· ··· · · ··· ··· · ··· ··· · · ··· · · ···

\l. INTERMEDIO

DesencuC'ntros entre un antropólogo latinoameric~no,


S. un sociólogo europeo y una especialista estadounidense A veces uno encuentra historias elocuentes en escritores que no son los
129
en estudios culturales ··· · · ··· ··· · · · ···· ·· ··· · · · ·· · ··· · · que se prefiere citar. Leí hace unos meses este relato de Phillippc Sollers:
"Dos más dos son seis, dice el tirano. Dos más dos son cinco, dice el tira-
no moderado. Al individuo heroico que recuerda, con sus riesgos y peli-
1[1. POLÍTIC1\S PARA LA INTERCULTURAI.IDAD
gros, que dos más dos son cuatro. los policías le dicen: usted 110 querr,í de
143 ninguna manera que volvamos .1 \¡¡ época en que dos más dos eran seis".
6. De París a Miami pasando por Nueva York · · .
145 Ustedes :10 querrán que regresemos al tiempo de las dictaduras y I.Js
. Arles visuales: de las vanguardias ~l arte-jet .
150 gucrrill.:is, dicen los políticos. Ni desean retornar a los años de la hipcrin-
La industria editorial: mundializac1ón en ?edazos · ; .
155 Ilación, advierten los economistas. Entre tanto, seguimos sin saber cuánto
Industrias audiovisuales: voces latinas editadas en inglés .
160 pueden sumar en el nuevo desorden mundial los países que buscan inte-
Ganancias y pérdidas · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
grarse por regiones para protegerse de la globalización: Estados Unidos
165 con Europa frente a Japón y China, Estados Unidos con América Latina
7. Capitales de la cultura y ciudades globales .
166 para que los europeos no se apropien del mercado latinoamericano;
El renacimiento de 16 urbano · · · · · · · · · ·. · · ·. · · · · · · · · · · · · · ·
169 mientras tanto los latinoamericanos acordamos el libre comercio entre no-
La globalización de las ciudades en la penf:~1~ . ·-· .
170 sotros, bizqueando hacia fuera de la· región para atraer capitales estadou-
De los-espacios urbanos a los circuitos n1ed1allcos ··- ..
175 nidenses y europeos. A veces, asiáticos.
Imaginarios provinciales y globales · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
Estados Unidos impulsa, con la adhesión de algunos gobiernos latinoa-
179 mericanos, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALC/\) para el afio
Hacia una agenda cultural de la globalización .
S. Los estudios culturales cuando esca~ea e!
a~ombro · · · · · · · · ·
182
185
2005. Los quince países que conforman la Unión Europea se vienen reu-
niendo con los que componen el Mercosur y con México, y en junio de
La reconstrucción cultural del espacio publico .
196 1999 can los demás países latinoamericanos, para ir estudiando si es posi-
Estética para gcwr,1wts interculturales · · · · · · · · ·: · : ; · · · · · · · · 201
Del gesto ínterruptor a las polítícas de intermed1ac1on . ble acordar el libre comercio con algunos de ellos antes de esa fecha, qui-
zás en el 2001, pese a las resistencias de los· franceses, que ven amenazan-
te la competencia latinoamericana en productos agrícolas. Estados Unidos
Apéndice: ! lacia una antropolo.gía de los m~\entendidos . 207 acusa periódicamente de d11111pi11g o proteccionismo a México y a países
(Discusión de método sobre la.ml~r~ulturahdad) .. . . . . . ' .. 207 europeos. En el Mercosur, desacuerdos y desconfianzas hacen peligrar ca-
Estrategias artísticas y C1ent1ftcas . da año los pactos firmados. ¿Libre comercio, integración? ¿Nuevas formas
210
Historias desconectadas · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 214 de subordinación o de resistencia, o alianzas regionales? ¿Podrían los ciu-
Descubrir La multiculturalidad · · ··· ····:· ·· · ·· · · · · · · · · · · 216 dadanos encarar alternativas a lo que ahora se impone y decidir qué con-
Rituales de un lado y del otro de la ventanilla .... w •••••
viene más, sin reconsiderar los vínculos interculturales? Viejas historias de
227 rivalidades y miradas prejuiciadas cargan estas conversaciones sobre un
Bibliografía ... · · · ·· · ·· ·· · ·· · ···· ·· ·· ··· · ······ · ·· · · · futuro más imaginado que posible.
N.o es fácil aterrizar estos acuerdos en cifras porque vivimos entre
cuentas delirantes. En los últimos veinte años las deudas externas de los
l o La globali·1.;1t.:ió11 i111;1gin:1J:1

