Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2. Estos tres tipos de energías se denominan “La Antigua Ley de Participación del
Mal”.
3. La “Ley del Antiguo y Predominante Bien” que reside detrás de todo lo que
Dios ha creado.
4. Esta Ley reemplazará algún día a la “Antigua Ley de Participación del Mal”.
Esta ley retrotrae el pensamiento del hombre hasta la ley básica del karma, que, como bien
saben, es ineludible y que el curador moderno, en los actuales cultos y organizaciones de
curación, pasa por alto constantemente. Ya nos hemos ocupado de estas influencias y
causas predisponentes y no es necesario elaborarlas más, excepto decir que una de las cosas
más útiles que el paciente debe recordar y el curador tener presente, es que la enfermedad
tiene sus raíces en el pasado (un pasado grupal o individual) y puede ser, en último análisis,
una forma benéfica de pagar antiguas deudas. Esto induce al paciente a mantener una
actitud pasiva y constructiva; no una pasividad que conduce a la inactividad, sino que
despierta el sentido de responsabilidad para una correcta acción. Esta correcta acción
conducirá a cancelar totalmente la deuda, mediante el bien conocido proceso de la muerte,
o al éxito de los pasos emprendidos, para lograr la salud. En el caso del curador, lo
conducirá al conocimiento de poderosas fuerzas que actúan a través del paciente, y a
aceptar lo que el destino le ha asignado; en ambos casos la febril ansiedad, tan a menudo
presente, no se entrometerá entre la intención del curador y el paciente, evitando sensatos
acontecimientos.
La frase final de esta segunda ley da una indicación básica acerca del período de
tiempo: la Ley del Bien Predominante, que será puesta en vigencia por la voluntad
espiritual del hombre. ¿Qué significa esto? Significa que cuando unos sinnúmeros de
hombres estén controlados por la Tríada espiritual, hayan construido el antakarana y
puedan en consecuencia emplear la voluntad espiritual, se erradicará la enfermedad y
solamente regirá el bien. Por supuesto este proceso será gradual y casi imperceptible en las
primeras etapas. Nuevamente, ¿por qué esto es así? Porque el mal, la delincuencia y la
enfermedad son el resultado de la gran herejía de la separatividad y porque rige el odio y no
el amor. No olviden que quien no ama a su hermano es un criminal, y constituye siempre el
símbolo del odio. El sentido de universalidad y de identificación con todos, no existe aún,
excepto en los discípulos avanzados e iniciados; la conciencia de masa y la manifestación
del instinto de rebaño no debe confundirse con el sentido de unicidad que señala a la
persona correctamente orientada. En la nueva era, las enseñanzas sobre el antakarana y la
constitución del hombre, principalmente desde el ángulo de los “tres cuerpos periódicos” y
no tanto desde el triple hombre inferior, se acentuará particularmente en las escuelas
superiores de enseñanza, sentando así una sólida base para las escuelas esotéricas, las
cuales irán surgiendo lentamente. Con ello se obtendrá una nueva perspectiva para la
humanidad. Se enseñará la naturaleza de la voluntad espiritual, en contraposición con la vo-
luntad personal egoísta; por su intermedio las grandes y nuevas potencias serán liberadas
sin peligro en la vida diaria.
Hasta ahora ni los discípulos tienen una mínima idea del excesivo poder de la
voluntad triádica. Aquí podría afirmarse que esos curadores que poseen conciencia triádica
y pueden ejercer la potencia de la vida y la voluntad monádica, por intermedio de la Tríada
espiritual, siempre obtendrán éxito, no cometerán errores, porque poseerán una exacta
percepción espiritual, lo cual les permitirá saber si es factible la curación y, mediante el em-
pleo de la voluntad, actuar con poder y sin peligro sobre el centro coronario del paciente.
Lógicamente confinarán sus poderes curativos para quienes viven enfocados en la cabeza.
Estimularán al alma, anclada allí, para que entre en actividad efectiva, iniciando así la
verdadera autocuración.
Observarán por lo antedicho, cuán relativamente sencillas son estas Leyes, si se las
considera detenidamente, y cuán bellamente están relacionadas entre sí. El dominio y la
comprensión de una, facilita la comprensión de la siguiente.
Recuerden que la voluntad actúa a través del centro coronario y, teniendo esto
presente, relacionen la información dada al principio de esta instrucción acerca de la Ley 1.
con lo que he dado aquí. Si estudian profundamente estas leyes quienes tratan de aprender a
curar espiritualmente, y si el curador se esfuerza en ajustar su vida a las rejas, se irán
configurando en su mente un definido método de curación y una emergente técnica y se
acrecentará grandemente su servicio efectivo. También observarán que no doy regias y
leyes aplicables a enfermedades específicas. Me temo que esto desilusione a muchos
trabajadores sinceros, pues esperan que indique lo que se debe hacer, por ejemplo, para
curar el cáncer del hígado, la neumonía, la ulcera gástrica, o ciertos tipos de enfermedades
cardíacas. No tengo la intención de hacerlo. Mi trabajo es mucho más fundamental. Me
ocupo de las causas y principalmente del cuerpo etérico como distribuidor de energías o
detentor de esas energías cuando son trasformadas en fuerzas; trato del estado de
conciencia del curador y de las teorías que debe abarcar, de su comprensión acerca de la
relación del alma con sus vehículos de expresión (particularmente, en el caso de curación,
con el cuerpo vital) y del control de los centros establecidos en cada zona del cuerpo, ya sea
distribuyendo libremente la energía y manteniendo el cuerpo en buena salud o -por una
actividad subdesarrollada o inhibida- produciendo esas condiciones que hacen posible y
probable la enfermedad.
Les pediría encarecidamente que reflexionen con detención sobre toda esta
información. La nota clave de la buena salud, esotéricamente hablando, es compartimiento
o distribución, como también lo es para el bienestar general de la humanidad. Los males
económicos del género humano se asemejan mucho a las enfermedades del individuo. Las
necesidades de la vida no afluyen libremente a los puntos de distribución, los cuales están
inactivos; su distribución adolece de defectos y sólo mediante una sensata y mundial
comprensión del principio de compartir de la nueva era, se curarán los males de la
humanidad; únicamente por la correcta distribución de la energía se curarán también los
males del cuerpo físico del individuo. Esto es lo fundamental (diría, el principio
fundamental) de toda curación espiritual. En último análisis, ello también presupone un
eventual y científico reconocimiento del cuerpo etérico del planeta, y en consecuencia del
hombre.