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I.

Propedéutica
1 ¿Qué papel juega la educación artística?
El espectador no se satisface con algunas pocas escenas bien pronunciadas e impactantes o la
representación de un rol bien interpretado. Quiere ver ante todo una obra plena, transmitida por
actores inteligentes, con buen gusto y comprensión fiel de la misma.

Si se quiere educar al espectador no puede uno ser ignorante; es necesario ser un individuo con
suficiente educación y nivel cultural.
El artista principiante debe preocuparse por esto antes que nada. En caso
contrario, abandonar la profesión.

Debe ser un individuo plenamente desarrollado, con total comprensión y


sentimientos.

Sólo acercándose así al autor, el artista se convierte en su


colaborador y, cuanto más cercanos se hallen entre sí los creadores, más pleno será el fruto de
su esfuerzo creativo. Tal creación exige del artista una rigurosa preparación.
Con el desarrollo del intelecto, se enriquece también el sentimiento y, junto con ello, también
se amplía la esfera de su actividad.

El artista principiante, al dedicar sus esfuerzos al arte escénico, debe preocuparse antes que
nada por su educación, desarrollo y elevación cultural.

2 Lo que se entiende por parte del actor


¿Qué entiende por arte?
Al nacimiento en el artista de una nueva conciencia que lo llevará al trabajo creativo.

Desde un principio el estudiante-actor tiene que saber que únicamente un trabajo enorme, un
trabajo práctico sobre las tablas aunado al conocimiento profundo del oficio, serán su guía y
faro.

Desde los primeros pasos el estudiante-actor tiene que saber que el camino elegido está hecho
de trabajo y estudio; no solamente hasta el final de la “carrera”, sino hasta el final de su vida.
Ambas tienen que ser la fuente de energía con la cual este centro de estudios deberá llenar
corazón, cerebro y nervios del alumno con toda una serie de tareas apasionantes.

Tercero. El hombre que se dedique al teatro ¿deberá tener en el corazón un amor tan inagotable
hacia su profesión como para poder superar todos los obstáculos que inevitablemente
encontrará? Los maestros de actuación tienen que mostrar con el propio ejemplo cómo el amor
hacia la profesión puede influenciar sobre el trabajo cotidiano. Sólo cuando el estudiante-actor
comprenda de manera precisa y espontánea, la armonía de la vida escénica, se pueden presentar
circunstancias dadas de vez en cuando en una acción escénica que renuncie al yo.
En cambio, cuando el trabajo en una escuelita es para el maestro solamente el cumplimiento de
un deber cotidiano, se aburren los alumnos, y se cansan e irritan con él.

Cada hora y cada minuto que maestro y alumno pasan juntos tiene que volar en la conciencia de
una unión recíproca, en el movimiento eterno y en el ritmo de la vida que los envuelve.
Pensamiento, palabra, sentimiento, como formación espiritual del pensamiento, tienen que ser
verdaderos.

¿Por qué considero la “buena educación” un momento tan importante en la creatividad del
maestro como para calificarla a largo plazo como elemento creativo? Porque nadie puede
esperar expresar todos los rasgos de un personaje si antes no ha adquirido un manejo perfecto
de sí mismo. Si a través del dominio de sí mismo y la disciplina interior, antes de iniciar el
trabajo creativo, el actor no encuentra la calma y armonía que le son necesarias para olvidar la
propia individualidad y sustituirla por el personaje que tiene que personificar en el papel, su
personalidad repercutirá sobre todos los tipos humanos interpretados por él. Y nunca estará en
grado de hacer un trabajo creativo, de interesarse por la vida de su papel.

La armonía que el actor requiere para pensar, es decir para expresar su yo creativo, su
imaginario, acciona únicamente como resultado del trabajo unitario y orgánico entre
pensamientos y sentimientos. No solamente el nivel cultural del actor, si es culto o ignorante,
sino también su capacidad de elevarse, indicarán siempre los límites que puede alcanzar en su
trabajo actoral, a pesar de todos los éxitos creativos. Esto lo puede lograr solamente quien se
domina completamente de manera constante. El autodominio como elemento creativo, por otra
parte, es adquirido solamente por los artistas que ya han vencido las propias pasiones
personales, como envidia, celos, rivalidad y deseo de sobresalir entre los demás.

Sólo entonces se enciende en el actor la llama que produce una fusión completa con el público,
solamente entonces el actor se vuelve no un hijo mimado por alguien, sino el hijo estimado de
su sociedad. ¿Cuál tiene que ser entonces el papel del maestro –incluyéndome a mí– si
supuestamente en este campo, el del teatro, la experiencia de un hombre no enseña nada a otro?
¿Qué puedo hacer para conducirlos a un conocimiento más elevado del trabajo creativo sobre la
escena y también en la vida? No les tengo que indicar a ustedes, actores, la naturaleza del
sentimiento creativo y sus elementos. Tengo que llevar a la superficie todo el mineral que yo
extraje durante toda mi vida y mostrarles no cómo obtengo mis resultados en cada papel, sino
cómo busco los caminos; cómo escarbo mi mineral. Cómo por medio de una serie de ejercicios
y tareas escénicas para la concentración, atención y creación del círculo de soledad pública, les
hago entender los dos principios fundamentales del arte creativo: el trabajo sobre uno mismo y
el trabajo sobre el papel.