Cultura y política en los imaginarios de b glob.1li1.aci<Í11


licaron o sextuplicaron. ¿Qué pu_ede'.1 11
países latinoamericanos s~ c_uadn~é1xico con deudas de 120 o 16~ mil m'.-
en nombre de los cuales pLiede afirmarse con certeza, contra poderes polí-
hacer naciones como Argentina y I intereses requieren cada ano la rru-
ticos o eclesiásticos, lo que efectivamente suma dos más dos: es el saber
llenes de dólares si sólo para pagardosE t :los Unidos (tres veces mayor)
t
. :1 o más del producto t.or • u t l )7. La' e es.
ac id
. r a la escala de v1 a co i-
ti que ha hecho posible entender "lo real" con cierta objetividad, desarrollar
aL ' . . ' ·Q . · n ruede mcorpor,1 ' , - .. ·- ' . ' ' tecnologfos de comunicación globalizadas, medir los consumos de las in-
también es impagable. l uie 1- 1 ii ·107 Pensar en la política exige
·" 1 . -1! leer e L rar · · T dustrias cuHurales y disei'iar programas mediáticos que amplían el cono-
diana las cifras que encucn r.i_ ~-1 Ics son tan disparatadas)' los conl retos
cimiento masivo y crean consenso social. Otra parte de la cultura, desde la
imaginación, ,1unque las can~1~-\ L .. e a menudo tienen el efecto de para-
que .provo c~11
" tan
_< noco
r _
rnanejau es qu e
_ • __ modernidad, se desarrolla en la medida en que se siente insatisfacción con
el desorden y a veces con el orden del mundo: adcm:;s de conocer y plani-
lizar nuestros imagmano_s_- -- :1' l dos contra todos, en la que van que ficar, interesa transformar e innovar.
Es curioso que esta disputa L l. 1º . nentun las migraciones rnasi-
b cd t. li: Confrontar estas dos maneras de entender la LLil!ura, que oponen a
ran o íábricas
" '·, -se .destrozan
. .
. . e•mn eos y au1. ~ ' .. , llamada
; r· is y reg1ona
~
"'cloba iza-_
1 es, se, 1 ' ' científicos y tecnólogos por un lado, humanistas y creadores artísticos por
vas )' los enfrentamientos mtcrctrucos . -~). v 11ólíticos inlL'rprcll'n la
.< •• Llama la alcncióu • •
qu (' · l'lllllresa11(
- r S .
. i·i , ,1 ,ci·i. un l. uí uro so . ¡·_
I
otro, se vuelve una tarea distinta en tiempos globalizados. Para saber qué
cwn. ' ' , ' , -nciu de la 1 lUlll,llllL' L, , , , - •..•• se puede conocer y manejar, o qué tiene sentido moci,ficar y crea1; los cien-
,,IoL,ali,.,ición corno la conH.rgt -
0
. .cso le.in este p,1s,11e desg,111.ido
-¡ - ríl icos de este plClc · ' . . tíficos v los artistas 110 tienen que nc-gociar sólo rnn mecenas, con políticos
dnrio V que mur vos c . · b: 'crnos homoccncizados.
c:11110, el proceso por el cual lodos aca ,,11 e i . " o con instituci1,nes, sino también con un poder diseminado que se escon-
de b;1jo el nombre d1• globaliz:Jción. Se dice que l,1 globalizació11 acttía a tra-
vés de L'Slructuras institucionales, organismos de toda escala y mercados
Gi.üllAl.fZ.-\CIONFS Cll{CUI.A,¡•¡·s~ . .
y T·\NCl'NCIAI.E.<; de bienes materiales y simbólicos más difíciles de identificar y controlar
que cuando las economías, las comunicaciones y las artes operaban sólo
.
. i d . s 1,1 unnorrnacion . · u, 1 un mercado. . . planc- dentro de un horizonte nacional. David no sabe dónde está Go!iat.
Pese a estos resultados L u oso. d :1 msar )' uuiencs msmuan que
~- ' 1 • . • ' mo o L e ~ie . " ' ., ·1 . l';1ra comprender esta complejidad, quienes estudiamos la creatividad,
tario es consagrada como e unic_c, Io son descalificados como nosta g1-
e la circulación y el consumo culturales nos preocupamos cada ycz más por
l mundo oodría moverse de otro mOL _-_ audaz no sólo cuestiona los be- -:-
co , . s· 1 L icn '' aun mas"
s del nacionalismo. 1 a g t. 1 •• ~ 'forma ' -de realizar
. 1 a sea
• m e- entender los datos duros, los movimientos socioeconómicos "objetivos"
.
ncficios de la globalizacíón
., 10t1Ue aUlllCu
s11 . -1_ 1 . sará de añorar épocas anteriores
. ,. que rigen con nuevas reglas le:; mercados científicos y
artísticos, así como
- · · ircantil se o <1cu.' nuestra inestable vida cotidiana. Sin embargo, d;,cio que la globalización
diantc la liberalización me e ' - C :1·1c sensato cree post e re•grc-
e 'bl -
" , l le ro omo naL - · ' · se prcsent2 como ur1 objeto evasivo e inmanejable, quienes la gestionan la
~" !·1, caída
' de un insoportab e mu . 1
1 . 'que e cap1 " ·1~1·1s1110 es el único mude o po-
1 cuentan, también, con narraciones y metáforas. En consecuencia, desde
sar a esos tiempos, se cune t,ye 1 brcs y la globolizacíún su etapa su-
sible para la interacción entre los 10111 .' ' una perspectiva socioantropológica de la cultura es preciso analizar tanto
las estadísticas y los textos conceptuales como los relatos e imág-<'ncs que
·ucrior ·111ev1 ·1 al>· 1,e. . · rodemos hacer at e. este
· futuro,
1t inienian nombrar sus desif;nios. Adem,ís, las migra..:ione~, las fronteras
~ En este libra queremos averiguar que f . do quienes nos ocupamos de
· . . - otros clausura , d y permeables y los viajes hablan en sus desgarramientos de lo c¡uc en la glo-
para algunos prom1s?no, par,_, ¡, hacen la intcrcultu ralidad al merca o 1-
balización hay de fractt1ras y segregaciones. T;imbién por eso c.1 los rela-
la cultura. O sea, que pregu'.1.tas se, trata de repensar cómo hacer arte, CL'.._ tos de migrantes y exiliados irrumpen narrativas y metáforas.
las fronteras a la globahzac1on~ e I' ejemplo. si al mirar la reco~1pos1
Una incertidumbre semejante desestabiliza a otros actores sociales que
tura y comunicación en esta etapa. Estados Unidos v América Latina, se
habitualmente no se interesaban por la cultura. Después de la euforia glo-
ción de las relaciones entre Eudr~pa:I, 1: cultura, )' act~1ar en él de manera
P odría cnten d eres 1 e, proceso eSL e. ,tcrcarnbio cconormco. . .
• 1
balizadora de los ai'los ochenta, los políticos, que no entienden bien cómo
·¡ ¡ -en como in ~ " · · ntc se está reestructurando su trabajo cuando los aparatos nacionales que ellos
distinta a quienes so o o v 1 es que la cultura no es unJCam: d e.
disputan controlan•menos espacios de la economía y de la sociedad, se
Lo primero que hay que acara; dos son cuatro. Es también la m _et-
preguntan qué pueden hacer y en qué lugares. Empresarios desconcerta-
lugar Cn el que Se Sabe que dOS mas •in-lr L Ué Se puede hacer COn CaIÜIL ~-
dos por el brusco pasaje de un;:¡ economía productiva a una economj¡¡ de
S<1 posición en la que se ~rata di i~:a~U\:a ¡;otencia acumulaliva y_cx_\rct;
especulación se formulan interrogantes parecidos. Unos y otros invocan la
des que no est,in demas1_ado car, , r d~ la cultura produce connc11111en o
va aún se busca descubrir. Un secta . necesidad de crear una nueva cultura del trabajo, del consumo, de las in-
versiones, de IJ ouhlirirbrl """ 1- - -
Cultura y política en los imaginarios de la globalización 13
vid Morley, si ahora "el mundo será leído de derecha a izquierda, y no de
l2 ¡_, globaliuci611 imaginada
izquierda a derecha" (Morley y Chen, 1996: 328).
, ti la impresión de que se acuerdan de El énfasis que damos a los procesos migratorios y las poblaciones ex-
les e informáticos. Al oírlos, se tdene ricia como si "crear una nueva
curso e emerge , puestas a estos cambios apunta a comprender tanto los movimientos de
llamar a la cultura como re , . te lo que a la economía se le escapa
" di ordenar mag1camen capitales, bienes y comunicaciones como la confrontación entre estilos de
cultura pu iera . . llo que la competencia no resue 1 ve
en el trabajo y en las mvers1ones, aque vida y representaciones diferentes. El vértigo y la incertidumbre que pro-
duce tener que pensar a escala global lleva a atrincherarse en alianzas re-
en los medios ni en el con~umo. lt con los movimientos globalizado-
·, strutr una cu ura gionales entre países y a delimitar -en los mercados, en las sociedades y en
La ape ¡ ación a con . , como la necesidad de poner orden en los
sus imaginarios- territorios y circuitos que para cada uno serían la gleba-
res puede ser es~ucha?a t~mb~:remos cómo varía el contenido de lo que
lización digerible, con la que.puedan tratar. Se debate si hay que crear nue-
conflictos entre imagmanos. b ¡· . , . para el gerente de una empresa
. · 0 110 glo a 1zac10n. · vas barreras que pongan orden en las inversiones, o entre las etnias, las re-
cada uno unagm_a e ~ . , "abarca rincipalmente los países en que ac-
giones y los grupos que se mezclan demasiado rápido o quedan
transnaciunal, "g1obalt~a~1o~es de lat ue se ocupa y la competencia con
amenazadoramente excluidos. ¿Podrán hacer algo en este sentido los pro-
lúa su empresa, las act1v1dal . ~ca11os que concentran su intercam-
bemantes atmoamen ' . , . d cesos de integración supranacional? Aunque apenas desde principios de
otras; para I os go ' U id o-lobal·ización es casi s111onimo e
· l 1 Estados 111 os, ,., ' ' los años noventa se abren estas cuestiones en la Unión Europea, y más re-
bio comercia con .os '. d M' .rcosur la oalabra envuelve íam-
. · · .. "· , , ,t d íscurso eI e 1 ' r- cientemente en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del
"~mencan1zac1on , ci e · · id tifica con interacciones novcdo-
. , 5 y a veces .se 1 en i ' . Norte (TLC} y en el Mercosur, la articulación entre globalización, integra-
bién a naciones europea ' _ [amilia mexicana o colombiana
, o ~u renos 1, ara una ' ' ., ciones regionales y culturas diversas está pasando a ser un asunto clave,
sas enl re los paises con s · . d EstaL:lo~ Unidos ,•lobalizac1on
· · · b trabajan o en · , J - , o tanto en las agendas de estudio como en las negociaciones.
q ue tiene vanos nuem ros l de ese país don-
! u lo que ocurre en a zona Como introducción a este tipo de análisis, voy a abordar en el próximo
alude a los víncul_o~ cstrec 1osa~ºdiíie1e de lo que imaginan artistas mcxica-
dc viven sus familiares, lo cu k Carlos Vives quienes encuen- capítulo tres problemas que aparecen en los últimos años al tratar de en-
. di Salm" 1_,-.aye · o ' ' tender a dónde nos conduce la globalización. Uno es el que a veces se re-
nos o colombianos, , igamos .. snse una audiencia diseminada. .
tran en el mercado estado:u~de .l't"cos fnancistas y académicos piensan sume como la oposición entre lo global y lo local, y que a mi manera de ver
En rigor, sólo una íranja e pl~z~~ió~ c;rcular, y ni siquiera son may_oría conviene caracterizar como los diversos niveles de abstracción y concre-
en todo el mundo, en una globa . . . '-'·a\izaciones·tnngwcrnles:····· ción en que se reorganizan la economía, la política y la cultura en una épo-
f · les··Ehesto·imagma gruu ca globalizada. La segunda cuestión, entretejida con la anterior, es si se
en sus campos pro esiona . . . ios sobre lo global muestra las de-
Lá amplitud o estrechez de los imalg1l~an rse economía y cultura globales. puede revertir la sensación de impotencia política en que nos sumerge la
l que sue e íarna · experiencia cotidiana de que las decisiones principales son tomadas en lu-
sigualdades de acceso a o . t . iriar ios se percibe que la gleba-
. · ·tat1va en re uuag ¡ gares inaccesibles y hasta difíciles de identificar. En tercer término, explo-
En esa competencia mequ1 t M chos globaiizadores andan por e
lización es y no es lo que ?ro~1_e e. u ro consecuencias teórico-metodológicas de estas dificultades para los estu-
mundo fingiendo la ~lobahzac10n. ínados no p•.u!uen prescindir de lo dios transdíscíplinarios, que pueden resumirse en los desafíos de trabajar
Sin emb:irgo, aun ros pcb1es ,:, margn . ros llezan al norte de México con los datos de la economía y la política de la cultura a la vez que con las
global. Cuando los migran tes btmoamen~a~ 11pre¡a donde consiguen tra- narrativas y metáforas en que se imagina la globalización.
o al sur de Estados Unidos descub:en qu:l ªos. ide los que salieron de su país En el segundo capítulo analizaré qué consecuencias tiene que la globa-
· sa Ademas mue 1 . , ,, , Iización sea un "objeto cultural no identificado". Algo se aclara distin-
bajo es coreana o ppone · ' "la glübalizac1on cerro
d · ·' trema porque , ' guiendo entre internacional, transnacíonal y global. Aun así, la globaliza-
debieron llegar'.ª esa e~1s10n ~~ia ~ Centroamérica, o sus efectos -<:om-
puestos de trabaJO en Perú. Colo d . do insegura la sociedad en ción no es un objeto de estudio claramente delimitado, ni un paradigma
binados con dramas locales- vulvieron emas1a científico ni económico, político ni cultural, que pueda postularse corno
la que siempre vivieron. b . Hollywood esa "casa sirn- modelo único de d~sarrollo:Debemos aceptar que existen múltiples narra-
id se que tra aja en ' , d
Un cineasta esta d ouru en '. . idea de la posicion e tivas sobre lo que significa globalizarse, pero en tanto su rasgo central es
_ . " ya no tiene 1 a misma I
bólica del sueno americano ' l Estudios Universal fueron intensificar las interconexiones entre sociedades no podemos instalarnos
d de que sabe que os -
su país en el mun d o es L d haber pensado tantos anos en la variedad de relatos sin preocupamos por su compatibilidad dentro
· l · poneses. uego . e . b de un saber relativamente universalizable. Esto supone discutir las teorías
compra~os por capita es J3 , Oriente tradicional, el avance japones so re
que Occidente era modern?) id tales obliga a preguntarse, con Da-
Estados Unidos y otras regiones occi ~n
14 La globalización imaginada
Culcura y pollcica en los imaginarios de la globalización
15
sociológicas y antropológicas, y también ocupamos de las narrativas y me- esas páginas_está pre~c~pada, más que por lo verdadero O Jo falso, por
táforas que vienen construyéndose para abarcar lo que queda suelto en las dar_ ~ma version verosímil de los dilemas en que hoy se mueve la investí-
grietas e insuficiencias de las teorías y las políticas. En los relatos e imáge- gacron.
nes aparece lo-que la globalización tiene de utopía y lo que no puede inte- Las diferentes m~neras de globalizarse, o de pasar de la hegemonía eu-
grar, por ejemplo las diferencias entre anglos y latinos, los desgarramien- ropea a la estadourndense, se aprecian en el sexto capítulo al comparar Jo
tos de la gente que migra o viaja, que no vive donde nació y se comunica que.sucede. en las ar~es?' las industrias culturales. La aplicación de forma-
con otros a los que no sabe cuándo volverá a ver. Las metáforas sirven pa- tos mdustn_ales Y cnlenos transnacionales de competencia a las artes vi-
ra imaginar lo diferente y las narraciones ritualizadas para ordenarlo. suales y la literatura está modi!ic~do su producción y valoración, aunque
· Luego, los capítulos tercero y cuarto intentan caracterizar la globaliza- la ma~or part~ de las obras artísticas siga expresando tradiciones naciona-
ción posible en Occidente mediante interacciones entre Europa, América les Y circule.solo dentro del propio país. La industria editorial está organí-
Latina y Estados Unidos. Trato de ver cómo las migraciones antiguas y las z~_da por e~itoras _tra~~n~cionales,que agrupan sus catálogos y la distribu-
recientes configuran los modos de mirarnos. Las narrativas formadas en cion en. regiones !m~u1sticas.Donde se ve más efectiva la globalización es
los intercambios mercantiles y simbólicos, desde el siglo XVI hasta media- do el mundo aud10v1sual: música, cine, televisión e informática están sien-
dos del XX, parecen reproducirse en los estereotipos de las últimas déca-
das globalizadoras: discriminación del norte hacia los latinoamericanos,
f reordena?os, desde ~nas ~ocas empresas, para ser difundidos a todo el
P aneta. El sist~~~ mu1t1n:1e~1a que parcialmente integra estos cuatro cam-
admiración y recelo a la inversa. Sin embargo, la lectura puede ser más pos ofrece ~0~1?1hdades meditas de expansión transnacional aun en las
compleja si pasamos de leer la confrontación entre identidades a examinar cultt~ras penfencas. Pero también crea, en el caso latinoamericano, depen-
los procesos culturales que nos vinculan o nos alejan. Las identidades pa- dencias mayores de las ~ue hemos tenido en las artes visuales con Francia
recen incompatibles, pero los negocios y los intercambios mediáticos cre- Y ~ho~a con Est~dos Umd~s, y de las que existen con España en el mundo
cen. A fin de comprender este desfase entre ideologías y prácticas, analizo e?1tor~al.':"_demas de exammar diferencialmente los desafíos de la transna-
cómo las políticas de ciudadanía trabajan con los imaginarios sobre lo se- c1onahz.ac1ono la globalización en cada área de la cultura, voy a explorar
mejante y lo diferente en Europa, Estados Unidos y tres países latinoame- laf t~ns1ones. ge:1e.radas entre la homogeneización y las diferencias en las
ricanos: Argentina, Brasil y México. Sigo las críticas hechas en cada caso a re aciones as_imetn~ªS:-1.!xistentes entre países y regiones.
las contradicciones de esos modelos, la dificultad de conciliarlos y, a la vez, _En e~ capitulo séptimo me ocuparé de las ciudades, porque desde ellas
la necesidad de lograr acuerdos en un tiempo en que la globalización acer- se imagm~ lo global. Sobre todo en las grandes urbes se articula Jo local
ca a naciones distantes. Me pregunto cómo construir una esfera pública con l~ nacional Y con .los movimientos globalizadores. Al analizar qué se
transnacional donde las concepciones culturales, y las políticas consi- n:~es1ta fara ser una ciudad global y cómo se diferencian las del "primero"
guientes, no sean inconmensurables. Cuatro modelos r-ntran en juego: el Y., tercer mundo, captamos problemas clave de la dualización y segre a-
sistema republicano europeo de derechos universales, el separatismo rnul- ~IOn provo':ados por los procesos globales. Veremos también las oportu~i-
ticulturalde Estados Unidos, las integraciones multiétnicas bajo el Estado- .ade~ ambivalentes de renacimiento urbano que brinda la inte_gración a
nación en los países latinoamericanos, y-cruzando a todos- la integración circtutos decomerrín Y consumo, de gestión e información transnacional
multicultural auspiciada por los medios de comunicación. Cosmop_oht1sm~cultural en el consumo con pérdida de empleos, aumen-
En el capítulo quinto propongo un intermedio narra~ivo ~ se~ificcio:1.ªl. to de la insegurídad y degradación ambiental.
Así como en las historias de vida se construyen personajes-síntesis, aqui m- Propon?? en el octavo capítulo una agenda polémica de Jo que podrían
tenté imaginar los desencuentros de un antropólogo latinoamericano, un ser la~ pol'.tic_as culturales en tiempos globalizados. Cómo reconstruir el
sociólogo europeo y una especialista estadounidense en estudios c~1ltura- ~~pacio público, prom?ve~ un~ ciudadanía supranacional, comunicar
les. Dado que no se puede ahora problematizar la relación de las t~?nas con renes '( ~ensaies a audiencias diseminadas en muchos países, repensar Ja
sus condiciones sociales de producción refiriéndolas sólo a la nación, la cla- poten':1ahdad de las culturas nacionales y de las instituciones regionales y
se o la universidad en que son elaboradas, incorporo la vida cotidiana de mun~1ales, so:1. algu~os de los desafíos analizados. Discuto por qué las
investigadores que viajan y tienen acceso a experiencias transnaci~nales Y cuestiones estéticas tienen hoy interés central para la política y qué puede
flujos deslocalizados de información. Se trata de un relato construido con hacerse con esta preocupación en una economía cultural de mercado.
algunos datos biográficos, míos y de otros, pero eso importa poco porque
la discusión sobre las ciencias sociales y los estudios culturales que recorre
16 L, globalización imaginada
Cultura y polícica en los imaginarios de la globalización 17
PIUMERAS CUESTIONES DE MÉTODO
ñalar, sin ~re tensión de se: exhaustivo, conversaciones con Hugo Achugar,
Hay varios problemas difíciles de resolver al seleccionar _n~rrativas y Arturo Arias, Lourdes Anzpe, Lluis Bonet, Heloisa Buarque de Holanda,
metáforas, al interpretarlas y vincularlas con datos d_uros. Los ire plante_an- Ramón de la Campa, Eduard Delgado, Aníbal Ford, Juan Flores, [eanPran-
do, según la oportunidad, en diversos capítulos. (?Lllero ocuparme aqu1 de ~o, Alej_andro ~rimson, Fredric Jameson, Sandra Lorenzana, Mario Margu-
uno básico. ¿Por qué elegir los hechos, relatos y símbolos que aparecen en lis, Jesus Martín Barbero, Daniel Mato, Walter Mignolo, Kathleen New-
este libro sobre migrantes e interculturalidad, sobre las relaciones entre man, Renato Ortiz, Mary Pratt, Nelly Richard, Renato Rosaldo, Beatriz
Europa, América Latina y Estados Unidos, cuando existen tantos otro~? Sarlo, Amalia Signorelli, Saúl Sosnoski y George Yúdice.
Es obvio al ver la cantidad de páginas de este volumen, que no trate de Contribuyeron a la preparación de este libro las condiciones de inves-
escribir un; enciclopedia de los relatos y metáfor~s acumulados so_bre ~a- tigación y ?ocencia 9ue me brindó la Universidad Autónoma Metropolita-
le~ temas. Digo c~áles fueron las reglas para seleccionar l?s que aqu_1 ~stan: na de México, especialmente el Departamento de Antropología, y el diálo-
a) Elegí, después de varios años ~e lecturas d~ estudios elnograf11co~ y go con los compañeros del Programa de Estudios sobre Cultura Urbana,
crónicas, y decenas de entrevistas a informantes mterett!~1rales de_\ anos cuyos m_ie~bros y publicaciones conjuntas aparecen más adelante. El apo-
países, un repertorio que me parecía representati~o de( universo existente; Y.º econorruco de la UAM en el año sabático 1996-1997, junto con el propor-
tratando de abarcar, más que la diversidad de situaciones, estructuras_} cíonado por el Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos facili-
transformaciones emblemáticas. taron búsquedas de campo y entrevistas, en ese período, en estos dos
b) Me interesaron, sobre todo, los hechos, 1_1arrativ~s y metáforas_ ;ue países. Para avanzar en cuestiones fronterizas, multinacionales y de políti-
condensan aspectos centrales de las relaciones mternac1or1_ales y los div er- ca cultural _fu_eron significativos los diálogos con Rainer Enrique Hamel,
sos modos de imaginar la globalización :--O sus fo_rmas equ1val:ntes en me- Eduardo Nivón, Ana Rosas Mantecón, Tomás Ybarra Frausto, José Manuel
nor escala: confrontaciones y acuerdos intemacionales o regionales- que Valenzuela y Pablo Vi!a. El estudio de las experiencias artísticas de inSITE
ponen en crisis las maneras habituales de ~oncebirla~. , en la frontera mexicano-estadounidense, que me permitió elaborar buena
e) Presenté esta selección y parte de las mter~r~tac1on_es que aqu1 se_lee- parte de lo que expongo sobre imaginarios globales, debe mucho a las con-
rán en conferencias en Estados Unidos, en América Latina (Buenos A_1res, versacíones con Carmen Cuenca y Michel Krichman, coordinadores de ese
México, San Pablo) y en congresos internacionales de latinoamencamst~s programa. André Dorcé y Luz María Vargas apoyaron con eficiencia la edi-
ción de este libro.
europeos (Halle, 1998), canadienses (Vancouver, 1997), d~ LASA (Latín
American Studies Association) (Chicago, 1998), de estudios cultu~ales .. En_tramos posteriores de este libro, y en el apéndice, analizaré otras jus-
(Pittsburgh, 1998), y en congresos de antropólogos de Estados. Umd~s ti~cac1ones ~e :sta selección de hechos, relatos y metáforas, y apuntaré
(1996), del Mercosur (1997), de Colombia (19?7), así como en un s1m~os10 mas reconoc1m1entos personales e institucionales. Se verá, entonces, que
sobre fronteras de varias regiones (Buenos Aires, 1999). ~n esa~ _reuniones no es un dato secundario haber vivido en México los últimos veintitrés
recogí relatos de otras investigaciones que desafiab~ rru seleción, Y tam: años, como extranjero más o menos mexicanizado, que no deja de ser ar-
bién críticas a mis interpretaciones. Quedan en este libro unos pocos fr~g gentin?, y tiene "coml:'atriotas" nacidos en México y en otros países, cuya
mentes, reescritos, de aquellas conferencias. Sin duda, esta~ confrontac_10- cercanía rmpulsa a quitar a esa palabra las comillas.
nes podrían multiplicarse, la selección y las interpretaciones podrían Sería contradictorio con las tesis y la metodología de este libro desco-
afinarse refutarse y ser contrastadas en más escenarios, y hasta propone~- nocer esta heterogeneidad o pretender hablar desde uno solo de estos lu-
se otras ,diferentes. Es claro que la muestra ofrecíid a en es t as pagm
- · as confi-
. gares. Por eso explicitaré en varios momentos, usando una expresión de
ra un cierre transitorio para efectuar una "totalización" a_rgu_men~ativa, Tzvetan Todorov, lo que yo supongo que significa "este encuentro de cul-
~ enciclopédica, a fin de publicarla y difundirla para seg_mr d1scut1::d:~ turas en el interior de uno mismo" (Todorov, 1996: 23). Si es complicado si-
De todas maneras, hay cierto esfuerzo por pensar en coniu~to, ya q tuarse en la interacción entre diversos patrimonios simbólicos, aún más ar-
trata de un libro y no de una colección de artículos y po~enc1as. _ duo sería pretender estudiar estos temas desde un único observatorio
Como comprenderán por las reuniones en que ~e~al1 parte d~ este trae nacional o étnicó. "Lo que hace que yo sea yo, y no otro -escribe Amín
bajo sería demasiado extensa la lista de reconocimientos a q_u1enes 1:1 Maalouf al comienzo de su libro Identidades asesinas-, es ese estar en las lin-
ayudaron a pensar y repensar lo que aquí se dice. Se encontraran ~enc10: des de dos países, de dos o tres idiomas, de varias tradiciones culturales"
nes abundantes en la bibliografía utilizada a lo largo del texto. Quiero se (Maalouf, 1999: 19). Como a él y a otros que comparten esta ubicación in-
tercultural, a mí me han preguntado: "en el fondo, ¿qué es lo que te sien-
18 La globalización imaginada

