Hasta el presente, la ciencia admite cuatro tipos de interacciones
fundamentales en la materia, o, expresado de otra forma, cuatro fuerzas fundamentales, que dejan sentir su influencia en unas áreas llamadas “campos de fuerzas”, cuya extensión depende de la masa de las partículas implicadas en las mismas. Estos campos son: nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnético y gravitatorio 4. De estos cuatro campos de fuerza, es el electromagnético el que nos interesa fundamentalmente para comprender su relación con la energía piramidal o energía biocósmica, como han querido denominarla los piramidólogos actuales. La acción electromagnética es fundamental para la existencia de la vida, debido a que mantiene el equilibrio del átomo, agrupa a estos entre sí para formar las moléculas, y en general, mantiene y transforma los estados de la materia.
El magnetismo es el principio universal que domina y gobierna el universo
infinito, manteniendo los diversos cuerpos celestes dentro de un estrecho vínculo natural. La Tierra, el Sol, la Luna y todos los otros planetas de nuestra galaxia transmiten sus propias emanaciones magnéticas, que influyen poderosamente sobre nuestras existencias6.