El 11 de octubre de 1492, después de la puesta del sol, un velero llamado La
Pinta se movía tranquilamente a unas 12 millas por hora.
A las 10 de la noche de ese
mismo día, el almirante había visto algo que parecía fuego a lo lejos, pero la visibilidad era tan mala que apenas se podía ver. Llamaron a Pedro Gutiérrez, un fabricante de dulces profesional, para comentar sobre el asunto, y dijo que parecía la luz de una fogata.
En ese momento, el almirante
Cristóbal Colón ordenó que una guardia permaneciera ininterrumpida el tiempo necesario hasta que se viera tierra, y prometió que quien la viera primero le daría, además de los demás regalos ya prometidos por el rey, unas medias de seda.
A las dos de la mañana siguiente, Pinta divisó tierra e inmediatamente avisó al
almirante, fue el marino Rodrigo de Triana quien emitió el ansiado "¡Tierra! ¡Está a la vista! Está a sólo dos millas".
En ese momento, se arriaron las velas y comenzó el desembarco. El viernes
desembarcaron en una isla llamada Guanahani en el idioma local.