tes?". El autor líbano-francés dice que durante mucho tiempo esa pregun- I. NARRATIVAS, METÁFORAS y TEORÍAS
ta lo hacía sonreír. Ahora la considera peligrosa por la suposición de que
cada persona o cada gmpo tiene una "verdad profunda", una esencia, de-
terminada desde el nacimiento o por una conversión religiosa, y que uno
podría "afirmar esa identidad" como si los compatriotas fueran más im-
portantes que los conciudadanos (que pueden ser de varios países), como
si las determinaciones biológicas y las lealtades infantiles prevalecieran so-
bre las convicciones, preferencias y los gustos que uno fue aprendiendo en
varias culturas.
Quienes son "personas fronterizas", dice Maalouf, pueden sentirse mi-
noritarias y a menudo marginadas. Pero en un mundo globalizado todos
somos minoritarios, incluso los angloparlantes, al menos cuando se acep-
tan los muchos componentes de la propia identidad e intentamos enten-
dernos sin reduccionismos .. Aunque algunos son más minoritarios que
otros. En fin, se trata de pensar las paradojas de ser a la vez árabe y cris-
tiano, argenmex o mexiconorteamericano, brasiguayo (los 500.000 brasile-
ños que viven en Paraguay) o francoalemán. Y también las diferencias en-
tre estas fusiones-desgarramientos. No se arreglan diciendo que dos más
dos es esto o lo otro, ni por decisión de un tirano ni por heroísmo indivi-
dual. Esas tensiones interculturales son hoy también uno de los objetos
más fecundos de investigación y una oportunidad para construir sujetos
colectivos, políticas abiertas y democráticas.