3 Necesidad, atmósfera e importancia de un centro de


estudios teórico-práctico
En el arte los hombres no se encuentran por casualidad. Por eso estoy absolutamente
convencido que es imposible llegar a ser actor sin haber egresado de algún centro de estudios
teórico-práctico, como también que sea posible enseñar a alguien a “representar” este o aquel
estado anímico. No se puede enseñar a actuar a nadie.

Es precisamente este trabajo –por medio de la observación, la atención y el compromiso


consciente de manera creativa– el que considero absolutamente indispensable para llegar a ser
un verdadero actor. Si el sentido del teatro radicase únicamente en la diversión de los
espectadores, no valdría la pena dedicar a ello tanta fatiga.

Los momentos fugaces de vida sobre la escena; es decir, aquellos momentos irrepetibles en los
cuales el actor tiene que comunicar una verdadera pasión en una circunstancia dada, no son en
lo absoluto momentos de casual relampagueo de inspiración, sino fruto de un largo trabajo de
precisión sobre uno mismo y el estudio de la naturaleza de las pasiones.

El trabajo en un centro de estudios teórico-práctico tiene que producir un crecimiento tal de los
recursos propios del actor; capacitar su imaginación, controlada por la autodisciplina; hacerle
saber dirigir todas las fuerzas hacia una sola dirección, aquella determinada por el papel. Para
llegar a esto se necesitan años de trabajo dedicado a ejercicios y problemas. No se puede
formular con palabras.

4 La educación del actor


¿Qué nos tiene que dar hoy el teatro? No esperemos que nos de la reproducción desnuda de la
vida. Tiene más bien que representar lo que sucede en la vida de una manera simple, pero con
imágenes precisas y luminosas en las que todas las pasiones sean verdaderas a los ojos del
espectador.

Lo peor para un teatro es una representación exagerada, que no contiene hombres vivos –que
posiblemente el autor quería representar– sino marionetas inventadas desde el escritorio del
director sin amor; sin el amor ardiente del corazón humano.

El valor último de un drama es directamente proporcional al amor del autor por los personajes
que ha diseñado. Tanto la mente como el corazón del autor arden en la llama del acto creativo y
en el instinto sentía toda la grandeza y lo trágico del destino humano. Por teatro verdadero
entendemos un teatro que actúa para los hombres de su tiempo y no se deja guiar por motivos
egoístas de narcisismo.

Entonces nosotros, estudiantes-actores, ¿de qué nos tenemos que hacer guiar en la elección de
un drama? Una vez que han entendido el valor de su vida creativa sobre esta tierra, al elegir un
drama buscarán la figura entera y no la parcialidad, en los hombres que el autor ha trazado. Es
necesario asegurarse que el drama no sea insoportable imitación de alguna obra maestra clásica,
sino que refleje la vida como es. Busca siempre en ti mismo el personaje del drama. El inicio
del trabajo sobre un drama es el momento más importante. El camino de quien elige una carrera
teatral es del todo diferente de la manera de vivir de los demás.

Aquellos cuyo objetivo vital es crear arte y están al servicio del teatro, necesariamente llevan
una vida doble. Tienen su vida privada en el círculo familiar que nada tiene que ver con su vida
de trabajo. Pueden existir para ellos miles de intereses diferentes, en los cuales su familia puede
participar en mayor o menor medida. Sin embargo, para el artista el verdadero el teatro es un
asunto del corazón, que los absorbe totalmente. Su vida privada pertenece al teatro. Su trabajo
en el teatro es su manera de vivir. Su amor y creatividad están dedicados exclusivamente a sus
roles. Aquí está su manera de ser, aquí se encuentra la fuente de su alegría y su fuerza de
ánimo. Un hombre de talento es destinado a grandes actos creativos. En él arde la llama que por
toda la vida hasta el último suspiro lo empujará hacia la creatividad. En la vida de todo hombre
de talento es precisamente esta energía creativa lo que es esencial.

Lo domina totalmente y le susurra: “Eres mío”. De esta manera no hay diferencia entre actores,
cantantes, pintores, escultores, poetas, escritores, músicos. Desde este punto de vista no existen
líneas de división entre ellos. Todo actor tiene que darse cuenta que su oficio no debe ser un
sacrificio sobre el altar del arte, en el sentido de ascetismo heroico. En todo esto concierne la
educación del artista, o más bien la autoeducación, y cada hombre de talento entiende que el
trabajo sobre el papel reflejará directamente el trabajo sobre sí mismo.

