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habilidades
Claves de comunicación
Parece evidente que la comunicación es, al menos en apariencia, la primera herramienta que
utilizamos para interrelacionarnos con el entorno que nos rodea. Este proceso no es privativo del
ser racional, pero si lo es cuando la comunicación se cierra sobre si misma para alcanzar el grado
de proceso, es decir, cuando sobre los distintos aspectos posibles de la comunicación se cierne
una trama, cuya finalidad es conseguir una secuencia lógica en la transmisión de ideas,
sentimientos, experiencias...
Se considera entonces la capacidad comunicativa como algo que todos tenemos presente en
nuestras vidas, pero también como algo que es y debe ser susceptible de mejora continua.
Después de estimar el tiempo que se dedica a cualquier actividad diaria, se puede concluir que el
80% del tiempo lo ocupa la comunicación, dedicándole el 20% restante a otro tipo de tareas.
Hacer una presentación es un ejercicio complejo de influencia, pero que se vuelve bastante más
sencillo cuando se conocen y se manejan un conjunto de técnicas, como son:
Es importante que cada persona que tenga que hablar en público sea consciente de sus puntos
fuertes y de sus áreas de mejora, ya que en función de esta radiografía se puede ajustar la
presentación para que el resultado sea el mejor posible.
Ejemplos:
Una persona que desarrolle la presentación de una manera muy lógica pero al que le falte
“chispa”, deberá centrar su esfuerzo en aprender a manejar recursos y personalizar la
presentación haciéndola más amena y entretenida.
Una persona que sea muy impactante y con grandes habilidades de comunicación pero no
sea metódico en el desarrollo de la presentación (Apertura, Base y Cierre), deberá centrar
su esfuerzo en preparar mejor la exposición y en no ser tan confiado respecto de sus
propias habilidades porque cuando se encuentre con un auditorio poco motivado por su
charla o con algunas deficiencias técnicas no serán capaces de seguir su presentación.
Una persona que prepare muy bien la presentación pero que sea tímida, deberá centrar su
esfuerzo en mejorar sus habilidades comunicativas para que su timidez no estropee la
“puesta en escena”.
Comunicación verbal
La Voz:
La Locución:
Se trata ante todo de romper la monotonía y de hacer que el auditorio le escuche a usted con
interés.
El caudal: Si la atención del grupo disminuye, hable más deprisa o más lentamente, pero siempre
de manera que le siga a usted (al principio de la exposición se tiende a hablar demasiado deprisa
porque se está intimidado).
Vaya más despacio cuando se trata de algo complejo, emplee alternativamente frases cortas y
largas o rompa el ritmo con una pregunta.
El tono: Debe utilizar un tono adaptado a lo que usted diga (familiar, dinámico... )
“Es muy útil hacer inflexiones en el tono de voz. Debe subir el tono para destacar las ideas o
palabras más importantes de su presentación”
El Vocabulario:
Adáptese al auditorio, utilice un lenguaje sencillo, palabras concretas, vivas, frases cortas, verbos
activos, ....
“Un verbo activo es aquel que indica acción, como por ejemplo: hacer, poner en marcha, actuar,...”
(de este modo el auditorio percibe mayor dinamismo en la presentación)
Una de las claves en el uso del vocabulario nace del análisis de la audiencia. En la medida en que
usemos palabras cercanas a los asistentes, la comunicación y la conexión mejorará. Es lo que
comúnmente se denomina el uso del argot.
El Estilo:
“La originalidad no está en cambiar el estilo personal de cada uno, sino en saber combinar de
manera adecuada los recursos que se manejen en la presentación”
Junto con los anteriores elementos básicos, conviene llamar la atención sobre otros elementos
que contribuyen igualmente a mejorar la eficacia en los procesos comunicativos:
El uso de las preguntas por parte del ponente:
Una de las herramientas que más contribuyen a “cambiar el ritmo” de una exposición es la
introducción de preguntas por parte del ponente. En este caso, nos estamos refiriendo a dos tipos
concretos de preguntas como son:
Las preguntas retóricas: son aquellas que el ponente hace sin ánimo de que sean contestadas por
la audiencia, sino que son una forma de introducir un nuevo tema o dar una explicación adicional
para aclarar algún punto de la presentación.