México, D. F., septiembre de 1999


Capítulo 1

GLOl3ALIZARNOS O DEFENDER LA IDENTIDAD:


CÓMO SALIR DE ESTA OPCIÓN

Cuando escuchamos las distintas voces que hablan de globalización, se


presentan "paradojas". Al mismo tiempo que· se la concibe como expan-
sión de los mercados y, por tanto, de la potencialidad económica de las so-
ciedades, la globalización estrecha la capacidad de acción de los Estados
nacionales, los partidos, los sindicatos y en general los actores políticos
clásicos. Produce mayor intercambio transnacional y deja tambaleando las
certezas que daba el pertenecer a una nación.
Se ha.escrito profusamente sobre la crisis de la política por la corrup-
ción y la pérdida de credibilidad de los partidos, su reemplazo por los me-
dios de comunicación y por los tecnócratas. Quiero destacar que, además,
transferir las instancias de decisión de la política nacional a una difusa eco-
nomía transnacional está contribuyendo a reducir los gobiernos nacionales
a administradores de decisiones ajenas, lleva a atrofiar su imaginación so-
cioeconómica y a olvidar las políticas planificadoras de largo plazo. Este
vaciamiento simbólico y material de los proyectos nacionales desalienta el
interés por participar en la vida pública. Apenas se logra reactivarlo en pe-
ríodos preelectorales mediante técnicas de marketing.
La cercanía con el poder en los regímenes democráticos de escala nacio-
nal se conseguía mediante interacciones entre organismos locales, regiona-
les y nacionales. Las formas de representación entre los tres niveles no
siempre fueron fieles ni transparentes, ni con adecuada rendición de cuen-
tas de los organismos nacionales a los ciudadanos. Pero los simulacros y
las traiciones eran más fáciles de identificar que en las relaciones lejanas
existentes hoy entre ciudadanos y entidades supranacionales. Las encues- ·
tas hechas entre las poblaciones involucradas en la Unión Europea, el Tra-
tado de Libre Comercio de América del Norte y el Mercosur revelan que
la enorme mayoría no entiende cómo funcionan esos organismos, qué dis-
cuten ni por qué adoptan las decisiones. Ni siquiera muchos diputados de
los parlamentos nacionales parecen captar qué está en juego en delibera-
ciones complejas, cuya información sólo es manejada por élites políticas
transnacionalizadas, o por expertos, únicos poseedores de las competen-
cias necesarias para "resolver" los problemas europeos, norteamericanos o
latinoamericanos, y aun para establecer el orden de las agendas.
Globalizamos o defender la identidad· . cómo sa liir d e esta opción
. 23