5 Desarrollo de sus aptitudes artísticas


Primero, tendrá una confianza total en sus maestros. Tiene que ser no solamente consciente de
haber emprendido el camino del trabajo creativo, sino que deberá tener también muy claro el
hecho de que cada minuto de su vida significa un crecimiento mayor del fuego creativo que
arde en él.

Dedicarse a la carrera teatral significa antes que nada abrir de par en par el corazón a la vida.

Solamente quien se ha liberado de la autoadmiración para el propio talento, quien ha alcanzado


el autocontrol y respeto hacia el trabajo de sus semejantes, puede descubrir en las pasiones
humanas los lados universales y también aquellos fortuitos.

Todo lo que distraiga la atención del papel, el trabajo en el teatro o en el centro de estudios;
todo lo que estorbe la concentración, todo esto llevará al artista a un callejón sin salida.

Si no hay dedicación, si no hay gozo y apertura mental, no hay manera de tener éxito en el arte.
6 Actitud ética del actor durante su formación
El centro de estudios no es el lugar a donde se va de vez en cuando para una comprobación del
propio papel.
Para quien compromete toda la vida en el arte, el centro de estudios es su familia. Cuando el
estudiante-actor viene a clases no tiene que pensar en sus cosas personales, en sus fracasos y en
sus problemas cotidianos.
Mientras se acerca al centro de estudios sus pensamientos deben concentrarse sobre el trabajo y
separarse de todo lo demás. Por lo tanto su relación con todos aquellos que entran en contacto
con él no es una cuestión de árido raciocinio, no es una investigación de tipo filosófico. Por el
contrario, el conocimiento de la creatividad que llevan en sí mismos, los conduce al
conocimiento de la creatividad de todos los demás, por lo que se crea una
relación de respeto recíproco y buena voluntad.
Nuestra vida personal tiene que ser llenada totalmente por pensamientos y sentimientos
totalmente positivos, y tenemos que trabajar sin descanso para lograr una conciencia nueva,
ligada a lo contemporáneo. Mientras más compacto sea el círculo de soledad pública de un
actor, más intensa será su atención y más alto irán los pensamientos en busca de lo creativo
de sí mismo y en quien le rodea, tanto más grande será la magia del artista, más amplias las
vibraciones de su creatividad, más potente su efecto sobre el público.

El reconocimiento de que autocontrol y calma absoluta son las condiciones más importantes
para un trabajo creativo tiene que enraizarse profundamente en la conciencia del actor.

7 La relación maestro-alumno

El desarrollo artístico del ser humano se da con lentitud. Una dificultad para los maestros de un
centro de estudios radica en el hecho de que tienen que evitar desalentar las jóvenes energías
que empujan hacia el arte y al mismo tiempo tienen que buscar desde el primer momento una
atmósfera de trabajo duro, y dar a entender que no es el talento desorganizado y propenso a
ceder a todo tipo de influencia externa lo que lleva al arte, sino solamente el trabajo sobre el
propio talento; el pulir constantemente las energías que se han desarrollado y motivar la
producción incesante de cualidades y nuevas posibilidades.

¿Cómo logra ese desarrollo? Solamente si se acerca al alumno con una actitud no prevenida y
sin la preferencia debida a simpatía o al cálculo interesado. En este sentido no existen reglas
escritas y fijadas, para aplicarse a este o aquel caso. Se enseña el trabajo creativo constante al
cual se llega solamente con la concentración, la observación vigilante de las cualidades
fundamentales e inmutables de los hombres y circunstancias a nuestro alrededor, y por medio
de la recreación cuidadosa y concentrada de estas observaciones en la actuación.

8 Primeros pasos en la formación del actor


Sea como sea en su vida privada, el estudiante-actor, en cuanto llega al centro de estudios, se
vuelve un miembro de la nueva familia: el centro. Este profesionalismo recíproco y amor a la
vocación artística que brota de los corazones de maestros y alumnos protege como un muro
impenetrable el impulso hacia lo bello y creativo. Una de las tareas principales del centro tiene
que ser la creación de una atmósfera ágil, simple y tranquila, en la cual no pueda nacer la ciega
observancia de la regla, que es artificial y hace advertir a cada paso su sofocante autoridad, que
censura fría y secamente este o aquel defecto en el trabajo del actor. El trabajo científico más
importante del actor consiste en cultivar la capacidad de observar los principios fundamentales
del trabajo creativo: el meollo y naturaleza del comportamiento humano.

9 Actividad y atención
Entre cada momento de concentración sobre algo y lo que sigue hay una pausa de descanso
dedicada a la comprensión, para el registro en la conciencia.
Durante estas pausas la atención seguramente continúa trabajando, pero no baja de las capas de
lo inconsciente a los centros del cerebro que hacen nacer una acción al exterior. Es necesario
que un objeto atraiga la atención, y cierto espacio de tiempo para la transformación de la
atención de un pensamiento que, al atravesar el centro del cerebro, encuentre expresión como
palabra o como acción.

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