Ejemplo: “¿A qué me estoy refiriendo?”, “¿qué vamos a ver a continuación?”, “¿cómo afecta esta
nueva estrategia en nuestro día a día?”, “¿qué ventajas presenta este nuevo software?”, etc.
Por tanto, son útiles para ubicar al auditorio sobre lo que viene a continuación, ya que centra la
atención sobre la respuesta que se va a facilitar a continuación. Es recomendable hacer un breve
silencio después de formular la pregunta, de manera que se cree una cierta expectativa y además
permite oxigenar un poco la presentación. Se trata de una ruptura en el ritmo de la presentación,
al cambiar la exposición continua de argumentos por la introducción de una pregunta.
En función del estilo y de la velocidad de exposición de cada uno, se recomienda hacer un mayor o
menor uso de esta técnica. Existen dos reglas de carácter general:
La primera es que, cuanto más rápido hable una persona, mayor número de preguntas
retóricas debe formular. De esta forma, convierte la presentación en mini-presentaciones,
siguiendo el esquema pregunta concreta-respuesta concreta. En definitiva, se trata de
fragmentar la exposición para obligarse a ralentizar el ritmo y facilitar así al auditorio tanto
el seguimiento como el entendimiento de lo que se está diciendo.
La segunda es que, cuanto más complejo sea el tema o punto a desarrollar, mayor número
de preguntas retóricas se deben formular. De esta forma, se simplifica la explicación al
dividirla en varias partes. Esta subdivisión puede hacerse para exponer los diferentes
apartados en que se desglosa el tema a tratar o bien para explicar las interrelaciones
existentes entre los conceptos expuestos.
Las preguntas de control: son aquellas que el ponente realiza para comprobar la comprensión del
mensaje por parte del auditorio.
Ejemplo: “¿Me estoy explicando?”, “¿se está viendo?”, “¿alguna duda?”, etc.
Normalmente no son respondidas por la audiencia, señal que se está siguiendo y entendiendo la
presentación. Pero permiten que cualquier oyente que se haya quedado con alguna duda, pueda
intervenir con facilidad para exponer su duda o inquietud.
Es útil hacer uso de estas preguntas de control, porque al igual que sucede con las preguntas
retóricas, permiten oxigenar la exposición. Y también conviene acompañarlas de un breve silencio.
Además son una técnica eficaz para manejar los tiempos de la presentación y facilitar el
seguimiento de la misma por parte de los participantes. Así, se recomienda realizar una pregunta
de control al final de la apertura para comprobar que ha quedado claro lo que se va a hacer a
continuación y también como forma de dar paso a la base de la presentación, en donde
habitualmente se va a compartir protagonismo con el power point o similar.
Las preguntas de control fomentan la conexión con el auditorio y son una invitación a la
participación. El ponente demuestra voluntad de querer ser entendido, haciendo partícipe a toda
la audiencia del mensaje que está presentando. También ayudan a pasar de un bloque o capítulo
del desarrollo de la ponencia al siguiente y a solicitar comprensión del mensaje cuando se haya
respondido a una pregunta directa formulada por parte de algún asistente.
Esta técnica ayuda a reforzar los mensajes fuerza o ideas clave de la presentación. Lógicamente, a
mayor duración de la exposición, mayor número de resúmenes parciales habrá que realizar.
Como regla básica, se dice que un mensaje fuerza hay que evidenciarlo en el transcurso de la
presentación y debe ser recordado en un resumen parcial y formar parte del cierre. De esta forma,
aseguramos el decirlo un mínimo de tres veces, lo que contribuye a que la audiencia lo perciba
como un mensaje significativo y destacado.
Por último, el resumen parcial es una técnica eficaz cuando el ponente percibe que cierto número
de participantes están distraídos o perdidos, ya que permite recuperar la atención y exponer los
mensajes que deben estar claros, diferenciándolos de aquellos otros que son secundarios o
anecdóticos.
Referencia: Este material, cuya autoría principal recae en Óscar Cerro, forma parte de una obra
colectiva bajo licencia copyleft coordinada por EOI. Este contenido será utilizado para fines
educativos. Recuperado de:
http://www.eoi.es/wiki/index.php/Claves_de_comunicaci%C3%B3n_en_Direcci%C3%B3n_de_pers
onas_y_habilidades#Comunicaci.C3.B3n_verbal