22 La globali1.ación imaginada compartían ese optimismo. Los resultados de . . .,


a los gobernantes en esa Cumbre d S . esta indagación, entregados
· . e antíago decía
INTEGRACIÓN DE CIUDADANOS O LOBBYEMPRESARIAL ciento creta que su país estaba d ' n que apenas el 23 por
. ..
esa aprec1ac1on empeoró respecto de 1996
progresan o y en
L . · t d
c~s1 .º as las naciones
l. ¿Cómo reaccionan las sociedades latinoamericanas, que en los últi- mos encuestados consideraban . . as instituciones que los mis-
. . con mas poder (gob ·
mos cincuenta años mudaron la mayor parte de su población del campo a sas, mil_1tares, bancos y partidos olítico ) terno, grandes empre-
las ciudades, basándose en el desarrollo industrial sustitutivo y en espa- se confiaba. Las crisis de gobernabílída s eran aquella~ en las. que menos
cios de intermediación modernos, al afrontar este súbito reordenamienlo mento del desempleo y la pobr fu d, las devaluaciones, junto al au-
. eza, eron alguno d I h
que en una o dos décadas desmonta esa historía de medio siglo? Se desin- . u¡eron a un número creciente a dudar d · 1 s e . os echos que con-
d
dustrializan los países, las instancias democráticas nacionales se debilitan, ra: el porcentaje fue menor en lo , e a democracia y pedir mano du-
. · · · s pa1Ses que h bí l"d
se acentúa la dependencia económica y cultural re_specto de los centros a_nte7 de dictaduras militares (Argentina Chile a ia~ sa i o pocos años
globalizadores. Pero a la vez las integraciones económicas y los convenios ficatívarnente en otros entre el! p ' y Brasil), pero subía signi-
. . ., ' os araguay y M , ·
de libre comercio regionales generan signos de esperanza. Después de la mocratizacíón incipiente. De 1996 199 exico, con procesos de de-
fatigada historia de promesas sobre "la Patria grande" y los fracasos de una solución "autoritaria" pasaron ~el 2/at~; para~uayos partidarios de
tantas conferencias intergubernamentales, encuentros de presidentes, mi- del 23 al 31 por ciento. Salvo C t R. por Ciento, y los mexicanos
. os a rea y Uruguay. d d 1
nistros de economía y cultura, la rapidez con que están avanzando el TLC, en e sistema político seguía . d · , on e a credibilidad
1 . sien o a 1 ta en el t d , .
Mercosur y demás convenios regionales estimula expectativas. por ciento se mostraba "po d ' . res o e América Latina el
A principios de la década de los noventa pudo pensarse que los Estados
I65 d
a emocracia (Moreno,
co o na a satisfe h " l
e o con e desempeño de
1998: 4).
latinoamericanos estaban reordenando con rapidez las economías nacio- Como revela la misma encuesta 1 .
nales para atraer inversiones y volverlas más competitivas en el mercado tura política de los ciudadanos 'e ª:1mento del autoritarismo en la cul-
bi va asociado a la c · ·, d
global. Pero desde la crisis mexicana de 1994 hasta la ocurrida en 1998- remos cada vez disponen d onviccion e que sus go-
d . e menos poder De 1996 199
1999 en Brasil, con efectos desestabilizadores que resuenan en toda la región, e quienes creían que el gobierno era el · , a 7 el porcentaje
y aun en las metrópolis, queda a la vista la baja confiabilidad y el escaso 60 al 48 por ciento. Aumentare act?r m~ poderoso descendió del
· . n, en cambio qmen .
poder de los gobiernos. Los acuerdos de integración intergubemamentales ecisiones para decidir el fut . , es sostuvieron que las
¡d uro van siendo ad t d
se revelan como apoyos a la convergencia monopólica de los sectores em- as empresas transnacionales , co n aumento de partí op a · as cada · , . vez . . más por
presariales y financieros más concentrados. Las evaluaciones académicas
Al ver que el alejamiento político la . ic1pacron militar.
de nuestras frágiles aptitudes para construir, mediante integraciones con- lo engendran descreimiento sin t yb Is d~s1gualdades acentuadas no só-
' 0 ur u encias en 1 , 1 ·
tinentales, instancias que fortalezcan a las sociedades y culturas latinoa- en 1 as economías, alto abstencionismo el as c~pu as financieras y
mericanas (McAnany y Wilkinson, 1995; Recondo, 1997; Roncagliolo, bases sociales, hay que pregunt . ectoral y estallidos erráticos de las
b arse s1 este modo · · d
1996), no permiten ser optimistas. Tampoco los datos de estudios recientes go emable. O simplemente si la l bar ., injusto e globalizar es
que registran la suspicacia de trabajadores y consumidores cuando escu- gún el lnjorme sobre Desarr:o,llo H g o izacion, hecha así, tiene futuro. Se-
umano en Chile d d
chan a los empresarios y gobernantes anunciar la nueva vía para moder- apertura económica habría sid , . , on e supuestamente la
1 o mas exitosa la ·
nizarse con la doble fórmula de "globalización e integración regional". Se ~ente la inseguridad por la delinc . , s ~x?ectat1vas son que au-
ohserva un desencuentro entre lo que las élites económicas o políticas pre- inestabilidad económica El 1 t uencia, las cnsis de sociabilidad y la
· ma es ar aument t bié
dican y lo que opina la mayoría de los ciudadanos. e~_cuesta, por "el temor a sobrar" {PNUD 19 .ª am ien, como señala esa
En abril de 1998 se desarrolló en Santiago de Chile la II Cumbre de las c1~n de este informe, Norbert Lechner ~b 98. 115-126). En ~n~ interpreta-
Américas, en la cual Estados Unidos -en alianza con varios gobiernos lati- mico del 7 por ciento anual y t b serva que el crecimiento econó-
- o~ ~~=t .
noamericanos- impulsó la creación de un Á:rea de Libre Comercio de las acompanadas por un difuso malestar ue n_a_s rnacrosociales van
Américas para ir liberalizando los intercambios. Se proponía integrar para otro, a la exclusión y al sinsenlid L q s_e ~amf1esta como miedo al
el año 2005 las economías nacionales de la región con el fin de favorecer nización y la apertura del país1a: l~~ elstad1stJcas afirman que la moder-
me joro· - 1 os indicadores
· · 10
las importaciones y exportaciones, y mejorar la posición del continente en de salud ,,5.P e bacceso a empl eos Y e d ucacion, ., y
turo". La globalización es ",,1:v_dm em argo, la gente desconfía ... del fu-
las disputas globales. 1 a como un · ·,
Sin embargo, una gigantesca encuesta realizada en noviembre y di- ( echner, 1999: 187 y 192). ª mvasron extraterrestre"
L
ciembre de 1997 en diecisiete países de la región por la Corporación Lati-
nobarómetro, aplicando 17.500 entrevistas, reveló que los ciudadanos no
24 La globalizacién imaginada
Globali1.arnos o defender la identidad: cómo salir de esta opción 25
¿Qué se puede esperar de este debilitamiento de los Estados naciona- da con marcos normativos.comunes r .
les, de la impotencia ciudadana y de la recomposición globalizada del po- ges y Eureka que favorecen lasco rodt.1~cfgramasco~10 Me~1a, Euroima-
der y de la riqueza? ¿Qué implica este proceso en la cultura, y sobre todo en esa región y su círculacíon e11 Ip , ones de las industrias culturales
en su zona más dinámica e influyente: las comunicaciones? La globaliza- , os pa.ses que la cornp
mas que la defensa retórica de la identidad . one;1, o sea ~ucho
ción, que exacerba la competencia internacional y desestructura la produc- danos de los quince países com t . En la misma !mea, los eluda-
ción cultural endógena, favorece la expansión de industrias culturales con una bandera y un himno de Europar en/m pa~apo~te europeo, se crearon
capacidad a la vez de homogeneizar y atender en forma articulada las di- (el afio europeo del cine de las pa, ~de d1¡aron enfas1~ anuales compartidos
versidades sectoriales y regionales. Destruye o debilita a los productores • 1 egun a en los cammos) f ,
tudios periódicos para identificar ,, . . , , . Y se e ectúan es-
poco eficientes y concede a las culturas periféricas la posibilidad de encap- gas, 1996). La instalación· del euroucnoa opm1ondpt~bl'.caeuropea" (Mora-
sularse en sus tradiciones locales. En unos pocos casos, da a esas culturas mo mone a uruca a ti d
p_roceso que culminará en el 2002 con la d .. , par rr e 199 9,
la posibilidad de estilizarse y difundir su música, fiestas y gastronomía a nori.ales, afianza la uniflcacíón , . esapanc10n de las monedas na-
. economíca y tiene h t .
través de empresas transnacionales. para la comunidad simbo'Ji'ca id tit . E ter es consecuencias
. . 1 en 1 ana. stos cambí .
La concentración en Estados Unidos, Europa y Japón de la investiga- d1fund1dosy explicados con ilustraciones didá ti JOS son ampliamente
ción científica, y de las innovaciones en información y entretenimiento, res. Sin embargo, los periodistas conceden I ac reas ~ara todos lo~ electo-
acentúa la distancia enlre el Primer Mundo y la producción raquítica y de- tos acontecimientos y confiesan s d ifi /~co espacio a la mayona de es-
sactualizada de las naciones periféricas. Aun respecto de Europa, se agra- de los diarios. Analistas preocu a~os 1 ~~ ta p~r~ tr~~ucirl~s al lenguaje
va la desventaja de América Latina, como se aprecia en relación con el de- tan si la comple¡'idad t '. . d P1 P !ª P~~tic1pac1onsocial se pregun-
ecruca e a europe1zac1ond J lf · ,,
sarrollo demográfico: nuestro continente abarca el 0,8 por ciento de las tradictoria con el ideal de d e a po ítica no es con-
exportaciones mundiales de bienes culturales teniendo el 9 por ciento de en la capacidad de cada un~:: em~crac!a ft'.~dada en la transparencia y
la población del planeta, en tanto que la Unión Europea, con el 7 por cien- go en el deb~te" (Abéles, 1996: 1~~~~ er sin dificultad a lo que está en jue-
to de la población mundial, exporta el 37,5 por ciento e importa el 43,6 por De estudios antropológicos y soci !' . .
ciento de todos los bienes culturales comercializados (Carretón, 1994). pea surge que los programas destinado~ i~1cos sob~e la mtegración euro-
no son suficientes para superar la dist . constnur proyectos comunes
2. ¿Tiene mayor consenso ciudadano la integración supranacional en ~eres o de los gobernantes y la de los :u~ª ;ntre la Europa de los merca-
las metrópolis? Los estudios sobre la Comunidad Europea muestran difi- trnente se viene reconociendo 1 a anos. Pese a que en ese con-
cultades para construir una esfera pública, con deliberaciones democráti- imaginaria en las integraciones esJ'apel ~e la cultura y de la dimensión
cas, debido a que en los acuerdos y organismos supranacionales -más aún dos regionales la formación d rranac1onale~ más que en otros acuer-
en los de cada país- la negociación prevalece sobre los mandatos de los re- no basta para , ue la , ~ e e~e:1tos de identificación compartida
presentantes, los compromisos entre grupos empresariales sobre los inte- Una explicació~ posib~:Sor~~e mterionce esta nueva escala de lo social.
reses públicos mayoritarios, y el cabildeo (o "lobbysmo") sobre las instan- taristas de integración si nJ sen\ ogra~ {:lllcho estos programas volun-
cias de gobierno regional o continental. ¿En qué se convierte la política, sea, con las diferencias y los conñí ~ que acer con la heterogeneidad, o
pregunta Marc Abéles, cuando en Bruselas, alrededor de los organismos tidad homogénea. re os que no son reductibles a una íden-
comunitarios, florecen más de diez mil consultores, abogados y expertos, Muchos intelectuales y científicos s . 1 .
a veces representando a grupos territoriales, en otros casos como técnicos
agrícolas, financieros o jurídicos dispuestos a vender sus servicios a emba-
jadores, ministros, sindicatos, periodistas, empresarios, e incluso a varios
guas europeas, señalan como Ja~e f.
nen en torno de la revista Libe dít da n es, ~or ejemplo quienes se reú-
J a po~ Pierre B~urdieu en diez len-
pred_omi_nio de la integración monet:~~ I~at~;ª del bajo consenso social el
a la vez? "La política se identifica cada vez más con una práctica de lobby" sobre la mtegración social. Cuestí 1' e la_Europa de los banqueros",
(Abéles, 1996: 102). a partir de una teoría globalizad tonan a capacidad de crear lazos sociales
En la Unión Europea se ha intentado reducir la opacidad de los acuer- económicos los costos sociales 1::ª q~e no toma en cuenta en los cálculos
suicidios, alcoholismo y droga'd. :~s oAs en enferm~dades y sufrimientos,
dos supranacionales y acercarlos a la comprensión ciudadana. Al estable-
cer, junto a los arreglos comerciales, programas educativos y culturales , . icc1on. un en sentido l . t
norrucn, es una política errada ,, . es ne amente eco-
que abarcan a los quince países miembros, se busca integrar a las socieda- considera los costos de sus acc,ionnoesnec~~-aname~te económica", la que no
des. La formación de "un espacio audiovisual europeo" ha sido sustenta- I os birenes, por tanto en policía" la en ti msegundad de I as personas y de
, que rene una definición abstracta y es-
26 La globalización imaginada Globalizamos o defender la identidad: cómo salir de esca opción 27

trecha de eficiencia -la rentabilidad financiera de los inversores-y descui- vez más para otros, n~ siquiera para patrones o jefes identificables, sino pa-
da la atención de los clientes y usuarios (Bourdieu, 1998: 45-46). ra empresas transnac1onales, ~antasmáticas sociedades anónimas que dic-
Las once lenguas que se hablan en el Parlamento Europeo correspon- tan desde lugare:5p~co _co'.1oc1dosreglas indiscutibles e inapelables.
den a diferencias culturales que no se disuelven con los acuerdos econó- Cada vez esta ~1as limitado lo que los sindicatos pueden negociar, y a
micos de integración. Algo semejante ocurre con la diversidad de idiomas eso las empresas sin rostro, con marca pero sin nombre le llaman "fle ibi-
1" 1 b · u
izar e tra. ~J? . En verdad, lo que se vuelve -más que flexible-- inestable
- , XI I
y los antagonismos culturales y políticos entre estadounidenses y latinoa-
mericanos (protestantes vs. católicos, blancos vs. "hispánicos" e indios). es la c?nd1c'.on laboral; el trabajo es rígido porque es inseguro, hay que
Asimismo, con las marcadas diferencias entre latinoamericanos que se ha- c~_mphrestncta~ente los horarios, los rituales de sometimiento, la adhe-
cen presentes en las negociaciones económicas y se vuelven más rotundas sion a t_m orde:1 ajeno gue el trabajador acaba interiorizando para no que-
en cuanto se quieren aplicar las decisiones tomadas por las· cúpulas de go- ·- darse sin salano._ Re~t'.erdo,entre_ muchos ejemplos recogidos en la litera-
bernantes y expertos. Los pocos estudios etnográficos y comunicacionales tura sobre globalización, este que cita Ulrich Beck: "Son las veintuna diez·
realizados hasta ahora sobre procesos de libre comercio e integración, que en el ae'.eopuerto b~rlinés de Tegel una rutinaria y amable voz comunic~
retomaré en los capítulos siguientes, muestran cuántos intereses económi- a los fatigados pasajeros que pueden finalmente embarcarse con destino a
cos, étnicos, políticos y culturales se cruzan al construir esferas públicas Hambur?º: La voz p~rtenece a Angelika B., que está sentada ante su table-
supranacionales: demasiado a menudo los intentos de construir ágoras de- ro ~lectromco de California. Después de las dieciséis, hora local, la mega-
sembocan en torres de Babel. f?ma del aere~puerto berlinés es operada desde Califorina, por unos mo-
tivos ta:1 s:nc1llos como inteligentes. En primer lugar, allí no hay que
pagar rungun suplemento por servicios en horas extracomerciales· en se-
CUANDO DAVID NO SABE DÓNDE ESTÁ GOLIAT gundo lugar, los costes salariales (adicionales) para la misma actividad son
cons1derableme~te mucho más bajos que en Alemania" (Beck, 1998: 38-39).
Un obstáculo clave para que los ciudadanos podamos creer en los pro- De mo_~o ª:1alogo, los entretenimientos son producidos por otros leja-
yectos de integración supranacional son los efectos negativos que tienen nos, ta~1b1ensin nombre, como marcas de fábrica -CNN, Televisa, MTV-,
tales transformaciones en las sociedades nacionales y locales. Es difícil ob- cuyo titulo cornpl~to a menudo la mayoría desconoce. ¿En qué lugar se
tener consenso popular para cambios en la relaciones de producción, inter- producen es<?s thrillers, telenovelas, noticieros y noches de entretenimien-
cambio y consumo que suelen desvaloriza-r los vínculos de las personas t~? ¿E~ ~os Angeles, México, Buenos Aires, Nueva York o quizás en estu-
con su territorio nativo, suprimen puestos de trabajo y rebajan los precios dios dIS~muladosen una bahía de Estados Unidos? ¿No era Sony japone-
de lo que se sigue produciendo en el propio lugar. El imaginario de un fu- sa? ¿Que hace entonces transmitiendo desde Miami? Que los conductores
turo económico próspero que pueden suscitar los procesos de globalización del programa hablen españ?l_o inglés, un español argentino O mexicano,
e integración regional es demasiado frágil si no toma en cuenta la unidad _ corno hace tv.fTV para sugenr identificación con países específicos, signifi-
o diversidad de lenguas, comportamientos y bienes cultura/es que dan sig- ca f'.ºc~. ~l f1~ _de cuentas, es más verosímil, más coincidente con esta des-
nificado a la continuidad de las relaciones sociales. Pero los procesos de in- tern~onahzac10n Y esa lejanía imprecisa, cuando se nos habla el inglés des-
tegración más avanzados en la actualidad se realizan entre países que no locahza~o de la CNN, en el español desteñido de los lectores de noticias
cuentan con estas coincidencias culturales. de Televisa o de las series dobladas.
Si esto es así por la distancia que un obrero español, francés o griego Dur~nte la época ~el imperialismo se podía experimentar el síndrome
siente respecto de Bruselas, o los chilenos, argentinos o mexicanos e~ rela- de David fr~nte a Gohat'. per~ se sabía que el Goliat político estaba en par-
ción con lo que se decide en Brasilia o Cartagena, aún mayor es la impo- te e:1 la cap1ta_l de_! propio pais y en parte en Washington O en Londres, el
tencia cuando el referente de poder es una transnacional que fabrica par- G_ohat_comumc~c10nalen Hollywood, y así con los otros. Hoy cada uno se
tes de cada automóvil o cada televisor en cuatro países, las ensambla en d1~ernma en treinta escenarios, con ágil ductilidad para deslizarse de un
otro y tiene sus oficinas de dirección en dos o tres más. Es equivalente, a pais a otro, de una cultura a muchas, entre las redes de un mercado poli-
veces, la distancia que experimentamos con los mensajes que nos trae el te- morfo.
levisor, el cine o los discos, desde lugares no identificables. La pregunta Pocas veces_ ~ociemos imaginar un lugar preciso desde el cual nos ha-
que surge es si, ante esos poderes anónimos y translocalizados, puede ha- blan. Eso co~d1c10nala sensa~i?:1 de que es difícil modificar algo, que en
ber sujetos en la producción y en el consumo. Los trabajos se hacen cada vez de ese programa de televisión o de ese régimen político podría haber
;\. Globalizamos o defender la identidad: cómo salir de esca opción 29
. 28 La globalización imaginada
Ni~gún siglo tuv~ tantos investigadores de economía e historia, antro-
otro. Algunos espectadores intervendrán en esos simulacros de participa- pol?g1a de todas las epocas y sociedades, así como congresos bibliotecas
ción en radios y en las televisaras que son el teléfono abierto o la asisten- rev_1~tas y redes informáticas para conectar esos saberes, para ~oner en re~
cia a los estudios, o serán entrevistados para una encuesta de rating. Esos lación lo qu: sucede en otros lugares de entretenimiento y trabajo del
acercamientos excepcionales al poder, la sensación de ser consultado, no mun??· ¿Que_ s~ pu:de cam~iar, o al menos controlar, gracias a esta proli-
modifican para la mayoría, como se ve por ejemplo en las investigaciones ferac'.~n. multtd1recc1ona_l de mformaciones? ¿Adónde nos conducen la ex-
recientes de Ángela Giglia y Rosalía Winocur, la percepción de que los me- ~a~s1on de las empresas transnacionales, de los mercados y pensamientos
dios hablan desde posiciones inabordables. Sus diseños y sus decisiones se . umcos~ y, del otro lado, la proliferación de las disidencias y sus movimien-
hacen en Jugares inaccesibles, por estructuras organizacionales y no por tos so:1ale~, las solidaridades heterodoxas de las ONG y sus imaginarios al-
personas. . . . . , . tematl~'os. Se duda de que puedan ser en verdad alternativas al compro-
· En otro tiempo, algunos pensamos que los estudios sobre hábitos de b_ar cuantas veces acaban subordinadas al orden totalizador. Al final del
consumo podrían contribuir a conocer Jo que efectivamente qui~ren los re- siglo más p~od1_1cti\'.o en_ innovaciones políticas, tecnológicas y artísticas,
ceptores. Aun estas indagaciones pueden servir para dem?crat1zar l_as po- t~~o parece institucionalizarse precariamente bajo reglas de una reproduc-
líticas cülturales en ciudades; radios o centros culturales mdepend1entes, cien ~ c?rto plazo, desva_~da de proyectos, consagrada a la especulación
en la esfera de lo micropúblico. Pero la mayor parte de las encuestas de au- econorruca o la acumulación de poderes inestables.
diencia no busca conocer los hábitos de consumo, sino confirmar o descon- Tal vez podemos explicar este achicamiento del horizonte social salien-
firmar las preferencias puntuales, ese día y en ese horario. No estudian ne- do de la oposición frecuente entre lo global y lo local. Hay que reelaborar
cesidades de receptores particulares, sino "públicos" o "audiencias" en entonces, de un _modo_más complejo, las articulaciones entre lo concreto y
varios países a la vez. No importa saber algo de su vida cotidiana, de sus lo a~stracto, lo inrnediato y lo intercultural. Es necesario trabajar con las
gustos desatendidos, sino de cómo hacerlos sintonizar con lo q~1e se pro- metaforas a las que se acude para designar los cambios en las maneras de
grama en escritorios y estudios de grabación ignotos y estandarizados. ~acer cultura, co_municarnoscon los diferentes o que imaginamos seme-
Una discusión de fondo sobre el tipo de sociedad al que nos llevan las jantes, Y_ construir co~ceptos q;1e permitan analizar la redistribución que
comunicaciones masivas no puede basarse en estadísticas de rati11g. Nece- en este tiempo g~obahza?o esta ocurriendo entre lo propio y lo ajeno.
sitamos estudiar el consumo como manifestación de sujetos, donde se fa- Como u~a pnmer~ via para organizar esta diversidad de situaciones, y
vorece su emergencia y su .interpelación, se propicia o se obstruye su i1'.te- repensar la impotencia que induce la lejanía o la abstracción de los víncu-
racción con otros sujetos. Quizá la fascinación de las telenovelas, del c_me los, propongo tomar en cuenta el esquema con que Craig Calhoun, y lue-
melodramático o heroico, y de los noticieros de información que_ ~onv1er- go Ulf Hannerz (1998), reformulan la antigua oposición entre Gemeinshaft
ten los acontecimientos estructurales en dramas personales o fam1bares, se Y Gesel/scl_w~, e~tre comunidad y sociedad. La globalización ha compleji-
asiente no sólo en su espectacularidad morbosa, como suele decirse, sino z~do la distinción entre relaciones primarias, donde se establecen vínculos
en que mantienen la ilusión de que hay sujetos que importan, que sufren directos entre personas, y relaciones secundarias, que ocurren entre funcio-
o realizan actos extraordina'rios. nes o_rapeles d~sempeñados en la vida social. El carácter indirecto de mu-
Pero la reestructuración reciente de las relaciones de poder, tanto en el chos mtercan:ib10sactuales lleva a identificar relaciones terciarias, mediadas
trabajo como en el entretenimiento, está reduciendo·cada vez más esta po- por tecnologías y grandes organizaciones: escribimos a una institución O
sibilidad de ser sujetos a una ficción mediática. Es sabido que est~ no ocu- Il~mamos a una oficina y obtenemos respuestas despersonalizadas, del
rre del mismo modo en todos los sectores sociales. Sin negarlo, quiero pro- n:i~smo mod? que cuando escuchamos a un político o recibimos informa-
poner que estudiemos por qué los actores popula~es y _ta~bién (os cien sobre bienes de consumo en radio o televisión.
hegemónicos, los de la política como los de la eco_nom1a, est~~ siendo_ 11'.- _Me interesa, s?bre todo, el último tipo diferenciado por Calhoun, las re-
movilizados por lo que podríamos llamar la atrofia de la accion confhct1- lac10'.1es cuaternan~~, en la_s que una de las partes no es consciente de Ja exis-
va y de la deliberación democrática. No se trata sólo de que las grandes de- ten~ia de la ~~lac10n: acciones de vigilancia, espionaje telefónico, archivos
cisiones sobre los conflictos y sobre el futuro no sean tomadas por de información que saben mucho de los individuos al reunir datos censa-
gobernantes u organismos electos, sino que ni siquiera son plenamente ~;s, d~ ta~etas d_e crédit? y otros tipos de información. A veces se busca
asumidas por "los que tienen agarrado al mercado". [ohn Berger usa e:ta analizar estas interacciones y se nos trata como "clientelas imaginadas"
expresión en vez de "controlan", "porque el azar tiene aquí un papel sig- (Calhoun, 1992; Hannerz, 1998), por ejemplo cuando nos envía propagan-
nificativo" (Berger, 1995: 13).
30 La globalización imaginada
·Globalizarnos o defender la identidad: cómo salir de esta opción 31

da basura una empresa a la que no sabemos quién le dio nuestra dirección das a la global_ización,se trata de indagar si es posible instituir sujetos en
y procura ocultar esta intromisión en la privacidad imitando el lenguaje de estructuras sociales ampliadas. Es cierto que la mayor parte de la producción
las relaciones primarias: "Querido Néstor: teniendo en cuenta la frecuen- Y del consumo actuales son organizados en escenarios que no controla-
cia con la que viajas, tu estilo de vida y el de tu familia, hemos decidido mos,~ a menudo ni siquiera entendemos, pero en medio de las tendencias
proponerte... ", Los datos acumulados con cada uso de la tarjeta de crédito globahzadoras lo_s ac_tores sociales pueden abrir nuevas interconexiones
constituyen un superpanóptico, pero con la peculiaridad de que "al pro- entre culturas y c1rcu1tos que potencien las iniciativas sociales.
porcionar datos para su almacenamiento, el vigilado se convierte en un
factor importante y complaciente de la vigilancia" (Bauman, 1999: 68).
-~ª pregu~ta por los sujetos que puedan transformar la actual estructu-
:ac1on g(o~~hzad_anos llevará a prestar atención a los nuevos espacios de
¿Qu~ podemos hacer con este mundo en que pocos observan a mu-. '.11te,:med1ac1011 cul_turaly sociopolítica. Además de las formas de mediación
chas? ¿Es posible organizar de otro modo los vínculos mediatizados, sus
1~d1cadas-or~~1sm_os tra'.15naci~na(es,consultoras, oficinas financieras y
astucias de simulación para personalizarlos, despegarnos de sus procedi- s'.stemas de vigilancía- existen circuítos internacionales de agencias notí-
mientos de selección y segregación, de exclusión y vigilancia, en breve, re- cresas, de galenas Y museos, editoriales. que actúan en varios continentes
convertimos en sujetos del trabajo y el consumo?
?NG qu~ comunican movimientos locales distantes. Entre los organismo¡
Una reacción posible es evocar con nostalgia la época en que la política
mt~rnac1ona!es Y los ciudadanos, las empresas y sus clientelas, hay ínstí-
se presentaba como el combate militante entre conce~ciones del_ m~ndo e;1- t~c1?nes flex~blesque se manejan en varias lenguas, expertos formados en
tendidas como antagónicas. Otra es replegarse en unidades territoriales, et-
nicas o religiosas con la esperanza de que se acorte la distancia entre quie-
códigos ?~ d1feren~e~ etnias y naciones, funcionarios, promotores cultura-
les Y activistas políticos entrenados para desempeñarse en diversos con-
nes toman las decisiones y quienes reciben sus efectos: escaparse por la
textos. P~ra no fetichizar lo global y, por tanto, polarizar excesivamente
tangente. Comparto la hipótesis de que ambas posturas pueden desarrollar
sus relaciones con lo (oca_!, un principio metodológico fecundo es conside-
tareas productivas para mejorar la calidad de la política (en el primer caso)
rar, :ntre ce_nt~~ Y penfer'.a, norte y sur, la proliferación de redes dedicadas
y para mejorar la convivencia en ámbitos restringidos (~n el segundo); Pe-
a la nego~1~c10~ de la diversidad". George Yúdice emplea esta expresión
ro la viabilidad de esos intentos depende de que trasciendan su caracter
para d~scnb1r c?mo los curadores de exposiciones y las revistas de arte es-
reactivo y elaboren proyectos que interactúen con las nuevas condiciones
tad?urudenses mfluyen en la imagen del arte latinoamericano en Estados
fijadas por la globalización. .
U~~os, en I_a autop~rcepción de los artistas, así como en los criterios de los
Para decirlo rápido: no pienso que la opción central sea hoy defender
p_ubhcos latmoamencanos y estadounidenses, aun en cuestiones ue tras-
la identidad o globalizamos. Los estudios ~ás escla~ecedo_resd~l ~roce~o c1e~?en lo art~stico (Y~dice, ~996). Daniel Mato muestra de qué ':rwdo la
globalizador no son los que conducen a revisar cuestiones identitarias ais-
ª~~10ndel Instituto Sm1thsoruano ha contribuido a reconceptualizar el sig-
ladas, sino a entender las oportunidades de saber qué podemos hace~ Y ser
rufica~o.de los pueblos indígenas de América Latina, las representaciones
con los otros, cómo encarar la heterogeneidad, la diferencia y la desigual-
de e~;c1d~d, genero y las relaciones transculturales entre las Américas, y
dad. Un mundo donde las certezas locales pierden su exclusividad y pue~
t~b~e~ como las represen_taciones de los países centrales sobre los grupos
den por eso ser menos mezquinas, donde los estereotipos con los que nos
periféricos son reform~ladas P?: organizaciones no gubernamentales que
representábamos a los lejanos se descomponen en la medida en que n?s cru- proyectan las perspectivas penfericas a escala transnacional (Mato 1998a
zarnos con ellos a menudo, presenta la ocasión (sin muchas garantías) de yW~~- I

que la convivencia global sea menos incomprensiva, con menores malen-


tendidos, que en los tiempos de la colonización yél im?eria!ism_o.Para ello
es necesario que la globalización se haga cargo de los imagmanos con que Mooos DE IMAGINAR LO GLOBAL
trabaja y de la interculturalidad que moviliza. .
Al desplazar el debate sobre la globalización de la cuestión de l~ iden-
~a globalización_puede ser vista como un conjunto de estrategias para
tidad a los desencuentros entre políticas de integración supranacional Y
r~ahzar la_hegemoi:ua de macroempresas industriales, corporaciones finan-
comportamientos ciudadanos, nos negamos a reducirlo a la oposición glo- c1_eras, ma¡ors del eme, la televisión, la música y la informática, para apro-
bal/local. Buscamos situarlo en la recomposición general de lo abstracto Y piarse de_ los recursos naturales y culturales, del trabajo, el ocio y el dinero
lo concreto en la vida contemporánea, y en la formación de nuevas media- de los paISespobres, subordinándolos a la explotación concentrada con que
ciones entre ambos extremos. Más que enfrentar identidades esencializa- ·esos actores reordenaron el mundo en la segunda mitad del siglo XX.
Globalizamos o defender la identidad: cómo salir de esta opción 33
32 La globalización imaginada
b~lización. L~s sociedades se abren para la importación y exportación de
Pero la globalización es también el horizonte imaginado por sujetos co- b1enes_matenales q_ue van de un país a otro, y también para que circulen
lectivos e individuales, o sea por gobiernos y empresas de los países de- mensajes coproducídos desde varios países, que expresan en lo simbólico
pendientes, por realizadores de cine y televisión, artistas e intelectuales, a proc_e:os de coopera:ión e intercambio, por ejemplo músicas que fusionan
fin de reinsertar sus productos en mercados más amplios. Las políticas trad1c_wnes an_tes ~le¡adas y películas filmadas con capitales, actores y es-
globalizadoras logran consenso, en parte, porque excitan la imaginación cenanos multinacionales, Esta transnacionalización libera a muchos bi _
de millones de personas al prometer que los dos más dos que hasta ahora · 1 es y sim
nes, ~1a t ena · b o'l'reos d e rígidas adscripciones nacionales (un auto-
re
sumaban cuatro pueden extenderse hasta cinco o seis. Muchos relatos de m~v1l Pordno exrresa sólo la cultura norteamericana, ni un film de
lo que les ha sucedido a quienes supieron adaptar sus bienes, sus mensa- Spielberg lo hace únicamente respecto de Hollywood). Los convierte
jes y sus operaciones financieras para reubicarse en un territorio expandi- em bl ema_s d_e un 1magmano
· · · supranacional. Aun lo que persista de la cul-
en
do indican que el realismo de lo local, de quienes se conforman con sumar tura ~ras1lena o mexicana en una telenovela, de la francesa en un perfume
cifras nacionales, se habría vuelto una visión miope. de la japonesa e~ u~ televisor, son integrados en relatos y prácticas quepo~
Vamos a ·tratar de distinguir en varios procesos culturales qué hay de demos ver multiplicado~ en sesent~ o cien sociedades. La época globaliza-
real y cuánto de imaginario en esta ampliación del horizonte local~ nacio- d_a es esta en que, ademas de relacionarnos efectivamente con muchas so-
nal. Habrá que diferenciar quiénes se benefician con el ensanchamiento de c1e~ades, podemos si~ar n~1estra fantasía en múltiples escenarios a la vez.
los mercados, quiénes pueden participar en él desde las economías y cul- A:1 desplega~os, :egun Ar¡un Appadurai, "vidas imaginadas" (Appadu-
turas periféricas, y cuántos quedan descolgados de los circui~os globales. rai, 1996). Lo '.mag1'.1ado pue?e ser el campo de lo ilusorio, pero asimismo
Las nuevas fronteras de la desigualdad separan cada vez mas a quienes es ~l lugar'. dice Et1~nne Balíbar, donde "uno se cuenta historias, lo cual
son capaces de conectarse a redes supranacionales de quienes quedan qmere decir que se tiene la potencia de inventar historias".
arrinconados en sus reductos locales. Con_ la expansión global de los imaginarios se han incorporado a nues-
Si hablo de globalizaciones imaginadas no es sólo por~t'.e la integració'.1 tro horizonte culturas que sentíamos hasta hace pocas décadas a·
n t · t · E jenas a
abarca a algunos países más que a otros. O porque beneficia a s_ectores ~L- '.1es ra. exis e_nc1a. n O ccidente, unos pocos comerciantes, artistas y reli-
noritarios de esos países y para la mayoría queda como fantasía. Tarnbién g10s~s, investigadores y aventureros se habían interesado hasta mediados
porque el discurso globalizador recubre fusiones que en verda~ su~~den, d:l siglo XX por los m~dos de vida del lejano oriente. Ahora la India, [a-
como dije, entre pocas naciones. Lo que se anuncia como globahzacLO~ es- pon, H~n? Kong -:-los ejemplos podrían multiplicarse- se volvieron desti-
tá generando, en la mayoría de los casos, interrelaciones regionales, aha~- n_os turísticos, de inversiones y de viajes comerciales para millones de oc-
zas de empresarios, circuitos comunicacionales y consum_idor~: ~e los pa1- cidentales. Durante los años ochenta y hasta la crisis de mediados d 1
ses europeos o los de América del Norte o los de una zona a~1atica. No ~e novent
, . a, I os ti1?res asiáticos
·• · funcionaron como modelos de desarrollo eeco-
os
todos con todos. Luego de décadas en que acuerdos de libre comercio norruco y suscitaron curiosidad en las élites del Tercer Mundo occident ¡
muestran hasta dónde puede llegar la apertura de cada economía Y cu!tu- P?r su maner~ de relacionar innovación industrial, culturas antiguas y h:-
ra nacional estamos en condiciones de diferenciar las narrativas globahza- bitos de trabajo. Por _no hablar de la expansión de religiones orientales en
doras de la~ acciones y políticas de alcance medio en que esos ima?inario_s ~uropa, Estados Um_dos y :6-~1érica Latina, ni de otros intercambios que
se concretan. Un ejemplo: las cifras de ganancias del sector audiovisual di- instalan en nue~tra vida cotidiana -junto con artefactos japoneses O de Tai-
cen que los países iberoamericanos obtienen el 5 por ciento de lo q~e se wan- resonancias culturales de esas sociedades.
factura en el mercado mundial, pero sabemos que si sumamos los hab1ta~- ~~y ~:icho más que expansión hacia territorios antes ignorados. La in-
tes latinoamericanos, los españoles y los hispanohablantes de Estados Un'.- tensificación de los intercambios, sobre todo con países de regiones veci-
dos somos más de 550 millones. Pensar en la globalización significa expli- nas, replantea los estereotipos que teníamos acerca de ellos. Entend ¡
lob r ., .
camos por qué tenemos un porcentaje tan bajo en la facturación y, al g .ª d
_1zac10~ requ~ere, . ecíamos, explorar cómo están cambiando en
er a
mismo tiempo, imaginar cómo podríamos aprovechar el ser uno de los Am;r~a L~tma losb~magmarios respecto de Europa y Estados Unidos. ¿En
conjuntos lingüísticos con mayor nivel de alfabetización y de consumo ver a es~an cam 1ando_? Vamos a ir examinando qué relatos sobre los
cultural. otr?s persisten (obstaculizando nuevas oportunidades de integración)
No estoy identificando imaginario con falso. Así como se establecí~ que cuales nue_vos se van formando en los intercambios migratorios com · y
I t - ti · , erCia-
las construcciones imaginarias hacen posible la existencia de las soCLeda- es y uns reos recientes. También habrá que ver cómo se modifica la ma-
des locales y nacionales, también contribuyen a la arquitectura de la glo-
Globalizamos o defender la identidad: cómo salir de esta opción 35
34 La globalización imaginada
. . . , . la narran empresarios, ciudadanos o indo- La hipótesis es que las cifras de los censos migratorios, de la circulación
nera de mirar la íntegracion st planetaria de inversiones y las estadísticas del consumo adquieren más
cumentados. . 11 la globalización significa para la mayoría sentido cuando se cargan con las narrativas de la heterogeneidad. En las
En la medida en que egar ª ' · estructuras, reaparecen los sujetos. A la inversa, los relatos enunciados por
. bi n los otros más o menos cercanos, sirve para re-
aumentar el mterc~~1 io col , os de sus vidas. De ahí que las fronteras actores locales dicen más si nos preguntamos cómo hablan, a través de los
var la comprension que eruarn d , dramas particulares, los grandes movimientos de la globalización y los
no . de lo lobal. Por eso buscaremos compren er co-
se vuelvan lalbol ratlorb10sl n las fronteras en la multiculturalidad de las ciu- discursos colectivos que establecen las reglas actuales de la producción y
mo se modu a o g o a e ' ., . las modas del consumo. No es fácil juntar ambas perspectivas en esta épo-
dades y en la segmentación de públicos med1atlcos.
ca en que cada vez se cree menos en la capacidad explicativa de un para-
digma. Pero al mismo tiempo es imposible entender convivencias tan in-
tensas y frecuentes como exige nuestro mundo si compartimentamos a las
EsPECTÁCULOS DE LA GLOBAL!ZACIÓN y MELODRAMAS
sociedades, como lo hizo el relativismo cultural que imaginaba a cada cul-
DE LA INTERCULTURAL!DAD
tura separada y autosuficiente. ¿Qué relatos -ni simplemente épicos, ni
. d extraer de esta aproximación melodramáticos- pueden dar cuenta de las recomposiciones que se van
. Una ~e las c~nsecuen~1:a1:~J:s ~:~eterogéneos es la necesidad de produciendo entre lo local y lo global?
diferencial combm~da c~iem o de la globalización y la interculturalidad. Cuando el 1 de enero de 1994 estalló una subversión neozapatista en el
;:i~~:º~att: :IS:~o nu~str~ tie1:1_Pº se ?loba liza nar;: s~:of~~:~r~: sur de México, escuché que un economista y un antropólogo mexicanos se
asombraban de distintas maneras ante la noticia. El economista comentó
intercambios fluidos Y h~mog~neiz:t~:;:t~~::s ,;~~~:~ en las cifras del que era difícil que eso tuviera mucha repercusión en la sociedad nacional
y pueblos que se comu~ucan. ~: ra gidez o simultaneidad con que ahora porque el estado de Chiapas representaba algo así como el 1,5 por ciento
incremento de transacc10res-d d E!re tanto los estudios sobre migracio- de la economía mexicana. Los tropismos del antropólogo lo llevaron a que
se realizan: volum~:1 y ve oci a . . das i;terculturales están llenos de éste le contestara que esa región tenía aproximadamente un 30 por ciento
nes transculturac10n y otras expenen van anhe-
de población indígena, uno de los porcentajes más altos de México, que es
rel;tos de desgarra~ientos Y ~onflto~,~~:;e;af:::~:~:e;:r~ida; inten-
los de restaurar umdades naciona es, e importante en la historia y la cultura de este país, y como frontera con
América Central. Varios meses después se vio que entender lo que en el
sidad y mem~ria. . entre globalización e interculturalidad pueden movimiento zapatista había de prolongación de un largo pasado y de in-
Por tanto, as tensiones ., é ica melodrama. Las escisiones
ser concebidas como una relacion entre P y di da entre novación político-comunicacional requería trascender el paralelismo de la
. · íales ocurren en gran me 1 , explicación económica y la antropológica, sus maneras desvinculadas de
que hoy separan a las c1enc1a_s ~o~ con los lo r~s de la globalización (la
quienes buscan armar relatos e~1~0 , la co~unicación) y los que cons- contar lo que integra y lo que distingue o margina.
f
economía, cie~ta parte de la s~c'.o ogia 1as fisuras, las violencias y los do- No logramos deshacemos del asombro que generan estos hechos regre-
sando a los relatos (económicos o antropológicos) que dieron consistencia
truyen narraciones mel~dramaticas co l , el psicoanálisis, la estética).
lores de la interculturalidad (la antropo og1a, d lato los dramas in- a organizaciones sesgadas de los datos: es necesario mantener la sorpresa
. d "ten en los márgenes e su re , y admitir la multiplicidad de narraciones. Pero si no es cuestión de escri-
Cuando los primeros a rru , . .
:o
1 lobalización, aseguran en
terculturales, como si fueran ~es1s~enc1a~ a ~e las generaciones las irá
seguida que el avance de la historia y e pa. . s las incorn atibili-
bir una novela un poco más compleja sino de elaborar explicaciones e in-
terpretaciones de lo que construimos como real, necesitamos preguntamos
eliminando. Para los segundos, las ten,aces d1fer_e7~: 1rs procesos ~lobali- si son o no compatibles estas distintas narraciones y aspirar a descripcio-
dades entre culturas mostrarían el carac:er pa~~:tos que engendra su uni- nes densas que articulen las estructuras más o menos objetivas y los nive-
zadores, o su fracaso, o los nuevos desp tz~ ue distingue y separa. En les de significación más o menos subjetivos. Hay que elaborar construccio-
ficación ~purada del mundo,¡oco ;te~ ªgl:bal!ación y algunos defenso- nes lógicamente consistentes, que puedan contrastarse con las maneras en
años recientes algunos narra ores. ~ . an a escuchar a los otros: que lo global "se estaciona" en cada cultura y los modos en que lo local se
res de las dif · ¡ ocales y subjeuvas emp1ez
1 erenc1as , . drama interesa en- . reestructura para sobrevivir, y quizás obtener algunas ventajas, en los in-
más allá de la preocupación por contar una epica o un_ tercambios que se globalizan.
b ovimientos coexisten.
tender qué acontece cuando am os m
36 La globalización imaginada
1
Por más que se quiera circunscribir las investigaciones a un barrio o a
una ciudad, o a los extranjeros radicados en un país particular, llega un
momento en que -sí uno trabaja en Occidente- tiene que hacerse pregun-
1
tas sobre cómo están cambiando las estructuras globalizantes y los proce-
sos de integración supranacional. Por ejemplo, las relaciones entre Europa,
América Latina y Estados Unidos. Es posible responder que un universo
tan extendido es inabarcable y dejar la cuestión. Pero las interrogantes si-
guen ahí, condicionan lo que uno está estudiando, y aun cuando decida no
hacer generalizaciones sobre el desarrollo de Occidente los viejos supues-

1
tos de la filosofía y la epistemología occidentales permanecen como hipó-
tesis. Lo malo es que esas hipótesis corresponden a una etapa preglobal,
cuando las naciones eran unidades en apariencia más cohesionadas, que i
parecían contener la mayoría de las relaciones interculturales. O sea, cuan-
do era posible distinguir con nitidez lo local y lo universal.
No conozco mejor manera de encarar estos riesgos que trabajando con
cifras y otros datos duros, macrosociales, donde se aprecian las grandes
tendencias de la globalización, y a la vez, con descripciones sociocultura-
les que captan procesos específicos, tanto en su estructura objetiva como
en los imaginarios que expresan el modo en que sujetos individuales y co-
lectivos se representan su lugar y sus posibilidades de acción en dichos
procesos. Se trata 'de reunir lo que tantas veces fue escindido en las cien-
cias sociales: explicación y comprensión. O sea, articular las observaciones
telescópicas de las estructuras sociales y las miradas que hablan de la inti-
midad de las relaciones entre culturas. Me parece que en esta tarea tene-
mos un recurso clave para que el futuro de la globalización lo decidan ciu-
dadanos multiculturales.
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Yukinori Yanagi
América, inSITE 94
lnstallation Gallery y Museo de Arte Cor.temporáneo
San Diego, Cal. E.U.A.

Treinta y seis banderas hechas con cajas de plástico


llenas de arena coloreada. Las banderas fueron conectadas
por tubos dentro de los cuales viajaban hormigas
que iban corroyéndolas y confundiéndolas.
Migrantes esperando la noche para cruzar la barda
que separa a México de Estados Unidos,
Foto: Alejandro Huidobro

De Tijuana a San Diego


Capítulo 2

LA GLOBALIZACIÓN: OBJETO CULTURAL


NO IDENTIFICADO

No es cierto mucho de lo que se dice sobre la globalización. Por ejem-


plo, que uniforma a todo el mundo. Ni siquiera ha conseguido que exista
una sola definición de lo que significa globalizarse, ni que nos pongamos
de acuerdo sobre el momento histórico en que comenzó, ni sobre su capa-
cidad de reorganizar o descomponer el orden social.
Acerca de la fecha en que habría comenzado la globalización, varios
autores la sitúan en el siglo XVI, al iniciarse la expansión capitalista y de
la modernidad occidental (Chesnaux, 1989; Wallerstein, 1989). Otros colo-
can el origen a mediados del siglo XX, cuando las innovaciones tecnológi-
cas y comunicacionales articulan los mercados a escala mundial. Esta con-
junción de cambios tecnológicos y mercantiles sólo adopta formas globales
cuando se establecen mercados planetarios de las comunicaciones y del di-
nero, y se consolida al desaparecer la Unión Soviética y agotarse la divi-
sión bipolar del mundo (Albrow, 1997; Giddens, 1997; Ortíz, 1997).
Tales discrepancias se relacionan con maneras diversas de definir lo
que se entiende por globalización. Quienes le atribuyen un origen más re-
moto privilegian el aspecto económico, mientras los que argumentan la
aparición reciente de este proceso conceden más peso a sus dimensiones
políticas, culturales y comunicacionales. Por mi parte, entiendo que hay
buenas razones para sostener, de acuerdo con la expresión de Giddens,
que "somos la primera generación que tiene acceso a una era global" (Gid-
dens, 1997).

INTERNACIONALIZACIÓN,TRANSNACIONALIZACIÓN,GLOBALIZACIÓN

Situar la globalización en la segunda mitad del siglo XX es el resultado


de la diferencia que ésta tiene con la internacionalización y la transnacio-
nalización. La intcmacionalización de la economía y la cultura se inicia con
las navegaciones transoceánicas, la apertura comercial de las sociedades
europeas hacia el Lejano Oriente y América Latina, y la consiguiente colo-
nización. Los barcos llevaron a los países centrales objetos y noticias des-
conocidos en España, Portugal, Italia e Inglaterra. Desde las narraciones
de Marco Polo y Alexander van Humboldt hasta los relatos de los migran- ·

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